Un paseo para distraer la mente.

Mi piel volvió a erizarse al notar el suave y provocador roce de los labios de Adam sobre mi nívea piel... no podía evitarlo era casi como una reacción que él únicamente producía. palabras, palabras vanas salieron de sus labios, sin ninguna maldad sin duda, pero no sabía por qué motivo a mí me hicieron daño... el simple hecho de que presumiera o.. de que me hablara con facilidad sobre sus innumerables conquistas hacían que mis entrañas ardieran de... ¿celos? no, eso no podía ser cierto... le conocía de apenas unas horas pero... ¿por qué demonios sentía que le conocía desde hacía más de una vida? No lo sabía, y aquel sentimiento me preocupaba..

De nuevo, mis labios fueron los encargados de exteriorizar mis sentimientos, mis pensamientos más ocultos en algún recóndito lugar de mi corazón ¿cómo? simple, con un gesto que en una mujer podía desvelar cualquier misterio: un suspiro. Un suspiro que transmitía dudas, celos, malestar... un suspiro que sin duda podía explicar por qué no me importaba entregarle mi más preciado tesoro a un desconocido...

Un leve gemido volvió a escapar de entre mis rosados labios al notar aquel leve y sugerente mordisco que Adam propinó en el lóbulo de mi oreja, haciéndome llegar al éxtasis con aquel simple gesto. Bendita inexperiencia que hacía del más mínimo roce un nuevo mundo de sensaciones para mí, unas sensaciones que Adam iba descubriéndome poco a poco haciéndome enloquecer en el intento... Sus manos subían y bajaban explorando mi cuerpo y se detuvieron en el nacimiento de mis senos dejándome aquella posibilidad de intimidad, un momento tan sólo para acostumbrarme a mi desnudez, a que otro la contemplara... ¿estaba lista? no lo sabía y eso me preocupaba...

No podía encandilarme de un hombre que me iba a usar como objeto de diversión y deseo, que sólo veía en mí una cara bonita que nunca había sido suya... pero ¿por qué demonios el brillo de su mirada decía justamente lo contrario a mis pensamientos? Había algo en aquella mirada que me hacía pensar que yo sí le importaba, que me deseaba pero me respetaba pero... ¿sería acaso un brillo fingido que utilizaba con todas las mujeres para así poder hacer que cayeran rendidas a sus pies? Era probable, pero no había duda de que conmigo había funcionado a las mil maravillas.

Mordí mi labio inferior al notar de nuevo un mordisco, esta vez en mi cuello, una zona que yo no imaginé que podía ser tan sensible a sus caricias. Giré lentamente quedándome frente a él, mientras mi dedo índice comenzaba a deslizarse de norte a sur por su torso acariciándolo, con mimo, con sensualidad
Estoy lista... siempre lo estaré para ti me atreví a susurrar aquellas palabras con una voz pausada y sensual en su oido, dejando caer mi respiración en aquella zona.

Giré lentamente a su alrededor recorriendo su perfecta anatomía sin más ayuda que aquel dedo índice que momentos antes había explorado su contorneado torso, y después apoyé mi espalda en la pared esperando a su siguiente movimiento. La luz y el calor se colaba en la habitación por las ventanas caldeando nuestra atmósfera, haciendo que la situación se volviera más provocadora aún si cabía. Mi pecho subía y bajaba ritmicamente anhelando el contacto con el pecho de Adam, un pecho al que ya me había acostumbrado a tener junto al mío, un roce que causaba que cada latido de mi co
razón se acelerara inevitablemente mente...

Un par de movimientos, quizá tres es lo que distaban para que ambos mordieramos de la manzana del deseo, una manzana prohibido que ninguno de nosotros podía resistirme a tomar por el simple hecho de estar en el jardín del otro... un deseo que nos lanzaba al abismo de lo imprevisible y que, quizá cambiara por completo el rumbo de los acontecimientos de un futuro


OFF: perdoname estoypoco inspirada hoy y me salio una shit de post e.e el pobre Adam se merece más xDD

Bella... aquellas palabras habían escapado de entre sus labios, y no bajo una sonrisa pícara o un gesto de broma... lo había dicho con seriedad, con sensualidad y con una chispa de algo diferente, algo que hacía que su voz sonara dulce, demasiado dulce quizá ¿qué demonios sería eso? y sobre todo ¿por qué notaba que mi estómago estaba del revés cuando me miraba con aquellos ojos que me derretían y que me hacían caer al abismo? Sería acaso am.... no, no me atrevía si quiere a pensar en aquel sustantivo que tantas cosas implicaba. Engañé a mi cerebro autoconvenciéndome de que se trataban de los propios nervios entremezclados con la situación vergonzosa de estar ligera de ropa en la presencia de un hombre al que apenas conocía. Sí, seguramente era eso ¿seguramente? no, nada de seguramente debía estar convencida o saldría lastimada de aquello.

Aunque... lo supiera o ya me lo hubieran dicho... creeme nunca antes me había gustado tanto... Adam Le miré a los jos, percibiendo como estos recorrían cada milímetro de mi anatomía para después comprobar con su mano que era cierto todo aquello que sus ojos divisaban. No lo hizo de la manera habitual, una forma en la que notaba que partes de mi cuerpo estaban siendo exploradas y cuáles no... en esta ocasión me rozaba de manera tan delicada que estaba convencida de que si cerraba los ojos no sabría decir exactamente en qué parte de mi cuerpo estaban sus manos. Hice la prueba. Cerré los ojos dejándome llevar por el instinto del tacto, y por aquellas sensaciones que éste me producía.

Noté una leve "chispa" por lo que deduje que en aquellos momentos Adam debía estar acariciando mi cadera, abrí mis ojos para comprobar si estaba en lo cierto, y no cupe de asombro al descubrir que sus dedos estaban a milímetros de mi cadera dispuestos a rozarla de aquella manera tan sensual y tentadora... ¿acaso era mi necesidad de estar entre sus brazos la que me había hecho abrir los ojos en el momento exacto del roce? Pues creelo... serás el primero que pruebe el sabor de mi piel, el priero que me haga llegar al éxtasis con solo una caricia...y... el primero que... "y el primero que ha conseguido robar mi corazón de esa manera" dije para mí sin atreverme a decir en alto aquellas palabras... no o al menos por el momento.

Él sería el primero en probar todo aquello, el primero que había hecho que una recatada dama rozara lo vulgar al desear encontrarme entre sus brazos aunque únicamente fuera abrazados, notando el calor de su piel sobre la mía y aquellos delicados y sensuales besos que me daba en los hombros. ¡Basta! basta de imaginar cosas que jamás ocurrirían, basta, no quería soñar para luego caer por un precipicio... no, no deseaba que mi frágil corazón se rompiera en pedazos... sólo deseaba disfrutar de estos momentos juntos en los que sí podía estar segura que era la única mujer que ocupaba sus pensamientos...

La mano que hasta entonces había permanecido ociosa ascendió hasta uno de mis senos, acariciándolos y haciéndome enloquecer de placer. Cerré los ojos y recosté mi cabeza sobre la pared dejando que tímidos gemidos escaparan en voz baja de mis labios. Sus labios, celosos de la actividad de sus manos, decidieron atacar mi cuello de esa forma que tanto me provocaba... lo mordieron sutilmente y mis dedos se deslizaron hasta los cabellos de Adam enredandose entre ellos. Mi respiración y el latido de mi corazón comenzaron a un ritmo acompasado, pero no por eso tranquilo. poco a poco se iba tornando frenético mientras de mis labios escapaban leves gemidos entremezclados con susurros Adam... fue lo único que acertaba a decir susurrando en su oido lentamente.

Mis labios tras pronunciar aquello se deslizaron hasta su lóbulo, besándolo lentamente y, a continuación repitieron la operación que él, momentos antes ya había realizado: morder sensualmente el lóbulo de la oreja. Deseo sentir el calor de tu piel sobre la mía... como jamás había deseado algo dije entre susurros que casi podían perderse con la brisa

sus labios volvieron a pronunciar mi nombre, de aquella manera que a mi tanto me gustaba, dulce, sugerente y con seriedad, aunque esta vez una sonrisa salió de entre sus carnosos labios. Reí también casi en un suspiro y acaricié su pecho con lentitud dibujando figuras sin sentido, formas que yo no conocía o palabras invisibles que se perdían con la brisa de la habitación.
Un roce... con tan sólo un roce él había conseguido que mi cuerpo reaccionara como nunca antes lo había hecho... un roce de sus traviesas manos que viajaban de mi cintura a mis senos y vuelta a empezar... ¿estaría él sin ningún cambio debido a mis roces y besos o... acaso yo también habí provocado en él algún tipo de reacción?

Sonreí de nuevo y le miré a los ojos pegando mi cuerpo al suyo comprobando que, efectivamente algo en él había provocado, puesto que notaba un cierto bulto en su entrepierna que nunca había sentido en un hombre. Sus manos, no contentas con ser las únicas exploradoras a lo largo de mi piel, se dirigieron peligrosamente hacia mi ropa interior, la única ropa que me quedaba, y la rozaron suave y delicadamente haciendome estremecer pero sin rozar si quiera lo vulgar, no...
Adam sabía perfectamente como hacerme enloquecer sin dejar de ser un completo caballero, y, la verdad aunque hubiero sido algo más brusco conmigo, no me hubiera importado, pues estaba segura de que esa brusquedad le haría más sensual y provocador de lo que ya era... una sensualidad difícil de alcanzar y muchos más de superar....

Sus labios volvieron a entreabrirse para pronunciar de nuevo unas palabras delicadas que me hacían sentir entre almohadones y yo, me limite a asentir con la cabeza, pues, el placer que él me estaba brindando poco más me dejaba hacer. Su mano tomó la mí y con delicadeza me hizo posarla sobre su entrepierna, una entrepierna algo abultada, y sin duda por mi culpa... Mis labios buscaron los suyos y los besaron, pero no con la lentitud y delicadeza que antes habían caracterizado mis besos... no, esta vez los besé con una pasión poco controlada, ansiosa de sentir sus labios bailando sobre los míos, ansiosa de que abandonara esa delicadeza en esos momentos y se convirtiera en el verdadero Adam, ese Ádam pasional y travieso .

Y tú Adam... simplemente... preocúpate de ser tú, no soy de cristal no voy a romperme rei ligeramente sobre sus labios, rozando mi nariz con ellos, para de vez en cuando regalarle algún que otro beso a lo largo de su mandíbula, una mandíbula que se marcaba al sonreir, sin duda algo que a mi siempre me atraía en los hombres...

La mano que estaba en su entrepierna, subió lentamente hasta encontrarse con el cinturón de Adam, ese cinturón que aprisionaba sus pantalones y que, sin duda nos hacía estar en gran desventaja en cuanto a ropas se trataba... Le miré y sonreí de forma traviesa, mientras mi edo índice de la mano contraria se encargaba de trazar un sugerente camino desde los hombros de Adam, recorriendo toda su espina dorsal para al fín... acabar en el empiece de su pantalón.

Sabía que aquello a lo que le incitaba, a lo que él me había incitado antes... no estaba bien, pero no me importaba apenas, ni la bondad o maldad de nuestros actos, ni la opinión de mi padre y hermanos ni las habladurías de la gente... tan sólo importábamos él y yo, porque... ¿qué importaba perecer en el infierno por causa de nuestra lujuria si... podía perecer a su lado? Sin duda Adam podía convertir el infierno en paraíso con una de sus sonrisas ladinas y cautivadoras, y hasta el mismisimo Dios se pondría celoso de vernos abajo tan felices... No lo pude evitar y ri suavemente sobre sus labios ante estas reflexiones mías Tentación... dulce tentación para mi solo tienes un nombre y es Adam...

Susurré estas palabras sobre sus labios esperando una respuesta, ya fuera verbal o un simple acto, un beso o una caricia... podía ser una muñeca de porcelana pero... hasta la más dulce de las muñecas podía tornarse sugerente e irrompible y gracias a Adam... yo ya había comenzado con esa transformación

Al fín había comprendido que esta muñeca de porcelona se había vuelto irrompible, o al menos no tan frágil ante su presencia. Ésto sin duda lo pude comprobar cuando tiró de mi mano atryéndome hacia él, haciendo que el mundo se detuviera un instante para a continuación comenzar a girar a un ritmo frenético... sus labios besaron los míos de forma brusca, y los míos no se quedaron impasibles ante este impulso. Al fín había comprendido que esta muñeca de porcelona se había vuelto irrompible, o al menos no tan frágil ante su presencia. Ésto sin duda lo pude comprobar cuando tiró de mi mano atryéndome hacia él, haciendo que el mundo se detuviera un instante para a continuación comenzar a girar a un ritmo frenético... sus labios besaron los míos de forma brusca, y los míos no se quedaron impasibles ante este impulso. Mi lengua buscó timidamente la suya y mis uñas se clavaron con cierta sutilidad en su espalda, tornándose así la situación más brusca, pasional y provocativa.

Un sonido de un cuerpo chocando contra la pared inundó la sala de un acreciente deseo... un deseo de estar entre sus brazos, su piel rozando uscó timidamente la suya y mis uñas se clavaron con cierta sutilidad en su espalda, tornándose así la situación más brusca, pasional y provocativa.

Un sonido de un cuerpo chocando contra la pared inundó la sala de un acreciente deseo... un deseo de estar entre sus brazos, de sentir su sedosa piel desnuda rozando la mía, de notar sus besos por partes antes insospechadas... Su entrepierna entrechocó con mi intimidad, provocando que un insinuante jadeo se escapara de entre mis labios... le deseaba, no me importaba ya qué pasara... sólo deseaba saber que sería suya, que él sería el primero que gozara de los recovecos de mi piel... y para demostrárselo, no sólo no me aparté de su entrepierna, sino que junté mi pelvis a la suya, para que me sintiera a su lado, junto a él...

De nuevo caricias... caricias prohibidas y sensuales que recorrían mi cuerpo de un extremo a otro, para esta vez investigar y encontrar el tesoro que escondía mi ropa interior. Su mano se introdujo con delicadeza en el interior de ésta y sus dedos comenzaron a acariciar aquella zona inexplorada. Una mueca de placer se dibujó en mi angelical rostro ¿cómo se podía sentir tanto placer con esto y que yo siempre hubiera rehuido de ello? Sin duda porque era una ingenua flor blanca que esperaba llegar blanca y pura al matrimonio. ¡Qué ciega había estado! tanto tiempo había esperado a poder sentir todas estas sensaciones... a dejarme sucumbir por el deseo... tanto tiempo pudiendo aceptar aquellas indecentes proposiciones que siempre había rechazado... optando por seguir mis castos ideales... aunque pensándolo bien si había declinado esas propuestas no había sido únicamente por mis ideales... también influía el que nunca antes una de esas pecaminosas propuestas fuera tan tentadora como a de Adam... la única que me había echo sucumbir...

Reí ligera y entrecortadamente por causa de mis pensamientos, entremezclados con los delicados jadeos que escapaban de la prisión de mis labios. Pegué mi cuerpo al suyo deseosa de sentirle cerca, pero cuán fue mi sorpresa al comprobar que no era yo la única que se encontraba excitada por aquella situación. Podía sentir su miembro sobre mi pelvis casi en su máxima expresión.

Reí suavemente sobre sus labios, para a continuación deslizarlos hasta su oido. Mordí ligeramente el lóbulo de su oreja y le susurré de manera sensual - Acaso yo, una blanca y pura flor...¿ ha causado tal excitación en ti Adam...? No puedo ni siquiera creer que mis sutiles caricias te hayan gustado y provocado tanto... - reí de nuevo, dejando que mi respiración cayera sobre su cuello mientras mi mano se deslizaba tímida e inexpertamente hasta su entrepierna, pero nunca antes la inexperiencia y la timidez habían cobrado un valor tan sumamente sensual y provocativo Acaso esto... es suficiente demostración para ti de que mis palabras no se las lleva el viento tan fácilmente o... ¿debemos esperar hasta más aadelante para corroborartelo?

Reí ligeramente, al parecer estaba en lo cierto, yo una joven e inocente muchacha había causado una considerable erección en un experto y lujurioso joven como era Adam, y su último movimiento de pelvis lo confirmó todo. Un movimiento sensual y sugerente que me hacía desear sentirle ya... sentirle en mi interior por primera vez... sus labios dibujaron palabras provocadoras sobre mi cuello y los míos las contestaron sobre sus labios - Me encantaría conocer el infierno de tu mano sólo que... no creo que seas capaz de romper mi ropa interior... me tratas con demasiado cariño como para hacer eso... - dije con provocación, buscando su siguiente reacción y quizá una mayor respuesta por parte de su miembro.

Mi pierna acarició ligeramente la suya, subiendo por ella lenta y sugerentemente hasta llegar a su cadera. La rodee con lentitud aproximando mi cuerpo al suyo, mientras mis labios permanecían ocupados besando su cuello, haciendo un pequeño camino de besos desde éste hasta su hombros. Sin esperarlo un profundo dolor inundó lo más profundo de mi ser y de mis labios se escapó un fuerte quejido ¿qué había sido aquello? bajé mi mirada y observé que Adam había introducido uno de sus dedos en mi interior, comenzando así a hacerme suya. Mi rostro se recostó sobre su hombro para esconder las infantiles lágrimas que ahora caían por mis mejillas fruto del dolor que aquel vaivén me provocaba....

Respiré hondamente tratando de relajarme y de olvidar así aquel intenso dolor ¿y que mejor forma que acariciando con timidez aquel miembro oculto bajo la tela de la ropa interior? -mis caricias eran pausadas y ligeras, pero aún así podía notar como el miembro de Adam reaccionaba positivamente a ellas... Quizá... esto sea de tu agrado dije tratando de dibujar una sonrisa en mis labios, que se esfumó rápidamente al notar como la velocidad del dedo de Adam aumentaba, aumentando así también mi dolor...

Sí era probable que estuviera húmeda, pero sin duda aquello sería por la sangre que se derramaba cuando una dejaba de ser virgen... miré hacia abajo preocupada por si habría manchado algo, pero para mi sorpresa... no había rastro de sangre ¿significaba eso que seguía siendo virgen? ¿qué nuestro juego no iba impedir que en un día, si me casaba mi prometido no se avergonzaría de mi? ¿qué significaba aquello? Ni yo misma lo sabía, pero no, ahora no era momento de pensar, aquel era momento de dejarse llevar, de disfrutar, de sucumbir al deseo y la pasión de sus delgados labios

No pude averiguarlo, pues un gemido se escapó inconscientemente de mis labios haciendo que el dolor agudo fuera dejando paso al intenso placer. Nuestros labios se juntaron una vez más, en aquel perfecto e interminable baile que no quería acabar nunca... aquel en el que nuestras lenguas se entrelazaban excitando aún más la situación. Mis manos salieron de entre el pantalón de Adam, para con cierta desesperación, desabrochárselo y dejar que éste cayera al suelo... para a continuación repetir la misma operación con su ropa interior.

Ahora, y sólo ahora estábamos en igualdad de condiciones... ¿Qué hechizo me has lanzado Adam? No... no puedo resistirme a tus peticiones y sólo puedo pensar en besar tus labios y sentirte junto a mi.... le dije mientras le miraba a los ojos con un brillo especial y mi cabello alborotado por el fruto de nuestra pasión.

Él, él me había hechizado tornando a esta blanca flor en una flor roja, teñida por el tinte de la lujuria... el deseo

Mis ojos volvieron a cerrarse con una lentitud casi ´pragmática al notar aquel delicioso vavivén de su cuerpo, no sabía que sensaciones o emociones se podrían sentir al estar unida plenamente a un hombre, siendo los dos un solo cuerpo, pero desde luego si esto me parecía magnífico y decían que aquello era aún mejor... esa sensación debía ser como estar en el mísmisimo cielo del goce, pero por ahora, yo me conformaba con disfrutar del goce terrenal.


De nuevo nuestro habitual juego, un juego de seducción en el que no había ganadores o vencidos simplemente personas con ánimo de pasarlo bien ¿que si quería parar? por favor aquello era como preguntar a un niño si quería dejar de comer chocolate con almendras o como decirle a una mujer si ya no deseaba más vestidos o más joyas. Me rei con ligereza y le recosté con cierta brusquedad sobre el sillón guiando sus manos a mis pechos mientras mis caderas se movían con mayor rapidez sobre las suyas sabiendo que aquel roce tan delicioso y a la vez tan tortuoso le haría enloquecer - ¿Crees acaso que deseo parar? Pero... dije mientras jugueteaba con el vello de su pecho Si tu ya no deseas seguir gozando de mi cuerpo podemos parar mordí su pecho con cierta lascivia y le miré esperando su respuesta que daba por sentado que seria alguna propoición indecente o alguno de sus juegos que me llevarían a un nuevo paraíso.

Su respuesta no se hizo de rogar, pues sus dedos pronto se deslizaron hacia una zona con la que no había sospechado que el querría jugar. Cerré los ojos notando aquel extraño contacto de sus dedos con el orificio escondido entre mis nalgas y sentí enloquecer cuando de nuevo provocó una nueva excitación en mi ser. Le miré a los ojos con cierto miedo, pues si una penetración normal debía doler una como aquella sin duda sería el doble de dolor...

Un dolor que, sin duda no me importaría auantar si con ello podía notar aquella sensación de tenerle entre mi cuerpo de saber que no solo sería yo quien disfrutara, sino que, también él podría disfrutar hasta incluso enloquecer de placer. Besé sus labios con lentitud, dibujando aquel conocido camino hasta su oido y le susurré con lentitud - Estoy dispuesta a jugar a lo que desees... deseo ver tu rostro mientras dices mi nombre entre susurros de placer... y puesto que no puedo arriesgarme a entregarme a ti y que luego tu no sucumbas a mis encantos y me cambies por otra... sí, juguemos sin correr riesgos