AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Rupturas || libre
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Rupturas || libre
Cada vez la vida es más complicada y más difícil cuando la gente te quiere para labores de los más extraños, unos solo quieren que te desnudes y poses sobre sus mesas mientras toman sus comidas admirando la desnudez, ¿el propósito de ello? Excitarse lo suficiente como para luego follar con sus amantes; otros trabajos son aún más descabellados lo que hace que una se trague su orgullo y acepte aquellas condiciones por algunas monedas, aunque también hay una excepción a esa regla, ya que por dinero no venderé mi dignidad y menos si lo que quieren es tocarme con sus sucias y pendencieras manos para buscar un ápice de excitación en mis ojos, pero lamentablemente aquellos hombres no me provocan ni un mal pensamiento como para jadear siendo así el trabajo más complicado a realizar, ya que mis labios se quedan sellados y aunque ellos toquen mis puntos más sensibles no es lo mismo su tacto al de una mujer….al de mi bella Katrina.
Cada día se pasa igual, buscando en lugar en lugar un trabajo temporal que pague lo suficiente para llevar comida a la casa para do, pero cada vez es más y más difícil hacerlo, encontrar un buen lugar en donde no te pongan a hacer, por ser mujer, una puta más, como si todo en este maldito mundo se reduce a eso, sexo, ver como se tocan y tratan de levantar tu lívido con un besito o una caricia y enseguida te la quieren meter, hombres o mujeres todo es lo mismo, solo buscan su satisfacción sexual y nada más, que hay de las gratificaciones del coqueteo, de la galantería, eso se fue al drenaje ya. ¿Puedo pedir algo a alguien? No, no lo puedo hacer por el hecho que no hay mujer que me llame la atención de la manera que lo hizo Katrina, aquella fuerza capaza de hacerme ver el mundo de otro tono y no del tono oscuro y podrido que suele ser.
¿Un esposo rico? Mi hermana Kyle me ha dado ese consejo ¡cásate con un viejo rico y heredarás su dinero, por follar con él no te preocupes diremos que eres muda así no te forzará y tú podrás estar con las mujeres que desees después de su muerte! Un lindo consejo, lástima que no pueda hacer eso, por el simple hecho de que no soportaría ser una esposa trofeo, si es verdad soy una de las mujeres más raras que he conocido pero que puedo hacer entre mi timidez y rebeldía, entre mi orgullo y mi apaciguada alma…quien podría volver a despertar ese fuego otra vez, y todo ello producto de mi amante del pasado, aquella mujer que amaba y odiaba a la vez. ¡Maldito el día en que me fijé en ella hasta llevarla en mis huesos!
Vagando toda la mañana y tarde por las calles de Paris viendo y pidiendo trabajo….para qué, si todo lo que dicen es ¡No! ¡Sabes complacer a hombres! ¡Cómo mueves esas caderas! ¡Sabes usar la boca! Todo igual, hasta que ¡Eureka! En la taberna “Les Etages” necesitaba alguna ayudante por el momento ya que una de las muchachas se había enfermado, un trabajo bueno, solo tenía que atender la barra hasta la medianoche a esa hora podría irme ya que vendría la joven del otro turno. –No está mal– murmuro entrando al lugar, el vestido algo ancho para mi cuerpo hacía más notorio que no había comido nada en varios días por lo que el dueño del lugar me pide que use un vestido más ajustado para mostrar mejor mis “atributos” ruedo los ojos porque se a qué se refiere, y aun sabiendo que tocará mostrar algo de carne, obedezco por cansancio y hambre.
La noche llega, el lugar se ilumina a luces tenues, haciendo oscura y sombría la presentación del lugar mostrando la inmundicia de los hombres que uno a uno llegan a beber y manosea a una que otra de las chicas, litros y litros de alcohol se van despilfarrando todo para que aquellos seres tan patéticos puedan llevar a la cama a una de esas “niñitas” que los emborrachan hasta la coronilla y se los llevan a desnudarles y que duerman mintiéndoles de que han tenido el mejor sexo de sus vidas con ellos. Se ve sencillo pero al observar más detenidamente me doy cuenta que no lo es pues cuando están bebiendo las muchachas están sobre sus piernas siendo tocadas, expuestas por completo y uno que otro se adelanta a tomar lo que quieren de ellas, así que todo se reduce a suerte de cliente.
Las campanas de la iglesia tocan anunciando la media noche, justo mi hora de retirarme del lugar, pero antes de ir a por mi ropa el tabernero me detiene y me mira jalándome a la barra ¿para qué? Al parecer la otra muchacha no podrá venir ¿razón? No me la dio, solo dijo que tendría que buscar otra mujer para atender la barra, no me importo ya que solo quería la paga y largarme a casa a ver a mi hermano, pero ahora tocaba trabajar; mientras limpio el barra y arreglo los vasos y licores, una mujer hermosa, debo decir, llegó al lugar, una que otra de las meseritas se contentaron con verla y comenzaron a susurrar cosas, mis ojos otra vez los puse en blanco, aunque debo ser sincera aquella mujer hizo que mi pulso se acelerara y sobre todo que me sonrojara. ¡Maldición debe ser otra mujer como Katrina! Mi mente me castiga con ese recuerdo y niego abruptamente saliendo de mi puesto de trabajo hacia el aseo…
Cada día se pasa igual, buscando en lugar en lugar un trabajo temporal que pague lo suficiente para llevar comida a la casa para do, pero cada vez es más y más difícil hacerlo, encontrar un buen lugar en donde no te pongan a hacer, por ser mujer, una puta más, como si todo en este maldito mundo se reduce a eso, sexo, ver como se tocan y tratan de levantar tu lívido con un besito o una caricia y enseguida te la quieren meter, hombres o mujeres todo es lo mismo, solo buscan su satisfacción sexual y nada más, que hay de las gratificaciones del coqueteo, de la galantería, eso se fue al drenaje ya. ¿Puedo pedir algo a alguien? No, no lo puedo hacer por el hecho que no hay mujer que me llame la atención de la manera que lo hizo Katrina, aquella fuerza capaza de hacerme ver el mundo de otro tono y no del tono oscuro y podrido que suele ser.
¿Un esposo rico? Mi hermana Kyle me ha dado ese consejo ¡cásate con un viejo rico y heredarás su dinero, por follar con él no te preocupes diremos que eres muda así no te forzará y tú podrás estar con las mujeres que desees después de su muerte! Un lindo consejo, lástima que no pueda hacer eso, por el simple hecho de que no soportaría ser una esposa trofeo, si es verdad soy una de las mujeres más raras que he conocido pero que puedo hacer entre mi timidez y rebeldía, entre mi orgullo y mi apaciguada alma…quien podría volver a despertar ese fuego otra vez, y todo ello producto de mi amante del pasado, aquella mujer que amaba y odiaba a la vez. ¡Maldito el día en que me fijé en ella hasta llevarla en mis huesos!
Vagando toda la mañana y tarde por las calles de Paris viendo y pidiendo trabajo….para qué, si todo lo que dicen es ¡No! ¡Sabes complacer a hombres! ¡Cómo mueves esas caderas! ¡Sabes usar la boca! Todo igual, hasta que ¡Eureka! En la taberna “Les Etages” necesitaba alguna ayudante por el momento ya que una de las muchachas se había enfermado, un trabajo bueno, solo tenía que atender la barra hasta la medianoche a esa hora podría irme ya que vendría la joven del otro turno. –No está mal– murmuro entrando al lugar, el vestido algo ancho para mi cuerpo hacía más notorio que no había comido nada en varios días por lo que el dueño del lugar me pide que use un vestido más ajustado para mostrar mejor mis “atributos” ruedo los ojos porque se a qué se refiere, y aun sabiendo que tocará mostrar algo de carne, obedezco por cansancio y hambre.
La noche llega, el lugar se ilumina a luces tenues, haciendo oscura y sombría la presentación del lugar mostrando la inmundicia de los hombres que uno a uno llegan a beber y manosea a una que otra de las chicas, litros y litros de alcohol se van despilfarrando todo para que aquellos seres tan patéticos puedan llevar a la cama a una de esas “niñitas” que los emborrachan hasta la coronilla y se los llevan a desnudarles y que duerman mintiéndoles de que han tenido el mejor sexo de sus vidas con ellos. Se ve sencillo pero al observar más detenidamente me doy cuenta que no lo es pues cuando están bebiendo las muchachas están sobre sus piernas siendo tocadas, expuestas por completo y uno que otro se adelanta a tomar lo que quieren de ellas, así que todo se reduce a suerte de cliente.
Las campanas de la iglesia tocan anunciando la media noche, justo mi hora de retirarme del lugar, pero antes de ir a por mi ropa el tabernero me detiene y me mira jalándome a la barra ¿para qué? Al parecer la otra muchacha no podrá venir ¿razón? No me la dio, solo dijo que tendría que buscar otra mujer para atender la barra, no me importo ya que solo quería la paga y largarme a casa a ver a mi hermano, pero ahora tocaba trabajar; mientras limpio el barra y arreglo los vasos y licores, una mujer hermosa, debo decir, llegó al lugar, una que otra de las meseritas se contentaron con verla y comenzaron a susurrar cosas, mis ojos otra vez los puse en blanco, aunque debo ser sincera aquella mujer hizo que mi pulso se acelerara y sobre todo que me sonrojara. ¡Maldición debe ser otra mujer como Katrina! Mi mente me castiga con ese recuerdo y niego abruptamente saliendo de mi puesto de trabajo hacia el aseo…
Naomi / Kyle O´connell- Humano Clase Baja
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Re: Rupturas || libre
Dicen esto, dicen lo otro, me molestan al preocuparse por las apariencias. Complican la vida a todo el mundo.
¿Puede la humanidad ser tan repulsiva y cuerda? Al ver a estas personas pienso que sí, no se que se han creído, por ser humanos pueden clasificar a alguien por como se ha de ver, actuar o comportarse. Seguir reglas no es lo mío, ni mucho menos aceptar que les ordenen a otros en mi presencia, pero a quien le importaba ahora si solamente era un simple cliente ante la vista del dueño de una perfumería; pero para la esposa de él... quizás no. Siempre he dicho que las apariencias engañan pero ¡miradme! mi apariencia denota como soy realmente, soy engañoso ante esa frase, pues quién ha de creerme. Es cierto, no puedo ocultar de donde pertenezco, mis rasgos lo dicen mucho, familia acomodada "Ricos" es la palabra que se crean en sus mentes los que me vean sólo por mis ojos sensuales. Los pobres también son hermosos.
Lo bueno que sólo fue una mujer mayor quien me descubrió que no era una simple persona, o como dirían ellos, un simple plebeyo; pero mi forma de vestir dirían que soy cualquiera de la clase baja o media, no me interesaba, simplemente me gustaba que pensaran aquello, me gusta llamar la atención y por vestir bien no es el único modo de obtenerlo, incluso los vagabundos pueden ser el centro de atención. Con sólo sentarse en la acera frente a un restaurante de alta sociedad ya es suficiente.
Exquisito... el aroma del perfume que se prueba la dama arrogante con kilos de maquillaje sobre ella, el perfume era lo único real. No puedo soportarlo más, sé que quería buscar un trabajo para distraerme pero esto no es divertido, no tiene nada de atractivo, además que esas esencias me marean y me hacen vomitar. Al salir de aquel edificio observé la oscuridad de la noche, definitivamente ya era tarde, tenía que regresar a casa para despedirme del quien vive bajo el mismo techo, aquel quien me acogió y brindo su compañía, aunque también él llegue a ser aburrido. No, aún quedan unas horas más, puedo buscar diversión en otra parte, creo que llegó el momento de molestar a alguien y que más crear desastres que en lugares de muchos hombres ¿y dónde sería ese lugar? donde el alcohol manda.
¿Cuánta cordura puede perderse en los altos* en lugares como estos? Suciedad, alcohol, sudor, es lo único que a mis fosas delicadas pueden llegar, más perfume repulsivo combinado con esencias aromantizantes de las mujeres que atienden el lugar, hombres de las diferentes clases vienen aquí para socializar y hundirse en sus pesares, para después terminar besando a una de las mujeres afuera del bar, sería divertido conocer a una de sus esposas y hacerles saber que les están siendo infieles, pero no soy del tipo que se mete en la vida de otros. He de caminar hacia la barra para pedir un trago, pero en el momento que comienzo a caminar ¡que torpe! choqué con una de las meseras que llevaba la charola con tarros de cerveza los cuales ahora se encontraban en el suelo y la cerveza impregnada en mi ropa. Dios ¿acaso no pude notarlo? me disculpé con la señorita con sólo un gesto amable y una sonrisa amplia, y ella apenada se retiró a lo que igual tuve que retirarme no sin antes preguntar donde quedaba el aseo así sin ver el camino, entre gente y gente, otro tropezón más con otra dama, al menos alcancé a alzar la mirada antes de juntar mi cuerpo contra ella, deteniéndome al bloquear accidentalmente su paso, al parecer igual seguía el camino que yo.
—Disculpad, un paso más y le chocaba con la cabeza —dije en tono sonriente al disculparme, al mirarle detenidamente pude notar que era otra empleada más en la taberna, pero ante su persona pude notar algo más.
Te clasifican mediante una etiqueta, por supuesto saben lo que es correcto y lo que no. Ponen a la gente en contra de su destino.
- PD:
- *A los Altos* se refiere a la clase alta.
Alexandro- Cambiante Clase Alta
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Re: Rupturas || libre
La taberna siempre ha sido un antro, uno que nunca cambiaba y más bien comenzaba a caer en una vida pendenciera, con aromas a sexo, alcohol, juegos, golpes pero sobre todo cargado de gritos de hombres y mujeres mostrando así que siempre, siempre será el mismo ambiente. Mis ojos iban y venían del lugar observando a la misma gente, preguntándome que era lo que pensaban cada noche que llegaba ahí, esos mismos pensamientos, que me llevaron a trabajar ahí. Un suspiro cuando mis ojos se encontraron con la mujer que sonreía y acaricia los cabellos de la otra muchacha, pero no apartaba la vista de mí, al contrario, se mantenía firme, como si buscara que fuera la observadora de ello. Mi corazón latía con fuerza hasta el punto de poder oírlo, quería irme, salir corriendo pero mis pies estaban clavados al suelo, no pude moverlos, necesitaba un empujón.
Sentí las miradas de todos sobre mi persona con las risas y los susurros de que yo era una tonta, una simple muchacha que estaba siendo la comiquita de todos ellos. El sonrojo en mi rostro y luego tomando la mayor fuerza interna hui hasta el aseo de aquel lugar; aquello parecía ser la noche más larga de todas, las miradas de todos se posaron en mi por la actitud tan cobarde de salir llorando y corriendo hasta el aseo, sentía vergüenza ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía ser como las otras jóvenes? Pero sabía la respuesta, porque las otras se ofrecen a todos por dinero y yo, yo no puedo porque solo me atraen ciertas féminas. Suspiré al llegar casi a la puerta de aseo cuando abruptamente choque con algo o alguien.
Di unos pasos hacia atrás casi como si me fuera a caer pero solo fueron atisbos, quedé mirando al suelo unos momentos mientras escuchaba las disculpas… ¿disculpas? Un hombre se estaba disculpando con una simple empleada. Mis ojos se abrieron de par en par incrédula al ver lo que estaba ocurriendo; la diestra la coloqué sobre mi pecho agarrando aquel vestido que quedaba muy flojo para el menudo cuerpo que cargaba. Tenía que decir algo, algo coherente pero no pude, solo tartamudeos en vano, quería huir salir corriendo de aquel lugar y buscar otro sitio mejor al cual trabajar.
Respiré hondo y solo sonreí haciendo una reverencia ante el joven, no estaba acostumbrada a ello, sobre todo a que las personas de aquellas esferas tan ostentosas miraran o se disculparan con una simple joven de clase tan baja e inmunda como suelen referirse a mí y a mi hermano –Lamento haberme puesto en su camino señor, disculpe mi torpeza no vi por donde iba, espero no haber ensuciado sus ropajes con mi sucio ser– mordí mi lengua porque eso no quería decir, realmente quería decirle que la culpa era suya por haberse cruzado conmigo pero no podía, si consideraba mi vida tendría que aceptar el error de otros, es así como nos educan para ser sirvientes de la gente.
–Quiere que haga algo por usted señor, como disculpa por mi torpeza– murmuré pensando rápidamente en que podría hacer para pagar al hombre, quizás dándole información sobre las mejores mujeres del lugar, o quizás dándole un trago gratis, solo uno sin que se dé cuenta aquel hombre o me pondría un golpe encima y luego de patadas a la calle. Y aquello, aquello no lo iba a permitir más.
Tosí un poco sin mirarle más que solo al suelo, reconozco que aquello es lo que más les gusta a esa gente, pero sobre todo a mí porque así no pueden ver realmente mis emociones, los ojos son el espejo del alma y en mí es muy fácil leer mi alma con solo verme; extendí la mano con los dedos indicándole el camino al aseo, estaba temblando presa del miedo que pueda pasar, si deciden echarme de ahí sin la paga sería como la gota del vaso, aunque si eso ocurriera al menos me iría diciéndoles las cosas en la cara al dueño y a aquel sujeto.
Sé que no debo juzgar a las personas por como lucen o a la primera impresión que dan, pero ya estaba cansada de todo ese trato, y más que nada, ahora, ahora no iba a ser la misma tonta que antes, ahora lucharía por mi vida y la de mi hermano, lucharía incluso si me tocará enfrentarme a aquel joven, no iba a salir huyendo, no más, ya lo hice esta noche y no iba a hacerlo siempre, aunque siguiera temblando por dentro y fuera el mismo ratón asustadizo no me dejaría amedrentar.
Sentí las miradas de todos sobre mi persona con las risas y los susurros de que yo era una tonta, una simple muchacha que estaba siendo la comiquita de todos ellos. El sonrojo en mi rostro y luego tomando la mayor fuerza interna hui hasta el aseo de aquel lugar; aquello parecía ser la noche más larga de todas, las miradas de todos se posaron en mi por la actitud tan cobarde de salir llorando y corriendo hasta el aseo, sentía vergüenza ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podía ser como las otras jóvenes? Pero sabía la respuesta, porque las otras se ofrecen a todos por dinero y yo, yo no puedo porque solo me atraen ciertas féminas. Suspiré al llegar casi a la puerta de aseo cuando abruptamente choque con algo o alguien.
Di unos pasos hacia atrás casi como si me fuera a caer pero solo fueron atisbos, quedé mirando al suelo unos momentos mientras escuchaba las disculpas… ¿disculpas? Un hombre se estaba disculpando con una simple empleada. Mis ojos se abrieron de par en par incrédula al ver lo que estaba ocurriendo; la diestra la coloqué sobre mi pecho agarrando aquel vestido que quedaba muy flojo para el menudo cuerpo que cargaba. Tenía que decir algo, algo coherente pero no pude, solo tartamudeos en vano, quería huir salir corriendo de aquel lugar y buscar otro sitio mejor al cual trabajar.
Respiré hondo y solo sonreí haciendo una reverencia ante el joven, no estaba acostumbrada a ello, sobre todo a que las personas de aquellas esferas tan ostentosas miraran o se disculparan con una simple joven de clase tan baja e inmunda como suelen referirse a mí y a mi hermano –Lamento haberme puesto en su camino señor, disculpe mi torpeza no vi por donde iba, espero no haber ensuciado sus ropajes con mi sucio ser– mordí mi lengua porque eso no quería decir, realmente quería decirle que la culpa era suya por haberse cruzado conmigo pero no podía, si consideraba mi vida tendría que aceptar el error de otros, es así como nos educan para ser sirvientes de la gente.
–Quiere que haga algo por usted señor, como disculpa por mi torpeza– murmuré pensando rápidamente en que podría hacer para pagar al hombre, quizás dándole información sobre las mejores mujeres del lugar, o quizás dándole un trago gratis, solo uno sin que se dé cuenta aquel hombre o me pondría un golpe encima y luego de patadas a la calle. Y aquello, aquello no lo iba a permitir más.
Tosí un poco sin mirarle más que solo al suelo, reconozco que aquello es lo que más les gusta a esa gente, pero sobre todo a mí porque así no pueden ver realmente mis emociones, los ojos son el espejo del alma y en mí es muy fácil leer mi alma con solo verme; extendí la mano con los dedos indicándole el camino al aseo, estaba temblando presa del miedo que pueda pasar, si deciden echarme de ahí sin la paga sería como la gota del vaso, aunque si eso ocurriera al menos me iría diciéndoles las cosas en la cara al dueño y a aquel sujeto.
Sé que no debo juzgar a las personas por como lucen o a la primera impresión que dan, pero ya estaba cansada de todo ese trato, y más que nada, ahora, ahora no iba a ser la misma tonta que antes, ahora lucharía por mi vida y la de mi hermano, lucharía incluso si me tocará enfrentarme a aquel joven, no iba a salir huyendo, no más, ya lo hice esta noche y no iba a hacerlo siempre, aunque siguiera temblando por dentro y fuera el mismo ratón asustadizo no me dejaría amedrentar.
Naomi / Kyle O´connell- Humano Clase Baja
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Re: Rupturas || libre
Y yo seguía escapando... siempre de mi mismo, nunca hacia mí. Cuando volví a ser yo, me llené de esperanza otra vez.
Reverencias, modalismos, educación ¿en un lugar así aún existía eso? Molesto, me sentí algo molesto el como se había dirigido hacia mí con esas palabras, creo que aunque me disfrace de una simple persona aún notan la clase en mí. Pero no es momento de estresarme, enojarme no va conmigo, una bestia como yo no debería tomar las cosas en serio, lo dije y me lo propuse por mucho tiempo. Bueno a decir verdad no entendí muy bien a que se refería con el "sucio ser" si el que estaba manchado de cerveza era yo, creo que me reí en voz alta, creo que el momento de diversión estaba por empezar, las miradas de otros posándose en mí o más bien en ella, las expresiones de otras mujeres extrañadas del que alguien se acercara a una de ellas ¿es tan malo comunicarse con un ser humano? para mí todos son iguales: una cabeza, dos brazos, dos piernas, un cuerpo, boca, ojos, y son todos normales. ¿qué era lo único diferente? tal vez la ropa o su forma de expresarse. Sí, definitivamente no noto diferencia entre aquellos seres.
—No entiendo —negué con la cabeza ante su disculpa y le miré con curiosidad mientras mis palabras se tornaban muy abiertas y alegres— ¿acaso no fui yo quien chocó con vos? no tiene porque disculparse aunque lo acepto, también hay que admitir que ambos no veíamos el camino así que es culpa de dos por lo tanto yo le disculpo, vos me disculpa, ambos nos disculpamos —mantenía aquella sonrisa que siempre se destacaba en mi ser, ninguna emoción de desprecio y ninguna expresión de desagrado, nadie realmente no podría adivinar lo que realmente pensaba a lo que decía, por ello no se sabía si era sincero o simplemente mentía. Alcé la mano en señal de que se detuviera al hablar y permitirme que yo le explicara mi situación— Acabo de chocar con una mesera antes de vos, por lo que me dirigía hacia el aseo para limpiar este desastre —le señalé mi camisa holgada manchada y apestada a alcohol volviendo la vista a su ser— no creo que vos sea la torpe, creo que seré yo quien pague los tarros rotos de la otra mesera por mi descuido, soy nuevo en esto de estar en lugares como este.
—No sé si había dicho algo que no debía, o estaba mal ser tan sincero, pero me preocupó el modo en que aquella joven estaba tosiendo ¿estaba enferma? si así fuese ¿no debería estar en su casa descansando? aunque el ver que mantenía su mirada al suelo yo observaba otras cosas en su persona, a comparación de las otras ella se notaba más desnutrida y malgastada. Volteé la cabeza siguiendo con la mirada la dirección que me marcó al señalar el aseo, pero volví nuevamente la vista a ella y me incliné hacia el frente apoyando mis manos en mis piernas para sostenerme mientras trataba de buscar su mirada; realmente lo felino era lo que más salía a flote de mi persona, mi curiosidad era mayor a la de un ser humano, sentía en su esencia que ella no se encontraba bien pero aún así quería entrometerme un poco— ¿Está vos bien? No se ve estable —escuché risas, risas de otros que servían en la taberna, ladee únicamente los ojos para ver porque se burlaban, cuchicheos en la barra alejada, y unas que otras mujeres hablando entre ellas, podía escucharlas pero eso no me importaba.
Alexandro- Cambiante Clase Alta
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Re: Rupturas || libre
Todo el lugar estallaba en risas y algarabía, el aroma de la cerveza y la perdición rebosaba por completo el lugar con las miradas de todos sobre todos, espiando, aguardando una oportunidad para hacer estallar el lugar en alguna gresca como si fuera la habitualidad del recinto. Hombres y mujeres entregados a los placeres y a la diversión olvidándose un poco de los modales y la vergüenza ¿quién podría pensar en ello a estas alturas? Eso era un lujo de los que están arriba.
No alcé mi mirada la mantenía fija en el suelo, el labio inferior temblando y mis manos que jugaban entre ellas producto de los nervios de la situación; busqué mil maneras de poder encontrar una excusa para evitar mal entendidos, no deseaba perder la única fuente de alimento que tendría en mucho tiempo. Tragué varias veces en seco tosiendo luego, los nervios me acompañaban, jamás había sentido tanto desde que había estado bajo el yugo de aquella familia. Todo era igual a ellos, o al menos eso pensaba.
Oír la sonrisa de aquel joven y sus palabra me llenaron de algo extraño, una alivio y un sonrojo que antes no había podido sentir, alguien me había considera como una persona, era extraño pensar ello, sentir si quiera que podía ser verdad o real. Le miré por unos segundos avergonzada negando lentamente, por vez primera sonreía naturalmente alzando el rostro hacia el joven –Ambos chocamos, pero yo trabajo aquí y si no limpio el desastre no me pagarán y más aún si un cliente se echa la culpa por el descuido de una sirvienta– guiñe un ojo riéndome a penas.
–Muchas gracias, de verdad. Y le disculpo si me disculpa y como ya nos perdonamos por nuestra falta déjeme hacer algo por usted ¿Qué desearía? ¿Algo para beber? ¿La mejor compañía? Puedo ayudarle a escoger entre las damas que por aquí suelen rondar– tosí riéndome un poco, mi risa era sincera, en años que no me había reído de aquel modo.
Negué nuevamente caminando al aseo del lugar, para tener algo de privacidad, si el dueño se enteraba seguro que me daba algún castigo o me echaba sin paga. Una vez ahí miré hacia el suelo jugando con la tela del vestido que denotaba que no me pertenecía por lo flojo y suelto que quedaba en ciertas partes –Me encuentro bien señor, quizás la falta sueño y hambre hace que uno tenga esta apariencia, pero seguro que hoy podré conseguir algo para un pan y frutas sanas en el mercado– una sonrisa junto a un sonrojo, porque no sabía la razón que me llevó a comentar aquello a aquel desconocido, o si, era porque me había tratado como una persona.
No alcé mi mirada la mantenía fija en el suelo, el labio inferior temblando y mis manos que jugaban entre ellas producto de los nervios de la situación; busqué mil maneras de poder encontrar una excusa para evitar mal entendidos, no deseaba perder la única fuente de alimento que tendría en mucho tiempo. Tragué varias veces en seco tosiendo luego, los nervios me acompañaban, jamás había sentido tanto desde que había estado bajo el yugo de aquella familia. Todo era igual a ellos, o al menos eso pensaba.
Oír la sonrisa de aquel joven y sus palabra me llenaron de algo extraño, una alivio y un sonrojo que antes no había podido sentir, alguien me había considera como una persona, era extraño pensar ello, sentir si quiera que podía ser verdad o real. Le miré por unos segundos avergonzada negando lentamente, por vez primera sonreía naturalmente alzando el rostro hacia el joven –Ambos chocamos, pero yo trabajo aquí y si no limpio el desastre no me pagarán y más aún si un cliente se echa la culpa por el descuido de una sirvienta– guiñe un ojo riéndome a penas.
–Muchas gracias, de verdad. Y le disculpo si me disculpa y como ya nos perdonamos por nuestra falta déjeme hacer algo por usted ¿Qué desearía? ¿Algo para beber? ¿La mejor compañía? Puedo ayudarle a escoger entre las damas que por aquí suelen rondar– tosí riéndome un poco, mi risa era sincera, en años que no me había reído de aquel modo.
Negué nuevamente caminando al aseo del lugar, para tener algo de privacidad, si el dueño se enteraba seguro que me daba algún castigo o me echaba sin paga. Una vez ahí miré hacia el suelo jugando con la tela del vestido que denotaba que no me pertenecía por lo flojo y suelto que quedaba en ciertas partes –Me encuentro bien señor, quizás la falta sueño y hambre hace que uno tenga esta apariencia, pero seguro que hoy podré conseguir algo para un pan y frutas sanas en el mercado– una sonrisa junto a un sonrojo, porque no sabía la razón que me llevó a comentar aquello a aquel desconocido, o si, era porque me había tratado como una persona.
Naomi / Kyle O´connell- Humano Clase Baja
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