I just Freaked out [libre]

por **Dalia Di Dania** Miér Feb 17, 2016 9:34 pm

Briar estaba aquella mañana despierta. Su cuerpo estaba cubierto con algunas sabanas de la cama en donde durmió con su actual esposo y sí, estaba prácticamente en su luna de miel aunque estar en París le estaba gustando demasiado y deseaba volver a trabajar en algún caso misterioso que llevara el nombre de sobrenatural para ella en ese caso poder hacer algo al respecto.

Estando desayunando en la cama no encontró nada en el periódico que pudiera decirle de que hubiera algún trabajo para ella. Sabe que está embarazada y le gustaría ir a por un par de ramos de flores al centro, pero estaba terminando el desayuno mientras su esposo estaba bañándose en la tina, seguramente con un montón de burbujas y solamente quería estar con él. Su esposo estaba un poco raro los últimos días y para asegurarse le había puesto agua bendita en la cena y no había funcionado. La plata por si era un cambiaformas tampoco había funcionado ni siquiera por si era un licántropo o un vampiro. Era humano y probablemente era solamente cosas de las hormonas que la hacían estar paranoica de alguna manera probablemente. Estaba completamente confusa o era eso, imaginaciones suyas.

No se lo dijo a su esposo, pero la doncella de llaves trae a su amante por las noches y es lo único que escucha en toda la casa. Tal vez debería de dar una pequeña charla a la joven pareja de amantes, era algo también incomodo sabiendo que estaba con una persona que estaba siendo algo extraña con ella misma, su esposo, del cual se enamoró y recibió su beso con 15 años de edad… Solamente suspiraba y esperaba que fueran sus imaginaciones, Jesús. Los pájaros parecían cantar demasiado y juntos en la misma rama, como un avistamiento o cuando los cuervos gruñen o gimen cuando alguien cercano va a morir o simplemente son como derivadores de la muerte, solo que un poco más ligeros y con falta de color, pero gracias a Dios no eran cuervos lo que había en su ventana. Eran más como…si la estuvieran echando el ojo o algo parecido. La estaban asustando un poco.

-Cariño ¿Te vas a arrugar como una pasa ahí dentro? –Preguntó Briar haciéndose la graciosa. Estuvo un rato en silencio, no recibió respuesta alguna. Así que simplemente estaba ansiosa por escuchar una respuesta pero cuando se levantó de la cama, el suelo bajo sus pies se abrió dejando un oyó enorme del cual ella fue engullida, pero se cae y rueda más que por una colina ella sola, ese suelo se convierte en una colina oscura, con un camino de piedra destrozado quizás por pisadas de gigantes y enseguida se despierta, se despierta en el suelo, como si hubiera sido un extraño sueño el cual había sido bastante realista frente a sus ojos.

Su esposo la ayudo a levantarse y a que se sentara en la cama. El cielo estaba oscuro y era de noche – Briar, has dormido mucho ¿No crees? –Escucha a su esposo toser - ¿Te encuentras bien amor? –Pregunto cuál devoto esposo hacia su esposa cual preocupado finge estar – Vamos, tenemos que ir al sur de París ¿Recuerdas? Tenemos que ir a la policía a por la orden de alejamiento de ese tipo que no nos deja en paz ¿Recuerdas? –Acabo el turno de habla de su esposo y cuando Briar iba a hablar, solo asintió lentamente con la cabeza.

por **Daniro Zaccagnini** Lun Feb 22, 2016 10:41 pm

Daniro se encontraba recostado en su amplia y fría cama, hace días que no miraba a su pareja, todavía seguían siendo algo más que amigos, porque el cobarde del inquisidor no tuvo los pantalones bien puestos para decirle que esto se terminaba, que él iba a casarse con alguien más, que el romance clandestino que tenían iba a finalizar, que él ya no iba hacer suyo, si no de otra persona y más: De una mujer. Zaccagnini, que juró que nadie lo iba a casar con nadie, ahora se ve con la obligación de contraer matrimonio con una mujer que no conoce, apenas su nombre, pero de ahí, nada, vaya su vida, sí que está en un buen lio: Uno, tendrá que decirle a su amor que tenían que dejar esto y dos, decirle que era una mujer, porque Daniro Frederico Zaccagnini tiene como pareja a un hombre y nadie más que ellos dos saben de su amorío. Y ahora, necesitaba encontrarlo para acabar con todo esto.

Suspira un poco llevando sus manos atrás de su cabeza y viendo solamente el techo, como si en estos momentos fuera lo más interesante del mundo. Pensando en cómo decirle que, bueno, esto se terminaba para siempre, que él no era persona que le fuera infiel, y si su prometida actual le era completamente devota a Daniro, el inquisidor debe ser lo mismo, tiene que tener un mínimo de respeto hacia la mujer que dentro de poco será su señora esposa; mordió con levedad su labio inferior nervioso Vamos, tú puedes, no sea un cobarde se animó a sí mismo y sin decir palabra alguna, se levantó de su letargo para irse arreglar, porque aún estaba en ropa de dormir, esté día era su día de descanso en la orden de la Inquisición ya era hora gritó su mente, haciéndose reír en el mismo.

Al estar listo: Bañado, cambiado y arreglado salió de sus aposentos, viendo que su hermana menor venia hacia él corriendo, con una alegría que solamente le daba a ella la tomo en brazos diciéndole buenos días, que como estaba, cosas rutinarias, ella se aferró a Daniro del cuello, enredado sus bracitos para aferrarse y no caer, obviamente el inquisidor no la dejaría caer por nada del mundo, ella era como su reina, su pequeña reina. Ambos hermanos Zaccagnini bajaron al gran comedor comieron tranquilamente y con mucho ánimo, para después decirle a su pequeña hermana que tenía que salir pero para el almuerzo a lo mejor vendría, aunque no lo prometió, con un beso dado en la frente por parte de la pequeña, Daniro salió de su casa a buscar al hombre que tanto amaba.

Comenzó su día, yendo al sur de París, normalmente a esta hora se encontraba Arturo, su pareja, él era de clase baja un simple humano sin, bueno, sin clase, pero aun así Daniro sentía muchas cosas por él.

Sí día comenzó, un día que cree que será agotador.

Nota: Espero no molestar y dejar la respuesta abierta. Espero que sea agradable el tema tanto para mí y sobre todo para usted.

por **Dalia Di Dania** Jue Mar 17, 2016 8:04 pm

Aquel sueño, había sido extraño.

Hay veces que los sueños se vuelven completamente reales, llegando a confundir a uno mismo. Estirándose estaba aún en la cama, su tripa estaba casi abultada y casi se notaba su embarazo del cual su esposo aun no sabía nada. Algún día lo notará, algún día tendrá que decirle que estaba esperando un hijo o una hija, no sabía que aun. Estaba hecha un manojo de nervios solamente porque iba a tener un bebe de su esposo. Era algo maravilloso pero tenían un problema.

No hace mucho que se mudaron a Paris. Ellos habían pasado una estancia maravillosa hasta que un hombre de apariencia extraña se acercaba a Briar y estuvo a punto de secuestrarla justo delante de su esposo, pero este, valiente y voluntarioso se fue rápidamente a salvar a su esposa con espada en mano solamente para amenazar al susodicho. Entonces Briar quedo libre del agarre de aquel desdichado desconocido.

No sabiendo lo que había pasado, Briar entonces comenzaba a tener esas pesadillas o meramente sueños raros cada X noches siempre cuando terminaba de yacer junto con su esposo. Sabía que su esposo le contó en un momento de sinceridad antes de la proposición matrimonial de que este era brujo, pero un brujo de alineación legal, bueno, lleno de bondad y humilde que jamás utilizaría sus poderes para el mal. El caso es que siempre estaba cuidándola y algo intuía que sabía su estado, pero a lo mejor estaba esperando a que ella misma se lo dijera por la boca.

- Uff- bufo estando algo cansada. Cuando se acicalo y bajo vestida hacia la mesa para desayunar, estaba su esposo desayunando. Este le brindo una hermosa sonrisa y le paso el café más el zumo de naranja más unas tostadas. Bien. Ahora sí que sabía que su esposo habría notado que eran más en la familia – Iba a decírtelo –le observo a los ojos – Pero he estado tan preocupada por ese desconocido que nos acosa que yo..
-Briar, come –seguía con esa sonrisa – Sé que estas en estado y procuro cuidarte, pero espero que sepas que puedes confiar en mi ¿verdad? –Pregunto cerciorándose su esposo de que la había escuchado plenamente.

Briar comenzó a comenzar mientras leía el periódico lentamente, observando la fotografía de uno de los amigos de ambos que estaba en París a corto plazo. Eran buenas personas, él y su esposa. A Briar le caía gorda la esposa del amigo de su esposo, pero hacia todo lo posible por mantener la calma. Esa mujer jamás se callaba ni seguramente debajo del agua. Después de una hora hablando y teniendo un desayuno de lo más agradable, Briar y su esposo fueron hacia el carruaje para poder dirigirse finalmente hacia comisaria.

por **Daniro Zaccagnini** Miér Mar 23, 2016 9:35 am

Era aun de mañana, eso alegraba a Daniro porque podría encontrarlo felizmente dormido en su fría y nada cómoda aposentos. Sí, Arturo vivía en un callejón sin clase, húmedo y solitario. En parte le gustaba ese lugar de París era, como decir, discreto. No le agradable estar a escondidas, siempre su relación fue y será prohibida, tanto para el inquisidor como el humano de clase baja, el consejero de la familia Zaccagnini, nunca aceptaría aquella relación por dos cosas: Arturo no tenía ni donde caerse muerto, prácticamente, y dos, porque ambos eran hombres. Esta época, es una era donde la discriminación y el mal visto es como ir al matadero o la horca, por ello el joven debe de casarse con alguien que no ama, pero tal vez aparecería en el futuro.

Todo su futuro, todo lo que planeo se destruyó en cuestión de segundos, como si alguien hubiera derribado una torre de una baraja española, la verdad él no deseaba casarse con nadie más, sabiendo perfectamente que no aceptarían a dos hombres casados, y amándose en público, eso sería la muerte de la estúpida aristocracia del mundo. Desde que el consejero mencionó que el hijo mayor de la familia debería de casarse y tener herederos para seguir una dinastía que, la verdad le interesa un comino, ha tenido simplemente dos caminos por dónde ir, ahora es sobre la cuestión de su relación clandestina. Una, vivir en secreto con su joven amante antes y después del casamiento o dejarlo y no saber nada él para que ambos no sufrieran más, esto depende de un hilo, un empujón leve y todo cae, lástima que pronto será y precisamente Daniro lo dará para acabar todo, desde raíz, porque no podría engañar a la que sería su esposa, nunca se lo perdonaría, aunque no la amara, él, él será fiel a su mujer.

Dejó de pensar tantas cosas. Lo primero era verlo, aclarar algunas irregularidad que hay en su pronto acaba relación, porque aunque le doliera quería acabar lo más pronto posible, esta sería la última vez que lo viera. Seria para bien, sí. Se dijo a sí mismo, para después introducir sus manos en las bolsas laterales de su chaqueta de cuero, el frio aún estaba presente. Al dar vuelta en una esquina, sin querer queriendo choco con unas personas, frunciendo el ceño al hacer que retrocediera y sobara la parte afectada, su hombro, sí, aún lo tenía lastimado por aquella misión que, aunque no fue nada peligros, tuvo sus defectos, por ejemplo, siendo arrogado por un vampiro justo en un pilar de ladrillo, estuvo más o menos grave la primera semana, ya después se recuperó en casa, por esa razón tampoco vio Arturo. -Lo siento, no me he fijado por donde caminaba y termine tropezándome con usted. Señor, señora. –Hizo una reverencia a las personas que por su culpa no subieron al carruaje, al parecer es un matrimonio. Espero que aceptaran sus disculpas para irse, para encontrar al hombre que en poco tiempo iba a destrozarle el corazón. Tal vez deseaba evadir aquello, pero pronto la hará.

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