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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Jean-Luc Tessier Mar Mayo 17, 2011 8:10 pm

Sonaba el despertador por toda la estancia más el muchacho en cuestión continuaba dormido, ni se inmutaba a pesar a pesar de el pitido insoportable que hacía ese aparatejo. Él estaba profundamente sumergido en su sueño. Era realmente increible la capacidad que tenía para que nada le molestara, aun tronara o alarmaran sobre bombardeos él podria continuar allí, en su propio mundo y despreocupado de todo.

-- ¡Señorito, despierte! -- se escuchó de repente gritar a una mujer que, al parecer, había entrado de un portazo en la habitación del muchacho en cuestión. -- Señorito, no me obligue.. - murmuró ahora pero en una especie de susurro que solo los que estuvieran allí dentro podrian escuchar, es decir, el joven señorito que permanecía todavía dormido. Y así pues la doncella se dispuso a despertarlo del modo en que ella sabía.

El primer gesto de Adam al despertar fue coger entre sus brazos a quien le tironeaba fuertemente de la oreja - ¡Ja, te tengo Odette! - gritó junto a una carcajada con la muchacha entre sus brazos, la doncella personal que había ido a levantarlo. Pero él, le había jugado una pequeña broma - ¿Ah? ¿Estaba despierto? Otra vez lo ha vuelto a hacer y lo peor esque he caido.. - ante esa confesión el muchacho se carcajeo sonriendola y besandole los labios. Inmediatamente la doncella se sonrojo y le apartó con las dos manos, consiguiendo así librarse de su agarré - Haga el favor de comportarse, ya le he dicho que no se tome esas confianzas, señorito - más aunque su voz sonara seria en su rostro se confesaba lo mucho que le gustaban ese tipo confianzas y Adam lo tenía muy presente - Si Odette, lo sé, no volverá a ocurrir - le guiñó un ojo y seguidamente ésta se marchó ya habiendo cumplido con su cometido.

Era una bonita mañana de domingo y si lo habían despertado no era para otra cosa que para no malacostumbrarlo a que durmiera más de la cuenta. Ya era mediodía y su padre sabía que podía tirarse bien bien hasta la tarde sin salir de la habitación, no le exigia que estudiara, pero si que se relacionara, que saliera de casa. Por suerte para Adam siempre podía encontrar fuera de casa otro lugar para dormir, cualquier lugar realmente le era válido.

Así pues se levantó de la cama, se puso algo decente para salir -dormia únicamente en ropa interior-; un pantalon y blusa holgados, sin demasiado lujo y unos zapatos acorde con la vestimenta. Solo hizo una única cosa antes de salir, mirarse al espejo, mojarse el cabello y con los dedos colocarse más o menos el flequillo en donde correspondía, algo desordenado como era habitual en su look casual.

Salió de su recámara y se dispuso a reportarse al despacho de su padre, pues era la costumbre de cada mañana para que supiera que cumplía con lo que habían acordado. Sin embargo, esa mañana mantenía una importante reunión que prefirió no interrumpir. Le encargó a Odette que cuando acabara le informara lo de siempre.

En la calle brillaba el sol sin ausencia alguna de nube en el cielo, un día plenamente brillante de los que le agradaban a Adam ¿qué mejor día para tumbarse en el cesped y dormir?. Aún así, no podía aventurarse a dormir en sus propios jardines, era obvio que sería facilmente descubierto. Así pues se encaminó en busca de alguna zona que le sirviera para continuar durmiendo, aunque, los comercios que aparecían por el camino, también eran de su entretenimiento.


Última edición por Adam DuPont el Vie Jun 24, 2011 6:54 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Melinda Chavànnell Miér Mayo 18, 2011 9:10 am

Aquella mañana no había sido mucho más diferente de las anteriores, mi doncella me había despertado temprano, me había ayudado a asearme y a vestirme y yo había bajado a tomar el delicioso desayuno con mi padres y mis hermanos. Un par de discusiones políticas, chismorreos de la alta sociedad y un poco de pique entre hermanos, es decir, lo mismo que todos los días con alguna que otra variación.

Los quehaceres matutinos de las damas eran aburridos y tediosos a mi gusto, por lo que decidí romper la rutina de coser, leer un libro de poesí o soñar despierta con un prometido para dirigirme al piano y entonar una bonita canción que fue alabada por todos los que por allí pasaban pero... tras una hora o más de este entretenimiento, éste se tornó aburrido e insulso par mí, por lo que me dirigí a mi cuarto y me cambié de ropa para en un rato aparecer en una de las más prestigiosas boutiques de París.

Bonjour Mademoiselle Coleman vengo a dar algo de color y modernidad a mi vestuario y... también necesitaré algún corset o liga los mios están algo pasados ya sonreí dejando mis blancos guantes de raso sobre una de las mesitas de la boutique mientras mis manos tocaban las delicadas y suaves telas de los innumerables vestidos que tenían expuestos Por supuesto señorita chavànnel ahora le busco algunos de los nuevos modelos, son algo atrevids pero la estilizarán mucho. Pongase tras el biombo y vaya quitándose la ropa para tomarla medidas

La joven modista desapareció tras una puerta dejándome la suficiente intimidad para poder desvestirme a mis anchas. Caminé hasta el biombo y solté mi elaborado peinado, dejando así mi rubio y sedoso cabello caer por mis hombros. Lentamente fui desabrochando uno a uno los botones de mi vestido hasta que éste cayó por su propio peso y al suelo, aunque para entonces yo ya estaba desatando la liga que unía mis medias color carne con mi rosado corsé que estilizaba mi fgura. Todo podría parecer normal, todo, exceptuando que la modista en un descuido, había olvidado correr la cortina de la puerta
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Miér Mayo 18, 2011 12:42 pm

Se paseaba entretenido por los comercios, mirando los escaparates pues había cosas que llamaban su atención más Adam no era de los derrochadores, aún teniendo dinero suficiente como para, inclusive, comprar uno de esos negocios. Su familia era adinerada y él se sacaba muy buen dinero por su cuenta más esto era algo que solo sabía él o bien aquel que conociera su secreto. Así pues, era su padre -bajo el que vivia en ese momento- quien se encargaba de costearle lo que necesitara, ropas, material o cualquier cosa que pudiera requerir.

Lo único que podía preocuparle a su padre era que, alguna mujer de no muy alta cuna, intentara engatusarle. Sin embargo, por suerte para él, eso no era un problema. Adam había sido siempre lo suficientemente listo como para reconocer a la gente y sus pasatiempos no interferían en ello, pues, realmente, de noche vivia otra vida.

De sus labios salían finos silbidos reconstruyendo alguna canción que se le viniera en ese momento a la mente. Sus cantos pasaban desapercibidos pues había mucho agetreo por las calles y él, en ese momento, no llamaba tanto la atención. Pero sin embargo si hubo una cosa que le llamó a él mucho la atención, demasiado, tanto que casí quedó pegado al cristal de uno de los locales por los cuales pasó.

Al principio, no lo tomó en cuenta, pensando que habría sido producto de su subconsciente más enseguida echó sus pasos hacia detrás para comprobar que no había sido una ilusión. Estaba viendo, en primera linea, como una muchacha se cambiaba ante sus ojos. Nadie más se había dado cuenta ¿cómo era posible? vale que no estaba de cara a la calle principal si no en una bocacalle, pero, igualmente ¿quien estaría tan ciego como para no verla?.

"Esta es mía" pensó y disimuladamente se introdujo en la tienda, claro que, por la puerta trasera que daba al vestuario. No sabía quien fue el inepto que dejo la persiana corrida y la puerta abierta pero le daba las gracias. Caminó con paso sigiloso hasta donde se situaba el biombo y, por la parte en la que la muchacha estaba de espaldas, la tomó por sorpresa.

Posó una mano sobre su vientre mientras que la otra yacia sobre sus labios, tapando así cualquier sonido que pudiera salir de ésta - Disculpe señorita, pero estoy en peligro, alguien me está buscando para matarme y no he podido ocultarme en otro sitio - susurró, extremadamente cerca de su oido y con una voz cansada, como si acabara de correr los cien metros lisos. Una mentira piadosa, pensó y sonrió.
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Mensaje por Melinda Chavànnell Miér Mayo 18, 2011 1:18 pm

Mis labios comenzaron a tararear una leve y deliciosa canción que había escuchado poco tiempo atrás en uno de los musicales que ahora estaban tan de moda en los teatros parisinos... "what do you do when your good isn't good enough..." Estaba abstarida completamente a los ruidos de la calle, el calor de la boutique o la tardanza de la modista que mensualmente me confeccionaba un vestido.

Mis manos se deslizaron hasta mi espalda para continuar la operación de desvestirme deshaciendo los primeros nudos de mi corsé que se ajustaba a la perfección a mi pecho dándome una figura más esbelta aún. Esta acción se vio interrumpida al notar una cálida mano sobre mi vientre, una mano que sin duda no se trataba de las callosas manos de mi modista. Traté de gritar pero ningún sonido tangible pudo salir de mis labios, pues la otra mano de aquel individuo aprisionaba mis labios con delicadeza.

Mi corazón comenzó a latir fuerte y nerviosamente pues no era capaz de comprender cómo alguien podía haberse colado en aquella boutique. mis ojos se deslizaron hacia la puerta trasera tratando de buscar una explicación y allí la hallaron, ésta se encontraba entreabierta y con la cortina descorrida.

Escuché como unas palabras salían de la boca de aque extraño, aunque por un instante no pude comprenderlas por la agitación que recorría en esos instantes mi cuerpo, hice un esfuerzo por calmarme respirando hondamente y sólo entonces deslicé mi mano hasta situarla sobre la mano del individuo y lentamente la quité de mis labios haciéndole entender que no gritaría. A continuación fui girando mi cuerpo lentamente hasta quedar frente a él a menos distancia de su cuerpo de la que yo deseaba. Posé mis ojos sobre los suyos, se trataba de un joven alto, moreno y bien parecido con unos ojos... cómo describirlos... extremadamente bellos.

Su rostro me resultaba familiar aunque no podía decir con exactitud dónde lo había visto por última vez o con quién. De lo que si reparé en aquel momento e de que me encontraba semidesnuda ante un extraño, bajé mi cabeza ruborizada y cubrí mi cuerpo con las manos sin darme cuenta que mi ropa interior superior se fue deslizando hasta dejar al descubierto mi hombro, lo que me confirió una inocente sensualidad.

¿Y no podría haberseescondido en otro lugar Monsieur? Como podrá comprobar estoy casi desnuda y no es nada decoroso.... pero descuide no dejaré que le maten si estoy yo delante
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Miér Mayo 18, 2011 4:25 pm

Aspiró el suave aroma de la muchacha, por dios, que bien olía. Su fragancia casi podía dejarlo en un estado de atontamiento severo más, por suerte, él sabía mantener la compostura aun cuando su instinto le empujaba a tirarse sobre la chica y poseerla allí mismo. Se la imaginaba entre sábanas de seda, desnuda. Gritando de placer. Placer que él le ofrecía. Y mucho control tenía que tener para, precisamente, no abalanzarsele solo con esos impuros pensamientos.

Unos pocos de sus finos mechones rubios llegaron a rozar su nariz, provocandole un curioso cosquilleo. Abrió los ojos, para mantener la calma y lo primero que llegó a ver fue la nuca de la muchacha al descubierto. Lo bien que se vería allí una marca rosada que demostrara que la había poseido, pensó y al instante alzó una ceja consigo mismo ¿tan necesitado estaba?. No, pues iba bien servido, sin embargo, aquella mujer le provocaba esos extraños pensamientos.

Sin oponer resistencia dejó que se apartar de él, más no demasiado, únicamente lo suficiente como para poder darse la vuelta. Ahora podia verla y ella a él, debía cuidar bien sus expresiones. Supuestamente, estaba huyendo, querían matarle. No podía verse jovial y alegre ¿o tal vez sí?. Si la muchacha descubría el motivo y los pensamientos con los que había entrado allí lo más seguro es que lo despachara. Hasta podría acabar abofeteado.

Es como yo. Pensó nada más escucharla hablar, obviamente, refiriendose a la cuna de la que procedían. No era ni un adivino ni tan listo como para saber los oscuros deseos que ocultaria esa joven, aparentemente inocente. - Disculpeme la intromisión, no me di cuenta de su presencia hasta que la ví y sabía que si le hablaba acabaría por asustarla, tal vez más de lo que lo haya podido hacer de este modo - habló cual caballero, tomó la mano de la joven y se la acercó a sus labios, rozandolos suavemente.

El saludo fue cordial. Un beso en la mano como los muchos que solía dar durante las fiestas en la corte, sin embargo, aquella atmosfera lo volvía ciertamente sensual. Cada roce, por mínimo que fuera, podía resultar de lo más erotico. Por lo menos para Adam.

Un estruendo se escuchó, la puerta se cerró de golpe y Adam se sobresaltó. En cuestión de segundos hubo acorralado a la muchacha contra la pared, una acción que raramente surgió del puro sobresalto. Una extraña reacción. - Señorita, tengo que salir un momento para comprar unas cosas, no tardaré mucho en volver - se escuchó decir en la sala. El tono de voz indicaba que, a parte de ser una mujer, también era algo mayor. La modista, supuso Adam.

Si les llegaran a descubrir tal y como estaban en ese momento, cuerpo con cuerpo, rostro a milimetros de distancia, sin duda, se armaria una muy gorda.
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Mensaje por Melinda Chavànnell Jue Mayo 19, 2011 12:49 am

Sus suaves y delicadas manos tomaron la mía para así poder depositar un caballeroso beso sobre ella. Sonreí aliviada al comprobar sus ropas, sus modales, su manera de hablar... además de parecer un caballero lo era de verdad, un joven que, como yo era de alta cuna, lo que se me hizo más extraño el no haberle conocido antes o el no recordarle. De nuevo unas delicadas palabras salieron de sus labios y mi cuerpo se alejó sutilmente del suyo para tener así una distancia decorosa, a pesar de ser en ropa interior delante suya Por mucho que me pese debo darle la razón, si hubiera entrado aqui y me hubiera comenzado a hablar, apenas hubiera escuchado sus palabras habría gritado y le habría abofeteado o golpeado de manera descortés tratandose de un galante caballero como es usted

Sonreí de nuevo de forma tonta y delicada mostrando mis blancos dientes cual perlas de río. Coloqué ligeramente mis cabellos pues estaban revueltos, rebeldes y aquello no era propia de una señorita como lo era yo. De nuevo esa sensación me invadía al estar tan cerca de alguien, esa sensación que hacía que el tiempo se parase aunque fuera sólo un instante para dejarme disfrutar del momento mientras una chispa eléctrica recorría mi espina dorsal de norte a sur, y de nuevo, supuse que se trataba por culpa de mi inexperiencia con el género masculino.

Disculpe mi descortesí Monsieur, Melinda Chavànnell, para servirle dije mientras inclinaba mi cabeza levemente a modo de reverencia ¿por qué me había preentado simplemente porque necesitaba saber más de aquel extraño que me había electrificado con su presencia. Giré mi cuerpo lentamente y cogí de la silla que se encontraba junto al biombo una bata de gasa rosada que puse sobre mi cuerpo para cubrir mi desnudez.

De nuevo, caminé hacia él con elegancia y lentitud, pero esta delicadeza se vio interrumpida por sus brazos que de nuevo se apoderaron de mi cuerpo empujándolo con la pared mientras sus labios hacían un gesto para que me quedara callada. La modista entró en la sala y un sudor frío comenzó a recorrer mi cuerpo, si eramos descubiertos en esta cercanía y en estas condiciones sin duda, eso significaría un grave problema para mi y para aquel extraño tan atractivo.

Mi corazón latía de nuevo freneticamente y mis ojos se cerraron bien fuerte deseando que no se la ocurriera descorrer el biombo y descubrir tras de mí a un hombre que ahora agarraba con fuerza pero a la vez con sutileza mi pequeña cintura mientras mi cuerpo permanecía pegado al suyo Vaya sin cuidado Madame Coleman yo... yo la espero tomese el tiempo que necesite Al fín pude escuchar el sonido de la puerta cerrándose y mi pecho comenzó a subir y bajar a un ritmo más pausado Nos llegan a descubrir y ahora mismo estaríamos muertos... ¿es usted consciente de ello? dije sin cambiar mi posición
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Jue Mayo 19, 2011 8:39 am

Estaban cerca, muy cerca. Tanto que él podía notar perfectamente las protuberancias de la muchacha y rogaba porque la suya no "despertara". El poco autocontrol que tenía, lo estaba poniendo a prueba en ese mismo instante. Sus palabras se deslizaron suavemente por un oido y salieron por el otro, su mente no estaba concentrada en hablar si no en reprimir los instintos de Adam. Nada buenos. Sin embargo, sus ojos se mantenían fijos en los de la joven, no debía desviarlos hacia otras partes indebidas o se podría dar cuenta de sus intenciones. De lo que se le pasaba en ese momento por la cabeza. Demasiadas cosas como para que las adivine. Pensó. Cosas que seguramente, una inocente y cortés muchacha como ella nisiquiera se imaginaría hacer alguna vez.

Inhaló el perfume de la joven, disimuladamente, a la vez que cerraba los ojos. Simulando a la misma par estar concentrado en si entraba alguien a la estancia o no.

Volvió a abrirlos. La miró, fija e intensamente. Ella todavía no lo había apartado. ¿Qué sentiria? ¿Qué pensaria? ¿Le latiria el corazón con fuerza? se preguntaba y sonrió ante las nerviosas pero ágiles palabras que le dedicó a la modista, más no hizo ruido alguno. Era como una estatua con movimiento pero sin sonido alguno. Solo podía verle, no escucharle.

La joven modista se marchó y un pequeño suspiro surgió interiormente de Adam, más no lo exteriorizó. Estaba aliviado. De ser encontrados allí su padre acabaría enterandose de lo que hacía cuando salía, algo que destruiria por completo sus planes para esa nueva vida. Algo que lo retornaria a Inglaterra, lo más seguro o, tal vez, su padre lo enviara a algún internado. Lejos, muy lejos. Por otra parte, a sus instintos ese momento de adrenalina le vinieron como a un guante, definitivamente, él estaba destinado a ese tipo de situaciones. Y si no fuera por las preocupaciones, podría afirmar que en plenitud le encantaba sentirse así.

Volvió a sonreir, esta vez, ante el comentario de la joven. Que, en parte, coincidia con lo que él pensaba. - Debo decir, que ahora mismo no se me ocurre mejor manera de morir, madame - susurró bajo, tanto que el poco viento que hacía allí podía llevarse sus palabras. - Aunque sería una verdadera lástima morir sin haberla, conocido a fondo.. - murmuró esta vez, disimuladamente, posando una de sus manos sobre la cadera de la muchacha. Tocando la piel desnuda. - ¿No cree? - sonrió de nuevo en un susurro, sin apartarla de su campo de visión.

Aquellas ultimas palabras fueron con una muy posible, asegurada, doble intención. Pretendía conocerla y bien a fondo, como había anunciado. Se lo proponía. Aunque, por suerte, la muchacha no debía imaginarse que, en parte, a eso se refería.
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Mensaje por Melinda Chavànnell Jue Mayo 19, 2011 9:03 am

Poco a poco el ritmo frenético de mi corazón comenzó a relajarse hasta tornar su latido normal, tal fue mi relajación que sin darme cuenta me dejé casi caer sobre el cuerpo de Adam quedando aún más pegados. Cerré los ojos si nos hubieran pillado así la modista no habría dudado en contarselo a mi padre o a mi hermano y entonces a parte de una muerte segura me habría tocado vivir un tormentoso castigo por dejar la honra de la familia más baja que el suelo... por suerte no nos habían descubierto nunca más que hoy agradecía que la modista tuviera una ligera sordera, aquel defecto que tantos malentendidos había causado con el color solicitado de mis vestidos hoy había sido una bendición divina.

Abrí mis ojos y fui consciente de lo próximo que estaba mi cuerpo del de aquel joven, me disculpé apartandome un poco y escuché sus palabras mientras me abrazaba a mi misma con mis propios brazos... Si es un cumplido gracias Monsieur, puedo decir lo mismo morir en su compañía sería grato pero compréndame como cualquier joven tengo la esperanza de vivir lo suficiente como para poder encontrar a alguien que me ame y con quien casarme y en un futuro tener alún que otro hijo por lo que... no quisiera morir hoy rei ligera y jovialmente dándome cuenta de lo estúpida que ahora le parecería a aquel chico por el comentario que acababa de realizar. Agaché la cabeza algo avergonzada reprimiendome interiormente "casarme y tener hijos" seguro que le asusté con aquel comentario, debo pensar antes de hablar...

Su mano en m desnuda cadera me hizo subir la mirad y escuchar a aquellas palabras, por lo que parecía no debía de haberle asustado en demasía pues tenía el deseo de conocerme más a fondo. Cerré los ojos aprovechando que él no vería este gesto para disfrutar del tacto de sus manos sobre mi piel... tanto me gustaba que mi piel se erizó como nunca antes Sí, sería una verdadera lástima Monsieur... estoy segura de que usted es una de esas personas a las que hay deshojar como las flores si uno tiene la oportunidad... para así descubrir su enigmática y atrayente personalidad...

No sabía muy bien por qué pero si hasta entonces había estado ajena al calor exterior del pequeño estudio ahora más que nunca era palpable para mi. Deslicé mi mano hasta mi cuello para coger mis cabellos y deslizarlos hasta uno de mis hombros dejando el otro libre para que así pudiera refrescarse... No... no hace algo de calor en esta sala? dije notando como su mano subía y bajaba por mi cuerpo. Aflojé el nudo que mantenía la batita de seda cubriendo mi cuerpo para ver si así sentía menos calor pero lo único que conseguí fue que está se deslizará traviesa por mi hombro dejándolo al descubierto.

Me giré lentamente hasta quedar frente a él y mis almendrados ojos se posaron sobre los suyos tratando de descifrar sus pensamientos e intenciones aunque no de manera fructífera... Mi mano se deslizó con delicadeza hasta su rostro acariciándolo levemente para a continuación quitarle una pequeña pelusa Se.. se le debió quedar pegada al rostro cuando me llevó hacia la pared Monsieur dije en un leve susurro. Miré hacia el suelo dibujando una tierna sonrisa en mis labios.

Allí me encontraba yo hablando con un extraño con tan solo la ropa interior, el corsé y aquella fina bata y lo peor y no sabía descifrar por qué era que ni siquiera me había molestado en rogarle que se girara para así poder vestirme y continuar nuestra conversación de una forma decorosa, decente... aunque el decoro y la decenia no era precisamente lo que inundaba mi corazón en esos momentos
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Vie Mayo 20, 2011 3:56 pm

Una curvatura se hizo presente en los labios de Adam al escuchar las palabras de la muchacha. Como no, tenía los mismos pensamientos que cualquier otra muchacha distinguida de clase alta, los pensamientos que le habían inculcado, seguramente, desde pequeña. No pudo evitar esa sonrisa. Tenía que admitir que no le gustaba para nada esa manera de pensar tan "correcta" pero, por otra parte, adoraba la idea de corromper a esa joven, de hacerla darse cuenta que el mundo no era todo lo que sus padres le mandaran. De abrirle los ojos a todo lo que la podía esperar en parís. Y él podía abrirselos, y tanto si podía. Lo tenía muy claro.

Él tenía la suerte de haberlo descubierto por su cuenta más la muchacha no parecía haber corrido ese mismo camino. Seguramente, esperaba pacientemente a que su madre la casara con alguien debidamente cortés y educado, que estuviese a la altura de su familia. O, tal vez, lo que ella esperaba era encontrar el amor de su vida, tener hijos y ser felices para siempre. Por desgracia este último lo veía demasiado imposible y no porque él fuera a hacer algo contra ello si no porque las muchachas de alta cuna nunca se casaban con su amor. Tal vez y solo tal vez, un uno por ciento de ese tipo de jovenes corrían la suerte de casarse con alguien a quien amar, aún así, el matrimonio habría sido de conveniencia y no por gusto propio. Realmente le daba lástima su situación.

Sabía que, por su parte, tal vez llegaría un día en que le obligarían a casarse con alguien. Bueno, más bien, lo intuia por como estaba la sociedad. Sin embargo, él tenía claro que no iba a hacerlo y sabía que su madre la apoyaba. Puede que fuera muy estricta en cuanto al protocolo si, o que le hubiese mandado allí para que su imagen no se arruinara, también, pero por encima de todo a ella y a su padre lo que más le importaba era la felicidad de Adam, siempre, habían echo lo imposible para que él fuese feliz. Y lo había sido, mucho. Por eso sabía que no correría esa mala suerte aún teniendo la determinación de jamás aceptar ese tipo de puesto.

Cabe destacar también que en este tipo de relaciones, los hombres suelen ser los que eligen a la mujer, es decir, que quien más sufre es ella. Pobres desdichadas.

Para cuando volvió de su pequeño mundo de pensamientos la tenía de frente. Parpadeó. "Me habré visto como un idiota, mirandola tan fijamente" pensó pues aunque la miraba realmente estaba pensando en todo lo que se le pasaba por la cabeza, sin embargo, no pudo pasar por alto el pequeño desliz de su bata. La manera en que dejaba entreveer su blanca y delicada piel. Apartó la vista hacia los ojos. Apartó la tentación de su mente.

-- Tiene razón, a empezado a hacer algo de calor por aquí -- la mano que tenía sobre la cintura de la joven la llevó hasta su camisa, desabrochando los primeros botones, dejando entreveer también parte de su pecho aunque ni mucho menos considerandolo tan sensual como el de ella. Extraño sería que él mismo encontrara sensual su cuerpo.

Disimuladamente volvió la mano a su lugar de origen, no sin antes rozarla suavemente por el hombro, el costado y asi sucesivamente hasta volver a la cadera, esta vez, bajandola un tanto más. Qué tentación la de acariciar esa largas y, posiblemente, suaves piernas, sin embargo, aún debia contenerse. Más le hacía sentir su mano bien fija sobre su cadera, dado que no le había apartado ni parecía para nada ofendida, entraría en su pequeño juego.

-- Y dígame, madame, me permite retirarle una cosa.. -- empezó a susurrar sin acabar la frase, acercando su rostro al de ella, juntandolo a milimetros pero sin dejar de mirarla a los ojos. -- ...que se le ha quedado...por esta zona.. -- concluyó el susurró en forma de pregunta pero muy pausada, dejando que el aliento de cada palabra chocara contra sus labios, bajando la mirada hacia ellos por unos segundos, para después volver a subirlos hasta sus ojos.

Tentación, dulce tentación.
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Mensaje por Melinda Chavànnell Vie Mayo 20, 2011 5:49 pm

Sus labios se curvaron dibujando así una encantadora sonrisa en sus labios, esos labios que no podía parar de mirar y al parecer, él tampoco podía parar de mirarme, ya fuera a mi, a mis ojos o a cualquier otra zona de mi cuerpo. Su mente parecía divagar por esos instantes probablemente reflexionando o tratando de entender mi aburrida forma de actuar, aquella en la que había sido educada. Esa pequeña burbuja de cristal en la que mi padre y mi hermano me habían sumido desde la muerte de mi madre, el día de mi nacimiento.

En un descuido, pude observar como sus ojos se deslizaban de nuevo por mi cuerpo, aunque esta vez de una forma distinta a la anterior, una forma lujuriosa que nunca antes había visto en la mirada de un hombre, y sobre todo, nunca este tipo de miradas habían sido causadas por mi persona, mi cuerpo o mis movimientos. Sus dedos se deslizaron hasta el borde de su camisa y él desabrochó un par de botones dejando entreveer lo que parecía un atlético cuerpo de color aceituna...

Me quedé mirándole unos instantes, quizá demasiados, quizá ésto había dado pie a ciertos pensamientos en su mente qué sabía yo... y de pronto esas palabras salieron de sus labios casi en un susurrro "ha empezado a hacer calor por aqui" Su voz... su voz era como un hipnótico para mí, y más aún si la empleaba en aquel tono modulado e insinuante que jamás un hombre me había dedicado... por sólo un instante imaginé cómo sería la senación de estar entre sus brazos, a qué sabrían sus besos o... simplemente cómo sería notar el calor de su cuerpo... Deseché de mi mente este último pensamiento, reprimiendome a mi misma por mis instintos más primarios que parecía no poder controlar en presencia de Adam...

Levanté mi vista para encontrarme con sus ojos y con una traviesa mano que de nuevo volvía a su lugar de origen, mi cintura, no sin antes recorrer otras partes de mi cuerpo, haciendo que de nuevo esa sensación embriagadora recorriera mi cuerpo de punta a punta, haciéndome cerrar los ojos para disfrutar aún más de ella. Cuando sus caricias cesaron abrí mis ojos lentamente, y para mi sorpresa él se encontraba allí, a escasos centímetros de mis labios y yo notaba como de nuevo mi corazón comenzaba a acelerarse como una bomba de relojería. De nuevo cerré mis ojos para a continueación juntar mi frente con la suya disminuyendo aún más la distancia entre nuestros rostros.

No... no me haga esto por favor Monsieur... se lo ruego dije haciendo acopio a toda mi fuerza para no sucumbir a sus palabras y a sus besos, esos besos que mis labios estaban deseando probar Notaba como el corazón tiraba de mi cuerpo para acercarme al de aquel joven al mismo tiempo que mi razón tiraba hacia atrás como si se tratara de un combate en el que no estaba muy claro quién sería el vencedor aunque casi todas las apuestas daban por ganador al corazón No... no es decoroso esto para una dama de mi posición y... Mademoiselle Coleman debe estar a punto de llegar y lo último que quisiera sería que le propinara unos escobazos a ese cuerpo tan perfecto que tiene... parece un auténtico dios griego...

Dije sin ser consciente de mis palabras notando como poco a poco la razón iba sucumbiendo al deseo, sin saber cómo actuar, qué decir, qué sentir o qué hacer... porque sin duda mi espíritu era débil y más aún teniendo en cuenta que nunca antes había estado con un hombre en aquella situación sintiendo ese mar de sensaciones que recorrían mi cuerpo... mis dedos se deslizaron tímida y lentamente hasta los botones que momentos antes él había desabrochado alegando un aumento de la temperatura.

Pero por lo visto, la temperatura tendería a duplicarse en unos instantes
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Vie Mayo 20, 2011 9:17 pm

Sonrió.
Las palabras de la muchacha no hacían más que confirmarle lo que ya pensaba desde un principio. Poco a poco estaba sucumbiendo ante él. No era el único que sentía esa atracción entre ambos. No era el único que deseaba besar los labios ajenos no importara como. La única diferencia entre ellos era el recato, ella todavía tenia un resquicio de conciencia que le decía, exactamente, lo que sus labios le habían comunicado, sin embargo, la suya le invitaba a caer en la tentación sin duda alguna. En él no había prohibición alguna. De echo, ya se había contenido bastante. Tener un cuerpo como aquel semidesnudo tanto tiempo sin tocarlo había sido una autentica cruz. Y todavía seguía conteniendose, evidentemente, porque en aquel lugar iba a ser dificil hacer todo lo que se le cruzaba por la mente. Bueno, no todo, demasiadas barbaridades había pensado y tal vez le causaría un trauma a tan recatada dama. Debía ser suave como la seda, rápido para hacerla sentir y a la vez lento en movimientos. Dificil convinación que se adquiría con la práctica.

Adam movió su rostro de arriba a abajo, provocando así que ambos labios se rozaran muy suavemente. Sus alientos ya se habían chocado hacia tiempo, se respiraban el uno en la boca del otro. Podían escucharse mutuamente casi los latidos del corazón de lo cerca que permanecían. Sus cuerpo estaban cada vez más pegados y Adam continuaba controlando su mente.

Soltó una suave carcajada, casi como si se pudiera decir que se carcajeó en un susurro ante las palabras de la joven. Le resultaron ciertamente divertidas, el que le compararan con semejante diós. Estaba claro lo deseosa que la tenía. - Me siento halagado..madame.. - susurró, ahora depositando la mano sobrante sobre el otro lado de la cadera que quedaba libre, de esta manera, la tenía mejor sujeta y podía pegarla más a su cuerpo. Que fue exactamente lo que hizo. - Debo decir, por su parte, que podría competir con la mismisima Afrodita... - le devolvió el cumplido, recordando en ese instante esa diosa de la que tanto había leido y que tanto le gustaba. La diosa que representaba parte de sus ideologias. La diosa del deseo, la atracción, la lujuria. El diablo encarnado en mujer solía pensar Adam, con un cuerpo de..precisamente eso, diosa.

Se separó unos milimetros y bajó la mirada, era pronto y todavía quería jugar un poco más con la tentación. Todavía quería hacerla sentir más deseosa de lo que en ese momento pudiera estar. Quería abrirle los ojos y lo haría, aquello nada más sería una pequeña muestra.

Sus rostro bajó hasta el cuello, descendienco con lentitud por su rostro, acariciandolo con la punta de la nariz. Una vez en el lugar lo rozó con sus labios. Los paseó de arriba a abajo un par de veces, solo como un suave roce. Dejando que ella pudiera sentir como respiraba sobre su piel al igual que antes lo había echo sobre sus labios. - ¿Me dirá..que no lo desea?.. - susurró acariciando ahora la zona con parte de su nariz, inhalando su aroma. El perfume que impregnaba su piel. Un delicioso olor. - No desea sentirlo sobre sus labios...su cuello...su cuerpo recorriendola.. - sus labios acariciaban todavía el cuello, subiendo hasta su oido. - ¿No desea caer junto a mi a la tentación de..lo prohibido? - sus palabras eran totalmente suaves, se las llevaba su sola respiración más sabía que cada una de ellas martillearía en el corazón de la joven.

Respiraba lentamente, al igual que ella, escuchandola y haciendo que ella lo escuchara. Le faltaba poco, muy poco...
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Mensaje por Melinda Chavànnell Sáb Mayo 21, 2011 3:34 am

El roce entre nuestros labios se hizo patente cuando Adam comenzó a mover su rostro con delicadeza sobre el mío, haciendo que más de una y más de dos veces éstos se juntaran pareciendo que iban a fundirse en un beso, pero eso no ocurría. Una sonrisa se dibujó en mis labios y un fuego interno irrumpió en mi corazón, notaba calor interior y no sabía explicar el porqué, sólo sabía que el más minimo roce entre nosotros hacía aumentarlo y la bata de seda comenzaba a incomodarme.

De nuevo un pequeño detalle que para cualquier otro pasaría desapercibido, había reído en un apenas un susurro de una manera que se me antojaba sensual casi provocadora para luego dejar escapar de entre sus maravillosos labios aquellos sonidos, palabras a las que me costaba prestar atención... Afrodita debe estar en estos momentos furiosa en el Olimpo por su culpa Monsieur... es la diosa de la belleza, el amor y la pasión y yo nisiquiera llego a ser la mitad de bella que ella ¿no cree? por ella se peleaban dioses para conseguir el más mínimo resquicio de su amor, de sus labios... y de esa pasión que ella tenía guardada en su fuero interno y que no era alcanzable para todos... y que yo sepa... nadie se ha sentido tan atraido por mi como para pelearse por mis besos... o se ha vuelto loco por no haber conocido... esa pasión sólo reservada para la persona idónea Monsieur

Dije esto último en apenas un susurro que se perdió entre mis labios y su oido en el que me permiti exalar mi dulce aliento para después, lentamente volver mi rostro y posarlo frente al suyo. Sin duda él ya había conseguido algo que ningún hombre podía haber conseguido antes... que abandonara mi timidez para mostrarle que tras la apariencia de una niña podía encontrarse aquella mujer sensual que pocos conocían.

Su rostro descendió hasta mi cuello no sin antes provocar aquellos pequeños roces, que pese a ser pequeños eran una de las caricias más tentadoras que jamás antes me habían brindado. Podía notar su dulce aliento aroma en mi cuello entremezclandome con el mío de cereza con cierto punto de vainilla, dulce, afrodisiaco, delicado... sin duda hasta la más ínfima cosa aumentaba el deseo que tenía por besar sus labios y de nuevo aquellas palabras pronunciadas lenta y pausademente mientras mis ojos se cerraban para disfrutarlas aún más para grabarlas en mi corazón mientras mi mente imaginaba cómo sería sentir el tacto de su cuerpo sobre el mío.

Tentación, dulce tentación ¿acaso debo escucharte? Claro que lo deseo... pero... ni siquiera sé su nombre Monsieur y... tendría que informarle de los riesgos que corre tratando de cortejarme... y peor aún tratando de quedarse con el fruto más prohibido para un hombre... mis labios se deslizaron hasta su cuello dejando caer ahí mi respiración para, a continuación susurrar pausadamente en su oido la virginidad de una joven de alta cuna...

Me separé apenas unos centímetros y miré hacia la puerta con una sonrisa entre mis labios, la cortina seguía estando medio abierta, coloqué mi bata y caminé hasta allí contoneando levemente mis caderas... corrí la cortina y cambié el cartel de "ouverte" por el de Fermé". Eché la llave y me apoyé en la puerta con una sonrisa entre mis labios esperando a su próximo y final movimiento... si jugaba bien sus cartas quizá y sólo quizá obtendría lo que él deseaba. Y por qué quizá? Por el habitual miedo que todas las damas tienen al dolor de aquella primera vez
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Dom Mayo 22, 2011 10:43 am

El cuerpo de Adam se quedó inmovil. Sus brazos permanecían apoyados sobre la pintura blanca como si la muchacha aun estuviera entre él y esa fina capa de hormigon a la que llamaban pared. Agachó levemente la cabeza y sonrió aun recordando el olor. Se relamió los labios, esta vez, recordando el ligero sabor de su piel que había podido percibir gracias al roce con sus labios. Había sido muy suave, extremadamente suave, aún así, suficiente para hacerse una idea. El tacto también le ayudaba pues él era enormemente sensible con esas cosas, solía percibir las sensaciones ajenas son suma facilidad. Tal vez práctica o, simplemente, una especie de don que le había sido otorgado. Aunque él no era el único, muchos hombres también tenían esa capacidad, realmente, cualquier hombre que prestara atención a lo que tenía delante -atención de la de verdad- sería capaz de percibir lo que él percibia. De sentir lo que sentía. Más los muchachos e incluso hombres echos y derechos habituales, tenían puesto su cerebro en otra parte. No buscaban sensibilidad, tacto o sentimientos. Buscaban sexo. Así de simple.

La observó de reojo, al parecer, la joven iba enserio pues el cartel que puso demostraba que no quería que los interrumpieran, por lo menos, en un buen rato. Y su mente volvía a imaginar cosas y más cosas. Demasiadas. Demasiadas perversiones se le pasaban por la mente. Perversiones que, por desgracia, no podría llevar a cabo. Desde que tenía su nuevo "pasatiempo" allí en París, la perversión de su mente había ido en aumento aún cuando en Inglaterra ya se consideraba todo un perverso, no muchos de su edad sabían las cosas que él sabía. Tal vez, en ciencia, no tendría ni idea. Pero en temas de cama, él sabía como el que más de los de su generación. Sin exagerar.

Caminó ahora fuera del biombo, ya no corrían peligro de que les sorprendieran y, si por casualidad volvía la modista de sus tareas, se encontraría el cartel por lo que daría media vuelta. Se pensaría que la dulce muchacha que tenía delante ya se habría marchado. Se había marchado si, pero a su mundo. Al pequeño mundo que él habia formado entre ellos en cuestión de pocos minutos.

Avanzó hasta quedar frente a ella todavía con una sutil sonrisa en el rostro. - Tal vez, corra algún riesgo, madame, sin embargo.. - se inclinó, suavemente, hasta que sus labios se posaron sobre el oido derecho de la joven -...yo conseguiré quitarle esa venda que lleva puesta en los ojos, le abriré un mundo nuevo... - sus labios tomaron con suavidad la oreja de la muchacha, apoyando suavemente su mejilla contra la de ella, rozandola - No todo ahi fuera es como tus padres lo dicen, Melinda.. - susurró esta vez, algo más serio y atreviendose a llamarla por su nombre. Tal vez se había quitado un poco la mascara de cortés que llevaba puesta pero, sin embargo, aquello le daba un toque sensual a la situación. El dejar de ser formal. Una prohibición como los pensamientos de Adam y esa misma conversación que estaban teniendo. La manera en que se habían rozado o mirado siendo unos simples desconocidos. Siendo un par de personas que acababan de conocerse de manera informal hacía un par de minutos.

- Y puede llamarme Adam, madame, un placer estar en su compañía - se separó, tomó la mano de la muchacha y volvió a besarle el dorso, de nuevo, con las formalidades apropiadas teniendo en cuenta la impropiedad de la situación. No pudo evitar sonreir con picardia ante ese pensamiento, a él, le encantaban las situaciones prohibidas.

Con esa misma mano que habia besado y aún mantenía sujeta la utilizo para hacer rotar a la muchacha, quedando así de espaldas a él. La pegó a su cuerpo. Sus manos se deslizaron por el perfil de su cuerpo -una a cada lado- hasta volver a depositarse en la cintura más no quedandose quietas, eran traviesas y se movían suavemente de arriba a abajo. Aún siendo la fina tela del albornoz lo que rozaban, eso no quitaba la sensualidad del roce.

- Y dígame, ahora que sabe mi nombre y que soy consciente de los riesgos que puedo correr... - se acercó hasta la nuca de la joven, respirando sobre ella aun sin rozarla - ¿Cuales está dispuesta a correr usted? - preguntó, apartando los bellos mechones rubios que cubrian la zona y depositando en ella parte de sus labios y nariz, haciendo así que la joven tornara un tanto el cuello para el lado contrario, observando la blanca y fina piel de aquella zona.

Cerró los ojos y suspiró, a proposito, sobre el lugar. Sus manos habían pegado el cuerpo de la joven al suyo. No había ni un milímetro de separación entre ellos, ni uno...
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Mensaje por Melinda Chavànnell Lun Mayo 23, 2011 12:54 pm

Sonreí desde mi posición mientras mis delgados y refinados dedos jugaban traviesos con un mechón de mis cabellos que caía sobre mis hombros. Levanté la mirada para hacer que nuestros ojos se encontraran una vez más. En sus ojos se podía apreciar el brillo de la pasión y la lujuria contenida de aquel momento, un brillo muy semejante al del depredador que espera entre la maleza para saltar sobre su apetitosa presa... aunque claro, en este caso la presa era mucho más sensual y bella, pensé sin ánimo de parecer presuntuosa.

Una leve risa escapó de la prisión de mis labios en un tono suave y ligero, tanto que era posible que Adam no lo hubiera percibido... Él empezó a caminar despacio hacia mi dejandome entrever su perfecta anatomía, con esa mezcla deliciosa y prohibida de lo desaliñado, lo cortés y lo sensual... tan sensual me parecía que no pude reprimir el impulso de atrapar entre mis dientes con delicadeza mi labio inferior. De nuevo Adam redujo la distancia entre nosotros, haciendo que ésta se tornara peligrosa para mi autocontrol... su susurro volvió a cautivarme y pude notar a la perfección como todas y cada una de mis terminaciones nerviosas se estremecían con el simple contacto de sus labios cercanos a mi oido, de su respiración sobre mi cuello...

Él me prometía un mundo nuevo, un mundo en el que seguramente no habría lugar para el recato o la timidez, pero no era eso lo que me asustaba. Estaba deseando entregarme a la tentación de dormir entre sus brazos y notar su cuerpo sobre el mío, pues sabía que sería lo suficientemente delicado como para hacerme pasar un rato más que agradable pero... ¿qué pasaría tras aquello? Él no tenía mucho que perder, quizá una pequeña reprimenda por haber deshonrado a una dama pero... ¿y yo? seguramente yo tan sólo fuera uno de aquellos bonitos juguetes que él se moría por poseer, pero de los que al poco tiempo se cansaría y si me entregaba a él, si le entregaba mi virginidad... a parte de romperle el ideal de hija puray casta a mi padre perdería cualquier oportunidad de encontrar un marido decente.

Un marido... suspiré al final para las mujeres toda nuestra vida se reducía a aquella simple palabra marido. Sin él no eras prácticamente nadie, y ya que, casi nunca se nos permitía casarnos por amor, ¿qué mejor que escoger a un buen chico que nos apreciara? y por desgracia, si perdía mi virginidad mis posibilidades quedarían reducidas a un hombre que me doblara la edad y que seguramente sería todo un desagradable y... yo no deseaba pasar toda mi vida encadenada a aquello... qué hacer, dificil decisión sin duda.

Y de nuevo una simple palabra de sus labios consiguió que todos mis pensamientos y preocupaciones desaparecieran en cuestión de segundos... Melinda me había llamado por mi nombre y nunca pensé que éste pudiera resultar tan bonito en labios de alguien... mis mejillas se pintaron de un color rosado al escuchar aquello, pero más aún cuando sus suaves labios rozaron mi piel para regalarme aquel caballeroso beso... Adoraba aquello de él que fuera tan extremedamente amante de lo prohibido, pero conservando la educación necesaria para que una mujer se sintiera bien en aquella situación.

Aquel delicado gesto dio un giro de trescientos sesenta grados cuando me atrajo a él de aquella manera, haciendo que nuestros cuerpos quedaran pegados, sin que hubiera espacio para el aire o nuestra respiración. Cerré los ojos pues, de nuevo sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo de aquella forma tan delicada pero a la vez tan incitante... olvidé mis miedos anteriores, relajé mi gesto y posé mis manos sobre las suyas, guiándolas hasta el nudo de mi pequeña y delicada bata de seda. Abrí los ojos y susurre todos aquellos que tú quieras correr conmigo Adam...

Giré mi cuerpo lentamente, sin hacer que la distancia que nos separaba aumentara, sino todo lo contrario. Le miré a los ojos y lentamente mi mirada fue descendiendo por sus facciones hasta llegar a aquellos labios que tantas ganas tenía de besar y... ¿para qué esperar más? pues un beso de mis labios podía decirlo todo. Mi rostro se acercó al suyo lentamente para a continuación rozar mis labios contra los suyos de manera sutil, incitándole y haciendole sufrir un poco. Le miré de nuevo con una sonrisa traviesa entre mis labios y reduje toda distancia entre nsosotros haciendo que nuestros labios se juntaran en un beso lento y sensual.

Tentación, dulce tentación, ahora tienes un nombre y sin duda es Adam
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Mensaje por Jean-Luc Tessier Mar Mayo 24, 2011 12:27 pm

Su nombre. Adam. Esa simple palabra no pensó que pudiera resultar tan sensual en boca de otra persona como en ese momento. El momento en el que Melinda lo había llamado por su nombre de pila como él había echo con el suyo. Sin embargo, no se esperaba el que le correspondiera. Tal y como había dicho antes de mantener las distancias se imaginó algo parecido para ese momento. Tal vez, poco a poco sucumbiria a él, sin embargo, la situación dió un giro inesperado. Sus acciones no eran las esperadas y como se alegraba de que le estuviera sorprendiendo. Como se alegraba de que hubiese sacado esa lujuria que tenía dentro. Como se alegraba de haber conseguido que se liberara y, únicamente, pensara en si misma, en lo que quería en ese momento dejandose de las malditas formalidades y demás chorradas que les rodeaban. Ahora mismo, dentro de aquella habitación, no había leyes ni normas que pudieran controlarles.

Sus ojos se mantenieron fijos en los de la joven. La dejó voltearse, tampoco podía haberselo impedido de lo ligeramente embobado que lo tenía y por inercia bajó un tanto su cabeza aprovechando que ella también se acercaba. Sus labios. Sus labios permanecieron a milimetros tal y como antes habían estado solo que ahora no había sido él el culpable. Podía ver en los ojos de su acompañante que el decoro o el pudor por lo que pensara la sociedad se había esfumado dando paso a un deseo. Un deseo mutuo. Un deseo que se había creado entre ambos en el primer instante de conocerse. Un deseo que, posiblemente, les llevara a tener un vínculo especial.

No lo dudó y ella tampoco. Fue cosa de segundos, instantes, los que transcurrieron antes de que sus labios se juntara. Un beso. Un simple beso como otro que había dado miles de veces. Un beso como el que estaba acostumbrado a dar a sus amistades más cercanas. Como el que acostumbraba a dar a sus clientes. A sus acompañantes de cama. No. Ese beso no tenía absolutamente nada que ver con los demás. Era posiblemente único y especial de Melinda. Un beso que posiblemente no compartiria con otra mujer pues, cada una, le daba su toque especial. Y el mismo dicho de que cada persona era un mundo podia aplicarse con aquella situación.

Solo mantuvo los ojos abiertos durante unos breves instantes pues enseguida se dejó llevar, cerrandolos. Sus manos volvieron a deslizarse suavemente hacia las caderas de la joven. Al principio fue suave, muy suave. Ambos labios se rozaban como si de un baile se tratara, se tocaban mutuamente, se acariciaban. Y sus manos siguieron la misma pauta. No parecía estar asustada, sin embargo, sabía que no podía ser brusco de buenas a primeras. Por mucho que por dentro estuviese ardiendo aún quedaba algo de control en su mente.

Sin separarse en ningún momento las manos empezaron a moverse, concretamente, una de ellas se deslizó hasta la obertura de la bata, deshaciendola y metiendola por dentro. Ahora podía sentir su piel directamente. No dudo, enseguida, en introducir ambas manos para acariciar sus caderas sin la tela, era fina, pero aún así para lo que él quería de verdad demasiado molesta. Suave y tersa, delicada. Tal y como se la habia imaginado. Con una se quedó levemente quieto en ese lugar, pasaba el pulgar de vez en cuando por la zona, acariciandola, pero no mucho más. Sin embargo, con la otra si se aventuró a explorarle el cuerpo.

Por extraño que pareciera para un hombre de aquella época, lo primero a lo que "atacó" no fueron sus senos. No. Eso no era lo más impotante para Adam. Primero se preocupo de ver a traves del sentido del tacto. De memorizarse su cuerpo aun cuando sus ojos se mantenían cerrados y sus labios pendientes de darle placer y recibir los que le daba ella. Una vez hubo explorado el vientre se encaminó hasta la parte trasera, notando, como era de esperar, su ropa interior. Únicamente pasó un par de dedos por dentro del elastico más no hizo ninguna incursión más, ahora se dirigia hacia sus muslos. Los acarició de arriba a abajo y en un arranque aprovechó el tenerla bien agarrada para pegarla con fuerza a su cuerpo, inclusive, escuchando el ruido que ambos cuerpos habían producido al chocar.

La agarró con fuerza dandole via libre para que la pierna que sujetaba la alzara y rozara contra su cuerpo, para que, si quería, ella también le explorara como acababa de hacer con ella. En ese momento ella era suyo y él suya.
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Mensaje por Melinda Chavànnell Mar Mayo 24, 2011 4:23 pm

Sus manos se deslizaron de manera delicada al nudo de mi bata deshaciéndolo despacio, sin prisas, permitiendome disfrutar de aquel momento, que me pareció eterno, pero no pesado. Mi cuerpo fue acostumbrandose al tacto de su piel sobre la mía gracias a las caricias que él me estaba brindando sobre cada centímetro al descubierto de mi piel color aceituna. Cerré levemente los ojos dejando reposar mi rostro sobre sus hombros mientras él exploraba mi cuerpo con una de sus manos, de manera sutil, delicada y dulce... mientras de vez en cuando el pulgar de su mano contraria se movía acariciando mis caderas... Dejé caer mi respiración sobre su hombro regalándole unos tímidos besos en aquella zona que se me antojaba del todo apetecible.

De mis labios escapó un pequeño suspiro, un suspiro delicado y con cierto aire sensual debido a la forma en la que salió de mis labios... Sin duda podía notar como con sus simples caricias Adam estaba descubriéndome un mundo nuevo, aquel mundo que me había prometido desvelar y del que estaba segura que descubririía todos sus secretos y recovecos... Mi piel se erizó de manera notable al notar cómo sus manos se acercaban de manera peligrosa al elástico de mi ropa interior, aunque, como buen caballero, sus manos pasaron de largo por esa zona y comenzarón a acariciar mis muslos atrayéndome hacia él provocando un pequeño ruido producido por el choque de nuestros cuerpos.

Rei casi en un susurro sobre su regazo, mientras levantaba mi rosto para mirarle Vaya si que tienes ganas de tenerme cerca Adam mis ojos color almendra fijaron su mirada en los suyos mientras mis labios se acercaban de nuevo de manera peligrosa a los de Adam. Provoqué un leve roce, casi impercibible y tras éste besé lenta y timidamente sus labios mientras mis manos rodeaban su espalda. Fue un beso un tanto largo, lento en el que mis labios se movían al compás de los suyos, haciendo pequeñas pausas en las cuales sólo nos rozábamos y yo me permitía sonreir sobre sus labios. Le miré de nuevo a los ojos, con la diferencia de que, en esta ocasión los míos tenían cierto brillo diferente una mezcla de deseo con una chispa de miedo.

Pude notar con claridad su invitación sin palabras para comenzar una exploración de su magnífico cuerpo de dios griego... ese cuerpo que me había echo enloquecer con tan sólo unos breves instantes... instantes tras los cuales cualquier hombre que tuviera las mismas intenciones que Adam tenía ahora, se llevaría un buen guantazo por mi parte pero... no eso no era lo que yo quería darle a Adam.

Mis inexpertas manos se deslizaron con delicadeza hasta su torso y lentamente fueron acariciando aquellos recobecos en los que la piel de Adam se encontraba sin ropa que la cubriera, le sonreí tratando de mostrar seguridad para que así no perdiera todo interés en mi, y fue ésto lo que animó a mis dedos a ir desabrochando lentamente y uno a uno cada uno de los botones de la camisa que cubría el torso de Adam. A medida que mis manos iban descubriendo su torso, mis labios daban tímidos besos en aquellas zonas descubiertas, para a continuación deslizar mis manos hasta su cuello y sonreirle de manera delicada Yo... siento si mis caricias no te producen... bienestar jamás había estado en una situación así... de la misma manera Adam... te ruego que tengas delicadeza conmigo a la hora de...

Mi mirada se deslizó hasta el suelo para disimular aquel delicioso rubor que comenzaba a teñir mis mejillas por la situación... deseaba que fuera delicado conmigo pero tampoco quería que por tratar de ser delicado dejara de brindarme aquellos juegos anteriores que hacían estremecer cada una de mis terminaciones nerviosas. Sonreí segura de que él sabría proporcionarme la mezcla exacta entre pasión, dulzura y delicadeza, lo podía notar en sus caricias, en su forma de mirarme.... aquella forma que me había cautivado desde el primer momento. atrapé su camisa, ahora abierta, entre mis manos y le atraje sutilmente hacia mi, reí ligeramente y mis labios comenzaron a trazar un camino de besos desde sus comisuras hasta su oido Aunque... no sé por qué me preocupo Adam...eres mi más dulce tentación... y sé que sabrás como tentarme aunque te pido disculpas anticipadas si no... consigo hacerte sentir la mitad de sensaciones que hoy me estás descubriendo tú a mi dije entre susurros
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Un paseo para distraer la mente. Empty Re: Un paseo para distraer la mente.

Mensaje por Jean-Luc Tessier Mar Mayo 24, 2011 10:39 pm

La actitud de la muchacha le resultó ciertamente encantadora. Se notaba la inexperienca que poseia en aquellos temas pero a la vez todo el deseo y la pasión que, posiblemente, habría encerrado durante mucho tiempo. Que golpeaban a la puerta de su mente y cordura para que las dejara salir. Estaban esperando a su llegada y no tenía duda alguna. El que, por casualidad la hubiese visto mientras paseaba había sido cosa del destino ¿podía ser semejante encuentro una casualidad? tal vez, después de aquello no volverían a verse, tal vez, se olvidarían mutuamente. Tal vez...

Adam no estaba en ese momento como para ponerse a pensar en lo que ocurriría mas adelante, imposible, su cuerpo y las pocas neuronas que le quedaban despiertas estaban completamente pendientes de Melinda. De como le susurraba, de sus roces. De como le desabrochaba lentamente la camisa. ¡Por Dios! Qué desesperación. Que ganas de tirarla al suelo y arrancarle la ropa aunque fuese con la propia boca. Si, seguramente, de hacer eso la joven se escandalizaría y aunque el cuerpo era lo que le pedía no podía hacer eso por nada del mundo, de echo, tampoco quería. Únicamente era un deseo oculto ante tanta pasión que le producía. Pero él prefería disfrutarlo. Que ella se llevara un buen recuerdo y no le considerara un bárbaro por sobre todas las cosas.

- Con cada roce me llevas al cielo y a la vez me hundes en el infierno. Haces que mi cuerpo vibre y se encienda - susurros que salían y salían sin detenerse. Era lo que su propio cuerpo intentaba expresar con palabras. - Haces que pueda perder el control. Que mi cabeza no pueda pensar. Que mi cuerpo únicamente quiera actuar - sus labios estaban pegados al oido derecho de la joven, respiraba agitadamente tanto por la nariz como por la parte inferior y todo para que ella pudiera escucharle. Para que pudiera sentirle. Que sintiera como se encontraba por causa de lo que le había echo o dicho. Podría no tener experiencia o incluso ganas, pero eso no le había impedido despertar a su cuerpo. Algo incontrolable.

Sin más volvió a besar sus labios, esta vez, un tanto más apasionadamente. Era imposible que lograra controlar su fuego interior durante todo el tiempo. aunque fuera en pequeñas cantidades, lo dejaría salir poco a poco. Y la mejor forma de empezar era con un lento y a la vez pasional beso. Muy pasional. Fiero como si de comerse los labios ajenos se tratara.

Los ojos se cerraron y una vez más las manos volvieron a ser las que guiaban su mente. El tacto volvió a ser su sentido vital para aquella exploración que aún no había terminado.

Ambas volvían a estar en su punto de partida. Las caderas se habían vuelto, sin duda, un buen lugar donde depositar las manos. Aún no lo habia visto con sus propios ojos pero ya podía imaginarlo a la perfección. Cada rincón. Suavemente comenzó a deslizarse una de ellas hasta los muslos, esta vez, la contraria a la de la anterior. Los apretó con suavidad no sin antes acariciarlos de arriba a abajo. Qué caliente se estaba poniendo todo su cuerpo y que fuego se habia despertado en él.

Sin poder resistirlo más la mano libre se coló por entre la ropa interior más dirigiendose hacia una de sus nalgas, pellizcandola suavemente. Deslizó la prenda suavemente hacia un lado. No con la intención de retirarla todavia más si de aumentar un cierto grado la situación, también, queriendo ver la reacción en el cuerpo de la joven. Queriendo excitarla y, en definitiva, volverla loca - Dime...por lo que más quieras...que hay algo mínimamente blando donde puedo tumbarte en este preciso momento - susurró contra sus labios al separarse unos milimebros. Sus ojos se abrieron únicamente esperando de su respuesta y estaba claro que allí de pie no era un buen sitio para continuar.

Era hora de avanzar y explorar más detalladamente los secretos que su cuerpo escondía.
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Un paseo para distraer la mente. Empty Re: Un paseo para distraer la mente.

Mensaje por Melinda Chavànnell Miér Mayo 25, 2011 11:36 am

Los susurros que Adam regalaba a mis oidos no hicieron más que amentar aquella temperatura interior que él había despertado. Un sinfín de sensaciones se habían activado en mi cuerpo desde el primer roce de nuestra piel, pero sin duda aquellas dulces y pausadas palabras habían provocado nuevas sensaciones en mí... con cada palabra notaba como mi corazón comenzaba a acelerar su ritmo acompasado para convertirse en un ritmo frenético e intenso... sin duda era curioso el efecto que podían tener las palabras adecuadas en una situación como aquella. Al parecer mis palabras y caricias anteriores también habían surgido el efecto deseado, pued podía notar con claridad su pecho subiendo y bajando signo de una tremenda agitación... ¿acaso había yo, una inexperta y no muy atractiva joven, causado aquella desesperación en un hombre que parecía todo en experto en asuntos de la seducción?

Eso parecía sin duda, o al menos eso crei cuando sus labios buscaron los míos para encontrarse en un beso profundo y apasionado, mucho más apasionado que el que momentos antes yo le había regalado... un beso que sacó todos aquellos instintos que se encontraban ocultos en mi cuerpo deseosos de salir a la luz, y mucho más si era en su compañía... mis manos subieron hasta sus hombros y se deshicieron de aquella camisa de seda que cubría su torso, permitiendo así que yo pudiera memorizar con el tacto cada uno de los recovecos de su perfecta anatomía... una anatomía que sin duda me volvía loca.

Sus manos tampoco quisieron quedarse rezagadas y se aventuraron a explorar una zona que nunca nadie había tocado... mis nalgas... se atrevió a pellizcar una de ellas haciendo que mi cuerpo quedará al suyo y un sonido jamás escuchado salió timidamente de mis labios. Fue tan suave que casi podría haber sido impercibible aquel pequeño gemido... mis labios se separaron de los suyos y buscaron su cuello depositando un pequeño camino de besos a través de éste... pero no por mucho tiempo, pues no pude evitar la tentación de volver a disfrutar uno de sus besos. Rocé de nuevo mis labios contra los suyos y entonces escuché de nuevo aquella deliciosa voz... la voz del deseo.

Hay... hay un diván al fondo de la habitación es donde colocan los vestidos largos para que.. no se arruguen sonreí con coquetería mientras mi mano buscaba la suya, una vez la encontró de mis labios escapó una risa traviesa acompañada de una mirada llena de picardía. Comencé a andar guiándole a lo largo de aquella habitación que tan bien me conocía, cada pared, cada esquina, cada baldosa levantada... no poseían secretos para mi. Una vez llegamos al sitio indicado mis labios volvieron a buscar los suyos regalándole un beso pasional mostrándole la sed que tenía de él, de sus caricias... lentamente fui deshaciendo el beso para mirarle a los ojos y susurrar sobre sus labios Me vuelves loca Adam...

Mi frente se apoyó sobre la suya y una pequeña sensación comenzó a invadir mi interior, una sensación de la que tenía miedo... podía notar como las redes de Adam habían atrapado mi delicado corazón, y ahora tenía miedo de que tras darle lo que quería él lo rompiera en pedazos...
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Un paseo para distraer la mente. Empty Re: Un paseo para distraer la mente.

Mensaje por Jean-Luc Tessier Miér Mayo 25, 2011 3:52 pm

El muchacho fue llevada por la joven hasta el diván con sumo gusto, dejando su camisa en el suelo de donde acababan de estar. Al principio se sorprendió de ver que se la había quitado. Ahora resulta que soy yo al que empezarán a desvestir primero, pensó y seguidamente sonrió con picardía. Vale, ella cabía decir que ya estaba prácticamente desnuda pues únicamente una fina bata era la barrera que tapaba su cuerpo. Cuerpo que mantenía cubiertos sus partes más íntimas con a penas la ropa interior. Ella misma había echo su faena sí, pero a pesar de ello, con lo recatada que le pareció al principio no pudo evitar la sorpresa de que le retirara una prenda. No muchas lo habían echo cabe decir.

Volvió a tomarla entre sus brazos una vez estuvieron en esa otra parte de la habitación. Cabe decir que se sentía un tanto extraño el echo de que aquello no estuviese "cubierto", acostumbrado siempre a una típica habitación de no muchos metros cuadrados, aquello que era tan grande daba la sensación de que en cualquier momento entrarían y los descubririan allí. ¡Y que excitante era esa sensación!

- Melinda.. - susurró contra sus labios también a milimetros de distancia. Sus manos volvían a aferrarse al cuerpo contrario haciendo que se pegaran. Ahora sus cuerpos ya prácticamente se pegaban por inercia. No podían estar separados. - Te haría tantas cosas...quiero hacerte tantas cosas... - susurró sin pensarlo, únicamente dejando que su boca hablara sin pasar antes el "corrector" por el cerebro. - Sin embargo..solo haré aquello con lo que vayas a disfrutar, no te haré daño.. - sus labios tenían pequeños encuentros con los de ella, besandose y separandose continuamente. Para poder hablarle pero a la vez sin dejar de besarla, lo quería todo a la vez. Siempre acababa queriendolo todo.

En un último de sus besos ya no volvió a separarse, intensificandolo así y cerrando sus ojos sin mediar una palabra más, no hacían falta. Sus manos viajaron hasta la bata y suavemente empezaron a hacer que se deslizara por su cuerpo hasta caer al suelo. Ahora ya no habia tela que impidiera su contacto así que sin poder evitarlo volvió a agarrala pegandola a su cuerpo con algo de brusquedad pero con muchas ansias de sentir el pecho de ella contra el suyo. De sentir la piel de ella contra la suya. Quería hacerla sudar, gemir, jadear...

Sin embargo, aún quedaba la ropa interior. Era un tema delicado, lo sabía, pues seguramente sería la primera vez en mostrarse de auquella manera frente a alguien y..¡qué demonios! él era un completo desconocido para ella. Y ella para él. ¿Por qué entonces se sentía tan..loco? ¿Loco era la palabra?. Su mente ahora no era capaz de pensar en eso. Solo podía pensar en melinda.

Una de sus manos se bajó de nuevo hasta un muslo para aprisionarlo, en todo momento haciendo latente el contado de ambos cuerpos sin dejar que sus labios se separaran y, por mientras, la otra mano subió hasta uno de sus hombros, bajando con los dedos delicadamente un tirante del sosten. No hizo más, únicamente quiso avisarla de lo que tenía en mente.

Lo deseaba, sí, lo hubiese echo en menos de dos segundos. Sin embargo, eso no era lo que quería para ella.
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Un paseo para distraer la mente. Empty Re: Un paseo para distraer la mente.

Mensaje por Melinda Chavànnell Miér Mayo 25, 2011 4:28 pm

Mi nombre salió de nuevo de entre aquellos adorados labios... al parecer me desebaba, y de qué manera. su tono de voz me lo afirmaba casi me lo decía a gritos y yo no pude evitar ruborizarme levemente por ser yo la causante de aquel mar de sensaciones que ahora estaba experimentando Adam. Nuestros labios volvían a unirse como si se necesitaran o les hubiera agradado tanto la sensación de permanecer unidos en un beso que ya no quisieran separarse. De vez en cuando nos separábamos tan solo unos instantes, los justos como para mirarnos a los ojos y decirnos con ellos todo aquello que pasaba por nuestra mente. Por mi parte, mis ojos podían reflejar sin duda un "te deseo" y cómo no desearle si había conseguido lo inconseguible, que esta tierna y delicada dama tan recatada buscara ahora con casi desesperación los labios de aquel desconocido del que no sabía la edad, la altura, si estaba comprometido, si estaba casado... no sabía nada más de él que su nombre y que necesitaba sus labios, sus caricias...

Tus labios son tan sólo el sendero que me acerca al abismo de tus caricias Adam... no sé exactmente cómo pero ahora mismo podría cumplir todos tus deseos por un leve roce de tu piel contra la mía...

Sus labios volvieron a juntarse con los míos en un beso más desesperado y apasionado, un beso con la justa brusquedad para hacerlo irresistible y con la justa delicadeza como para que no fuera un gesto burdo y soez... El leve sonido de la tela deslizándose por mi cuerpo me hizo abrir ligeramente los ojos; aquella interminable partida del ajedrez del deseo no había hecho nada más que empezar, los peones ya se habían movido y ahora, Adam avanzaba peligrosamente con su torre... despojando a la reina de su única protección: una fina y delicada bata de seda.

Mis labios se curvaron en una sonrisa y mis manos se encargaron de acariciar su rostro con cierta dulzura, ¿por qué tenía que ser endiablademente perfecto? estaba segura de que si se hubiera tratado de cualquier otro hombre jamás habría sucumbido pero él... él la había... ¿cautivado? sí, por el momento era mejor usar aquella palabra.

La distancia entre nosotros volvió a tornarse nula e inexistente gracias a la acción de Adam que había atraido nuestros cuerpos con cierta brusquedad, lo cual le daba un toque sensual... Mis ojos recorrieron el camino que sus dedos recorrieron por mi cuerpo hasta posarse sobre mi hombro izquierdo, dejándolo al descubierto al bajar el tirante de mi ropa interior. Un gesto, aquel había sido un gesto subliminal que indicaba que él quería seguir y... que si yo seguía ya no habría vuelta atrá perdería mi virginidad sí... pero no la perdería porque se la regalaría gustosa a Adam. Respiré profundamente para reunir todo el valor necesario para no echarme atrás y sobre todo, para que aquellos cobardes y decentes pensamientos no volvieran a inundar mi mente.

Giré lentamente quedando de espaldas a él y retiré con cuidado y de manera lenta y tentadora, el cabello que cubría mi cuello y parte de mis hombros, dejándole ver a Adam los extremos de los finos hilos de seda que salían del corsé que aprisionaba parte de mi sostén. Un corsé incómodo y que me ahogaba en ciertas ocasiones, pero un corsé útil que realzaba mi figura volviéndola más apetecible. Aquel simple gesto, significaba un adelante, estoy dispuesta, quiero ser tuya...

-Desvestir a una mujer de la alta sociedad no es tan fácil como parece ¿verdad?- dije soltando una risa jovial. Qué estupidez acababa de decir, seguro que Adam era un pequeño experto en el tema de la seducción y sus dedos habrían deshecho las lazadas de innumerables corsés de cientos de señoritas... y yo no sería una excepción tan sólo sería un número o un nombre más en su larga lista de damiselas conquistadas que cayeron rendidas a sus pies... Suspiré sin saber el motivo... albergando cierta esperanza.

Esperanza de que, quizás y sólo quizás... esta flor blanca y pura consiguiera en un futuro encandilarle de la misma manera que él había hecho conmigo...
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