AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Exorcizamus te | Part 1
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Exorcizamus te | Part 1
¿Sabéis qué es lo más interesante de la existencia mortal? Probablemente, la necesidad imperiosa que todo ente viviente parece sentir por redescubrirse, una y otra vez, a uno mismo. Es casi como una reconstrucción desde cero, o al menos, así es como ellos, optimistas por naturaleza, lo perciben. La verdad es bastante diferente. Desde aquí dentro, a través de estos ojos maltrechos y empañados de enfermedad, puedo ver las cosas no como parecen, sino como realmente son. Hice una buena elección, después de todo. Porque a pesar de lo consumida que está la mente de esta pobre muchacha, parece más capacitada que el resto de seres humanos con los que me he ido topando en mi breve paseo por este corrupto mundo, para enfrentarse a la cruda realidad. Eso la ha vuelto loca, por supuesto, y me ha permitido a mi entrar en su vida, en su cuerpo, en su mente, poseer su alma y convertirla en mi marioneta, así que no todo es negativo. A lo que iba. Lo más interesante de los seres humanos, es que a pesar de su tiempo finito, de su fecha de caducidad, se perciben a sí mismos como seres capaces de cambiar. De modificar sus creencias, lo que han sido o han hecho, y empezar desde cero.
Muchos lo intentan, incluso. Y verlos fracasar, caer una y otra vez, es lo que lo convierte en un pasatiempo realmente entretenido. Estudiarlos, jugar con sus mentes, para finalmente mostrarles que en realidad no son capaces de cambiar, de evolucionar. Que sus destinos están más limitados, más marcados, de lo que quieren imaginar. Que la libertad es una mentira que los humanos se cuentan unos a otros para encontrar consuelo de tan terrible verdad. Y se centran tanto en eso, se aferran con tanta intensidad a esa eterna mentira, que cuando finalmente son capaces de ver las cosas como realmente son, ya no les queda nada a lo que sujetarse. Y caen. Caen en el más hondo de los abismos y nunca son capaces de salir de ahí.
Por supuesto, es precisamente esto lo que pretendo. Las almas torturadas, doloridas, y rabiosas, son las mejores candidatas para ganar un pasaje a mi Reino. Claro que mis intenciones quedan bien ocultas bajo esta convincente máscara de inocencia, de muchacha que ha perdido la fe y simplemente intenta abrir los ojos a los demás. ¡Qué equivocados están! ¡Si supieran que hace mucho que este cuerpo dejó de ser movido por instintos humanos! Su tortura es mi alimento. Verlos retorcerse, regodearse en su propio dolor es lo que me hace ser más fuerte. Es lo que me incita a seguir buscando víctimas. Ah... Sólo imaginar al más puro de los seres degradarse hasta convertirse en el más miserable de ellos... Es la sensación más dulce que un ser como yo puede llegar a sentir. Lo único que puedo sentir, en realidad.
Esta noche, como otras tantas, mis pasos me llevan, lenta pero inexorablemente hasta las afueras de esta miserable ciudad. A medida que la desesperación se hace más evidente en el ambiente, por la suciedad del mismo, me encuentro con que las almas de los seres que allí habitan son más puras incluso. Al parecer, la necesidad de todo lo demás los convierte en más aptos para creer esa gran mentira. De que todos pueden cambiar sus vidas, convertirse en algo más. Evolucionar. Aprender y rectificar. Si sólo supieran que más de la mitad de ellos morirán sin siquiera conocer lo que es vivir cómodamente... Si sólo supieran que su existencia se ve seriamente amenazada por mi presencia, probablemente no me abrirían las puertas de sus mugrientos hogares, para dejarme pasar y ofrecerme refugio ante la tempestad que se avecina...
Muchos lo intentan, incluso. Y verlos fracasar, caer una y otra vez, es lo que lo convierte en un pasatiempo realmente entretenido. Estudiarlos, jugar con sus mentes, para finalmente mostrarles que en realidad no son capaces de cambiar, de evolucionar. Que sus destinos están más limitados, más marcados, de lo que quieren imaginar. Que la libertad es una mentira que los humanos se cuentan unos a otros para encontrar consuelo de tan terrible verdad. Y se centran tanto en eso, se aferran con tanta intensidad a esa eterna mentira, que cuando finalmente son capaces de ver las cosas como realmente son, ya no les queda nada a lo que sujetarse. Y caen. Caen en el más hondo de los abismos y nunca son capaces de salir de ahí.
Por supuesto, es precisamente esto lo que pretendo. Las almas torturadas, doloridas, y rabiosas, son las mejores candidatas para ganar un pasaje a mi Reino. Claro que mis intenciones quedan bien ocultas bajo esta convincente máscara de inocencia, de muchacha que ha perdido la fe y simplemente intenta abrir los ojos a los demás. ¡Qué equivocados están! ¡Si supieran que hace mucho que este cuerpo dejó de ser movido por instintos humanos! Su tortura es mi alimento. Verlos retorcerse, regodearse en su propio dolor es lo que me hace ser más fuerte. Es lo que me incita a seguir buscando víctimas. Ah... Sólo imaginar al más puro de los seres degradarse hasta convertirse en el más miserable de ellos... Es la sensación más dulce que un ser como yo puede llegar a sentir. Lo único que puedo sentir, en realidad.
Esta noche, como otras tantas, mis pasos me llevan, lenta pero inexorablemente hasta las afueras de esta miserable ciudad. A medida que la desesperación se hace más evidente en el ambiente, por la suciedad del mismo, me encuentro con que las almas de los seres que allí habitan son más puras incluso. Al parecer, la necesidad de todo lo demás los convierte en más aptos para creer esa gran mentira. De que todos pueden cambiar sus vidas, convertirse en algo más. Evolucionar. Aprender y rectificar. Si sólo supieran que más de la mitad de ellos morirán sin siquiera conocer lo que es vivir cómodamente... Si sólo supieran que su existencia se ve seriamente amenazada por mi presencia, probablemente no me abrirían las puertas de sus mugrientos hogares, para dejarme pasar y ofrecerme refugio ante la tempestad que se avecina...
Última edición por Bethany S. Dunne el Lun Oct 10, 2016 9:17 pm, editado 2 veces
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Exorcizamus te | Part 1
Mis movimientos eran rápidos, decididos. Seguir la pista de estas criaturas nunca es fácil, pero una vez lo consigues, el rastro es difícil de perder de vista. Envenenan todo a su paso. Con sus mentiras, con el dolor que generan en aquellos que tienen la mala suerte de hallarse a su alrededor. Casi todas las criaturas de la noche, malignas en su mayoría, tenían el mismo efecto, pero en el caso de los demonios su efecto era mucho más evidente. Mucho más potente. Y mucho más rastrero. Los vampiros cazaban por instinto. Incluso aquellos que lo hacían en exceso, que encontraban diversión en la caza, lo hacían porque la sangre era la única motivación que les quedaba. Estaban vacíos, después de todo. Huecos, repletos de rabia, de desenfreno. Los licántropos también padecían del mismo mal, aunque en su caso casi que los compadecía. Muchos no habían elegido esa vida, y era más una maldición para ellos que una nueva oportunidad. Eso no los hacía menos peligrosos. Mi trabajo, mi misión, mi objetivo, era repeler todo aquel peligro, era establecer una barrera entre esos monstruos y las personas inocentes. Impedir que lo mismo que me había ocurrido a mi le ocurriera a nadie más.
Pero los demonios... Esas criaturas salían del infierno no solamente furiosas, sino hambrientas de deseo por hacer daño, por generar caos, por destruir. Ajenos a las pulsiones humanas -que al final, también estaban dentro de los vampiros-, todo cuanto quedaba de ellos, todo cuanto los movía, era la maldad. Pura, intensa, salvaje, personificada, concentrada en un mismo ente que hará todo lo posible por desatarla sobre el mundo. Y lo peor, era que lo hacían sutilmente, de forma silenciada por su apariencia humana, por la falta de limitaciones que el resto de criaturas sí que tenían. Los demonios no tenían demasiados puntos débiles, y además no eran conocidos más que por unos pocos. Entre los que yo me incluía. Sin embargo, saber por dónde golpearles no hacía más sencillo lograr hacerlo. Eran más fuertes y considerablemente más astutos que otros seres, y por si fuera poco, tenían capacidades únicas que complicaban aún más deshacerse de ellos. Pero no por ello iba a darme por vencido.
Había estado siguiendo los pasos de aquel demonio desde hacía semanas, desde que comencé a escuchar los típicos rumores. Una mujer extraña, vestida de rojo, se había dedicado a hacer promesas, a encandilar a los esposos de las mismas que se dedicaban ahora a propagar dichos rumores. Lo que más me había sorprendido, sin embargo, era el hecho de que hubiera escogido el cuerpo de una muchacha noble, en lugar del de una chica cualquiera a la que nadie fuera a echar de menos. Eso me sugería que no estaba tratando con alguien común. Únicamente aquellos que habían pasado siglos, o incluso milenios, allí abajo, tenían tan grandes aspiraciones. En cualquier otro momento, de no haber estado tan preocupado por seguirla sin que se percatara de mi presencia, me habría preocupado considerablemente. Cuando un demonio hacía tanto ruido, dejaba tantos cabos sueltos... No solía tardar mucho en volver a recopilarlos. Y eso significaba muertes. Muchas. No podía permitirlo.
Pero los demonios... Esas criaturas salían del infierno no solamente furiosas, sino hambrientas de deseo por hacer daño, por generar caos, por destruir. Ajenos a las pulsiones humanas -que al final, también estaban dentro de los vampiros-, todo cuanto quedaba de ellos, todo cuanto los movía, era la maldad. Pura, intensa, salvaje, personificada, concentrada en un mismo ente que hará todo lo posible por desatarla sobre el mundo. Y lo peor, era que lo hacían sutilmente, de forma silenciada por su apariencia humana, por la falta de limitaciones que el resto de criaturas sí que tenían. Los demonios no tenían demasiados puntos débiles, y además no eran conocidos más que por unos pocos. Entre los que yo me incluía. Sin embargo, saber por dónde golpearles no hacía más sencillo lograr hacerlo. Eran más fuertes y considerablemente más astutos que otros seres, y por si fuera poco, tenían capacidades únicas que complicaban aún más deshacerse de ellos. Pero no por ello iba a darme por vencido.
Había estado siguiendo los pasos de aquel demonio desde hacía semanas, desde que comencé a escuchar los típicos rumores. Una mujer extraña, vestida de rojo, se había dedicado a hacer promesas, a encandilar a los esposos de las mismas que se dedicaban ahora a propagar dichos rumores. Lo que más me había sorprendido, sin embargo, era el hecho de que hubiera escogido el cuerpo de una muchacha noble, en lugar del de una chica cualquiera a la que nadie fuera a echar de menos. Eso me sugería que no estaba tratando con alguien común. Únicamente aquellos que habían pasado siglos, o incluso milenios, allí abajo, tenían tan grandes aspiraciones. En cualquier otro momento, de no haber estado tan preocupado por seguirla sin que se percatara de mi presencia, me habría preocupado considerablemente. Cuando un demonio hacía tanto ruido, dejaba tantos cabos sueltos... No solía tardar mucho en volver a recopilarlos. Y eso significaba muertes. Muchas. No podía permitirlo.
Última edición por Gaweł J. Bożydar el Sáb Oct 08, 2016 5:13 pm, editado 1 vez
Gaweł J. Bożydar- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/04/2016
Re: Exorcizamus te | Part 1
Las primeras gotas de lluvia comienzan a mojar el pavimento justo en el momento en que un escalofrío, fruto de la sorpresa, me hace detenerme frente al umbral de la casa de ese desconocido. Entrecierro los ojos dejándome gobernar por esa sensación, la de descubrimiento primero, seguida por la de certeza. Alguien está siguiéndome. Alguien lleva siguiéndome un buen rato, pero solamente ahora que estoy más centrada he conseguido darme cuenta. El centro de la ciudad y su ajetreo me fastidian por muchas razones, pero una de ellas es precisamente esa: me cuesta concentrarme en lo que me rodea, porque hay demasiados estímulos, demasiadas presas potenciales. Inhalo y exhalo un par de veces, antes de dibujar la mejor de mis sonrisas y excusarme con el tipo, que pone una mueca de clara decepción, para luego voltearme y seguir mi camino. Sin acercarme a la ciudad, por supuesto. Si alguien me ha seguido durante todo el trayecto, no hay demasiadas opciones posibles. O me conoce -más concretamente, conoce este "cuerpo"-, o sabe lo que se esconde bajo la superficie, o lleva malas intenciones. Lo cierto es que cualquiera de las tres me parece razonable e igualmente entretenida. Jugar al cazador cazado siempre me supone una gran satisfacción.
Camino a un ritmo tranquilo, pero sin detenerme en ningún momento. Ahora plenamente consciente de la presencia invisible a mi espalda. En unos ojos que no me pierden de vista. ¡Es tan excitante! ¿Qué clase de persona será? ¿Temblará al darse cuenta del error cometido, al subestimarme por vestir la piel de una enferma? ¿Suplicará cuando tenga mi puñal en su pecho, o cuando utilice mis habilidades para hacer que él mismo deslice la hoja por su vientre? ¿Llorará? ¿Rezará? ¡Tantas posibilidades! Se me hace la boca agua... Pero mantengo la compostura, como siempre, por supuesto. No quiero arruinar la sorpresa. No quiero destruir el momento, ni la posibilidad de una víctima nueva, fresca, que añadir a la colección. Tras adentrarme por un momento en los bosques, giro repentinamente y me oriento con un objetivo en mente, un lugar que sé que está lo bastante apartado y me dará la privacidad suficiente para hacer de las mías sin que nadie se interponga.
La prisión no queda lejos, desierta, medio en ruinas, y casi totalmente dedicada a que los mercenarios de paso hicieran de las suyas con las presas de sus cacerías. Mi caso es distinto, porque yo no lo hago por dinero. Lo hago por convicción. Porque el mundo necesita un cambio, empezando por destruir a tantos humanos, recolectar tantas almas, como me sea in-humanamente posible. Dibujo una sonrisa que cualquiera podría haber definido como macabra, cuando finalmente me adentro en el estrecho corredor con celdas a ambos lados. Quien me viese, vestida con delicada seda, la cara pálida adornada con unos labios rosados y entreabiertos, diría sin pensárselo demasiado que estaba fuera de lugar. Una rosa destacando en mitad del desierto. Un milagro en medio de una pesadilla. Si rasgaran bajo la superficie, sin embargo, se darían cuenta de que este lugar se asemeja más a mi de lo que ellos jamás llegarían a comprender. Mi mundo esta lleno de cárceles peores que estas, en las que el silencio imperante aquí está sustituido con el incesante y ensordecedor ruido de gritos entremezclándose. Dolor, caos, pánico, sufrimiento, rabia. Los demonios estamos hechos a la oscuridad, hemos sido moldeados por ella. Nos sentimos a gusto vagando entre las tinieblas... Y nos resulta el lugar más cómodo en el que poder cazar.
Camino a un ritmo tranquilo, pero sin detenerme en ningún momento. Ahora plenamente consciente de la presencia invisible a mi espalda. En unos ojos que no me pierden de vista. ¡Es tan excitante! ¿Qué clase de persona será? ¿Temblará al darse cuenta del error cometido, al subestimarme por vestir la piel de una enferma? ¿Suplicará cuando tenga mi puñal en su pecho, o cuando utilice mis habilidades para hacer que él mismo deslice la hoja por su vientre? ¿Llorará? ¿Rezará? ¡Tantas posibilidades! Se me hace la boca agua... Pero mantengo la compostura, como siempre, por supuesto. No quiero arruinar la sorpresa. No quiero destruir el momento, ni la posibilidad de una víctima nueva, fresca, que añadir a la colección. Tras adentrarme por un momento en los bosques, giro repentinamente y me oriento con un objetivo en mente, un lugar que sé que está lo bastante apartado y me dará la privacidad suficiente para hacer de las mías sin que nadie se interponga.
La prisión no queda lejos, desierta, medio en ruinas, y casi totalmente dedicada a que los mercenarios de paso hicieran de las suyas con las presas de sus cacerías. Mi caso es distinto, porque yo no lo hago por dinero. Lo hago por convicción. Porque el mundo necesita un cambio, empezando por destruir a tantos humanos, recolectar tantas almas, como me sea in-humanamente posible. Dibujo una sonrisa que cualquiera podría haber definido como macabra, cuando finalmente me adentro en el estrecho corredor con celdas a ambos lados. Quien me viese, vestida con delicada seda, la cara pálida adornada con unos labios rosados y entreabiertos, diría sin pensárselo demasiado que estaba fuera de lugar. Una rosa destacando en mitad del desierto. Un milagro en medio de una pesadilla. Si rasgaran bajo la superficie, sin embargo, se darían cuenta de que este lugar se asemeja más a mi de lo que ellos jamás llegarían a comprender. Mi mundo esta lleno de cárceles peores que estas, en las que el silencio imperante aquí está sustituido con el incesante y ensordecedor ruido de gritos entremezclándose. Dolor, caos, pánico, sufrimiento, rabia. Los demonios estamos hechos a la oscuridad, hemos sido moldeados por ella. Nos sentimos a gusto vagando entre las tinieblas... Y nos resulta el lugar más cómodo en el que poder cazar.
Última edición por Bethany S. Dunne el Lun Oct 10, 2016 9:17 pm, editado 1 vez
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Exorcizamus te | Part 1
De todos los lugares a los que ese maldito ente podría haberme llevado, tuvo que escoger precisamente el que menos gracia me hacía. En cuanto noté que sus pasos nos alejaban cada vez más de la ciudad, lo supe. Fui consciente de que se había dado cuenta de que la estaba siguiendo, y de que por ese motivo sus planes habían cambiado. Por una parte, me alegraba. Si ahora estaba centrada en mi presencia, constante, a su espalda, eso significaba que me había convertido automáticamente en una víctima, haciendo que el resto de personas estuvieran momentáneamente a salvo. Pero por otro lado, me sorprendía el hecho de que se hubiese percatado tan deprisa de que yo estaba ahí. Más que sorprenderme, me preocupaba. Eso me daba no sólo una idea de lo poderosa que era, sino también de las intenciones que tenía al alejarme de la zona más poblada. Aún así, no iba a acobardarme, no podía ni pensaba hacerlo. Habría deseado que nuestro encuentro cara a cara se hubiera pospuesto un poco más, pero al fin y al cabo, los imprevistos eran frecuentes en esta clase de oficio. Y estaba preparado. Llevaba años preparándome para este tipo de encuentros.
Busqué entre mis ropajes con cuidado, todas las zonas dentro de mi gabardina donde se escondían armas (como dagas, cuchillos, dardos envenenados), las dos pequeñas hachas firmemente sujetas a mi espalda, y las dos pistolas ocultas en ambas botas. Sí, estaba preparado. Aunque esperaba no tener que usar ni un tercio de todo aquello. No podía olvidar que a pesar de la maldad de aquel ente, el cuerpo que estaba ocupando era el de una humana. El de una inocente. Siempre que me enfrentaba a ese tipo de situaciones, esta era la problemática que más aparecía. El equilibrio era delicado. Siempre que me enfrentaba a posesiones, no sólo tenía que proteger a las posibles personas que el ente quería atacar, sino también al "recipiente" que había escogido. Por desgracia esto último no siempre era posible. Esas criaturas usaban al humano no solamente como un huésped, también como un rehén, y la mayoría de las veces acababan muriendo, bien fuese por culpa de ellos, o por culpa de los cazadores. Porque al final, una vida, frente a cientos, ofrecía una respuesta bastante inmediata. A mi no me gustaba especialmente esa idea, pero a veces no me quedaba más remedio que atenerme a ella. Aunque lo odiara.
En cuanto alcanzamos la prisión, y vi la silueta femenina perderse entre las tinieblas que salían de su interior, un mal presentimiento, seguido de un escalofrío, se apoderaron de mi. Y eso me fastidiaba más incluso que el hecho de estar persiguiendo a una criatura tan vil. Al final, por mucho que me repitiera a mi mismo que no tenía miedo a morir, que estaba preparado para ello, cuando las alarmas que alertan del peligro se encienden en el interior de tu mente, no hay forma humana de apagarlas. Aquello me daba mala espina... Cuando la perdí de vista, y lo que antes eran celdas fueron convirtiéndose poco a poco en los salones que recordaba que pertenecían a mi antiguo hogar, cuando aún no había perdido mi razón de existir, me di cuenta de por qué. No sabía cuál eran las habilidades del ser que ahora estaba intentando cazarme a mi, pero aquello me otorgaba una pista bastante concisa. Era muy tarde. Había caído dentro de su trampa, de su ilusión. Y no tenía ni idea de cómo escapar de ahí.
Busqué entre mis ropajes con cuidado, todas las zonas dentro de mi gabardina donde se escondían armas (como dagas, cuchillos, dardos envenenados), las dos pequeñas hachas firmemente sujetas a mi espalda, y las dos pistolas ocultas en ambas botas. Sí, estaba preparado. Aunque esperaba no tener que usar ni un tercio de todo aquello. No podía olvidar que a pesar de la maldad de aquel ente, el cuerpo que estaba ocupando era el de una humana. El de una inocente. Siempre que me enfrentaba a ese tipo de situaciones, esta era la problemática que más aparecía. El equilibrio era delicado. Siempre que me enfrentaba a posesiones, no sólo tenía que proteger a las posibles personas que el ente quería atacar, sino también al "recipiente" que había escogido. Por desgracia esto último no siempre era posible. Esas criaturas usaban al humano no solamente como un huésped, también como un rehén, y la mayoría de las veces acababan muriendo, bien fuese por culpa de ellos, o por culpa de los cazadores. Porque al final, una vida, frente a cientos, ofrecía una respuesta bastante inmediata. A mi no me gustaba especialmente esa idea, pero a veces no me quedaba más remedio que atenerme a ella. Aunque lo odiara.
En cuanto alcanzamos la prisión, y vi la silueta femenina perderse entre las tinieblas que salían de su interior, un mal presentimiento, seguido de un escalofrío, se apoderaron de mi. Y eso me fastidiaba más incluso que el hecho de estar persiguiendo a una criatura tan vil. Al final, por mucho que me repitiera a mi mismo que no tenía miedo a morir, que estaba preparado para ello, cuando las alarmas que alertan del peligro se encienden en el interior de tu mente, no hay forma humana de apagarlas. Aquello me daba mala espina... Cuando la perdí de vista, y lo que antes eran celdas fueron convirtiéndose poco a poco en los salones que recordaba que pertenecían a mi antiguo hogar, cuando aún no había perdido mi razón de existir, me di cuenta de por qué. No sabía cuál eran las habilidades del ser que ahora estaba intentando cazarme a mi, pero aquello me otorgaba una pista bastante concisa. Era muy tarde. Había caído dentro de su trampa, de su ilusión. Y no tenía ni idea de cómo escapar de ahí.
Gaweł J. Bożydar- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/04/2016
Re: Exorcizamus te | Part 1
Sonrío satisfecha al percatarme de que, en efecto, aquel desconocido que ha tenido la mala idea, o la mala suerte, de decidir seguirme, sigue caminando a mi espalda. Intentando no hacer demasiado ruido, pero sin ser del todo capaz de conseguirlo. El hecho de que se haya aventurado a ir detrás mía inclusive al interior de este lugar, limita bastante las opciones referentes a su identidad. O se trata de un depredador, cosa que dudo porque no siento ningún aura extraña a su alrededor, o es un cazador. Lo segundo parece más factible, y en cierta forma, más entretenido. Después de todo, han pasado siglos desde la última vez en que me encontré con uno. Más aún, desde la última vez que uno fue lo bastante torpe para decidir enfrentarse a mi. Una sonrisa maliciosa se dibuja en mi semblante, y mis pasos, antes ligeros y parsimoniosos, se hacen más apresurados, a medida que las sombras comienzan a hacerse más espesas a mi alrededor, ofreciéndome cobijo, ocultándome de su incisiva mirada. Me resulta gracioso. El esfuerzo que precisan los humanos para no perder de vista aquello que están intentando "cazar", o alcanzar, cuando yo no necesito ni siquiera girarme para desvelar todos los secretos que oscurecen su corazón.
Cuando finalmente estoy lo bastante lejos para que el humano me haya perdido de vista, me oculto en el interior de una de las celdas, y empieza la función. En cuanto pasa por mi lado, sin darse cuenta de mi presencia, puedo notarlo. Emana un fuerte aroma a desesperación, a rabia, a pérdida, a dolor. Un aroma que aunque me resulta extrañamente familiar, porque también sale de mi propio cuerpo, me resulta casi ridículo cuando sale de un humano. ¿Qué sabrán ellos del dolor? ¿Qué concepción pueden tener de su magnificencia, cuando lo más doloroso que perciben es perder a alguien, o que les corten en pedazos? He sufrido torturas mucho peores. No, los humanos no saben nada acerca del dolor. Por eso los odio tanto. Ahí están, van apareciendo dentro de mi propia mente, sus recuerdos. El poder de mi recipiente es bastante más grande de lo que ella misma sospecha, y manejado por mi, resulta prácticamente imparable. Puedo verlo, cómo su mundo fue hecho trizas, destruido por los seres que ahora se jura cazar, arriesgando su vida para ello. Una actitud noble, pero estúpida. ¿Se cree rival para algo como yo? Su arrogancia me repugna y me molesta a partes iguales.
- Jesteś uwięziony.* -Digo en un murmullo en la lengua que reconozco como su idioma natal, y entonces verdaderamente se convierte en un pequeño insecto atrapado dentro de mi burbuja, de mis redes, de una ilusión que lo llevará a revivir los peores momentos de su corta existencia. Intensamente. Como si estuvieran repitiéndose ante sus ojos. Nuevamente, volverá a experimentar la impotencia que sintió al ver cómo, uno a uno, todos los miembros de su familia, todos sus seres queridos, eran destruidos ante sus ojos. Yo le demostraré lo que es el dolor. Lo que significa sentirse confuso, asustado, y saber que no hay escapatoria. El cazador, ahora cazado, me proporcionará la diversión que necesito. Una pequeña distracción nunca viene mal de vez en cuando... ¿verdad?
* Estás atrapado
Cuando finalmente estoy lo bastante lejos para que el humano me haya perdido de vista, me oculto en el interior de una de las celdas, y empieza la función. En cuanto pasa por mi lado, sin darse cuenta de mi presencia, puedo notarlo. Emana un fuerte aroma a desesperación, a rabia, a pérdida, a dolor. Un aroma que aunque me resulta extrañamente familiar, porque también sale de mi propio cuerpo, me resulta casi ridículo cuando sale de un humano. ¿Qué sabrán ellos del dolor? ¿Qué concepción pueden tener de su magnificencia, cuando lo más doloroso que perciben es perder a alguien, o que les corten en pedazos? He sufrido torturas mucho peores. No, los humanos no saben nada acerca del dolor. Por eso los odio tanto. Ahí están, van apareciendo dentro de mi propia mente, sus recuerdos. El poder de mi recipiente es bastante más grande de lo que ella misma sospecha, y manejado por mi, resulta prácticamente imparable. Puedo verlo, cómo su mundo fue hecho trizas, destruido por los seres que ahora se jura cazar, arriesgando su vida para ello. Una actitud noble, pero estúpida. ¿Se cree rival para algo como yo? Su arrogancia me repugna y me molesta a partes iguales.
- Jesteś uwięziony.* -Digo en un murmullo en la lengua que reconozco como su idioma natal, y entonces verdaderamente se convierte en un pequeño insecto atrapado dentro de mi burbuja, de mis redes, de una ilusión que lo llevará a revivir los peores momentos de su corta existencia. Intensamente. Como si estuvieran repitiéndose ante sus ojos. Nuevamente, volverá a experimentar la impotencia que sintió al ver cómo, uno a uno, todos los miembros de su familia, todos sus seres queridos, eran destruidos ante sus ojos. Yo le demostraré lo que es el dolor. Lo que significa sentirse confuso, asustado, y saber que no hay escapatoria. El cazador, ahora cazado, me proporcionará la diversión que necesito. Una pequeña distracción nunca viene mal de vez en cuando... ¿verdad?
* Estás atrapado
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Exorcizamus te | Part 1
Maldije por lo bajo a medida que mi consciencia me era arrebatada ante la fortaleza de la ilusión creada por aquel ser. De haber estado más atento, no hubiera caído con tanta facilidad en sus garras, o al menos, eso era lo que quería creer. En mi trabajo, cuando dudas por un instante, cuando el temor repta por entre los recovecos de tu mente y se adhiere a tu alma, todo está perdido. Dejas de tener el control y eres corrompido por recuerdos amargos. Todos los cazadores los tienen, pérdidas dolorosas, precisamente por eso se convierten en cazadores. Yo no soy una excepción, y las cicatrices creadas por esos momentos aún infligen gran sufrimiento a mi persona. Y aunque digan que lo que no te mata te hace más fuerte, el temor a que la historia se repita de nuevo se convierte en una debilidad. Cuando tu trabajo consiste en destruir a las criaturas que conforman las pesadillas de otras personas, cualquier fluctuación de tu estado normal, de tu atención, se convierte en un error mortal. Por eso había caído en sus redes, y por eso ahora me debatía entre salir corriendo de allí, o luchar contra el hechizo con uñas y dientes hasta lograr romperlo, si es que podía.
Si había algo de positivo en todo aquello, es que ahora sabía que el demonio había poseído el cuerpo de un hechicero, esa era la pista que su habilidad me había dado. Aparte de los vampiros, sólo los brujos son capaces de rebuscar en la mente ajena y crear ilusiones lo bastante poderosas como para que la gente confunda la realidad con la ficción. Y los demonios sólo poseen a seres vivos, ya que, en cierta forma, los vampiros ya eran demonios de por sí, aunque fueran de otro tipo. Pude escuchar su voz, grave, carente de emoción, entre las brumas de las imágenes que iban apareciendo a gran velocidad ante mis ojos. Me habló en mi idioma, algo que me indicó que ya estaba muy dentro de mi cabeza, demasiado como para poder salir del embrujo usando los métodos usuales. El mantra de santificación que comencé a repetir mecánicamente no serviría para nada, al menos, no para salir de ahí, aunque sí me ayudaría a mantener la conexión con el presente, ya que no creía que fuera lo bastante fuerte como para conseguir aquello. Lo bueno que tenían las posesiones, es que los recipientes siempre imponen limitaciones respecto al control que los entes que los poseen ejercen sobre ellos. No existe un control total, así que llegaría a su límite muy pronto si se dedicaba a usar sus poderes de forma tan temeraria y abrupta desde tan pronto.
Lo malo era lo que aquello implicaba, y es que no temía que se liberara de su control, y por tanto dudaba que esperaría de brazos cruzados hasta que algo sucediera. Apostaba todo a que en el momento en que mi mente estuviese más turbada aprovecharía para atacar con todas sus fuerzas, y entonces, por desgracia, no tendría forma de defenderme. - Cholera!* -Farfullo por lo bajo, notando como mi respiración se va haciendo más agitada a medida que comienzo a reconocer más y más cosas entre las imágenes que aquel monstruo me iba enseñando. Reconocía el extraño olor a quemado que aquella fatídica noche me despertó. Reconocía también los gritos en la distancia, pertenecientes a sirvientes y el resto de aldeanos. Podía sentir el miedo que entonces me gobernaba, la misma urgencia por encontrar el foco de aquella desgracia, pero a la vez el temor que me producía imaginarme lo peor. Apenas duré unos minutos en pie, para luego caer de rodillas, rendido ante el hechizo. Era demasiado. No podía soportarlo. Las imágenes, mis propios recuerdos, eran tan nítidos y tan llenos de matices que el dolor que sentí entonces era palpable incluso ahora. - Sabía que los demonios eran unos cobardes, pero tú eres el peor de todos ellos. ¡Da la cara! -Grité, esperando que gracias a mi provocación se manifiestara.
*Cholera!: ¡Maldición!
Si había algo de positivo en todo aquello, es que ahora sabía que el demonio había poseído el cuerpo de un hechicero, esa era la pista que su habilidad me había dado. Aparte de los vampiros, sólo los brujos son capaces de rebuscar en la mente ajena y crear ilusiones lo bastante poderosas como para que la gente confunda la realidad con la ficción. Y los demonios sólo poseen a seres vivos, ya que, en cierta forma, los vampiros ya eran demonios de por sí, aunque fueran de otro tipo. Pude escuchar su voz, grave, carente de emoción, entre las brumas de las imágenes que iban apareciendo a gran velocidad ante mis ojos. Me habló en mi idioma, algo que me indicó que ya estaba muy dentro de mi cabeza, demasiado como para poder salir del embrujo usando los métodos usuales. El mantra de santificación que comencé a repetir mecánicamente no serviría para nada, al menos, no para salir de ahí, aunque sí me ayudaría a mantener la conexión con el presente, ya que no creía que fuera lo bastante fuerte como para conseguir aquello. Lo bueno que tenían las posesiones, es que los recipientes siempre imponen limitaciones respecto al control que los entes que los poseen ejercen sobre ellos. No existe un control total, así que llegaría a su límite muy pronto si se dedicaba a usar sus poderes de forma tan temeraria y abrupta desde tan pronto.
Lo malo era lo que aquello implicaba, y es que no temía que se liberara de su control, y por tanto dudaba que esperaría de brazos cruzados hasta que algo sucediera. Apostaba todo a que en el momento en que mi mente estuviese más turbada aprovecharía para atacar con todas sus fuerzas, y entonces, por desgracia, no tendría forma de defenderme. - Cholera!* -Farfullo por lo bajo, notando como mi respiración se va haciendo más agitada a medida que comienzo a reconocer más y más cosas entre las imágenes que aquel monstruo me iba enseñando. Reconocía el extraño olor a quemado que aquella fatídica noche me despertó. Reconocía también los gritos en la distancia, pertenecientes a sirvientes y el resto de aldeanos. Podía sentir el miedo que entonces me gobernaba, la misma urgencia por encontrar el foco de aquella desgracia, pero a la vez el temor que me producía imaginarme lo peor. Apenas duré unos minutos en pie, para luego caer de rodillas, rendido ante el hechizo. Era demasiado. No podía soportarlo. Las imágenes, mis propios recuerdos, eran tan nítidos y tan llenos de matices que el dolor que sentí entonces era palpable incluso ahora. - Sabía que los demonios eran unos cobardes, pero tú eres el peor de todos ellos. ¡Da la cara! -Grité, esperando que gracias a mi provocación se manifiestara.
*Cholera!: ¡Maldición!
Gaweł J. Bożydar- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/04/2016
Re: Exorcizamus te | Part 1
Su mente bulle a causa de la intensidad de sus propios recuerdos. Sea quien sea ese humano, tiene la habilidad de rememorar las cosas con absoluto detalle, algo que en este momento, y tal y como él se está dando cuenta, juega en su contra. El poder de mi recipiente sólo puede leer lo que está allí, y reproducirlo, pero al final, la calidad de los recuerdos que van despertando gracias a ésta dependen de lo bien o lo mal que estén codificados. El hecho de que aquella noche en la que está atrapado haya sido tan traumática para él, ha provocado que su memoria, ya de por sí buena, sea especialmente detallada para con los sucesos acontecidos en aquel momento. Sonrío con regocijo, viendo como sus piernas ceden y acaba cayendo al suelo. Nada mejor que provocar que los cazadores, simples humanos que se creen lo bastante fuertes como para plantar cara a las bestias de pesadilla, llenos de ego, de violencia y agresividad, enmascarados con buenas intenciones y un falseado sentido de la justicia, muerdan el polvo demostrándoles la apariencia del verdadero poder. Casi me siento orgullosa de la elección que he hecho al apropiarme del cuerpo de esta chiquilla, porque al tener la psique tan fragmentada, su poder es puro e inalterado. Un poder que ha despertado y se ha ido acumulando por la falta de uso. Es un diamante en bruto.
Pronto, y gracias a la ilusión creada por mi hechizo, a nuestro alrededor aparecen las siluetas de las personas de sus recuerdos. A mis ojos, desde fuera, no son más que brumas sin sentido, pero puedo ver el pánico en sus ojos, en las lágrimas que amenazan con caer por sus mejillas. Maravilloso. Sublime. ¡Qué gran espectáculo! Su sufrimiento me hace estar emocionada, y a pesar de todo, aún sigue teniendo las fuerzas suficientes para intentar pelear. Escucho su grito y me parece más una súplica que una orden, pero no me demoro en aparecer en su campo de visión. Para él, casi parece que formo parte de sus memorias, como si yo también fuese una de las criaturas que asesinaron a su familia y a todas las personas que una vez fueron importantes para él. No puedo evitarlo, me encanta formar parte del sufrimiento de mis presas, me gusta verlos enloquecer, hasta que la luz de la esperanza desaparece de sus ojos, y de ellos sólo queda una carcasa vacía. Un cuerpo sin voluntad, sin alma. Un ente cuya razón de existir es eliminada, él mismo también deja de ser, de existir.
- ¿A quién llamas cobarde, cazador? Tú eres el que viene armado persiguiendo a una mujer inocente, hasta el mismísimo interior de unas catacumbas. ¿Acaso querías matarme? ¿Acaso no te importa lo que le pase a este recipiente? Ella sigue aquí, ¿sabes? La escucho gimotear y lamentarse desde el fondo de mi mente. Pero se niega a salir, así que no deberías culparme. Fueron otros humanos los que la dañaron hasta el punto de ser vulnerable y ser tentada por un ser como yo. No es cobardía: simplemente no dejé escapar una gran oportunidad. -Suspiro de forma exasperada, y lo tomo de los cabellos de un tirón, haciendo que me mire. Sus ojos vagan por la habitación, siguiendo las brumas de la ilusión, incapaces de centrarse en nada. ¿Y así piensa defenderse? Que decepcionante. - Dime, ¿qué es lo que ves? Soy capaz de ver lo que tú viste, pero no comprendo por qué te molesta tanto que te lo enseñe. ¿Acaso esa mujer que se desangra sobre el suelo era una conocida tuya? Tal vez tu madre, o alguna hermana. Pobre... Los vampiros están cebándose con ella. Pero míralo por el lado bueno: ha servido para dar alimento a un ser superior, ¿no crees que eso es un gran honor? -Mis palabras, llenas de veneno, hacen que se encoja sobre sí mismo, el desagrado reflejado en su semblante. Me carcajeo de forma grotesca, acariciando sus mejillas.
Pronto, y gracias a la ilusión creada por mi hechizo, a nuestro alrededor aparecen las siluetas de las personas de sus recuerdos. A mis ojos, desde fuera, no son más que brumas sin sentido, pero puedo ver el pánico en sus ojos, en las lágrimas que amenazan con caer por sus mejillas. Maravilloso. Sublime. ¡Qué gran espectáculo! Su sufrimiento me hace estar emocionada, y a pesar de todo, aún sigue teniendo las fuerzas suficientes para intentar pelear. Escucho su grito y me parece más una súplica que una orden, pero no me demoro en aparecer en su campo de visión. Para él, casi parece que formo parte de sus memorias, como si yo también fuese una de las criaturas que asesinaron a su familia y a todas las personas que una vez fueron importantes para él. No puedo evitarlo, me encanta formar parte del sufrimiento de mis presas, me gusta verlos enloquecer, hasta que la luz de la esperanza desaparece de sus ojos, y de ellos sólo queda una carcasa vacía. Un cuerpo sin voluntad, sin alma. Un ente cuya razón de existir es eliminada, él mismo también deja de ser, de existir.
- ¿A quién llamas cobarde, cazador? Tú eres el que viene armado persiguiendo a una mujer inocente, hasta el mismísimo interior de unas catacumbas. ¿Acaso querías matarme? ¿Acaso no te importa lo que le pase a este recipiente? Ella sigue aquí, ¿sabes? La escucho gimotear y lamentarse desde el fondo de mi mente. Pero se niega a salir, así que no deberías culparme. Fueron otros humanos los que la dañaron hasta el punto de ser vulnerable y ser tentada por un ser como yo. No es cobardía: simplemente no dejé escapar una gran oportunidad. -Suspiro de forma exasperada, y lo tomo de los cabellos de un tirón, haciendo que me mire. Sus ojos vagan por la habitación, siguiendo las brumas de la ilusión, incapaces de centrarse en nada. ¿Y así piensa defenderse? Que decepcionante. - Dime, ¿qué es lo que ves? Soy capaz de ver lo que tú viste, pero no comprendo por qué te molesta tanto que te lo enseñe. ¿Acaso esa mujer que se desangra sobre el suelo era una conocida tuya? Tal vez tu madre, o alguna hermana. Pobre... Los vampiros están cebándose con ella. Pero míralo por el lado bueno: ha servido para dar alimento a un ser superior, ¿no crees que eso es un gran honor? -Mis palabras, llenas de veneno, hacen que se encoja sobre sí mismo, el desagrado reflejado en su semblante. Me carcajeo de forma grotesca, acariciando sus mejillas.
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Exorcizamus te | Part 1
Claro que lo recordaba. ¿Cómo demonios iba a olvidarlo? Aquella fue la peor noche de mi vida, la que me mostró lo que realmente era la maldad, y la existencia de monstruos depredadores de personas, que no sólo actuaban por instinto, sino que también podían ser empleados por otros humanos a fin de derrotar a sus enemigos. No sabía qué era peor, si la certeza de que aquellos monstruos salidos de sus peores pesadillas eran reales, o el hecho de que otras personas trabajaran junto a ellos. Pude verme a mi mismo, en mi forma de adolescente, corriendo por los pasillos, desesperado por saber qué era lo que estaba ocurriendo. Quise gritarme a mi mismo que no lo hiciera, que hubiese sido mejor para mi cordura y para mi futuro no saber quién o qué estaba pasando, pero mi voz no salía. Entonces recordé que aquello no era más que una ilusión. Era sorpresivo lo mucho que la nitidez de la misma era capaz de hacerme abstraerme de la realidad. Por un momento había olvidado que aquello ya había sucedido, que en el presente ya era un adulto, y que me estaba enfrentando a uno de aquellos demonios. Maldije por lo bajo, incapaz de zafarme de las garras psíquicas de aquel ser. Si me dejaba llevar, si me perdía en el dolor y la tragedia de mis propios recuerdos, me convertiría en una presa ridículamente fácil de asesinar.
Pero no podía evitarlo, era tan vívido, tan realista... Podía sentir al calor que la adrenalina creaba por todo mi cuerpo, invitándome, incitándome a seguir corriendo. El miedo y el instinto de supervivencia, por un lado, me gritaban que saliera de allí, que fuera en la dirección opuesta, pero mi preocupación, los deseos que siempre he sentido de proteger a los míos, me llevaban a seguir en la dirección desde la que podía escuchar los gritos. Después de todo, lo que me había levantado del lecho no fue el humo, ni el fuego, sino el aterrador grito de mi madre y mis dos hermanas pequeñas, al ser arrastradas al patio trasero. La menor de ellas apenas tenía siete años, y no dejaba de gritar mi nombre, además de pedir auxilio. Cuando di las últimas zancadas para llegar al exterior, me encontré con el desastre, pude reconocer a la vecina de la casa de al lado, la de las hijas del panadero y a éste mismo... Sus cuerpos se apilaban a un lado de la calle, rodeados de sangre y de miembros arrancados. Era una pesadilla. Entonces, lo vi. Krysta forcejeaba con uno de sus captores, y cuando éste se giró, fue finalmente consciente de que la situación era mucho peor de lo que pensaba. Aquel ser no era humano. Antes de que pudiera reaccionar, otras tres bestias que ya habían acabado de devorar a sus presas se abalanzaron también sobre ella y comenzaron a desgarrarla. El yo de mis recuerdos, impotente, cayó al suelo de rodillas al igual que lo había hecho el yo real. Y nuevamente, tal y como aquella noche, me sentí impotente. Sabía que eso era mentira. Eso no era lo que había pasado. Yo había peleado contra aquellos seres, y aunque nada pude hacer, al llegar el alba se marcharon. ¿Era eso parte de la ilusión? ¿Hacerme creer que me había rendido antes de intentarlo? ¿Que no había vengado a mi familia? Había cometido un grave error.
Eso fue lo que me hizo reaccionar, justo cuando la silueta de la mujer, que ahora estaba en mi campo de visión, se agachaba y tocaba mi rostro, recuperé el control sobre mi cuerpo, y finalmente, me deshice de parte de su hechizo. Aparté la mano ajena de un manotazo, y clave mi mirada en la suya, desafiante. - No me subestimes... Nunca podrás vencerme enseñándome una mentira. Como bien has dicho, mi memoria es excelente, así que saber que ese recuerdo era falso ha resultado más sencillo de lo que creía. -La tomé por la muñeca de forma brusca, notando como crujía a causa de la fuerza empleada para hacerlo. - Y tienes razón, no quiero dañar a la persona cuyo cuerpo estás ocupando, pero para evitar eso lo único que tengo que hacer es sacarte de ahí y mandarte de vuelta al lugar del que has venido. -En un movimiento rápido, saqué la petaca rellena de agua bendita y se la arrojé al rostro. La criatura gritó, como si más que agua le estuviera arrojando ácido, y se alejó de un salto, haciendo que la ilusión se resquebrajase por un momento. Esa era mi oportunidad. Me lancé hacia ella con la daga en una mano, y realizando el cántico del exorcismo. Quería acabar con todo aquello de una vez por todas.
Pero no podía evitarlo, era tan vívido, tan realista... Podía sentir al calor que la adrenalina creaba por todo mi cuerpo, invitándome, incitándome a seguir corriendo. El miedo y el instinto de supervivencia, por un lado, me gritaban que saliera de allí, que fuera en la dirección opuesta, pero mi preocupación, los deseos que siempre he sentido de proteger a los míos, me llevaban a seguir en la dirección desde la que podía escuchar los gritos. Después de todo, lo que me había levantado del lecho no fue el humo, ni el fuego, sino el aterrador grito de mi madre y mis dos hermanas pequeñas, al ser arrastradas al patio trasero. La menor de ellas apenas tenía siete años, y no dejaba de gritar mi nombre, además de pedir auxilio. Cuando di las últimas zancadas para llegar al exterior, me encontré con el desastre, pude reconocer a la vecina de la casa de al lado, la de las hijas del panadero y a éste mismo... Sus cuerpos se apilaban a un lado de la calle, rodeados de sangre y de miembros arrancados. Era una pesadilla. Entonces, lo vi. Krysta forcejeaba con uno de sus captores, y cuando éste se giró, fue finalmente consciente de que la situación era mucho peor de lo que pensaba. Aquel ser no era humano. Antes de que pudiera reaccionar, otras tres bestias que ya habían acabado de devorar a sus presas se abalanzaron también sobre ella y comenzaron a desgarrarla. El yo de mis recuerdos, impotente, cayó al suelo de rodillas al igual que lo había hecho el yo real. Y nuevamente, tal y como aquella noche, me sentí impotente. Sabía que eso era mentira. Eso no era lo que había pasado. Yo había peleado contra aquellos seres, y aunque nada pude hacer, al llegar el alba se marcharon. ¿Era eso parte de la ilusión? ¿Hacerme creer que me había rendido antes de intentarlo? ¿Que no había vengado a mi familia? Había cometido un grave error.
Eso fue lo que me hizo reaccionar, justo cuando la silueta de la mujer, que ahora estaba en mi campo de visión, se agachaba y tocaba mi rostro, recuperé el control sobre mi cuerpo, y finalmente, me deshice de parte de su hechizo. Aparté la mano ajena de un manotazo, y clave mi mirada en la suya, desafiante. - No me subestimes... Nunca podrás vencerme enseñándome una mentira. Como bien has dicho, mi memoria es excelente, así que saber que ese recuerdo era falso ha resultado más sencillo de lo que creía. -La tomé por la muñeca de forma brusca, notando como crujía a causa de la fuerza empleada para hacerlo. - Y tienes razón, no quiero dañar a la persona cuyo cuerpo estás ocupando, pero para evitar eso lo único que tengo que hacer es sacarte de ahí y mandarte de vuelta al lugar del que has venido. -En un movimiento rápido, saqué la petaca rellena de agua bendita y se la arrojé al rostro. La criatura gritó, como si más que agua le estuviera arrojando ácido, y se alejó de un salto, haciendo que la ilusión se resquebrajase por un momento. Esa era mi oportunidad. Me lancé hacia ella con la daga en una mano, y realizando el cántico del exorcismo. Quería acabar con todo aquello de una vez por todas.
Gaweł J. Bożydar- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/04/2016
Re: Exorcizamus te | Part 1
Para mi sorpresa, puedo notar como, poco a poco, y a medida que el sujeto de sus recuerdos se rinde, la fortaleza del vínculo que he establecido con sus memorias se debilita, lo que me hace fruncir el ceño. Eso es la primera vez que me pasa. Normalmente, al adulterar el contenido de las memorias ajenas, la gente se vuelve más confusa y fácil de manipular, pero en su caso es distinto. Antes de que me de cuenta, ya se ha percatado de mi mentira, y retoma el control de su persona, sacándome de su cabeza con tal brusquedad que me hace sentir mareada. Sorprendente. Y eso es un gran halago viniendo de mi: la capacidad de que alguien me tome por sorpresa es escasa, por no decir prácticamente inexistente. Me lo quedo mirando largamente, a sabiendas de que pronto recuperará la consciencia, entre expectante y divertida. Ahora me ha picado la curiosidad. Quiero saber más, hacerle más daño, ver hasta dónde es capaz de llegar su fortaleza mental, cuál será el punto en el que su confianza se quiebre. Sonrío para mi misma, relamiéndome. Esto es incluso más divertido que hacerlo pedazos lentamente. Las presas que se resisten siempre ofrecen una mayor satisfacción cuando finalmente logras cazarlas.
- Bueno, bien podrías considerarlo una prueba. Dado lo sencillo que ha sido el que caigas en mis garras, me esperaba que sería igualmente sencillo deshacerme de tu orgullo y fortaleza. Mi enhorabuena, has ascendido de categoría, desde una simple presa a la que devorar, a la de un divertimento con el que pasar el rato. -Le digo acariciando la mano que me ha golpeado. Es sorprendente que a pesar de haber estado hasta hacía pocos minutos bajo el control de mi hechizo, ya es capaz de moverse con tanta libertad. ¿Así que esto es un cazador experto? No es tan patético como yo pensaba. Dejo que me agarre, total, no tengo nada que perder y me interesa saber qué hará a continuación, y sopeso sus palabras. No es un mal plan, desde luego, y de haberse tratado de cualquier otro demonio probablemente se hubiera sentido intimidado, pero algo así no va a funcionar conmigo. Me molesta que me subestime, así que lo dejo hacer, fingiendo sentir dolor al notar el líquido sobre mi piel. La realidad es que simplemente la noto fresca. ¡Qué interesante! Tiene trucos de todo tipo. Doy un salto hacia atrás, haciendo el mejor esfuerzo para aparentar estar sufriendo, y justo cuando el cuchillo está a punto de rozar mi carne, me aparto.
- ¿Enserio? ¿Es esto sólo lo que tienes? Vamos, no me decepciones ahora que había empezado a tenerte "aprecio". -Me sacudo el agua de la cara, crujiéndome el cuello. - Ah, por cierto, eso no te va a servir conmigo, por si no te has dado cuenta. ¿Quién diantres intenta un exorcismo sin saber la clase de demonio con la que trata? -Me carcajeo para luego acercarme a él lentamente. - Ahora, es mi turno. -A esas alturas, ya debe haberse dado cuenta. Sus piernas no se mueven. Los trucos mentales no son mi única clase de hechizo. Una orden mía basta para hacer que su cuerpo también esté a mi merced. - Ahora, quiero que claves esa daga en su muslo derecho. Lentamente, saboreando la frialdad de la hoja. No tengas prisa, tenemos todo el tiempo del mundo. -Mi voz resuena por el lugar, melodiosa, como si más que palabras estuviese murmurando un cántico. ¿Cómo piensa librarse ahora de mi control? Ahora que vuelve a estar debilitado, me sumerjo nuevamente en su mente, reproduciendo nuevamente aquel recuerdo, esta vez con aún más cantidad de detalles. Me centro en el cuerpo destrozado de la chiquilla, y noto cómo se estremece, la piel de sus brazos de gallina.
- Bueno, bien podrías considerarlo una prueba. Dado lo sencillo que ha sido el que caigas en mis garras, me esperaba que sería igualmente sencillo deshacerme de tu orgullo y fortaleza. Mi enhorabuena, has ascendido de categoría, desde una simple presa a la que devorar, a la de un divertimento con el que pasar el rato. -Le digo acariciando la mano que me ha golpeado. Es sorprendente que a pesar de haber estado hasta hacía pocos minutos bajo el control de mi hechizo, ya es capaz de moverse con tanta libertad. ¿Así que esto es un cazador experto? No es tan patético como yo pensaba. Dejo que me agarre, total, no tengo nada que perder y me interesa saber qué hará a continuación, y sopeso sus palabras. No es un mal plan, desde luego, y de haberse tratado de cualquier otro demonio probablemente se hubiera sentido intimidado, pero algo así no va a funcionar conmigo. Me molesta que me subestime, así que lo dejo hacer, fingiendo sentir dolor al notar el líquido sobre mi piel. La realidad es que simplemente la noto fresca. ¡Qué interesante! Tiene trucos de todo tipo. Doy un salto hacia atrás, haciendo el mejor esfuerzo para aparentar estar sufriendo, y justo cuando el cuchillo está a punto de rozar mi carne, me aparto.
- ¿Enserio? ¿Es esto sólo lo que tienes? Vamos, no me decepciones ahora que había empezado a tenerte "aprecio". -Me sacudo el agua de la cara, crujiéndome el cuello. - Ah, por cierto, eso no te va a servir conmigo, por si no te has dado cuenta. ¿Quién diantres intenta un exorcismo sin saber la clase de demonio con la que trata? -Me carcajeo para luego acercarme a él lentamente. - Ahora, es mi turno. -A esas alturas, ya debe haberse dado cuenta. Sus piernas no se mueven. Los trucos mentales no son mi única clase de hechizo. Una orden mía basta para hacer que su cuerpo también esté a mi merced. - Ahora, quiero que claves esa daga en su muslo derecho. Lentamente, saboreando la frialdad de la hoja. No tengas prisa, tenemos todo el tiempo del mundo. -Mi voz resuena por el lugar, melodiosa, como si más que palabras estuviese murmurando un cántico. ¿Cómo piensa librarse ahora de mi control? Ahora que vuelve a estar debilitado, me sumerjo nuevamente en su mente, reproduciendo nuevamente aquel recuerdo, esta vez con aún más cantidad de detalles. Me centro en el cuerpo destrozado de la chiquilla, y noto cómo se estremece, la piel de sus brazos de gallina.
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Exorcizamus te | Part 1
Me quedé de piedra al darme cuenta del truco tan sucio que había utilizado. De haber estado más centrado me habría dado cuenta: normalmente al rociarlos con agua bendita su piel comienza a echar humo, como si estuviese en ebullición, pero al ver su expresión de dolor supuse que sí le había hecho efecto. Craso error. Maldije mi mala suerte y mi terrible condición física y mental, y traté de trazar un nuevo plan, ahora sí, teniendo en cuenta de que no me estaba enfrentando a un demonio normal y corriente. Pero si no era así, ¿qué era ella? Sin saber su nombre no podría dar con el exorcismo indicado, pero dudaba mucho que fuera a decírmelo si simplemente se lo preguntaba. Me encontraba en una encrucijada, así que lo único que se me ocurrió fue volver a abalanzarme hacia ella. A pesar de que antes me hubiera esquivado con tal facilidad, tenía plena confianza en mis capacidades físicas, y aunque ella fuera un demonio, el cuerpo que ocupaba seguía siendo humano. Una chica de aspecto delicado y débil no era rival para alguien como yo, sólo la diferencia en nuestras alturas ya era descomunal... O así debía haber sido, pero cuanto intenté avanzar de una zancada, noté, para mi sorpresa, que mis piernas no se movieron ni un ápice, casi como si me hubiera quedado congelado en el sitio. ¿Qué narices estaba pasando? ¿Acaso era eso uno más de sus poderes? Es decir, que no sólo tenía la capacidad de jugar con la mente de sus enemigos, sino que también podía manipular sus movimientos físicos. Me di cuenta de que la estaba subestimando por estar poseyendo el cuerpo de una simple chica. La humana, en sí misma, ya resultaba lo bastante peligrosa, aunque dudaba que su control sobre sus poderes fuera tan avanzado. Eso sí era cosa del demonio. Había elegido estupendamente bien a su recipiente. Alguien lo bastante inestable como para ser un blanco fácil, y lo bastante fuerte como para ayudarla con sus planes.
Pero eso no hizo que me rindiese, ni mucho menos. No estaba dispuesto a convertirme en el juguete de un ente como aquel, que causaba el caos y dolor inmensos a su paso. Su simple existencia daba sentido a la mía, ya que mi honor estaba en juego al haberme propuesto cazar a todos los seres que causaran daño a los mortales haciéndose valer de sus poderes. - Hablas demasiado, ¿sabes? Y eso también es una debilidad, aunque probablemente tu ego no te permita verlo. -Dije, y usando toda mi fuerza de voluntad, cogí otra de mis dagas y se la lancé con gran precisión. No sirvió para nada, la mujer esquivó el objeto como si fuera capaz de verlo a cámara lenta. O mejor dicho, como si fuera capaz de predecir hacia dónde lo lanzaría. Me sentí impotente, y acorralado. Por un lado, no quería dejar de esforzarme por recuperar el control de mi cuerpo, pero por otro, el estar sujeto por aquellas garras invisibles, y por las palabras de aquel monstruo, me estaban debilitando a una velocidad pasmosa. Podía sentir cómo se iba introduciendo nuevamente, despacio pero de forma persistente, entre los recovecos de mi consciencia.
Fue entonces cuando escuché la orden, dada con tono imperativo, y sentí cómo mi mano, como movida por su propia voluntad, comenzaba a moverse para ejecutar la petición. Los esfuerzos por recuperar el control de mi propio cuerpo fueron en vano, grité en desesperación, cuando el filo del cuchillo rozó mi piel, para luego irse introduciéndose de forma dolorosamente lenta por mi carne. El profundo dolor causado hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas, y el resto de mi cuerpo temblara, únicamente la mano seguía deslizándose, paulatinamente, hasta llegar casi al hueso. Luego se detuvo, sólo para volver a moverse lentamente en dirección contraria. Caí de bruces en cuanto el poder del demonio dejó de surtir efecto. Estaba exhausto. Pero todo cuanto estaba en mi mente en aquellos momentos era la necesidad de presionar la herida si no quería desangrarme. Eso hice, pero para mi desgracia, mi mente volvió a caer presa del mismo hechizo de antes, y aquella misma escena, aquel mismo recuerdo, comenzó a reproducirse nuevamente en mi cabeza. En bucle, cortándome el aliento. Cada vez más cargado de matices, y de detalles que empecé a no estar seguro de si formaban parte de la realidad o eran otra mentira. El dolor en mi pierna era insoportable, pero lo peor era el eterno repetirse de los gritos que salían de la garganta de mi hermana. Mi nombre, estaba gritando mi nombre, necesitaba ir a salvarla antes de que los demonios me la arrebataran. Lancé las manos hacia delante, como intentando cogerla entre mis brazos, pero sólo me recibió el vacío. Me estaba perdiendo dentro de la ilusión.
Pero eso no hizo que me rindiese, ni mucho menos. No estaba dispuesto a convertirme en el juguete de un ente como aquel, que causaba el caos y dolor inmensos a su paso. Su simple existencia daba sentido a la mía, ya que mi honor estaba en juego al haberme propuesto cazar a todos los seres que causaran daño a los mortales haciéndose valer de sus poderes. - Hablas demasiado, ¿sabes? Y eso también es una debilidad, aunque probablemente tu ego no te permita verlo. -Dije, y usando toda mi fuerza de voluntad, cogí otra de mis dagas y se la lancé con gran precisión. No sirvió para nada, la mujer esquivó el objeto como si fuera capaz de verlo a cámara lenta. O mejor dicho, como si fuera capaz de predecir hacia dónde lo lanzaría. Me sentí impotente, y acorralado. Por un lado, no quería dejar de esforzarme por recuperar el control de mi cuerpo, pero por otro, el estar sujeto por aquellas garras invisibles, y por las palabras de aquel monstruo, me estaban debilitando a una velocidad pasmosa. Podía sentir cómo se iba introduciendo nuevamente, despacio pero de forma persistente, entre los recovecos de mi consciencia.
Fue entonces cuando escuché la orden, dada con tono imperativo, y sentí cómo mi mano, como movida por su propia voluntad, comenzaba a moverse para ejecutar la petición. Los esfuerzos por recuperar el control de mi propio cuerpo fueron en vano, grité en desesperación, cuando el filo del cuchillo rozó mi piel, para luego irse introduciéndose de forma dolorosamente lenta por mi carne. El profundo dolor causado hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas, y el resto de mi cuerpo temblara, únicamente la mano seguía deslizándose, paulatinamente, hasta llegar casi al hueso. Luego se detuvo, sólo para volver a moverse lentamente en dirección contraria. Caí de bruces en cuanto el poder del demonio dejó de surtir efecto. Estaba exhausto. Pero todo cuanto estaba en mi mente en aquellos momentos era la necesidad de presionar la herida si no quería desangrarme. Eso hice, pero para mi desgracia, mi mente volvió a caer presa del mismo hechizo de antes, y aquella misma escena, aquel mismo recuerdo, comenzó a reproducirse nuevamente en mi cabeza. En bucle, cortándome el aliento. Cada vez más cargado de matices, y de detalles que empecé a no estar seguro de si formaban parte de la realidad o eran otra mentira. El dolor en mi pierna era insoportable, pero lo peor era el eterno repetirse de los gritos que salían de la garganta de mi hermana. Mi nombre, estaba gritando mi nombre, necesitaba ir a salvarla antes de que los demonios me la arrebataran. Lancé las manos hacia delante, como intentando cogerla entre mis brazos, pero sólo me recibió el vacío. Me estaba perdiendo dentro de la ilusión.
Gaweł J. Bożydar- Cazador Clase Media
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Fecha de inscripción : 06/04/2016
Re: Exorcizamus te | Part 1
Observo con detenimiento los patéticos intentos del cazador por recuperar el control de su persona. Haber visto cómo se deshacía de mi hechizo minutos antes me hace pensar que es digno de convertirse en mi compañero de juegos, pero ahora que está doblado sobre sí mismo, respirando con dificultad, y con la sangre saliendo a borbotones desde la herida que yo le he obligado a hacerse, vuelvo a sentirme decepcionada. Me esperaba algo más por parte de un mortal que ha sido capaz de desafiar mi embrujo, pero veo que me he equivocado. Suspiro con expresión aburrida, haciendo que presencie una y otra vez la muerte de su hermana, cada vez más sangrienta, cada vez más trágica. Primero, le rajan la garganta y se desangra rápidamente. La segunda vez es una pierna lo que pierde primero, y después le van arrancando el resto de miembros, mientras seguía gritando su nombre. Luego le desgarraban el estómago, y le extraían sus intestinos y órganos internos, lo que le causaba una lenta y dolorosísima muerte. Lo veo gritar de nuevo, estirar los brazos en mi dirección, tratando de tomar aquel cuerpo que únicamente está dentro de sus fantasías. De ser capaz de sentir lástima, lo hubiera hecho. Pero en mi esencia no hay cabida para ello... O eso quería pensar.
De pronto, pierdo el control sobre el recipiente, y noto a Bethany removerse, inquieta, pujando por salir. ¿En qué momento se ha despertado? ¿Y por qué lo hace ahora? ¿Acaso el sufrimiento de aquel hombre la ha hecho reaccionar? ¡No puede ser! Estoy utilizando ilusiones para mantenerla a raya. Debería seguir dormida, tiene que seguir dormida... - ¡Ya deja de resistirte, maldita ingrata! Te he ayudado a acabar con aquellos que te arrebataron a tu esposo, ¿y ahora intentas retarme? ¡No me hagas reír! No eres lo bastante fuerte para ayudarte a ti misma, mucho menos lo serás para enfrentarte a mi. -Digo con tono firme y áspero, esperando que así se calme. No lo consigo. Puedo notarla, tomando el control, primero de su cabeza, y luego de las manos, brazos, piernas... Y al final soy yo quien acaba encerrada dentro del recipiente.
- ¡Eh! ¡Levántese y corra! ¡No deje que lo engañe! ¡Esto no es real! ¡Ella ya está muerta!¡Su hermana ya está muerta! -Vociferó la muchacha, su voz mucho más dulce y agitada de la que el demonio hubiera usado antes. Aprovechando el momentáneo control que tenía sobre su persona, y a que el demonio parecía haberse callado por unos instantes, aprovechó para correr hacia el cazador, que seguía sangrando abundantemente. - ¿Me escucha? ¡Por favor, reaccione! Tiene que salir de aquí, si no busca ayuda, morirá. No sé cuánto más tiempo pueda aguantar con mi consciencia a flote. Ella es más fuerte de lo que cree. ¡Reaccione! -Parecía desesperada, tanto así deseaba salvarle. Desde que el demonio se apoderara de su cuerpo, había visto cómo hacía sufrir a innumerables personas, pero sólo aquel joven había logrado hacerla reaccionar. ¿Acaso le recordaba a algo de su pasado, a alguna vivencia experimentada cuando era más joven? No lo sabía, pero sí sabía que no tenían mucho tiempo. Arrancando un trozo de tela de su capa, hizo una especie de torniquete alrededor de la herida, chasqueando los dedos frente al rostro del hombre para ver si volvía en sí... Instantes después, las manos de él se dirigieron a su cuello, y abalanzándose sobre ella, para atraparla entre su propio cuerpo y el suelo, comenzó a asfixiarla.
De pronto, pierdo el control sobre el recipiente, y noto a Bethany removerse, inquieta, pujando por salir. ¿En qué momento se ha despertado? ¿Y por qué lo hace ahora? ¿Acaso el sufrimiento de aquel hombre la ha hecho reaccionar? ¡No puede ser! Estoy utilizando ilusiones para mantenerla a raya. Debería seguir dormida, tiene que seguir dormida... - ¡Ya deja de resistirte, maldita ingrata! Te he ayudado a acabar con aquellos que te arrebataron a tu esposo, ¿y ahora intentas retarme? ¡No me hagas reír! No eres lo bastante fuerte para ayudarte a ti misma, mucho menos lo serás para enfrentarte a mi. -Digo con tono firme y áspero, esperando que así se calme. No lo consigo. Puedo notarla, tomando el control, primero de su cabeza, y luego de las manos, brazos, piernas... Y al final soy yo quien acaba encerrada dentro del recipiente.
- ¡Eh! ¡Levántese y corra! ¡No deje que lo engañe! ¡Esto no es real! ¡Ella ya está muerta!¡Su hermana ya está muerta! -Vociferó la muchacha, su voz mucho más dulce y agitada de la que el demonio hubiera usado antes. Aprovechando el momentáneo control que tenía sobre su persona, y a que el demonio parecía haberse callado por unos instantes, aprovechó para correr hacia el cazador, que seguía sangrando abundantemente. - ¿Me escucha? ¡Por favor, reaccione! Tiene que salir de aquí, si no busca ayuda, morirá. No sé cuánto más tiempo pueda aguantar con mi consciencia a flote. Ella es más fuerte de lo que cree. ¡Reaccione! -Parecía desesperada, tanto así deseaba salvarle. Desde que el demonio se apoderara de su cuerpo, había visto cómo hacía sufrir a innumerables personas, pero sólo aquel joven había logrado hacerla reaccionar. ¿Acaso le recordaba a algo de su pasado, a alguna vivencia experimentada cuando era más joven? No lo sabía, pero sí sabía que no tenían mucho tiempo. Arrancando un trozo de tela de su capa, hizo una especie de torniquete alrededor de la herida, chasqueando los dedos frente al rostro del hombre para ver si volvía en sí... Instantes después, las manos de él se dirigieron a su cuello, y abalanzándose sobre ella, para atraparla entre su propio cuerpo y el suelo, comenzó a asfixiarla.
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 118
Fecha de inscripción : 27/09/2013
Re: Exorcizamus te | Part 1
Ni siquiera fui capaz de registrar lo que estaba sucediendo, cuando de pronto estaba libre dle hechizo de aquel demonio, y en lugar de estar llorando la eterna muerte de mi hermana, que se repetía en bucle, estaba estrangulando a aquella mujer, apretando su cuello con fuerza, tal y como si me fuera la vida en ello. Y tal vez así fuese. Era ahora o nunca, o ella o yo. Tan despegada estaba mi mente de mi cuerpo, que mi instinto de supervivencia era todo cuanto me movía, y debido a ello no fui capaz de darme cuenta del error que estaba cometiendo. Al menos, no al principio. Era consciente de que aquella criatura no moriría a pesar de mis esfuerzos por estrangularla, pero quizá saldría expulsada del cuerpo que ocupaba si la presionaba lo suficiente. Algunas veces había funcionado, aunque había fallado tantas como éxitos hube conseguido. La mayoría de las veces, a pesar de que el cuerpo moría, el demonio se seguía moviendo, lo cual complicaba aún más las cosas, porque éstos no sienten dolor, ni se detienen por mucho que los ataques. Pero estaba tan desesperado que ni siquiera me planteaba esa posibilidad. Aquel maldito ser me había mostrado una, y otra, y otra vez la que era mi peor pesadilla. Retorciéndola, haciéndola cada vez más gráfica, más detallada, más y más terrible, hasta el punto de que ahora, a pesar de que su embrujo ya estaba roto, ni siquiera estaba seguro de qué era lo que había pasado en realidad. Podía escuchar sus gritos resonando en mis oídos, y aquella tétrica imagen martilleándome las sienes sin mostrar ningún tipo de piedad.
Llegó el punto de que mi conciencia ni siquiera mostraba preocupación alguna respecto a lo que le pasara a la persona que estaba poseyendo, tanto había logrado desquiciarme por culpa de aquella ilusión. Al menos, así fue al principio. A medida que la muchacha perdía las fuerzas para forcejear, su voz, tan diferente de la del demonio que antes me había estado hablando, resonó en mis oídos con total claridad. La voz de una joven pidiendo clemencia, rogando que parara. Los ojos desencajados que me miraban con pánico y con súplica. Aquella chica no quería morir, no merecía morir, y yo la estaba matando con mis propias manos por no ser capaz de hacer mi trabajo. Me alejé de su cuerpo de un salto, queriendo preguntarle como estaba, pero demasiado confundido y adolorido como para poder hacer nada. Vi la tela ensangrentada sobre mi pierna, y me di cuenta de que ella había intentado hacerme reaccionar. Quería cerciorarme de que estaba bien, pero ella, desde el suelo, me negó con la mano, y con la voz ronca a causa del estrangulamiento, me rogó que me marchara antes de que el demonio volviera a salir a la superficie. Estaba mareado a causa de la pérdida de sangre, así que su idea no me pareció tan mala ni de lejos.
- Os prometo que os encontraré, y esta vez estaré lo bastante preparado como para sacar a ese ser de vuestro interior. -Juré solemnemente, antes de levantarme de forma dificultosa y, cojeando, dirigirme hacia la salida de aquel sitio, a tanta velocidad como pude. Agradecí enormemente que aquella no fuera el tipo de criatura capaz de alcanzar grandes velocidades. - ¡Seguid aguantando! La próxima vez, seré yo quien os salve. -Prometí antes de torcer la esquina que me dirigía hacia el exterior. Las primeras luces del alba despuntaban en el horizonte, lo que me hizo preguntarme cuánto tiempo realmente había pasado sumergido en aquella maldita ilusión. Y especialmente me preguntaba cuánto tiempo tardaría hasta recuperarme de la experiencia vivida. ¿Cambiarían las pesadillas que tenía cada noche, para convertirse en aquellas que ella me había mostrado? ¿Perdería el auténtico recuerdo de lo que sucedió aquella fatídica noche? Sólo el tiempo lo diría.
Llegó el punto de que mi conciencia ni siquiera mostraba preocupación alguna respecto a lo que le pasara a la persona que estaba poseyendo, tanto había logrado desquiciarme por culpa de aquella ilusión. Al menos, así fue al principio. A medida que la muchacha perdía las fuerzas para forcejear, su voz, tan diferente de la del demonio que antes me había estado hablando, resonó en mis oídos con total claridad. La voz de una joven pidiendo clemencia, rogando que parara. Los ojos desencajados que me miraban con pánico y con súplica. Aquella chica no quería morir, no merecía morir, y yo la estaba matando con mis propias manos por no ser capaz de hacer mi trabajo. Me alejé de su cuerpo de un salto, queriendo preguntarle como estaba, pero demasiado confundido y adolorido como para poder hacer nada. Vi la tela ensangrentada sobre mi pierna, y me di cuenta de que ella había intentado hacerme reaccionar. Quería cerciorarme de que estaba bien, pero ella, desde el suelo, me negó con la mano, y con la voz ronca a causa del estrangulamiento, me rogó que me marchara antes de que el demonio volviera a salir a la superficie. Estaba mareado a causa de la pérdida de sangre, así que su idea no me pareció tan mala ni de lejos.
- Os prometo que os encontraré, y esta vez estaré lo bastante preparado como para sacar a ese ser de vuestro interior. -Juré solemnemente, antes de levantarme de forma dificultosa y, cojeando, dirigirme hacia la salida de aquel sitio, a tanta velocidad como pude. Agradecí enormemente que aquella no fuera el tipo de criatura capaz de alcanzar grandes velocidades. - ¡Seguid aguantando! La próxima vez, seré yo quien os salve. -Prometí antes de torcer la esquina que me dirigía hacia el exterior. Las primeras luces del alba despuntaban en el horizonte, lo que me hizo preguntarme cuánto tiempo realmente había pasado sumergido en aquella maldita ilusión. Y especialmente me preguntaba cuánto tiempo tardaría hasta recuperarme de la experiencia vivida. ¿Cambiarían las pesadillas que tenía cada noche, para convertirse en aquellas que ella me había mostrado? ¿Perdería el auténtico recuerdo de lo que sucedió aquella fatídica noche? Sólo el tiempo lo diría.
Gaweł J. Bożydar- Cazador Clase Media
- Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 06/04/2016
Re: Exorcizamus te | Part 1
Le costaba respirar. Era doloroso. La garganta le ardía a causa de la presión que aquel cazador había estado provocando sobre su cuello. Era consciente de que había estado a punto de matarla, y sin embargo, no encontraba en sí misma las razones para odiarlo ni culparle por ello. Había presenciado parcialmente la agónica tortura a la que la criatura que llevaba dentro lo había sometido. Sabía lo mucho que dolía que jugaran con su cabeza, porque era algo que ella misma había vivido en numerosas ocasiones. Desde niña, los espíritus la rondaban, y eso, unido a su inestabilidad emocional, la habían convertido en alguien psicótico a ojos de otros. En alguien roto, desde su propia perspectiva. Aquel demonio que la poseía había encontrado un hueco en su alma por el que colarse aprovechando la sensación de vacío que aquella pesada soledad que la acompañada le había provocado. Al final había sido su propia debilidad, la incapacidad para protegerse, lo que la había convertido en objetivo, y eran otros, inocentes, hombres, mujeres y niños, los que estaban pagando las consecuencias. ¿Pero qué podía hacer ella? A pesar de la molestia que sentía al notar a alguien más dentro de sí misma, no podía negar que la compañía la hacía sentir más fuerte, más segura. ¿O eso era a causa de terrible poder que emanaba aquella criatura? Monstruo o no, con ella nada ni nadie podía hacerle daño. A pesar de que ello no excusara su comportamiento, ¿quién es capaz de renunciar a la sensación de fortaleza una vez la ha obtenido?
Por más que se reprochara que esa era la razón de convertirse en la diana de semejante tipo de entes, tampoco es que supiera cómo controlar aquellos poderes de los que nunca había sido consciente realmente, y que apenas habían despertado en su totalidad hacía unos cuatro meses. La joven se llevó las manos al cuello, la frialdad de éstas aliviando parcialmente el dolor. Sin embargo, la falta de aire la había vuelto a debilitar. Podía sentirlo. Aquella otra consciencia removiéndose, pujando por salir a flote una vez más. Su voz más furiosa y cargada de hostilidad que antes. Era la primera vez desde su posición que recuperaba el control sobre su cuerpo. A pesar de haber estado presente en muchas de las atrocidades cometidas por el demonio, sólo en aquella ocasión se había despertado. ¿Por qué motivo? ¿Qué era diferente? Por más que se repitiera aquellas preguntas no encontraba ninguna respuesta que resultara coherente. - ¿Ayudarme? Todo cuanto has hecho ha sido utilizarme para tus oscuros propósitos desde el inicio. -Murmuró en voz baja, una vez pudo recuperar el aliento.
Mi voz resurge de entre las brumas, airada, furiosa, reprochándole a aquella niña por haber interrumpido mi momento de gloria. He estado tan cerca de destruir al cazador, tan cerca de quebrar su psique... Y por culpa suya todo se ha ido al traste. - Lo dices como si no hubieras sabido desde el inicio cuál era mi tipo de naturaleza. Es culpa tuya que yo lograse entrar, y también que seas demasiado débil como para tomar el control de un cuerpo que es tuyo, e impedir esas cosas que ahora me reprochas haber hecho. -No pienso tomarme la molestia de explicarle el objetivo de mi misión sobre la tierra, ni tampoco la importancia que todos aquellos crímenes tendrán en un futuro no demasiado lejano. La siento quejarse, intentando volver a salir a flote, pero mi presencia tiene demasiado peso, y no volveré a caer en el error de subestimarla. - A causa de tu estupidez tendré que volver a buscarlo. ¡Además, el muy estúpido va y te promete que te rescatará! ¿Qué se ha creído? Apenas unos hechizos y ya estaba hincado de rodillas. Los humanos sois tan patéticos. -Mi rabia tardará en perder empuje, soy consciente de ello, y a medida que comienzo a caminar, primero fuera de aquel sitio, y luego a lo largo del denso bosque, voy pensando en las muchas calamidades que aún me quedan por provocar antes de que mi Amo resurja en este mundo.
Por más que se reprochara que esa era la razón de convertirse en la diana de semejante tipo de entes, tampoco es que supiera cómo controlar aquellos poderes de los que nunca había sido consciente realmente, y que apenas habían despertado en su totalidad hacía unos cuatro meses. La joven se llevó las manos al cuello, la frialdad de éstas aliviando parcialmente el dolor. Sin embargo, la falta de aire la había vuelto a debilitar. Podía sentirlo. Aquella otra consciencia removiéndose, pujando por salir a flote una vez más. Su voz más furiosa y cargada de hostilidad que antes. Era la primera vez desde su posición que recuperaba el control sobre su cuerpo. A pesar de haber estado presente en muchas de las atrocidades cometidas por el demonio, sólo en aquella ocasión se había despertado. ¿Por qué motivo? ¿Qué era diferente? Por más que se repitiera aquellas preguntas no encontraba ninguna respuesta que resultara coherente. - ¿Ayudarme? Todo cuanto has hecho ha sido utilizarme para tus oscuros propósitos desde el inicio. -Murmuró en voz baja, una vez pudo recuperar el aliento.
Mi voz resurge de entre las brumas, airada, furiosa, reprochándole a aquella niña por haber interrumpido mi momento de gloria. He estado tan cerca de destruir al cazador, tan cerca de quebrar su psique... Y por culpa suya todo se ha ido al traste. - Lo dices como si no hubieras sabido desde el inicio cuál era mi tipo de naturaleza. Es culpa tuya que yo lograse entrar, y también que seas demasiado débil como para tomar el control de un cuerpo que es tuyo, e impedir esas cosas que ahora me reprochas haber hecho. -No pienso tomarme la molestia de explicarle el objetivo de mi misión sobre la tierra, ni tampoco la importancia que todos aquellos crímenes tendrán en un futuro no demasiado lejano. La siento quejarse, intentando volver a salir a flote, pero mi presencia tiene demasiado peso, y no volveré a caer en el error de subestimarla. - A causa de tu estupidez tendré que volver a buscarlo. ¡Además, el muy estúpido va y te promete que te rescatará! ¿Qué se ha creído? Apenas unos hechizos y ya estaba hincado de rodillas. Los humanos sois tan patéticos. -Mi rabia tardará en perder empuje, soy consciente de ello, y a medida que comienzo a caminar, primero fuera de aquel sitio, y luego a lo largo del denso bosque, voy pensando en las muchas calamidades que aún me quedan por provocar antes de que mi Amo resurja en este mundo.
TEMA FINALIZADO
Bethany S. Dunne- Hechicero Clase Alta
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