Un paseo para recordar (Libre).

por Invitado Jue Oct 07, 2010 10:22 am

Las calles atestadas de gente, la sinfonía compuesta por los ruidos, la luz del sol apenas dando, y una pareja caminando por medio de la calle. Cogidos de la mano, se abrían paso entre la multitud, ante la cara de disgusto de la joven.

Lorenzo la observó con el rabillo del ojo y la atrajo hacia así, brindándole calor y seguridad. Ella intentó desacirse, por la mera razón de que no quería que los vieran en actitud tan íntima, pero al final acabó cediendo y se acurrucó contra él.

A su paso, las miradas se fijaban en ellos, tan atrayentes como siempre. Un vestido blanco vaporoso cubría una parte del cuerpo de Daniella, dejando ver la atractiva figura que ganaba miradas pervertidas del sector masculino. Él la aferró contra sí mostrando su dominación, era suya y no quería que la miraran. A veces no podía controlar el deseo de tenerla toda para sí, ocultarla y que sólo fuera ella a sus ojos. Gallardamente enfundado en su traje gris, la guiaba por el lugar, con una exquisita elegancia y la cortesía esperada de alguien de su aspecto, príncipe imaginado por algunas mujeres.

Ya hacía una semana que había llegado a aquel lugar, y era la primera vez que salían de la casa, por su orden, ya que no soportaba el estar encerrado, pero Daniella no lo llevaba muy bien, odiaba estar rodeada de muchedumbre, el fétido olor de las calles y el barullo y ajetreo de personas. Arrugaba la nariz como queriendo que aquel hedor no le llegara, pero era tarea imposible.

- Lorenzo.. - llamó mientras rebuscaba en su bolso. - Vayámonos de este lugar - pidió con voz de soprano mientras se ponía un pañuelo delicadamente en la nariz para evitar quizás, el olor, y lo miraba con sus grandes ojos de gacela, a los que ambos sabían, el no podía resistirse.

"Esta gente me da asco". Las palabras que no había dicho, pero que sabía que la joven tenía en la mente. La tomó en brazos y la alejó de aquel lugar, la llevó hacia la linde del bosque y allí ambos se detuvieron. Empezó entonces un conversación de susurradas palabras, marcada por los enfáticos ademanes de la joven. Llegó un momento en que esta se detuvo. Había notado algo. Se giró y puso los brazos en jarras y una expresión atroz para la persona que se acercaba..