AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dianceht's deal | Privado | The World War of the Black Swan
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Dianceht's deal | Privado | The World War of the Black Swan
Segunda semana de abril, 1803
Mansión Nottinghams
Mansión Nottinghams
Un mes es lo que necesitaba Scott para regresar a Nottingham con el tratado donde la duquesa cediera parte de sus tierras a la construcción del puerto que usarían los Nottinghams para evadir la pirateria concentrada en el caribe. Renovar el comercio con los Estados Unidos de America no iba a ser sencillo, los gemelos lo sabían pero si conseguían evadir la piratería con la que lideaban los Yorkshires sería muy productivo. La mansión de los Nottinghams permaneció vacía pues Chelsea se reunió con inversionistas en Londres a lo largo de tres semanas y para la segunda semana de abril llegó a casa a esperar a su hermano, ansiando escuchar las noticias que trajera. Chelsea sabía que Scott era efectivo para las relaciones, por lo que estaba segura había conseguido lo que ambos deseaban. Además, el que Scott buscara la mano de la duquesa y se convertirse en duque era algo que incrementaría su dominio en Escocia, la hermosa Escocia que Chelsea no tenía en buen aprecio por no ser una tierra más que de producción agricola. Las empresas que los Nottinghams habían establecido eran las causantes del menosprecio de Chelsea por el comercio agricola y aunque las pobres relaciones de los Dianceht no le llamaron la atención, ella no podía permitirse que los Yorkshires obtuvieran más alianzas en Escocia. Pretender la mano de la duquesa era el producto de la codicia de los Nottinghams.
Chelsea estaba leyendo en la biblioteca. Llevaba un vestido amarillo de corte francés, con varias caídas en capas en la falda, un chaleco blanco tejido en estambre y unos guantes blancos de algodón. Tenía puesto su sombrero de viaje, sus zapatos de tacón blancos se ocultaban en la falda pese a que estaba cruzada de piernas. A un costado del sillón de lectura tenía una mesa auxiliar donde la servidumbre dejó una taza con té de vainilla y junto a la mesa estaba una jovencita a las órdenes de Chelsea, cuando pidiera más té ésta le serviría. A la izquierda de la Cisne se encontraba su escolta personal, siempre atento cuando Scott no estaba y en silencio, ambos como dos estatuas sin interrumpir la lectura de su ama conocida por su amabilidad y buen trato con su servidumbre, una fama que no tenía Hilary y que les ganó a los Nottinghams la mayor lealtad que alguien pudiera entregar guardando incluso el secreto de aquel amor incestuoso que practicaban los gemelos. La puerta de la biblioteca estaba abierta, a lo lejos en el pasillo que conectaba la estancia principal con la biblioteca un hombre se acercaba, el mensajero de la familia. Chelsea escuchó los pasos presurosos pero no interrumpió su lectura, leía Otelo de Shakespeare con gran agrado. El mensajero penetró en la biblioteca y colocándose frente a Chelsea se arodilló como si ésta fuera la mísmisima reina de Inglaterra. Chelsea ubicó el cordón poniéndolo en las hojas donde se interrumpió su lectura y cerró el libro, dejó de cruzar las piernas y tomó la taza de té sosteniendo su plato con delicadeza y elegancia, dio un sorbo esperando las noticias.
—El HS Liberty ha arribado, el amo viene en camino —hizo su anunció. Chelsea dio otro sorbo observando al mensajero, vestía un pantalón para montar y una camisa española blanca de montura, holgada y muy fresca pese a que no era un día caluroso, la Cisne puso la taza en el plato y luego lo levantó a su derecha, la criada se apresuró a tomarlo y lo colocó en la mesa auxiliar acercándole una servilleta que Chelsea sostuvo con sus manos y se limpió los labios. —Gracias Albert, ya puedes retirarte. Informame cuando Scott esté en casa quiero recibirlo personalmente —concluyó con una sonrisa amable, Albert alzó el rostro y asintió, como muchos él estaba enamorado de Chelsea pero callaba su corazón pues era conciente que nunca podría competir contra Scott. —Así lo haré —respondió él y levantándose salió de la biblioteca. —Por favor, sírveme otra taza de té, pero esta vez que sea de limón, pequeña Cristal —dijo y retomó su lectura. No era que el té se hubiera terminado, simplemente no estaba a la temperatura que Chelsea quería.
Transcurrieron las horas, el medio día llegó y Chelsea ya había tomado dos tazas de té, había terminado de leer la obra y ahora pretendía hacer un análisis. —Armand se amable y prepara el escritorio con tinta y papel, escribiré —ordenó, luego se puso de pie y salió de la biblioteca seguida de Cristal. Cruzó el largo pasillo hasta llegar a la estancia principal, dio vuelta a la derecha y subió las escaleras que la llevaron al primer piso, fue directo al baño pues según sus cálculos su hermano no tardaría en llegar. No demoró mucho y cuando salió ya la esperaba Ágatha su primera dama de compañía. Chelsea le saludó asintiendo con la cabeza y Ágatha le correspondió del mismo modo, luego, ambas bajaron las escaleras encontrando a Albert en la estancia principal. —El coche del amo ha llegado —dijo, Chelsea sonrió y se acercó a él depositando un casto beso en su mejilla sin ser conciente de lo que significaban esos detalles para Albert. —Ya puedes retirarte —se expresó con sutileza y caminó a la salida, Ágatha abrió la puerta por lo que Chelsea no se detuvo hasta que estaba afuera, frente a la fuente del cisne negro observando como el coche se acercaba, los caballos disminuían su velocidad según lo ordenaba el cochero y cuando finalmente el carruaje se detuvo, Alfred abrió la puerta, Scott salió y pese a que deseaba arrojarse a sus brazos se contuvo.
—Bienvenido a casa hermano —hizo una caravana cruzando sus piernas al tiempo en que alzaba la falda mostrando sus zapatos de tacón alto y se inclinaba hacia adelante— espero que tu viaje no haya tenido inconvenientes —se reincorporó disimulando su sonrisa.
Chelsea estaba leyendo en la biblioteca. Llevaba un vestido amarillo de corte francés, con varias caídas en capas en la falda, un chaleco blanco tejido en estambre y unos guantes blancos de algodón. Tenía puesto su sombrero de viaje, sus zapatos de tacón blancos se ocultaban en la falda pese a que estaba cruzada de piernas. A un costado del sillón de lectura tenía una mesa auxiliar donde la servidumbre dejó una taza con té de vainilla y junto a la mesa estaba una jovencita a las órdenes de Chelsea, cuando pidiera más té ésta le serviría. A la izquierda de la Cisne se encontraba su escolta personal, siempre atento cuando Scott no estaba y en silencio, ambos como dos estatuas sin interrumpir la lectura de su ama conocida por su amabilidad y buen trato con su servidumbre, una fama que no tenía Hilary y que les ganó a los Nottinghams la mayor lealtad que alguien pudiera entregar guardando incluso el secreto de aquel amor incestuoso que practicaban los gemelos. La puerta de la biblioteca estaba abierta, a lo lejos en el pasillo que conectaba la estancia principal con la biblioteca un hombre se acercaba, el mensajero de la familia. Chelsea escuchó los pasos presurosos pero no interrumpió su lectura, leía Otelo de Shakespeare con gran agrado. El mensajero penetró en la biblioteca y colocándose frente a Chelsea se arodilló como si ésta fuera la mísmisima reina de Inglaterra. Chelsea ubicó el cordón poniéndolo en las hojas donde se interrumpió su lectura y cerró el libro, dejó de cruzar las piernas y tomó la taza de té sosteniendo su plato con delicadeza y elegancia, dio un sorbo esperando las noticias.
—El HS Liberty ha arribado, el amo viene en camino —hizo su anunció. Chelsea dio otro sorbo observando al mensajero, vestía un pantalón para montar y una camisa española blanca de montura, holgada y muy fresca pese a que no era un día caluroso, la Cisne puso la taza en el plato y luego lo levantó a su derecha, la criada se apresuró a tomarlo y lo colocó en la mesa auxiliar acercándole una servilleta que Chelsea sostuvo con sus manos y se limpió los labios. —Gracias Albert, ya puedes retirarte. Informame cuando Scott esté en casa quiero recibirlo personalmente —concluyó con una sonrisa amable, Albert alzó el rostro y asintió, como muchos él estaba enamorado de Chelsea pero callaba su corazón pues era conciente que nunca podría competir contra Scott. —Así lo haré —respondió él y levantándose salió de la biblioteca. —Por favor, sírveme otra taza de té, pero esta vez que sea de limón, pequeña Cristal —dijo y retomó su lectura. No era que el té se hubiera terminado, simplemente no estaba a la temperatura que Chelsea quería.
Transcurrieron las horas, el medio día llegó y Chelsea ya había tomado dos tazas de té, había terminado de leer la obra y ahora pretendía hacer un análisis. —Armand se amable y prepara el escritorio con tinta y papel, escribiré —ordenó, luego se puso de pie y salió de la biblioteca seguida de Cristal. Cruzó el largo pasillo hasta llegar a la estancia principal, dio vuelta a la derecha y subió las escaleras que la llevaron al primer piso, fue directo al baño pues según sus cálculos su hermano no tardaría en llegar. No demoró mucho y cuando salió ya la esperaba Ágatha su primera dama de compañía. Chelsea le saludó asintiendo con la cabeza y Ágatha le correspondió del mismo modo, luego, ambas bajaron las escaleras encontrando a Albert en la estancia principal. —El coche del amo ha llegado —dijo, Chelsea sonrió y se acercó a él depositando un casto beso en su mejilla sin ser conciente de lo que significaban esos detalles para Albert. —Ya puedes retirarte —se expresó con sutileza y caminó a la salida, Ágatha abrió la puerta por lo que Chelsea no se detuvo hasta que estaba afuera, frente a la fuente del cisne negro observando como el coche se acercaba, los caballos disminuían su velocidad según lo ordenaba el cochero y cuando finalmente el carruaje se detuvo, Alfred abrió la puerta, Scott salió y pese a que deseaba arrojarse a sus brazos se contuvo.
—Bienvenido a casa hermano —hizo una caravana cruzando sus piernas al tiempo en que alzaba la falda mostrando sus zapatos de tacón alto y se inclinaba hacia adelante— espero que tu viaje no haya tenido inconvenientes —se reincorporó disimulando su sonrisa.
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Re: Dianceht's deal | Privado | The World War of the Black Swan
El carruaje ya recorría el sendero Dubbley con destino a la majestuosa mansión de los Nottinghams al medio día. Scott se encontraba solo, las escolta iba a caballo rodeando el coche de elegante estructura, hecho en una de las empresas que los gemelos crearon en su expansionismo industrial. Pero el Nottinghams no pensaba en las empresas; entre sus manos tenía la joya que llevaba como medalla, el símbolo particular de la Casa Nottinghams; una espada dorada enterrada en una piedra de diamante. La acariciaba moviéndola entre sus dedos mientras en su mente se escuchaba decir «tendrás que regresármela» no a sí mismo, si no como un recuerdo de aquel primer encuentro con la duquesa. Era como si a través de la piedra pudiera ver la enorme fogata que lo cautivo entre el ambiente y la música pagana y, el brillo de la espada el reflejo de los ojos de ella, la que se mostró ante él como una campesina, a ella, a Lenore entregó la joya como simbolo de promesa que acudiría a la cita del santuario, un lugar místico que ella le reveló en un derroche de pasión que mutuamente se mostraron a través del intercambio de miradas. La escocesa que dio a Scott otro significado de amor; en embargo, y pese a que en sus días en Escocia creyó que eso era amor verdadero ahora que regresaba a casa sentía un vacío profundo. Suspiró y se llevó el colgante al cuello, las fría cadena tocó el cuello y erizó la piel del Cisne; agachó la cabeza con los ojos cerrados y vio su sonrisa, de nuevo aquellos ojos y su cuerpo radiante en aquel santuario donde la duquesa volvió a ser para él, Lenore.
—Hemos atravezado la primera guardia —dijo Bruce, el que se convirtió en su escolta principal cuando el HMS Liberty llegó junto a una flota mercante de los Nottinghams y otro buque al puerto escoces que la duquesa cedió a los cisnes negros en el acuerdo Dianceth´s deal. Scott tenía que dejar de pensar en ella y enfocarse en su hermana y en lo que pasaría cuando él revelara sus intenciones de casarse con la duquesa, pero no como el plan que los mellizos ingeniaron; si no porque quería hacerlo, quería estar con ella—. Señor acabamos de recibir noticias de que los Yorkshires viajaron a España con tres tercios de su flota y barcos mercantes —volvió a intervenir Bruce. Esa información consiguió sacar a Scott de sus cavilaciones y pensó en la razón que impulsó a Hilary hacer un movimiento tan imprudente según su perspectiva. Arley había llegado y sabía que Hilary lo puso a cargo de los tratados internacionales, a causa de él los Nottinghams se vieron forzados a retomar el control en Escocia e ingeniar... Scott se quedó perplejo cuando dedujo el actuar de Arley. Los Nottinghams no tenían intenciones de explotar Escocia, su expansionismo iba a tierras más allá del mar no en el norte, Arley les había puesto en la mira esas tierras que sólo servían para labores agricolas, el que los Yorkshires pensaran en Escocia para eludir la pirateria fue el anzuelo en el que Chelsea cayó. —¿Sabemos cuál es su destino? —preguntó el Cisne con seriedad.
—El señorito Arley salió en el HMS Glory a finales de marzo, Lady Hilary le siguió al siguiente día con el resto de la flota, mencionó al guardian del muelle que irían al ducado Montero, en Cadiz —Scott hizo una mueca de molestia, tenía razón, debía de tenerla. —Necesito que me consigas la información del día y la hora exacta. Cabalga ahora mismo y tráeme esa información hoy —ordenó con un tono irritado. —Como ordené mi señor —el Cisne escuchó como Bruce dio media vuelta al caballo y comenzó un duro galope hacía el muelle de Yorkshire. —Atravezamos la segunda guardia señor estamos a diez minutos —informó Owen que ocupó el lugar de Bruce en su ausencia. Scott respiró con profundidad liberando el aire languidamente, trató de relajarse Chelsea estaría esperándolo en la puerta como de costumbre y su mellizo traería a ella noticias de un verdadero infortunio. Entonces pensó en aquella carta que envió, esperaba que le hubiera llegado antes de que Scott llegara pues lo que necesitaba ahora era privacidad con su hermana que tener a media mansión llena de aristócratas y socios.
El líder de los Nottinghams escuchó como se abría la puerta y luego sintió como el carruaje rodeaba la grande fuente del cisne negro que cconducía a la entrada principal. El coche se detuvo y Scott volvió a respirar como o hizo minutos antes. Scott bajó luego de que Alfred le abriera la puerta, su melliza lucía radiante, hermosa con esos labios que le decían ven a mi y bésame. La miró a los ojos y vio en éstos ua pasión por él que contenía, un ardor que sabía que sólo él podía apaciguar pero se resistía a demostrarlo. Scott sólo movió la cabeza en saludo de su hermana, para su fortuna estaban solos. Lo que hubiera hecho Chelsea en sus semanas de ausencia lo desconocía pero si se estaba conteniendo era porque quería mantener asegurado el plan de mi matrimonio con la duquesa, si queríamos engañar a la sociedad teníamos que empezar con nuestros criados, le pareció escuchar decir a Chelsea en su mente. Después de todo ellos eran mellizos y tenían una conexión especial que los convertía en dos personas totalmente compenetradas, él podía escuchar en ocasiones sus pensamientos y ella los de él, no podía haber secretos entre ellos y tanto Chelsea como Scott lo sabían.
—No los tuve, es un placer volver a casa —dijo estando cerca de ella, Chelsea le sonrió y sin tocarse comenzaron a caminar al interior. Por primera vez desde que sus padres fallecieron ellos entraban a casa sin tocarse, sin que Scott le ofreciera el brazo y ella lo tomara para que fuera guiada; no había cortesía, sólo una simple relación de hermanos—. Ágatha preparame té y unos bocadillos, que sean ligeros, quiero comer más tarde con mi hermana. Llevenlos al estudio tengo asuntos privados que tratar con mi hermana —ordenó mientras Chelsea esperaba junto a él, Scott le sonrió y ambos emprendieron su camino al estudio. Al llegar el líder de los Nottinghams cerró las puertas quedando con su hermana al fin a solos. —Dime Chelsea, ¿fue Arley el que mandó a Hilary para que tuvieran su conversación?.
—Hemos atravezado la primera guardia —dijo Bruce, el que se convirtió en su escolta principal cuando el HMS Liberty llegó junto a una flota mercante de los Nottinghams y otro buque al puerto escoces que la duquesa cedió a los cisnes negros en el acuerdo Dianceth´s deal. Scott tenía que dejar de pensar en ella y enfocarse en su hermana y en lo que pasaría cuando él revelara sus intenciones de casarse con la duquesa, pero no como el plan que los mellizos ingeniaron; si no porque quería hacerlo, quería estar con ella—. Señor acabamos de recibir noticias de que los Yorkshires viajaron a España con tres tercios de su flota y barcos mercantes —volvió a intervenir Bruce. Esa información consiguió sacar a Scott de sus cavilaciones y pensó en la razón que impulsó a Hilary hacer un movimiento tan imprudente según su perspectiva. Arley había llegado y sabía que Hilary lo puso a cargo de los tratados internacionales, a causa de él los Nottinghams se vieron forzados a retomar el control en Escocia e ingeniar... Scott se quedó perplejo cuando dedujo el actuar de Arley. Los Nottinghams no tenían intenciones de explotar Escocia, su expansionismo iba a tierras más allá del mar no en el norte, Arley les había puesto en la mira esas tierras que sólo servían para labores agricolas, el que los Yorkshires pensaran en Escocia para eludir la pirateria fue el anzuelo en el que Chelsea cayó. —¿Sabemos cuál es su destino? —preguntó el Cisne con seriedad.
—El señorito Arley salió en el HMS Glory a finales de marzo, Lady Hilary le siguió al siguiente día con el resto de la flota, mencionó al guardian del muelle que irían al ducado Montero, en Cadiz —Scott hizo una mueca de molestia, tenía razón, debía de tenerla. —Necesito que me consigas la información del día y la hora exacta. Cabalga ahora mismo y tráeme esa información hoy —ordenó con un tono irritado. —Como ordené mi señor —el Cisne escuchó como Bruce dio media vuelta al caballo y comenzó un duro galope hacía el muelle de Yorkshire. —Atravezamos la segunda guardia señor estamos a diez minutos —informó Owen que ocupó el lugar de Bruce en su ausencia. Scott respiró con profundidad liberando el aire languidamente, trató de relajarse Chelsea estaría esperándolo en la puerta como de costumbre y su mellizo traería a ella noticias de un verdadero infortunio. Entonces pensó en aquella carta que envió, esperaba que le hubiera llegado antes de que Scott llegara pues lo que necesitaba ahora era privacidad con su hermana que tener a media mansión llena de aristócratas y socios.
El líder de los Nottinghams escuchó como se abría la puerta y luego sintió como el carruaje rodeaba la grande fuente del cisne negro que cconducía a la entrada principal. El coche se detuvo y Scott volvió a respirar como o hizo minutos antes. Scott bajó luego de que Alfred le abriera la puerta, su melliza lucía radiante, hermosa con esos labios que le decían ven a mi y bésame. La miró a los ojos y vio en éstos ua pasión por él que contenía, un ardor que sabía que sólo él podía apaciguar pero se resistía a demostrarlo. Scott sólo movió la cabeza en saludo de su hermana, para su fortuna estaban solos. Lo que hubiera hecho Chelsea en sus semanas de ausencia lo desconocía pero si se estaba conteniendo era porque quería mantener asegurado el plan de mi matrimonio con la duquesa, si queríamos engañar a la sociedad teníamos que empezar con nuestros criados, le pareció escuchar decir a Chelsea en su mente. Después de todo ellos eran mellizos y tenían una conexión especial que los convertía en dos personas totalmente compenetradas, él podía escuchar en ocasiones sus pensamientos y ella los de él, no podía haber secretos entre ellos y tanto Chelsea como Scott lo sabían.
—No los tuve, es un placer volver a casa —dijo estando cerca de ella, Chelsea le sonrió y sin tocarse comenzaron a caminar al interior. Por primera vez desde que sus padres fallecieron ellos entraban a casa sin tocarse, sin que Scott le ofreciera el brazo y ella lo tomara para que fuera guiada; no había cortesía, sólo una simple relación de hermanos—. Ágatha preparame té y unos bocadillos, que sean ligeros, quiero comer más tarde con mi hermana. Llevenlos al estudio tengo asuntos privados que tratar con mi hermana —ordenó mientras Chelsea esperaba junto a él, Scott le sonrió y ambos emprendieron su camino al estudio. Al llegar el líder de los Nottinghams cerró las puertas quedando con su hermana al fin a solos. —Dime Chelsea, ¿fue Arley el que mandó a Hilary para que tuvieran su conversación?.
Re: Dianceht's deal | Privado | The World War of the Black Swan
Se notaba cierta frialdad, Chelsea no necesitó hablar o hacer un gesto para que Scott actuara como ella deseaba que lo hiciera pese a que su instinto le decía otra cosa; su corazón latía apresurado con verlo, al caminar a su lado y sentir su presencia mientras caminaban al interior aunque no intercambiaran miradas. Se detuvo cuando Scott dio instrucciones y como dueña de la mansión alzó el cuello como cisne cuando emprendió el camino con su hermano hasta que llegaron al estudio. Chelsea se adelantó recargándose en el escritorio al tiempo en que cruzaba los brazos y suspiraba. «¿Qué iba a pasar?, ¿el iría con ella buscando sus brazos, sus labios?, ¿o era Chelsea la que tomaría la iniciativa?» ninguna de sus respuestas. La mirada de Scott no auguraba nada bueno para ella, lo sentía, percibía la mente inquieta de su hermano así que decidió permanecer inmóvil, dejando que Scott tomara la iniciativa. De pronto se le vino a la mente la idea de que su mellizo se hubiera acostado con la duquesa, era muy probable; ella era celosa pero entendía que a veces se presentaban situaciones donde él tenía que actuar, llevar a la cama a potenciales inversionistas, Oritía era el más certero y cercano ejemplo de ello. Chelsea tenía la vista en el suelo cuando Scott formuló la pregunta que terminó por desconcertarla.
Si bien era cierto que esa pregunta ya se la había hecho a sí misma una vez que Hilary se marchó, analizándola horas antes de la llegada de Scott, en los labios de su hermano se presentaba bajo otra perspectiva. La avaricia, las ansias de poder y el recelo de que Arley conseguía para su casa pactos con importantes familias escocesas provocó que actuaran como lo hicieron. Pero su primo Arley de nuevo estaba en la cabeza de Chelsea, su mellizo lo había posicionado ahí. Ella quiso preguntarle «¿qué pasó allá?» pero no podía cuestionar a su hermano cuando éste le hizo una pregunta. Chelsea suspiró pensativa, incluso cerró los ojos para evocar los recuerdos llevándose la mano derecha a la barbilla. Recordó la llegada sin anuncio de Hilary, algo que ella no hacía nunca, jugaron ajedrez y en un descuido de la líder de los Yorkshires le permitió el triunfo a Chelsea; en el transcurso de la partida mencionaron a Arley y su prometida Alondra. Pero, «¿qué sabían de su primo?», como muchos; se graduó con honores en Oxford, pero no con licentiatura, si no con dos doctorados, era un genio y muchos catedráticos que lo conocieron y llegaban a sacar conversación con respecto a él, alababan su inteligencia, su visión del mundo; pero además su seriedad «es un sabio en el cuerpo de un joven» había dicho el hombre más sabio de Inglaterra. Sin embargo, Arley era un misterio.
—¿Sugieres que Arley influenció indirectamente nuestras decisiones? —abrió los ojos mirando a Scott que parecía pensar lo mismo. —Es verdad que desde que se graduó ha tenido éxito en todo acuerdo que negocia para la casa Yorkshires; Hilary no la conocemos por ser una gran estratega, claramente la idea expansionista proviene de Arley, pero en sí mismo... ¿qué sabemos de él? —una hoja en blanco, eso era Arley, la última vez que lo vieron fue en el funeral que se les hizo a toda la generación de los Cisnes que murieron en el HMS Alliance, es decir, la padre de los actuales Cisnes; y no tenía expresión alguna, Camile tenía su seriedad, se mantenía serena, en un quietud más parecida a una fria indiferencia, pero Arley no, Chelsea recordaba a su primo con una mirada vacía, como si en ese cuerpo no existiera la vida—. No estoy segura Scott, pero lo que sí sé, porque investigué, es que Arley zarpó en el HMS Glory el mismo día que Hilary me visitó y en la mañana cuando tú te fuiste me llegaron, en la noche, las noticias de que Hilary abordo del HMS Swan flying, se llevó consigo tres tercios de su flota, no sé a donde fueron.
Chelsea comenzó involuntariamente a acariciar el dedo anular que llevó por un par de horas el anillo que comprometía a los hermanos y que Scott se llevó a Escocia con motivo a desposar a la duquesa para sus beneficios. Cuando se percató y habiendo respondido a la pregunta de Scott supo que era tiempo de que él le diera información sobre el acuerdo y sobre todo los detalles de si desposaría o no a la duquesa. Chelsea confiaba en que Scott hubiera conseguido los tratados que ambos idearon sin tener que recurrir al matrimonio; sin embargo, no estaba segura, sentía en Scott una intranquilidad y ella no creía que fuera por Arley lo que produjo en el pulso de su corazón un suspenso. Quería hablar pero las palabras se le ahogaban en la boca. Sintiéndose incómoda empezó a caminar en dirección al sillón que había ocupado para su lectura, tomó la taza con té y la levantó como si fuera a beber de ésta. —Vaya, esta fría —dijo con una voz nerviosa, respiró, dejó la taza y se volteó para mirar a Scott directamente a los ojos. No podía más tenía que decirlo—. Qué sucedió en Escocia, mandaste un emisario para que no hiciera un evento con motivo a tu regreso... ella... tú... están comprometidos, ¿no es así? —un alivió recorrió su cuerpo, sintió que sus hombros perdieron tensión, ahora sólo faltaba escuchar de labios de su hermano lo que creía escuchar en su mente, la afirmación de Scott.
Si bien era cierto que esa pregunta ya se la había hecho a sí misma una vez que Hilary se marchó, analizándola horas antes de la llegada de Scott, en los labios de su hermano se presentaba bajo otra perspectiva. La avaricia, las ansias de poder y el recelo de que Arley conseguía para su casa pactos con importantes familias escocesas provocó que actuaran como lo hicieron. Pero su primo Arley de nuevo estaba en la cabeza de Chelsea, su mellizo lo había posicionado ahí. Ella quiso preguntarle «¿qué pasó allá?» pero no podía cuestionar a su hermano cuando éste le hizo una pregunta. Chelsea suspiró pensativa, incluso cerró los ojos para evocar los recuerdos llevándose la mano derecha a la barbilla. Recordó la llegada sin anuncio de Hilary, algo que ella no hacía nunca, jugaron ajedrez y en un descuido de la líder de los Yorkshires le permitió el triunfo a Chelsea; en el transcurso de la partida mencionaron a Arley y su prometida Alondra. Pero, «¿qué sabían de su primo?», como muchos; se graduó con honores en Oxford, pero no con licentiatura, si no con dos doctorados, era un genio y muchos catedráticos que lo conocieron y llegaban a sacar conversación con respecto a él, alababan su inteligencia, su visión del mundo; pero además su seriedad «es un sabio en el cuerpo de un joven» había dicho el hombre más sabio de Inglaterra. Sin embargo, Arley era un misterio.
—¿Sugieres que Arley influenció indirectamente nuestras decisiones? —abrió los ojos mirando a Scott que parecía pensar lo mismo. —Es verdad que desde que se graduó ha tenido éxito en todo acuerdo que negocia para la casa Yorkshires; Hilary no la conocemos por ser una gran estratega, claramente la idea expansionista proviene de Arley, pero en sí mismo... ¿qué sabemos de él? —una hoja en blanco, eso era Arley, la última vez que lo vieron fue en el funeral que se les hizo a toda la generación de los Cisnes que murieron en el HMS Alliance, es decir, la padre de los actuales Cisnes; y no tenía expresión alguna, Camile tenía su seriedad, se mantenía serena, en un quietud más parecida a una fria indiferencia, pero Arley no, Chelsea recordaba a su primo con una mirada vacía, como si en ese cuerpo no existiera la vida—. No estoy segura Scott, pero lo que sí sé, porque investigué, es que Arley zarpó en el HMS Glory el mismo día que Hilary me visitó y en la mañana cuando tú te fuiste me llegaron, en la noche, las noticias de que Hilary abordo del HMS Swan flying, se llevó consigo tres tercios de su flota, no sé a donde fueron.
Chelsea comenzó involuntariamente a acariciar el dedo anular que llevó por un par de horas el anillo que comprometía a los hermanos y que Scott se llevó a Escocia con motivo a desposar a la duquesa para sus beneficios. Cuando se percató y habiendo respondido a la pregunta de Scott supo que era tiempo de que él le diera información sobre el acuerdo y sobre todo los detalles de si desposaría o no a la duquesa. Chelsea confiaba en que Scott hubiera conseguido los tratados que ambos idearon sin tener que recurrir al matrimonio; sin embargo, no estaba segura, sentía en Scott una intranquilidad y ella no creía que fuera por Arley lo que produjo en el pulso de su corazón un suspenso. Quería hablar pero las palabras se le ahogaban en la boca. Sintiéndose incómoda empezó a caminar en dirección al sillón que había ocupado para su lectura, tomó la taza con té y la levantó como si fuera a beber de ésta. —Vaya, esta fría —dijo con una voz nerviosa, respiró, dejó la taza y se volteó para mirar a Scott directamente a los ojos. No podía más tenía que decirlo—. Qué sucedió en Escocia, mandaste un emisario para que no hiciera un evento con motivo a tu regreso... ella... tú... están comprometidos, ¿no es así? —un alivió recorrió su cuerpo, sintió que sus hombros perdieron tensión, ahora sólo faltaba escuchar de labios de su hermano lo que creía escuchar en su mente, la afirmación de Scott.
Re: Dianceht's deal | Privado | The World War of the Black Swan
No lo sugiero, ¡lo afirmo!— respondió Scott caminando al escritorio de caoba que le pertenecía como el resto de cosas instaladas en el estudio donde llevaba a cabo todos los movimientos administrativos y estrategias que aventajó a los Nottinghams en los años en los que los gemelos tuvieron el poder al morir sus padres. Cuando Chelsea mencionó los viajes de Arley y Hilary llevó una de sus manos al mentón, las piezas del rompecabezas comenzaban a cuadrar en las teorías de Scott. Ahora la pregunta que venía al caso era... ¿a dónde viajaron? Si el líder de los Nottinghams tenía razón Arley concretaría un tratado con el que iniciaría una guerra comercial contra la casa Nottinghams, aunque por supuesto el Cisne no se imaginaba la magnitud ni que dirección pretendía su primo tomar. Scott rompió sus cavilaciones cuando Chelsea tomó su taza de té anunciando que estaba fría. Entonces llegó la pregunta que él esperaba posponer todo el tiempo que le fuera posible, escuchó esa oración con dolor y finalmente la pregunta como un dardo que penetró su corazón; cerró sus ojos y mordió sus labios, puso sus manos sobre el escritorio de espadas a éste y se recargó, luego abrió los ojos y dejó salir un suspiro lánguido.
Llamaron a la puerta. —Mi señor, el té y sus bocadillos están listos —dijo Ágatha del otro lado de la puerta, ni Scott ni Chelsea respondieron; su hermana esperaba una respuesta y él pensaba en como abordar el tema de la duquesa; sin embargo, tras otro anuncio de Ágatha, Scott reaccionó.
—Adelante, la puerta está abierta —habló con claridad el Cisne y la ama de llaves entró con un carrito de servicio de platino con pequeñas llantas de caucho; Chelsea estaba de espaldas y no buscó su cara pero observó la de Scott y de inmediato el ambiente incomodo se reflejó en los ojos de Ágatha, ésta puso el servicio a un costado de ellos, justo a la mitad; la ama de llaves cogió la tetera pero con un movimiento de cabeza Scott negó que se permitiera servir, Ágatha hizo una reverencia a ambos y salió cerrando las puertas una vez fuera, se alejó con prisa y nuevamente los gemelos estaban solos.
Scott suspiró. —¿Quieres tomar asiento? —sugirió el Cisne mientras caminaba al carro de servicio, tomó la tetera y sirvió dos tazas, colocó el azúcar a ambas y luego fue hasta Chelsea para darle su taza en el plato de tetero—. Conocí a la duquesa antes de llegar al ducado, justo en la frontera. Había una fiesta pagana y sentí curiosidad por ver sus tradiciones —sus ojos se perdieron en el té, el agua se meneaba de un lado a otro y Scott parecía que podía ver los ojos de su amada en aquella taza de té de limón, un iris de fuego. «¿Eran importantes esos detalles?, ¿de qué le serviría a Chelsea saber que se enamoró de Danna sin saber que era la duquesa todavía?, ¿no podría lastimar a su hermana con ese cuento de amor verdadero?» sí, la heriría, suficiente dolor causaría para ella saber que Scott estaba decidido a formar una familia con la duquesa, para narrarle como la conoció, como lo llevó a su santuario secreto y las demás confidencias que tuvieron.
—Lo estoy Chelsea, me he comprometido con la duquesa tal como nosotros lo planeamos, me casaré con ella justo como me pediste que lo hiciera, influenciando al rey de Inglaterra bajo tu mando y yo tomando tierras escocesas destronaré a la falsa reina de Escocia, glorificaremos y unificaremos el Imperio Británico de una vez por todas, no permitiremos que nuestros reyes jueguen y no reparen en la importancia de la pérdida de las siete colonias. Haremos que James se vuelva un rey poderoso, que sea un adecuado gobernante y no que el gobierno sea administrado por otras figuras que si le interesa el verdadero Imperio Británico... pero, Chelsea, mi querida hermana. Desposaré a la duquesa más allá de lo que pensamos, la amo y quiero pasar el resto de mi vida con ella.
Llamaron a la puerta. —Mi señor, el té y sus bocadillos están listos —dijo Ágatha del otro lado de la puerta, ni Scott ni Chelsea respondieron; su hermana esperaba una respuesta y él pensaba en como abordar el tema de la duquesa; sin embargo, tras otro anuncio de Ágatha, Scott reaccionó.
—Adelante, la puerta está abierta —habló con claridad el Cisne y la ama de llaves entró con un carrito de servicio de platino con pequeñas llantas de caucho; Chelsea estaba de espaldas y no buscó su cara pero observó la de Scott y de inmediato el ambiente incomodo se reflejó en los ojos de Ágatha, ésta puso el servicio a un costado de ellos, justo a la mitad; la ama de llaves cogió la tetera pero con un movimiento de cabeza Scott negó que se permitiera servir, Ágatha hizo una reverencia a ambos y salió cerrando las puertas una vez fuera, se alejó con prisa y nuevamente los gemelos estaban solos.
Scott suspiró. —¿Quieres tomar asiento? —sugirió el Cisne mientras caminaba al carro de servicio, tomó la tetera y sirvió dos tazas, colocó el azúcar a ambas y luego fue hasta Chelsea para darle su taza en el plato de tetero—. Conocí a la duquesa antes de llegar al ducado, justo en la frontera. Había una fiesta pagana y sentí curiosidad por ver sus tradiciones —sus ojos se perdieron en el té, el agua se meneaba de un lado a otro y Scott parecía que podía ver los ojos de su amada en aquella taza de té de limón, un iris de fuego. «¿Eran importantes esos detalles?, ¿de qué le serviría a Chelsea saber que se enamoró de Danna sin saber que era la duquesa todavía?, ¿no podría lastimar a su hermana con ese cuento de amor verdadero?» sí, la heriría, suficiente dolor causaría para ella saber que Scott estaba decidido a formar una familia con la duquesa, para narrarle como la conoció, como lo llevó a su santuario secreto y las demás confidencias que tuvieron.
—Lo estoy Chelsea, me he comprometido con la duquesa tal como nosotros lo planeamos, me casaré con ella justo como me pediste que lo hiciera, influenciando al rey de Inglaterra bajo tu mando y yo tomando tierras escocesas destronaré a la falsa reina de Escocia, glorificaremos y unificaremos el Imperio Británico de una vez por todas, no permitiremos que nuestros reyes jueguen y no reparen en la importancia de la pérdida de las siete colonias. Haremos que James se vuelva un rey poderoso, que sea un adecuado gobernante y no que el gobierno sea administrado por otras figuras que si le interesa el verdadero Imperio Británico... pero, Chelsea, mi querida hermana. Desposaré a la duquesa más allá de lo que pensamos, la amo y quiero pasar el resto de mi vida con ella.
Re: Dianceht's deal | Privado | The World War of the Black Swan
La tensión crecía y se hizo más intensa cuando Ágatha trajo el té que Scott había pedido. Los gemelos sólo intercambiaban miradas, Chelsea percibía el temor de Scott y así mismo un escalofrios recorría su cuerpo. —No, estoy bien aquí —lo siguió con la mirada, todo parecía ser muy lento, los pasos de Scott, cómo cogía la tetera, el té caliente cayendo a las tazas, los granos de azúcar que tocaban el té y como su gemelo movía la cuchara, fue lento también ver la transición de Scott hacía ella y como le ofreció el té, la taza en su plato que Chelsea cogió. Vino entonces las primeras palabras de Scott con referencia a lo vivido en Escocia, cuando escuchó de labios de su hermano “fiesta pagana” un temblor sacudió su cuerpo, un temor la acometió y quiso detener a Scott, mas no pudo hacerlo porque Scott se silenció, lo vio reflexionar y se dio cuenta de que él daría un giro al inicio de su respuesta que Chelsea solicitó y no se equivocó.
Comenzó a hablarle de los planes que tenían y que ella fue autora intelectual, sobre todo en lo que refería al matrimonio con la duquesa, el derrocamiento de la falsa reina y la manipulación sobre el rey aunque Scott esto último no lo tratara de ese modo. Sin embargo, el corazón de Chelsea se anticipó a las palabras con las que finalizaría Scott, los ojos de su hermano y el tono de voz le indicaron que estaba dispuesto a quedarse con Danna, no buscar quedarse con el ducado y regresar con Chelsea y así fue. Cuando Scott terminó el plato con la taza le parecieron muy pesados y se deslizaron de sus frágiles dedos. Nuevamente el momento se volvió lento, la taza cayó partiéndose en una docena de partes manchando el vestido de tonos amarillo de Chelsea, la gemela dejó que un par de lágrimas se escaparan de sus ojos mientras sonreía.
Antes de abrazarse a sí misma Chelsea levantó una de las manos como gesto para que Scott no intentara acercarse a ella, luego le dio la espalda a Scott soltando un suspiro. —Fue a finales de marzo cuando tuve un extraño sueño. Bajabas de tu carruaje y caminabas entre un bosque, era de noche y una música bárbara sonaba, parecía que ésta te conducía a un evento de bárbaros donde una enorme fogata se alzaba, como paganos los escoceces danzaban en torno a ésta, estabas maravillado entonces tus ojos se fijaron en otros, la iris de los ojos ajenos reflejó el mismo fuego y por un minuto parecían mágicos, ella caminó hacía ti, vestía unas prendas no muy diferentes a las demás escocesas de la fiesta, pero ella era la duquesa, mas en mi sueño tu lo desconocías, bailaron y tu querer hacía ella crecía, te enamorabas de ella. Después había un lugar que parecía un paraiso, un lago y un altar, las luciernagas del lugar convertían el espacio en magia pura y ahí floreció un sentimiento de amor tan fuerte que hizo que mi cuerpo reaccionara con llanto mientras yo seguía dormida. Lenore te dijo se llamaba y estabas dispuesto a casarte con ella. El sueño más largo que he tenido.
Chelsea bajó los brazos y con lágrimas en sus ojos observó a Scott. —Ambos sabemos que no fue un sueño, Scott tu sabes que yo puedo ver lo que tu ves cuando el sentimiento es muy fuerte y viceversa. Desde entonces he vivido con sosobra y el remordimiento de que todo es culpa mía, yo te mandé allá, yo te pedí que la desposaras y ahora ¿cómo puedes reprochármelo cuando yo lo provoqué?, ¿cómo te puedo exigir que respetes el acuerdo que tuvimos? Pero Dios, tu me alejaste de un amor porque me decías que me amabas, que querías estar conmigo. Tengo que saberlo Scott, tengo que saber que en tu corazón ya no estoy —las lágrimas seguían brotando sin piedad, el maquillaje había manchado la piel tersa de Chelsea y ella caminaba decidida hacía Scott, con sus manos delgadas tomó el rostro de su hermano y lo besó, sus manos se desplazaron por detrás de su cuello mientras el beso se prolongaba, cerró sus ojos y sintió la calidez de Scott en su boca y en su cuerpo.
Comenzó a hablarle de los planes que tenían y que ella fue autora intelectual, sobre todo en lo que refería al matrimonio con la duquesa, el derrocamiento de la falsa reina y la manipulación sobre el rey aunque Scott esto último no lo tratara de ese modo. Sin embargo, el corazón de Chelsea se anticipó a las palabras con las que finalizaría Scott, los ojos de su hermano y el tono de voz le indicaron que estaba dispuesto a quedarse con Danna, no buscar quedarse con el ducado y regresar con Chelsea y así fue. Cuando Scott terminó el plato con la taza le parecieron muy pesados y se deslizaron de sus frágiles dedos. Nuevamente el momento se volvió lento, la taza cayó partiéndose en una docena de partes manchando el vestido de tonos amarillo de Chelsea, la gemela dejó que un par de lágrimas se escaparan de sus ojos mientras sonreía.
Antes de abrazarse a sí misma Chelsea levantó una de las manos como gesto para que Scott no intentara acercarse a ella, luego le dio la espalda a Scott soltando un suspiro. —Fue a finales de marzo cuando tuve un extraño sueño. Bajabas de tu carruaje y caminabas entre un bosque, era de noche y una música bárbara sonaba, parecía que ésta te conducía a un evento de bárbaros donde una enorme fogata se alzaba, como paganos los escoceces danzaban en torno a ésta, estabas maravillado entonces tus ojos se fijaron en otros, la iris de los ojos ajenos reflejó el mismo fuego y por un minuto parecían mágicos, ella caminó hacía ti, vestía unas prendas no muy diferentes a las demás escocesas de la fiesta, pero ella era la duquesa, mas en mi sueño tu lo desconocías, bailaron y tu querer hacía ella crecía, te enamorabas de ella. Después había un lugar que parecía un paraiso, un lago y un altar, las luciernagas del lugar convertían el espacio en magia pura y ahí floreció un sentimiento de amor tan fuerte que hizo que mi cuerpo reaccionara con llanto mientras yo seguía dormida. Lenore te dijo se llamaba y estabas dispuesto a casarte con ella. El sueño más largo que he tenido.
Chelsea bajó los brazos y con lágrimas en sus ojos observó a Scott. —Ambos sabemos que no fue un sueño, Scott tu sabes que yo puedo ver lo que tu ves cuando el sentimiento es muy fuerte y viceversa. Desde entonces he vivido con sosobra y el remordimiento de que todo es culpa mía, yo te mandé allá, yo te pedí que la desposaras y ahora ¿cómo puedes reprochármelo cuando yo lo provoqué?, ¿cómo te puedo exigir que respetes el acuerdo que tuvimos? Pero Dios, tu me alejaste de un amor porque me decías que me amabas, que querías estar conmigo. Tengo que saberlo Scott, tengo que saber que en tu corazón ya no estoy —las lágrimas seguían brotando sin piedad, el maquillaje había manchado la piel tersa de Chelsea y ella caminaba decidida hacía Scott, con sus manos delgadas tomó el rostro de su hermano y lo besó, sus manos se desplazaron por detrás de su cuello mientras el beso se prolongaba, cerró sus ojos y sintió la calidez de Scott en su boca y en su cuerpo.
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