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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Gael Lutz Lun Feb 08, 2016 12:44 pm

Recuerdo del primer mensaje :

-Adios, Gerard, ya cierro yo. Que pases un buen fin de semana. - Me despedí del último camarero que quedaba en el restaurante en el que trabajaba cuando no tenía que dedicarme a mis quehaceres como cazador. Esta semana había sido muy dura, mucho trabajo por las mañanas, preparando distintos menús y comidas para que aquellas personas que venían a saciar su hambre al restaurante disfrutasen de un menú a su gusto. Tras el trabajo como cocinero, me había ido a los bosques en busca de criaturas malvadas para cazar. Sólo había podido ir al bosque y por las calles de noche dos de ellas, pero había conseguido acabar con un vampiro que atemorizaba a los niños y había matado a dos de ellos. Habia sido una pelea a muerte, pero mis dagas habían resultado más rápidas que sus colmillos y había conseguido acabar con su larga vida para siempre. Como consecuencia de esta pelea, tenía el labio inferior partido por la mitad y una ceja con unos cuantos puntos que me había dado un sanador. Era la mítica imagen de hombre que se había peleado por otro mientras bebíamos whisky en un bar de mala muerte... Todo un malote.

Limpié los cacharros que yacían en la pila con mimo, no tenía prisa para irme a casa, tampoco quería irme... Cuando estaba solo -lo cual era muy habitual, pues Adaline seguía pasando muchas noches fuera - mi mente fantaseaba con el paraíso que hacía un mes había visitado. Muchas noches había estado tentado en volver al burdel y visitar a la señorita Zahir, pero siempre había desistido a esa idea... No quería que me viesen frecuentar dichos lugares, no quería coger fama de putero con tan solo treinta años. Sequé mis manos con el trapo que tenía dentro del bolsillo y miré a mi al rededor, completamente vacío y silencioso... Hora de irse.

Tras echar la llave, coloqué bien mi abrigo sobre mi cuerpo y caminé por las calles de París en dirección Norte, había visto carteles de que la feria volvía a estar abierta tras unos meses de parón, con nuevas atracciones y nuevos puestos de comida. Conforme me iba acercando al parque de atracciones podía oler el olor que desprendía la comida recién hecha, también podía escuchar los gritos y las risas de los niños que allí disfrutaban. Una vez dentro del parque, me dirigí sin dudarlo al puesto de los perritos calientes, el olor que desprendía ese puesto era una invitación a probarlos. -Un perrito caliente completo, por favor.- Pedí al dependiente y este me lo puso con todos los ingredientes. Bollo, salchicha, kepchup, mostaza y cebolla caramelizada. Le pagué y me lo envolví en una servilleta, así no corría riesgo de mancharme las manos ni el abrigo. Me paseé por los puestos, y me quedé mirando como un muchacho tiraba a unos dardos. Cuanto más alto fuese la puntuación, mayor regalo se llevaba.


Última edición por Gael Lutz el Miér Mar 16, 2016 4:13 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Gael Lutz Dom Mar 13, 2016 5:03 pm

La miré un tanto extrañado ¿Estaba justificando su casa? Era una casa preciosa, en un barrio precioso decorada por una preciosa chica, que era ella. ¿Qué tenía que justificar de todo ello? Nada. Hice una mueca, sorprendido porque se pensase que no era para nada lo que yo esperaba. Me daba igual que viviera en esta casa, como si vivía en un palacio... El paraíso depende más de con quién, que de donde. ―Podría leerte ese libro mil y una noches...Y podría hacer más cosas contigo si me das mil y unas noches, Naitiri.― Opté por no decirle mi libro favorito, en mi casa tenía una habitación entera únicamente con estanterías y unas pequeñas butacas en las que me sentaba a leer tardes y noches enteras, hasta que la vela de la mesa se había quedado completamente derretida.

Fue un alivio cerciorarme de que la pequeña pelirroja no iba a bajar a por nada a la planta de abajo, pues si eso sucedía iba a ser muy incómodo para los tres y a juzgar por la escasa edad de la pequeña... Se pondría igual que el color de su pelo. En pocas ocasiones me había ocurrido eso, que alguien me pillara en pleno acto sexual, como mucho un par de veces y una había sido el padre de la que fue mi "amiga especial" cuando lo hice por primera vez... Una situación que no quería repetir, pese a que esta vez, no había padres de por medio. Sonreí y comencé a recordar como había gritado en el burdel, de como nos habíamos dejado llevar por los impulsos más primarios... De como una química tan fuerte entre ambos nos había llevado a conectar tan bien y a estar aquí ahora mismo. ―Si no quieres gritar... Dejaré que muerdas mi hombro.― Iba a hacerla gritar, quería que gritase, era una seña inequívoca de que estaba disfrutando. ―Recuérdame que no vayamos por un tiempo a la feria, nos podría reconocer... Que vergüenza.― Me reí picarón. ¿Vergüenza? El deseo que sentía por esta mujer debía de ser proclamado a los cuatro vientos.

Se aferró a mi pelo, dando un pequeño tirón sobre este y sonreí en su cuello, mientras volví a dejar besos en él. Su aroma me embriagaba hasta tal punto de querer quedarme ahí, de querer perderme en su cuerpo, en su alma y en toda ella. Mantuve mis ojos azules clavados en los de ella mientras me desprendía de mi camisa para dejarla a un lado. ¿Que estaría pensando? Esperaba que lo mismo que yo, en querer volver al paraíso que habíamos encontrado juntos el primer día. Mis labios volaron de nuevo hasta posarse en los suyos y disfruté de las caricias que me proporcionaba por la espalda. Al poco, paró el beso con un mordisco en mi labio inferior y me separé mirándola con duda. ¿Porqué paraba ahora? ¿Había escuchado ruidos en la parte de arriba? ¿Le incomodaba esta postura? Mis ojos pasaban de los suyos a sus labios todo el rato, demostrando mi duda. Se levantó del sofá y estiró su mano para que la siguiese. Suspiré, aliviado, aún no quería que me marchase.

Aferré su mano con fuerza y la seguí por el pasillo, pasamos por delante de Isis y le lancé un pequeño besito, que amor de perra. Me guió hasta su habitación y pasé yo primero. Tenía una habitación amplia, con su propio cuarto de baño. La colcha de la cama era de color negro y dorado, muy elegante y sofisticado. Las habitaciones de los de clase alta no tenían nada que envidiar a esta habitación.  Me giré hacía ella, mirándola con una sonrisa. ―Me encanta su habitación, señorita Zahir...― No me dió tiempo a decir nada más, pues ya la tenía pegada a mi cuerpo, besando mis labios como la fiera inquieta que era. Paso por paso, mis piernas tocaron la cama de la morena y me dejé caer, incorporándome sobre mis codos para poder tener una vista perfecta. Comenzó a quitarse su vestido y lo dejó caer al suelo, al igual que sus zapatos. La vista de esta mujer en ropa íntima era casi ver el paraíso.

Comenzó a trepar por mi cuerpo, alcé mis manos y las posé en sus caderas. ―A mí me sigue estorbando todo.― Me dejé hacer por completo, disfrutando de los besos que me estaba dando, eran lentos, pausados y con pasión. Mis manos, en sus caderas, se pusieron a desatar el corsé. ―Espera.― Esta vez, la separé yo despacio, me coloqué de rodillas sobre la cama y la giré, para que quedase dándome la espalda, solo así, pude quitarle el corsé. Me levanté, y admiré su cuerpo semidesnudo y mordí mi labio para después, quitarme el pantalón y quedarme en ropa interior, así, ambos estábamos en igualdad de condiciones. ―Así estamos mejor ¿No crees?― Volví a la cama y me tumbé, para ponerla de nuevo a ella encima. Esta noche, mandaba ella. ―Hoy mandas tú. Tu cama, tus reglas.― Alcé una ceja, mirándola sin quitar la sonrisa de mis labios.
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Mensaje por Naitiri Zahir Lun Mar 14, 2016 7:43 pm

Si había algo que me gustaba era poder disfrutar así de Gael sin tener que estar reprimiéndome porque no estábamos a solas. Aunque había disfrutado enormemente de aquel rato que habíamos estado en la feria, picándose con Alessia, consiguiendo aquel peluche que había guardado, previamente, en la salita para que Isis no llegara a cogerlo, montando en la noria y en aquella carpa… Sí, había disfrutado muchísimo de esos momentos, al igual que había sido todo un suplicio cada vez que había estado cerca de mí. Sobre todo, aquel momento en que nos habíamos dejado llevar en la carpa sin importarnos estar rodeados de gente.

Y le agradecía, muchísimo, lo que había echo por Alessia porque dudaba que supiera realmente lo que significaba para ella. Pero yo lo sabía y lo tenía en cuenta, algo que le iba a agradecer aquella noche. No era algo que tuviera que hacer por impedimento, sino porque realmente me nacía. No solo el detalle y el gesto, sino cómo se había comportado con ella. Era la primera vez que la veía sentirse cómoda con un hombre, y eso en ella, era un paso de gigantes en su favor. Entendía que le costara confiar, así que verla así de alegre, divertida e incluso con actitud de burla… había sido encantador.

Me alegraba también que a pesar de estar ya los dos a solas, a punto de comenzar con nuestro particular paraíso, pensara en si Alessia nos podría ver, o podríamos despertarla por ello. No cualquiera en su situación se preocupaba por tales cosas, menos cuando ya estaba a solas con una mujer en actitud tan… sexual. Cualquiera habría pasado de la pequeña o de preguntar si podríamos despertarla, pero él volvía a sorprenderme de nuevo, haciendo que sonriera sin poder evitarlo encantada por ello.

Como le había dicho estaba convencida de que no bajaría, seguramente estaría metida en la cama aferrada a su enorme oso de peluche, soñando con que el mundo era de color rosa, sin siquiera pensar en lo que podríamos estar haciendo bajo. Por esa parte, no había problema.
El problema realmente estaba en que no estaba convencida de que no la despertáramos a lo largo de la noche. Aunque su habitación quedase alejada de la mía, puesto que no me iba a quedar en aquel sofá a disfrutar por completo de Gael, si era igual que lo que había pasado en el burdel… la despertaríamos fijo.

Por eso no pude evitar reírme cuando dijo que le mordiera el hombro si no quería gritar. No es que no quisiera gritarlo, en esos momentos en que lo hiciera, estaba segura de no poder controlar los gemidos, jadeos y gritos que Gael me proporcionara. Porque por mucho que me mordiera el labio, o le moridera el hombro… me iba a escuchar. Aquel hombre tenía la capacidad de volverme tan loca de no controlar mi cuerpo ni lo que me hacía.



-¿Quieres que te muerda el hombro, para no gritar? -me reí entre dientes, si hacía aquello… llevaría una marca en sus hombros durante algún tiempo.- No quiero hacerte daño, Gael. Aunque la idea de dejarte una marca mía en tú piel me parece una idea fascinante… así cada vez que la mires te acordarás de mí, y de esta noche –recorrí uno de sus hombros, como si ya le hubiera dejado aquella marca- Pero algo me dice que te gustaría más verme gritar así que… no prometo nada –me encogí de hombros divertida. Por lo que recordaba de aquella noche le había gustado que gritara, y como le había dicho, no quería hacerle daño. Aunque no fuera algo intencionado. No lo contemplaba… pero, en ese momento de placer, no sabía realmente lo que haría. –Nada de ferias por un tiempo, prometido –negué con la cabeza- tendré que llevar a Alessia de nuevo en compensación pero no pisaré ese puesto, por mucho que me gustara la comida –me reí divertida, sí, había sido realmente vergonzoso y había sido el momento más divertido también de mí vida.  

Luego de quitarse la camisa dejando su torso al descubierto, comenzar a darme besos por el cuello que comenzaron a enviar pequeñas olas de placer por mí cuerpo, opté por llevarlo a la habitación. Dejamos a Isis en su sitio y le abrí la puerta para que entrara a mi habitación, donde la cama amplia de matrimonio sería el lugar donde diéramos rienda suelta al placer, la excitación y aquella tensión sexual que habíamos mantenido a lo largo de la noche.
Sonreí cuando lo vi parado observando mi habitación mientras yo me quedaba apoyada contra la puerta, mordiéndome el labio porque jamás pensé que Gael estaría parado justo como estaba; en mi pequeño paraíso.

Para mí era un lugar que me hacía sentir como si estuviera en mí tierra, aunque consideraba París como mi casa, no podía evitar que mis verdaderas raíces salieran a flote. Por ello había decidido decorar así la habitación, con esos toques egipcios que me recordaban a mi pasado, que me recordaban de donde venía y que jamás debía de olvidar. Pues hacerlo era, en parte, negar algo que era innato en mí.
Verle parado, semi desnudo, en mitad de la habitación era una imagen realmente excitante, que hacía que tuviera más ganas de lanzarme sobre él, tumbarlo en la cama, y disfrutar de su cuerpo.

Y eso fue lo que hice, no aguanté más tenerlo delante de mí en un lugar tan personal y privado, y me lancé hacia él pasando mis manos por su torso desnudo al mismo tiempo que lo besaba. Sentía los músculos de su piel bajo el tacto de mí mano, estaban firmes y tersos, denotaba que Gael era un hombre que se mantenía en forma y que practicaba algún deporte. Lo llevé hasta que dio con la cama detrás de él y lo empujé haciendo que quedara tumbado en la cama. Me quité el vestido quedándome en ropa interior con el corsé y me puse sobre él, sonriendo para luego besar sus labios sin ninguna prisa.



-Eres un hombre afortunado, debo reconocer que eres el primer hombre que ha entrado en esta habitación –por supuesto había tenido mis escarceos a lo largo de mí vida, pero jamás los había llevado a mí casa. Mucho menos a mí cama– Y me alegro que te guste, es mí pequeño paraíso privado. Uno que voy a compartir contigo –me incliné para besarle llevando mis manos a su pelo mientras pegaba mi cuerpo contra el de él, sintiendo su piel caliente rozar la mía, provocándome un escalofrío de placer. Noté sus manos recorriendo mi cintura e intentar desatar el corsé, por lo que me reí en el beso al no poder desabrocharlo. Me separó incorporándose hasta ponerse de rodillas, para girarme y poder quitar el corsé dejándolo en algún lado de la habitación.

Se levantó mientras yo me tumbaba en la cama apoyándome en los codos teniendo una visión completa de su cuerpo, haciendo que me mordiera el labio solamente de verlo. Seguí todos sus movimientos mientras se quitaba el pantalón, le di un repaso sin ningún tipo de pudor alguno por ello y jadeé ante la visión. Tenía un cuerpo perfecto que iba a recorrer sin prisa alguna, su miembro ya se empezaba a notar en el bóxer y sonreí cuando se tumbó en la cama poniéndome encima. Me reí tras sus palabras, ¿me cedía el control aquella noche? Aquello podría ser su perdición, y estaba segura de que lo sabía.


-¿Me cedes el control, Gael? –Me reí observándolo- Creo que has entendido perfectamente lo que iba a hacer contigo, así que me alegra mucho oír tus palabras. Porque no pienso contenerme –me quedé observándolo unos segundos apartando mi pelo a un lado para que no me molestara, sentada sobre él. Se me pasaban miles de cosas que hacerle por la cabeza, y quería hacerlas todas. Verle de aquella forma tumbado semi desnudo en mi cama era una visión completamente erótica. Finalmente me incliné sobre su rostro y mordí su labio inferior, con una mirada felina, y una sonrisa pícara en los labios– Cierra los ojos –murmuré sobre sus labios y esperé a que cerrara los ojos. Recorrí su rostro con uno de mis dedos y bajé por su pecho haciendo figuras, pasando por su pecho, rodeando un pezón para seguir bajando dibujando una línea recta justo por el centro hasta llegar a su ropa interior, bajando un poco más y perfilando su miembro en un roce sutil y fugaz. Poco a poco, no había ninguna prisa. Subí con ambas manos por sus costados apretando un poco, como si quisiera arañarle, hasta llegar a sus hombros donde dejé ahí mis manos.

Me incliné para besarlo mordiendo su labio inferior y comencé a besar su cuello dejando algún que otro mordisco, lamí el contorno de su oreja y mordí su lóbulo sonriendo. Bajé perfilando su mandíbula con mis labios y bajé hasta su pecho recorriendo sus brazos con mis manos. Comencé a besar y a lamer su pecho hasta que llegué a uno de sus pezones, donde lamí hasta que sentí que se ponía duro y lo mordí apresándolo entre mis dientes, sin llegar a apretar. El otro corrió la misma suerte y mis manos bajaron por su costado hasta llegar a la cinturilla de su ropa interior, colando la mano hasta su miembro donde dejé otra caricia abarcándolo con mi mano… pero las saqué riéndome sintiendo como se ponía más duro por momentos. Mientras bajaba mi pecho, libre del corsé, se rozaba por su torso haciendo que jadeara ante aquel roce. Seguí bajando mordiendo, lamiendo y besando hasta llegar a su ropa interior, haciendo como que se la quitaba para luego subir de nuevo a su rostro y besarlo. Me había propuesto disfrutar, aunque mi interior me pidiese desnudarlo y fundirme con él hasta hacerlo mío… algo que, pronto, pasaría.


-Mírame –le pedí con voz sensual quedando sentada en su estómago, mientras lo observaba, hasta que sentí sus ojos azules de nuevo sobre los míos y sonreí. Quería cobrarme algo pendiente- En realidad no iba a poner ninguna regla pero… no puedo evitarlo –cogí sus manos y las junté por las muñecas llevándolas encima de su cabeza, dejándolas ahí quietas, apoyando las mías en su pecho- Las quiero ahí quietas, ya sabes a lo que me refiero –me reí divertida por aquello, era algo que quería hacerle como pequeña venganza. Estaba disfrutando como una condenada niña pequeña, era algo que no podía evitar– A ver cuánto eres capaz de aguantar sin tocarme –sí, se la estaba devolviendo por aquella vez. Me había costado horrores contenerme y quería que sintiera, un poco, lo que yo había sentido. Más cuando era una mujer de recibir, pero también de dar.

Besé sus labios de forma pasional haciendo que mi lengua jugara con la suya en una danza erótica, me separé y mordí su cuello unos segundos hasta bajar por su pecho sin detenerme esta vez hasta su ropa interior. Colé las manos por los lados y mirándole le quité la última prenda dejándolo desnudo, expuesto totalmente a mí merced. Y era una visión que me calentó por completo, haciendo que me mordiera el labio ante las ganas de quedarme desnuda y sentirlo dentro de mí. Su miembro ya estaba hinchado alzándose con promesas de placer, duro y listo para la acción. Me lamí los labios observándole y me reí entre dientes.


-Recuerda, nada de moverte –acomodé mi pelo a un lado cayendo en cascada por su pelvis, y me incliné para lamer su miembro sintiendo la sacudida ante mi roce haciendo que sonriera. Volví a lamerlo de nuevo y finalmente comencé a metérmelo, lento y despacio, haciéndome a su grosor y largura, sintiendo lentamente como cada centímetro se metía en mí boca. Mi lengua recorrió su tronco a medida que lo metía en mí boca para luego subir mi cabeza y volver a bajar sin sacarlo, sintiendo como me lo metía por completo. Apoyé una mano en su abdomen como punto de apoyo y comencé a aumentar el ritmo mirándolo de vez en cuando observando sus reacciones, queriendo saber hasta donde podría aguantar de aquella forma.  
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Mensaje por Gael Lutz Miér Mar 16, 2016 4:12 pm

Miré fijamente sus ojos, escuchando sus palabras con gesto divertido, si quería morderme, le iba a dejar hacerlo, al igual que le iba a dejar hacer muchas otras cosas que a ninguna le había dejado hacer, pues solo ella conseguía llevarme a un grado de excitación que ninguna otra había llegado. ―No hace falta que tenga una marca en mi cuerpo para que me acuerde de ti, Naitiri. No hace falta, creeme.― Me había pasado un mes entero día y noche pensando en ella y eso solo había sucedido habiendo tenido un único encuentro, no quería ni imaginarme que iba a pasar por mi cabeza cuando se acabase este.

En mi cara apareció una sonrisa triunfal, como si acabase de ganar el mayor premio de todos, sin duda si que era especial para ella si nunca antes se había traído a otro cliente a su casa y mucho menos a su habitación. ―Normal, soy el mejor cliente que has tenido. Soy tu cliente VIP. ― Reí divertido por mis propias palabras, no me consideraba un dios del sexo, pero las amantes que había tenido siempre estaban satisfechas conmigo y eso era mi único propósito. Le seguí el beso hasta que su sonrisa hizo que parase, el maldito corsé me estaba sacando de quicio y estropeando el momento.

La miré todo el tiempo y asentí, cediéndole todo el poder de control a ella. En el burdel había mandado yo, como cliente que paga, pero aquí, iba a ser todo completamente muy distinto. Su casa, su cama... Su control. Dejé que me mordiera el labio, aunque fruncí un poco el ceño por el dolor de la herida que tenía. Obedecí su orden de cerrar los ojos. Sin ver todo era mucho más placentero y con más expectación. Noté como su dedo recorría cada parte de mi cuerpo y me puse en tensión, tenía ganas de ver donde acababa ese dedo... Mordí mi labio de puro nerviosismo.

Noté como se inclinaba sobre mí y me besaba los labios, me los mordía y recorría con su lengua y sus labios casi el cien por cien de mi cara. No abrí los ojos en ningún momento, y me dejé hacer, quedando completamente a su merced. Las caricias poco a poco iban bajando por mi torso hasta que llegó a la cinturilla de los boxers. Moví levemente mi cadera hacía arriba, quería que me los quitase y comenzase a hacerme ver el paraíso.

Abrí los ojos cuando me lo pidió y la ví, sentada encima de mí, con los ojos brillantes al igual que los míos por la excitación y las ganas que nos teníamos el uno al otro. Levantó mis manos y me las colocó encima de mi cabeza. ¿No quería que la tocase? ¿Qué clase de broma era esta? Me moría de ganas de tocarla, de acariciarla y de hacerle de todo... Era una mujer perversa. ―Eres cruel.― No añadí nada más, no me gustaba no poder tocarla y seguramente inclumpliría  su norma en cuanto no pudiese más y llegase a mi límite. Le devolví el beso con ganas, intentando morder su lengua, lo cual no pude hacer, pues cortó el beso antes de tiempo. Entre abrí la boca y dejé escapar un leve gemido cuando noté como se metía mi miembro en la boca.

Ahora, con mi miembro recibiendo el placer que su boca me daba, se me hacía casi imposible mantener las manos quietas, pero hice un esfuerzo, se lo debía por como se había portado ella en el burdel. Suspiré por no gemir, no quería despertar a Alessia. ―Te vas a arrepentir de que no... ah... pueda tocarte...― Le lancé un mordisco divertido y volví a apoyar la cabeza contra la cama y cerré los ojos, dejándome llevar por la lengua maestra que tenía.
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Mensaje por Naitiri Zahir Jue Mar 17, 2016 10:46 am

Me reí sin poder evitarlo ante el hecho de que me cediera completamente el control, sabía que podría ser su perdición y comenzaba a pensar que lo había a propósito para que así sucediera. Después de todo lo que había pasado en la feria y con las ganas que nos teníamos el uno al otro, tras decirle que iba a devorarle… si, lo había dicho con conocimiento de causa. Algo que me encantó porque, aunque no lo dijera, precisamente iba a tomar el control aquella noche.

En el burdel había sido él quien había dirigido todo aquella noche, de la cual no tenía queja alguna, había disfrutado con cada cosa que me había pedido y no me había sentido en la obligación de tener que hacerlo. Pero, aquella noche, iba a demostrarle que aquello podría ser su perdición… porque darme rienda suelta después de todo lo que me había estado conteniendo, era como querer desatar el Armagedón.

Mi cuerpo me pedía que me olvidara de aquel juego previo y lo desnudara para sentirlo dentro de mí, y comenzar a llevarnos al paraíso. Pero mí mente, mucho más cauta y sabía, me pedía que disfrutara de aquello y que jugara con él ya que tenía toda la noche para disfrutar y llevarnos al paraíso. Y eso es lo que iba a hacer, iba a obviar lo que mi cuerpo me demandaba e iba a hacerle caso a la voz de la razón y la sabiduría… aunque acallar los gritos de mi cuerpo iba a ser algo complicado. Más cuando lo tenía medio desnudo tumbado en la cama, debajo de mi cuerpo. Era una invitación más que decente para mí cordura.

Lo miré durante unos segundos y me mordí el labio ante sus palabras, como había dicho, por un lado no me gustaba la idea de hacerle daño… y no quería morderle. Salvo para que se acordara de mí, entonces si era así, podría incluso planteármelo. Dudé por unos instantes ante el significado de sus palabras, ¿quería decir… que había estado pensando en mí? Bien, aquello era algo que me agradaba porque a mí me había pasado lo mismo.



-Entonces no veo motivo alguno por el que deba de dejarte una marca, te morderé, pero no con esa intención –porque sí, iba a lamer, chupar y morder todo su cuerpo esa noche y eso no lo iba a cambiar nadie. Pasé un dedo por sus labios siendo una caricia sutil en donde tenía aquella herida y me incliné para lamer justo en ella, como si con aquello se fuera a curar de alguna forma milagrosa- Me alegra escuchar eso, me hace ver que no he sido la única que ha estado pensando en el otro –porque negar aquello era como negar que el sol salía de día y la luna de noche… imposible. Quizás no lo hubiera confesado de no ser por sus palabras, a no ser que me hubiera preguntado. Entonces, se lo habría dicho claramente, aunque aquello pudiera perjudicarme. Pero era algo que no podía negar.

Me reí tras sus siguientes palabras cuando le dije que era el primer hombre que llevaba a mí casa, y a mí cama y negué con la cabeza observándolo con una sonrisa. Apoyé mi frente en su pecho y dejé que la risa fluyera apoyando mis manos en sus caderas mientras terminaba de reírme y negaba con la cabeza. Sólo a él se le podrían ocurrir ese tipo de cosas, me había hecho mucha gracia que dijera que era VIP y no había podido aguantar la risa, por mucho que lo intentara. Y no sólo eso, sino además, su comentario de que había sido el mejor cliente que había tenido.

Levanté mi vista para mirarlo y me mordí el labio volviendo a negar con la cabeza divertida por sus palabras, no dejaba de sorprenderme a cada momento. Sabía que no lo había dicho para regodearse e inflarse el ego, nada más había que ver cómo se reía para ello.


-Eres demasiado gracioso, Gael –subí mis manos hasta dejarlas en sus hombros para mirarle mejor- ¿De verdad, mi cliente VIP? –Volví a reírme por aquello negando divertida la cabeza sin dejar de mirarle- Tendría que mirarlo y comentárselo a la Madam, a ver que le parece a ella el asunto –le seguí divertida la broma, por supuesto que no iba a decirle nada a la Madam, solo me faltaba eso- Ya tienes demasiados privilegios, ¿aún quieres más? Te los podría conceder, llegado el caso –me incliné para besarle dejando por terminado aquello y me centré en recorrer su cuerpo primero con mis manos, explorando su cuerpo. Luego me centré en recorrerlo como había dicho con mis labios hasta finalmente dejarlo desnudo.

No me contuve y jugueteé divertida con su cuerpo disfrutando de que era mi momento para hacerlo y de que podría, de una forma maravillosa, vengarme en cierta manera por lo que me había echo pasar. Hasta que llegó el momento que estaba deseando; devolverle la jugada que me había echo en el burdel. Sí, no se me había olvidado para nada y ahora era mi momento de hacérselo pasar un poco mal. Él me había cedido el control aquella noche y me iba a aprovechar de ello tanto como pudiera y quisiera. Llevé sus manos encima de su cabeza, como había echo él, y le miré sonriendo mientras notaba sus ojos fijos en mí, y esa expresión en su rostro que hizo que me riera sin poder evitarlo.



-¿Cruel? No, Gael. Podría ser mucho más cruel que lo que estoy a punto de hacerte y, créeme, ahí si tendrías motivos para decirme que lo soy –me mordí el labio divertida por el momento- Tan sólo quiero que experimentes lo… frustrante que me resultó ese momento. Sólo para que te hagas una pequeña idea –sonreí antes de inclinarme a besarlo a conciencia, jugando con mi lengua, provocándolo mucho más con aquel simple beso. Pasé a desnudarlo por completo y lo miré sonriendo antes de llevar su miembro a mí boca.

Me di el lujo de jugar con su miembro mientras lo tenía en mí boca, recorriéndolo con mi lengua mientras variaba el ritmo sin dejar de observarlo viendo como, al igual que yo, le era imposible estarse quieto. Oh, dulce venganza… cómo estaba disfrutando de aquello. Me había adaptado totalmente a su grosor y tamaño e intercambiaba el ritmo, de lento a rápido, otra vez lento… mientras no dejaba de subir y bajar con mi boca y mí lengua dejando una mano en su abdomen como punto de apoyo. Hasta el momento estaba aguantando bastante bien, y no había gemido aunque sabía que se estaba conteniendo.
Me separé para reírme por sus palabras, dándole un poco de tregua, y lo miré divertida desde aquella posición.


-¿Es eso una amenaza lo que oigo de tus labios? Ten cuidado, podría tomártelo en cuenta y ser… mucho más cruel –mordí el hueso de su cadera divertida por aquello y me acomodé de nuevo antes de llevar su miembro a mí boca. Quería ver hasta donde podría aguantar, notando como su cuerpo se iba poco a poco retorciendo por lo que mi boca le estaba produciendo.

Iba a torturarlo lentamente, lo hacía llegar casi al borde del abismo para parar sin dejar que llegara a caerse por el y… vuelta a empezar. ¿Cuánto aguantaría ahí quieto? No lo sabía, pero yo ya habría mandado al diablo todo, porque no hubiera aguantado como lo estaba haciendo él. Sentía cómo su cuerpo se movía casi de forma involuntaria por lo que le estaba haciendo, a veces notaba que levantaba su cadera y sonreía mirándolo, mientras escuchaba lo que mi boca le estaba produciendo a todo su cuerpo. Lo llevaba al límite y esperaba un poco para volver a llevarlo de nuevo a ese límite que no sabía si en algún momento no podría contenerse y llegaba a el.

Tras estar así un tiempo decidí que había sido suficiente, me había divertido a costa de su cuerpo, de su placer y de él, y ya sentía que mi cuerpo me demandaba que era hora de pasar a la acción. Me separé de él dando una última lamida a su miembro y trepé por su cuerpo hasta sentarme de nuevo en su estómago observándole divertida, apoyando mis manos en su pecho sintiendo bajo una de ellas su corazón latiendo deprisa por lo que le había provocado con mi boca. Sonreí para mirarle durante unos segundos y me incliné dejando mis labios a escasos centímetros de los suyos.


-¿Te ha gustado mi particular venganza?
–Me reí lamiendo sus labios, llevando esta vez mis manos dejándolas sobre las suyas y mirándole fijamente con una sonrisa- Te libero de tus ataduras –reí entre dientes- Tienes total libertad para hacer lo que quieras. Estoy deseando ver cómo vas a hacer que me arrepienta de algo que he disfrutado enormemente, Gael –terminé de acortar la distancia y le besé con ganas provocándole con mi lengua, a expensas de saber qué me haría ahora que le había dado yo rienda suelta, sabiendo que me iba a hacer pagar el haberle echo aquello. Pero no me arrepentía ni un solo segundo.
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Mensaje por Gael Lutz Vie Mar 18, 2016 9:35 am

Sonreí levemente así que yo no había sido el único que había estado pensando en nuestro encuentro día si y día también. Ella también había sentido esa química que teníamos cuando nos encontrábamos, algo que nunca sabría explicar al cien por cien que era, pero que sin duda, era algo maravilloso que nos hacía querer darnos más el uno del otro, como adictos a la droga. Así éramos ahora mismo. Yo era un yonki al que no le importaba pagar la cantidad que fuese por consumir un poco más de su paraíso... Y ella, también lo era por consumirme a mí... Esperaba que no acabásemos tan mal como los drogodependientes de verdad.

Alcé una ceja divertido sin dejar de mirarla. ¿De verdad tenía algún cliente VIP más? ¿Se llevaría igual de bien con ellos que conmigo? Una punzada de celos apareció al pensar en estas cosas... Era bastante celoso con estos temas, aunque nunca dejaba que eso saliese a la luz, pues me cabreaba a mí mismo al ser así. Sabía como debía de ser en su trabajo, que se acostaría con otros hombres, pero esperaba que para ella no fuesen más que dinero para poder pagar la casa, mantener a Alessia... Quería creer que yo era distinto, pues ella misma me lo había confirmado en varias ocasiones y era el primero en venir a su casa... Entonces, ¿Porque me estaba asaltando estos celos repentinos? Meneé la cabeza un tanto, quería olvidarme de esto y centrarme en el paraíso que me iba a mostrar... ―Espero que la Madam me acepte como ÚNICO cliente VIP.― Hice énfasis en el único para que le quedase claro, si me enteraba de que tenía a otros en ese puesto, lo iba a pasar mal y seguramente no volvería a verla al burdel. ¿Privilegios? Quería todos y cada uno de ellos.

¿Cómo podía decir que no estaba siendo cruel? Me tenía quieto en su cama, sin poder tocarla y con su boca experta en mi miembro, torturándome a lametones lentamente, para después hacerlos más rápidos y excitantes... Si eso no era tortura... Solté un gruñido de impotencia, no quería que fuese más cruel conmigo, en una escala del uno al diez, para mí, esto estaba en el veinte de la crueldad. Asentí y permanecí callado mientras me dejaba claro que esto era una venganza personal hacía mi persona por lo que le había hecho en el burdel. Me agarré a las sábanas que estaban encima de mi cabeza y esperé a que comenzase con la lenta tortura de su lengua.

No me hizo esperar demasiado, comenzó a lamer mi miembro despacio, de arriba a bajo para después poder metérselo entero en la boca sin quejarse y sin rechistar. Apreté la sábana con fuerza, tenía ganas de acariciarle el pelo o incluso de apretarle más la cabeza contra mi miembro para que se la metiese por completo entera... Aunque eso lo haría si continuaba con la tortura...Y lo hizo. Comenzó a lamer entonces más rápido y mi corazón se fue acelerando al ritmo que aceleraba su lengua y su boca, la cual bajaba y subía a un ritmo frenético por todo mi miembro... No iba a aguantar mucho. ―Vas a... hacer... que... termine... ya.― Por suerte, paró poco a poco, y el orgasmo que estaba comenzando a sentir desapareció como había venido... Y esto sucedió un par de veces entre mis gruñidos y más apretones de las sábanas. Tenía ganas de romperlas.

Al final, decidió que ya me había torturado lo suficiente y terminó con un gran lametón para después, subir por mi cuerpo y llegar hasta mis labios, pero en vez de besarme, comenzó a hablarme y a reírse de mí. Alcé una ceja pícaro. ―Ha sido horrible señorita Zahir... ― Me liberó de mi castigo y sonreí, por fin iba a ser mi turno de la venganza... Y la iba a disfrutar, al igual que la había disfrutado ella. ―Está bien, pero no grites, no queremos despertar a la pequeña... Póngase a cuatro patas, señorita Zahir.― La aparté de mi lado para poder incorporarme de la cama y me bajé de ella, esperando a que se pusiera como le había "ordenado".

Una vez que se puso a cuatro patas, mirando hacía el cabecero de la cama, me puse detrás de ella, de pie y le di un azote en la nalga izquierda con mi mano... La cual me picó tras impactar sobre su piel. ―Esto es por no dejar que te tocase...― Le di otro azote, pero esta vez en la otra nalga, hasta dejar las dos de color rojizo. ―Y esta por toda la tortura de la cual has disfrutado...― Me acerqué a ella y dejé dos besos donde le había golpeado, tenía la piel caliente, al igual que su sexo. Pasé un dedo por este y sonreí, estaba muy húmeda... Agarré mi miembro y lo introduje sin ningún cuidado en su sexo, hasta que no me entró nada más y me quedé quieto, dentro de ella, esperando a que se ajustase a mi tamaño y no le doliese. ―Ahora me toca a mí...― Comencé a penetrarla sin compasión y sin ningún tipo de cuidado, me había estado aguantando desde que le había visto en la feria... Y no podía más. Sabía que ella quería hacerlo lento, pero yo no podía contenerme y tampoco quería. Agarré un pezón con mis dedos y se lo pellizqué con fuerza.
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Mensaje por Naitiri Zahir Sáb Mar 19, 2016 7:20 pm

Me quedé observándolo por unos segundos mientras le escuchaba decir aquellas palabras, enfatizando el único, mientras meneaba la cabeza para volver a mirarme. Pensaba que le había explicado cuál era mi postura ante todo aquello, cuando se lo había dicho en la feria… y no sabía si me había explicado mal, o él no lo había entendido.
No sólo era el hecho de que fuera o no cliente VIP, era otra cosa totalmente distinta que incluso para mí se escapaba de mi comprensión. Ni siquiera sabía explicar por qué llegaba a turbarme tanto. Pero esa química era una de las causantes, de eso no tenía duda alguna.

¿Cómo le hacía entender lo que me hacía sentir cuando estaba cerca de él?  ¿Cómo explicárselo sin que pensara más allá de lo que realmente quería decirle? No hallaba las palabras para ello, así que apoyé mi barbilla en su pecho y dejé un beso, intentando hallar el modo más adecuado para que me entendiera, para que comprendiera lo que realmente quería decirle.  Acabé por suspirar y levantar mi rostro para mirarle a los ojos.



-No tengo ningún cliente VIP, a la Madame no le gusta hacer concesiones de ese tipo y trata a todos los clientes por igual. Es cierto que tiene una lista así para los que son de la alta sociedad y de la realeza, pero ellos son libres de elegir con quién quieren estar. –me mordí el labio, sopesando mis palabras- Gael, tú no tienes que pagar para pasar una noche conmigo, no es algo que precises y no es algo que yo quiera. ¿No te dice nada el hecho de que seas el único que ha entrado en mi casa, y ha estado en mí cama? Son privilegios que nadie más ha tenido –sonreí para quitarle hierro al asunto y me incliné para besarle queriendo dejar todo aquello a un lado, no era el momento. Era momento de disfrutar y dar rienda suelta a la tensión que habíamos estado provocándonos desde que nos encontramos en la feria.

Me olvidé de aquello y me centré en devolverle aquella particular venganza que me había echo pasar aquella primera vez, cuando nos conocimos en el burdel, y me había echo pasar un verdadero infierno al no poder tocarlo como había querido, justo en aquel momento. Había sido una tortura aquello que me había echo así que, ¿por qué no hacerle pasar un poco de lo que yo había sentido? Una sonrisa se dibujó en mis labios y bajé por su cuerpo hasta tomar su miembro con mi boca.

Tomé todo él de la forma que yo quería, variando el ritmo para alargar un poco más aquella tortura, tomé su placer al igual que me tomaba y cobraba aquello, divertida con la situación. Ver como se retorcía y soltaba aquellos gruñidos era un pago bastante bueno en comparación con lo que me había echo sentir. Ver cómo su cuerpo se movía en respuesta a lo que le estaba haciendo, ver cómo sus manos aferraban con fuerza las sábanas, sentir cómo su cuerpo comenzaba a llegar al límite mientras jugaba con este, dejando que se quedara en el borde de aquel abismo sin permitirle que culminara.

Sonreí divertida por sus palabras, no, por supuesto que no iba a dejar que terminara, no era lo que había pensado. Era una venganza, en las venganzas solo disfrutaba aquel que las estaba haciendo, no el que las recibía. Disfruté mientras paraba un poco el ritmo y lo bajaba sintiendo los tirones de su miembro y su cadera levantándose, como si pidiera que siguiera con aquello y que no parase, que comenzara de nuevo y le llevara a ese paraíso.

Y eso fue lo que hice, volví a comenzar de nuevo variando la velocidad jugando con él como quería, tomando lo que quería y dejándolo de nuevo en ese abismo para no dejar que llegara. ¿Cuánto aguantaría? Podía ver la palidez en sus nudillos por estar apretando con fuerza mientras arrugaba las sábanas, no sabiendo cómo podía estar aguantando tanto y pensando que yo ya habría incumplido aquella norma. Pero él ahí estaba, se dejaba vengar soportando aquello que le estaba haciendo dignamente, controlándose como buenamente podía.

Decidí ser magnánima con él y dar por finalizada la tortura pensando qué podría hacerme él tras liberarle y darle rienda suelta. Por mi mente pasaban miles de cosas mientas trepaba por su cuerpo y me quedaba sentada en su estómago, liberándole de aquella norma que le había impuesto. Me reí divertida por sus palabras de que no le había gustado.



-Oh, ¿no te ha gustado? No logro comprender por qué –me mordí el labio- Tú has sido quien me ha dado rienda suelta, asume las consecuencias de ello –le di un beso y me separé para mirarlo esperando a ver qué hacia ahora aunque, hiciese lo que me hiciese, no podría quitarme la satisfacción de haberme cobrado aquello. Y no solo por vengarme, sino porque había disfrutado como una condenada niña pequeña al hacerlo, disfrutando de tener el control sobre su cuerpo y sobre su placer. Enarqué una ceja cuando me dijo que nada de gritar y lo miré recostada de lado en la cama, observando cómo se levantaba y me decía aquello.

Me quedé observándolo durante unos segundos mirándolo a los ojos como si, con aquello, quisiera desafiarle por sus palabras. Me había dado una orden y al parecer no esperaba réplica ninguna. Sus palabras enviaron una onda de excitación que recorrió mi cuerpo haciendo que me mordiera el labio, sintiendo cómo mi sexo palpitaba por ello. Me reí entre dientes y gateé sin dejar de mirarlo hasta ponerme tal y como me había pedido, preguntándome qué me haría a partir de ahora aunque aquella posición despejaba algunas dudas. Aparté mi pelo a un lado y lo miré unos segundos por el rabillo del ojo, para volver la vista al frente a expensas de lo que quisiera hacerme. Pero, para lo que no estaba preparada, era para lo que sucedió a continuación.

El primer azote me pilló totalmente desprevenida haciendo que soltara un leve siseo mientras escuchaba sus palabras de fondo, sentí aquel picor en la zona donde me había azotado y me quedé quieta, esperando a ver qué seguía bajando un poco la cabeza. La siguiente me la esperaba pero no en la otra nalga, haciendo que jadeara de nuevo escuchando sus palabras y no pude evitar reírme entre dientes, encantada con aquello.
Mi interior ardía con aquellos dos simples azotes y ya quería mucho más de aquello, suspiré al sentir que dejaba dos besos en la caliente piel, sintiendo una faceta de Gael que jamás había pensado pero que me encantaba y de la cual quería más.

Jadeé de nuevo al sentir como pasaba un dedo por mi sexo que estaba ya más que húmedo, si antes lo estaba, con aquellos azotes y aquella orden había echo que lo estuviese mucho más. Moví mi cadera cuando pasó el dedo en una clara señal de que quería más que aquello, pero de nuevo, no estaba preparada para lo que seguía. Sentí como introducía su miembro de una estocada completamente dentro de mí… y no pude evitarlo, gemí y casi diría que grité ante aquello.

Aferré con fuerza las sábanas con mis manos y tensé los brazos para darme un mejor apoyo, mientras jadeaba sintiéndolo en mí interior, sintiendo cómo se adaptaba a su tamaño y a su grosor. Maldición, me había gustado tanto aquello que no había podido evitar aquel gemido y aquel grito, mientras me reía entre dientes, sintiendo como mi cuerpo vibraba y hacía que lo sintiese mucho más. Levanté mi cabeza y lo miré girando mi rostro, observándole en aquellos segundos que me estaba concediendo, viéndolo pegado a mi cuerpo en una visión más que erótica.


-No sabía que te gustase dominar, Gael. Pero es algo que me encanta –no pude continuar más, no me dejó decir más, porque tras sus palabras… comenzó a moverse sin ningún tipo de compasión, entrando y saliendo de mi interior mientras yo volvía a gemir de nuevo y cerraba los ojos dejándome llevar por lo que sentía e intentando no hacer demasiado ruido, algo que me estaba costando horrores. Si ese era su modo de castigarme… quería vengarme muchas más veces para que me castigara de aquella forma.

Mi cuerpo se movía hacia delante por los embistes que me estaba dando mientras el placer comenzaba a extenderse por su cuerpo. Me encantaba lo que estaba haciendo, yo misma en el burdel le había pedido una vez que me follara así… pero que él lo hiciera después de cómo estaba era algo excitante y temerario. El ritmo que estaba marcando era uno rápido y duro no dejando margen para nada más. Mis manos aferraron con fuerza las sábanas y luché por no gritar o gemir muy alto, aunque no podía evitar que algún gemido que otro se escapara de mis labios. Lo que me estaba haciendo ese hombre debía de considerarse un delito, más cuando no podía expresar todo lo que me estaba haciendo sentir.

Siseé de placer cuando sentí como me pellizcaba un pezón y encorvé mi espalda ante aquel gesto sintiendo como el placer cada vez más se extendía por mi cuerpo, como una ola que llegaba y lo arrasaba todo, llegando a cada punto de mi cuerpo, sintiendo como ardía por aquello y como me acercaba, más y más, a un devastador orgasmo del cual intuía que no me dejaría llegar.

Llevé mi mano derecha hacia atrás y la dejé sobre la suya que estaba en mí cadera aferrando su muñeca con fuerza mientras mi cuerpo se movía al ritmo imperante que había marcado, haciendo que aquello fuera mucho más devastador, profundo y placentero. Me estaba llevando a ese punto en el cual no había retorno alguno, sintiendo sus embestidas rudas y rápidas, profundas, haciendo que mi cuerpo comenzara a tensarse mientras aquella ola que recorría mi cuerpo se hacía más y más grande con cada embestida que daba. Gemí sin poder evitarlo, lo que me estaba haciendo sentir era algo incontrolable mientras movía mi cadera, en busca de un encuentro con la suya.


-Gael… no… -jadeé sintiendo los latidos de mi corazón contra mi pecho al mismo ritmo que marcaban sus embestida- No… no puedo… más… -estaba llegando a mí límite, si seguía así, haría que llegara al orgasmo rápido- Me… me voy a… -no terminé, me mordí el labio queriendo acallar los gemidos que escapaban de mi boca, sintiendo como el orgasmo se acercaba más y más, mientras mi cuerpo se movía a su ritmo y un fuego comenzaba a extenderse por mí cuerpo. ¿Me dejaría llegar, o se cobraría venganza? Me moría por saberlo igual que me moría porque me hiciera llegar al paraíso.
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Mensaje por Gael Lutz Lun Mar 21, 2016 5:39 am

Dejé estar todo el asunto de los clientes VIP, de si tenía privilegios sobre los demás clientes etcétera, no quería comenzar a comerme la cabeza por cosas que salían fuera de mi comprensión. ¿Porqué me estaba comenzando a molestar que no fuese el único? Desconocía cuanto tiempo llevaba siendo cortesana, pero estaba seguro de que no era el primer cliente que le trataba de esta manera y le hacía disfrutar o eso era lo que yo quería creer. ¿Los demás clientes como eran? Tenía curiosidad por conocerlos, pero a la vez, tenía ganas de darles un puñetazo por no saber tratar a una mujer, dejé que me besase, lo que ayudó a que todas estas ideas o pensamientos que estaba teniendo se disipasen. ¿Que diablos te pasa Gael?

El leve siseo que profirió ante el primer azote me hizo sonreír y con el segundo, dejé escapar una risa algo más sonora, esperaba que así le quedase claro el mensaje de que no me gustaban sus castigos y mucho menos su tortura de no tocarla, tenía una piel preciosa la que me quería aprender con las yemas de los dedos y si me castigaba, no podría llegar a cumplir mi objetivo. Una vez mi miembro dentro de ella por completo, agarré con una mano su largo pelo negro y estiré un poco hacía atrás, haciendo que se acercase un poco a mí, incorporando la espalda. —Hay muchas cosas que no sabes de mí...— Besé su hombro y solté su pelo, dejando que se aferrase a las sábanas y se pusiese cómoda, iba a comenzar un viaje al paraíso en primera línea.

Me agarré con fuerza a su cadera para poder mantener el equilibrio y tener un punto de apoyo en el que hacer fuerza cada vez que introducía mi miembro en ella sin ninguna piedad. Le había dejado escasos segundos para que se hiciese a mi tamaño y no le doliese, pero... Nunca había dolor malo en el sexo. Continué con las estocadas, eran rítmicas, duras y las iba intercalando con algunas más duraderas, pues me permitía cada dos apretarme contra su cuerpo para que notase su interior lleno con mi invasión. Estaba llevando un ritmo devastador para ambos, al igual que ella me dejaba ver por sus gemidos yo también dejaba escapar algunos y sabía lo que iba a pasar si seguía así.

Sonreí al ver como se encorvaba ante el pellizco, el cual volví a repetir pero esta vez algo más fuerte que el anterior. Tras eso, agarré su teta y la apreté con fuerza, cogiéndola entera con la mano. Notaba como se me estaba poniendo cada vez más dura, si eso fuera posible. Seguí con las penetraciones, pero esta vez fueron algo más pausadas que las del principio, no quería terminar ya. Aún tenía mucha venganza que hacer. Naitiri comenzó a avisarme en ese momento de que si seguía iba a terminar, así que quité la mano de su teta y se la introduje en la boca. —Shh no nena, aún no.— No iba a permitir que ella acabase, no al menos que acabase antes que yo. Había iniciado una guerra de la cual iba a salir perdiendo.

Frené en seco, pero no salí de ella, estaba muy agusto aquí dentro. La incorporé hasta que su espalda tocó mi pecho, le giré la cabeza hacía un lado y comencé a besar su cuello, para luego dejar leves mordiscos. —Ahora toca cambiar la música.— Sonreí y rocé su mandíbula con mi nariz antes de apartarme y pegar mi barbilla en su cabeza. Con la cadera comencé a hacer movimientos circulares suaves, lentos y rítmicos, como si estuviese bailando una canción que solo se escuchaba en mi cabeza. Le iba a conceder el pequeño deseo de hacerlo lento, a fuego lento. Cada vez que hacía un círculo con mi cadera se me erizaban los pelos de la nuca por el placer que me daba hacerlo así. Me acerqué a su oído y comencé a susurrar. —Si tu no te enamoras, podemos pasar un par de horas...— Dejé escapar una pequeña risa y besé su cuello mientras seguía el ritmo de los círculos... Pronto iba a comenzar con las penetraciones rápidas y se le iba a acabar el hacerlo lento.
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Mensaje por Naitiri Zahir Miér Mar 23, 2016 11:59 am

Si alguien me hubiera dicho que aquella noche iba a acabar así, seguramente, me habría reído sin ningún tipo de duda. No era algo que había entrado en mis planes cuando pensé en ir a la feria pero, sin duda, había sido una grata sorpresa. Lo que sí sabía desde el momento en que le vi es que, seguramente, acabaríamos dando rienda suelta a la tensión que ambos habíamos estado provocando durante aquella noche. Eso era algo que podía esperar sin que nadie me lo dijera, y ahí estaba el resultado; ambos, desnudos, en mi cama.

Por unos instantes me había dejado y me había cedido cualquier tipo de control, uno que había disfrutado enormemente y del cual no me arrepentía para nada. No era de ese tipo de tendencias en la cama, pero no podía negar que había disfrutado ejerciendo ese control, obteniendo el poder durante ese breve espacio de tiempo. Para mí fue breve sin duda alguna, para él estaba segura de que había sido una eternidad lo que había estado jugando con él.

Y ahora las tornas cambiaban por completo, ahora le toca a él hacerme pagar por lo que había hecho y… sí, se lo estaba cobrando completamente. Cada uno de los segundos que yo había estado ejerciendo mi pequeña vendetta particular, y no podía quejarme por ello. Él había aguantado como un campeón a lo que yo le había querido hacer, ¿cómo no iba  a hacerlo yo? Lo haría, y disfrutaría del castigo que quisiera imponerme.

Porque sí, parecía que aquello era un castigo por lo que le había hecho. Más bien, parecía que él era la voz cantante, el dominante de los dos, y me estaba dejando claro que no debía de hacerlo de nuevo. Había sido una niña mala y me estaba disciplinando por ello, sus dos azotes inesperados completamente me dieron las pistas que faltaban por unir. Azotes que disfruté completamente pese al picor que me produjo cuando me los dio, azotes que calentaron aún más mi cuerpo si aquello era posible, y azotes que me dejaron en claro una tendencia sexual que, hasta la fecha, estaba escondida en Gael.

No era la primera vez que me azotaban ni la primera vez que me dominaban, no era una práctica muy común pero sabía diferenciar cuando un hombre era dominante en la cama. ¿Por qué lo sabía? Por la firmeza a la hora de realizar ciertas acciones. Un hombre que no era dominante habría titubeado a la hora de azotar, o no sabría como hacerlo. En cambio, un hombre que sí que lo era desprendía esa aura y esa confianza de que sabía lo que estaba haciendo, sabía dónde debía dar para producir placer, excitar, o simplemente dolor. Gael había sido contundente y seco y había aliviado, en parte, aquel picor. Y lo había disfrutado, su risa no dejaba duda de ello.

Y yo había disfrutado como una maldita condenada ante aquello. No era un secreto a voces, al menos para él, que me gustaba ese tipo de sexo y además se lo había confirmado tras azotarme. Disfrutaba con el sexo duro y salvaje al igual que disfrutaba con la dominación sexual. En otro ámbito, que nadie intentara dominarme porque se iba a encontrar con la bestia que escondía mi interior.

Jadeé cuando agarró mi pelo con una mano y tiró un poco de el hacia atrás haciendo que me separara un poco de la cama y del agarre que tenía de mis manos en la sábana, como punto de apoyo ante lo que podría venirme a continuación. Me reí entre dientes por sus palabras sintiendo el beso en mi hombro y volví a mi posición inicial.



-No, al igual que tú no las sabes de mí –y no lo había dicho por nada, sino porque simplemente era verdad. ¿Qué conocíamos el uno del otro? Nada. Y si pensabas un poco y eras una persona cabal, aquello se habría quedado de puertas para fuera y no habría entrado en mí casa. Sólo nos habíamos visto una vez, no en el mejor ambiente, y aunque podía intuir que no era un mal hombre… nada podía confirmármelo. Y él para conmigo, igual. Si hubiéramos sido racionales él no habría entrado a mí casa porque ninguno teníamos la certeza absoluta… pero a veces era una tontería intentar ser racional cuando el deseo llama a tu puerta, y se presenta tan tentador como para rechazarlo. Y por eso estábamos aquí, de cualquier otra forma, aquello no habría pasado.

Y cualquier pensamiento quedó relegado en el olvido en cuanto comenzó a penetrarme y a moverse de aquella forma dentro de mí. Me centré en disfrutar y en dejarme llevar por lo que me estaba haciendo sentir, sintiendo aquello de una manera devastadora que me estaba conduciendo lentamente a la locura. Sentía sus manos aferrarse con fuerza a mi cintura mientras seguía moviéndose de aquella forma, haciendo que gimiera sin poder evitarlo agachando un poco la cabeza y cerrando los ojos, apretando con fuerza las sábanas entre mis manos, sintiendo además que era mi único punto de apoyo.

El ritmo que estaba imponiendo me estaba volviendo loca mientras sentía, cada cierto tiempo, que llegaba a ese tope en mi interior, llenándome completamente haciendo que gimiera por aquello sin poder evitarlo. Era una punzada mezcla de un poco de dolor con mucho placer en una combinación explosiva, sintiendo que estaba tocando un punto que me hacía morder el labio intentando acallar cualquier grito que pudiera salir de mí boca, no quería que Alessia pudiera oírnos y empezaba a dudar que aquello no lo íbamos a poder conseguir.

Gemí al sentir de nuevo un pellizco en mi pezón, que me hizo ondular mi cuerpo en respuesta, mientras sentía una ola recorrer mi cuerpo sumándose al placer que me producía mientras me seguía embistiendo. Aferró mi pecho por completo con su mano apretando un poco y llevé una mano sobre la suya unos segundos, dándole a entender que me gustaba, y volví a dejarla sobre la cama. Sus palabras de “aún no” resonaron en mi cabeza durante varios segundos, sintiendo su mano en mí boca en la que no dudé morder sus dedos en pago por lo que me estaba haciendo sentir.

De repente cesó todo embiste pero quedándose todavía en mi interior, podía sentir mi sexo contraerse en torno a él mientras concedía aquella pequeña pausa. Comencé a respirar jadeando intentando cobrar el aliento porque sabía que aquello no había acabado, ni mucho menos. Seguramente solo había comenzando conmigo y me iba a castigar mucho más que todo lo que me había hecho.
Me dejé hacer cuando me incorporó sintiendo su pecho en mi espalda como punto de apoyo para girarme mi rostro y comenzar a besar y a morder mi cuello, haciendo que jadeara por aquello mientras un escalofrío me recorría la espalda en respuesta.



-¿Cambiar de música? –aquello fue algo que no supe a qué se refería, pero que enseguida entendí cuando comenzó a mover su cadera con movimientos circulares, lentos, rítmicos… haciendo que gimiera por ello cada vez que movía su cadera en círculos. Ahora lo entendía, habíamos pasado de lo rápido y duro, a lo lento y suave. Me iba a matar como siguiera así. Antes me había dejado a las puertas del orgasmo y ahora lo único que estaba consiguiendo es que, lentamente, aquel fuego comenzara a extenderse por mi cuerpo, sin prisa, subiendo poco a poco por mi cuerpo.

Eché mi cabeza hacia atrás y la apoyé en uno de sus hombros dejándome hacer por él, mordiéndome el labio ante lo que su toque me estaba produciendo. Haber ido tan rápido y duro y pasar ahora a hacerlo de aquella forma… me estaba matando. Literalmente. Era un placer totalmente diferente y sentía como mi interior ardía, quería consumirse, y así no lo estaba consiguiendo. Así el placer se alargaba mucho más pero parecía quedarse estancado en mi interior, como si quisiera seguir los círculos que hacía con su cadera, pero sin ir a más.

Llevé una mano a su pelo y me aferré con fuerza como otro punto de apoyo, necesitaba hacer algo con mis manos y las sábanas quedaban demasiado lejos como para apretarlas como realmente quería. La otra mano, libre, la llevé a su muñeca y la apreté con fuerza dejándome hacer por él en todo momento, sintiendo su risa en mi cuello al tiempo que dejaba besos, haciendo que se me erizara la piel y un escalofrío recorriera mi cuerpo, uniéndose al calor que se formaba en mí interior.



-Me estás… matando –logré susurrar como pude entre controlar la respiración que era ya caso perdido, sintiendo mi corazón bombear con fuerza en mí pecho, y los gemidos que salían de mis labios. Mi cuerpo se movía contra el suyo siguiendo aquellos círculos que hacía con su cadera, acompañándolo de alguna forma, haciendo que jadeara con cada vuelta completa. Tiré de su pelo harta de quedarme quieta sin hacer nada mientras aquel hombre jugaba con mi cuerpo, y ladeé un poco mi rostro para morder el lóbulo de su oreja, quizás con menos recato del que debería. Pero no podía controlar las sensaciones que recorrían mi cuerpo, y aquel fuego abrasador amenazaba con seguir quemándome de forma permanente, cuando lo que quería era que se extendiera por mi cuerpo y me abrasara a su paso- Más –gemí contra su oído. Sí, había sido yo quien le había dicho que no iba a tener prisa, pero a esas alturas eso había quedado en un más que segundo y olvidado plano. Quería que siguiera como lo estaba haciendo antes, estaba disfrutando con lo que me estaba haciendo, pero prefería lo otro. El placer que así me hacía sentir estaba bien, pero no iba a hacer que llegase al orgasmo. Y yo quería que me llevara hacia él en un billete que fuera solo de ida– Quiero más –volví a pedir aunque él ya sabía lo que le estaba diciendo, y no me suponía nada pedir aquello que más estaba ansiando- Llévame al... paraíso… ya –no supe si aquello sonó como una orden, como una súplica, o como un ruego. Quizás era una mezcla de todos ante las ganas de que siguiera bombeando en mi interior con la intención de llegar al orgasmo. En mi mente solo rogaba porque me hiciera caso y terminara con aquella dulce tortura, para comenzar con otra mucho más placentera y que nos llevara, a ambos, a ese ansiado orgasmo. Quería volver a sentir lo que había sentido aquella vez, y lo quería en ese preciso momento.  
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Mensaje por Gael Lutz Sáb Mar 26, 2016 7:04 am

El haber cambiado rápidamente de ritmo me había provocado un descenso en la escala de poder alcanzar un orgasmo y de llegar al clímax, pero ella quería hacerlo lento y se lo daría durante un rato, hasta que me pidiese que quería hacerlo más duro y más rápido para poder llegar o hasta que yo mismo decidiese que ya bastaba de sexo light. El sexo light estaba muy bien cuando estaban más cansado, pero a mi me gustaba hacerlo rápido, duro y producir placer con ese tipo de sexo y ella al no quejarse por los azotes y por la dominación que había echo sobre ella, me daba a entender que era de las mías y prefería más lo duro.

Mordí su pómulo en respuesta al mordisco que ella me propinó en los dedos, su cuerpo se tensaba junto con el mío en cada círculo, el placer que nos invadía a ambos no nos era suficiente y ambos sabíamos que esto iba a acabar pronto de una manera rápida y dura, sin anestesia ninguna... Lo que estaba haciendo ahora era alargar un poco más lo inevitable. Dejé escapar un leve gruñido por el mordisco que me dio en la oreja y en respuesta a eso, le pellizqué de nuevo un pezón iba a comenzar a tener con ella una relación en la cama así, me encantaba ejercer todo mi poder sobre ella y solo el ver que me correspondía, que esto le gustaba incrementaba más lo que me atraía esta mujer. Sonreí pícaro ante sus palabras y besé su cuello. —Ojalá la muerte de verdad fuese tan placentera como esto.— Moví la cadera en círculos, pero esta vez empujé con la pelvis hasta que mi miembro no pudo entrar más en ella. Agarré su pelo entre mis manos, girando aún más su cabeza, quitándola de mi hombro. —Al menos... Yo estoy muriendo contigo.— Lamí su cuello, desde la clavícula hasta la barbilla y me separé, deseando que no me hiciese lo mismo, pues me iba a morir del asco.

De repente, tras incrementar el número de círculos me pidió más, pero por su voz, no se refería a esto. Ella quería lo mismo que yo, lo quería duro, rápido y lo quería ya. Estaba impaciente por llegar al paraíso al igual que yo. —Sus deseos son órdenes, señorita.— Salí de su interior y me bajé de la cama, ahora sí que le iba a dar duro contra el muro. Cogí su mano para que se levantase de la cama, la cual no íbamos a necesitar. Le hice un gesto para que subiese en mis brazos y cuando lo hizo coloqué sus piernas al rededor de mi cintura. La penetré en esta posición y suspiré en su cuello, mientras apoyaba la espalda de ella contra la pared. —Quiero que acabes primero tú. Yo quiero acabar en tu boca.— Dije mientras dejaba un mordisco en su teta. Comencé a moverla, agarrando con mis manos su trasero, su interior estaba apretado por la posición en la que le estaba dando así que eso incrementaba el placer. Las embestidas cada vez las hacía más duras, más rápidas y podía notar como mi miembro llegaba por completo al fondo de ella. Puse los ojos en blanco, respirando con dificultad, el ritmo estaba siendo una auténtica locura, podía notar como mi miembro comenzaba a palpitar en su interior, señal de que inminentemente iba a llegar al clímax, un clímax que no quería alcanzar esta vez dentro de ella. Solté una mano de su trasero y recé para que se sujetase fuerte y no se cayese al suelo, con la mano libre, la metí como pude entre nosotros, llegando a su clítoris mientras continuaba el ritmo de las embestidas. —Venga nena, dejate ir... Ve al paraíso.— Saqué mi mano de su clítoris y volví a colocarla en el sitio en el que estaba antes para poder sujetarla y darle las últimas estocadas. Cerré los ojos y noté como su cuerpo comenzaba a vibrar de arriba a bajo entre gemidos. Los pelos de la nuca se me erizaron ante su orgasmo y salí rápido de ella, dejándola de rodillas e introduciendo mi miembro en su boca. —Me... voy.— No me dio tiempo a decir mucho más pues el orgasmo me alcanzó nada más introducir mi miembro en su boca. Dejé escapar un largo suspiro y se la saqué mientras me dejaba caer al suelo, a su lado. —Madre mía.— Cerré los ojos intentando que mi ritmo cardíaco volviese a su normalidad.

El paraíso de hoy había sido completamente distinto al de la primera vez y me había gustado mucho más, aunque no hubiésemos podido elevar la voz ni gemir como la primera vez. Me levanté del suelo y la levanté a ella, para ponerla sobre la cama. ¿Que hacía ahora? Volví a tener las mismas dudas que tuve cuando estuvimos en el burdel, solo que esta vez, no iba a sufrir un robo a mi bolsillo. Decidí tumbarme a su lado y taparnos a ambos con la sábana. Si quería que me fuese estaba seguro de que me lo haría saber. Teníamos confianza como para hablar las cosas de ese tipo... ¿No? Besé su frente y la pegué a mi cuerpo. —Ha sido un placer encontrarla por la feria señorita Zahir, espero que nos encontremos más a menudo... Y prometo que no todo acabará en sexo.— Me refería a que acabase de otra forma, poder charlar con calma, conocernos más, contarnos cosas de la infancia, responder a sus preguntas y que ella respondiese las mías. —Te debo una cena... Así que, cuando quieras, eres bienvenida a mi casa.— Acaricié su cuerpo y cerré los ojos, meciéndome en las olas del orgasmo que aún me llegaban. Estaba en uno de mis lugares favoritos y no quería marcharme.
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Mensaje por Naitiri Zahir Mar Mar 29, 2016 9:58 am

El placer que estaba sintiendo no se podía comparar a nada que hubiera sentido anteriormente, me estaba llevando a unas cotas insospechadas y esta descubriendo, además, una faceta oculta que lejos de intimidarme, lo que me hacía era querer mucho más de ella. Había descubierto realmente cómo le gustaba y el tipo de sexo que seguramente predominaba en su cama, uno el cual compartía, uno el cual esperaba indagar y descubrir mucho más de la dominación, mientras me deshacía de placer entre sus brazos.

Porque justamente en aquel momento, era lo que estaba pasando. El fuego de mi interior me estaba quemando lentamente a la par que Gael movía su cadera en círculos, provocándome, jugando conmigo, jugando con mi placer tal y como yo había hecho antes con él. Sus movimientos, lentos y rítmicos, creaban una espiral de placer que se arremolinaba en mí interior… pero que no crecía, se quedaba ahí estancada mientras me consumía de forma lenta y permanente. Y yo me moría porque aquel calor comenzara a hacerse más grande y arrasara con todo a su paso, como un incendio, incontrolable. Y es lo que temía iba a pasar en cuanto comenzara a moverse bombeando en mí interior.

Sentí su mordisco en mí pómulo y me mordí el labio mientras seguía moviendo su cadera de aquella forma que me estaba matando lentamente. Me quemaba, me ardía y mi cuerpo temblaba por lo que me estaba produciendo mientras deseaba que me hiciera caso y terminara con aquella dulce, pero lenta, tortura. Oí su gruñido al morderle la oreja y sonreí para luego jadear ante el pellizco que me propinó por aquello; de nuevo, acción-reacción. En cuanto intentaba propasarme un poco me castigaba por ello, como si me dejara claro que era él quien mandaba, quien dominaba, y quien imponía todo. Cualquier cosa fuera de aquello era castigado, de forma deliciosa, por sus manos o por su boca. Hecho que hizo que quisiera más y me moría por medirle de aquella forma… pero no era el momento, tenía todo el poder sobre mí y yo, gustosa, se lo había cedido.

Sus palabras provocaron un escalofrío a lo largo de mi columna mientras seguía aferrada a su pelo y mi cabeza reposaba en su hombro, yo también lo pensaba, si era así yo misma me entregaría a aquella placentera muerte. Gemí sin poder evitarlo cuando haciendo un círculo me penetró por completo y tiré de su pelo en respuesta, cerrando los ojos y dejándome hacer. Sentí sus manos en mi pelo apartando y apartándome de su hombro y jadeé cuando lamió desde mi clavícula hasta la barbilla, con el cuello tenso por la posición en la que estaba, sintiendo un cosquilleo mientras su lengua ascendía por aquel camino.


-Entonces… muramos juntos –era otra forma de decir que me llevara al orgasmo, se lo había pedido, rogado y casi ordenado sin saber realmente cuál de las tres había sido la más acertada y, sin embargo, aquel hombre seguía torturándome de aquella forma. Hasta que pareció que se apiadó de mí, y de él mismo también, y accedió a lo que le había pedido. ¿Mis deseos eran órdenes? Podría tomarme aquello de forma literal y lo apunté para otra ocasión. Jadeé de frustración cuando lo sentí salir de dentro de mí provocándome una sensación de vacío mientras sentía como mi sexo me demandaba que volviera a penetrarme. Sentí cómo se bajaba de la cama y lo miré esperando a ver qué era lo que seguía. Cogí su mano para que me levantara y bajarme de la cama y le miré cuando hizo un gesto para que me subiera sobre él. Sonreí divertida y pasé mis manos tras su cuello, di un pequeño saltito, y sentí sus brazos rodeando mi cintura y pasando mis piernas por su cadera mientras me penetraba de nuevo de aquella forma, haciendo que gimiera contra sus labios por aquello.

Me aferré con mis piernas asegurando el agarre entorno a su cintura y me dejé llevar por él hasta que sentí la pared contra mi espalda, haciendo que sonriera de lado divertida. Ahora iba a empezar lo bueno de verdad, y me moría porque comenzara. Sus palabras enviaron una ola de excitación por todo mi cuerpo y me mordí el labio ante aquello, pareciéndome algo sexy y erótico. No me había preguntado solamente me informaba de lo que iba a hacer a continuación y asentí encantada por ello. Mordió uno de mis pechos y comenzó a moverse en mi interior mientras sus manos me sujetaban con fuerza para que no me cayera, no lo iba a hacer, había echo un agarre en su cuello y en su cintura que era suficiente.

En aquella postura solamente podía dejarme hacer a lo que él quisiera, estaba expuesta totalmente a lo que quisiera hacerme y no se hizo de esperar, comenzó a penetrarme de la misma forma que lo había hecho al principio, rápido, duro, bombeando con fuerza en mí interior. Gemí sin poder evitarlo y cerré los ojos dejándome llevar por las emociones que me provocaba. Sentía como poco a poco el fuego que se había formado en mi interior comenzaba a crecer comenzando a expandirse, en un fuego suave y lento que sabía perfectamente, que terminaría por abrasarme y consumirme. Notaba mi espalda chocar contra la pared con cada embestida al igual que sentía cómo me penetraba completamente haciendo que gimiera en cada embestida que me daba.

Sentía cómo mi pelo comenzaba a pegarse a mi cuerpo y a mi rostro por el sudor que comenzaba a haber por todo mi cuerpo, lo aparté y apoyé mi frente en su hombro mientras notaba como el fuego crecía cada vez más y más, como si fuera un tsunami que lo arrasaba todo a su paso. Si seguía así no iba a durar mucho más antes de alcanzar el orgasmo. Sentí su mano en mí clítoris y mi cuerpo se convulsionó pegándose contra el suyo aferrándose con fuerza, tensándose por el placer, sintiendo como mi sexo apretaba en cada embestida su miembro.


-Gael –gemí contra su cuello por aquello y por sus palabras, excitantes en todo momento, solamente le había faltado añadir un “córrete para mí” que hubiera sido la hecatombe final de todo aquello. Sentía como el fuego crecía de una manera poderosa y abrasadora por mi cuerpo por cada embestida que él me daba, mi cuerpo comenzaba a vibrar por el placer sintiendo que no me queda mucho para llegar al orgasmo, y mis gemidos eran ya descontrolados sintiendo que no podía acallarlos. El fuego comenzaba a arrasarlo todo a su paso, mi pulso latía descontrolado y sentía que el orgasmo estaba a las puertas. Mi sexo palpitaba con fuerza con cada embestida y sentía que iba a morir abrasada por todo aquello aferrada a su cuerpo. Y al final… llegó. De una manera poderosa, arrolladora que hizo que tuviera que morderle el hombro para no gritar como lo hubiera hecho de no estar Alessia. Mi cuerpo se convulsionaba por las olas de placer que arrasaron mi cuerpo mientras mis manos arañaron su espalda mientras mi cuerpo se tensaba, mi respiración se paraba, y me dejaba llegar por el inmenso, y ardiente, orgasmo que me vino. Parecía lava líquida quemándolo todo a su pasa, arrasando con fuerza mientras mi cuerpo temblaba sintiendo una combustión espontánea explotar en mí cuerpo y… me dejé llevar por él. Sentía cómo mi cuerpo temblaba ante aquel orgasmo y apenas fui consciente de que salía de mí interior mientras me dejaba de rodillas en el suelo sintiendo como, sin un agarre, me caería sin poder evitarlo.

Tal y como había dicho acabó en mi boca y acepté todo lo que quiso darme sintiendo también parte de mi orgasmo. Si hubiera esperado unos segundos no habría llegado a tiempo y se hubiera corrido fuera de mi boca. Cuando terminó y se dejó caer a mi lado cerré los ojos y apoyé mi cabeza en la pared, sintiendo cómo mi cuerpo temblaba todavía por el orgasmo y mi corazón latía desbocado, siendo mi respiración errática. Sonreí por sus palabras y dejé una mano en su pierna dándole a entender que estaba igual que él.

No pasó mucho tiempo hasta que oí que se levantaba y enseguida noté cómo me levantaba y me dejaba tumbada en la cama. Abrí los ojos y lo miré sintiendo mi respiración algo más normalizada y me pregunté qué haría ahora. En mi fuero interno rogaba que no se fuera como lo había hecho en el burdel, quería que se quedara, y que no se fuera pues eso me recordaba que eso lo hacían los clientes y… estaba en mí casa. Cuando vi que decidió tumbarse a mí lado y taparnos con la sábana sonreí y me quedé observándolo.

El sudor perlaba su rostro y su cuerpo al igual que me pasaba a mí, aparté el pelo de mi rostro y sentí su beso en mi frente mientras me pegaba a su cuerpo. Me acomodé contra él y lo miré mientras una de mis manos subía por su pecho hasta llegar a la pequeña marca que, al final, le había dejado cuando llegué al orgasmo. Sonreí por sus palabras y recorrí su mandíbula con mi dedo.



-Me gusta tu promesa, Gael, y te prometo lo mismo –mi interior y mi curiosidad todavía quería saber todo lo que entramaba aquel hombre y, si tenía que dar yo el primer paso para que hablara, lo haría –Me alegro de haber ido a la feria con Alessia, y gracias por todo –cerré los ojos sintiendo los resquicios del orgasmo todavía por mi cuerpo y reí entre dientes ante que me debía una cena –No me he olvidado de ello, quiero ver cómo me cocinas así que… no te libras de ello –lo miré una última vez- Siento haberte mordido –dejé un beso encima del mordisco y me acomodé contra él apoyando mi cabeza en su pecho- Buenas noches Gael –dejé un beso donde estaba y cerré los ojos sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo, su respiración contra mi pelo y el calor de su cuerpo contra el mío. Y así, me quedé durmiendo.
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