AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entrenamiento |Privado|
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Entrenamiento |Privado|
Desde antes de que el sol diera sus primeras señales de salir, me puse en macha hacia el lugar al que la joven cazadora me había indicado, lo cierto era que me sentía nervioso por lo que acontecería, ¿era acaso alguna otra especie de trampa? ¿y si de alguna forma supo Selina que yo sabía dónde encontrar a los seres que se dedicaba con tanto afán a exterminar? No tenía idea pero por alguna razón la incertidumbre no me hizo retroceder en ningún momento, mis pies andaban a buen paso son yo percatarme de que se movían, mis pensamientos consumían toda mi concentración, ni siquiera me di cuenta de que ya estaba por llegar. Alcé la vista y miré con asombro una construcción mayormente de metal, posiblemente una fábrica abandonada. Miré a mis alrededores y lo parecía ser los restos de un pequeño poblado, había construcciones destruidas, seguramente por estar expuestas a lo que el Señor hubiese decidido enviar a aquellas tierras que aún no creía que eran parte de París. Entonces entré en la abandonada edificación.
Mis ojos tristes no pudieron hacer más que iluminarse ante la extraña belleza de aquella fábrica abandonada. Los pequeños agujeros en las paredes formaban varios puntos donde se filtraba la luz, me recordaba a una especie de candelabro, pero más hermoso. -Woow. -Dije por lo bajo, más en un susurro en realidad. Saqué un viejo y oxidado reloj de mi bolsillo que había conseguido años atrás, fue uno de los primeros robos que cometí cuyo recuerdo me carcomía todos los días, recordando mi pecado me persigné como lo hacía generalmente. El aparato indicaba que faltaban al menos dos horas para que llegara la joven. Decidí sentarme en el suelo y de mi bolsa de cuero saqué un pedazo de pan que comí gustoso. Acabado de comer me incorporé sin motivo aparente, solo me había hartado de estar sentado. Me acomodé la camisa blanca (comprada gracias a lo que había ganado al vender aquella red) y entonces un ruido chirriante resonó en la edificación y sentí que los pelos de mi nuca se erizaban, el estruendo me puso la piel de gallina e instintivamente saqué mi daga y me puse en posición de ataque. Me llevé una sorpresa al ver a Selina avanzando de entre las sombras. Al percatarme de su presencia, guardé de inmediato la daga y quité mi gorra tipo inglesa de mi cabeza, en señal de respeto. -Mi lady. -Dije con la respiración aún agitada del susto. -Llega usted temprano. Me ha hecho sobresaltarme.
Mis ojos tristes no pudieron hacer más que iluminarse ante la extraña belleza de aquella fábrica abandonada. Los pequeños agujeros en las paredes formaban varios puntos donde se filtraba la luz, me recordaba a una especie de candelabro, pero más hermoso. -Woow. -Dije por lo bajo, más en un susurro en realidad. Saqué un viejo y oxidado reloj de mi bolsillo que había conseguido años atrás, fue uno de los primeros robos que cometí cuyo recuerdo me carcomía todos los días, recordando mi pecado me persigné como lo hacía generalmente. El aparato indicaba que faltaban al menos dos horas para que llegara la joven. Decidí sentarme en el suelo y de mi bolsa de cuero saqué un pedazo de pan que comí gustoso. Acabado de comer me incorporé sin motivo aparente, solo me había hartado de estar sentado. Me acomodé la camisa blanca (comprada gracias a lo que había ganado al vender aquella red) y entonces un ruido chirriante resonó en la edificación y sentí que los pelos de mi nuca se erizaban, el estruendo me puso la piel de gallina e instintivamente saqué mi daga y me puse en posición de ataque. Me llevé una sorpresa al ver a Selina avanzando de entre las sombras. Al percatarme de su presencia, guardé de inmediato la daga y quité mi gorra tipo inglesa de mi cabeza, en señal de respeto. -Mi lady. -Dije con la respiración aún agitada del susto. -Llega usted temprano. Me ha hecho sobresaltarme.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: Entrenamiento |Privado|
Habían transcurrido ya varios días desde aquel en el cual la joven baronesa se había dislocado el hombro derecho. Durante el tiempo que prosiguió la inflamación fue cediendo, y eso gracias al reposo que guardó en unos días en los que a insistencia de su guardián eliminó las actividades físicas de su rutina, aunque eso provocó que la inquietud en ella fuera creciendo y solo pudo apaciguarla marchándose a una excursión a la gruta de Pech Merle adonde se abstrajo en la lectura de los dibujos que encontró en las paredes y de buena gana se habría perdido en ella durante semanas de no ser porque había hecho una promesa a aquel muchacho al que había apresado.
Había regresado entonces a la capital pero desviándose en sus afueras, el carruaje la había conducido a un poblado derruido y abandonado casi en su totalidad adonde aparte de las casas y edificaciones no quedaban restos por ser excavados ni descubiertos. Selina lo sabía porque había estado allí anteriormente, hace años a decir verdad.
El lugar sin embargo era perfecto para llevar a cabo un entrenamiento, permitía moverse en libertad sin tener que preocuparse de los accidentes que pudiesen ocurrir y para ser sinceros, dudaba de que no fuese a suceder ninguno. El mismo Cailen le había indicado que no conocía mucho de defensa y ataque.
Sus pasos le llevaron al punto de reunión, una fábrica abandonada de metal que en su antigüedad y edificación aún conservaba algo de belleza, a pesar de el desgaste que el tiempo había producido en sus láminas y que era una lástima que no se hubiese preservado mejor. Abrió la puerta de la misma, encontrándose esta sin cerrojo y un chirrido acompañó la acción. Había llegado temprano por lo que imaginó que le tocaría esperar pero se llevó la sorpresa de que el joven ya estaba allí.
Lo vió sostener algo que brillaba en la mano y de inmediato reconoció la daga. -Buenos días mister Cailen.- Sonrió leve al reconocerlo. -No estaba segura de que acudiría por lo que resulta grato corroborar que estaba interesado después de todo.- Selina salió de la oscuridad para colocarse a la vista de él, bajo las luces que se reflejaban a través de los pequeños agujeros de las paredes. -Y me impresiona verle en posición de ataque, me alegra que tenga bríos. Sería más difícil ayudarle si no tuviese usted una pizca de valor.-
-Pero dígame tengo curiosidad ¿vendió la red aquel día?- La mirada de la baronesa era afable mientras se dirigía a él, acababa de notar que llevaba una camisa nueva. -Está usted más presentable hoy.- Con la plática igualmente deseaba romper un poco el hielo antes de comenzar con el propósito de la reunión. Se le veía algo tenso, a lo mejor aún dudaba de sus intenciones o siempre era así. Había que canalizar esa tensión a algo más positivo.
Había regresado entonces a la capital pero desviándose en sus afueras, el carruaje la había conducido a un poblado derruido y abandonado casi en su totalidad adonde aparte de las casas y edificaciones no quedaban restos por ser excavados ni descubiertos. Selina lo sabía porque había estado allí anteriormente, hace años a decir verdad.
El lugar sin embargo era perfecto para llevar a cabo un entrenamiento, permitía moverse en libertad sin tener que preocuparse de los accidentes que pudiesen ocurrir y para ser sinceros, dudaba de que no fuese a suceder ninguno. El mismo Cailen le había indicado que no conocía mucho de defensa y ataque.
Sus pasos le llevaron al punto de reunión, una fábrica abandonada de metal que en su antigüedad y edificación aún conservaba algo de belleza, a pesar de el desgaste que el tiempo había producido en sus láminas y que era una lástima que no se hubiese preservado mejor. Abrió la puerta de la misma, encontrándose esta sin cerrojo y un chirrido acompañó la acción. Había llegado temprano por lo que imaginó que le tocaría esperar pero se llevó la sorpresa de que el joven ya estaba allí.
Lo vió sostener algo que brillaba en la mano y de inmediato reconoció la daga. -Buenos días mister Cailen.- Sonrió leve al reconocerlo. -No estaba segura de que acudiría por lo que resulta grato corroborar que estaba interesado después de todo.- Selina salió de la oscuridad para colocarse a la vista de él, bajo las luces que se reflejaban a través de los pequeños agujeros de las paredes. -Y me impresiona verle en posición de ataque, me alegra que tenga bríos. Sería más difícil ayudarle si no tuviese usted una pizca de valor.-
-Pero dígame tengo curiosidad ¿vendió la red aquel día?- La mirada de la baronesa era afable mientras se dirigía a él, acababa de notar que llevaba una camisa nueva. -Está usted más presentable hoy.- Con la plática igualmente deseaba romper un poco el hielo antes de comenzar con el propósito de la reunión. Se le veía algo tenso, a lo mejor aún dudaba de sus intenciones o siempre era así. Había que canalizar esa tensión a algo más positivo.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 19/09/2015
Re: Entrenamiento |Privado|
Alcé la ceja levemente al escucharla decir mi nombre con elegancia, jamás había escuchado que alguien pronunciara mi nombre de aquella forma lo cual me sorprendió e incluso me puso algo incómodo pues era algo totalmente nuevo para mí, como si en verdad yo fuese quién para que me hablaran con tal respeto. -Yo soy un hombre de palabra. -Dije mientras lentamente regresaba la gorra a mi cabeza, esbozando una sonrisa ¿acaso me había llamado valiente? vaya, eso sí que era algo nuevo. Pero se sentía bien.
-Gracias madame. Sí, la he vendido y por eso es que me ve con mejores ropas. En verdad le agradezco por haberme dejado tomarla. - Me acerqué a un barril que estaba volteado, como si fuese una mesa y retiré la bolsa de cuero que estaba atada a mi cinturón para depositarla ahí junto con mi gorra. -Entonces ¿qué haremos primero? -Pregunté al mismo tiempo que me daba la vuelta y así quedar de frente. -Lo que sea, me esforzaré.
-Gracias madame. Sí, la he vendido y por eso es que me ve con mejores ropas. En verdad le agradezco por haberme dejado tomarla. - Me acerqué a un barril que estaba volteado, como si fuese una mesa y retiré la bolsa de cuero que estaba atada a mi cinturón para depositarla ahí junto con mi gorra. -Entonces ¿qué haremos primero? -Pregunté al mismo tiempo que me daba la vuelta y así quedar de frente. -Lo que sea, me esforzaré.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: Entrenamiento |Privado|
-En realidad era usted quien mejor uso podía darle a esa red después de que esta quedó inutilizada.- Sonrió levemente al decirlo mientras su mirada seguía los movimientos del joven. -Ahora que si en verdad desea agradecerme la mejor manera es que se tome este tiempo de entrenamiento con seriedad. No me gusta hacer cosas a medias y ya que ambos nos hemos tomado la molestia de venir hasta acá hay que sacar el máximo provecho.-
Caminó hacia un espacio más despejado alejándose de los barriles. -Bien, venga.- Le hizo una señal con el dedo índice para que le siguiera. A pesar de su corta edad estaba bastante acostumbrada a que siguieran sus indicaciones, en parte por su posición actual, en parte por el carácter que había desarrollado desde niña.
Sus azules ojos se detuvieron en el joven un momento. -El otro día noté que es una persona fuerte, a pesar de que está bastante delgado. Muchos cometen el error de creer que la fuerza lo es todo y por eso se dejan vencer antes de presentar resistencia si su oponente es más grande o robusto. Cuando deba defenderse debe recordar siempre que lo importante no es quien es el más grande o quien tiene más músculos. Acá donde me ve soy más baja que usted y de contextura más fina y sin embargo sé que puedo vencerlo si así lo quiero.-
Gracias al hecho de que vestía pantalones pisó con rapidez una vieja y gruesa lona arrastrándola con su calzado hacia ellos. Acercándose al joven golpeó con su palma derecha en su pecho a la vez que alzaba su pierna izquierda y empujaba con ella detrás de sus rodillas logrando en sólo unos segundos que el muchacho cayese sobre la lona.
-El factor sorpresa sirve mucho, pero lo fundamental es la velocidad y la audacia.- Se acercó a él para tenderle la mano fingiendo que lo hacía para ayudarle a levantarse. En realidad lo que hizo fue tirar de él hacia ella, hacerse a un lado para que siguiera de largo y girar hacia el frente sin soltar su brazo para colocarlo detrás de su espalda sujetándolo con firmeza. -Si quisiera podría presionar este brazo y golpearle acá.- Hizo el movimiento dirigiendo uno de sus codos hacia sus costillas pero no le golpeó, sólo estaba demostrando el punto sin lastimarlo. Soltó su agarre y fijó su mirada en él.
-Puedo enseñarle a defenderse, igualmente a atacar e incluso a manejar algún arma que le sirva para sentirse más seguro. No es que pretenda convertirle en un cazador a menos que hubiese en usted alguna inclinación hacia ello. Al final del día quizás sus músculos le recriminen pero habrá aprendido una o dos cosas útiles si de verdad se esfuerza como dijo que lo hará, ya que de nada serviría que estemos aquí si en usted no hay verdaderos deseos de aprender. Créame, no invertiría mi tiempo en usted si no viera algo de potencial así que espero no me defraude.- Hizo una pausa y sonrió de lado. -Ahora intente hacer conmigo lo mismo que acabo de hacerle a usted. Quiero ver como se desenvuelve.-
Caminó hacia un espacio más despejado alejándose de los barriles. -Bien, venga.- Le hizo una señal con el dedo índice para que le siguiera. A pesar de su corta edad estaba bastante acostumbrada a que siguieran sus indicaciones, en parte por su posición actual, en parte por el carácter que había desarrollado desde niña.
Sus azules ojos se detuvieron en el joven un momento. -El otro día noté que es una persona fuerte, a pesar de que está bastante delgado. Muchos cometen el error de creer que la fuerza lo es todo y por eso se dejan vencer antes de presentar resistencia si su oponente es más grande o robusto. Cuando deba defenderse debe recordar siempre que lo importante no es quien es el más grande o quien tiene más músculos. Acá donde me ve soy más baja que usted y de contextura más fina y sin embargo sé que puedo vencerlo si así lo quiero.-
Gracias al hecho de que vestía pantalones pisó con rapidez una vieja y gruesa lona arrastrándola con su calzado hacia ellos. Acercándose al joven golpeó con su palma derecha en su pecho a la vez que alzaba su pierna izquierda y empujaba con ella detrás de sus rodillas logrando en sólo unos segundos que el muchacho cayese sobre la lona.
-El factor sorpresa sirve mucho, pero lo fundamental es la velocidad y la audacia.- Se acercó a él para tenderle la mano fingiendo que lo hacía para ayudarle a levantarse. En realidad lo que hizo fue tirar de él hacia ella, hacerse a un lado para que siguiera de largo y girar hacia el frente sin soltar su brazo para colocarlo detrás de su espalda sujetándolo con firmeza. -Si quisiera podría presionar este brazo y golpearle acá.- Hizo el movimiento dirigiendo uno de sus codos hacia sus costillas pero no le golpeó, sólo estaba demostrando el punto sin lastimarlo. Soltó su agarre y fijó su mirada en él.
-Puedo enseñarle a defenderse, igualmente a atacar e incluso a manejar algún arma que le sirva para sentirse más seguro. No es que pretenda convertirle en un cazador a menos que hubiese en usted alguna inclinación hacia ello. Al final del día quizás sus músculos le recriminen pero habrá aprendido una o dos cosas útiles si de verdad se esfuerza como dijo que lo hará, ya que de nada serviría que estemos aquí si en usted no hay verdaderos deseos de aprender. Créame, no invertiría mi tiempo en usted si no viera algo de potencial así que espero no me defraude.- Hizo una pausa y sonrió de lado. -Ahora intente hacer conmigo lo mismo que acabo de hacerle a usted. Quiero ver como se desenvuelve.-
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 19/09/2015
Re: Entrenamiento |Privado|
-Estoy consciente de la seriedad del asunto y le aseguro que no me lo tomaré como ningún juego pues me ha costado trabajo llegar hasta aquí y no dudo que a usted también. No sabe lo agradecido que estoy con usted al haberme dado esta oportunidad. -Dije mientras la seguí al centro de la habitación, siempre manteniendo algo de distancia entre ella y yo, era ya un hábito mío que ni siquiera podía recordar en qué momento se desarrolló. Incluso podía decir que era por mismo nerviosismo (e inclusive temor) que me producía el estar cerca de las personas de clase alta (mucho más con la realeza). Mientras la seguía prestaba atención a sus palabras y alcé ambas cejas sorprendido por lo que decía ¿fuerte? ¿yo?
-No es por contradecirle pero no me considero fuerte, en aquel momento estaba desesperado por salvar mi vida... -Dije recordando el pavor que me invadió en aquel momento. -Aunque el tamaño no importe en una pelea como dice usted, hay que admitir que es una buena ventaja. - De repente escuché un sonido, como si algo se deslizara súbitamente por el suelo pero antes de que mi cerebro pudiese registrar aquello, sentí la mano de la joven en mi pecho y luego un golpe detrás de las rodillas que al instante me hizo caer al suelo de espaldas.
Me quedé ahí tendido mientras llevaba una mano atrás de mi nuca sin poder evitar disimular una mueca del dolor. -Me doy cuenta...- Dije mientras trataba de incorporarme e ingenuamente tomaba su mano para acabar en una posición aún más vulnerable. -Lo he entendido. -Dije mientras trataba de zafar mi brazo del agarre.
Dejé escapar un suspiro de alivio al sentir que me soltaba. Por un lado me alegraba la noticia de que alguien había visto algo valioso en mí, pero por el otro me comenzaba a arrepentir pues desde mi perspectiva, el ejercicio físico no era mi fuerte. Estaba tratando de relajar mis músculos cuando escuché su siguiente instrucción... -¿Ahora? -Pregunté incrédulo.
Tomé aire un par de veces y con mi brazo derecho sujeté el suyo pero en el último minuto le solté, ese había sido un señuelo pues en realidad fue con mi otro brazo con el que la sostuve para darle la vuelta y que quedara en la misma posición que yo hacía un momento. Milagrosamente lo conseguí, pero en el último segundo recordé que ese era el brazo que se había lastimado y por el instinto de no lastimar a nadie que aún me gobernaba terminé aflojando.
-No es por contradecirle pero no me considero fuerte, en aquel momento estaba desesperado por salvar mi vida... -Dije recordando el pavor que me invadió en aquel momento. -Aunque el tamaño no importe en una pelea como dice usted, hay que admitir que es una buena ventaja. - De repente escuché un sonido, como si algo se deslizara súbitamente por el suelo pero antes de que mi cerebro pudiese registrar aquello, sentí la mano de la joven en mi pecho y luego un golpe detrás de las rodillas que al instante me hizo caer al suelo de espaldas.
Me quedé ahí tendido mientras llevaba una mano atrás de mi nuca sin poder evitar disimular una mueca del dolor. -Me doy cuenta...- Dije mientras trataba de incorporarme e ingenuamente tomaba su mano para acabar en una posición aún más vulnerable. -Lo he entendido. -Dije mientras trataba de zafar mi brazo del agarre.
Dejé escapar un suspiro de alivio al sentir que me soltaba. Por un lado me alegraba la noticia de que alguien había visto algo valioso en mí, pero por el otro me comenzaba a arrepentir pues desde mi perspectiva, el ejercicio físico no era mi fuerte. Estaba tratando de relajar mis músculos cuando escuché su siguiente instrucción... -¿Ahora? -Pregunté incrédulo.
Tomé aire un par de veces y con mi brazo derecho sujeté el suyo pero en el último minuto le solté, ese había sido un señuelo pues en realidad fue con mi otro brazo con el que la sostuve para darle la vuelta y que quedara en la misma posición que yo hacía un momento. Milagrosamente lo conseguí, pero en el último segundo recordé que ese era el brazo que se había lastimado y por el instinto de no lastimar a nadie que aún me gobernaba terminé aflojando.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: Entrenamiento |Privado|
-Precisamente, el tamaño es una ventaja pero cuando no se posee hay que echar mano de lo demás, aparte de que mientras más grande se es más fuertemente se cae.- Sonrió de lado, recordando el inicio de su propio entrenamiento. Los días con Carson, su entrenador y su guardián habían sido rigurosos, hecho que provocó que estuviese a punto de darse por vencida en muchas ocasiones, porque ¿qué sabía ella en aquel entonces acerca de ser una cazadora? ¿Y cómo iba a estar a la altura de un legado de cientos de generaciones o de lo que su misma madre había sido? Lo cierto es que durante meses tuvo muchísimas dudas e incertidumbre, y el que ahora lo hubiese aceptado no le eximía de tener que hacer acopio de coraje, de adonde fuera que pudiera sacarlo, por el mismo instinto de sobrevivir, y porque debía seguir lo que empezaron sus ancestros hace ya innumerables siglos, no por herencia sino por todo lo que había visto, los horrores de los que había sido testigo y la misma convicción que las heridas aún marcadas en su piel le recordaban al verlas. Y es que Selina no se dejaba llevar por la corriente, nadaba contra ella siempre que era necesario, aunque fuese la única que lo hiciera de entre una multitud, no se dejaba disuadir si estaba segura de lo que hacía.
-Pero el instinto es fuerte y no hay que subestimarlo.- Tiró de su brazo al notar que él aflojaba el agarre, desprendiéndose de este y giró, repitiendo exactamente lo mismo que hizo anteriormente. Le golpeó en el pecho y detrás de las rodillas y le observó volver a caer en el suelo. -Sólo que el suyo parece estar algo atrofiado.- Se inclinó sobre él, observándole con una media sonrisa en los labios. -El problema que noté en tan sólo unos minutos es que piensa demasiado, piensa que no es fuerte, piensa en el tamaño del otro, piensa en mi brazo lastimado, piensa en las desventajas, incluso quizás piensa en que soy una mujer.- Le indicó que se pusiera de pie.
-Olvídese de pensar Cailen, deje de usar la mente y comience a usar sus intintos. Cuando vea que le ataco no piense en quien soy o por qué lo hago, sólo enfóquese en defenderse. Así.- Realizó el movimiento como si fuera a golpearlo nuevamente en el pecho pero esta vez notó que el movía el brazo. -Exacto, defiéndase, bloquéeme. Alce los brazos, colóquelos frente a usted, y por todos los diablos evite que le pegue.- La cazadora retrocedió un paso y caminó alrededor de él. -Observe siempre todo, en lugar de ver únicamente al frente y concentrarse sólo en un punto, abarque todo el amplio espectro con su mirada, conviértalo en una costumbre para que cuando alguien haga esto...- Hizo un rápido movimiento desde un lado como si fuese a golpearle en el rostro y se detuvo a unos centímetros de el -usted lo vea venir y por ende reaccione ya sea esquivándome o bloqueando mi movimiento.-
Continuó caminando a su alrededor. -Aprenda a tener ojos por todos lados. Cuando camine por lugares desconocidos haga uso de cada uno de sus sentidos para observarlo todo, además de su visión use su olfato, sus oídos, incluso su tacto, para que cuando la menor alteración ofensiva se haga presente pueda notarla de inmediato.- Dicho eso, se aproximó a él e hizo un movimiento para golpearlo pero esta vez no se detuvo antes de tocarlo, más bien se lanzó de lleno, escogiendo el blanco al azar, ya fuera su pecho, su cuello, su rostro, o donde menos se lo esperase. Lo hizo varias veces para que reaccionara y fuese él quien le detuviera.
-Pero el instinto es fuerte y no hay que subestimarlo.- Tiró de su brazo al notar que él aflojaba el agarre, desprendiéndose de este y giró, repitiendo exactamente lo mismo que hizo anteriormente. Le golpeó en el pecho y detrás de las rodillas y le observó volver a caer en el suelo. -Sólo que el suyo parece estar algo atrofiado.- Se inclinó sobre él, observándole con una media sonrisa en los labios. -El problema que noté en tan sólo unos minutos es que piensa demasiado, piensa que no es fuerte, piensa en el tamaño del otro, piensa en mi brazo lastimado, piensa en las desventajas, incluso quizás piensa en que soy una mujer.- Le indicó que se pusiera de pie.
-Olvídese de pensar Cailen, deje de usar la mente y comience a usar sus intintos. Cuando vea que le ataco no piense en quien soy o por qué lo hago, sólo enfóquese en defenderse. Así.- Realizó el movimiento como si fuera a golpearlo nuevamente en el pecho pero esta vez notó que el movía el brazo. -Exacto, defiéndase, bloquéeme. Alce los brazos, colóquelos frente a usted, y por todos los diablos evite que le pegue.- La cazadora retrocedió un paso y caminó alrededor de él. -Observe siempre todo, en lugar de ver únicamente al frente y concentrarse sólo en un punto, abarque todo el amplio espectro con su mirada, conviértalo en una costumbre para que cuando alguien haga esto...- Hizo un rápido movimiento desde un lado como si fuese a golpearle en el rostro y se detuvo a unos centímetros de el -usted lo vea venir y por ende reaccione ya sea esquivándome o bloqueando mi movimiento.-
Continuó caminando a su alrededor. -Aprenda a tener ojos por todos lados. Cuando camine por lugares desconocidos haga uso de cada uno de sus sentidos para observarlo todo, además de su visión use su olfato, sus oídos, incluso su tacto, para que cuando la menor alteración ofensiva se haga presente pueda notarla de inmediato.- Dicho eso, se aproximó a él e hizo un movimiento para golpearlo pero esta vez no se detuvo antes de tocarlo, más bien se lanzó de lleno, escogiendo el blanco al azar, ya fuera su pecho, su cuello, su rostro, o donde menos se lo esperase. Lo hizo varias veces para que reaccionara y fuese él quien le detuviera.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 19/09/2015
Re: Entrenamiento |Privado|
Después de haber sido derribado por segunda vez me quedé un rato en el suelo, recuperando el aliento, esta vez me había dado de lleno contra el piso. Pasados unos segundos decidí adoptar otra posición y me quedé ahí sentado prestando atención a sus palabras y sorprendiéndome a mí mismo porque aparentemente era muy fácil leerme. -No es que no esté desarrollado. -Dije jadeando un poco. -Está inclinado hacia otras cuestiones. -Como defender a las personas ajenas en caso de peligro, completé en mi mente. Ya había demostrado (para mi sorpresa) que cuando veía a alguien que estaba en peligro me olvidaba de lo débil que era, me lanzaba directamente en su defensa a costa del riesgo que corría yo. Al pensar en eso me acordé del pequeño al que querían robarle sus bienes aquella noche y sin pensarlo, me lancé armado con un trozo de madera vieja contra sus atacantes. En ese momento no había pensado mis acciones, simplemente... lo había hecho.
Usar mis instintos en esa cuestión me serviría poco o nada. Mi niñez había sido con mano dura, demasiado tal vez y cargaba las marcas de ello que me acompañarían de por vida. Me habían criado de tal forma que no me defendía ante una agresión física, dejaba que sucediera, la soportaba hasta que alguien más le pusiera fin. Era una respuesta condicionada que lo único que había hecho con el paso de los años había sido fortalecerse con puntapiés, peleas callejeras, maltratos por personas de clase alta o la misma policía.
En cuanto dirigía sus puños a mi cuerpo hice el mínimo esfuerzo por quitarme del camino pues sabía que eran tan solo señuelos. Pero en cuanto sentí el golpe, primero en la cara, aquella cómoda ilusión se desvaneció. Después de ese le siguió otro, y otro más. Mi reacción en el instante fue enrollarme en el suelo, esperando a que aquello terminara. De forma inconsciente comencé a contarlos como lo hacía de niño, un cruel hábito. Había llegado a los ocho cuando caí en la cuenta de que ella no se iba a detener, estaba esperando a que yo me defendiera. Mientras llegaba a ese razonamiento el número había aumentado otros tres más. En mi mente estallaron miles de recuerdos, de imágenes mías escondido debajo de la cama, sensaciones como la de la piel desgarrándose por el golpe certero de una caña, sonidos de aquel objeto contra la piel y gritos agudos provenientes de un chiquillo. Era como estar en una especie de abismo sin fin. Una pequeñísima parte de mí gritaba porque le pusiera fin a aquello mientras que la contraparte decía que podía aguantarlo, que no dolía tanto, que estaba siendo suave, en mi interior se desataba una guerra entre dos voluntades.
Como si lo hubiese calculado en lo que estaba ocupado luchando contra mí mismo, giré por el suelo rápidamente justo en el momento en el que el brazo se alejaba para repetir la acción. Una vez lejos de su alcance me abalancé sobre ella, tomando su brazo y haciéndola girar para que fuese ella quien quedara en el suelo.
Usar mis instintos en esa cuestión me serviría poco o nada. Mi niñez había sido con mano dura, demasiado tal vez y cargaba las marcas de ello que me acompañarían de por vida. Me habían criado de tal forma que no me defendía ante una agresión física, dejaba que sucediera, la soportaba hasta que alguien más le pusiera fin. Era una respuesta condicionada que lo único que había hecho con el paso de los años había sido fortalecerse con puntapiés, peleas callejeras, maltratos por personas de clase alta o la misma policía.
En cuanto dirigía sus puños a mi cuerpo hice el mínimo esfuerzo por quitarme del camino pues sabía que eran tan solo señuelos. Pero en cuanto sentí el golpe, primero en la cara, aquella cómoda ilusión se desvaneció. Después de ese le siguió otro, y otro más. Mi reacción en el instante fue enrollarme en el suelo, esperando a que aquello terminara. De forma inconsciente comencé a contarlos como lo hacía de niño, un cruel hábito. Había llegado a los ocho cuando caí en la cuenta de que ella no se iba a detener, estaba esperando a que yo me defendiera. Mientras llegaba a ese razonamiento el número había aumentado otros tres más. En mi mente estallaron miles de recuerdos, de imágenes mías escondido debajo de la cama, sensaciones como la de la piel desgarrándose por el golpe certero de una caña, sonidos de aquel objeto contra la piel y gritos agudos provenientes de un chiquillo. Era como estar en una especie de abismo sin fin. Una pequeñísima parte de mí gritaba porque le pusiera fin a aquello mientras que la contraparte decía que podía aguantarlo, que no dolía tanto, que estaba siendo suave, en mi interior se desataba una guerra entre dos voluntades.
Como si lo hubiese calculado en lo que estaba ocupado luchando contra mí mismo, giré por el suelo rápidamente justo en el momento en el que el brazo se alejaba para repetir la acción. Una vez lejos de su alcance me abalancé sobre ella, tomando su brazo y haciéndola girar para que fuese ella quien quedara en el suelo.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
El joven no se defendía. Eso quedó bastante claro después del primer golpe, del segundo y de todos los demás que vinieron a continuación. Selina golpeaba fuerte, en uno y otro lado, alternando el blanco, golpeando al azar. No se reprimía, no serviría de nada hacerlo. Si esta fuese una pelea real el atacante le daría con todo. Pero había algo más, algo bastante palpable, a él no le importaba que le pegara, no reaccionaba. Permanecía estático. Era la primera vez en su vida que había golpeado a alguien y había obtenido una respuesta semejante. Por la manera en que actuaba parecía como si ella le estuviera propinando alguna especie de castigo y él se hubiera resignado a recibirlo. ¿Pero castigarle por qué y por qué se dejaba pegar así?
Apretó los dientes con determinación. Fuera lo que fuera le sacaría de ese mutismo en el que permanecía. Redobló entonces su impulso al golpear y usó toda la energía que había acumulado en los pasados días. Lo golpeó como hubiera golpeado a un sobrenatural, con todo, con tal de que reaccionase de algún modo. Que saliera de esa terrible parsimonia e hiciera algo. Que gritara al menos si es que era incapaz de moverse.
En ese instante solo se escuchaban los golpes, las sucesivas secuencias que atravesaban el aire al moverse la cazadora, hasta que repentinamente la calidad del golpe cambió. Su espalda golpeó el suelo al mismo tiempo que sus oídos escuchaban el fuerte impacto contra su superficie. Perdió el aliento un momento debido a la rapidez con la cual había sido girada, y a pesar del dolor que le provocó y de que su brazo comenzó a palpitar con fuerza debido a lo acontecido hace unos días, una sonrisa se presentó finalmente en sus labios. Cailen no solo acababa de defenderse sino que a la vez había lanzado una ofensiva, derribándola por puro instinto.
-Sabía que era fuerte, aunque usted mismo no termine de creérselo.- Aprovechando la breve pausa del momento realizó un nuevo movimiento con sus piernas. Giró el cuerpo y con ellas hizo palanca en las de él para lanzarlo al suelo. Ah si. Porque no era de dar treguas con facilidad, y mucho menos cuando estaba determinada a entrenar a alguien. Se dejó caer nuevamente sobre el suelo y dejó salir el aire lentamente. -Tengo que darle crédito por aguantar tanto tiempo.-
Se recostó sobre un lado y le observó un momento. -¿Por qué permitió que le golpeara?- La pregunta era sencilla pero intuyó que el tema podía ser muy sensible. Sin embargo el interés al realizar la pregunta era genuino. -No creeré que no desea vivir porque constaté lo contrario el otro día.- Se incorporó sentándose sobre el suelo, alargó el brazo para alcanzar una bolsa que había dejado cerca y sacó un par de cantimploras con agua. Abrió una para si misma y le entregó la otra a él para ayudarle a recuperarse un poco.
Apretó los dientes con determinación. Fuera lo que fuera le sacaría de ese mutismo en el que permanecía. Redobló entonces su impulso al golpear y usó toda la energía que había acumulado en los pasados días. Lo golpeó como hubiera golpeado a un sobrenatural, con todo, con tal de que reaccionase de algún modo. Que saliera de esa terrible parsimonia e hiciera algo. Que gritara al menos si es que era incapaz de moverse.
En ese instante solo se escuchaban los golpes, las sucesivas secuencias que atravesaban el aire al moverse la cazadora, hasta que repentinamente la calidad del golpe cambió. Su espalda golpeó el suelo al mismo tiempo que sus oídos escuchaban el fuerte impacto contra su superficie. Perdió el aliento un momento debido a la rapidez con la cual había sido girada, y a pesar del dolor que le provocó y de que su brazo comenzó a palpitar con fuerza debido a lo acontecido hace unos días, una sonrisa se presentó finalmente en sus labios. Cailen no solo acababa de defenderse sino que a la vez había lanzado una ofensiva, derribándola por puro instinto.
-Sabía que era fuerte, aunque usted mismo no termine de creérselo.- Aprovechando la breve pausa del momento realizó un nuevo movimiento con sus piernas. Giró el cuerpo y con ellas hizo palanca en las de él para lanzarlo al suelo. Ah si. Porque no era de dar treguas con facilidad, y mucho menos cuando estaba determinada a entrenar a alguien. Se dejó caer nuevamente sobre el suelo y dejó salir el aire lentamente. -Tengo que darle crédito por aguantar tanto tiempo.-
Se recostó sobre un lado y le observó un momento. -¿Por qué permitió que le golpeara?- La pregunta era sencilla pero intuyó que el tema podía ser muy sensible. Sin embargo el interés al realizar la pregunta era genuino. -No creeré que no desea vivir porque constaté lo contrario el otro día.- Se incorporó sentándose sobre el suelo, alargó el brazo para alcanzar una bolsa que había dejado cerca y sacó un par de cantimploras con agua. Abrió una para si misma y le entregó la otra a él para ayudarle a recuperarse un poco.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Re: Entrenamiento |Privado|
Una vez que logré quitármela de encima, me enfoqué en recobrar el aliento, no me había dado cuenta en qué momento comencé a contener la respiración pero así había sido. Tomé aire instintivamente, de prono sintiendo que me ahogaba. No alcancé a ver que la joven volvía a moverse, derribándome una vez más.
Mi cara impactó contra el suelo y de ahí le siguió el resto del cuerpo, el sonido fue muy claro y por momentos, la respiración de ambos era lo único que se escuchaba. Me quedé inmóvil en el suelo unos segundos, tratando de recuperarme del intenso dolor que comenzaba a sentir. Lentamente me levanté, con movimientos cortados, me llevé una mano al vientre y con la otra busqué apoyo en un poste para poder incorporarme. En aquél momento olvidé completamente la presencia ajena, mi mente estaba más enfocada en la sensación punzante que se esparcía lentamente, la mano en mi vientre apretó con más fuerza, la mayoría de los golpes los había recibido justo ahí. Comencé a toser involuntariamente mientras seguía tratando de levantarme.
Una vez de pie, mi espalda se recargó contra el mismo poste de madera para a´si seguir apoyándome, me dolía casi todo el cuerpo. -Golpea muy fuerte. -Dije jadeando y tosiendo nuevamente. Mi vista era un poco borrosa pero no consideraba eso algo muy serio. Observé indeciso la cantimplora que me ofrecía por unos milisegndos, luego la tomé y bruscamente busqué remover la tapa, vaciando la mitad del contenido en mi garganta casi de inmediato hasta que me faltó el aire.
Fingí no escuchar la pregunta y el lugar quedó inundado por un silencio sepulcral, di otro trago de agua y mantuve la mirada baja, no sabía si decírselo o no, era algo que me causaba vergüenza además de que me traía muy malos recuerdos. Respiré hondo. -Mi... mi padre creía firmemente en... en la disciplina. - Me llevé una mano a la cara para secar el sudor que resbalaba por mi frente. -En verdad deseo vivir, es solo que... bueno. Ya me acostumbré.
Mi cara impactó contra el suelo y de ahí le siguió el resto del cuerpo, el sonido fue muy claro y por momentos, la respiración de ambos era lo único que se escuchaba. Me quedé inmóvil en el suelo unos segundos, tratando de recuperarme del intenso dolor que comenzaba a sentir. Lentamente me levanté, con movimientos cortados, me llevé una mano al vientre y con la otra busqué apoyo en un poste para poder incorporarme. En aquél momento olvidé completamente la presencia ajena, mi mente estaba más enfocada en la sensación punzante que se esparcía lentamente, la mano en mi vientre apretó con más fuerza, la mayoría de los golpes los había recibido justo ahí. Comencé a toser involuntariamente mientras seguía tratando de levantarme.
Una vez de pie, mi espalda se recargó contra el mismo poste de madera para a´si seguir apoyándome, me dolía casi todo el cuerpo. -Golpea muy fuerte. -Dije jadeando y tosiendo nuevamente. Mi vista era un poco borrosa pero no consideraba eso algo muy serio. Observé indeciso la cantimplora que me ofrecía por unos milisegndos, luego la tomé y bruscamente busqué remover la tapa, vaciando la mitad del contenido en mi garganta casi de inmediato hasta que me faltó el aire.
Fingí no escuchar la pregunta y el lugar quedó inundado por un silencio sepulcral, di otro trago de agua y mantuve la mirada baja, no sabía si decírselo o no, era algo que me causaba vergüenza además de que me traía muy malos recuerdos. Respiré hondo. -Mi... mi padre creía firmemente en... en la disciplina. - Me llevé una mano a la cara para secar el sudor que resbalaba por mi frente. -En verdad deseo vivir, es solo que... bueno. Ya me acostumbré.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
El agua descendió lentamente por su garganta mientras recuperaba el aliento. Había gastado buena parte de sus energías y el brazo volvía a punzarle a la altura del hombro, pero hizo caso omiso de ello y prestó atención al joven. Su mirada siguió sus movimientos, algo lentos y bastante cautelosos al abandonar el suelo. Sabía que lo había agotado y que le estaba requiriendo mucho esfuerzo incorporarse. Se incorporó a su vez, sin despegar la vista de él, y es que temía que no pudiera mantenerse en pie y fuera a caer de nuevo al suelo por lo que se aproximó un poco, no tanto como para incomodarlo pero si lo suficiente para reaccionar con rapidez en caso de que las piernas le fallasen.
Su mirada se detuvo un momento en él al verlo apoyarse en el poste de madera pero por un momento su expresión le distrajo de su estado físico. En el rostro masculino distinguió lo que parecía ser una lucha interna por lo que intuyó que la respuesta debía ser un tema bastante delicado. Lo escuchó mientras observaba el suelo, como si se sintiera avergonzado o temeroso y pensó que se decidiría a ignorar la pregunta pero de repente soltó una frase, algo que no esperaba escuchar y que al mismo tiempo presentía.
Comprendió porque no se había movido cuando lo atacaba, por qué parecía hecho de piedra, y también mucho más acerca de el mismo. Su rostro se mantuvo inexpresivo pero no así sus ojos, en ellos se reflejó primero sorpresa y luego compasión y simpatía. Se acercó lentamente y lo tomó de un brazo, colocándolo alrededor de su hombro para que se apoyara en ella. -A ver, vamos, que pareces estar a punto de caerte de un momento a otro.-
Lo guió hacia un barril cercano pegado a la pared y le ayudó a sentarse sobre este para que se recuperara y a la vez tuviera en que apoyarse. Se sentó junto a él en otro de los barriles y miró un momento hacia el espacio frente a ellos. -Eso que hizo tu padre... es abominable, incomprensible e imperdonable. Si yo hubiera estado en tu lugar no sé que habría hecho.- Lo miró de soslayo un momento antes de volver a desviar la mirada.
-Pero algo me dice mi instinto y lo confirmo con lo que he visto de ti, aunque haya sido breve. Y es que eres un sobreviviente.- Hizo una leve pausa antes de proseguir con lo que pensaba. -Me dices que pego fuerte pero creo que es hora de que dejes de subestimar tu propia fuerza y reconocer las pruebas. El que hayas sobrevivido en las calles, el que te enfrentaras a una desconocida que te atrapó en una red, que sepas correr raudo como el viento, y que a pesar de los golpes que acabo de darte te mantuvieras en pie y me lanzaras al suelo.-
Se puso de pie y dió unos cuantos pasos alrededor. -En cuanto a eso de que estás acostumbrado. AL DIABLO. ¿Acostumbrado?- Lo miró decidida. -Pues entonces vamos a quitarte esa maldita costumbre de manera que nunca te acuerdes de ella.- Su rostro reflejaba determinación y resolución absoluta, no iba a aceptar que le dijera que no. -Ah, y a partir de ahora comienzas a hablarme de tú.- Se detuvo directamente frente a él y, sonriendo cálidamente, le tendió la mano para que la estrechara y sellasen oficialmente el trato. En cuanto al por qué le decía todo eso, no lo iba a razonar ahora. Siempre decía lo que sentía y sabía que lo que estaba diciendo era lo correcto.
Su mirada se detuvo un momento en él al verlo apoyarse en el poste de madera pero por un momento su expresión le distrajo de su estado físico. En el rostro masculino distinguió lo que parecía ser una lucha interna por lo que intuyó que la respuesta debía ser un tema bastante delicado. Lo escuchó mientras observaba el suelo, como si se sintiera avergonzado o temeroso y pensó que se decidiría a ignorar la pregunta pero de repente soltó una frase, algo que no esperaba escuchar y que al mismo tiempo presentía.
Comprendió porque no se había movido cuando lo atacaba, por qué parecía hecho de piedra, y también mucho más acerca de el mismo. Su rostro se mantuvo inexpresivo pero no así sus ojos, en ellos se reflejó primero sorpresa y luego compasión y simpatía. Se acercó lentamente y lo tomó de un brazo, colocándolo alrededor de su hombro para que se apoyara en ella. -A ver, vamos, que pareces estar a punto de caerte de un momento a otro.-
Lo guió hacia un barril cercano pegado a la pared y le ayudó a sentarse sobre este para que se recuperara y a la vez tuviera en que apoyarse. Se sentó junto a él en otro de los barriles y miró un momento hacia el espacio frente a ellos. -Eso que hizo tu padre... es abominable, incomprensible e imperdonable. Si yo hubiera estado en tu lugar no sé que habría hecho.- Lo miró de soslayo un momento antes de volver a desviar la mirada.
-Pero algo me dice mi instinto y lo confirmo con lo que he visto de ti, aunque haya sido breve. Y es que eres un sobreviviente.- Hizo una leve pausa antes de proseguir con lo que pensaba. -Me dices que pego fuerte pero creo que es hora de que dejes de subestimar tu propia fuerza y reconocer las pruebas. El que hayas sobrevivido en las calles, el que te enfrentaras a una desconocida que te atrapó en una red, que sepas correr raudo como el viento, y que a pesar de los golpes que acabo de darte te mantuvieras en pie y me lanzaras al suelo.-
Se puso de pie y dió unos cuantos pasos alrededor. -En cuanto a eso de que estás acostumbrado. AL DIABLO. ¿Acostumbrado?- Lo miró decidida. -Pues entonces vamos a quitarte esa maldita costumbre de manera que nunca te acuerdes de ella.- Su rostro reflejaba determinación y resolución absoluta, no iba a aceptar que le dijera que no. -Ah, y a partir de ahora comienzas a hablarme de tú.- Se detuvo directamente frente a él y, sonriendo cálidamente, le tendió la mano para que la estrechara y sellasen oficialmente el trato. En cuanto al por qué le decía todo eso, no lo iba a razonar ahora. Siempre decía lo que sentía y sabía que lo que estaba diciendo era lo correcto.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 19/09/2015
Re: Entrenamiento |Privado|
El agua me hizo bien pero aún así no era suficiente, necesitaba recuperarme, no me sentía en condiciones para seguir en pie pero al mismo tiempo, tenía miedo de despegarme del poste de madera ¿y si caía antes de poder dar un paso? Parecía ser muy probable. La otra opción era simplemente deslizarme hasta que pudiese quedar sentado en el suelo pero el problema era el mismo, podía perder el equilibrio fácilmente y caer al piso golpeándome.
Trataba de respirar lo menos posible pues me causaba mucho dolor hacerlo, un pensamiento cruzó mi mente ¿estaba demasiado lastimado? Esperaba que solo fueran moretones, de otro modo no sabría lo que hacer, no tenía con qué curarme más que el tiempo. Alcé la cabeza para tratar de enfocar mi visión en un solo punto, los colores se mezclaban tenuemente.
Esto era malo...
De repente sentí que tomaba mi brazo y giré un poco la cabeza, me sorprendí al verla usando su cuerpo para ayudarme a caminar hasta el otro extremo. -Gracias... -Murmuré en voz baja. Ya sentado me sentía mejor, el riesgo de colapsar y terminar en el suelo era ahora mucho menor.
La escuché, hablar de lo que pensaba sobre mi padre y sus… métodos, en parte sentía lo mismo que ella, me repugnaba pero al mismo tiempo mi mente se autocensuraba, no importara la distancia o el paso de los años, yo aún le tenía miedo. Por ello no permitía que tales cosas pasaran por mi mente, de repente alcé la mirada lentamente, -¿Q.. qué? -Pregunté incrédulo, sin lograr alejar la expresión de dolor y tristeza que asaltaban mi mente a la par… -No… no creo ser tan fuerte, solo… tengo miedo… tengo miedo a morir, no estoy listo para eso. -Y era cierto, por más martirio que fuese cada día, creía que todo eso era mejor que ser atrapado por la negrura al quedar sin vida, enfrentarme a un juicio que decidiría si mi alma vagaría en la tierra, ardería en el infierno o al fin me encontraría en paz. Era eso a lo que en verdad le temía. Estaba casi seguro de que mi alma se consumiría junto a los demás pecadores.
Su repentina determinación y forma de hablar me recordó a un sargento. -¿Cómo espera lograr eso? -Pregunté un tanto preocupado por lo que significaba, no estaba seguro por qué. -Está bien… Selina. -Y extendí una mano mientras con la otra seguía sosteniendo el abdomen. Trato cerrado.
Ya no había marcha atrás.
Trataba de respirar lo menos posible pues me causaba mucho dolor hacerlo, un pensamiento cruzó mi mente ¿estaba demasiado lastimado? Esperaba que solo fueran moretones, de otro modo no sabría lo que hacer, no tenía con qué curarme más que el tiempo. Alcé la cabeza para tratar de enfocar mi visión en un solo punto, los colores se mezclaban tenuemente.
Esto era malo...
De repente sentí que tomaba mi brazo y giré un poco la cabeza, me sorprendí al verla usando su cuerpo para ayudarme a caminar hasta el otro extremo. -Gracias... -Murmuré en voz baja. Ya sentado me sentía mejor, el riesgo de colapsar y terminar en el suelo era ahora mucho menor.
La escuché, hablar de lo que pensaba sobre mi padre y sus… métodos, en parte sentía lo mismo que ella, me repugnaba pero al mismo tiempo mi mente se autocensuraba, no importara la distancia o el paso de los años, yo aún le tenía miedo. Por ello no permitía que tales cosas pasaran por mi mente, de repente alcé la mirada lentamente, -¿Q.. qué? -Pregunté incrédulo, sin lograr alejar la expresión de dolor y tristeza que asaltaban mi mente a la par… -No… no creo ser tan fuerte, solo… tengo miedo… tengo miedo a morir, no estoy listo para eso. -Y era cierto, por más martirio que fuese cada día, creía que todo eso era mejor que ser atrapado por la negrura al quedar sin vida, enfrentarme a un juicio que decidiría si mi alma vagaría en la tierra, ardería en el infierno o al fin me encontraría en paz. Era eso a lo que en verdad le temía. Estaba casi seguro de que mi alma se consumiría junto a los demás pecadores.
Su repentina determinación y forma de hablar me recordó a un sargento. -¿Cómo espera lograr eso? -Pregunté un tanto preocupado por lo que significaba, no estaba seguro por qué. -Está bien… Selina. -Y extendí una mano mientras con la otra seguía sosteniendo el abdomen. Trato cerrado.
Ya no había marcha atrás.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
La sonrisa continuó dibujada en sus labios, satisfecha por el trato que estaban cerrando, aunque en la voz del joven había algo de duda o quizás más bien fuese un poco de escepticismo, pero ambas manos se estrecharon con firmeza y ese gesto fue suficiente para que ella lo considerase como algo definitivo.
-Tengo mis recursos.- respondió con seguridad tras presionar su mano antes de soltarla. -Vamos a continuar el entrenamiento, lo que has hecho ahora ha sido apenas un inicio.- Aunque Cailen apenas había dicho una frase con respecto a su padre, esta había sido tan reveladora como su previa inmovilidad al recibir los golpes. Tanto haberlas dicho como haberse defendido debieron haber sido igualmente difíciles para él, pero precisamente debido a ambos hechos la cazadora vió algo más allá de ellos, algo que distinguía desde su instinto visceral, que valía la pena continuar con lo que habían comenzado esa mañana.
-Pero no te alarmes, no seguiremos ahora mismo.- Aclaró rápidamente, por la manera en que él sostenía su abdomen se notaba que aún necesitaba tiempo para recuperarse. -No voy a provocar que mueras antes de tiempo.- dijo, medio en broma, medio en serio, haciendo alusión a su anterior comentario. ¿Quién estaba listo para morir? Ella no por cierto, el propio Cailen se lo había mostrado aquella vez en el bosque cuando empuñó su puñal frente a ella provocando que se percatase de que quería sobrevivir. Quizás alguien que ya lo había vivido todo y que había alcanzado sus mayores deseos lo estaría... pero a ella aún le faltaba camino por recorrer, deudas por saldar, metas que conseguir... Y él, que parecía de su edad, no tenía por qué estarlo tampoco.
-¿Quieres que le eche un vistazo a esa área?- preguntó tras un momento en el que estuvo inmersa en sus pensamientos. -Algo sé de tratar golpes y heridas y proveer primeros auxilios.- Aunque estaba bastante segura de no haberle causado daño profundo, podía haber subestimado su propia fuerza. A veces, cuando se concentraba demasiado en algo y se dejaba llevar podía causar más daño del que el ojo ajeno hubiera creído al verla por primera vez.
Volteó un momento para alzar su bolso de un barril, siempre llevaba consigo todo lo necesario para casos como este, había que estar preparada. -Deberíamos salir de aquí, creo que a ambos nos caería bien respirar aire fresco.- Sus azules ojos volvieron a él y sonrió leve mientras aguardaba a que le indicase si deseaba que le revisara o si prefería levantarse de una vez. -¿Crees que podrás caminar?-
-Tengo mis recursos.- respondió con seguridad tras presionar su mano antes de soltarla. -Vamos a continuar el entrenamiento, lo que has hecho ahora ha sido apenas un inicio.- Aunque Cailen apenas había dicho una frase con respecto a su padre, esta había sido tan reveladora como su previa inmovilidad al recibir los golpes. Tanto haberlas dicho como haberse defendido debieron haber sido igualmente difíciles para él, pero precisamente debido a ambos hechos la cazadora vió algo más allá de ellos, algo que distinguía desde su instinto visceral, que valía la pena continuar con lo que habían comenzado esa mañana.
-Pero no te alarmes, no seguiremos ahora mismo.- Aclaró rápidamente, por la manera en que él sostenía su abdomen se notaba que aún necesitaba tiempo para recuperarse. -No voy a provocar que mueras antes de tiempo.- dijo, medio en broma, medio en serio, haciendo alusión a su anterior comentario. ¿Quién estaba listo para morir? Ella no por cierto, el propio Cailen se lo había mostrado aquella vez en el bosque cuando empuñó su puñal frente a ella provocando que se percatase de que quería sobrevivir. Quizás alguien que ya lo había vivido todo y que había alcanzado sus mayores deseos lo estaría... pero a ella aún le faltaba camino por recorrer, deudas por saldar, metas que conseguir... Y él, que parecía de su edad, no tenía por qué estarlo tampoco.
-¿Quieres que le eche un vistazo a esa área?- preguntó tras un momento en el que estuvo inmersa en sus pensamientos. -Algo sé de tratar golpes y heridas y proveer primeros auxilios.- Aunque estaba bastante segura de no haberle causado daño profundo, podía haber subestimado su propia fuerza. A veces, cuando se concentraba demasiado en algo y se dejaba llevar podía causar más daño del que el ojo ajeno hubiera creído al verla por primera vez.
Volteó un momento para alzar su bolso de un barril, siempre llevaba consigo todo lo necesario para casos como este, había que estar preparada. -Deberíamos salir de aquí, creo que a ambos nos caería bien respirar aire fresco.- Sus azules ojos volvieron a él y sonrió leve mientras aguardaba a que le indicase si deseaba que le revisara o si prefería levantarse de una vez. -¿Crees que podrás caminar?-
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Re: Entrenamiento |Privado|
Al escucharla hablar sobre proseguir con los ejercicios mi corazón por un momento se trasladó a mi garganta, no me sentí capaz de soportar que el entrenamiento continuara, apenas si podía mantenerme en pie. Pero luego dijo que si bien aquello iba a proseguir, no sería en ese momento y dejé escapar un suspiro aliviado, de haber seguido posiblemente hubiera acabado desplomado por el suelo. -Gracias.
Lo que me causaba algo de pavor era el hecho de que mencionara que todo lo que acababa de pasar no se iba a comparar a lo que estaba por venir, por dentro comenzaba a arrepentirme pero ya habíamos hecho un trato y, aunque no lo pareciera, yo era un hombre de palabra. Con aquel comentario no supe si reír o quedarme callado por lo que opté por el silencio pero fingiendo una pequeña sonrisa.
-¿Qué? -El pánico comenzó a inundarme, no, de ninguna manera la iba a dejar acercarse a esa zona. Necesitaba que alguien curara los golpes que acababa de recibir pero, tratándose del hecho de que debía de alzarme la camisa para ello la salud era lo último. -Ah... no, estoy bien. En serio. -Y traté de sonreír para que dejara de insistir en el tema, esperando que lo diera por olvidado, que no me dolía.-Me agrada la idea de salir de estas ruinas. -Trataba de distraer su atención de las lesiones. -Estoy seguro que eso me hará sentir mucho mejor. No te preocupes, sé que puedo moverme por mi cuenta.
Era una vil mentira, no creía que mis piernas pudiesen aguantarme, aún sentía la vista borrosa pero hice lo posible por fingir un bienestar. Con una mano busqué apoyarme sobre el barril para levantarme y una vez hecho me dispuse a caminar. Di apenas dos o tres pasos cuando de repente una de mis piernas flaqueó violentamente y perdí el equilibrio haciéndome chocar casi de lleno con el poste.
Por suerte o tal vez reflejo, logré aferrarme de él usando mi mano y lentamente me volví a incorporar .-En verdad estoy bien, solo algo atontado, es todo.
Lo que me causaba algo de pavor era el hecho de que mencionara que todo lo que acababa de pasar no se iba a comparar a lo que estaba por venir, por dentro comenzaba a arrepentirme pero ya habíamos hecho un trato y, aunque no lo pareciera, yo era un hombre de palabra. Con aquel comentario no supe si reír o quedarme callado por lo que opté por el silencio pero fingiendo una pequeña sonrisa.
-¿Qué? -El pánico comenzó a inundarme, no, de ninguna manera la iba a dejar acercarse a esa zona. Necesitaba que alguien curara los golpes que acababa de recibir pero, tratándose del hecho de que debía de alzarme la camisa para ello la salud era lo último. -Ah... no, estoy bien. En serio. -Y traté de sonreír para que dejara de insistir en el tema, esperando que lo diera por olvidado, que no me dolía.-Me agrada la idea de salir de estas ruinas. -Trataba de distraer su atención de las lesiones. -Estoy seguro que eso me hará sentir mucho mejor. No te preocupes, sé que puedo moverme por mi cuenta.
Era una vil mentira, no creía que mis piernas pudiesen aguantarme, aún sentía la vista borrosa pero hice lo posible por fingir un bienestar. Con una mano busqué apoyarme sobre el barril para levantarme y una vez hecho me dispuse a caminar. Di apenas dos o tres pasos cuando de repente una de mis piernas flaqueó violentamente y perdí el equilibrio haciéndome chocar casi de lleno con el poste.
Por suerte o tal vez reflejo, logré aferrarme de él usando mi mano y lentamente me volví a incorporar .-En verdad estoy bien, solo algo atontado, es todo.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
La mirada de la cazadora se mantuvo fija en él, observando mayormente los movimientos que estaba realizando y prestando atención a pequeños detalles, como a la forma en que el pecho masculino subía y bajaba demostrando que su respiración estaba acelerada, y a alguna que otra pequeña gota de sudor sobre su frente, producto del agotamiento. Se percató de que tomaba de buena gana la idea de salir de allí, pero en cuanto le vio ponerse de pie y dar los primeros pasos se adelantó rápidamente hacia él.
-Alto, ¡alto!- exclamó, aunque él ya estaba chocando en ese momento contra un poste. Se acercó y lo ayudó a deprender sus manos del mismo y a colocarlas sobre sus hombros para que regresase al barril sobre el cual estaba anteriormente. -Noto que estás ansioso por salir pero no queremos que te estrelles contra el suelo y te lastimes más de lo que ya estás.-
Lo ayudó a sentarse y se agachó, apartando con sus dedos los mechones de pelo que cubrían la frente ajena y revisando cuidadosamente que no se hubiese golpeado el rostro. -Afortunadamente utilizaste rápidamente tus reflejos.- Se enderezó, arrastró uno de los barriles, lo colocó frente a él y se sentó. -Bien, ahora sería bueno que me dejaras revisarte. - Alzó el dedo índice en el aire como advertencia, presintiendo que se iba a negar. -Nuh uh. Sé que me veo joven pero igualmente sé lo que hago y sé que no estás bien.-
Su expresión se suavizó al mirarlo, al notar que por alguna razón que desconocía estaba nervioso. -Sabes... el otro día, cuando me disloqué el hombro... no sé si te percataste pero estaba tremendamente asustada ante la idea de tener que atravesar el bosque en ese estado... No iba a ser tarea fácil y la sola idea de tener que recorrer tantos kilómetros así me sobrecogía...- Hizo silencio unos segundos y revivió en su mente la escena del bosque. -No estaba segura de que querrías ayudarme... ya sabes, debido a todo lo que había pasado, pero luego te hiciste cargo de la situación y devolviste mi hombro a su lugar.-
Bajó el bolso que llevaba sobre el hombro izquierdo y lo colocó sobre su regazo mientras continuaba confesandole lo siguiente. -Para mi no es sencillo pedir ayuda Cailen, estoy acostumbrada a valerme por mi misma. Durante los años que llevo de cazadora han sido incontables las veces en que he tenido que hacerlo así... por lo que no miento al decir que ese día me devolviste algo que había olvidado... la fe en que a veces podemos apoyarnos y confiar en alguien más.-
Tomó una de sus manos y la presionó suavemente. -Respetaré lo que decidas. Si quieres te revisaré los golpes y los trataré de acuerdo a lo que vea o... te apoyarás en mi, saldremos de aquí y buscaremos un lugar adonde puedas descansar mejor que sobre estos duros barriles.-
-Alto, ¡alto!- exclamó, aunque él ya estaba chocando en ese momento contra un poste. Se acercó y lo ayudó a deprender sus manos del mismo y a colocarlas sobre sus hombros para que regresase al barril sobre el cual estaba anteriormente. -Noto que estás ansioso por salir pero no queremos que te estrelles contra el suelo y te lastimes más de lo que ya estás.-
Lo ayudó a sentarse y se agachó, apartando con sus dedos los mechones de pelo que cubrían la frente ajena y revisando cuidadosamente que no se hubiese golpeado el rostro. -Afortunadamente utilizaste rápidamente tus reflejos.- Se enderezó, arrastró uno de los barriles, lo colocó frente a él y se sentó. -Bien, ahora sería bueno que me dejaras revisarte. - Alzó el dedo índice en el aire como advertencia, presintiendo que se iba a negar. -Nuh uh. Sé que me veo joven pero igualmente sé lo que hago y sé que no estás bien.-
Su expresión se suavizó al mirarlo, al notar que por alguna razón que desconocía estaba nervioso. -Sabes... el otro día, cuando me disloqué el hombro... no sé si te percataste pero estaba tremendamente asustada ante la idea de tener que atravesar el bosque en ese estado... No iba a ser tarea fácil y la sola idea de tener que recorrer tantos kilómetros así me sobrecogía...- Hizo silencio unos segundos y revivió en su mente la escena del bosque. -No estaba segura de que querrías ayudarme... ya sabes, debido a todo lo que había pasado, pero luego te hiciste cargo de la situación y devolviste mi hombro a su lugar.-
Bajó el bolso que llevaba sobre el hombro izquierdo y lo colocó sobre su regazo mientras continuaba confesandole lo siguiente. -Para mi no es sencillo pedir ayuda Cailen, estoy acostumbrada a valerme por mi misma. Durante los años que llevo de cazadora han sido incontables las veces en que he tenido que hacerlo así... por lo que no miento al decir que ese día me devolviste algo que había olvidado... la fe en que a veces podemos apoyarnos y confiar en alguien más.-
Tomó una de sus manos y la presionó suavemente. -Respetaré lo que decidas. Si quieres te revisaré los golpes y los trataré de acuerdo a lo que vea o... te apoyarás en mi, saldremos de aquí y buscaremos un lugar adonde puedas descansar mejor que sobre estos duros barriles.-
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Re: Entrenamiento |Privado|
Tragué saliva, sin importar lo mal que estuviese, si quería que me alzara la camisa no lo iba a conseguir a menos que quedara inconsciente, y con aún más razón no iba a permitir que aquello ocurriese. La expresión temerosa se borró casi al instante de mi rostro, ese tema era demasiado delicado para mí y la reacción que podía tener era muy variada, podía romper en llanto o tratar de huir, pelear o, como en ese instante, fulminarla con la mirada. -No me la voy a quitar. -Pronuncié esas palabras en una especie de susurro con la mandíbula tensa, un grito encolerizado contenido, aunque firme, de repente sintiendo que mi sangre comenzaba a hervir lentamente.
Cualquier cosa era mejor que exhibir la piel lacerada hasta tal punto que solo se distinguía el torcido relieve de la misma, casi no había rastro de la piel que hubo alguna vez ahí, era el nerviosismo combinado con vergüenza y la rabia que me producía lo que ocasionaba tal reacción agresiva de mi parte.
Pero luego... el discurso. Sí, recordaba perfectamente aquel incidente. Sería muy difícil sacarlo de mi memoria. Mi cabeza seguía colgando pero ya no por la ira que hacía un segundo corrió salvajemente por mis venas, de repente me sentía avergonzado, sus palabras me hacían sentir como si yo fuese el más maldito de todos los ingratos que habitaban el planeta, todo porque ella me estaba ayudando así como yo lo hice.
Pero yo me acababa de enojar con ella y por eso me sentía avergonzado, tan solo intentaba ayudarme y no mereció que le contestara de aquella forma. -Lo siento. -Dije más calmado, apenas con un hilo de voz. -No debí de hablarle así, perdón.
Tomé aire al sentir su mano sobre la mía, por más fatal que me sintiera, tenía que ser algo de vida o muerte para dejar que descubriera mi torso, esta situación, si bien era doloroso, no ponía en riesgo mi vida, por lo que, a pesar de lo mal que me sentía también por responderle de esa forma, no era lo suficiente como para dejar que lo hiciera. Honestamente, las cosas jamás habían sido lo suficientemente severas como para permitir que tal cosa sucediera, y ese día no iba a llegar hoy. Mi decisión estaba tomada, hasta fue tonto haberlo pensado más de una vez. -Solo... solo quiero irme de aquí, sanaré sin ayuda, siempre lo hago.
En ese momento, como para demostrar mi punto y que era capaz de andar, me incorporé. Tambaleé unos instantes y luego pude recobrar mi estabilidad y di un paso, después otro y así seguí, hasta que llegué a la puerta. -¿Se va a quedar? -Dije forzando una sonrisa desde el umbral para que me siguiera fuera de aquella fábrica abandonada.
Cualquier cosa era mejor que exhibir la piel lacerada hasta tal punto que solo se distinguía el torcido relieve de la misma, casi no había rastro de la piel que hubo alguna vez ahí, era el nerviosismo combinado con vergüenza y la rabia que me producía lo que ocasionaba tal reacción agresiva de mi parte.
Pero luego... el discurso. Sí, recordaba perfectamente aquel incidente. Sería muy difícil sacarlo de mi memoria. Mi cabeza seguía colgando pero ya no por la ira que hacía un segundo corrió salvajemente por mis venas, de repente me sentía avergonzado, sus palabras me hacían sentir como si yo fuese el más maldito de todos los ingratos que habitaban el planeta, todo porque ella me estaba ayudando así como yo lo hice.
Pero yo me acababa de enojar con ella y por eso me sentía avergonzado, tan solo intentaba ayudarme y no mereció que le contestara de aquella forma. -Lo siento. -Dije más calmado, apenas con un hilo de voz. -No debí de hablarle así, perdón.
Tomé aire al sentir su mano sobre la mía, por más fatal que me sintiera, tenía que ser algo de vida o muerte para dejar que descubriera mi torso, esta situación, si bien era doloroso, no ponía en riesgo mi vida, por lo que, a pesar de lo mal que me sentía también por responderle de esa forma, no era lo suficiente como para dejar que lo hiciera. Honestamente, las cosas jamás habían sido lo suficientemente severas como para permitir que tal cosa sucediera, y ese día no iba a llegar hoy. Mi decisión estaba tomada, hasta fue tonto haberlo pensado más de una vez. -Solo... solo quiero irme de aquí, sanaré sin ayuda, siempre lo hago.
En ese momento, como para demostrar mi punto y que era capaz de andar, me incorporé. Tambaleé unos instantes y luego pude recobrar mi estabilidad y di un paso, después otro y así seguí, hasta que llegué a la puerta. -¿Se va a quedar? -Dije forzando una sonrisa desde el umbral para que me siguiera fuera de aquella fábrica abandonada.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
Selina llevaba mucho tiempo viajando de un lado a otro, incluso desde mucho antes de conocer su herencia de cazadora. Su propia naturaleza la instaba a plantearse un objetivo, trazarse una ruta para encontrarlo, estudiar los más ínfimos detalles a lo largo del trayecto, desempolvar pistas, interpretarlas y finalmente, dar con el tesoro. No en valde se había dedicado al estudio de lo antiguo y de lo enterrado. A ella le gustaba, no sólo ponía en marcha esa pequeña maquinaria incansable en su cerebro sino que también le brindaba la oportunidad de descubrir cosas nuevas. Todo lo nuevo lo asumía como un reto y sabe Dios que hasta la fecha no conocía el significado de darse por vencida.
Sin embargo existían excepciones, en las cuales no lograba descifrar del todo a alguien. La sonrisa se desvaneció de sus labios y su rostro mutó, de manera que pareció impasible y difícil de leer. Su mirada, que en muchas ocasiones parecía un óceano de un azul profundo que invita a una travesía por sus vastas aguas, se había ahora nublado. Las finas cejas de color rubio se arquearon un milímetro, casi impávidas.
La cazadora estaba acostumbrada a asumir todo como un reto, pero Cailen acababa de lanzarle una mirada de desdén tan intensa, que tuvo mayor alcance que si hubiera levantado la mano y le hubiera dirigido directamente una bofetada al rostro. Y había algo demasiado afianzado en la esencia femenina, como las raíces más profundas del más antiguo de los robles que se mantienen incólumes a pesar del mal tiempo y de los azotes de la naturaleza, se trataba del orgullo del cual era poseedora, aquel que recorría sus venas por ser una Greystoke. Y él acababa de abofeteárselo con su mirada y con sus palabras.
Apretó los labios, observando en silencio como se levantaba y se dirigía a la puerta. Cerró su bolso, se lo colocó al hombro y acortó el espacio hasta la salida con rápidos pasos. Pasó a un lado de él y al salir respiró profundo, absorbiendo el aire que le traía la brisa que circundaba el lugar, la cual sirvió para apaciguarla. O se contuvo porque estaba maltrecho, no estaba del todo segura.
De lo que si estaba segura era de que lo iba a dejar andar por si solo si no quería su ayuda, aunque de vez en cuando lo observaba con el rabillo del ojo para asegurarse de que no se fuera de bruces.
El camino de regreso a la ciudad era largo y el sol brillaba con intensidad. Observó las ruinas y el despliegue de verdes árboles por detras de ellas que se mecían por el viento susurrando una invitación con sus hojas. -Será mejor acortar camino por el bosque.- Sacó un pequeño frasco de su bolsillo y lo lanzó a las manos ajenas. -Tómalo, te ayudará con el dolor.- No era una medicina ni mucho menos, era aguardiente, pero por experiencia propia sabía que ayudaba a relajarse y calmar el dolor. Esperó a que él avanzara para cerciorarse de que podía valerse por si mismo, o de lo contrario, a pesar de sus protestas y de sus miradas letales, terminaría alzándolo sobre su hombro y cargándolo, aunque tuviera que noquearlo primero.
Sin embargo existían excepciones, en las cuales no lograba descifrar del todo a alguien. La sonrisa se desvaneció de sus labios y su rostro mutó, de manera que pareció impasible y difícil de leer. Su mirada, que en muchas ocasiones parecía un óceano de un azul profundo que invita a una travesía por sus vastas aguas, se había ahora nublado. Las finas cejas de color rubio se arquearon un milímetro, casi impávidas.
La cazadora estaba acostumbrada a asumir todo como un reto, pero Cailen acababa de lanzarle una mirada de desdén tan intensa, que tuvo mayor alcance que si hubiera levantado la mano y le hubiera dirigido directamente una bofetada al rostro. Y había algo demasiado afianzado en la esencia femenina, como las raíces más profundas del más antiguo de los robles que se mantienen incólumes a pesar del mal tiempo y de los azotes de la naturaleza, se trataba del orgullo del cual era poseedora, aquel que recorría sus venas por ser una Greystoke. Y él acababa de abofeteárselo con su mirada y con sus palabras.
Apretó los labios, observando en silencio como se levantaba y se dirigía a la puerta. Cerró su bolso, se lo colocó al hombro y acortó el espacio hasta la salida con rápidos pasos. Pasó a un lado de él y al salir respiró profundo, absorbiendo el aire que le traía la brisa que circundaba el lugar, la cual sirvió para apaciguarla. O se contuvo porque estaba maltrecho, no estaba del todo segura.
De lo que si estaba segura era de que lo iba a dejar andar por si solo si no quería su ayuda, aunque de vez en cuando lo observaba con el rabillo del ojo para asegurarse de que no se fuera de bruces.
El camino de regreso a la ciudad era largo y el sol brillaba con intensidad. Observó las ruinas y el despliegue de verdes árboles por detras de ellas que se mecían por el viento susurrando una invitación con sus hojas. -Será mejor acortar camino por el bosque.- Sacó un pequeño frasco de su bolsillo y lo lanzó a las manos ajenas. -Tómalo, te ayudará con el dolor.- No era una medicina ni mucho menos, era aguardiente, pero por experiencia propia sabía que ayudaba a relajarse y calmar el dolor. Esperó a que él avanzara para cerciorarse de que podía valerse por si mismo, o de lo contrario, a pesar de sus protestas y de sus miradas letales, terminaría alzándolo sobre su hombro y cargándolo, aunque tuviera que noquearlo primero.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Re: Entrenamiento |Privado|
Su semblante ya no era el mismo de antes, uno amable y decidido, el de alguien que no dejaba traslucir sus emociones, eso era algo que no tenía idea de cómo hacer. ¿Cómo era que la gente sabía hacer eso? en mi opinión era más que ponerse una máscara y salir al mundo, era algo más complejo, una habilidad que requería práctica o de plano un don otorgado por Dios. ¿El motivo? No tenía ni la más remota idea pero había ocasiones, muchas en realidad, en las que deseaba tener ese "talento". La observaba de reojo, apenas atreviéndome a subir la mirada, se notaba la tensión en ella, estaba en el aire, nos rodeaba a ambos pero su rostro estaba sereno a diferencia del mío, y no era solo el rostro. Las manos me temblaban y tragaba saliva constantemente. Estaba nervioso, preocupado, molesto conmigo mismo y era tan obvio como si lo gritara al aire.
A veces odiaba ser tan transparente, como en esa situación por ejemplo. No podía dejar de sentirme mal por mis repentinas acciones, si hubiese algún artefacto que me permitiera regresar el tiempo lo hubiera usado en ese preciso instante sin pensarlo dos veces. Un solo pensamiento me atravesaba "¿Qué he hecho?" y me lo repetía constantemente.
Después de una pausa que se hacía eterna e incómoda, por fin salió de aquel edificio y seguí caminando, tratando de mantener una posición erguida pese al dolor punzante que recorría todo mi cuerpo al menor movimiento. Si bien me sentía horrible por lo que acababa de hacer, de ninguna forma iba a permitir demostrar lo verdaderamente fatal que estaba físicamente. Tenía miedo de que como antes perdiera el equilibrio o estuviera demasiado débil para andar y cayera al suelo. Si eso pasaba cabía la posibilidad de que removiera la tela a pesar de… bueno, todo. Tal vez si los golpes hubiesen sido solo en la cara le hubiera permitido ayudarme, pero no, eran en todo el cuerpo así que no era ninguna opción.
De repente su voz me sacó de mis pensamientos, no escuché lo que dijo pero por suerte reaccioné a tiempo para atrapar el objeto. Examiné el frasco pero no me daba indicios de lo que podría ser, el líquido era transparente como el agua pero dudaba que eso fuera el contenido. Lo abrí con cuidado y de inmediato el fuerte aroma llegó a mi nariz. -Gracias. -Comenté mientras lo guardaba en mi bolsillo. -Vendré mañana… si es que le parece bien. -Agregué con la formalidad que me había pedido que no usara. No podía evitarlo, me daba una sensación extraña hablarle como igual, peor aún con lo que acababa de pasar.
A veces odiaba ser tan transparente, como en esa situación por ejemplo. No podía dejar de sentirme mal por mis repentinas acciones, si hubiese algún artefacto que me permitiera regresar el tiempo lo hubiera usado en ese preciso instante sin pensarlo dos veces. Un solo pensamiento me atravesaba "¿Qué he hecho?" y me lo repetía constantemente.
Después de una pausa que se hacía eterna e incómoda, por fin salió de aquel edificio y seguí caminando, tratando de mantener una posición erguida pese al dolor punzante que recorría todo mi cuerpo al menor movimiento. Si bien me sentía horrible por lo que acababa de hacer, de ninguna forma iba a permitir demostrar lo verdaderamente fatal que estaba físicamente. Tenía miedo de que como antes perdiera el equilibrio o estuviera demasiado débil para andar y cayera al suelo. Si eso pasaba cabía la posibilidad de que removiera la tela a pesar de… bueno, todo. Tal vez si los golpes hubiesen sido solo en la cara le hubiera permitido ayudarme, pero no, eran en todo el cuerpo así que no era ninguna opción.
De repente su voz me sacó de mis pensamientos, no escuché lo que dijo pero por suerte reaccioné a tiempo para atrapar el objeto. Examiné el frasco pero no me daba indicios de lo que podría ser, el líquido era transparente como el agua pero dudaba que eso fuera el contenido. Lo abrí con cuidado y de inmediato el fuerte aroma llegó a mi nariz. -Gracias. -Comenté mientras lo guardaba en mi bolsillo. -Vendré mañana… si es que le parece bien. -Agregué con la formalidad que me había pedido que no usara. No podía evitarlo, me daba una sensación extraña hablarle como igual, peor aún con lo que acababa de pasar.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
Su mirada siguió los movimientos del joven, percibiendo sus pasos aún tambaleantes y como sus manos algo temblorosas guardaban el frasco en el bolsillo sin probar una gota. Una pequeña línea se formó en su frente, sus labios estuvieron a punto de regañarlo por no probar el aguardiente, pero cuando sus ojos subieron de vuelta hasta su rostro permaneció en silencio.
Se encontró con una expresión pesarosa y desolada, la cual provocó que a su mente regresase la confesión que él le había hecho un momento atrás. Mi padre creía firmemente en la disciplina... Las pequeñas gotas de sudor que continuaban en su frente y especialmente su mirada provocaron que la cazadora volviese a reflexionar en el alcance de esas palabras. ¿Sería posible que debido al maltrato del padre, Cailen se viese afectado aún en el presente de tal manera que no permitía que le ayudasen o le tocasen?
Era una conjetura bastante grande pero los ojos oscuros del muchacho le hicieron creer que quizás no estaba tan errada. Desvió la mirada, observando el panorama que se desplegaba frente a ellos. Su previa irritación fue cediendo poco a poco aunque su orgullo aún estaba resentido. Su voz adquirió una entonación suave pero firme. -De ninguna manera. Mañana deberás descansar y terminar de recuperarte. Lamento haberte golpeado de más, aunque al final algo bueno hemos logrado. Por supuesto espero verte pasado mañana.-
Lo observó de reojo al pronunciar las palabras. ¿Por qué tenía deseos de consolarlo cuando acababa de herirla en su orgullo? ¿Y por qué le conmovía tan sólo ver su expresión? Apartó la mirada de él justo para captar otro movimiento frente a su campo visual. Se trataba de algo que parecía apenas un punto que avanzaba en la distancia, en dirección de las ruinas. Una sonrisa se dibujó en sus labios al descubrirlo. -¡Espérame aquí! ¡Ya regreso!-
Rápidamente se puso en marcha pero se detuvo abrúptamente y volteó para mirarlo antes de proseguir. -Lo digo en serio. No te muevas de aquí. Si regreso y no te veo iré a buscarte adonde estés y... ¡te patearé tan fuerte que lo de hoy parecerá la caricia de una pluma!- Lo observó resuelta para que comprendiera que lo decía en serio y luego giró corriendo tan velozmente como se lo permitían sus pies.
El corazón le latía con fuerza mientras se abría camino entre las ruinas para llegar a un camino empedrado adonde se detuvo justo en el instante en que un corcel relinchaba y alzaba las patas delanteras a punto de golpearla. Para su suerte, el conductor tiró de las riendas del noble animal que tiraba de su carreta, logrando que este se detuviera a escasos centímetros de ella.
Suspiró y se acercó al hombre de mediana edad que en un principió lanzó una retahíla de improperios ante la actitud alocada de la joven que se había detenido frente a él en medio del camino; aunque el malhumor se desvaneció pronto. Después de un intercambio de palabras y de un vistazo al saco de monedas que le enseñaba, quedó bastante persuadido de que no se trataba de una doncella común y de que sus servicios le serían remunerados. Estuvo bastante dispuesto entonces a dejarla subir atrás y dirigir el caballo hacia la dirección que le indicaba.
Avanzaron sobre el camino, de regreso a la fábrica abandonada, hasta detenerse frente a la misma. -¡Anda Cailen! ¿Qué esperas? ¡No hagamos esperar a este señor, que paciencia tiene poca, pero nos hará el favor de llevarnos de vuelta a la ciudad!- indicó desde donde estaba, sintiéndose aliviada al descubrir que aún seguía adonde lo había dejado. Se bajó de un salto, se acercó a él corriendo y sin pedirle su parecer lo dirigió a la parte posterior de la carreta adonde le ayudó a impulsarse para subirse y que pudiese echarse a descansar sobre la carga de heno. -¿A qué no esperabas un transporte así?- Sonrió al decirlo. No era un carruaje como aquellos a los que estaba acostumbrada pero él podría acostarse sobre el heno e incluso dormir un rato, al igual que podría hacerlo ella.
Se encontró con una expresión pesarosa y desolada, la cual provocó que a su mente regresase la confesión que él le había hecho un momento atrás. Mi padre creía firmemente en la disciplina... Las pequeñas gotas de sudor que continuaban en su frente y especialmente su mirada provocaron que la cazadora volviese a reflexionar en el alcance de esas palabras. ¿Sería posible que debido al maltrato del padre, Cailen se viese afectado aún en el presente de tal manera que no permitía que le ayudasen o le tocasen?
Era una conjetura bastante grande pero los ojos oscuros del muchacho le hicieron creer que quizás no estaba tan errada. Desvió la mirada, observando el panorama que se desplegaba frente a ellos. Su previa irritación fue cediendo poco a poco aunque su orgullo aún estaba resentido. Su voz adquirió una entonación suave pero firme. -De ninguna manera. Mañana deberás descansar y terminar de recuperarte. Lamento haberte golpeado de más, aunque al final algo bueno hemos logrado. Por supuesto espero verte pasado mañana.-
Lo observó de reojo al pronunciar las palabras. ¿Por qué tenía deseos de consolarlo cuando acababa de herirla en su orgullo? ¿Y por qué le conmovía tan sólo ver su expresión? Apartó la mirada de él justo para captar otro movimiento frente a su campo visual. Se trataba de algo que parecía apenas un punto que avanzaba en la distancia, en dirección de las ruinas. Una sonrisa se dibujó en sus labios al descubrirlo. -¡Espérame aquí! ¡Ya regreso!-
Rápidamente se puso en marcha pero se detuvo abrúptamente y volteó para mirarlo antes de proseguir. -Lo digo en serio. No te muevas de aquí. Si regreso y no te veo iré a buscarte adonde estés y... ¡te patearé tan fuerte que lo de hoy parecerá la caricia de una pluma!- Lo observó resuelta para que comprendiera que lo decía en serio y luego giró corriendo tan velozmente como se lo permitían sus pies.
El corazón le latía con fuerza mientras se abría camino entre las ruinas para llegar a un camino empedrado adonde se detuvo justo en el instante en que un corcel relinchaba y alzaba las patas delanteras a punto de golpearla. Para su suerte, el conductor tiró de las riendas del noble animal que tiraba de su carreta, logrando que este se detuviera a escasos centímetros de ella.
Suspiró y se acercó al hombre de mediana edad que en un principió lanzó una retahíla de improperios ante la actitud alocada de la joven que se había detenido frente a él en medio del camino; aunque el malhumor se desvaneció pronto. Después de un intercambio de palabras y de un vistazo al saco de monedas que le enseñaba, quedó bastante persuadido de que no se trataba de una doncella común y de que sus servicios le serían remunerados. Estuvo bastante dispuesto entonces a dejarla subir atrás y dirigir el caballo hacia la dirección que le indicaba.
Avanzaron sobre el camino, de regreso a la fábrica abandonada, hasta detenerse frente a la misma. -¡Anda Cailen! ¿Qué esperas? ¡No hagamos esperar a este señor, que paciencia tiene poca, pero nos hará el favor de llevarnos de vuelta a la ciudad!- indicó desde donde estaba, sintiéndose aliviada al descubrir que aún seguía adonde lo había dejado. Se bajó de un salto, se acercó a él corriendo y sin pedirle su parecer lo dirigió a la parte posterior de la carreta adonde le ayudó a impulsarse para subirse y que pudiese echarse a descansar sobre la carga de heno. -¿A qué no esperabas un transporte así?- Sonrió al decirlo. No era un carruaje como aquellos a los que estaba acostumbrada pero él podría acostarse sobre el heno e incluso dormir un rato, al igual que podría hacerlo ella.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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Fecha de inscripción : 19/09/2015
Re: Entrenamiento |Privado|
Se me complicaba entender claramente la situación entre ambos por mil y un razones, pero creo yo que la principal era porque no tenía idea de cómo reaccionaría Selina ante las palabras que se escapaban de entre mis labios antes de darme cuenta. Le había dado una muy buena razón para que se molestase conmigo y si bien pude percatarme de que en algo le habían afectado mis palabras, no fue tan grave como yo me lo imaginaba, pudiera ser porque en verdad no le había ofendido como me imaginaba o simplemente porque poseía un control mucho mayor que yo en cuanto a actitud se refería, que comenzaba a pensar que era la opción más probable. Sus gestos iban enmascarados, en alguna parte de mi cabeza me pregunté si era alguna especie de hábito que practicó toda su vida.
-De acuerdo. Entonces… no nos veremos mañana. -Comenté aun con la voz baja. Casi un murmullo. Al día siguiente no haría nada más que quedarme sentado en la acera con un sombrero volteado sobre el suelo y pedir limosna. En las condiciones en las que estaba, intentar extraer algo de valor de bolsillos ajenos no sería muy prudente pues la posibilidad de ser pescado en el acto era en extremo alta.
Me resultó en extremo sorprendente el hecho de escuchar las palabras que pronunciaba la joven. “Lamento haberte golpeado de más” había dicho. Me frené en seco aún incrédulo. ¿Cuándo había sido la última vez que alguien se había disculpado conmigo? Y en realidad me preguntaba por qué lo había hecho, si yo fui quien aceptó su oferta del entrenamiento, estaba consciente de que saldría herido y posiblemente ella también lo intuyó en su momento. ¿Entonces por qué se disculpaba? Desde mi punto de vista, los golpes recibidos eran tan solo algo inminente pero aún así. El escuchar esas palabras me causó una especie de hueco en mi corazón. Como si fuese algo que me faltó en la vida.
-No es nada. -Respondí finalmente, me sería difícil admitirlo pero en realidad esas palabras eran mentira. Si nunca lo hubiera dicho posiblemente jamás me habría dado cuenta de que ese “lo siento” significó el mundo para mí. De pronto algo a lo lejos captó su atención y pese a mis esfuerzos por intentar ver de qué se trataba, no alcancé a observar qué fue lo que atrajo sus sentidos. Estaba a punto de preguntar a dónde iba pero lo siguiente que dijo me dejó confundido y temeroso ¿sería capaz de volver a agredirme? No tenía idea, seguramente no iba en serio pero también estaba la posibilidad de que cumpliera su palabra. Tragué saliva y me quedé ahí de pie esperando a que volviera.
Pasó un rato hasta que divisé una carreta impulsada por un corcel que se acercaba. Alcé la ceja, por un momento sin entender lo que pasaba. Sin decir una palabra dejé que me ayudara a subir y al poner un pie ya encima de la parte trasera perdí el equilibrio de repente y caí de espalda sobre el montón de heno. Por un segundo me asusté por la caída pero inmediatamente recobré la compostura al percatarme de que ni siquiera hubo peligro de salir más herido de lo que estaba. -No, no me lo esperaba en absoluto. -Respiré aliviado al saber que ya no tendría que caminar hasta la ciudad de regreso y me recosté sobre la carga. -Esto es el paraíso. -Murmuré en voz alta y llevé mi mano al bolsillo, sintiendo el frasco de aguardiente, lo pensé un momento y finalmente lo saqué y le di un buen trago, de inmediato sintiendo que el dolor disminuía.
-De acuerdo. Entonces… no nos veremos mañana. -Comenté aun con la voz baja. Casi un murmullo. Al día siguiente no haría nada más que quedarme sentado en la acera con un sombrero volteado sobre el suelo y pedir limosna. En las condiciones en las que estaba, intentar extraer algo de valor de bolsillos ajenos no sería muy prudente pues la posibilidad de ser pescado en el acto era en extremo alta.
Me resultó en extremo sorprendente el hecho de escuchar las palabras que pronunciaba la joven. “Lamento haberte golpeado de más” había dicho. Me frené en seco aún incrédulo. ¿Cuándo había sido la última vez que alguien se había disculpado conmigo? Y en realidad me preguntaba por qué lo había hecho, si yo fui quien aceptó su oferta del entrenamiento, estaba consciente de que saldría herido y posiblemente ella también lo intuyó en su momento. ¿Entonces por qué se disculpaba? Desde mi punto de vista, los golpes recibidos eran tan solo algo inminente pero aún así. El escuchar esas palabras me causó una especie de hueco en mi corazón. Como si fuese algo que me faltó en la vida.
-No es nada. -Respondí finalmente, me sería difícil admitirlo pero en realidad esas palabras eran mentira. Si nunca lo hubiera dicho posiblemente jamás me habría dado cuenta de que ese “lo siento” significó el mundo para mí. De pronto algo a lo lejos captó su atención y pese a mis esfuerzos por intentar ver de qué se trataba, no alcancé a observar qué fue lo que atrajo sus sentidos. Estaba a punto de preguntar a dónde iba pero lo siguiente que dijo me dejó confundido y temeroso ¿sería capaz de volver a agredirme? No tenía idea, seguramente no iba en serio pero también estaba la posibilidad de que cumpliera su palabra. Tragué saliva y me quedé ahí de pie esperando a que volviera.
Pasó un rato hasta que divisé una carreta impulsada por un corcel que se acercaba. Alcé la ceja, por un momento sin entender lo que pasaba. Sin decir una palabra dejé que me ayudara a subir y al poner un pie ya encima de la parte trasera perdí el equilibrio de repente y caí de espalda sobre el montón de heno. Por un segundo me asusté por la caída pero inmediatamente recobré la compostura al percatarme de que ni siquiera hubo peligro de salir más herido de lo que estaba. -No, no me lo esperaba en absoluto. -Respiré aliviado al saber que ya no tendría que caminar hasta la ciudad de regreso y me recosté sobre la carga. -Esto es el paraíso. -Murmuré en voz alta y llevé mi mano al bolsillo, sintiendo el frasco de aguardiente, lo pensé un momento y finalmente lo saqué y le di un buen trago, de inmediato sintiendo que el dolor disminuía.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
Selina brindó un último impulso con sus manos a Cailen, y una vez estuvo arriba de la carreta, flexionó sus brazos apoyándose en la madera de la misma para subir a su vez en ella. Sus ojos captaron el momento en el que él caía de espaldas sobre el heno, pocos segundos antes de que le diera una indicación al conductor de la carreta para que reiniciasen el camino. Acto seguido se dejó caer a su vez sobre el espacio disponible a un lado de su joven acompañante, resultándole grato constatar que resultaba bastante cómodo viajar así.
-¿Por qué la gente no se transporta de esta manera más a menudo?- Fue una pregunta más para si misma que para los oídos ajenos. Cruzó sus brazos detrás de su cabeza observando el cielo que se encontraba resplandeciente en ese momento. Ya caía la tarde y según anunciaban las nubes blancas que abundaban en el, no había la menor amenaza de lluvia. Tendrían un buen recorrido de allí en adelante.
Sonrió un poco al escuchar las palabras ajenas. -Un paraíso que durará al menos unas tres horas.- Entornó los ojos, observando el perfil del joven, que en ese momento se había decidido a probar el aguardiente. Acompañando a sus palabras notó en su rostro una expresión más relajada. En su frente no veía fruncimiento alguno, y sus ojos habían abandonado el desasosiego anterior, al menos eso alcanzaba a ver desde su posición y tenía que admitir que el aspecto despreocupado le sentaba mejor, le hacía lucir más joven. Eso pensaba mientras le contemplaba y cuando sus ojos parecieron girar en dirección a ella, retiró rápidamente la mirada y la dirigió al cielo nuevamente, como si la hubiera pillado haciendo algo que no debía.
Pretendió ver las nubes arriba de ellos pero podía escuchar sus latidos pulsando con rapidez en sus oídos. Apretó los labios un momento antes de hablar de nuevo. -¿Eres escocés, no es cierto?- La pregunta pareció salir de la nada pero más bien se debía a una repentina curiosidad. -Reconozco el acento. Muchas veces me crucé con escoceses en tierra inglesa, y de hecho, uno de mis tíos se sintió tan atraído por Escocia, que terminó asentado en Edimburgo...-
Ahora la brisa soplaba algo más fuerte, pero sin volverse pesada, tan solo alborotaba un poco su cabello rubio por lo que su índice lo acomodó suavemente detrás de su oreja. -Ambos somos británicos en tierra extranjera.- Sus ojos regresaron lentamente hacia los de él y permanecieron fijos en ellos. -Algunos dirían que eso es motivo suficiente para que seamos amigos.- Alzó una ceja. Cailen era hasta cierto punto un enigma. ¿Qué hacía alguien como él robando en las calles de Francia? ¿Cómo había llegado hasta acá? ¿Qué sucedió con el padre que tanto daño le había hecho?
Agh... no debería despertarle tanta curiosidad. Ellos tenían un trato... Nada más. Y ella ni siquiera le había dicho quien era en realidad. -Seamos amigos.- Las palabras brotaron repentinamente de sus labios, contradiciendo todo lo que estaba pensando. El azul de su mirada adquirió mayor profundidad, en su garganta sintió un pequeño nudo y extendió su mano derecha hacia él para sellar de esa manera lo que le proponía. Mientras estudiaba su expresión los latidos de su corazón volvieron a pulsar de forma inexplicable en sus oídos. Ofrecerle su amistad a Cailen era más difícil que introducir una estaca en el pecho de un ser de la noche... y ciertamente, aguardar su respuesta la inquietaba más que sellar un trato crucial con los altos mandatarios de la sociedad parisiense...
-¿Por qué la gente no se transporta de esta manera más a menudo?- Fue una pregunta más para si misma que para los oídos ajenos. Cruzó sus brazos detrás de su cabeza observando el cielo que se encontraba resplandeciente en ese momento. Ya caía la tarde y según anunciaban las nubes blancas que abundaban en el, no había la menor amenaza de lluvia. Tendrían un buen recorrido de allí en adelante.
Sonrió un poco al escuchar las palabras ajenas. -Un paraíso que durará al menos unas tres horas.- Entornó los ojos, observando el perfil del joven, que en ese momento se había decidido a probar el aguardiente. Acompañando a sus palabras notó en su rostro una expresión más relajada. En su frente no veía fruncimiento alguno, y sus ojos habían abandonado el desasosiego anterior, al menos eso alcanzaba a ver desde su posición y tenía que admitir que el aspecto despreocupado le sentaba mejor, le hacía lucir más joven. Eso pensaba mientras le contemplaba y cuando sus ojos parecieron girar en dirección a ella, retiró rápidamente la mirada y la dirigió al cielo nuevamente, como si la hubiera pillado haciendo algo que no debía.
Pretendió ver las nubes arriba de ellos pero podía escuchar sus latidos pulsando con rapidez en sus oídos. Apretó los labios un momento antes de hablar de nuevo. -¿Eres escocés, no es cierto?- La pregunta pareció salir de la nada pero más bien se debía a una repentina curiosidad. -Reconozco el acento. Muchas veces me crucé con escoceses en tierra inglesa, y de hecho, uno de mis tíos se sintió tan atraído por Escocia, que terminó asentado en Edimburgo...-
Ahora la brisa soplaba algo más fuerte, pero sin volverse pesada, tan solo alborotaba un poco su cabello rubio por lo que su índice lo acomodó suavemente detrás de su oreja. -Ambos somos británicos en tierra extranjera.- Sus ojos regresaron lentamente hacia los de él y permanecieron fijos en ellos. -Algunos dirían que eso es motivo suficiente para que seamos amigos.- Alzó una ceja. Cailen era hasta cierto punto un enigma. ¿Qué hacía alguien como él robando en las calles de Francia? ¿Cómo había llegado hasta acá? ¿Qué sucedió con el padre que tanto daño le había hecho?
Agh... no debería despertarle tanta curiosidad. Ellos tenían un trato... Nada más. Y ella ni siquiera le había dicho quien era en realidad. -Seamos amigos.- Las palabras brotaron repentinamente de sus labios, contradiciendo todo lo que estaba pensando. El azul de su mirada adquirió mayor profundidad, en su garganta sintió un pequeño nudo y extendió su mano derecha hacia él para sellar de esa manera lo que le proponía. Mientras estudiaba su expresión los latidos de su corazón volvieron a pulsar de forma inexplicable en sus oídos. Ofrecerle su amistad a Cailen era más difícil que introducir una estaca en el pecho de un ser de la noche... y ciertamente, aguardar su respuesta la inquietaba más que sellar un trato crucial con los altos mandatarios de la sociedad parisiense...
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
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