AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Slave of the devil +18 | Privado
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Slave of the devil +18 | Privado
Era especial para él. Janelle lo sabía, lo sentía. Claro que ella no se reconocía como valiosa, no se creía una mujer con grandes virtudes ni poseedora de un brillo especial como sí veía en algunas de las muchachas del lugar; pero tampoco era tonta y sabía que si él –el poderoso dueño de todo cuanto la rodeaba en esos momentos- confiaba en ella, no tenía por qué contradecirlo, no era nadie para hacerlo.
A pesar de que él la hubiese hecho sentir siempre una pieza importante en sus planes, Janelle no podía evitar temerle con trémula desconfianza. Sería iluso de su parte no temblar ante la inminencia del encuentro –como temblaba en esos momentos mientras recorría el pasillo hasta la oficina del hombre-, después de todo estaba a punto de acudir a su llamado, se acercaba el momento de rendir cuentas sobre su misión, sobre la importante tarea que él había puesto en sus manos.
El lugar a esas horas se tornaba efervescente, lleno de vida. La música ocultaba los lamentos, las risas escondían los llantos y las agonías. Las parejas –de hombres y mujeres o de hombres y hombres- recorrían el lugar cegados, por el deseo los visitantes, por el miedo quienes trabajaban allí. Miedo a él, al dueño, y a sus implacables asistentes.
El miedo definía todo en el lugar y Janelle no podía ser ajena a ese mar de sensaciones. No, justamente ella no podía abstraerse.
Se detuvo junto a la puerta, necesitaba un minuto para respirar, para tranquilizarse, para aprender a aparentar. Él siempre lo sabía todo, adivinaba hasta las cosas más insignificantes que cruzaban por su mente. Janelle estaba segura de que él ya sabía que ella estaba cerca, pero aún así necesitaba unos momentos para acomodar sus ideas, para pensar en su pequeña Bree y sacar fuerzas.
Golpeó la pesada puerta de madera de roble y aguardó la señal. Sólo cuando la obtuvo ingresó en el lugar con la mirada gacha, sin atreverse a buscar con la mirada a su jefe, a aquel hombre al que le debía la vida y al que le estaba pagando con su libertad.
¿Es posible admirar a quien se teme? Janelle creía que no, mas lo experimentaba a diario, cada vez que se encontraba con él. Le temía, lo sabía cruel y maquiavélico, pero lo admiraba también, su seguridad y poder de resolución la maravillaban. Y se sentía halagada al haber sido elegida para llevar a cabo aquella misión, no entendía por qué él le daba una oportunidad así, pero de igual modo se sentía orgullosa por eso.
En definitiva, el caos se adueñaba de su mente y de su cuerpo cada vez que se acercaba a Sokolovic.
-Buenas noches –lo saludó. Seguía sin atreverse a mirarlo.
A pesar de que él la hubiese hecho sentir siempre una pieza importante en sus planes, Janelle no podía evitar temerle con trémula desconfianza. Sería iluso de su parte no temblar ante la inminencia del encuentro –como temblaba en esos momentos mientras recorría el pasillo hasta la oficina del hombre-, después de todo estaba a punto de acudir a su llamado, se acercaba el momento de rendir cuentas sobre su misión, sobre la importante tarea que él había puesto en sus manos.
El lugar a esas horas se tornaba efervescente, lleno de vida. La música ocultaba los lamentos, las risas escondían los llantos y las agonías. Las parejas –de hombres y mujeres o de hombres y hombres- recorrían el lugar cegados, por el deseo los visitantes, por el miedo quienes trabajaban allí. Miedo a él, al dueño, y a sus implacables asistentes.
El miedo definía todo en el lugar y Janelle no podía ser ajena a ese mar de sensaciones. No, justamente ella no podía abstraerse.
Se detuvo junto a la puerta, necesitaba un minuto para respirar, para tranquilizarse, para aprender a aparentar. Él siempre lo sabía todo, adivinaba hasta las cosas más insignificantes que cruzaban por su mente. Janelle estaba segura de que él ya sabía que ella estaba cerca, pero aún así necesitaba unos momentos para acomodar sus ideas, para pensar en su pequeña Bree y sacar fuerzas.
Golpeó la pesada puerta de madera de roble y aguardó la señal. Sólo cuando la obtuvo ingresó en el lugar con la mirada gacha, sin atreverse a buscar con la mirada a su jefe, a aquel hombre al que le debía la vida y al que le estaba pagando con su libertad.
¿Es posible admirar a quien se teme? Janelle creía que no, mas lo experimentaba a diario, cada vez que se encontraba con él. Le temía, lo sabía cruel y maquiavélico, pero lo admiraba también, su seguridad y poder de resolución la maravillaban. Y se sentía halagada al haber sido elegida para llevar a cabo aquella misión, no entendía por qué él le daba una oportunidad así, pero de igual modo se sentía orgullosa por eso.
En definitiva, el caos se adueñaba de su mente y de su cuerpo cada vez que se acercaba a Sokolovic.
-Buenas noches –lo saludó. Seguía sin atreverse a mirarlo.
Última edición por Janelle van Dergjant el Vie Oct 06, 2017 10:04 pm, editado 1 vez
Janelle van Dergjant- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 18/04/2017
Re: Slave of the devil +18 | Privado
¿Quién dijo que para obtener un cargo real, se necesitaba descendencia? Todo trono, cada rango, solo son para aquellos que están dispuestos a cargar con poder político, y aristócrata donde si titubeas a las reglas que todo gobernante, ya está amenazado, caerá tu era, caerá el virreinato, porque así es este combate, y el claro ejemplo está en el Conde Rosenthal; un hijo de puta que no muchos tienen el placer de conocer, ni catalogarlo como un proxeneta, tan maldito es, que en ese sentido está elevándose, ascendiendo de manera grotesca, tan bestial. Así es como él siempre ha dicho, que implementando la coerción, y el interés de los demás, tendrías al pueblo en la palma de tu mano, subordinando, siempre cumpliendo las expectativas para jamás perder esa ganancia. Ya que si se toma un momento en el estudio de lo que mueve a una sociedad, es el mismo poder. ¡Quien no lo tiene, no es nadie! El poder significa a grandes rasgos, cambio, la base principal para poder funcionar un estado, y quien diga lo contrario, es que no sabe nada, no conoce de los negocios, porque eso son los ciudadanos, mercancías movibles que generan medios de producción, un mutuo avance para satisfacer las propias necesidades, formulando un ciclo donde todos sobreviven, sino, ¿qué pasa cuando alguien viola lo estipulado? Lo aíslan, lo olvidan, y muere.
Por ello, se hizo de un prostíbulo, y después lo convirtió en un fideicomiso, que no solo un establecimiento hubiera, sino varios, tocando varios puntos, y no solo el otorgar trabajo a quien lo necesite, ni brindar placer al quien pague, todo es una fachada, porque él no aspira a mediocridad, aspira a mucho más, y el enfoque es la venta de estas mesalinas al mundo internacional, sacando mejores beneficios y enriqueciéndose de gente. Porque si se tratara de dinero, el mismo lo robaría, y esto no es así, pero también el que no tiene los recursos necesarios, entonces jamás llegará a triunfar.
El negocio se acrecentaba, debía poner un orden para que no se salga de sus manos, siempre tenerlos bajo estricta observancia, que fue así como vio de una prostituta misma, una que tuviera motivos para sobresalir y no quedarse en la miseria, pero, sí convirtiéndose en la mesalina especial del Conde, y mejor, que tuviese progenitores, no por ayudar, no por caridad, sino porque así tiene para amenazarla, tenerla bajo precaución y obvio, que aliente al trabajo amatorio. Ella era Janelle, cumplía los requisitos para ello, aunque sí debía entrenarla en ello, pero nadie nace siéndolo. Motivo por el que está ahí, posado en el escritorio de la oficina principal del prostíbulo, haciéndola llamar para tratar asuntos de suma importancia, mirando y percibiendo todo lo que ocurre en su local, mientras él espera, con la mirada clavada en dirección de la puerta. Pareciéndole interesante el cómo la gente se prepara para entablar una conversación con él, si supieran que jamás llegarán a estarlo, debería de guardarse ese tiempo, y no hacer demorar más al Conde.
— Mi querida Janelle, ven, siéntate, y decirme, ¿cómo va la marcha en el lugar? Espero oír buenas noticias, así que, ilústrame, te escucho.
Debían temer cuando de negocios se trataba, mirándole cuando tomó el asiento, posándose en la madera del escritorio, a una esquina, esperando buenos resultados, necesitaba oír cuánto ha incrementado en las mesalinas, si se han sumado clientes o hay pérdidas en ello, todo lo referente a lo que se pueda contar y demás, y claro el cómo las cargas que se han venido dando están resultando, ¿a qué se refiere? A la educación, esa enseñanza a las nuevas, como bien lo llamarían una especie de matrona se reflejaba.
Por ello, se hizo de un prostíbulo, y después lo convirtió en un fideicomiso, que no solo un establecimiento hubiera, sino varios, tocando varios puntos, y no solo el otorgar trabajo a quien lo necesite, ni brindar placer al quien pague, todo es una fachada, porque él no aspira a mediocridad, aspira a mucho más, y el enfoque es la venta de estas mesalinas al mundo internacional, sacando mejores beneficios y enriqueciéndose de gente. Porque si se tratara de dinero, el mismo lo robaría, y esto no es así, pero también el que no tiene los recursos necesarios, entonces jamás llegará a triunfar.
El negocio se acrecentaba, debía poner un orden para que no se salga de sus manos, siempre tenerlos bajo estricta observancia, que fue así como vio de una prostituta misma, una que tuviera motivos para sobresalir y no quedarse en la miseria, pero, sí convirtiéndose en la mesalina especial del Conde, y mejor, que tuviese progenitores, no por ayudar, no por caridad, sino porque así tiene para amenazarla, tenerla bajo precaución y obvio, que aliente al trabajo amatorio. Ella era Janelle, cumplía los requisitos para ello, aunque sí debía entrenarla en ello, pero nadie nace siéndolo. Motivo por el que está ahí, posado en el escritorio de la oficina principal del prostíbulo, haciéndola llamar para tratar asuntos de suma importancia, mirando y percibiendo todo lo que ocurre en su local, mientras él espera, con la mirada clavada en dirección de la puerta. Pareciéndole interesante el cómo la gente se prepara para entablar una conversación con él, si supieran que jamás llegarán a estarlo, debería de guardarse ese tiempo, y no hacer demorar más al Conde.
— Mi querida Janelle, ven, siéntate, y decirme, ¿cómo va la marcha en el lugar? Espero oír buenas noticias, así que, ilústrame, te escucho.
Debían temer cuando de negocios se trataba, mirándole cuando tomó el asiento, posándose en la madera del escritorio, a una esquina, esperando buenos resultados, necesitaba oír cuánto ha incrementado en las mesalinas, si se han sumado clientes o hay pérdidas en ello, todo lo referente a lo que se pueda contar y demás, y claro el cómo las cargas que se han venido dando están resultando, ¿a qué se refiere? A la educación, esa enseñanza a las nuevas, como bien lo llamarían una especie de matrona se reflejaba.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Fecha de inscripción : 13/05/2014
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Re: Slave of the devil +18 | Privado
Apretó sus propias manos detrás de su espalda e inspiró para relajarse, aunque sabía que eso era imposible. Janelle no era tonta, aunque a veces le conviniese pasar por una. Estar frente a él le asustaba tanto que sus dedos temblaban sin que pudiese controlarlos. Obedeció de inmediato, acercándose hasta él y sentándose tal como él le indicaba. Debía ser valiente y, peor aún, inteligente… No podía dar respuestas sin analizarlas rápidamente antes, él era hábil y no tardaba en descubrir siempre la verdad. Mentir no estaba en sus planes, sabía que podía costarle realmente caro.
-Todo va muy bien, señor. Las ganancias se han incrementado en el último mes, creo que las muchachas nuevas están dando sus frutos en francos al fin.
Todo eso era cierto. El problema del negocio no se hallaba dentro del burdel, sino fuera. Janelle tenía la tarea también de encontrar a nuevos trabajadores para el lugar y estaba fallando en eso. Debía decírselo, ocultarle aquello no serviría de nada pues sabía que era la pregunta inmediata que él le haría, prefería decírselo ella antes de que lo preguntase, pero ¿cómo?
-En cuanto al reclutar de nuevos jóvenes… -comenzó a decir algo incómoda, respirando profundamente como si el oxígeno le fuese insuficiente, pesado tal vez-. No he encontrado a nadie para incorporar al plantel en las últimas dos semanas, señor. –Bueno, estaba dicho. Aún así, Janelle supo que debía agregar algo más, algo que endulzase el oído de su macabro jefe, palabras que mínimamente le diesen seguridad-. No es por falta de esfuerzo, señor. Es solo que no he hallado a nadie digno de trabajar en tamaño sitio. Creo que los últimos a los que he visto podría considerárselos un insulto, es por eso que preferí no incorporar a nadie nuevo, no quería que dejasen mal parada la reputación del burdel. De su burdel -remarcó con intención de que supiese que lo único que había querido era cuidar el negocio.
No decía nada, no le respondía. Janelle elevó la mirada hasta cruzarla con la de él. Era hermoso y eso era innegable, pero no poseía una belleza natural… su rostro parecía el de un ángel, si no lo hubiese visto ya enojado, Janelle de seguro que se dejaría engañar por sus facciones angeladas.
-Espero no haberme equivocado, creí que eso haría usted si estuviese en mi lugar. Que preferiría cuidar el burdel antes que dejar entrar a trabajar a cualquier muchacho o muchacha corriente y vulgar. ¿Me he equivocado?
No debería haberlo preguntado, lo sabía, pues ahora le daba a él más poder del que ya tenía. La tenía sujeta por donde quisiese, ya era dueño de su vida, a él le debía todo cuanto ella y su hijita tenían. Nada podía ser peor que eso.
-Todo va muy bien, señor. Las ganancias se han incrementado en el último mes, creo que las muchachas nuevas están dando sus frutos en francos al fin.
Todo eso era cierto. El problema del negocio no se hallaba dentro del burdel, sino fuera. Janelle tenía la tarea también de encontrar a nuevos trabajadores para el lugar y estaba fallando en eso. Debía decírselo, ocultarle aquello no serviría de nada pues sabía que era la pregunta inmediata que él le haría, prefería decírselo ella antes de que lo preguntase, pero ¿cómo?
-En cuanto al reclutar de nuevos jóvenes… -comenzó a decir algo incómoda, respirando profundamente como si el oxígeno le fuese insuficiente, pesado tal vez-. No he encontrado a nadie para incorporar al plantel en las últimas dos semanas, señor. –Bueno, estaba dicho. Aún así, Janelle supo que debía agregar algo más, algo que endulzase el oído de su macabro jefe, palabras que mínimamente le diesen seguridad-. No es por falta de esfuerzo, señor. Es solo que no he hallado a nadie digno de trabajar en tamaño sitio. Creo que los últimos a los que he visto podría considerárselos un insulto, es por eso que preferí no incorporar a nadie nuevo, no quería que dejasen mal parada la reputación del burdel. De su burdel -remarcó con intención de que supiese que lo único que había querido era cuidar el negocio.
No decía nada, no le respondía. Janelle elevó la mirada hasta cruzarla con la de él. Era hermoso y eso era innegable, pero no poseía una belleza natural… su rostro parecía el de un ángel, si no lo hubiese visto ya enojado, Janelle de seguro que se dejaría engañar por sus facciones angeladas.
-Espero no haberme equivocado, creí que eso haría usted si estuviese en mi lugar. Que preferiría cuidar el burdel antes que dejar entrar a trabajar a cualquier muchacho o muchacha corriente y vulgar. ¿Me he equivocado?
No debería haberlo preguntado, lo sabía, pues ahora le daba a él más poder del que ya tenía. La tenía sujeta por donde quisiese, ya era dueño de su vida, a él le debía todo cuanto ella y su hijita tenían. Nada podía ser peor que eso.
Janelle van Dergjant- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 26
Fecha de inscripción : 18/04/2017
Re: Slave of the devil +18 | Privado
Una trama, un juego, un entretenimiento en el reclutamiento de intereses, ¡cuán atractivo lo era todo! desde cómo le observa, ya investigando las anticipadas réplicas, porque siempre espera escuchar buenas noticias, el salirse con la suya no es mero orgullo, ni con afán de elevarse a un nivel invencible intelectualmente, sino, demostrarse a sí mismo que tan poderoso resulta ser cuando se lo propone, y superando siempre las expectativas, esa es su manera de batallar, superarse a lo imposible, aunque, ¿podría existir esa palabra para el Conde? Por supuesto que no, y tan solo el pensarlo, es una ofensa tremenda. Así como el que alguien se muestre retador, alguien distinto a Janelle; que no tiemble al verlo, ni que agache la mirada de vez en cuando por respeto, porque el miedo en todos lo puede forjar, más eso no requiere, es fácil obtenerlo pero el respeto, es lo único importante en las relaciones dadas. Tal como era ella, sin sentirse superior a él, que su piel tiemble, y su corazón se acelere, así es como las tiene bajo su poder. No tan idiotas pero tampoco tan astutas, no con él, pero sí ante los demás debe ser la mejor, para eso le entrenaba. Que el comienzo fue de maravilla, pero a todo encanto se pierde en el transcurso, y ella, lo arruino. Molesto actuó, con un golpe ligero sobre el escritorio, moviendo la cabeza de un lado a otro como negación. Ya comenzaba a sacar el mal rostro del Conde, disgustado por completo, procesando la información otorgada, alzándose del lugar, y mirándola directamente, yendo hacia ella con la voz enfurecida y agraviada el ambiente, le educa para que no sea un fracaso y su negocio salga perjudicado.
— Entonces, no todo va bien, nada va bien Janelle, ¿qué está sucediendo contigo? Acaso, ¿no estás centrada en tu labor? ¿Quieres que te motive para que hagas bien el trabajo? Las ganancias, ¿de qué me sirven las ganancias si estás enseguida no se producirán a este paso? No te limites a lo que solo tienes, aspira a más, nunca te conformes con un solo un resultado, ve por más, piensa en grande. No creas, afirma lo que tienes, no dudes en meterte más al negocio, juégatela, no me sirven de nada unos cuantos francos, ni asegurarse con la mercancía nueva si solo eso se tiene.
Llegando a ella, se inclina ante ella, la cercanía ocasiona firmeza, alarmarle al más del %100, atenta la necesita, apretando los brazos de la silla, y atrayéndola más a él, ¿infundir miedo? Claramente, porque se siente insultado, ella bien lo sabe, y trata de defenderse, persuadirlo con lo que le gusta escuchar que su local; su pinta es de glamur, sin vulgaridad. Por lo que sonrió, al menos debía sacar provecho de su euforia, le provocaban, y las consecuencias eran esas, que la culpable estaba frente a él, y fue que le adiestró en ese instante, al tomar sus piernas y meterse entre estas, sintiéndose su dueño, con toda libertad de hacer con ella lo que se le plazca. Primero, deslizó los labios por su cuello, hasta llegar a su oído, hablándole pero otorgando daño a su cuerpo (al momento de destrozar la prenda íntima que poseía y al cargarla y alzarse su vestido para sentarla sobre su bulto sin lubricación al liberarlo, sin placer alguno más que dolor), hasta que le fue suavizando este, al otorgar caricias, al pronto meneo, que el falo del Conde se excito por tremenda coronación.
— ¿Esto te gusta? Justo lo que pienso es así como ha resultado para mi tus noticias. No te estás esforzando, no completamente, si has hallado el problema del porque no puedes reclutar afróntalo como debe ser. Como aquí, si te duele, has que no duela, muévete, siéntelo para que lubriques mi miembro y salgas beneficiosa de esta situación, o ¿te niegas a disfrutarlo? Debes sacar provecho siempre, eso es lo que hacen las ganadoras. Usa tus encantos para atraerlos hacia ti, y no que vayas tú por ellos. Usa tu cuerpo, aún eres joven y atractiva, amenázalos, aprende a usar el filo de las palabras, aprende de tus experiencias, así como te tengo, puedes tener a muchos, pero cuidado, cuidado con aquel que sea más astuto, podrías ser atrapada por uno de ellos o ellas..
Rio, no para humillarla, sino porque le seducía tenerla bajo su mando, el contornear su curva e invitarle a que prosiguiera con un meneo placentero, llevando la falange a su nuca, tirando de esta hacia atrás, para que resalte su pecho, y ahí con el rostro removió sus senos, desnudándolos tras ese corsé, y mamando uno de estos. Así debía ser su reputación, un extravagante burdel, incomparable, con tremenda fachada para que no sospecharan del tráfico de estas y los menores.
— Esto es lo que justamente hago, sin equivocarme o dudar de mi elección, quiero generar ganancias a este local, pero también llevarme mí parte con satisfacción. Mientras te mantengo abierta de piernas, con mi hombría a profundidad, estoy asegurando el movimiento exacto para no irme a la quiebra. No uso a cualquiera eso es seguro, pero también no me quedo sin nada que no mantenga activo este lugar. Solo mira a tu alrededor, califica a la mercancía como tal, y el valor se lo otorgaras tú al educarlos, pues mírate, de aquella mujerzuela pasaste a ser mi mesalina personal.
Mordió uno de sus pezones, succionando un poco. El sexo, la sangre y las negociaciones eran los aperitivos para poder llegar a un clímax, más se detuvo a gustar con ella, le tomó de los labios, y le besó candentemente, posesionándose de su lengua y chupándola más de una vez para que aprendiera más esa misma noche.
— Entonces, no todo va bien, nada va bien Janelle, ¿qué está sucediendo contigo? Acaso, ¿no estás centrada en tu labor? ¿Quieres que te motive para que hagas bien el trabajo? Las ganancias, ¿de qué me sirven las ganancias si estás enseguida no se producirán a este paso? No te limites a lo que solo tienes, aspira a más, nunca te conformes con un solo un resultado, ve por más, piensa en grande. No creas, afirma lo que tienes, no dudes en meterte más al negocio, juégatela, no me sirven de nada unos cuantos francos, ni asegurarse con la mercancía nueva si solo eso se tiene.
Llegando a ella, se inclina ante ella, la cercanía ocasiona firmeza, alarmarle al más del %100, atenta la necesita, apretando los brazos de la silla, y atrayéndola más a él, ¿infundir miedo? Claramente, porque se siente insultado, ella bien lo sabe, y trata de defenderse, persuadirlo con lo que le gusta escuchar que su local; su pinta es de glamur, sin vulgaridad. Por lo que sonrió, al menos debía sacar provecho de su euforia, le provocaban, y las consecuencias eran esas, que la culpable estaba frente a él, y fue que le adiestró en ese instante, al tomar sus piernas y meterse entre estas, sintiéndose su dueño, con toda libertad de hacer con ella lo que se le plazca. Primero, deslizó los labios por su cuello, hasta llegar a su oído, hablándole pero otorgando daño a su cuerpo (al momento de destrozar la prenda íntima que poseía y al cargarla y alzarse su vestido para sentarla sobre su bulto sin lubricación al liberarlo, sin placer alguno más que dolor), hasta que le fue suavizando este, al otorgar caricias, al pronto meneo, que el falo del Conde se excito por tremenda coronación.
— ¿Esto te gusta? Justo lo que pienso es así como ha resultado para mi tus noticias. No te estás esforzando, no completamente, si has hallado el problema del porque no puedes reclutar afróntalo como debe ser. Como aquí, si te duele, has que no duela, muévete, siéntelo para que lubriques mi miembro y salgas beneficiosa de esta situación, o ¿te niegas a disfrutarlo? Debes sacar provecho siempre, eso es lo que hacen las ganadoras. Usa tus encantos para atraerlos hacia ti, y no que vayas tú por ellos. Usa tu cuerpo, aún eres joven y atractiva, amenázalos, aprende a usar el filo de las palabras, aprende de tus experiencias, así como te tengo, puedes tener a muchos, pero cuidado, cuidado con aquel que sea más astuto, podrías ser atrapada por uno de ellos o ellas..
Rio, no para humillarla, sino porque le seducía tenerla bajo su mando, el contornear su curva e invitarle a que prosiguiera con un meneo placentero, llevando la falange a su nuca, tirando de esta hacia atrás, para que resalte su pecho, y ahí con el rostro removió sus senos, desnudándolos tras ese corsé, y mamando uno de estos. Así debía ser su reputación, un extravagante burdel, incomparable, con tremenda fachada para que no sospecharan del tráfico de estas y los menores.
— Esto es lo que justamente hago, sin equivocarme o dudar de mi elección, quiero generar ganancias a este local, pero también llevarme mí parte con satisfacción. Mientras te mantengo abierta de piernas, con mi hombría a profundidad, estoy asegurando el movimiento exacto para no irme a la quiebra. No uso a cualquiera eso es seguro, pero también no me quedo sin nada que no mantenga activo este lugar. Solo mira a tu alrededor, califica a la mercancía como tal, y el valor se lo otorgaras tú al educarlos, pues mírate, de aquella mujerzuela pasaste a ser mi mesalina personal.
Mordió uno de sus pezones, succionando un poco. El sexo, la sangre y las negociaciones eran los aperitivos para poder llegar a un clímax, más se detuvo a gustar con ella, le tomó de los labios, y le besó candentemente, posesionándose de su lengua y chupándola más de una vez para que aprendiera más esa misma noche.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Slave of the devil +18 | Privado
Y había caído. Desde el primer momento había sabido que eso sucedería, que él era más veloz que ella en todos los sentidos, principalmente en cuanto a la inteligencia. Una palabra de más –o una de menos- y él ya se daba cuenta de cuál era la verdad detrás de las palabras con las que ella se cubría. Y Janelle no era tonta, aún de sus regaños ella aprendía. Tomaba nota mental de sus enseñanzas, así fueran amables o violentas, ella todo lo memorizaba aterrada, para no volver a equivocarse, para no exponerse así la siguiente vez, si la había…
-Creí que le gustaría saber que hago todo lo posible por cuidar la reputación del lugar –dijo, pero su voz fue ahogada rápidamente y entendió que le convenía callar, callar y aprender.
Solo en contadas oportunidades había sacado placer de su trabajo, en general Janelle fingía y se consideraba buena haciéndolo. Estaba acostumbrada a disimular el dolor, a someterse ante la fuerza de los hombres, a abstraerse y separarse de su propio cuerpo para no sentir, sabiendo en qué momentos emitir los sonidos correctos. Pero él era diferente, no necesitaba aparentar poder porque ya era poderoso. La llenaba más allá de sus límites, la lastimaba, pero Janelle lo soportaría, por su hija se sabía capaz de resistirlo todo.
¡Ay, estaba tan confundida! No sabía qué responderle, ni cómo. Simplemente intentaba relajarse, dejar que la poseyese por completo, incluyendo su espíritu, pues creía que eso era lo que él quería alcanzar: su voluntad. Sin embargo le costaba entender qué debía demostrarle, ¿que gozaba gracias a él? ¿Que sufría bajo sus fuerzas? ¿Qué quería él de ella? ¿Cómo podría llegar a equilibrar dos voluntades tan opuestas?
-Me duele –le respondió en voz baja-, me duele y me gusta, usted sabe que me gusta.
Lo obedeció rápidamente, moviendo sus caderas y siguiéndole el ritmo. La fricción la lastimaba puesto que, al tratarse de un asalto, el sexo de Janelle no se hallaba preparado. Estuvo tentada a masajearse ese punto mágico que siempre la ayudaba y le facilitaba la pronta lubricación –incluso llegó a apoyar dos dedos sobre su clítoris-, pero finalmente no lo hizo, pues creyó que él no lo aprobaría. Su orden había sido otra.
Nunca lo tocaba por propia iniciativa, nunca disfrutaba si él no se lo ordenaba, pero esa vez, Janelle siguió sus palabras e intentó capitalizar las enseñanzas trasmutándolas en gozo; coló una de sus manos entre los dos cuerpos en busca de sus testículos para acunarlos y masajearlos delicadamente. Le devolvió con gemidos –tintados de dolor- cada mordisco, pero cuanto más padecía más se exponía a él entregándose por completo para que la marcara como quisiese.
Tenía más fuerza que ningún otro hombre que ella hubiese conocido, Janelle se movía ante sus embistes como si fuese una flor en medio de un vendaval. Su lengua helada, que la recorría, apagaba el fuego que el miedo y la excitación habían encendido en su piel. Él la sostenía, no caería, pero aún así se abrazó a su cuello con la mano derecha teniendo en ese agarre la seguridad para moverse con más ímpetu, con mayor velocidad. El meneo había cumplido ya su misión y Janelle podía resbalar su cuerpo sobre el falo de él, de ese demonio que se metía en su mente y jugaba con ella. Se sentía valiosa y afortunada -más allá de saberse usada como la puta que era hacía demasiado tiempo ya- y él con sus palabras no hacía más que reafirmarle esa idea: era una elegida.
-Aprenderé –le dijo, conteniendo el aliento pues estaba llegando al primer final, pero no quería acabar si él no se lo permitía-, le juro que aprenderé.
-Creí que le gustaría saber que hago todo lo posible por cuidar la reputación del lugar –dijo, pero su voz fue ahogada rápidamente y entendió que le convenía callar, callar y aprender.
Solo en contadas oportunidades había sacado placer de su trabajo, en general Janelle fingía y se consideraba buena haciéndolo. Estaba acostumbrada a disimular el dolor, a someterse ante la fuerza de los hombres, a abstraerse y separarse de su propio cuerpo para no sentir, sabiendo en qué momentos emitir los sonidos correctos. Pero él era diferente, no necesitaba aparentar poder porque ya era poderoso. La llenaba más allá de sus límites, la lastimaba, pero Janelle lo soportaría, por su hija se sabía capaz de resistirlo todo.
¡Ay, estaba tan confundida! No sabía qué responderle, ni cómo. Simplemente intentaba relajarse, dejar que la poseyese por completo, incluyendo su espíritu, pues creía que eso era lo que él quería alcanzar: su voluntad. Sin embargo le costaba entender qué debía demostrarle, ¿que gozaba gracias a él? ¿Que sufría bajo sus fuerzas? ¿Qué quería él de ella? ¿Cómo podría llegar a equilibrar dos voluntades tan opuestas?
-Me duele –le respondió en voz baja-, me duele y me gusta, usted sabe que me gusta.
Lo obedeció rápidamente, moviendo sus caderas y siguiéndole el ritmo. La fricción la lastimaba puesto que, al tratarse de un asalto, el sexo de Janelle no se hallaba preparado. Estuvo tentada a masajearse ese punto mágico que siempre la ayudaba y le facilitaba la pronta lubricación –incluso llegó a apoyar dos dedos sobre su clítoris-, pero finalmente no lo hizo, pues creyó que él no lo aprobaría. Su orden había sido otra.
Nunca lo tocaba por propia iniciativa, nunca disfrutaba si él no se lo ordenaba, pero esa vez, Janelle siguió sus palabras e intentó capitalizar las enseñanzas trasmutándolas en gozo; coló una de sus manos entre los dos cuerpos en busca de sus testículos para acunarlos y masajearlos delicadamente. Le devolvió con gemidos –tintados de dolor- cada mordisco, pero cuanto más padecía más se exponía a él entregándose por completo para que la marcara como quisiese.
Tenía más fuerza que ningún otro hombre que ella hubiese conocido, Janelle se movía ante sus embistes como si fuese una flor en medio de un vendaval. Su lengua helada, que la recorría, apagaba el fuego que el miedo y la excitación habían encendido en su piel. Él la sostenía, no caería, pero aún así se abrazó a su cuello con la mano derecha teniendo en ese agarre la seguridad para moverse con más ímpetu, con mayor velocidad. El meneo había cumplido ya su misión y Janelle podía resbalar su cuerpo sobre el falo de él, de ese demonio que se metía en su mente y jugaba con ella. Se sentía valiosa y afortunada -más allá de saberse usada como la puta que era hacía demasiado tiempo ya- y él con sus palabras no hacía más que reafirmarle esa idea: era una elegida.
-Aprenderé –le dijo, conteniendo el aliento pues estaba llegando al primer final, pero no quería acabar si él no se lo permitía-, le juro que aprenderé.
Janelle van Dergjant- Prostituta Clase Baja
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Re: Slave of the devil +18 | Privado
Un maestro en la lengua y hasta en la palabra se convirtió. Un cinismo y una descares incontrolable para quien se la ejecuta. Porque el señor de todo, y vaya que lo ha demostrado ser y no solo alardea, los hechos son claros. Así, el Conde, ese maldito proxeneta, bien que sabe cómo negociar, no es un saber del todo pero de lo suficiente para triunfar, ya que sus intereses estaban en juego y debía incrementar mercancías, mantener el control de la economía y seguir siendo de los primeros locales en ser los más demandados. Pronto comenzaría la etapa en la que Paris atraería a los turistas, éstos tenían que dejar inversiones y eso es a lo que se encarga para con Janelle, le instruye de una manera más ágil, más entendible. Lo que debían ejecutar para atraer a la clientela. Pero parece ser insuficiente, como que el deseo la sosiega de la enseñanza. Capturando esa mirada, sosteniendo de la cadera, y negando sin detener el movimiento.
— Y lo estoy, pero debes comprender que no te debes de enfocar en un solo punto. No solo es la apariencia, ¿dónde queda lo demás? Pero para eso estoy aquí, para mostrarte cómo. Para instruirte el camino, más debes descubrir la maña a este negocio. Como un dia lo hiciste con tus clientes para no sentir cuando te lastiman, para disfrutar y disimular excitaciones, orgasmos que ambos sabemos que no pueden siempre ser engañosos…
Justo ahora, en el instante en que le penetró, observó su dolor, jamás se está preparado para algo de esa índole, y es lo que le muestra; ningún movimiento contra ella debía ser sorpresivo sino todo lo contrario, que aprenda a descubrir los movimientos ajenos, que conozca cómo actúa la gente, eso necesita, que piense como los demás harían, que es lo que quieren y esperan. Tan solo con ver los rostros, el porte, y la apariencia conozca todo esto. Como ahora, él tuvo que pedir que se moviera, que lo gozara cuando debió de hacerlo por su cuenta. Que se de poder para doblegar caracteres, que domine la situación. Pero sigue el Conde controlando el momento, con sus candentes balanceos, sin soltarla de la mirada, deleitándose como salta su cuerpo, y él como sus redondos senos se agitan. Hasta que finalmente intervino, su mano se coló en sus dídimos y las sintió como la mejor de las sedas, sin negarse el placer, se incitó a continuar con ella, siempre atraído a las curvas y peor en las posturas amatorias desprendidas, y una de ellas era esa, que solo se dedicará a saltar, a pegar los sexos y hacerlos humedecer, deslizando con una falange por su espalda, posándola en esta, subiendo y bajando la pelvis.
— Esto mi querida Janelle quiero que hagas con los demás, que encuentres la manera de que se revuelquen en este burdel, que sean las/los demás quienes los encadenen y no quieran salir de entre sus piernas, que los vuelvan locos, que siempre quieran venir y que esas mujeres u hombres eleven su valor, sin poner pretextos ellos pagaran, pero que ofrezcan cambios, juegos, tentaciones distintas sin aburrir, que seas tú la que conozca todo, la que guíe y lleves este lugar a los mejores conceptos sociales, porque si no lo haces tú, nadie lo hará. Y si llega alguien destacando mejor que tú, recuerda que es tu final. No se te olvide, eso es lo que es dolor para ti, y lo que te gusta sentir para no defraudarme, gime mi hermosa Janelle, gime como si el orgasmo tocaras, convénceme que puedes con esto, haz que llegue a creer que te estas volviendo loca porque me corra, porque quiera solo estar dentro de ti. Átame, y haz lo posible porque me vaya de aquí satisfecho con las ganas de regresar y volverte a ver.
Su voz se elevó a la excitación, desprendiendo gruñidos como un perro haría por el segregar, alzándose del asiento, pero está bien agarrada, la empuja, haciendo que salte, sin dejar de saltar que los sonidos son exquisitos, comenzando a tocar profundidad, corriéndose después de haber golpeado lo suficiente su cavidad. Ya que lo que hizo, es lo que deben hacer ellas, ellos, los que trabajen para él con los negociantes. Y tan pronto y terminó,le bajo, acomodándose la vestimenta y fajandose, mientras la observaba.
— Y lo estoy, pero debes comprender que no te debes de enfocar en un solo punto. No solo es la apariencia, ¿dónde queda lo demás? Pero para eso estoy aquí, para mostrarte cómo. Para instruirte el camino, más debes descubrir la maña a este negocio. Como un dia lo hiciste con tus clientes para no sentir cuando te lastiman, para disfrutar y disimular excitaciones, orgasmos que ambos sabemos que no pueden siempre ser engañosos…
Justo ahora, en el instante en que le penetró, observó su dolor, jamás se está preparado para algo de esa índole, y es lo que le muestra; ningún movimiento contra ella debía ser sorpresivo sino todo lo contrario, que aprenda a descubrir los movimientos ajenos, que conozca cómo actúa la gente, eso necesita, que piense como los demás harían, que es lo que quieren y esperan. Tan solo con ver los rostros, el porte, y la apariencia conozca todo esto. Como ahora, él tuvo que pedir que se moviera, que lo gozara cuando debió de hacerlo por su cuenta. Que se de poder para doblegar caracteres, que domine la situación. Pero sigue el Conde controlando el momento, con sus candentes balanceos, sin soltarla de la mirada, deleitándose como salta su cuerpo, y él como sus redondos senos se agitan. Hasta que finalmente intervino, su mano se coló en sus dídimos y las sintió como la mejor de las sedas, sin negarse el placer, se incitó a continuar con ella, siempre atraído a las curvas y peor en las posturas amatorias desprendidas, y una de ellas era esa, que solo se dedicará a saltar, a pegar los sexos y hacerlos humedecer, deslizando con una falange por su espalda, posándola en esta, subiendo y bajando la pelvis.
— Esto mi querida Janelle quiero que hagas con los demás, que encuentres la manera de que se revuelquen en este burdel, que sean las/los demás quienes los encadenen y no quieran salir de entre sus piernas, que los vuelvan locos, que siempre quieran venir y que esas mujeres u hombres eleven su valor, sin poner pretextos ellos pagaran, pero que ofrezcan cambios, juegos, tentaciones distintas sin aburrir, que seas tú la que conozca todo, la que guíe y lleves este lugar a los mejores conceptos sociales, porque si no lo haces tú, nadie lo hará. Y si llega alguien destacando mejor que tú, recuerda que es tu final. No se te olvide, eso es lo que es dolor para ti, y lo que te gusta sentir para no defraudarme, gime mi hermosa Janelle, gime como si el orgasmo tocaras, convénceme que puedes con esto, haz que llegue a creer que te estas volviendo loca porque me corra, porque quiera solo estar dentro de ti. Átame, y haz lo posible porque me vaya de aquí satisfecho con las ganas de regresar y volverte a ver.
Su voz se elevó a la excitación, desprendiendo gruñidos como un perro haría por el segregar, alzándose del asiento, pero está bien agarrada, la empuja, haciendo que salte, sin dejar de saltar que los sonidos son exquisitos, comenzando a tocar profundidad, corriéndose después de haber golpeado lo suficiente su cavidad. Ya que lo que hizo, es lo que deben hacer ellas, ellos, los que trabajen para él con los negociantes. Y tan pronto y terminó,le bajo, acomodándose la vestimenta y fajandose, mientras la observaba.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Slave of the devil +18 | Privado
Llevaba algunos años ya ejerciendo la prostitución, de su trabajo había aprendido más cosas de la vida que de sus padres, por ejemplo. Un hombre excitado y necesitado de atenciones puede enseñar más sobre la naturaleza humana que cualquier doctor y Janelle a la fuerza había tenido que prestar atención para saber definirlos desde el principio, para cuidarse también de quien pudiese ser dañino porque cuidarse era, en definitiva, cuidar a su hija.
-No habrá nadie mejor que yo –le aseguró, como pudo, porque estaba entendiendo a lo que él se refería. Si ella no aprendía rápido otro lo haría en su lugar y se quedaría con la consideración y el puesto que el Conde le había dado a ella, a Janelle-, puedo asegurarle que no le defraudaré.
Gimió. No fue falso, no fue mentiroso ni impostado. Lo hizo porque lo necesitó, porque se sentía seducida –si es que una puta podía permitirse algo así-, el poder que él tenía, sobre ella y sobre todo y todos en aquel lugar, la excitaba a la par que la asustaba. Gimió y gozó, sin descuidar al Conde, sabiendo cómo moverse para que el acceso a sus entrañas lo satisfaga, para que pudiese liberarse en una danza dura de disfrute.
Cierto era que él marcaba el ritmo, cosa que ella no debería permitir si fuese otro el hombre con el que se encontrase, pero Janelle lo seguía de manera excelente, al menos eso pensaba ella. Y solo cuando lo sintió gruñir satisfecho, cuando lo sintió derramarse en ella, Janelle se permitió la liberación por segunda vez.
Le costó poco recuperarse, un minuto tal vez, porque aunque las piernas le temblaban ella sabía cómo controlarlas. Intentó recomponer su estado, su ropa y sus cabellos, volver a estar presentable, a lucir solemne como si no hubiese ocurrido nada allí. Incluso sintió la necesidad de alejarse unos pasos de él, no por miedo a que volviese a tomarla –pues ya había quedado en evidencia que él haría siempre lo que quisiese con quienes trabajasen en aquel lugar-, sino por respeto a la figura que el Conde representaba.
Ya repuesta, Janelle hizo la pregunta final:
-¿Qué deberíamos hacer entonces con las tres muchachas nuevas? Están atrayendo nueva clientela –volvió a decirle, no solo porque quería salir en defensa de ellas, sino también porque esa era la verdad-, vienen muchachos jóvenes, hijos de buenas familias que se dejan sus buenos francos en el burdel. Si aún así no son de su agrado, ¿qué dice que debemos de hacer con ellas?
-No habrá nadie mejor que yo –le aseguró, como pudo, porque estaba entendiendo a lo que él se refería. Si ella no aprendía rápido otro lo haría en su lugar y se quedaría con la consideración y el puesto que el Conde le había dado a ella, a Janelle-, puedo asegurarle que no le defraudaré.
Gimió. No fue falso, no fue mentiroso ni impostado. Lo hizo porque lo necesitó, porque se sentía seducida –si es que una puta podía permitirse algo así-, el poder que él tenía, sobre ella y sobre todo y todos en aquel lugar, la excitaba a la par que la asustaba. Gimió y gozó, sin descuidar al Conde, sabiendo cómo moverse para que el acceso a sus entrañas lo satisfaga, para que pudiese liberarse en una danza dura de disfrute.
Cierto era que él marcaba el ritmo, cosa que ella no debería permitir si fuese otro el hombre con el que se encontrase, pero Janelle lo seguía de manera excelente, al menos eso pensaba ella. Y solo cuando lo sintió gruñir satisfecho, cuando lo sintió derramarse en ella, Janelle se permitió la liberación por segunda vez.
Le costó poco recuperarse, un minuto tal vez, porque aunque las piernas le temblaban ella sabía cómo controlarlas. Intentó recomponer su estado, su ropa y sus cabellos, volver a estar presentable, a lucir solemne como si no hubiese ocurrido nada allí. Incluso sintió la necesidad de alejarse unos pasos de él, no por miedo a que volviese a tomarla –pues ya había quedado en evidencia que él haría siempre lo que quisiese con quienes trabajasen en aquel lugar-, sino por respeto a la figura que el Conde representaba.
Ya repuesta, Janelle hizo la pregunta final:
-¿Qué deberíamos hacer entonces con las tres muchachas nuevas? Están atrayendo nueva clientela –volvió a decirle, no solo porque quería salir en defensa de ellas, sino también porque esa era la verdad-, vienen muchachos jóvenes, hijos de buenas familias que se dejan sus buenos francos en el burdel. Si aún así no son de su agrado, ¿qué dice que debemos de hacer con ellas?
Janelle van Dergjant- Prostituta Clase Baja
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Re: Slave of the devil +18 | Privado
¿Cómo explicarle a una prostituta el modus operandi de su labor? Por más que la tome, le explique con el cuerpo y el método que el conde aplicaría de ser necesario para aumentar sus ganancias, para salir más enriquecido. No le llegan las palabras, se queda solo con lo que quiere escuchar y para él eso está mal (quizás la excitación le nublo, pero confía en ella que podrá hacerlo). Porque no en balde el cuerpo, las caricias, y con el mismo dedo le muestra que debe estar al pendiente de ambos rumbos, y no solo en esos dos: del aprendiz para con sus mesalinas, mantener a los clientes con altas expectativas y además, el asegurar la banca financiera de todo. ¡Ya que todo lo que ella desempeñe, se quedara reflejado en las cifras! Entonces, si, lo que ella debe de hacer es todo lo que pueda para llevar al éxito el negocio. La había escogido por muchas razones pero el defecto es que no ve más allá de lo que tiene a su alrededor. (Y eso está por terminarse, le abrió los ojos de una buena vez, la ceguedad en este ámbito laboral no es beneficioso) Que el decir que se encargara de todo sin descuidar nada, noto que ya no era momento de dar más, lo que recibió debía procesar para ejecutarlo. Ya no quedaba nada para ese instante que pudiera ofrecerle. Le daría la oportunidad, y ya verá si fue correcto dejarla a ella o tendría que hacer como siempre, las cosas hacerlas él. Esperando que esta vez no sea así, ya que ofreció las palabras correctas, que no habría defraudación y que era ella la indicada. Así tenía que ser, ahora solo era cuestión de esperar.
En cuanto a la pequeña diversión que se llevó, no lo niega, a pesar de haber manejado él la situación, le daba crédito, pues logro que gruñera el conde y eso era mucho qué decir, quizás la manera, la postura, el lugar y el estar enseñando, elevo todo e hizo que lo disfrutara. Que terminara ahí con cierta satisfacción porque estaban pendientes otras cosas para que pudiera decirse que fue completa. Y en lo que ambos se arreglaban; ella acomodando sus bragas, las prendas desalineadas y sus cabellos, pasaba por la mente del conde, tan solo el deseo de olfatearla, pero ahí quedó. Ella tomo una prudente distancia y él al terminar de limpiarse los fluidos, se fajo.
— Observarlas, mantenlas en tu mando y no descuides nada de ellas, y de las demás saca siempre lo mejor, no pierdas ese enfoque. No, mi hermosa Janelle, no te confundas, nunca hice mención de desagrado. Solo no quiero que te enfoques en una sola cosa de tantas que tienes que inspeccionar, debes mantener todo al mismo interés y desempeño. No descuides nada, y si están atrayendo a clientes de rango. Eso debes mantener e incitar a las demás a que hagan lo mismo.
Se había acercado a ella, tomándole del cuello con la mano, atrayéndola a él para solo darle un beso en su mejilla, acomodando un poco de su escote y le emprende una caricia a su mejilla al final.
— No olvides la lección, y dejare que continúes mis consejos. Además, quiero pedirte algo fuera de tus tareas. Sabes que lo recompensare, y aún más por tu hija. Así que, escúchame. Me iré por algunos días, y alguien vendrá en mi representación a vigilar las áreas, quizás y sea el nuevo jefe de la sección, lo que quiero que hagas es que me mantengas informado de sus movimientos, lo que hace y lo que no, que nadie se le acerque con otras intenciones, y seas una guía para él en ese sentido, por nada debe enterarse de esto, y entre otras cosas que hemos estado hablando tu y yo exclusivamente, eso se queda entre nosotros. ¿Cuento con ello?
Le miraba fijamente, presionando en cierto sentido para que se cumpliera lo que demandaba, aún a pesar de ser una petición, le advertía con la tonalidad de su voz, y le soltó para que pudiera respirar, pues ya había notado el como siempre se olvida en hacerlo, y fue directo al escritorio a tomar cierta documentación que claramente no permitiría que viera su hermano, el nuevo suplente del jefe.
En cuanto a la pequeña diversión que se llevó, no lo niega, a pesar de haber manejado él la situación, le daba crédito, pues logro que gruñera el conde y eso era mucho qué decir, quizás la manera, la postura, el lugar y el estar enseñando, elevo todo e hizo que lo disfrutara. Que terminara ahí con cierta satisfacción porque estaban pendientes otras cosas para que pudiera decirse que fue completa. Y en lo que ambos se arreglaban; ella acomodando sus bragas, las prendas desalineadas y sus cabellos, pasaba por la mente del conde, tan solo el deseo de olfatearla, pero ahí quedó. Ella tomo una prudente distancia y él al terminar de limpiarse los fluidos, se fajo.
— Observarlas, mantenlas en tu mando y no descuides nada de ellas, y de las demás saca siempre lo mejor, no pierdas ese enfoque. No, mi hermosa Janelle, no te confundas, nunca hice mención de desagrado. Solo no quiero que te enfoques en una sola cosa de tantas que tienes que inspeccionar, debes mantener todo al mismo interés y desempeño. No descuides nada, y si están atrayendo a clientes de rango. Eso debes mantener e incitar a las demás a que hagan lo mismo.
Se había acercado a ella, tomándole del cuello con la mano, atrayéndola a él para solo darle un beso en su mejilla, acomodando un poco de su escote y le emprende una caricia a su mejilla al final.
— No olvides la lección, y dejare que continúes mis consejos. Además, quiero pedirte algo fuera de tus tareas. Sabes que lo recompensare, y aún más por tu hija. Así que, escúchame. Me iré por algunos días, y alguien vendrá en mi representación a vigilar las áreas, quizás y sea el nuevo jefe de la sección, lo que quiero que hagas es que me mantengas informado de sus movimientos, lo que hace y lo que no, que nadie se le acerque con otras intenciones, y seas una guía para él en ese sentido, por nada debe enterarse de esto, y entre otras cosas que hemos estado hablando tu y yo exclusivamente, eso se queda entre nosotros. ¿Cuento con ello?
Le miraba fijamente, presionando en cierto sentido para que se cumpliera lo que demandaba, aún a pesar de ser una petición, le advertía con la tonalidad de su voz, y le soltó para que pudiera respirar, pues ya había notado el como siempre se olvida en hacerlo, y fue directo al escritorio a tomar cierta documentación que claramente no permitiría que viera su hermano, el nuevo suplente del jefe.
Sokolović Rosenthal- Vampiro/Realeza
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Re: Slave of the devil +18 | Privado
¿Para qué la acariciaba? ¿Sólo para turbarla un poco más si eso acaso fuese posible? ¿Por qué se le acercaba así? ¿Para dejarle en claro que era él quien hacía y deshacía a su antojo en ese lugar y con las personas que allí trabajaban? No era necesario, ella bien lo sabía; lo había sabido desde el primer momento, desde la primera noche en la que había trabajado allí. Janelle se llenó los pulmones de aire y no lo soltó hasta que él no se alejó de ella, cuando lo hizo -cuando al fin respiró- lo hizo con alivio porque ser la favorita del Conde no era un placer, sino una carga demasiado pesada a veces. Ser especial no siempre era bueno.
-Así lo haré –le prometió-, fomentaré que las nuevas aprendan de las que ya tenemos experiencia. Descuide, no perderemos ni uno de los clientes que hemos cosechado. Estoy segura de que incrementaremos ese número.
Janelle tembló con la sola mención de su hija. Que él hablase de su Bree le erizaba la piel de miedo porque lo sabía capaz de todo, incluso de meterse con una niña pequeña si con eso podía extorsionar a alguien, a ella en ese caso.
Pero él volvió a arremeter contra ella y la tomó del cuello. Por supuesto que en medio de aquella violencia a Janelle le costaba entender lo que el vampiro le decía. ¿Que se iba por un tiempo? ¿Qué vendría alguien más en su lugar y quería que ella lo espiase? Oh, por Dios… ¿qué era toda esa locura? Solo podía desear que el reemplazo no fuese como él, todos necesitaban paz en ese lugar y no la había nunca si él estaba presente. Que se fuera les aseguraba descanso, pero ¿que tal si el que llegaba era peor? ¿Por qué querría que ella estuviese atenta? De igual modo aceptaría porque no tenía más alternativa, había aprendido que a ese vampiro nada se le negaba. Jamás. Respiró al fin cuando él se lo permitió y se atrevió a hablar.
-Nadie sabrá que hemos estado hablando. Cuente conmigo –le dijo con voz afectada a causa de la presión, sabía que le quedarían los dedos fríos de él marcados en el cuello hasta el día siguiente-, vigilaré para pasarle un reporte detallado cuando vuelva.
Tras eso, el Conde se alejó hacia el escritorio a hurgar entre sus papeles. Ya le conocía los modos y sabía que estaba dando por finalizado el encuentro, sin decir palabra Janelle se dirigió suavemente hacia la puerta y salió, cerrando tras de sí. Ya en el pasillo, se tomó unos momentos pegada a la pared para respirar y asimilar todo lo que había ocurrido en los últimos cuarenta minutos allí.
-Así lo haré –le prometió-, fomentaré que las nuevas aprendan de las que ya tenemos experiencia. Descuide, no perderemos ni uno de los clientes que hemos cosechado. Estoy segura de que incrementaremos ese número.
Janelle tembló con la sola mención de su hija. Que él hablase de su Bree le erizaba la piel de miedo porque lo sabía capaz de todo, incluso de meterse con una niña pequeña si con eso podía extorsionar a alguien, a ella en ese caso.
Pero él volvió a arremeter contra ella y la tomó del cuello. Por supuesto que en medio de aquella violencia a Janelle le costaba entender lo que el vampiro le decía. ¿Que se iba por un tiempo? ¿Qué vendría alguien más en su lugar y quería que ella lo espiase? Oh, por Dios… ¿qué era toda esa locura? Solo podía desear que el reemplazo no fuese como él, todos necesitaban paz en ese lugar y no la había nunca si él estaba presente. Que se fuera les aseguraba descanso, pero ¿que tal si el que llegaba era peor? ¿Por qué querría que ella estuviese atenta? De igual modo aceptaría porque no tenía más alternativa, había aprendido que a ese vampiro nada se le negaba. Jamás. Respiró al fin cuando él se lo permitió y se atrevió a hablar.
-Nadie sabrá que hemos estado hablando. Cuente conmigo –le dijo con voz afectada a causa de la presión, sabía que le quedarían los dedos fríos de él marcados en el cuello hasta el día siguiente-, vigilaré para pasarle un reporte detallado cuando vuelva.
Tras eso, el Conde se alejó hacia el escritorio a hurgar entre sus papeles. Ya le conocía los modos y sabía que estaba dando por finalizado el encuentro, sin decir palabra Janelle se dirigió suavemente hacia la puerta y salió, cerrando tras de sí. Ya en el pasillo, se tomó unos momentos pegada a la pared para respirar y asimilar todo lo que había ocurrido en los últimos cuarenta minutos allí.
TEMA FINALIZADO
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