AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El tiempo no borra las penas [Eric]
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El tiempo no borra las penas [Eric]
Recuerdo del primer mensaje :
El joven observo el empedrado con seriedad, lo que alcanzaba a vislumbrar pues ciertamente la neblina le hacia casi imposible ver mas alla de sus extremidades, sus ojos color de miel de volvieron una y otra ves a la puerta a sus espaldas, aquello era no por menos, aburrido, pintar, esperar, ver llegar a la gente, oir sus criticas para que después, entre risas y miradas de hastio salieran del lugar sin preguntarle nada acerca de ningun cuadro. Suspiro profundamente en algo que se asemejo mas a un bufido, el cálido aire salio por sus fosas y se mezclo con el denso ambiente.
Se levanto con tranquilidad entrando en la habitación, pues eso era, dos cuartos unidos por una puerta vieja y rechinante, la habitación de la galeria tenia un balcon, la del estaba del otro lado de la puerta rojiza. Anduvo con tranquilidad por en medio de la habitación, con un andar estruendoso, a diestra y siniestra habia cuadros, unos colgados, otros arrumbados en las esquinas, y unos pocos, en el suelo, estos últimos, en los que estaba trabajando, pues por algun extraño motivo solia trabajar mejor por la noche, cuando solo la luz de velas podian alumbrar el lugar.
Esa noche era diferente, parecia ser que nisiquiera el tétrico ambiente lo inspiraba a seguir trabajando, de su mente se habian escapado las imágenes, solo quedaban dos, aquellas dos que nunca lo dejaban solo, por las cuales habia dejado de creer. Salio de la habitación bajando las escaleras con lentitud, pues su galería estaba en el tercer piso, a su parecer se tenia una mejor visión del lugar de un punto alto, donde los rostros curiosos no se atrevieran a voltear por ser algo demasiado obvio.
Llego al empedrado, la neblina cubría su cuerpo, era como sentir el gélido aliento de un espectro en su cuello, con suaves dedos acariciando su cuerpo, creia que comenzaba a volverse loco, las ventanas de las casas se reflejadas en el suelo como cuadros luminosos lo alumbraban de ves en ves, pues las farolas si bien relucían en su lugar, no parecian hacer nada sobre su cuerpo, el cual seguia inmerso en la obscuridad "siendo devorando por un monstruo entre sus fauces", asi se imaginaba que se veia su rostro, como si dos puños apretaran sus sienes intentando hacer desaparecer su rostro.
Avanzo sobre el empedrado con aquel clap en el suelo a cada paso "que molesto" pensaba que cada escuchaba aquel sonido, se asimilaba a los aplausos que el nunca recibio y de los cuales estaba seguro no recibiría, le parecia ironico escuchar aquello en un simple andar, la suela al golpear el piso, tan afectado estaba por la soledad.
Se detuvo frente a una catedral, sus ojos color de miel se fijaron en la punta mas alta, la cual posiblemente alcanzaba los 6-7 metros. Por fuera era blanca, posiblemente echa de mármol o algun semejante, pues su blancura y brillo eran sorprendentes. Tenia acabados finos, con diminutos ángeles por aqui o algun santo con los brazos extendidos mas alla. No entro, mas dejo que sus curiosos ojos se asomaran al interior. Se veia la fila que cada hasta el altar, una alfombra verde adornaba el suelo, a los lados una decena de bancas de madera con flores en la parte baja que daba del lado del alfombrado. El suelo con figurillas que parecían ser curvas unidas, la primera con la segunda y con la siguiente. Las paredes tenian cuadros, los cuales narraban las historia de Cristo, el unico que alcanzo a observar fue en el cual, cargaba la cruz.
Rio por lo bajo, si Dios habia entregado a su propio hijo, no veia el porque le hubiera costado entregar a su madre y hermana ante un final tan desastroso. Las figurillas de algunos santos se alzaban por todos lados, estaba algunos con los brazos abiertos, otros sujetando objetos, una es especial le llamo la atención. Una mujer con vestido blanco y una especie de chal verde, con un niño en brazos y una serpiente bajo su talón. Se quedo observándola largo rato, pues aquel rostro le asemejaba al de su hermana, aquellos cabellos café ondulados, los ojos inocente y llenos de cariño, era aquella la imagen con que queria recordarla no el gesto de dolor que se habia fundido en sus pupilas.
Tenia la vista clavaba en aquella mujer y parecia pensar, recapacitar.
"nisiquiera su misericordiosa señora las quiso ayudar"
El joven observo el empedrado con seriedad, lo que alcanzaba a vislumbrar pues ciertamente la neblina le hacia casi imposible ver mas alla de sus extremidades, sus ojos color de miel de volvieron una y otra ves a la puerta a sus espaldas, aquello era no por menos, aburrido, pintar, esperar, ver llegar a la gente, oir sus criticas para que después, entre risas y miradas de hastio salieran del lugar sin preguntarle nada acerca de ningun cuadro. Suspiro profundamente en algo que se asemejo mas a un bufido, el cálido aire salio por sus fosas y se mezclo con el denso ambiente.
Se levanto con tranquilidad entrando en la habitación, pues eso era, dos cuartos unidos por una puerta vieja y rechinante, la habitación de la galeria tenia un balcon, la del estaba del otro lado de la puerta rojiza. Anduvo con tranquilidad por en medio de la habitación, con un andar estruendoso, a diestra y siniestra habia cuadros, unos colgados, otros arrumbados en las esquinas, y unos pocos, en el suelo, estos últimos, en los que estaba trabajando, pues por algun extraño motivo solia trabajar mejor por la noche, cuando solo la luz de velas podian alumbrar el lugar.
Esa noche era diferente, parecia ser que nisiquiera el tétrico ambiente lo inspiraba a seguir trabajando, de su mente se habian escapado las imágenes, solo quedaban dos, aquellas dos que nunca lo dejaban solo, por las cuales habia dejado de creer. Salio de la habitación bajando las escaleras con lentitud, pues su galería estaba en el tercer piso, a su parecer se tenia una mejor visión del lugar de un punto alto, donde los rostros curiosos no se atrevieran a voltear por ser algo demasiado obvio.
Llego al empedrado, la neblina cubría su cuerpo, era como sentir el gélido aliento de un espectro en su cuello, con suaves dedos acariciando su cuerpo, creia que comenzaba a volverse loco, las ventanas de las casas se reflejadas en el suelo como cuadros luminosos lo alumbraban de ves en ves, pues las farolas si bien relucían en su lugar, no parecian hacer nada sobre su cuerpo, el cual seguia inmerso en la obscuridad "siendo devorando por un monstruo entre sus fauces", asi se imaginaba que se veia su rostro, como si dos puños apretaran sus sienes intentando hacer desaparecer su rostro.
Avanzo sobre el empedrado con aquel clap en el suelo a cada paso "que molesto" pensaba que cada escuchaba aquel sonido, se asimilaba a los aplausos que el nunca recibio y de los cuales estaba seguro no recibiría, le parecia ironico escuchar aquello en un simple andar, la suela al golpear el piso, tan afectado estaba por la soledad.
Se detuvo frente a una catedral, sus ojos color de miel se fijaron en la punta mas alta, la cual posiblemente alcanzaba los 6-7 metros. Por fuera era blanca, posiblemente echa de mármol o algun semejante, pues su blancura y brillo eran sorprendentes. Tenia acabados finos, con diminutos ángeles por aqui o algun santo con los brazos extendidos mas alla. No entro, mas dejo que sus curiosos ojos se asomaran al interior. Se veia la fila que cada hasta el altar, una alfombra verde adornaba el suelo, a los lados una decena de bancas de madera con flores en la parte baja que daba del lado del alfombrado. El suelo con figurillas que parecían ser curvas unidas, la primera con la segunda y con la siguiente. Las paredes tenian cuadros, los cuales narraban las historia de Cristo, el unico que alcanzo a observar fue en el cual, cargaba la cruz.
Rio por lo bajo, si Dios habia entregado a su propio hijo, no veia el porque le hubiera costado entregar a su madre y hermana ante un final tan desastroso. Las figurillas de algunos santos se alzaban por todos lados, estaba algunos con los brazos abiertos, otros sujetando objetos, una es especial le llamo la atención. Una mujer con vestido blanco y una especie de chal verde, con un niño en brazos y una serpiente bajo su talón. Se quedo observándola largo rato, pues aquel rostro le asemejaba al de su hermana, aquellos cabellos café ondulados, los ojos inocente y llenos de cariño, era aquella la imagen con que queria recordarla no el gesto de dolor que se habia fundido en sus pupilas.
Tenia la vista clavaba en aquella mujer y parecia pensar, recapacitar.
"nisiquiera su misericordiosa señora las quiso ayudar"
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
“Que se calle Dios que se calle” sus pensamientos eran ahora el lugar mas seguro en el cual podia refugiarse los gritos del cura y mas que cura del hombre al cual crucificaban vivo resonaban en la catedral pareciendo asi que cobraba vida propia ante algun hechizo de necromancia, brujería que se castigaba de diversas formas, en la hoguera o ahogadas ¿Qué hacia? ¿estaba pensando en modos de morir? Si, porque recordaba que siendo aun niño habia visto a una mujer en medio de la plaza, con una estrafalaria tabla de madera colgándole de los hombros, atrapando asi su cabeza y brazos, mientras la gente se mofaba y escupía o lanzaba las verduras no comestibles, pregonando injurias y maldiciones.
Nego escondiendo el rostro, apretando sus oídos mientras los gritos cesaban lentamente seguido por algunos ruidos, el tronar de algo y enseguida un grito aun mas fuerte, de aquellas que mas parecían seres de ultratumba que con un solo dia para volver y ahogar sus penar gritaban escapando el alma en ello, erizando la piel de quienes les escuchaban, llenando el ambiente de temor, el lóbrego lugar hacia que con facilidad sus miedos y pesadillas encontraran el camino hasta el, aquel niño pareció aparecerse nuevamente y esta vez no dormida, estaba despierto, ahora sus pesadillas podían entrar en su vida real ¿se volvía loco acaso?
-Anuar…Anuar querido…¿por qué no le ayudas?- un pequeño niño de negros cabellos y ojos no menos claros que el mismo cielo, sonrio, de una forma picaresca acercándose con paso lento mientras hablaba “porque tengo miedo” -¿miedo dices?...eres entonces cobarde, por eso no ayudaste a su hermana…por eso ahora estas solo- el pequeño sonrio en su mente saliendo de la catedral con el resonar de sus zapatos de charol aturdiéndole unos instantes, con la sonrisa desvergonzada y vulgar surcándole el rostro de hito en hito, con sus trajes bien arreglados y calcetas blancas como la muerte misma, con su imagen visible solo para la aterrada mente del joven pintor.
Escucho que alguien le llama una voz conocida, asomo su cuerpo de entre las filas levantandoce, sintiendo que el estomago se le compungía ante la escena,el vitral alumbraba gran parte del atril, la cruz clavaba en su cabeza, la sangre desbordándose hasta formar ríos bajo de el, su cuerpo se ladeo, viéndose obligado a sujetarse con ambas manos, ciñéndolas sobre la madera mientras se contenía por no vomitar nuevamente –Eric- le llamo asombrado y no por ello pretendía irse o decir algo de aquello a nadie, guardaría mejor la integridad del vampiro y se llevaría el secreto a la hoguera si era necesario.
Nego escondiendo el rostro, apretando sus oídos mientras los gritos cesaban lentamente seguido por algunos ruidos, el tronar de algo y enseguida un grito aun mas fuerte, de aquellas que mas parecían seres de ultratumba que con un solo dia para volver y ahogar sus penar gritaban escapando el alma en ello, erizando la piel de quienes les escuchaban, llenando el ambiente de temor, el lóbrego lugar hacia que con facilidad sus miedos y pesadillas encontraran el camino hasta el, aquel niño pareció aparecerse nuevamente y esta vez no dormida, estaba despierto, ahora sus pesadillas podían entrar en su vida real ¿se volvía loco acaso?
-Anuar…Anuar querido…¿por qué no le ayudas?- un pequeño niño de negros cabellos y ojos no menos claros que el mismo cielo, sonrio, de una forma picaresca acercándose con paso lento mientras hablaba “porque tengo miedo” -¿miedo dices?...eres entonces cobarde, por eso no ayudaste a su hermana…por eso ahora estas solo- el pequeño sonrio en su mente saliendo de la catedral con el resonar de sus zapatos de charol aturdiéndole unos instantes, con la sonrisa desvergonzada y vulgar surcándole el rostro de hito en hito, con sus trajes bien arreglados y calcetas blancas como la muerte misma, con su imagen visible solo para la aterrada mente del joven pintor.
Escucho que alguien le llama una voz conocida, asomo su cuerpo de entre las filas levantandoce, sintiendo que el estomago se le compungía ante la escena,el vitral alumbraba gran parte del atril, la cruz clavaba en su cabeza, la sangre desbordándose hasta formar ríos bajo de el, su cuerpo se ladeo, viéndose obligado a sujetarse con ambas manos, ciñéndolas sobre la madera mientras se contenía por no vomitar nuevamente –Eric- le llamo asombrado y no por ello pretendía irse o decir algo de aquello a nadie, guardaría mejor la integridad del vampiro y se llevaría el secreto a la hoguera si era necesario.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
La temerosa voz de Anuar me sacó de mis llantos y alcé la mirada para buscarle. Estaba asustado, completamente asustado, y comprendía por la palidez de su rostro que toda aquella escena le ponía mal ya no solo mentalmente, si no físicamente.
Me apresuré a caminar hacia él mientras limpiaba la sangre de mis lágrimas de una de mis manos contra mi ropa para cubrirle así los ojos.
-No mires esto....- murmuré con dificultad. -Soy... soy un monstruo... ¿lo has visto...? Tú... tú no debías estar aquí... no deberías haber visto esto...
Cada palabra que pronunciaba lograba que la culpa se apoderase de mí. No por mi crimen, no, nunca, sino por saber que Anuar había estado allí, presenciando todo aquello como un desafortunado espectador.
Maldita sea, no quería castigarle para siempre con una imagen como aquella pero me había dejado llevar por la rabia, por el dolor, por mis ansias de venganza... sí, por todas aquellas razones y mil más... Excusas, murmuró mi mente a mi pesar.
Oír de nuevo aquella voz dentro de mí me debilitó más de lo que esperaba. Excusas, yo no las buscaba, no intentaba justificar mis actos, era un loco consumido por el dolor, por la muerte de un ser querido al que apenas podía recordar. ¿Me había vuelto realmente loco? ¿O acaso cada nueva visión hacía renacer en mí aquellos sentimientos que creía olvidados?
Qué importaba, si ahora a ojos de Anuar debía parecer un verdadero monstruo. Y era lo último que quería, no ante sus ojos. ¿Por qué me importaba tanto su opinión? ¿Por qué me importaba tanto aquel chico? ¿Era aquel sentimiento una respuesta a todo lo que había hecho por mí?
-Maldita sea....- susurré culpable, acercándole a mí para abrazarle con fuerza.
Aquello no bastaría para hacerle olvidar lo que había hecho aquella noche, la masacre que mi locura me había llevado a hacer... ¿mi locura? No, había sido yo, y solo yo, no mi mente. Yo y el dolor que me causaba conocer las causas de la muerte de Flavio.
-Lo siento....- continué en un susurro que apenas él podría oír. No quería que tuviera miedo, no quería que me temiera... él no. Era el único que se había molestado en entenderme y yo se lo pagaba de aquella manera, ¡maldito bastardo!. -Debiste irte, debiste hacerme caso...
¿Qué más iba a decirle? La culpa era mía por no haberle sacado del lugar y dejarle ver todo aquello. ¿Qué pasaría ahora con él? ¿Y sí se volvía loco por mi culpa? ¿Y si...? ¡Malditas preguntas, maldita culpa, malditos sentimientos!
Me apresuré a caminar hacia él mientras limpiaba la sangre de mis lágrimas de una de mis manos contra mi ropa para cubrirle así los ojos.
-No mires esto....- murmuré con dificultad. -Soy... soy un monstruo... ¿lo has visto...? Tú... tú no debías estar aquí... no deberías haber visto esto...
Cada palabra que pronunciaba lograba que la culpa se apoderase de mí. No por mi crimen, no, nunca, sino por saber que Anuar había estado allí, presenciando todo aquello como un desafortunado espectador.
Maldita sea, no quería castigarle para siempre con una imagen como aquella pero me había dejado llevar por la rabia, por el dolor, por mis ansias de venganza... sí, por todas aquellas razones y mil más... Excusas, murmuró mi mente a mi pesar.
Oír de nuevo aquella voz dentro de mí me debilitó más de lo que esperaba. Excusas, yo no las buscaba, no intentaba justificar mis actos, era un loco consumido por el dolor, por la muerte de un ser querido al que apenas podía recordar. ¿Me había vuelto realmente loco? ¿O acaso cada nueva visión hacía renacer en mí aquellos sentimientos que creía olvidados?
Qué importaba, si ahora a ojos de Anuar debía parecer un verdadero monstruo. Y era lo último que quería, no ante sus ojos. ¿Por qué me importaba tanto su opinión? ¿Por qué me importaba tanto aquel chico? ¿Era aquel sentimiento una respuesta a todo lo que había hecho por mí?
-Maldita sea....- susurré culpable, acercándole a mí para abrazarle con fuerza.
Aquello no bastaría para hacerle olvidar lo que había hecho aquella noche, la masacre que mi locura me había llevado a hacer... ¿mi locura? No, había sido yo, y solo yo, no mi mente. Yo y el dolor que me causaba conocer las causas de la muerte de Flavio.
-Lo siento....- continué en un susurro que apenas él podría oír. No quería que tuviera miedo, no quería que me temiera... él no. Era el único que se había molestado en entenderme y yo se lo pagaba de aquella manera, ¡maldito bastardo!. -Debiste irte, debiste hacerme caso...
¿Qué más iba a decirle? La culpa era mía por no haberle sacado del lugar y dejarle ver todo aquello. ¿Qué pasaría ahora con él? ¿Y sí se volvía loco por mi culpa? ¿Y si...? ¡Malditas preguntas, maldita culpa, malditos sentimientos!
Invitado- Invitado
Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
No debía y sin embargo lo habia hecho por una falta de fortaleza que se habia apoderado de su razón habia creido lo que no era capaz de hacer, habia ideado lo que no podia llevar acabo se habia dejado llevar por un sentimiento que no le pertenecía y que de pertenecerle no llevaba el mismo nombre por venganza, Flavio y Angeliqué, Angeliqué y Flavio, curas y hombres, hombres lujuriosos de la vida, aquellos que iban a burdeles, que abusaban de indefensos, hombres como los que habían profanado su casa y algo mucho mas valioso.
Se aferro a el cuando sus brazos le rodearon, estrechándole con fuerza recordando el abrazo paternal que jamás habia recibido ¿se sentía de aquella manera? Lo dudaba –perdon- murmuro el, quien jamás se disculpaba de sus actos porque poco le importaba que creían los demás de el, que les ocurria por sus acciones tomadas o actitudes adquiridas, se disculpaba pese a ser el quien no podia mas con su alma, quien se sentía desfallecer ante la escena, se disculpaba el por no haber logrado acatar una indicación.
-mas no lo hice- confeso aun cuando estaba ya por sobre entendido, cerro los parpados con fuerza sintiendo el olor de la sangre impregnada a las ropas del vampiro, sus centímetros de mas le obligaban a curvear su espalda –debemos irnos- murmuro pensando si alguien en alguna parte del mundo habia cobrado venganza por su hermana, si alguien habia sufrido lo mismo que el y teniendo el valor de no quedarse con los brazos cruzados habia decidido hacer algo al respecto, algo mas que solo observar.
-¿te ha servido en algo?- le cuestiono reflexionando queriendo saber si aquel desahogo contra un tercero le daba cierta paz a sus pesadillas o alegría a su corazón si, de alguna extraña manera aquella acción tomaba de forma precipitaba lograba recordar a Flavio de una mejor manera o si limpiaba su nombre ahora después de muerto, suponía que no aunque quería creer lo contrario, suponía que nada ocurria aunque cuanto hubiese deseado por que si, por que la tranquilidad se cerniera sobre su interior dejándole empas de una buena vez.
Apoyo sus manos sobre su cintura despegándose con lentitud, alzando la mirada gradualmente hasta toparse con los ojos del vampiro no queriendo ver mas alla de estos donde el cuerpo aun inerte se alzaba sujeto por las estacas, con el cuerpo perforado, desangrándose aun después de muerto -vamonos porfavor- le pidió no queriendo que nadie les viera en aquel lugar.
Se aferro a el cuando sus brazos le rodearon, estrechándole con fuerza recordando el abrazo paternal que jamás habia recibido ¿se sentía de aquella manera? Lo dudaba –perdon- murmuro el, quien jamás se disculpaba de sus actos porque poco le importaba que creían los demás de el, que les ocurria por sus acciones tomadas o actitudes adquiridas, se disculpaba pese a ser el quien no podia mas con su alma, quien se sentía desfallecer ante la escena, se disculpaba el por no haber logrado acatar una indicación.
-mas no lo hice- confeso aun cuando estaba ya por sobre entendido, cerro los parpados con fuerza sintiendo el olor de la sangre impregnada a las ropas del vampiro, sus centímetros de mas le obligaban a curvear su espalda –debemos irnos- murmuro pensando si alguien en alguna parte del mundo habia cobrado venganza por su hermana, si alguien habia sufrido lo mismo que el y teniendo el valor de no quedarse con los brazos cruzados habia decidido hacer algo al respecto, algo mas que solo observar.
-¿te ha servido en algo?- le cuestiono reflexionando queriendo saber si aquel desahogo contra un tercero le daba cierta paz a sus pesadillas o alegría a su corazón si, de alguna extraña manera aquella acción tomaba de forma precipitaba lograba recordar a Flavio de una mejor manera o si limpiaba su nombre ahora después de muerto, suponía que no aunque quería creer lo contrario, suponía que nada ocurria aunque cuanto hubiese deseado por que si, por que la tranquilidad se cerniera sobre su interior dejándole empas de una buena vez.
Apoyo sus manos sobre su cintura despegándose con lentitud, alzando la mirada gradualmente hasta toparse con los ojos del vampiro no queriendo ver mas alla de estos donde el cuerpo aun inerte se alzaba sujeto por las estacas, con el cuerpo perforado, desangrándose aun después de muerto -vamonos porfavor- le pidió no queriendo que nadie les viera en aquel lugar.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Qué retórica podía volverse la caótica vida de cualquier persona. Anuar había pasado de conocerme por casualidad a conocer al verdadero monstruo, a uno que ni yo mismo había visto nunca. ¿Cómo se sentiría?
Comenzaba, sin darme cuenta, a sentir cosas sin sentido, inconexas. Perdidas en el mar de aquel dolor y aquella culpa, estaban el cariño, el miedo a que le pasara algo a aquel chico, y estaba también aquel otro sentimiento que no comprendía aún, pero que me hacía sentir que debía abrazar fuerte a Anuar y sacarlo de allí. Debía cuidar de él. Era casi una obligación.
Deja de fingir que tienes sentimientos. Monstruo.
Cerré los ojos ante aquellas palabras, intentando olvidarlas con rapidez. Los brazos de Anuar rodearon haciendo que olvidase lo demás. Me abrazaba. Tenía que estar realmente asustado para hacerlo.
–Perdón.- murmuró, aún sin separarse de mí. Parecía avergonzado. ¿Por tener miedo? ¿Como no iba a tenerlo con tal masacre? Con tal monstruo ante sus ojos. -Más no lo hice.- continuó tras una breve pausa, cerrando los ojos con fuerza. –Debemos irnos.- murmuró pensativo, y me decidí a observarle, tan asustado, tan frágil en aquel momento. Es un simple humano. No. No. Anuar no era un simple humano, Anuar iba más allá de eso, era la única persona que hacía el esfuerzo por comprenderme, ¿acaso eso no le hacía merecedor de mi cariño? O de como se llamase aquel sentimiento de protección y apego emocional. –¿Te ha servido en algo?
La pregunta me tomó tan de sorpresa que me quedé paralizado por unos segundos. ¿Qué iba a contestarle si no podía sentir nada en aquel momento? Solo aquella completa devastación en mi interior, aquel vacía, aquel sentimiento de que todo estaba roto. Sus manos apoyándose en mi cintura, su cuerpo separándose del mío con lentitud y sus ojos clavándose en los míos me sumieron aún más en aquel montón de preguntas sin respuestas, en aquellas sensaciones vacías a las que no sabía ponerle nombre.
–Vámonos por favor.- murmuró su voz con debilidad. Asentí.
Me separé de él para recorrer el lugar con la mirada y apretar la mandíbula con rabia. Todo era un paisaje destrozado sin sentido, una macabra escena propia de una pesadilla. Una leve sensación de debilidad me inundó y posé mi mano sobre la frente, frunciendo el ceño. Además de sentirme vacío, me sentía débil, ¿qué más me faltaba?
Rodeé el cuello de Anuar con uno de mis brazos con suavidad, intentando no apoyarme demasiado en él para no hacerle daño, y caminé fuera de la iglesia empujándole con suavidad.
-Lo siento....- murmuré mirándole.
Nos llevó un rato llegar fuera, pues mis pasos no eran muy rápidos, y mucho menos hábiles. Las puertas de la catedral quedaron abiertas tras nosotros, con aquella brutal y sangrienta imagen.
Ya alejados unos pasos de la iglesia, le solté lentamente, no así queriendo que se sintiera incómodo por la presencia de mi brazo sobre su cuello, a fin de cuentas, no había pedido permiso.
Suspiré agotado, buscando aún las palabras para responder a sus palabras. ¿Qué pensaría si le decía que no sentía paz después de tal masacre?
-No siento paz.- me sinceré, dejando escapar mi miedo a que huyese. -No siento nada... nada nuevo. Dolor, rabia, impotencia. Me siento roto por dentro... y todo esto no ha hecho más que aumentar mi dolor... mi culpa. Mi culpa por no haber recordado antes a Flavio... por no haberle salvado. ¿Pero y qué puedo hacer ya...? Me consume este maldito dolor y ni siquiera entiendo por qué... ¿tanto me puede doler la falta de alguien a quien practicamente no recuerdo? ¿Tantas lágrimas puedo derramar por él? Lo único que sé, es que el dolor de su falta me haría matar a mil curas más...
Suspiré al decir esas palabras. La dura y triste verdad, una verdad que no me llevaba a ninguna parte. Una verdad que solo me hacía sentirme más monstruo.
Comenzaba, sin darme cuenta, a sentir cosas sin sentido, inconexas. Perdidas en el mar de aquel dolor y aquella culpa, estaban el cariño, el miedo a que le pasara algo a aquel chico, y estaba también aquel otro sentimiento que no comprendía aún, pero que me hacía sentir que debía abrazar fuerte a Anuar y sacarlo de allí. Debía cuidar de él. Era casi una obligación.
Deja de fingir que tienes sentimientos. Monstruo.
Cerré los ojos ante aquellas palabras, intentando olvidarlas con rapidez. Los brazos de Anuar rodearon haciendo que olvidase lo demás. Me abrazaba. Tenía que estar realmente asustado para hacerlo.
–Perdón.- murmuró, aún sin separarse de mí. Parecía avergonzado. ¿Por tener miedo? ¿Como no iba a tenerlo con tal masacre? Con tal monstruo ante sus ojos. -Más no lo hice.- continuó tras una breve pausa, cerrando los ojos con fuerza. –Debemos irnos.- murmuró pensativo, y me decidí a observarle, tan asustado, tan frágil en aquel momento. Es un simple humano. No. No. Anuar no era un simple humano, Anuar iba más allá de eso, era la única persona que hacía el esfuerzo por comprenderme, ¿acaso eso no le hacía merecedor de mi cariño? O de como se llamase aquel sentimiento de protección y apego emocional. –¿Te ha servido en algo?
La pregunta me tomó tan de sorpresa que me quedé paralizado por unos segundos. ¿Qué iba a contestarle si no podía sentir nada en aquel momento? Solo aquella completa devastación en mi interior, aquel vacía, aquel sentimiento de que todo estaba roto. Sus manos apoyándose en mi cintura, su cuerpo separándose del mío con lentitud y sus ojos clavándose en los míos me sumieron aún más en aquel montón de preguntas sin respuestas, en aquellas sensaciones vacías a las que no sabía ponerle nombre.
–Vámonos por favor.- murmuró su voz con debilidad. Asentí.
Me separé de él para recorrer el lugar con la mirada y apretar la mandíbula con rabia. Todo era un paisaje destrozado sin sentido, una macabra escena propia de una pesadilla. Una leve sensación de debilidad me inundó y posé mi mano sobre la frente, frunciendo el ceño. Además de sentirme vacío, me sentía débil, ¿qué más me faltaba?
Rodeé el cuello de Anuar con uno de mis brazos con suavidad, intentando no apoyarme demasiado en él para no hacerle daño, y caminé fuera de la iglesia empujándole con suavidad.
-Lo siento....- murmuré mirándole.
Nos llevó un rato llegar fuera, pues mis pasos no eran muy rápidos, y mucho menos hábiles. Las puertas de la catedral quedaron abiertas tras nosotros, con aquella brutal y sangrienta imagen.
Ya alejados unos pasos de la iglesia, le solté lentamente, no así queriendo que se sintiera incómodo por la presencia de mi brazo sobre su cuello, a fin de cuentas, no había pedido permiso.
Suspiré agotado, buscando aún las palabras para responder a sus palabras. ¿Qué pensaría si le decía que no sentía paz después de tal masacre?
-No siento paz.- me sinceré, dejando escapar mi miedo a que huyese. -No siento nada... nada nuevo. Dolor, rabia, impotencia. Me siento roto por dentro... y todo esto no ha hecho más que aumentar mi dolor... mi culpa. Mi culpa por no haber recordado antes a Flavio... por no haberle salvado. ¿Pero y qué puedo hacer ya...? Me consume este maldito dolor y ni siquiera entiendo por qué... ¿tanto me puede doler la falta de alguien a quien practicamente no recuerdo? ¿Tantas lágrimas puedo derramar por él? Lo único que sé, es que el dolor de su falta me haría matar a mil curas más...
Suspiré al decir esas palabras. La dura y triste verdad, una verdad que no me llevaba a ninguna parte. Una verdad que solo me hacía sentirme más monstruo.
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Le dejo apoyarse sobre su cuello el cual habia buscado soporte para lograr sujetar a Eric el mismo estaba temblando antes que el cuerpo del ajeno buscase apoyo en el suyo entonces, entonces lo habia sacado de no sabia donde y andaba con paso firme a la salida, sujetándole por la cintura para poder andar con el, pensando en que la culpa era de ambos ¿lo era? No solo de el, por decidir ser un cabeza dura y hacer oídos sordos a las palabras realmente importante y no aquellas carentes de todo sentido que la gente se esmeraba en escuchar y cambiar a su conveniencia.
Observo de soslayo la catedral a sus espaldas recordando la imagen del cura y no pudiendo evitar un gesto compungido desfiguro sus facciones reflejando en el todo el miedo y dolor que en su interior comenzaba a quemar le solto cuando el asi se alejo sin dar un porque a cambio quizá, le molestaba el contacto en la medida de no poder llevarlo acabo en sobremanera quizá, para toda acción, palabra o pensamientos habia miles de posibilidades aunque acertar a la correcta era un juego difícil y peligroso.
-no es tu culpa, recordarlo ahora un siglo antes eso no cambia lo que ocurrió- aseguro pensando que el mismo podia ser prospecto al cual referir aquellas palabras -¿no recuerdas? Yo creo que si en alguna parte aun esta presente, podras derramar tantas lagrimas como tengas- acallo no sabiendo que decir a lo ultimo ¿mataria mas curas? No podría ya ayudarle no podría ser su complice el asco que sentía de verles en aquel estado terminaría matándolo a el mismo ,lo mataria de pena, vergüenza y repulsión no por el mismo Eric sino por aquellos desdichados hombres que el azar habia elegido para llevar acabo su venganza.
-no hay forma de reponer aquello el tiempo solo nos enseña a vivir con la perdida uno jamás logra superarla- le explico el deseaba olvidar y entre mas deseaba con mayor intensidad se mostraba en sus pesadillas, entre mas anhelaba mas lagrimas derramaba porque la vida era asi, injusta con todo aquel que pretendía ser feliz, le habia volcado los sueños encima, le habia dejado solo en un mundo en cual antes de aquello se encontraba ya ausente.
Se imagino mil muertes peores que la que habia presenciado, sintió que el piso se le movia y el cielo y el suelo cambiaban de lugar dejándole caer a un abismo infinito e inexistente, se sujeto del brazo de Eric suspirando, apretando los parpados con fiereza –solo ten cuidado- murmuro observando nuevamente la enorme construcción con males ya en su interior y un siervo del señor muerto en el recinto del mismo. ¿No habia falsedad en sus palabras? ¿No era su preocupación poco más que un engaño? No, lamentablemente todo era real.
Observo de soslayo la catedral a sus espaldas recordando la imagen del cura y no pudiendo evitar un gesto compungido desfiguro sus facciones reflejando en el todo el miedo y dolor que en su interior comenzaba a quemar le solto cuando el asi se alejo sin dar un porque a cambio quizá, le molestaba el contacto en la medida de no poder llevarlo acabo en sobremanera quizá, para toda acción, palabra o pensamientos habia miles de posibilidades aunque acertar a la correcta era un juego difícil y peligroso.
-no es tu culpa, recordarlo ahora un siglo antes eso no cambia lo que ocurrió- aseguro pensando que el mismo podia ser prospecto al cual referir aquellas palabras -¿no recuerdas? Yo creo que si en alguna parte aun esta presente, podras derramar tantas lagrimas como tengas- acallo no sabiendo que decir a lo ultimo ¿mataria mas curas? No podría ya ayudarle no podría ser su complice el asco que sentía de verles en aquel estado terminaría matándolo a el mismo ,lo mataria de pena, vergüenza y repulsión no por el mismo Eric sino por aquellos desdichados hombres que el azar habia elegido para llevar acabo su venganza.
-no hay forma de reponer aquello el tiempo solo nos enseña a vivir con la perdida uno jamás logra superarla- le explico el deseaba olvidar y entre mas deseaba con mayor intensidad se mostraba en sus pesadillas, entre mas anhelaba mas lagrimas derramaba porque la vida era asi, injusta con todo aquel que pretendía ser feliz, le habia volcado los sueños encima, le habia dejado solo en un mundo en cual antes de aquello se encontraba ya ausente.
Se imagino mil muertes peores que la que habia presenciado, sintió que el piso se le movia y el cielo y el suelo cambiaban de lugar dejándole caer a un abismo infinito e inexistente, se sujeto del brazo de Eric suspirando, apretando los parpados con fiereza –solo ten cuidado- murmuro observando nuevamente la enorme construcción con males ya en su interior y un siervo del señor muerto en el recinto del mismo. ¿No habia falsedad en sus palabras? ¿No era su preocupación poco más que un engaño? No, lamentablemente todo era real.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
El silencio apareció de nuevo unos segundos en los que la mirada de Anuar se dirigió de soslayo a la catedral, y el miedo se instaló unos segundos en su rostro. Aparté la mirada en otra oleada de culpa y esperé que no me odiase por todo lo ocurrido, siendo así incapaz de decirme algo.
Nno es tu culpa, recordarlo ahora un siglo antes eso no cambia lo que ocurrió.- aseguró logrando que le mirase, asentí distante. Tenía razón, ¿de qué me habría servido recordarle 100 años antes o 100 después? A fin de cuentas, Flavio ya estaba muerto. Que doloroso se me hizo recordarmelo a mí mismo. -¿No recuerdas? Yo creo que si en alguna parte aun esta presente, podras derramar tantas lagrimas como tengas.- ¿podían ser ciertas sus palabras? ¿Podía Flavio estar presente en alguna parte de mí? Le observé notando como guardaba alguna de sus palabras, ¿dudaría en preguntarme si continuaría con mis venganzas? Posiblemente, pero tenía muy claro que Anuar no volvería a estar presente en una de ellas.
-No hay forma de reponer aquello el tiempo solo nos enseña a vivir con la perdida uno jamás logra superarla- dirigí mis ojos a los suyos, intentando comprender como podía sonar tan madura si apenas era un niño, pero un niño que parecía haber vivido más en su vida que cualquier adulto.
Su mano se aferró de pronto a mi brazo, suspirando y apretando los párpados con fuerza, y le miré con preocupación, ¿se sentía mal? Apoyé una de mis manos en su cintura sujetándole, pues parecía mareado.
–Solo ten cuidado.
Acerqué el brazo con el que estaba sujetándole por la cintura para darle una especie de abrazo. Sus palabras habían sonado tan tiernas en medio de toda aquella escena macabra que por un momento sentíi que despertaban un sentimiento de ternura también en mí. Le miré observando el mal estado de su rostro y alboroté su rojizo cabello en lo que creí que sería un gesto de cariño.
Sufre
El paisaje cambió por completo, la oscuridad de la noche se volvió claridad, y el frío se tornó calor por segundos. Una escena idéntica a la que vivía parecía repetirse en mi mente, pero con distintos protagonistas.
El rostro de Anuar pareció albergar por momentos el de un joven de cabellos rubios oscuros y alborotados que sonreía clavando sus ojos verdes en los míos. Su pequeña nariz y sus labios ligeramente más gruesos que los míos me resultaron dolorosamente familiares.
-F-Flavio....- murmuré con debilidad sujetando con fuerza la camisa de Anuar.
Cerré los ojos dolorosamente, apretándolos con fuerza, sintiendo como quemaban. ¿Aquello había sido una visión? ¿Era aquel un recuerdo real? Aquel rostro tan familiar, aquella sonrisa tan... llena de vida.
Me mordí el labio inferior con fuerza, tanta que dolía y podía sentir un par de gotas de sangre recorrerlo. Flavio, ¡era Flavio! Tan de cerca, con tanto detalle, con tanta nitidez. Con tanta vida.
Nno es tu culpa, recordarlo ahora un siglo antes eso no cambia lo que ocurrió.- aseguró logrando que le mirase, asentí distante. Tenía razón, ¿de qué me habría servido recordarle 100 años antes o 100 después? A fin de cuentas, Flavio ya estaba muerto. Que doloroso se me hizo recordarmelo a mí mismo. -¿No recuerdas? Yo creo que si en alguna parte aun esta presente, podras derramar tantas lagrimas como tengas.- ¿podían ser ciertas sus palabras? ¿Podía Flavio estar presente en alguna parte de mí? Le observé notando como guardaba alguna de sus palabras, ¿dudaría en preguntarme si continuaría con mis venganzas? Posiblemente, pero tenía muy claro que Anuar no volvería a estar presente en una de ellas.
-No hay forma de reponer aquello el tiempo solo nos enseña a vivir con la perdida uno jamás logra superarla- dirigí mis ojos a los suyos, intentando comprender como podía sonar tan madura si apenas era un niño, pero un niño que parecía haber vivido más en su vida que cualquier adulto.
Su mano se aferró de pronto a mi brazo, suspirando y apretando los párpados con fuerza, y le miré con preocupación, ¿se sentía mal? Apoyé una de mis manos en su cintura sujetándole, pues parecía mareado.
–Solo ten cuidado.
Acerqué el brazo con el que estaba sujetándole por la cintura para darle una especie de abrazo. Sus palabras habían sonado tan tiernas en medio de toda aquella escena macabra que por un momento sentíi que despertaban un sentimiento de ternura también en mí. Le miré observando el mal estado de su rostro y alboroté su rojizo cabello en lo que creí que sería un gesto de cariño.
Sufre
El paisaje cambió por completo, la oscuridad de la noche se volvió claridad, y el frío se tornó calor por segundos. Una escena idéntica a la que vivía parecía repetirse en mi mente, pero con distintos protagonistas.
El rostro de Anuar pareció albergar por momentos el de un joven de cabellos rubios oscuros y alborotados que sonreía clavando sus ojos verdes en los míos. Su pequeña nariz y sus labios ligeramente más gruesos que los míos me resultaron dolorosamente familiares.
-F-Flavio....- murmuré con debilidad sujetando con fuerza la camisa de Anuar.
Cerré los ojos dolorosamente, apretándolos con fuerza, sintiendo como quemaban. ¿Aquello había sido una visión? ¿Era aquel un recuerdo real? Aquel rostro tan familiar, aquella sonrisa tan... llena de vida.
Me mordí el labio inferior con fuerza, tanta que dolía y podía sentir un par de gotas de sangre recorrerlo. Flavio, ¡era Flavio! Tan de cerca, con tanto detalle, con tanta nitidez. Con tanta vida.
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Suspiro ampliamente queriendo dormir en aquel preciso instantes quedarse en un profuso letargo hasta el amanecer no importando si no mas bien queriendo estar entre los brazos de alguien saber que no le dejarían sufrir en sueños, que las pesadillas no se atreverían a acudir a un si en compañía se encontraba, quería tambien olvidar aquello antes visto no estaba listo para ver algo asi mas si habia logrado sobrellevar la perdida de su hermana ante sus ojos podia también superar la muerte de un desconocido podia y lo haría por Eric, por el mismo, terminaría con una severa demencia si se preocupaba en sobremanera por lo ocurrido una que habia logrado apaciguar con los años y la compañía.
Escucho el nombre uno que no era el suyo y sintió su mano sujetarse con firmeza de su ropa ¿le estaba confundiendo acaso con aquel que tanto amaba y a quien habia perdido? ¿por quien ahora derramaba lagrimas de sangre y asesinaba curas? Sus labios se abrieron intentando decir algo dar una negativa sobre su equivocación mas se vio incapacitado de negarle su presencia, si deseaba ver a Flavio aunque fuese un segundo no le negaría aquel tesoro, no seria el quien le arrebatara esa posibilidad por el contrario seria un placer ser objeto de confusión, que sus facciones tomasen las del otro, que su voz rompiera el silencio y no sonara como la propia que lo remontara a su pasado, a su vida como humano y como feliz hermano .
Llevo su mano a sus labios, limpiando con delicadeza la sangre que de estos corria como un hilacho escarlata de aquel liquido que ahora comprendía era tan preciado tanto para humanos como para vampiros –vamos a casa- le pidió al oído estrechando su pecho contra el ajeno cuando su pronunciada respiración le obligo a aquello, sujeto su mano con suavidad alzando la mirada a la bóveda estrellada y los recuerdos no tardaron en regresar; -Anu mira- se escucho la voz de la pequeña resonar en sus tímpanos –alla, alla hay una flor- la mano de la pequeña se alzaron al cielo señalando un cumulo de estrellas que a sus ojos eran una bella flor, su cabeza reposando sobre el estomago de su hermano y ambos tumbados en la fresca hierba después de una lluvia de Septiembre -¿Cómo esta?- le cuestiono el pelirrojo sacando un tulipán de debajo suyo, magia habia creido su hermana, engaños habia dicho el, sus brazos rodearon su cuello y un beso se poso en su mejilla.
Parpadeo repetidas veces observando nuevamente a Eric, si el podia brindarle la dicha de verle nuevamente lo haría porque el desearía encontrar a un ser como Angeliqué magia diría el, engaños le gritaría la vida, no importaba ya sabia que jamás ocurriría y se resignada a aquello era el castigo por no haberla salvado, como recordar era ahora para Eric por haberle olvidado.
Escucho el nombre uno que no era el suyo y sintió su mano sujetarse con firmeza de su ropa ¿le estaba confundiendo acaso con aquel que tanto amaba y a quien habia perdido? ¿por quien ahora derramaba lagrimas de sangre y asesinaba curas? Sus labios se abrieron intentando decir algo dar una negativa sobre su equivocación mas se vio incapacitado de negarle su presencia, si deseaba ver a Flavio aunque fuese un segundo no le negaría aquel tesoro, no seria el quien le arrebatara esa posibilidad por el contrario seria un placer ser objeto de confusión, que sus facciones tomasen las del otro, que su voz rompiera el silencio y no sonara como la propia que lo remontara a su pasado, a su vida como humano y como feliz hermano .
Llevo su mano a sus labios, limpiando con delicadeza la sangre que de estos corria como un hilacho escarlata de aquel liquido que ahora comprendía era tan preciado tanto para humanos como para vampiros –vamos a casa- le pidió al oído estrechando su pecho contra el ajeno cuando su pronunciada respiración le obligo a aquello, sujeto su mano con suavidad alzando la mirada a la bóveda estrellada y los recuerdos no tardaron en regresar; -Anu mira- se escucho la voz de la pequeña resonar en sus tímpanos –alla, alla hay una flor- la mano de la pequeña se alzaron al cielo señalando un cumulo de estrellas que a sus ojos eran una bella flor, su cabeza reposando sobre el estomago de su hermano y ambos tumbados en la fresca hierba después de una lluvia de Septiembre -¿Cómo esta?- le cuestiono el pelirrojo sacando un tulipán de debajo suyo, magia habia creido su hermana, engaños habia dicho el, sus brazos rodearon su cuello y un beso se poso en su mejilla.
Parpadeo repetidas veces observando nuevamente a Eric, si el podia brindarle la dicha de verle nuevamente lo haría porque el desearía encontrar a un ser como Angeliqué magia diría el, engaños le gritaría la vida, no importaba ya sabia que jamás ocurriría y se resignada a aquello era el castigo por no haberla salvado, como recordar era ahora para Eric por haberle olvidado.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Me habría gustado sentir felicidad al tener por fin aquella visión, aquella imagen de Flavio sonriendo, aquella sensación de tenerle cerca por unos segundos. Pero por el contrario, el vacío me inundó y el dolor se apoderó de forma desesperante de mí, de forma delirante. Y yo creía que había tenía suficiente, estúpido iluso. Me habría gustado recordar la felicidad, me habría gustado sonreír por fin, con una buena razón para hacerlo. Pero era todo lo contrario, todo se volvía más oscuro y el dolor de mi pecho creció en demasía. Dirigí una de mis manos a mi pecho, sobre el corazón, con una clara intención de querer arrancarlo de golpe. ¡De qué me servía ya! ¡De qué servía si solo sentía un vacío y cada recuerdo lo aumentaba!
Entre toda aquella locura sentí la suave mano de Anuar limpiando las gotas de sangre de mis labios. –Vamos a casa.- dijo en mi oído, logrando que abriese los ojos lentamente para mirarle con debilidad. Su cuerpo se estrechó contra el mio y dirigí mi mirada a aquel cabello que segundos atrás había visto como el de mi hermano.
Apreté unos segundos su cuerpo contra el mio en una pátetica necesidad de ser abrazado en aquel momento, de que alguien me sacara de aquel mal sueño. Los ojos de Anuar parpadearon varias veces como si acabase de salir de una visión y volvieron a clavarse en los míos, esperando algún movimiento por mi parte.
-D-debería... llevarte hasta... hasta....- mi voz se calló, rota ya por todo aquel dolor, y me decidí a caminar torpemente esperando que Anuar me siguiera.
Cada paso que daba me costaba más, como si mi mente ya no fuera capaz de administrar bien mis movimientos. Ni siquiera me daba cuenta de lo que había, de donde pisaba o hacia donde me dirigía, ni siquiera podía ver mucho más allá del suelo que pisaba. Todo era aquella imagen, aquel cabello rubio oscuro, aquellos ojos verdes, luminosos y llenos de vida, aquella sonrisa.
Verde mate con ese brillo dorado del sol, ¿hermoso, verdad?. Un feroz grito de dolor salió de mi boca y tiré fuerte de mi pelo, deteniéndome en el camino un momento para maldecir a mi mente una y otra vez, habría golpeado mi pared contra el árbol más fuerte solo para castigar a aquella maldita bastarda que solo quería verme sufrir.
-Ayudame....- murmuré dirigiendo de soslayo una mirada a Anuar.
Entre toda aquella locura sentí la suave mano de Anuar limpiando las gotas de sangre de mis labios. –Vamos a casa.- dijo en mi oído, logrando que abriese los ojos lentamente para mirarle con debilidad. Su cuerpo se estrechó contra el mio y dirigí mi mirada a aquel cabello que segundos atrás había visto como el de mi hermano.
Apreté unos segundos su cuerpo contra el mio en una pátetica necesidad de ser abrazado en aquel momento, de que alguien me sacara de aquel mal sueño. Los ojos de Anuar parpadearon varias veces como si acabase de salir de una visión y volvieron a clavarse en los míos, esperando algún movimiento por mi parte.
-D-debería... llevarte hasta... hasta....- mi voz se calló, rota ya por todo aquel dolor, y me decidí a caminar torpemente esperando que Anuar me siguiera.
Cada paso que daba me costaba más, como si mi mente ya no fuera capaz de administrar bien mis movimientos. Ni siquiera me daba cuenta de lo que había, de donde pisaba o hacia donde me dirigía, ni siquiera podía ver mucho más allá del suelo que pisaba. Todo era aquella imagen, aquel cabello rubio oscuro, aquellos ojos verdes, luminosos y llenos de vida, aquella sonrisa.
Verde mate con ese brillo dorado del sol, ¿hermoso, verdad?. Un feroz grito de dolor salió de mi boca y tiré fuerte de mi pelo, deteniéndome en el camino un momento para maldecir a mi mente una y otra vez, habría golpeado mi pared contra el árbol más fuerte solo para castigar a aquella maldita bastarda que solo quería verme sufrir.
-Ayudame....- murmuré dirigiendo de soslayo una mirada a Anuar.
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Le siguió con tranquilidad observando el cielo estrellado con escepticismo como si no comprendiese como aquella inmensidad que se encontraba siempre encima de el aquella noche y justo en aquel momento le trajese recuerdos que antaño habia decidido olvidar o que queriendo memorar jamás lo habia conseguido y entonces, sin desearlo la habia visto, la habia visto reir y aferrarse a su cuello, le habia regalado una flor como una mentira piadosa de que la magia existía y ella ella cual bello querubín habia creido su falacia con una facilidad que ahora le conmovía ¿de que servía ya? Si no la tenia consigo, juro para sus adentros que no dejaría ir a quienes quería de aquella forma.
Dio un amplio respingo cuando Eric comenzó a tirar de sus cabellos gritando, gritando de una forma incomprensible ¿era que acaso que otra visión le ofuscaba los pensamientos? Y entonces le pedia ayuda, clamaba por ella observando, se quedo estático en su lugar con los parpados bien abiertos y los labios temblando intentando hacer que de estos algun sonido de consuelo saliese despedido para calmar al vampiro, anduvo tambaleante hacia el.
Sujeto sus manos alejándolas de su cabello con suavidad, observándole mientras lo hacia ¿Cómo se suponía que le ayudaría? Habia intentado ya de todo, lo habia acompañado a la fiesta y habia terminado en un hospital, le habia hablado en la catedral y habia terminado presenciando un homicidio ¿Qué mas debía hacer? ¿Cuándo mas debía exponerse para lograr ayudarle? Suponía que su redención debía tener un costo demasiado alto pues el mismo se esmeraba en hacerse sufrir ¿el o su mente? ¿Qué no eran la misma cosa? Ladeo el rostro pensando, el tenia una vocecilla que de forma esporádica le hablaba como una hada al oído mas, bien sabia que era el mismo, aquella voz interna que todos poseían lo que Eric sufria al igual que Erkki era algo que no podia explicar.
Escucho unos casquillos contra el empedrado, alzo la mirada empujando con fuerza a Eric con su propio cuerpo para dejar pasar un carruaje conducido por sendos corceles de blancas crines y lomos aun mas palidos, quien les conducía llevaba una farola para alumbrar su camino y quien en el interior se resguardaba era imposible definir aquello, una aterciopelada tela del color de las esmeraldas mantenía su rostro impreciso, dejando entre ver únicamente que se trataba de una dama, observo unos instantes encandilándose con la luz hasta que esta quedo por enfrente siéndole imposible seguir observando, la luz se alejaba de el, se alejaba tal cual la paz le abandonada y como la cordura parecía dejar a Eric ¿A dondé se dirigiria aquel carruaje?
-¿Dónde vives?- le cuestiono con seriedad, planeaba acompañarlo y quedarse si le permitía, lucia demasiado dolido, demasiado volátil como para dejarle solo.
Dio un amplio respingo cuando Eric comenzó a tirar de sus cabellos gritando, gritando de una forma incomprensible ¿era que acaso que otra visión le ofuscaba los pensamientos? Y entonces le pedia ayuda, clamaba por ella observando, se quedo estático en su lugar con los parpados bien abiertos y los labios temblando intentando hacer que de estos algun sonido de consuelo saliese despedido para calmar al vampiro, anduvo tambaleante hacia el.
Sujeto sus manos alejándolas de su cabello con suavidad, observándole mientras lo hacia ¿Cómo se suponía que le ayudaría? Habia intentado ya de todo, lo habia acompañado a la fiesta y habia terminado en un hospital, le habia hablado en la catedral y habia terminado presenciando un homicidio ¿Qué mas debía hacer? ¿Cuándo mas debía exponerse para lograr ayudarle? Suponía que su redención debía tener un costo demasiado alto pues el mismo se esmeraba en hacerse sufrir ¿el o su mente? ¿Qué no eran la misma cosa? Ladeo el rostro pensando, el tenia una vocecilla que de forma esporádica le hablaba como una hada al oído mas, bien sabia que era el mismo, aquella voz interna que todos poseían lo que Eric sufria al igual que Erkki era algo que no podia explicar.
Escucho unos casquillos contra el empedrado, alzo la mirada empujando con fuerza a Eric con su propio cuerpo para dejar pasar un carruaje conducido por sendos corceles de blancas crines y lomos aun mas palidos, quien les conducía llevaba una farola para alumbrar su camino y quien en el interior se resguardaba era imposible definir aquello, una aterciopelada tela del color de las esmeraldas mantenía su rostro impreciso, dejando entre ver únicamente que se trataba de una dama, observo unos instantes encandilándose con la luz hasta que esta quedo por enfrente siéndole imposible seguir observando, la luz se alejaba de el, se alejaba tal cual la paz le abandonada y como la cordura parecía dejar a Eric ¿A dondé se dirigiria aquel carruaje?
-¿Dónde vives?- le cuestiono con seriedad, planeaba acompañarlo y quedarse si le permitía, lucia demasiado dolido, demasiado volátil como para dejarle solo.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Pedía ayuda a Anuar? ¿Qué iba a poder hacer él por mí? Nada, solo preocuparse. Egoísta, maldito egoísta, ¿no te basta con todo lo que ha hecho por ti?
Pero... ¿qué más podía hacer si no pedir ayuda? Si mis peores enemigos vivían en mí, el miedo y mi propia mente. ¿Qué más podía hacer? Nada. O sí, pero las demás soluciones me parecían enormemente cobardes.
Las manos de Anuar sujetaron las mías, impidiendo que continuase tirando con fuerza de mi pelo. Clavé mis ojos en los suyos, asustado, desválido. ¿Qué clase de vampiro podía ser tan patético como yo? Pero y qué importaba eso, si yo solo pretendía vivir.
De pronto salió de la nada un carruaje y Anuar me separó del camino haciendo un gran esfuerzo. ¿Quién demonios podía pasar por un camino como aquel a tales horas de la noche? ¿Podía ser un obispo?
La idea me asustó en demasía, por el hecho de que descubrieran el cadáver en la iglesia y pudieran comenzar a buscar culpables. Anuar y yo estábamos demasiado llenos de sangre como para no ser los principales sospechosos. Teníamos que salir de allí, rápido.
-¿Donde vives?.- cuestionó con seriedad la voz de Anuar, pero mi mente seguía sumida en miles de pensamientos que no tenían ninguna relación entre sí.
Flavio, Anuar, el carruaje, el dolor, el miedo, la huída que debíamos efectuar rápido. Debía comenzar a pensar con claridad si no quería perder la cordura totalmente. ¿No la has perdido ya?
Suspiré con fuerza y apreté los dientes un momento, ¿tan difícil podía llegar a ser todo en mi mente? Y todo por mis ansias de recordar... ¿qué sería entonces de los humanos que tenían sus recuerdos tan presentes y que vivían atormentados por ellos? Observé a Anuar como respuesta a aquella pregunta, él vivía en sus recuerdos y éstos le atormentaban. La pérdida de su hermana y quién sabe cuantas miles de cosas más habría vivido. Por un momento no pude evitar sentir que me estaba aprovechando de aquel hecho, aquella compresión suya que le estaba saliendo tan cara.
-En... en el sanatorio mental... ¿qué otro sitio si no para alguien como yo...?.- ni mis propias ironias me hacían gracia aquella noche. Alcé la mirada para clavar los ojos en los de Anuar. -Deberías ir a tu casa... o yo debería acompañarte a ti....- negué con la cabeza con debilidad, apoyando amabas manos en sus hombros para mirarle con seriedad. -No deberías acercarte más a mí....- finalicé separándole de mi unos pasos, sin separar mis ojos de sus iris color miel.
Ya no era cuestión de si era o no un monstruo, ya ni siquiera era cuestión de que en una ocasión le había hecho daño. Iba más allá, era una culpa sin sentido por creer que me aprovechaba de él, por saber todo lo que había visto aquella noche, ¿qué clase de compañía podía darle yo? ¿Qué le daba a cambio? Otra vez aquel estúpido dilema, pero ahora con razones de peso, razones más fuertes y con mucho más sentido.
¿Qué clase de amigo podía ser yo? ... ¿amigo? ¿Desde cuando existía la amistad para mí? ¿Desde cuando podía recordar un término tan simple con un significado tan abstracto?
-Me estoy volviendo loco....- murmuré cerrando los ojos, teniendo en aquel mismo instante la sonrisa de Flavio como fiel compañera... o tortura.
Pero... ¿qué más podía hacer si no pedir ayuda? Si mis peores enemigos vivían en mí, el miedo y mi propia mente. ¿Qué más podía hacer? Nada. O sí, pero las demás soluciones me parecían enormemente cobardes.
Las manos de Anuar sujetaron las mías, impidiendo que continuase tirando con fuerza de mi pelo. Clavé mis ojos en los suyos, asustado, desválido. ¿Qué clase de vampiro podía ser tan patético como yo? Pero y qué importaba eso, si yo solo pretendía vivir.
De pronto salió de la nada un carruaje y Anuar me separó del camino haciendo un gran esfuerzo. ¿Quién demonios podía pasar por un camino como aquel a tales horas de la noche? ¿Podía ser un obispo?
La idea me asustó en demasía, por el hecho de que descubrieran el cadáver en la iglesia y pudieran comenzar a buscar culpables. Anuar y yo estábamos demasiado llenos de sangre como para no ser los principales sospechosos. Teníamos que salir de allí, rápido.
-¿Donde vives?.- cuestionó con seriedad la voz de Anuar, pero mi mente seguía sumida en miles de pensamientos que no tenían ninguna relación entre sí.
Flavio, Anuar, el carruaje, el dolor, el miedo, la huída que debíamos efectuar rápido. Debía comenzar a pensar con claridad si no quería perder la cordura totalmente. ¿No la has perdido ya?
Suspiré con fuerza y apreté los dientes un momento, ¿tan difícil podía llegar a ser todo en mi mente? Y todo por mis ansias de recordar... ¿qué sería entonces de los humanos que tenían sus recuerdos tan presentes y que vivían atormentados por ellos? Observé a Anuar como respuesta a aquella pregunta, él vivía en sus recuerdos y éstos le atormentaban. La pérdida de su hermana y quién sabe cuantas miles de cosas más habría vivido. Por un momento no pude evitar sentir que me estaba aprovechando de aquel hecho, aquella compresión suya que le estaba saliendo tan cara.
-En... en el sanatorio mental... ¿qué otro sitio si no para alguien como yo...?.- ni mis propias ironias me hacían gracia aquella noche. Alcé la mirada para clavar los ojos en los de Anuar. -Deberías ir a tu casa... o yo debería acompañarte a ti....- negué con la cabeza con debilidad, apoyando amabas manos en sus hombros para mirarle con seriedad. -No deberías acercarte más a mí....- finalicé separándole de mi unos pasos, sin separar mis ojos de sus iris color miel.
Ya no era cuestión de si era o no un monstruo, ya ni siquiera era cuestión de que en una ocasión le había hecho daño. Iba más allá, era una culpa sin sentido por creer que me aprovechaba de él, por saber todo lo que había visto aquella noche, ¿qué clase de compañía podía darle yo? ¿Qué le daba a cambio? Otra vez aquel estúpido dilema, pero ahora con razones de peso, razones más fuertes y con mucho más sentido.
¿Qué clase de amigo podía ser yo? ... ¿amigo? ¿Desde cuando existía la amistad para mí? ¿Desde cuando podía recordar un término tan simple con un significado tan abstracto?
-Me estoy volviendo loco....- murmuré cerrando los ojos, teniendo en aquel mismo instante la sonrisa de Flavio como fiel compañera... o tortura.
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
¿El sanatorio mental? Sintió que algo en su interior se compungía ¿Cómo podia vivir en un lugar como el? Nunca habia puesto un pie dentro de un lugar siquiera parecido a aquel habia recibido amenazas de su padre en antaño gritos y maldiciones de que le enviaría a un orfanato, a un manicomio por ninguna persona cuerda podia permitir que su hermana menor sufriera sin hacer nada ¿pero un padre si podia menospreciar a su hijo? Claro siempre habia pensado que quien necesitaba ayudaba no era el, por lo menos no hasta antes de huir.
Le observo alejarse con atención, con la mirada fija en los tiesos ojos del vampiros, no podia no podia hacerle aquello no podia decirle que no y alejarse, no le podia abandonar. Negó energéticamente mordiéndose el labio inferior sin saber si debía o no romper aquella distancia entre ambos al final decidió muy a su pesar quedarse donde estaba en medio del camino de nadie, por donde las herraduras de los caballos habían resonado instantes atrás y se habían perdido en el camino enfrente ellos, debían irse.
-cuando realmente piedras la cordura…nisiquiera te percataras- le indico andando hacia el, tomo su mano comenzando a andar con rapidez en sentido contrario de la construcción a metros ya alejados y aun asi cuando el grito de la joven resonó llego a sus oídos como si hubiese estado a un lado de el, giro sobre sus tobillos observando el carruaje frente a la catedral a lo lejos y la silueta de alguien salir corriendo de la misma, sus parpados se abrieron de hito en hito al tiempo que doblaba en una esquina y comenzaba a correr tirando firmemente de la mano del vampiro, no le iba a dejar asi como no permitiría que le dejara ¿no estaba también el loco? Pero su locura no le empujaba a escuchar voces, no le obligaba a asesinar su locura era mas elocuente ¿podia eso ser verdad?, la soledad era quien lo habia atormentado por años y a quien ahora, pretendía extrañar como una blasfemia no la extrañaba y jamás lo haría.
¿Y si recordaban sus rostros? ¿y si los mandaban buscar? Dios, sus manos comenzaron a temblar mientras se refugiaba en un callejón tirando tras de el la figura de Eric -¿Qué vamos a hacer?- le cuestiono no deseando terminar su vida entre el fuego crepitante, sintiendo los tizones ardiendo bajo sus pies, con el calor haciéndole despedir agua por los poros evaporizando sus seguras lagrimas antes de estar siquiera pensar en manar “¿vamos?” se cuestiono a si mismo ¿no habia dicho Eric que debían alejarse? No, dejo golpear su espalda contra la pared recorriéndola hasta topar con el suelo, exhausto de aquella noche “¿Qué haras? Anuar ¿Cómo saldrás de esta?” se cuestiono mesándose con suavidad los cabellos.
Dejo caer la nuca sobre la espalda observar los techos -quiza si te vas por ahi no te vean-aseguro en voz baja.
Le observo alejarse con atención, con la mirada fija en los tiesos ojos del vampiros, no podia no podia hacerle aquello no podia decirle que no y alejarse, no le podia abandonar. Negó energéticamente mordiéndose el labio inferior sin saber si debía o no romper aquella distancia entre ambos al final decidió muy a su pesar quedarse donde estaba en medio del camino de nadie, por donde las herraduras de los caballos habían resonado instantes atrás y se habían perdido en el camino enfrente ellos, debían irse.
-cuando realmente piedras la cordura…nisiquiera te percataras- le indico andando hacia el, tomo su mano comenzando a andar con rapidez en sentido contrario de la construcción a metros ya alejados y aun asi cuando el grito de la joven resonó llego a sus oídos como si hubiese estado a un lado de el, giro sobre sus tobillos observando el carruaje frente a la catedral a lo lejos y la silueta de alguien salir corriendo de la misma, sus parpados se abrieron de hito en hito al tiempo que doblaba en una esquina y comenzaba a correr tirando firmemente de la mano del vampiro, no le iba a dejar asi como no permitiría que le dejara ¿no estaba también el loco? Pero su locura no le empujaba a escuchar voces, no le obligaba a asesinar su locura era mas elocuente ¿podia eso ser verdad?, la soledad era quien lo habia atormentado por años y a quien ahora, pretendía extrañar como una blasfemia no la extrañaba y jamás lo haría.
¿Y si recordaban sus rostros? ¿y si los mandaban buscar? Dios, sus manos comenzaron a temblar mientras se refugiaba en un callejón tirando tras de el la figura de Eric -¿Qué vamos a hacer?- le cuestiono no deseando terminar su vida entre el fuego crepitante, sintiendo los tizones ardiendo bajo sus pies, con el calor haciéndole despedir agua por los poros evaporizando sus seguras lagrimas antes de estar siquiera pensar en manar “¿vamos?” se cuestiono a si mismo ¿no habia dicho Eric que debían alejarse? No, dejo golpear su espalda contra la pared recorriéndola hasta topar con el suelo, exhausto de aquella noche “¿Qué haras? Anuar ¿Cómo saldrás de esta?” se cuestiono mesándose con suavidad los cabellos.
Dejo caer la nuca sobre la espalda observar los techos -quiza si te vas por ahi no te vean-aseguro en voz baja.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Apesar de mis palabras seguía allí, estático y sin moverse. ¿Por qué no me hacía caso? Sus ojos estaban clavados en los míos con fijación, negando al momento enérgicamente mientras mordía su labio inferior.
-Cuando realmente piedras la cordura…nisiquiera te percataras.- dijo caminando hacia mí, contradiciendo mis palabras, aquellas que había pronunciado casi como una súplica, una petición.
En un rápido movimiento se giró sobre sí mismo para observar la iglesia. Alcé la mirada para imitarle, viendo al carruaje pararse frente a la catedral y a alguien saliendo de la misma. Ahora sí que estamos en problemas, murmuré de forma casi inaudible.
La mano de Anuar se aferró a la mía, comenzando a correr cuando se oyó a lo lejos el grito de un joven. ¿Nos habían cogido? ¡Maldita sea!
Corrimos hacia un callejón, donde Anuar se paró y soltó mi mano. Observé la suya, que hasta un momento me había parecido extremadamente cálida, y observé como temblaba. Estaba tan asustado... ¿y aún pretendía continuar a mi lado?
-¿Qué vamos a hacer? .- me cuestionó su voz, deslizándose por la pared asustado. ¿Vamos? ¿aún seguía con la idea de acompañarme? Suspiré negando con la cabeza. -Quiza si te vas por ahi no te vean.-susuró tras apoyar su nuca sobre la espalda observando los techos.
Estúpido yo por no haberme dado cuenta antes. Si algo bueno había sacado de mi creadora era la posibilidad de volar (o al menos planear durante unos minutos), si es que a aquello se le podía llamar "algo bueno". Tomé las manos del chico levantándole para rodear su cintura con uno de mis brazos.
-Agárrate fuerte....- dije casi a forma de órden, pero con voz demasiado débil para mi gusto.
De un salto nos encontramos en el tejado, y planear un par de edificios para alejarnos del lugar fue mucho más dificultoso de lo que esperaba. Demasiado débil como para continuar, así que me ví obligado a caer al suelo dejando a Anuar en él con sumo cuidado. Le solté con suavidad y apoyé una mano en mi pecho mientras respiraba con dificultad, era demasiado esfuerzo para mí. Dejé caer mi cuerpo contra una pared y clavé la mirada en los ojos del chico.
-Aquí no podrán vernos....- miré hacia los lados no sabiendo donde me encontraba. -No sé si... estás cerca de tu casa pero... aquí no tendremos problemas....- alcé la mirada buscando sus ojos. -Ahora sí deberías irte...
Debía irse ya, no sabíamos que podía pasar aquella noche, y lo más seguro es que estuviera a buen resguardo. Su casa sería segura, allí nadie le buscaría, si es que alguien comenzaba a buscar los culpables del asesinato de la catedral. Un escalofrío me inundó al pensar en lo que podrían hacerle a Anuar si le cogían, y volví a mirarle suplicante, esperando a que por fin se decidiese a huír. Froté con suavidad mi pecho, intentando calmar aquella respiración tan entrecortada debido al esfuerzo que me había costado volar esos pocos metros, o quizá kilómetros, quién podía saberlo.
-Cuando realmente piedras la cordura…nisiquiera te percataras.- dijo caminando hacia mí, contradiciendo mis palabras, aquellas que había pronunciado casi como una súplica, una petición.
En un rápido movimiento se giró sobre sí mismo para observar la iglesia. Alcé la mirada para imitarle, viendo al carruaje pararse frente a la catedral y a alguien saliendo de la misma. Ahora sí que estamos en problemas, murmuré de forma casi inaudible.
La mano de Anuar se aferró a la mía, comenzando a correr cuando se oyó a lo lejos el grito de un joven. ¿Nos habían cogido? ¡Maldita sea!
Corrimos hacia un callejón, donde Anuar se paró y soltó mi mano. Observé la suya, que hasta un momento me había parecido extremadamente cálida, y observé como temblaba. Estaba tan asustado... ¿y aún pretendía continuar a mi lado?
-¿Qué vamos a hacer? .- me cuestionó su voz, deslizándose por la pared asustado. ¿Vamos? ¿aún seguía con la idea de acompañarme? Suspiré negando con la cabeza. -Quiza si te vas por ahi no te vean.-susuró tras apoyar su nuca sobre la espalda observando los techos.
Estúpido yo por no haberme dado cuenta antes. Si algo bueno había sacado de mi creadora era la posibilidad de volar (o al menos planear durante unos minutos), si es que a aquello se le podía llamar "algo bueno". Tomé las manos del chico levantándole para rodear su cintura con uno de mis brazos.
-Agárrate fuerte....- dije casi a forma de órden, pero con voz demasiado débil para mi gusto.
De un salto nos encontramos en el tejado, y planear un par de edificios para alejarnos del lugar fue mucho más dificultoso de lo que esperaba. Demasiado débil como para continuar, así que me ví obligado a caer al suelo dejando a Anuar en él con sumo cuidado. Le solté con suavidad y apoyé una mano en mi pecho mientras respiraba con dificultad, era demasiado esfuerzo para mí. Dejé caer mi cuerpo contra una pared y clavé la mirada en los ojos del chico.
-Aquí no podrán vernos....- miré hacia los lados no sabiendo donde me encontraba. -No sé si... estás cerca de tu casa pero... aquí no tendremos problemas....- alcé la mirada buscando sus ojos. -Ahora sí deberías irte...
Debía irse ya, no sabíamos que podía pasar aquella noche, y lo más seguro es que estuviera a buen resguardo. Su casa sería segura, allí nadie le buscaría, si es que alguien comenzaba a buscar los culpables del asesinato de la catedral. Un escalofrío me inundó al pensar en lo que podrían hacerle a Anuar si le cogían, y volví a mirarle suplicante, esperando a que por fin se decidiese a huír. Froté con suavidad mi pecho, intentando calmar aquella respiración tan entrecortada debido al esfuerzo que me había costado volar esos pocos metros, o quizá kilómetros, quién podía saberlo.
Última edición por Eric el Sáb Oct 16, 2010 10:05 pm, editado 1 vez
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Su cuerpo se alzo no por deseo propio sino por el jaleo de parte de Eric para rodearle después por la cintura e indicarle que se sujetase con fuerza ¿era acaso que podia como Soren saltar de un tejado a otro? Lo rodeo con sus brazos observando el suelo para ver si sus suposiciones eran correctas, si andarían de tejado en tejado hasta alejarse de aquel lugar ¿y si la joven habia visto sus rostro iluminados por el farol? ¿y si el hombre que golpeaba a los corceles con senda varilla haba caído en su cuenta? ¿Qué ocurriría entonces? ¿los buscarían? Huir no era una opción no, si antes no tenia nada por que vivir ahora no podría vivir sin muchas cosas, sin tantas personas.
Sintio que su cuerpo se alzaba del suelo y observo el mismo…observo esperando que sus pies lo tocaran nuevamente aunque aquello no ocurrió, sus parpados se abrieron desmesuradamente y se aferro a el con mayor firmeza, afianzando sus manos a su ropa con un agarre tal que parecería romper la tela ante el mas minimo tiron de la misma ¿volaban? ¿estaban volando acaso sin necesidad de alas? Las aves ahora podían sentirse celosas.
Cuando sus pies tocaron el suelo solto a Eric recobrando el equilibrio por cuenta propia, agitando suavemente los brazos para mirar en derredor ¿Dónde estaban? La verdad era que no tenia ni idea mas no importaba donde estaban con estar lejos de la catedral le bastaba ¿cien metros un kilometro? Cuanto fuese esperaba solo que no recordasen sus rostros que no hicieran un retrato hablado de ellos y cuales sádicos asesinos pegasen afiches suyos por toda la ciudad entonces, entonces si estaría acabado.
-no importa donde este siempre estare lejos de casa- murmuro sacudiéndose las manos, observando el lugar con curiosidad, intentaba descifrar a donde habían ido a dar aunque ningun lugar le daba indicios que le hicieran creer algo o negar otra cosa –si quieres irte puedes hacerlo…pero no me corras- le indico ceñudo observándole con seriedad aunque comprendiendo el miso no expondría a nadie por su bien propio ¿no? ¿el que sabia? No comprendía el dolor que su pecho albergaba no sabia la impotencia de depender de la sangre, y aun asi juzgaba ¿juzgaba? No o cuando minimo procuraba no hacerlo -¿ya no quieres verme entonces?- le cuestiono suspirando no podia obligarle si deseaba aquello a hacer lo contrario, no podia obligarlo.
Sintio que su cuerpo se alzaba del suelo y observo el mismo…observo esperando que sus pies lo tocaran nuevamente aunque aquello no ocurrió, sus parpados se abrieron desmesuradamente y se aferro a el con mayor firmeza, afianzando sus manos a su ropa con un agarre tal que parecería romper la tela ante el mas minimo tiron de la misma ¿volaban? ¿estaban volando acaso sin necesidad de alas? Las aves ahora podían sentirse celosas.
Cuando sus pies tocaron el suelo solto a Eric recobrando el equilibrio por cuenta propia, agitando suavemente los brazos para mirar en derredor ¿Dónde estaban? La verdad era que no tenia ni idea mas no importaba donde estaban con estar lejos de la catedral le bastaba ¿cien metros un kilometro? Cuanto fuese esperaba solo que no recordasen sus rostros que no hicieran un retrato hablado de ellos y cuales sádicos asesinos pegasen afiches suyos por toda la ciudad entonces, entonces si estaría acabado.
-no importa donde este siempre estare lejos de casa- murmuro sacudiéndose las manos, observando el lugar con curiosidad, intentaba descifrar a donde habían ido a dar aunque ningun lugar le daba indicios que le hicieran creer algo o negar otra cosa –si quieres irte puedes hacerlo…pero no me corras- le indico ceñudo observándole con seriedad aunque comprendiendo el miso no expondría a nadie por su bien propio ¿no? ¿el que sabia? No comprendía el dolor que su pecho albergaba no sabia la impotencia de depender de la sangre, y aun asi juzgaba ¿juzgaba? No o cuando minimo procuraba no hacerlo -¿ya no quieres verme entonces?- le cuestiono suspirando no podia obligarle si deseaba aquello a hacer lo contrario, no podia obligarlo.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Me di un momento para tomar aliento y descansar entre todo aquello. Al volver a alzar la cabeza, me percaté de que Anuar aún estaba allí. ¿Por qué no había salido huyendo ya?
-no importa donde este siempre estare lejos de casa- murmuró sacudiéndose las manos, observando todo a su alrededor con curiosidad. Sus palabras me perdieron en mis pensamientos por un momentos, ¿siempre estaría lejos de casa? ¿Se refería a su casa en París o a su verdadero hogar? Aquello me llevó a pensar, por un momento, cual era mi casa, mi hogar. ¿Tenía uno? ¿Había sentido algún lugar como mi propio hogar, como mi refugio? Si en el sótano del sanatorio mental me sentía en un encierro contínuo y agobiante. Suspiré negando con la cabeza para guiar mis ojos hasta los de Anuar. –Si quieres irte puedes hacerlo…pero no me corras.- continuó con el ceño fruncido, ¿que yo me fuera? ¡Si lo único que me preocupaba en aquel momento es que él estuviera a salvo! -¿Ya no quieres verme entonces?
¿Como iba a mentirle? ¿Cómo iba a decirle que todo aquello lo decía por su seguridad? Que solo lo hacía para alejarle de un monstruo como yo... todo, en una noche que se había hecho demasiado larga, demasiado intensa. Qué locura.
-Qué cabezota....- reí con cierto deje de agonía en mi voz. -¿No comprendes que si no quiero verte es por tu propio bien...? ¿No has visto acaso lo que te ha llevado mi compañía a sufrir esta noche...?.- me tomé un momento para toser agotado. -No quiero que mi presencia te complique la vida... no quiero que tengas problemas por mi culpa, ¿cómo iba a sentirme si te pasase algo? ¡A ti...! La única persona que se ha interesado en mí... ¿qué haría entonces? Me culparía aún más el resto de mi vida... quiero... quiero que estés a salvo... y que... y que cuando te necesite, sepa que vas a estar ahí.- ¿pero qué estaba diciendo? ¿Le estaba exigiendo ayuda? ¿O era aquella mi torpe manera de pedirle que se quedara a mi lado? -Ojalá algún día pudiera devolverte todo esto... ojalá.
La última palabra se perdió en el frío de la noche, con aquella suave brisa que corría en aquel callejón.
No entendía que había dicho, ¿estaba suplicando a Anuar que no se fuese de mi lado? ¿Desde cuando podía necesitar yo a una persona? ¿Desde cuando tenía sentimientos suficientes como para sentir la necesidad de un... amigo? Tanta pregunta me agotaba en una noche que se me tornaba eterna. Y entre todas aquellas cuestiones sin respuesta, la sonrisa de Flavio me inundaba, aún sin comprender si me llenaba de dolor... o de ganas de vivir, de continuar recordando. ¿Sentía realmente ganas de seguir recordando aún sabiendo lo doloroso que podía ser? ¿Por qué si pensaba en seguir recordando, de alguna manera, la idea parecía estrechamente ligada a Anuar?
-no importa donde este siempre estare lejos de casa- murmuró sacudiéndose las manos, observando todo a su alrededor con curiosidad. Sus palabras me perdieron en mis pensamientos por un momentos, ¿siempre estaría lejos de casa? ¿Se refería a su casa en París o a su verdadero hogar? Aquello me llevó a pensar, por un momento, cual era mi casa, mi hogar. ¿Tenía uno? ¿Había sentido algún lugar como mi propio hogar, como mi refugio? Si en el sótano del sanatorio mental me sentía en un encierro contínuo y agobiante. Suspiré negando con la cabeza para guiar mis ojos hasta los de Anuar. –Si quieres irte puedes hacerlo…pero no me corras.- continuó con el ceño fruncido, ¿que yo me fuera? ¡Si lo único que me preocupaba en aquel momento es que él estuviera a salvo! -¿Ya no quieres verme entonces?
¿Como iba a mentirle? ¿Cómo iba a decirle que todo aquello lo decía por su seguridad? Que solo lo hacía para alejarle de un monstruo como yo... todo, en una noche que se había hecho demasiado larga, demasiado intensa. Qué locura.
-Qué cabezota....- reí con cierto deje de agonía en mi voz. -¿No comprendes que si no quiero verte es por tu propio bien...? ¿No has visto acaso lo que te ha llevado mi compañía a sufrir esta noche...?.- me tomé un momento para toser agotado. -No quiero que mi presencia te complique la vida... no quiero que tengas problemas por mi culpa, ¿cómo iba a sentirme si te pasase algo? ¡A ti...! La única persona que se ha interesado en mí... ¿qué haría entonces? Me culparía aún más el resto de mi vida... quiero... quiero que estés a salvo... y que... y que cuando te necesite, sepa que vas a estar ahí.- ¿pero qué estaba diciendo? ¿Le estaba exigiendo ayuda? ¿O era aquella mi torpe manera de pedirle que se quedara a mi lado? -Ojalá algún día pudiera devolverte todo esto... ojalá.
La última palabra se perdió en el frío de la noche, con aquella suave brisa que corría en aquel callejón.
No entendía que había dicho, ¿estaba suplicando a Anuar que no se fuese de mi lado? ¿Desde cuando podía necesitar yo a una persona? ¿Desde cuando tenía sentimientos suficientes como para sentir la necesidad de un... amigo? Tanta pregunta me agotaba en una noche que se me tornaba eterna. Y entre todas aquellas cuestiones sin respuesta, la sonrisa de Flavio me inundaba, aún sin comprender si me llenaba de dolor... o de ganas de vivir, de continuar recordando. ¿Sentía realmente ganas de seguir recordando aún sabiendo lo doloroso que podía ser? ¿Por qué si pensaba en seguir recordando, de alguna manera, la idea parecía estrechamente ligada a Anuar?
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
¿Cabezota? No era la primera ni la ultima vez que escuchaba que alguien le decía de esa forma estaba seguro de ello y si bien no orgulloso de ese comportamiento tan repetitivo en su ser tampoco se sentía arrepentido de ello era fiel a sus ideales en la medida de lo posible –creo que puedo elegir por mi mismo…gracias por la preocupación- murmuro no sabiendo bien como contestar a esas palabras mas sabiendo que debía hacerlo.
-egoista- murmuro frunciendo el ceño ¿Quién el o Eric?...ambos pensó con tranquilidad si del egoísmo mas puro que uno podia encontrar ¿prefería estar solo y que Anuar estuviese solo antes de arriesgarlo? Que absurdo sonaba a sus pensamientos aquellas palabras –yo estoy aquí…tu eres quien quiere engañarse diciendo que me vaya- asevero con seriedad no gustoso de sus palabras.
Se contradecía como el muchas veces lo habia hecho sus labios decían algo algo que su mente no quería ¿su mente? Quizá su mente no mas el aparentaba no hacerlo ¿debia irse o quedarse? ¿Qué quería Eric? Negó no importaba ya mucho que quería sino que era lo mejor y lo mejor era no dejarle ¿cierto? Suspiro bufando por lo bajo mientras pensaba ¿Qué harian entonces? Ambos estaban cansados, por el esfuerzo físico y psicológico quizá aquella noche dejaría mas de alguna secuela solo el tiempo lo determinaría y tiempo era lo que mas escaseaba en aquellos instantes de temerosa huida.
-no necesito que me devuelvas nada…no lo hago por esos motivos- asomo el rostro fuera del callejón intentando divisar el carruaje o escuchar el resonar los las herraduras contra el empedrado mas todo lo que fue audible fue aquel silencio sepulcral roto de vez en vez por el canto de alguna cigarra distante perdida entre los edificio y callejuelas –ahora bien…¿quieres que te acompañe hasta el …sanatorio?- le cuestiono arrugando el ceño al pronunciar aquel lugar que de ser un si la respuesta del vampiro conocería por vez primera.
-egoista- murmuro frunciendo el ceño ¿Quién el o Eric?...ambos pensó con tranquilidad si del egoísmo mas puro que uno podia encontrar ¿prefería estar solo y que Anuar estuviese solo antes de arriesgarlo? Que absurdo sonaba a sus pensamientos aquellas palabras –yo estoy aquí…tu eres quien quiere engañarse diciendo que me vaya- asevero con seriedad no gustoso de sus palabras.
Se contradecía como el muchas veces lo habia hecho sus labios decían algo algo que su mente no quería ¿su mente? Quizá su mente no mas el aparentaba no hacerlo ¿debia irse o quedarse? ¿Qué quería Eric? Negó no importaba ya mucho que quería sino que era lo mejor y lo mejor era no dejarle ¿cierto? Suspiro bufando por lo bajo mientras pensaba ¿Qué harian entonces? Ambos estaban cansados, por el esfuerzo físico y psicológico quizá aquella noche dejaría mas de alguna secuela solo el tiempo lo determinaría y tiempo era lo que mas escaseaba en aquellos instantes de temerosa huida.
-no necesito que me devuelvas nada…no lo hago por esos motivos- asomo el rostro fuera del callejón intentando divisar el carruaje o escuchar el resonar los las herraduras contra el empedrado mas todo lo que fue audible fue aquel silencio sepulcral roto de vez en vez por el canto de alguna cigarra distante perdida entre los edificio y callejuelas –ahora bien…¿quieres que te acompañe hasta el …sanatorio?- le cuestiono arrugando el ceño al pronunciar aquel lugar que de ser un si la respuesta del vampiro conocería por vez primera.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Cuantas preguntas para tan pocas respuestas, ¿acaso tenía alguna realmente? Suspiré apoyándome en la pared más cercana esperando una respuesta de sus labios... o de sus pies, si es que decidía finalmente irse, aunque parecía que no iba a lograrlo.
–Creo que puedo elegir por mi mismo…gracias por la preocupación.- negué con la cabeza ante sus palabras y alcé la mirada buscando la suya. -Egoísta.- ¿quién? ¿Él? ¿Yo? Tú maldito estúpido, ¿es que no escuchas lo que dices?. Apreté los dientes cerrando los ojos durante un momento. Ya estaba de vuelta mi maldita mente, como si la noche no se me hiciera lo suficientemente dificil.
El sentimiento de culpa me inundó en el momento, ¿quién me creía yo para decirle que estuviera ahí cuando le necesitase? Estúpido bastardo que se creía con derecho a exigir a nadie. Golpeé con suavidad mi cabeza contra la pared en la que estaba apoyado y cerré los ojos con más fuerza. –Yo estoy aquí… tú eres quien quiere engañarse diciendo que me vaya.- ¿engañarme? No, no me engañaba después de todo lo que Anuar se había visto obligado a sufrir con mi presencia cerca, ¿no se daba cuenta? Por un momento pensé, que si yo estuviera en su lugar, tampoco lo haría. ¿Empatía? ¿Desde cuando tenía la "facilidad" de ponerme en el lugar de los demás? Si yo era incapaz de querer a nadie más que a mi mismo... ¿o no? ¿Rompía Anuar la regla?
-No necesito que me devuelvas nada…no lo hago por esos motivos.- entreabrí los ojos para observar como se asomaba fuera del callejón. –Ahora bien…¿quieres que te acompañe hasta el …sanatorio?.- dijo con dificultad, frunciendo el ceño ligeramente al pronunciar la palabra sanatorio.
Me reí negando con la cabeza, ¿cómo iba a decirle que no?
-Si me lo permites... creo que prefiero acompañarte a tu casa... .- busqué sus ojos en medio de toda aquella oscuridad. -No me quedaré tranquilo hasta saber que estás bien... luego volveré al sanatorio sin problemas... deja que me preocupe un momento por ti y no por mi.- ¿qué estaba diciendo? Fruncí el ceño agitando la cabeza. -No sé que estoy diciendo pero... creo que me siento en la obligación de cuidar de ti.- mordí mi labio inferior con fuerza cerrando los ojos antes de continuar la frase.
Sí, dilo. Vamos Eric, dilo, lo estás deseando, termina la frase.
-Basta....- murmuré con dificultad entreabriendo los ojos para buscar los iris de miel del chico. -...cuidar de ti como lo habría hecho con Flavio
¿Sabes acaso si cuidabas de tu hermano? ¿Sabes acaso si le querías? No sabes nada, ¡nada, Eric! Y te queda mucho sufrimiento aún hasta descubrirlo
–Creo que puedo elegir por mi mismo…gracias por la preocupación.- negué con la cabeza ante sus palabras y alcé la mirada buscando la suya. -Egoísta.- ¿quién? ¿Él? ¿Yo? Tú maldito estúpido, ¿es que no escuchas lo que dices?. Apreté los dientes cerrando los ojos durante un momento. Ya estaba de vuelta mi maldita mente, como si la noche no se me hiciera lo suficientemente dificil.
El sentimiento de culpa me inundó en el momento, ¿quién me creía yo para decirle que estuviera ahí cuando le necesitase? Estúpido bastardo que se creía con derecho a exigir a nadie. Golpeé con suavidad mi cabeza contra la pared en la que estaba apoyado y cerré los ojos con más fuerza. –Yo estoy aquí… tú eres quien quiere engañarse diciendo que me vaya.- ¿engañarme? No, no me engañaba después de todo lo que Anuar se había visto obligado a sufrir con mi presencia cerca, ¿no se daba cuenta? Por un momento pensé, que si yo estuviera en su lugar, tampoco lo haría. ¿Empatía? ¿Desde cuando tenía la "facilidad" de ponerme en el lugar de los demás? Si yo era incapaz de querer a nadie más que a mi mismo... ¿o no? ¿Rompía Anuar la regla?
-No necesito que me devuelvas nada…no lo hago por esos motivos.- entreabrí los ojos para observar como se asomaba fuera del callejón. –Ahora bien…¿quieres que te acompañe hasta el …sanatorio?.- dijo con dificultad, frunciendo el ceño ligeramente al pronunciar la palabra sanatorio.
Me reí negando con la cabeza, ¿cómo iba a decirle que no?
-Si me lo permites... creo que prefiero acompañarte a tu casa... .- busqué sus ojos en medio de toda aquella oscuridad. -No me quedaré tranquilo hasta saber que estás bien... luego volveré al sanatorio sin problemas... deja que me preocupe un momento por ti y no por mi.- ¿qué estaba diciendo? Fruncí el ceño agitando la cabeza. -No sé que estoy diciendo pero... creo que me siento en la obligación de cuidar de ti.- mordí mi labio inferior con fuerza cerrando los ojos antes de continuar la frase.
Sí, dilo. Vamos Eric, dilo, lo estás deseando, termina la frase.
-Basta....- murmuré con dificultad entreabriendo los ojos para buscar los iris de miel del chico. -...cuidar de ti como lo habría hecho con Flavio
¿Sabes acaso si cuidabas de tu hermano? ¿Sabes acaso si le querías? No sabes nada, ¡nada, Eric! Y te queda mucho sufrimiento aún hasta descubrirlo
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
-si eso quieres- aseguro con tranquilidad no tenia inconveniente en que le acompañase hasta su hogar no temia que supiese donde vivía o la miseria en que estaba sumido, el piso no era mas que una plataforma en un edificio que se caia a pedazos con los años y las estaciones cambiantes los duros veranos habían erosionado la piedra y los inviernos eternos habían cuarteado las paredes, rompiendo lo que en algún tiempo debían haber sido tuberías y demases, los peldaños además se caian por secciones, primeros las del segundo piso que habían reparado después las que llevaban a su galería que el había tenido que reparar y ahora ahora eran las principales suerte era que no se les hubiese venido encima ya.
¿Obligación? ¿desde cuando se había vuelto un peso mas un estorbo? No eso era inaceptable no pretendía causarle mayor acongojamiento que el que el mismo experimentaba ya por sus recuerdos y tormentosa mente que de forma tortuosa debía hablarle al oído como una voz ajena cuando vivía dentro de el mismo.
Sus parpados se abrieron de hito en hito con sorpresa ante sus palabras -¿Qué?- fue lo único que atino a decir ante su aseveración ¿cuidaría de el como de su hermano? ¿cuidaría de el? La cabeza le dio vueltas observándole sin comprender no logrando no pudiendo…el no era Flavio y en ningún momento podría de alguna forma taponear aquel hueco que había dejado en su pecho su muerte porque no era asi de valioso como para realizar aquello, era un pintor, un pintor marginado que errático había andado toda su vida en un camino establecido y ahora con libertades de ser su mente no se lo permitía no valia la pena cuidar a un ser como el…”no”
-puedes hacer lo que quieras - aseguro a fin de cuentas sonriendo de medio lado conteniendo varias palabras que seguramente no harian mas que lastimarlo ¿Por qué le preocupaba lastimarlo? Porque había aprendido a apreciarlo si lo había hecho y por ello si aquello le brindaba algún bien al vampiro se dejaría cuidar en la medida en que su libertad y orgullo lo permitiesen doblegando quizá un poco aquel ultimo.
Asomo su rostro nuevamente avanzando unos pasos -¿nos vamos?- le cuestiono queriendo evadir el tema ¿Por qué se sentía tan culpable?
¿Obligación? ¿desde cuando se había vuelto un peso mas un estorbo? No eso era inaceptable no pretendía causarle mayor acongojamiento que el que el mismo experimentaba ya por sus recuerdos y tormentosa mente que de forma tortuosa debía hablarle al oído como una voz ajena cuando vivía dentro de el mismo.
Sus parpados se abrieron de hito en hito con sorpresa ante sus palabras -¿Qué?- fue lo único que atino a decir ante su aseveración ¿cuidaría de el como de su hermano? ¿cuidaría de el? La cabeza le dio vueltas observándole sin comprender no logrando no pudiendo…el no era Flavio y en ningún momento podría de alguna forma taponear aquel hueco que había dejado en su pecho su muerte porque no era asi de valioso como para realizar aquello, era un pintor, un pintor marginado que errático había andado toda su vida en un camino establecido y ahora con libertades de ser su mente no se lo permitía no valia la pena cuidar a un ser como el…”no”
-puedes hacer lo que quieras - aseguro a fin de cuentas sonriendo de medio lado conteniendo varias palabras que seguramente no harian mas que lastimarlo ¿Por qué le preocupaba lastimarlo? Porque había aprendido a apreciarlo si lo había hecho y por ello si aquello le brindaba algún bien al vampiro se dejaría cuidar en la medida en que su libertad y orgullo lo permitiesen doblegando quizá un poco aquel ultimo.
Asomo su rostro nuevamente avanzando unos pasos -¿nos vamos?- le cuestiono queriendo evadir el tema ¿Por qué se sentía tan culpable?
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Apreté los dientes ladeando la cabeza para sacar todos aquellos pensamientos de mi mente, pero me fue una batalla inútil y perdida desde el principio. Fijé mis ojos en los de Anuar esperando que dijera algo que acallara aquellas voces durante, al menos, un rato.
-Si eso quieres.- dijo con tranquilidad, ¿no temía que supiera donde habitaba? ¿No desconfiaba de mí? Me encogí de hombros de forma casi imperceptible mientras me incorporaba dejando de apoyarme en la pared. Me froté el pecho una última vez en un gesto molesto, esperando que comenzase a caminar para poder acompañarle y dejarle a salvo. Era lo único que me preocupaba, que estuviera bien. ¿Tan mal estaba aquello? ¿Entonces por qué no dejaba de sentir un extraño sentimiento de vacío? Como si otra vez, no comprendiera lo que sentía.
-¿Qué?.- dijo de pronto sorprendido. ¿Tan mal estaba lo que había dicho? ¿Estaba mal querer cuidar de él? ¿Estaba mal preocuparme por él? Un sentimiento extraño me invadió, haciendo retroceder toda aquella sensación de seguridad sobre el tema. Me sentí pequeño y estúpido de repente, como si acabase de cometer un gran error que fuera a pagar toda mi vida. ¿Por qué era tan difícil sentir? ¿Por qué era tan complicado mostrar algún sentimiento? El miedo siempre estaba ahí para aplastar cada ápice de seguridad que pudiera tener sobre cualquier nuevo sentimiento para mí.
A veces me preguntaba si los humanos, o simplemente los demás vampiros, olvidaban como yo cómo se sentía uno con cada sentimiento. Como se sentía el cariño, el aprecio, el orgullo, el amor. ¿Era realmente incapaz de sentir todo aquello como me repetía mi mente tantas veces? Estaba claro que siempre me salía mal. Bajé la mirada frunciendo el ceño en un gesto confuso y distante. -Puedes hacer lo que quieras.- dijo finalmente, logrando que alzase la mirada para toparme con una media sonrisa en sus labios.
Aquella media sonrisa causó el mismo efecto que su sorpresa, me hizo sentir aún más pequeño y estúpido, como si el mismo Anuar estuviera cuestionando mi capacidad de sentir nada por nadie. Maldita sea, maldito el miedo y mi mente.
-¿Nos vamos?.- me cuestionó finalmente, asentí, sin más.
Guardé las manos en los bolsillos con ciertos temblor en éstas producido por la ya notable debilidad, y comencé a caminar dirección ninguna parte, esperando que Anuar se adelantase y me guiase hasta su casa. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Qué sentido tenía todo aquello si lo único que sentía era miedo?
Miedo a decepcionar a los demás, pero sobre todo, a mi mismo. Miedo a lo que pudiera pensar Anuar de mí, a lo que mi presencia le produjese. ¿Por qué no huía ya y lo dejaba todo atrás? Así no tendría más quebraderos de cabeza... cobarde, murmuré castigándome a mi mismo, sin dejar que mi mente lo hiciera antes.
Giré el rostro para buscar la mirada de Anuar, quien parecía sumido en algún sentimiento que no podía comprender. No sabía qué hacer, o qué decirle, me sentía tan estúpido y pequeño que no era capaz de pronunciar una sola palabra.
-¿Tienes frío?.- Muy bien Eric, gran pregunta, se burló mi mente con descaro.
-Si eso quieres.- dijo con tranquilidad, ¿no temía que supiera donde habitaba? ¿No desconfiaba de mí? Me encogí de hombros de forma casi imperceptible mientras me incorporaba dejando de apoyarme en la pared. Me froté el pecho una última vez en un gesto molesto, esperando que comenzase a caminar para poder acompañarle y dejarle a salvo. Era lo único que me preocupaba, que estuviera bien. ¿Tan mal estaba aquello? ¿Entonces por qué no dejaba de sentir un extraño sentimiento de vacío? Como si otra vez, no comprendiera lo que sentía.
-¿Qué?.- dijo de pronto sorprendido. ¿Tan mal estaba lo que había dicho? ¿Estaba mal querer cuidar de él? ¿Estaba mal preocuparme por él? Un sentimiento extraño me invadió, haciendo retroceder toda aquella sensación de seguridad sobre el tema. Me sentí pequeño y estúpido de repente, como si acabase de cometer un gran error que fuera a pagar toda mi vida. ¿Por qué era tan difícil sentir? ¿Por qué era tan complicado mostrar algún sentimiento? El miedo siempre estaba ahí para aplastar cada ápice de seguridad que pudiera tener sobre cualquier nuevo sentimiento para mí.
A veces me preguntaba si los humanos, o simplemente los demás vampiros, olvidaban como yo cómo se sentía uno con cada sentimiento. Como se sentía el cariño, el aprecio, el orgullo, el amor. ¿Era realmente incapaz de sentir todo aquello como me repetía mi mente tantas veces? Estaba claro que siempre me salía mal. Bajé la mirada frunciendo el ceño en un gesto confuso y distante. -Puedes hacer lo que quieras.- dijo finalmente, logrando que alzase la mirada para toparme con una media sonrisa en sus labios.
Aquella media sonrisa causó el mismo efecto que su sorpresa, me hizo sentir aún más pequeño y estúpido, como si el mismo Anuar estuviera cuestionando mi capacidad de sentir nada por nadie. Maldita sea, maldito el miedo y mi mente.
-¿Nos vamos?.- me cuestionó finalmente, asentí, sin más.
Guardé las manos en los bolsillos con ciertos temblor en éstas producido por la ya notable debilidad, y comencé a caminar dirección ninguna parte, esperando que Anuar se adelantase y me guiase hasta su casa. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Qué sentido tenía todo aquello si lo único que sentía era miedo?
Miedo a decepcionar a los demás, pero sobre todo, a mi mismo. Miedo a lo que pudiera pensar Anuar de mí, a lo que mi presencia le produjese. ¿Por qué no huía ya y lo dejaba todo atrás? Así no tendría más quebraderos de cabeza... cobarde, murmuré castigándome a mi mismo, sin dejar que mi mente lo hiciera antes.
Giré el rostro para buscar la mirada de Anuar, quien parecía sumido en algún sentimiento que no podía comprender. No sabía qué hacer, o qué decirle, me sentía tan estúpido y pequeño que no era capaz de pronunciar una sola palabra.
-¿Tienes frío?.- Muy bien Eric, gran pregunta, se burló mi mente con descaro.
Invitado- Invitado
Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Comenzó a andar sobre el empedrado escuchar resonar las suelas de sus zapatos contra el mismo con un melódico y rítmico clap-clap que marcaba su andar llevándole con una sinfonía hasta su destino, no sabia bien por donde andaba pero estaba seguro que era el camino el olor del aire y los caminos cada vez mas viejos se lo indicaban porque aquella zona en que vivía el aire mismo parecía tener virutas de miseria y pobreza, de las construcciones cayéndose a tajos, amenazando con caer encima de alguien.
¿Frio? –no…- le contesto suponiendo que aquello era producto solo de la calma de la noche, el silencio en el cual se veian inmersos y su mente, sus abatidos pensamientos y poco iluminadas memorias -¿tu tienes frio?- le cuestiono suponiendo que los vampiros no eran afectos por esos cambios en el clima y el ambiente, mas humedad o menor, aunque el sol podia quitarles su eterna existencia porque vivirían tanto cuanto el astro rey les permitiese y sus perturbadas mentes soportasen. Y no era aquel el tipo de frio al que le cuestionaba sino el gélido ambiente que uno formaba entorno de si mismo y mas bien en su interior.
-no falta demasiado para llegar- le indico virando en una calle observando los caminos y asintiendo suspirando entonces de forma amplia su calido aliento se elevo frente a sus ojos e forma de una estela de humo blanco que choco contra su rostro por su progresivo andar –no debemos volver a la catedral- murmuro después de unos instantes de silencio –prométeme que no lo haras- le pidió observándole de soslayo porque bien sabia el castigo que tendrían si alguien les llegaba a reconocer aunque solo dos personas podia hacerlo el hombre que llevaba el carruaje y quien en su interior se resguardaba.
-yo te prometo no contarle de esto a nadie…pero debes velar también por ti mismo- le indico suspirando, ladeando el rostro para andar con seriedad se preocupaba quizá en demasía por aquel que de ser encontrado a diferencia de el mismo podia huir, desaparecer y rehacer su vida con una eternidad por delante y una por detrás.
¿Frio? –no…- le contesto suponiendo que aquello era producto solo de la calma de la noche, el silencio en el cual se veian inmersos y su mente, sus abatidos pensamientos y poco iluminadas memorias -¿tu tienes frio?- le cuestiono suponiendo que los vampiros no eran afectos por esos cambios en el clima y el ambiente, mas humedad o menor, aunque el sol podia quitarles su eterna existencia porque vivirían tanto cuanto el astro rey les permitiese y sus perturbadas mentes soportasen. Y no era aquel el tipo de frio al que le cuestionaba sino el gélido ambiente que uno formaba entorno de si mismo y mas bien en su interior.
-no falta demasiado para llegar- le indico virando en una calle observando los caminos y asintiendo suspirando entonces de forma amplia su calido aliento se elevo frente a sus ojos e forma de una estela de humo blanco que choco contra su rostro por su progresivo andar –no debemos volver a la catedral- murmuro después de unos instantes de silencio –prométeme que no lo haras- le pidió observándole de soslayo porque bien sabia el castigo que tendrían si alguien les llegaba a reconocer aunque solo dos personas podia hacerlo el hombre que llevaba el carruaje y quien en su interior se resguardaba.
-yo te prometo no contarle de esto a nadie…pero debes velar también por ti mismo- le indico suspirando, ladeando el rostro para andar con seriedad se preocupaba quizá en demasía por aquel que de ser encontrado a diferencia de el mismo podia huir, desaparecer y rehacer su vida con una eternidad por delante y una por detrás.
Anuar Dutuescu- Humano Clase Baja
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Fecha de inscripción : 25/06/2010
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Re: El tiempo no borra las penas [Eric]
Él comenzó a andar adelantándose a mí guiando el rumbo de nuestros pasos, rompiendo el silencio de la noche con las suelas de sus zapatos. Decidí caminar unos pasos por detrás, con las manos en los bolsillos y sin saber bien qué pensaba, qué hacía o donde estaba. ¿Qué estaba haciendo intentando demostrarle mi aprecio a aquel chico? Qué locura, si ya había visto que no salía bien.
Suspiré con desanimo observando la figura de Anuar, que en aquel momento me parecía más lejana que nunca. ¿Acaso le sentía tan lejano a mí?
Es un humano, ¿como quieres sentirle?.
-Como un amigo... .- contesté en voz baja a mi propia mente. Otra vez aquellos monólogos en mi propia soledad.
–No… .- contestó Anuar sin percartarse de mis diálogos. -¿Tu tienes frio?.- me reí tontamente, ¿acaso los vampiros sentíamos algo más que eso?
-Yo siempre tengo frío....- murmuré, lo suficientemente alto para que solo me oyera él.
-No falta demasiado para llegar.- continuó él, tomando una calle mientras observaba el resto de caminos y suspiraba de forma sonora. –No debemos volver a la catedral.- ¿debemos? No, estaba claro que no, jamás volveríamos a la iglesia. Él no volvería a acompañarme en un momento así, no permitiría que viese otro espéctaculo como el de aquella noche... ¿pero quién era yo para permitir X o Y? ¿Quién era yo para decidir sobre sus acciones? Nadie, nadie. No era nadie. –Prométeme que no lo harás.
¿"Prométeme"? ¿Por qué debía prometerle nada? ¿Por qué sentía un deje de preocupación en sus palabras? Me estaba volviendo loco con aquel vaivén de sentimientos que me inundaba y confundía, ¿debía prometérselo mostrándole lo mucho que me importaba?
La imagen de Flavio me abordó de pronto, haciendo que dejase de caminar un segundo y cerrase los ojos echándome la mano a la cabeza. ¿Quién es más importante?. Ahogué mi desesperación apretando los puños con fuerza, apretando los dientes hasta que chirriaron. ¿Qué debía hacer? ¡Qué demonios debía hacer yo!
-Yo te prometo no contarle de esto a nadie…pero debes velar también por ti mismo.- ¿Velar "por ti mismo"? Ya estás muerto, Eric, tu corazón no late, no puedes sentir. No tienes a quien amas a tu lado... eso es lo que realmente te hace estar muerto.
Cerré los ojos con desesperación y apreté más fuerte los puños, deseando que Anuar no viese mis gestos y no tuviera que preocuparse más por mí.
¿Por qué debía velar por mi? Era él el humano, el que sufriría con las torturas, con el castigo que nos darían. ¿Y se preocupaba por mí?
-D-deberías preocuparte sólo por ti... de que no te atrapen a ti, si es que alguien se molesta en buscar culpables... yo no tendría problemas.- reí con cierta amargura y negué con la cabeza. -Yo estaría dispuesto a sufrir esas torturas por ti si nos descubrieran... a fin de cuentas, tú no has hecho nada... nada malo.- puntualicé con voz débil.
Alcé la mirada al cielo un segundo, buscando el brillo de la luna, y continué caminando hasta ponerme a un par de pasos por detrás de él. Aún no le había prometido nada, ¿acaso podría hacerlo?
-Si te prometo no volver a entrar a la catedral, no volver a hacer lo mismo que esta noche... ¿quién va a vengar la muerte de Flavio? ¿Crees de verdad que podría dejar que la vida de Flavio pasase como una más, sin importancia, sin venganza? No. No voy a dejar que esos....- me tomé un momento para contener todas las malas palabras que se me ocurrían y apreté los dientes con rabia. -...esos malditos bastardos hagan lo mismo con otros chicos... llámalo excusa, yo prefiero llamarlo "razón por la que seguir adelante"..- guardé silencio durante unos segundos, observando el brillo de cada estrella. -He fallado en miles de cosas... habré sido un bastardo todos estos años, un egoísta, un monstruo... llámalo como quieras, pero en esto no voy a fallar. Nunca. Cada recuerdo suyo hace más grande esta rabia... más grande este odio. Hace crecer este vacío....- negué con la cabeza ahogando una dura risa. -No Anuar, no puedo prometerte eso.
Suspiré con desanimo observando la figura de Anuar, que en aquel momento me parecía más lejana que nunca. ¿Acaso le sentía tan lejano a mí?
Es un humano, ¿como quieres sentirle?.
-Como un amigo... .- contesté en voz baja a mi propia mente. Otra vez aquellos monólogos en mi propia soledad.
–No… .- contestó Anuar sin percartarse de mis diálogos. -¿Tu tienes frio?.- me reí tontamente, ¿acaso los vampiros sentíamos algo más que eso?
-Yo siempre tengo frío....- murmuré, lo suficientemente alto para que solo me oyera él.
-No falta demasiado para llegar.- continuó él, tomando una calle mientras observaba el resto de caminos y suspiraba de forma sonora. –No debemos volver a la catedral.- ¿debemos? No, estaba claro que no, jamás volveríamos a la iglesia. Él no volvería a acompañarme en un momento así, no permitiría que viese otro espéctaculo como el de aquella noche... ¿pero quién era yo para permitir X o Y? ¿Quién era yo para decidir sobre sus acciones? Nadie, nadie. No era nadie. –Prométeme que no lo harás.
¿"Prométeme"? ¿Por qué debía prometerle nada? ¿Por qué sentía un deje de preocupación en sus palabras? Me estaba volviendo loco con aquel vaivén de sentimientos que me inundaba y confundía, ¿debía prometérselo mostrándole lo mucho que me importaba?
La imagen de Flavio me abordó de pronto, haciendo que dejase de caminar un segundo y cerrase los ojos echándome la mano a la cabeza. ¿Quién es más importante?. Ahogué mi desesperación apretando los puños con fuerza, apretando los dientes hasta que chirriaron. ¿Qué debía hacer? ¡Qué demonios debía hacer yo!
-Yo te prometo no contarle de esto a nadie…pero debes velar también por ti mismo.- ¿Velar "por ti mismo"? Ya estás muerto, Eric, tu corazón no late, no puedes sentir. No tienes a quien amas a tu lado... eso es lo que realmente te hace estar muerto.
Cerré los ojos con desesperación y apreté más fuerte los puños, deseando que Anuar no viese mis gestos y no tuviera que preocuparse más por mí.
¿Por qué debía velar por mi? Era él el humano, el que sufriría con las torturas, con el castigo que nos darían. ¿Y se preocupaba por mí?
-D-deberías preocuparte sólo por ti... de que no te atrapen a ti, si es que alguien se molesta en buscar culpables... yo no tendría problemas.- reí con cierta amargura y negué con la cabeza. -Yo estaría dispuesto a sufrir esas torturas por ti si nos descubrieran... a fin de cuentas, tú no has hecho nada... nada malo.- puntualicé con voz débil.
Alcé la mirada al cielo un segundo, buscando el brillo de la luna, y continué caminando hasta ponerme a un par de pasos por detrás de él. Aún no le había prometido nada, ¿acaso podría hacerlo?
-Si te prometo no volver a entrar a la catedral, no volver a hacer lo mismo que esta noche... ¿quién va a vengar la muerte de Flavio? ¿Crees de verdad que podría dejar que la vida de Flavio pasase como una más, sin importancia, sin venganza? No. No voy a dejar que esos....- me tomé un momento para contener todas las malas palabras que se me ocurrían y apreté los dientes con rabia. -...esos malditos bastardos hagan lo mismo con otros chicos... llámalo excusa, yo prefiero llamarlo "razón por la que seguir adelante"..- guardé silencio durante unos segundos, observando el brillo de cada estrella. -He fallado en miles de cosas... habré sido un bastardo todos estos años, un egoísta, un monstruo... llámalo como quieras, pero en esto no voy a fallar. Nunca. Cada recuerdo suyo hace más grande esta rabia... más grande este odio. Hace crecer este vacío....- negué con la cabeza ahogando una dura risa. -No Anuar, no puedo prometerte eso.
Invitado- Invitado
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