Acaso no puedes fijarte por donde caminas?? (Privado Antoine)

por **Anja Yakovlev** Sáb Ene 16, 2016 5:17 pm

A través de las puertas del sueño custodiadas por los ghules

Más allá de los abismos de la noche iluminados por la pálida luna,

He vivido mis vidas sin número,

He sondeado todas las cosas con mi mirada;

Y me debato y grito cuando rompe la aurora, y me siento

Arrastrada con horror a la locura.

He flotado con la tierra en el amanecer de los tiempos,

Cuando el cielo no era más que una llama vaporosa;

He visto bostezar al oscuro universo,

Donde los negros planetas giran sin objeto,

Donde los negros planetas giran en un sordo horror,

Sin conocimiento, sin gloria, sin nombre.

He vagado a la deriva sobre océanos sin límite,

Bajo cielos siniestros cubiertos de nubes grises,

Que los relámpagos desgarran en múltiples zigzags,

Que resuenan con histéricos alaridos,

Con gemidos de demonios invisibles

Que surgen de las aguas verdosas.

Me he lanzado como un ciervo a través de la bóveda,

De la inmemorial espesura originaria,

Donde los robles sienten la presencia que avanza,

Y acecha allá donde ningún espíritu osa aventurarse,

Y huyo de algo que me rodea y sonríe obscenamente,

Entre las ramas que se extienden en lo alto.

He deambulado por montañas horadadas de cavernas

Que surgen estériles y desoladas en la llanura,

He bebido en fuentes emponzoñadas de ranas

Que fluyen mansamente hacia el mar y las marismas;

Y en ardientes y execrables ciénagas he visto cosas

Que me guardaré de no volver a ver.

Estaba a punto de anochecer la hora de salir para nosotras las criaturas de la noche, ya que era la única forma de poder salir sin caer en cenizas ante la luz del sol; La Condesa lo sabía perfectamente, aunque la noche era la mejor parte del día...Normalmente siempre los guardaespaldas siempre querían estar encima de ella por así decirlo, pero lo que ellos no sabían es que ella se sabía cuidar a la perfección, de hecho no necesitaba de ellos, aunque no era necesario decirles, después de todo cubrían las apariencias y es lo que necesitaba en estos momentos.

Antes de salir ella se metía al baño en su jacuzzi lleno de sangre de jóvenes sirvientas hermosas, eso es lo que creía ella que la mantenía completamente joven y bella, ese era su baño relajante, siempre cada noche por veinte minutos, para después salirse y secar cada centímetro de su piel mientras que sus muchachas la comenzaban a vestir con un vestido muy ajustado de seda muy hermoso, le acomodaban el cabello mientras usaba unos zapatos hechos solo para ella a la mediday muy hermosos.

Les dejo dicho a sus hombres que daría una vuelta sola, no quería que ninguno de ellos le acompañaran como lo hacían siempre, era una noche con una densa neblina y a pesar de eso, no la hizo cambiar de opinión, a veces podía meterse en problemas pero solía ser demasiado obstinada. Al salir a caminar la neblina se fue haciendo más pesada, casi no alcanzaba a ver absolutamente casi nada, pero prosigo caminando, pero sin darse cuenta se toma con alguien que no alcanza a distinguir bien con la neblina solo se quejo un poco-Auch, acaso no se fija por donde camina?-Dijo al chico o chica con el o la que se había topado.

por **Ahmet Arlovskaya** Lun Ene 18, 2016 7:12 pm

Otra noche que reina la ciudad de París, la ciudad del pecado divino, donde la raza vampírica puede salir con mayor libertad de sus hogares o cualquier lugar en donde estén escondidos mientras el rey astro hace de presencia y sobre todo donde pueden ser ellos mismos o eso suponían. Ahora le tocó Antoline Sebasthian Beethoven ser el elegido en salir de su vieja y oscura casona, que desde que llego a Francia, París no ha tenido o mejor dicho, no ha querido remodelarla, porque no sabe si se va a quedar una gran temporada o al día siguiente volverá a irse, no está definido esa parte, aun; pero para Antoline, ex duque de Italia le favorece la noche, ya que, su pasatiempo favorito es descuartizar a las personas que, la verdad se le cruza enfrente de su camino, simplemente selecciona a su presa de noche, consume una gran cantidad de sangre, fresca y sobre todo rica para después, matarla sin dejar rastro alguno, claro, todas sus víctimas han sido, accidentalmente aventadas al acantilado más retirado de París.

Beethoven se encuentra sentando en su silla favorita, la que siempre lleva consigo, sí, es un loco, pero cuando ama una cosa, no lo deja hasta que lo aburre, por ejemplo, su puesto de Duque, al principio era perfecto, le gustaba ser alabado y perseguido por las mujeres pero llego el tiempo que se aburrió y lo dejo perder, así pasa. Ahora se encuentro viendo unos papeles antiguos, de su ex familia, por parte de su madre, claro, aunque tan solo de recordar a la mujer que hace tiempo le dio la vida se le revuelve el estómago y su sed de matar se enciende como la misma dinamita y acaba como la misma pólvora, odia y siempre odiara a esa mujer que ante de nacer no lo amaba. Esa casona le partencia a su familia: Familia Beethoven, incluso hay una pintura familia que por ende, él no está en ese cuadro… tan hermoso, según las personas que pisan su morada, él ríe y para después matarlos. Cerró los ojos, para calmar esa sed que regreso a su interior, pronto saldrá, pronto llegara el juicio.

De repente, esa mansión lo único que se escuche fue las doce campanadas del gran reloj que tenía en la sala. Los ojos de Antoline estaban completamente de un color escarlata, los dedos del hombre se entornaron alrededor de los brazos de la silla de madre de roble fino, una sonrisa apareció en su blanquecino y hermoso rostro, mostrando aquellos perfectos y blancos colmillos, listo para encajarlos en una persona, sobre todo en una mujer y más si es virgen, su paladar ardió tan solo pensarlo; al escuchar la última campanada, ya no estaba en el haciendo, si no afuera, con una gabardina larga y negra y con un sobrero del mismo color, buscando a su presa.

Estaba tan concentrado en encontrar a su nueva mujer que no se dio cuenta cuando choco con alguien, escucho como lo llamaban, saliendo de su letargo, con el ceño fruncido e indignado por aquel toco nada agradable hacia su persona, se voltio, casi podría jurar que si fuera un simple vil y frágil humano su cuello se romperá, pero como no es aquello, daba gracias por ser un atractivo y fuerte vampiro.

-Disculpa –Preguntó un poco molesto, aunque tal vez no fue así. –Tú deberías de fijarte, mujerzuela barata. –Sin más, se alejó, olía a su misma raza, pero no le interesaba, esa mujer era una ramera, desde kilómetros podría oler el aroma a muchas personas sobre su piel, una indignación para Antoline.

Tal vez encontró problemas, pero siempre salía como fuera. Antoline Beethoven, el vampiro más idiota del mundo, sin importar a quien agrede o falta el respeto, simplemente, él no se quedara callado, como esta vez, por ejemplo.

por **Anja Yakovlev** Lun Ene 18, 2016 7:43 pm

Cuando creyó que esta noche sería una de sus noches donde encontraba a un chico o chica joven para cenar, se topaba con ese hombre que para el colmo le faltó al respeto, ese hombre quién se creía? acaso no sabía con quien estaba hablando? era alguien de la realeza y este hombre la trataba como mujerzuela? era una maldita broma, pudo haberle dicho cientos de insultos, pero el haberle dicho mujerzuela y barata para colmo, en verdad este chico la había hecho enojar y bastante, esto estaba segura no se iba a quedar así...Tal vez él estaba impuesto a estar cercas de mujerzuelas pero con ella no se tuvo que meter porque aparentemente la Condesa podía aparentar ser calmada pero eso era solo parte de su apariencia, si ella se lo proponía podía llegar a ser la perra más grande refiriéndose a su carácter, alzo una ceja cruzándose de brazos en una pose algo seductora porque lo llevaba en la sangre mientras daba un par de pasos cercas de aquel hombre para decirle-Que tu madre sea una mujerzuela, no nos hace a todas el serlo querido, a la otra vete a decirle esas cosas a tu madre, conmigo no te metas insolente, eres tan solo un chico que intenta dársela de chico malo, pero muy dentro eres un cachorro asustadizo -Bufa mientras acomodaba su linda cabellera rubia.

Podía darme cuenta que ese chico no era un humano, con él tiempo se había enseñado a distinguir entre una bestia y otra, por ejemplo ese hombre que era muy atractivo y eso era molesto, ya que sería una lastima desfigurar ese hermoso rostro, pero sino tenía otra opción pues lo haría sin tentarse el corazón que no tiene por cierto, ese chico era un vampiro podía notarlo por como se movía, su mirada tan penetrante era algo indiscutible en verdad, antes que nada lo observe de pies a cabeza, e intente no tomarle muy enserio.

No era buena idea confiarse, no era de las chicas tontas que daba la espalda a un hombre como él, ya que su mirada reflejaba demasiados sentimientos fríos, podía ver casi a través de ellos, le gustaba el caos, aunque a quien no? aún estaba molesta por como la trato y simplemente se acerco lo suficiente y dijo con una voz suave-Que sea la última vez que me llamas de esa manera, porque a la otra no dudaré en quitarte a tus amigos...para ti soy La Condesa-Dijo con altanería alejándose de el lentamente siempre atenta a algún ataque de la otra persona.

por **Ahmet Arlovskaya** Lun Feb 22, 2016 8:20 pm

Normalmente la mente del vampiro trabaja tan rápido que a veces comete los errores sin pensarlo, siempre ha sido un poco, bueno, mejor dicho, siempre ha sido una persona ingrata, irrespetuoso y muy grosera con los semejantes, nunca piensa antes de actuar y tampoco aprenderá ahora que tiene más de mil años con vida, mucho tiempo para una persona ¿o no? tampoco se preocupa mucho por las demás personas del que dirán o como actuaran con él, Antoline dirá lo primero que su mente digiera para dejarlo fluir por su lengua y que los demás personas lo escuchen. Tampoco se siente mal por ofender a las personas que se crucen en su camino por ello, al momento de insultar a la vampiresa no le intereso que fuera mujer, dijo lo primero que pensó, este ex duque no le intereso si fuera la mismísima hija de rey del mundo: Sí lo matan que lo hagan, si comienzan una pelea que lo hagan pero el dará batalla, no se dejará dominar por nadie ni por nada, desde que estaba muy crio lo han aborrecido su misma familia y fue creciendo con un rencor que nadie podrá borrarlo ni siquiera esa niña llamada su sobrina que vive en su mismo techo y como le pide a satanás que haga crecer a su sobrina para que se case y se largue de su hogar, él no quiere a nadie en su entorno quiere ser como un lobo solitario.

No quería discutir con una mujer como ella, se iba a dar la vuelta para irse y poder cazar con tranquilidad pero al escuchar hablar sobre su madre, todo el plan que tenía lo hizo un lado era su oportunidad, la miró a los ojos y con una sonrisa perfectamente sínica mostrando sus colmillos respondió: -¿Te atreves a insultar a mi madre?.. –Preguntó con el ceño fruncido, y ladeo su rostro. –Te felicito, mi madre era más que una mujerzuela barata, ella era una ramera que, la verdad no cobrara al momento de abrir sus piernas. Mi madre… no, la señora que me pario es más que eso. Pero todas palabras le quedarán chicas… -Suspiro ante aquello y se alejó de ella. –Bueno, no soy tan pequeño, según su criterio tengo más años de lo que usted imagina, y tampoco soy una perra asustada, usted ni nadie podrá erizar mi piel o hacer que mi corazón palpite del susto, lastima nadie puede hacer eso, así que lárguese, no la quiero ver, de solo verla hace que me duela la cabeza. –Sacudió la mano para darle importancia a eso y alejarse, no quería gastar más saliva con ella.

Rodo los ojos, alejándose de ella. Pero antes de irse.

-Para mí usted es una mujerzuela barata, una ramera y me importa un dedo de su pie si es la condesa del mundo o la reina. –Finalizo, para irse de ahí.

por **Anja Yakovlev** Dom Mar 06, 2016 4:01 pm

Ese hombre realmente era un ingrato, arrogante e idiota, aunque por más que intentara la rubia de describirlo con una palabra no podía, ese hombre tan impetuoso y grosero; definitivamente no sabía como tratar a una dama de eso estaba segura la rubia...odiaba que la tratasen de ese modo sin siquiera conocerla, ella sabía lo que era la cortesía pero aparentemente ese chico no tenía ni la menor idea de lo que era eso, creo que no tuvo la educación correcta en su casa y era una lastima en verdad, realmente decepcionante ya que es un hombre atractivo, pero al parecer a veces el físico es lo que menos importa en todo esto, como en estos momentos ese hombre con solo ver a la rubia la estaba tachando como mujerzuela, realmente llegó a pensar que lo era? o simplemente quería ofenderla aun sin conocerla? era mejor no tomar tanta importancia a cosas que no valen la pena, esas palabras exactas pasaron por la mente de la Condesa.

Cuando el chico comenzó a hablar Anja empezó a comprender absolutamente todo, esas simples palabras que ese hombre decía llenas de decepción u odio, porque quien hablaba así de la persona que le dio la vida? o de quien le crio? eran palabras de desprecio, cuando el chico continuaba con esas palabras que para cualquier madre serían hirientes o eso quería creer. Anja al decirle aquellas palabras llegó a creer que le molestaría pero no fue así, ya que el mismo hablaba de su madre como si fuese una prostituta de verdad, era una persona no muy bien suponía la rubia, no quería que esto se saliera de control, simple y sencillamente-Que mal hablar de una mujer que básicamente te dió la vida, hablar así de esa persona que se supone para muchos es sagrado, y usted en vez de actuar como hombre y no permitir que alguien más hable así de esa persona, en vez de hacer eso usted mismo la degrada de aquella forma que poco hombre eres, una decepción para cualquier madre, eres una basura y me das lastima...-Ella siempre quiso ser madre pero pasaron varias cosas que hizo que so no fuese posible, y escuchar a ese hombre hablar de ese modo, daban ganas de abofetearlo fuertemente, pero al mismo tiempo simplemente dejarlo ir no valía la pena.

Al escuchar lo último que decía aquel hombre, que ya había mencionado anteriormente simplemente respondió la rubia-Me suicidaré porque me consideras una mujerzuela, espera...ya no puedo morir...lastima...-Se da la vuelta y sigue su camino.

por **Ahmet Arlovskaya** Dom Mar 20, 2016 8:55 am

De verdad que las intenciones del Francés eran irse, retirarse sin ningún motivo alguno, de hecho estaba cansando de siempre reñir por cosas sin sentidos, por ejemplo, está, no conocía a la mujer y ya ambos estaba batallando como gatos y perros, aunque tampoco le importaba mucho aquello, y tampoco soportaba a la condesa de sabrá qué, ya que ella creía saber que una madre siempre será amorosa, tierna y que protege a sus hijos como las gallinas lo hacen o como las leonas a sus crías, lástima que la madre de Antoline no se parezcan a ellas, tal vez la vida del vampiro hubiera sido más feliz y ahora estuviera muerte, tres metros bajo tierra, sí, al parecer eso le estaba agrando, pero ya no puede hacer absolutamente nada. Hizo que frunciera levemente el ceño y apretó sus manos hasta que sus puños se volvieron tan blancos como la mismísima hoja blanca, porque cada palabra que soltaba ella, era como una daga incrustada en su cuerpo, a decir verdad ya le estaba colmando la paciencia de tantas habladurías sobre su, muy ramera madre, cuya mujer lo único que hizo bien es darle a luz.

Pero necesitaba clamarse, perdiendo los estribos no iban a llegar a ningún lado, ni ella, ni mucho menos él, cerro por un momentos los ojos y dejo que la paciencia reinara nuevamente en su cuerpo, volteo directamente hacia ella, pero nunca dio un paso para acérquesele, y vio cómo se iba, clamada, con ese paso elegante que un vampiro siempre tenía. No negaría que tiene un algo que podría atraer al más ingenuo hombre, pero el ex duque no tenía intenciones de seducir a ella ni a nadie esta noche ¿patético? Tal vez, desde que volvió a París no se siente como él, a veces piensa que ha perdido la práctica, pero bueno. Se recargó en una pierna con sus brazos cruzados, sabiendo perfectamente que si hablaba bajo, de todos modos ella lo escucharía así que lo hizo. -Sólo porque según las personas creen que soy un caballero que respeta a sus semejantes le responderé, esta de suerte. –Aclaró su garganta y ladeo su rostro, solo un poco para comenzar con su absurdo y sin sentido discurso, el mismo lo sabía, pero no tenía otra cosa que hacer por esta noche. -De verdad, enserio, me alegro que alguien defienda a mi santa madre con tanta devoción. –Carcajeo ante aquello. –Pero mira, hacemos un trato ¿de acuerdo? Yo no te digo ramera, puta o sus derivados, si usted deja de defender a la mujer que me dio la vida. Así que comencemos, bueno, ella si hubiese querido yo en estos momentos no estaría con vida, para no ser tan vulgar, tuvo que alimentarse, cuidarse por nueve meses, le digo eso porque usted no sabe nada de mí y por ende, yo no sé nada de usted. –Suspiró un poco, bajando su mirada, una acción melancólica que raramente Antoline demostraba.

Pero retomó la plática. -Pero la mujer que se hizo llamar algún día mi madre, fue, de verdad que fue una pera infeliz, una puta, creo que las rameras tienes más categorías que lo que fue mi madre, lo único que le interesaba era follar con cual hombre se le cruzará en su camino, nunca respeto a su esposo, ni al que fue mi padre, a nadie. Muro como lo es, una mierda. No me quiso, nunca me querrá y ahora menos, por supuesto que está muerta, y espero que este gozando la mierda donde está. –Cada palabra que decía su enojo volvía y ahora mucho más fuerte. –Ella es mucho peor que una basura, y su santa madre fue todo lo contrario, que bueno, porque no sufrió la mierda que yo estuve, y sabe que, por a verme recordado a la mujer esa, usted es más perra que ella, huele a hombre barato, y de seguro se sexo esta tan flácido que da asco y espero que ningún hombre pueda verla nuevamente como la hermosa mujer que nunca fue. –Sin más se dio vuelta para irse, tragando saliva. De un salto subió a un pared caminando, sin volver a voltear hacia esa condesa, maldita mujer, porque tuvo que encontrarse a una mujer así, que solo llego para recordarle su pasado.

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