AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Una noche para María Stuart
2 participantes
Página 1 de 1.
Una noche para María Stuart
La percepción errónea conduce a la muerte espiritual. Sólo el discernimiento purificado abre una vía hacia el despertar definitivo.
El Maestro dice
El Maestro dice
Reposaba. Se distendía y esperaba la noche, quieta. Durante doce años, fue la conducta aprendida por Dipti para permanecer junto a Arya, quien ya se había habituado a sus insistentes preguntas y su desbordante conducta. Caminaba por la casa como un espíritu de color rojizo: el sari, pulcramente limpio y adornado, se había dado el tiempo de buscar personas que supieran bordar, y así imitar los diseños típicos de su colonia, de la cual poco y nada sabía: la despampanante vida francesa, le ayudaba a olvidar la deshonra en la que había caído, obligándole a sonreír, a pesar de haber sido exiliada al prístino olvido de su familia. Pues así era parte del castigo que le tocaba llevar a aquella que se revelaba a los arreglos matrimoniales. Y sin embargo, todo parecía más lisonjero cuando el amo despertaba y seguía su rutina. Como si los hábitos, aplacaran el dolor.
Esperaba, con la ventana abierta de par en par a que llegará el tono violáceo del cielo. A vista de los criados, Dipti no era más que uno de ellos, una que, para bien o mal, tenía el don de la perspicaz paciencia, casi tan amplia como las lejanas tierras de Svein, quien “descansaba” de su largo viaje. Y ahí empezaba la segunda parte de la rutina: ambientarse al terruño, mantener a los criados distantes de las sospechas y componer la casa con su exquisita elegancia, la que contrastaba con todos sus preceptos orientales. Pese a todo, la mujer sí que hacía esfuerzos por llegar a acuerdo con aquellos artilugios: los candelabros dispuestos estratégicamente, cambiar las velas cada cierto tiempo, cerrar las cortinas en el área donde dormía “Arya”, puesto que el más delicado rayo de sol, era sinónimo de un mal descansar y de una posible reprimenda.
Pese a todos los pronósticos, la joven se había habituado a deambular por las ciudades y países donde se le requiriera, siempre que el amo cumpliera con su palabra, ya que esperaba que todo lo demás fuera concedido por Vishnu y su infinita misericordia. Dentro, Dipti veía en Svein, luego de mucho indagar y escuchar tantas religiones, una suerte de ángel, luminoso y tétrico a la vez, amoroso y rebelde, desesperado y armonioso. En el linde ella y todos los secretos guardados. Con esta hilera de conjeturas y preceptos, la vida de Dipti giraba en armonía, sus vaivenes y sus historias. Y dentro de esas historias, una de ellas, era haber adquirido el gusto por el teatro, actividad que no se perdía cada vez que regresaban a París, o viajaban a alguna ciudad de refinados gustos culturales. Fue ahí, buscando, en compañía de dos sirvientas más, alimentos para todo el plantel de sirvientes, que leyó, de forma furtiva la presentación de “Maria Stuart”, una obra relativamente nueva. Tan nueva que la curiosidad la persiguió hasta que se informó lo suficiente como para tomar ahínco y decidir salir. Pero no sola.
Cuando las primeras estrellas se decidieron a salir, Dipti, tomó todo su ímpetu y se acercó al cuarto de su amo, ensayó la petición una y otra vez, tomando diversos objetos para practicar la forma de su rostro y la disposición de sus manos para ello. Una vez al frente, se afirmó en las mismas, diciendo – Arya. La próxima semana van a interpretar “Maria Stuart” en el teatro. Es menester ir – “¿menester? No. Sí. No, Sí” pensaba dubitativa de su propuesta, sin embargo, a medida que hablaba, la idea de salir se iba apropiando de su labia, tomando más bríos – Le aviso con antelación para que vaya armándose de paciencia para salir – concluyó, cerrando la puerta y continuando sus labores.
Y de ese evento transcurrieron siete días.
Inició así una ardua campaña, donde día tras día, justo a la hora en que Arya descansaba en la biblioteca, instaba a recordarle lo que deseaba hacer: a través de mensajes directos, sugerencias de los criados, incluso se dio el tiempo de escribir, con puño y letra, la obra que iban a interpretar, buscar el contenido de la misma y los actores. Brindaba su prosa una necesidad extraña por deleitarse con el teatro. La música sublime de su petición, fue suficiente para que el amo, paulatinamente fuera cediendo a su inflexible deseo.
Hasta que llegó el anhelado día.
Cedía el cielo a su tono violáceo, acaparado esta vez por profusas nubes, que se repartían con pereza. Rápidamente se encaminó hacia su cuarto, buscando su mejor sari. Sin embargo, por el frío que sintió al despojarse de su ropa de trabajo, prefirió buscar un vestido, aristocrático: si algo tenía que agradecer era, que los occidentales, gustasen de cubrirse hasta los talones. Aunque no hicieran lo mismo con el cabello, lo que le descolocaba. Descalza, caminó hacia la biblioteca, tomando asiento en uno de los sillones mirando al fuego. Esperó paciente la llegada de Arya, meditando si faltaba algo: desde el cabello tomado hasta los aretes, los zapatos bien puestos, y siempre lista a escuchar alguna orden imprevista.
-Arya- pronunció, al sentir sus pasos- hoy es el día.
Dipti Rahni Pal- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 15/06/2015
Edad : 251
Localización : Junto a "Arya"
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una noche para María Stuart
"Dicen que es mejor agacharse para pasar por la puerta,
que correr con la cabeza contra un muro de piedra."
En el pasado, allá en los tiempos en los que vivía aún la gracia de la humanidad, había encontrado consuelo en el empeño por vivir apegado a alguien más: habiéndose primero dedicado asiduamente a servir a Haraldr, entregándole su lealtad y su vida; y luego, había encontrado felicidad en amar y proteger a Darina. Aquella había sido la forma en la que aprendió a vivir, un patrón de su conducta que, a pesar de que aquellas dos personas que se habían vuelto los pilares de su vida ya no estaban, perduró tozudamente a través de los siglos. Estas obsesiones le hicieron vivir siempre acompañado por alguien, a pesar de su tendencia a preferir la calma de la soledad; y generalmente había buscado ese consuelo en la compañía de alguno de sus sirvientes. Sin embargo, no siempre resultaba como le hubiese gustado y, por eso, estas personas iban y venían.
Así fue hasta que conoció a Dipti Rahni, una muchachita que desde el día en que la conoció, trajo nuevamente ese sentido de apego a su vida. Había traído también calidez y alegría a sus residencias, diversión a sus noches y compañía a sus viajes; se había llevado el silencio tortuoso de la soledad y había creado un silencio nuevo y apacible. Y por todo eso, la quería y apresaba bajo el hechizo de su sangre vampírica, asegurándose así de que jamás se le escaparía, pues ya había perdido suficientes seres queridos en el pasado. La protegía como si en realidad ella fuera de su propio linaje y, por cada pequeño detalle de su compañía que le brindara júbilo, buscaba también alguna otra forma de hacerla feliz; y por eso la consentía en casi todo lo que pedía, a pesar de que en situaciones como la actual, a ella se le ocurriera asistir a una abarrotada presentación de teatro.
Y es que no había tortura más grande -en realidad sí, pero él es un exagerado- para él que asistir a una presentación de teatro, donde montones de personas atienden a ver obras cuyos argumentos él jamás entendía. Es más, si hubieran estado en otra ciudad, la hubiera enviado acompañada por alguno de los otros sirvientes a modo de evitar tener que ir él; pero estaban en París y la obra era en el teatro de los vampiros; aquello era suficiente motivo para ir con ella, por protegerla. Aunque, perfectamente podría haberle dicho que no, pero Dipti era su consentida; y a pesar de que discrepaba con ella de si era o no un menester asistir, ella le había dejado bien en claro durante toda la semana lo mucho que le entusiasmaba la idea a través de lo mucho que le hostigó al respecto. ¿Cómo podría negárselo?
Tan pronto como el sol acabó de esconderse tras los tejados parisinos aquel día, se levantó de su ostentosa cama para vestirse de traje; negro como siempre y con la camisa blanca desabotonada a la altura del cuello, sin corbata ni nada, pues lo encontraba molesto. Salió entonces del cuarto con rapidez, dirigiéndose directo a donde le esperaba la muchacha, más se detuvo en seco unos segundos junto a la puerta de la biblioteca al verla vestida como aristócrata occidental, ligeramente incómodo ante el hecho de no haberla visto luciendo un siri como se esperaba.- ¿No habías dicho que usarías un siri? -Preguntó con su acostumbrada monotonía, pero con una ligera vibración en la voz que delataba aquella incomodidad. Sin embargo, prefirió no darle mucha importancia al asunto y se acercó a ella mientras que se echaba los cabellos hacia atrás.- Ah, da lo mismo. Te venía a decir que voy a salir unos minutos. -Decía de forma acelerada, asomándose al balcón por un momento solo para verificar si el carruaje que los llevaría hasta el teatro estaba esperándolos ya en la entrada; y no lo estaba. Se devolvió hasta ella nuevamente a paso apresurado, se inclinó a besar su frente y continuó caminando hacia el pasillo.- Pórtate bien y alista el carruaje, ¿quieres? Vuelvo en quince minutos.
Dicho y hecho; en quince minutos él estaba de vuelta en la entrada de la residencia, junto al carruaje, extendiéndole su mano, ligeramente tibia al haberse alimentado recién, para ayudarla a subir; y pronto estuvieron ya en la entrada del “bendito” teatro. No obstante, antes de bajar del carruaje, inhaló una buena bocanada de aire -a pesar de que técnicamente no era necesario- y la exhaló con rapidez, armándose de los ánimos y las fuerzas para aguantar la velada, mirando de reojo la cantidad de gente que entraba a cada minuto.- Para que veas lo mucho que te quiero como para andar viniendo a estas cosas. -Comentó en voz baja, bajando finalmente del carruaje y extendiendo su mano nuevamente para ayudarla a bajar, cayendo recién en la cuenta de un pequeño detalle.- Rahni… -Susurró con suavidad.- Reservaste el palco como te pedí, ¿verdad? -Preguntó, no porque no confiara que ella no lo haya hecho, sino porque podría llegarle a dar un pánico espantoso entre tanta gente si es que aquel detalle no estaba resuelto.
Svein Yngling- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 182
Fecha de inscripción : 16/06/2013
Localización : París, francia
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Una noche para María Stuart
El diverso cúmulo de sentimientos que se despojaban de Dipti, era indescriptible: como si de un nuevo mantra se tratase, aprender a convivir con el amo Svein y sus “peculiaridades” se habían convertido en el nuevo camino a seguir para llegar a conocer a todas aquellas deidades que alguna vez se vieron atestando las paredes de su residencia, allá, en Inglaterra, conviviendo con la espesa niebla industrial y el olor del incienso. La ausencia de ruidos molestos, el olor eterno a cera, el calor de las velas, todo había sucumbido en su morena piel. Junto con ello el sari, que se debió habituar a usar con telas más gruesas, o derechamente permitir en su vida la llegada del corsé, y de aquellos ostentosos vestidos parisinos, que despertaban la sensación de ser un circo ambulante, antes de una señorita de sociedad. Respondió a su llegada a la biblioteca con una amplia sonrisa, levantándose para saludarle con la típica reverencia – buen día Arya – respondió, con un tono de voz alegre. Leía en su rostro, escrutaba en cada pliegue de esa tersa piel la incomodidad de los eventos, cuando se salían de la rutina. Y el vestido no se escapó de aquella queja visual – Sucede que es invierno, amo. Si salgo con un sari, por más gruesa que sea la tela, moriría de frío. Y es “Sari”, no “Siri” – Contestó, sin más, acompañándola con una sonrisa. No era extraño que Arya saliera con aquellas interrogantes, que estaban, generalmente en manos de la lógica y el sentido común. Como una práctica eclesiástica, Rahni, logró comprender y responder a cada una de ellas, con la misma soltura de cuerpo con la que recitaba algún poema hindú.
Lo intuía, el desprecio por los espacios abiertos, casi tortuosos y sin embargo agradecía que se diera el tiempo para salir con ella. Por ello también, tomó todas las precauciones, “El palco, tomado. El carruaje, listo, esperando. Traje, de punta en blanco” repetía para sí como una lista de compras, ladeando la cabeza para conversar – Arya, ¿algún día tendré el privilegio de verlo vestido completo?-alzando la mano hacia el cuello – No entiendo, para qué compramos corbatas, si nunca se da el tiempo de usarlas – reprochó por debajo. Sus vaivenes no hacían más que demostrar el ritmo con el que habían llevado la vida, y sus programadas salidas al exterior. La parte que, secretamente disfrutaba era ver cómo peleaba con su cabello, echándolo hacia atrás, como si pronunciase a su naturaleza lacia lo inverosímil que le era, lo inocuo que le parecía que su cabello gustase de ir para adelante, cuando bastaba una mano para llevarlos hacia atrás. Como el niño que se negaba a asumir una verdad divina. Dentro de aquel curioso pacto, no dejaba de sentir un amargo sabor en la boca, cuando decía que iba a “salir”. Pese a lo complejo de su naturaleza, y de saber a ciencia cierta qué era de lo que se alimentaba, Dipti no dejaba de sentir un desgarro en el pecho, cuando solicitaba una ausencia así, abrupta, pese a que el beso en la frente no fuera más que un paso más en el proceso – sí, señor… Me encargaré del carruaje Y no es necesario que me lo diga: yo siempre me porto bien-dijo, alzando el mentón; ahí, se debía reconstituir rápidamente, sin dejar decaer su ánimo. Descendió con premura de las escaleras, alzando el vestido hasta los tobillos, para no armar un escándalo, bajando de bruces los peldaños.
Quince minutos – decía, absorta, contándolos en cada acción que profería. Descender, caminar con soltura, dejar ordenada la casa, mientras la servidumbre estaba en la cocina, finiquitando sus labores domésticas. Pal, para ese momento pertenecía en cuerpo y alma a Svein, el cual, durante quince minutos dejaba saciar el implacable deseo de su sed roja. Como una orden aprendida por todos, Dipti, dejaba la residencia, vestida como una aristócrata occidental, de castas costumbres, muy alejadas del panteón multicolor que gustaba adorar. Una vez cerrada la puerta, se dio la vuelta: ahí estaba, de impecable traje, su querido señor, junto al carruaje, del cual, a regañadientes agradeció su llegada. Se acercó delicadamente a su lado, haciendo una reverencia, tomando su mano… Tibia.- Muy amable en acompañarme esta noche, Arya. No sabe lo feliz que me hace- “No sabe”. No, No sabía. Una parte de ella sentía tormento, porque, Svein era como esos puzles a los que le faltaba una pieza, o como si Vishnur no le hubiese dotado de la comprensión, de las emociones…Pero paulatinamente se fue acostumbrando a ello, y a explicar toda interpretación emocional que ocurriera, en ella o alrededor.
Esa noche, el carruaje se deslizaba por los adoquines, inusualmente rápido. Dipti sentía el vertiginoso andar del caballo observando la ventana, y la rapidez con que cambiaba el paisaje – Arya, ¿le ha dicho algo al cochero para que avance más rápido? – preguntó, curiosa. Deleitándose con la vorágine de colores que se armaban en un degradado oscuro. Ideal para que el amo no sufriera. Pensaba en cómo era la vida de Arya antes, mientras se fijaba en sus ojos de color claro, monótonos, puros.- ¿Gustaba del teatro antes, señor? – consultó por fin, segura de la respuesta: “No”. Y aun así, insistía en ello, en saber más, de su procedencia, sus historias e inquietudes. Sonrió al escuchar su declaración: lo mucho que la apreciaba. Aquello era compartido: Dipti sentía un cariño especial por Arya, enmarcado en la devoción a sus dioses, y en el conocimiento de él, como “persona”, como ser noctámbulo. Como Svein, así sin más. Más que veloz fue el trayecto. Esperó a que el amo descendiera para estirar su mano. Cuando tomó la suya, se percató de la gran cantidad de personas que se dirigían al teatro, se fijó en que todos eran tan pálidos como su amo, unos un poco más sórdidos de aspecto. Pero agradecía que en parte, todos tuviesen un sitio para degustar del teatro.- Se lo he dicho siempre, Arya querido: yo a usted lo estimo mucho, y no sabe lo mucho que significa para mí este gesto- declaraba mientras bajaba del carruaje encaminándolo hacia la entrada.
Estratégicamente tomó su mano, con tal de que no tuviera impulsos de huir hacia otro sitio, tratando de buscar un camino con la menor cantidad de asistentes; fue así como, tuvo una idea fugaz y lúgubre: llevando a Arya a su lado, luego de haberle hecho aquella consulta, Dipti caminaba con la multitud, abarrotada por el poco espacio, sintiendo cómo se estrechaba la fila. No hablaba, tampoco pronunciaba o hacía amago de interpretar algo en su mirada. Estaba ahí, expectante, deliberadamente despreocupada de su inquietud… Hasta que llegaron a la entrada. Luego de muchos escalones y de estar a un paso de entrar ahí, donde se aglomeraba el público común, Dipti pronunció- Me extraña que haga esa pregunta, Arya – exclamó con ligereza, llevándolo al palco, secundados por alguien que indicaba dicha reserva- suficiente hace con traerme aquí. Lo mínimo que puedo hacer es ofrecerle un dejo de privacidad-. Sonreía con júbilo, sin importarle que aquel que secundaba su aseveración, también era de la estirpe de su amo.
Una vez efectuada la ubicación, el hombre, abrió las puertas del palco, dejándolos entrar. Le miró por última vez: tenía la vista en la luces, en la exquisita decoración del teatro. Dipti, se tomó el atrevimiento de juntar sus manos frente a su rostro y reverenciarle, en forma de agradecimiento por su pulcra labor. Con el rostro atónito del neófito, cerraron la puerta, y el amo se desplomó e l silla, o al menos eso sintió – Aún quedan unos minutos para que comience la obra, señor – comentaba absorta, leyendo el tríptico que explicaba el elenco participante y parte de lo que iban a representar – Dicen que “María Stuart” tiene buenas referencias… - Por su estoico silencio, comprendió que la broma primera no fue bien recibida -Arya… De verdad, con la mano en el corazón, ¿piensa que dejaré que se junte con la gentuza?- abrió los ojos en par en par, sorprendida, si es que aquella declaración fuere afirmativa. Junto con que, sabía, de antemano, la gracia que le provocaba la palabra “Gentuza” cuando lo decía con ese rostro.
Lo intuía, el desprecio por los espacios abiertos, casi tortuosos y sin embargo agradecía que se diera el tiempo para salir con ella. Por ello también, tomó todas las precauciones, “El palco, tomado. El carruaje, listo, esperando. Traje, de punta en blanco” repetía para sí como una lista de compras, ladeando la cabeza para conversar – Arya, ¿algún día tendré el privilegio de verlo vestido completo?-alzando la mano hacia el cuello – No entiendo, para qué compramos corbatas, si nunca se da el tiempo de usarlas – reprochó por debajo. Sus vaivenes no hacían más que demostrar el ritmo con el que habían llevado la vida, y sus programadas salidas al exterior. La parte que, secretamente disfrutaba era ver cómo peleaba con su cabello, echándolo hacia atrás, como si pronunciase a su naturaleza lacia lo inverosímil que le era, lo inocuo que le parecía que su cabello gustase de ir para adelante, cuando bastaba una mano para llevarlos hacia atrás. Como el niño que se negaba a asumir una verdad divina. Dentro de aquel curioso pacto, no dejaba de sentir un amargo sabor en la boca, cuando decía que iba a “salir”. Pese a lo complejo de su naturaleza, y de saber a ciencia cierta qué era de lo que se alimentaba, Dipti no dejaba de sentir un desgarro en el pecho, cuando solicitaba una ausencia así, abrupta, pese a que el beso en la frente no fuera más que un paso más en el proceso – sí, señor… Me encargaré del carruaje Y no es necesario que me lo diga: yo siempre me porto bien-dijo, alzando el mentón; ahí, se debía reconstituir rápidamente, sin dejar decaer su ánimo. Descendió con premura de las escaleras, alzando el vestido hasta los tobillos, para no armar un escándalo, bajando de bruces los peldaños.
Quince minutos – decía, absorta, contándolos en cada acción que profería. Descender, caminar con soltura, dejar ordenada la casa, mientras la servidumbre estaba en la cocina, finiquitando sus labores domésticas. Pal, para ese momento pertenecía en cuerpo y alma a Svein, el cual, durante quince minutos dejaba saciar el implacable deseo de su sed roja. Como una orden aprendida por todos, Dipti, dejaba la residencia, vestida como una aristócrata occidental, de castas costumbres, muy alejadas del panteón multicolor que gustaba adorar. Una vez cerrada la puerta, se dio la vuelta: ahí estaba, de impecable traje, su querido señor, junto al carruaje, del cual, a regañadientes agradeció su llegada. Se acercó delicadamente a su lado, haciendo una reverencia, tomando su mano… Tibia.- Muy amable en acompañarme esta noche, Arya. No sabe lo feliz que me hace- “No sabe”. No, No sabía. Una parte de ella sentía tormento, porque, Svein era como esos puzles a los que le faltaba una pieza, o como si Vishnur no le hubiese dotado de la comprensión, de las emociones…Pero paulatinamente se fue acostumbrando a ello, y a explicar toda interpretación emocional que ocurriera, en ella o alrededor.
Esa noche, el carruaje se deslizaba por los adoquines, inusualmente rápido. Dipti sentía el vertiginoso andar del caballo observando la ventana, y la rapidez con que cambiaba el paisaje – Arya, ¿le ha dicho algo al cochero para que avance más rápido? – preguntó, curiosa. Deleitándose con la vorágine de colores que se armaban en un degradado oscuro. Ideal para que el amo no sufriera. Pensaba en cómo era la vida de Arya antes, mientras se fijaba en sus ojos de color claro, monótonos, puros.- ¿Gustaba del teatro antes, señor? – consultó por fin, segura de la respuesta: “No”. Y aun así, insistía en ello, en saber más, de su procedencia, sus historias e inquietudes. Sonrió al escuchar su declaración: lo mucho que la apreciaba. Aquello era compartido: Dipti sentía un cariño especial por Arya, enmarcado en la devoción a sus dioses, y en el conocimiento de él, como “persona”, como ser noctámbulo. Como Svein, así sin más. Más que veloz fue el trayecto. Esperó a que el amo descendiera para estirar su mano. Cuando tomó la suya, se percató de la gran cantidad de personas que se dirigían al teatro, se fijó en que todos eran tan pálidos como su amo, unos un poco más sórdidos de aspecto. Pero agradecía que en parte, todos tuviesen un sitio para degustar del teatro.- Se lo he dicho siempre, Arya querido: yo a usted lo estimo mucho, y no sabe lo mucho que significa para mí este gesto- declaraba mientras bajaba del carruaje encaminándolo hacia la entrada.
Estratégicamente tomó su mano, con tal de que no tuviera impulsos de huir hacia otro sitio, tratando de buscar un camino con la menor cantidad de asistentes; fue así como, tuvo una idea fugaz y lúgubre: llevando a Arya a su lado, luego de haberle hecho aquella consulta, Dipti caminaba con la multitud, abarrotada por el poco espacio, sintiendo cómo se estrechaba la fila. No hablaba, tampoco pronunciaba o hacía amago de interpretar algo en su mirada. Estaba ahí, expectante, deliberadamente despreocupada de su inquietud… Hasta que llegaron a la entrada. Luego de muchos escalones y de estar a un paso de entrar ahí, donde se aglomeraba el público común, Dipti pronunció- Me extraña que haga esa pregunta, Arya – exclamó con ligereza, llevándolo al palco, secundados por alguien que indicaba dicha reserva- suficiente hace con traerme aquí. Lo mínimo que puedo hacer es ofrecerle un dejo de privacidad-. Sonreía con júbilo, sin importarle que aquel que secundaba su aseveración, también era de la estirpe de su amo.
Una vez efectuada la ubicación, el hombre, abrió las puertas del palco, dejándolos entrar. Le miró por última vez: tenía la vista en la luces, en la exquisita decoración del teatro. Dipti, se tomó el atrevimiento de juntar sus manos frente a su rostro y reverenciarle, en forma de agradecimiento por su pulcra labor. Con el rostro atónito del neófito, cerraron la puerta, y el amo se desplomó e l silla, o al menos eso sintió – Aún quedan unos minutos para que comience la obra, señor – comentaba absorta, leyendo el tríptico que explicaba el elenco participante y parte de lo que iban a representar – Dicen que “María Stuart” tiene buenas referencias… - Por su estoico silencio, comprendió que la broma primera no fue bien recibida -Arya… De verdad, con la mano en el corazón, ¿piensa que dejaré que se junte con la gentuza?- abrió los ojos en par en par, sorprendida, si es que aquella declaración fuere afirmativa. Junto con que, sabía, de antemano, la gracia que le provocaba la palabra “Gentuza” cuando lo decía con ese rostro.
Dipti Rahni Pal- Esclavo de Sangre/Clase Alta
- Mensajes : 20
Fecha de inscripción : 15/06/2015
Edad : 251
Localización : Junto a "Arya"
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» Hoy no es noche para pensar, sino para dejase llevar [Libre]
» Una noche para la nostalgia {Libre}
» Una noche para recordar (privado)
» Una noche para los dos , Mi Esposo [ Eerin ]
» La noche es larga para un simple baile [Privado]
» Una noche para la nostalgia {Libre}
» Una noche para recordar (privado)
» Una noche para los dos , Mi Esposo [ Eerin ]
» La noche es larga para un simple baile [Privado]
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour