AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
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Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Recuerdo del primer mensaje :
El día iba pasando tan rápido que la noche no tardó en hacer su aparición. La temperatura bajó considerablemente, las calles cada vez más vacías pues todo el mundo volvía a su hogar. Un hogar. Algo de lo que ya carecía, lo dejó atrás y su único y verdadero hogar, ahora mismo…eran las sinuosas calles de París.
Calles con un sinfín de misterios por curiosear y conocer. Lugares prohibidos a los que aún no había tenido acceso y estaba deseando probar, perderse en cada rincón y conocer París como la palma de su mano, como todas esas especias que no escapaban de sus sentidos.
Si le preguntaban de algo que echase de menos, no habría duda en responder que el chocolate de su nana, su abuela a la que tanto echaba en falta. Lo que más le fastidió era tenerla que dejar allí, con todos esos lunáticos de los libros. No había libros que entretuviesen a esta chica como los que tuviesen que ver con la cocina y muchos…no había, solo de remedios y trucos que alguien a escondidas había escrito, tan difíciles de encontrar que no se lo pensó mucho en pensar crear uno para ayudar a futuras lenguas expertas.
-Café…y vainilla, una pizca –murmuró por lo bajo, para sí misma, hacía días que no probaba el café puro e intenso. En el mercado había granos pidiendo a gritos que los moliesen, hacer tu propio café pero ni tenía dinero suficiente ni dónde hacerlo. Su cabeza daba tantas vueltas a las maneras que tendría de hacerlo y lo mejor, de compartirlo.
Apoyada en el borde del escaparate en donde exponían los mejores dulces de París, se imaginaba solo con la vista qué sabores se compenetrarían juntos, cómo se desharía en sus labios, el placer de comerse un dulce era muy parecido a ciertas cosas que aún no había experimentado…eso decía su hermano mayor, tampoco se había puesto a averiguarlo.
-Nata y chocolate….bizcocho de limón y…me estás tapando la vista –sus ojos azules se entrecerraron, frunciendo un tanto el ceño al notar como la silueta de alguien se colocaba justo en medio, tapándole la vista-Si pretende que me fije en algo que no sea esa deliciosa tarta de chocolate… va a ser que no-negó varias veces con la cabeza, apartándole de no muy buenas maneras, como si se proclamase la dueña de todo y cambiar el ceño fruncido a morderse el labio inferior y cerrar un instante los ojos solo con volver a imaginárselo.
-Tiene que ser un pecado probarte, sentirte y deleitarme en cada sabor que me ofrezcas…tienes que estar delicioso…-unas palabras que tenían dueño: el delicioso pastel de chocolate, apenas había mirado a aquel joven que se cruzó en su camino, tenía tanta hambre… - Tú tan solo y yo tan dispuesta-parpadeó, mirando de reojo a aquel que se encontraba a su lado-¿Tengo algo pintado en la cara o te gusta lo que ves? Sea lo que sea que vendas, quiera o me ofrezcas no me interesa a no ser que sea un pastel de chocolate o seas uno que dudo…-le miró de arriba abajo, sin descaro, sonriendo de medio lado con suficiencia-No lo eres…¿puedo ayudarte? ¿te has perdido? –estaba enfadada y mucho, su paladar estaba listo para lo que fuese y no, no podía catar nada, estaba vetada…maldito dinero, maldita sea todo lo que rodease…
El día iba pasando tan rápido que la noche no tardó en hacer su aparición. La temperatura bajó considerablemente, las calles cada vez más vacías pues todo el mundo volvía a su hogar. Un hogar. Algo de lo que ya carecía, lo dejó atrás y su único y verdadero hogar, ahora mismo…eran las sinuosas calles de París.
Calles con un sinfín de misterios por curiosear y conocer. Lugares prohibidos a los que aún no había tenido acceso y estaba deseando probar, perderse en cada rincón y conocer París como la palma de su mano, como todas esas especias que no escapaban de sus sentidos.
Si le preguntaban de algo que echase de menos, no habría duda en responder que el chocolate de su nana, su abuela a la que tanto echaba en falta. Lo que más le fastidió era tenerla que dejar allí, con todos esos lunáticos de los libros. No había libros que entretuviesen a esta chica como los que tuviesen que ver con la cocina y muchos…no había, solo de remedios y trucos que alguien a escondidas había escrito, tan difíciles de encontrar que no se lo pensó mucho en pensar crear uno para ayudar a futuras lenguas expertas.
-Café…y vainilla, una pizca –murmuró por lo bajo, para sí misma, hacía días que no probaba el café puro e intenso. En el mercado había granos pidiendo a gritos que los moliesen, hacer tu propio café pero ni tenía dinero suficiente ni dónde hacerlo. Su cabeza daba tantas vueltas a las maneras que tendría de hacerlo y lo mejor, de compartirlo.
Apoyada en el borde del escaparate en donde exponían los mejores dulces de París, se imaginaba solo con la vista qué sabores se compenetrarían juntos, cómo se desharía en sus labios, el placer de comerse un dulce era muy parecido a ciertas cosas que aún no había experimentado…eso decía su hermano mayor, tampoco se había puesto a averiguarlo.
-Nata y chocolate….bizcocho de limón y…me estás tapando la vista –sus ojos azules se entrecerraron, frunciendo un tanto el ceño al notar como la silueta de alguien se colocaba justo en medio, tapándole la vista-Si pretende que me fije en algo que no sea esa deliciosa tarta de chocolate… va a ser que no-negó varias veces con la cabeza, apartándole de no muy buenas maneras, como si se proclamase la dueña de todo y cambiar el ceño fruncido a morderse el labio inferior y cerrar un instante los ojos solo con volver a imaginárselo.
-Tiene que ser un pecado probarte, sentirte y deleitarme en cada sabor que me ofrezcas…tienes que estar delicioso…-unas palabras que tenían dueño: el delicioso pastel de chocolate, apenas había mirado a aquel joven que se cruzó en su camino, tenía tanta hambre… - Tú tan solo y yo tan dispuesta-parpadeó, mirando de reojo a aquel que se encontraba a su lado-¿Tengo algo pintado en la cara o te gusta lo que ves? Sea lo que sea que vendas, quiera o me ofrezcas no me interesa a no ser que sea un pastel de chocolate o seas uno que dudo…-le miró de arriba abajo, sin descaro, sonriendo de medio lado con suficiencia-No lo eres…¿puedo ayudarte? ¿te has perdido? –estaba enfadada y mucho, su paladar estaba listo para lo que fuese y no, no podía catar nada, estaba vetada…maldito dinero, maldita sea todo lo que rodease…
Última edición por Gaïa Goncourt el Vie Abr 01, 2016 5:24 am, editado 1 vez
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
El lugar de residencia de aquel hombre, no era cualquier casa corriente. El lujo se reflejaba en cada rincón del hogar, no le faltaba detalle como su dueño. Imposible no quedarse absorta en sus pensamientos durante los segundos suficientes para perderse en cada pasillo, habitación y jardín del que disponía aquel bonito lugar. Sonrío para sí, se conformaba con menos, con tan solo un techo en el que resguardarse y un bocado que llevarse a la boca pero esa casa…era mucho mejor.
Y aunque él puntualizó que era demasiado confiada, se equivocaba. Si se dejó llevar fue por intuición, una que nunca le fallaba. Entre ellos, la química había surgido desde el primer segundo, esa mirada cómplice tras el cristal, los movimientos que les llevaban a estar cada vez más cerca y lejanos al mismo tiempo. Eran únicos en alejarse y acercarse, buscarse y encontrarse y eso a la chica, le llamaba especialmente la atención. Con aquella luz , pudo observarle con más detenimiento, era muy atractivo, demasiado para ser un mago joven y rico. Podía tenerlo todo pero ambos sabían que no, cualquier mujer estaría más que encantada de caer entre sus brazos pero ella, no tenía nada que ver con todas esas.
-Exacto. Lo bueno se hace esperar…pero yo no veo nada bueno aquí, ¿eres bueno, señor Tisdale? -rió por lo bajo, bajando ambas manos por su pecho y tomarle de la ropa para atraerle hacia sí, apoyando ambas frentes, volviendo a mirarle fijamente a los ojos como si buscase una respuesta en aquella mirada desafiante y peligrosa…una que le hizo relamerse -No mientas, no puedo comerte… te gustaría demasiado y acabaría contigo como un aperitivo, querría más y no podrías dármelo , no tendría por donde empezar-miró de reojo al hombre, no sin antes bajar por el cuello del brujo y olerle, lamer el lugar despacio seguido de una risa.
-Señor Fritz -le dedicó una leve reverencia, comportándose como toda una señorita, una faceta de ella que Logan aún no había podido ver. Siguió al hombre, volviendo la vista hacia atrás y deleitarse en la imagen del joven sentado frente a la chimenea. Entre tanto pasillo, se perdió durante unos segundos, gracias a que el señor Fritz la guiaba. Pidió algo de ropa para poder quitarse la que llevaba, necesitaba tanto un baño como un buen plato de comida.
La bañera era tan grande que tuvo la sensación de que se caería dentro y no podría salir jamás. Y ¿por qué no? cerró los ojos, dejándose vencer dentro del agua, cubriéndole por entero. Al salir, suspiró largamente, sintiendo no solo el calor general devuelto a su cuerpo, también la sensación de limpieza. Y es que sí, podía perfectamente acostumbrarse a esa vida. Si así era el baño ¿cómo sería la comida? Iba a comprobarlo en primera persona. Salió de la bañera, secándose a conciencia, peinándose su larga cabellera rubia con los dedos y dejarla secar a su aire. Parecía tan diferente a esa joven llena de tizne negro y despeinada.
Gracias al sirviente, pudo ponerse de forma provisional algo de ropa, le estaba un tanto ancha pero era perfecta, mucho más cómoda sin tanto lazo y agarre. Suspiró, buscando el salón, tardando más de lo debido ¡esa casa era enorme! Sin dejar de peinarse el cabello, aligeró el paso al recordar aquella enorme puerta, tras ésta, se encontraba el joven. Se detuvo , antes de entrar, observándole en silencio y terminar por acercase con esa gracia y elegancia.
-¿Es uno de esos libros? Oscuros y prohibidos, supongo que aquí podemos hablar sin tapujos. Le dije al señor Fritz que nos trajese la cena aquí..frente a la chimenea ¿cenas conmigo? -tiró del libro un tanto para que la mirase, sus miradas volvieron a cruzarse y esa sonrisa que invitaba a todo, aparecía para condenar a ambos -Sé que no parezco yo…pero aquí estoy, te dije que necesitaba un baño y ya con algo en el estómago… hazte una idea -sirvió dos copas, ofreciéndole una y bebió de la suya, de un modo que… era imposible no mirarla. Quería provocarle, tentarle, ganarse esa confianza que tanto iba a costarle pero imposible no sentirse atraída por lo oscuro, peligroso…y por él.
Y aunque él puntualizó que era demasiado confiada, se equivocaba. Si se dejó llevar fue por intuición, una que nunca le fallaba. Entre ellos, la química había surgido desde el primer segundo, esa mirada cómplice tras el cristal, los movimientos que les llevaban a estar cada vez más cerca y lejanos al mismo tiempo. Eran únicos en alejarse y acercarse, buscarse y encontrarse y eso a la chica, le llamaba especialmente la atención. Con aquella luz , pudo observarle con más detenimiento, era muy atractivo, demasiado para ser un mago joven y rico. Podía tenerlo todo pero ambos sabían que no, cualquier mujer estaría más que encantada de caer entre sus brazos pero ella, no tenía nada que ver con todas esas.
-Exacto. Lo bueno se hace esperar…pero yo no veo nada bueno aquí, ¿eres bueno, señor Tisdale? -rió por lo bajo, bajando ambas manos por su pecho y tomarle de la ropa para atraerle hacia sí, apoyando ambas frentes, volviendo a mirarle fijamente a los ojos como si buscase una respuesta en aquella mirada desafiante y peligrosa…una que le hizo relamerse -No mientas, no puedo comerte… te gustaría demasiado y acabaría contigo como un aperitivo, querría más y no podrías dármelo , no tendría por donde empezar-miró de reojo al hombre, no sin antes bajar por el cuello del brujo y olerle, lamer el lugar despacio seguido de una risa.
-Señor Fritz -le dedicó una leve reverencia, comportándose como toda una señorita, una faceta de ella que Logan aún no había podido ver. Siguió al hombre, volviendo la vista hacia atrás y deleitarse en la imagen del joven sentado frente a la chimenea. Entre tanto pasillo, se perdió durante unos segundos, gracias a que el señor Fritz la guiaba. Pidió algo de ropa para poder quitarse la que llevaba, necesitaba tanto un baño como un buen plato de comida.
La bañera era tan grande que tuvo la sensación de que se caería dentro y no podría salir jamás. Y ¿por qué no? cerró los ojos, dejándose vencer dentro del agua, cubriéndole por entero. Al salir, suspiró largamente, sintiendo no solo el calor general devuelto a su cuerpo, también la sensación de limpieza. Y es que sí, podía perfectamente acostumbrarse a esa vida. Si así era el baño ¿cómo sería la comida? Iba a comprobarlo en primera persona. Salió de la bañera, secándose a conciencia, peinándose su larga cabellera rubia con los dedos y dejarla secar a su aire. Parecía tan diferente a esa joven llena de tizne negro y despeinada.
Gracias al sirviente, pudo ponerse de forma provisional algo de ropa, le estaba un tanto ancha pero era perfecta, mucho más cómoda sin tanto lazo y agarre. Suspiró, buscando el salón, tardando más de lo debido ¡esa casa era enorme! Sin dejar de peinarse el cabello, aligeró el paso al recordar aquella enorme puerta, tras ésta, se encontraba el joven. Se detuvo , antes de entrar, observándole en silencio y terminar por acercase con esa gracia y elegancia.
-¿Es uno de esos libros? Oscuros y prohibidos, supongo que aquí podemos hablar sin tapujos. Le dije al señor Fritz que nos trajese la cena aquí..frente a la chimenea ¿cenas conmigo? -tiró del libro un tanto para que la mirase, sus miradas volvieron a cruzarse y esa sonrisa que invitaba a todo, aparecía para condenar a ambos -Sé que no parezco yo…pero aquí estoy, te dije que necesitaba un baño y ya con algo en el estómago… hazte una idea -sirvió dos copas, ofreciéndole una y bebió de la suya, de un modo que… era imposible no mirarla. Quería provocarle, tentarle, ganarse esa confianza que tanto iba a costarle pero imposible no sentirse atraída por lo oscuro, peligroso…y por él.
- Spoiler:
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 112
Fecha de inscripción : 13/01/2016
Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Aquel juego que nos traíamos ente manos podría acabar siendo el cielo o, por el contrario, nuestro propio infierno. Tal y como iban las cosas parecía más que fuese el cielo antes que el infierno. Nos calentábamos y nos provocábamos, nos acercábamos y luego… nos alejábamos de nuevo. En una especie de tira y afloja que nos estaba llevando por el camino de la perdición; directos a quemarnos en unas llamas que como no apagáramos pronto… iba a hacer que nos convirtiéramos en ceniza.
Su desparpajo y esa valentía innata jugaban a su favor, si a eso le añadíamos que parecía no importarle querer consumirse en mí fuego… hacía una combinación demasiado explosiva como para dejarlo pasar. Ninguno de los dos podíamos negar esa atracción que había surgido desde el momento en que la observé mirar aquellos pasteles con ese interés que hizo que me riera, y le hablara, porque parecía realmente otra cosa distinta. Sus coqueteos no pasaban desapercibidos, al igual que tampoco lo hacían sus dobles sentidos. Y yo, no me quedaba atrás.
Me reí entre dientes ante sus palabras dejando que tirara de mi ropa y me acercara más a ella, apoyando su frente en la mía, sintiendo cómo sus manos bajaban por mi pecho y sus ojos, azules como el cielo, me miraban de forma desafiante. Como si quisieran mirar más allá de lo que mis palabras decían, como si quisiera saber realmente lo que pasaba por mi mente. La observé relamerse los labios y, por unos segundos, quise ser yo quien los lamiera. Pronto, muy pronto. Sonreí de lado por lo convencida que sonaba de que acabaría pronto conmigo, y chasqueé la lengua.
-Muy convencida suenas de que acabarías pronto conmigo. Pero te aseguro que no será así, quizás, el que acabe pronto con el otro… sea yo, y créeme, haré que te tragues esas palabras. Es tentador que me provoques, pequeña, pero en ese asunto… -me reí entre dientes- puedo ganarte cuando quieras. –en ese momento llegó Fritz mientras sentía su lengua lamer mi cuello y me aparté de ella, no por vergüenza ni por cualquier otra cosa, primero atendería lo que necesitaba y… después, hablaríamos de lo demás.
Le di instrucciones a Fritz para que se la llevara y pudiera darse una ducha, le proporcionara una habitación y algo de ropa para ella. Dudaba que en aquella casa hubiera ropa apropiada para una mujer como ella pero seguro que él encontraba algo apropiado para que se pusiera, no iba a dejar que vagara por la casa medio desnuda, en el tiempo que corríamos.
Me senté frente a la hoguera mientras leía uno de mis libros de magia. No era uno de magia prohibida puesto que esos los tenía guardados, pero necesita informarme sobre un encargo que me habían echo y necesitaba saber si tenía todo lo necesario. Al rato apareció Fritz para indicarme de que le había llevado ropa y le había dejado dándose un baño, y que volvería con la cena para los dos, a lo que asentí con la cabeza enfrascado de nuevo en aquel libro.
La luz de la llama que procedía de la chimenea parecía que menguaba cada vez más con el tiempo, así que me giré y vi que comenzaba a extinguirse y, de no hacer algo, acabaría por apagarse del todo. Pronuncié unas palabras en voz baja y de nuevo la llama volvió a cobrar vida de nuevo, iluminando la habitación con su luz anaranjada. Había notado la presencia de una persona en la puerta y esperé a que decidiera entrar, conocía perfectamente el aura de Fritz y sabía de quién se trataba.
Su voz llegó de nuevo hasta mí sin levantar la vista del libro esperando que se acercara hasta que sentí un pequeño tirón, haciendo que levantara la vista del libro hacia ella. La recorrí con la mirada de arriba abajo, sin ningún tipo de pudor en ello. Aquella ropa le hacía resaltar la figura sin tanta pomposidad de aquel vestido, su cabello rubio ahora mojado se pegaba un poco a su rostro confiriéndole un aspecto más delicado y jovial. Enarqué una ceja ante su afán de querer comenzar con la magia y reí, cerrando el libro observándola con la mirada.
-No, no es uno de esos libros prohibidos. Aunque sea mi casa y no suela entrar mucha gente en ella, no tengo por costumbre dejar esos libros a la vista. Están prohibidos y los tengo a buen recaudo –me reí entre dientes- te sienta bien esa ropa. Menos pomposidad y se puede distinguir más tu figura –la luz de la llama danzaba sobre su rostro haciendo que sus ojos llamearan por ello, la seguí con la mirada mientras ponía dos copas, me tendía la mía y me miraba de aquella forma, provocándome en todo momento. Enarqué una ceja divertido por ello- Me ha informado Fritz de ello, me ha dicho que nos traerá la comida en unos instantes –di un trago a la copa sin dejar de mirarla, y no pude evitar sonreír- ¿Impaciente por que te de más que lo del callejón, madre tierra? –Ladeé mi rostro divertido por aquello- Todo a su debido tiempo, no tenemos prisa ninguna… ahora estás en mí casa, eso debería de bastarte.
Me callé en ese momento porque Fritz entró por la puerta portando un carrito donde se veía varios platos para la cena, los dejó en la mesa que quedaba más cerca de la chimenea y nos dejó a solas. Le hice un gesto con la cabeza a ella para que comenzara, seguro que tendría mucha más hambre que yo. Fritz había preparado su mejor plato, de primero una sopa caliente para el frio que hacía, y después, pollo rosado aderezado con especias y láminas de patatas en salsa. El olor que desprendía invitaba a probarlo tuvieras o no hambre.
Cogí el tazón de la sopa y comencé a comerlo sin quitar mi vista de ella mientras el fuego me calentaba por uno de los lados, la dejé cuando terminé y cogí el plato sin moverme de aquel sillón. Estaba muy a gusto y cómodo. Había dicho que sabía de especias y yo sabía las que Fritz solía poner al pollo, por lo que quise comprobar qué tan buena era.
-Dime una cosa, dices que sabes de especias y que eres buena en ello. Bien, te creo, pero quiero ponerte a prueba. El pollo lleva especias que sé que le pone Fritz así que, ¿sabrías decirme cuáles son, exactamente? –enarqué una ceja, era un reto sí, quería saber qué tan buena podía ser ella. Esperé a que me las dijera cuando comenzara con el pollo y di un trago a la copa que había dejado en la mesita. Esperaba que no se equivocara, decía que era muy buena y si lo hacía… bueno, sería malo para ella.
Una vez terminado el pollo dejé el plato sobre la mesa mientras ella terminaba de comer y me levanté observándola, mientras la rodeaba para ponerme a su espalda hasta inclinarme sobre su pelo. Inhalé aquel aroma que desprendía cerrando los ojos por unos instantes, olía muy bien. Tenía todavía algunos mechones mojados y llevé mi mano para apartarle uno de su rostro, jugando con el.
-Sé que eres tú, por mucho que intentes cambiar tu apariencia sé exactamente cuál es tu esencia y tu aura. Todos y cada uno tenemos una totalmente diferente y esto, a nosotros, nos permite distinguir con facilidad a aquellas personas que hemos conocido –mordí su oreja jugando con ella, provocándola mientras mis manos bajaban deslizándose por sus brazos, aspirando el aroma de su cuello y dejando un mordisco en el, incitándola, midiéndola en parte- Vamos Gaïa, termina de una jodida vez. Estoy deseando… -bajé mis manos y dejé una en su pecho, mientras la otra bajaba por el centro de su cuerpo deteniéndose antes de llegar al punto exacto, dejándolo en su vientre- Darte el postre –susurré provocativo en su oreja, mordiéndolo su lóbulo para lamer como había hecho ella, su cuello de una forma lasciva. Ella lo había querido-¿Quieres placer... o castigo? ¿Quizás ambos? -me reí enre dientes, divertido.
Su desparpajo y esa valentía innata jugaban a su favor, si a eso le añadíamos que parecía no importarle querer consumirse en mí fuego… hacía una combinación demasiado explosiva como para dejarlo pasar. Ninguno de los dos podíamos negar esa atracción que había surgido desde el momento en que la observé mirar aquellos pasteles con ese interés que hizo que me riera, y le hablara, porque parecía realmente otra cosa distinta. Sus coqueteos no pasaban desapercibidos, al igual que tampoco lo hacían sus dobles sentidos. Y yo, no me quedaba atrás.
Me reí entre dientes ante sus palabras dejando que tirara de mi ropa y me acercara más a ella, apoyando su frente en la mía, sintiendo cómo sus manos bajaban por mi pecho y sus ojos, azules como el cielo, me miraban de forma desafiante. Como si quisieran mirar más allá de lo que mis palabras decían, como si quisiera saber realmente lo que pasaba por mi mente. La observé relamerse los labios y, por unos segundos, quise ser yo quien los lamiera. Pronto, muy pronto. Sonreí de lado por lo convencida que sonaba de que acabaría pronto conmigo, y chasqueé la lengua.
-Muy convencida suenas de que acabarías pronto conmigo. Pero te aseguro que no será así, quizás, el que acabe pronto con el otro… sea yo, y créeme, haré que te tragues esas palabras. Es tentador que me provoques, pequeña, pero en ese asunto… -me reí entre dientes- puedo ganarte cuando quieras. –en ese momento llegó Fritz mientras sentía su lengua lamer mi cuello y me aparté de ella, no por vergüenza ni por cualquier otra cosa, primero atendería lo que necesitaba y… después, hablaríamos de lo demás.
Le di instrucciones a Fritz para que se la llevara y pudiera darse una ducha, le proporcionara una habitación y algo de ropa para ella. Dudaba que en aquella casa hubiera ropa apropiada para una mujer como ella pero seguro que él encontraba algo apropiado para que se pusiera, no iba a dejar que vagara por la casa medio desnuda, en el tiempo que corríamos.
Me senté frente a la hoguera mientras leía uno de mis libros de magia. No era uno de magia prohibida puesto que esos los tenía guardados, pero necesita informarme sobre un encargo que me habían echo y necesitaba saber si tenía todo lo necesario. Al rato apareció Fritz para indicarme de que le había llevado ropa y le había dejado dándose un baño, y que volvería con la cena para los dos, a lo que asentí con la cabeza enfrascado de nuevo en aquel libro.
La luz de la llama que procedía de la chimenea parecía que menguaba cada vez más con el tiempo, así que me giré y vi que comenzaba a extinguirse y, de no hacer algo, acabaría por apagarse del todo. Pronuncié unas palabras en voz baja y de nuevo la llama volvió a cobrar vida de nuevo, iluminando la habitación con su luz anaranjada. Había notado la presencia de una persona en la puerta y esperé a que decidiera entrar, conocía perfectamente el aura de Fritz y sabía de quién se trataba.
Su voz llegó de nuevo hasta mí sin levantar la vista del libro esperando que se acercara hasta que sentí un pequeño tirón, haciendo que levantara la vista del libro hacia ella. La recorrí con la mirada de arriba abajo, sin ningún tipo de pudor en ello. Aquella ropa le hacía resaltar la figura sin tanta pomposidad de aquel vestido, su cabello rubio ahora mojado se pegaba un poco a su rostro confiriéndole un aspecto más delicado y jovial. Enarqué una ceja ante su afán de querer comenzar con la magia y reí, cerrando el libro observándola con la mirada.
-No, no es uno de esos libros prohibidos. Aunque sea mi casa y no suela entrar mucha gente en ella, no tengo por costumbre dejar esos libros a la vista. Están prohibidos y los tengo a buen recaudo –me reí entre dientes- te sienta bien esa ropa. Menos pomposidad y se puede distinguir más tu figura –la luz de la llama danzaba sobre su rostro haciendo que sus ojos llamearan por ello, la seguí con la mirada mientras ponía dos copas, me tendía la mía y me miraba de aquella forma, provocándome en todo momento. Enarqué una ceja divertido por ello- Me ha informado Fritz de ello, me ha dicho que nos traerá la comida en unos instantes –di un trago a la copa sin dejar de mirarla, y no pude evitar sonreír- ¿Impaciente por que te de más que lo del callejón, madre tierra? –Ladeé mi rostro divertido por aquello- Todo a su debido tiempo, no tenemos prisa ninguna… ahora estás en mí casa, eso debería de bastarte.
Me callé en ese momento porque Fritz entró por la puerta portando un carrito donde se veía varios platos para la cena, los dejó en la mesa que quedaba más cerca de la chimenea y nos dejó a solas. Le hice un gesto con la cabeza a ella para que comenzara, seguro que tendría mucha más hambre que yo. Fritz había preparado su mejor plato, de primero una sopa caliente para el frio que hacía, y después, pollo rosado aderezado con especias y láminas de patatas en salsa. El olor que desprendía invitaba a probarlo tuvieras o no hambre.
Cogí el tazón de la sopa y comencé a comerlo sin quitar mi vista de ella mientras el fuego me calentaba por uno de los lados, la dejé cuando terminé y cogí el plato sin moverme de aquel sillón. Estaba muy a gusto y cómodo. Había dicho que sabía de especias y yo sabía las que Fritz solía poner al pollo, por lo que quise comprobar qué tan buena era.
-Dime una cosa, dices que sabes de especias y que eres buena en ello. Bien, te creo, pero quiero ponerte a prueba. El pollo lleva especias que sé que le pone Fritz así que, ¿sabrías decirme cuáles son, exactamente? –enarqué una ceja, era un reto sí, quería saber qué tan buena podía ser ella. Esperé a que me las dijera cuando comenzara con el pollo y di un trago a la copa que había dejado en la mesita. Esperaba que no se equivocara, decía que era muy buena y si lo hacía… bueno, sería malo para ella.
Una vez terminado el pollo dejé el plato sobre la mesa mientras ella terminaba de comer y me levanté observándola, mientras la rodeaba para ponerme a su espalda hasta inclinarme sobre su pelo. Inhalé aquel aroma que desprendía cerrando los ojos por unos instantes, olía muy bien. Tenía todavía algunos mechones mojados y llevé mi mano para apartarle uno de su rostro, jugando con el.
-Sé que eres tú, por mucho que intentes cambiar tu apariencia sé exactamente cuál es tu esencia y tu aura. Todos y cada uno tenemos una totalmente diferente y esto, a nosotros, nos permite distinguir con facilidad a aquellas personas que hemos conocido –mordí su oreja jugando con ella, provocándola mientras mis manos bajaban deslizándose por sus brazos, aspirando el aroma de su cuello y dejando un mordisco en el, incitándola, midiéndola en parte- Vamos Gaïa, termina de una jodida vez. Estoy deseando… -bajé mis manos y dejé una en su pecho, mientras la otra bajaba por el centro de su cuerpo deteniéndose antes de llegar al punto exacto, dejándolo en su vientre- Darte el postre –susurré provocativo en su oreja, mordiéndolo su lóbulo para lamer como había hecho ella, su cuello de una forma lasciva. Ella lo había querido-¿Quieres placer... o castigo? ¿Quizás ambos? -me reí enre dientes, divertido.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
- Mensajes : 275
Fecha de inscripción : 16/12/2015
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Quemarme entre las llamas del infierno.
Tu cuerpo.
Ante él, se sentía poderosa, maravillada por ese aura distinta a cualquier otra que se había cruzado en su camino. De oídas, decían que si eras capaz de sentir el aura de alguien, lograbas terminando por verla, sentirla. Y en él lo había podido conseguir, estar cerca de aquel hombre significaba crecer en varios sentidos. Le llamaba a gritos, ¿qué importaba fuese oscuro cuando podía enseñarle, mostrarle todo lo que tantas veces había imaginado? Lo del callejón fue tan solo un aviso, una mínima parte de lo que él podía hacer y siendo tan joven, conocía ese otro lado de la magia, más peligrosa y atrayente para muy pocos, pues terminaban con un mal fin.
¿Si se arriesgaba? Siempre, por eso, allí estaba, frente a él. Estudiaba el lenguaje de su cuerpo, examinando cada palabra que salía de sus labios. Se sentó frente a él, esperando con ansia la comida, esos deliciosos manjares. Antes de que el señor Fritz entrase, se relamió al llegar a sus sentidos el aroma de la comida.Aún estando tapada, pudo apreciar no sólo lo que había dentro. Podía saborear cada ingrediente aún sin haberlo probado, era su don, un don que no esperaba desapareciese nunca. Y antes de que formulase la pregunta, sus orbes azules se clavaron en él, de forma intensa y no dudó en decirlas todas a la carrerilla.
-Sal, pimienta, orégano, perejil…un poco de romero, una pizca de hinojo -se volvió a relamer, sonriendo de medio lado, muy segura de la respuesta que le había dedicado. Uno de los mayores placeres de la vida, era saborear cada trozo que se llevaba a la boca. Comía despacio, disfrutando de aquel placer que era comer, saborear cada uno de los ingredientes de aquel plato que no podía estar más delicioso. Si el primero no le faltó detalle, el segundo simplemente, estaba exquisito ¿qué sería del postre? Solo de imaginarlo, cerró los ojos, mordiéndose el labio inferior, esperando de verdad que fuese chocolate.
Y él, olía a ese aroma intenso, delicioso y atrayente, capaz de volverte loco con solo probarlo una vez, adicto. Ella lo había probado pero no lo suficiente, si le había descrito aquellas especial, él no podía quedarse atrás. Rió traviesa, dejando escapar un suspiro por aquel mordisco, aquel roce en su cuello que avivó aún más el deseo, la atracción que ambos sentían de forma irremediable. Dejó el plato en la mesa, estremeciéndose por aquellas manos juguetonas recorrerla…como se detuvieron justo en donde esperaba que ella se lo pidiese, le respondiese a esa pregunta.
Una respuesta que no llegó, sus ojos azules, buscaron la mirada ajena en un segundo, el mismo en el que se giró y bordeando el sillón, sus pasos le llevaron hasta él. No tuvo ningún reparo en dejar su espalda contra la pared, buscando sus labios y dejar un roce sentido, seguido de su lengua, probándolo a conciencia y reír porque sí, no se había equivocado. Chocolate, amargo, delicioso.
-¿Por qué elegir, pequeño? Cuando pueden ser las dos cosas y si se casan, mucho mejor -siseó, apoyando uno de sus dedos índices en los labios del joven, bordeándolos e inclinarse para morderle el labio inferior, un claro aviso de que no estaba asustada, seguía con ganas de jugar, seguir el juego -No creo que nadie te haya seguido el juego. No así. -se mordió el labio inferior, dejando que sus manos, se paseasen por su pecho, maldita ropa…podía sentir su calor, ese tan atrayente -Ahora…quiero saber, describirte…a qué sabes
De pie, iba a ser complicado, necesitaba algo más cómodo y ¿qué mejor que el sillón donde él estaba sentado antes? Tiró de su ropa, hacia ella, consiguiendo que sus cuerpos chocasen, se buscasen por unos segundos. De los labios de la rubia, salió un gemido seguido de un siseo, aún no era el momento. Caminó hacia atrás, dejando que él ocupase de nuevo su asiento y ella, también, sobre su regazo. Quedó un tanto más alzada que él y eso le traería muchas ventajas, la primera… apoyó ambas manos en el cabecero del sillón y se inclinó hacia él, quería que sintiese cada palabra y hablar sobre su boca.
-Sabes a fuego. ¿Cómo sabe el fuego? Sabe a pimienta rosa, fuerte pero dulce, albahaca…fresco y aromático,cardamomo y vainilla…ambos dejan un sabor tan delicioso, como seguro sabe tu piel… y tu boca, tu boca sabe a tantos chocolates juntos que me volvería loca intentando saber cuál es… probándote, una y otra vez -sonrió contra sus labios, lamiendo éstos sin cerrar los ojos, mordisqueándolos y respirar de forma entrecortada al mover, lentamente sus caderas, dejando notar lo que provocaba con solo tenerte cerca -He acertado, merezco un premio -por si se negaba, le tomó del cuello con una de sus finas manos, rodeándolo y obligándola a que la mirase, su otra mano, tiraba del cabello de su nuca, totalmente apresado por el cuerpo femenino. -Dime Logan ¿a qué sé? ¿qué aroma adivinas?
Sus labios, bajaron de su mejilla a su cuello, dejando cortos besos, pasando la nariz por él y a continuación su lengua, bajando hasta que tuvo que desabrochar su ropa, mordiendo su pecho, buscando su mirada desafiante… esa chica no, no era como cualquier otra, seguía allí, esperando que el juego comenzase de una vez porque sí, estaba preparada.
Tu cuerpo.
Ante él, se sentía poderosa, maravillada por ese aura distinta a cualquier otra que se había cruzado en su camino. De oídas, decían que si eras capaz de sentir el aura de alguien, lograbas terminando por verla, sentirla. Y en él lo había podido conseguir, estar cerca de aquel hombre significaba crecer en varios sentidos. Le llamaba a gritos, ¿qué importaba fuese oscuro cuando podía enseñarle, mostrarle todo lo que tantas veces había imaginado? Lo del callejón fue tan solo un aviso, una mínima parte de lo que él podía hacer y siendo tan joven, conocía ese otro lado de la magia, más peligrosa y atrayente para muy pocos, pues terminaban con un mal fin.
¿Si se arriesgaba? Siempre, por eso, allí estaba, frente a él. Estudiaba el lenguaje de su cuerpo, examinando cada palabra que salía de sus labios. Se sentó frente a él, esperando con ansia la comida, esos deliciosos manjares. Antes de que el señor Fritz entrase, se relamió al llegar a sus sentidos el aroma de la comida.Aún estando tapada, pudo apreciar no sólo lo que había dentro. Podía saborear cada ingrediente aún sin haberlo probado, era su don, un don que no esperaba desapareciese nunca. Y antes de que formulase la pregunta, sus orbes azules se clavaron en él, de forma intensa y no dudó en decirlas todas a la carrerilla.
-Sal, pimienta, orégano, perejil…un poco de romero, una pizca de hinojo -se volvió a relamer, sonriendo de medio lado, muy segura de la respuesta que le había dedicado. Uno de los mayores placeres de la vida, era saborear cada trozo que se llevaba a la boca. Comía despacio, disfrutando de aquel placer que era comer, saborear cada uno de los ingredientes de aquel plato que no podía estar más delicioso. Si el primero no le faltó detalle, el segundo simplemente, estaba exquisito ¿qué sería del postre? Solo de imaginarlo, cerró los ojos, mordiéndose el labio inferior, esperando de verdad que fuese chocolate.
Y él, olía a ese aroma intenso, delicioso y atrayente, capaz de volverte loco con solo probarlo una vez, adicto. Ella lo había probado pero no lo suficiente, si le había descrito aquellas especial, él no podía quedarse atrás. Rió traviesa, dejando escapar un suspiro por aquel mordisco, aquel roce en su cuello que avivó aún más el deseo, la atracción que ambos sentían de forma irremediable. Dejó el plato en la mesa, estremeciéndose por aquellas manos juguetonas recorrerla…como se detuvieron justo en donde esperaba que ella se lo pidiese, le respondiese a esa pregunta.
Una respuesta que no llegó, sus ojos azules, buscaron la mirada ajena en un segundo, el mismo en el que se giró y bordeando el sillón, sus pasos le llevaron hasta él. No tuvo ningún reparo en dejar su espalda contra la pared, buscando sus labios y dejar un roce sentido, seguido de su lengua, probándolo a conciencia y reír porque sí, no se había equivocado. Chocolate, amargo, delicioso.
-¿Por qué elegir, pequeño? Cuando pueden ser las dos cosas y si se casan, mucho mejor -siseó, apoyando uno de sus dedos índices en los labios del joven, bordeándolos e inclinarse para morderle el labio inferior, un claro aviso de que no estaba asustada, seguía con ganas de jugar, seguir el juego -No creo que nadie te haya seguido el juego. No así. -se mordió el labio inferior, dejando que sus manos, se paseasen por su pecho, maldita ropa…podía sentir su calor, ese tan atrayente -Ahora…quiero saber, describirte…a qué sabes
De pie, iba a ser complicado, necesitaba algo más cómodo y ¿qué mejor que el sillón donde él estaba sentado antes? Tiró de su ropa, hacia ella, consiguiendo que sus cuerpos chocasen, se buscasen por unos segundos. De los labios de la rubia, salió un gemido seguido de un siseo, aún no era el momento. Caminó hacia atrás, dejando que él ocupase de nuevo su asiento y ella, también, sobre su regazo. Quedó un tanto más alzada que él y eso le traería muchas ventajas, la primera… apoyó ambas manos en el cabecero del sillón y se inclinó hacia él, quería que sintiese cada palabra y hablar sobre su boca.
-Sabes a fuego. ¿Cómo sabe el fuego? Sabe a pimienta rosa, fuerte pero dulce, albahaca…fresco y aromático,cardamomo y vainilla…ambos dejan un sabor tan delicioso, como seguro sabe tu piel… y tu boca, tu boca sabe a tantos chocolates juntos que me volvería loca intentando saber cuál es… probándote, una y otra vez -sonrió contra sus labios, lamiendo éstos sin cerrar los ojos, mordisqueándolos y respirar de forma entrecortada al mover, lentamente sus caderas, dejando notar lo que provocaba con solo tenerte cerca -He acertado, merezco un premio -por si se negaba, le tomó del cuello con una de sus finas manos, rodeándolo y obligándola a que la mirase, su otra mano, tiraba del cabello de su nuca, totalmente apresado por el cuerpo femenino. -Dime Logan ¿a qué sé? ¿qué aroma adivinas?
Sus labios, bajaron de su mejilla a su cuello, dejando cortos besos, pasando la nariz por él y a continuación su lengua, bajando hasta que tuvo que desabrochar su ropa, mordiendo su pecho, buscando su mirada desafiante… esa chica no, no era como cualquier otra, seguía allí, esperando que el juego comenzase de una vez porque sí, estaba preparada.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
El Infierno puede ser divertido
Si estás con el demonio correcto
Si estás con el demonio correcto
Estaba esperando a que me dijera las especias que había utilizado Fritz mientras cogía el cuenco con la sopa y soplaba sobre esta, intentando que no quemara tanto como estaba seguro que lo haría. Quería medirla, provocarla y retarla… sí. Había dicho que era buena con las especias y quería comprobar hasta qué punto era tan buena como decía. Y, al parecer, cuando dijo todas aquellas especias de carrerilla, como si ella misma hubiese preparado el plato, sin siquiera probarlo… hizo que una risa saliera de mis labios y dejara el cuenco entre mis manos, dejando que el calor llegara hasta ellas. Enarqué una ceja y sonreí de lado, divertido por su actitud, desafiante en todo momento.
-Muy bien, has obtenido un pleno por ello. Felicidades –levanté un poco el cuenco de la sopa reconociéndole aquellos aciertos, y procedí a tomar la sopa que Fritz había preparado. Estaba deliciosa, como de costumbre. Y el segundo plato fue mucho mejor todavía. Las especias las había combinada de una forma magnífica haciendo que el plato fuera de una categoría superior, con lo sencillo que realmente era. La observé mientras comía y ella iba todavía por la sopa, al parecer, era una de esas personas que tardaba bastante en comer cuando yo era demasiado rápido para ello. Verla comer de aquella forma me hacía recordar el momento en el cual la vi en la calle hablándole al cristal de aquella forma tan pecaminosa, disfrutaba de cada bocado como si fuera una delicia exquisita y, al mismo tiempo, rara y difícil de encontrar. Enarqué una ceja por ello dejando el plato del pollo ya terminado sobre la mesa sin quitar mi vista de ella –Espero que pongas el mismo empeño y deleite cuando me comas a mí, que el que estás poniendo ahora –me reí entre dientes y dejé que el fuego calentase mi cuerpo estando cerca de la chimenea.
Me gustaba provocarla de una forma maravillosa, no era la típica mujer que se intimidaba o achantaba cuando decía o hacía ese tipo de cosas… al contrario, se revelaba y me planta cara de una forma que solo hacía que mi cuerpo ardiera, reaccionando. No me había encontrado con muchas mujeres como ella y, sabía, que iba a ser una completa diversión placentera el intentar domarla. Sabía que no se iba a dejar, pero ahí residía lo divertido de todo: que me plantara cara, que se revelara y que no me diera las cosas tan fáciles. Lo fácil, aquello que podías conseguir sin ninguna traba y dificultad, cansaba en sobremanera. Lo apasionante realmente era encontrar una forma para conseguir aquello que ansiabas, mucho más interesante, cuando no las trabas te las encontrabas a cada paso que dabas. Así era ella, o así la veía yo.
Solo hacía falta recordar el incidente del callejón; le había querido dejar claro con qué clase de hombre se estaba metiendo, que no era bueno y que podía matarla con tal facilidad que solo necesitaba pronunciar unas simples palabras para acabar con su vida, simple, sencillo. Y, sin embargo, ni había suplicado porque parara ni se había atemorizado por aquello… al contrario, había pedido más. ¿No era esa una muestra de lo que realmente era? O era eso, o es que era tremendamente estúpida y loca. No sabía realmente cuál de las dos era.
Me levanté del sillón y me acerqué hasta ella bordeándola para situarme detrás de ella, mordiendo el lóbulo de su oreja, jugando con ella, provocándola, bajando con mis manos por sus brazos acariciándola, perdiendo una de ellas por su pecho hasta dejarla justo encima de donde ella, quizás, esperaba que terminase el recorrido. Divertido en todo momento mientras esperaba que terminara de cenar y… comenzáramos con el postre. Al parecer su respuesta llegó rápida, sus ojos me miraron girándose al tiempo que dejaba el plato en la mesa, se levanta, bordeaba el sillón hasta llegar donde estaba y… me pegaba contra la pared. Aquella mujer tenía una fijación por pegarme a la pared, apretarse contra mi cuerpo, y besarme para luego pasar su lengua por mis labios recorriéndola en una sensual caricia.
Me reí entre dientes tirando la cabeza hacia atrás cuando dijo que quería de ambos, placer y castigo, haciendo que mi cuerpo vibrase por la risa mientras sentía un dedo recorrer mi labio, bajé mi mirada a ella y me mordió el labio diciéndome aquellas palabras mientras sus manos recorrían mi pecho ascendiendo por este, podía notar el calor que desprendía sus manos incluso a través de la ropa. Ahí estaba de nuevo, esa valentía y arrojo que no todas las mujeres tenían, algo que le aplaudía mentalmente.
-Entonces tendrás placer y castigo, pequeña, tú misma lo acabas de decir y puesto que quiero dártelo, ¿por qué negártelo? –una de mis manos se afianzó en su cadera mientras la otra jugueteaba con un mechón de su pelo, algo más oscuro por estar mojado, al tiempo que me decía aquellas palabras y reí entre dientes, mirándola a los ojos sintiendo cómo me desafiaba con ellos- No, nadie me ha seguido el juego porque nadie se ha atrevido a hacerlo tanto como tú. Huían despavoridas por el miedo de mis palabras y me dejaban con toda la diversión… una que, tú, vas a conocer de primera mano –me dejé llevar por ella dejando que me arrastrara del vuelta al sillón donde estaba sentado para situarse sobre mis piernas. Sin llevar encima aquel traje, con aquellos pantalones, podía sentarse mejor sobre mí al tiempo que se inclinaba sobre mí apoyando ambas manos en el respaldo como si, con aquello, quisiera intimidarme. Lo único que me provocaba era una pequeña risa mientras sentía el calor de su cuerpo traspasar al mío propio.
Sus palabras describiendo a lo que sabía hicieron que una sonrisa ladina se instalara en mis labios mientras la escuchaba y la miraba de forma fija, sintiendo sus labios sobre los míos y su aliento contra estos, me reí ante sus palabras de que mi boca sabía a chocolate y luego sentí cómo los lamía al tiempo que movía sus caderas sobre mí, haciendo que el agarre que tenía sobre sus caderas fuera algo más fuerte mientras la observa a sus ojos. La sombra de las llamas danzaban sobre su rostro y sobre sus ojos, dándole un aspecto de fiereza que no obvié y que me hizo reír entre dientes, mientras levantaba un poco mi cadera cuando se movió dándole a entender que la comprendía y que yo estaba igual que ella en ese sentido. Sentía que nos estábamos calentando mutuamente, y me encantaba.
Dejó un reguero de besos desde mi mejilla hasta mi cuello, teniendo que abrir mi camisa para seguir bajando por mi pecho mientras su mirada no se apartaba de la mía, mientras me seguía provocando de aquella manera deliciosa. Así que, quería que le dijera a que sabía para ver si acertaba y, no sólo eso, quería un premio por haber acertado. Dejé que terminara de besarme para aferrar su pelo con fuerza en una de mis manos y acercarla hasta mi rostro, igual que se había acercado ella, dejando mis labios sobre los míos, profiriendo una risa entre dientes sin dejar de observarla.
-¿Premio? ¿Quién ha dicho nada de premio… pequeña? En ningún momento dije que te iba a dar tal por acertar las especias… simplemente, te estaba poniendo a prueba. No era un juego donde si perdías te castigaba y, si acertabas, te premiaba. –Mordí su labio divertido, siendo yo ahora el que mandaba, con su mano en su cintura rodeándola en un agarre- ¿A qué sabes? Mmmm, vamos a averiguarlo – la acerqué más a mí hasta besarla por completo en un beso rudo y erótico, jugando con mi lengua dentro de su boca en una batalla por tomar el control de la suya, terminé con un mordisco en su labio y la miré– Sabes a pasión, atrevimiento, sensualidad, valentía, coraje y… dulzor. –Mi descripción no se basaba en las especies como ella, sino en lo que su aura me decía de ella– Con una pizca de locura, ¿eh acertado, madre tierra? –Me reí colando la mano que estaba en su cintura por la camisa que llevaba subiendo por su espalda para luego llegar a su pecho y apresar uno con fuerza, tiré de su pelo haciendo que su rostro quedara hacia atrás y se incorporara sobre mí para lamer desde su clavícula subiendo por su garganta hasta pararme en sus labios– Y eso que solo han sido tus labios, imagínate cuando pruebe otra cosa de ti y pueda degustarte –murmuré sobre sus labios dejando un mordisco en ellos sin perder el agarre de su pelo, bajando con mi mano por su vientre hasta colar la mano en el pantalón y dejarla sobre su sexo, caliente y húmedo, haciendo que me riera divertido mirándola con una sonrisa ladina– Imagínate lo que sabré cuando te pruebe realmente, me pregunto a qué sabrás, ¿Algo dulce, a frutas quizás? ¿Lo comprobamos, Gaïa? –presioné contra su sexo y pasé a besarla sin ningún tipo de decoro alguno.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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DATOS DEL PERSONAJE
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Datos de interés:
Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
No hay infierno sin
Castigo y placer.
¿Qué era el castigo sin placer? Algo incompleto, insatisfactorio y aburrido. Así pensaba la apodada “madre tierra”. El contacto visual, no lo perdía en ningún instante. Le gustaba observar cada gesto, mirada y movimiento que realizase…conocer más de él, aun más. Le atraía, era un hecho y no por ser rico o apuesto. Aquel juego, surgido de la nada, les había llevado justo en donde se encontraban, en ese punto exacto en donde ambos infiernos coincidieron ¿quién quemaría a quién?
Ese hombre, la tentó desde el primer segundo, ofrecido la posibilidad de conocer aún más un terreno en el que estaba verde y ese poder…que casi le arrebata la vida. ¿Podía pedir más? sentía el calor que desprendía la chimenea en su espalda y que junto a sus manos, le abrasaban la piel aún bajo la ropa. Se relamió por sus palabras ¿a qué clase de mujeres había conocido hasta ahora si huyeron despavoridas ante aquel brujo del mal? Que prácticamente, podía ofrecer todo, claro que por la otra parte, dudaba que alguna de esas mujeres… supiesen qué hacer con él .
Imposible no bailar sobre él, envolverse de aquel calor que emanaba del cuerpo ajeno. Una de sus manos, seguía acariciando la anatomía de su pecho, le encantaba delinear cada músculo con la yema de sus dedos, fundirse en aquella piel que ardía y por su culpa, comenzaba a ser lo mismo por su parte. Se mordió los labios, haciendo lo mismo que con los del hechicero, si pudiese le habría probado a conciencia, arrancando aquel manjar que era su boca porque sí, sabía a distintos tipos de chocolate, a cual más intenso y delicioso. Ese beso se lo mostró, uno que devolvió, dándole a probar de sus propios labios… como si una nueva cucharada le diese .
-No lo sé ¿has acertado, pequeño brujo del mal? -rió por sus palabras a lo que se le unió un gemido al sentir aquella caliente lengua recorrerla, podía sentir la respiración del joven chocar contra su piel y aquello, la excitó, teniendo que morderse los labios, mover las caderas y sentir que no solo era ella quien estaba deseando que pasase cualquier cosa…pero ¿pasaría? Estaba muy claro pero siendo ella podían pasar tantas cosas…
Sus ojos azules, lo miraron desafiantes al lanzarle aquella frase ¿probar otra cosa? Rió divertida, incorporándose, atrayéndole hacia por la nuca con la palma de su mano y no dejar que se apartase, quería que sintiese cada palabra acariciar aquellos pétalos infernales que poseía por labios, unos que le quemaban sin tan siquiera rozarla y ser la perdición de la rubia no, no estaba en sus planes de momento… tener perdiciones era peligroso y diablos, podía estar saboreándolo a conciencia durante todo el tiempo que él le dejase. Maldito, ¿le preguntaba a qué sabía?él debía de comprobarlo de saberlo por sí mismo. La mano varonil del hechicero, la buscó irremediablemente y sus caderas se unieron a aquel juego, provocando que rozase dos de los dedos y pudiese así probarla de ese modo… por si no quedó claro, su mano libre buscó la que le estaba condenando, tocándola, provocándola y derritiéndola.
Le tomó de la muñeca y empezó a moverla a su antojo, como aquel que se da el capricho de introducir un dedo en una deliciosa tarta y probarla. Ella misma, fue quien llevó la propia mano que la provocó, impregnada de aquel sabor que él mismo preguntó ¿a qué sabría? Solo había un modo de saberlo.
-Pruébalo , quiero saber a qué sé… haz esa cata que tantas ganas tienes de probar ¿o no es suficiente, pequeño? -dejó que los dedos, rozasen los labios ajenos, uniéndose a la cata. Su lengua rozó la ajena en cuanto fue a probarla y la mordió, traviesa, mirándole intensamente -Demasiado delicioso, ambos… ¿quieres probar más o tengo que darte más? -no, no iban por buen camino…su frente se apoyó en la ajena, lamiéndole los labios…limpiándole de alguna manera, provocándole aún más de lo condenados que estaban.
Castigo y placer.
¿Qué era el castigo sin placer? Algo incompleto, insatisfactorio y aburrido. Así pensaba la apodada “madre tierra”. El contacto visual, no lo perdía en ningún instante. Le gustaba observar cada gesto, mirada y movimiento que realizase…conocer más de él, aun más. Le atraía, era un hecho y no por ser rico o apuesto. Aquel juego, surgido de la nada, les había llevado justo en donde se encontraban, en ese punto exacto en donde ambos infiernos coincidieron ¿quién quemaría a quién?
Ese hombre, la tentó desde el primer segundo, ofrecido la posibilidad de conocer aún más un terreno en el que estaba verde y ese poder…que casi le arrebata la vida. ¿Podía pedir más? sentía el calor que desprendía la chimenea en su espalda y que junto a sus manos, le abrasaban la piel aún bajo la ropa. Se relamió por sus palabras ¿a qué clase de mujeres había conocido hasta ahora si huyeron despavoridas ante aquel brujo del mal? Que prácticamente, podía ofrecer todo, claro que por la otra parte, dudaba que alguna de esas mujeres… supiesen qué hacer con él .
Imposible no bailar sobre él, envolverse de aquel calor que emanaba del cuerpo ajeno. Una de sus manos, seguía acariciando la anatomía de su pecho, le encantaba delinear cada músculo con la yema de sus dedos, fundirse en aquella piel que ardía y por su culpa, comenzaba a ser lo mismo por su parte. Se mordió los labios, haciendo lo mismo que con los del hechicero, si pudiese le habría probado a conciencia, arrancando aquel manjar que era su boca porque sí, sabía a distintos tipos de chocolate, a cual más intenso y delicioso. Ese beso se lo mostró, uno que devolvió, dándole a probar de sus propios labios… como si una nueva cucharada le diese .
-No lo sé ¿has acertado, pequeño brujo del mal? -rió por sus palabras a lo que se le unió un gemido al sentir aquella caliente lengua recorrerla, podía sentir la respiración del joven chocar contra su piel y aquello, la excitó, teniendo que morderse los labios, mover las caderas y sentir que no solo era ella quien estaba deseando que pasase cualquier cosa…pero ¿pasaría? Estaba muy claro pero siendo ella podían pasar tantas cosas…
Sus ojos azules, lo miraron desafiantes al lanzarle aquella frase ¿probar otra cosa? Rió divertida, incorporándose, atrayéndole hacia por la nuca con la palma de su mano y no dejar que se apartase, quería que sintiese cada palabra acariciar aquellos pétalos infernales que poseía por labios, unos que le quemaban sin tan siquiera rozarla y ser la perdición de la rubia no, no estaba en sus planes de momento… tener perdiciones era peligroso y diablos, podía estar saboreándolo a conciencia durante todo el tiempo que él le dejase. Maldito, ¿le preguntaba a qué sabía?él debía de comprobarlo de saberlo por sí mismo. La mano varonil del hechicero, la buscó irremediablemente y sus caderas se unieron a aquel juego, provocando que rozase dos de los dedos y pudiese así probarla de ese modo… por si no quedó claro, su mano libre buscó la que le estaba condenando, tocándola, provocándola y derritiéndola.
Le tomó de la muñeca y empezó a moverla a su antojo, como aquel que se da el capricho de introducir un dedo en una deliciosa tarta y probarla. Ella misma, fue quien llevó la propia mano que la provocó, impregnada de aquel sabor que él mismo preguntó ¿a qué sabría? Solo había un modo de saberlo.
-Pruébalo , quiero saber a qué sé… haz esa cata que tantas ganas tienes de probar ¿o no es suficiente, pequeño? -dejó que los dedos, rozasen los labios ajenos, uniéndose a la cata. Su lengua rozó la ajena en cuanto fue a probarla y la mordió, traviesa, mirándole intensamente -Demasiado delicioso, ambos… ¿quieres probar más o tengo que darte más? -no, no iban por buen camino…su frente se apoyó en la ajena, lamiéndole los labios…limpiándole de alguna manera, provocándole aún más de lo condenados que estaban.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Cuando la pasión llama
Es imposible no recurrir a su llamado
Es imposible no recurrir a su llamado
Aquella mujer se perdía por el camino de la tentación y hacía que, con ello, yo tomara aquel mismo camino. Parecía que ambos habíamos tomado la determinación de arder en las llamas del infierno, porque estaba claro que ninguno de los dos íbamos a dar tregua alguna en aquella pequeña lucha que habíamos iniciado. No solamente era una pequeña lucha por ver quién quemaba antes al otro, el carácter de cada uno salía a relucir con todo aquello, y me hacía ver más cómo era aquella mujer realmente.
Como de costumbre su temeridad y su arrojo salieron a relucir cuando pasé a controlar la situación, no se dejaba intimidar y no dejaba que pudiera imponerme sobre ella. Se revelaba, y lo hacía de una forma tan deliciosa, que quería que se revelara mucho más para poder ver hasta donde llegaría su límite. Incluso así ella intentaba también imponerse, pero estaba bajo mi control, aunque ella no se diera cuenta de ello.
La chimenea iluminaba mucho más el lugar y su silueta quedara recortada con la de las llamas de fondo, haciendo que fuera todo mucho más visible para mí. Podía ver sus ojos con nitidez mirarme de aquella forma, de manera desafiante, mientras era yo el que jugaba con ella recorriendo su cuerpo, apresando su pelo con mi puño, tensando su cuello para lamer y morder a mi antojo. Estaba encima de mí, sí… pero era yo quien llevaba el control de todo aquello. Y no iba a ceder, por mucho que ella presionara.
Sus caderas se movieron sobre mí y gruñí, de forma baja, contra su boca mientras me seguía provocando. Sus ojos se clavaron en los míos cuando le describí a lo que sabía tras separarme del beso y me reí, entre dientes, ante aquella definición de “brujo del mal”, una muy acertada que hizo que tirara con algo más de fuerza de su cabello, tensando más su cuello, tirando su rostro más hacia atrás mientras las llamas lamían su figura, bailando sobre ella.
-Oh, ¿ahora soy un “brujo del mal”? –sonreí de forma ladina lamiendo su cuello escuchando el gemido de sus labios por ello haciendo que mi interior comenzara a arder, al igual que las llamas, provocando que poco a poco la pasión y la excitación comenzaran a recorrer mi cuerpo y subiera, de forma gradual, el calor de mí cuerpo. Moví mi cadera contra ella ante aquel gemido sintiendo como mi excitación crecía por momentos, algo que ella notaría pronto de seguir así. –Yo no sé describir sabores, pero sí sé describir el aura de cada persona. Y sé que sabes que he acertado, ¿no quieres reconocerlo? No hace falta que lo hagas, tus ojos dicen más de lo que tú misma quisieras –mordí su labio inferior sin soltar el agarre de su cintura, mientras la otra vagaba libre bajo su camiseta. Era una comodidad que estuviera cambiada de ropa con aquello mucho más… ancho, no se ajustaba a su cuerpo y podía recorrerla como me diera la gana, sin tener que desatar nudos, lazos y quitar pesados vestidos y ropaje de encima.
Mi otra mano, libre y juguetona, bajó por su vientre y esa vez no se detuvo, bajó colándose por su pantalón hasta que tocó su sexo, lo dejé justo sobre este sintiendo el calor que desprendía y lo húmeda que comenzaba a estar, haciendo que sonriera de forma ladina. Sentí su mirada sobre la mía y no me quedé ahí, le había dicho que quería probarla y era lo que iba a hacer exactamente; probarla. Mis dedos rozaron sus labios y uno de ellos se coló notando su humedad, y su calor. Mi miembro dio una sacudida al notarla de aquella forma y la miré en todo momento, queriendo saber sus reacciones y mirarla directamente a ella.
Y no quedándose corta ante aquello llevó su mano a mí muñeca y fue ella quien comenzó a mover mi mano sobre su sexo, recorriéndolo, creando círculos y patrones imaginarios mientras se movía sobre mí. No aparté mi vista de ella tampoco resultándome gracioso aquello, como si quisiera llevar ella la batuta, imponiendo el ritmo al igual que lo hacía con sus caderas. La dejé hacer por unos instantes hasta que incluso con mi mano en mi muñeca, después de un momento, introduje un dedo dentro de ella para poder probarla como realmente había dicho que iba a hacer, lo dejé dentro observando y midiendo sus reacciones, pero no hice nada más. Habría tiempo más adelante para ello.
Ella misma fue la que llevó mi dedo a mis labios haciendo que los probara sin apartar mí vista de la suya, divertido con su disposición, y los lamí. Gruñí ante su sabor, dulce, afrutado, que inundó mi boca y provocó que mi erección se tensara un poco más, sintiendo las ganas crecer cada vez en mí interior, y luego sentí su lengua recorrer mis labios, para probarse ella misma también.
Reí ante aquello cuando mordió mis labios y apoyó su frente sobre la mía diciéndome aquellas palabras. ¿Qué le hacía pensar, que había acabado con ella? Solo había hecho que empezar, aún me quedaban muchas cosas que degustar de ella y aquello, era solamente un calentamiento para todo lo que mi mente tenía pensado hacer con ella. Reí entre dientes y moví mi cadera, elevándola haciendo que chocara contra su sexo.
-¿Qué te hace pensar que he acabado? Aún tengo muchas cosas que probar pequeña, y no lo he hecho de la manera que me hubiera gustado. Esto solo ha sido el aperitivo, y quiero más. –llevé mis manos a ambos lados de su cintura, agarré la camiseta, y comencé a subirla para quitársela tirándola hacia algún lado de la habitación. La contemplé con aquel pantalón y con el sostén y recorrí sus costados con mis dedos, al igual que las llamas del fuego lo recorrían creando sombras en su piel- Tengo muchas cosas que probar, y muchas cosas por hacerte, o es que, ¿tienes miedo de lo que pueda hacerte, y que te guste demasiado? –reí inclinándome para dejar un mordisco justo encima de donde se juntaban sus pechos, recorriendo su espalda con una de mis manos y lamiendo el contorno de sus pechos, todo lo que aquella prenda me dejaba hacer- Quiero verte desnuda y probarte yo mismo, y espero que tú también quieras probarme, madre tierra. Aún tienes muchos sabores que descubrir –le quité aquella prenda queriendo dejarla desnuda de cintura para arriba y mordí uno de sus pechos mientras mi mano masajeaba y jugaba con el otro.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Quien juega con fuego…
Se quema.
La risa de la joven, hacía eco en la habitación, cada vez que el brujo tiraba de su cabello. Conocía ese gesto de poder, de control y creer de verdad que en aquella situación él tuviese el mando cuando eso era lo que realmente quería que pensase. No podía quitarle razón, despertaba en ella un deseo irrefrenable y su aura lo gritaba a los cuatro vientos. Gaîa era joven sí, pero sabía a la perfección cómo actuar en determinadas situaciones y a él , le debía una, una venganza que serviría en plato frío, muy frío…helado.
Esperaba justo lo que notó cuando le provocó moviendo las caderas, hiciera que la probase. Estaba excitado, la llamaba a gritos y por aquellos suspiros, esos gruñidos leves que le gritaban que no parase, le hiciese cualquier cosa. Sus finas manos, delinearon cada parte de su torso, subiendo por sus hombros y terminar por deshacerse de la camisa, cayese al suelo a su suerte. Se mordió el labio inferior a tal visión, aquel hombre era muy atractivo, le atraía pero sus deseos y excitación no superaban a su ansia de poder. Él era una mezcla de ambos deseos deseo y poder , algo que nunca pensó pudiese mezclarse pero…ahí estaba, ante ella.
-No más cosas que yo desee probar. Quiero que lo hagas, probarme…lo estás deseando por lo mucho que te ha gustado el aperitivo, imagínate cómo será el plato principal, un segundo y…el postre -sonrió ampliamente ante la última palabra, deslizando los labios por su cuello y dejar un mordisco en éste, seguido de una risa mientras sus dedos acariciaban sus costados, arañando con suavidad la espalda…una caricia peligrosa al igual que sus labios, buscaron los ajenos. Los rozó, mordió y succionó el inferior del brujo, tirando lo suficiente para advertirle.
Siseó, apartándose de sus labios un instante, apoyando la frente en la ajena…un punto de apoyo que necesitaba ahora mismo. Tomó ambas muñecas del brujo, apoyándolas en sus caderas y bajar despacio para que fuese él quien le quitase la prenda solo que… antes de que tan siquiera bajase unos centímetros, su menuda mano le tomó del cuello, deteniendo cualquier movimiento de ambos y sus miradas, chocasen…se encontrasen en aquel mar de deseo y poder, descubrimiento.
-Muéstramelo. Quiero ver de lo que eres capaz. Estar segura de que no eres un fantoche que me está llevando por el camino del engaño. No soy estúpida y si estoy aquí, sobre ti, siendo tu perdición…es por una sencilla razón. Quiero ver tus poderes, no he venido aquí para acostarme contigo , no sé si lo entiendes -la otra mano, se deslizó rápidamente por el vientre del brujo, haciéndose paso en el pantalón y adueñarse de su miembro, acariciándolo bajo la ropa, un gesto muy diferente a cómo lo tenía del cuello.
Sentada sobre él, lo miraba desafiante, muy segura de lo que estaba haciendo. No negó el deseo que sentía por él pero no solo sería eso, quería más y él se lo tenía que dar. De alguna manera, ahora era vulnerable… lo tenía a su merced, a pesar de ser una humana sin otros conocimientos naturales…esa chica ofrecía mucho más de lo que aparentaba, acababa de dejarle claro que era la perfecta aprendiz que no se achantaba a nada.
Pegó su torso al ajeno, moviendo las caderas un tanto más, como si se perteneciesen y estuviese bailando sobre él, sin prendas de por medio. Sus labios se entreabrieron, la respiración se entrecortaba cada vez más a cada movimiento y volvió a morderle los labios, ni él sabía lo mucho que le gustaba probarle.
-No pienses que te voy a pedir más, con respecto a esto -apretó su miembro un tanto, moviéndolo y acariciándolo , causándole no tanto placer como si estuviese moviéndose sobre él, perteneciéndole por fin -Serás tú quién me lo pida -rió, se estaba arriesgando, siempre lo hacía, tanteaba a la suerte y eso, si que era una total excitación para ella.
Se quema.
La risa de la joven, hacía eco en la habitación, cada vez que el brujo tiraba de su cabello. Conocía ese gesto de poder, de control y creer de verdad que en aquella situación él tuviese el mando cuando eso era lo que realmente quería que pensase. No podía quitarle razón, despertaba en ella un deseo irrefrenable y su aura lo gritaba a los cuatro vientos. Gaîa era joven sí, pero sabía a la perfección cómo actuar en determinadas situaciones y a él , le debía una, una venganza que serviría en plato frío, muy frío…helado.
Esperaba justo lo que notó cuando le provocó moviendo las caderas, hiciera que la probase. Estaba excitado, la llamaba a gritos y por aquellos suspiros, esos gruñidos leves que le gritaban que no parase, le hiciese cualquier cosa. Sus finas manos, delinearon cada parte de su torso, subiendo por sus hombros y terminar por deshacerse de la camisa, cayese al suelo a su suerte. Se mordió el labio inferior a tal visión, aquel hombre era muy atractivo, le atraía pero sus deseos y excitación no superaban a su ansia de poder. Él era una mezcla de ambos deseos deseo y poder , algo que nunca pensó pudiese mezclarse pero…ahí estaba, ante ella.
-No más cosas que yo desee probar. Quiero que lo hagas, probarme…lo estás deseando por lo mucho que te ha gustado el aperitivo, imagínate cómo será el plato principal, un segundo y…el postre -sonrió ampliamente ante la última palabra, deslizando los labios por su cuello y dejar un mordisco en éste, seguido de una risa mientras sus dedos acariciaban sus costados, arañando con suavidad la espalda…una caricia peligrosa al igual que sus labios, buscaron los ajenos. Los rozó, mordió y succionó el inferior del brujo, tirando lo suficiente para advertirle.
Siseó, apartándose de sus labios un instante, apoyando la frente en la ajena…un punto de apoyo que necesitaba ahora mismo. Tomó ambas muñecas del brujo, apoyándolas en sus caderas y bajar despacio para que fuese él quien le quitase la prenda solo que… antes de que tan siquiera bajase unos centímetros, su menuda mano le tomó del cuello, deteniendo cualquier movimiento de ambos y sus miradas, chocasen…se encontrasen en aquel mar de deseo y poder, descubrimiento.
-Muéstramelo. Quiero ver de lo que eres capaz. Estar segura de que no eres un fantoche que me está llevando por el camino del engaño. No soy estúpida y si estoy aquí, sobre ti, siendo tu perdición…es por una sencilla razón. Quiero ver tus poderes, no he venido aquí para acostarme contigo , no sé si lo entiendes -la otra mano, se deslizó rápidamente por el vientre del brujo, haciéndose paso en el pantalón y adueñarse de su miembro, acariciándolo bajo la ropa, un gesto muy diferente a cómo lo tenía del cuello.
Sentada sobre él, lo miraba desafiante, muy segura de lo que estaba haciendo. No negó el deseo que sentía por él pero no solo sería eso, quería más y él se lo tenía que dar. De alguna manera, ahora era vulnerable… lo tenía a su merced, a pesar de ser una humana sin otros conocimientos naturales…esa chica ofrecía mucho más de lo que aparentaba, acababa de dejarle claro que era la perfecta aprendiz que no se achantaba a nada.
Pegó su torso al ajeno, moviendo las caderas un tanto más, como si se perteneciesen y estuviese bailando sobre él, sin prendas de por medio. Sus labios se entreabrieron, la respiración se entrecortaba cada vez más a cada movimiento y volvió a morderle los labios, ni él sabía lo mucho que le gustaba probarle.
-No pienses que te voy a pedir más, con respecto a esto -apretó su miembro un tanto, moviéndolo y acariciándolo , causándole no tanto placer como si estuviese moviéndose sobre él, perteneciéndole por fin -Serás tú quién me lo pida -rió, se estaba arriesgando, siempre lo hacía, tanteaba a la suerte y eso, si que era una total excitación para ella.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Si apuestas contra el diablo...
será porque no tienes nada que perder
será porque no tienes nada que perder
Cada vez el intento por dominar a la otra persona se hacía más y más presente entre ambos, ella no quería ceder ante mí, y yo no pensaba ni remotamente ceder ante ella. Era algo que no contemplaba para nada, mientras se dejaba hacer por lo que mis manos provocaban en ella. Todavía seguía con su pelo cogido entre mi puño cerrado, mientras la otra mano libre vagaba por su cuerpo, lo recorría, lo acariciaba a su total antojo.
Finalmente decidí soltar su pelo para ver qué era lo que hacía ahora mientras sentía el deseo crecer dentro de mí, al igual que lo sentía crecer dentro de ella. No podía escondérmelo ni negármelo, su aura brilla con tal intensidad que sabía perfectamente lo que estaba pasando por su cuerpo. Deseo, potente, voraz, que quería arrasar todo a su paso, igual que el mío comenzaba a extenderse por su paso.
Finalmente la dejé desnuda de cintura para arriba, quitándole aquella prenda que tapaban sus pechos, mientras mi boca mordía uno de sus pezones y la otra mano jugaba con su otro pecho libre, moviendo mis caderas al compás que ella marcaba. Sus manos fueron a la camisa que llevaba y la quitó haciendo que la prenda se perdiera por la habitación, al igual que la camiseta que llevaba ella.
Estábamos los dos en igual de condiciones, desnudos de cintura para arriba, mientras que lo realmente interesante estaba todavía cubierto de ropa. Sentía cómo mi excitación quería liberarse de aquellas prendas y sentirse algo más libre, pero no iba a ser yo quien hiciera aquello… esperaba que ella siguiera desnudándome más adelante, mientras las llamas de la hoguera bailaban alrededor de nosotros, creando figuras por la habitación.
Sentí su rostro en mi cuello donde sus labios dejaron besos y algún que otro mordisco, mientras sus manos acariciaban mi espalda y mis costados, casi como si me estuviera arañando, haciendo que me mordiera el labio ante aquel roce. Sus labios se posaron sobre los míos y los mordió a su antojo y luego succionó el inferior como si me estuviera retando, como si quisiera decirme algo con todo aquello.
Mis manos vagaban por su espalda bajando en un camino descendente hasta que llegaron a su trasero, donde apreté con algo de fuerza mientras mordía mi labio. La contemplé durante unos segundos esperando a ver qué era lo que hacía y sentí como sus manos cogían las mías y las apoyaba contra su cadera.
-Tú también estás deseando probarme, ¿a quién intentas engañar, pequeña? ¿A ti misma, quizá? –me reí sintiendo que apoyaba su frente contra la mía y fruncí el ceño, sabiendo que algo iba a hacerme pues había llevado mis manos contra sus caderas, al tiempo que hacía como que las colaba dentro para bajar la prenda... y llegó. Una de sus manos cogió mi cuello al igual que yo lo había echo en aquel callejón, pero la presión que ella ejercía sobre este no era para nada comparado con la presión que había ejercido contra ella. Reí entre dientes por aquello, ¿se estaba vengando? No aprendería, podía hacerle muchas cosas que ella ni siquiera conocía y que no debería de provocar que las hiciera. Me estaba provocando para que la castigara, lo sabía, no hacía falta preguntarlo ni que ella me lo dijera.
Sus palabras hicieron que la mirara de forma fija, estaba impaciente porque le enseñara todo lo que podía hacer, pero no era algo que estaba dispuesto a ceder. Aún no confiaba en ella y no lo iba a hacer hasta que me demostrara que valía para ello. ¿Se pensaba, que por aquella atracción… era digna de mí confianza? No podía estar más equivocada. Los deseos sexuales sabía que no era bueno reprimirlos y tomaba aquello que más deseaba, pero no por ello significaba que fuera digna de mi confianza. No, por supuesto que no. Debía de hacer algo mucho más para ganarse aquello.
Su otra mano se coló por mi pantalón y colándose también por mi ropa interior hasta llegar a mi miembro, semierecto, que comenzaba a ponerse más duro con cada momento. Siseé al sentir su mano apretarlo, apresarlo de una manera muy diferente de cómo tenía cogido mi cuello. Sentí su mirada con la mía, desafiándome en todo momento, mientras estaba sentada sobre mí. Se inclinó para pegar su pecho al mío a la par que movía sus caderas y su mano, en mi miembro, comenzaba a moverse quizás no de la forma que más me gustase. ¿Pedirle? ¿A ella? Estaba muy equivocada.
-Creo que piensas que, porque pase esto, eres digna de mí total confianza… y estás muy equivocada –su respiración contra mis labios era entrecortada y sentí que mordía mi labio de nuevo- Te dije que cuando fueras digna de ello, te lo enseñaría. Sé lo que estás buscando con esto –reí entre dientes sintiendo sus movimientos de cadera y su mano en mi miembro, provocándome- me provocas para que te castigue como lo hice en el callejón, ¿verdad? –Mordí su labio esta vez yo, mientras la dejaba hacer- Dices que no quieres nada pero tu mano, tus jadeos, tu cuerpo y tu aura dicen algo muy diferente. No confío en ti –la miré a los ojos, directamente, para que supiera que estaba hablando totalmente en serio- Y no pienso hacerlo porque pueda pasar esto, mi confianza se gana de una forma muy diferente que metiéndote en mí cama. Pero, ¿quieres otra muestra más? Puedo dártela –me reí mirándola a los ojos, bajando un poco el tono de mi voz- Suéltame el cuello, saca tu mano de mi miembro y levántate –no podría negarse, era experto en la dominación por magia y, al igual que la había parado en la calle, ahora debería de hacer lo mismo. Observé como, sin querer hacerlo, su mano soltaba tanto mi cuello como mi miembro y acaba por levantarse, parada delante de mí- Seguro que te acuerdas de esto cuando te paré en el callejón, ¿verdad? –reí sonriendo de lado, divertida- Quítate la ropa, y quédate desnuda –de nuevo otra orden que no podría contradecir por mucho que quisiera. Su fuerza de voluntad estaba cegada totalmente, cedida y vendida. No podría hacer nada para no hacerlo, solo podía obedecer lo que le mandaba. Finalmente se quedó desnuda y la observé sin prisa alguna, disfrutando con la dominación que estaba teniendo sobre ella. Miré la alfombra que había cerca de la chimenea y le hice un gesto con la cabeza, mientras apoyaba un codo en uno de los brazos y mi cabeza quedaba recostada en mi mano- Túmbate, boca arriba, mirándome –tres simples y sencillas órdenes que no tardó en atacar, mientras una sonrisa algo cínica se escapaba de mis labios- Mucho mejor, desde luego que sí. Desnuda y tumbada. –hice una leve pausa- Flexiona las rodillas, y separa las piernas –ahora quedaría totalmente expuesta, sin nada que prohibiera mirarla completamente denuda. Me deleité con aquello y me mordí el labio- Dime, madre tierra, ¿qué se siente al estar así expuesta, delante de un brujo negro que puede dominarte? –Reí- ¿Sabías, que muchos de los libros, tienen hechizos respecto al… sexo? No hablo de amor, hablo de pasión, excitación, erotismo… un libro interesante –reí entre dientes- Está prohibido porque, en teoría, es ilícito hacer que una persona se sienta atraída por otra que realmente no le atrae nada. Por eso, gente que estaba muy mal de la cabeza en su momento, en un momento de locura y excitación sexual crearon… estos hechizos. ¿Sabes cuál es mi favorito? Este –pronuncié unas palabras y sabía que su cuerpo iba a comenzar a sentir un subidón de deseo, y excitación, recorrer cada parte de su cuerpo, cada poro de su piel, cada terminación nerviosa, cada recoveco de su cuerpo… de los pies a la cabeza. El placer subía como si de una ola se tratara incapaz de controlarla, incapaz de frenarla, mientras el calor y la excitación sexual recorrían su cuerpo. Su respiración se entrecortaba, su sexo palpitaba… todo era producto de aquel hechizo. El deseo que sentía era tal que, dependiendo de cómo fuera la persona, podía afectar de una forma u otra. ¿Cómo le afectaría a ella? Su cuerpo se mecía mientras sentía que un orgasmo se le venía encima sin poder hacer nada, justo cuando estaba en la cima… cesaba. Todo pasaba, desaparecía al igual que había llegado, dejándola algo fría, deseosa de seguir sintiendo aquello que hacía unos segundos estaba sintiendo- Ya ha pasado, ¿no? Seguro que tienes ganas de que me hunda en tu interior, ¿cierto? –aunque lo negase, sabía que era cierto. Sabía que precisamente la finalidad del hechizo, era esa- Da igual quien pase, quieres finalizar aquello que has sentido –reí divertido- Igual que un íncubo, te lleva hasta la cima más alta para no dejarte alcanzar la meta. Los brujos lo utilizaban para atraer a aquellas mujeres que deseaban y no podían llegar a obtener. Hay que estar presente cuando el hechizo termine y, como si de un íncubo se tratara, se sentirían atraídas hacia ellos –chasqueé los dedos y liberé el hechizo de que se pudiera moverse.– Bien, este es tú castigo. La que va a pedir, vas a ser tú. –sonreí de forma malvada, sabiendo que no podría negarse a lo que su cuerpo le pedía y que el hechizo había provocado.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Vender tu alma al diablo
Por una noche de placer…
El aura no engañaba y a ella no le hacía falta ver auras para saber que la del brujo brillaba y lucía del mismo color que la suya. Entre ellos, surgió aquel deseo innato. Con solo mirarse a través de un cristal, la atracción fue fulminante. Ese hombre le iba a traer muchos problemas, demasiados y por ello…más y más le llamaba estar allí, tentarle, provocarle y sacar todo lo posible para conocer, saber y comprobar que no era ningún charlatán aún habiéndola poder arrebatado la vida en un callejón.
Las manos de ambos, marcaban el cuerpo ajeno como si de una competición se tratase, demostrándose que podían darse mutuamente algo más de lo que en un principio pensaron. Le condenó verle morderse el labio inferior, un gesto que le gustó demasiado, por ello no paraba de tomarlo ella misma con los dientes, probándolo. Sabía que no confiaba en ella y cuando le retó a mostrarle un poco más de su poder, se relamió…esperándolo, sin dejar de acariciar su miembro y perder contacto con él.
Como si su cuerpo no le perteneciese, se separó de él , sin dejar de mirarle a los ojos y es que por mucho que luchase, seguía sin poder evitar hacerle caso…realizar cada una de sus peticiones. Maldito fuese, iba a tener lo que quería sin apenas tocarla y …poder apreciarla desnuda, a su antojo. Le odió, el odio alimentaba el deseo que sentía por él y su aura se lo gritaba en silencio. Aún sin poder hacer otra cosa que cumplir sus deseos, reía de lo más divertida… mirándole desde el suelo, tumbada, totalmente expuesta y ella, tener esa imagen terriblemente sensual del brujo semidesnudo, observándola atentamente…como el cazador esperando a su presa.
-¿Qué se siente? Que te odio aún más…-murmuró , abriendo los ojos de golpe al sentir tales sensaciones. No pudo evitar el gemir, jadear, moviendo las caderas y querer hacerse cualquier cosa para que aquella tortura irresistible parase. ¿Un hechizo? Maldito y mil veces maldito. Nunca jamás sintió tanto placer…un placer inacabado, sin llegar a la cumbre y sin más… cesó, dejándola ardiendo de deseo, con el cuerpo perlado de sudor mostrando al brujo una imagen increíblemente sensual y provocadora de la rubia, solo para él. intentaba recuperar la cordura, la respiración con normalidad pero no…su cuerpo reclamaba más atenciones, finalizar con aquello que él había empezado y ella había bsucado.
-La diferencia…-tuvo que parar de hablar, imposible…seguía jadeando, susurrando entre medias su nombre.-La diferencia es… que yo, no necesito hechizos para que me desees, te provoque y….quieras hacerme cualquier cosa -se incorporó como buenamente pudo, aún con las piernas flexionadas, mirándole intensamente…relamiéndose por quedarse los labios secos.
-No te hacía falta… y lo sabes. Ese hechizo carece de sentido…cuando puedes hacerme cualquier cosa…tú aún mejor que eso y lo sabes -rió aun con la respiración entrecortada… sin dejar de mirarlo a los ojos. No perdió tiempo en gatear hasta él, apoyando las manos en las rodillas y separar sus piernas para quedar entre ellas, de rodillas ante el brujo…¿no buscaba eso? -No vamos a pedir ninguno… -deslizó las manos por sus piernas, buscando quitarle la prenda que le quedaba y estar en igualdad de condiciones -Vamos a arder en el infierno juntos
Murmuró antes de lanzarse a sus labios, pegarse a su cuerpo mientras volvía a su maldito asiento de antes que era el regazo del brujo. Una vez dejó caer la prenda restante, su cuerpo volvió a moverse sobre el de él , buscando mayor contacto. Lo besaba con rabia y un deseo irrefrenable, mordía su boca, succionaba su lengua y bebía de sus labios como si fuese aquello que calmase su sed, la única cosa. Lo deseaba y lo mostró, al acercarle hacia sí por los costados, en un arrebato de pasión arañarlo… cosa que le hizo reír de lo más divertida.
-No tienes que lanzar más hechizos para admitir que eres un maldito brujo del mal al que tengo que castigar… -su sexo, vibraba al frotarse con su miembro…caliente y húmedo como su propio cuerpo…el cual lo llamaba a gritos y estaba segura de que era lo mismo por su parte -Me deseas…me lo dicen tus ojos… tu cuerpo…y espero que tú me lo confirmes…-rió contra sus labios, apresando sus pechos contra aquel torso perfecto, aquel en el que no le importaría perderse por esta noche.
Por una noche de placer…
El aura no engañaba y a ella no le hacía falta ver auras para saber que la del brujo brillaba y lucía del mismo color que la suya. Entre ellos, surgió aquel deseo innato. Con solo mirarse a través de un cristal, la atracción fue fulminante. Ese hombre le iba a traer muchos problemas, demasiados y por ello…más y más le llamaba estar allí, tentarle, provocarle y sacar todo lo posible para conocer, saber y comprobar que no era ningún charlatán aún habiéndola poder arrebatado la vida en un callejón.
Las manos de ambos, marcaban el cuerpo ajeno como si de una competición se tratase, demostrándose que podían darse mutuamente algo más de lo que en un principio pensaron. Le condenó verle morderse el labio inferior, un gesto que le gustó demasiado, por ello no paraba de tomarlo ella misma con los dientes, probándolo. Sabía que no confiaba en ella y cuando le retó a mostrarle un poco más de su poder, se relamió…esperándolo, sin dejar de acariciar su miembro y perder contacto con él.
Como si su cuerpo no le perteneciese, se separó de él , sin dejar de mirarle a los ojos y es que por mucho que luchase, seguía sin poder evitar hacerle caso…realizar cada una de sus peticiones. Maldito fuese, iba a tener lo que quería sin apenas tocarla y …poder apreciarla desnuda, a su antojo. Le odió, el odio alimentaba el deseo que sentía por él y su aura se lo gritaba en silencio. Aún sin poder hacer otra cosa que cumplir sus deseos, reía de lo más divertida… mirándole desde el suelo, tumbada, totalmente expuesta y ella, tener esa imagen terriblemente sensual del brujo semidesnudo, observándola atentamente…como el cazador esperando a su presa.
-¿Qué se siente? Que te odio aún más…-murmuró , abriendo los ojos de golpe al sentir tales sensaciones. No pudo evitar el gemir, jadear, moviendo las caderas y querer hacerse cualquier cosa para que aquella tortura irresistible parase. ¿Un hechizo? Maldito y mil veces maldito. Nunca jamás sintió tanto placer…un placer inacabado, sin llegar a la cumbre y sin más… cesó, dejándola ardiendo de deseo, con el cuerpo perlado de sudor mostrando al brujo una imagen increíblemente sensual y provocadora de la rubia, solo para él. intentaba recuperar la cordura, la respiración con normalidad pero no…su cuerpo reclamaba más atenciones, finalizar con aquello que él había empezado y ella había bsucado.
-La diferencia…-tuvo que parar de hablar, imposible…seguía jadeando, susurrando entre medias su nombre.-La diferencia es… que yo, no necesito hechizos para que me desees, te provoque y….quieras hacerme cualquier cosa -se incorporó como buenamente pudo, aún con las piernas flexionadas, mirándole intensamente…relamiéndose por quedarse los labios secos.
-No te hacía falta… y lo sabes. Ese hechizo carece de sentido…cuando puedes hacerme cualquier cosa…tú aún mejor que eso y lo sabes -rió aun con la respiración entrecortada… sin dejar de mirarlo a los ojos. No perdió tiempo en gatear hasta él, apoyando las manos en las rodillas y separar sus piernas para quedar entre ellas, de rodillas ante el brujo…¿no buscaba eso? -No vamos a pedir ninguno… -deslizó las manos por sus piernas, buscando quitarle la prenda que le quedaba y estar en igualdad de condiciones -Vamos a arder en el infierno juntos
Murmuró antes de lanzarse a sus labios, pegarse a su cuerpo mientras volvía a su maldito asiento de antes que era el regazo del brujo. Una vez dejó caer la prenda restante, su cuerpo volvió a moverse sobre el de él , buscando mayor contacto. Lo besaba con rabia y un deseo irrefrenable, mordía su boca, succionaba su lengua y bebía de sus labios como si fuese aquello que calmase su sed, la única cosa. Lo deseaba y lo mostró, al acercarle hacia sí por los costados, en un arrebato de pasión arañarlo… cosa que le hizo reír de lo más divertida.
-No tienes que lanzar más hechizos para admitir que eres un maldito brujo del mal al que tengo que castigar… -su sexo, vibraba al frotarse con su miembro…caliente y húmedo como su propio cuerpo…el cual lo llamaba a gritos y estaba segura de que era lo mismo por su parte -Me deseas…me lo dicen tus ojos… tu cuerpo…y espero que tú me lo confirmes…-rió contra sus labios, apresando sus pechos contra aquel torso perfecto, aquel en el que no le importaría perderse por esta noche.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Quien juega con fuego, acaba quemándose
Pero ¡ah! Puede ser tan divertido y placentero…
Pero ¡ah! Puede ser tan divertido y placentero…
Me tuve que reír al verla de aquella forma mientras se levantaba obedeciendo mí orden, viendo cómo aquello no le gustaba en absoluto y viendo también cómo me miraba mientras, paso tras paso, se tumbaba en el suelo, abría sus piernas dejándome una imagen al completo de ella, desnuda, expuesta para mí, que me calentó aún más la sangre y con el que sentí que mi miembro se endurecía aún más. Pronto, primero tenía que mostrarle de nuevo una lección para que supiera que no solamente podía hacer daño, aunque mayormente mi poder se trataba de eso. Dañar. Dolor. Pero que el conocimiento era bastante amplio y podía ofrecer una gama muy amplia.
Reí entre dientes apoyando el codo en el brazo del sillón y dejando mi cabeza reposada en mi mano cerrada en un puño, observándola, riéndome por sus palabras que decía de que me odiaba aún más. Y eso, que ni siquiera había empezado con aquel hechizo. ¿Qué pasaría cuando comenzara? Nunca lo había hecho en pos de mí beneficio, quizás, era la segunda o la tercera vez que veía los efectos que estos provocaban, pero sabía de lo eficaz que era y de la cantidad de brujos que se habían aprovechado de ello.
Y, de repente, su boca dejó de quejarse diciendo que me odiaba mucho más y pasó a jadear y a gemir, mientras su cuerpo se movía moviendo sus caderas, inclinándolas, como si quisiera buscar más allá de lo que estaba sintiendo. Y yo, mientras, sentado en mi sillón como si fuera un trono digno de un rey que veía cómo un plebeyo era torturado… disfrutaba con lo que veía. Sabía lo que el hechizo provocaba pero, verlo directamente, era algo muchísimo más placentero. Algo mucho mejor que simplemente leerlo en libros.
Podía ver cómo su cuerpo se sacudía, se comenzaba a perlar de sudor y retorcía queriendo sentir mucho más aquel placer que recorría su cuerpo, sin poder hacer nada, porque no iba a permitir que ella misma se aliviase, no era el cometido de todo aquello. Y, al igual que había empezado… acabó. El hechizo paró y dejó de moverse mientras veía su pecho subir y bajar con rapidez buscando algo de aliento y recuperarse por lo que había sentido. Con aquello podía hacerme mejor, una idea, de aquel simple pero efectivo hechizo. La seguí observando sin moverme y sonreí ladino, tras sus primeras palabras de aquello.
-No necesitaba de esto, tienes toda la razón, no lo he hecho para crear en tú un sentimiento de necesidad o por mí, puesto que ya lo tenías. Lo he hecho para que vieras, realmente, todo lo que puedo provocar sin siquiera moverme, con susurrar unas palabras. Sí, la magia negra abarca muchos caminos que tú ni siquiera conoces, y precisamente por ello, he decidido castigarte así. –Hice una pequeña pausa- sé por tu aura lo que estabas sintiendo antes de hacerlo, y solo con esto, se ha multiplicado. Vaya, vaya, vaya… sabía que lo ibas a disfrutar. Dime, ¿te has quedado… con ganas de más? –reí entre dientes sin poder evitarlo mientras la observaba todavía recostada en donde estaba. Vi que me miraba fijamente y se ponía a cuatro patas gateando hasta mí, sin perder contacto visual y situándose entre mis piernas, haciéndose hueco en ellas. –Ha sido parte de tu castigo, te he dado placer y castigo al mismo tiempo, ¿no era lo que querías? –me reí entre dientes, sintiendo cómo me quitaba los pantalones dejándome solamente con los calzoncillos, que no tardaron en caer al suelo, mientras se inclinaba sobre mí y me besaba.
Volvió de nuevo a sentarse sobre mí mientras mordía mi labio y su sexo quedaba cerca de mi miembro, restregándose de alguna forma, creando una fricción que me estaba volviendo loco, sintiendo cómo su sexo estaba húmedo por lo que le había hecho antes, mucho más humedecido que cuando lo recorrí con mi dedo, metiendo uno en su interior. Podía notar las innegables ganas que ella sentía en ese momento, mordía mi boca, succionaba mi lengua y me besaba como si fuera el último día de su vida, y quisiera aprovecharlo al máximo. Mordí su labio inferior tras besarla aferrando su pelo con fuerza y tirar de él, haciendo que su cuello se tensara y lo lamiera desde la clavícula hasta la barbilla, mordiéndola.
-Ya veo las ganas que tienes, pequeña. ¿Quieres que me hunda ya en ti, no puedes esperar? –me reí mordiendo el lóbulo de su oreja notando cómo movía sus caderas, como mi miembro no podía estar ya más duro, pidiendo y exigiendo que me hundiera en su interior de una maldita vez, que aplacara un poco la agonía que estaba sintiendo. –Espero que te haya quedado claro, de una vez, lo que realmente soy. Y no vuelvas a provocarme de nuevo, o te mataré. No tolero la insubordinación ni tener que repetir las voces un par de veces –mordí uno de sus pechos para luego lamerlo y succionarlo, apresando con mis dientes su pezón sin presionar demasiado, lo justo para que lo sintiera, mientras mi mano seguía en su pecho echando su cabeza hacia atrás- Igual que tú me deseas a mí –con la mano libre la llevé a una de sus nalgas donde la elevé moviendo mi cadera para quedar justo en la entrada de su sexo, restregándolo sintiendo en la punta de mi miembro lo resbaladizo que estaba su sexo- ¿Lo quieres dentro de ti? –reí subiendo a sus labios, inclinando su cabeza con la mano en su pelo, mordiendo estos- Muy bien, lo vas a tener –no le di tiempo a decir nada más y solté el agarre que estaba haciendo para que estuviera algo más elevada, notando cómo mi miembro entra en ella completamente, sintiendo su calor envolverme por completo, abriéndome paso en su interior. Siseé contra sus labios y moví mi cadera dándole a entender que se moviera, dejando una mano en su cintura, y la otra a uno de sus pechos- Muévete, demuéstrame cuánto me deseas.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Puede ser tan divertido y placentero…
Torturarte.
Una tortura. Se estaba volviendo una maldita tortura el tenerle sentado frente a ella, ofreciéndole y arrebatándole todo al mismo tiempo. Jugaba, tentaba, provocaba y se perdían en igualdad de condiciones, cosa que lograba aumentar aún más el deseo, las ganas que sentían por ambas partes. Notaba su cuerpo caliente, quemaba y solo el contacto de las pieles causaba en ella una necesidad enfermiza. No solo quería que ocurriese, estaba deseando volver a probarlo, comprobar de una maldita vez lo que era capaz de hacer y demostrar lo mismo por su parte.
Él mismo lo dijo, ninguna mujer se había atrevido a tanto y ella, acababa de saltar la verja…desafiándole en todo momento. Sus pechos lo reclamaban y fueron bendecidos con aquella boca venenosa al igual que deliciosa. Sabía perfectamente cómo torturarla, buscarla y encontrarla. Como parase, sería ella quien se tomase la venganza. Maldita y jodida boca del mal, ese brujo podía ridiculizarte con su voz varonil y chulesca, acariciadora. Ahora, solo quería volver a probarlo, beber de él, callarlo de una maldita vez y oír solo su nombre ¿cómo sería si gimiese? Sonrió contra sus labios a tal pregunta en su mente, iba a ser terriblemente irresistible si lo escuchaba gemir y solo con imaginarlo, gimió sobre sus labios, mordiendo el superior con cierta fuerza.
-No, no volveré a provocarte… lo haré siempre, constantemente para que solo me tengas en esa retorcida mente tuya. -sentir como iba perteneciéndole le arrancó un pequeño grito de satisfacción, maldito él, su miembro igual de grande que su ego acababa de callarla de golpe. Antes de que le pidiese que se lo demostrase, sus caderas empezaron a moverse de forma suave, disfrutando de los primeros movimientos. Movimientos que fueron intensificándose a medida que sus jadeos, gemidos y susurros que solo llevaban el nombre del brujo, su nombre de pila…
Enredó sus manos en la nuca ajena, a la par que sus caderas tomaron un ritmo desbocado, moviéndose con fuerza, teniendo que abrir un tanto las piernas para recibirlo aún más. Ahora era ella quien no le daba tregua, como si acabase de lanzar un conjuro para extasiarlo, pidiese más. Las caderas de la rubia empezaron a tomar un ritmo desorbitado, mostrándole al brujo una imagen magnífica de ella botando sobre él, ofreciéndose por entero…el placer y la lujuria jugaban a una carta y los dos, estarían dispuestos a perder. Y llegó, gimiendo sobre su boca, mordiéndola como castigo y dejar que su risa, acariciase aquellos labios infectados de orgullo, ahora apresados por los ajenos, en un beso lujurioso, buscando su lengua, gimiendo sobre su boca.
-Aún hay más -aquellas orbes cristalinas, centellaban como las llamas de la chimenea… sin control. No le hizo falta salir de él para girarse y quedar de espaldas a él. la cascada ondulada, aún húmeda por el baño, tapaba aquella hermosa espalda adornada con pequeños lunares, similar a un cielo estrellado. Rió por lo bajo, alzando el brazo y atrapar su nuca con una de sus manos.
Quería, deseaba que sintiese cada movimiento como si fuese el último, transportarlo a un universo que la magia era imposible conseguir. Sus caderas, empezaron a moverse despacio, sintiendo más placer que antes en esa postura, el recién orgasmo tenía la culpa de ello…ahora quería más y no iba a parar, no se contentaba con haber explotado una vez, quería recibirlo… una y otra vez, hasta que cayesen exhaustos.
-Bien, señor Tisdale…-movió las caderas de golpe, un movimiento seco, que permitió causar en ambos un placer irresistible -Ningún hechizo va a darte lo que estoy deseando mostrarte… -sonrió, su trasero rozaba el vientre del joven, su sexo atrapaba el miembro de él…moviéndose de nuevo como si estuviesen en pleno baile y se lo diesen todo en una pieza. La rapidez con la que movía las caderas, buscando aún más placer, tener un objetivo que no era otro que volverlo loco.
Los ojos azules de la chica, buscaron los ajenos, girando el rostro y sonreírle, traviesa y picara…no se estaba portando bien. empezó a moverse tan rápido que su trasero no podía dejar de incitarlo y el remate final no fue otro que poder hacer presión en su miembro con su sexo para causarle un placer extremo mientras se movía como una diosa divina. Tuvo que apoyarse en las rodillas del joven e inclinarse hacia adelante para que consiguiesen un mayor clímax…el juego solo acababa de comenzar y ambos lo sabían, iban a perder los dos.
Torturarte.
Una tortura. Se estaba volviendo una maldita tortura el tenerle sentado frente a ella, ofreciéndole y arrebatándole todo al mismo tiempo. Jugaba, tentaba, provocaba y se perdían en igualdad de condiciones, cosa que lograba aumentar aún más el deseo, las ganas que sentían por ambas partes. Notaba su cuerpo caliente, quemaba y solo el contacto de las pieles causaba en ella una necesidad enfermiza. No solo quería que ocurriese, estaba deseando volver a probarlo, comprobar de una maldita vez lo que era capaz de hacer y demostrar lo mismo por su parte.
Él mismo lo dijo, ninguna mujer se había atrevido a tanto y ella, acababa de saltar la verja…desafiándole en todo momento. Sus pechos lo reclamaban y fueron bendecidos con aquella boca venenosa al igual que deliciosa. Sabía perfectamente cómo torturarla, buscarla y encontrarla. Como parase, sería ella quien se tomase la venganza. Maldita y jodida boca del mal, ese brujo podía ridiculizarte con su voz varonil y chulesca, acariciadora. Ahora, solo quería volver a probarlo, beber de él, callarlo de una maldita vez y oír solo su nombre ¿cómo sería si gimiese? Sonrió contra sus labios a tal pregunta en su mente, iba a ser terriblemente irresistible si lo escuchaba gemir y solo con imaginarlo, gimió sobre sus labios, mordiendo el superior con cierta fuerza.
-No, no volveré a provocarte… lo haré siempre, constantemente para que solo me tengas en esa retorcida mente tuya. -sentir como iba perteneciéndole le arrancó un pequeño grito de satisfacción, maldito él, su miembro igual de grande que su ego acababa de callarla de golpe. Antes de que le pidiese que se lo demostrase, sus caderas empezaron a moverse de forma suave, disfrutando de los primeros movimientos. Movimientos que fueron intensificándose a medida que sus jadeos, gemidos y susurros que solo llevaban el nombre del brujo, su nombre de pila…
Enredó sus manos en la nuca ajena, a la par que sus caderas tomaron un ritmo desbocado, moviéndose con fuerza, teniendo que abrir un tanto las piernas para recibirlo aún más. Ahora era ella quien no le daba tregua, como si acabase de lanzar un conjuro para extasiarlo, pidiese más. Las caderas de la rubia empezaron a tomar un ritmo desorbitado, mostrándole al brujo una imagen magnífica de ella botando sobre él, ofreciéndose por entero…el placer y la lujuria jugaban a una carta y los dos, estarían dispuestos a perder. Y llegó, gimiendo sobre su boca, mordiéndola como castigo y dejar que su risa, acariciase aquellos labios infectados de orgullo, ahora apresados por los ajenos, en un beso lujurioso, buscando su lengua, gimiendo sobre su boca.
-Aún hay más -aquellas orbes cristalinas, centellaban como las llamas de la chimenea… sin control. No le hizo falta salir de él para girarse y quedar de espaldas a él. la cascada ondulada, aún húmeda por el baño, tapaba aquella hermosa espalda adornada con pequeños lunares, similar a un cielo estrellado. Rió por lo bajo, alzando el brazo y atrapar su nuca con una de sus manos.
Quería, deseaba que sintiese cada movimiento como si fuese el último, transportarlo a un universo que la magia era imposible conseguir. Sus caderas, empezaron a moverse despacio, sintiendo más placer que antes en esa postura, el recién orgasmo tenía la culpa de ello…ahora quería más y no iba a parar, no se contentaba con haber explotado una vez, quería recibirlo… una y otra vez, hasta que cayesen exhaustos.
-Bien, señor Tisdale…-movió las caderas de golpe, un movimiento seco, que permitió causar en ambos un placer irresistible -Ningún hechizo va a darte lo que estoy deseando mostrarte… -sonrió, su trasero rozaba el vientre del joven, su sexo atrapaba el miembro de él…moviéndose de nuevo como si estuviesen en pleno baile y se lo diesen todo en una pieza. La rapidez con la que movía las caderas, buscando aún más placer, tener un objetivo que no era otro que volverlo loco.
Los ojos azules de la chica, buscaron los ajenos, girando el rostro y sonreírle, traviesa y picara…no se estaba portando bien. empezó a moverse tan rápido que su trasero no podía dejar de incitarlo y el remate final no fue otro que poder hacer presión en su miembro con su sexo para causarle un placer extremo mientras se movía como una diosa divina. Tuvo que apoyarse en las rodillas del joven e inclinarse hacia adelante para que consiguiesen un mayor clímax…el juego solo acababa de comenzar y ambos lo sabían, iban a perder los dos.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Si el placer es pecado...
¡Bienvenidos al Infierno!
¡Bienvenidos al Infierno!
Disfruté mientras sentía como me hundía en su interior dejando que cayera sobre mí, notando como centímetro a centímetro me adentraba más y más en ella, llegando a ese tope en su interior sintiendo como estaba completamente dentro de ella, sintiendo su sexo amoldarse a mi miembro, y moví mi cadera para que comenzara con aquello. Quería ver cómo se movía sobre mí y luego, más tarde, sería yo el que me moviera dentro de ella.
Y no tardó, lanzó un gemido que me hizo sisear cuando la penetré por completo y comenzó a moverse subiendo y bajando sobre mi miembro. Podía notar como este no llegaba a salir y ya comenzaba a bajar de nuevo mirándola en todo momento con mi puño cerrado en su pelo y la otra mano en uno de sus pechos, jugando con él, masajeándolo, pellizcando su pezón mientras no dejaba de moverse, y yo movía hacia arriba mi cadera cada vez que ella bajaba, como si quisiera acompañarla y llegar más al fondo… como si aquello fuera posible.
Notaba que topaba con el tope en su interior y era algo que me encantaba, era más placer añadido y le iba a permitir que fuera ella de momento quien controlase el ritmo y fuera a su voluntad, cuando yo comenzara, iba a ser algo más diferente. De momento disfrutaba con lo que estaba haciendo y me dejé hacer, sintiendo como me mordía el labio inferior… había notado que era algo que le gustaba hacer y reí, entre dientes, ante su osadía.
-Parece que realmente eres una persona masoquista, que por más que te digan que pueden matarte con lo que hagas no vas a parar por muy malo que sea para ti. Es tu decisión, tú sabrás lo que haces… -la miré, ¿quedarse en mi mente? Sí claro, cuando el infierno se congelara- Si piensas que puedes hacerlo, te reto a que lo hagas. Será todo un placer ver cómo te estrellas contra un muero una, y otra y otra jodida vez –reí notando que comenzaba a aumentar los movimientos siendo cada vez más rápidos y oyendo sus jadeos y gemidos de fondo, mientras yo comenzaba también a soltar algún que otro gemido sintiendo como poco a poco el placer iba aumentando. De su boca solo salía mi apellido mientras la veía moverse, se abrió aún más de piernas para amoldarse y acogerme mejor y se inclinó a besarme sin dejar de moverse, rápido, subiendo y bajando en un movimiento casi seco que nos estaba llevando a la perdición más placentera y absoluta. Sentí que había llegado cuando apretó mi miembro dentro de ella de aquella manera mientras gemía contra mis labios y me besaba, devolviéndole el beso mientras movía mí cadera cuando ella estaba quieta disfrutando de su orgasmo, y yo había absorbido aquel gemido mientras notaba cómo su cuerpo temblaba. Me reí entre dientes cuando se separó, divertido- ¿Ya Gaïa? El primero, y por supuesto que aún hay más, aún no me has hecho llegar… y aún no te he dado yo, así que venga, vamos a por tú segundo y mí primero. –Me reí viendo como se giraba sin salirse de mí y gemí por aquellos movimientos, mi miembro estaba duro e hinchado dentro de ella y sabía que faltaría poco para que llegara al orgasmo, aunque sabía muy bien porqué ella lo había alcanzado tan rápido, pero era algo que no iba a decir.
La observé de espaldas a mí con aquel reflejo de la chimenea danzando sobre su pelo cayendo sobre su espalda, llevé mis manos por esta hasta que llegué a sus hombros y sentí como se apoyaba contra mí y daba aquel movimiento seco que me hizo jadear, queriendo que comenzara a moverse de nuevo. Yo también quería mi orgasmo, al igual que lo había tenido ella. Y así lo hizo, comenzó a moverse de forma lenta sobre mí mientras me miraba con su brazo pasando por su cuello y mordí su cuello y su oreja antes de ir de nuevo a sus labios.
-Entonces, muéstramelo –respondí a sus palabras notando su trasero contra mi viento y mi miembro rodeado por completo por su humedad, cuando se apoyó contra mi espalda después de comenzar a moverse y giró su rostro mis manos bajaron deslizándose por su cuerpo, dejando una en su pecho pero la otra siguió bajando por su cuerpo hasta llegar a su sexo. No me detuve, mi mano jugaba con su pecho mientras ella se movía y mi otra mano comenzó a deslizarse por su sexo, húmedo de su anterior orgasmo, y me centré en su clítoris que estaba abultado por el placer. Lo acaricié con mis dedos para luego pasar a pellizcarlos y morder sus labios gimiendo por el placer que me estaba dando notando cómo apretaba su sexo entorno a mí miembro y levanté mis caderas de nuevo mientras ella no dejaba de subir y bajar sobre mí. Se alejó inclinándose hacia delante apoyando sus manos en las rodillas y, cogiéndola del pelo, la tiré hacia atrás poniéndola de nuevo en la posición en la que estaba, moviendo mis caderas mucho más comenzando a notar como el orgasmo se acercaba de forma peligrosa. Mi mano no dejó de pellizcar y acariciar su clítoris y la otra tirar su cabeza hacia atrás, donde lamía y mordía su cuello notando como el orgasmo estaba a las puertas, faltaba poco, muy poco- Vamos Gaïa… córrete para mí –susurré en su oído, dando un pellizco más fuerte en su clítoris, y hundiéndome de forma violenta en su interior, notando cómo el orgasmo me golpeaba y gemía notando como me corría en su interior, notando la respiración entrecortada y el placer inundar mí cuerpo. Esperé a que ella llegara y reí entre dientes, mordiendo su oreja- Ahora seré yo quién te de a ti.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Saborear el infierno
Degustarlo y querer más.
Acaban de quemarse mutuamente, ¿si era masoquista? Ante eso , soltó una risa que inundó la habitación, mezclándose con sus gemidos, jadeos y su nombre. El primer orgasmo fue intenso, maravilloso y endiabladamente increíble. Había más, no era aún suficiente y Gaîa quería demostrarle que no eran solo palabras, podía elevarle a un placer extremo, olvidándose de todo y que solo tuviese a ella, a su cuerpo. Si él supiese, lo que le encantaba que dijese su nombre y ese apodo “madre tierra”. La voz del joven acarició su piel, deseándole más y más a cada segundo, convirtiéndose en una droga que dudaba pudiese desprender de ella cuando quisiera y por ello, le odiaba.
Y sus palabras alentadoras, aquella que le susurraban, llamándola a las puertas del infierno y abrirlas al sentir la oleada de placer, recorrerla aún de manera más intensa, mezclado con el orgasmo de él. Intentaba recuperar el aliento, respirando de forma entrecortada y necesitar estirarse, notando cada parte de su cuerpo caliente. ¿Qué iba a darle a ella? eso habría que verlo, estaba esperando aquello desde hacía mucho, lo suficiente como para no poder evitar buscarlo una vez más, siendo ella quien lo llamase al infierno…uno que estaba deseando que él se quemase.
-¿TÚ a mí? Hazlo. Vuélveme loca, haz que te pida más-se separó de él, volviendo al suelo y alejarse al igual que se había acercado a él, a gatas hasta quedar frente a la chimenea y quedar sentada en la enorme alfombra que precedía el salón. -Ven y dámelo pero antes… quiero que veas…algo -susurró bajito, mirándole fijamente a los ojos. Iba a mostrarle otra cara del placer, el que ella misma se podía dar. Deslizó sus dos manos por sus pechos, tomándolos y masajearlos entre sus manos, tirando de la parte más sensible, consiguiendo que se pusiesen duros…rió por lo bajo de forma traviesa, dejando que una de sus manos se aventurasen por su vientre hasta colarse en su sexo y darse las atenciones que necesitaba, sin dejar de mirarlo a los ojos, aún sentado en el sillón.
Abrió las piernas, para que viese digno espectáculo y no perdiese detalle, dos de sus dedos entraban en ella de forma rápida de manera que alcanzase un nuevo orgasmo pero… antes de llegar, se detuvo , mirándolo intensamente… no quería llegar si no era él quien se lo provocaba. Rió traviesa, llevándose los dedos a los labios y esperar cualquier cosa, de él.
-¿No ibas a darme? Ven y hazlo -con la respiración entrecortada, su cuerpo brillaba con aquellas llamas dibujando el hermoso cuerpo de la joven, llamándole a gritos par que volviesen a empezar un nuevo baile en el que ambos sucumbiesen al pecado, de la mano del otro y ella, no podía llamarle más a gritos.
-Logan…-susurró, relamiéndose, recorriéndole con aquel mar azul que eran sus orbes, deseándolo más a cada segundo , algo que no podía controlar.
Degustarlo y querer más.
Acaban de quemarse mutuamente, ¿si era masoquista? Ante eso , soltó una risa que inundó la habitación, mezclándose con sus gemidos, jadeos y su nombre. El primer orgasmo fue intenso, maravilloso y endiabladamente increíble. Había más, no era aún suficiente y Gaîa quería demostrarle que no eran solo palabras, podía elevarle a un placer extremo, olvidándose de todo y que solo tuviese a ella, a su cuerpo. Si él supiese, lo que le encantaba que dijese su nombre y ese apodo “madre tierra”. La voz del joven acarició su piel, deseándole más y más a cada segundo, convirtiéndose en una droga que dudaba pudiese desprender de ella cuando quisiera y por ello, le odiaba.
Y sus palabras alentadoras, aquella que le susurraban, llamándola a las puertas del infierno y abrirlas al sentir la oleada de placer, recorrerla aún de manera más intensa, mezclado con el orgasmo de él. Intentaba recuperar el aliento, respirando de forma entrecortada y necesitar estirarse, notando cada parte de su cuerpo caliente. ¿Qué iba a darle a ella? eso habría que verlo, estaba esperando aquello desde hacía mucho, lo suficiente como para no poder evitar buscarlo una vez más, siendo ella quien lo llamase al infierno…uno que estaba deseando que él se quemase.
-¿TÚ a mí? Hazlo. Vuélveme loca, haz que te pida más-se separó de él, volviendo al suelo y alejarse al igual que se había acercado a él, a gatas hasta quedar frente a la chimenea y quedar sentada en la enorme alfombra que precedía el salón. -Ven y dámelo pero antes… quiero que veas…algo -susurró bajito, mirándole fijamente a los ojos. Iba a mostrarle otra cara del placer, el que ella misma se podía dar. Deslizó sus dos manos por sus pechos, tomándolos y masajearlos entre sus manos, tirando de la parte más sensible, consiguiendo que se pusiesen duros…rió por lo bajo de forma traviesa, dejando que una de sus manos se aventurasen por su vientre hasta colarse en su sexo y darse las atenciones que necesitaba, sin dejar de mirarlo a los ojos, aún sentado en el sillón.
Abrió las piernas, para que viese digno espectáculo y no perdiese detalle, dos de sus dedos entraban en ella de forma rápida de manera que alcanzase un nuevo orgasmo pero… antes de llegar, se detuvo , mirándolo intensamente… no quería llegar si no era él quien se lo provocaba. Rió traviesa, llevándose los dedos a los labios y esperar cualquier cosa, de él.
-¿No ibas a darme? Ven y hazlo -con la respiración entrecortada, su cuerpo brillaba con aquellas llamas dibujando el hermoso cuerpo de la joven, llamándole a gritos par que volviesen a empezar un nuevo baile en el que ambos sucumbiesen al pecado, de la mano del otro y ella, no podía llamarle más a gritos.
-Logan…-susurró, relamiéndose, recorriéndole con aquel mar azul que eran sus orbes, deseándolo más a cada segundo , algo que no podía controlar.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Arder en las llamas del Infierno
Arder de placer junto a tu cuerpo
Arder de placer junto a tu cuerpo
Su pelo cada vez que movía mi cadera creaba una sensación de cosquillas por mi pecho mientras no dejaba de mover mi cadera, subiendo y bajando sobre ella, acompañándola con ese ritmo que estaba marcando, y que iba a hacer que llegáramos al orgasmo como siguiera así. Mis labios creaban un recorrido por su cuello, mordiendo su hombro y subiendo hasta el lóbulo de su oreja que mordí mientras escuchaba de fondo sus gemidos y los jadeos que soltaba, mientras ella subía y bajaba sobre mí miembro creando una melodía entre el ruido que producía aquello, mis gemidos y los suyos mezclándose de fondo. Mis manos no quedaron quietas y recorrieron su cuerpo desnudo mientras ella seguía recostada contra mí pecho.
Su espalda estaba contra mi pecho y recorrí sus pechos pellizcando sus pezones, amasándolos y jugando con ellos, dejando que una de mis manos se aventurara por su cuerpo y bajara recorriendo su vientre, bajando hasta llegar a su sexo donde colé la mano y jugué con su clítoris, acariciándolo, apretándolo mientras ella no dejaba de moverse sobre mí.
Cada vez el ritmo que marcaba era más y más rápido y, cuando le pedí que se corriera para mí, fue entonces que sentí cómo llegaba al orgasmo gimiendo mi nombre y yo gemí notando como también llegaba y me corría en su interior.
Mi respiración estaba entrecortada pero, a pesar de eso, aún no había terminado con ella. Se rió por mis palabras y mordí su cuello mientras ella hablaba y me decía que la volviera loca, era justamente eso lo que pretendía hacerle. Iba a ser ella la que, esta vez, rogase porque me hundiera en su interior, me moviera dentro de ella hasta que alcanzara el siguiente orgasmo. No se lo iba a poner fácil, y era algo que me encantaba hacer. Aún tenía cosas pendientes por hacerle, y aún quedaba noche por delante.
-¿Me estás retando, madre tierra? –reí entre dientes todavía con mis labios en su cuello y noté cómo se levantaba saliendo de mí, se acercaba hasta la alfombra donde había estado antes bajo el embrujo del hechizo y se tumbó, diciendo que antes quería que viera algo, y ya intuía por dónde podían ir los tiros con todo aquello. La vi tumbarse en el suelo sin dejar de mirarme en ningún momento, sintiendo aquellos ojos azules como el cielo no fijos en los míos, oscuros y peligrosos. Jugó con su cuerpo pasando sus manos primero por sus pechos, abarcándolos con sus manos mientras notaba cómo apretaba un poco y tiraba de sus pezones, sintiendo cómo mi miembro daba una pequeña sacudida por ello, como había echo hacía unos momentos yo con ellos, al tiempo que aquello me daba para recuperar el aliento.
Una de sus manos siguió bajando por su cuerpo hasta llegar a su sexo donde metió dos dedos en su interior y comenzó a sacarlos y a meterlo de forma rápida, mientras yo no perdía detalle alguno de lo que estaba haciendo y me mordía el labio. Mi miembro ya estaba más que listo para otro asalto mientras ella parecía que alcanzaba otro orgasmo, pero paró antes de que este sacudiera su cuerpo y se rió, de forma traviesa, llevando sus dedos a sus labios y mirándome de aquella forma tan provocadora. ¿Quería jugar? Juego le daría. Me levanté del sillón y caminé hasta quedar delante de ella observándola desde una posición más elevada y me reí entre dientes, claro que iba a darle, lo que ella no sabía es cómo iba a darle realmente.
Me agaché y la empujé para que quedara totalmente tumbada en la alfombra mientras contemplaba sin prisa alguna su cuerpo desnudo y el juego que las llamas de la chimenea hacían en su cuerpo. Llevé mis manos a sus pechos y lamí con mi lengua desde el centro de estos hacia abajo, creando un camino con mi lengua que acabó justo encima de su sexo, la miré divertido y me coloqué entre sus piernas.
-He dicho que quería probarte, y todavía no lo he hecho –me incliné y lamí su sexo notando lo humedecida que estaba y el sabor de su orgasmo, mordisqueé su clítoris y volví a lamer todo su sexo en una lenta caricia con mi lengua, no teniendo ninguna prisa por degustarla. Aferré su cadera con uno de mis brazos y la otra mano, libre, la llevé a su sexo dejándola ahí. Introduje mi lengua dentro de ella y cuando la saqué metí dos dedos en su interior notando lo húmeda que estaba, mientras mi boca se encargaba de lamer su clítoris al tiempo que marcaba un ritmo rápido con mis dedos, igual que estaba haciendo con la lengua en su clítoris. Notaba cómo su cuerpo se arqueaba y no paré, metí un tercer dedo dentro de ella y conforme los metía los iba rotando creando mayor placer, mientras mordía y lamía su clítoris sin piedad alguna. Solamente paré cuando noté que realmente iba a llegar al orgasmo, saqué mis dedos, me separé de su sexo dejando un mordisco en una de sus ingles y subí hacia su rostro, besando sus labios para que ella misma probase de nuevo su sabor directamente de mis labios. Aferré sus muñecas con cada una de mis manos, contra la alfombra sin posibilidad de moverse, colocándome sobre ella haciendo que la punta de mi miembro rozara su sexo pero no la penetrara y me reí entre dientes- Pídemelo, y te daré tanto que ni siquiera recordarás quién eres.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Morder y probar…
Cada parte de tu cuerpo.
Ahora, no se encontraba bajo ningún hechizo. Su cuerpo aún vibraba por las sensaciones y los orgasmos en los que él, tenía absolutamente la culpa. El culpable de que su cuerpo reclamase más y la traicionase por querer algo de aquel maldito brujo que desde el primer segundo no había hecho otra cosa que torturarla y ahora, desearle de forma enfermiza, como si su cuerpo tan solo respondiese a su merced. A la merced de aquel hombre terriblemente desquiciante, provocador que le podía enseñar un mundo que ella desconocía.
Le atraía a sobremanera cómo se mordía el labio inferior, odiándole por no ser ella quien lo tomase, saborearlo como si fuese un manjar delicioso. Rió al notar cómo la empujaba sobre la alfombra, se dejó hacer, riendo por lo bajo de lo más divertida. Le observó desde su posición, cómo tomaba sus pechos, lo que provocó que volviese a excitarse, necesitase que le diese atenciones en una zona más prohibida. Maldito y mil veces maldito, si sus labios habían provocado en ella que sus pechos reaccionasen de esa manera, su cuerpo vibró al ver cómo se acercaba a su sexo.
Gimió, mordiéndose el labio inferior, abriendo un tanto más las piernas y mover sus caderas al mismo ritmo que él marcaba. Su espalda, se arqueó perdida de deseo, de placer por aquella lengua envenenada que le arrancaban un sinfín de gemidos y jadeos que terminaban siempre en su nombre. Volvía a sentir esa oleada, oleada inacabada porque se separó…lo había hecho y eso era algo que jamás iba a perdonarle ¿cómo podía ser tan cruel? Sus ojos azules, se clavaron en él desafiantes, rugiendo por lo bajo al ver lo que pretendía.
-No quiero recordar quién soy, ni quién eres… quiero disfrutar de ti, lo que queda de noche. No tenemos que ganar ninguno la batalla…solo quedar más que satisfechos con el resultado -se inclinó para pasar la lengua por sus labios, dibujándolos con dedicación y como no, morder su labio inferior y tirar un tanto, ronroneando por ello -Me gusta demasiado morderte, Logan… ahora bien ¿quieres que te lo pida? Hagámoslo…los dos juntos -jadeó contra su boca, moviendo las caderas en círculos para sentir cómo su miembro caliente y dispuesto la tentaba, la llamaba a gritos -Hazlo -
Sus piernas, se entrelazaron en su cintura, le bastó un solo movimiento para que su miembro entrase dentro de ella. Cerró los ojos con fuerza, desviando los labios de su boca a su cuello, el cual mordisqueó y lamió. Sus manos, apresadas… luchaban por no lanzarse a tomarlo de las nalgas y obligarle a entrar en ella todo lo rápido y fuerte que fuese capaz. Lo necesitaba dentro de ella, lo odiaba de la misma manera que lo deseaba y no le importaba en absoluto perder el norte por aquel hombre, no al menos en ese momento….uno que ambos recordarían.
-Más fuerte…aún recuerdo lo mucho que te odio -rió tirando del cabello de su nuca, mordiendo su cuello, gimiendo de puro placer entre sus brazos. En la cama era en el único lugar en el que no discutían… y eso, ya era un logro para ambos. Gaîa quería más y él iba a dárselo todo…no sería lo menos por parte de la rubia. Porque el placer…viene de la mano de la pasión, ambos sentían algo enfermizo por el otro, llámalo odio, atracción pero tan fuerte que no se disiparía con que ocurriese…una vez.
Cada parte de tu cuerpo.
Ahora, no se encontraba bajo ningún hechizo. Su cuerpo aún vibraba por las sensaciones y los orgasmos en los que él, tenía absolutamente la culpa. El culpable de que su cuerpo reclamase más y la traicionase por querer algo de aquel maldito brujo que desde el primer segundo no había hecho otra cosa que torturarla y ahora, desearle de forma enfermiza, como si su cuerpo tan solo respondiese a su merced. A la merced de aquel hombre terriblemente desquiciante, provocador que le podía enseñar un mundo que ella desconocía.
Le atraía a sobremanera cómo se mordía el labio inferior, odiándole por no ser ella quien lo tomase, saborearlo como si fuese un manjar delicioso. Rió al notar cómo la empujaba sobre la alfombra, se dejó hacer, riendo por lo bajo de lo más divertida. Le observó desde su posición, cómo tomaba sus pechos, lo que provocó que volviese a excitarse, necesitase que le diese atenciones en una zona más prohibida. Maldito y mil veces maldito, si sus labios habían provocado en ella que sus pechos reaccionasen de esa manera, su cuerpo vibró al ver cómo se acercaba a su sexo.
Gimió, mordiéndose el labio inferior, abriendo un tanto más las piernas y mover sus caderas al mismo ritmo que él marcaba. Su espalda, se arqueó perdida de deseo, de placer por aquella lengua envenenada que le arrancaban un sinfín de gemidos y jadeos que terminaban siempre en su nombre. Volvía a sentir esa oleada, oleada inacabada porque se separó…lo había hecho y eso era algo que jamás iba a perdonarle ¿cómo podía ser tan cruel? Sus ojos azules, se clavaron en él desafiantes, rugiendo por lo bajo al ver lo que pretendía.
-No quiero recordar quién soy, ni quién eres… quiero disfrutar de ti, lo que queda de noche. No tenemos que ganar ninguno la batalla…solo quedar más que satisfechos con el resultado -se inclinó para pasar la lengua por sus labios, dibujándolos con dedicación y como no, morder su labio inferior y tirar un tanto, ronroneando por ello -Me gusta demasiado morderte, Logan… ahora bien ¿quieres que te lo pida? Hagámoslo…los dos juntos -jadeó contra su boca, moviendo las caderas en círculos para sentir cómo su miembro caliente y dispuesto la tentaba, la llamaba a gritos -Hazlo -
Sus piernas, se entrelazaron en su cintura, le bastó un solo movimiento para que su miembro entrase dentro de ella. Cerró los ojos con fuerza, desviando los labios de su boca a su cuello, el cual mordisqueó y lamió. Sus manos, apresadas… luchaban por no lanzarse a tomarlo de las nalgas y obligarle a entrar en ella todo lo rápido y fuerte que fuese capaz. Lo necesitaba dentro de ella, lo odiaba de la misma manera que lo deseaba y no le importaba en absoluto perder el norte por aquel hombre, no al menos en ese momento….uno que ambos recordarían.
-Más fuerte…aún recuerdo lo mucho que te odio -rió tirando del cabello de su nuca, mordiendo su cuello, gimiendo de puro placer entre sus brazos. En la cama era en el único lugar en el que no discutían… y eso, ya era un logro para ambos. Gaîa quería más y él iba a dárselo todo…no sería lo menos por parte de la rubia. Porque el placer…viene de la mano de la pasión, ambos sentían algo enfermizo por el otro, llámalo odio, atracción pero tan fuerte que no se disiparía con que ocurriese…una vez.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
"Eres un demonio muy bueno, tendré que llevarte a mí infierno y corromperte"
Ahora ya no había ningún truco, ningún hechizo ni nada por el medio que pudiera echarme en cara para cómo estaba ella, en aquel momento. Ella misma incluso se había ofrecido tumbándose en el suelo sobre aquella alfombra, abriendo sus piernas y jugando con su sexo metiendo un par de dedos mientras yo me quedaba sentada en el sillón, contemplándola, observándola como un espectáculo digno de aclamar y prestar mayor detalle posible. Mi miembro ya pedía porque entrara en su interior de nuevo y comenzara a moverme dentro de ella, de forma tan salvaje que no recordara nada, ni donde estaba, ni quién era… solamente placer.
Me levanté cuando me miró de aquella forma tan desafiante, innata en ella, y sonreí de lado mientras jugaba con sus pechos y los lamía, para luego crear un camino con mi lengua que acabó en su sexo, lamiéndolo, mordiéndolo, penetrándola con mí lengua y jugando con ella sintiendo como su cadera se movía y se elevaba al ritmo que mi lengua marcaba. Tomé de ella tanto como quise hasta que mis dedos hicieron lo que habían echo antes los suyos, entrando y saliendo de su cuerpo al ritmo de mí lengua en su clítoris. La sentía retorcerse aproximándose a esa cúspide de placer que, por el momento, no le iba a permitir llegar. Ella había jugado y yo estaba haciendo exactamente lo mismo.
Subí a su rostro y mordí sus labios después de dejar un beso sobre ellos dejando que ella probara también su sabor, y sentí el mordisco que me dio en el labio tirando de él, haciendo que riera entre dientes. Había descubierto que era algo que le gustaba hacer y que no había parado de hacer en toda la noche, apresé sus manos entre las mías, aferrando sus muñecas, y la coloqué encima de su cabeza mientras me colocaba bien sobre ella, haciendo que no pudiera moverse por mí cuerpo sobre el suyo y sus manos se quedaran quietas, al menos, durante el rato que yo quisiera.
La miré a los ojos notando en ellos el fuego que desprendían, y no era precisamente porque las llamas de la lumbre bailaban sobre ellos creando formas diferentes, sino porque veía en ellos el deseo y las ganas de llegar al orgasmo que le había quitado hacía apenas unos minutos, brillando sobre ellos, exigiéndome y pidiéndome que le llevara de nuevo al orgasmos. Reí por sus palabras y moví mi miembro haciendo que recorriera todo su sexo y acabara en su clítoris, presionando sobre este, haciendo que sintiera todo por doble con lo húmeda que ya estaba.
-Me parece perfecto que pienses lo mismo que yo, por unos momentos, te voy a conceder el deseo solamente de que no sientas nada más que placer, y te olvides de todo lo demás. –Lamió mis labios por completo y tiró de uno de ellos, haciendo que rodara los ojos al decirme que le gustaba aquello- Sé que te gusta morderme, no has parado de hacerlo en toda la noche, madre tierra. –Notaba cómo movía sus caderas entorno a mí miembro creando una fricción que me estaba encantando y que hacían que quisiera meterme dentro de ella, sin vacilar, sin pensar, y comenzara a bombear en su interior sin darle tregua alguna. –Es lo que pienso hacer, ¿tan desesperada estás por sentirme de nuevo en tu interior? –Solté una risita notando que envolvía con sus piernas mi cadera y, antes de que pudiera hacer nada, noté como ella misma empujando con sus piernas hacía que mí miembro entrara dentro de ella. La risita se vio cortada dejando escapar un jadeo de placer, notando como entraba poco a poco dentro de ella. La miré durante unos segundos y di la primera embestida, haciendo que entrara por completo dentro de ella y quedándome, un par de segundos, así en esa postura, notando como mi miembro era envuelto por completo en su interior y notando ese tope que rozaba la punta de mí miembro. Ahora comenzaba lo bueno.
Empecé a moverme entrando y saliendo sobre ella no tan rápido, pero si haciendo que mi miembro no saliera del todo para meterlo de una embestida por completo en su interior, disfrutando de las sensaciones al sentir mi miembro rodeado completamente. Mientras ella mordía y lamía mi cuello sin poder mover sus manos, porque aún seguían aferradas por las mías. Seguí así durante un par de minutos comenzando a aumentar de forma paulatina la velocidad con la que la penetraba, sin variar en ningún momento la penetración. Hasta que me dijo que lo quería más fuerte, y me reí entre dientes mordiendo su cuello y su barbilla, para luego mirarla a los ojos.
-Es que todavía no te he dado fuerte, Gaïa, ni siquiera he empezado. Pero ya que lo quieres… -mordí su labio divertido con aquello y, entonces, comencé a marcar un ritmo mucho más rápido, entrando y saliendo de ella con rapidez mientras seguía penetrándola completamente notando como no podía entrar más en ella. Era movimientos rápidos, fuertes, duro y con penetraciones secas que comenzaban a formar un fuego en mí interior, que nos llevaría al orgasmo. Solté sus manos y aferré con una su pecho apretándolo, pellizcando su pezón y jugando con él, la otra fue a su pelo que lo cogí en un puño al tiempo que mordía su cuello mientras no dejaba de moverme en su interior y sin parar ni variar el ritmo. Quité la mano de su pecho y la llevé a la cintura elevándola para tener mayor ángulo de penetración y seguí con el mismo ritmo, notando que el placer se arremolinaba en mi interior de forma poderosa.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Nos encontramos en el mismo infierno,
Quemémonos juntos.
Negar el deseo que sentían el uno por el otro, sería estúpido. Los dos habían encontrado un equilibrio cuando se trataba de encontrarse entre los brazos del otro. El hecho de que la hubiese probado la volvió loca, aún sentía su aliento chocar contra su sexo, su lengua martirizándola , torturándola hasta poder culminar aquellos orgasmos que le supieron a gloria. Curioso que le supiesen así cuando no hizo otra cosa que llevarle una y otra vez al infierno, le encantaba ese sitio y qué mejor ir de su mano.
Estaba deseando que volviese a entrar en ella, no esperó, ella le obligó y no pudo sentirse mejor, entró de golpe y el placer que sintió ante eso superaba cualquier cosa. Ese maldito brujo del mal sabía cómo moverse, la forma en la que la buscaba y la encontraba para bailar juntos una pieza prohibida en el que sus bocas, sus manos y sus cuerpos eran los protagonistas. Le encantaba morderle y no solo su labio inferior, su boca se adueñó de su clavícula, sus labios lamieron y mordieron su cuello a cada embestida, susurrando su nombre, pidiéndole más porque aunque él se moviese aún más rápido y fuerte, no era suficiente.
-Quiero volver a sentir como llegas, dentro de mí -murmuró contra sus labios, arqueando su espalda y aumentar aún más el ritmo, llevándolo al mismo infierno…allí no era uno solo el demonio, eran dos. Cada vez era más rápido e intenso, sentía que volvía a tocar el cielo del orgasmo y solo con abrir los ojos, perdiéndose en sus ojos claro… volvió a llegar sin dejar de mirarle, sin dejar de moverse hasta que él hiciese lo propio.
Se quedó mirándolo durante unos segundos, odiándole por hacerle sentir aquellas magníficas cosas, no solo de placer y deseo, necesidad, plenitud y una atracción irremediable. Sus respiraciones, luchaban por volver a la normalidad y ella, satisfecha...sonrió contra sus labios, picara y juguetona, dejando besos prometedores y una clara invitación, porque aún no había acabado con él.
-Quiero probarte. Sé que me condenaré porque querré hacerlo más de una vez y puedes jactarte cuando lo desees pero…quiero volverte loco, mi endiablado brujo -lo último lo murmuró por lo bajo, riendo contra sus labios. Sus labios bajaron por su percho, despacio, delineando cada músculo y con sus labios tanto con sus manos. Sus ojos azules no se apartaban de los ajenos, mirándole con un deseo infinito. Parecía, querer comérselo allí mismo, la imagen de ella desnuda, de rodillas ante él no podía ser más tentadora para el brujo pero… mejoró cuando tomó su miembro con los labios, sin hacerle falta tomarlo con las manos.
Quiso probarlo y lo estaba haciendo, su miembro poco a poco empezó a desaparecer en su boca, hasta tomarlo por entero y vengarse de la misma forma que él, moviéndose como un verdadero demonio. Su lengua no le daba tregua y sus manos lo tomaron de las nalgas para que no se apartase , quería probarlo y lo haría a conciencia, no se detuvo hasta que le hizo alcanzar el orgasmo. Al igual que él, lo tomó riendo lo por lo bajo, volviendo a quedar sentada en su regazo.
Por unos segundos, sus ojos azules se perdieron en los de aquel misterioso hombre, era imposible negar que no le intrigase. Peinó los cabellos ajenos de forma suave, esperando a que volviese a respirar con normalidad, sus labios… rozaron los ajenos en una caricia suave, sin atreverse a robar un beso…uno que robó con cuidado, tomando los labios ajenos con mucho tacto, tan diferente a como antes los había mordido. Sonrió, acariciando su nariz con la suya y enredar las manos en su cuello, las orbes azules simplemente… lo observaban curiosas.
-Me encanta ir de la mano al infierno…contigo -murmuró bajito, con una leve sonrisa, una sonrisa más calmada… rozando la dulzura.
Negar el deseo que sentían el uno por el otro, sería estúpido. Los dos habían encontrado un equilibrio cuando se trataba de encontrarse entre los brazos del otro. El hecho de que la hubiese probado la volvió loca, aún sentía su aliento chocar contra su sexo, su lengua martirizándola , torturándola hasta poder culminar aquellos orgasmos que le supieron a gloria. Curioso que le supiesen así cuando no hizo otra cosa que llevarle una y otra vez al infierno, le encantaba ese sitio y qué mejor ir de su mano.
Estaba deseando que volviese a entrar en ella, no esperó, ella le obligó y no pudo sentirse mejor, entró de golpe y el placer que sintió ante eso superaba cualquier cosa. Ese maldito brujo del mal sabía cómo moverse, la forma en la que la buscaba y la encontraba para bailar juntos una pieza prohibida en el que sus bocas, sus manos y sus cuerpos eran los protagonistas. Le encantaba morderle y no solo su labio inferior, su boca se adueñó de su clavícula, sus labios lamieron y mordieron su cuello a cada embestida, susurrando su nombre, pidiéndole más porque aunque él se moviese aún más rápido y fuerte, no era suficiente.
-Quiero volver a sentir como llegas, dentro de mí -murmuró contra sus labios, arqueando su espalda y aumentar aún más el ritmo, llevándolo al mismo infierno…allí no era uno solo el demonio, eran dos. Cada vez era más rápido e intenso, sentía que volvía a tocar el cielo del orgasmo y solo con abrir los ojos, perdiéndose en sus ojos claro… volvió a llegar sin dejar de mirarle, sin dejar de moverse hasta que él hiciese lo propio.
Se quedó mirándolo durante unos segundos, odiándole por hacerle sentir aquellas magníficas cosas, no solo de placer y deseo, necesidad, plenitud y una atracción irremediable. Sus respiraciones, luchaban por volver a la normalidad y ella, satisfecha...sonrió contra sus labios, picara y juguetona, dejando besos prometedores y una clara invitación, porque aún no había acabado con él.
-Quiero probarte. Sé que me condenaré porque querré hacerlo más de una vez y puedes jactarte cuando lo desees pero…quiero volverte loco, mi endiablado brujo -lo último lo murmuró por lo bajo, riendo contra sus labios. Sus labios bajaron por su percho, despacio, delineando cada músculo y con sus labios tanto con sus manos. Sus ojos azules no se apartaban de los ajenos, mirándole con un deseo infinito. Parecía, querer comérselo allí mismo, la imagen de ella desnuda, de rodillas ante él no podía ser más tentadora para el brujo pero… mejoró cuando tomó su miembro con los labios, sin hacerle falta tomarlo con las manos.
Quiso probarlo y lo estaba haciendo, su miembro poco a poco empezó a desaparecer en su boca, hasta tomarlo por entero y vengarse de la misma forma que él, moviéndose como un verdadero demonio. Su lengua no le daba tregua y sus manos lo tomaron de las nalgas para que no se apartase , quería probarlo y lo haría a conciencia, no se detuvo hasta que le hizo alcanzar el orgasmo. Al igual que él, lo tomó riendo lo por lo bajo, volviendo a quedar sentada en su regazo.
Por unos segundos, sus ojos azules se perdieron en los de aquel misterioso hombre, era imposible negar que no le intrigase. Peinó los cabellos ajenos de forma suave, esperando a que volviese a respirar con normalidad, sus labios… rozaron los ajenos en una caricia suave, sin atreverse a robar un beso…uno que robó con cuidado, tomando los labios ajenos con mucho tacto, tan diferente a como antes los había mordido. Sonrió, acariciando su nariz con la suya y enredar las manos en su cuello, las orbes azules simplemente… lo observaban curiosas.
-Me encanta ir de la mano al infierno…contigo -murmuró bajito, con una leve sonrisa, una sonrisa más calmada… rozando la dulzura.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
¿Quién dijo que ir al Infierno,
no fuera algo placentero?
no fuera algo placentero?
No hacía falta expresar lo que estaba sintiendo en aquellos momentos, tanto mí cuerpo como el suyo eran un claro ejemplo de lo que ambos estábamos sintiendo… sin necesidad de palabras, solamente con mirar a los ojos del otro durante unos breves segundos bastaban para que supieras lo que estaba pasando. Había disfrutado mientras le había torturado su sexo, lamiéndolo a placer y mordiendo su clítoris sintiendo cómo se retorcía bajo mí toque, no pude evitar soltar una risita divertido cuando no dejé que culminara, trepando por su cuerpo hasta que finalmente, me hundí en su interior.
Gemí sin poder evitarlo cuando sus paredes envolvieron mí miembro por completo adaptándose a él, mientras comenzaba a moverme en su interior esta vez marcando yo el ritmo para volver a alcanzar un orgasmo de nuevo. Antes había estado ella encima y había controlado en todo momento el ritmo de aquello, ahora iba a ser yo quien lo marcara de forma dura y rápida. Además, ella mismo me había pedido que lo hiciera y era algo que aunque no me dijera iba a hacer, porque me encantaba hacerlo de aquella forma.
No aguanté mucho más hasta comenzar a marcar ese ritmo que nos iba a hacer que llegáramos al orgasmo, a la cúspide de aquel placer que ambos buscábamos de nuevo. Sus labios mordían, lamían y besaban los míos mientras una de mis manos aferraba su pecho con fuerza y jugaba con su pezón, y la otra trazaba un sendero desde su costado, pasando por su cadera, hasta acabar en su sexo donde mis dedos buscaron de nuevo su clítoris, pellizcándolo entre mis dedos mientras les embestidas cada vez eran más rápidas, más duras, sin dejar que mi miembro saliera en ningún momento de su cuerpo y haciendo que en cada embestida tocara ese tope dentro de ella, sintiendo como de alguna forma mi miembro era presionado tanto por sus paredes, como por aquel tope que me estaba volviendo loco.
Mordí su cuello escuchando sus gemidos de fondo y susurrar de vez en cuando mí nombre haciendo que me riera entre dientes sin abandonar su cuello y sin dejar de moverme en su interior, todavía no había terminado con ella y era algo que quedaba poco para que hiciera, mientras le escuchaba cómo pedía por más y mientras los gemidos también escapaban de mí boca, denotando también lo mucho que me estaba gustando aquello.
Subí a sus labios para morderlos sintiendo cómo su aliento y sus gemidos chocaban contra los míos y la miré a los ojos notando cómo su cuerpo se tensaba bajo del mío dándome un claro aviso de que iba a llegar al orgasmo de forma inmediata, aferré sus caderas con fuerza y di un par de estocadas más rápidas y fuertes hasta que noté que llegaba al orgasmo sintiendo cómo su sexo apretaba mi miembro en su interior y yo me corría dentro de ella gimiendo mientras cerraba los ojos y dejaba que el placer recorriera mí cuerpo en olas, meciéndose por todo mí cuerpo y estallando en miles de pedazos que hicieron que cayera sobre el cuerpo de ella intentando normalizar mi respiración, sintiendo mi cuerpo más relajado y mecido por el orgasmo que todavía no lo abandonaba, sin salir de ella. Besó mis labios y pude ver su sonrisa que me hizo reír mientras me separaba un poco de ella y le daba acceso libre para lo que quisiera hacerme.
-Está bien, hazme lo que quieras, no me voy a negar. Pruébame, madre tierra –comenté divertido, no quería y no podía oponerme, todavía tenía que recuperar un poco el aliento de aquello. Reí entre dientes por aquel apodo que me había puesto y la dejé hacer mientras recostaba mí espalda en la alfombra y la observaba, atento a cualquier movimiento que hiciera a partir de aquel momento. Noté cómo comenzaba a bajar por mi pecho delineando este con sus labios al completo haciendo que unas leves cosquillas aparecieran, pero tan leves que no cambió mucho la expresión de mí rostro. Sus ojos no dejaban de mirarme en todo momento como si me estuviera desafiando, notando el deseo que se escondían tras sus orbes azules mientras seguía bajando hasta que, finalmente… llegó a mí miembro y lo tomó entero en su boca.
Gemí al notar cómo se lo metía entero y comenzaba a mover su boca subiendo y bajando de forma rápida, ni siquiera había empezado a hacerlo de forma lenta y aquello me produjo una carcajada que fue amortiguada por los jadeos de lo que aquello me estaba provocando. Notaba como el placer de nuevo invadía mi cuerpo y se apoderaba de este, haciendo que las olas comenzaran de nuevo a extenderse por mí cuerpo mientras no apartaba mí vista de lo que estaba haciendo. Dulce tortura, se podría llamar. El ritmo era rápido y, por si fuera poco, aferró mi culo para apretarme aún más y llevé una de mis manos a su rostro, delineando su nariz hasta subir a su pelo, cogerlo entre mí puño, y apretar contra mí miembro para que se lo metiera aún más. Cerré los ojos y me dejé llevar por lo que estaba haciendo hasta que noté que, de nuevo, iba a llegar al orgasmo. Levanté mi cadera cuando finalmente me corrí sin apartar mi mano de su pelo gimiendo sin contenerme, sintiendo cómo estaba vez me corría en su boca y ella lo tomaba todo con una risita, para luego mirarla soltando su pelo y volver a sentir mi respiración descontrolada.
Se sentó en mí regazo y me observé con aquellos ojos en los que quise descifrar en lo que estaba pensando, había sido una muy buena sesión de sexo y no quería que pensara otra cosa muy diferente y distinta. Se inclinó para rozar con sus labios los míos y terminé por besarla de forma algo salvaje mientras ella me peinaba el pelo, y me separé para mirarla con una ceja enarcada. Por favor, que no se pusiera sentimental porque iba a joder el momento con creces. Rozó su nariz con la mía y la observé durante unos segundos, hasta que dijo aquellas palabras con aquel tono que hicieron que terminara por reírme.
-Cuando quieras, madre tierra, te llevo de nuevo al infierno. Como ves es un sitio de los más placentero –reí entre dientes y luego la miré algo más fija- Ha sido una buena sesión de sexo, pero, ¿no esperarás algo más después de esto, verdad? Aún tienes que ser mi ayudante y nada va a cambiar lo contrario –quería dejárselo claro, menos dolores de cabeza tendría después.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
Una vez en el infierno…
No deseo salir de él.
Desde el primer segundo, la atracción fue instantánea. Imposible negar lo evidente. Se demostraron que entre ellos la atracción, el deseo y la pasión crecía tan solo con saber que el otro estaba cerca. Fue un momento perfecto, placentero y delicioso. Los jadeos, los gemidos y las ganas de sentir al otro era un deseo mutuo. Se volvieron locos en los brazos del otro, queriendo quedar por encima cuando sin duda, aquello iba creciendo por segundos. La imagen del brujo, volviéndose loco por sus atenciones, le bastó para finalizar aquel momento de lujuria. Ambos habían quedado satisfechos y Gaîa se relajó de tal manera que podía dar entender algo que en absoluto deseaba.
El beso salvaje, fue devuelto con creces. Buscó su lengua, bailando dentro y fuera de sus bocas para terminar por morderla y reír de lo más divertida, como si aún estuvieran jugando a ese juego peligroso, pisar el infierno una y otra vez de la mano del otro. Las orbes azules de la joven, se entrecerraron a la par que sus dedos se enterraban en el cabello del brujo. Un gesto que lejos de imaginar que él lo tomaría como “algo más”, enarcó ambas cejas…parpadeando porque no podía creer que insinuase ¿esperar algo más? ni sabía a lo que se refería, iba a ser su mentor en el inicio de la magia, en eso estaban de acuerdo pero acaso ¿creyó que buscaba algo más íntimo con él?
Su reacción no fue otra que resoplar y echarse a reír de lo más divertida, no contestó hasta que la risa le dejó hacerlo. Su semblante se volvió más serio, amenazante ¿desde cuándo se había mostrado tan vulnerable? Sus propios pensamientos le llevaron a alzar la mano y cruzarle la cara de un tortazo, aún seguía sentada en su regazo, mirándolo intensamente con aquellos ojos azules como el cielo. Ambas manos, tomaron su cuello con cierta fuerza, no iba a hacerle nada, él era más fuerte en varios sentidos pero aquel gesto determinante esperaba que lo entendiese…seguía siendo especial, no como esas jovencitas que esperan amor eterno.
-¿Algo más? ¿acaso lo esperas tú? porque no. -el no sonó rotundo, incapaz de hacer otra cosa que desafiarle con la mirada, a esa chica le encantaba jugar con fuego y quemarse -Voy a ser tu ayudante, tú mi maestro y como sigas diciendo tonterías, volveré a castigarte…¿sabes qué espero? Que no vuelvas a insinuar que quiero algo más con tu persona ¿no te referirás a ….? Por favor, ni quiero nombrar esa palabra ¿piensas que podría sentir eso …por ti? ¿y tú por mí? NO. y mil veces no… sé cual es mi sitio, no estropees el momento insinuando barbaridades, lo hemos pasado bien…estaré a tu servicio para que me enseñes y si surge pues surgirá pero una cosa es eso y otra… eso del…ahg ¿Vale? -su gesto de desagrado fue de lo más cómico, con aquello esperaba que le dejase bien claro que no era ninguna chica enamoradiza y para nada se había equivocado.
Fue ella quien lo besó con violencia, mordiendo sus labios una vez más sin dejar de mirarle a los ojos. Le soltó del cuello y se levantó, desnuda ante él sin ningún pudor y menos después de lo que había pasado. Qué curioso, observó que en uno de sus costados, le había arañado… presa del deseo, rió por lo bajo , alzando un dedo para que no se le ocurriese moviese e ir por aquel botecito de color verde que le había mostrado en el callejón. Su bolsa no andaba muy lejos, no tardó en volver con el frasco en la mano y a gatas, se acercó a él para poder curarle de forma directa aquel arañazo.
-No te muevas, brujo del mal, voy a curarte, será mi primera clase… se me ha quitado el sueño, después de esto querré comer otra vez y podrás..darme tu primera clase -con dos de sus dedos, extendió el líquido por la herida, apenas tardó en cicatrizar y por ello sonrió de lo más complacida -Espero te deje marca, no será la única - de rodillas ante él, mirándole fijamente a los ojos…de nuevo, un desafío…esa chica no se cansaba de buscarle, demostrarle que no se había equivocado al escogerla.
No deseo salir de él.
Desde el primer segundo, la atracción fue instantánea. Imposible negar lo evidente. Se demostraron que entre ellos la atracción, el deseo y la pasión crecía tan solo con saber que el otro estaba cerca. Fue un momento perfecto, placentero y delicioso. Los jadeos, los gemidos y las ganas de sentir al otro era un deseo mutuo. Se volvieron locos en los brazos del otro, queriendo quedar por encima cuando sin duda, aquello iba creciendo por segundos. La imagen del brujo, volviéndose loco por sus atenciones, le bastó para finalizar aquel momento de lujuria. Ambos habían quedado satisfechos y Gaîa se relajó de tal manera que podía dar entender algo que en absoluto deseaba.
El beso salvaje, fue devuelto con creces. Buscó su lengua, bailando dentro y fuera de sus bocas para terminar por morderla y reír de lo más divertida, como si aún estuvieran jugando a ese juego peligroso, pisar el infierno una y otra vez de la mano del otro. Las orbes azules de la joven, se entrecerraron a la par que sus dedos se enterraban en el cabello del brujo. Un gesto que lejos de imaginar que él lo tomaría como “algo más”, enarcó ambas cejas…parpadeando porque no podía creer que insinuase ¿esperar algo más? ni sabía a lo que se refería, iba a ser su mentor en el inicio de la magia, en eso estaban de acuerdo pero acaso ¿creyó que buscaba algo más íntimo con él?
Su reacción no fue otra que resoplar y echarse a reír de lo más divertida, no contestó hasta que la risa le dejó hacerlo. Su semblante se volvió más serio, amenazante ¿desde cuándo se había mostrado tan vulnerable? Sus propios pensamientos le llevaron a alzar la mano y cruzarle la cara de un tortazo, aún seguía sentada en su regazo, mirándolo intensamente con aquellos ojos azules como el cielo. Ambas manos, tomaron su cuello con cierta fuerza, no iba a hacerle nada, él era más fuerte en varios sentidos pero aquel gesto determinante esperaba que lo entendiese…seguía siendo especial, no como esas jovencitas que esperan amor eterno.
-¿Algo más? ¿acaso lo esperas tú? porque no. -el no sonó rotundo, incapaz de hacer otra cosa que desafiarle con la mirada, a esa chica le encantaba jugar con fuego y quemarse -Voy a ser tu ayudante, tú mi maestro y como sigas diciendo tonterías, volveré a castigarte…¿sabes qué espero? Que no vuelvas a insinuar que quiero algo más con tu persona ¿no te referirás a ….? Por favor, ni quiero nombrar esa palabra ¿piensas que podría sentir eso …por ti? ¿y tú por mí? NO. y mil veces no… sé cual es mi sitio, no estropees el momento insinuando barbaridades, lo hemos pasado bien…estaré a tu servicio para que me enseñes y si surge pues surgirá pero una cosa es eso y otra… eso del…ahg ¿Vale? -su gesto de desagrado fue de lo más cómico, con aquello esperaba que le dejase bien claro que no era ninguna chica enamoradiza y para nada se había equivocado.
Fue ella quien lo besó con violencia, mordiendo sus labios una vez más sin dejar de mirarle a los ojos. Le soltó del cuello y se levantó, desnuda ante él sin ningún pudor y menos después de lo que había pasado. Qué curioso, observó que en uno de sus costados, le había arañado… presa del deseo, rió por lo bajo , alzando un dedo para que no se le ocurriese moviese e ir por aquel botecito de color verde que le había mostrado en el callejón. Su bolsa no andaba muy lejos, no tardó en volver con el frasco en la mano y a gatas, se acercó a él para poder curarle de forma directa aquel arañazo.
-No te muevas, brujo del mal, voy a curarte, será mi primera clase… se me ha quitado el sueño, después de esto querré comer otra vez y podrás..darme tu primera clase -con dos de sus dedos, extendió el líquido por la herida, apenas tardó en cicatrizar y por ello sonrió de lo más complacida -Espero te deje marca, no será la única - de rodillas ante él, mirándole fijamente a los ojos…de nuevo, un desafío…esa chica no se cansaba de buscarle, demostrarle que no se había equivocado al escogerla.
Gaïa Goncourt- Hechicero Clase Media
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Re: Delicioso chocolate...+18//Privado: Logan Tisdale
El Infierno siempre va a estar ahí, si quieres
visitarme... ya sabes donde encontrarme.
visitarme... ya sabes donde encontrarme.
Tras haber terminado en su boca una relajación me recorrió el cuerpo mientras los resquicios del orgasmo se notaban en todo el cuerpo, mezclándose con esa relajación que te precedía tras una sesión de sexo. Ambos lo habíamos disfrutado y desde el primero momento parecía que aquello iba a pasar, que íbamos a acabar de aquella manera desde el momento en que me fijé que miraba de aquella forma al pastel de chocolate. Nos habíamos peleado y eso parecía que había incrementado la tensión sexual que había entre nosotros, hasta que esta había sido saciada.
La observé sentada en mí regazo y le dije aquellas palabras porque no quería que pensara nada que no fuera realmente, había estado bien sí, pero no iba a pasar mucho más de aquello. Y si lo había comentado, precisamente, era por su actitud cuando había abandonado mí miembro y se había sentado sobre mí. Una actitud que distaba mucho de ser conforme había sido ella, y antes de llegar a problemas, prefería dejarlo claro. No supe por qué pero comenzó a reírse, me miró de forma desafiante como siempre y… me cruzó la cara con un guantazo.
Apreté la mandíbula mientras volvía mi rostro para mirarla de forma algo fija y amenazadora, no me gustaba que se tomara esas libertades conmigo y sabía lo que podía hacerle por haberme hecho eso. Parecía que aquella joven era una masoquista totalmente, porque no dejaba solamente de desafiarme, sino que me incitaba a que fuera mucho más malo con ella, llegándome a preguntar si realmente lo que estaba buscando era que la matara. Porque había echo más por menos que me habían echo… y aquel acto no iba a quedar sin castigo.
Me cogió con ambas manos de la nuca y se inclinó para soltarme todo aquello haciendo que sonriera de lado, mucho se había molestado por aquello y aunque me era divertido ver cómo me daba mil y una explicaciones… el enfado aún seguía ahí. Me aclaraba que no sentía nada por mí y me alegraba por ella, escuchando su insistencia en ese aspecto en el que coincidía totalmente.
-Está bien, me alegro que ambos pensemos lo mismo. No quiero nada más de ti salvo lo que es has dicho y no pretendo tener ese sentimiento, tampoco. En ninguno de ambos sentidos, no hace falta que me lo recalques tanto… cualquiera pensaría que te ha jodido realmente y te estás excusando –reí entre dientes- Bien, me alegro que lo tengas claro porque jamás obtendrás algo parecido de mí –aproveché que tenía sus manos en mí cuello y le di dos azotes en sus nalgas, fuertes, que me picaron la mano por el guantazo que me había dado- No vuelvas a pegarme, Gaïa, no te conviene tenerme en tú contra –se inclinó más para besarme y le devolví el beso salvaje que me estaba dando, no había amor en ninguno de los dos y era algo que me alegraba, podría traer consecuencias si ella llegara a sentir algo. Vi como se levantaba y me decía que me aquedara quieto mientras la observaba andar desnuda con las llamas de la chimenea lamiendo su piel, incorporándome en los codos. Vi que traía el frasco de nuevo y vi como lo ponía en mi piel para curar la herida, que no tardó nada en curarse y la miré- Puedes comer todo lo que quieras, sin embargo empezaremos mañana con las lecciones, y no admito réplica alguna. O follamos o dormimos, Gaïa, son las únicas opciones. Y aunque estoy más que dispuesto a darte otra sesión, siento que la acabas de perder –sonreí de lado y bajé mí mano hasta ponerla en su sexo, dejándola ahí- Ya te llenaré otro día, ahora lo único que quiero es dormir y mentalizarme de que mañana empiezan tus lecciones. Y veremos quien deja más marcas a quién –reí entre dientes divertido y la contemplé una última vez, antes de apartarla de encima de mí y levantarme para irme a la habitación a dormir. Mañana iba a ser un día muy duro, sin duda alguna.
Logan Tisdale- Hechicero/Realeza
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