AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Sacrifice Theory [Privado]
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Sacrifice Theory [Privado]
Sumido en el asombro, he escrutado desde los ventanales
Las macilentas praderas del entorno.
(H.P. Lovecraft)
Las macilentas praderas del entorno.
(H.P. Lovecraft)
—¡No me cuestiones mierda! Yo sé lo que hago... —Exclamó un hombre, casi encovardo por el efecto del alcohol en su cuerpo—. Deja, ¡no necesito nada! Puedo seguir adelante yo solo.
—Maldito terco. ¡Deja que te ayude! Somos compadres —le replicó el otro que intentaba ayudarlo, pero sólo recibió un manotazo en la cara.
Klaus observaba la escena con interés, causándole ésta, suficiente gracia como para mantener una sonrisa en los labios. Ambos hombres estaban completamente ebrios e intentaban ayudarse mutuamente, a pesar de estar casi arrastrándose de lo borracho que estaban. Se mantuvo apoyado en la barra, bebiendo poco a poco su whisky. El lugar estaba abarrotado de sujetos como aquellos, a los que el inquisidor miraba sólo por puro entretenimiento, no pudiendo evitar reír cuando uno de éstos maniobró para alzar al otro y terminaron cayendo ambos al suelo. Uno de ellos, el más robusto, se percató de que Klaus se burlaba de ambos y como pudo se alzó para confrontarlo.
—¿Qué? ¿Te parece muy divertido? —Preguntó el tipo, haciendo el intento de caminar. Pero apenas dio un par de pasos.
—No, para nada. Sólo me acordaba de algo gracioso... Bonne nuit —le respondió Klaus, alzando su vaso y retirándose de inmediato.
Había sido descubierto y eso ameritaba que debía cambiar de lugar. Ya conocía a esa clase de hombres, cuando bebían, las neuronas dejaban de funcionarles y no les importaba irse de las manos con cualquiera. Klaus no gustaba de gastar energías, ni palabras, en esas situaciones, ya bastante tenía con ser inquisidor. Así que, prefirió ignorar las palabrotas del borracho yendo a parar a un extremo de la taberna, para poder terminar tranquilamente su trago. Estaba agotado, pero dormir no estaba en sus planes, no lograría conciliar el sueño tan fácilmente; además, tenía un par de misiones en mente y aunque no fuera un soldado, se incluyó en la lista. Había un interés muy personal en dicha travesía.
Se quedó ensimismado en sus pensamientos, sacando conclusiones que carecían de toda lógica. Volvió a pedir otro whisky y entre el hedor del tábaco y el alcohol, desvió la mirada de su bebida y observó a alguien conocido a varios pasos de distancia de donde él se encontraba. Frunció el ceño y se dirigió entonces hacia donde estaba aquella persona. No entendía que hacía Zlatan ahí a esas horas. Sabía que le gustaba frecuentar el burdel, pero muy rara vez iba a la taberna. Klaus se sintió invadido por la duda y un escalofrío recorrió su espalda. Mientras avanzaba, creyó ver que un animal de gran tamaño se le abalanzaba encima, sin embargo, al parpadear, se dio cuenta que era una simple ilusión.
—¡Zlatan! —Exclamó, notablemente alterado por aquella visión espectral que había tenido—. ¿Qué haces aquí?
Klaus McQuoid- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2013
Localización : París
Re: Sacrifice Theory [Privado]
“No matter where you are, you're always a bit on your own, always an outsider.”
― Banana Yoshimoto, Goodbye Tsugumi
― Banana Yoshimoto, Goodbye Tsugumi
El ejercicio de las lágrimas resultaba fútil después de todos esos siglos. El consuelo de las meretrices, un placebo cuyo efecto cada vez duraba menos. Su vida y su inmortalidad se erigían frente a él como sinsentidos, y era cuando más desdichado se sentía. Miraba a su alrededor y se daba cuenta de lo solitaria de su existencia y que, si daba un paso más, sería caer todavía más bajo. No es como si se caracterizara por alzarse perenne y triunfante. En la puerta del burdel, dos chicas, demasiado jóvenes, le pareció, lo invitaron a pasar con sensuales movimientos de manos y caderas. Estuvo tentado a hacerlo, ¿qué debía ser diferente? Nada, creyó. Conocía a una, había estado con ella antes y ella pareció alegrarse de verlo ahí, y Zlatan no supo cómo sentirse con eso.
Al final, disculpándose, cómo iba a ser si no, les dijo que en otra ocasión sería. Dio media vuelta y en lugar de regresar a casa, vagó por la zona hasta que la algarada de una taberna llamó su atención. Siempre espectador, nunca partícipe, tomó un sitio al fondo, donde no era más que una sombra. Pidió una botella del mejor vino de la casa, que no era de muy buena calidad, de todos modos y se estuvo sirviendo en una copa con calma. Como si temiera regresar al abandono de su hogar. Por largos minutos estuvo así, sin interactuar con nadie y alzando la vista de vez en cuando, cuando una trifulca entre borrachos merecía su atención.
Siempre se había sentido un forastero. Con esa forma de ser suya, jamás había logrado pertenecer a ningún sitio. Luego vino la inmortalidad, que lo aisló aún más. Más tarde, la herencia musulmana significó un estigma en medio de una institución tan arraigadamente católica. No supo si esa era la maldición que iba a cargar hasta el final de los tiempos, o tenía una habilidad muy especial para llegar a los sitios donde estuviera más fuera de lugar.
Se sirvió un poco más de aquel vino espantoso y aunque su mirada morena se quedó fija en un par de borrachos que luchaban por mantenerse en pie, su mente estaba muy lejos, en otro tiempo, en otro punto geográfico. Así que cuando escuchó su nombre, parpadeó un par de veces, como para acomodar sus ideas. Sonrió con ese gesto tan suyo que no importaba cuanta dicha tuviera, no dejaba de verse melancólico. Se puso de pie.
—Klaus —musitó e hizo un ademán para invitarlo a su mesa—. Yo… ¿qué haces tú aquí? —Reviró la pregunta aunque sabía que era más común que su joven compañero estuviera en un sitio como aquel.
Para alguien constantemente azorado por las situaciones de la cotidianidad como Zlatan, encontrar personas con las que se sintiera cómodo era raro y por ello lo apreciaba. Klaus poseía cualidades que el médico valoraba, además, existía en él un sutil anhelo por el pasado que le recordaba a sí mismo. Siempre le había agradado, y por ello le alegró topárselo en ese sitio. Tan azaroso y tan desencantado como cualquier otro rincón en París.
—Creí que estarías inmiscuido en alguna misión —bajó la voz un poco, aunque realmente nadie les estaba poniendo atención—. Siempre has sido más de acción que yo, no sé qué haces de este lado. Pudiste ser un gran espía o soldado, incluso —halagó con sinceridad. Aunque en apariencia no era mucho más viejo, los siglos le pesaban y solía mostrarse paternal con su colega.
—¿Quieres? No te lo recomiendo, pero es lo que hay —tomó la botella de vino y la levantó ligeramente—. Veo que vienes alejándote de los problemas —con el mentón señaló a los borrachos que antes habían increpado a Kalus—, pero me intriga más saber qué hacías aquí para empezar.
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/02/2016
Localización : París
Re: Sacrifice Theory [Privado]
De no ser por la terrible historia de su familia, de seguro no estaría ahí; tampoco hubiera conocido a Zlatan. Pero los designios del destino no podían evadirse por los mortales, las sentencias del tiempo se cumplían como tenían que ser y no como los hombres deseaban. Nadie podía hacerle frente a las barreras del cosmos; ningún humano, animal o criatura abismal, era quien para juzgar al hilador de la vida. Klaus no podía escapar de lo que era, de su origen, y mucho menos de su extraña misión. Por eso, en vez de luchar contra ésta en vano, decidió cumplirla con paso firme, aliándose a sus enemigos de ser posible y sacrificando valiosas horas de sueño para que las piezas del rompecabezas encajaran adecuadamente.
Apenas logró deshacerse de la oscura visión; había quedado aturdido, y dada su condición como brujo, no ignoró el sentimiento abrumador que lo invadió en ese instante, cuando se dirigía de buena gana a un conocido. El desvelo, junto con el licor, parecían jugarle una mala pasada, pero eso no impidió que cambiara de opinión con respecto a los planes que tenía en mente. Klaus era un hombre testarudo, que cuando se empeñaba en algo, no había fuerza alguna que lo hiciera cambiar de opinión. Y si aquello tenía alguna relación con el pasado familiar, menos desistía, así tuviera que arriesgar su propia vida, tal y como lo hizo su hermano Sigmund en las montañas de la vieja Irlanda.
Cuando por fin retomó el control de su mente, ignorante de la mayoría de las palabras pronunciadas por su compañero, bebió por completo su whisky, para intentar hilar de manera lógica la conversación, si tener que verse como quien no hace caso a los comentarios de su interlocutor.
—Es extraño verte por aquí, este lugar no es muy de tu gusto —habló finalmente, sin tener que alzar la voz, pues, siendo Zlatan un vampiro, no era necesario—. ¡Jah! ¿Esos de ahí? —Terminó riendo al ver de soslayo a los dos borrachos de quienes se estaba burlando minutos atrás—. Sólo espero que nosotros no terminemos en las mismas condiciones... Sería vergonzoso.
Dejó escapar un pesado suspiro, recordando apenas lo que había escuchado. Zlatan siempre le recalcaba que debía ser soldado o espía, que estaba capacitado para ello, y si bien, tenía razón, Klaus no tenía sinceras intenciones de ayudar en la inquisición. Sólo se unía a las misiones que a él se le venía en gana y luego, continuaba haciendo sus propias averiguaciones en la Biblioteca, buscando registros sobre la traición de Ludovic.
—Como he dicho antes, no estoy tan interesado en pertenecer a esos grupos. No siempre me apatece ir de "cacería". La mayoría de las misiones que cumplo, me las tomo muy personales —respondió con simpleza, tomando la botella de vino y sirviéndose un poco—. No he podido dormir bien las últimas noches. —Confesó—. Mi cabeza es un maldito rompezabezas. No, eso no. Es un laberinto... Por más que intento hallar lógica a esos sueños, retorno al mismo lugar. Por eso es que estoy aquí. Necesito ahondar más en todo este asunto, Zlatan, o terminaré volviéndome loco.
Guardó silencio unos segundos, quizás muy largos, quizás muy cortos; para como se encontraba su mente en ese momento, el tiempo carecía de lógica y no era tiempo realmente.
—Me he alistado en la cacería de un grupo de cambiantes. Según dicen los rumores, ellos tienen algo que es "valioso"; no sé, tal vez, información relevante. Y cuando su Santidad anda interesado en estas cosas, es por algo. Me interesa saber qué es antes de que los lleven a Roma —expuso claramente sus intenciones, bebiéndose casi todo el vino que se había servido. No estaba del todo seguro si aquello tenía que ver con su familia y sólo había forma de averiguarlo: tenía que ir a enfrentar la verdad por sí mismo.
Apenas logró deshacerse de la oscura visión; había quedado aturdido, y dada su condición como brujo, no ignoró el sentimiento abrumador que lo invadió en ese instante, cuando se dirigía de buena gana a un conocido. El desvelo, junto con el licor, parecían jugarle una mala pasada, pero eso no impidió que cambiara de opinión con respecto a los planes que tenía en mente. Klaus era un hombre testarudo, que cuando se empeñaba en algo, no había fuerza alguna que lo hiciera cambiar de opinión. Y si aquello tenía alguna relación con el pasado familiar, menos desistía, así tuviera que arriesgar su propia vida, tal y como lo hizo su hermano Sigmund en las montañas de la vieja Irlanda.
Cuando por fin retomó el control de su mente, ignorante de la mayoría de las palabras pronunciadas por su compañero, bebió por completo su whisky, para intentar hilar de manera lógica la conversación, si tener que verse como quien no hace caso a los comentarios de su interlocutor.
—Es extraño verte por aquí, este lugar no es muy de tu gusto —habló finalmente, sin tener que alzar la voz, pues, siendo Zlatan un vampiro, no era necesario—. ¡Jah! ¿Esos de ahí? —Terminó riendo al ver de soslayo a los dos borrachos de quienes se estaba burlando minutos atrás—. Sólo espero que nosotros no terminemos en las mismas condiciones... Sería vergonzoso.
Dejó escapar un pesado suspiro, recordando apenas lo que había escuchado. Zlatan siempre le recalcaba que debía ser soldado o espía, que estaba capacitado para ello, y si bien, tenía razón, Klaus no tenía sinceras intenciones de ayudar en la inquisición. Sólo se unía a las misiones que a él se le venía en gana y luego, continuaba haciendo sus propias averiguaciones en la Biblioteca, buscando registros sobre la traición de Ludovic.
—Como he dicho antes, no estoy tan interesado en pertenecer a esos grupos. No siempre me apatece ir de "cacería". La mayoría de las misiones que cumplo, me las tomo muy personales —respondió con simpleza, tomando la botella de vino y sirviéndose un poco—. No he podido dormir bien las últimas noches. —Confesó—. Mi cabeza es un maldito rompezabezas. No, eso no. Es un laberinto... Por más que intento hallar lógica a esos sueños, retorno al mismo lugar. Por eso es que estoy aquí. Necesito ahondar más en todo este asunto, Zlatan, o terminaré volviéndome loco.
Guardó silencio unos segundos, quizás muy largos, quizás muy cortos; para como se encontraba su mente en ese momento, el tiempo carecía de lógica y no era tiempo realmente.
—Me he alistado en la cacería de un grupo de cambiantes. Según dicen los rumores, ellos tienen algo que es "valioso"; no sé, tal vez, información relevante. Y cuando su Santidad anda interesado en estas cosas, es por algo. Me interesa saber qué es antes de que los lleven a Roma —expuso claramente sus intenciones, bebiéndose casi todo el vino que se había servido. No estaba del todo seguro si aquello tenía que ver con su familia y sólo había forma de averiguarlo: tenía que ir a enfrentar la verdad por sí mismo.
Klaus McQuoid- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2013
Localización : París
Re: Sacrifice Theory [Privado]
“People find meaning and redemption in the most unusual human connections.”
— Khaled Hosseini
— Khaled Hosseini
Se encogió de un hombro, restándole importancia. No queriendo ahondar en sus propias motivaciones para estar en un lugar como aquel. Klaus lo sabía, sabía que era más propenso a otro tipo de lugares. Zlatan era alguien demasiado consciente de sí mismo, a veces incluso podía sentir la frialdad de su piel atravesarle como espadas, o la sed de sangre inundarle la boca con regusto a hiel, y por ello mismo, prefirió simplemente escuchar; su acompañante inesperado, no obstante, pareció distraído. Siempre lo había visto algo distante, y el sarajevita podía entender y respetar eso, sin embargo, aquello se había acentuado recientemente.
Rio de buena gana, con esa melodía nostálgica que recordaba a los Balcanes y sus guerras y sus leyendas; negó con la cabeza también al tiempo que se servía más vino. Dada su condición, resultaba más resistente al alcohol, además, éste no era uno de sus vicios. El único que realmente tenía eran las mujeres, ni siquiera amantes, sino prostitutas, las más rotas y las más tristes; un bálsamo a un sopor que no lograba entender del todo pero al que, a base de soportarlo, se había acostumbrado.
—¿Y crees que el alcohol te va a ayudar a aclararte? No te estoy juzgando, sabes que no, sólo lo encuentro peculiar —al fin habló, mirando el vaso vacío, antes lleno de whisky, y ahora el vino que acompañaba a Klaus—. ¿No es eso, después de todo? Una cruzada personal, todo este asunto, no creo… —se detuvo—, olvídalo —rectificó—. Quiero decir, iba a mencionar que todos estamos metidos en este entramado por empresas personales, pero no es así —alzó el rostro y el juego de las sombras de la oscura taberna lo hicieron lucir más muerto que de costumbre—, he visto a compañeros nuestros, amantes de la doctrina, ciegos de fe, ser los más crueles —confesó y chasqueó—. ¿Quién soy yo para juzgar? Renuncié a mi fe original buscando redención —quiso reír, pero no lo logró. En su rostro quedó grabado sólo el intento como una vieja, casi desaparecida cicatriz.
—En fin —suspiró—. Esta cacería debe tener pistas para tu búsqueda, o algo así de valioso. Sé que no vas en pos de algo de este tipo sólo por hacerlo. Sólo espero que encuentres lo que estás buscando —Zlatan no sabía el qué, Klaus nunca se lo había dicho. Tampoco se sentía con derecho a preguntar. Quizá por eso se llevaban bien, por la discreción inherente al vampiro.
Timidez, determinación estúpida o simple confianza, podía ser nombrada como uno quisiera y sería la correcta.
—Sólo te cuidado. Eres bueno, muy bueno y lo digo en serio, no dejes que la revancha personal manche lo que eres o has conseguido —bebió de nuevo de la copa aquel horrible vino. Ese era él, sobre todo cuando se trataba del hechicero. No quería inmiscuirse de más, parecer entrometido, pero no podía evitar ofrecer su consejo.
No esperaba que Klaus lo siguiera, o recordara. Zlatan ni siquiera estaba seguro de que fuera de hecho el mejor consejo. Estaba en su naturaleza. Retribución para redimirse. Regresar algo al mundo al que le arrebató tanto, sin ver que esa deuda hace mucho que había quedado saldada.
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/02/2016
Localización : París
Re: Sacrifice Theory [Privado]
Ser inquisidor no era sinónimo de bondad y mucho menos de justicia. Todo lo que rodeaba a aquella odiosa institución era un teatro enfermizo de mentiras e intereses burdos de líderes corruptos. Klaus estaba consciente de ello, y muchos ahí dentro también lo sabían. Pero los propósitos personales eran más fuertes que cualquier barrera de principios; éstos eran la razón que lo conducían a permanecer ahí, atado a normas estúpidas y misiones completamente indignantes. Por suerte, y ya conociendo a lo que se enfrentaba, pues su hermano mayor había sido un notable inquisidor, Klaus decidió mantenerse en un grupo tranquilo y reservado. Los Bibliotecarios tenían una labor importante y un tanto arriesgada, pero alejada de todos los vicios de las demás facciones; eso era una significante ventaja para poder cumplir con su misión de vida sin levantar demasiadas sospechas. Sólo un par de veces solía postularse a otro tipo de misiones, y lo hacía por el hecho de que ésta tuviera algo que pudiera ofrecerle información relevante.
No solía confiar en otros miembros, salvo en Zlatan. Quizá porque había visto en él a una persona transparente, a pesar de su pasado marchito y la notable pesadumbre de su espíritu. Klaus veía en él a un hermano mayor, alguien a quien contarle sus miedos sin sentir vergüenza o temor a ser engañado. Por eso, justo en ese momento, apreciaba que estuviera ahí, cuando su memoria comenzaba a hacerle una mala jugada y el alcohol no parecía ayudar mucho.
—Ya sé que no lo hará, pero… —dijo en voz baja, un tanto apenado por su debilidad—, a veces calma mi ansiedad. No es la mejor opción, sólo es la única que me ha funcionado cuando estoy solo. —La palabra cruzada erizó su espalda e hizo que su corazón latiera más rápido. Cada vez que la escuchaba no reaccionaba de buena manera, y al parecer, Zlatan pudo darse cuenta de ello—. Una cruzada…
Al caer en cuenta que había repetido la palabra, mientras estaba ausente en sus miedos, sacudió su cabeza y volvió a servirse más vino. Bebió un poco, sólo para pasar la extraña sensación que lo había dejado pasmado.
—Yo no los llamaría compañeros —replicó con cierta molestia—. Ellos son capaces de traicionar a un amigo, a un hermano, y hasta a su propia madre, por una fe errónea. Esos… esos son lo que la Inquisición dice; son débiles de espíritu y sentencian a otros para poder sentirse buenos en algo. —Exhaló, golpeando la mesa con el puño cerrado—. ¿Cuánto tiempo más tendremos que estar así? Esto se convierte en algo muy cercano a lo que debe ser realmente el infierno. Y no te malinterpretes, no juzgas mal. Sólo eres un hombre más buscándole sentido a su existencia.
Volvió a callar, quedando un silencio sepulcral entre ambos, como si se hubieran aislados a sus pensamientos de un momento a otro, pensando en sus propias batallas personales. Klaus volvió a beber vino, meditando las palabras de Zlatan, quien parecía aún más distante que él. Colocó una mano en su hombro para poder llamar su atención.
—Aunque esta misión no me lleve a las pistas necesarias para mi búsqueda, no me rendiré. —Apartó la mano y le miró con una sonrisa—. Creo que hay algo que nunca te conté. Siempre hablé de una venganza familiar, de un hermano sacrificado y de un viaje a las montañas irlandesas; pero jamás revelé demasiados detalles —mencionó, refregándose el rostro con las manos—, porque en ese entonces no estaba seguro de hablarlo con alguien. Puedes pensar que estoy loco, y sí, quizá lo estoy. Y toda es locura se debe a mi estirpe, a mi sangre… a la sangre de los Merovingios. A la sangre de templarios. Creo que yo no poseo un alma, sino muchas; muchas dentro de un mismo cuerpo que controlan a un mismo hombre. No sé cómo no estoy del todo demente…
No solía confiar en otros miembros, salvo en Zlatan. Quizá porque había visto en él a una persona transparente, a pesar de su pasado marchito y la notable pesadumbre de su espíritu. Klaus veía en él a un hermano mayor, alguien a quien contarle sus miedos sin sentir vergüenza o temor a ser engañado. Por eso, justo en ese momento, apreciaba que estuviera ahí, cuando su memoria comenzaba a hacerle una mala jugada y el alcohol no parecía ayudar mucho.
—Ya sé que no lo hará, pero… —dijo en voz baja, un tanto apenado por su debilidad—, a veces calma mi ansiedad. No es la mejor opción, sólo es la única que me ha funcionado cuando estoy solo. —La palabra cruzada erizó su espalda e hizo que su corazón latiera más rápido. Cada vez que la escuchaba no reaccionaba de buena manera, y al parecer, Zlatan pudo darse cuenta de ello—. Una cruzada…
Al caer en cuenta que había repetido la palabra, mientras estaba ausente en sus miedos, sacudió su cabeza y volvió a servirse más vino. Bebió un poco, sólo para pasar la extraña sensación que lo había dejado pasmado.
—Yo no los llamaría compañeros —replicó con cierta molestia—. Ellos son capaces de traicionar a un amigo, a un hermano, y hasta a su propia madre, por una fe errónea. Esos… esos son lo que la Inquisición dice; son débiles de espíritu y sentencian a otros para poder sentirse buenos en algo. —Exhaló, golpeando la mesa con el puño cerrado—. ¿Cuánto tiempo más tendremos que estar así? Esto se convierte en algo muy cercano a lo que debe ser realmente el infierno. Y no te malinterpretes, no juzgas mal. Sólo eres un hombre más buscándole sentido a su existencia.
Volvió a callar, quedando un silencio sepulcral entre ambos, como si se hubieran aislados a sus pensamientos de un momento a otro, pensando en sus propias batallas personales. Klaus volvió a beber vino, meditando las palabras de Zlatan, quien parecía aún más distante que él. Colocó una mano en su hombro para poder llamar su atención.
—Aunque esta misión no me lleve a las pistas necesarias para mi búsqueda, no me rendiré. —Apartó la mano y le miró con una sonrisa—. Creo que hay algo que nunca te conté. Siempre hablé de una venganza familiar, de un hermano sacrificado y de un viaje a las montañas irlandesas; pero jamás revelé demasiados detalles —mencionó, refregándose el rostro con las manos—, porque en ese entonces no estaba seguro de hablarlo con alguien. Puedes pensar que estoy loco, y sí, quizá lo estoy. Y toda es locura se debe a mi estirpe, a mi sangre… a la sangre de los Merovingios. A la sangre de templarios. Creo que yo no poseo un alma, sino muchas; muchas dentro de un mismo cuerpo que controlan a un mismo hombre. No sé cómo no estoy del todo demente…
Klaus McQuoid- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2013
Localización : París
Re: Sacrifice Theory [Privado]
“We are like islands in the sea, separate on the surface but connected in the deep.”
― William James
― William James
Comenzó a creer que, a pesar de que ambos se llevaban bien, mucho mejor que con cualquier otro miembro de la inquisición, él no era la mejor compañía. No era alguien sumamente optimista, al contrario, aunque riera o dijera algo positivo, siempre había una tristeza inherente que lo cubría todo, como el manto de una parca o un eclipse permanente. Suspiró. Clavó los ojos en Klaus, tan joven y tan lleno siempre de sorpresas; le admiró eso. Ni en vida él se consideró interesante, así que veía en Klaus mucho de lo que él no consiguió, o iba a conseguir jamás. ¿Envidia? Quizá, una poca. Sonrió después, sin responder, tenía razón, difícilmente podían llamarse compañeros entre ellos, pero Zlatan era conciliador por naturaleza y prefería la diplomacia. Quizá haría un buen gobernante, si de entrada no estuviera claro que el poder lo abrumaría.
Con el golpe, Zlatan miró a su alrededor, no quería llamar la atención de alguien indebido, por fortuna, parecían los más cuerdos en ese lugar.
Se quedó meditando, en eso y en muchas cosas más. Era un hombre con demasiadas cosas en la cabeza y todo pensamiento le resultaba doloroso. Una tortura. Dio un respingo al sentir la mano de su acompañante sobre su hombro y lo miró. No había dejado de prestar atención, pero por un segundo navegó mares distintos. Correspondió la sonrisa y le alegró escuchar algo así. Era todo lo que él no podía ser, sólo lo comprobó. Abrió la boca para decir algo, pero Klaus continuó y temiendo que al interrumpirlo jamás volviera a contarle aquello, guardó silencio. Pero esta vez sus ojos oscuros se mantuvieron atentos al rictus del hechicero, a su boca, a cómo cada palabra era soltada de ese par de labios. Asintió nada más, para invitarlo a proseguir.
Escuchó con detenimiento. En algún punto comenzó a entornar la mirada, intrigado más que otra cosa. Guardó silencio una vez que Klaus hubo terminado, pero fue breve.
—No creo que estés loco. No soy el más viejo de los inmortales, pero he visto muchas cosas, así que ya no pongo en duda nada —respondió al fin, con voz queda y algo monótona, pero era sólo porque estaba tratando de encontrar el modo de continuar. Se acomodó en su asiento, recargándose en el respaldo de la silla y cruzando la pierna. Una elegancia envidiable salió a relucir, misma de la que el propio Zlatan decía carecer—. ¿Eso es lo que buscas? ¿Respuestas a… algo que ya sabes? —Reflexionó, frunciendo el ceño. No, la búsqueda de Klaus debía ser otra, aunque relacionada.
Tomó su copa y se mojó los labios con lo que quedaba de vino.
—¿Esas almas están en pugna? ¿O todas buscan lo mismo? Quizá son ecos… que tus vidas anteriores dejaron, pero que están ahí —sonrió—. Como te dije, he visto muchas cosas y la gente con tu poder siempre ha llamado mi atención. Alguna vez conocí un hechicero judío en Praga, que adolecía de lo mismo, o de algo muy parecido al menos. El problema con él es que de hecho perdió la cordura —su voz fue perdiendo fuerza y volumen—. No me gustaría que ese fuera tu desenlace. No sé si pueda ayudarte en algo, mi única habilidad real es curar enfermos y saber cosas —rio. Era bastante, pero él lo veía como muy poco, y de muy poca ayuda.
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 01/02/2016
Localización : París
Re: Sacrifice Theory [Privado]
Tal vez la soledad lo estaba volviendo loco, o demasiado nervioso. Realmente no lo comprendía a fondo, incluso, aún estando en compañía de la única persona en la que podía confiar, no sopesó mucho en esa situación, en esa inquietud que lo atormentaba a diario. Se había guardado todo ese malestar, la congoja de sentirse presa de algo desconocido, desde hacía muchísimos años. Quizá, alguien más en su lugar, no contaría con la más mínima sensatez. Lo que él conservaba en esencia era poderoso, y también un motivo para querer darle muerte a media humanidad, de ser posible. A veces se cuestionaba demasiado; se preguntaba “por qué él”, entre tantos hombres de fe habidos en este mundo. Sentía que no era el indicado para llevar semejante carga, que era inseguro, un tipo muy inestable, pero había algo que lo alentaba, un poder que aún era desconocido y que quería, con desesperación, descubrirlo.
Aunque en un principio sólo deseaba meditar sus dudas en silencio, en compañía del vino más malo que se pudiera probar, ahora resultaba que se hallaba al lado de alguien que, desde hacía bastante tiempo, se había convertido en una figura importante en su existencia. Dentro de la Inquisición no se podía confiar en cualquiera, era como ponerse la soga al cuello, en especial si se trataba de grandes secretos. De momento, Zlatan era parte de esa minoría. Su presencia en ese instante le resultó agradable; conversar con ese hombre era una significante terapia.
—Quizás seas la primera persona que no piense eso —respondió de manera automática, fue casi un murmullo—. Tienes razón, para un vampiro eso no debería ser problema. Digo, lo de recordar. En cambio yo —hizo una pausa, analizando mejor su situación—, no conservo nada, salvo confusión. Tal vez recordar no sería lo adecuado, pero quiero saber, tener una idea clara de lo que me ha llevado a este punto de mi existencia. Es frustrante caminar con una venda en los ojos, sabes.
Bebió más vino, pero un sorbo no fue suficiente, necesitaba de otro. Se hallaba ansioso, considerar sus propias palabras era un tormento, al que solía acudir de forma masoquista. Incluso, quiso aferrarse más al repetir en su cabeza las interrogantes de Zlatan. La respuesta lo llevó a sorprenderse, porque era algo a lo que no había dado suficiente importancia.
—Lo mismo —murmuró, centrando su mirada en cualquier lado—. Buscan lo mismo —repitió—, y apenas me doy cuenta de ello. No puedo creer lo idiota que he sido. —Le miró, un tanto sorprendido por esas palabras—. De hecho, me has ayudado mucho. No siempre se puede hacer entrar en razón a un hombre testarudo, y tú lo has hecho. Así que no menosprecies tus habilidades, eres un buen tipo, como un hermano.
Bajó el rostro, y tras una exhalación, decidió continuar con lo que había iniciado minutos antes.
—Creo que mi misión radica en proteger algo valioso. Antes no estaba muy seguro de lo que podría ser, sin embargo, al revisar con más detalle todo lo relacionado a mi estirpe, creo que alguien, no lo sé, me quiere para llegar a ese objeto —afirmó de manera breve—. Tal vez sea el Santo Grial, y todas mis vidas pasadas estén conectadas con ello. Pero... no termino de armar el rompecabezas, me hacen faltan piezas.
Aunque en un principio sólo deseaba meditar sus dudas en silencio, en compañía del vino más malo que se pudiera probar, ahora resultaba que se hallaba al lado de alguien que, desde hacía bastante tiempo, se había convertido en una figura importante en su existencia. Dentro de la Inquisición no se podía confiar en cualquiera, era como ponerse la soga al cuello, en especial si se trataba de grandes secretos. De momento, Zlatan era parte de esa minoría. Su presencia en ese instante le resultó agradable; conversar con ese hombre era una significante terapia.
—Quizás seas la primera persona que no piense eso —respondió de manera automática, fue casi un murmullo—. Tienes razón, para un vampiro eso no debería ser problema. Digo, lo de recordar. En cambio yo —hizo una pausa, analizando mejor su situación—, no conservo nada, salvo confusión. Tal vez recordar no sería lo adecuado, pero quiero saber, tener una idea clara de lo que me ha llevado a este punto de mi existencia. Es frustrante caminar con una venda en los ojos, sabes.
Bebió más vino, pero un sorbo no fue suficiente, necesitaba de otro. Se hallaba ansioso, considerar sus propias palabras era un tormento, al que solía acudir de forma masoquista. Incluso, quiso aferrarse más al repetir en su cabeza las interrogantes de Zlatan. La respuesta lo llevó a sorprenderse, porque era algo a lo que no había dado suficiente importancia.
—Lo mismo —murmuró, centrando su mirada en cualquier lado—. Buscan lo mismo —repitió—, y apenas me doy cuenta de ello. No puedo creer lo idiota que he sido. —Le miró, un tanto sorprendido por esas palabras—. De hecho, me has ayudado mucho. No siempre se puede hacer entrar en razón a un hombre testarudo, y tú lo has hecho. Así que no menosprecies tus habilidades, eres un buen tipo, como un hermano.
Bajó el rostro, y tras una exhalación, decidió continuar con lo que había iniciado minutos antes.
—Creo que mi misión radica en proteger algo valioso. Antes no estaba muy seguro de lo que podría ser, sin embargo, al revisar con más detalle todo lo relacionado a mi estirpe, creo que alguien, no lo sé, me quiere para llegar a ese objeto —afirmó de manera breve—. Tal vez sea el Santo Grial, y todas mis vidas pasadas estén conectadas con ello. Pero... no termino de armar el rompecabezas, me hacen faltan piezas.
Klaus McQuoid- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/11/2013
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Re: Sacrifice Theory [Privado]
Klaus era un misterio. Un acertijo errante, que no lo repelía, por el contrario, era bastante atrayente, como una luz, o como un olor familiar. Lo encontraba fascinante, y mucho más que eso, de confianza. El más joven tenía razón, entre los suyos era difícil encontrar verdaderos compañeros, y él había corrido con la suerte de tenerlo a él, por azar o lo que fuera, pero era una gran ventaja. Zlatan no era de los que vendieran sus batallas a cualquiera, pero con el hechicero sentía cierta afinidad. Era tal vez que desde que recordaba, le había visto esa personalidad tan peculiar, y quizá, quién sabe, sin querer, sin saber de qué se trataba, esa lucha interna que ahora le decía que tenía. Algo en sus ojos y en sus modos parecía siempre batallar.
A pesar de la diferencia décadas entre ambos, resultaba que Klaus era más inteligente para esas cosas. Ese siempre había sido su error fatal, confiar demasiado, fiarse de todos, creer que al mundo aún le quedan más cosas buenas que malas.
—Me alegra haberte ayudado —musitó tan bajo que quizá con la algarada del lugar su acompañante no lo había escuchado. Aunque estuvo seguro que sí. Arqueó una ceja, olvidando el vino de mala calidad y todo—. Al menos ya sabes que todas esas almas están de un mismo lado, que luchan desde la misma trinchera —recordó al hechicero de Praga del que le había hablado; ese había sido su problema, cada una de las almas que lo habitaban buscaba cosas distintas y jalando cada uno hacia un lado distinto, terminaron por destruir a su receptor.
—No lo sé Klaus, supongo que ya has leído todos los libros posibles al respecto. Tengo un par que quizá te puedan servir, y son míos, no de la biblioteca de la inquisición, ¿te interesan? Como sea, ¿sabes? Hay quiénes creen que para encontrar un fin, una meta, el meollo de todo, hay que regresar al origen. Si es el Santo Grial, o algo más… es probable que encuentres respuestas donde echas raíces. Tal vez esto es parte nada más del rompecabezas —buscó con la mirada la ajena, como esperando un poco más de información, aunque se sabía que el vampiro no era de los que presionaran o exigieran especialmente.
—¿Necesitas un acompañante? —Preguntó y casi sonrió—, aunque creo que es algo que deberías hacer solo. No lo sé, Klaus, necesitas paz mental, no quiero ver tu potencial ajado por esta situación. Luces agotado —eso último no quería decírselo tal cual, pero no había otro modo. Lucía como luciría el cuerpo de alguien que es el campo de batalla de almas que buscan algo en el mundo material.
—A veces lo que importa es el camino, no el destino —declaró entonces, diáfano, algo etéreo también, como si profetizara algo horrible, o algo hermoso. O ambas, a la vez—. Puede ser una situación de esas. Sólo necesitas emprender el viaje, y no hablo de una travesía de millas, puede ser algo interno. Ahora ya tienes claridad, todos los que eres son la misma persona, y no. Y todos buscan lo mismo. Ese es un gran comienzo —continuó. Esperaba que comprendiera lo que trataba de decirle. Zlatan carecía de las habilidades de Klaus, pero tenía otras, además poseía los siglos que había vivido de su lado. Era ingenuo, cierto, pero también observador.
Última edición por Zlatan Hadžić el Mar Oct 10, 2017 10:16 pm, editado 1 vez
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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Re: Sacrifice Theory [Privado]
Klaus no confiaba en casi nadie, y mucho menos dentro de la Inquisición, en especial por los motivos que lo habían arrastrado a hundirse en esa frívola institución. Sin embargo, con Zlatan podía hacer una gran excepción, porque en él veía a un hermano más; casi podía considerar que aquel vampiro era la viva imagen de Sigmund. Quizá estaba exagerando. Pero la benevolencia de Zlatan era más que suficiente para que él sacara semejante conclusiones, al azar, sin cuestionarse demasiado. Algo le hacía sentirse bien a su lado, en paz; además, podía confiarle sus quimeras, sin pretender sentirse amenazado, como si quisieran hundirle un puñal en la espalda. Con el vampiro no existía ese temor, ni esa desconfianza constante con la que vivía... ¡Cualquiera podría traicionarlo! Lo sabía. Sólo que Zlatan no se encontraba en ese listado, ni lo estaría nunca.
Sin embargo, y a pesar de pretender quitarse una enorme carga de encima con sus supuestas confesiones, había intranquilidad en él, en sus gestos... Los nervios le estaban desgatando la paciencia, y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para mantenerse tranquilo, aunque el mal vino no ayudaba nada, así que prefirió detener la bebida antes de terminar metido en un escándalo, peor que como había llegado. Además, al día siguiente tenía una importante misión, por tanto, necesitaba un poco de sobriedad en su organismo. Sólo un poco, la necesaria para que la presa no lo burlara.
Fue difícil parar la bebida, pero él era prudente en muchos casos, y ese era uno de esos casos. Así que dejó todo aislado, aún sin olvidar la imagen de la bestia atacándolo, sólo que aquello no se lo reveló a su compañero.
—Sí, supongo que lo hacen —respondió finalmente, pero seguía tan inseguro como desde un principio—. No puedo asegurarlo del todo, no hasta que no recuerde de manera satisfactoria todo. Sin embargo, siento que no es prudente hacerlo; sólo debo conformarme con fragmentos, y es un enorme hastío. —Se llevó las manos al rostros, restregando los dedos en sus ojos, como si estuviera recién despertando—. Libros... En la Inquisición no cuentan mucho. Pero sí, me interesan esos que me has ofrecido. Toda fuente de información es bienvenida.
Hizo una pausa, no demasiado larga, pero no menos corta. Fue intermedia. No lo hizo por sembrar tensión, sino porque aún estaba meditando las palabras de Zlatan. ¿Debía arrastrarlo con él en todo ese caos? Quizá eso era algo que el vampiro necesitara para escaparse de esa rutina condenada en la que vivía sumido casi que de manera sempiterna.
—¿Quieres acompañarme? Siempre hay espacio para un pasajero más, y yo necesito a alguien que aprenda a controlar mis instintos antes de terminar como un loco —dijo finalmente—. Tal vez el origen esté en los merovingios, de los cuales desciendo... O quizá se encuentren en otro lado las piezas sobrantes. Simplemente tengo que saber cómo diablos arreglar el desorden de mi cabeza, y sólo así podré entender todo esto, y cuál es mi verdadera misión. Si es que la hay...
Tamborileó los dedos sobre la mesa, observando fijamente el vino, al que bebió de un sorbo, sin pensárselo mucho.
—Estoy agotado, sí. Pero no usaré esa excusa para desistir. ¿Qué dices? Irás conmigo, o no.
Sin embargo, y a pesar de pretender quitarse una enorme carga de encima con sus supuestas confesiones, había intranquilidad en él, en sus gestos... Los nervios le estaban desgatando la paciencia, y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para mantenerse tranquilo, aunque el mal vino no ayudaba nada, así que prefirió detener la bebida antes de terminar metido en un escándalo, peor que como había llegado. Además, al día siguiente tenía una importante misión, por tanto, necesitaba un poco de sobriedad en su organismo. Sólo un poco, la necesaria para que la presa no lo burlara.
Fue difícil parar la bebida, pero él era prudente en muchos casos, y ese era uno de esos casos. Así que dejó todo aislado, aún sin olvidar la imagen de la bestia atacándolo, sólo que aquello no se lo reveló a su compañero.
—Sí, supongo que lo hacen —respondió finalmente, pero seguía tan inseguro como desde un principio—. No puedo asegurarlo del todo, no hasta que no recuerde de manera satisfactoria todo. Sin embargo, siento que no es prudente hacerlo; sólo debo conformarme con fragmentos, y es un enorme hastío. —Se llevó las manos al rostros, restregando los dedos en sus ojos, como si estuviera recién despertando—. Libros... En la Inquisición no cuentan mucho. Pero sí, me interesan esos que me has ofrecido. Toda fuente de información es bienvenida.
Hizo una pausa, no demasiado larga, pero no menos corta. Fue intermedia. No lo hizo por sembrar tensión, sino porque aún estaba meditando las palabras de Zlatan. ¿Debía arrastrarlo con él en todo ese caos? Quizá eso era algo que el vampiro necesitara para escaparse de esa rutina condenada en la que vivía sumido casi que de manera sempiterna.
—¿Quieres acompañarme? Siempre hay espacio para un pasajero más, y yo necesito a alguien que aprenda a controlar mis instintos antes de terminar como un loco —dijo finalmente—. Tal vez el origen esté en los merovingios, de los cuales desciendo... O quizá se encuentren en otro lado las piezas sobrantes. Simplemente tengo que saber cómo diablos arreglar el desorden de mi cabeza, y sólo así podré entender todo esto, y cuál es mi verdadera misión. Si es que la hay...
Tamborileó los dedos sobre la mesa, observando fijamente el vino, al que bebió de un sorbo, sin pensárselo mucho.
—Estoy agotado, sí. Pero no usaré esa excusa para desistir. ¿Qué dices? Irás conmigo, o no.
Klaus McQuoid- Condenado/Hechicero/Clase Alta
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Re: Sacrifice Theory [Privado]
Asintió, aunque Klaus tallándose los ojos no pudo verlo, y dio igual. Era un avance, y aunque la imagen del joven no cambió de manera radical, le alegró escucharlo hablar con algo más de orden en sus ideas. Zlatan no lo veía, no estaba al tanto, pero esa personalidad suya tan meditabunda y tranquila era contagiosa. Alguna amante alguna vez le dijo que con esos ojos tristes era capaz de tranquilizar a un tropel de caballos desbocados.
Escuchó con atención y se sintió todavía más fascinado por su colega. Todos en la Inquisición contaban historias distintas y diferentes, pero nadie se preocupaba por detenerse y escucharlas. Todos ahí, en la institución, estaban por sus propios motivos personales, no había que engañarse, nadie lo hacía porque creyera en la causa; incluso él, que buscaba redención, se sumaba a las filas por sus propias razones egoístas. Lo sabía, pero como a todos, no le importaba demasiado, o si acaso intentaba preguntar, era recibido por evasivas. Entonces ahí estaba Klaus, de a poco develando el misterio de una vida enrevesada que Zlatan no podía pretender que comprendía, aunque estaba dispuesto a hacerlo.
—Un paso a la vez, Klaus —dijo a media voz. Como si se tratara de un hermano mayor para el otro, ¿qué iba a saber de eso? Sólo tuvo una hermana, a la que perdió demasiado pronto, a la que aún hoy en día, extrañaba y quería, porque había sido su única amiga.
Alzó ambas cejas y de a poco, una sonrisa se dibujó en su rostro casi siempre taciturno. A decir verdad lo había dicho como algo sin importancia, no creía que Klaus fuera a aceptarlo como acompañante, pero una vez que escuchó las razones que dio, cayó en cuenta que sí necesitaba a alguien a su lado en tan cruenta travesía.
—Por supuesto, mi oferta sigue en pie —dijo al fin—, puedo ayudarte también a señalar un punto de partida, estoy seguro que los libros que tengo te ayudarán, no están tan censurados como los de la Inquisición —era una pena, pero así era, los altos mandos, por siglos, habían arrancando partes enteras de los documentos almacenados, las partes que no convenían al Vaticano, sobre todo. Pero gracias a que había vivido mucho, había logrado conservar un vasto acervo sin mucho vituperio.
—Además, sí, creo que necesitarás a alguien que te mantenga cuerdo. No sé si soy el indicado, pero sabes que puedes confiar en mí. —Buscó la mirada del más joven. Las palabras de Zlatan rara vez eran en vano, al contrario, todas ellas iban con intenciones claras, sin escondrijos.
—Cerremos este trato. —Tomó la copa de mal vino e hizo amago de brindis. Luego dio un trago para reírse—. Había olvidado lo malo que era este vino —quiso escupir, pero al no encontrar lugar propicio, terminó por tragar. Tras el exabrupto, dejó el vino de lado—. Lo mejor será cerrarlo de palabra. Cuando estés listo Klaus, podemos comenzar —continuó y aquello sonó a promesa y a augurio. Como acompañante, Zlatan era bastante más útil de lo que a él le gustaba admitir, era muy versado en muchas ciencias, sabía mantener la calma, y lograba apaciguarte si eso era lo que necesitabas.
Zlatan Hadžić- Condenado/Vampiro/Clase Alta
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