AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Entrenamiento |Privado|
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Entrenamiento |Privado|
Recuerdo del primer mensaje :
Desde antes de que el sol diera sus primeras señales de salir, me puse en macha hacia el lugar al que la joven cazadora me había indicado, lo cierto era que me sentía nervioso por lo que acontecería, ¿era acaso alguna otra especie de trampa? ¿y si de alguna forma supo Selina que yo sabía dónde encontrar a los seres que se dedicaba con tanto afán a exterminar? No tenía idea pero por alguna razón la incertidumbre no me hizo retroceder en ningún momento, mis pies andaban a buen paso son yo percatarme de que se movían, mis pensamientos consumían toda mi concentración, ni siquiera me di cuenta de que ya estaba por llegar. Alcé la vista y miré con asombro una construcción mayormente de metal, posiblemente una fábrica abandonada. Miré a mis alrededores y lo parecía ser los restos de un pequeño poblado, había construcciones destruidas, seguramente por estar expuestas a lo que el Señor hubiese decidido enviar a aquellas tierras que aún no creía que eran parte de París. Entonces entré en la abandonada edificación.
Mis ojos tristes no pudieron hacer más que iluminarse ante la extraña belleza de aquella fábrica abandonada. Los pequeños agujeros en las paredes formaban varios puntos donde se filtraba la luz, me recordaba a una especie de candelabro, pero más hermoso. -Woow. -Dije por lo bajo, más en un susurro en realidad. Saqué un viejo y oxidado reloj de mi bolsillo que había conseguido años atrás, fue uno de los primeros robos que cometí cuyo recuerdo me carcomía todos los días, recordando mi pecado me persigné como lo hacía generalmente. El aparato indicaba que faltaban al menos dos horas para que llegara la joven. Decidí sentarme en el suelo y de mi bolsa de cuero saqué un pedazo de pan que comí gustoso. Acabado de comer me incorporé sin motivo aparente, solo me había hartado de estar sentado. Me acomodé la camisa blanca (comprada gracias a lo que había ganado al vender aquella red) y entonces un ruido chirriante resonó en la edificación y sentí que los pelos de mi nuca se erizaban, el estruendo me puso la piel de gallina e instintivamente saqué mi daga y me puse en posición de ataque. Me llevé una sorpresa al ver a Selina avanzando de entre las sombras. Al percatarme de su presencia, guardé de inmediato la daga y quité mi gorra tipo inglesa de mi cabeza, en señal de respeto. -Mi lady. -Dije con la respiración aún agitada del susto. -Llega usted temprano. Me ha hecho sobresaltarme.
Mis ojos tristes no pudieron hacer más que iluminarse ante la extraña belleza de aquella fábrica abandonada. Los pequeños agujeros en las paredes formaban varios puntos donde se filtraba la luz, me recordaba a una especie de candelabro, pero más hermoso. -Woow. -Dije por lo bajo, más en un susurro en realidad. Saqué un viejo y oxidado reloj de mi bolsillo que había conseguido años atrás, fue uno de los primeros robos que cometí cuyo recuerdo me carcomía todos los días, recordando mi pecado me persigné como lo hacía generalmente. El aparato indicaba que faltaban al menos dos horas para que llegara la joven. Decidí sentarme en el suelo y de mi bolsa de cuero saqué un pedazo de pan que comí gustoso. Acabado de comer me incorporé sin motivo aparente, solo me había hartado de estar sentado. Me acomodé la camisa blanca (comprada gracias a lo que había ganado al vender aquella red) y entonces un ruido chirriante resonó en la edificación y sentí que los pelos de mi nuca se erizaban, el estruendo me puso la piel de gallina e instintivamente saqué mi daga y me puse en posición de ataque. Me llevé una sorpresa al ver a Selina avanzando de entre las sombras. Al percatarme de su presencia, guardé de inmediato la daga y quité mi gorra tipo inglesa de mi cabeza, en señal de respeto. -Mi lady. -Dije con la respiración aún agitada del susto. -Llega usted temprano. Me ha hecho sobresaltarme.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 07/09/2015
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Re: Entrenamiento |Privado|
La forma en la que la joven se había dejado caer al heno me hizo acordarme de una niña pequeña, incluso recordé que de niño columpiarme de una soga hasta el lago era toda una experiencia, el máximo entretenimiento. Seguramente por ese instante de adrenalina que sentía al columpiarme en el aire sabiendo que corría cierto nivel de peligro si me soltaba, o el santiamén que pasaba en el aire antes de caer al agua. Sin darme cuenta una sonrisa se formó en la comisura de mis labios, solo por esos escasos pero gratos momentos de mi infancia pensaba en lo hermoso que sería regresar en el tiempo.
No estaba muy acostumbrado a las bebidas alcohólicas por lo que el efecto fue casi de inmediato, el licor comenzaba a subírseme a la cabeza trayendo consigo una sensación como de alegría, me sentía sereno pero bien sabía que era artificial, todo aquella bebida que estaba de regreso en mi bolsillo, suspiré, sería aún más grato si aquella paz fuera real y no fabricada. Giré la mirada por un instante ante esa pregunta, en realidad nunca me lo había pensado, era raro a la vista tal vez, ver a unas personas encima de una carreta como si nada, pero sí que resultaba bastante cómodo.
-¿Solo tres? -Pregunté sin despegar la vista de las nubes, había tardado mucho más que eso en llegar a aquél sitio. Tres horas apenas era un periquete. -Tal vez sería más conveniente vernos en un sitio más cercano a la ciudad, los bosques quizá… -Esa vez tuvimos suerte, de no haber pasado por casualidad el hombre, probablemente hubiésemos tenido que caminar hasta la ciudad o ya de plano, acampar ahí.
De repente me sentí un tanto incómodo, era la misma sensación que tenía cuando alguien me observaba mucho, por un momento intenté hacer caso omiso de ello pero en verdad era una sensación bastante palpable, sin darme cuenta moví mi atención hacia la joven pero ella estaba ensimismada en el cielo. “Qué raro” pensé, creí haber visto que algo en ella se movía pero seguramente me lo habría imaginado. Decidí que lo mejor era enfocar mi mente en otras cosas y eso hice, pensaba en dónde ocultaría el dinero que aún me quedaba por la red, para algunos era una miseria pero para mí era un tesoro codiciado.
-¿Eres escocés, no es cierto?-Esas palabras me dieron un vuelco al corazón, de repente el alcohol en mi sistema se desvaneció por completo y con éste, también la calma. Me incorporé casi de un salto, de forma que estaba semi-sentado sobre el heno -¿Q.. Qué? -Pregunté sin darme cuenta del temblor en mi voz. Luego recordé todo, ella era una cazadora. Instintivamente retrocedí. ¿Ella lo sabía? ¿Acaso la habían contratado para buscarme? ¿Ella estaba detrás de la recompensa ofrecida por la inquisición? “¡Es una emboscada!” Gritaba mi mente, miré hacia todas partes esperando a que alguien saliera de entre los árboles listo para arrestarme. Así que ahí acababa todo, me llevarían a rastras de regreso a Glasgow, delante de mi padre y de mi madre, me vería obligado a ser lo que eludí por tantos años. Un asesino.
-Reconozco el acento.-¿El acento? Sentí que respiraba otra vez, posiblemente ella no tenía ni idea de las cosas horribles que habían pasado por mi mente, me llevé las manos a la sien y froté con fuerza. -¿Se me escapó el acento? -Pregunté, eso no era normal, de hecho nadie se daba cuenta de mi procedencia si me escuchaban hablar, hasta donde sabía, la gente me tomaba como otro francés, nunca señalaban alguna anomalía en mi pronunciación. Además, la entonación desapareció gradualmente conforme pasaron los años, o eso creí. Aclaré mi garganta pensando que así se fuera a esconder de nuevo. -Nunca me había pasado eso ¿Ya no se nota? -No me gustaba la idea de que me había delatado de esa forma, tal vez no era nada pero en las circunstancias equivocadas podría dar a conocer mi identidad. Una vez más mis ojos se enfocaron sobre la rubia un tanto sorprendidos, en verdad que no acababa de sorprenderme. -¿Amigos?
De repente extendió su brazo. ¿Acaso iba en serio? Observé su mano desconfiado al principio como era ya mi naturaleza, mis ojos iban de su mano al azul de su iris, se me hacía un paso gigante, nos habíamos conocido por casualidad y no en buenas circunstancias, que nos hubiéramos visto ese día era por el simple producto de un acuerdo mutuo, nada más. Sin embargo, algo me decía que lo mejor era aceptar porque pasarían años hasta que alguien volviera a ofrecerme su amistad. El mayor tesoro -Amigos. -Respondí sacudiendo su mano.
No estaba muy acostumbrado a las bebidas alcohólicas por lo que el efecto fue casi de inmediato, el licor comenzaba a subírseme a la cabeza trayendo consigo una sensación como de alegría, me sentía sereno pero bien sabía que era artificial, todo aquella bebida que estaba de regreso en mi bolsillo, suspiré, sería aún más grato si aquella paz fuera real y no fabricada. Giré la mirada por un instante ante esa pregunta, en realidad nunca me lo había pensado, era raro a la vista tal vez, ver a unas personas encima de una carreta como si nada, pero sí que resultaba bastante cómodo.
-¿Solo tres? -Pregunté sin despegar la vista de las nubes, había tardado mucho más que eso en llegar a aquél sitio. Tres horas apenas era un periquete. -Tal vez sería más conveniente vernos en un sitio más cercano a la ciudad, los bosques quizá… -Esa vez tuvimos suerte, de no haber pasado por casualidad el hombre, probablemente hubiésemos tenido que caminar hasta la ciudad o ya de plano, acampar ahí.
De repente me sentí un tanto incómodo, era la misma sensación que tenía cuando alguien me observaba mucho, por un momento intenté hacer caso omiso de ello pero en verdad era una sensación bastante palpable, sin darme cuenta moví mi atención hacia la joven pero ella estaba ensimismada en el cielo. “Qué raro” pensé, creí haber visto que algo en ella se movía pero seguramente me lo habría imaginado. Decidí que lo mejor era enfocar mi mente en otras cosas y eso hice, pensaba en dónde ocultaría el dinero que aún me quedaba por la red, para algunos era una miseria pero para mí era un tesoro codiciado.
-¿Eres escocés, no es cierto?-Esas palabras me dieron un vuelco al corazón, de repente el alcohol en mi sistema se desvaneció por completo y con éste, también la calma. Me incorporé casi de un salto, de forma que estaba semi-sentado sobre el heno -¿Q.. Qué? -Pregunté sin darme cuenta del temblor en mi voz. Luego recordé todo, ella era una cazadora. Instintivamente retrocedí. ¿Ella lo sabía? ¿Acaso la habían contratado para buscarme? ¿Ella estaba detrás de la recompensa ofrecida por la inquisición? “¡Es una emboscada!” Gritaba mi mente, miré hacia todas partes esperando a que alguien saliera de entre los árboles listo para arrestarme. Así que ahí acababa todo, me llevarían a rastras de regreso a Glasgow, delante de mi padre y de mi madre, me vería obligado a ser lo que eludí por tantos años. Un asesino.
-Reconozco el acento.-¿El acento? Sentí que respiraba otra vez, posiblemente ella no tenía ni idea de las cosas horribles que habían pasado por mi mente, me llevé las manos a la sien y froté con fuerza. -¿Se me escapó el acento? -Pregunté, eso no era normal, de hecho nadie se daba cuenta de mi procedencia si me escuchaban hablar, hasta donde sabía, la gente me tomaba como otro francés, nunca señalaban alguna anomalía en mi pronunciación. Además, la entonación desapareció gradualmente conforme pasaron los años, o eso creí. Aclaré mi garganta pensando que así se fuera a esconder de nuevo. -Nunca me había pasado eso ¿Ya no se nota? -No me gustaba la idea de que me había delatado de esa forma, tal vez no era nada pero en las circunstancias equivocadas podría dar a conocer mi identidad. Una vez más mis ojos se enfocaron sobre la rubia un tanto sorprendidos, en verdad que no acababa de sorprenderme. -¿Amigos?
De repente extendió su brazo. ¿Acaso iba en serio? Observé su mano desconfiado al principio como era ya mi naturaleza, mis ojos iban de su mano al azul de su iris, se me hacía un paso gigante, nos habíamos conocido por casualidad y no en buenas circunstancias, que nos hubiéramos visto ese día era por el simple producto de un acuerdo mutuo, nada más. Sin embargo, algo me decía que lo mejor era aceptar porque pasarían años hasta que alguien volviera a ofrecerme su amistad. El mayor tesoro -Amigos. -Respondí sacudiendo su mano.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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Re: Entrenamiento |Privado|
La mirada de la cazadora continuaba fija en los expresivos ojos marrones de Cailen. Debió tratarse de un lapso de tiempo muy breve pero para ella fue lo suficiente como para contar las pulsaciones que siguieron. Quince. Fueron quince veces en las que su corazón bombeó la sangre en su pecho provocando que esta circulara con mayor fuerza a lo largo de su cuerpo. Quince veces hasta que él aceptara y estrechase su mano, pronunciando una palabra que de tanto uso puede resultar trillada para algunos pero para ella tenía un significado especial.
Su mano presionó la de él para confirmar con ese gesto lo que ya habían sellado con palabras y en su rostro se dibujó una media sonrisa. -¿Siempre eres así de misterioso cuando te hacen una pregunta o es algo natural en ti?- Soltó lentamente su mano y volvió a la posición anterior sobre el heno. -Ah el acento... no es muy notorio, en un principio no estaba segura de que fueras escocés...- Procuró serenar con sus palabras la inquietud notoria en él. Por su reacción comprendía que aparentar ser francés era algo de suma importancia. -No, así como hablas ahora no se nota. Mantenlo así y dudo que otros perciban que no eres de estos rumbos.-
-Por mi parte no te preocupes, no se lo diré a nadie. Será un secreto de amigos.- Le guiñó el ojo antes de volver a ver hacia el cielo. Se sentía extrañamente serena, como si fuese simplemente Selina y para ella no existiesen las preocupaciones. Incluso sentía un agradable cosquilleo en el cuerpo, cada poro suyo, acostumbrado a estar en cierta tensión y alerta, ahora estaba relajado. Adujo ese estado placentero a la comodidad de la carreta, al cómodo roce del heno y al suave ondular del viento que agitaba el cabello de ambos. Debía tratarse de eso ¿no? ¿O que otra cosa podría ser?
-Me parece bien vernos en el bosque...- comentó, tras meditarlo un poco. -Te esperaré en el costado norte del arroyo, cerca del lugar adonde coloqué la trampa el otro día. - Ahora sería seguro volver allí, en el tiempo transcurrido entre el incidente de la trampa y el presente día había regresado al bosque y no había encontrado nuevos rastros de sobrenaturales peligrosos. Al parecer aquellos que habían acabado con el ser humano cuyos restos encontró entre los arbustos se habían alejado de la zona, aunque siempre debía asegurarse de que no regresaran.
Sin embargo esos pensamientos se alejaron de su mente, poco a poco la fue invadiendo el sueño, a pesar de que aún dirigía la mirada hacia su acompañante y de que desease hacerle preguntas con la finalidad de conocer un poco más de él. Lo cierto es que en lugar de ello se encontró parpadeando y antes de darse cuenta se había quedado profundamente dormida.
Transcurrió un largo tiempo antes de que despertara. Estaba acostada sobre su costado derecho, aún algo adormecida. Parpadeó un par de veces antes de percatarse de que estaba bastante cerca de Cailen y de que su mano izquierda descansaba sobre el pecho de él. El calor acudió a su rostro, a sus mejillas, incluso se presentó detrás de sus orejas. Elevó la mirada hacia el rostro ajeno y percibió que sus párpados estaban cerrados. Lo contempló sin moverse, aún con el rostro encendido. Tragó saliva con cierta fuerza antes de moverse lentamente para alejarse de él e incorporarse un poco sobre sus codos, observando así que ya se encontraban cruzando los linderos de la ciudad para adentrarse en ella.
-Hemos llegado Cailen.- anunció en voz alta, lanzando una breve mirada en dirección a él. Se dirigió entonces al conductor de la carreta. -Yo me bajaré dentro de un par de cuadras, a él llévalo adonde te indique.-
Observó que el muchacho tenía ya los ojos abiertos. Había llegado el momento de despedirse. -No lo olvides, pasado mañana.- Su mirada sostuvo la de él antes de aproximarse al borde de la carreta. Allí se detuvo un momento y una pequeña línea se dibujó en su frente. ¿Por qué sus pies aún no querían descender? Cerró los puños con los brazos colgando a ambos costados de su cuerpo. -Y más vale que te presentes, o pensaré que esas heridas no sanaron bien e iré a buscarte.- En sus ojos azules se distinguió la misma emoción de su voz, giró sobre si misma, flexionó las rodillas y saltó a tierra, después de lo cual sus piernas la alejaron de la carreta, dirigiéndola de regreso a casa.
Su mano presionó la de él para confirmar con ese gesto lo que ya habían sellado con palabras y en su rostro se dibujó una media sonrisa. -¿Siempre eres así de misterioso cuando te hacen una pregunta o es algo natural en ti?- Soltó lentamente su mano y volvió a la posición anterior sobre el heno. -Ah el acento... no es muy notorio, en un principio no estaba segura de que fueras escocés...- Procuró serenar con sus palabras la inquietud notoria en él. Por su reacción comprendía que aparentar ser francés era algo de suma importancia. -No, así como hablas ahora no se nota. Mantenlo así y dudo que otros perciban que no eres de estos rumbos.-
-Por mi parte no te preocupes, no se lo diré a nadie. Será un secreto de amigos.- Le guiñó el ojo antes de volver a ver hacia el cielo. Se sentía extrañamente serena, como si fuese simplemente Selina y para ella no existiesen las preocupaciones. Incluso sentía un agradable cosquilleo en el cuerpo, cada poro suyo, acostumbrado a estar en cierta tensión y alerta, ahora estaba relajado. Adujo ese estado placentero a la comodidad de la carreta, al cómodo roce del heno y al suave ondular del viento que agitaba el cabello de ambos. Debía tratarse de eso ¿no? ¿O que otra cosa podría ser?
-Me parece bien vernos en el bosque...- comentó, tras meditarlo un poco. -Te esperaré en el costado norte del arroyo, cerca del lugar adonde coloqué la trampa el otro día. - Ahora sería seguro volver allí, en el tiempo transcurrido entre el incidente de la trampa y el presente día había regresado al bosque y no había encontrado nuevos rastros de sobrenaturales peligrosos. Al parecer aquellos que habían acabado con el ser humano cuyos restos encontró entre los arbustos se habían alejado de la zona, aunque siempre debía asegurarse de que no regresaran.
Sin embargo esos pensamientos se alejaron de su mente, poco a poco la fue invadiendo el sueño, a pesar de que aún dirigía la mirada hacia su acompañante y de que desease hacerle preguntas con la finalidad de conocer un poco más de él. Lo cierto es que en lugar de ello se encontró parpadeando y antes de darse cuenta se había quedado profundamente dormida.
Transcurrió un largo tiempo antes de que despertara. Estaba acostada sobre su costado derecho, aún algo adormecida. Parpadeó un par de veces antes de percatarse de que estaba bastante cerca de Cailen y de que su mano izquierda descansaba sobre el pecho de él. El calor acudió a su rostro, a sus mejillas, incluso se presentó detrás de sus orejas. Elevó la mirada hacia el rostro ajeno y percibió que sus párpados estaban cerrados. Lo contempló sin moverse, aún con el rostro encendido. Tragó saliva con cierta fuerza antes de moverse lentamente para alejarse de él e incorporarse un poco sobre sus codos, observando así que ya se encontraban cruzando los linderos de la ciudad para adentrarse en ella.
-Hemos llegado Cailen.- anunció en voz alta, lanzando una breve mirada en dirección a él. Se dirigió entonces al conductor de la carreta. -Yo me bajaré dentro de un par de cuadras, a él llévalo adonde te indique.-
Observó que el muchacho tenía ya los ojos abiertos. Había llegado el momento de despedirse. -No lo olvides, pasado mañana.- Su mirada sostuvo la de él antes de aproximarse al borde de la carreta. Allí se detuvo un momento y una pequeña línea se dibujó en su frente. ¿Por qué sus pies aún no querían descender? Cerró los puños con los brazos colgando a ambos costados de su cuerpo. -Y más vale que te presentes, o pensaré que esas heridas no sanaron bien e iré a buscarte.- En sus ojos azules se distinguió la misma emoción de su voz, giró sobre si misma, flexionó las rodillas y saltó a tierra, después de lo cual sus piernas la alejaron de la carreta, dirigiéndola de regreso a casa.
Selina Greystoke- Cazador/Realeza
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 19/09/2015
Re: Entrenamiento |Privado|
Si bien las palabras salieron de mi boca con naturalidad, lo cierto era que un cosquilleo recorrió mi cuerpo apenas el sonido logró formarse en el aire, una sensación muy extraña a decir verdad, no recordaba haberla experimentado nunca en mi vida, ni siquiera en las situaciones más tensas. Qué extraño.
-¿Ah? -La verdad no entendí muy bien la pregunta porque no sentía que estaba siendo misterioso, tan solo me había asustado porque, a pesar de que lo que me había imaginado era absurdo, tampoco era algo que pudiera descartar. -Bueno… supongo que es natural. -Respondí luego arqueando la ceja. -¿Cuándo te diste cuenta? Lo siento, nunca me había pasado eso. -Seguramente le había parecido graciosa mi forma de hablar y eso provocaba que acudiera un leve rubor a mí, burlas había recibido en mayoreo cuando llegué a París, no necesitaba más de eso, mucho menos de una cazadora. Me quedé pensando ¿por qué me había pasado eso? ¿acaso era el alcohol? No, ni cuando bebía me había pasado eso, simplemente no tenía explicación alguna, pero lo mejor era ser más precavido. “Tuve suerte” Dije para mis adentros. -Gracias.-Murmuré sintiéndome un tanto extraño, sí tenía conocidos, muy buenos conocidos cuya relación se fortaleció por vivencias, pero había pasado tan poco tiempo desde que conocí a la joven, aun así, me sentía extrañamente a gusto.
-¿Cómo olvidar ese lugar? -Comenté con una leve risa, claro, en ese momento estaba sumamente aterrado, pensaba en la inquisición y un viaje solo de ida a Escocia, que mi huida terminaba ahí, aunque ahora, pero ahora recordando ese evento me parecía gracioso.
Hubo un buen rato de silencio que aproveché para meditar un poco la situación con tranquilidad, estaba emocionado porque aprendería a defenderme y no tendría que huir o terminar en deudas para salvar mi pellejo, podía hacerlo solo. Al cabo de un rato noté que había mucho silencio por lo que me di la vuelta para encontrar a la joven dormida. Usé el heno para hacer una especie de almohada con cuidado de no despertarla, al poco rato caí dormido yo también. Despertaba entre sueños, ya era como algo automático, en las calles siempre había que estar alerta y fue una de esas veces en las que noté que estaba recostada prácticamente acurrucada en mí. Por un momento se me heló el corazón pero por alguna extraña razón, no me incomodaba, por lo que me relajé y no desperté hasta que ella lo hizo.
-¿Hemos llegado? -Pregunté al tiempo que daba un largo bostezo para luego incorporarme y comprobar con mis propios ojos que transitábamos por las calles de París. -No te preocupes, me verás ahí, te doy mi palabra.-Y pronunciando eso, saltó de la carreta y se puso en marcha hacia su hogar. -Adiós Selina. -Murmuré de repente nostálgico por encontrarme nuevamente solo.
-¿Ah? -La verdad no entendí muy bien la pregunta porque no sentía que estaba siendo misterioso, tan solo me había asustado porque, a pesar de que lo que me había imaginado era absurdo, tampoco era algo que pudiera descartar. -Bueno… supongo que es natural. -Respondí luego arqueando la ceja. -¿Cuándo te diste cuenta? Lo siento, nunca me había pasado eso. -Seguramente le había parecido graciosa mi forma de hablar y eso provocaba que acudiera un leve rubor a mí, burlas había recibido en mayoreo cuando llegué a París, no necesitaba más de eso, mucho menos de una cazadora. Me quedé pensando ¿por qué me había pasado eso? ¿acaso era el alcohol? No, ni cuando bebía me había pasado eso, simplemente no tenía explicación alguna, pero lo mejor era ser más precavido. “Tuve suerte” Dije para mis adentros. -Gracias.-Murmuré sintiéndome un tanto extraño, sí tenía conocidos, muy buenos conocidos cuya relación se fortaleció por vivencias, pero había pasado tan poco tiempo desde que conocí a la joven, aun así, me sentía extrañamente a gusto.
-¿Cómo olvidar ese lugar? -Comenté con una leve risa, claro, en ese momento estaba sumamente aterrado, pensaba en la inquisición y un viaje solo de ida a Escocia, que mi huida terminaba ahí, aunque ahora, pero ahora recordando ese evento me parecía gracioso.
Hubo un buen rato de silencio que aproveché para meditar un poco la situación con tranquilidad, estaba emocionado porque aprendería a defenderme y no tendría que huir o terminar en deudas para salvar mi pellejo, podía hacerlo solo. Al cabo de un rato noté que había mucho silencio por lo que me di la vuelta para encontrar a la joven dormida. Usé el heno para hacer una especie de almohada con cuidado de no despertarla, al poco rato caí dormido yo también. Despertaba entre sueños, ya era como algo automático, en las calles siempre había que estar alerta y fue una de esas veces en las que noté que estaba recostada prácticamente acurrucada en mí. Por un momento se me heló el corazón pero por alguna extraña razón, no me incomodaba, por lo que me relajé y no desperté hasta que ella lo hizo.
-¿Hemos llegado? -Pregunté al tiempo que daba un largo bostezo para luego incorporarme y comprobar con mis propios ojos que transitábamos por las calles de París. -No te preocupes, me verás ahí, te doy mi palabra.-Y pronunciando eso, saltó de la carreta y se puso en marcha hacia su hogar. -Adiós Selina. -Murmuré de repente nostálgico por encontrarme nuevamente solo.
Cailen Gowan- Humano Clase Baja
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