Snake eyes and Sissies

por **Rhett Hummels** Jue Ene 14, 2016 1:37 am

Esta tarde ya casi noche está algo fresca y unas cuantas chispas de agua están cayendo del cielo sin embargo, eso no me detiene a continuar con mis negocios.

Me arreglo mi ropa y acomodo el cuello de mi camisa antes de salir del cuarto, después de todo uno siempre tiene que estar presentable para este tipo de eventos, sobre todo si se conocerá a alguien nuevo.

Hace unas semanas mandé unas cartas a distintos compradores de vino con los cuales trabajo, nada muy elaborado más que informes de ventas entre otras cosas... Pero la firma y la letra del reporte de una lograron llamar mi atención, el club nocturno IL PECCATO NOSTRO y entre otros negocios del señor Veccio (Con el cual tenía poco de haber conocido, si acaso nos habíamos visto 3 o 4 veces en persona). Los documentos firmados parecían ser diferentes y no tan precisos como otros, a pesar de que esto no me causara ningún problema (o por lo menos hasta ahora) me intrigaba saber porque aquella repentina diferencia si es que el Sr. Veccio estaba teniendo algún aprendiz con él, después de todo lo que estaba manejando era también mi dinero.

Besé la mejilla de mi bella mujer tendida sobre la cama, la pobre estaba agotada y lucía muy cansada por la anemia. Su cuello y brazos estaban llenas de marcas a causa de mis dientes lo cual me hizo sentir un pequeño remordimiento de culpa, y le acaricié la mejilla. A veces era tan irresistible que no podía detenerme, era como si me hubiera hechizado desde el momento en que la vi por primera vez y me impedía soltarla, sin embargo tenía que hacerlo si no deseaba matarla.

Al salir de aquél cuarto lo cerré bajo llave y cogí un paraguas para dirigirme al despacho de Lucciano Veccio bajo las suaves gotas que caían del cielo. El lugar no estaba muy lejos además de que el clima era de mis favoritos así que no hubo necesidad de pedirle a nadie que me llevara, de cualquier forma aquello me hubiera costado más trabajo ya que no tenía servidumbre en mi casa, me gustaban las cosas sencillas.

Llegué a la mansión de Lucciano y de inmediato me abrió uno de sus sirvientes, algo que me encantaba de aquel lugar era la atención rápida a las visitas y el trato tan amable hasta por el mismo hombre lo cual me hacía sentir en confianza y por lo cual había accedido tan rápido a hacer negocios, además de que de inmediato descubrimos la naturaleza tanto de uno como de otro lo cual era un bonus extra pues últimamente no gozaba de mucha compañía o amigos.

-El Sr. Veccio no se encuentra en estos momentos pero enseguida lo atienden. –me dijo quien abrió la puerta luego de llevarme al despacho. Al no ser la primera vez que entraba a esa casa en busca de negocios ya me reconocían fácilmente.

Me limité a hacerle una seña con la cabeza en forma de aprobación y con una muy ligera sonrisa dibujada en mis labios.

El despacho era amplio y con un olor agradable ya que estaba lleno de flores en cada mueble lo cual le daba un toque… ¿“femenino”?

La puerta se abrió dejando ver a una sensual mujer de cabellos colorados. “Vaya… así que de esto se trataba. Me alegra tanto.” Pensé al tiempo en que sonreí.

-¿Usted está a cargo de los negocios? –pregunté sorprendido. Jamás había visto a una mujer encargarse de algo que no fuera la casa y mucho menos con un negocio tan grande. -Vaya… Suponía que Lucciano no se encontraba pero debo admitir que tampoco me esperaba esto. –la miré de pies a cabeza sin perder ningún detalle de su figura mediana desde sus tobillos hasta su contorneada figura la cual lucía muy bien con ese vestido casual y verdoso. Sus labios rojizos y aquellos ojos tan seductores al igual que los de una serpiente resaltaban de entre la piel blanca y brillosa, sin duda una mujer hermosa al gusto de cualquier hombre y no dudaba en que Lucciano ya la hubiera tocado, sería un desperdicio si no... –Oh, lo siento tanto… Hummels, Rhett Hummels. –extendí mi mano al tiempo en que le mostré una amable y suave sonrisa.

por **Lilith O'Hara** Dom Feb 14, 2016 3:21 am

No era muy tarde aún, sin embargo, el cielo lucía nublado y varias gotas de lluvia acariciaban la ventana de mi cuarto lo cual creaba el ambiente perfecto de relajación.

Me recoste en mi cama con el cuaderno en donde solía anotar los pendientes que tenía para el día siguiente, estar manejando los negocios de Lucciano no era tarea sencilla y aún no me familiarizaba mucho con las ventas y los documentos. Toda mi vida había dependido de seducir a la gente no sólo en el burdel si no también en la taberna para que consumieran más alcohol pero en esta ocacion no trataba mucho con los clientes de manera directa lo cual hacia de esto un trabajo sumamente aburrido.

Me quedé quieta por un momento pensando en como seria mi vida si tan sólo pudiera bailar y lucirme sobre un escenario. Aquello era lo que más me gustaba y lo único que me ayudaba a soportar mi vida en el burdel... No era como si extrañara aquel lugar lleno de hombres que parecían animales pero por lo menos ahí tenía la libertad de improvisar algunos pasos y sentir la mirada de todos admirando lo que era capás de hacer aún sin haber estado en una escuela de artes.

La puerta sonó sacandome de mi fantasía.

-¿Un cliente? Que extraño... Nunca vienen hasta acá. -susurré al escuchar el anuncio de el sirviente mientras me levantaba de la cama y me acomodaba el vestido color verde limón. Era increíble lo que había cambiado en mi manera de vestir durante el tiempo que había estado viviendo con él.

Me dirigi hacia el despacho preocupada por quien podría ser, si se había tomado la molestia de venir hasta la mansión seguro era porque se trataba de algo de suma importancia, tan sólo esperaba que no fuera un error que yo hubiera cometido.

-Lucciano está de viaje en estos momentos, ¿Puedo ayudarle en algo? -dije amablemente al entrar por la puerta. -Sí, yo soy quien los ha estado llevando mientras él no se encuentra.

Me acerqué un poco hasta estar entre el escritorio y el cliente sin hasta percatarme de su mirada la cual daba la impresión de estarme examinando con precisión.

-Imagino que tendrá algún contrato con nosotros, ¿Tiene algún problema con algún documento, señor....? -me detuve al percatarme que ni siquiera me había dicho su nombre.

El hombre lucía muy extraño y me causaba un poco de timidez, sin embargo no podía dejar que lo notara y me creara problemas con Lucciano. Si algo había aprendido de este mundo de los negocios era que siempre había que actuar con seguridad y confianza para poder obtener más ganancias.

-Mucho gusto Señor Hummels... -pronuncié al tiempo en que estrechaba su mano. Un suave frescor recorrió por mis dedos hasta todo mi brazo desvaneciéndose en mi codo, inmediatamente pensé en Lucciano y en como el sentir de su piel era muy similar a la de él. Su sonrisa grande de oreja a oreja me permitieron ver un poco la punta de sus colmillos causándome escalofríos.

Me apresuré a soltarlo.

-eh... Dígame en que puedo ayudarle. -me sujeté las manos por enfrente de mi vestido una sobre otra. Estaba segura de que mientras yo estuviera dentro de la mansión ningún otro vampiro se atrevería a hacerme daño si no quería problemas con Lucciano aunque, de cualquier forma el señor Hummels tenía algo dentro de aquellos ojos negros y sonrisa macabra que no me permitía fiarme.

por **Rhett Hummels** Vie Mar 18, 2016 4:24 pm

Ver su cara de asombro al tocar mi piel muerta me causó gracia y no pude evitar hacer una gran sonrisa muda. Si bien era algo muy normal que a cualquier muchacha le causara curiosidad el porque mi piel fresca sin poder evitar preguntarme estaría sintiendo frío, pero esta mujer no parecía ser como cualquier otra ni tampoco le causaba curiosidad sobre mi apariencia aún y cuando parecía haber notado ya mis colmillos. Ella sabía sobre la existencia de nosotros.

A pesar de que se estaba mostrando muy segura, mi instinto me advertía que si me esforzaba un poco más podría llegar a ocasionarle algo de miedo, lo cual hacia que su sangre se endulzara. El pensamiento me hizo sentirme mas ansioso pues no solamente ese cuerpo despampanante me estaria llamando, si no también el olor de su sangre al endulzarse con su pavor.

-Claro si si... -respondí después de un rato en silencio. -...bueno, es que me di cuenta que otra persona estaba manejando el dinero de mis vinos, a decir verdad esperaba a un hombre aburrido y viejo como Lucciano. -mencioné entre risas. -Pero ya que en su lugar me encuentro con una señorita tan preciosa y elegante dirigiendo mis negocios no creo que tenga de que preocuparme. -pasé mi dedo índice desde su cuello hasta su barbilla prestando especial atención a esos ojos que me habían hechizado desde el momento en que entró a la habitación.

La piel de la joven lucia y se sentia tan tersa que me extrañaba el hecho de que un vampiro tan frío como Lucciano tuviera a una mujer como ella a su lado sin ninguna marca siquiera de violencia y que incluso hasta la tuviera viviendo con todos los lujos y las mismas o mas atenciones que el por parte de la servidumbre ¿Acaso era el juguete especial de Lucciano del cual sólo él podía beber? Aunque a pesar de los lujos estaba seguro de que cualquier mujer ya hubiera corrido de sus colmillos por temor a morir. ¿Acaso la tendría esclavizada mediante su sangre para que estuviera a lado de él hasta que se cansase de ella y fuera capaz de matarla?

Mi índice empujó su barbilla hacia el lado contrario para observar alguna marca de mordida del otro lado de su cuello que quizá se me hubiera pasado antes, pero no había nada. Si aquella mujer hubiera sido probada alguna vez seguro ya habia cicatrizado ¿Como podía resistirse Lucciano a esta belleza?

-Y dime... -la solté y caminé por detrás de ella para sentarme en un diván cercano. -...¿Cuanto tienes aquí con Lucciano? No debe ser hace mucho tiempo ya que cuando vine a conocerlo para hacer negocios no te senti por aquí. -La observé. -Bueno, es que también sólo he venido una vez a esta casa... Y como no me gusta mucho recibir gente en la mía, casi siempre nos reunimos en otros lugares. Pero, ahora que sé que tú estás aquí atendiendo mis negocios... Creo que tengo que venir más seguido. -sonrei.

Ella permaneció callada por un momento antes de contestar como si no quisiera hablar mucho del tema pero yo me empeñaba en conocerla más.

-¿Porque no me invitas a tomar algo y te sientas a mi lado? Vamos, no voy a morderte... -volví a reír silenciosamente ante la ironía de mi último comentario.

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