Esposas de oro (libre)

por **Judith Velázquez** Miér Dic 02, 2015 5:32 pm

Habia pasado tan rapido que no pudo evitarlo.

Todo habia comenzado por la tarde cuando por fin Golnar se retiro de su casa, sana y en un carruaje. Tuvo impulsos de irse con ella pero la cadena era tan solida como la esclavitud a la que estaba sometida. Nunca podria escapar y cuando menos se lo espero, mientras hacia un pequeño pastel de manzanas uno de los hijos de su amo comenzo a tocarla, a excitarla y en poco tiempo ya estaba cubierta su espalda de semen y de moratones por los azotes que le daban.

El pastel se habia quedado a medias y ella, lavandose de nuevo gemia de dolor por las heridas y moratones. Si comparaba su amo era mas docil que sus hijos. Queria escapar pero ¿como lo haria con unas cadenas magicas?

Al dia siguiente, el brujo que vino con las cadenas magicas la encontro en el salon. El brujo no habia sido pagado por las cadenas y Aileen le pidio que lo liberara. El brujo dijo solamente que la liberaria si le ofrecia su cuerpo. Aileen acostumbrada, acepto y el brujo la libero. El brujo sabia que el amo de Aileen le desagradaria la idea de haber yacido con el brujo entonces, a la minima ocasion, Aileen fue corriendo sin importarle los pies llenos de barro hasta que encontro a un oficial pidiendole ayuda.

El oficial la reconocio al instante. Una de las hijas perdidas, una de las gemelas que desaparecio hace años y ahora Aileen era interrogada en la comisaría.

por **Novalie A. Flamcourt** Sáb Ene 02, 2016 3:43 pm

Novalie se encontraba caminando por las calles de París, aprovechando que el sol ya no alumbraba la ciudad. Hacía el frío, pero para alguien como ella, al no poder sentirlo, le resultaba insignificante. Llevaba un abrigo por pasar desapercibida.

No había mucha gente por las calles, más bien nadie, por lo que podía caminar a su antojo, sin mirar por encima de su hombro por si alguien la perseguía. Últimamente no hacía otra cosa, por lo que necesitaba un poco de aire puro, de distancia, de soledad. Desde que le había llegado a sus oídos el rumor de que él había vuelto, no conseguía estar tranquila y Kaspar había aumentado su vigilancia. Como él decía, toda precaución era poca y era mejor andar con pies de plomo hasta asegurarse de que estaba a salvo que correr riesgos innecesarios. La vampiresa sabía que tenía razón y se sentía segura estando en su casa, pero no podía evitar estar preocupada. Su pasado le estaba pasando factura, la atormentaba y hacía que estuviera inquieta.

Estaba envuelta en sus pensamientos cuando alguien se chocó con ella, lo que hizo que levantara la vista hasta clavarla en la silueta de esa persona.

Se trataba de la espalda de un corpulento hombre que pronto se giró también a observarla. La miró con desdén y la vampiresa estuvo a punto de pasar de largo hasta que se dio cuenta de que tenía agarrada a una muchacha por el brazo.

por **Judith Velázquez** Sáb Ene 02, 2016 6:42 pm

La desesperación estaba puesta en los ojos de Aileen. Buscando algun apoyo moral en el que poder apoyarse, en el que le dijeran "vente conmigo, te salvaré" y ella sentirse menos atada a la vida de esclava en la que esta ahora mismo. Observa a la hermosa dama con largo vestido negro, pero su piel aún con abrigo tan grueso esta gélido como el hielo ¿Como es posible? Pero ahora mismo Aileen busca que la cobijen, le da lo mismo si es con alguien o es debajo de un puente. Ella está cansada de tanto dolor, de tanto pesar, sigue observando la apariencia fina de la joven que sujeta por el brazo y lágrimas comienzan a salir de sus ojos.

-¡Ayudeme! No tengo hogar, ¡me he escapado! -Dijo una voz desesperada desde su interior destrozado - ¡Ayudeme a superar este mal bache! -Dijo una y otra vez queriendo convencer asi a la mujer - Déjeme ser su sirvienta, deme cobijo o deme algo con lo que pueda abrigarme en esta fria noche...-Observaba entonces a la gente que la miraba, un policia la cogio de ambos brazos haciendo que se soltara de la misteriosa mujer en oscuro abrigo, Aileen fue tirada como un viejo saco de carne pasado de fecha, Aileen lloro acurrucada en si misma, llorando en silencio y quejandose para si de las heridas que sufria exterior e interiormente.

Queria que su pesadilla terminase.

Quería que todo acabara de una vez. No queria seguir en donde estaba en este instante. Pobre de ella por no haber seguido a Pierre hasta la muerte, pero era tan cobarde que ni una tijera se atrevia a clavarse en su pecho. Queria desaparecer pero en lugar de ello estaba ahora mismo en el suelo y llorando. Un hombre levantaba a Aileen del suelo mientras recriminaba al joven policia. Aileen dolorida fue testigo del poder curativo del hombre del cual enseguida curó su sufrimiento. Era el brujo de antes, el cual la liberó de las cadenas mágicas. El brujo la cubrio de su espesa capa negra sobre los hombros, cobijandola del frio y se acerco a la extraña de abrigo negro para ver si podria ofrecer trabajo a la pobre muchacha aún llorando en su interior.

por **Novalie A. Flamcourt** Dom Ene 10, 2016 9:47 am

Novalie no sabía muy bien lo que estaba ocurriendo, simplemente se había encontrado con esa muchacha siendo zarandeada por un policía. La escasa gente que había a su alrededor se quedaban quietos, observándolos, comentando lo que la chica habría hecho para ser tratada así. Decían que, seguramente, sería una ladronzuela de poca monta, de esas que intentaban apropiarse de lo que no les pertenecía para vete a saber qué. Muchos decían que esa chica era la clase de calaña que no querían deambulando por las calles de París.

La petición de ayuda de la muchacha conmovió a la vampiresa. Cuando el policía volvió a tomarla para alejarla de ella, Novalie lo detuvo.-No se preocupe, agente-comenzó a decir mientras agarraba suavemente a la joven por los hombros y la acercaba a ella.-Paso a paso, querida. Primero busquemos algo con lo que no pase frío-le comentó, mientras ella misma se deshacía de su abrigo y se lo entregaba a la joven, a fin de cuentas, la vampiresa no podía sentir el frío y no lo necesitaba. Sin embargo, sí que emuló que un escalofrío recorría su espalda, representando el papel de humana para evitar, de esa forma, algún posible comentario. -¿Le apetece algún tipo de bebida caliente?-le preguntó-Estoy segura de que le vendrá estupendamente-añadió y no pudo evitar que su mente se fuera hasta la última vez que pudo saborear una buena taza de té en todo su esplendor.

La animó a caminar a su lado, mientras se alejaban de las miradas de los curiosos que se habían parado a contemplar la escena.-No se preocupe, esta noche está a salvo-añadió, aunque la muchacha se estaba metiendo, sin saberlo, en la boca del lobo. Para su fortuna, la vampiresa ya se había alimentado, por lo que la sed de sangre no sería un problema. No al menos esa noche. Cuando ya estaban lo suficientemente alejadas se detuvo y contempló a la muchacha.-Cuénteme su historia-le susurró, ya que sabía que no era necesario alzar más la voz.

por **Judith Velázquez** Miér Ene 27, 2016 10:11 am

Todo paso tan rápido a la pobre Aileen….que a su lado ya solo estaba el rostro perfecto de la mujer que le permitía un voto de confianza. Un abrigo de piel hermoso que ni ella misma en su vida podría pagar o costearse le cubría del frio, la mirada castaña de la mujer le hizo tragar lentamente – Pu-Pues señorita…-murmuro para las dos pero más para ella – Lo siento….todo es tan…repentino…-murmura aun pensando si contar su historia – Busco trabajo, busco desaparecer por favor –Dijo cogiendo de las manos a la muchacha – es muy gentil por su parte ofrecerme el abrigo para el frio, pero usted va…va…casi desnuda a la vista de los demás…-dijo temerosa - ¿No cojera frio? –Pregunto preocupándose, observando a los demás como la asesinaban con la mirada, Aileen se intentó ocultar más y más con el abrigo.

– Me escapé, me escape y no pienso volver –comenzó a relatar – Un hombre malvado con dos hijos incluso más odiosos que el mismo. Su temperamento es calculador pero es de mano dura y castiga como el diablo –las lágrimas de Aileen podrían ser perfectamente interpretadas como señales de dolor y que el amor no estaba en su relato – Odio es destilado contra mi maltratada piel. Apartada me tiene mi amo para así satisfacerse él mismo de los placeres carnales, su esposa que no sabe nada ignora las aventuras dominantes de su esposo, del hombre del que quiero desaparecer, quiero no verme más por allí, pero allí, en la más alejada cabaña de los pantanos yacen recuerdos que en anterior vida a la que tengo ahora residen con mi ausencia a la espera de ser recuperados…- Su rostro era apenado, con el poco maquillaje en su rostro otorgado por el mismo por todo su cuerpo aun residían con un vivo color purpura y con pequeñas venas capilares destrozadas por la lentitud de la curación. Ella quiere desaparecer, pero piensa que no puede, solo puede o podrá ofrecerse al brujo, pues uno quiere su dinero y la otra quiere libertad.

¿Qué habría de malo en compartir un mismo pensamiento de venganza?

Queriéndolo así mismo, ella pensaba en ofrecerse como cebo pero sin plan alguno no haría nada. Su mirada fue hacia la mujer que seguramente estaría observándola con desdén o con incredulidad, preguntándose si supuestamente Aileen estaba relatando dicha verdad. Aileen al ser de un modo paranoica si la gente la toma por ingenua cree que nadie la creerá realmente cuando en realidad si necesita un ánimo de ayuda, un empujón para ser mejor que antes, más despierta ante los peligros que ejerce la noche, pero al ser un alma deambulante guiada por dolor y perdida, ella no sabe por dónde encontrar esa luz que la llevaría a la paz.

por **Novalie A. Flamcourt** Mar Feb 23, 2016 4:00 pm

Una de las características de Novalie era que, cuando la situación lo requería, podía llegar a tener una paciencia inmensa. Y eso era, precisamente, lo que se estaba reflejando en ese mismo instante. Apartó con cuidado un par de mechones del cabello de la muchacha que tenía delante y esperó, con calma, a que la misma joven comenzara a hablar, a relatarle lo que había ocurrido y, tal vez, su propia historia. La vampiresa sabía muy bien lo que era sentirse completamente desamparada, mientras el miedo recorre cada fibra de tu ser, así que, aunque la situación fuera muy distinta a la suya podía ponerse en su lugar, entenderla. O, al menos, intentar consolarla. ─No se preocupe por mí, querida. El frío es algo que no suele afectarme, y usted lo necesita más ─comentó, esbozando una leve sonrisa. ─Y no sé si podré hacerla desaparecer, pero conozco la sensación que produce esa necesidad. Lo que sí puedo hacer es que, por esta noche, desaparezca y pueda descansar en condiciones.

─No volverá, no se preocupe─ le susurró ─Yo misma me encargaré de eso ─añadió, mientras deslizaba su mirada por los alrededores. El desgarrador relato de aquella desconocida hizo que se estremeciera. Ella no había vivido nada parecido, sus traumas venían tan solo por una noche, en la cual el tiempo pareció detenerse mientras su vida se le escapaba entre los dedos poco a poco. Una sola noche y alguien la salvó, justo antes de que cerrara los ojos y no volviera a abrirlos.─ No pasará de nuevo por ese infierno en la tierra, se lo garantizo─ comentó, aunque lo cierto era que no sabía muy bien cómo iba a llevar eso a cabo. En otras circunstancias se hubiera llevado a la muchacha a su casa, a pesar de ser lo que era, de necesitar sangre cada poco tiempo, pero ahora ese lugar no era seguro. No podía permitir que se quedara allí si era cierto que él se encontraba en París. Si había ido en su búsqueda para terminar lo que no había terminado hacía 400 años…No podía dejarla allí, no sería seguro para ella.

De momento, pasarían la noche juntas, para que la desconocida lograra tranquilizarse. Con el paso de las horas se le ocurriría un plan, o al menos eso esperaba. Miró a la chica un par de segundos y luego volvió a sonreírle ─¿Desea tomar algo caliente, señorita?─le preguntó ─Podemos ir a algún lugar para que tome algo, tal vez un tentempié ─añadió─ Conozco una agradable posada en una bonita plaza. Estoy segura de que se sentirá mejor tras descansar un poco allí.

por **Judith Velázquez** Sáb Feb 27, 2016 12:47 pm

La temperatura corporal de Aileen fue equilibrándose poco a poco debido al abrigo que le había prestado la muchacha que amablemente le ofrecía un tentempié o algo para rellenar su vacío cuerpo. Deseaba que el momento que estaban disfrutando ahora mismo no acabara de repente, quería al menos sentirse acompañada por alguna persona.

- ¿De verdad? –Pregunto sin creérselo – Puedo devolverte el favor –Sin pensárselo y por mera costumbre coloco su mano derecha sobre el regazo de la muchacha, sobre el muslo acariciándolo con sutileza mientras que con la mano izquierda descubría parte de su escote, pero se vio comprometida, ella misma dejo las insinuaciones debido a que posiblemente lo estuviera malinterpretando – Lo siento yo…- se movió un poco lejos de la desconocida, se ruborizó de sobremanera que se arrepentía de lo que había hecho y de haber sido tan atrevida – Yo no sé qué estaba haciendo –murmuro apenas audible.

– Es que…no es que te quiera complacer de ese modo es que son…ha sido mucho tiempo encerrada en esa torre….-sus manos jugaban entre sí de manera inquieta, tosió un poco para después darse cuenta de que aún su escote estaba siendo insinuante. Rápidamente se ocultó su escote abrazándose con el abrigo que tenía sobre sus hombros. Observo entonces a la gente. Siempre o parecía que la observaban por ser una sin techo pero alguna que otra persona la estaba observando fijamente, otras personas pasaban de ella deliberadamente, niños y niñas que volvían a sus casas de la mano de sus madres la miraban y dejaban de mirarla por los tirones de sus madres.

En realidad era una noche demasiado afortunada. Había caído bajo los brazos de una muchacha muy hermosa que además le había prestado su abrigo para ocultarse del frio nocturno – Gracias…me encantará tomar ese tentempié con usted….-tosió- me llamo Aileen…-sonrió con suavidad y ni siquiera marcando la línea horizontal de su rostro.

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