Destino Incierto [Privado]

por **Zima Ozorai** Mar Abr 28, 2015 10:34 am

This glancing life is like a morning star
A setting sun, or rolling waves at sea
A gentle breeze or lightning in a storm
A dancing dream of all eternity

Aquella noche no me sentía para nada bien. Después de trabajar había ido directamente a la fogata común que algunos gitanos, vecinos de mi carpa, estaban organizando. Supuestamente estaban celebrando la vida de algún santo cristiano, pero esa no era otra oportunidad más que para beber y emborracharse. Todo había estado bien. Había habido cantos de gitanas, bailes con los mozos y risas para aburrir, pero en algún momento de la noche, cuando me senté al lado del fuego y dirigí mis ojos hacía el, vi dentro el horror. Con un solo vistazo basto para que se me pusiese mal cuerpo. Mi estómago se revolvió y tuve que levantarme a toda prisa para alejarme de la carpa e internarme en el bosque. Había estado a punto de vomitar, pero por suerte la escueta carrera había hecho que tal cosa no sucediese. En cuanto pare me lleve una mano a la tripa y la otra a la boca, tapándomela, como si así fuera a evitar vomitad si mi estómago revuelto se decidía al fin que iba a hacer.

La premonición que había tenido me había trastornado por completo. No había visto gran cosa, pero si lo suficiente como para temer por mi vida y por la vida de muchas más personas. Había visto sangre y colmillos, un hombre cubierta en esa espesa sangre y había sentido en mis entrañas la satisfacción de esa simple imagen y el deseo de probar aquel elixir, como si yo fuese aquel hombre. El recordar la imagen me horrorice otra vez ¿De verdad aquella imagen había sido verdadera? Era totalmente distinta a lo que solía ver y mucho más terrible. Al menos mi padre era un simple hombre de carne y hueso. Si aquellos a los que los rumanos llamaban strigoi existían, entonces estábamos condenados, todos […] ¡Condenados! Tome aliento mirando por el rabillo del ojo otra vez hacía la fiesta. Muy pocos se habían dado cuenta de mi falta y fue la Vieja Mama Bruja, la más anciana entre aquellos gitanos, la que se dio cuenta realmente. Pero no intento acercarse, ni ofrecerme consuelo sino que pronto se olvidó de mí ya que ella entendía que a veces, cuando tenía premoniciones, necesitaba estar sola y meditar.

Decidí al final que volver ya no era buena idea. No quería tener otra premonición allí donde me pudiesen ver y tampoco quería otra cosa más que cerrar mis ojos y pensar que aquella imagen había sido simplemente eso, una imagen y no una advertencia del futuro. Había llegado a un punto en el que no podía evitar pensar que estaba haciendo algo realmente mal si en mis premoniciones solo veía sangre. Eso quería decir que era la fiel amante de aquel al que los gitanos llamaban diablo. Tal vez el no creer ni en Dios, ni el Alá, me había hecho ser así. Empezaba a sentir remordimientos por cosas tan triviales como mi fe, inexistente, en el altísimo. Tome una bocanada de aire y cuando me estabilicé empecé a caminar a paso lento hacía mi carpa. Esta estaba un poco más lejos de la de los demás, pues adoraba la soledad, pero por primera vez en mi vida me lamentaba en tener que caminar sola por el bosquecillo para llegar hasta ella e incluso en vivir tan lejos de los demás. Mi piel estaba sensible ante la anticipación. Sabía en mis entrañas que algo se estaba avecinando, tenía miedo, pero también sabía que no podía luchar contra ello, sino simplemente enfrentarlo como siempre había hecho con cualquier obstáculo en mi vida.