AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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...De colores, olores y sabores. / Kurt
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...De colores, olores y sabores. / Kurt
Carnaval. La mayoría de las veces esa fecha no tenía especial importancia porque, en general, no tenía mucho con quien ni con qué festejar. Pero, por otro lado, le encantaba. Los colores, los decorados, las personas del lugar esforzándose por dejar lo mejor posible sus hogares y compitiendo por quién tenía el mejor decorado... Siempre habiendo alguien dispuesto a regalarte galletas por la calle porque, y ese ere el asunto que más le extrañaba a Suzette, todos tenían un exacerbado buen humor que no se mostraba en otros momentos.
Incluso Amanda, que prácticamente la había arrastrado fuera de la casa para que hiciera -o intentara- comprar algunas flores . No es que tuviese mucho que comprar, o con qué hacerlo, pero tenía que admitir que era una buena excusa para pasear un poco. Nada especial, por supuesto, sólo mirar aquí y allá para tener alguna oportunidad de hacerse de algunas si la suerte le favorecía.
Mientras daba vueltas entre los puestecillos cavilaba sobre qué regalar o, mejor dicho, a quién en caso de intercambiar por una galleta. Lo cierto es que no tenía muchas personas con quien hacerlo, Jozef un viejecillo que hacía el aseo y Amanda. Pero ¿luego? Ella no era una antisocial, pero estaba claro que tampoco era una persona que se rodeaba excesivamente de personas y aquella tarde noche se sintió con espíritu aventurero para tal proeza.
Por eso mismo se dirigió a la sección que, según intuía, sería la preferida del público en general. Y por esas cosas de la vida, no resultó equivocarse. Tanto así que, de un momento al otro, se terminó topando con los ojos de todos los transéuntes, aunque algunos llevaban máscaras de distintas formas y tonalidades. Chicos y grandes por igual.
Sonrió pues todo aquello era -en parte- nuevo para ella. Era su noche- tarde libre así que intentaría disfrutarlo al máximo, yendo de aquí para allá, sonriendo, bailando, contagíandose con la algarabía callejera, hasta que la última persona fuese a recogerse a sus aposentos. Ella sabía cuidarse muy bien, siempre era muy cuidadosa pues la vida en las calles de Paris era incierta, de cualquier modo trató de no pensar mucho en ello. ¡Estaba tan contenta que lo único que deseaba era disfrutar!
Una pequeña niña se acercó con una canastilla de flores de papel. Le regaló un par, mismas que entrelazó en el cabello que llevaba suelto. Le dio las gracias y siguió adentrándose poco a poco entre la multitud.
Incluso Amanda, que prácticamente la había arrastrado fuera de la casa para que hiciera -o intentara- comprar algunas flores . No es que tuviese mucho que comprar, o con qué hacerlo, pero tenía que admitir que era una buena excusa para pasear un poco. Nada especial, por supuesto, sólo mirar aquí y allá para tener alguna oportunidad de hacerse de algunas si la suerte le favorecía.
Mientras daba vueltas entre los puestecillos cavilaba sobre qué regalar o, mejor dicho, a quién en caso de intercambiar por una galleta. Lo cierto es que no tenía muchas personas con quien hacerlo, Jozef un viejecillo que hacía el aseo y Amanda. Pero ¿luego? Ella no era una antisocial, pero estaba claro que tampoco era una persona que se rodeaba excesivamente de personas y aquella tarde noche se sintió con espíritu aventurero para tal proeza.
Por eso mismo se dirigió a la sección que, según intuía, sería la preferida del público en general. Y por esas cosas de la vida, no resultó equivocarse. Tanto así que, de un momento al otro, se terminó topando con los ojos de todos los transéuntes, aunque algunos llevaban máscaras de distintas formas y tonalidades. Chicos y grandes por igual.
Sonrió pues todo aquello era -en parte- nuevo para ella. Era su noche- tarde libre así que intentaría disfrutarlo al máximo, yendo de aquí para allá, sonriendo, bailando, contagíandose con la algarabía callejera, hasta que la última persona fuese a recogerse a sus aposentos. Ella sabía cuidarse muy bien, siempre era muy cuidadosa pues la vida en las calles de Paris era incierta, de cualquier modo trató de no pensar mucho en ello. ¡Estaba tan contenta que lo único que deseaba era disfrutar!
Una pequeña niña se acercó con una canastilla de flores de papel. Le regaló un par, mismas que entrelazó en el cabello que llevaba suelto. Le dio las gracias y siguió adentrándose poco a poco entre la multitud.
Suzette Vaillant- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
-Toma, coge esto también – Natalia me puso una caja con abalorios sobre las que ya llevaba.
-¿Realmente nos hacen falta tantas cosas? Creía que ya habías comprado todo lo que faltaba…
-¡Shh! Hay ciertas cosas que solo se pueden encontrar en esta época por París y estaba esperando que abriesen este mercadillo para poder hacerme con ellas así que a callar…
Puse los ojos en planco y continúe caminando intentando que todas aquellas cajas no se me cayeran.
-¡Por fin! Ahí está el puesto de pinturas y maquillajes, me faltan algunos tonos y más cantidad de polvos, somos varios
-Está bien está bien, ve y compra lo que necesites – Resignado camine con ella hasta ese puesto, lo cierto es que en el fondo tenía razón, habían muchos colores que no solías encontrar en tiendas normales, supuse que se utilizaban sobre todo para los disfraces de carnavales y por eso no los había todo el año.
Mientras ella examinaba uno por uno los botes de pintura, analizando sus colores y sus texturas yo decidí dejar descansar a mi mente y distraerse con el espectáculo del mercadillo de carnaval. Muchas personas iban disfrazadas, algunos disfraces estaban muy trabajados, tanto que seguramente debajo de ellos solo podría esconderse algún burgués aburrido… otros no eran tan magníficos pero tenían su gracia, mascaras con expresiones grotescas, hombres con vestidos y pechos extremadamente grandes y falsos. Me reí entre dientes viendo el espectáculo particular de unos hombres vestidos de damas de compañía incordiando a unos jóvenes que no dejaban de sonrojarse.
Pero no era lo único que había por allí, de hecho si no tuviese tenido que ir cargando con todas esas cajas me lo estaría pasando en grande. Por supuesto no faltaba el grupo de música que animaba con sus canciones populares y que en cierto modo tenían un aire vulgar que provocaba la risa de todos sus espectadores, tampoco faltaban los típicos artistas extranjeros que controlaban habilidades extraordinarias como echar fuego por la boca, tragarse espadas o hacer torres humanas sorprendentes.
-Vamos Natalia, date prisa que esto pesa.
-No te pongas impaciente, ya estoy terminando.- Resople resignado. Mire hacia el cielo, pronto anochecería.
-Ya esta, ya las tengo todas-me dijo Natalia contando los botes de colores- Bueno, tú te llevas todo eso…-puso los colores sobre las cosas que llevaba encima y cogió una de las cajas-y yo me llevo esto, ¿Podrás con todo?
-Si…podré con todo, pero ¿Es que te vas ya? ¿No vienes a la casa a ordenar todo esto?
-No, lo siento, he quedado con Catalina, le prometí que cuidaría de su niña esta noche – me sonrió y yo la fulmine con la mirada.
-Está bien…pero la próxima podrías avisar, le hubiese pedido a Joseph o alguien que me acompañase para no llevar todo esto yo solo.
-Perdoooona, no volverá a ocurrir, en fin, nos vemos ¡que llego tarde!-me dio un beso en la mejilla y se fue corriendo.
-Perdona perdona ñeñe… ¡habrase visto!- enfurruñado empecé a caminar intentando salir del barullo del mercadillo, pero antes de conseguir mi objetivo alguien me golpeo el brazo ¡cómo no! La caja de abalorios se cayó al suelo y se esparcieron por el empedrado –Mierda…-no pude ver a quien me empujó, si no, le habría cantado las cuarenta, tuve que arrodillarme y dejar las cajas muy cerca para evitar que me las robasen y empecé a recoger las dichas piezas.
-¿Realmente nos hacen falta tantas cosas? Creía que ya habías comprado todo lo que faltaba…
-¡Shh! Hay ciertas cosas que solo se pueden encontrar en esta época por París y estaba esperando que abriesen este mercadillo para poder hacerme con ellas así que a callar…
Puse los ojos en planco y continúe caminando intentando que todas aquellas cajas no se me cayeran.
-¡Por fin! Ahí está el puesto de pinturas y maquillajes, me faltan algunos tonos y más cantidad de polvos, somos varios
-Está bien está bien, ve y compra lo que necesites – Resignado camine con ella hasta ese puesto, lo cierto es que en el fondo tenía razón, habían muchos colores que no solías encontrar en tiendas normales, supuse que se utilizaban sobre todo para los disfraces de carnavales y por eso no los había todo el año.
Mientras ella examinaba uno por uno los botes de pintura, analizando sus colores y sus texturas yo decidí dejar descansar a mi mente y distraerse con el espectáculo del mercadillo de carnaval. Muchas personas iban disfrazadas, algunos disfraces estaban muy trabajados, tanto que seguramente debajo de ellos solo podría esconderse algún burgués aburrido… otros no eran tan magníficos pero tenían su gracia, mascaras con expresiones grotescas, hombres con vestidos y pechos extremadamente grandes y falsos. Me reí entre dientes viendo el espectáculo particular de unos hombres vestidos de damas de compañía incordiando a unos jóvenes que no dejaban de sonrojarse.
Pero no era lo único que había por allí, de hecho si no tuviese tenido que ir cargando con todas esas cajas me lo estaría pasando en grande. Por supuesto no faltaba el grupo de música que animaba con sus canciones populares y que en cierto modo tenían un aire vulgar que provocaba la risa de todos sus espectadores, tampoco faltaban los típicos artistas extranjeros que controlaban habilidades extraordinarias como echar fuego por la boca, tragarse espadas o hacer torres humanas sorprendentes.
-Vamos Natalia, date prisa que esto pesa.
-No te pongas impaciente, ya estoy terminando.- Resople resignado. Mire hacia el cielo, pronto anochecería.
-Ya esta, ya las tengo todas-me dijo Natalia contando los botes de colores- Bueno, tú te llevas todo eso…-puso los colores sobre las cosas que llevaba encima y cogió una de las cajas-y yo me llevo esto, ¿Podrás con todo?
-Si…podré con todo, pero ¿Es que te vas ya? ¿No vienes a la casa a ordenar todo esto?
-No, lo siento, he quedado con Catalina, le prometí que cuidaría de su niña esta noche – me sonrió y yo la fulmine con la mirada.
-Está bien…pero la próxima podrías avisar, le hubiese pedido a Joseph o alguien que me acompañase para no llevar todo esto yo solo.
-Perdoooona, no volverá a ocurrir, en fin, nos vemos ¡que llego tarde!-me dio un beso en la mejilla y se fue corriendo.
-Perdona perdona ñeñe… ¡habrase visto!- enfurruñado empecé a caminar intentando salir del barullo del mercadillo, pero antes de conseguir mi objetivo alguien me golpeo el brazo ¡cómo no! La caja de abalorios se cayó al suelo y se esparcieron por el empedrado –Mierda…-no pude ver a quien me empujó, si no, le habría cantado las cuarenta, tuve que arrodillarme y dejar las cajas muy cerca para evitar que me las robasen y empecé a recoger las dichas piezas.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/10/2013
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Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Continuó su camino mezclándose con todas clase de personas en el carnaval. Todo era tan colorido, tan divertido, que era inevitable no contagiarse con toda la algarabía. Se sentía feliz, renovada, con nuevos bríos, con mucha energía. ¡FELIZ! Sonreía como nunca antes en la vida, pues todo parecía tan mágico, tan etéreo, que parecía sacado de un cuento de hadas. De los que tenían finales felices, claro está. De los que solían hablarle algunas bailarinas del cabaret que tenían la dicha de saber leer y escribir.
¡Cuanto deseaba que la ciudad de Parìs, fuese así todo el tiempo! En donde las clases sociales quedaban relegadas a segundo término. No había ricos ni pobres, sólo personas disfrutando por todos los rincones; donde las personas regalaban sonrisas, paz y felicidad, en lugar de azotes y despotismo. Eran tan fácil y lo mejor de todo, era gratis. ¿Por qué la ciudad no se volvía tan mágica como aquel bello momento? ¿Por qué? Quizás pecara de ingenua, pero su deseo siempre había sido el que no pelearan los unos contra los otros. Ser todos iguales...
Tras un momento filosófico, decidió continuar cantando y bailando hasta el punto de tener que tomar un breve descanso para masajear sus pies doloridos y cansados. Fue ahí - que como gotas de lluvia - llegaron hasta ella, varias piedrecitas multicolores que provenían de alguna parte cuesta arriba. Se levantó para recoger una por una hasta dar con el génesis de aquel pequeño gran misterio. Una vez encontró la causa, percibió que el joven se encontraba en grandes aprietos tratando de recolectarlas, sin evitar descuidar el resto de la mercancía.
-Permítame ayudarle monsieur - Apresurada, atrapó cada una de las cuentas.- Aquí tiene, no he dejado escapar ni una sola-. Levantó su vista hacia el y... El sol parecía brillar más que de costumbre. El joven en apuros era alto, demasiado alto. Calculaba le llevaba al menos unos veinticinco centímetros. Y sus ojos eran como el cielo azul. Eran hermosos. Suzette perdió el habla por algunos segundos que parecieron eternos. No supo que decir. A decir verdad estaba deslumbrada por la galanura de aquel hombre que nunca había visto en su vida. Sus mejillas se tornaron sonrosadas. Bajó la mirada para no sentirse expuesta y avergonzada.
¡Cuanto deseaba que la ciudad de Parìs, fuese así todo el tiempo! En donde las clases sociales quedaban relegadas a segundo término. No había ricos ni pobres, sólo personas disfrutando por todos los rincones; donde las personas regalaban sonrisas, paz y felicidad, en lugar de azotes y despotismo. Eran tan fácil y lo mejor de todo, era gratis. ¿Por qué la ciudad no se volvía tan mágica como aquel bello momento? ¿Por qué? Quizás pecara de ingenua, pero su deseo siempre había sido el que no pelearan los unos contra los otros. Ser todos iguales...
Tras un momento filosófico, decidió continuar cantando y bailando hasta el punto de tener que tomar un breve descanso para masajear sus pies doloridos y cansados. Fue ahí - que como gotas de lluvia - llegaron hasta ella, varias piedrecitas multicolores que provenían de alguna parte cuesta arriba. Se levantó para recoger una por una hasta dar con el génesis de aquel pequeño gran misterio. Una vez encontró la causa, percibió que el joven se encontraba en grandes aprietos tratando de recolectarlas, sin evitar descuidar el resto de la mercancía.
-Permítame ayudarle monsieur - Apresurada, atrapó cada una de las cuentas.- Aquí tiene, no he dejado escapar ni una sola-. Levantó su vista hacia el y... El sol parecía brillar más que de costumbre. El joven en apuros era alto, demasiado alto. Calculaba le llevaba al menos unos veinticinco centímetros. Y sus ojos eran como el cielo azul. Eran hermosos. Suzette perdió el habla por algunos segundos que parecieron eternos. No supo que decir. A decir verdad estaba deslumbrada por la galanura de aquel hombre que nunca había visto en su vida. Sus mejillas se tornaron sonrosadas. Bajó la mirada para no sentirse expuesta y avergonzada.
Suzette Vaillant- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
“Una, dos…como pierda alguna Natalia me mata…” solo podía pensar en la bronca que me llevaría después si perdía alguna de aquellas dichosas piedrecitas…aunque pensándolo bien, habían tantas que igual no se daba ni cuenta. Guardé todas las que pude encontrar en la caja.
-Bueno…al menos parece semi-llena-dije en voz baja.
“-Permítame ayudarle monsieur “– una voz suave y femenina llamó mi atención, la mire, ella estaba agachada recogiendo otras cuantas piedrecitas más, su cabello castaño y largo le cubría el rostro. Me entrego las que habían encontrado y le sonreí.
-Muchas gracias, creo que eran todas las que me faltaban-las guarde en la caja y si, ahora parecía mucho más llena. La miré un momento con detenimiento, por alguna razón se había sonrojado y eso inevitablemente me hizo sonreír otra vez, era una joven muy bonita, con unas manos muy suaves, que sentí cuando me dio las piezas.
Deje las cajas ordenadas lo mejor que pude pero aun no las levante, quería tener un tiempo de libertad para poder hablar con mi salvadora.
-Me has salvado, gracias nuevamente-no sabía cómo empezar, quería darle las gracias de alguna forma, en París la gente no suele hacer cosas de ese tipo, cualquier otro se hubiese guardado las piezas y habría intentado sacar algún dinero por ellas, seguramente, si se hubiese tratado de un pícaro, ahora mismo las estaría comprando. –muy pocos las hubiesen devuelto, ¿puedo…? ¿Puedo agradecértelo de alguna forma? Sin tu ayuda no habría podido encontrarlas todas y mi jefa me habría matado-me reí entre dientes, la joven parecía algo tímida y no quería que desconfiase de mi- me llamo Kurt-le tendí la mano, esperaba que con aquello tuviese algo más de confianza conmigo y me dejase recompensarla.
-Bueno…al menos parece semi-llena-dije en voz baja.
“-Permítame ayudarle monsieur “– una voz suave y femenina llamó mi atención, la mire, ella estaba agachada recogiendo otras cuantas piedrecitas más, su cabello castaño y largo le cubría el rostro. Me entrego las que habían encontrado y le sonreí.
-Muchas gracias, creo que eran todas las que me faltaban-las guarde en la caja y si, ahora parecía mucho más llena. La miré un momento con detenimiento, por alguna razón se había sonrojado y eso inevitablemente me hizo sonreír otra vez, era una joven muy bonita, con unas manos muy suaves, que sentí cuando me dio las piezas.
Deje las cajas ordenadas lo mejor que pude pero aun no las levante, quería tener un tiempo de libertad para poder hablar con mi salvadora.
-Me has salvado, gracias nuevamente-no sabía cómo empezar, quería darle las gracias de alguna forma, en París la gente no suele hacer cosas de ese tipo, cualquier otro se hubiese guardado las piezas y habría intentado sacar algún dinero por ellas, seguramente, si se hubiese tratado de un pícaro, ahora mismo las estaría comprando. –muy pocos las hubiesen devuelto, ¿puedo…? ¿Puedo agradecértelo de alguna forma? Sin tu ayuda no habría podido encontrarlas todas y mi jefa me habría matado-me reí entre dientes, la joven parecía algo tímida y no quería que desconfiase de mi- me llamo Kurt-le tendí la mano, esperaba que con aquello tuviese algo más de confianza conmigo y me dejase recompensarla.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/10/2013
Localización : París
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Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Era demasiado obvia y tonta. El rostro del joven le había impresionado y no digamos su altura. Pensándolo bien, todos eran muy altos y ella demasiada baja en estatura. Trató de desviar la mirada y entrecerrar los ojos, fingiendo que los rayos del sol le molestaban.
-No tiene nada que agradecerme monsieur. - hizo una breve reverencia, tomando dos extremos de su vestido-. Son unas piedrecitas muy hermosas, hubiese sido una lástima el que las extraviase. Eh, ¿necesita que le ayude a acomodar las cajas también? si las apila una tras otra podrían caer, y si tiene más piedras como las otras, estará en graves problemas. Manos faltarán para recogerlas todas, plazuela abajo. Permítame...
Suzette ra una señorita muy acomedida y servicial por naturaleza. Siempre dispuesta a tender la mano a aquel que la necesitase.
-Repito que lo hice con gusto. Sé lo que es perder cosas importantes y que no te las devuelvan- suspiró-. No queremos que su jefa se enoje con usted. ¿Puedo preguntar para que tantas cajas? -también era sumamente curiosa y preguntaba a diestra y siniestra sin medir las consecuencias. Pero así era ella y tal vez, sólo tal vez, nunca cambiaría-. Mucho gusto monsieur Kurt- otra reverencia más -. Mi nombre es Suzette Vaillant, encantada. Y si ha de querer agradecerme, entonces hágalo después de que le ayude a llevar todo esto a buen resguardo. Si usted voltea hacia arriba, la lluvia ya no tarda en caer. Las nubes están muy negras. Lloverá créame, tengo experiencia en éstos casos.
Por supuesto que llovería, hasta el más ignorante podría conocer tal hecho, pero ¿qué importaba? tenía tiempo de sobra. Era su día libre y podría hacer lo que más le apeteciese.
-No tiene nada que agradecerme monsieur. - hizo una breve reverencia, tomando dos extremos de su vestido-. Son unas piedrecitas muy hermosas, hubiese sido una lástima el que las extraviase. Eh, ¿necesita que le ayude a acomodar las cajas también? si las apila una tras otra podrían caer, y si tiene más piedras como las otras, estará en graves problemas. Manos faltarán para recogerlas todas, plazuela abajo. Permítame...
Suzette ra una señorita muy acomedida y servicial por naturaleza. Siempre dispuesta a tender la mano a aquel que la necesitase.
-Repito que lo hice con gusto. Sé lo que es perder cosas importantes y que no te las devuelvan- suspiró-. No queremos que su jefa se enoje con usted. ¿Puedo preguntar para que tantas cajas? -también era sumamente curiosa y preguntaba a diestra y siniestra sin medir las consecuencias. Pero así era ella y tal vez, sólo tal vez, nunca cambiaría-. Mucho gusto monsieur Kurt- otra reverencia más -. Mi nombre es Suzette Vaillant, encantada. Y si ha de querer agradecerme, entonces hágalo después de que le ayude a llevar todo esto a buen resguardo. Si usted voltea hacia arriba, la lluvia ya no tarda en caer. Las nubes están muy negras. Lloverá créame, tengo experiencia en éstos casos.
Por supuesto que llovería, hasta el más ignorante podría conocer tal hecho, pero ¿qué importaba? tenía tiempo de sobra. Era su día libre y podría hacer lo que más le apeteciese.
Suzette Vaillant- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Dijo que se llamaba Suzette…un nombre que ya había oído antes, de pequeño, pero no podría tratarse de ella ya que tenía aspecto de ser bastante joven, quizá más que yo. Me preguntó para qué las utilizaría y se ofreció a ayudarme a llevarlas a buen recaudo, sin duda era una joven bastante comedida. ¿De dónde había salido? En esos tiempos que corrían las personas como ella escaseaban.
-Bueno es que…trabajo en una compañía de teatro y estos abalorios son para los trajes y complementos que llevan los actores. –separe las cajas en dos bloques, por un lado puso las cajas más livianas y en el otro las que pesaban más-seriáis muy amable si me ayudaseis a llevar esto hasta un coche, el lugar al que debo llevarlas está un poco lejos.
Miré hacia el cielo y efectivamente estaba encapotado, en cualquier momento nos caería un chaparrón encima y no quería volver a tirar nada al suelo, con la lluvia y el caos que esta genera sería imposible recuperar nada. Quizá era abusar de su amabilidad pero estaba dispuesto a devolver el favor como es debido. Le di las cajas más livianas y caminamos saliendo del bullicio y el gentío del mercado. Era entretenido ir a las ferias como esa, siempre se encontraban cosas diferentes e increíbles, disfraces únicos, dulces que solo se comían en esa época del año. Pero ya era hora de irse.
Buscamos un coche que nos llevase hasta la casa-teatro y encontramos uno que iba hacia allí –Muchas gracias Suzette, sin ti no lo hubiese conseguido…-parecía una buena chica y muy agradable-¿te gustaría venir conmigo? Así conocer el lugar en el que trabajo y a todos los de la Trope- aquello se llamaba publicidad, puede que Suzette conociese gente y que viniesen a ver sus espectáculos, siempre era necesario tener más público y la mejor forma de conseguirlo era haciendo que se corriese la voz sobre ellos.
-Bueno es que…trabajo en una compañía de teatro y estos abalorios son para los trajes y complementos que llevan los actores. –separe las cajas en dos bloques, por un lado puso las cajas más livianas y en el otro las que pesaban más-seriáis muy amable si me ayudaseis a llevar esto hasta un coche, el lugar al que debo llevarlas está un poco lejos.
Miré hacia el cielo y efectivamente estaba encapotado, en cualquier momento nos caería un chaparrón encima y no quería volver a tirar nada al suelo, con la lluvia y el caos que esta genera sería imposible recuperar nada. Quizá era abusar de su amabilidad pero estaba dispuesto a devolver el favor como es debido. Le di las cajas más livianas y caminamos saliendo del bullicio y el gentío del mercado. Era entretenido ir a las ferias como esa, siempre se encontraban cosas diferentes e increíbles, disfraces únicos, dulces que solo se comían en esa época del año. Pero ya era hora de irse.
Buscamos un coche que nos llevase hasta la casa-teatro y encontramos uno que iba hacia allí –Muchas gracias Suzette, sin ti no lo hubiese conseguido…-parecía una buena chica y muy agradable-¿te gustaría venir conmigo? Así conocer el lugar en el que trabajo y a todos los de la Trope- aquello se llamaba publicidad, puede que Suzette conociese gente y que viniesen a ver sus espectáculos, siempre era necesario tener más público y la mejor forma de conseguirlo era haciendo que se corriese la voz sobre ellos.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Fue un momento casi apoteósico. Los abalorios serían para la manufactura de trajes para actores. ¡Kurt trabajaba en un teatro! ¿No había algo tan hermoso como aquello? Estaba tratando con un actor ni más ni menos. Su mayor sueño de toda la vida era convertirse en una excelente actriz y cantante. ¿Sería que es el destino hubiese decidido que las piedrecillas se regasen por la callejuela y que ella fuese la que les encontraste? Su corazón dio un vuelco, al sentir como la emoción invadía cada una de las partes de su cuerpo. Inclusive su piel se erizó. ¿En verdad estaba ocurriendo? ¿No estaba soñando?
Palmeó sus mejillas en un par de ocasiones para cerciorarse de que estaba despierta. Para su gran beneplácito, todo era real. Kurt era real y le estaba haciendo una de las invitaciones más extraordinarias de toda su corta existencia. Estaría completamente chiflada -aún más- si despreciase una oportunidad semejante.
-¡Pero claro que quiero ir! -natural y atolondrada como era ella, se echó encima para darle un gran abrazo. Si algo tenía Suzette, era su transparencia. Ella no podía ocultar sus emociones tanto a favor, como encontra. Tan natural era su manera de comportarse, que era muy fácil darse cuenta si estaba feliz, triste o contenta. En aquel instante irradiaba felicidad y gratitud por todos los poros de su piel.
-¡Vamos, vamos, ¡que se hace tarde! -se internó en el carruaje, y durante todo el trayecto, fue asomada por una de las ventanas del mismo. Pareciese que fuese la primera vez que abordaba uno. Parecía una niña pequeña, la cual se maravillaba con cada una de las cosas que se encontraban por el camino: Un perro, un gato con moño, un niño con una enorme paleta de caramelo, los vestidos de las mujeres de alta sociedad, en fin. Todo era una auténtica aventura.
De vez en cuando regresaba la atención a Kurt, para preguntarle si aún faltaba mucho para llegar. Estaba ansiosa, quería comerse el mundo en un solo bocado. ¡Por fin conocería actores de verdad! Cuando se enterasen las chicas del cabaret... Estaba segura de que no le iban a creer absolutamente nada. Ni una sola palabra.
Palmeó sus mejillas en un par de ocasiones para cerciorarse de que estaba despierta. Para su gran beneplácito, todo era real. Kurt era real y le estaba haciendo una de las invitaciones más extraordinarias de toda su corta existencia. Estaría completamente chiflada -aún más- si despreciase una oportunidad semejante.
-¡Pero claro que quiero ir! -natural y atolondrada como era ella, se echó encima para darle un gran abrazo. Si algo tenía Suzette, era su transparencia. Ella no podía ocultar sus emociones tanto a favor, como encontra. Tan natural era su manera de comportarse, que era muy fácil darse cuenta si estaba feliz, triste o contenta. En aquel instante irradiaba felicidad y gratitud por todos los poros de su piel.
-¡Vamos, vamos, ¡que se hace tarde! -se internó en el carruaje, y durante todo el trayecto, fue asomada por una de las ventanas del mismo. Pareciese que fuese la primera vez que abordaba uno. Parecía una niña pequeña, la cual se maravillaba con cada una de las cosas que se encontraban por el camino: Un perro, un gato con moño, un niño con una enorme paleta de caramelo, los vestidos de las mujeres de alta sociedad, en fin. Todo era una auténtica aventura.
De vez en cuando regresaba la atención a Kurt, para preguntarle si aún faltaba mucho para llegar. Estaba ansiosa, quería comerse el mundo en un solo bocado. ¡Por fin conocería actores de verdad! Cuando se enterasen las chicas del cabaret... Estaba segura de que no le iban a creer absolutamente nada. Ni una sola palabra.
Suzette Vaillant- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Antes de terminar de subir todas las cajas al coche que nos llevaría hasta el pequeño teatro, Suzette se abalanzó sobre mi y me abrazo con emoción, eso sin duda no me lo esperaba, pero por supuesto no la rechace, devolví el abrazo un poco tímido. A veces el contacto físico de aquella forma me resultaba un tanto chocante, pero en ella no me molesto.
Enseguida se subió al transporte y yo seguí sus pasos, parecía más niña de lo que un primer momento pensé, se la veía completamente emocionada por el viaje, como si aquello fuese una gran aventura o fuese la primera vez que salía de París, eso me hizo plantearme algunas preguntas…
Realmente no sabía nada de aquella joven y ella tampoco de mi, quizá ese viaje era buen momento para empezar a conocernos un poco más.
-No, aun queda un poco, pero estamos cerca- sonreí, era la cuarta vez que me preguntaba, pero no me molestaba su entusiasmo ni mucho menos. – ¿Eres de París?
Me daba la impresión de que no y no solo por su actitud bondadosa y comedida si no por su acento. Era ligeramente diferente, aunque puede que me equivocase. Empecé a fijarme más en ella, a hacer un pequeño análisis de su persona. Por su puesto no era una aristócrata, y no me daba la sensación de que fuese una niña bien de padres burgueses. Veía en sus ojos lo mismo que muestran aquellos que han pasado necesidad. A pesar de ello llevaba un vestido limpio y que le favorecía, como dije, sus manos eran suaves y cuando me abrazó pude sentir un pequeño deje de perfume. No estaba muy seguro de nada con respecto a ella, así que debía hacer más preguntas.
-Pareces muy joven, ¿Cuántos años tienes? Si puedo preguntar, claro. –me reí entre dientes recordando que nunca debes preguntarle la edad a una mujer.
Enseguida se subió al transporte y yo seguí sus pasos, parecía más niña de lo que un primer momento pensé, se la veía completamente emocionada por el viaje, como si aquello fuese una gran aventura o fuese la primera vez que salía de París, eso me hizo plantearme algunas preguntas…
Realmente no sabía nada de aquella joven y ella tampoco de mi, quizá ese viaje era buen momento para empezar a conocernos un poco más.
-No, aun queda un poco, pero estamos cerca- sonreí, era la cuarta vez que me preguntaba, pero no me molestaba su entusiasmo ni mucho menos. – ¿Eres de París?
Me daba la impresión de que no y no solo por su actitud bondadosa y comedida si no por su acento. Era ligeramente diferente, aunque puede que me equivocase. Empecé a fijarme más en ella, a hacer un pequeño análisis de su persona. Por su puesto no era una aristócrata, y no me daba la sensación de que fuese una niña bien de padres burgueses. Veía en sus ojos lo mismo que muestran aquellos que han pasado necesidad. A pesar de ello llevaba un vestido limpio y que le favorecía, como dije, sus manos eran suaves y cuando me abrazó pude sentir un pequeño deje de perfume. No estaba muy seguro de nada con respecto a ella, así que debía hacer más preguntas.
-Pareces muy joven, ¿Cuántos años tienes? Si puedo preguntar, claro. –me reí entre dientes recordando que nunca debes preguntarle la edad a una mujer.
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
- Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 11/10/2013
Localización : París
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Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Iba observando todo cuanto ocurriese por las callejuelas, que no reparé en un principio en ninguna de sus preguntas. De cualquier forma, regresé a mi asiento para no parecer una niña malcriada y mal educada. Alisé el vestido y acomodé mi cabello que se había alborotado al contacto con el aire.
-Soy de París. Toda mi vida he vivido aquí. No conozco mas allá del centro de la ciudad y algunos alrededores, monsieur. - Sonreí, sin sentirme cohibida. El caballero me daba confianza y no sabía por qué. Yo era inexperta en muchas cosas, pero sabía o intuía inmediatamente cuando alguien estaba mintiendo. Éste no era el caso. - Tengo dieciocho años. Sé que parezco un poco más joven, pero le aseguro que mis palabras son ciertas. De lo contrario, no estuviese dentro del coche con usted-. Mis mejillas se tiñeron de un ligero rubor. No quería bajo ninguna circunstancia que pensase que estaba haciendo algo indebido. En el fondo deseaba sentirme a la altura-.Yo soy cantante y bailarina en el cabaret-.Lo escupí sin un ápice de vergüenza, sin remordimiento. Nunca había hecho algo malo y por el contrario hacía lo que más me gustaba hacer en el mundo. Era un trabajo honrado para mí, aunque a ojos de propios y extraños, fuese mal visto - Tengo poco tiempo de trabajar, y hoy es mi día libre. ¡Por eso estoy muy contenta! y usted debe ser actor, con ése porte, debe serlo ¿verdad?
Abrí los ojos esperando una respuesta afirmativa. No podía estar equivocada. Alguien como él, con su altura, su manera de mirar y de hablar, debía ser un actor. De ser el caso estaría frente al primero de toda mi vida y enseguida le plantearía muchas preguntas que siempre habían rondado en mi cabeza.
-Soy de París. Toda mi vida he vivido aquí. No conozco mas allá del centro de la ciudad y algunos alrededores, monsieur. - Sonreí, sin sentirme cohibida. El caballero me daba confianza y no sabía por qué. Yo era inexperta en muchas cosas, pero sabía o intuía inmediatamente cuando alguien estaba mintiendo. Éste no era el caso. - Tengo dieciocho años. Sé que parezco un poco más joven, pero le aseguro que mis palabras son ciertas. De lo contrario, no estuviese dentro del coche con usted-. Mis mejillas se tiñeron de un ligero rubor. No quería bajo ninguna circunstancia que pensase que estaba haciendo algo indebido. En el fondo deseaba sentirme a la altura-.Yo soy cantante y bailarina en el cabaret-.Lo escupí sin un ápice de vergüenza, sin remordimiento. Nunca había hecho algo malo y por el contrario hacía lo que más me gustaba hacer en el mundo. Era un trabajo honrado para mí, aunque a ojos de propios y extraños, fuese mal visto - Tengo poco tiempo de trabajar, y hoy es mi día libre. ¡Por eso estoy muy contenta! y usted debe ser actor, con ése porte, debe serlo ¿verdad?
Abrí los ojos esperando una respuesta afirmativa. No podía estar equivocada. Alguien como él, con su altura, su manera de mirar y de hablar, debía ser un actor. De ser el caso estaría frente al primero de toda mi vida y enseguida le plantearía muchas preguntas que siempre habían rondado en mi cabeza.
Suzette Vaillant- Humano Clase Baja
- Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 22/08/2015
Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
A medida que avanzábamos iban dejando atrás las calles empedradas, las casas y los comercios parisinos. El camino se teñía de tierra y las casas pequeñas y más dispersas que en el centro de la ciudad poblaban el nuevo paisaje, ya estaban cerca de su destino.
Suzette parecía algo distraída aunque después se sentó colocándose el vestido y contestando a mis preguntas. Era bastante joven y además era artista, el mismo trabajo que mi madre. Sin embargo eso me sorprendió, no me esperaba que una joven como ella, que parecía tan educada e inocente se dedicase a algo así, no me la imaginaba en un cabaret por la noche rodeada de humo de puros de los hombres trajeados que solían frecuentar esos locales.
-Vaya, seguro que tienes una voz preciosa –sonreí- pues sí, soy actor de teatro callejero –le hice una pequeña reverencia un tanto exagerada-a veces soy duque, otras un pastor enamorado, en muchas ocasiones el que al final muere y el héroe cuando se tercia-sonreí ampliamente, me gustaba hablar de mi trabajo, era algo que me apasionaba y del que estaba muy orgulloso.
El camino se volvió pedregoso, señal de que entraban por la zona en la que se encontraba la casa. Empezamos a dar botes dentro del coche- mira, es allí- le enseñé la casa-teatro a través de la ventana. Se veía a lo lejos.- Antes era la casa de una familia adinerada pero el hijo que se hizo cargo de la fortuna dilapidó todo lo que tenían jugando al poker, así es como el tipo que me nos la vendió consiguió esa casona. Estuvo deshabitada más de diez años, todos decían que pesaba una maldición sobre ella, aunque yo creo que eso solo son cuentos de viejas-me reí entre dientes- así que la conseguimos por un precio muy bajo, tuvimos suerte la verdad.
Giraron a la derecha para llegar finalmente, la casa no tenía mucho alrededor, había un terrateniente que se había quedado con todas las tierras de la familia que vivió allí antes por lo que todo lo que rodeaba a la casa eran sembradíos de cereales lo que le daba un color amarillento al paisaje.
-Cuando lleguemos te presentaré a todos, seguramente estén ensayando así que podrás ver todo nuestro trabajo-me emocionaba poder enseñarle a alguien todo lo que hacíamos allí.
El carro se detuvo frente a la casa y allí ya les esperaba Josep dispuesto a ayudar con las cajas que sabía que Kurt traía. Josep era un niño de 10 años que trabajaba como ayudante y aprendiz.
-Jefe, por fin ha llegado, ya estábamos preocupados, ha tardado mucho
-Siento haberos preocupado, tuve un problema con unos abalorios –me reí-menos mal que Suzette estaba allí para ayudarme-miro a Suzette- ven que os presento
Suzette parecía algo distraída aunque después se sentó colocándose el vestido y contestando a mis preguntas. Era bastante joven y además era artista, el mismo trabajo que mi madre. Sin embargo eso me sorprendió, no me esperaba que una joven como ella, que parecía tan educada e inocente se dedicase a algo así, no me la imaginaba en un cabaret por la noche rodeada de humo de puros de los hombres trajeados que solían frecuentar esos locales.
-Vaya, seguro que tienes una voz preciosa –sonreí- pues sí, soy actor de teatro callejero –le hice una pequeña reverencia un tanto exagerada-a veces soy duque, otras un pastor enamorado, en muchas ocasiones el que al final muere y el héroe cuando se tercia-sonreí ampliamente, me gustaba hablar de mi trabajo, era algo que me apasionaba y del que estaba muy orgulloso.
El camino se volvió pedregoso, señal de que entraban por la zona en la que se encontraba la casa. Empezamos a dar botes dentro del coche- mira, es allí- le enseñé la casa-teatro a través de la ventana. Se veía a lo lejos.- Antes era la casa de una familia adinerada pero el hijo que se hizo cargo de la fortuna dilapidó todo lo que tenían jugando al poker, así es como el tipo que me nos la vendió consiguió esa casona. Estuvo deshabitada más de diez años, todos decían que pesaba una maldición sobre ella, aunque yo creo que eso solo son cuentos de viejas-me reí entre dientes- así que la conseguimos por un precio muy bajo, tuvimos suerte la verdad.
Giraron a la derecha para llegar finalmente, la casa no tenía mucho alrededor, había un terrateniente que se había quedado con todas las tierras de la familia que vivió allí antes por lo que todo lo que rodeaba a la casa eran sembradíos de cereales lo que le daba un color amarillento al paisaje.
-Cuando lleguemos te presentaré a todos, seguramente estén ensayando así que podrás ver todo nuestro trabajo-me emocionaba poder enseñarle a alguien todo lo que hacíamos allí.
El carro se detuvo frente a la casa y allí ya les esperaba Josep dispuesto a ayudar con las cajas que sabía que Kurt traía. Josep era un niño de 10 años que trabajaba como ayudante y aprendiz.
-Jefe, por fin ha llegado, ya estábamos preocupados, ha tardado mucho
-Siento haberos preocupado, tuve un problema con unos abalorios –me reí-menos mal que Suzette estaba allí para ayudarme-miro a Suzette- ven que os presento
Kurt Callahan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 11/10/2013
Localización : París
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Re: ...De colores, olores y sabores. / Kurt
Cuando llegaron a aquel lugar. ¡Suzette quedó completa maravillada! Era una residencia enorme, que aunque no estaba en sus mejores tiempos, poseía una belleza admirable todavía. Tenía muchas ventanas abiertas de par en par muy altas y anchas. Un jardín que aunque estaba seco en aquellos momentos, seguramente cuando llegase la primavera, estaría rodeada de florecillas silvestres por todas partes. De verdad aquel lugar tenía un encanto mágico, a pesar de las circunstancias estaba rodeado de vida por todas partes. Y sonrió como nunca, porque todo aquello era tan diferente, tan nuevo y tan extraño, que la hacían olvidar por un momento la triste realidad y los momentos oscuros que aún tenía que vivir y sus carencias. Era como un mágico castillo. Kurt le presentaría a todos los actores. ¿Podía pedir algo más? ¡Era uno de los sueños más grandes de su vida! Palmeó las manos y espero impaciente, saludando en primera instancia a aquel pequeñajo vivaz que ayudaba con gran ahínco. Su nombre era Josep, mismo al que le dió un beso en cada mejilla. Sus mejillas se tornaron sonrojadas, resaltando aún más las pecas del niño.
- ¡Así que aquí es el centro de todo! Nuna habría podido imaginarlo. Generalmente los actores - 0 al menos es lo que me han dicho - rectificó - Ensayan en grandes teatros rodeados de butacas... Pero por lo que puedo apreciar, ustedes tienen un sitio muy especial. Me gusta, si...
La curiosidad la tenía extasiada. Para cuando entraron al recinto, se percató de que muchas personas iban y venían, realizando tareas diversas. Algunos otros, ensayaban en lo que parecía ser el entarimado principal, recitando diáligos que desconocía. Se acercó a ellos para escucharlos más de cerca, imaginando que era ella la hermosa mujer de ojos verdes y cabellera negra. Se imaginó tal y cual siempre había sido el sueño de toda su corta vida.
- ¡Así que aquí es el centro de todo! Nuna habría podido imaginarlo. Generalmente los actores - 0 al menos es lo que me han dicho - rectificó - Ensayan en grandes teatros rodeados de butacas... Pero por lo que puedo apreciar, ustedes tienen un sitio muy especial. Me gusta, si...
La curiosidad la tenía extasiada. Para cuando entraron al recinto, se percató de que muchas personas iban y venían, realizando tareas diversas. Algunos otros, ensayaban en lo que parecía ser el entarimado principal, recitando diáligos que desconocía. Se acercó a ellos para escucharlos más de cerca, imaginando que era ella la hermosa mujer de ojos verdes y cabellera negra. Se imaginó tal y cual siempre había sido el sueño de toda su corta vida.
Suzette Vaillant- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 22/08/2015
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