AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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- Areté - /libre
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Martes 28 de Febrero. 23:25 hrs.
Cielo despejado.
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¿Los humanos serían capaces de ver la noche como ella? Claro que no, eran incapaces de valorar la muerte y su existencia, la vida de otros, su paso por la tierra. Por ese motivo Lis rendía culto a los únicos seres que le habían quitado el aliento con sus historias. Le hubiese gustado ser vampira en esos años para entender la simetría, el amor a los dioses, el sentido de creación e ir en busca de su arete*.
Cuando Lis se sentía perturbada, leía el Menón de Platón**. Un relato denso que equilibraba su perturbado interior y le ayudaba a comprender las cosas que nadie podía explicarle. Desde niña su necesidad de respuestas era inagotable y la mayoría de las veces las palabras que su madre intentaba usar para llenar ese vacío, eran inútiles. Eso la desligó de ella, de cada humano intranscendente que llegaba a su vida. Por eso se movía, por eso viajaba de un punto a otro del mapa, buscando algo que se suponía, iba a encontrar en algún instante de su eternidad. Pero a esa altura…
Y ahí estaba, mostrándole su debilidad al mundo, pues ubicada en el árbol más alto del bosque en un lugar sumamente alejado y sentada en la rama más inestable. Lucía como quien desea tomar sus cosas y huir. Como si fuera una mortal más que ocupa un espacio en esa ciudad, sin responsabilidades, sin un sentido claro más que existir. Lis existía porque debía, muchas décadas necesitó para entender porque debía vivir hasta la eternidad, porque su paso por la tierra era tan necesario y ese mismo tiempo tardó en darse cuenta que ese era su sentido, descubrir el por qué y el para qué. No vengaba ninguna muerte, tampoco odiaba lo suficiente como para matar a algunos humanos que compitiesen con ella, en ese trozo de tierra. Nada. Existía para escribir, para que otros la observaran, pero… ¿tenía sentido?
¿Pero ella? ¿Ella existía?. Si, lo hacía. Lo supo al recordar el cuerpo de la muchacha que había sido su cena rato atrás, pero que ahora era un montón de polvo.
Existía para ella, para sus recuerdos y para otro ser. Pensó en ese sentimiento que la venía perturbando hace días, la sensación de vacío, el deseo carnal, el hambre irrefrenable, porque la sed había aumentado. Aquello tenía un nombre pero necesitaba más explicaciones, más respuestas. Tenía tanto en su cabeza que, el crujido mas mínimo de una rama pisada, la sacaba de su tranquilidad.
Se levantó en medio segundo, olfateó profundamente y bajó el árbol lanzándose al vacío. Seguramente había sido un animal, cazadores nocturnos como ella, pero no, olía diferente. –Si no vienes a dar respuestas, te doy la oportunidad de volver por donde venías- dijo en voz alta cuando tocó el suelo; jamás sonaba a la defensiva pero esa noche no estaba dispuesta a compartir el espacio con nadie, incluso, su don de bloqueo mental estaba activado.
Cuando Lis se sentía perturbada, leía el Menón de Platón**. Un relato denso que equilibraba su perturbado interior y le ayudaba a comprender las cosas que nadie podía explicarle. Desde niña su necesidad de respuestas era inagotable y la mayoría de las veces las palabras que su madre intentaba usar para llenar ese vacío, eran inútiles. Eso la desligó de ella, de cada humano intranscendente que llegaba a su vida. Por eso se movía, por eso viajaba de un punto a otro del mapa, buscando algo que se suponía, iba a encontrar en algún instante de su eternidad. Pero a esa altura…
No sabía si lo había encontrado, tampoco sabía si debía continuar buscando.
Y ahí estaba, mostrándole su debilidad al mundo, pues ubicada en el árbol más alto del bosque en un lugar sumamente alejado y sentada en la rama más inestable. Lucía como quien desea tomar sus cosas y huir. Como si fuera una mortal más que ocupa un espacio en esa ciudad, sin responsabilidades, sin un sentido claro más que existir. Lis existía porque debía, muchas décadas necesitó para entender porque debía vivir hasta la eternidad, porque su paso por la tierra era tan necesario y ese mismo tiempo tardó en darse cuenta que ese era su sentido, descubrir el por qué y el para qué. No vengaba ninguna muerte, tampoco odiaba lo suficiente como para matar a algunos humanos que compitiesen con ella, en ese trozo de tierra. Nada. Existía para escribir, para que otros la observaran, pero… ¿tenía sentido?
¿Pero ella? ¿Ella existía?. Si, lo hacía. Lo supo al recordar el cuerpo de la muchacha que había sido su cena rato atrás, pero que ahora era un montón de polvo.
Existía para ella, para sus recuerdos y para otro ser. Pensó en ese sentimiento que la venía perturbando hace días, la sensación de vacío, el deseo carnal, el hambre irrefrenable, porque la sed había aumentado. Aquello tenía un nombre pero necesitaba más explicaciones, más respuestas. Tenía tanto en su cabeza que, el crujido mas mínimo de una rama pisada, la sacaba de su tranquilidad.
Se levantó en medio segundo, olfateó profundamente y bajó el árbol lanzándose al vacío. Seguramente había sido un animal, cazadores nocturnos como ella, pero no, olía diferente. –Si no vienes a dar respuestas, te doy la oportunidad de volver por donde venías- dijo en voz alta cuando tocó el suelo; jamás sonaba a la defensiva pero esa noche no estaba dispuesta a compartir el espacio con nadie, incluso, su don de bloqueo mental estaba activado.
* En su forma más general, para algunos sofistas la areté es la "excelencia" o prominencia en el cultivo de la elocuencia.
** Dialogo de Platón que contiene una reflexión sobre la esencia de la virtud y de los problemas relativos a como se consigue. Filosofía.
Lisístrata- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 09/11/2015
Re: - Areté - /libre
A veces deseaba no sentirme tan sedada. A veces deseaba no pensar tanto. Quedarme en un espacio a solas y poder relajarme, estar en paz conmigo misma. No ser tan reflexiva, como a veces admiran los tontos. De esa manera podría respirar y solamente eso, hasta vaciar mi cabeza para llenarla de blanco, de la nada. Sentir la liviandad de vivir, en vez de ponerme yo misma un peso sobre mis hombros que ni siquiera existía todavía. Nadie me apresuraba; nadie me exigía. Era yo quien cerraba los ojos y apretaba el gatillo hacia mi sien.
Pero ¡ah! De nuevo mi infaltable autofagia, torturándome, cuestionándome. Campagnolo tampoco me ayudaba; él sólo era leal a la magia, no a mí. ¿Qué eran realmente los vampiros? ¿Por qué la fuente de mi magia parecía dispararse en su compañía? Baldassare y Soren, los dos inmortales con los que Dios me había contrapuesto, me llenaban más de interrogantes que de respuestas. O quizás era yo la que con cada certeza, ideaba diez preguntas porque sí, porque se me daba la gana, o porque mi aparente inteligencia no era más que inseguridad camuflada de intelectualidad. Sentía miedo, y por eso necesitaba saberlo todo. Parecía lógico.
Salí de casa esa noche, llevando conmigo únicamente una capa. Mis gatos se quedaron estáticos y en silencio cuando me vieron atravesar la puerta. Fue como si me dijeran «ya hemos recorrido ese camino tantas veces, que tú sabrás a lo que te enfrentas». Y tenían razón; a través de sus ojos almendrados y transparentes, me comunicaban lo que habían visto, pero no lo entendería hasta que lo hubiera experimentado por mi cuenta.
Caminé sin rumbo a propósito entre las sombras, porque quien está perdido encuentra. Después de conocer la existencia de los vampiros, me había vuelto casi temeraria, como si caminar en busca de la verdad generase un campo de fuerza a mi alrededor; me sentía empoderada, siendo tan insignificante. Y me pregunté si entre ellos se verían de la misma forma magnífica que yo los veía, o tan comunes como nos tratábamos nosotros, los humanos.
Frené de pronto, como si me hubiesen bañado con agua glacial. No era igual a la sensación que había sentido con Soren, ni mucho menos a la que precedía al ángel del rostro sucio, pero casi. A pesar de eso, juré que un inmortal estaba cerca, si no es que demasiado. Las ramas podían apuntar en distintas direcciones, pero seguían perteneciendo al mismo árbol.
Me hinqué en el suelo, tratando de tolerar la sensación. Mis centros místicos sufrían una revolución. Me suplicaban que los usara de ser necesario, pero… ¿por qué lo sería? Toda consecuencia tenía su causa, y la descubrí cuando oí aquella voz metálica, de ultratumba, con su mortal advertencia.
Pensé que ni de haberlo querido, hubiera conseguido huir. Así que la adrenalina no llegó a impulsarme a escapar. De todos modos no me había escondido; por tanto, no tenía por qué revelar mi posición. ¿Y qué sentido tenía huir de la verdad? Como si no me fuera alcanzar.
— De donde vengo no es diferente al lugar en el que estamos. En este plano no hay salida. — lo había comprobado. Ni saliendo de casa me abandonaba ese estado de continua inconformidad, porque mi alma insaciable ahí estaba. No importaba cuánto cambiara de sitio — Pero eso usted ya lo sabe.
Pero ¡ah! De nuevo mi infaltable autofagia, torturándome, cuestionándome. Campagnolo tampoco me ayudaba; él sólo era leal a la magia, no a mí. ¿Qué eran realmente los vampiros? ¿Por qué la fuente de mi magia parecía dispararse en su compañía? Baldassare y Soren, los dos inmortales con los que Dios me había contrapuesto, me llenaban más de interrogantes que de respuestas. O quizás era yo la que con cada certeza, ideaba diez preguntas porque sí, porque se me daba la gana, o porque mi aparente inteligencia no era más que inseguridad camuflada de intelectualidad. Sentía miedo, y por eso necesitaba saberlo todo. Parecía lógico.
Salí de casa esa noche, llevando conmigo únicamente una capa. Mis gatos se quedaron estáticos y en silencio cuando me vieron atravesar la puerta. Fue como si me dijeran «ya hemos recorrido ese camino tantas veces, que tú sabrás a lo que te enfrentas». Y tenían razón; a través de sus ojos almendrados y transparentes, me comunicaban lo que habían visto, pero no lo entendería hasta que lo hubiera experimentado por mi cuenta.
Caminé sin rumbo a propósito entre las sombras, porque quien está perdido encuentra. Después de conocer la existencia de los vampiros, me había vuelto casi temeraria, como si caminar en busca de la verdad generase un campo de fuerza a mi alrededor; me sentía empoderada, siendo tan insignificante. Y me pregunté si entre ellos se verían de la misma forma magnífica que yo los veía, o tan comunes como nos tratábamos nosotros, los humanos.
Frené de pronto, como si me hubiesen bañado con agua glacial. No era igual a la sensación que había sentido con Soren, ni mucho menos a la que precedía al ángel del rostro sucio, pero casi. A pesar de eso, juré que un inmortal estaba cerca, si no es que demasiado. Las ramas podían apuntar en distintas direcciones, pero seguían perteneciendo al mismo árbol.
Me hinqué en el suelo, tratando de tolerar la sensación. Mis centros místicos sufrían una revolución. Me suplicaban que los usara de ser necesario, pero… ¿por qué lo sería? Toda consecuencia tenía su causa, y la descubrí cuando oí aquella voz metálica, de ultratumba, con su mortal advertencia.
Pensé que ni de haberlo querido, hubiera conseguido huir. Así que la adrenalina no llegó a impulsarme a escapar. De todos modos no me había escondido; por tanto, no tenía por qué revelar mi posición. ¿Y qué sentido tenía huir de la verdad? Como si no me fuera alcanzar.
— De donde vengo no es diferente al lugar en el que estamos. En este plano no hay salida. — lo había comprobado. Ni saliendo de casa me abandonaba ese estado de continua inconformidad, porque mi alma insaciable ahí estaba. No importaba cuánto cambiara de sitio — Pero eso usted ya lo sabe.
Simonetta Vespucci- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 13/10/2015
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Re: - Areté - /libre
No esperaba a nadie y las probabilidades de desgarrar esa noche el cuerpo de alguien eran altísimas, un humano iba a ser bebido sin dudar, pero contar con la presencia de otro ser sobrenatural implicaba una ruta diferente para llegar al mismo punto. Claramente no le esperaba, pero su rostro no expresó el desconcierto que la situación le producía, solamente se dedicó a mirar como la mujer daba pasos en torno a ella y la embriagaba de ese aroma tan atípico, incluso desconocido.
–No deseo iniciar una charla amistosa contigo, así que, me agradaría que te retiraras- la vampira remojó sus labios mientras esperaba ver la reacción de la hechicera, preparándose mentalmente para una respuesta juguetona o desafiante de vuelta. Ese tipo de cosas no se le daba, actuar de manera encantadora era complejo y menos cuando no deseaba hacerlo, asi que con la actitud imperturbable de siempre dio unos pasos hacia atrás para salir del centro del circulo que que se había formado entre la desconocida y ella.
Pensó rápidamente en el motivo de estar ahí, en el segundo anterior a que ella apareciera y en lo que su mente tenía dando vueltas. Miraba el pasado, deteniéndose justo en el instante de renacimiento tras haber sido mordida, luego venía la sensación de desprecio propio hacia su vida y el único ser al que había amado, él había sido el segundo vampiro que había conocido y que aun rondaba en su vida. Aquello debía significar algo.
-Necesito estar sola. Ahí estaba implícito el claro mensaje. Si se había apartado al bosque era porque necesitaba acallar sus demonios en soledad. Tenía pensamientos contradictorios. Por un lado estaría encantada de alimentarse de la mujer que se presentaba casi en bandeja de plata, por otro... Deseaba tranquilidad en su vida, al menos por una noche.
–No deseo iniciar una charla amistosa contigo, así que, me agradaría que te retiraras- la vampira remojó sus labios mientras esperaba ver la reacción de la hechicera, preparándose mentalmente para una respuesta juguetona o desafiante de vuelta. Ese tipo de cosas no se le daba, actuar de manera encantadora era complejo y menos cuando no deseaba hacerlo, asi que con la actitud imperturbable de siempre dio unos pasos hacia atrás para salir del centro del circulo que que se había formado entre la desconocida y ella.
Pensó rápidamente en el motivo de estar ahí, en el segundo anterior a que ella apareciera y en lo que su mente tenía dando vueltas. Miraba el pasado, deteniéndose justo en el instante de renacimiento tras haber sido mordida, luego venía la sensación de desprecio propio hacia su vida y el único ser al que había amado, él había sido el segundo vampiro que había conocido y que aun rondaba en su vida. Aquello debía significar algo.
-Necesito estar sola. Ahí estaba implícito el claro mensaje. Si se había apartado al bosque era porque necesitaba acallar sus demonios en soledad. Tenía pensamientos contradictorios. Por un lado estaría encantada de alimentarse de la mujer que se presentaba casi en bandeja de plata, por otro... Deseaba tranquilidad en su vida, al menos por una noche.
Lisístrata- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 09/11/2015
Re: - Areté - /libre
Su parecer era incluso más agradable viéndola de frente. Qué pena que con una frase se me fuera parte de ese encanto enigmático que me transmitía su presencia. Me recordaba una de las facetas que más aborrecía de la humanidad: la soberbia. De todas las cosas rescatables del ser humano, tesoros que daban deseos de hacer perdurar por siempre, aquella dama fría se había quedado con la más descartable. Una pena. No le hacía justicia a su belleza. Y para peor, justamente se le ocurrió toparse conmigo en mi noche más indiferente. Necesitaba de distracción, de vacío en mis venas, para llenarlas de paz. Un ángel hubiera llevado a cabo esa tarea con destreza y bondad, pero en vez de eso, una súcubo me descubrió.
Una súcubo con muy malos modales. ¿Y quién la culpaba? Si yo no tuviera nada que perder, haría lo que quisiera con los seres humanos, despreciando mi pasado mortal, mas eso no quería decir que estaba en su derecho hacerme a un lado con la orilla del zapato.
— Vuecencia y yo estamos de acuerdo. Prosiga, que no la molestaré. Ni siquiera recordará que existo. —neutral salió mi voz, girando mi cabeza hacia el lado opuesto para dejar de ver a la doncella letal.
Pero de pronto, me frené en seco. Fueron esos colmillos resplandecientes los que me detuvieron. Perlas amenazantes dentro de esa boca como manzana prohibida. Eran tan magnéticos como espeluznantes. Sé que debí verme como un conejo arrinconado ante sus ojos, porque comencé a oír mi propia respiración. Así y todo, me mantuve quieta, petrificada. ¿Miedo? No lo sentía, pero se asemejaba. Sólo alguien que cuya cabeza hubiese sido apuntada con un arma hubiera podido percibir lo que yo. Ese vacío existencial que se produce cuando da igual quedarse o correr.
Una súcubo con muy malos modales. ¿Y quién la culpaba? Si yo no tuviera nada que perder, haría lo que quisiera con los seres humanos, despreciando mi pasado mortal, mas eso no quería decir que estaba en su derecho hacerme a un lado con la orilla del zapato.
— Vuecencia y yo estamos de acuerdo. Prosiga, que no la molestaré. Ni siquiera recordará que existo. —neutral salió mi voz, girando mi cabeza hacia el lado opuesto para dejar de ver a la doncella letal.
Pero de pronto, me frené en seco. Fueron esos colmillos resplandecientes los que me detuvieron. Perlas amenazantes dentro de esa boca como manzana prohibida. Eran tan magnéticos como espeluznantes. Sé que debí verme como un conejo arrinconado ante sus ojos, porque comencé a oír mi propia respiración. Así y todo, me mantuve quieta, petrificada. ¿Miedo? No lo sentía, pero se asemejaba. Sólo alguien que cuya cabeza hubiese sido apuntada con un arma hubiera podido percibir lo que yo. Ese vacío existencial que se produce cuando da igual quedarse o correr.
Simonetta Vespucci- Hechicero Clase Media
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Re: - Areté - /libre
La vampira se mantuvo quieta, con el rostro levemente inclinado observando un punto entre los zapatos de la chica y la tierra. Claramente su expresión no revelaba nada, pero su cabeza contenía todas las posibles respuestas a ese comentario. –...Incluso iniciar una conversación no es lo mío, menos tratar de ser amistosa. Pero ya que decides quedarte donde estás...-respondió levantando levemente sus cejas, con una mirada siniestra-¿Te parezco mas amistosa ahora?
Sonrió levemente dejando ver uno de sus colmillos. Clara advertencia de lo que ella era y de lo que podía esperar. Se detuvo a observar la expresión del rostro de la mujer de rizos dorados mientras pensaba en la última vez que se había alimentado, recordando esos extraños días como Neófita que ella tanto detestaba, pues, el autocontrol que la caracterizaba se había esfumado para volver años mas tarde. Dio los pasos correspondientes hacia ella y se detuvo, manteniéndose un par de segundos sin moverse y sin emitir palabra.
-Tú…-dijo de pronto, como si ella entendiera a lo que ella se refería. -Estás aquí por un motivo y me gustaría saber cual antes de que te vayas. Perdonaría la grosería de interrumpirme y podrías irte luego de eso sana y salva.
Esa vena palpitante en el cuello de la humana, le llamaba como una abeja a la miel. Por ella corrían litros y litros de sangre fresca y palpitante. Tan sólo bastarían un par de movimientos y su preciosa sangre le sería arrebatada y con ello la vida misma.
Sonrió levemente dejando ver uno de sus colmillos. Clara advertencia de lo que ella era y de lo que podía esperar. Se detuvo a observar la expresión del rostro de la mujer de rizos dorados mientras pensaba en la última vez que se había alimentado, recordando esos extraños días como Neófita que ella tanto detestaba, pues, el autocontrol que la caracterizaba se había esfumado para volver años mas tarde. Dio los pasos correspondientes hacia ella y se detuvo, manteniéndose un par de segundos sin moverse y sin emitir palabra.
-Tú…-dijo de pronto, como si ella entendiera a lo que ella se refería. -Estás aquí por un motivo y me gustaría saber cual antes de que te vayas. Perdonaría la grosería de interrumpirme y podrías irte luego de eso sana y salva.
Esa vena palpitante en el cuello de la humana, le llamaba como una abeja a la miel. Por ella corrían litros y litros de sangre fresca y palpitante. Tan sólo bastarían un par de movimientos y su preciosa sangre le sería arrebatada y con ello la vida misma.
Lisístrata- Vampiro Clase Alta
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Re: - Areté - /libre
¿Amistosa? ¿Podía ser una fiera amistosa o sólo compradora, previa a la traición? Ella no necesitaba engatusarme para atraparme. Ya lo había hecho, sólo descubriéndome. En ese momento, la fría serpiente podía preguntarme todo lo que quisiera, y yo le respondería. Sin embargo, una voz pequeña, pero potente, quería salvarme. Eran los consejos de Campagnolo, brotando al auxilio.
”Mantenla entretenida, demuéstrale que mereces estas en su presencia, o te matará.”
Como diamantes refulgieron sus colmillos ante mí, aflojando mi mandíbula de asombro. Me invitaba a entrar, a entregarme. Un blanco dócil, pero difícil de quebrar. Estaba aterrada, pero más fascinada. Debí haber sufrido un lapsos de locura, porque a pesar de ser tan corriente como la tierra bajo mis pies, me sentí muy hermosa con el solo acto de su mirar sobre mí.
— Quería ver si era posible confundirse con la musa gris de allí arriba. Quedar blanca, vacía, para matar esta noche y renacer en la mañana. Estar cerca de ella, hasta que decida compartir su fuerza conmigo. — mis párpados flaqueaban, pero se rehusaban a caer. De haber sido una humana común y corriente, no hubiera soportado — Pero ahora pienso que si la luna está tan lejos, será por algo. Vista de cerca puede ser mortífera. Si te le quedas viendo, te hipnotiza. Si ella te mira de vuelta, estás acabado.
”Mantenla entretenida, demuéstrale que mereces estas en su presencia, o te matará.”
Como diamantes refulgieron sus colmillos ante mí, aflojando mi mandíbula de asombro. Me invitaba a entrar, a entregarme. Un blanco dócil, pero difícil de quebrar. Estaba aterrada, pero más fascinada. Debí haber sufrido un lapsos de locura, porque a pesar de ser tan corriente como la tierra bajo mis pies, me sentí muy hermosa con el solo acto de su mirar sobre mí.
— Quería ver si era posible confundirse con la musa gris de allí arriba. Quedar blanca, vacía, para matar esta noche y renacer en la mañana. Estar cerca de ella, hasta que decida compartir su fuerza conmigo. — mis párpados flaqueaban, pero se rehusaban a caer. De haber sido una humana común y corriente, no hubiera soportado — Pero ahora pienso que si la luna está tan lejos, será por algo. Vista de cerca puede ser mortífera. Si te le quedas viendo, te hipnotiza. Si ella te mira de vuelta, estás acabado.
Simonetta Vespucci- Hechicero Clase Media
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