AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Nuit Pleasures ~ Privado
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Nuit Pleasures ~ Privado
Recuerdo del primer mensaje :
Había pasado casi un año desde que me había independizado formalmente viviendo por mí cuenta, en un piso que había encontrado en el centro de parís. Quedaba bastante cerca del burdel por lo que no perdía mucho tiempo en el trayecto y, además, quedaba también cerca de la casa de Naitiri. Le había prometido visitarla el fin de semana y había pensado en un postre nuevo para llevarle, me encantaba cocinar postres, por lo que cada vez que le hacía una visita siempre solía llevarle algo.
La echaba de menos, había vivido casi cinco años con ella y pasar a vivir sola era algo totalmente diferente. No me quejaba para nada y además había sido yo quien decidió dar el paso… en algún momento tendría que hacer mí vida y dejar que ella siguiera con la suya, aunque sabía que no era ninguna carga, pero era lo suficientemente mayor como para vivir por mí cuenta.
El piso era lo bastante grande como para una sola persona y, además, no estaba sola del todo. Adoraba a los animales y por ello tenía un gato, pardo de ojos verdes, que se llamaba Suri y una perra, muy parecida a la que Naitiri tenía, pero esta era blanca que se llamaba Nabudis. Y al igual que a ella a mí también me gustaba mucho leer por lo que tenía una estantería llena de libros que me había ido regalando durante el tiempo que viví con ella, había cogido su pasión y había sido ella quien me la había infundado. Por lo que, de alguna forma, me gustaba compensarle todo lo que había echo por mí.
Si no hubiera sido por ella seguramente mi vida habría sido muy diferente, habría acabado igualmente en el burdel puesto que quién me encontró en la calle fue la Madam pero… el hecho de vivir en un sitio ajeno al burdel era algo que agradecía mucho y el amor que tenía que por ella… no se podía comparar nada. Era mi hermana mayor, aunque fuéramos hijas de diferentes madres, y la quería y consideraba como tal. Y así lo haría durante toda mi vida.
Decidí levantarme de la cama y limpiar la casa y organizarla antes de salir a trabajar, era una maniática del orden y no podía ver nada fuera de su sitio, por lo que siempre limpiaba y recogía todo todas las mañana. El piso no era muy grande por lo que me daba tiempo a hacerlo sin ningún tipo de problema, aproveché para salir un rato y aprovechar el buen día que hacía y cogí a Nabudis y me fui a dar una vuelta con ella, me gustaba dar paseos al aire libre e ir con ella era una gozada, era una perra muy obediente y que siempre me hacía caso.
Tras darle un paseo bien largo volví a casa y preparé algo para comer mientras les ponía algo de comer, y comida de más, por si acaso llegaba tarde que no se lo acabaran todo. Me alegraba que ambos se llevaran tan bien y casi siempre estaban jugando el uno con el otro, Suri era un poquito malo con Nabudis pero se notaba que se querían y que ambos estaban jugando, jamás los había visto pelearse y jamás había visto ninguna herida causada por ninguno de ellos.
Tras dejar todo listo y preparado me di un baño antes de salir de casa, me cambié de ropa y finalmente me dirigí hacia el burdel, no sin dejar un beso a cada uno antes de salir como despedida. Todavía era algo temprano y el sol aún no se había escondido en el cielo, pero me gustaba llegar alto más temprano a mi hora cuando iba a trabajar. Dejaba todo listo y preparado y hablaba con alguna de las chicas que allí había. No es que tuviera muchas amigas, pero al menos el tiempo se hacía algo más ameno mientras esperábamos a los clientes.
Aquella noche estaba convencida de que, como de costumbre, uno de ellos acudiría como había estado haciendo hacía un tiempo. Lo había visto varias veces por el burdel y jamás había tenido nada con él hasta que, tras esas dos veces, fue él quién me pidió aquella noche. Y las siguientes veces que había vuelto al burdel me había seguido pidiendo, por lo que podía considerarlo como que era uno de mis clientes fijos y asiduos.
Por el momento no tenía queja alguna con él y me lo pasaba bastante bien cada vez que venía, incluso disfrutaba cuando venía por las noches y me pedía. Últimamente ya no tenía que decirme nada, cuando lo veía por allí sabía lo que iba a pasar y no tenía que informarle a la Madam de a quién quería, ella lo dejaba entrar y yo ya lo esperaba arriba en la habitación, no me gustaba demasiado llamar la atención ni hacer nada a la vista de los demás, me gustaba que todo quedase de forma más privada.
Giré por una de las esquinas y pude ver con claridad la entrada del burdel y me dirigí con paso tranquilo, llegaba con tiempo suficiente de sobra. Nada más entrar lo primero que vi fue a la Madam, en su sitio como siempre, al menos al principio de la noche donde luego más tarde dejaba en la entrada a un hombre para que controlara todo aquello. Hacía un par de años que había tomado aquella medida de seguridad, y todas estábamos encantadas con aquello. Nos sentíamos algo más seguras.
-Buenas noches, Alessia –sonreí mientras me quitaba el abrigo y lo dejaba detrás de donde ella se encontraba, un pequeño cuarto donde podíamos dejar nuestras cosas. Nadie allí me llamaba Arisley, de hecho, ni siquiera Naitiri lo hacía… siempre había utilizado mi segundo nombre, me hacía sentir algo más segura con todo lo que había pasado.
-Buenas noches Madam, ¿el ambiente está tranquilo? –la mujer sonrió y me miró de arriba abajo durante unos segundos, mientras dejaba que me evaluase con la mirada.
-Sí, de momento está todo tranquilo. Ya sabes, a medida que se acerque la noche el lugar va cobrando más y más vida –reí, tenía toda la razón en aquello.
-Si, la noche les hace sentirse más vivos… o, al menos, les hace tener mejor cuartada para venir a un lugar como este y escapar de sus esposas –se rió ante mi comentario, porque no era la primera vez que acudían hombres casados al burdel, ni serían los últimos- Me voy arriba –asintió con la cabeza y me dirigí por el salón notando que habían pocos hombres y habían algunas chicas sirviendo bebidas con las bandejas. Pasé de largo y comencé a subir por las escaleras directas a mí habitación, la que siempre utilizaba cada vez que estaba allí. Por el camino me encontré a una de las chicas, una que tenía unos cuantos años más que yo, y que todavía seguía ahí.
-Buenas noches, Alessia –me dijo y devolví el saludo, ya que era algo que no negaba a nadie.
-Buenas noches, ¿todo bien? –pregunté más bien por cortesía que por otra cosa. No me llevaba con ninguna en especial, pero aquella mujer era una víbora que no dudaba en recordártelo, como si fuera ella la que mandara en el lugar.
-Acabo de terminar con un cliente, así que bien. Si hubieras llegado antes… -me miró, sonriendo de lado- Pero seguro que estás esperando al adecuado, ¿verdad? Qué ingenua eres –enarqué una ceja, me enervaba como ella sola.
-Ya… seguro que si hubiera estado yo antes no habría dudado en escogerme a mí. La hipocresía es que no es lo mío, ¿sabes? Yo no tengo problema en decirte lo víbora que eres, al igual que no me importa que te siente mal cuando te lo diga –y seguí andando metiéndome en la habitación, negando con la cabeza. Qué mujer más odiosa. Me adentré hacia el armario y miré la ropa que podía ponerme aquella noche.
Había pasado casi un año desde que me había independizado formalmente viviendo por mí cuenta, en un piso que había encontrado en el centro de parís. Quedaba bastante cerca del burdel por lo que no perdía mucho tiempo en el trayecto y, además, quedaba también cerca de la casa de Naitiri. Le había prometido visitarla el fin de semana y había pensado en un postre nuevo para llevarle, me encantaba cocinar postres, por lo que cada vez que le hacía una visita siempre solía llevarle algo.
La echaba de menos, había vivido casi cinco años con ella y pasar a vivir sola era algo totalmente diferente. No me quejaba para nada y además había sido yo quien decidió dar el paso… en algún momento tendría que hacer mí vida y dejar que ella siguiera con la suya, aunque sabía que no era ninguna carga, pero era lo suficientemente mayor como para vivir por mí cuenta.
El piso era lo bastante grande como para una sola persona y, además, no estaba sola del todo. Adoraba a los animales y por ello tenía un gato, pardo de ojos verdes, que se llamaba Suri y una perra, muy parecida a la que Naitiri tenía, pero esta era blanca que se llamaba Nabudis. Y al igual que a ella a mí también me gustaba mucho leer por lo que tenía una estantería llena de libros que me había ido regalando durante el tiempo que viví con ella, había cogido su pasión y había sido ella quien me la había infundado. Por lo que, de alguna forma, me gustaba compensarle todo lo que había echo por mí.
Si no hubiera sido por ella seguramente mi vida habría sido muy diferente, habría acabado igualmente en el burdel puesto que quién me encontró en la calle fue la Madam pero… el hecho de vivir en un sitio ajeno al burdel era algo que agradecía mucho y el amor que tenía que por ella… no se podía comparar nada. Era mi hermana mayor, aunque fuéramos hijas de diferentes madres, y la quería y consideraba como tal. Y así lo haría durante toda mi vida.
Decidí levantarme de la cama y limpiar la casa y organizarla antes de salir a trabajar, era una maniática del orden y no podía ver nada fuera de su sitio, por lo que siempre limpiaba y recogía todo todas las mañana. El piso no era muy grande por lo que me daba tiempo a hacerlo sin ningún tipo de problema, aproveché para salir un rato y aprovechar el buen día que hacía y cogí a Nabudis y me fui a dar una vuelta con ella, me gustaba dar paseos al aire libre e ir con ella era una gozada, era una perra muy obediente y que siempre me hacía caso.
Tras darle un paseo bien largo volví a casa y preparé algo para comer mientras les ponía algo de comer, y comida de más, por si acaso llegaba tarde que no se lo acabaran todo. Me alegraba que ambos se llevaran tan bien y casi siempre estaban jugando el uno con el otro, Suri era un poquito malo con Nabudis pero se notaba que se querían y que ambos estaban jugando, jamás los había visto pelearse y jamás había visto ninguna herida causada por ninguno de ellos.
Tras dejar todo listo y preparado me di un baño antes de salir de casa, me cambié de ropa y finalmente me dirigí hacia el burdel, no sin dejar un beso a cada uno antes de salir como despedida. Todavía era algo temprano y el sol aún no se había escondido en el cielo, pero me gustaba llegar alto más temprano a mi hora cuando iba a trabajar. Dejaba todo listo y preparado y hablaba con alguna de las chicas que allí había. No es que tuviera muchas amigas, pero al menos el tiempo se hacía algo más ameno mientras esperábamos a los clientes.
Aquella noche estaba convencida de que, como de costumbre, uno de ellos acudiría como había estado haciendo hacía un tiempo. Lo había visto varias veces por el burdel y jamás había tenido nada con él hasta que, tras esas dos veces, fue él quién me pidió aquella noche. Y las siguientes veces que había vuelto al burdel me había seguido pidiendo, por lo que podía considerarlo como que era uno de mis clientes fijos y asiduos.
Por el momento no tenía queja alguna con él y me lo pasaba bastante bien cada vez que venía, incluso disfrutaba cuando venía por las noches y me pedía. Últimamente ya no tenía que decirme nada, cuando lo veía por allí sabía lo que iba a pasar y no tenía que informarle a la Madam de a quién quería, ella lo dejaba entrar y yo ya lo esperaba arriba en la habitación, no me gustaba demasiado llamar la atención ni hacer nada a la vista de los demás, me gustaba que todo quedase de forma más privada.
Giré por una de las esquinas y pude ver con claridad la entrada del burdel y me dirigí con paso tranquilo, llegaba con tiempo suficiente de sobra. Nada más entrar lo primero que vi fue a la Madam, en su sitio como siempre, al menos al principio de la noche donde luego más tarde dejaba en la entrada a un hombre para que controlara todo aquello. Hacía un par de años que había tomado aquella medida de seguridad, y todas estábamos encantadas con aquello. Nos sentíamos algo más seguras.
-Buenas noches, Alessia –sonreí mientras me quitaba el abrigo y lo dejaba detrás de donde ella se encontraba, un pequeño cuarto donde podíamos dejar nuestras cosas. Nadie allí me llamaba Arisley, de hecho, ni siquiera Naitiri lo hacía… siempre había utilizado mi segundo nombre, me hacía sentir algo más segura con todo lo que había pasado.
-Buenas noches Madam, ¿el ambiente está tranquilo? –la mujer sonrió y me miró de arriba abajo durante unos segundos, mientras dejaba que me evaluase con la mirada.
-Sí, de momento está todo tranquilo. Ya sabes, a medida que se acerque la noche el lugar va cobrando más y más vida –reí, tenía toda la razón en aquello.
-Si, la noche les hace sentirse más vivos… o, al menos, les hace tener mejor cuartada para venir a un lugar como este y escapar de sus esposas –se rió ante mi comentario, porque no era la primera vez que acudían hombres casados al burdel, ni serían los últimos- Me voy arriba –asintió con la cabeza y me dirigí por el salón notando que habían pocos hombres y habían algunas chicas sirviendo bebidas con las bandejas. Pasé de largo y comencé a subir por las escaleras directas a mí habitación, la que siempre utilizaba cada vez que estaba allí. Por el camino me encontré a una de las chicas, una que tenía unos cuantos años más que yo, y que todavía seguía ahí.
-Buenas noches, Alessia –me dijo y devolví el saludo, ya que era algo que no negaba a nadie.
-Buenas noches, ¿todo bien? –pregunté más bien por cortesía que por otra cosa. No me llevaba con ninguna en especial, pero aquella mujer era una víbora que no dudaba en recordártelo, como si fuera ella la que mandara en el lugar.
-Acabo de terminar con un cliente, así que bien. Si hubieras llegado antes… -me miró, sonriendo de lado- Pero seguro que estás esperando al adecuado, ¿verdad? Qué ingenua eres –enarqué una ceja, me enervaba como ella sola.
-Ya… seguro que si hubiera estado yo antes no habría dudado en escogerme a mí. La hipocresía es que no es lo mío, ¿sabes? Yo no tengo problema en decirte lo víbora que eres, al igual que no me importa que te siente mal cuando te lo diga –y seguí andando metiéndome en la habitación, negando con la cabeza. Qué mujer más odiosa. Me adentré hacia el armario y miré la ropa que podía ponerme aquella noche.
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Me quedé recostada contra su pecho mientras intentaba que la respiración se regulara y los latidos de mí corazón se normalizaban después de aquello que había hecho con Reed. Me gustaba estar con él porque me trataba de forma diferente a como lo hacían los demás hombres… el me miraba de forma diferente, distinta… no como a un trozo de carne que podían degustar. Me sentía cómoda en su presencia, y eso me daba ciertas libertades que solo me tomaba con él. Por ejemplo; ser algo más cariñosa. No solía serlo con ningún cliente, pero él era totalmente diferente.
Sonreí todavía contra su cuerpo que lo notaba algo frío en comparación a cómo tenía el mío ardiendo, cerré los ojos, y suspiré largamente durante unos segundos dejándome llevar por los resquicios del placer que recorrían mí cuerpo en pequeñas olas, noté que besaba mis hombros y me estrechaba más contra sus brazos, acariciándome el pelo e incluso poniéndolo y colocándolo como debería de estar, cosa que hizo que sonriera sin moverme. Me acunó contra su cuerpo tras mis palabras de que podía escoger a cualquiera de las que había allí, que sabrían mucho más que yo, y se rió para después contestarme a eso.
-Creo que no puedo rebatirte a eso –dije con diversión y subí mí vista a su rostro para recorrerlo con mis dedos, pasando luego a dejar un mordisco en su cuello y un beso en su hombro para decirle qué íbamos a hacer ahora. Sentí sus labios sobre los míos y le correspondí al beso mientras él se erguía en la cama y se sentaba mejor, lo miré con duda durante unos segundos y me mordí el labio… nada de sexo, ¿qué íbamos a hacer ahora? Sonreí ante sus palabras, me gustaba que me llamara pequeña- Me gusta que me digas de esa forma, en parte, en lo que soy –reí levemente y después me levanté de la cama y de encima de él sin decirle nada, fui hasta el aseo y comencé a llenar la bañara para darnos los dos un baño, que aliviaría nuestros cuerpos después de haber practicado sexo.
Esperé hasta que estuvo llena, cerré el grifo, y salí dejando mí cuerpo medio oculto en el marco de la puerta, mirándole con una sonrisa divertida, terminé por salir y cogí las copas en una mano lanzándole una mirada lo más sexy que pude, dándole a entender que me siguiera sin necesidad de hablar para nada, y volví al aseo de nuevo. Había llevado una pequeña mesilla cerca de la bañera para poder dejar la botella y las copas sin ningún tipo de problema. El baño estaba listo y con espuma en una temperatura perfecta, me metí dentro y esperé a que Reed entrara. Cuando lo hizo le miré metida dentro de la bañera, y le sonreí.
-Mejor, ¿por qué no podemos hacer ambas cosas? Te he preparado un baño que vas a compartir conmigo –le hice un gesto con el dedo índice de mí mano para que se acercara- mientras nos terminamos la botella que has traído. ¿Puede haber algo mejor? –lo contemplé, desnudo, parado delante de mí y sonreí para luego subir a su rostro y ladear un poco mí cabeza- Tú baño te espera, y yo también.
Sonreí todavía contra su cuerpo que lo notaba algo frío en comparación a cómo tenía el mío ardiendo, cerré los ojos, y suspiré largamente durante unos segundos dejándome llevar por los resquicios del placer que recorrían mí cuerpo en pequeñas olas, noté que besaba mis hombros y me estrechaba más contra sus brazos, acariciándome el pelo e incluso poniéndolo y colocándolo como debería de estar, cosa que hizo que sonriera sin moverme. Me acunó contra su cuerpo tras mis palabras de que podía escoger a cualquiera de las que había allí, que sabrían mucho más que yo, y se rió para después contestarme a eso.
-Creo que no puedo rebatirte a eso –dije con diversión y subí mí vista a su rostro para recorrerlo con mis dedos, pasando luego a dejar un mordisco en su cuello y un beso en su hombro para decirle qué íbamos a hacer ahora. Sentí sus labios sobre los míos y le correspondí al beso mientras él se erguía en la cama y se sentaba mejor, lo miré con duda durante unos segundos y me mordí el labio… nada de sexo, ¿qué íbamos a hacer ahora? Sonreí ante sus palabras, me gustaba que me llamara pequeña- Me gusta que me digas de esa forma, en parte, en lo que soy –reí levemente y después me levanté de la cama y de encima de él sin decirle nada, fui hasta el aseo y comencé a llenar la bañara para darnos los dos un baño, que aliviaría nuestros cuerpos después de haber practicado sexo.
Esperé hasta que estuvo llena, cerré el grifo, y salí dejando mí cuerpo medio oculto en el marco de la puerta, mirándole con una sonrisa divertida, terminé por salir y cogí las copas en una mano lanzándole una mirada lo más sexy que pude, dándole a entender que me siguiera sin necesidad de hablar para nada, y volví al aseo de nuevo. Había llevado una pequeña mesilla cerca de la bañera para poder dejar la botella y las copas sin ningún tipo de problema. El baño estaba listo y con espuma en una temperatura perfecta, me metí dentro y esperé a que Reed entrara. Cuando lo hizo le miré metida dentro de la bañera, y le sonreí.
-Mejor, ¿por qué no podemos hacer ambas cosas? Te he preparado un baño que vas a compartir conmigo –le hice un gesto con el dedo índice de mí mano para que se acercara- mientras nos terminamos la botella que has traído. ¿Puede haber algo mejor? –lo contemplé, desnudo, parado delante de mí y sonreí para luego subir a su rostro y ladear un poco mí cabeza- Tú baño te espera, y yo también.
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Sonreí animado de que por fin acatase lo que yo decía sin rechistar como había ocurrido antes con el tema de los regalos y de los vestidos. El haber tenido que usar uno de mis poderes con ella no me agradaba, pero quería moldearla hasta que estuviese lista y preparada para mí. Su cabello rojo brillando por toda la eternidad a mi lado era todo lo que un hombre como yo podía desear. Cuanto antes la transformase y le enseñase mi mundo, más hermosa y joven permanecería. Sus manos recorrieron mi rostro y dejó un mordisco en mi cuello, acto que aproveché para imaginar que ocurriría si fuese al revés... Volvió a subir la cabeza y fue entonces cuando la besé, así distraía a mi mente de mis planes malvados.
Reí con ella, le llamaría pequeña hasta que estuviera preparada para el gran paso. ¿Cómo le iba a contar todo esto? Era una muchacha inocente y sin duda, no se podía ni imaginar con que criatura acababa de terminar de tener relaciones sexuales. ¿La querría con tanto fervor cuando fuese vampiresa? Sí. Ella estaba hecha para mí. Para nadie más. Se levantó de encima de mí para ir al baño y preparar una bañera para dos.
Salió del cuarto de baño mientras escuchaba como el agua caía sobre la bañera para llenarse hasta la mitad, ya que con nuestros cuerpos el nivel del agua subiría hasta casi rebosar la bañera. Cogió la botella y las copas de vino y volvió a meterse mientras me dedicaba sonrisas y miradas pícaras. Comencé a desnudarme, dejando toda mi ropa doblada sobre la cama, no me gustaba ir mal vestido. Alguien de mi clase debía de estar bien siempre.
Escuché como se metía en la bañera y crucé el umbral de la puerta, no podía ver su precioso cuerpo desnudo dentro ya que lo tapaba la espuma que había echado. Sonreí al escuchar sus palabras y relamí mis labios. ― Tu cuerpo desnudo es mucho mejor que esto. Al igual que tu compañía, Alessia.― Me metí en la bañera delante de ella, estábamos cara a cara. Cogí las copas y serví el vino en ellas, dándole una para poder brindar. ― Por ti y por mí, pequeña. ― Mis ojos brillaban, esto era nada más que el principio. Un principio juntos.
Reí con ella, le llamaría pequeña hasta que estuviera preparada para el gran paso. ¿Cómo le iba a contar todo esto? Era una muchacha inocente y sin duda, no se podía ni imaginar con que criatura acababa de terminar de tener relaciones sexuales. ¿La querría con tanto fervor cuando fuese vampiresa? Sí. Ella estaba hecha para mí. Para nadie más. Se levantó de encima de mí para ir al baño y preparar una bañera para dos.
Salió del cuarto de baño mientras escuchaba como el agua caía sobre la bañera para llenarse hasta la mitad, ya que con nuestros cuerpos el nivel del agua subiría hasta casi rebosar la bañera. Cogió la botella y las copas de vino y volvió a meterse mientras me dedicaba sonrisas y miradas pícaras. Comencé a desnudarme, dejando toda mi ropa doblada sobre la cama, no me gustaba ir mal vestido. Alguien de mi clase debía de estar bien siempre.
Escuché como se metía en la bañera y crucé el umbral de la puerta, no podía ver su precioso cuerpo desnudo dentro ya que lo tapaba la espuma que había echado. Sonreí al escuchar sus palabras y relamí mis labios. ― Tu cuerpo desnudo es mucho mejor que esto. Al igual que tu compañía, Alessia.― Me metí en la bañera delante de ella, estábamos cara a cara. Cogí las copas y serví el vino en ellas, dándole una para poder brindar. ― Por ti y por mí, pequeña. ― Mis ojos brillaban, esto era nada más que el principio. Un principio juntos.
Reed Wilde- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 11/04/2016
Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Era extraño el hecho de sentirme cómoda con un hombre, con cualquiera de ellos, pero con Reed la cosa era mucho más diferente… era como si él me viera realmente a mí, como si no se fijara solamente en mí cuerpo y quisiera poseerlo, creyéndose con el derecho de hacerme lo que quiera cuando no era del todo así. Él quería hacer algo más que solamente mantener sexo conmigo, y prueba de ello, era el carísimo colgante que me había regalado y el hecho de querer comprarme vestidos, de sacarme fuera del burdel. Me mordí el labio, ¿cómo lo habría podido conseguir? Conocía desde hace mucho tiempo a la Madam, y que yo supiera, ninguna de sus… chicas, salía con otro cliente de aquel lugar. Reed tenía una capacidad de convicción que no era normal, si la había convencido a ella… ¿qué no sería capaz de convencer?
Decidí que podríamos darnos tanto un baño como acabar la botella así que la llené lo justo para que al meternos ambos no rebosara el agua, acerqué una mesita al borde de esta para dejar las copas y la botella y, antes de entrar de nuevo al baño con ambas copas en la mano, le miré con una mirada que pretendió ser sexy y coqueta al mismo tiempo y me metí esperándolo. Cuando entró al baño yo ya había tomado posición en uno de los lados y lo contemplé mientras me miraba él también a su vez. Me reí por sus palabras y negué con la cabeza.
-Pero has dicho que nada de sexo, así que no tienes por qué admirar mi maravilloso cuerpo –reí entre dientes, divertida por la gracia, y lo miré colocándose enfrente de mí haciendo que el nivel del agua creciera sin llegar a desbordar, y me tendió una de las copas que llenó estando dentro- Por ti y por mí –repetí chocando su copa con la mía, sonriendo cuando me llamó pequeña. Se podía notar que era más joven que él, pero ¿qué edad tendría? Nunca se lo había preguntado y sentía curiosidad, aunque sabía que era también joven pero, ¿cuánto nos llevaríamos?- Reed, ¿qué edad tienes? –di un sorbo de la copa y lo miré- No me malinterpretes, sé que eres joven pero nunca me has dicho tú edad. Yo te hecho unos… 26 ó 27, más o menos –reí entre dientes- seguro que ahora tienes menos y voy a quedar mal –porque, ¿podría tener más? Podría, claro que sí, pero no lo veía más mayor. Dejé la copa de nuevo en la mesita que había traído y lo observé, mí pie hizo un recorrido ascendente por su costado, hasta la mitad de pecho, y volví a bajar hasta su cadera. Había dicho que nada de sexo, pero no me había dicho que no podía tocarlo- Bien, ¿qué planes tienes para mí después de la ópera? ¿Me invitarás a cenar? –Ladeé un poco mí cabeza- sería la primera vez que un hombre me invita a cenar… siempre he ido a cenar con una persona –y estaba claro que esa era Nai, sin duda alguna.
Decidí que podríamos darnos tanto un baño como acabar la botella así que la llené lo justo para que al meternos ambos no rebosara el agua, acerqué una mesita al borde de esta para dejar las copas y la botella y, antes de entrar de nuevo al baño con ambas copas en la mano, le miré con una mirada que pretendió ser sexy y coqueta al mismo tiempo y me metí esperándolo. Cuando entró al baño yo ya había tomado posición en uno de los lados y lo contemplé mientras me miraba él también a su vez. Me reí por sus palabras y negué con la cabeza.
-Pero has dicho que nada de sexo, así que no tienes por qué admirar mi maravilloso cuerpo –reí entre dientes, divertida por la gracia, y lo miré colocándose enfrente de mí haciendo que el nivel del agua creciera sin llegar a desbordar, y me tendió una de las copas que llenó estando dentro- Por ti y por mí –repetí chocando su copa con la mía, sonriendo cuando me llamó pequeña. Se podía notar que era más joven que él, pero ¿qué edad tendría? Nunca se lo había preguntado y sentía curiosidad, aunque sabía que era también joven pero, ¿cuánto nos llevaríamos?- Reed, ¿qué edad tienes? –di un sorbo de la copa y lo miré- No me malinterpretes, sé que eres joven pero nunca me has dicho tú edad. Yo te hecho unos… 26 ó 27, más o menos –reí entre dientes- seguro que ahora tienes menos y voy a quedar mal –porque, ¿podría tener más? Podría, claro que sí, pero no lo veía más mayor. Dejé la copa de nuevo en la mesita que había traído y lo observé, mí pie hizo un recorrido ascendente por su costado, hasta la mitad de pecho, y volví a bajar hasta su cadera. Había dicho que nada de sexo, pero no me había dicho que no podía tocarlo- Bien, ¿qué planes tienes para mí después de la ópera? ¿Me invitarás a cenar? –Ladeé un poco mí cabeza- sería la primera vez que un hombre me invita a cenar… siempre he ido a cenar con una persona –y estaba claro que esa era Nai, sin duda alguna.
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Me estaba arrepintiendo ya de haber dicho que no quería más sexo. Todo su cuerpo me llamaba para que la hiciera mía, al igual que su sangre. Podía notar su corazón bombeando con ritmo bajo su pecho y el hambre que me estaba entrando era atroz. Quizá alguna vez pudiera saciar mi hambre únicamente de ella, pero aún no era ese día. Seguro que estaba deliciosa si sabía igual que olía. Me relamí mirándola y sonreí, dando a entender que era por lo que había dicho, aunque no le había prestado atención. ― Sí... Nada de sexo, pero me gusta mirarte.― Y dejé mis ojos paseando por el cuerpo que se veía, hasta que brindamos.
Bebí de la copa y dejé que el vino bajase por mi garganta y se perdiese en alguna parte de mi cuerpo. Dejé la copa al lado de la suya encima de la mesita que había traído para que estuviésemos mucho más cómodos. A continuación, me preguntó por mi edad. Y dijo unas edades al azar, basándose en mi apariencia. ¿Cómo decirle que siempre iba a perder? En realidad, podría ser su abuelo o un padre que la tuvo bastante tarde... Si se enteraba de la edad seguramente saldría corriendo como si la hubiese poseído el diablo. Jugué un poco con el agua mientras notaba su pie sobre mi costado, mi pecho y mi cadera. ―No te lo voy a decir, Alessia. Es una pregunta muy íntima. ¿No te resulta más divertido así? Tengo la edad que tú quieras que tenga.― Le guiñé un ojo divertido, este tema podía ser interesante, sobre todo si se obsesionaba por saber mi edad.
Acorté la distancia que nos separaba y la envolví en mis brazos, pasando mis piernas por su alrededor, hasta que nuestros pechos se tocaron. Sus preguntas me hicieron pensar. Hacía treinta años que no comía comida humana. ¿Habría cambiado demasiado? Tenía curiosidad, aunque sabía que no la iba a poder saborear ¿No? Miré al techo, tenía que aparentar normalidad con ella... Así que sí, iba a tener que comer y pagar algo que me iba a saber a corcho. ― Sí, después de la ópera te llevaré a cenar. ¿Qué tipo de comida te gusta? A mi me da igual, así que... Elige tú.― Volví a mirarla y alcé una ceja. ¿Nunca había tenido un novio o alguien que no fuese la mujer con la que vivía para ir a cenar? Era hermosa, joven y era linda por dentro. Tenía que haber tenido muchos pretendientes. ―¿Nunca? No te creo. Eres hermosa, Alessia. ― Besé sus labios, quitando por fin el espacio que nos separaba.
Bebí de la copa y dejé que el vino bajase por mi garganta y se perdiese en alguna parte de mi cuerpo. Dejé la copa al lado de la suya encima de la mesita que había traído para que estuviésemos mucho más cómodos. A continuación, me preguntó por mi edad. Y dijo unas edades al azar, basándose en mi apariencia. ¿Cómo decirle que siempre iba a perder? En realidad, podría ser su abuelo o un padre que la tuvo bastante tarde... Si se enteraba de la edad seguramente saldría corriendo como si la hubiese poseído el diablo. Jugué un poco con el agua mientras notaba su pie sobre mi costado, mi pecho y mi cadera. ―No te lo voy a decir, Alessia. Es una pregunta muy íntima. ¿No te resulta más divertido así? Tengo la edad que tú quieras que tenga.― Le guiñé un ojo divertido, este tema podía ser interesante, sobre todo si se obsesionaba por saber mi edad.
Acorté la distancia que nos separaba y la envolví en mis brazos, pasando mis piernas por su alrededor, hasta que nuestros pechos se tocaron. Sus preguntas me hicieron pensar. Hacía treinta años que no comía comida humana. ¿Habría cambiado demasiado? Tenía curiosidad, aunque sabía que no la iba a poder saborear ¿No? Miré al techo, tenía que aparentar normalidad con ella... Así que sí, iba a tener que comer y pagar algo que me iba a saber a corcho. ― Sí, después de la ópera te llevaré a cenar. ¿Qué tipo de comida te gusta? A mi me da igual, así que... Elige tú.― Volví a mirarla y alcé una ceja. ¿Nunca había tenido un novio o alguien que no fuese la mujer con la que vivía para ir a cenar? Era hermosa, joven y era linda por dentro. Tenía que haber tenido muchos pretendientes. ―¿Nunca? No te creo. Eres hermosa, Alessia. ― Besé sus labios, quitando por fin el espacio que nos separaba.
Reed Wilde- Vampiro Clase Alta
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Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Era en cierta parte divertida la situación que tenía entre manos, nunca había estado de esta forma con un cliente y me parecía de lo más divertido. Estar en el bañera, con dos copas de vino, junto con un cliente completamente desnudo… y que no estuviera pasando nada. Algo realmente extraño puesto que siempre había mantenido relaciones con los clientes y nunca había tenido charlas como estaba teniendo con Reed. Claro que tampoco nadie me había dicho que me iban a llevar fuera del burdel y me iban a llevar a varios sitios… ni siquiera podía entender todavía por qué Reed había decidido hacerlo conmigo. Era joven, sí, pero seguramente habría alguna mujer que pudiera darle lo que él buscaba sin que esta tuviera que pedir ayuda como me había pasado a mí.
Reí entre dientes por sus palabras aunque ahora no pudiera admirar demasiado mí cuerpo, la espuma cumplía con su función y solamente podría ver de mitad de mí pecho para arriba pues no había llenado mucho la bañera para que luego no saliera el agua. Había dicho que nada de sexo, pero no me había dicho que no pudiera tocarle… y mí pie volvió a subir de nuevo de forma lenta, mientras le observaba beber, y yo tenía la copa en la mano ya medio vacía. Hice un leve puchero cuando me dijo que no me iba a decir su edad y me mordí el labio.
-Eso no es justo, es trampa. Tú sabes la edad que tengo y yo sin embargo solo puedo intuir la edad que tienes –hice un mohín divertido, como si fuera una niña pequeña y reí divertida- En realidad me da igual tú edad, Reed, solo quería saber si había acertado o no. Aunque sé que eres joven, se te nota –sonreí divertida y dejé la copa sobre la mesita que había acercado- Juguemos, Reed, ¿qué me pides… a cambio de decirme tú edad? –mi pie subió esta vez un poco más, justo hasta el centro de su pecho y sonreí comenzando a bajarlo en un recorrido lento hasta llegar justo a su miembro, pero lo aparté cumpliendo con lo de nada de sexo, y lo dejé en su cadera sin dejar de mirarlo.
Se movió acortando la distancia y rodeó mí cuerpo con sus piernas pegando mí pecho al suyo haciendo que yo también rodeara su cuerpo con mis piernas y quedara como si estuviera medio sentada sobre él, recorrí su barbilla con mis dedos mirando que veía el techo unos segundos y luego me miraba a mí. Sonreí por su pregunta y me mordí el labio pensando en la respuesta.
-Pues… de todo, la verdad. Me educaron para que comiera de todo así que me gusta de todo –Nai ya se había encargado de ello y lo suyo le costó- Quizás, ¿carne? Aunque lo que más me gusta es el dulce, me apasiona. El chocolate sobre todo, es mí perdición. Podría embadurnarte en chocolate, así luego podría comerte –reí por la broma divertida dejando un mordisco en su labio inferior y lo miré pasando mis brazos por su cuello. Negué con la cabeza, no, nunca había tenido a nadie que hiciera esas cosas por mí- No, eres el único Reed… algo que me sorprende, a decir verdad. Nunca nadie me había invitado a… nada. Solo hubo una persona que lo hacía, bueno, ahora lo sigue haciendo pero nos vemos mucho menos. Será… la primera vez que un hombre haga ese tipo de cosas por mí. Ni siquiera he tenido una cita si soy sincera. Los hombres no me ven para algo más que… bueno, un trozo de carne. Él único que ve esa belleza, que dices que tengo, eres tú –besó mis labios y dejé que lo hiciera devolviéndole yo también el beso hasta que finalmente se separó- Eso son los ojos con los que me miras, Reed –sonreí mirándole, tampoco tenía mucho tiempo para conocer a más hombres, pero nadie me había invitado nunca como lo estaba haciendo él.
Reí entre dientes por sus palabras aunque ahora no pudiera admirar demasiado mí cuerpo, la espuma cumplía con su función y solamente podría ver de mitad de mí pecho para arriba pues no había llenado mucho la bañera para que luego no saliera el agua. Había dicho que nada de sexo, pero no me había dicho que no pudiera tocarle… y mí pie volvió a subir de nuevo de forma lenta, mientras le observaba beber, y yo tenía la copa en la mano ya medio vacía. Hice un leve puchero cuando me dijo que no me iba a decir su edad y me mordí el labio.
-Eso no es justo, es trampa. Tú sabes la edad que tengo y yo sin embargo solo puedo intuir la edad que tienes –hice un mohín divertido, como si fuera una niña pequeña y reí divertida- En realidad me da igual tú edad, Reed, solo quería saber si había acertado o no. Aunque sé que eres joven, se te nota –sonreí divertida y dejé la copa sobre la mesita que había acercado- Juguemos, Reed, ¿qué me pides… a cambio de decirme tú edad? –mi pie subió esta vez un poco más, justo hasta el centro de su pecho y sonreí comenzando a bajarlo en un recorrido lento hasta llegar justo a su miembro, pero lo aparté cumpliendo con lo de nada de sexo, y lo dejé en su cadera sin dejar de mirarlo.
Se movió acortando la distancia y rodeó mí cuerpo con sus piernas pegando mí pecho al suyo haciendo que yo también rodeara su cuerpo con mis piernas y quedara como si estuviera medio sentada sobre él, recorrí su barbilla con mis dedos mirando que veía el techo unos segundos y luego me miraba a mí. Sonreí por su pregunta y me mordí el labio pensando en la respuesta.
-Pues… de todo, la verdad. Me educaron para que comiera de todo así que me gusta de todo –Nai ya se había encargado de ello y lo suyo le costó- Quizás, ¿carne? Aunque lo que más me gusta es el dulce, me apasiona. El chocolate sobre todo, es mí perdición. Podría embadurnarte en chocolate, así luego podría comerte –reí por la broma divertida dejando un mordisco en su labio inferior y lo miré pasando mis brazos por su cuello. Negué con la cabeza, no, nunca había tenido a nadie que hiciera esas cosas por mí- No, eres el único Reed… algo que me sorprende, a decir verdad. Nunca nadie me había invitado a… nada. Solo hubo una persona que lo hacía, bueno, ahora lo sigue haciendo pero nos vemos mucho menos. Será… la primera vez que un hombre haga ese tipo de cosas por mí. Ni siquiera he tenido una cita si soy sincera. Los hombres no me ven para algo más que… bueno, un trozo de carne. Él único que ve esa belleza, que dices que tengo, eres tú –besó mis labios y dejé que lo hiciera devolviéndole yo también el beso hasta que finalmente se separó- Eso son los ojos con los que me miras, Reed –sonreí mirándole, tampoco tenía mucho tiempo para conocer a más hombres, pero nadie me había invitado nunca como lo estaba haciendo él.
Valenka N. Dragomir- Hechicero Clase Alta
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Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Me distraje unos momentos con la espuma que cubría nuestros cuerpos, me daba más pena el que la espuma cubriese su precioso cuerpo que el mío, pero ella, con su pie, iba apartando poco a poco esta de mi torso y podía ver parte de este, pero no todo y tampoco lo que quedaba cubierto bajo el agua. Estaba en desventaja sobre ese tema, así que ahora ella se iba a tener que aguantar sin saber mi edad. Si lo pensaba con la cabeza fría, era un pederasta… Pero ella me encantaba, me encandilaba, la vela en el sótano que alejaba las tinieblas y las hacía menos espesas. La volví a mirar directamente cuando comenzó a reír y le dediqué una de mis mejores sonrisas, seguro que si sabía mi condición y mi verdadera edad lo de que le daba igual mi edad se le borraría de la mente de un plumazo, pero por suerte, nunca iba a saber la verdadera… Hasta que fuese el momento adecuado claro. Le lancé un poco de espuma mientras me daba tiempo a pensar en su suculenta pregunta. Era una pregunta con doble filo para ella. Podía significar algo inocente o de poca importancia o quizás le pudiera dar un mayor significado e importancia… Solté un pequeño “mmmhh” mientras esperaba a que se me ocurriese algo. ―Veamos que podría pedirte… ¿Muchas citas? Ya has aceptado a ser solamente los Viernes… ¿Probamos también con los Sábados? ¿Con todos los días de la semana? ― Estaba jugando con fuego, casi se había puesto histérica con lo de que solamente fuese mía los viernes como para que aceptase todo esto… Pero lo haría. Reí para quitar importancia a mis palabras. ―¿Qué te parece alguna cita entre semana? Los Miércoles, Viernes y quizás Domingos… ¿Qué te parece eso? Después de un tiempo podrás saber mi edad, lo prometo. ― Dije y me moví, para quedar delante de ella.
La carne estaba deliciosa en mis recuerdos, y ahora con el paso de los años sin duda tenía que haber mejorado mucho su sabor al igual que el dulce. En cierta parte ella me daba envidia porque iba a poder disfrutar de todos y cada uno de los sabores que tomásemos esa noche y yo iba a tener que hacer una buena actuación para que se creyese que estaba disfrutando… Acaricié su hombro, mientras pensaba en los delincuentes que iba a tener que matar tanto antes y después de la “cena” porque iba a ser horrible para mí. ―Conozco un sitio, hace tiempo que no voy, pero hacen un postre delicioso, espero que lo sigan haciendo. Tiene chocolate y helado de vainilla… Podemos ir ahí si no tienes un lugar mejor. ― Tanto el dinero como el lugar me daban igual, podría llevarla a cenar al mismísimo Palacio Royal si quería. Dejé que dejase un mordisco en mi labio inferior para después de escuchar sus palabras, besarla. ¿Cómo ningún hombre había visto en ella lo que yo veía? Estaban realmente obcecados o malditos por un matrimonio sin amor. Por suerte mis padres nunca me concretaron ningún matrimonio y ahora y entonces, era libre en ese tema. Negué con la cabeza. ―Es como eres en realidad, Alessia. Joven, esbelta, valiente, inteligente… Podría seguir, pero me voy a quedar arrugado aquí dentro. ― Me incorporé en la bañera y salí, quitando la espuma de mi cuerpo y secándome con un albornoz que encontré. Cogí otro para ella y esperé a que saliese de la bañera.
Besé rápidamente sus labios, pasé a la habitación en la que habíamos compartido tanto y comencé a vestirme. Ya era tarde, tenía hambre y ella tenía que descansar. Coloqué mi gabardina encima cuando ella se asomó por la puerta del baño. Estaba tan perfecta así como estaba… Tan mía. ―Debo irme ya, Alessia. ¿Nos vemos el Miércoles? Te pasaré a buscar aquí a las ocho. ¿Vale? Te traeré unos vestidos, te los pruebas y eliges el que más te guste para ir al teatro. Después cenaremos y luego ya veremos qué podemos hacer. ― Dejé un par de besos por su rostro y me marché de la habitación sonriendo. Pagué a la Madamme los servicios de esta noche, me dejé envolver por la luz de la luna y salí en busca de la última víctima de esta noche. Quien fuese iba a sufrir el hambre que me había dado estar con Alessia tanto rato.
La carne estaba deliciosa en mis recuerdos, y ahora con el paso de los años sin duda tenía que haber mejorado mucho su sabor al igual que el dulce. En cierta parte ella me daba envidia porque iba a poder disfrutar de todos y cada uno de los sabores que tomásemos esa noche y yo iba a tener que hacer una buena actuación para que se creyese que estaba disfrutando… Acaricié su hombro, mientras pensaba en los delincuentes que iba a tener que matar tanto antes y después de la “cena” porque iba a ser horrible para mí. ―Conozco un sitio, hace tiempo que no voy, pero hacen un postre delicioso, espero que lo sigan haciendo. Tiene chocolate y helado de vainilla… Podemos ir ahí si no tienes un lugar mejor. ― Tanto el dinero como el lugar me daban igual, podría llevarla a cenar al mismísimo Palacio Royal si quería. Dejé que dejase un mordisco en mi labio inferior para después de escuchar sus palabras, besarla. ¿Cómo ningún hombre había visto en ella lo que yo veía? Estaban realmente obcecados o malditos por un matrimonio sin amor. Por suerte mis padres nunca me concretaron ningún matrimonio y ahora y entonces, era libre en ese tema. Negué con la cabeza. ―Es como eres en realidad, Alessia. Joven, esbelta, valiente, inteligente… Podría seguir, pero me voy a quedar arrugado aquí dentro. ― Me incorporé en la bañera y salí, quitando la espuma de mi cuerpo y secándome con un albornoz que encontré. Cogí otro para ella y esperé a que saliese de la bañera.
Besé rápidamente sus labios, pasé a la habitación en la que habíamos compartido tanto y comencé a vestirme. Ya era tarde, tenía hambre y ella tenía que descansar. Coloqué mi gabardina encima cuando ella se asomó por la puerta del baño. Estaba tan perfecta así como estaba… Tan mía. ―Debo irme ya, Alessia. ¿Nos vemos el Miércoles? Te pasaré a buscar aquí a las ocho. ¿Vale? Te traeré unos vestidos, te los pruebas y eliges el que más te guste para ir al teatro. Después cenaremos y luego ya veremos qué podemos hacer. ― Dejé un par de besos por su rostro y me marché de la habitación sonriendo. Pagué a la Madamme los servicios de esta noche, me dejé envolver por la luz de la luna y salí en busca de la última víctima de esta noche. Quien fuese iba a sufrir el hambre que me había dado estar con Alessia tanto rato.
Reed Wilde- Vampiro Clase Alta
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Re: Nuit Pleasures ~ Privado
Mientras él estaba enfrente de mí en la bañera yo me entretenía a jugar con mí pie y con la espuma que había en la capa superior, la apartaba un poco mientras este acariciaba el pecho de Reed y dejaba un camino descendente que él en ningún momento paró, a lo que me mordí el labio dejando de tocarle porque había dicho que nada de sexo así que iba a cumplirlo. Sabía que no me iba a decir su edad tan fácilmente aunque yo supiera que él era joven, se veía joven y algún día le sacaría la edad que tenía… pese a que para mí eso no era problema alguno.
Dejé que me rodeara y me coloqué mejor sobre él quitando algo de espuma que tenía en su rostro divertida mientras él miraba al techo y esperé, pero su respuesta no me gustó porque eso significaba que no iba a decirme su edad, y yo quería saberla aunque me diera igual cuánto nos lleváramos. Siempre lo había pensado y nunca se lo había preguntado, así que era algo que quería saber. Me aparté divertida la espuma que me lanzó y esperé a que hablara, cuando lo hizo lo miré de forma fija, ¿de verdad iba a pedirme eso? ¿Todos los días? Iba a decirle algo cuando comenzó a reírse… me estaba tomando el pelo.
-¡No seas malo conmigo! –le di un leve golpe en el hombro, divertía y medio riéndome por la tomadura de pelo y sonreí- Va… dime, en serio, ¿qué tengo que hacer para que me digas tú edad? –uno de mis dedos perfiló su rostro y lo miré de forma fija ante su respuesta. Suspiré porque aquel hombre seguía con la idea de querer más días, de forma exclusiva, solamente con él. ¿No le bastaba con tenerme solamente los viernes a su entera disposición? Mí dedo se quedó quieto encima de sus labios y lo miré durante unos segundos… ¿ese era todo el precio que pedía por decirme su edad?- ¿Cómo que después de un tiempo? Eso no es justo, juegas con ventaja y te aprovechas de ella –hice un mohín por aquello pero no dije nada, me lo pensaría pero… ya le había dicho que aquello no podía ser. Su mano recorrió mí hombro y sonreí cuando mencionó el sito y el postre que tenían- ¡Mmm, chocolate! Soy una adicta al chocolate, es una de mis perdiciones –reí levemente- Imagínate a ti embadurnado de chocolate… podría comerte –mí tono era una divertido y me reí tras mis palabras- Podemos ir ahí si quieres, dices que hace tiempo que no vas así que… además, quiero probar ese postre y ver si está tan bueno como dices –dejé un beso en sus labios y luego lo dejé que se levantara y que saliera de la bañera, miré mis dedos y noté que estos comenzaban a arrugarse.
Salí detrás de él y cogí el albornoz que me daba para envolverme en el y comenzar a secarme, él salió primero no sin darme un beso antes y comenzó a vestirse mientras yo me secaba y me ponía la ropa y luego la bata encima, para cuando salí él ya se había vestido y se estaba poniendo la gabardina, se acercó a mí y suspiré cuando dijo lo de los vestidos… era imposible discutir con él y más cuando lo hacía de aquella forma, por más que le dijera que no él no iba a cejar en su empeño. Dejé que besara mí rostro y dejé un beso en su mejilla antes de apartarse de mí.
-Te estaré esperando Reed, dejo a tú elección el resto, el vestido lo elegiré yo –sonreí viendo que se marchaba con aquella sonrisa y negué con la cabeza, parada en medio de la habitación y pensando en que, por primera vez en mí vida, iba a tener una cita el miércoles.
Dejé que me rodeara y me coloqué mejor sobre él quitando algo de espuma que tenía en su rostro divertida mientras él miraba al techo y esperé, pero su respuesta no me gustó porque eso significaba que no iba a decirme su edad, y yo quería saberla aunque me diera igual cuánto nos lleváramos. Siempre lo había pensado y nunca se lo había preguntado, así que era algo que quería saber. Me aparté divertida la espuma que me lanzó y esperé a que hablara, cuando lo hizo lo miré de forma fija, ¿de verdad iba a pedirme eso? ¿Todos los días? Iba a decirle algo cuando comenzó a reírse… me estaba tomando el pelo.
-¡No seas malo conmigo! –le di un leve golpe en el hombro, divertía y medio riéndome por la tomadura de pelo y sonreí- Va… dime, en serio, ¿qué tengo que hacer para que me digas tú edad? –uno de mis dedos perfiló su rostro y lo miré de forma fija ante su respuesta. Suspiré porque aquel hombre seguía con la idea de querer más días, de forma exclusiva, solamente con él. ¿No le bastaba con tenerme solamente los viernes a su entera disposición? Mí dedo se quedó quieto encima de sus labios y lo miré durante unos segundos… ¿ese era todo el precio que pedía por decirme su edad?- ¿Cómo que después de un tiempo? Eso no es justo, juegas con ventaja y te aprovechas de ella –hice un mohín por aquello pero no dije nada, me lo pensaría pero… ya le había dicho que aquello no podía ser. Su mano recorrió mí hombro y sonreí cuando mencionó el sito y el postre que tenían- ¡Mmm, chocolate! Soy una adicta al chocolate, es una de mis perdiciones –reí levemente- Imagínate a ti embadurnado de chocolate… podría comerte –mí tono era una divertido y me reí tras mis palabras- Podemos ir ahí si quieres, dices que hace tiempo que no vas así que… además, quiero probar ese postre y ver si está tan bueno como dices –dejé un beso en sus labios y luego lo dejé que se levantara y que saliera de la bañera, miré mis dedos y noté que estos comenzaban a arrugarse.
Salí detrás de él y cogí el albornoz que me daba para envolverme en el y comenzar a secarme, él salió primero no sin darme un beso antes y comenzó a vestirse mientras yo me secaba y me ponía la ropa y luego la bata encima, para cuando salí él ya se había vestido y se estaba poniendo la gabardina, se acercó a mí y suspiré cuando dijo lo de los vestidos… era imposible discutir con él y más cuando lo hacía de aquella forma, por más que le dijera que no él no iba a cejar en su empeño. Dejé que besara mí rostro y dejé un beso en su mejilla antes de apartarse de mí.
-Te estaré esperando Reed, dejo a tú elección el resto, el vestido lo elegiré yo –sonreí viendo que se marchaba con aquella sonrisa y negué con la cabeza, parada en medio de la habitación y pensando en que, por primera vez en mí vida, iba a tener una cita el miércoles.
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