AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Are You A Devil? → Privado
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Are You A Devil? → Privado
“‘Are you a devil?’
‘I am a man, and therefore have all devils in my heart.’”
― G.K. Chesterton
‘I am a man, and therefore have all devils in my heart.’”
― G.K. Chesterton
Los largos dedos, blancos y delgados, tamborileaban sobre el brazo de la silla. Una silla antigua que valía más que muchas casas de las afueras de la ciudad. La otra mano, recargada por el codo en la misma silla, le servía para descansar el rostro. Su expresión era de un aburrimiento atroz y no despegaba los ojos de su hermano mayor: Étienne, quien contemplaba el jardín frontal de la enorme residencia Auric, a través de un ventanal de herrería dorada, finamente troquelada.
—¿Ya me puedo largar? —Espetó Serge. Por toda respuesta sólo recibió una mirada reprobatoria por parte del otro Auric, del heredero de la fortuna familiar. El más joven bufó.
Odiaba a su hermano. Pero lo odiaba como odiaba al resto del mundo. No era un odio especial. Si bien en Étienne veía todo lo que él nunca iba a conseguir, no culpaba al otro. Después de él vinieron más hermanos, no importaba si lo quitaba del camino, el dinero de su padre jamás sería suyo. La idea de suprimir, uno a uno a sus hermanos no le sonaba tan descabellada, pero no estaba en sus planes.
—Oh, ya viene… — Étienne se apresuró a dirigirse a la puerta. Serge se limitó a cambiar de posición, aunque seguía pareciendo un tremendo hijo de puta. Un príncipe que está esperando la siguiente proclama que hacer para poder divertirse con el sufrimiento de su pueblo. Voluble y sádico. Calígula reencarnado.
Al cabo de unos minutos, su hermano regresó acompañado de la persona que habían estado esperando. Cuando Étienne le anunció que llevaría a alguien para que le hiciera trajes nuevos, Serge se imaginó a una vieja costurera, de posición encorada y manos temblorosas. Eso en el mejor de los casos. El otro escenario era el de un hombre amanerado con ansias de propasarse con él. Sin duda, esto era mucho mejor. Enderezó la espalda, sin ponerse de pie y sonrió. Notó el enojo de Etiénne ante su falta de modales.
—Ella es Jordan Byrd, padre y su… bueno, nuestro padre la conoce —la introdujo y hasta entonces Serge se puso de pie. Caminó el línea recta hasta ella.
—Un placer —dijo con cortesía y tomó la mano de la invitada para besarle el dorso. Cuando quería, Serge podía ser un caballero. Claro, todo aquello era una actuación que, en perspectiva, resultaba escalofriante—. Espero que mi hermano no hayan exagerado sus habilidades. Aunque si éstas son tan solo la mitad de grandiosas que su belleza, ya vamos por buen camino —eso podía ser un cumplido, pero con Serge nunca se sabía.
—Bueno, los dejo para que puedan comenzar —diciendo aquello, Étienne se marchó, tan solo para ser interceptado por uno de sus hombres que de inmediato comenzó a hablarle. Serge supuso que sería negocios. Por un segundo el joven clavó su mirada en la escena para luego regresarla a Jordan.
Le sonrió. Y su sonrisa era escalofriante.
Última edición por Serge Auric el Dom Nov 29, 2015 3:45 am, editado 1 vez
Serge Auric- Humano Clase Alta
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Localización : París
Re: Are You A Devil? → Privado
No quería seguir atada a su recuerdo aunque mi corazón dictara lo contrario. Él me había acostumbrado a visitar los lugares más oscuros en Paris, pero en esta ocasión necesitaba distraerme, regresar a esa penumbra tan solo mermaría más mis fuerzas y me distraería de lo que realmente importaba ahora, seguir con esta lastimera existencia después de su partida. Reconozco que después de pasar toda la noche junto a su frio cuerpo la noche de su muerte, le maldije un par de veces. Ese hijo de puta me había mostrado ese jardín de rosas con el que toda niña estúpida sueña desde su castillo, pero yo no, nunca me había hecho falta soñar, significaba un lujo cuando mi vida se desperdiciaba en aquel basurero inmundo al cual nunca más iba a volver.
Segura estaba que había nacido en el lugar y tiempo incorrectos, con una madre demasiado débil como para poder hacer que su opinión valiera y un monstruo quien se encargó de hacerme odiarme a mí misma en repetidas ocasiones. Dios estaría demasiado ocupado jugando con sus creaciones para molestarse en atender mi situación, así que puse un alto yo misma. Desperté sobresaltada. Había perdido la noción del tiempo, después del último trago de whiskey cedí al cansancio y la poca cordura que aún conservaba. ¿Qué hora es? El áspero sonido de las manecillas me aturdía. Un par de minutos antes de las 8. Cuando erguí mi cuerpo pasé por mis manos un par de cartas y boletines, fue entonces cuando me topé nuevamente con el sello de los Auric.
Tomé un baño, recogí mi cabello y me atavié de frac y un par de escarpines bien lustrados. No necesitaba todo el número de vestido, peinado y maquillaje excesivo para tal ocasión. Ordené al cochero me condujera tan pronto le fuera posible a la mansión.
–De prisa caballero, de prisa–
Al descender del carruaje fui recibida por la servidumbre quienes seguramente se asombraron por mi manera de vestir, de inmediato me presentó ante el mayor de los hermanos. Muy poco sabía de aquellos personajes que en otrora época habían creado un lazo con Heinrich, o al menos con el padre de estos. Sonreí apenas mostrando una cortesía poco común en mí. El semblante de aquel joven parecía ser inverso al de su hermano menor quien se hallaba postrado como principie heredero, equidistante a la puerta del salón donde ingresábamos.
–Merci– respondí al mayor mientras mis orbes se centraban en la efigie de aquel jovencito para quien trabajaría el día de hoy.
–Enchantée Monsieur Auric, Madame Byrd a sus órdenes, siento el retraso el cochero es un completo incompetente– repliqué sin apartar mi vista de la suya –Encontrar caballeros tan galantes como usted es algo que no sucede todo los días, podemos dar inicio cuando guste–
El eco del hombre mayor alejándose resonaba a lo largo y ancho del salón.
–Digame Monsieur Audric ¿Qué necesita? ¿Frac, guantes, camisas chalecos?– inquirí mientras abría la valija para tomar las cintas métricas.
Jordan White- Humano Clase Alta
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Re: Are You A Devil? → Privado
“Masks beneath masks until suddenly the bare bloodless skull.”
― Salman Rushdie, The Satanic Verses
― Salman Rushdie, The Satanic Verses
Peculiar. Y ya desde ahí, Jordan Byrd era merecedora de la atención de alguien como Serge. Eso no necesariamente significaba algo bueno. Étienne había tenido mucha prisa en retirarse como para si quiera notar su singularidad. El joven Auric la estudió con cautela como un animal salvaje lo hace con la presa. Pero sus intenciones para con ella no eran esas, era simplemente que así miraba a todos.
—Eso es porque no nos habíamos topado antes. Ahora tendré que reclamar a mi padre por no habernos presentado antes —coqueteó, pero sin motivaciones más allá de las usuales. La superioridad y el ego—. Y aunque haya muchos otros jóvenes con modales en esta ciudad, y en otras tantas, le aseguro que nadie como yo —sonrió de lado, ese gesto afilado como rasguño de garra. Autosuficiente, arrogante como el que más.
—La verdad no tengo ni idea de qué es lo que quiere mi hermano para mí —dijo con hartazgo. Era cierto; el heredero Auric era quien había decidido que necesitaba trajes nuevos. A Serge no le molestaba la idea de estrenar ropa, pero debía dejar en claro su posición ante la situación y ante todo. Era el salmón que nada contra corriente—. Pero a mí me gustan los trajes de tres botones y los de doble botonadura. Quizá un chaqué, nunca está de más —dijo mientras la seguía con la mirada y la veía comenzar a sacar sus materiales.
Era hermosa, era lo que más resonaba para él. Usualmente no se molestaría en querer conocer a alguien, pero su belleza y el hecho de que pasarían tantas horas juntos, lo condujo a querer hacerlo.
—Guantes, sí, también. No tengo unos de buena calidad. Ah, y pantalones para montar —continuó y rio con un tono casi amable—. Creo que tendrá más trabajo de lo que había imaginado. Pero no se preocupe, los Auric podemos pagarlo, usted haga lo que mejor sabe hacer, no se preocupe por lo demás —se estaba comportando bastante controlado, quién sabe qué se fraguaba ya en su mente retorcida. Seguramente nada bueno.
—¿Cómo es que mi padre y usted se conocen? Le debo confesar que Étienne Auric, padre no es el hombre más interesante del mundo, es por ello de mi sorpresa —cuestionó mientras echaba un vistazo al lugar—. ¿Dónde quiere que me coloque? —Preguntó moviéndose hacia ella con cautela.
Serge Auric- Humano Clase Alta
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Localización : París
Re: Are You A Devil? → Privado
Admiraba con ahínco la pulcritud de la gente noble, pues no había mejor dote que poseer belleza e inteligencia. Y aquel joven que seguramente no rebasaba los veinticinco años hacía gala de ambas cosas, virtudes que por desgracia para el proletariado no se heredan con el paso del tiempo, cualidades natas que más de un adulador quisiera tener. No se trataba de un nuevo rico, seguramente había crecido sumergido en semejante imperio, y por tal motivo estaba habituado ya a engalanar con tal naturalidad su presunción.
Inevitablemente aquel cumplido arrancó una sonrisa de mis labios sin resultar algo exagerado, nunca había cedido ante ese tipo de acotaciones pero aquel joven, sabia como hacer uso de esos recursos. En un par de ocasiones el apellido Auric había salido a relucir en charlas con Heinrich, seguramente parte de algún consorcio textil, nunca le había dado importancia a tales hechos, hasta hoy que debía responder misivas por parte de muchos otros de sus socios. Como si soportar su recuerdo no fuese suficiente demanda de su parte.
–Ya lo creo Monsieur Auric, de eso no tengo la menor duda– respondí de inmediato sin dejar de alistar mis herramientas de trabajo.
Sostenía en mi diestra la cinta métrica y tomando una postura completamente erguida me coloqué frente a él. Mi dedo índice recorrió ligeramente mi barbilla mientras escuchaba con detenimiento sus peticiones.
–Su buen gusto descuella a la vista Monsieur, ese tipo de prendas siempre presiden la masculinidad y el porte de un caballero. Las prendas necesarias Monsieur, le serán entregadas a la brevedad posible y descuide los términos de paga los podemos discutir después, por ahora tenemos trabajo que hacer–
Caminé a su alrededor sin dejar de reparar en su anatomía. Trabajar con personas de alto status traía sin duda su recompensa y no me refería a lo monetario.
–Bien, camine hacia mí por favor, utilizaremos este lado del salón aprovechando el ángulo del espejo oval. Empecemos con los trajes–
Mostraba una cooperación natural. Enseguida coloqué sobre su cuerpo un lienzo grisáceo que serviría de molde, la cinta métrica registraba sus medidas y mis dedos se deslizaban para entallar un par de alfileres en los puntos necesarios. Suspiré antes de responder a su cuestionamiento previo.
–Su padre fue socio de mi difunto esposo Heinrich, ellos se conocieron seguramente en Londres y formaron parte de una firma de renombre en ese entonces, por desgracia tengo entendido que perdieron contacto una vez que nosotros nos asentamos en la capital gala–
Giré delicadamente su cuerpo a modo que ambos podíamos vernos en el reflejo del enorme espejo, mirando a sus ojos a través del mismo.
–Levante el cuello por favor– instruí para continuar con mi labor.
–Supongo que continuará esa línea de negociación iniciada por su padre–
Jordan White- Humano Clase Alta
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Re: Are You A Devil? → Privado
“Power resides only where men believe it resides.”
― George R.R. Martin, A Clash of Kings
― George R.R. Martin, A Clash of Kings
Sonrió satisfecho ante las adulaciones ajenas. Sabía que sólo eran eso, pero también sabía que no carecían de sustento. En todo caso, a Serge le gustaba que lo lisonjearan, que le dijeran una y otra vez el buen gusto que tenía, los modales que poseía, el porte, incluso lo apuesto que era. Le gustaba porque sentía que era reafirmarse en ese mundo donde él estaba por sobre todos los demás, era como si aquel o aquella que lo estuviera halagando lo supiera, supiera que estaban en estratos distintos.
La siguió con la mirada, sin moverse. De ese modo parecía de hecho dócil. Un caballero que sabe cómo comportarse. Pero Serge no tenía dicha capacidad y si hacía algo, lo que fuera, era usualmente para sus propios negros propósitos. Obedeció sin chistar y se paró frente al espejo, se observó por un momento, levantó el mentón y le agradó a visión de si mismo.
—Oh, viuda —pareció sorprendido, pero más bien estaba complacido—. Lo lamento —podía parecer lo lógico por decir en momentos como aquel, de incomodidad ante el desconocimiento de la desgracia ajena, pero no para Serge. Podía dar igual, pero su voz sonó mecánica, casi como si no quisiera pronunciar aquel par de palabras. Si Jordan lo había notado, no le interesaba. Carraspeó—. Me sorprende, que siendo tan joven, ya sea viuda —apuntó. ¿A dónde quería llegar con aquello? Sólo quedaba esperar para poder verlo.
La pudo ver reflejada en el espejo mientras tomaba medidas, y aunque existía aquel intermediario, la intensidad de la mirada del joven Auric no mermaba en lo absoluto. Hizo lo que le pidió, y le dejó hacer su trabajo, hasta el último comentario. Rio con sorna, su risa lastimaba, era ponzoñosa como el dueño de la misma.
—Lo siento, es sólo que… si alguien va a seguir los negocios de Étienne, padre, ese es Étienne, hijo. Mi hermano mayor a quien conoció hace unos momentos. Ser el quinto hijo no te asegura nada, no importa lo adinerada que sea la familia —habló con dureza, porque era obvio que ese tema lo enojaba—. No es nuevo que una familia hoy tenga un imperio en la industria que usted quiera y la generación siguiente lo pierda, ante la ineptitud de un heredero —continuó del mismo modo. Su hermano quizá no era tan idiota, eso no quitaba que Serge lo mirara como un obstáculo casi invencible; por eso estaba convencido que el único modo que tenía para poder trascender, era la inmortalidad.
Y a pesar de todo, se mantuvo relativamente quieto, dejándola hacer su trabajo. También en parte, porque no quería pincharse con los alfileres.
Última edición por Serge Auric el Dom Ene 17, 2016 1:03 am, editado 1 vez
Serge Auric- Humano Clase Alta
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Localización : París
Re: Are You A Devil? → Privado
Desconocía lo que me aguardaba en cada una de las visitas a las que acudía. La única constante para aceptar a sus peticiones era que los susodichos poseyeran orígenes nobles, gente pulcra y de cultura que mínimamente supieran pronunciar adecuadamente los términos de las prendas a elaborar. Para mi sorpresa aquel jovencito digno heredero de la fortuna Auric cumplía de sobre manera mis expectativas. Perspicaz y bien parecido estaba de sobra hacer hincapié en esto último. Mientras yo continuaba con mis labores el lanzaba proliferaciones difíciles de debatir, pude haberme negado en primera instancia a responder sus cuestionamientos, aunque si en mi confesión posterior me aseguraba de perpetuar una alianza era un aditamento que me permitiría por primera vez con un extraño.
–Descuide Monsieur Auric, son cosas que eventualmente suceden, cosas que nadie espera– moví ligeramente la diestra restando importancia a tal hecho –No se disculpe por incidentes que se manejan fuera de nuestra jurisdicción–
Respondí mientras mantenía mis ojos atentos en los contornos de los moldes, ajustándolos a la anatomía del joven. Pocas habían sido las veces que traté directamente con su padre, la mayor parte del tiempo era Heinrich quien se encargaba de esos temas, no obstante recordaba con claridad el semblante rígido del hombre, algo había en su heredero que me recordaba a él. Estaba tan absorta en concluir de manera correcta mi labor que apenas me percaté de sus ojos clavados en mí a través del enorme espejo oval. Inevitablemente y casi de manera mecánica mis labios delinearon una ligera mueca, en respuesta a su lenguaje corporal.
Su comentario próximo me dejaba en claro la notoria molestia que le resultaba no ser el siguiente a ocupar el puesto de su padre. No pude evitar sentirme del todo ajena a su expresión, después de todo sus bienes se extendían sobre comercios en gran parte de Europa según recordaba.
–Monsieur Auric, por favor no permita que la ineptitud del resto le signifique un impedimento para lograr sus objetivos, siempre hay maneras de conseguir lo que buscamos–
Susurré mientras llevaba mis manos a la cintura, contemplando que todo estuviera en su lugar. Yo misma había llevado a cabo el consejo conferido con anterioridad, de otro modo seguiría enterrada en la miseria de vida que Gales me regaló desde niña. Incluso después de la muerte de Heinrich, continuaba aferrándome a esa ideología.
Mis dedos acomodaban las solapas de su camisa para evitar que su imagen se viese estropeada por los moldes.
–Siéntase libre de pedir alguna modificación por favor–
Caminé un par de pasos a su alrededor, todo era perfecto.
Última edición por Jordan Byrd el Lun Abr 11, 2016 11:02 am, editado 2 veces
Jordan White- Humano Clase Alta
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Re: Are You A Devil? → Privado
“We all wear masks, and the time comes when we cannot remove them without removing some of our own skin.”
― André Berthiaume
― André Berthiaume
El rostro de Serge era una máscara. Una que el joven, a pesar de su poca experiencia en general, había confeccionado para sus propios, oscuros propósitos. Y su máscara tenía una capacidad simbiótica casi demencial. Mutaba a voluntad sin traicionarse. Una mirada, un gesto, incluso un movimiento y era otra cosa, pero la misma en esencia y ese fue el caso tan pronto dibujó una sonrisa. Misma que nació de la sorpresa, pero de nueva cuenta, no se movió, amenazado por las finas puntas de los alfileres.
Sin embargo, lo que escuchó a continuación lo hizo reaccionar de manera más evidente. Apartó la vista del reflejo en el espejo, de sus propios ojos muertos sobre el cristal y miró de lado, aunque no pudo verla bien. Arqueó una ceja también y luego, sin mucho cuidado, se giró para encararla. En su faz se veía lo complacido que estaba. Lo asombrado. Lo intrigado.
—Vaya, Jordan… —la llamó por su nombre y fue adrede. El nombre era la propiedad, la persona. Cualquier otro apelativo restaba o anulaba cercanía, pero el nombre nunca—. Quizá somos más parecidos de lo que creía. ¿Usted criticaría a un hombre que se deshace de los obstáculos con tal de conseguir su cometido? ¿Incluso si esos obstáculos… es su propia familia? —No fue discreto, para nada. Fue tácito, fue directo, pero incluso así, dejó que las palabras se dibujaran hipotéticas.
Toda su vida Serge había creído que estaba solo, no es que le molestara, era sólo una verdad en su existencia a la que se asía y que usaba como arma. Estaba solo y solo debía arreglárselas, excepto en ese período donde Arrietty, su amiga, se convirtió en su compañía. Pero quizá, si era lo suficientemente inteligente, podía encontrar valiosos aliados que, como él, buscaran su propia gloria manchada de sangre.
Parpadeó después, recordando por qué estaban ahí gracias a las palabras de la modista. Se movió y se miró a sí mismo, provocando que un alfiler lo lastimara en el cuello.
—Mierda —musitó llevándose la mano al lugar donde había sentido el pinchazo. Alzó el rostro después—. Está perfecto —fue su veredicto y lo estaba, él no era de los que se callaban sus inconformidades. Sonrió y de aquel modo, se recompuso en un santiamén, portando esa misma máscara que cambiaba de acuerdo a la circunstancia, una y otra vez.
—Es usted muy hábil, si me permite decirlo —sin recato, Serge estiró una mano para tomar una de Jordan con una sutileza que sólo hombres de su posición tenían, pero sobre todo, se podían permitir. Con unas manos suaves que en su vida han trabajado y unos modales dignos de la realeza—. Creo que podemos tener en común mucho más que unos trajes —ponía el contrato sobre la mesa, ¿ella sería capaz de firmarlo?
Serge aún no la conocía lo suficiente, pero con un poco de suerte, al menos no se espantaría de las atrocidades que estaba dispuesto a cometer.
Última edición por Serge Auric el Dom Mayo 08, 2016 7:01 pm, editado 1 vez
Serge Auric- Humano Clase Alta
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Localización : París
Re: Are You A Devil? → Privado
No había mayor regocijo como contemplar mis obras en anatomías bien proporcionadas como la del joven Auric. Mis ojos le recorrieron de arriba abajo para asegurarme que cada uno de los alfileres sujetara los contornos y me facilitara la tarea una vez que regresara a la mansión. Noté la forma en la cual me escudriñaba pero evité hacer comentarios al respecto, después de todo yo había tenido que lidiar con eso años atrás en los burdeles de mala muerte que escondían a todo tipo de escoria en Londres. Bajé unos centímetros mi torso para reacomodar los bordes que delineaban la orilla de la prenda, arriba del cinturón que ahora portaba para que el acabado permitiese la vista de los pantaloncillos, las medidas debían ser precisas para que luciera como debía, todo estaba en mi mente, vaciar esas imágenes y trazarlas en las telas era donde realmente recaía la labor. Todos esos menesteres me ponían de malas, ya que carecía de personal por ahora. Cuando Heinrich murió muchos socios nos dieron la espalda, malagradecidos que huyeron por sus miserables vidas con temor de sufrir alguna represalia.
Levanté una vez mis ojos para toparme con su mirada una vez más y con aquellas aseveraciones que confirmaban mis sospechas sobre su carácter frio y calculador. Sonreí.
–Quizás eso sea correcto Monsieur y para mi resulta una grata sorpresa– pausé antes de responder a su segunda aseveración.
La cual estaba plasmada de verdades innegables, pues en la mayoría de los casos su interlocutor le hubiera tachado de egoísta e insensible, nadie podía pensar que existiera la posibilidad de ver a su familia como un inconveniente. No obstante yo provenía de un hogar roto donde la supervivencia era una constante, desconfiar de todos incluso si se trataba de tus propios padres.
–Creo, que no tengo permitido opinar al respecto como tal, aunque también puedo decirle que cada uno conoce el trasfondo de esas historias, cada uno le brindara la validez a sus razones y para mí eso es más que suficiente para finiquitar ciertas cláusulas–
Dejé de maniobrar para mirarle directamente por primera vez.
–La sociedad está llena de personas tan falsas, que se ocultan detrás de una doble moral ¿Para qué ocultar lo obvio? Cuando todos poseemos un lado oscuro que emerge a la mínima provocación, es mejor de ese modo que fingir ser buenos samaritanos con aquellos que consideramos son un… como lo dijo, obstáculo–
Re acomodé el alfiler.
–Sea cuidadoso Monsieur ¿De acuerdo? sigamos–
Mi instrucción quedó derrumbada cuando aquel caballero tomó sin miramientos una de mis manos. Le miré con un dejo de molestia al permitirse ese derecho apenas habiendo cruzado palabra. Su segunda reacción me sorprendió un poco más.
–Vaya, vaya. Me sorprende la seguridad abrumadora que posee Monsieur tan solo puedo agregar que eso dependerá del tiempo que nos resta en este encuentro–
Siempre resultaba grato saber que se podía contar con aliados, poderosos sobre todo como lo era la familia Auric. Me solté de su tacto y me disponía a acomodar los moldes para los pantaloncillos.
–Ahora Monsieur Auric, no se mueva por favor–
Jordan White- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/02/2015
Re: Are You A Devil? → Privado
“We are each our own devil, and we make this world our hell.”
― Oscar Wilde
― Oscar Wilde
Por supuesto que estaba ávido por una respuesta. No sería la primera vez que alguien se horrorizara con sus palabras, incluso cuando éstas no eran del todo claras. Quizá, incluso, en esa vaguedad era donde otros encontraban los terribles significados que escondían. Serge medía así a las personas; aquellas escrupulosas que lo han de tachar de demonio, o esas verdaderas que lo veían como realmente era. Aguzó el oído, pero todo cobró un nuevo significado cuando Byrd por sí sola hizo el intento de mirarlo de frente. El más joven de los Auric admiraba a todo aquel que no le rehuyera, pues sabía que sus ojos y su gesto intimidaban, que sus modos lograban atemorizar, que ese aspecto decadente no era apreciado por cualquiera; eso le complació y torció los delgados labios en una sonrisa de esas que viste el demonio cuando quiere desatar el caos.
Sopesó lo que acababa de escuchar. No dijo nada de inmediato, en cambio, sólo asintió cuando la mujer pidió continuar. Se sorprendió del intercambio que estaban teniendo, de lo que estaba obteniendo. No era una sorpresa como de quien se amilana, sino de quien encuentra un aliado.
Sin embargo, lo último no se lo esperaba. Se movió abruptamente, girando el rostro para verla. ¿Acaso lo estaba retando? ¿Lo estaba midiendo? Al parecer la mujer aún no comprendía frente a quién estaba. Abrió la boca, sin embargo, una vez más, tuvo que callas cuando ella le pidió no moverse. Se quedó muy quieto, regresando la vista al frente.
Hubo un largo momento de silencio, mismo que fue fabricado por Serge, porque lo necesitaba. Aunque una potencial socia, Jordan Byrd tenía una molesta capacidad de cambiarle la jugada. Claro que con inteligencia podía sacarle provecho a esa habilidad.
—¿De qué puede depender? —Al fin preguntó con la cuestión más obvia—. Si buscamos lo mismo, ¿qué más queda por decir? Si podemos darnos la mano mutuamente, ¿qué esperamos? —Paciencia era algo de lo que carecía Serge, no cabía duda de eso. Y aunque quizá sus metas en realidad no fueran las mismas, podrían llegar a ellas juntos, ayudándose. Aunque después Serge la descartara porque ya no le sirve; no sería la primera vez. Y presentía que Jordan tal vez podría ser algo parecido.
Habló guardando una compostura envidiable, apenas si se movía, sólo su boca, su mandíbula y un poco la garganta al tragar saliva. Cuando quería, Serge conseguía ese control sobre sí mismo, como lo hacía con los demás, y en esta ocasión creyó prudente demostrarlo, aunque fuese una señal velada y que se queda sólo en el plano de lo alegórico.
—No lo sé, ¿conoces la expresión “rascaré tu espalda si rascas la mía”? Nadie es capaz de alcanzar ciertas áreas de la espalda de uno mismo si no es con ayuda —continuó de aquel modo estoico que viniendo de él, era algo aterrador—. Pero está bien, veamos qué a qué acuerdos podemos llegar —concedió pero se notaba esa reticencia a hacerlo. Sabía muy bien que a veces la mejor presión era no presionar. En todo caso, no estaba tan necesitado de compañía en el infierno; en ese instante creyó que él podía ser más útil para ella que viceversa.
Serge Auric- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/10/2015
Localización : París
Re: Are You A Devil? → Privado
Sumergida en la titánica labor que demandaba el delinear a la perfección las orillas del molde sobre las prendas del joven, no reparé en el hecho de encontrarme con aquella careta plasmada en sus facciones mutando una vez más. Me sentí como una completa estúpida al darme cuenta que yo sólo era una pieza más en ese tablero que cuidadosamente el príncipe no reconocido iba erigiendo en sus oraciones desde el primer instante que se presentó ante mí, durante unos segundos acallé esa voz interna que me pedía abofetearle por regocijarse de ese modo. Finalmente acepté que mis defensas y peones habían quedado neutralizados en cuanto confesé mi luto, pero hacía falta mucho más que eso para que yo cediera a sus adulaciones y propuestas. La fragilidad en mí no sería expuesta de ese modo, pues tiempo atrás yo había llorado lo suficiente sobre aquel suelo de mármol lamentado la partida de Heinrich y si el joven Auric pensaba que yo me derrumbaría ante tal hecho estaba muy equivocado.
Sonreí sin mirarle esta vez, mientras acomodaba un par de alfileres más en los bordes del pantalón.
–La impaciencia es una virtud que puede jugarnos en contra sino sabemos controlarla Monsieur Auric–
Vaya que sabía de eso. Mi diablo guardián siempre me había mostrado que todo cobro de cualquier índole tomaba su tiempo.
–Pero estoy de acuerdo en que juntos podríamos ser capaces de lograr muchas cosas, puede que dependa del trato, de los puntos a firmar sobre el contrato puesto que ambas partes deben salir beneficiadas–
Levanté la mirada aunque yo seguía en cuclillas.
–¿Lo ajustado está perfecto? ¿O desea un poco más de soltura en la parte baja del pantalón Monsieur?–
Aguardé su respuesta brindándole el tiempo necesario. Mientras eso sucedía analicé con cuidado su nueva proliferación.
Asentí.
–Por supuesto Monsieur, como en todo aspecto los puntos ciegos los más difíciles de cubrir y yo estaría encantada de mantener nuestro trato en adelante, nunca se sabe cuándo se necesitará de un buen socio ¿O me equivoco?–
Después de que aquel investigador me confesara lo que acontecería en mi vida una vez que los asesinos socios de Heinrich me encontraran, pensé en más de una opción para salir del atolladero, debía moverme con cautela antes de dar mi siguiente paso. Suspiré y recordé la escena trágica en el burdel donde algunas mujeres habían muerto por saldo de cuentas, ver sus cuerpos mutilados y desechados como basura era una constante en mis días como prostituta en Londres. Me pesaba aceptar que yo pudiera ser una de ellas, pues ni la clase, ni los bienes que poseía me salvarían de terminar como aquellas desdichadas. ¿Qué podía ofrecer a un hombre como Serge, cuando poseía todo lo que necesitaba? Entonces una ligera mueca se delineó en mis labios al recordar que el único obstáculo existente en sus metas era su propia familia. Aún mantenía contacto con un par de viejos conocidos de Heinrich, a quienes seguramente poco les importaría deshacerse de ellos. Erguí mi cuerpo por completo cuando acabé de acomodar los moldes y alfileres por completo.
–Entonces Monsieur, yo puedo ser de utilidad en sus planes ¿Sabe? Soy más que solo una modista con fachada de viuda solitaria, también soy una mujer de negocios–
Reí con más naturalidad.
Jordan White- Humano Clase Alta
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Re: Are You A Devil? → Privado
“Sometimes a deal with the devil is better than no deal at all.”
― Lawrence Hill, Someone Knows My Name
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Arqueó una ceja. Intrigado más que con desdén, como era lo común. Admiraba a la mujer como si admirara al insecto que lucha por sobrevivir después de que el niño cruel le ha arrancado un par de patas; sólo eso, pero era bastante tratándose de él. Desde luego, no lo demostró, su rostro impertérrito sólo se maleaba en la frente, contrayendo músculos casi sorprendido.
Antes de poder darle una respuesta, giró el rostro a un lado y hacia abajo para verla donde estaba y al fin dibujó una sonrisa en su rostro.
—Un poco más de soltura estaría bien, muchas gracias —mil cosas horribles y insinuantes se le ocurrieron para decir en ese instante, no obstante, sólo pronunció esas palabras formales, sin mayor significado. «Es que tengo la verga muy grande» estuvo a punto de decirle, pero se controló como pocas veces en aras de conseguir sus oscuros propósitos.
—No se equivoca y a cada momento me sorprende más, me doy cuenta que he ofrecido tratos a la persona indicada —siguió sonando bastante ecuánime. Entornó la mirada y se relamió los labios antes de continuar, como si se hiciera de valor, aunque Satanás sabía que eso no le hacía falta. Quizá sólo estaba maquinando cómo exponer sus puntos. Soltó el aire contenido en un largo suspiro, tal que al destensar su cuerpo sintió las puntas de los alfileres rozar su piel.
—Como sabe, como ya se lo he dicho, claro, mi posición dentro de los Auric es desventajosa. Ya me estoy haciendo cargo de ello, por supuesto, no soy alguien que se quede cruzado de brazos —buscaba la inmortalidad con obsesivo afán y cada vez se sentía más cerca de ella. Para Serge, esa era la única solución a sus problemas; tan aferrado estaba a ello que era incapaz de ver otras posibilidades. Una vez besado por la muerte, creía, quitaría de en medio a su padre, a su hermano y a quien se interpusiera en su camino—. Por ello busco gente que luche por mi causa, si así lo quiere ver. Aliados confiables. No voy a mentirle, soy un hombre… que lucha por su propio lance, pero no soy de los que tiran al arroyo a sus amigos —qué extraña elección de palabras. Precisa para el momento. El chico era un demonio traicionero, sin embargo, lo que decía no era mentira. Mientras la cruzada durara, era incapaz de traicionar. ¿Después? Ahí era cuando venía el problema.
—Pero… ¿sabe qué creo? Que tengo más que ofrecerle yo a usted, que viceversa. ¿Qué desea? Y podremos pactar, ya que me ha dicho que es una mujer de negocios, me interesa su propuesta —era trapero. Podía envolverte con esa retórica refinada sin que te dieras cuenta. Lo decía así, como un ofrecimiento sincero, pero era solamente la reafirmación de que él estaba en posición de ventaja.
Serge Auric- Humano Clase Alta
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Localización : París
Re: Are You A Devil? → Privado
El contacto visual que mantenía con el jovencito era raudo. Con tan poco ahí expresado me pude percatar del alcance que poseía y pese a quizás tener todo en contra, él no se detendría en conseguir lo que fuese que estuviese visualizando. Personajes como Serge los había topado previamente en citas concretadas por Heinrich con un par de socios años atrás, pero nunca había sido testigo de un espectáculo como este en un hombre tan joven. Debía tener motivos de peso para expresarse de tal modo hacia aquellos que cualquier extraño consideraría su familia y único sustento. ¡Pero qué demonios! Uno podía esperar la traición de cualquiera, incluso de sus allegados. Su tenacidad para desenvolverse era magnánima. Sabia elección de palabras para dejar en el aire flotando la disyuntiva de tenerle como aliado o enemigo. Yo tenía los suficientes ya de estos últimos como para lidiar con alguien como seguramente era Serge.
Acomodé los últimos pares de alfileres para ajustar de acuerdo a lo que él me había expresado.
–No lo dudo Monsieur, conforme la partida avanza uno aprende a mover las piezas necesarias, aquellas de las cuales podemos prescindir en adelante pero que son capaces de hacer el trabajo sucio en cuanto se les indique–
Sonreí ladina y caminé nuevamente a su alrededor para admirarle.
No solamente estaba concluyendo uno de muchos otros diseños, más bien se podría decir que estaba finiquitando la sentencia de aquellos que buscaban mi cabeza. Este encuentro resultaba ser mucho más fructífero de lo que había imaginado y sin lugar a dudas un triunfo personal del cual pocas veces me daba el lujo de sentirme orgullosa.
–Apoyo completamente esa ideología suya. Un aliado es una pieza siempre importante. Al igual que un peón, sin restar importancia al rey o a la reina. Tenga por seguro que seré reciproca de acuerdo a lo que se pueda pactar de aquí en adelante–
No hablé por quedar bien con el joven. Junto a Heinrich aprendí que lo mínimo que se puede hacer por aquellos que tienden la mano en momento de necesidad era pagarles con la misma moneda. Lo que a continuación él develó me dejo perpleja por escaso segundos. ¿Acaso podía leer la mente? No me gustaba admitir que me encontraba en una posición desventajosa tomando en cuenta nuestro nivel social. Si había algo que aborrecía por completo era sentirme inferior en cuanto a poder se refería.
–Mi difunto esposo sabía cómo jugar sus cartas Monsieur Auric, no obstante siempre existe un as bajo la manga que nos puede jugar a favor o en contra y a pesar de los alcances que él poseía hubo un imprevisto que lo dejó fuera de la jugada. Muchas veces se cree que una vez extinto el rey dentro del tablero, la reina no tiene más nada que hacer con todo ese poder–
Los moldes estaban perfectamente sujetos y después de haberle liberado de ese pesaroso ritual, pude mirarle fijamente. Me perdí en esos orbes gazapos lapislázuli.
–Una parte de nuestros ex socios busca eliminarme por una deuda que no alcanzó a cubrirse, yo podría finiquitarla pero cuando se tiene suficiente poder, es mejor erradicar el problema desde la raíz ¿Me explico? si su personal se encarga de ese detalle, yo ofrezco mi disposición entera a lo usted necesite–
Estaba consciente que estaba por vender mi alma al diablo. Pero ¿No resultaba más placentero estar de su parte?
Jordan White- Humano Clase Alta
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