Roar of the Lions [Libre]

por **Beth A. Randall** Dom Sep 27, 2015 7:10 pm

Aburrimiento es dejar pasar el tiempo sin que te des cuenta que lo estás perdiendo. El valor de una persona no se mide por las veces en que lo derriban, sino por las veces en que se levanta y sigue hacia adelante, la que te apoya en el camino que dura todo el recorrido. Es una mentira decir que este mundo no se mueve con ciencia y tecnología, pero también es mentira pensar que con ellas encontraremos la felicidad. Beth se limitaría ahora mismo a encontrar alguna cosa que le motive en la vida real. Ahora no había ninguna de hecho.

Estaba completamente sola con una gente que la ayudaba en lugar de su padre desaparecido. Cuando volvió de aquella habitación de burdel donde no encontró a su amiga Sarah, ella pensó que estaría quizás a salvo de todo lo que paso anteriormente. Un superviviente de dicho clan secreto se había revelado contra el líder y ahora todos estábamos dispersos y nadie sabía dónde estaba quien. Solamente una persona ha conseguido mantenerse en contacto con ella.

Era de otro clan aliado pero que estaban incluso mejor escondidos que ella detrás de la puerta de su habitación mientras esperaba los postres variados que le gustaba tomar cuando estaba algo nerviosa. ¿Alegría? Hace mucho que le robaron todas las razones por las cuales sonreír, solo una leve sonrisa se dibuja en su cara cuando se da cuenta que aún tiene esperanzas, pero al rato de sus ojos fluye un rio de lágrimas al darse cuenta de que sonrió por un sueño que como siempre se esfumara de sus manos cuando la realidad le obligó a despertar.

Trabaja en una perfumería dirigida por la familia Bureau. Su jefa esta algo loca pero le agrada su compañía debido a que es demasiado valiente, y le da envidia que su jefa sea tan liberal a la vez de pasional. Ojala hubiera algún hombre que la deseara como aquel inquisidor deseaba a su jefa. Había montado una historia extraña entre ambas personas que Beth no llegaba a comprender del todo.

Era todo muy extraño, pero el ambiente en la tienda le resultaba agradable. Atendía a gente y hacia cosas. A pesar de ser de Alta, ella trabajaba por el mero hecho de que quería valerse por sí misma y no probarlo en un cómodo colchón con una mujer o un hombre a su lado. Ella podría aprender a hacer más cosas más que seguir teniendo sexo y que su padre aun así lo descubra y entonces si quedarse sin apenas ningún centavo.

por **Jake Vague** Miér Sep 30, 2015 5:03 am

Los callejones de París me recuerdan tiempos mas oscuras, tiempos en que viví en las calles. Un niño sin padres y sin familia, buscando entre la basura un mendrugo de pan. Otras veces no lo buscaba... lo tomaba. Robar no era algo que me gustara hacer, pero el hambre lleva a eso. Un día como era lógico me pillaron y fue la primera vez que la magia entro a mi vida. Empuje al panadero que me pillo, no con las manos sino solo con el deseo de que eso ocurriera., luego de eso escape.

Llevaba unos dias desde que llegue a la ciudad luz, la orden nos enseña a no llamar la atención y ha ser eficientes en nuestro trabajo. Somos cazadores de lo que acecha en la noche, buscando el balance. En París mis habilidades serían apreciadas, la verdad es que la orden no nos prohibe cobrar por nuestro trabajo, por el contrario aceptamos contratos con la finalidad de obtener sustento no solo mantenernos a nosotros, sino también a la orden.

Hoy debía comprar algunas cosas para realizar una pócima para un trabajo... Necesito alcohol, extracto de rosa y regaliz, parte de un extracto para ver en la oscuridad. La orden centra sus pócima no afectar a la víctima, sino al hechicero, incrementando su fuerza, velocidad de sanción, sentidos, incluso rapidez o la agilidad, claro nada es gratis, como decía el viejo Bernard. Las pócima están hechas de sustancias tóxicas para cualquier humano... Incluyendonos, la única diferencia es que nos preparamos para resistirlas.

Ese dia entre a una perfumería por los ingredientes. Habían algunos cuantos clientes en aquel establecimiento, llevaba una camisa blaca y un chaleco, con un pantalon de cuero y en un bolso a mi espalda traía mis armas, ocultas a la vista. Miraba a cada uno sintiendo percibiendo cada cosa hasta que me acerque al aparador, alli vi a una joven de cabellos negros que me llamo la atención, era la dependiente del local, aunque parecía de desencajar en ese lugar, preferí ignorar eso de momento, pero su aura me mostraba preocupación, pero que podía preocupar a una chica tan joven? -buen día... Necesito unas cosas señorita, alcohol de 80 grados, regaliz y extracto de rosas... Los tendrá?-le dije mientras fijaba mi vista fijamente en ella.

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