En remojo (Iryn)

por Invitado Mar Sep 14, 2010 9:43 am

Caminé durante aproximadamente una hora y media, hasta que encontré aquella pequeña laguna. Todavia me perdía por París, asi que decidí disfrutar de aquel lugar lo máximo posible, ya que posiblemente mi sentido de la orientación se negara a llevarme otra vez hasta allí.
Cogí la falda de mi vestido y me quité los tacones, metiendo los pies en el agua y sintiendo su frescura. Hacía un buen día, con el sol tostándo la piel. Pero yo me aburría. Me aburría tanto que no me sorprendió en absoluto el gran y estruendoso bostezo que salió de mi boca. Ni siquiera me la tapé discretamente con una mano. Total, tampoco había nadie.

por **Iryn Steklov** Mar Sep 14, 2010 10:00 am

Una suave brisa proveniente del lago llegó hasta mi rostro, acariciando cada poro de mi piel. Adoraba aquel lugar y siempre que podía acababa escapándome para poder observarlo con admiración. Me gustaba el reflejo del Sol y la Luna sobre la superficie, me gustaba su temperatura refrescante, la claridad del agua. ¿Era posible que en el interior del lago hubiese peces? No lo creía pero siempre podía ser.

Me encontraba caminando por la orilla, notando el agua rozar mi piel. Con mis zapatos de tacón dejados sobre una esquina que ahora se encontraba un poco alejada de mí. Mi vestido, decorado con un gran colorido, era sostenido por una de mis manos para que no se mojase. ¿Qué pensaría la sociedad si viese a alguien como yo empapado de agua? Nada bueno, eso estaba más que claro.

Adoraba que por fin, después de tantos días con lluvias, hoy hiciera un sol espléndido. El cielo se encontraba de un azul claro y despejado, sin ninguna nube. Cualquiera diría que hacía un par de días había estado lloviendo con truenos y rayos. Aquellas lluvias tan espesas y violentas habían dejado paso finalmente a un clima agradable y tranquilo. Sonreí al cielo como una estúpida. Aquel día me encontraba feliz y exactamente, no podría decir el por qué.

Mientras continuaba caminando una figura menuda de una mujer apareció frente a mí. ¿Quién sería aquella desconocida? Que yo supiese nunca la había llegado a ver. Seguramente fuese extranjera como yo, o si no era que simplemente no pertenecía a la clase alta.

-¿Hola? -Saludé acercándome lentamente a ella.

por Invitado Mar Sep 14, 2010 10:33 am

Mis cabellos pelirrojos, hoy recogidos en un sencillo peinado, con algunos mechones caidos en tirabuzones, se movieron con una suave y fresca brisa que veía desde el interior del lago. Cerré los ojos, dejándome llevar. Aquello era relajante, y solitario.
Eso está bien, Olivia, así no tendrás que fingir demasiado, pensé. A veces tenía que ser excesivamente amable con los demás, dado que mi forma de ser era bastante... peculiar. Aquello era fantástico.
De repente, oí un suave chapoteo a mi lado y giré la cabeza, frunciendo el ceño por la interrupción. Una chica, con un vestido de varios colores y con pinta de ser bastante caro, se acercaba por la orilla y me saludó.
- Hola.
La miré de arriba abajo, por si me sonaba. Luego caí que aquello podría haberla molestado, pero no me importó demasiado.

por **Iryn Steklov** Mar Sep 14, 2010 1:02 pm

Decidido. Aquella chica pertenecía a un estatus medio-bajo. ¿Por qué lo sabía? Principalmente por sus ropas, su formas y su peinado. La gente de la clase más alta solía utilizar vestidos más llamativos, tocados más complejos y no se mostraban tan descorteses como aquella muchacha lo hacía. No le echaba muchos años más que yo... aunque tampoco podía decir que tuviese mi edad. Se veía mayor. ¿Por qué sus padres habrían permitido aquellas formas tan obscenas de tratar a la gente? Yo, que había sido criada bajo una dura dictadura, no entendía a personas como ella.

Sin embargo, diría que fue hasta por mi educación, intenté mostrarme lo más agradable que pude con su persona.

-Encantada de conocerla, mi nombre es Iryn -Hice una pequeña reverencia que casi mojaba mi vestido. Atenta al riesgo que suponía continuar encontrándome en la orilla decidí que lo mejor sería salirme un poco y así no poner en peligro aquellos bordados de oro que habían sido hechos con esmero.

-¿Y el suyo? -Pregunté. Parecía que no estaba muy por la labor de hablar conmigo... ¿Sería parte de su forma de ser o le molestaba mi presencia? No me gustaba sentir que era una molestia, así que lo mejor sería que me fuese si la muchacha seguía con aquellas formas.

por Invitado Mar Sep 14, 2010 1:29 pm

Observé su delicada reverencia y sus buenos modales. Tenía que ser de clase alta fijo. Además, había otra cosa que me resultaba peculiar en ella... pero no logré ubicarlo, no supe que era, y eso hizo que mi ceño se frunciera más.
Inspiré y mirándola fijamente, hice otro tanto con una reverencia, inclinando la cabeza a modo de saludo.
- Yo soy Olivia- me salté lo de igualmente aposta. ¿Podría confiar en ella? Noté que su acento no era francés. Entonces recordé. ¿Había dicho Iryn? -¿Podría ser usted hija de los Steklov?
Miré el bajo de su vestido, con sus bordados de oro y también su complejo peinado. Suspiré. Tenía la gran certeza de que aquella muchacha se daría aires de importancia y la tomaría conmigo.
En mi mente, dibujé una mueca malvada.
Genial, pensé.

por **Iryn Steklov** Mar Sep 14, 2010 1:46 pm

Dudaba que alguien en París realmente me conociese, así que... aquella mujer debería de ser extranjera como yo. Todavía no estaba tan familiarizada con el francés para determinar por el acento de qué zona era. Aquellos eran los problemas de llevar poco tiempo en una ciudad desconocida y con un idioma que, aunque había conseguido aprender rápidamente, no podía comparar con mi idioma materno.

-Sí, soy la heredera de los Steklov -Parecía ser que la noticia de la muerte no había sido difundida todavía. Mucho mejor... no quería ser todos los días presionada sobre mi estado de ánimo aunque la verdad es que también me molestaba que hablasen de ellos como si continuasen vivos aunque en realidad no lo hiciesen.

Haría una semana que me había enterado de aquella horrible noticia y todavía no había conseguido animarme. Ni una pequeña sonrisa verdadera había logrado colarse entre mis labios. No había nada en aquel mundo que no echase más de menos que aquellos brazos que me rodeaban de pequeña, cuando no podía dormir.

Tampoco es que hubiese conseguido que alguien ocupase aquel espacio que habían dejado. Mis llantos habían sido constantes y seguían siéndolo. Ahora que mis padres habían muerto... no me quedaba nadie en aquel mundo en quién pudiese confiar. No tenía ningún amigo, nadie que me valorase, que me apreciara, que me quisiera. Estaba sola. Yo... y yo.

por Invitado Miér Sep 15, 2010 1:15 pm

Enarqué una ceja con cuidado. ¿Había dicho heredera? ¿Debía suponer que su familia había muerto? Normalmente no se hablaba así de la gente viva, hubiera sido más normal que dijese: "Soy la hija" o algo por el estilo. Pero no, Iryn eligió heredera. Los Steklov eran una familia de banqueros bien situados en la clase alta que incluso allá en Italia, todo el mundo conocía. Movían mucho dinero y eran, por supuesto, ricos.
Miré a Iryn una vez mas. No parecía mala, ni presuntuosa, aunque quizás estuviera siguendo aquella estricta etiqueta que yo detestada y que pasaba por algo.
La brisa movió de nuevo mis cabellos y me refrescó. Hacía un calor espantoso allí. Sonreí son querer cuando el agua salada de las olas chocaba suavemente contra mis pies y me hacía cosquillas.
Inspiré y guardé aire en mis pulmones. Haría un gran esfuerzo con Iryn. Podría caerme bien. Y al menos dejaria de estar sola, que ya iba siendo hora ¿no? Desde que había llegado a París no había hecho otra cosa. Que aburrimiento.
No aparté la mirada de ella mientras seguía pensando en esto. La otra parte de mi cerebro seguía dándole vueltas a aquello que me resultaba familiar y totalmente peculiar en ella.
Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Podría ser...? No, imposible. ¡Venga ya!
Volviendo al tema principal (si es que lo había): Me atreví a preguntar.

- Cierto, es usted la heredera. Su familia es muy conocida por todo el mundo.- me estaba empezando a cansar tanta etiquetita- ¿Cómo se encuentra su familia, Señorita Steklov?

Tenía que caerle bien a aquella chica ya, porque pronto mi poca paciencia se iba a agotar y le saltaría o me saltaria los modales de buena dama. Arg.

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