You give me miles of mountains and I'll ask for the sea - Ángel Caído.

por **Skaði Sjöfn** Lun Sep 07, 2015 10:50 pm

Por mucho que le costara creerlo, la sangre que caía de sus labios le pertenecía a ella misma. Lo supo por el picor que sentía justo debajo de la nariz debido al golpe que el humano acaba de propinarle y también porque tenía el sabor que desde hace bastante no probaba. No era precisamente el sabor de la sangre, era más bien el sabor de su propia inmortalidad representada en el líquido viscoso que le encendía las entrañas. Esta vez aquella sangre escondía un recordatorio de lo que es capaz de hacer por una simple curiosidad. Skaði podría haberse culpado por caer tan fácil pero aquel sentimiento había dejado de estar presente en su vida mucho antes de que llegara a comprenderlo del todo.

El hombre le hablaba cada ciertos minutos o quizás sólo estaba murmurando. Sky no entendía del todo qué era lo que intentaba hacer con la información nueva que tenía en sus manos. Eso era lo que ella buscara, era precisamente lo que necesitaba después de una cacería tan larga. Porque no es fácil esconderse de lo que deseas, tampoco encubrir su presencia cuando quiere ser ella la víctima y no la nueva muchachita que terminará destrozada. ¡Cuántas veces quiso tomar el papel principal! Pero siempre se mantuvo en las sombras como una flor marchita sobre la que nadie repara. Skaði nunca ha sido un plato de segunda mesa, ni siquiera mientras estaba viva y los hombres del norte se reían de sus intentos de vivir a solas. No, ni siquiera ahí dejó que la atención se alejara de su rostro. Sin embargo, ahora lo hizo y no se arrepiente. Los meses no fueron en vano y ahora tiene lo que estaba buscando.

—Puedes decir todos aquellos nombres en voz alta, ya los he escuchado alguna vez antes y son quizás ciertos pero no siempre acertados… ¿Cómo prefieres llamarme tú? —la voz le salía un poco más grave, carraspeaba luego de terminar alguna frase y el labio le molestaba cuando marcaba algunos sonidos en esa lengua que no era la suya. El hombre no tenía nombre pero le pedía que le pusiera uno, quería escuchar cómo podría él llamarla y cómo sonaría aquella denominación de sus labios. Sky no pensaba dar pasos atrás ni tampoco tironear de las cadenas que la ataban, podría haberse escapado fácilmente cuando la llevó hasta ese lugar pero la escena había terminado muy pronto y quien en protagonista utiliza todos los minutos para seguir sobre el escenario.

Sintió la espalda un poco tensa e intentó acomodarse sobre aquella superficie fría. El invierno en Paris era particularmente helado este año por lo que incluso para alguien de sus características a veces las ráfagas de viento podían ser molestas. Le hubiese gustado que cerrara las ventanas después de entrar para también así espantar a otros de su especie que pudieran olfatear el olor de su sangre y con ello sacar conclusiones apresuradas. ¿Por qué estaba pensando en nimiedades? El humano de cabellos rubios sabía lo que hacía, eso lo tenía claro, pero lentamente Skaði había comenzado a preocuparse por él. No sabía cuánto tiempo más tendría antes de que a ella se le fuera la paciencia y terminara con su alma mientras le arrebata la vida clavando los dientes en la vena de su cuello.