The fallen angel (Lucifer)

por **Diodore Pomeroy** Jue Abr 14, 2016 9:27 pm

Recuerdo del primer mensaje :

THE FALLEN ANGEL

Aquel había sido un día agitado como los anteriores, parecía que hubieran mil cosas por hacer en París. Nunca se imaginó que vivir en una ciudad sería tan diferente a su pueblo natal en donde el estilo de vida era miucho más lento y tranquilo. Desde que se había instalado en la pequeña parroquia del orfanato no había tenido un minuto de descanso, le daba la impresión que los anteriores sacerdotes no habían hecho mucho por la comunidad, ¡La parroquia inclusive tenía unas cuantas tejas rotas y cuando llovía se entraba el agua casi hasta el púlpito!. No podía creer aquella locura. Tenía que encargarse el mismo de todo.

Pero esa noche en especial se encontraba aún más cansado de lo normal, durante la tarde había coordinado un entierro, por lo que había tenido que encargarse de la eucaristía y también del velatorio. El difunto era un hombre viejo, de casi 70 años, proveniente de una familia pobre, toda su familia había estado presente en el entierro, sus hijos y nietos habían llorado por horas mientras el ataúd era cubierto con tierra. Los entierros siempre le ponían triste, sin importar si conocía o no a los familiares o al mismo difunto, siempre le daba una sensación nostálgica ver como la familia y los amigos se reunían para despedirse de sus seres queridos.

Él nunca tendría una familia propia, nunca sabría lo que significaba ser padre y pasar su apellido a sus retoños. Era una sensación extraña ver esa manifestación de sentimientos que para él eran ajenos.

Una vez concluido el entierro había decidido quedarse un rato más en el cementerio, la noche había caído y el enterrador había terminado con sus labores y le había dejado sólo. El silencio del lugar acompañado por una densa neblina que se había instalado a su alrededor le hizo sentir una inusitada clama interior. No se dio cuenta de cuanto tiempo pasó allí de pie bajo ese enorme sauce llorón ahora sin hojas gracias al invierno, observando la tumba recién cavada con la mirada perdida en ningún punto en específico, hasta que la sensación de ser observado de repente lo sobrecogió.

- ¿Hay alguien ahí? - Preguntó con voz firme, a lo mejor algún familiar seguía rondando el lugar.

por **Diodore Pomeroy** Dom Ago 07, 2016 3:45 am

Aún se sentía un poco mareado, su cerebro apenas si procesaba lo que acababa de decir, no entendía porque estaba confesando todas esas cosas a un extraño, Diodore no solía ni siquiera reflexionar sobre esas cosas consigo mismo, a veces olvidaba que tenía esos deseos como cualquier otra persona pues pasaba la mayor parte del día tan ocupado con todos los quehaceres de la capilla y del orfanato, que cuando se iba a dormir caía profundo antes de que su mente volara hacía otros rumbos.

Las palabras de Lucifer le sorprendieron pero nunca se imaginó que aquel hombre actuaría de tal forma. El beso lo tomó completamente desprevenido, aquella situación estaba completamente fuera de control, ni en su más locas imaginación se había visto así mismo besando a otro hombre, mucho menos a un extraño.

La sensación de los labios de Lucifer contra los suyos le envió escalofríos que bajáron como relámpagos eléctricos por su columna vertebral, la textura de su boca era algo que nunca antes había sentido, por lo que se quedó quieto sin saber que hacer. Su mente era una nube confusa de pensamientos y sensaciones abrumadoras.

El beso no se detuvo y Lucifer entró en su boca sin pedir permiso, nuevas sensaciones llegaron a su cuerpo y fue como si actuara como un autómata, pues sus labios correspondieron el beso de manera torpe, emulando los movimientos del otro. Un beso real se sentía muy diferente a como lo había imaginado, el placer que recorría su cuerpo tan sólo con esa pequeña acción era aterrador.

Empujo con las palmas de su mano el pecho de Lucifer obligándolo a alejarse de él y a interrumpir el beso. Sus mejillas se sentían arder y desvió la mirada hacía el suelo aún en silencio, como si el cerebro se estuviera demorando en procesar todo lo que acababa de ocurrir en esos pocos minutos.

- T...tengo que irme - Logró decir y haciendo una venia apresurada se giró para comenzar a caminar rápidamente hacía la salida del cementerio. En ese momento no pensaba, sólo quería escapar de ese lugar.

por **Lucifer Morningstar** Lun Ago 08, 2016 12:56 pm

No hubo escalofríos en Lucifer, ni sonó la alarma despertando nuevos sentimientos, solo el gélido tacto de su ego escalando peldaños ante la victoria acontecida. La vibración del cuerpo contrario no pasó desapercibida, ese leve temblor virginal del que prueba por primera vez el néctar del placer. Podría haber seguido, impedido que se alejara para someterle con crueldad ahí mismo frente el altar... pero eso no sería divertido, sería caer en la impulsividad humana de la que tan despegado estaba. No... Lucifer tenía otros planes para Diodore, por ello permitió que se alejara. Permitirle aquella huida sería dejarle creer que tenía opción, que podía elegir, darle una falsa sensación de seguridad que le haría bajar la guardia de nuevo. Pero lo cierto es que había caído en su red como la mosca incauta en la telaraña, mas era pronto aún para comérsela. Quería jugar un poco más. Atormentaría sus noches con lujuria desenfrenada deslizada en sueños, le asaltaría a cualquier hora del día con visiones carnales... para, finalmente, hacerle olvidar aquella sotana que hasta entonces había llevado con la cabeza alta.

Sencillo, pensó con una escueta sonrisa de satisfacción mientras observaba aquella espalda alejándose, aunque, en cierto modo, previsible. En lo más íntimo de aquel pequeño hombre alguien ya había plantado la semilla del deseo, ese tal Cyrille del que habló -y que vagamente escuchó-, hacer que germinara era lo más sencillo. Solo debía esperar y actuar con cautela, elegir bien cada momento. Por ahora tocaba retirarse.

-¿Qué vas a hacer, padre? - Susurró con burla en su voz mirando hacia la Cruz. - Nada, como siempre. Entonces sigue observando como sueles hacer... - sus ojos se volvieron rojos y, con un pase de mano, apagó todas las velas que quemaban los rezos de cada peregrino que hubiera dejado una moneda a la espera de un milagro que jamás ocurriría. Desapareció entre las sombras alejándose del lugar. La noche es joven, pensó, vamos a ver dónde más hay diversión.

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