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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Gael Lutz Lun Feb 08, 2016 12:44 pm

-Adios, Gerard, ya cierro yo. Que pases un buen fin de semana. - Me despedí del último camarero que quedaba en el restaurante en el que trabajaba cuando no tenía que dedicarme a mis quehaceres como cazador. Esta semana había sido muy dura, mucho trabajo por las mañanas, preparando distintos menús y comidas para que aquellas personas que venían a saciar su hambre al restaurante disfrutasen de un menú a su gusto. Tras el trabajo como cocinero, me había ido a los bosques en busca de criaturas malvadas para cazar. Sólo había podido ir al bosque y por las calles de noche dos de ellas, pero había conseguido acabar con un vampiro que atemorizaba a los niños y había matado a dos de ellos. Habia sido una pelea a muerte, pero mis dagas habían resultado más rápidas que sus colmillos y había conseguido acabar con su larga vida para siempre. Como consecuencia de esta pelea, tenía el labio inferior partido por la mitad y una ceja con unos cuantos puntos que me había dado un sanador. Era la mítica imagen de hombre que se había peleado por otro mientras bebíamos whisky en un bar de mala muerte... Todo un malote.

Limpié los cacharros que yacían en la pila con mimo, no tenía prisa para irme a casa, tampoco quería irme... Cuando estaba solo -lo cual era muy habitual, pues Adaline seguía pasando muchas noches fuera - mi mente fantaseaba con el paraíso que hacía un mes había visitado. Muchas noches había estado tentado en volver al burdel y visitar a la señorita Zahir, pero siempre había desistido a esa idea... No quería que me viesen frecuentar dichos lugares, no quería coger fama de putero con tan solo treinta años. Sequé mis manos con el trapo que tenía dentro del bolsillo y miré a mi al rededor, completamente vacío y silencioso... Hora de irse.

Tras echar la llave, coloqué bien mi abrigo sobre mi cuerpo y caminé por las calles de París en dirección Norte, había visto carteles de que la feria volvía a estar abierta tras unos meses de parón, con nuevas atracciones y nuevos puestos de comida. Conforme me iba acercando al parque de atracciones podía oler el olor que desprendía la comida recién hecha, también podía escuchar los gritos y las risas de los niños que allí disfrutaban. Una vez dentro del parque, me dirigí sin dudarlo al puesto de los perritos calientes, el olor que desprendía ese puesto era una invitación a probarlos. -Un perrito caliente completo, por favor.- Pedí al dependiente y este me lo puso con todos los ingredientes. Bollo, salchicha, kepchup, mostaza y cebolla caramelizada. Le pagué y me lo envolví en una servilleta, así no corría riesgo de mancharme las manos ni el abrigo. Me paseé por los puestos, y me quedé mirando como un muchacho tiraba a unos dardos. Cuanto más alto fuese la puntuación, mayor regalo se llevaba.


Última edición por Gael Lutz el Miér Mar 16, 2016 4:13 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Feb 08, 2016 7:14 pm

Miré por la ventana comprobando el tiempo que haría aquella noche acercándome al cristal, dándome cuenta de que sería una noche algo fría, pero en la que no habría posibilidad de que cayeran copos de nieve. Me giré tras quedarme unos segundos en la ventana y comencé a vestirme, puesto que se acercaba la hora. Aquella noche iba a ser diferente, por primera vez desde hacía mucho tiempo le había pedido la noche libre a la Madam. Me había costado un poco convencerla pero, finalmente, había logrado que dejara que aquella noche pudiera disfrutar sin pensar en que tendría que estar lista para ningún cliente.

Terminé de colocarme el corpiño azul con tocados en negro que destacaba con el color de mí piel, siendo lo último que me faltaba por vestir. Me acerqué al espejo que tenía delante del tocador y retoqué mi rostro dándole apenas unas pinceladas para acentuar mis labios y mis ojos, terminando de colocarme el pelo y un colgante que la Madam me había regalado hacía tiempo, llevando una joya en lila que hacía juego con el corpiño. Me contemplé en el espejo colocándome unos pendientes y me quedé observando mi reflejo durante unos segundos.

Había pasado casi un mes desde la última vez que había visto a Gael. Inconscientemente, alguna que otra noche en la que andaba por el burdel había mirado de vez en cuando por si alguna vez lo veía entrar por la puerta… pero nunca aparecía. Resultaba irónico que después de que se fuera no había vuelto a disfrutar de la misma manera, algo que hacía que pensara en él, deseando encontrarlo de nuevo y volver a disfrutar. Y si era fuera del burdel… mucho mejor. Estaba al tanto de que un par de chicas le habían echado el ojo encima cuando lo vieron salir la última vez, y no iba a dejarlo ir tan fácilmente.

El ruido de unos golpes en la puerta hizo que volviera de nuevo a la realidad, sonriendo pues sabía de sobra quien estaba al otro lado de la puerta. Tras un “adelante” asomó la pelirroja melena de Alessia, fijando sus ojos verdes esmeralda en mí que permanecía sentada todavía. Le había dicho que estuviera lista a esa hora y que estuviera lista para salir, algo que dejó a la joven confundida cuando me giré sin dejar que me preguntara.



-Pasa Alessia –dije levantándome para acercarme a coger el abrigo, dispuesta a marchar. Alessia se quedó observándome sin saber muy bien lo que estaba pasando.
-¿Nos vamos a algún lado? –preguntó mirando cómo me ponía el abrigo y cogía el bolso, no sin antes echar un poco de perfume. La miré desde el espejo y sonreí divertida.
-Esta noche ninguna de las dos estamos de servicio –la vi abrir la boca para luego, a los segundos, cerrarla mirándome como si no me creyera realmente.
-¿No tengo que atender…? –negué con la cabeza todavía sin girarme- Pero… -me giré para mirarla con una sonrisa.
-Alessia, es tú cumpleaños. Quiero que esta noche te diviertas conmigo, me han dicho que han abierto de nuevo una feria, con nuevas atracciones y puestos de comida. Me han dicho que está muy bien y había pensado en ir esta noche un rato, pero no quería ir sola.
-¿Cómo sabes qué han abierto una feria? –se le ocurrió preguntarme mientras me acercaba a ella, cosa que hizo que me riera de forma divertida.
-Cielo, piensas que cuando estoy con un cliente… solamente… -hice una pausa, pensando las palabras adecuadas sin querer decirlo muy brusco- mantengo relaciones con ellos, ¿verdad? –ella asintió con la cabeza y yo me reí más, inclinándome hasta quedar a su altura- Cielo, si eres lo bastante lista puedes obtener mucha información con los… métodos adecuados –dejé un beso en su frente y le sonreí- Vamos a ir a la feria y vamos a celebrar tu cumpleaños, ¿te parece? –Adoraba a aquella joven, era la más pequeña del lugar y hacia poco más de un mes que se había iniciado en el mundo con su primer cliente. En el fondo no dejaba de ser esa niña aunque ahora fuera una mujer, y quería que aquella noche en la que se hacía un año más mayor no la pasara follando con diferentes hombres, quería que disfrutara.


Media hora más tarde nos encontrábamos en la entrada del parque, tal y como me imaginaba había mucha gente y, sobre todo, había gente de la edad de Alessia. Desde que estaba en el burdel solamente se había relacionado con hombres mayores, y divertirse con los de su edad no le haría ningún daño, sino al contrario. Le dije que pidiera lo que quisiera puesto que la invitaba a todo, haciendo que sonriera feliz y me arrastrara a un puesto donde vendían algodón de azúcar, haciendo que comprara uno inmenso para ella.
Montamos en un par de atracciones y sobre todo en aquella inmensa noria que habían puesto nueva en la feria, haciendo que se viera la ciudad desde lo alto, dándole otra imagen diferente en donde se veía preciosa con todas aquellas luces brillando.

Cuando nos bajamos volvió a pedirme que la llevara a un puesto de comida y nos lo recorrimos casi todos hasta que encontró lo que estaba buscando. Mientras nos comíamos un gofre de chocolate cada una entre risas vi un puesto donde debías de disparar a unos monigotes para llevarte un premio, y me paré para que mirara lo que estaba señalando.


-¿Te atreves a ver si te llevas el peluche más grande? –la miré con una sonrisa al ver su cara, que me dejaba en claro que sería capaz de aquello.
-Si lo hago te lo estaré recordando eternamente –me reí y le hice una seña para que se acercara a aquel puesto donde habían varios niños jugando, y habían varios adultos observando cómo los niños intentaban ganar la mayor puntuación. Ni siquiera me fijé realmente en la gente que había alrededor mientras terminaba de comerme el gofre que había comprado. Me fijé en que el peluche más grande era un oso blanco, que llevaba una bufanda y un gorro rojo y blanco, cogiendo un corazón que ponía “Je t’aime” en letras blancas, haciendo que rodara los ojos sabiendo que Alessia no paraba de mirarlo.
-¿Estás segura de que podrás ganarlo? Parece que no es nada fácil –intenté picarla, más de lo que ya estaba, haciendo que me mirara con el ceño fruncido.
-¡Ya lo verás! Me lo quedaré para mí –me sacó la lengua entre risas y no pude evitar reírme. Adoraba a Alessia, habíamos cogido mucha confianza y le tenía un gran cariño. Me recordaba cuando comencé con la Madam en un mundo del cual no conocía nada, donde habría dado cualquier cosa porque alguien me guiara… en parte, eso mismo estaba haciendo con ella. Me sentía tan identificada que la trataba como si fuera una hermana pequeña, y sabía que ella sentía lo mismo.
-Iré a robártelo cuando no te des cuenta –le comenté como si no fuera con ella la cosa y miré alrededor, observando a la gente que estaba en aquel puesto. Mi mirada no paró en ninguno realmente y tampoco me estaba fijando detenidamente en ninguno de ellos… hasta que un perfil llamó mi atención, haciendo que me fijara más en la otra persona, sintiendo que me era familiar. Entrecerré los ojos observando a aquel joven hasta que, en una que se movió, lo distinguí por completo- ¿Gael? –pregunté más para mí misma que para que me escuchara. Lo recorrí por completo detenidamente y me mordí el labio, después de un mes seguía tan tentador como siempre… o puede que incluso más.
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Mensaje por Gael Lutz Mar Feb 09, 2016 4:04 pm

Los niños reían cada vez que acertaban en el medio de la diana y sus puntos subían para conseguir regalos más grandes. También había algunos con una confianza ciega en sus padres y les dejaban que ellos fuesen los que tirasen los dardos para asegurarse así un premio para no irse con las manos vacías como pasaría si ellos mismos tirasen los dardos. La risa y los gritos del niño que tenía más cerca me cejaron sordo, pues acababa de ganar un perro de peluche de color azul, más grande que él. Meneé la cabeza intentando recuperar algo de audición y sonreí, era una imagen tierna, que me recordó a mi infancia.

Di un mordisco al olvidado perrito y lo saboreé despacio, estaba templado, pues había perdido mucho tiempo viendo como los niños jugaban y con el frío que hacía hoy había propiciado a que mi "cena" se enfriase con rapidez, pero eso no menospreciaba para nada el sabor que tenía, estaba exquisito. Mientras me lo comía, seguí mirando a los niños jugar, hasta que una chica se atrevió a jugar entre todo hombres. Terminé de comer el perrito sin quitar la vista de la chica, era raro que una mujer se atreviese a jugar a algún juego calificado para hombres, pero seguramente lo hiciese igual de bien que nosotros, o incluso mejor. Limpie mis labios con la servilleta y la observé, hasta que comenzó a lanzar su primer dardo.

La joven era buena, le había dado casi al centro de la diana, su pulso era firme y estaba segura de lo que quería, no le importaba ponerse nerviosa a pesar de que se había formado un círculo de gente a su al rededor que querían ver su gloria o su fracaso. Me paré a mirar a los curiosos que allí había, hasta que una voz casi inaudible susurró mi nombre. Giré la cara en la dirección de la voz y una sonrisa se formó en mi cara automáticamente al ver a la persona que había dicho mi nombre. La señorita Zahir estaba más guapa que la última vez que le vi. ¿Tenía la noche libre?

Me acerqué hasta ella, pasando entre la gente hasta que me puse a su lado. -Se ve hermosa hoy, señorita Zahir.- Susurré en su oído, pegándome demasiado a su cuerpo. Ahora mismo no podía pensar en otra cosa que no fuese el paraíso pasado, lo habíamos pasado demasiado bien aquella noche, pero verla en un ambiente que no era el suyo, era aún más excitante e interesante.

Me fijé que no dejaba de mirar a la chica que estaba tirando, la cual ya le quedaba poco para conseguir un buen premio. Seguramente fuese compañera de trabajo y hubiesen venido juntas a divertirse y olvidarse de lo que hacían de puertas adentro del burdel. -Es buena. Si ella no te consigue un peluche, te lo consigo yo. - Le guiñé un ojo divertido, al final había resultado ser una buena idea el venir a la feria después de trabajar, pese a que estaba cansado por la acumulación de falta de sueño durante toda la semana.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Feb 09, 2016 8:13 pm

Solamente me permití el lujo de quitar mi vista de Gael cuando vi que Alessia me miraba con una sonrisa, lanzando miradas hacia donde hacía apenas unos segundos había estado un niño tirando para conseguir su premio. Había dejado el hueco libre para que el siguiente niño que quisiera intentarlo pudiera jugar, y la cara de Alessia me estaba dando a entender totalmente que iba a ser ella la siguiente. Cosa que me hizo reír durante unos leves segundos, para luego inclinarme hasta su altura y mirarla a los ojos.


-Ve a por ese oso de peluche blanco, sé que podrás conseguirlo
–dejé un beso en su frente, le di dinero para la partida y la seguí con la mirada para ver cómo pagaba al hombre, que la miró durante unos segundos con una ceja alzada, para luego aceptar el dinero y prestarle lo necesario para que tirara. Estaba segura de que conseguiría aquel oso de peluche que, desde el primer segundo, no había apartado los ojos de él. Al final sabía que acabaría llevándoselo a casa para ponerlo en su habitación, decorando aún más su cama que ya contaba con algún que otro peluche… todos regalos míos, por supuesto. Sabía lo que le encantaban y adoraba la cara que ponía cada vez que le regalaba uno, no importara cómo fuera, lo cogía observándolo como una niña pequeña y luego corría hacía mí para abrazarme y llenar mí cara de besos.

La gente que estaba en el puesto no tardó mucho en acercarse para ver a Alessia como cogía los dardos y se preparaba para lanzar, con alguna que otra mirada recriminatoria porque era un juego para niños, y allí estaba ella. Me quedé cerca para infundirle ánimos mientras la observaba en silencio, con una sonrisa en el rostro. Lanzó el primer dardo y acertó, de casi, en el centro de la diana haciendo que ella sonriera aún más, concentrándose en el siguiente dardo. La gente, al ver que había vuelto a acertar, se acercó aún más intrigados por lo que Alessia pudiera llegar a conseguir. Se la veía tan serena y tranquila, como si nada más que estuviese ella sola jugando, olvidándose del resto de la gente que allí había.

Sentí que alguien se acercaba entre el medio de la gente en mi dirección y seguí con mí vista fija en Alessia, con una sonrisa pensando que si seguía así conseguiría aquel peluche sin ningún tipo de problema. Cuando iba a dirigir mi vista de nuevo hacia donde había visto a Gael, sentí su presencia a mí lado, pegándose a mí cuerpo mientras me hablaba al oído, haciendo que su aliento me recorriera creando un pequeño escalofrío.
Me tuve que morder el labio cuando sentí que se pegaba completamente a mí cuerpo, recordándome que estaba en un sitio público y que aquel indecente, pero premeditado, contacto debía de estar prohibido… al menos en sitios públicos donde no podía responderle a gusto, como realmente hubiera querido hacerlo. Era tenerlo cerca y mi cuerpo se encendía sin poder evitarlo. Giré mi vista en torno a él y le sonreí ante su saludo, cambiando el peso del pie haciendo que mi cuerpo se pegara un poco más al suyo.



-Me alegro mucho de verte, Gael –me fijé más detenidamente en su rostro e iba a comentarle algo, cuando los vítores del público hicieron que me fijara de nuevo en Alessia. Casi estaba rozando a la puntuación máxima, y aunque le quedaban pocos dardos, con uno solo era sumamente posible que consiguiera aquel oso de peluche. Escuché las palabras de Gael y me giré a mirarlo divertida por aquello, riendo entre dientes.- Oh, ten por seguro que Alessia no compartirá su premio conmigo –ladeé mi cuerpo para quedar un poco más de cara a él- Adora demasiado a sus peluches como para hacerlo… así que –dije divertida, mordiéndome el labio en la leve pausa que hice- tendrás que conseguirme tú uno –le di un ligero golpe en el pecho con mi dedo índice y, dos segundos más tarde, oí el grito de alegría de Alessia al haber alcanzado la puntuación necesaria para el peluche. El dueño del puesto le acercó el oso de peluche con una sonrisa y Alessia se alejó de la gente que la observaba acercándose a donde estaba.
-¡Mira Naitiri! –Dijo con voz de niña- ¡He conseguido mí peluche! Es bonito, ¿verdad que sí?–me lo mostró divertida a lo que yo me reí cogiendo el peluche y mirándolo más detenidamente, buscando qué era lo que la había vuelto tan loca como para querer conseguirlo de aquella manera.
-Es muy bonito –le tendí el oso y reparé en que ahora al que estaba mirando era a Gael, para luego posar su mirada en mi, y de vuelta a Gael donde se quedó mirándolo fijamente
-Alessia, te presento a Gael, un buen amigo–le dije lanzándole una mirada a Gael, no sabía si ella lo había visto en el burdel, pero preferiría que no lo supiera. Y tampoco quería decirle “Es Gael, un cliente” porque quedaría muy fuera de lugar. Para mí lo que pasaba en el burdel se quedaba allí dentro, si luego veía a alguien –por ejemplo, alguno de los clientes fijos que tenía- no iba presentándolos como clientes, debía de mantener el secreto y la exclusividad. Eran cosas privadas, y así debían de quedarse.
-¡Oh, hola! –parecía algo cortada cuando finalmente la presenté y se notó en que sus mejillas se tiñeron de un color sonrojado que la hacían parecer más graciosa aún, y a juego con su pelo.
-Hemos venido a celebrar su cumpleaños –miré a Gael unos segundos- He pensado que sería buena idea que se divirtiera esta noche y… no me arrepiento de haber tomado esa decisión –le recorrí entero con la mirada dándole a entender a lo que me refería y luego dirigí mi vista a Alessia- ¿Sabes lo que me ha prometido? –ella negó con la cabeza aferrando su oso de peluche con fuerza- Que iba a conseguirme un peluche –sonreí al ver como le brillaban los ojos- Para que así tu te puedas quedar ese, y yo me llevo otro de recuerdo ¿quieres ver cómo lo consigue? –pregunté a lo que ella asintió, me puse detrás de ella con mis manos en sus hombros y miré a Gael divertida- Ahora no puedes decir que no, no puedes negarte ante dos mujeres. Disfrutaré mucho viendo como lanzas esos dardos –sonreí observándole, esperando ver lo que hacía. Aunque estaba segura, de que conseguiría lo que se propusiese de aquel juego.
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Mensaje por Gael Lutz Lun Feb 15, 2016 1:39 pm

La muchacha joven estaba totalmente abstraída, atrapada entre ella y su único objetivo, el peluche grande de oso. Mucha gente se arremolinaba a su al rededor, mirándola espectantes, ansiosos por saber que iba a ocurrir en cada lanzada del dardo. ¿Acertaría? ¿Ganaría su objetivo? Eso no me producía más que una sonrisa en el rostro, estaba seguro de que lo conseguiría, era buena con los dardos... Quizás fuese buena lanzando una daga a la yugular de alguna bestia, pero nunca lo iba a descubrir, se le veía demasiado damisela como para ser capaz de matar a algo más grande que un ratón.

Las palabras de Naitiri llegaron a mis oídos y miré hacía abajo, hacía donde su cara me sonreía con picardía. -Algo debajo de mi ropa también se alegra de verte...- Mordí mi labio inferior y rodé los ojos por mis propias palabras, estaba siendo demasiado atrevido con ella en un lugar público, pero era divertido que la gente pudiese escucharme decir semejantes cosas a una dama. -Dime cual te gusta y será el que tengas.- Acaricié su cintura con mi mano derecha, para poder pegarla un poco más a mí, como si eso fuese posible, ya ni siquiera quedaba espacio para que el aire pasase entre nosotros.

La amiga de Naitiri acababa de conseguir el peluche que quería y se dirigió a nosotros, por lo que solté la cintura de Naitiri para que pudiese tener su espacio y la joven no sospechase nada. El oso era demasiado grande, demasiado blanco y demasiado cursi, pero era lo que a las chicas de hoy en día les gustaba. La muchacha se me quedó mirando y le dediqué una de mis mejores sonrisas. -Hola Alessia, un placer conocerte.- Dije nada más que ella terminase de saludarme, y sonreí al verla colorarse, se la veía muy tierna de esa manera.

-¡Oh, muchísimas felicidades Alessia! ¿Cuántos cumples? Luego os invito a montarnos en una atracción a modo de regalo y después, podemos cenar algo, si tenéis hambre. - Me reí, un regalo algo cutre, pero era lo mínimo que podía hacer, la chica se merecía pasar un buen día de cumpleaños. Volví a pegar a mi cuerpo a Naitiri, cada vez que la tocaba, me invadía un calor, procedente del mismísimo paraíso... Que ganas tenía de volver a ver aquello, pero hoy no parecía ser ese día, hoy era para pasarlo bien estando vestidos.

-Está bien, mantengan sus ojos en mí, señoritas... Van a ver lo que es lanzar unos dardos a la perfección.- Me reí y me las llevé a ambas hasta donde había un hueco libre para poder jugar a los dardos. Pagué al señor de la atracción y me preparé para lanzar el primero de los dardos. Estaba seguro de que iba a alcanzar la puntuación máxima con un par de dardos, era demasiado fácil si estabas acostumbrado al manejo de dagas y cuchillos y esto era mucho más fácil que un blanco en movimiento... Lancé el primero y le dí en el centro, alcanzando muchos puntos de un solo dardo. -Wow, que bueno soy...- Guiñé un ojo a Naitiri y continué lanzando los dardos con precisión, hasta que ya tuve suficiente para que la morena eligiese el peluche que quisiera. -Listo, escoge el que más te guste, todo tuyo.- Sonreí, mirando todos los peluches que podía escoger.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Feb 17, 2016 6:37 am

No pude evitar reírme ante las palabras de Gael, haciendo que apoyara mis manos en su pecho mientras me reía divertida por lo que había dicho. Aquel tipo de cosas estaban mal vistas y estaba segura de que, si alguien las hubiera escuchado, habría puesto el grito en el cielo.
Sin embargo me reí negando con la cabeza sintiendo el brazo de Gael rodear mí cintura y pegarme, si eso era más posible, a él por completo. Ahora que Alessia estaba terminando de tirar me fijé más en él ya que antes no podía haberlo echo a la par que se reía, y me di cuenta del pequeño corte que tenía en el labio.
Mientras ella recogía su cuerpo me fijé en que había un par de personas mirándonos a ambos, y no supe si nos miraban por sus palabras… o porque parecía que nos habíamos fundido en una sola persona de lo cerca que estábamos.



-Es una lástima que no pueda comprobar cuán de alegre está esa… parte, que dices –le contesté divertida viendo que Alessia ya estaba escogiendo peluche. Luego vino toda contenta y sentí que Gael soltaba mí cintura, algo que agradecí internamente pues no sabía muy bien si Alessia lo había visto por el burdel. Pero por como se le quedó mirando luego me di cuenta de que no, no lo había visto nunca. Estando detrás de ella con las manos apoyadas en sus hombros le di un ligero apretón para que respondiera a Gael, ya que no sabía si seguía algo cortada por su presencia o no.
-¡Oh, muchas gracias Gael! Acabo de cumplir… ¡14 años! Ya soy  toda una mujer –parecía que seguía algo cortada porque su voz sonó más niña de lo normal,  y eso me hizo reír mientras miraba a Gael y le sonreí por lo que acababa de decir. Era un gesto y un detalle muy bonito, a lo que yo me encogí de hombros y me incliné para quedar a la altura del rostro de Alessia. Si fuese por mí me saltaría todo aquello y me perdería con él en algún lado… pero era su cumpleaños y quería que disfrutara de la noche.
-Ella es la cumpleañera y ella es la que decide. ¿Qué me dices? ¿Nos vamos luego con él? –sabía que todavía le costaba estar cerca de un hombre, pero con Gael estaba segura de que pronto se sentiría mucho más cómoda y a gusto, no tenía la menor duda. Alessia asintió con la cabeza aferrada a su oso de peluche y le sonreí a Gael de vuelta- La cumpleañera ha hablado, en cuanto consigas ese peluche nos vamos. –Sentí su cuerpo de nuevo pegado al mío y aproveché para acercarme a él y poder susurrarle sin que Alessia lo oyera –Muchas gracias Gael, es un detalle muy bonito que no olvidaré –no cualquiera hacía aquello por una persona que acababa de conocer. Si hubiera ido sola a la feria sin Alessia estaba segura de cómo habríamos acabado Gael y yo… porque todavía sentía aquella química que sentí la primera vez. Mi cuerpo reaccionaba al suyo y viceversa… no había que ser demasiado listo para ver las señales.


Nos reímos por aquellas palabras  que dijo como si estuviera presentando un espectáculo digno de ver, y nos acompañó a Alessia y a mí de nuevo hasta el puesto donde se acercó a pagar al dueño para coger los dardos y poder jugar. Ambas lo mirabas expectantes de lo que conseguiría, aunque por su forma de acercarse tan despreocupado, como si le resultara aquello demasiado fácil, me dio a entender que realmente podría ser así. Todo el mundo, incluidos los padres de los niños que querían conseguir algo,  se ponían nerviosos e intentaban calmarse. Gael, sin embargo, estaba tan sereno y tranquilo como si se pasara toda su vida lanzando dardos a una diana.
Su primer tiro, certero en el centro, hizo que sonriera mientras Alessia lo observaba algo asombrada por aquello. Cuando se giró a mirarnos diciendo lo bueno que era no pude evitar reírme, aunque era cierto, le había dado al centro sin siquiera parpadear.

-Es bueno –oí que decía Alessia quien lo observaba tirar algo asombrada, pensando en lo que le había costado a ella y lo poco que le iba a costar a él. Sonreí divertida por aquello y asentí con la cabeza a pesar de que sabía que ella no podría verme… por lo que acabé hablando para contestarle mientras lo observaba de espaldas lanzar esos dardos.
-Demasiado bueno - ¿aquello lo había dicho con segundas? Podría ser que mientras lo observara mi mente se diera el lujo de divagar e imaginármelo de otra forma conforme estaba. Tenía aquella imagen grabada en mí mente; él, dándome la espalda, desnudo.
-Y es muy guapo –enarqué una ceja ante aquello y me reí divertida por sus palabras, notando que cada vez se sentía más cómoda en su presencia.
-Sí, también es muy guapo –oí la risilla de Alessia a mí lado y negué con la cabeza divertida. No quería saber en lo que estaría pensando ni quería darle un motivo para que pensara lo mismo que yo.
-Me gusta. Me cae bien –declaró dándome a entender que había cogido confianza muy rápido con él, cosa que no solía hacer con el resto de hombres, sintiendo su mirada en mí. Evité mirarla porque comenzaba a entender y comprenderme muy bien, y no quería que pensara cosas que… quizás no eran.

Por suerte para mí Gael ya había terminado con los dardos y miré que había echo la puntuación máxima que se podía hacer, ¿había acertado todos los dardos con diana? Parecía que sí porque el dueño le felicitaba mientras esperaba a que eligiera un peluche.
Me acerqué hasta donde estaba él dándole una mirada al dueño encogiéndome de hombros mirando a los peluches, a lo que el hombre pareció entender y siguió cogiendo el dinero de otros niños y de algún padre que querían repetir hazaña y conseguirles un peluche a sus hijos. Aproveché que la gente estaba algo más dispersa y llevé mis labios para susurrarle y que nadie más pudiera escuchar lo que iba a decirle.


-Preferiría escogerte a ti pero…  como me has pedido un peluche, eso es lo que haré–me alejé lanzándole una mirada divertida y me acerqué hacia donde estaban los peluches. Había demasiado y no me gustaban demasiado llamativos, ni que tuvieran corazones ni nada de esas cosas, como por ejemplo el de Alessia. Pasé mi mirada por todos ellos hasta que vi uno que me gustó; era una pantera negra tumbada, con los ojos de color azul. Se lo señalé al hombre y me lo entregó con una sonrisa. No era el más grande de todos, pero era el que más me gustaba. Me acerqué de nuevo a él con el peluche en mano y una sonrisa- Gracias por el peluche –dejé en beso en la comisura de sus labios, durante unos segundos, para luego separarme y tenderle la mano a Alessia- Bien, ¿a dónde quieres ir ahora?
-¡Vamos al tío vivo! Quiero montarme en un caballito –el salto que pegó me indicó lo que lo estaba deseando, así que dejé que fuera ella primero mientras me agarraba del brazo de Gael y la seguíamos.
-¿Sabes? He escogido la pantera porque me recuerda a ti –reí entre dientes- tiene tus mismos ojos, es peligrosa, salvaje, sexy y… puede devorarte cuando quiera –me reí divertida y tiré de él- Vamos, no quiero perder a Alessia de vista. Te agradezco mucho el detalle que has tenido con ella –apreté un poco más el agarre que tenía sobre su brazo y me mordí el labio, luchando contra las ganas que tenía de llevármelo de allí y compensarle por ello.
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Mensaje por Gael Lutz Vie Feb 19, 2016 10:49 am

Tenerla cerca era como tener ya un trozo de paraíso en mis manos y necesitaba con urgencia tener más paraíso, volver a sentir lo que sentí hace un mes atrás, una conexión y una química que no había sentido con ninguna otra mujer. Eramos unos completos desconocidos que nos entendimos a la perfección nada más que nuestros ojos se cruzaron en medio de aquella habitación de burdel... Pero hoy, me tocaba conformarme con el bello paraíso de tenerla a mi lado vestida.

Reí por sus palabras, me gustaba que pensase de la misma forma que yo, éramos unos auténticos pervertidos... Y nos encantaba serlo, solo había que ver lo que hablábamos en público. -Yo también lamento que no puedas verla... Te echa muchísimo de menos.- Estuve a punto de hacerle una pequeña caricia en su trasero con la pelvis, pero me contuve, estaba Alessia delante y no era muy apropiado. Vi como la chica me miraba entre algo avergonzada y algo divertida, sin duda, no había estado con muchos hombres. Sonreí al escuchar su edad, hacía muchos años que yo había dejado atrás los 14... Una mala época. -Oh, catorce... Toda una mujer, si señor. Eres casi más mayor que yo.- Le guiñé un ojo divertido.

Les gustó la idea que había tenido de subirnos en la noria y después comer algo, así que bueno... No podía sentirme mal porque fuese un tanto cutre, para una chica de la edad de Alessia, estaba bien. Cuando me dirigí hacía el puesto de dardos sonreí al ver que Naitiri se me pegaba y me susurraba para que la pequeña acompañante no la escuchase. Besé su mejilla con cariño, aunque estuve tentado de morderla. -Espero que la gratitud me la pagues en carnes...- Susurré en su oído mientras la soltaba y pagaba al señor de los dardos mientras me reía.

Tras que el primer dardo impactase en el medio de la diana, notaba como una muchedumbre a mi alrededor se ponía para curiosear, para ver si perdía o fallaba, por si solo se había tratado de un simple golpe de suerte. Ya les gustaría que hubiese sido suerte... Ellos no sabían que mi puntería había sido trabajada año tras años desde que mi maestro me aleccionó con el tiro de dagas, cuchillos y otras armas de filo para impactar y herir a las bestias que huían delante mía en el bosque, o para que les pillase desprevenidas en un momento y fuese su fin... Esto para mí era como un paseo, como andar en bicicleta o a caballo... Era eso, un juego para niños. Había jugado en campos mayores que este. Tras alcanzar la máxima puntuación, el dueño de los dardos estrechó mi mano y me felicitó aunque me dijo que hoy no podía jugar más, pues seguro que algunos niños querían pagarme para que jugase por ellos y entonces sería la ruina del feriante. Me reí y estreché a Naitiri contra mi cuerpo mientras esperaba a que eligiese el peluche que quería.

Rodé los ojos ante sus pícaras palabras y la volví a soltar para que escogiese el peluche. Yo también quería que me eligiese a mí. Tras unos segundos pensándoselo, escogió una pantera negra de ojos azules. Besó en la comisura de mis labios y suspiré. ¿Porqué teníamos que estar en la calle? Quería hacerla mía, aquí mismo y ahora... -De nada, preciosa.- Escuché a donde quería ir Alessia y la dejamos ir delante, así podríamos estar unos minutos a solas.

Reí por su comparación entre la pantera y yo. -Ojalá pudiese devorarte aquí y ahora... Desde que te he visto no pienso en otra cosa...- Esta vez, bajé mi mano hasta su trasero, y le apreté una nalga con fuerza. -A este paso... Te llevo a que trabajes para mí.- Solté su nalga y besé su sien con cariño mientras seguíamos de cerca a la pequeña Alessia, la cual estaba muy emocionada por llegar al tíovivo.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Feb 20, 2016 1:12 pm

Me reí de sus palabras mientras se atrevía a hablar en público de ese tipo de cosas, haciendo que al final tuviera que morderme el labio porque ya notaba alguna que otra mirada sobre nosotros, por lo que estábamos hablando. Aunque estuve muy tentada de contestarle a todas ellas, preferí no hacerlo y hacérselo pagar más tarde… de alguna u otra manera. Aunque estaba segura que mi forma de hacérselo pagar sería mucho más divertida.

Seguimos a Alessia quien estaba unos pasos por delante de nosotros, teniendo algo más de privacidad mientras íbamos al tiovivo a que se montara en él. De vez en cuando le lanzaba miradas a Gael sabiendo perfectamente en lo que estaba pensando, y sus palabras me lo confirmaron.
Fue entonces cuando, aferrada todavía a su brazo, sentí su mano en una de mis nalgas, apretando con algo de fuerza pero sin hacer apenas daño. No me lo esperaba así que di un pequeño respingo, clavando mi mirada en él con una sonrisa ladeada. La gente que nos pudiera estar viendo seguro que pondría el grito en el cielo… un hombre tocando de esa manera a una mujer, ¡y en una feria!

Aquello hizo que apretara el agarre que tenía sobre el brazo de Gael, sintiendo su beso cuando me soltó, al tiempo que me mordía el labio y llevaba mi mano libre a su pecho mientras seguíamos andando, recorriéndolo desde abajo hasta el centro levemente, jugando con sus botones como si fuese de lo más interesante.


-Me parece que tenemos el mismo pensamiento y deseo en mentehablé de forma algo pausada- aunque es una pena que no podamos… –levanté mi vista hacia la de él- realizarlo aquí –puse énfasis en cada palabra, terminando de jugar con los botones dándole un leve golpe en su pecho y terminando de arreglar su chaqueta, como si no acabara de decir aquello realmente. Le acaricié levemente el rostro con una sonrisa y seguimos andando mientras veía a Alessia delante de mí. Oh, yo también estaba deseando que me devorara… pero parecía que no era ni el lugar, ni el momento. Mucho menos con Alessia de por medio.

Me gustaba que Gael fuera igual que yo en ese aspecto, me daba cierta libertad con él en ese tipo de comentarios y temas, porque sabía perfectamente que no se iba a escandalizar por ninguno de ellos… al contrario, más bien me seguiría el juego sin pensarlo. Me gustaba poder decir todo aquello que se me pasara por la cabeza, fuera pervertido o no, sin tener que medir mis palabras. Había poca gente con la que pudieras expresarte libremente.



-Y dime una cosa, ¿acostumbras todos los días a practicar con los dardos? –Me reí levemente- O es que, quizá, tu trabajo consiste en eso… porque de lo contrario no sé cómo has podido hacer todas esas dianas sin fallar. Y no me digas que ha sido suerte o casualidad, porque no va a colar –en ese momento llegamos al tiovivo donde Alessia ya lo estaba mirando con una sonrisa. Solté el brazo de Gael y me acerqué a ella para cogerle el peluche- Te esperamos aquí, ¿vale? –Alessia me miró frunciendo un poco el ceño y le sonreí dejando una mano en su hombro- Cielo, me parece que sería muy aparatoso subirme con este vestido –vi como me miraba y luego asentía- Además, será más divertido para ti que para mí. Disfruta mucho –dejé en beso en su frente, le di dinero y me acerqué de nuevo a Gael con el otro peluche que era muchísimo más grande y se lo di a él para que lo cogiera. Acercándome más a él pasé una mano por su pelo y luego miré su rostro, donde recorrí con mis dedos sus labios donde tenía aquella marca, a lo que enarqué una ceja- ¿Has tenido algún problema? –Pregunté ya que no estaba todavía muy segura de ello- Aún tienes que desvelarme el secreto de los dardos –le sonreí divertida- O es que… ¿quizás estoy ante un héroe desconocido? Si es así, te juro que me pongo todos los días en peligro solo para que vengas a rescatarme –me reí de lo absurdo que sonaba aquello, ya que estaba claro que no podía ser ni remotamente, pero por imaginación que no quedase- Y hablando de trabajo, ¿en qué trabajas? -Me había dado cuenta de que apenas nos conocíamos. Si, conocíamos perfectamente el cuerpo del otro… pero no sabíamos nada sobre la otra persona. Llevé mi mano a su cuello y lo rodeé cogiendo con la otra la pantera, acercándome a su rostro y pegando casi mis labios a los suyos, dejando que fuera mi aliento lo único que los acariciara- Por azares del destino nos hemos vuelto a cruzar y, aunque ten por seguro que lo que más deseo es arrancarte la ropa y llevarnos al paraíso, quiero aprovechar la oportunidad de conocerte mejor. –Le miré a los ojos observándole. Me intrigaba demasiado, y una parte de mí quería saciar toda mi curiosidad. Sabía que podría descubrir muchas cosas acerca de él, y lo poco que conocía me encantaba. Me mordí el labio ante las ganas de besarlo y me giré apoyándome contra su pecho, mirando a Alessia dando vueltas en aquel caballo negro. Alcé mi vista para dar con la él, levantando mi rostro todavía apoyada en su pecho y sonreí- Uno nunca sabe donde acabará la noche –me reí entre dientes ante la promesa velada implícita en mis palabras y me quedé apoyada contra él mirando como Alessia se divertía encima del caballo.
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Mensaje por Gael Lutz Mar Feb 23, 2016 9:48 am

Dejé que la morena jugase con los botones de mi camisa mientras me deleitaba con el mismo tono en las palabras que salían de sus labios que lo que le había dicho yo anteriormente. Ambos sabíamos que después de este encuentro, íbamos a necesitar una ración doble de paraíso pues este encuentro solo nos ayudaba a incrementar con más fuerza las ganas que teníamos de volver a acostarnos, pues lo prohibido es tentador... Y yo era de ideas fijas, si quería caer, caería y a poder ser, lo antes posible, pues no iba a soportar más esta tensión que había entre ambos.

De pequeño se me daba bien el lanzar cosas y darle a cualquier cosa, mi padre siempre me llevaba a ferias de este tipo, para que me divirtiera un poco, pero bueno, hacía tiempo que no jugaba a los dardos, la verdad.— No le había mentido en ningún momento así que sonreí, sin dejar de observar su precioso rostro. Alessia se acercó a nosotros y Naitiri me soltó para que le diese el dinero y que la pequeñaja se montase en el caballo que tanto quería. ¿Que le veían los críos de divertido a subirse a un caballo de mentira y dar vueltas en círculos? Era mejor montar un caballo de verdad, aunque... ellos deberían de hacerlo en un pony. Cogí el peluche gigante de Alessia y lo pegué a mi pecho, era demasiado grande para mi gusto.

Cerré los ojos cuando sus manos recorrieron mi pelo y se pasearon por mi rostro y evité una leve mueca de dolor cuando sus dedos tocaron mi labio partido. ¿Porqué todas las mujeres tocaban donde no tenían que tocar? Sonreí y los abrí, para poder mirarla. —No te preocupes, nada que ya no esté solucionado...— El causante de esto estaba muerto y calcinado. Del polvo venimos y en polvo nos convertiremos. Reí divertido ante su ocurrencia de que fuese un héroe y negué con la cabeza. —No tengo mucho de héroe, pero iré a rescatarse siempre que lo necesites, eso no lo dudes.— Me pegué un poco a su cuerpo, hasta que bajé la cabeza para rozar mi cara con su pelo, el cual olía demasiado bien.

Soy cocinero en un restaurante. Algún día tengo que prepararte algún plato, se me da bien.— Le guiñé un ojo pícaro, pues cocinando para ella, seguramente le prepararía algunas ostras, y de postre, fresas con nata... Y después, el mejor postre de todos. —¿Tu que tal en tu trabajo? Lamento mucho no haberme pasado, de verdad.— Cerré los ojos un instante y sentí una pequeña punzada de celos, no quería pensar en que había estado un mes con otros hombres y menos, sin que ella recibiese el placer que se merecía.

Agarré el muñeco con una mano, para poder pegarla por completo a mí cuando me agarró por el cuello y nuestros labios se quedaron a escasos centímetros. —Yo también quiero conocerte mejor, mucho mejor.— Era una mujer que me fascinaba en muchos ámbitos, era fuerte, buena amante, teníamos una química brutal, divertida, sexy... ¿Qué más se podía pedir? Me había enseñado lo que era el paraíso en apenas una noche. No pude contenerme y besé sus labios en un tímido beso, no quería que Alessia nos viera, no por mí, a mí eso me daba igual, pero quizás ella no quería que la pequeña supiera que éramos más que amigos, que era un cliente... Por ello, me separé demasiado pronto para mi gusto.

En ese momento, el cabello rojo de Alessia vino hacía nosotros entre risas y con una gran sonrisa, al parecer, le había gustado mucho la vuelta en su caballo negro. Solté a Naitiri y le devolví el peluche a la pequeña. —Menos mal que vienes ya, pues si llegas a tardar más, te lo hubiese robado. Quedaría perfecto en mi habitación.— Reí un tanto y miré a ambas mujeres, esperando a que decidiesen que les apetecía hacer ahora. —¿Que hacemos ahora? ¿Noria? ¿Comida? Invito yo.— Moví el bolsillo de mi abrigo y dejé que se escuchase el repiqueteo de las monedas que llevaba encima.
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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Feb 25, 2016 7:15 pm

Escuché atenta a sus palabras cuando comenzó a hablar de cuando era pequeño y su padre le llevaba a las ferias para que practicase y disfrutase lanzando cosas. No pude evitar evocar en mí mente a un Gael de niño, llevado de la mano por su padre para que jugara a los puestos que había. Aquel pensamiento hizo que una sonrisa se formara en mi rostro pareciéndome una imagen tierna y adorable, y preguntándome cómo sería Gael de pequeño. Enarqué una ceja cuando dijo que hacía tiempo que no lanzaba los dardos… y para no hacerlo, había acertado de sobra.


-Me habría gustado verte de niño, seguro que eras adorable
–me reí entre dientes divertida pensando cómo podría ser de pequeño. El peluche de Alessia era demasiado grande, incuso cuando lo cogía Gael, así que la estampa de aquel hombre echo y derecho, con aquel porte y el aura de masculinidad que lo rodeaba… más el peluche era algo extraño y entrañable.

Le creí cuando me dijo que estaba solucionado mientras observaba aquel corte en sus labios, sintiendo su respiración en mi cabeza para luego sentir como esta se colaba entre mi pelo produciéndome un escalofrío por todo el cuerpo, haciendo que cogiera con algo más de fuerza aquella pantera. A pesar de que ya me había desvelado el secreto de por qué era tan bueno lanzando dardos, no pude evitar reírme cuando dijo que me rescataría siempre que estuviera en problemas.



-Entonces serás como mí héroe personal… hum, me gusta la idea. Seré tu admiradora secreta… pero no se lo digas a nadie ¿vale? Se supone que es un secreto –sonreí entre dientes divertida porque me siguiera la coña a algo que, evidentemente, sabíamos que no era cierto, llevándome un dedo a mis labios haciendo una seña de “silencio” sin poder evitar reírme. Podía haberse reído ante mis palabras cuando le dije que si era un héroe, a la par que tacharme de loca… sin embargo me seguía el juego y se reía conmigo. Era algo que me gustaba de él.

Su siguiente confesión fue algo que anoté y grabé en mí memoria mientras estaba encantada de que me contara más sobre él y sobre su vida. Apenas conocíamos nada del otro y era algo que me había propuesto averiguar. Cuando le dije en el burdel que quería volver a verlo no estaba mintiendo para nada. Era un hombre que me producía mucha curiosidad y así había sido desde el primer momento en que le vi. Y el hecho de sentir aquella atracción innegable que sentíamos propiciaba, en parte, que pudiéramos conocernos. Quería conocer y saber más sobre él, al igual que yo me moría por demostrarle quien era la verdadera Naitiri. Él conocía una parte de mí, pequeña,  y aún quedaba que conociera muchas más… y estaba deseando que las descubriera.



-Siempre he dicho que ver a un hombre cocinando es algo que me parece sumamente sexy, así que aceptaré la promesa de que tienes que cocinar para mí. Me encantará probar algo que hayas cocinado, al igual que me encantará ver cómo lo cocinas. Haré que cocines para mí, lo acabo de decidir finalmente –me reí porque ni siquiera le había dado la opción a negarse aunque sabía que era algo que no iba a hacer. Me sabía defender en la cocina, no es que fuera la mejor de todas, y quería ver cómo se defendía él… si lo hacía todo tan bien como pensaba que lo hacía… esbocé una sonrisa por mis pensamientos, sonrisa que se desvaneció en cuanto pronunció la siguiente frase.

Había un motivo por el cual había tenido reticencia al preguntarle por su trabajo… y es que eso llevaría, inevitablemente, al tema de mí trabajo. No era algo de lo que alguien quisiera ni hablar ni alardear… de hecho, era toda una controversia que fuera un tema tabú cuando en las calles estaba a la orden del día. Eran muchas las personas que frecuentaban burdeles, o chicas de las calles… muchísimas más de las que se pudiera imaginar.
Pese a que era una mujer que disfrutaba y le gustaba el sexo, por el contrario no me gustaba hablar de mí trabajo.


-Lo entiendo, de verdad. No tienes que disculparte –era totalmente verdad y cierto. Entendía muy bien porque no había ido al burdel de nuevo, y era algo por lo que no podía culparle. Pese al libertinaje que había no era algo que estuviera bien visto socialmente, y era de las que seguía pensando que Gael no necesitaba frecuentar esos sitios para… encontrar a alguien que compartiera su cama. Estaba segura de que podría conseguir a cualquier mujer que se propusiera así que ¿qué narices pintaba él en un burdel? No lo necesitaba, aunque internamente agradecía que hubiera acudido aquella noche… porque, de lo contrario, ahora ni siquiera nos conoceríamos.  

Además, ¿qué iba a contarle de aquel mes? ¿Qué había sido horrible, que en mí fuero interno había deseado verle aparecer algún día por la puerta? No merecía la pena, así que ni siquiera le respondí. Lo que sí hice fue suspirar, cerrar los ojos unos segundos, y mirarlo aferrada a su cuello.



–En verdad me alegro que no hayas ido de nuevo al burdel –hice una pausa buscando las palabras adecuadas, mordiéndome el labio, para que comprendiera lo que le estaba diciendo- Yo… cuando salgo de allí me olvido completamente de las personas que he conocido ¿sabes?, las borro de mí mente y si alguna vez fuera me los he cruzado… para mí han sido como si no supiera quienes eran. Nunca quedo con clientes, Gael –quería que lo supiera aunque posiblemente él también lo había intuido. Sonreí ante sus palabras con su brazo rodeando mi cintura y su aliento acariciar mis labios- Me alegro de que opines igual que yo, porque quiero mostrarte a la verdadera Naitiri, a mi yo real. –Una se estaba controlando y siendo algo comedida en no lanzarse y él, sin embargo, flaqueaba y me besaba. Un beso diferente a cualquiera de los que me haya dado, lo notaba más… inocente y tímido. Un beso que me supo a gloria, y que fue malditamente corto que me había dejado con ganas de más. Pero Alessia ya estaba con nosotros y no pude evitar mirar a Gael mordiéndome el labio mientras apretaba la pantera con fuerza, conteniendo de nuevo las ganas de besarlo.
-¿Tú también quieres quitarme el peluche como Nai? –Preguntó con una sonrisa- Quítaselo a ella, este lo he ganado yo –le sacó la lengua divertida a Gael y luego me miró a mí cuando él preguntó lo siguiente que haríamos, a lo que yo me encogí de hombros dejando que decidiera ella- ¡Vamos a la noria! ¿Has montado, Gael? Se ve la ciudad preciosa, ¡tienes que verlo! Luego… vamos a cenar –Alessia se adelantó con una sonrisa aferrando su peluche con fuerza dejándonos de nuevo a solas mientras la seguía con la mirada negando con la cabeza. Me acerqué a Gael aferrando su pelo con mi mano libre y me incliné al tiempo que lo empujaba hacia mí, haciendo que nuestros labios se juntaran para darle un beso algo más largo del que me había dado él, quitando algo de las ganas que había aguantado antes, para terminar mordiendo su labio inferior mirándolo con intensidad.
-No juegues con fuego Gael… o acabarás quemándote –me aferré a su brazo de nuevo mientras seguía a Alessia hasta llegar a la noria donde ya nos estaba esperando para montar. No permití que Gael pagara las entradas así que me adelanté para pagar al dueño del puesto antes de subir a la cabina –A la cena invitas tú –le sonreí y me monté dejándole un sitio a mí lado mientras Alessia se montaba frente a nosotros, que ya nos estaba dando la espalda. Aquella niña era demasiado lista y me hizo negar la cabeza divertida.
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Mensaje por Gael Lutz Sáb Feb 27, 2016 7:04 pm

Reí tras las palabras de Naitiri, me apunté mentalmente una noche que ella tuviera libre para invitarla a cenar a mi casa y poder cocinarle algo rico, algo exótico que nunca hubiese probado. Me encantaba cocinar platos de otras culturas, aunque era complicado encontrar los ingredientes que necesitaba, pero por suerte, tenía unos cuantos en el restaurante.

Me alegraba escuchar que a ambos nos gustase mucho la idea de conocernos fuera del ámbito sexual, conocer sus manías, sus chistes malos, sus costumbres, me gustaría incluso el poder verla sin una gota de maquillaje, seguro que sería igual de hermosa o incluso más. ¿Que desayunaría por las mañanas? ¿Cantaría en la ducha? Sin duda, tenía ganas de conocerla bien.

Miré con ternura a Alessia mientras me sacaba la lengua y reí con fuerza e hice un amago de quitarle el peluche de pantera a Nai. —Ella tampoco quiere darme su peluche... Pero no pasa nada, puedo volver a jugar, o puedes jugar tu por mí, Alessia, a ver si no ha sido solo suerte de que has acertado todos y tienes un poder oculto como lanzadora de dardos.— Le saqué la lengua ocultando una risa y esperé a que se decidiese por qué quería hacer ahora, hasta que eligió la noria. —No, nunca me he montado. ¡Vamos! Quiero ver París desde el cielo.— La pequeña se volvió a adelantar para dejarnos solos. ¿Sabía lo que aquí estaba pasando? Sin duda era una chica muy lista. Naitiri me juntó más a ella y me besó, siendo un beso más largo que el que le había dado yo anteriormente. —Adoro el fuego... A veces pienso que estoy hecho de él... Siempre tengo`calor— Reí por la pequeña broma que acababa de decir, iba obviamente con segundas... Maldito pervertido que estaba hecho.

Llegamos a la noria y metí mi mano en el bolsillo para sacar el dinero de tres entradas, pero la morena se adelantó a lo que la miré con gesto serio y el ceño fruncido. —Pues ya podéis cenar mucho, tengo mucho dinero que gastar esta noche con dos preciosas damas.— Pasamos al pequeño habitáculo de la noria, Alessia se sentó delante nuestra, dándonos la espalda. Me senté al lado de Naitiri y esperé a que la noria comenzase a girar, me encantaban todas las atracciones, pero esta era la más bonita, pues si nos paraban arriba del todo, las vistas eran insuperables. —¿Te mareas? Espero que no. Pero si tienes vértigo o algo así, no te preocupes, aquí está tu héroe.— Le guiñé un ojo sonriendo, era una mujer de lo más fuerte, estaba convencido de que si alguien se iba a marear, había más probabilidades de que lo hiciese yo que ella.

La noria llegó a su punto álgido y el señor de la atracción la paró dejándonos suspendidos en lo más alto. El viento se filtraba a través de las ventanas que había en lo más alto del habitaculo. Estiré un poco el cuello para poder todo París desde lo más alto. La vista era lo mejor que había visto después del cuerpo desnudo de Naitiri. Estaba lleno de luces de los bares, de las velas en las farolas, se escuchaba los ruidos de la feria como si estuviesen muy lejos. También se podía ver los barrios de todo París. —Que vistas más bonitas... — Miré a mi acompañante y a Alessia, la cual se había olvidado por completo de nosotros y estaba absorta mirando todo París desde aquí arriba. Era una vista que te dejaba sin palabras.  Rocé mi nariz con la cara de Naitiri, haciendo que se girase hacía mí. Sonreí y posé de nuevo mis labios en los suyos, esta vez en un beso más íntimo, más lento, más... ¿Romántico? Era un beso que se adecuaba perfectamente al momento.

La noria comenzó a girar de nuevo y fuimos descendiendo poco a poco, hasta llegar al punto de partida. Dejé que las chicas bajasen primero y las seguí, hasta poner los pies en la tierra firme. Di una palmada para calentar mis manos y miré a Alessia, era la directora de todo este concierto. —¿Donde cenamos? ¿Que te apetece? He visto unos puestos de comida que tienen unas carpas para poder sentarnos, cenar y beber algo tranquilos, sin pasar nada de frío. — Creí que ese lugar era más apropiado que coger unos perritos calientes y comerlos de malas formas con una mano, pues la otra estaba ocupada por los peluches que habían ganado. —Tienen todo tipo de comida, por si te apetecía comer algún tipo de comida basura. También la tienen— A los niños les encantaba la comida rápida. Miré a Naitiri de arriba a bajo, a mí lo único que me apetecía cenar, era a ella.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Mar 01, 2016 7:59 pm

Me quedé contemplando la escena divertida observándolos a los dos detenidamente. El peluche que ya parecía grande cuando lo cogía Gael… era muchísimo más grande cuando lo cogía Alessia. Pese a que todavía le quedaba crecer mucho se podía considerar algo alta para la edad que tenía… incluso así aquel peluche le hacía parecer más pequeña de lo que era realmente. La cara de ilusión que traía y los ojos brillando que llevaba por la noche que estaba pasando le conferían más aspecto de niña. En cierto modo, si te quedabas mirando aquella estampa parecían que fueran hermanos.

Gael el hermano mayor que picaba a su hermana pequeña, al menos es la imagen que se me vino a la mente. Y ante aquellos pensamientos no pude evitar preguntarme sobre la familia de Gael. ¿Tendría algún hermano? ¿Sería hijo único? ¿O quizás tenía alguna hermana? ¿Cómo serían sus padres? Preguntas de las que esperaba saber la respuesta, algún día. No quería tener ningún tipo de prisa en saberlo, quería disfrutar de cada pequeño paso que diéramos hacia el otro conforme nos fuéramos conociendo… quería saber a dónde podía llevarnos todo aquello.

No pude evitar reírme al ver cómo intentaba picarla con los dardos para ver si había sido suerte, o es que era buena lanzando los dardos. Parecía que Alessia poco a poco iba cogiendo confianzas, de forma muy rápida, con Gael y eso solo hizo que mi sonrisa aumentara. Enarqué una ceja cuando hizo ademán de quitarme el peluche que él mismo había conseguido y lo miré mordiéndome el labio, resultándome gracioso verlo de esa forma con Alessia.



-Pero este lo he conseguido yo
–vi cómo lo cogía con más fuerza y negué con la cabeza divertida. Sabiendo lo que adoraba los peluches estaba convencida de que lucharía hasta el final por el sin importarle nada. Sabía que aquel peluche acabaría en su cama desde el momento en que la vi mirarlo con ojos brillantes y la boca abierta, como si hubiera visto aquello que más desease en el mundo… y tratándose de Alessia, sabía a ciencia cierta que era eso lo que más quería en el mundo. -¡Soy buena lanzando dardos! –hizo una especie de puchero y terminé por reírme ante la estampa viendo como Gael le sacaba la lengua, mordiéndome el labio cuando sentí la mirada de Alessia sobre mí, intentando no reírme demasiado por aquello. Aunque sabía que no le había sentado mal, simplemente le estaba siguiendo el juego a Gael –Es verdad –me dijo mirándome para luego mirar a Gael de vuelta -¡Y ahora no te digo mi secreto! –le volvió a sacar la lengua y no pude evitar reírme de nuevo por la cara que había puesto cuando lo había dicho. Se estaban picando mutuamente y era más divertido de lo que para ellos pudiera resultarles. Ver a Gael con lo hombre que era, con su porte altivo y su aura de masculinidad rodeándole, picar así a Alessia… era maravilloso. No dejaba de ser otra faceta que tenía, y me encantaba cómo estaba tratando a la pequeña sin conocerla de nada. –Seguro que te va a encantar –le sonrió tras aquello y se adelantó a nosotros dejándonos allí.

Tras el beso que le di sin poder aguantarme más, y tras aquella advertencia, no pude evitar reírme de nuevo echando mi cabeza hacía atrás. Yo le estaba diciendo que de seguir así iba a terminar quemándose… y él, sin embargo, me decía que lo adoraba y que estaba echo de fuego porque siempre tenía calor. Entendí el doble sentido de aquello enseguida y negué con la cabeza observándolo, mientras todavía tenía mi mano entorno a su pelo. Me había querido poner algo más seria tras mis palabras, para que las tuviera en cuenta… pero si se ponía de esa forma y decía eso era realmente complicado no reírme por ello.


-Entonces es una suerte que yo también adore el fuego, porque de lo contrario podría irse tú… calor –sonreí de lado, divertida con aquello- Pero no te preocupes, avivaría la llama de nuevo –evidentemente aquello también iba con segundas, y sabía perfectamente que me iba a entender. Adoraba aquellas pullas que nos lanzábamos cada vez, era algo que me parecía sumamente divertido a la par que nos hacía calentarnos un poquito más. Ninguno de los dos desaprovechaba la oportunidad que se nos ofrecía en bandeja, y era una de las cosas que me encantaban de él. En ese sentido nos parecíamos demasiado. –Anda vamos, o Alessia va a pensar que la hemos abandonado a su suerte –le solté y comenzamos a andar hasta la noria donde pagué las tres entradas dejando que Alessia fuera la primera en montar, y sintiendo la mirada y el ceño fruncido de Gael por no haberle dejado a él– Creo que quedarás satisfecho en la cena, Alessia come por dos –le sonreí para montarme dentro mirando como ella estaba dándonos la espalda, y sintiendo a Gael sentarse a mí lado, pegado a mí cuerpo.

Tenerlo de aquella forma y tener que estar conteniéndome todo el rato me estaba causando estragos. Quería llevármelo lejos de la vista de todo el mundo y poder hacerle todo aquello que estaba teniendo que reprimir. Aquello no podía ser bueno para mí cordura mental, estaba convencida de ello. Sentía cómo su cuerpo se pegaba al mío y ya notaba el calor comenzar a bullir en mí interior. Escuché sus palabras y me reí divertida por ello, me estaba siguiendo con aquello de que era mi héroe.



-No, no suelo marearme cuando me monto pero… si quieres puedo fingir que me mareo, así puedes empezar oficialmente como mi héroe. –Le sonreí por aquello mientras notaba como la noria comenzaba a moverse lentamente, haciendo su camino de ascensión hacia lo más alto– Sólo te falta un noble corcel para acudir al rescate de tu damisela en peligro, y serías el héroe perfecto. –Me reí entre dientes por aquello, sin dejar de mirarlo notando como el viento comenzaba a colarse por las ventanas de la cabina- Oh, espera. ¡No me digas que lo has dejado casa! Eso sería de muy mal héroe –negué con la cabeza divertida y le di un leve golpe en el pecho, como si me estuviera burlando de él por aquel comentario.

Fue en ese momento cuando la noria se paró dejándonos en lo más alto de todo, pude escuchar el murmullo de Alessia mientras contemplaba la ciudad que se extendía delante de ella. Y yo me centré en disfrutar también de las vistas de la ciudad.
Desde donde estábamos la gente se veía demasiado pequeña debajo de nosotros, como si fueran gente diminuta. Podía ver el tiovivo girando y dando vueltas con su particular ruido mientras los niños disfrutaban con la atracción. Las carpas que había  a lo largo de la feria se distinguían por aquellos colores blanco y rojo tan característicos, dándote una imagen perfecta de lo que todo aquello abarcaba.  Las luces de las atracciones y el ruido de la música se mezclaban formando un conjunto que te hacían parecer que estabas en otro lugar.

Y, por supuesto, las impresionantes vistas de la ciudad. Desde aquella altura podía verse perfectamente todas las calles de París, alumbradas por las farolas en las calles. Podía verse incluso la Catedral de Notre Dame, alzándose majestuosa e imponente. Incluso si sabías ubicarte, podías hasta ver el río Sena. Y todo bañado bajo la luz de aquella luna que iluminaba todo, dándole un aspecto más nacarado donde el agua parecía brillar con luz propia.  

Escuché las palabras de Gael y asentí con la cabeza mientras disfrutaba de las vistas, ni siquiera le contesté a aquello pensando que, al estar mirando igual que yo, habría visto moverse mí cabeza. De lo contrario estaba seguro que sabía que pensaba lo mismo, ya que nos habíamos quedado contemplando el paisaje que se mostraba ante nuestros ojos.
Sentí el roce de su nariz en mí mejilla y me giré para mirarlo y devolverle la sonrisa que él traía en el rostro cuando, sin esperarlo, sentí de nuevo sus labios en los míos.

Me dejé llevar por él en todo momento y cerré los ojos dejándome llevar por las sensaciones que me transmitían. De nuevo era un beso muy diferente a cualquiera que me haya dado, más largo que el de antes, pero también más lento, más pausado. Llevé una mano a su rostro y me centré en sus labios moviéndose sobre los míos, disfrutando de el y deleitándome con las sensaciones que me producía aquel simple beso. Uno que distaba mucho de ser carnal o pasional… o al menos, así fue como lo sentí.

La noria comenzó a moverse de nuevo iniciando su bajada hasta el punto de partida, al separarnos lo observé durante unos segundos, para mirar de reojo a Alessia que seguía a lo suyo, para luego mirar a Gael y suspirar sin quitar mi mano de su rostro. Apoyé mí frente en la suya y me mordí el labio.


-Eres demasiado malo conmigo –le susurré para que solo pudiera escucharme él y le miré como si quisiera decirle “espera que lo sea yo contigo” cuando la cabina llegó de nuevo al punto de partida. Nos bajamos y tras decidir Alessia que le parecía bien aquel sitio comenzamos a andar hacia el lugar que había dicho Gael. Cuando llegamos nos sentamos en una de las mesas que había fuera quedando Alessia a mí lado y Gael enfrente de mí, tal y como había dicho la carpa nos protegía del frío que hacía aquella noche. Nos dejaron la carta con lo que había de comida y bebida y Alessia empezó a decirme lo que quería pedir... hamburguesas, perritos calientes y… más hamburguesas. No tenía parangón cuando se trataba de comer. Se levantó para ir al servicio y dejó el peluche al lado de Gael en el otro asiento, como si fuera otra persona más a lo que no pude negar con la cabeza. Miré la carta durante unos segundos y finalmente, la cerré dejándola en la mesa. -¿Sabes qué? –Comenté inclinándome hacia delante, quedando más cerca de él- Dejaré que decidas por mí, estoy segura de que siendo cocinero sabrás lo que está mejor de todo esto –me mordí el labio- Así compruebo si debo dejar que cocines para mí o… seré yo quien tenga que cocinarte a ti. –Sonreí divertida- Es broma, quiero ver cómo me cocinas así que… no podrás librarte –aparté un mechón de su pelo que caía por su rostro y lo miré de forma fija, deleitándome al observar su rostro- Adoro lo que estás haciendo por ella, dudo que haya tenido jamás un cumpleaños parecido a algo como esto así que… gracias. Es algo que nunca olvidaré. –Dudaba que supiera lo que aquello significaba para la pequeña, pero yo lo sabía muy bien y se lo agradecía enormemente.
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Mensaje por Gael Lutz Miér Mar 02, 2016 2:49 pm

¿La pequeña Alessia tenía un secreto? ¿Cuál podría ser? Una semilla de curiosidad acababa de ser plantada en mi cerebro tras las palabras de la pequeña. Seguramente se tratase del nombre de su oso o de a saber que otra cosa, pero seguramente, algo que a los adultos no les causase ninguna impresión, aunque yo, ahora mismo, me moría por saber de que se trataba. Era más curioso que un gato y más cotilla que una maruja... Cosas que me había pegado mi hermana desde pequeños.

¿Malo? No me ha visto siendo malo, señorita Zahir... Si lo que tiene ahora es calor, si estuviese siendo malo, se sentiría en el infierno.— Dije con una sonrisa en los labios. Este juego de tira y afloja me estaba llevando por la calle de la amargura, seguramente, esta noche, si Naitiri no me dejaba sobrepasarme con estos juegos y me marchaba con las ganas, iba a tener dolor de testículos... ¿Qué tenía esta mujer que me gustaba tanto? Era capaz de excitarme con tan solo una mirada y porque no iba por la calle con los ojos cerrados, pero si lo hiciese, estaba seguro de que también me excitaría de igual forma.

Tras escasos minutos, llegamos a la carpa de uno de los restaurantes que le había mencionado a la pequeña Alessia.  Se sentaron en frente mía y me dejaron de acompañante al gran oso de peluche. Miré la carta del menú mientras le pequeña nos dejaba solos para ir al servicio y miré a Naitiri por encima de la carta, ocultando una sonrisa, pero seguramente, se me notaba en los ojos. —Acepto tu reto. Espero que se me de bien elegir... Y que no seas alérgica a nada de lo que hay aquí.— Eché un vistazo más a la carta, había comida de otros países, lo que la pequeña Alessia había pedido estaba en la sección de comida Americana. Fruncí el ceño, se me hacía la boca agua viendo las fotos, pero a Naitiri no le pegaba mucho comer tales cosas, solo había que ver lo perfecta que estaba de condición física. —Si no te gusta la comida que pida... Cocinaré todo lo que me pidas, incluso desnudo. Para que veas que no temo al aceite hirviendo.— Reí y me centré en los platos típicos de España. Había estado en este puesto anteriormente y tenían las mejores tortillas de París y era un plato extraño, así que... valía la pena probarlo, pese a que aquí también se hacía tortillas, la Española era de las mejores. El camarero llegó a la vez que Alessia y comencé a pedir. —Para la señorita una hamburguesa y un perrito caliente. Ambos completos y bien grandes. Para nosotros una tortilla Española, por favor. Y de beber, agua. Y lo que la señora quiera.— Miré a Naitiri, esperando saber si quería beber agua o alguna que otra cosa.

Espero que tengáis hambre, lo que he pedido es grande, como para más de dos personas.— Miré a Alessia.—Ya puedes comerte todo todo ¿Eh? Si no lo haces, deberás contarme tu secreto. No quiero ver ni una mísera miga de pan— Reí levemente por mi amenaza, esperaba que dejase algo, quería saber su maldito secreto, la semilla en mi interior iba creciendo conforme pasaban los minutos. —¿Has probado alguna vez la tortilla Española? Espero que te guste, es buenísima, mejor que la nuestra... Ummm ¡Que hambre!— Froté mi barriga para crear más énfasis. En estos puestos solían ser rápidos, sobre todo con la comida rápida.

Escasos minutos, el camarero apareció con la comida de Alessia, la bebida, nuestra comida y bolsitas de Kepchup, mayonesa y mostaza. Todo olía genial y comencé a salivar como un perro. —¡Que buena pinta!— Cogí un cuchillo y un tenedor y partí un trozo de tortilla generoso para Naitiri y se lo serví en su plato. —Prueba, a ver que te parece. No pienso probarla hasta conocer tu opinión.— Crucé los dedos deseando que le gustase, que hubiese acertado con la elección de la cena de hoy. No conocía a nadie que le disgustase la tortilla de patata, y esperaba que Naitiri no fuese una de aquellas personas raras con la comida.
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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Mar 03, 2016 6:54 pm

Aquel peluche de pantera negro de ojos azules se estaba llevando aquella noche todos los apretones cada vez que me reprimía por algo que, o bien me había dicho, o me había echo… o me había quedado con ganas de hacer. En esta ocasión era por algo que me había dicho. Tras sus palabras de que no estaba siendo malo conmigo tuve que añadir mentalmente un touché a eso, ya que sabía perfectamente que de querer ser más malo conmigo, o realmente malo, no dudaba de que pudiera ser mi propio infierno en la tierra.

Y si seguíamos así estaba convencida de que íbamos a arder juntos en el infierno, porque a pesar de que cada vez el ambiente entre ambos estaba mucho más tenso, al parecer ninguno podía evitar entrar en el juego y seguir con aquel particular tira-y-afloja. Por mi parte era algo inevitable y mucho más después de ver como Gael me seguía igual en aquel juego… era una tentación difícil de aguantar. Aunque más tentación era tenerlo como lo tenía y no poder hacer nada… no por falta de ganas, sino porque no era ni el lugar ni el momento.

Miré la carpa donde estaba el restaurante que habíamos elegido para cenar y di un rápido vistazo a la gente que había a nuestro alrededor. Habían varias familias con sus respectivos hijos que estaban disfrutando de una cena en familia, algunos riéndose, otro más callados… también había alguna que otra pareja que había decidido pasar la noche en la feria y disfrutar de la compañía del otro. También había unos abuelos con sus nietos disfrutando de la noche, todos sonreían, todos disfrutaban.

La silla a mi lado todavía seguía vacía ya que Alessia seguía en el baño, enfrente de ella estaba su peluche y el mío que era mucho más pequeño en comparación al suyo, y sentado enfrente de mí estaba Gael, quién seguía observando la carta mientras yo estaba inclinada hacia delante, quedando más cerca de él. Sonreí cuando dijo que aceptaba el reto y le dejé tiempo para que mirara lo que había para poder elegir. No dudaba de que pidiera algo que me gustara, no era escrupulosa con la comida y por general me solía gustar de todo. Lo miré a los ojos durante unos segundos y llevé mi dedo índice a la carta que llevaba en la mano, bajándola un poco para verle bien el rostro ya que sólo podía verle sus ojos azul verdoso, que eran de un color precioso.



-Me alegro que te esté divirtiendo todo esto, a mí me divierte más verte poner esa cara mientras miras la comida pensando si me gustaría o no –me reí entre dientes divertida con aquello, cuando se lo dije había echado un vistazo rápido a la carta y en verdad no había nada que no me gustase. Pero ver cómo miraba cada plato y se debatía entre si me gustaba o por el contrario me desagradaría había sido divertido. Lo miré enarcando una ceja tras sus palabras y no pude evitar reírme por ello al imaginármelo cocinando desnudo un plato para mí… había que decir que era una visión que, si se me presentaba la oportunidad, haría lo que fuera porque así fuera- ¿Piensas cocinarme… estando desnudo? –Negué con la cabeza sonriendo- Mmm, serías una distracción demasiado irresistible como para fijarme en tus artes culinarias… no, creo que no sería capaz de quedarme quieta y ver cómo te defiendes en la cocina –Porque, exactamente, eso es lo que pasaría de cocinarme desnudo. Demasiada tentación como para resistirse- Además, sería un pecado que te quemaras… -iba a especificar, pero lo dejé en el aire- por mí culpa. –Me reí entre dientes ante la mera imagen y porque estaba siendo demasiado sincera, o totalmente sincera.

En ese momento llegaron el camarero y Alessia que se sentó a mí lado y que sonrió cuando Gael le pidió aquellos dos platos, sabía que se los comería sin ningún problema. Era un pozo sin fondo cuando se trataba de comida y la había visto comer tanto que muchas veces había pensado que posiblemente le sentaría mal todo, y que además estaba demasiado delgada para lo que comía. No sabía como conseguía mantener esa constitución delgada, porque comía el doble que yo. Y yo no es que comiera poco, lo justo sin llegar a pasarme. Pedí agua al igual que él y también para Alessia, que con todo lo que llevaba estaba segura que la iba a necesitar.

No pude evitar reírme ante la amenaza de Gael de que se comiera todo aquello que le había pedido, bajo a que le tenía que contar el secreto si se llegaba a dejar algo. Lo lamentaba por él, pero no iba a ser el día en que lo escuchara. En cierta forma verle de aquella forma me recordaba a cuando un padre regañaba a su hijo con que se tenía que comer todo. El gesto de Alessia hizo que me riera porque volvió a sacarle la lengua… desde luego, aquel par comenzaba a llevarse bien y me alegra mucho por Alessia. Me era raro verla tan cómoda con un hombre, pero era sumamente gratificante.



-Me lo comeré todo todo y así no podrás saber mí secreto –le sacó la lengua y me reí divertida negando con la cabeza, ya que le había repetido la misma frase que le había dicho él. Adoraba a aquella joven más de lo que ella quizás llegara a saber, me enternecía mucho y me encantaba cuando parecía una niña pequeña, con lo mujer que era ya. Llevé una mano a su pelo pasándolo entre sus mechones rojizos y sonreí de lado, divertida con todo aquello.
-Vamos Alessia, no seas mala con Gael. ¿No le piensas decir tú secreto? –me miró con sus ojos esmeralda y negó con la cabeza portando una sonrisa en su rostro. Se estaba divirtiendo mucho con aquello, parecía que había dado con un punto en Gael en que sabía que le causaba interés- Entonces se lo diré yo –comenté divertida, a lo que ella me miró abriendo la boca unos segundos.
-¡No, no se lo puedes decir! Es mi secreto y se lo quiero decir yo –bueno, al menos algo había avanzado con aquello. Miré de vuelta a Gael, asintiendo con la cabeza.
-Hace mucho tiempo, una noche en la que cené con la Madam. Es una mujer que adora la comida y todas sus variantes –siempre estaba pidiendo diferente tipo de comida, había viajado mucho y le gustaba la gastronomía de otras culturas.

En ese momento llegó el camarero dejando toda la comida sobre la mesa, con la respectiva comida y bolsas con diferentes salsas para utilizar. Miré los platos de Alessia y sí, eran enormes. Y sí, se lo comería sin ninguna duda. Miré como cogía un sobre de cada y comenzaba a ponerse de todo en la hamburguesa y en el perrito. Miré la tortilla que nos habían dejado y tenía una pinta excelente. Ya sentía cómo las tripas me demandaban alimento y tener aquel plato estaba haciendo que lo deseara aún más. Vi como partía un trozo de tortilla y lo ponía en mí plato, cogí cuchillo y tenedor y partí un trozo llevándomelo a la boca. Cerré los ojos durante unos segundos y disfruté de lo buena que estaba mientras masticaba, casi gemí lo de buena que estaba. Miré a Gael y le sonreí porque había acertado plenamente.


-Está buenísima y querré que me cocines una, para tú información –seguí comiendo y vi como Alessia devoraba lo que le había pedido, me dio a probar ambos y estaban también muy buenos, se notaba que el puesto era bueno porque todo estaba exquisito. Incluso le dio a probar también a él por si quería.
La primera en terminar fue Alessia que había devorado el perrito y la hamburguesa en un tiempo récord, sin dejar nada en el plato como había dicho Gael. Se giró a mirarme cuando terminó. Sabía que iba a pedirme algo.

-Nai, quiero algodón de azúcar –enarqué una ceja tras su pedido y reí levemente, ¿cuánto podía comer aquella joven?
-¿No crees que has comido suficiente? Te has comido una hamburguesa y un perrito extra grande tú sola –vi el puchero que me lanzó y no pude negarme, me era imposible- Está bien, pero sólo porque es tú cumpleaños.
-¡Bien! –dejó un beso en mi mejilla y le di dinero para que fuera a comprarse el algodón diciéndole que luego volviera donde estábamos. Se levantó de la silla y comenzó a andar para alejarse con una sonrisa pensando en su algodón de azúcar. Pero antes de alejarse mucho más se giró y me miró para señalarme con el dedo -¡Y no le cuentes mi secreto! –y diciendo esto se marchó dando saltitos perdiéndose en la multitud, haciendo que me riera sin poder evitarlo a la par que negaba con la cabeza. Miré a Gael divertida partiendo otro trozo de tortilla, que estaba deliciosa, y negué con la cabeza.
-Parece que te vas a quedar sin saber el secreto… al menos, por hoy –llevé de nuevo un trozo de tortilla degustándolo y me incliné hasta quedar cerca de él, mirándole divertida- Pero, si das con el soborno adecuado… quizás tienes suerte y te lo digo –le di un ligero toque en su nariz con uno de mis dedo y di un trago al agua- Hay tantas cosas que quisiera contarte, Gael –me mordí el labio- y muchas que quisiera preguntarte. La curiosidad es algo que me puede. Y cuando se trata de ti, más aún.
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Mensaje por Gael Lutz Sáb Mar 05, 2016 8:21 am

La niña me lo iba a poner muy difícil para contarme su secreto, así que no había nada que pudiera hacer para convencerle, quizás, utilizar la psicología inversa... Era lo último que me quedaba en el cartucho, si esto no funcionaba, nada podría hacerlo. — Bueno, pues ya no quiero saber tu secreto. Ahora cómetelo con patatas, niña.— Le saqué la lengua y miré a la preciosa morena que tenía sentada en frente de mí y le guiñé un ojo, divertido por la situación.

Me alegraba saber que había probado antes la tortilla de patata, así estaba seguro de que le gustaba. Un punto a favor de su Madam. Alessia se echó de todas las bolsas en sus platos, a mí también me gustaban demasiado las salsas, por lo que agarré una bolsa de mostaza, para que la pequeñaja no me la quitase, la quería para mi trozo de tortilla. Vi como Nai se metía un trozo en la boca y quedaba satisfecha por lo que sus papilas gustativas estaban saboreando. Me serví otro trozo en mi plato, abrí el sobre con la salsa y lo eché a un lado, para poder luego untar con calma. Partí el primer trozo y lo probé. Cerré los ojos y sonreí, estaba tal y como la recordaba. Buenísima. —Está bien, te cocinaré una. Aunque deberé ir al mercado a comprar los ingredientes... Quiero hacerte un plato aún mejor que este, ya verás.

La pequeña me ofreció un poco de su comida y negué con la cabeza. —No, no señorita. No pienso ayudarte a que te acabes la comida, así no me contarás tu secreto. Eso cuenta como trampa...— Reí y continué comiendo de mi plato, estaba tan buena que no quería parar, aunque comenzaba a llenarme, la tortilla era tan grande que iba a sobrar, pero por suerte, nos la podíamos llevar a casa, siempre te daban una cajita con las sobras.

Alessia terminó de comerse todo lo del plato ante mis ojos perplejos y le pidió a Naitiri algodón de azúcar. ¿Enserio? Esta niña comía más que yo... ¿Dónde lo metía todo? Estaba flacucha, quizás tuviera suerte y fuera su constitución. Nai le dio el dinero y la dejó marchar a que se comprase el algodón. Otra vez solos... Un brillo apareció en mis ojos y sonreí pícaro. —Se me ocurren muchas formas de sobornarte preciosa... Pero todas son para mayores de dieciocho años y para hacerlas en privado... — Bebí un poco de agua, estaba comenzando a tener calor de nuevo al pensar en estas cosas. Jugueteé con el pequeño trozo que me quedaba de tortilla en el plato, y termine por untarlo en la salsa, para después comérmelo. —Puedes contarme lo que quieras, soy todo oídos. Y lo mismo con las preguntas. No me negaré a responderte a ninguna. Yo también quiero saber de ti.— Me terminé el vaso de agua y coloqué los cubiertos en el plato, estaba tan lleno que iba a reventar.

¿Quieres postre? Yo lo único que quiero de postre es a ti... Me dan ganas de subirte sobre esta mesa y hacerte mía, tantas que no sé como puedo hablarte de esto y estar aquí sentado, tan tranquilo, sin hacer nada.— Me levanté de mi asiento y pasé a ocupar el sitio de Alessia, con la gente que había en la feria, iba a tardar en volver, por lo que podía sentarme aquí y estar más cerca de Naitiri sin que nos viese hacer nada. —¿Que pasa si Alessia nos ve en actitud... ¿Cariñosa? — Me acerqué a ella y comencé a besar su cuello con calma, como si estuviésemos en su habitación roja del paraíso. Bajé hasta su clavícula y me paré ahí, pues sus ropas no me dejaban bajar más. —Ahora sí que lo estoy pasando mal... Demasiado mal. — Agarré su mano y la puse encima de mi entrepierna, donde pudiera notar que algo se me estaba comenzando a despertar, ya notaba como me apretaba la ropa interior. —No aguanto más...— Gruñí en voz baja y con un rápido movimiento la puse encima de mí, en la silla. Comencé a besarla en los labios, mientras mis manos se posaban en su trasero, dándole pequeños apretones. Como viniese el camarero o Alessia... Me iba a querer morir.
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Mensaje por Naitiri Zahir Dom Mar 06, 2016 4:41 pm

Me resultaba realmente divertido ver cómo aquellos dos no dejaban de picarse, por una parte era algo de Alessia que solamente había visto conmigo en contadas ocasiones, pero verla de aquella manera con Gael hacía que me riera sin poder evitarlo. Resultaba gracioso ver como ambos intentaban ver quién podía picar al otro, Alessia lo miraba de una forma que era algo desafiante, como si no le afectaran sus palabras. Ella pensaba que al decirle aquello a Gael de que se comería todo él se iba a quedar algo más callado… error, fue la gota que colmó el vaso.

Hice el intento de controlar la risa que me provoco su frase hacia la pequeña mientras partía un trozo de tortilla y miraba mi plato distraída para intentar no mirarlos mucho, porque de verlos, no estaba muy convencida de que pudiera contener la risa. Miré de reojo a Alessia que miraba a Gael con los ojos entrecerrados, con aire de digna, y siguió comiendo su hamburguesa tan tranquila. Negué con la cabeza divertida por aquello y miré a Gael que estaba poniendo salsa en un lado de su plato, sonriendo cuando me guiñó el ojo. Me alegraba que se llevaran tan bien, cualquiera diría que acababan de conocerse hacía apenas unas horas… porque daba la sensación de que se conocían desde hacía bastante tiempo.

Le miré durante unos segundos sonriendo cortando otro trozo de tortilla para ponerlo en el plato, y comenzar de nuevo a degustar aquel exquisito manjar. No llevábamos ni media tortilla entre los dos y dudaba que nos la pudiéramos comer entera… al menos por mí parte, no sabía cuánto podía comer Gael pero dudaba que llegara a comerse más de la mitad de la tortilla… yo no llegaría ni siquiera a la mitad. Estaba deliciosa y no podía parar de comer y de cortar otro trozo nuevo, pero iba a ser imposible acabarla. Y bastante tenía ya Alessia con lo que había pedido, pero estaba segura de que si le ponía un trozo de tortilla se lo comería más que encantada.

Así que, pretendía cocinar un plato como este pero según lo que había dicho mucho mejor. Y a pesar de que estaba deleitándome con el plato ya tenía ganas de probar algo que me cocinara. En verdad le había dicho la tortilla Española porque estaba deliciosa… pero cualquier cosa que cocinase estaría bien. Solo quería probar cuán de bueno era en la cocina y que cocinara para mí… y si yo podía estar delante mientras lo hacía, mucho mejor. Quería ver técnica, sabía que cada cocinero lo hacía de diferente manera y quería ver a Gael en acción… o en ese tipo de acción.



-Está bien, te dejaré que cocines realmente lo que quieras… pero quiero estar presente. Quiero ver tus… artes culinarias, ya sabes, ver cómo te defiendes realmente en la cocina. Desde que lo has dicho no he dejado de pensar en ello –también porque, tal y como le había dicho, encontraba ver a un hombre cocinar tremendamente sexy. Llevé otro trozo de tortilla a mis labios, degustándolo, bebí agua y sonreí mirándole- Pero no pienso dejar que lo hagas tú todo… yo también llevaré algo; el postre. No creo que sea tan buena como tu pero sé defenderme, y no acepto un no por respuesta. Y no es algo negociable. –negué con uno de mis dedos para que supiera que en aquello no iba a ceder. Él iba a cocinar sí, pero yo quería aportar también algo y, dado que me encantan los postres, era la mejor opción. Me reí cuando se negó a ayudar a Alessia a terminarse todo cuando le dijo si quería probar y negué con la cabeza divertida, ella me miró durante unos segundos a lo que me encogí de hombros sin saber muy bien qué era lo que quería. Al parecer estaba obcecado en saber qué era el secreto de Alessia que no iba a perder ninguna oportunidad para querer descubrirlo, pero estaba segura de que tarde o temprano se lo acabaría diciendo.

La pequeña terminó de comer y tras intentar, en vano, hacerle ver que ya había comido suficiente y tras su puchero que fue lo que hizo que terminara cediendo, le di dinero para que fuera a comprarse el algodón de azúcar. Sabía que no pararía hasta que pudiera conseguirlo por lo que era más fácil darle el dinero y que fuera a por él. En ese aspecto era igual de cabezota que yo, cuando me fijaba en conseguir algo no paraba hasta que no lo tenía por completo. No importaba cómo ni cuánto tardara en conseguirlo… el final era la meta, y mayormente lograba alcanzarla.

De nuevo nos quedamos a solas y tras llevar el último trozo de tortilla a mis labios y beber agua dejé los cubiertos en el plato, dejándolo un poco más alejado de mí y me centré en mirar a Gael que todavía no había terminado de comer. Le observé juguetear con ese trozo de tortilla mientras apoyaba el codo en la mesa y reposaba mi cabeza en la mano, mirándolo mientras con la otra mano recorría el borde del vaso con un dedo. Aquel hombre tenía algo que me tentaba demasiado, incluso aunque no estuviera haciendo nada… era algo que era superior a mí y que me era difícil de ignorar y de, al mismo tiempo, comprender. Me reí ante sus palabras de que podía sobornarme de muchas maneras y no lo dudé ni por segundo… estaba convencida de que, al final, cantaría como un pajarito.



-Por eso he dicho de que hoy no llegarás a saber su secreto, porque estamos rodeados de niños y porque no estamos en privado –reí entre dientes- es una verdadera lástima, porque estoy segura de que me sobornarías demasiado bien. –Le observé durante unos segundos mordiéndome el labio tras sus palabras, quería contarle tantas cosas que ni siquiera sabía por dónde empezar. ¿Qué debería de preguntarle? ¿Qué era lo que más quería saber? Todo, definitivamente quería conocer todo acerca de aquel hombre… por muy oscuro que pudiera llegar a ser. Quería saberlo todo. El caso era, ¿qué le contaba de mí? Había muchas cosas que quería contarle y otras que quería que las fuera descubriendo… así que, lo más lógico, es que comenzara desde… ¿el principio?- Quisiera saber todo sobre ti, Gael; tu historia, tus miedos, tus sueños, tus anhelos, tus locuras, aquello que jamás contarías a nadie… -hice una pequeña pausa, observándolo fijamente- ¿En cuánto a mí? Creo que sería mejor contarte… desde el principio, para que entiendas realmente lo que soy -¿Le contaba todo, le omitía partes…? Iba a comenzar a contarle cuando escuché sus siguientes palabras, y las palabras se quedaron atascadas en mí garganta. Lo único que hice fue mirarlo de manera más intensa mientras me mordía el labio y sentía cómo mi interior dio una sacudida por ello y comenzaba a bullir de nuevo. Era capaz de calentarme con tan solo aquellas palabras, y por un momento deseé no estar en aquella carpa, rodeada de gente, para que me tumbara sobre la mesa e hiciera aquello que había dicho. Si él no sabía cómo podía quedarse sentado yo no sabía cómo podía no lanzarme sobre él.

Le observé levantarse y le seguí mientras rodeaba la mesa y se sentaba en el sitio que Alessia había dejado vacío, giré mi cuerpo para quedar de cara a él y esperé expectante a ver lo que haría, sabiendo que lo más seguro no se iba a quedar quieto y que yo no podría contenerme tampoco. Demasiado cerca, demasiado calor como para aguantarlo. Enarqué una ceja por su pregunta y sonreí, ¿le preocupaba lo que pudiera ve Alessia? No había motivo para ello.



-Nada, la verdad. Pero, ¿piensas que no sabe lo que pasa? Podrá ser una niña pero hasta un ciego se daría cuenta de lo que pasa, Gael. No debe de preocuparte, me preocupa más que empecemos y no seamos capaces de parar delante de ella –reí entre dientes por aquello. Alessia sabía de sobra lo que estaba pasando, había visto aquel tipo de acercamientos con las chicas del burdel y en verdad, solo hacía falta observarnos durante un momento para darte cuenta de lo que había. No podíamos evitar buscar al otro, y aunque intentábamos contenernos… nos resultaba imposible. Al igual que fue imposible soltar un leve jadeo cuando sentí sus labios por mi cuello, haciendo que la piel se erizara ya que era una de mis debilidades. Maldición, ¿dónde narices estaba ese peluche para apretarlo con fuerza y no hacerme daño en la palma? Ah, sí… en la silla junto al de Alessia. Llevó mi mano sobre su miembro en señal inequívoca de cómo estaba y me removí en mi asiento, yo también estaba a la misma par que él. ¿Qué él lo estaba pasando mal? Claro, como si mi interior no ardiera de deseo por tomar a aquel hombre en ese preciso momento, como si no estuviera librando una batalla porque no era el lugar adecuado para dejarnos llevar.

Tras aquel gruñido bajo en un abrir y cerrar de ojos me vi que pasaba de estar sentada en la silla… a estarlo encima de él, mientras sus labios me besaban y sus manos se agarraban con fuerza mi culo, apretándolo de vez en cuando y… fue todo lo que pude aguantar. Mandé toda mi cordura a un rincón de mí mente y aferré su pelo con fuerza, bajé mi mano por su pecho y me moví sobre su miembro ahogando un gemido en sus labios, dejándome llevar por todo lo que me provocaba. Había sido demasiado y habíamos durado con aquel juego más de lo que habría pensado… pero era suficiente. Me pegué a él y me moví mientras me besaba, olvidándome de donde estaba, de que había gente alrededor de nosotros, y de que Alessia debía de volver.

No sé cuánto tiempo estuvimos así hasta que mi mente escuchó que nos estaban llamando pero sonaba tan lejos que no sabía si eran imaginaciones mías o no, se me olvidó enseguida mientras seguía besándolo hasta que, segundos más tarde, volví a oír la voz mucho más de cerca. Abrí mis ojos y vi como el camarero se acercaba a nosotros con prisas, con cara de estar bastante cabreado y… no me lo pensé. Me separé de Gael levantándome y cogiéndolo de la mano. Me giré donde estaban los peluches y le di el de Alessia a él mientras cogía el de la pantera y tiraba de él para comenzar a correr.


-¡Ven, sígueme! –le dije echando a correr mientras nos alejábamos de allí mezclándonos entre la gente para que no pudiera seguirnos. Vi uno de los tabloides con carteles y no me lo pensé, me acerqué hasta allí y me metí detrás del cartel donde nos alejaría de la vista de todos, pegué a Gael contra el y me pegué a su pecho mientras comenzaba a reírme por lo que acabábamos de hacer, sin poder contenerme- ¡Dios mío! ¿Íbamos a…?dejé la pregunta en el aire y me reí apoyando mi cabeza en su pecho mientras intentaba normalizar la respiración. Levanté mi rostro para mirarlo y reí entre dientes- No eres bueno para mí, Gael. Nublas toda mi cordura – le dije riéndome para luego inclinarme y besarle pegándome contra su pecho sabiendo que nadie nos iba a interrumpir, pero no queriendo alargarlo demasiado porque capaz que acabábamos en el suelo terminando lo que íbamos a empezar en la carpa. Me separé para mirarlo- ¿Qué te parece si buscamos a Alessia y… nos vamos? Creo que os hora de que se vaya a dormir con su peluche y… tú yo podemos seguir por donde lo hemos dejado –dejé un beso más rápido en sus labios y me giré para ir al puesto de algodón de azúcar donde estaría Alessia.
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Mensaje por Gael Lutz Mar Mar 08, 2016 5:12 pm

Bebí el poco agua que me quedaba en el vaso y humedecí mis labios al terminar, mientras pensaba en todo lo que quería saber sobre mí. Mis miedos... Muchos, tenía muchos puntos débiles últimamente, mucha gente a la que le estaba cogiendo cariño, sin contar con Adaline, pues ella era el santo grial, mi criptonita. Si alguien quería hacerme de verdad daño, no tendría nada más que hacerle algo a ella. Mis sueños eran tan perturbadores que jamás se los iba a contar si quería seguir teniendo su amistad... Taché mentalmente los sueños de la lista. A la parte de la historia le suprimiría la parte donde aparecen los demonios, esos que han forjado el hombre que soy ahora... ¿Que quedaría de cierto si le contaba algo? No mucho. Y no quería mentirle, a ella no. ―Puede que algún día hablemos de todo eso. Pero ese día, no será hoy.― Y di por zanjado el tema, más adelante tendríamos tiempo de hablar con calma, conocernos a fondo interiormente, lo único que quería ahora era aprenderme cada lunar de su cuerpo de memoria.

Arrugué la nariz en un gesto, por mi mente cruzó la imagen de Naitiri y mía sobrepasandonos en público, delante de Alessia y me pareció demasiado vulgar incluso para mí. Una niña no debería de ver esas cosas, era la viva imagen de la lujuria. Pero... ¿Qué le iba a hacer si la atracción que sentía por esta mujer iba más allá de mis propios cabales? Intentaba controlarme, de verdad que lo intentaba, pero me era imposible. Me sentía como un hombre adicto a una droga, imposible de frenar el mono que tenía si pasaba demasiado tiempo sin ella. ―Bueno, entonces... Hagámoslo sin que nos vea.― Una vez encima mía, Naitiri no mostró ningún pudor por estar en un sitio público, ante las miradas de los demás comensales e incluso de los camareros.

Tras los primeros besos iniciales, Naitiri rompió la poca cordura que le quedaba y se dejó llevar por mí hacía el escándalo público. Se movió contra mi miembro mientras nuestras bocas entraron en una batalla por ver cual era la más pasional, la más llena de lujuria, la que más ganas tenía por culminar esta noche con un final feliz. La erección que apremiaba por salir a la superficie estaba con cada movimiento mucho más dura, más notable... Esto era el auténtico infierno. Una voz nos hizo detenernos rápidamente. ¿Tanto era el espectáculo que habíamos provocado? El camarero se acercaba a nosotros con cara de pocos amigos. ¿Qué podíamos hacer ahora? Nos iba a caer una buena bronca. Nos levantamos rápidamente, agarré el peluche gigante de Alessia y comenzamos a correr como dos locos, la adrenalina que estaba sintiendo me hizo reír como un niño.

La seguí hasta que decidió meterse detrás de uno de los grandes carteles que había en la feria. Nos paramos para recuperar el aliento una vez estuvimos escondidos y rompí a reír... ¿Que nos pasaba? No teníamos quince años para hacer este tipo de cosas. Se suponía que los adultos tenían cordura, educación y que no hacían esto. ―Sí, eso parece, nena.― Le acaricié la cabeza apoyada en mi pecho y me reí. Ella a mí también me afectaba a ese nivel. ―Le digo lo mismo, señorita Zahir. ¿En qué me has convertido? ― Negué con la cabeza mientras ponía los ojos en blanco, esta mujer iba a acabar conmigo. Correspondí a su beso con cariño y asentí. Pobre Alessia, esperaba que no hubiese acabado de comprar el algodón de azúcar y estuviese buscándonos como una loca, vaya ejemplo éramos. ―Sí, venga vamos.― La apremié, quería dejar a la niña y poder continuar donde lo habíamos dejado... ¿A donde iríamos, al burdel? ¿A su casa? ¿A la mía?

Llegamos hasta el puesto de algodón de azúcar y ahí estaba Alessia, la cual acababa de pagar al señor del algodón. ―¡Ey! Ya estamos aquí. Ten, tu peluche... O mejor me lo guardo a que acabes el azúcar.― Agarré mejor el peluche, Alessia llevaba un algodón de azúcar más grande que ella y si se lo daba, mancharía el pobre muñeco. ―Bueno ¿Nos vamos? Es tarde.― Miré de reojo a Naitiri y sonreí... Teníamos una promesa que cumplir.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Mar 09, 2016 9:24 pm

Por mi mente no dejaban de pasar imágenes de lo que había sido mi vida hasta el momento; había habido mucha felicidad cuando apenas era una niña, aún recordaba mis años cuando siendo pequeña vivíamos en Giza aunque yo me fuera de aquella ciudad con apenas seis años. Podía recordar perfectamente la casa en la que vivíamos, recordaba que me encantaba ir al río para ver todas las embarcaciones que había. Incluso me acordaba de aquel verano, siendo mí cumpleaños, cuando mis padres me llevaron a ver las ruinas de aquella ciudad. Mi padre me había montado en camello y en vez de tener miedo recuerdo que me pasé todo el rato riéndome montada en aquel camello.

Luego mis padres decidieron cambiar de estilo de vida y nos fuimos a vivir a Grecia, más concretamente a Mykonos. Era una isla preciosa y aquel inmenso mar de color turquesa que rodeaba la isla era precioso, no podía compararse con Giza pero recuerdo que, el tiempo que estuve allí, fui feliz. A mi madre siempre le había gustado la mitología griega, era una experta en la egipcia y se había especializado también en la griega. Aún podía escuchar las historias que me contaba antes de ir a dormir, era algo que había echado mucho de menos.

Y, finalmente, me acordé de aquel fatídico día en que fui separada de mis padres. Volvíamos a Giza otra vez tras tres años viviendo en Mykonos y, aunque sabía que mis padres querían lo mejor para mí y que no lo iba a tener tras la caída del imperio otomano, aún podía recordar aquel abordaje. Aquellos hombres que cruelmente me habían separado de mis padres, con tan sólo ocho años. Apenas era una niña y no había podido disfrutar de mis padres, muchas noches había pensado en ellos y solo tenía un vago y leve recuerdo de ellos. ¿Estarían vivos? ¿Sabrían dónde vivía? ¿Alguna vez habrían pensado en ir en mí búsqueda? Nunca lo llegaría a saber, en mí mente siempre tendría aquellos felices pero fugaces momentos en los que pude disfrutar con ellos.

A partir de ahí mi vida había sido un completo infierno; los hombres que abordaron el barco eran piratas y bandoleros que, aprovechando sobretodo a las niñas pequeñas y a las mujeres, las vendían como esclavas al mejor postor.  Y si eran vírgenes… mejor. El último recuerdo que tenía de mis padres era cuando me separaron de ellos… un día que jamás olvidaría. Después de aquello la cosa no fue a mejor, me vendieron a un proxeneta que me encerró en un cubil durante años, sin posibilidad de salir a la calle, obligada a limpiar donde las prostitutas ejercían su profesión, soportando todo aquello que quisiera hacerme, a sus insultos, a cualquier depravación que se le antojara. Desaliñada, desnutrida, atemorizada y apagada… así fue cómo me encontró la Madam aquel día. Desde entonces le daba gracias por salvarme de aquel infierno, gracias a ella me había convertido en lo que era hoy.

¿Debía de contarle todo? ¿Sería bueno contarle toda mi historia, sería demasiado para él? De la pérdida de mis padres, de cómo me vendieron siendo una niña, de cómo me utilizaron hasta que me salvaron. Tras sus palabras, tajantes sin lugar a réplica, supe que si quería ganarme su confianza… debería de dar yo el paso. Mi curiosidad más que nunca quería desvelar los secretos que Gael entramaba, no sabiendo qué tan oscuro podría ser para no querer decírmelo. Me mordí el labio luchando porque no notara cómo mis ojos se nublaban, cerré los ojos y suspiré intentando calmarme. No sabría si aguantaría sin derrumbarme mientras se lo contaba.

Agradecí internamente que no pudiera controlarse más y pasé a descargar todos aquellos sentimientos entremezclados, que danzaban en mí interior, en aquel beso que me estaba dando. Me olvidé de donde estaba, de que Alessia debía de llegar y de que estábamos en una carpa. Me centré en sentir sus labios besándome, como si quisiera devorarme igual que yo a él, en moverme sobre él sintiendo cómo cada vez notaba más su erección presionando contra mí centro.
Y si no hubiera sido porque oí la voz de aquel camarero… ¿hasta dónde habríamos llegado? ¿Habríamos parado en algún momento? Fue el momento más vergonzoso a la par que divertido que había pasado en mí vida. Me sentí como una niña pequeña que se escondía entre la multitud para evitar que le pillaran en un juego, como si no fuéramos adultos y tuviéramos que dar ejemplo de ello.

Tras llegar detrás de aquel enorme cartel fui realmente consciente de lo que acabábamos de hacer, y no pude evitar reírme soltando, en parte, la tensión que habíamos tenido en la carpa. Me reí aún más cuando confirmó mis sospechas de lo que pudo pasar hacía unos minutos y negué con la cabeza, todavía apoyada contra su pecho, intentando normalizar mi respiración que salía de forma errática y sintiendo su mano enredarse en mí pelo por unos instantes. Levanté mi vista para observarlo, divertida con la situación.



-Señorita Zahir, suena tan formal cuando lo dices… a la par que tremendamente sexy –me reí entre dientes, dándome cuenta que jamás me había llamado por mí nombre. ¿Qué tenía Gael que me volvía tan… loca? Era estar cerca de él y cualquier pensamiento coherente, o cualquier raciocinio, quedaba relegado en el olvido- Me pregunto si mi nombre sonará igual de sexy que mi apellido –hice una pausa- Bueno, señor Gael,  en cuanto a su pregunta ni yo tengo respuesta a eso, pero no eres el único que está en esa posición –si yo le nublaba, él tampoco se libraba de nublarme a mí. Tras la promesa de seguir donde lo habíamos dejado para ir a buscar a Alessia, me giré con el peluche en mi mano mientras nos dirigíamos al puesto de algodón de azúcar. Por suerte para nosotros Alessia acaba de comprarse el suyo, que era mucho mayor que ella, y sonreí cuando nos miró con cara sorprendida por vernos allí. Agradecía no haber llegado un par de minutos más tarde, sino nos habría tocado buscarla por toda la feria. La miré enarcando una ceja, divertida con la situación- ¿No había uno más pequeño?
-¡Me lo pienso comer todo! Ya lo verás –me reí por aquello divertida negando con la cabeza, para luego mirar a Gael y morderme el labio. En verdad era ya tarde para que Alessia estuviera por la feria- ¡Jo! Nai, me quiero quedar más tiempo –intenté no reírme por sus palabras, sabía que era su cumpleaños y que quería quedarse más tiempo pero… no iba a tener suerte.
-Es muy tarde y tú a estas horas ya estarías acostada, así que creo que por hoy es suficiente –el mohín que hizo me hizo reír y cogí su otra mano- Te prometo que otro día venimos y nos quedamos más tarde –pero no iba a ser aquel día, tenía otros planes en los que Alessia no podía estar presente.

Durante el camino a casa su humor mejoró mientras se comía aquel enorme algodón de azúcar, del cual le quité un par de veces un trozo y que Alessia también le dio a probar a Gael por si quería. El camino fue ameno, divertido y con Alessia intentando picar a Gael de nuevo, cosa que me hizo reírme sin poder evitarlo. Llegamos hasta aquel barrio y me paré ante la puerta de la casa, sacando la llave para dársela a Alessia, que ya había cogido su peluche cuando se acabó hacía rato el algodón de azúcar. A pesar de que la casa no era muy grande constaba de dos plantas, y Alessia era la que tenía la planta de arriba para ella sola, mientras que yo me quedaba e la de bajo.


-Directa arriba a la habitación, es demasiado tarde y deberías de estar hace unas horas durmiendo –le dije para que me hiciera caso y se fuera directa arriba, a lo que la niña asintió con la cabeza. En ese aspecto, siempre me hacía caso- Despídete de Gael –le dije pero no hizo falta, cuando comencé a hablar la niña se había acercado a él y le había dado un abrazo, algo que me hizo sonreír observándolos.
-¡Muchas gracias Gael! Tenemos que repetir lo de los dardos ¡Seguro que te gano! –le dijo sonriendo, se acercó a darme un beso y la observé entrar en la casa dando pequeños saltitos, con el peluche que era mucho más grande que ella. Una vez que supe que se había metido dentro, y tras esperar unos segundos, me giré hacia Gael y lo observé bajo la luz de aquella farola, mordiéndome el labio. No le dije nada, tan solo cogí su mano y tiré de él hacia dentro, abriendo la puerta y cerrándola dejando que pasara él delante.
-Siéntete como en tu casa –le dije cerrando el pestillo de la puerta y adentrándome en el pasillo. A la izquierda había una salita pequeña donde tenía una colección de libros enorme, ya que me apasionaba leer. Entré y el cachorro de un año de pastor belga levantó su mirada de su cesto, observándome- Quieta, Isis –dije dejando el abrigo junto con el peluche  y girándome para llevar a Gael hacia la otra habitación que quedaba a la derecha de la entrada, que era el comedor. Había una mesa baja rodeada por dos sofás, junto a una chimenea donde había una cristalera con más libros y alguna que otra bebida. -¿Quieres beber algo? –pregunté girándome para coger dos copas a la espera de si quería algo para beber, por mí parte, no quería nada. Lo miré de reojo mientras se acomodaba en el sofá y sonreí sin poder evitarlo. ¿Quién iba a pensar que, aquella noche, acabaría ese hombre en mi salón? Nadie, y de habérmelo dicho, no lo habría creído. Me acerqué de nuevo a él y dejé ambas copas en la mesa junto a una botella, me acomodé en el sofá quedando de cara a él y sonreí- Debo confesarte que jamás pensé que esta noche pudieras acabar… aquí. Pero me gusta mucho la idea, ahora puedo tenerte sólo para mí –me mordí el labio sintiendo la necesidad imperante de lanzarme de nuevo hacia él- Estás en mi territorio Gael, sin nadie que nos interrumpa, completamente a solas… mucho mejor que la última vez –me incliné hasta quedar pegada a sus labios- No voy a tener ninguna prisa en… recorrer tu cuerpo desnudo –me acerqué a sus labios besándolo con ganas, no aguantando más las ganas que lanzarme sobre él. Pero no iba a tener ninguna prisa, no estábamos en el burdel e iba a disfrutar de cada segundo que me brindara aquella noche. Le mordí el labio inferior mirándolo a los ojos cuando, de la nada, sentí un roce en mí pierna que me hizo separarme y mirar hacia abajo… para encontrarme la cara de mí perra, quien nos miraba con la lengua fuera -¡Isis! Eres una desobediente –me incliné para abrazar al animal por el cuello y apretarla contra mí riendo, sintiendo cómo quería escaparse de mi agarre. La solté y la miré poniéndome de nuevo contra el sofá- Gael, te presento a mí más fiel y desobediente compañera; Isis. Y ahora, vete a tu sitio –le hice un gesto con la mano observando como nos miraba durante unos segundos y, cuando estaba a punto de hablarle de nuevo, se levantó para irse de nuevo a su sitio. Negué con la cabeza divertida y me giré de nuevo hacia él- ¿Por dónde nos habíamos quedado? –pregunté mordiéndome el labio, esperando ver qué era lo que hacía ahora que estábamos a solas.
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Mensaje por Gael Lutz Jue Mar 10, 2016 4:17 pm

La morena medio reprendió a la pelirroja al ver el tamaño que se había comprado del algodón de azúcar. La verdad es que me sorprendía la capacidad que tenía esta cría de comer. ¿Era un pozo sin fondo? ¿Comía entre semana? ¿Arruinaba a Naitiri en la compra? Ya podía ganar bien Naitiri en su trabajo, aunque no tenía ninguna duda de que lo hacía... Meneé la cabeza un tanto y esperé a que la pequeña dejase de enfadarse por no querer marcharse y comenzamos a caminar, saliendo de la feria.

Le cogí por el camino un poco del dulce algodón de azúcar e hice una mueca al metérmelo en la boca, demasiado dulce para mi gusto, era una explosión de azúcar... Una bomba. Una vez llegamos al barrio me quedé mirando, nunca había estado en este barrio, pero era un sitio muy bonito, con casas de dos pisos, sencillas pero elegantes, nada ostentoso como tenían los barrios ricos. Era un barrio acogedor y me atrevería a decir que algo mejor que el mío. Esperé a que las chicas decidieran entrar y escuché lo que Naitiri le decía a Alessia. La pequeña se acercó a mí y me dio un abrazo que correspondí sonriendo. ―Buenas noches Alessia, ha sido un placer conocerte y poder celebrar tu cumpleaños.― Me despedí de ella y la vi entrar en la casa. Me quedé fuera esperando a ver que hacía ahora la morena. ¿Me dejaría pasar? ¿Nos iríamos a otro lado? Mordí mi labio cuando se giró a mirarme unos instantes y cogió mi mano, agarrándola para que entrase dentro.

Una vez dentro, me quedé impresionado al girar mi cabeza hacía la salita de la izquierda, la cual había una estantería repleta de libros... Me encantaban los libros y creía que quién leía podía vivir una y mil vidas distintas, también me gustaba que la gente leyese y Naitiri lo hacía, por lo que eso incrementaba lo mucho que me gustaba. Tras observar esa salita, miré al cachorro que había en un cesto y sonreí entusiasmado, los perros me parecían lo mejor que había en este planeta. Eran compañeros fieles, ángeles de cuatro patas... Y este cachorro tenía un nombre precioso. Le saqué la lengua al cachorro cuando pasamos por su lado al entrar en la sala más grande, la que era para estar. ―Tiene una casa hermosa, señorita Zahir.― Dije y le hice un gesto con la cabeza para que cogiese la primera botella de la derecha, vino.

Me acomodé en el sofá mientras esperaba a que viniera con el vino. Las dejó en la mesa que tenía delante y aproveché para servir el vino en ambas copas, pero las dejé ahí, sin siquiera probar el vino. La miré con una sonrisa pícara, yo tampoco había pensado en acabar la noche en su casa. ―Yo tampoco tenía pensado acabar aquí... Pensaba que nos íbamos a despedir en tu puerta, pero me encantan las sorpresas y esta es una. ― Las palabras que fueron saliendo de su boca sonaban a una amenaza demasiado sexy para que mi cordura las aguantase, por lo que empecé a notar como mi miembro reaccionaba a estas palabras. No entendía como podía hacerme esto, unas simples palabras y ya me moría de ganas por tomarla en mis brazos... Nunca antes me había ocurrido algo así.

Besó mis labios al finalizar la última palabra, la agarré por la cintura para sujetarla mejor y poder ponerla encima de mí, pero se separó mordiéndome el labio. Algo había distraído su atención. El motivo de su distracción era Isis, la cual había salido de la cesta para venir a saludarnos como se debía hacer. Me reí y acaricié a la perra bajo la barbilla. ―Hola guapetona ¿Que tal?― Le di un par de caricias más tras las orejas y la dejé para que volviese a su cesta. Miré a Nai de reojo ante esa pregunta y sonreí. ―Me ibas a dar el postre...― La tumbé sobre el sofá, quedando yo encima, con las manos apoyadas en el sofá a ambos lados de su cuerpo. ―¿No despertaremos a Alessia? ¿Que pasa si le da por bajar?― Pregunté antes de comenzar a hacer alguna cosa... No quería tener que volver a salir corriendo como nos había pasado en la carpa. ―¡Ah! ¿Sabes? Nos hemos ido sin pagarle al pobre camarero la cena... Me habéis salido bastante baratas, la verdad.― Rompí en una pequeña carcajada, hasta ahogarla mientras enterraba la cabeza en su cuello, para comenzar a besarlo después.

Como bien había dicho ella, no teníamos ninguna prisa, hoy no había horarios, ni sexo pagado, ni más clientes esperando después, ni a mí nadie me esperaba esta noche en casa. Hoy iba a ser todo a fuego lento... Aunque nuestro fuego se incendiase más rápido que unos rastrojos en verano. Me quité la camisa, para dejarla en la mesa, tenía hasta calor de estar así. ―¿Preparada para darme el postre? Tengo hambre de Naitiri.― Sonreí y besé sus labios despacio, mientras mis manos comenzaban a recorrer ese cuerpo que me hacía perder la razón, la cordura y me hacían querer permanecer entre sus piernas por siempre.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Mar 12, 2016 9:27 pm

Cuando salí aquella noche de casa con la idea de que Alessia tuviera un cumpleaños, al igual que podría tener cualquier otra niña de su edad, lo que menos pensé es que al volver de la feria lo haría acompañada. Y mucho menos, que aquel que me acompañara fuera precisamente Gael; un hombre que me atraía como una polilla era atraída hacia las llamas… y la comparación podía describir perfectamente cómo me sentía. Ese hombre era capaz de nublar todo juicio racional de mí mente, llevarlo hasta un rincón y encerrarlo hasta que pasara la tormenta. No sabía por qué me volvía tan loca cada vez que estaba en su presencia, y mi curiosidad hacia él solo iba en aumento.

Antes de cogerle de la mano y esperar a que entrara agradecí que la casa no estuviera hecha un desastre, aunque era raro que aquello pudiera suceder. Entre Alessia y yo manteníamos la casa para que estuviera limpia y ordenada, era una joven muy responsable que había decidido llevar ella sola la planta de arriba ya que era la que utilizaba mayormente. A mí me era igual si tenía que hacerlo yo, pero siempre me decía que era en pago por dejar que viviera conmigo. De otra forma estaría viviendo todos los días en el burdel, y aunque ya pasaba parte del tiempo allí trabajando, no era bueno que estuviera todos los días en aquel ambiente.

Sonreí cuando vi como le devolvía el abrazo a Alessia antes de que se metiera en la casa, mientras esperaba a que le diera tiempo a subir a la habitación para irse a dormir. Sabía perfectamente que no iba a bajar en ningún momento, además era una joven muy lista y sabía, de sobra, lo que podría pasar aquella noche. Y si tenía alguna duda, cuando le dije que se fuera para arriba terminó por confirmárselo… por lo que sabía que no nos molestaría en ningún momento, y que podríamos continuar por donde lo habíamos dejado en la carpa.

Recordar ese momento hacía que me riera entre dientes pensando hasta dónde habríamos sido capaces de llegar si nadie nos hubiera interrumpido, aunque tratándose de nosotros, podríamos perfectamente haber llegado hasta el final. ¿Qué tenía aquel hombre que me afectaba… tanto? Era una de las cosas que mi interior más clamaba por responder, mi curiosidad no dejaba de danzar en un mar de dudas, hipótesis y pensamientos, mientras intentaba dar con la respuesta a aquella pregunta.
Una que no lograba hallar, una que incluso me hacía sentir extraña… era la primera vez, en toda mí vida, que alguien me desconcertaba tanto.

Nada más entrar y pasar a la salita donde estaba Isis me extrañó que no se levantara para saludar, cada vez que llegaba a casa ya la tenía detrás de la puerta, moviendo su rabo mientras me miraba con cara de alegría, saltaba sobre mí e intentaba lamerme la cara. Y eso que no era todavía muy grande y no podía llegar bien… cuando dentro de un año más creciera estaba segura de que llegaría a lamerme la cara sin ningún tipo de problema.

Llevé a Gael al comedor y me acerqué a la vidriera que había al lado de la chimenea mientras sacaba dos copas y esperaba a que eligiera lo que quería beber, cogí la botella de vino que señaló y lo dejé sobre la mesa, escuchando sus palabras acerca de mí casa. Sonreí dejando la botella sobre la mesa y me acomodé en el sofá para observarlo durante unos segundos, haciéndome gracia que se dirigiera a mí por el apellido. Era algo que con los clientes solía pedir, no me gustaba que me llamaran por mí nombre y nunca se lo decía… pero que él, después de todo, lo siguiera haciendo… resultaba hasta cómico. Además, no me desagradaba en absoluto… como le  había dicho, me parecía muy sexy cuando decía mi apellido.


-Gracias, no me gusta demasiado las cosas ostentosas y mucho menos para una casa. Pienso que cuanto más sencillo parece más bonito resulta –me encogí de hombros- quizás no es la casa que esperabas ver –podría parecerle chocante la sencillez de mi hogar, había ido a varias casas de gente de clase alta y lucían muy diferentes de la mía- me gusta que las casas sean acogedoras, y esta era ideal para ello. Libros es lo que más vas a encontrar, mi favorito es el de “Las mil y una noches –era lo que más ocupaba, montones de libros y libros. Y aquel lo había leído muchísimas veces, incluso se lo había leído a Alessia en varias ocasiones. Tras mi confesión de que no esperaba que hubiera acabado aquella noche en mi salón sonreí al oír que él también pensaba lo mismo, mientras veía cómo llenaba las dos copas con el vino. Una grata sorpresa, tal y como había dicho.

Lo contemplé durante unos segundos, ¿de verdad pensaba que nos íbamos a despedir en la puerta? Quizás lo más lógico era que hubiera sido así, pero no podía evitar la oportunidad de estar con él a solas y disfrutar sin que nadie pudiera molestarnos. Mi cuerpo me pedía a gritos estar con él, y era algo que mi mente no podía obviar. Por lo que ni siquiera me pensé el hecho de que se despidiera en mí puerta, seguramente, habríamos acabado entrando porque estaba segura, que de empezar, no habríamos podido parar. Gael era una tentación demasiado grande como para obviarla.
La idea de disfrutar sin tener que medir mi comportamiento por estar en un lugar público, e inapropiado, ya era una tentación en sí misma.

Al igual que no pude evitar por más tiempo estar cerca de él y no hacer nada, había sido un suplicio en la feria y ahora no tenía por qué contenerme. Por lo que tras dejarle en claro lo que pretendía hacer con él aquella noche, aunque ya lo intuyera, me incliné hasta besar sus labios con ganas, siendo algo más breve de lo que me hubiera gustado, ya que Isis apareció para saludar ya que antes no lo había echo. Tras las presentaciones observé con una sonrisa como Gael la acariciaba y le rascaba detrás de las orejas, haciendo que Isis girara su cabeza para darle mayor acceso a esa zona, haciendo que me riera por lo lista que era. Unos minutos más tarde, y tras haber recibido sus atenciones, se fue para dejarnos de nuevo a solas, a la espera de saber qué haría ahora… y su respuesta no tardó en llegar. El postre. Claro, era lo que nos había faltado en aquella carpa.

En un momento me vi tumbada en el sofá con Gael encima de mí, mordiéndome el labio tras sus palabras porque yo también tenía ganas de ese postre, uno que iba a disfrutar degustándolo sin prisa alguna. Me reí tras sus palabras sintiendo su cuerpo sobre el mío mientras mi cuerpo iba poco a poco adquiriendo calor por momentos. Enarqué una ceja ante sus preguntas y me mordí el labio. Que Alessia bajara estaba totalmente descartado, ahora, que la despertáramos por lo que íbamos a hacer… era ya otra cosa muy diferente. Llevé una mano a su pelo y recorrí su rostro durante unos segundos, sin dejar de reírme todavía por aquello.



-No te preocupes por Alessia, es la persona que tiene el sueño más rápido que conozco. Es tarde para ella y, de normalidad, debería de estar hace varias horas durmiendo. No bajará –dije convencida porque sabía que aquello no iba a pasar- Ahora, sobre despertarla… -me reí entre dientes, sonriendo divertida por aquello- es algo que no tengo tan claro. No me hagas gritar y… todo solucionado –no pude evitar reírme por aquello dejando mi mano en su cuello, porque llegados a cierto punto estaba segura de que no iba a poder contenerlo, por mucho que me esforzase. Sus siguientes palabras provocaron de nuevo mi risa, al mencionar aquel incidente- Pobre camarero, sin duda fue el momento más bochornoso a la par que divertido de mí vida. No iba a dejar que me soltara un sermón sobre lo poco ético y moral de aquello –me encogí de hombros divertida, hasta que vi que se reía y se inclinaba para dejar su rostro en mí cuello donde sentía su respiración entrecortada por su risa… hasta que noté que comenzaba a dejar besos en aquella zona.

Jadeé sin poder evitarlo arqueando mi cuerpo contra el suyo, aferrando con fuerza su pelo con una de mis manos mientras echaba la cabeza hacia atrás dándole un mejor acceso. Me encantaba al igual que era mi debilidad y mi perdición, y con aquellos simples besos comenzó de nuevo aquel calor que durante toda la noche había sentido estando a su lado. Se separó solamente para quitarse la camisa y observé todos sus movimientos mirándolo de forma fija sin perder ningún detalle, mordiéndome el labio recorriendo su pecho y sus brazos con mis manos, sintiendo su constitución atlética, fuerte y varonil. Su mirada me recordó a la de un felino que va a devorar a su presa, y sus palabras enviaron una ola de excitación por mí cuerpo que me hicieron jadear. Y sí, mi nombre sonaba condenadamente sexy de sus labios. Y sí, también tenía hambre de él.

Sentí sus labios de nuevo sobre los míos besándome sin ningún tipo de prisa, teníamos toda la noche para disfrutar de aquello. Sus manos comenzaron a recorrer mí cuerpo y las mías no se quedaron quietas, vagaron por su espalda y recorrieron toda la piel que tenía expuesta, disfrutando de su caricias y siguiendo el ritmo de aquel beso. Deseé que no hubiera ropa de por medio para sentir aún más su caricias, y a los minutos de estar así intensificando el beso, me separé para morder sus labios mientras con mis manos en su pecho lo empuja, gentilmente, hasta hacer que se separara un poco para observarlo mejor. Acabé por separarlo finalmente viendo su mirada de desconcierto, me separé de su cuerpo y me levanté de aquel sofá tendiéndole mi mano esperando que la cogiera.


-Ven conmigo –quería disfrutar completamente de él y aquel sofá no era el lugar más indicado para hacerlo, así que cuando cogió mi mano le di un pequeño tirón para que se levantara sin dejar de sonreír, girándome para salir del comedor hasta el pasillo, al pasar por delante de la salita miré a Isis y le sonreí- Buenas noches pequeña –dije sin pararme adentrándome por aquel pasillo tirando de Gael de nuevo. Pasamos de largo por una puerta a la derecha, que era la cocina, las escaleras que daban al piso de arriba que estaban a la izquierda y seguí hasta el final de pasillo que era donde estaba mi habitación. Entré dejando que pasara y cerré la puerta apoyándome en ella, mirando a Gael con un brillo de picardía en mis ojos.

La habitación era amplia con una puerta a la derecha de la cama que daba al aseo. La cama amplia tenía una colcha negra y dorada, a juego con los cojines. El cabezal era igual que la colcha con grabados ornamentados en dorado, había un tocador con un espejo enorme dorado también, y por la habitación habían cuadros típicos egipcios, y en la mesita tenía una figura de un gato negro que portaba un collar dorado. Me acerqué hasta Gael y comencé a besarlo pasando mis manos por su torso desnudo, mientras daba pequeños pasos haciendo que se acercara cada vez más a la cama. Cuando la tuvo detrás me separé y le di un ligero empujón haciendo que cayera sobre la cama, riéndome divertida por aquello. Lleve mis manos a la espalda y desaté aquel vestido que llevaba dejando que cayera al suelo, dejándome en ropa interior con aquel corsé bajo en azul. Los zapatos corrieron la misma suerte y me los quité al mismo tiempo que el vestido.



-Me estorbaba demasiado
–le dije divertida mientras me acercaba a él, me subía a la cama y ascendía por su cuerpo de forma lenta haciendo que mi nariz recorriese su pecho hasta llegar a su rostro, donde dejé un leve beso- Mmmm, estoy más que preparada. Lo estoy deseando, Gael. Voy a devorarte lentamente –esa vez fui yo quién comenzó a besarle sin ninguna prisa.
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Naitiri Zahir
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