Un ángel caído | Privado

por **Dominique de Bricassart** Mar Ago 11, 2015 9:10 am

“Sigamos, por favor, pero sin maldad; sigamos, que está en juego mi inocencia.”
Job 6; 29.

Dominique de Bricassart, una muchacha nacida para honrar al Altísimo. La que pertenece a Dios. Bajo esta cruz fue bautizada y eso es algo que a nadie debería extrañarle dada la naturaleza de su progenitor. Esa naturaleza divina que envuelve al clero y perdona siempre al reo.

Por desgracia para la joven, su naturaleza no sólo tocaba lo sagrado. La brujería corría de igual forma por sus venas. Su madre –que en paz descanse- había sido la causante de volver herética completamente su vida. Daba igual cuantas oraciones rezara o cuantas veces se santiguara. Con razón la mujer era siempre víctima de castigos, con razón se la representaba con la manzana de Eva, mordida, podrida, llena de gusanos. Pues así se sentía la joven Dominique. Su madre siempre intentó hacerle ver lo hermoso de la magia –la blanca, aquella elegida para obrar el bien-, pero los años en el hospicio, antes de comenzar a vivir con ésta, le habían marcado demasiado. Se había aferrado demasiado pronto a una ilusión que la protegía estuviera donde estuviera: su Dios. El Señor, su único amigo. El único al que podía contarle sus penas y que la escuchaba sin pedirle nada a cambio. El único que no se burlaba de ella y le hacía pasarlo mal.

Aquella noche había rezado. Lo suficiente para que le dolieran las rodillas, lo suficiente para que su alma no fuera condenada antes de la mañana, cuando podría asistir a la iglesia y confesarse, librándose así de todo pecado.
Su tía –con quien ahora vivía- no la había escolarizado. Poco le importaba su educación. Sólo su belleza y manejabilidad, características idóneas para una buena venta matrimonial.
La joven detestaba a los vecinos. Como ellos, una familia bien aposentada. Por desgracia, progenitores de dos hijos poseídos por el demonio que hacían lo que fueran para asustar a la niña. No fue extraño que el día menos pensado Dominique, la muchacha inocente, se convirtiera en Nique, la vengativa. No fue algo planeado. Su sangre hirvió y sus poderes tomaron el control de su cuerpo con cada efluvio mágico. Pronto, sintió que algo escapaba de su cuerpo y sobre todo, a su control. Se quedó inmóvil mientras los vecinos de la niña comenzaron a seguir el fino hilo de magia que les ataba a un destino que no podían controlar, que sólo Dominique controlaba. El hilo les llevó a la cocina y comenzaron a pasar los cuchillos de la encimera por sus cuerpos, dejando las marcas del crimen. Aquello debía ser terrorífico para los pobres muchachos. Eran meros observadores de unos actos que no podían contrarrestar y que les causaban marcas de guerra que no querían que estuvieran ahí. Afortunadamente para ellos, sus padres entraron en la cocina. Dominique se detuvo –todavía en el jardín, inmóvil- y con aquel acto tan involuntario como necesario, se aseguró el sosiego de una tranquilidad que no volvería a ser interrumpida… más que por su conciencia.

Notre Dame. La catedral más majestuosa de cuantas había visto. Si Dios existía –algo de lo que no le cabía la menor duda- debía frecuentar muy a menudo lugares como aquel, donde toda su magnificencia podía caber – y aun así se quedaba corta-. La joven adoraba las pequeñas capillas, pero ante tamaño pecado no le quedaba más remedio que presentarse ante el mayor palacio de justicia que conocía.

- Ave María purísima- comenzó la joven acomodando sus rodillas en el banco inferior y aterciopelado del confesionario, sintiendo cada vez más dentro la tentación del Diablo y necesitando cuanto antes que alguien le pusiera en el camino del Señor.

por **Piero D'Páramo** Lun Sep 28, 2015 11:17 pm

Capturar la luz para solidificarla y transformarla en oro...

Ante los ojos de Piero el mundo se está en llamas, todo, exclusivamente todo está cayendo en manos del diablo y este inquisidor; lucha, combate con los hijos de Satanás día a día. Así como no descansa el diablo, Piero se ve obligado a rendir cuentas más drásticas, no reposa, no hay día que descanse. Todo está en movimiento y él debe de regularlo. Ya que, el demonio está jugando, quiere voltear su mundo hacia las tinieblas y él, como mano derecha de la Iglesia, su fe se ve resguardada con su convicción. ¡No cae en la tentación! Conoce a la perfección su ideología, rechaza cualquier tentación al ejecutar su jugada. Primero el arma idealizada contra la cacería de vampiros, en segundo; el caos entre los burgueses incorruptos y justo ahora, la batalla contra su líder; El peor de los obstáculos enfrentados. Y con la mejor de las escenas, se ve hincado a los pies del cardenal, rogando por la purificación del alma. Porque ora como un hombre, sintiendo tristeza. Sabe que en la tierra no hay una sola cosa que sea mortal y que no proyecte su sombra. ¡Mil demonios acechando! Pide por las almas, pide por la suya, porque se ve orillado a entrar hacia la muerte como quien entra en una fiesta. Llevando la tierra sagrada entre sus manos ya que solo la belleza de Dios puede escapar del infierno.

—Padre, yo pecador, no dejes que las prendas del monstruo me vistan, que mis principios no sean corrompidos y los criminales de mis deseos se destierren en el rechazo del diablo, ¡Jure no matar en nombre de Dios!, pero, ¡Padre mío! He matado a demonios en pieles que una vez fueron santas. Con mis manos manchadas de culpa, vengo a confesarme y a pedir por sus ánimas — Sus palabras entre ruegos en el idioma selecto, crece la intención de ser sentenciado con el sacramento de la penitencia que se desarrolla; el diálogo de salvación.

"Confíteor Deo omnipoténti,

beátæ Maríæ semper Vírgini,

beáto Michaéli Archángelo,

beáto Ioánni Baptístæ,

sanctis apóstolis Petro et Paulo,

ómnibus Sanctis, et vobis, fratres:

quia peccávi nimis cogitatióne, verbo et ópere:

mea culpa, mea culpa, mea máxima culpa.

Ideo precor beátam Maríam semper Vírginem,

beátum Michaélem Archángelum,

beátum Ioánnem Baptístam,

sanctos apóstolos Petrum et Paulum,

omnes Sanctos, et vos, fratres,

oráre pro me ad Dóminum, Deum nostrum. Amen"

Cumpliendo con la penitencia, el silencio es su liberación, hace conciencia de lo que debe hacer; “Yo conocía la debilidad y fragilidad de los hombres, que les llevaron a ofenderme. Por esto fue necesario que la divina Caridad proveyese a dejarles un bautismo continuo de la Sangre. Esta Sangre es la que se sacrificó para la destrucción del mal.” Meditaba, en el confesionario, el Santo Obispo lo dejo en el interior de este en compañía del canto sacro.

...Pero, el mal siempre está presente, pudo presentirlo, el aura se torna inquieta que aquella voz notaba el mismo sufrimiento de alguna falta.

— Sin pecado concebida. —respondió a su llamado. El inquisidor debía acudir, puesto que solo prestó los oídos, esperando ayudar a su prójimo.

—In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti —Con la bendición, sabe que su penitencia es esa.

—El señor esté en tu corazón para que puedas arrepentirte humildemente de tus pecados. Dime, hija ¿Cuales son tus pecados? …— Espero, con las manos juntas y la cabeza inclinada, encomendando esta conversación al señor. Pues sus manos son prestadas, sus oídos por igual, esta como mensajero para proteger a sus hijos del mal.

por **Dominique de Bricassart** Sáb Dic 26, 2015 8:33 am

La joven bruja no podía dejar de verse como una mancha que ensombrecía la catedral. Observaba la pureza ajena –en apariencia, pues muchos de aquellos fieles del Señor se encontraban cubiertos de la suciedad del pecado de tal forma que parecía imposible librarse de ella por más oraciones que rezaran- y más comprendía que aquello era lo que ella buscaba y no la carga de una maldición –daban igual los años que su madre la instruyera en la magia blanca, el tiempo que perdiera en demostrarle que aquello se trataba de un don y no de una maldición- que la hiciera pecaminosamente diferente.

Una vez escuchó la voz del hombre que hizo acto de presencia en el confesionario, comenzó a temblar más si cabía. ¿Cómo contar algo sin contarlo? No era la primera vez que debía mentir a un clérigo para poder confesarse parcialmente y que Dios la perdonara de igual manera. Sin embargo, las mentiras pesaban cada vez más en la joven.

- Vengo aquí, padre –su voz temblaba tanto como ella misma-, a pedirle que me perdone. Pues he pecado de pensamiento, palabra –ambas en aquel momento, además- y obra.

Por fin levantó sus ojos del manojo de nervios que eran sus dedos, entrelazándose y separándose violentamente, y dirigió su vista hacia las cenefas que se dibujaban en la ventana de aquel confesionario, las que estaban destinadas a separar a ambos. Desde luego, la misión de éstas era la de impedir una visión certera del otro y, sin embargo, Dominique pudo atisbar –al tiempo que ella misma se dejaba ver- algo del hombre que se aposentaba al otro lado.

- Yo… - no sabía como empezar- mis vecinos…. Odio a mis vecinos. Sé que esa palabra y el propio sentimiento son algo terrible, pero es así como lo siento. Siempre se rien de mi, me molestan y me hacen llorar por unas cosas u otras –comenzando a desbordar alguna lágrima suelta sólo de pensarlo-. Yo no, no quería hacerlo –cada vez más nerviosa-. No me pregunte como, padre, pero mermé sus voluntades para que atentaran contra sus propios cuerpos, dejando en ellos terribles marcas que probablemente nunca se irán. Sé que he obrado mal, y que la defensa propia no es una excusa. Por eso vengo aquí, padre. Siento que cada vez merezco menos el abrazo cálido del Altísimo y no puedo vivir con ello –controlando cada vez menos su lacrimosa voluntad-.

Una muchacha que lleva dentro al Diablo, luchando por servir al lado del Señor. Irónicamente doloroso a tan joven edad. Una particular naturaleza que lleva quebrando a la niña durante años y años. Para Dominique todo era blanco o negro. Su mente no podía concebir la brujería al lado de la religión y todos los principios de ésta, ignorante de cuantos vampiros o brujos formaban también parte de la Iglesia, o incluso de los pecados que los clérigos cometían noche si y noche también sin hacer temblar un ápice sus conciencias. Y ahora, con su madre en la tumba, más le costaba discernir si sus poderes formaban parte de un don o de una maldición.

- Por favor, deme algo. Algo que me haga merecedora de ir al Reino de los Cielos cuando este cuerpo perezca. Deme algo que termine con estos pensamientos y con este veneno que corre por mis venas.

Sus lágrimas vestían su rostro y la desesperación sus palabras.

por **Piero D'Páramo** Vie Feb 19, 2016 11:12 pm

La verdad católica se escucha de una pequeña. Ella sufre, puede sentir su turbación, pero ¿A qué? No debía recaer en la carga de sus pecados, más en las acciones. Y escuchaba, interpretaba su examen de conciencia, al contarle sus intenciones.

—Continúa hija, no temas a confesarte, tranquilízate.

La impresión seguida, causada de sujetar unas irises que claramente eran manchadas de poder, se mantuvo fijo en ella, era extraño como el sufrimiento reacciona de distinta manera en las personas. Pero, ¿a una niña? Aunque sus irises le reflejaron una inocencia, si se miraba con más entendimiento era una cáscara, en la que no existía una niña, quizás su belleza juvenil lo aparentaba pero no era el mismo caso en su interior. Y sus palabras lo confirmaron.

D’Páramo inspeccionaba desde un simple gesto hasta su reacción, la capacidad de aceptación de su falta era desusado, todos llegan a pecar en pensamiento, nadie es libre del monstruo interno, más pocos son los que lo hablan, y es en su caso la más grande ofensa, pero si en obra continúa, los daños deberán repararse de por vida. Así lo quería dios con sus hijos.

—No solo es una terrible palabra, el odiar no nos lleva a nada bueno, este puede destruirte lentamente, como un hijo de dios es el inicio para separarse del cielo...Te indujo a herir a terceras personas, pero, decirme hija, ¿Cómo es que lo has hecho? Hablarme de lo sucedido, sabes que obraste mal, pero es necesario liberarse de ello, no de la carga, sino para que tu fe vuelva, que le pidas perdón a dios de corazón y con la sinceridad para que seas perdonada, el señor no abandona a sus hijos arrepentidos por el pecado.

Decía, descubriendo algo importante en ella, el motivo de una energía, el aura que diferente se tornó cuando ella se adentró a la iglesia. Por el veneno que corroía su cuerpo, llegó a la conclusión de que era una de ellos. Una bruja que no ha sido manchada por la negrura.

— ¿De qué hablas hija mía? Por muy pecadora, si estas arrepentida de ello, no debes porque pensar en el rechazo de dios, no dejes que el odio te conduzca a la desesperación, no dejes que ese odio te haga perder la fe. Cree en dios padre, vuelve a creer en tu fe.

Su perturbación despertó a Piero, un sentimiento que era extraño tenerlo a un prójimo, y en especial a la niña. Le recordó cuando en sombras estaba y aclamaba la luz. Mediante: “¡Sálvame!, ¡sálvame! …"

El cristo redentor, mediante el recuerdo de su vida, y sufrimiento de esta tierra. El pecador conoció sus culpas, y le pidió perdón a él. ¡El brujo pecó! ¡El inquisidor fue castigado! Para no arder entre las llamas del infierno y que lo coloque en la parte dextra.

por **Dominique de Bricassart** Vie Mar 04, 2016 6:03 pm

Cuan peligrosa es la bondad –al menos en apariencia- y que terrible resulta el sentimiento de comprensión para alguien que lidia a menudo con la dualidad del bien y del mal en los actos que perpetúa o están por acontecer. La joven, confusa en apariencia, y desquiciada en esencia por la enorme carga que sostienen sus débiles hombros. Demasiada tribulación en las sienes de una núbil ninfa como lo era la hermosa e inocente Dominique.

El odio. Las palabras de aquel bendito santo que buscaban guiar a la niña por el camino de la luz. La confesión, el perdón, la redención… tres máximas de funcionamiento demasiado simples en comparación a la complejidad del ser humano, sus propias cavilaciones y sus actos.

- Es que…

No podía contárselo.

- Verá, padre, yo… -sus piernas comenzaron a temblar al son de los nervios de la joven-.

Una bruja, hechicera, ser demoníaco donde los haya. Confesión digna de una Deshayes. ¿Por qué no? Ambas bebían del seno del país galo, lugar de reunión que encandilaba últimamente a un gran número de bestias sobrenaturales. La plaza de la Grève volvería a llenarse y en el centro, la endemoniada de Bricassart sustituiría a La Voisin.

Sus pulmones parecía comenzaban a advertirle. No estaban dispuestos a ser los bombeadores del aire que permitiría proferir tal confesión. Comenzó a necesitar aumentar la profundidad de sus bocanadas hasta que comprendió que aquel sitio tan concurrido no dejaba de atosigar su pobre corazón y que todos sus pensamientos chocaban contra las paredes, revoloteaban, golpeaban a la niña, la magullaban, la entristecían. Empujó la puerta y abandonó el confesionario realmente alterada sin saber qué hacer, qué no hacer, a quién acudir y lo que podía o debía ocultar.
Algo de aire la acompañó una vez fuera de aquel cubículo. Seguía dentro del recinto y no podía evitar notar como la figura de Jesús en la cruz fijaba su mirada en ella.

- Perdóname, por favor – volvió a sollozar-.

La mala educación no era costumbre en Dominique, pues las monjas que de ella habían cuidado y posteriormente su madre, le inculcaron unos modales intachables. Sin embargo, había abandonado el confesionario en mitad de una conversación en la que su alma mortal y su puesto en el Reino de los Cielos estaban en juego, dejando al hombre que buenamente se había ofrecido a escucharla, con la palabra en la boca.

- Ayúdame, por favor –aquellas palabras parecían formar parte de un delirio más que de la lucidez y viveza de una muchacha de su edad. Algo que, cuanto menos, debía resultar verdaderamente sospechoso-. ¡Ayúdame!

La francesa necesitaba un entendimiento y control de sus propios pensamientos y emociones que nunca se le había inculcado o que, si alguna vez lo hubo tenido, ya no era suficiente para contener los desagravios de la maldición que sus venas se molestaban en recordarle con ese verdoso color. La magia que corre por mis venas, se torturaba la paranoica Nique.

¿Quién podía ayudarla? ¿A quién conocía que comprendiera su amor por el Altísimo y, al mismo tiempo, lo peculiar de su naturaleza? Era asidua a la iglesia, si. Las caras de los presentes siempre le eran familiares, siempre podía fingir un desahogo parcial con alguno. Incluso su propio padre –para ella su protector, sin lazo de sangre alguno- era un clérigo. Mas nunca había conocido a nadie que comprendiera la ambivalencia de la santa devoción y, de igual forma, los vestigios que el Diablo se atrevía a esconder en ella y que salían a placer, destrozando su vida y conciencia con cada acto.

De nuevo, ¿quién podía ayudarla?

por **Piero D'Páramo** Mar Mar 29, 2016 5:30 pm

¡Que dios calme su perturbación! ¡Que dios la ampare y la induzca en el buen camino! Se nota su sufrimiento, el cargo de conciencia no la deja. Bien el demonio se apoderaba de los más inocentes, bien que el demonio busca manchar la pureza, la fe, la semblanza de la humanidad. Por ello, el inquisidor no la desampara, le recuerda cuando él pedía a gritos por ayuda, suplicaba una esperanza que le hiciera vivir, en esa transformación espiritual, él padeció, él estaba solo hasta que el padre le tendió sus manos, lo purifico. Y eso haría Piero, más la pequeña ni ha hecho ningún mal que no pudiera remediarlo. No era pecado lo que había cometido, acudió a la defensa propia, no debía porque sentirse culpable. Ni de lo que hizo, ni de lo que es. Ella no era un peligro, no era un mal para la sociedad. Solo debía de ser educada, instruida en las fuerzas poderosas en las que recae, en las que debe tener cuidado y sólo emplearlas en buenos actos. Y ahí, es como se puso en el lugar del padre, al ser su maestro para usar lo desconocido en beneficio de la iglesia.

—Continúa hija mía, habla con la sinceridad…—Pidió, esperando que le dieran las fuerzas suficientes para hablar con la verdad, que no se ocultará más en las sombras, en esos temblores que emanaba su templo. Necesitaba hablar, confesarse para poder ayudarle, para darle una redención que calme su pesar. Solo era víctima, una víctima de miedo. Y en cuanto la madera chocó, se persignó, pidiendo perdón a Cristo. Pidiendo una luz para que pudiera salvar a la pequeña, encomendando una oración por que tenga un sano juicio en la mente.

Y finalizó, escuchando el tormento, su rogativa, levantándose de la silla, que sale del confesionario, caminando hacia ella. Y le invita a tomar asiento en una banca, frente a las imágenes santas y al señor en medio, en su cruz juzgándolos. —Has venido por ayuda y eso en nuestra casa tendrás, este es el lugar correcto, no debes porque temer, ni seguir culpándote de lo que eres. Unámonos en oración para que calmes tu alma, acompáñame diciendo estas palabras…

Se hinco, poniéndose de rodillas con las manos juntadas y los codos en la madera, dando la indicación de que ofrezca su nombre cuando lo requiera. Pues la única medicina para el ánima era la oración, tranquilizarse para poder continuar hablando con ella.

Padre Santo, yo (di tu nombre completo) creo que tu palabra que es viva y eficaz. Hoy mismo y para siempre me vuelvo a ti Señor, de todo corazón, con toda mi alma, con toda mi fuerza, y muy sinceramente confieso con mi boca que Jesucristo, tu Hijo, es mi Señor. Que está vivo y es el mismo de ayer, hoy y siempre. Alabo y exalto, Padre, tu Santo nombre, porque gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo, mi Señor y Salvador, el pecado, la muerte, el mundo, la maldición, la condenación, Satanás y todas sus obras, están vencidos para siempre, y a partir de hoy, yo (di tu nombre completo) acepto en mí la victoria eterna del Señor y participo de ella para siempre en todo mi ser físico, psicológico y espiritual.

Yo (di tu nombre completo) hoy mismo y para siempre: corto y destruyo TODA OBRA DE SATANÁS: ataque, seducción, opresión, obsesión, tentación, la maldad, mi sangre. Que venga en contra de mí (persona, familia, casa, pertenencias...) por medio de brujería, hechicería, magia blanca o de cualquier color, sortilegios de amor, vudú, fetichismo, maleficios, curanderismo, ritos ocultos, invocaciones, maldiciones, herencias ancestrales malignas (paternas y maternas) ocultismo, esoterismo, espiritualismo, evocación de los muertos, limpias, masonería, gnosticismo, lectura de cartas, y todo tipo de adivinación. Queda cortada y destruida, cualquier cosa que haya sido hecha por cualquier persona viva o muerta, en el pasado, en el presente o en el futuro, consciente o inconscientemente, incluso todo poder que provenga del ejercicio del control mental, meditación ( parapsicología, hipnosis). Incluso todo poder que venga de amuletos, talismanes, imágenes, lociones, veladoras, polvos, alimentos, o cualquier otra cosa no mencionada, que esté afectando, destruyendo, dañando u oprimiendo mi ser, mi familia y mis pertenencias.

A partir de hoy y para siempre, queda atado y amordazado todo espíritu ajeno opuesto a Dios, que se esté manifestando en mi, produciendo: soberbia, ira, lujuria, malos deseos, envidia, gula, adivinación, premoniciones, falsa religiosidad, dolor, enfermedad, miedo, angustia, depresión, confusión, idolatría, egolatría, odio. Renuncio a todas estas cosas, libre y voluntariamente, rechazo todo esto, de todo mi ser, y en todas las áreas de mi vida.

Quedando nulificada toda acción e interacción, toda comunicación e intercomunicación espiritual, y todo espíritu ajeno opuesto a Dios, queda atado y amordazado, y lo mandó a la Eucaristía y a todas las Eucaristías que se celebran en todo el mundo en este momento, Amén.

Y el cántico de las preces resuena, una melodía hermosa que era de contemplar, le ayudaba a reconfortar su alma, en mantenerse en paz con ella misma para estarlo con los demás. Necesitaba escucharla, conocerla.

por **Dominique de Bricassart** Lun Abr 04, 2016 12:50 pm

La niña enjugó sus lágrimas y alzó la mirada.

"He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino,
y te introduzca en el lugar que yo he preparado."

Un ángel. Un auténtico ángel. Despojado del anonimato a que obliga el confesionario, Dominique no esperaba ser testigo de la belleza atesorada por su confesor. Hombres con más años que cuentas en sus rosarios, el cabello blanco cual Virgen María mutada en paloma… eso era a lo que estaba erróneamente acostumbrada la muchacha. En su cabeza, la idea de que la juventud estuviera dispuesta a velar por Dios era algo cada vez más lejano. Sí, estaba ella. Mas, si algo debía haber tenido en cuenta en todo momento es que no podía denominarse como la única rara avis.
Decidió hincar sus rodillas y acompañar a aquel ángel que buscaba incansable su perdón.

- Padre Santo. Yo, Dominique de Bricassart… -comenzó la joven- creo que tu palabra que es viva y eficaz. Hoy mismo y para siempre me vuelvo a ti Señor, de todo corazón, con toda mi alma, con toda mi fuerza, y muy sinceramente confieso con mi boca que Jesucristo, tu Hijo, es mi Señor. Que está vivo y es el mismo de ayer, hoy y siempre. Alabo y exalto, Padre, tu Santo nombre, porque gracias a la muerte y resurrección de Jesucristo, mi Señor y Salvador, el pecado, la muerte, el mundo, la maldición, la condenación, Satanás y todas sus obras, están… vencidas… vencidas para siempre –ni ella misma lograba creérselo. Lo cual agravó su melancolía- y a partir de hoy, yo, Dominique de Bricassart, acepto en mí la victoria eterna del Señor y participo de ella para siempre en todo mi ser físico, psicológico y espiritual. Yo, Dominique de Bricassart, hoy mismo y para siempre: corto y destruyo TODA OBRA DE SATANÁS: ataque, seducción, opresión, obsesión, tentación, la maldad, mi sangre… -sangre maldita, imposible de drenar- Que venga en contra de mí (persona, familia, casa, pertenencias...) por medio de brujería, hechicería…

No podía continuar. En lugar de ello, separó sus manos y llevó éstas a sus rodillas, ocultas tras telas y más telas que aseguraban una alta cuna. Alta cuna que a Dios poco le importaba, pues todos sus hijos son iguales a ojos del Altísimo. Volvió la mirada al joven que frente a ella, le pedía que implorara a Dios. Sus poderes actuaron en contra de su voluntad y atisbaron la peculiaridad en la naturaleza del bien sabido religioso en cuanto lograron concentrarse en su persona.
La joven se asustó, dejando que sus rodillas descansaran y dando un peso más equilibrado al resto del cuerpo. Se había sentado. Todavía se mantenía en silencio. No era capaz de decir nada. No podía acusar a aquel hombre, a aquel ángel que buscaba su redención, de cometer pecados tan similares a los de ella: la sucia sangre de la ponzoña verde recorriendo sus venas. Curiosamente, el aura mágica de aquel santo hizo sentir a la dulce Nique más segura. Tanto con ella misma como con aquella caja de secretos que se atrevía a presumir del nombre…

- ¿Padre, cómo se llama?

La joven comenzó a hablar. En aquella ocasión, bajo una presión menor. Sintiendo que, aunque sólo fuera una vez, había logrado conocer a alguien que le infería la suficiente confianza como para sentir que podía recibir su ayuda y que era más válida que la de cualquiera. Pobre Nique, tan inocente. Una mariposa que revolotea sin comprender que no todo es hermoso bosque y que, al anochecer, los depredadores acechan.

- Quiero pensar que puede llegar a comprenderme, a ayudarme. Quisiera comprender como actúa el Señor. El porqué de sus decisiones y sus actos. Usted, monseñor, ha hablado de la magia. ¿Por qué el Señor permite que exista? ¿Por qué castiga a gente inocente con su maldición? ¿Comprende de lo que le hablo o debo callarme y seguir implorando?

por **Piero D'Páramo** Mar Mayo 03, 2016 7:06 pm

Ella suplico, y él respondió a su lamento, a una plegaria, a una oración. No podía ver otra cosa que solo la salvación. Una incertidumbre que descontrolaba esa magia, un poder inimaginable y hermoso, porque era pureza, una blancura que no era manchada por la maldad. Y eso, a ello es que se basó. No por ser una pequeña, porque hasta los demonios pueden ser recién nacidos. Si no, por su aura, lo que ocasiona con su presencia. Y qué le atrajo la remembranza. Así, es que le ayudaba y no la sentenciaba como debería de hacerlo. Al fin de cuentas, era hechicería. Y eso estaba penado a menos que la inquisición jacte lo contrario para su servicio.

Y en la plena entrega, el inquisidor calla en cuanto la oración concluyó, examinaba a la pequeña, cada gesto forjado por ella misma. No es y ni será un hombre que se deje tocar por algún sentimiento. Ya que, entre esa ayuda, él guardaba la verdadera intención. Por lo que dejó, no corrigió en cuanto a él, que no era el padre a quien esperaba.

Dominique, su tristeza es profunda, su desgracia no la deja aceptar las palabras que ofreció a cambio de traer su pureza. Y la intranquilidad refuto todo. Permanecía arrodillado, observando la imagen de cristo. Y ahí, enfrente de la cruz, mirando fijamente sus manos y pies clavados. Un crucifijo bien gravado, imaginando el dolor ocasionado, y al mismo tiempo, presenció algo extraordinario en cuanto abrió su campo energético la jovencita; Dominique. Permitiendo que capturara su presencia maldita, que sintiera la oscuridad, quería conocer más de su poder y se le fue otorgado con facilidad.

“Padre mío, permíteme seguir escuchando, sabes que solo sigo el mando de tus hijos, y ella, a ella quiero ayudar, no por mí, solo por ella…Hazlo una vez más, como se hizo conmigo. Sé que iré a rendir cuentas, y aún sigo esperando, no pienso escapar...” El permiso aclamaba el inquisidor para no contradecir pero tampoco aceptar el llamado en cuanto al padre.

—Piero D’ Páramo...— liberó el dominio de su personalidad, no hacía falta ocultar su identidad, si enterada estaba la pequeña, caería en cuenta que es un inquisidor. Y el más sentenciador, y culpado por los de su misma especie a exterminarlos. Lo que no niega, y no se remite a dudarlo.

—He comprendido tantas mentes pero el ayudar, a nadie se le otorga, ir en contra de lo que está estipulado por naturaleza, no tiene perdón alguno. Han creado al hombre en semejanza a la mujer, los mandatos fueron bien claros, y a eso nos debemos acoplar. Pero, ¿por qué nosotros? Sé que te haces esa pregunta una y otra vez, como justo, ¿El porqué de la magia? Toda esta existencia no es mala, lo malo es quien se aprovecha de ella. Tú, solo tu instinto te protegía, no querías hacerles daño alguno. Pero, lo que se castiga es la intención, tú después quisiste hacerles daño, por eso tu magia se exteriorizó contra tus vecinos. Ahora, ¿puedes entender lo que digo?

Y el inquisidor se persiana, en el nombre del padre, del hijo, y del espíritu santo. Alzándose, para tomar asiento en la banquilla.

—Todos en este mundo tenemos un fin, nos ha tocado seguir nuestros caminos, solo que esto es una enseñanza, nos educan para antes cometer los errores y aprender de ellos, para que podamos ir al paraíso. No es un castigo, tenemos que descubrir por qué se nos ha otorgado…

Y yo, Dominique, ayudó a controlar lo incontrolable. A veces el hombre necesita de grandes fuerzas para no autodestruirse.

Comenta, como la sabiduría de su mentor, el más bello de los hombres, en cuanto alma y cuerpo. Que sana los sentimientos humanos y a través del amor enseña el gusto por el Cielo...

por **Dominique de Bricassart** Dom Mayo 15, 2016 2:28 pm

Muchas eran las afables virtudes de la joven. Entre ellas el respeto a sus mayores, el respeto a cualquier otro que no fuera ella, ese respeto que en más de una ocasión se le negaba a la bruja de manos de los más imprudentes jovenzuelos. Al mismo tiempo, Dominique era conocedora de sus peculiares habilidades y aunque no del todo de su uso y de hasta donde podían llegar, sí de hasta donde debía adentrarse su curiosa intriga y la mágica fuerza que empujaba a ésta alma adentro cuando se trataba del conocimiento ajeno. Es por ello que, entre los atributos que fueron desvelados para ella y provenientes del joven que la acompañaba, principalmente brillaban aquellos ligados a lo sobrenatural. ¿Qué clase de maleducada sería si ahondara en las dichas o desgracias de nadie? Menos de alguien que buscaba ayudarla. Alguien que seguramente esperaba el mismo trato respetuoso de ella. Y por ese mismo motivo Dominique cerró la puerta a todo mal que el joven hubiera podido cometer en su vida pasada, aún siendo consciente de que si había una puerta que cerrar y la viscosa mano de la crueldad asomaba tras ésta, el joven inquisidor no era del todo el ángel que esperaba. Tampoco le importaba. No quería ser consciente de nada más allá de lo que sus ojos veían y su trato con él le mostraba.

- Entonces, ¿es usted italiano, padre? ¿Y por qué está aquí? Si no le resulta descarada tanta pregunta, desde luego.

El nombre del joven había espoleado su interés. Así como las palabras que acompañarían a éste, destinadas a procurar calma a la niña. Una sonrisa confusa. Tristeza y alegría, dos emociones en una.

- No lo sé, padre. No sé si entiendo lo que quiere decirme o mis oídos me engañan haciéndome escuchar lo que quiero oír.

Tantos años angustiada frente a las reacciones de las monjas y nodrizas que se molestaban en castigarla con cada reflujo mágico que las palabras de Piero le resultaban sobrecogedoras precisamente por todo aquello que implicaban. No sólo penitencias vacuas de razón e inmerecidas, sino un inconmensurable tiempo perdido vagabundeando en la culpa de unos genes de los que le era imposible deshacerse. Con ellos, su maldición. La culpa que envenenaba su pobre alma a cada paso, con cada respiro. Una culpa ahora… ¿falsamente impuesta?

- ¿Lo que está intentando decirme es que… de alguna forma, soy especial? ¿Yo, que reluzco menos que una inestimable piedra en el rocoso camino de la vida? ¿Y cuál es mi fin? ¿Por qué son precisamente mis manos las que deben rebosar poder? Sus años le han dado una sabiduría de la que yo todavía carezco. Dígame, ¿cuál es su lugar en este mundo… –en adelante sujetó y observó su mano, esperando no se molestara- y cuál el oficio de la magia en sus manos? Por favor, ayúdeme a encontrar significado a la inexpugnable existencia que controla mi ser amargamente.

por **Piero D'Páramo** Mar Jun 07, 2016 3:44 pm

Si la energía desnudaba sus verdaderas intenciones, no hace falta tomar precaución, el inquisidor bien sabía a lo que se atentaba con mostrarse a la joven, así como las palabras que le encomendaba, eran las más verdaderas. Y la ayudaría, a ella le mostraría un nuevo mundo. Como un ángel custodio.

—Sí, Dominique, soy Italiano, y estoy aquí para velar nuestra casa —la iglesia del pueblo, la iglesia para todos sus devotos — el proteger a los inofensivos del mal, el fortalecer la fe de nuestros hermanos, es por ello que permanezco aquí. Este es mi único fin, preservar en lo que creo. — Con una tranquilidad sus palabras fluían, un canto dulcísimo para invitarle a que abriera su corazón y confiara en él.

—No te preocupes, es normal que esto suceda. Mas no voy a decirte que sigas a tu corazón, siempre debe haber una mezcla entre el amor y la razón, escucha lo que quieras escuchar pero siempre piensa en el resultado que podría haber de ello. Es así como aprendemos a diferenciar lo bueno de lo malo.

Claramente la joven se hallaba entre una guerra espiritual, donde la antagonista era esa jovencilla, era claro que estaba llena de dudas, un proceso en el que la purificación era eso. Llegar a la vida, al amor, a la aceptación del ser. Por lo que presionó su mano cuando ella le sujeto. —Lo eres Dominique, ¿Por qué no lo deberías de ser? Todos son especiales, y no debes excluirte de ellos, no porque seamos distintos debes de pensar eso. Veo que andas perdida entre sombras, sal de ellas y recorre la luz, este hermoso mundo en el que te encuentras. Tanto como tú, deben de hacer grandes cosas por mantener lo que amas, lo que consideramos valioso para que nadie lo destruya. Estamos rodeados de seres extraordinarios, pero demasiados cambios los están cegando. Y mi deber es ayudar a mantener esta sociedad que se ha venido forjando con nuestros antepasados, proteger a la humanidad es mi deber. ¿Y la magia? Solo es un arma muy poderosa que debemos saber controlar, y en qué momentos debemos hacer uso de ella. Así como a Moisés se le concedió un palo, con el que hizo muchos milagros para dirigir al pueblo a su bienestar, a su libertad, a ofrecerles la vida que nuestro padre nos otorgó a la hora de su sacrificio. Así es para con nosotros, esta magia, sin duda alguna es la clave para aferrarnos a vivir.

Con sus manos depositadas en las ajenas, las alza, besando estás, percibiendo a un ser más extraordinario que en el mundo puede aportar con, no solo un grano de arena, sino muchos. — Calma hija, no te perturbes, estos estados también son parte de tu poder. Te enseñare a controlarlo, embellecer esa blancura para que no sea manchada nunca. Pero el primer paso que debes de dar, es el aceptarte cómo eres, no eres un monstruo como suelen decirlo, solo eres Dominique, una joven que posee magníficas cualidades.

Un camino semejante al de Piero le ofrecía, tenía una misión ahora, y era proteger a Dominique, la niña que se ganó el aprecio del inquisidor. Más, ¿Qué se entendería por aprecio? Muy pronto se definirá…

por **Dominique de Bricassart** Jue Jul 07, 2016 1:58 pm

¿Era posible? Bálsamo contra la ingenuidad y el temor, las palabras de aquel santo lograron instalarse en la memoria de la joven y a lo largo del tiempo en que seguiría mostrando señales de vida acudiría a ellas un sinfín de veces en momentos de desesperación o dudas. Cuando el corazón así lo precisara y la razón ya no supiera el camino a tomar.

Su mirada se clavó en el suelo y su pensamiento en sus futuras palabras:

- Le envidio. Envidio la rectitud con que ha logrado trazar su camino a seguir y es imposible que no le admire también. Siempre he dejado que el Señor sea mi pañuelo de lágrimas y siempre ha sabido llevarme de la mano cuando más lo he necesitado. Nunca se me había ocurrido pensar que tal vez no sólo debiera entregar mi vida a él en compensación, sino mi poder. No se me ocurre futuro menos incierto para mi que aquel en que pueda caminar a la diestra del Altísimo, velar por él y por los ideales que con los años se han ido perdiendo en una sociedad que huele a podredumbre. ¿Qué piensa? –preguntó mirando a su ángel- Tal vez esté diciendo tonterías. A lo mejor le resulta poco más que las estúpidas ensoñaciones de una niña, pero dígame, ¿qué piensa?

Sentía su juventud atentando contra ella. Una niña ayudando a la Iglesia. Creía haber contado el chiste más gracioso que la humanidad nunca hubiera escuchado.

- Usted… ¿usted podría ayudarme? ¿Ayudarme a controlar mis poderes, a focalizarlos y convertirlos en arma celestial? – no esperaba tal ofrecimiento. Pocas eran las personas que tomaban contacto con ella y no buscaban algo más de lo que se podía observar a simple vista. Ningún acto era nunca desinteresado.

La idea de la aceptación resultaba cada vez más próxima. Nunca una forma mejor de redención por nacer manchada que la entrega en cuerpo, alma y voluntad hacia su Rey en las nubes.

Dominique alzó la mirada. Dios sonreía en el cielo.

“Cuando estas cosas comiencen a suceder,
erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra
redención está cerca.”
Lucas 21; 28

por **Piero D'Páramo** Mar Jul 12, 2016 10:41 pm

La elegida…

¿Cómo en una joven podría encontrar al cordero de Dios? Porque de tal manera Dios amó al mundo, y el pueblo lo ama, porque esto fue escrito antes de que la maldad existiera. Y Dominique sonó como el hijo de Dios; que fue enviado al mundo a morir por él, por todos, porque lo hizo por amor, a pesar de los pecados, a pesar de cada día en que fallo la humanidad. El ama. Ella ama, a pesar de su daño.

Siendo tan grande su sacrificio que Jesús dio en la cruz, derramó hasta su última gota de sangre por el hombre, aguantando todos esos azotes y blasfemias. Así, como ahora ella sufrió de la mano con el señor; dice haber derramado lágrimas, se entregó a él, queriendo compensar, queriendo dar su poder ya. El caminar juntos y el velar por la fe… ¿Que padre, que siervo, y el mismo señor, podría decir a tan bellas palabras? …

— Hija, no es envidia, porque tú tienes el mismo camino. Ahora te das cuentas de lo que realmente anhelas. De lo que tu amor es capaz de hacer por nuestro padre. Con la esperanza de ayudar unos con otros, y, la armonía celestial que se toca bajo la ceremonia de la iglesia para unirnos cada día más. Sea bienvenido tu corazón. Será un largo camino que deberás enfrentar con demasiados obstáculos y así estar en busca del reino de Dios. Que el amor que le tenemos a nuestro padre, sea demostrado con hechos, y no solo con palabras. Ahora en adelante defenderás y demostraras ese amor que le tienes y veras cuan bendecida serás. Es el más maravilloso regalo que nosotros como hijos le podemos otorgar.

Asintiendo, ofreciendo su mano con una luz que comenzó a exteriorizar de ella. Era magia pura, adorada por el esfuerzo y la unión. — Puedo ayudarte y lo haré si eso deseas. Si aceptas este camino, aprenderás grandes cosas, y fortalecerás más tu espíritu. —Se alzó, manteniendo la energía en su palma, si la tomaba, aceptaba todo lo mencionado.

— Con el corazón y la voluntad, toma mi mano, deja que mi energía fluya en esta y mézclala con la tuya, siéntela y crea tu propia luz, Dominique.

No solo era seguir el camino mostrado, o la fe que debía salvaguardar, era su ser renaciendo. — Caminemos a esta nueva sociedad. Enseñémosle a la humanidad de que somos hermanos y solo queremos el bien estar.

Y así, será una armadura sagrada, que por donde caminan, depositan más el ideal.

CERRADO

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Un ángel caído | Privado

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