AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
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Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
La comida para ser perfecta, debe de ir
acompañada de una buena compañía
acompañada de una buena compañía
Aquella noche que había asistido a aquella fiesta de la alta sociedad a palacio jamás había pensado que pudiera terminar de aquella manera, y no sólo eso, sino que además había echo plan con Efe para el día siguiente en el que en teoría iba a cocinarme un plato típico Italiano, del cual nunca había probado, y que me moría de ganas por probar. Tampoco había pensado que aquella noche acabaría por decirle lo que tanto tiempo llevaba callando, lo que desde el primer día en que lo vi me hizo sentir con tan sólo posar mis ojos en él.
Esa tez morena que tenía típica seguramente de su país y del cual por eso estaba tan bronceado, su pelo también oscuro a juego con el tono de piel que tenía, su porte elegante, sus labios carnosos y sensuales que incitaban a querer morderlos y besarlos pero… sobre todo, esos ojos verdes de un color precioso que te incitaban a perderte en ellos, sin que tuvieras forma alguna de poder salir de ellos. Eran como una espiral de la cual, si entrabas, jamás llegarías a salir. Todo eso era lo que Efe representaba y por lo que sabía que muchas habían ido tras él. También sabía que buscaban algo más que lo que yo había descrito y sería, seguramente, su cuerpo. Uno del cual no tenía constancia, pero seguramente fuera hermoso a la par que él.
Aquella noche me había prometido que me enseñaría Italia sin siquiera salir de mi cocina, así que, aquel día había ordenado a los señores Haruka que tenían el día libre para hacer lo que quisieran, así no molestarían menos y seguramente no se alarmarían ante la idea de que una mujer estuviera a solas en su casa, con un hombre, donde sin duda alguna pondrían el grito en el cielo y no me dejarían llevar a cabo aquellos planes. Pero sin duda alguna no conocían a Efe como lo hacía yo. Sería incapaz de hacer nada más conmigo que yo no quisiera.
Así que allí estaba sentada en una de las butacas de la cocina apoyada con los codos en la barra mientras esperaba la llegada de aquel hombre. Sabía perfectamente dónde vivía porque me había acompañado un par de veces a mí casa y porque anoche mismo había echo el mismo recorrido. Estaba segura de que no iba a perderse así que lo único que me queda hacer era esperar a que llegara… una espera que se me estaba haciendo eterna.
Conforme pasaban los minutos veía más desesperaba, no habíamos quedado a una hora fija pero habíamos quedado para la cena, eso era lo importante. Y los minutos pasaban, y más me desesperaba, y más nerviosa me ponía conforme pasaba el tiempo. ¿No me daría plantón, verdad? Me mordí el labio ante el pensamiento y negué con la cabeza, no, por supuesto que no… no veía a Efe dándome plantón cuando había sido él quien había decidido aquella idea.
Pero… ¿y si precisamente, había dicho aquello… como una excusa? Me quedé mirando la pared durante unos minutos con aquel pensamiento rondando mí mente sintiéndome, por unos momentos, engañada con esa idea. No quería creerlo pensarlo pero a cada minuto que pasaba lo veía cada vez más y más probable. Pero entonces, ¿por qué había sido él quien lo había propuesto? ¿Por qué jugar conmigo cuando yo, en ningún momento, había dicho que quería algo más allá con él? Kami*, ni siquiera me había insinuado hacia él… no de forma directa, al menos.
Apoyé la cabeza en la barra de la mesa y lancé un suspiro mientras cerraba los ojos y me mordía el labio. Había pasado quizás ya más de hora y media casi y él no había aparecido. Mis tripas rugían pidiéndome algo de comida pero… estaba alicaída. Me sentía triste y decepcionada, engañada. No tenía ganas de nada así que sin pensarlo mucho más, subí arriba y me tumbé en la cama directamente.
Aquella noche me costó quedarme durmiendo durante bastante tiempo y al día siguiente me levanté peor delo que me había acostado, incluso con más hambre de lo normal. La señora Haruka me miró con ojos sospechosos durante todo el día pero no me preguntó nada, algo que agradecí enormemente. Y tal y como había pasado aquella noche en que no supe nada de él, así pasaron un par de días más, en donde con cada día algo dentro de mí se rompía un poco más. Al menos podría haberse pasado para disculparse, era lo mínimo que podía haber echo. Quizás así el dolor fuera menos del que sentía.
*Kami: Dios
Última edición por Asura Nanami el Lun Jun 27, 2016 9:07 am, editado 1 vez
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Cocinar a fuego lento…
Dar sabor a tu vida.
Paris lo acogió entre sus brazos después de aquel trágico desenlace. En Italia, había dejado a lo más importante de su vida: su padre. Y fue mutuo pues su progenitor le dejó un legado, uno repleto de deudas. Dos semanas llevaba intentando contactar con un antiguo socio de su padre. El señor Montrieau era como un fantasma, imposible de localizar. No contestó a ninguna de sus cartas ni comunicados. Hasta esa mañana. Se disponía a partir hacia la casa de los Nanami cuando recibió aquel sobre oscuro, por el sello imaginó de quién se trataba.
Sus planes cambiaron en un segundo, se quedó estático con el sobre en la mano. Una oportunidad que no podía dejar escapar, si no iba las relaciones con ese apellido se perderían y la invitación era para esa noche. Pensó en Asura y su media sonrisa se desvaneció, no le dio tiempo a otra cosa que tomar su chaqueta y presto salir hacia la casa de los Monstrieau. El señor le recibió nada más llegar, estuvieron largo rato conversando y cenando juntos, llegando a un acuerdo de lo más favorable para el italiano.
Mucho mejor negociador que su padre, lo demostraba y lo seguiría haciendo hasta limpiar su apellido, labrarse su propio futuro. Llegó bien entrada la madrugada y un tanto mareado, bebió lo suficiente como para caer rendido en la cama y dormir todo el día siguiente. Cuando despertó, ni sabía qué día era ni qué hora pero lo que sí estaba seguro era de que… llegaba tarde a su cita con Asura.
-Rufus-llamó a su perro quien no tardó en acercarse y saltar a su regazo -No estás tan enfadado conmigo como lo estará Asura…tengo que compensarla y tendré que hacer doble postre -sonrió, acariciando la cabeza del can quien de vuelta le regaló varios lametazos en la palma de su mano. Se dispuso a asearse y vestirse, mientras pensaba en cómo iba a hacer para excusarse con la joven, lo habría esperado no solo aquella noche… si no ese par de días cuando se suponía iría a cenar a su casa y sin embargo…le falló con el plan de última hora.
En cuestión de una hora, se plantó delante de la casa de los Nanami. Alguien del servicio le abrió y cuando fue recibido, no supo qué decir. Sus orbes esmeraldas se clavaron en la joven sin mediar palabra, todo podía decirlo con aquella mirada y aún así no era suficiente. Se mordió el labio inferior, no podía evitar sentirse de lo más culpable. Dio un par de pasos hacia ella y la tomó de ambas manos, atrapándola por si … terminaba dándole un portazo en las narices, se lo merecía.
-Asura. Bon giorno -murmuró, tirando de ella lo justo para acercarla y esperar que le dejase expresarse -No tengo excusa, cierto. Me estuviste esperando pero me surgió un contratiempo de última hora, bebí y estuve durmiendo casi un par de días… se me olvidó, eso también…¿cómo puedo emendar mi error? ¿doble tiramisú? Puedes… hacer lo que quieras conmigo, me portaré bien…como un gatito indefenso, soy todo tuyo Asura -un plan mucho mejor que la cena…-No se me olvidó la cena, te haré un menú italiano… solo para ti, varios -
Dar sabor a tu vida.
Paris lo acogió entre sus brazos después de aquel trágico desenlace. En Italia, había dejado a lo más importante de su vida: su padre. Y fue mutuo pues su progenitor le dejó un legado, uno repleto de deudas. Dos semanas llevaba intentando contactar con un antiguo socio de su padre. El señor Montrieau era como un fantasma, imposible de localizar. No contestó a ninguna de sus cartas ni comunicados. Hasta esa mañana. Se disponía a partir hacia la casa de los Nanami cuando recibió aquel sobre oscuro, por el sello imaginó de quién se trataba.
Sus planes cambiaron en un segundo, se quedó estático con el sobre en la mano. Una oportunidad que no podía dejar escapar, si no iba las relaciones con ese apellido se perderían y la invitación era para esa noche. Pensó en Asura y su media sonrisa se desvaneció, no le dio tiempo a otra cosa que tomar su chaqueta y presto salir hacia la casa de los Monstrieau. El señor le recibió nada más llegar, estuvieron largo rato conversando y cenando juntos, llegando a un acuerdo de lo más favorable para el italiano.
Mucho mejor negociador que su padre, lo demostraba y lo seguiría haciendo hasta limpiar su apellido, labrarse su propio futuro. Llegó bien entrada la madrugada y un tanto mareado, bebió lo suficiente como para caer rendido en la cama y dormir todo el día siguiente. Cuando despertó, ni sabía qué día era ni qué hora pero lo que sí estaba seguro era de que… llegaba tarde a su cita con Asura.
-Rufus-llamó a su perro quien no tardó en acercarse y saltar a su regazo -No estás tan enfadado conmigo como lo estará Asura…tengo que compensarla y tendré que hacer doble postre -sonrió, acariciando la cabeza del can quien de vuelta le regaló varios lametazos en la palma de su mano. Se dispuso a asearse y vestirse, mientras pensaba en cómo iba a hacer para excusarse con la joven, lo habría esperado no solo aquella noche… si no ese par de días cuando se suponía iría a cenar a su casa y sin embargo…le falló con el plan de última hora.
En cuestión de una hora, se plantó delante de la casa de los Nanami. Alguien del servicio le abrió y cuando fue recibido, no supo qué decir. Sus orbes esmeraldas se clavaron en la joven sin mediar palabra, todo podía decirlo con aquella mirada y aún así no era suficiente. Se mordió el labio inferior, no podía evitar sentirse de lo más culpable. Dio un par de pasos hacia ella y la tomó de ambas manos, atrapándola por si … terminaba dándole un portazo en las narices, se lo merecía.
-Asura. Bon giorno -murmuró, tirando de ella lo justo para acercarla y esperar que le dejase expresarse -No tengo excusa, cierto. Me estuviste esperando pero me surgió un contratiempo de última hora, bebí y estuve durmiendo casi un par de días… se me olvidó, eso también…¿cómo puedo emendar mi error? ¿doble tiramisú? Puedes… hacer lo que quieras conmigo, me portaré bien…como un gatito indefenso, soy todo tuyo Asura -un plan mucho mejor que la cena…-No se me olvidó la cena, te haré un menú italiano… solo para ti, varios -
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Los arrebatos de pasión, y de locura... son los mejores
Había estado esperándolo por todo un par de días enteros y ya no sabía muy bien si realmente volvería a aparecer, o qué es lo que había echo Éferon. Pero estaba enfada, más bien… estaba decepcionada. Ni siquiera se había atrevido a pasar para disculparse por darme plantón aquella noche y llevaba varios días sin saber de él. Y mí humos no mejoraba con cada día de pasaba, ya incluso hasta la señora Haruka me había preguntado qué era lo que pasaba, y aunque le había dicho que no me pasaba nada, ella sabía tan bien en el fondo que no era así. Lo sabía por cómo me miraba, pero no quería que sintiera lástima por mí ni se preocupara en demasía. Era una cosa mía y, como tal, debía de solucionarla. Porque me había dolido, aunque intentara evitarlo, y mucho.
Aquel día había decidido descargar para de la frustración y la decepción que llevaba encima, intentando sacudirla de alguna forma para alejarla de mí cuerpo porque tampoco era bueno que la llevara encima. Así que abrí uno de los arcones y saqué una de las katanas que me había traído conmigo hasta París. No era la que me había regalado mí padre, a esa le tenía un cariño especial. Esta era con una empuñadura en blanco y grabados en azul turquesa, y la funda era igual, blanca con el dibujo de un dragón en azul.
Salí al patio de la casa y comencé a asestar golpes al aire mientras calentaba, hacía tiempo que no cogía una y no quería que algo pudiera salir mal. Como le había pedido hacía unos días al señor Ishikawa, este había preparado una parte del amplio jardín como si fuera un lugar de entrenamiento, con postes donde podía asestar golpes… como si estuviera realmente en un dojo. Ni siquiera supe cuánto tiempo estuve practicando, quizás algo más de una hora y media, cuando la señora Haruka me avisó de que tenía una visita, a lo que enarqué una ceja. No esperaba a nadie y guardé la Katana en su funda que llevaba en mí mano.
Entré limpiándome la cara con una toalla y secando un poco el sudor que cubría mi rostro mientras mi respiración era agitada. Llevaba un Yukata mucho más cómodo para poder practicar y el pelo semi recogido para que no me molestara en la cara. No sabía quién podía ser aunque podía intuirlo. Cuando me acerqué al comedor, que era donde estaba, la silueta de espaldas de aquel hombre era inconfundible. Era Éferon, y me dieron ganas de marcharme pero se giró y sus orbes verdes se clavaron en los míos. Parecía realmente apenado por no aparecer aquella noche. Su mano fue más rápida y cogió mí muñeca antes de que pudiera girarme y darle plantón como me había echo a mí. Suspiré escuchando sus palabras y fruncí el ceño.
-¿No podías haberme avisado de que no ibas a poder? Maldición Éferon, te estuve esperando por dos completos y malditos días, ¡enteros! –Lo miré- ¿Piensas que un doble tiramisú podrá compensarlo? –hice una leve pausa, escuchando que era completamente mío. En otras circunstancias aquello me habría aplacado, conforme estaba ahora, no lo conseguía ni de lejos- Ahora mismo me dan ganas de demostrarte lo realmente buena que soy con las artes marciales –mi tono enfadado no dejaba duda alguna de que así podría ser, apreté la empuñadura de la Katana en mí mano y le observé- tú labia italiana no van a salvarte esta vez, te lo aseguro. Me debes una buena recompensa por estos dos días, y un menú no va a ser suficiente –me solté de su agarre y me separé- Voy a darme una ducha, la cocina es toda tuya para que puedas ir empezando. Si tienes alguna duda la señora Haruka podrá darte lo que necesites –me giré dando un par de pasos para subir a la planta de arriba y darme una ducha, pero me giré y deshice mis pasos viendo que él se había dado la vuelta, y hablé cuando estuve detrás de él- Y Éferon –en cuanto se giró me elevé para alcanzar sus labios con los míos, dándole un beso algo furioso- No vuelvas a darme plantón en la vida –esta vez sí, me giré y subí para darme aquella ducha sintiendo cómo me ardían las mejillas por aquel arrebato que me había dado.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Excusarse no sirve de nada,
El daño está hecho ¿por qué no enmendarlo?
Los negocios en este caso, habían ganado en la balanza. No pudo mandar ninguna nota de excusa, no le dio tiempo pues tuvo que salir corriendo a aquel encuentro con el francés. Al día siguiente, la comida y la bebida para celebrarlo le jugaron una mala pasada. Durmió tanto que perdió el norte y el sentido, ahora se encontraba ante ella. No sabía cómo excusarse, cómo hacer de verdad para que le perdonase. ¿Cómo iba a hacerlo? él… no tenía muy buena reputación y no en el tema de las mujeres, siempre fue un fanfarrón pero eso sí, cumplía las promesas.
Ahora mismo, en ese instante, sintió como si estuviese desnudo ante ella. por si acaso, apoyó la palma de la mano en la puerta y la otra en el marco de ésta, por si se la cerraba en las narices… su pie, se adelantó también para que así no fuese. Se mordió el labio inferior, estudiándola, intentando conocer lo que realmente pensaba al respecto, al final lo echaría de la casa pateándole y con razón.
-No pude, me fue imposible. -se revolvió el cabello, para dar explicaciones siempre salía airoso pero en este caso ¿también? Cerró uno de sus ojos, dos días enteros le había estado esperando, no ….no tenía perdón ninguno -Lo siento… sabes que si hubiese podido te avisaría pero no pude y…. -entrecerró los ojos, ¿enseñarle las artes marciales? Recordó lo que mostró en el jardín aquella noche y diablos, aún le dolía la espalda del impacto contra el suelo -No te arrepentirás, te lo prometo y sí, date una ducha… estás adorablemente horrible -le guiñó un ojo, tragando saliva porque quizás no fue el mejor momento para decirle tal cosa -Iré a la cocina mejor…sí -sus orbes esmeraldas, se clavaron en ella antes de que se acercase.
No cerró los ojos, la mano que sujetaba la puerta la tomó de la cintura y la otra deshizo el moño que se había hecho horas antes, dejándola tal como era… su cabello suelto y natural. Se relamió, riendo por lo bajo, era incapaz de contener esa risa, le hizo tanta gracia aquel gesto que le lanzó un beso al aire. qué descarado, el sinvergüenza seguía tentando aún sabiendo que se merecía una buena paliza.
En la cocina junto con la señora Haruka, se quitó la chaqueta que llevaba y se arremangó las mangas de la camisa. Haría pasta , pasta fresca de su cosecha. Él mismo trajo varios tipos de queso para el plato en cuestión, todos italianos y de primera calidad… ¿comprados? Más bien no, regalados en este caso. La señora aquella solo con verle, le daba hasta el dinero recaudado solo con que se acercase lo suficiente como apreciarle ¿por qué no aprovecharse de eso? no era malo, solo… obtuvo a cambio queso.
-Una pizca de sal y mezclamos, estiramos y…cortamos. ¿El agua hierve? Perfecto… allá vamos-con cuidado dejó caer la pasta, algo más ancha y fina, como pequeños nidos que se enredaron entre sí. Nada más entrar al agua, el olor era maravilloso. En una sartén, se dispuso a hacer la salsa para acompañar. Troceó los tipos de queso, un poco de leche, alguna que otra especia, su toque especial y como no… un poco de su amada albahaca, un olor que se asemejaba mucho al italiano -Pues mientras se va mezclando, puede escurrir la pasta, la señorita pronto llegará y… me pondré con lo del tiramisú, en eso necesitaré ayuda
Oyó unos pasos y sonrió, era ella sin duda. Dispuso todos los ingredientes, iba a hacer uno lo suficientemente grande como para ser perdonado.
-¿Me ayudas? Vamos, que tienes que probarlo….todo -se relamió, sin duda el arrebato de rabia no se le había olvidado, ¿cómo pasarlo por alto?
El daño está hecho ¿por qué no enmendarlo?
Los negocios en este caso, habían ganado en la balanza. No pudo mandar ninguna nota de excusa, no le dio tiempo pues tuvo que salir corriendo a aquel encuentro con el francés. Al día siguiente, la comida y la bebida para celebrarlo le jugaron una mala pasada. Durmió tanto que perdió el norte y el sentido, ahora se encontraba ante ella. No sabía cómo excusarse, cómo hacer de verdad para que le perdonase. ¿Cómo iba a hacerlo? él… no tenía muy buena reputación y no en el tema de las mujeres, siempre fue un fanfarrón pero eso sí, cumplía las promesas.
Ahora mismo, en ese instante, sintió como si estuviese desnudo ante ella. por si acaso, apoyó la palma de la mano en la puerta y la otra en el marco de ésta, por si se la cerraba en las narices… su pie, se adelantó también para que así no fuese. Se mordió el labio inferior, estudiándola, intentando conocer lo que realmente pensaba al respecto, al final lo echaría de la casa pateándole y con razón.
-No pude, me fue imposible. -se revolvió el cabello, para dar explicaciones siempre salía airoso pero en este caso ¿también? Cerró uno de sus ojos, dos días enteros le había estado esperando, no ….no tenía perdón ninguno -Lo siento… sabes que si hubiese podido te avisaría pero no pude y…. -entrecerró los ojos, ¿enseñarle las artes marciales? Recordó lo que mostró en el jardín aquella noche y diablos, aún le dolía la espalda del impacto contra el suelo -No te arrepentirás, te lo prometo y sí, date una ducha… estás adorablemente horrible -le guiñó un ojo, tragando saliva porque quizás no fue el mejor momento para decirle tal cosa -Iré a la cocina mejor…sí -sus orbes esmeraldas, se clavaron en ella antes de que se acercase.
No cerró los ojos, la mano que sujetaba la puerta la tomó de la cintura y la otra deshizo el moño que se había hecho horas antes, dejándola tal como era… su cabello suelto y natural. Se relamió, riendo por lo bajo, era incapaz de contener esa risa, le hizo tanta gracia aquel gesto que le lanzó un beso al aire. qué descarado, el sinvergüenza seguía tentando aún sabiendo que se merecía una buena paliza.
En la cocina junto con la señora Haruka, se quitó la chaqueta que llevaba y se arremangó las mangas de la camisa. Haría pasta , pasta fresca de su cosecha. Él mismo trajo varios tipos de queso para el plato en cuestión, todos italianos y de primera calidad… ¿comprados? Más bien no, regalados en este caso. La señora aquella solo con verle, le daba hasta el dinero recaudado solo con que se acercase lo suficiente como apreciarle ¿por qué no aprovecharse de eso? no era malo, solo… obtuvo a cambio queso.
-Una pizca de sal y mezclamos, estiramos y…cortamos. ¿El agua hierve? Perfecto… allá vamos-con cuidado dejó caer la pasta, algo más ancha y fina, como pequeños nidos que se enredaron entre sí. Nada más entrar al agua, el olor era maravilloso. En una sartén, se dispuso a hacer la salsa para acompañar. Troceó los tipos de queso, un poco de leche, alguna que otra especia, su toque especial y como no… un poco de su amada albahaca, un olor que se asemejaba mucho al italiano -Pues mientras se va mezclando, puede escurrir la pasta, la señorita pronto llegará y… me pondré con lo del tiramisú, en eso necesitaré ayuda
Oyó unos pasos y sonrió, era ella sin duda. Dispuso todos los ingredientes, iba a hacer uno lo suficientemente grande como para ser perdonado.
-¿Me ayudas? Vamos, que tienes que probarlo….todo -se relamió, sin duda el arrebato de rabia no se le había olvidado, ¿cómo pasarlo por alto?
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Cocinar puede ser divertido, mucho más cuando se hace contigo
Lo primero que hice fue observar cómo estaba parado en la puerta, tenía una mano apoyada en esta, otra en el marco y un pie puesto delante por si acaso se me ocurría cerrarle. Oh, seguramente me habría dado por darle con la puerta en las narices hasta que se me pasara el cabreo, porque había vuelto con fuerza en cuanto lo vi. Dos días… dos malditos días esperándole y aparecía pensando que ¿me había olvidado, o iba a perdonarlo con facilidad? Pues no iba a ser así, no podía evitar sentirme de aquella manera y mucho menos cuando me había sentido tan herida. Y me había dolido, mucho, por lo que ya podía tener una buena explicación de lo ocurrido y compensarme mucho mejor… porque de lo contrario, no iba a poder aplacar mí ira.
Alcé una ceja ante sus palabras de que le había salido algo de improviso y que no le había dado tiempo a avisarme, vale, hasta ahí lo podía entender y comprender pero… ¿y el tiempo restante? Eso sí que no se lo iba a perdonar, a no ser que hiciera algo merecedor y realmente bueno, como para que lo perdonase. Lo vi entrecerrar los ojos ante mí amenaza velada de enseñarle las artes marciales y no pude evitar sonreír de lado, sabía de sobra que podía hacerlo si quisiera, y no me resultaría muy difícil echarlo de mí casa. Suspiré tras haberle dicho que tenía que hacer algo para compensarme, más allá de un simple menú, de que su labia no iba a salvarle y le miré frunciendo el ceño cuando dijo que estaba adorablemente horrible. Cogí con fuerza con la otra mano la empuñadura de la Katana y la saqué un poco, en modo de advertencia, y de que se llevara cuidado porque estaba de los más susceptible con todo aquello. En otro momento me habría hecho hasta gracia.
-Sí… mejor ves a la cocina –volví a meter la Katana en su funda, lo poco que había sacado en plan “amenaza” y me giré para darme una ducha mientras lo dejaba a él en la cocina. Y cuando me quise dar cuenta, ya me había girado, me había acercado a él y… lo estaba besando. Fue un beso algo corto lleno de furia, conforme estaba en ese momento, en el que lo miré en todo momento. El muy maldito se atrevió a tomarme de la cintura y soltarme el pelo dejando que cayera suelto, algo mojado por el ejercicio que había echo, y me costó horrores no suspirar ante aquello… pero supe controlarlo y me separé lanzándole una mirada más y dándome la vuelta para subir y darme una ducha.
¿Cómo podía haber echo eso? ¿De dónde había nacido aquel arrebato? Ahora sentía las mejillas ardiendo y me metí en el aseo para bañarme y quitar todo el sudor que había hecho por el ejercicio, me puse un batín típico japonés que solía utilizar cada vez que estaba por casa y que era muy cómodo sobre todo para cuando entraba la primavera, porque no era de un material tan gordo como el resto. Me hice un semi recogido en el pelo y dejé unos mechones libres en mí rostro, y bajé a la cocina.
Nada más entrar me encontré con la señora Haruka mirando a Éferon mientras esperaba que le dijera qué hacer, y a este moviéndose por ella como si fuera realmente suya, se había quitado la chaqueta y estaba ahora con la camisa puesta, con las mangas subidas para no estorbarle. Haruka me miró y le sonreí mientras le indicaba que podía retirarse y dejarnos a solas. Olía todo de maravilla y ya me estaban dando ganas de cenar, pero tenía que esperar a que Éferon dijera que todo estaba listo.
-¿En qué tengo que ayudarte, en hacer el postre? –Me acerqué hasta él sintiendo su mirada en mí y me mordí el labio- ¿Qué has preparado que huele de maravilla? Seguro que la señora Haruka ha tomado apuntes de todo lo que has hecho, espero que así sea –hice una leve pausa quedándome a su lado. ¿Probar? ¿Por qué intuía… que aquello iba con, quizás, doble sentido? Ah sí, porque venía de Efe, no había más explicación que esa- ¿Qué quieres que pruebe primero? –Le miré algo divertida- Todavía no se me ha pasado, que lo sepas –mí actitud podía ser amena y divertida, como si no hubiera pasado nada, pero en el fondo aún estaba herida y dolida. Y quería que lo tuviera en cuenta.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Cocinar con el alma…
Darle sabor a la vida.
En el momento que el italiano se metía en la cocina, todo lo demás desaparecía. Su don para la gastronomía era innato, ¿heredado? No podía saberlo, a su madre no la conoció y su padre, era más de llenar el estómago que cocinar para llenarlo. La gracia con la que se movía, movimientos calculados, sabía muy bien lo que estaba haciendo. Primero de todo, le gustaba colocar a su vista lo que necesitaría, todos los ingredientes a su disposición para no perder tiempo buscando o lo peor, sacar ese carácter malhumorado e insoportable… no era de enfadarse mucho y cuando lo hacía, mejor salir huyendo.
El sonido de ebullición del agua hirviendo, el olor de la pasta recién echada…cociéndose, los cuatro quesos fundiéndose haciéndose uno, los olores se iban mezclando creando aquel plato que no podría estar más que delicioso. Antes de ponerse con el postre y esperar a que la nipona bajase, el aperitivo que les acompañaría antes del plato fue pensado al momento. Hizo una masa suave que aplanó, tomate natural para cubrirlo y un poco de ajo, perejil y orégano, un pan especiado muy rico, crujientes por los bordes y deliciosamente blando en la masa.
-O intentar al menos ayudarme. No creo que por darme los ingredientes quemes algo…por si acaso, aléjate del fuego -aquellos ojos verdes, se clavaron en ella, un par de segundos…los suficientes para saber a lo que realmente se refería. Y esa sonrisa, mostrando sus perlados dientes, esa sonrisa que lo prometía todo y más, sobrando las palabras. Apartó la pasta, fundiéndola con la salsa de queso. El olor que desprendía y se mezclaba con el del pan horneándose en el horno, imposible no hacerse la boca agua -Lo que hay en el horno de piedra, es un plan plano especiado, una creación Gianetti…le pondré ese nombre ¿no queda bien? -
Sonrió al oír la pregunta de qué probaba, la salsa estaba lista así que tomó una cuchara y la llevó a sus labios, inclinándose en la mesa de la cocina y esperar a que diese su visto bueno. No era seguro algo a lo que ella estuviese acostumbrada, una gastronomía muy diferente a la japonesa. Se mordió el labio inferior, delineando con sus orbes verdes cada milímetro de su perfecto rostro, era perfecta, preciosa y más su interior.
-El tiramisú espero que sea de tu agrado, le añado un poco de alcohol al bizcocho y… dame el chocolate, vamos a espolvorearlo, dejar caer pequeños trozos para… darle al paladar más de un gusto al degustarlo -tres clases de chocolate, le gustaba innovar y ¿por qué echarle uno si tenía dos más para añadir? Le quedó más que perfecto, una bandeja grande que no tardó en espolvorear y crear dibujos sin sentidos, un cuadro dulce que podía reflejarse así mismo.
-Al pan le queda un par de minutos ¿por qué no me sirves un poco de vino? Incapaz de comer sin una copa y… mi pan, cuando lo comas , no querrás otra cosa…-se la estaba ganando, no sabía si era bueno preguntarlo así que… antes de hacerlo, acarició un mechón de su cabello y reír por lo bajo, se esperaba un nuevo golpe por lo que cerró uno de sus ojos verdes -¿Aún sigue en pie? Que me quede… tengo el equipaje en el jardín, no es mucho…solo un par de maletas y algún que otro traje para colgar -sí, volvía a ganársela, al menos intentarlo.
Darle sabor a la vida.
En el momento que el italiano se metía en la cocina, todo lo demás desaparecía. Su don para la gastronomía era innato, ¿heredado? No podía saberlo, a su madre no la conoció y su padre, era más de llenar el estómago que cocinar para llenarlo. La gracia con la que se movía, movimientos calculados, sabía muy bien lo que estaba haciendo. Primero de todo, le gustaba colocar a su vista lo que necesitaría, todos los ingredientes a su disposición para no perder tiempo buscando o lo peor, sacar ese carácter malhumorado e insoportable… no era de enfadarse mucho y cuando lo hacía, mejor salir huyendo.
El sonido de ebullición del agua hirviendo, el olor de la pasta recién echada…cociéndose, los cuatro quesos fundiéndose haciéndose uno, los olores se iban mezclando creando aquel plato que no podría estar más que delicioso. Antes de ponerse con el postre y esperar a que la nipona bajase, el aperitivo que les acompañaría antes del plato fue pensado al momento. Hizo una masa suave que aplanó, tomate natural para cubrirlo y un poco de ajo, perejil y orégano, un pan especiado muy rico, crujientes por los bordes y deliciosamente blando en la masa.
-O intentar al menos ayudarme. No creo que por darme los ingredientes quemes algo…por si acaso, aléjate del fuego -aquellos ojos verdes, se clavaron en ella, un par de segundos…los suficientes para saber a lo que realmente se refería. Y esa sonrisa, mostrando sus perlados dientes, esa sonrisa que lo prometía todo y más, sobrando las palabras. Apartó la pasta, fundiéndola con la salsa de queso. El olor que desprendía y se mezclaba con el del pan horneándose en el horno, imposible no hacerse la boca agua -Lo que hay en el horno de piedra, es un plan plano especiado, una creación Gianetti…le pondré ese nombre ¿no queda bien? -
Sonrió al oír la pregunta de qué probaba, la salsa estaba lista así que tomó una cuchara y la llevó a sus labios, inclinándose en la mesa de la cocina y esperar a que diese su visto bueno. No era seguro algo a lo que ella estuviese acostumbrada, una gastronomía muy diferente a la japonesa. Se mordió el labio inferior, delineando con sus orbes verdes cada milímetro de su perfecto rostro, era perfecta, preciosa y más su interior.
-El tiramisú espero que sea de tu agrado, le añado un poco de alcohol al bizcocho y… dame el chocolate, vamos a espolvorearlo, dejar caer pequeños trozos para… darle al paladar más de un gusto al degustarlo -tres clases de chocolate, le gustaba innovar y ¿por qué echarle uno si tenía dos más para añadir? Le quedó más que perfecto, una bandeja grande que no tardó en espolvorear y crear dibujos sin sentidos, un cuadro dulce que podía reflejarse así mismo.
-Al pan le queda un par de minutos ¿por qué no me sirves un poco de vino? Incapaz de comer sin una copa y… mi pan, cuando lo comas , no querrás otra cosa…-se la estaba ganando, no sabía si era bueno preguntarlo así que… antes de hacerlo, acarició un mechón de su cabello y reír por lo bajo, se esperaba un nuevo golpe por lo que cerró uno de sus ojos verdes -¿Aún sigue en pie? Que me quede… tengo el equipaje en el jardín, no es mucho…solo un par de maletas y algún que otro traje para colgar -sí, volvía a ganársela, al menos intentarlo.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Lo divertido de la cocina no es el cocinarla, sino disfrutar del proceso...
probar, experimentar, mezclar...
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El olor de lo que estaba cocinando llegaba incluso hasta la parte de arriba de la casa, conforme iba bajando las escaleras se hacía más y más intenso, era un olor delicioso que hacía que mis tripas rugieran demandando por comida… y era precisamente lo que iba a hacer. Estaba a la espera de saber lo que había hecho y estaba convencida de que iba a estar todo delicioso… si olía así no quería ni saber cómo sabría.
Verlo en la cocina como si fuera suya, moviéndose por el lugar y controlando todo era una vista demasiado… sexy, sí, esa era la palabra. Parecía que era el dueño del lugar porque parecía que llevara allí años, sabiéndose donde estaba cada cosa, controlando todo sin dejar nada que no estuviera bajo su vista y su cuidado. Me mordí el labio observándolo y decidí hacer acto de presencia diciéndole a la señora Haruka que podía retirarse, lo miré enarcando una ceja ante que tenía que ayudarlo… no sabía mucho sobre cocina italiana, pero le ayudaría en lo que buenamente pudiera. Rodé los ojos ante sus palabras y me acerqué a él.
-He cocinado Éferon, no creo que queme nada pero nunca he cocinado nada italiano por lo que… tendrás que guiarme –y podría no ser en lo único que me guiara, de hecho, aunque descarté aquellos pensamientos mientras esperaba que me dijera lo que debía de hacer. Su mirada en la mía, mirándome de aquella forma, me hizo entender que no solo se refería a la cocina… sino a algo más, quizás se estuviera refiriendo a sí mismo y que… ¿no lo calentara, tal vez? Sonreí de lado por aquello, estaba segura de que lo había dicho con doble intención, no tenía duda alguna. Lo vi coger la pasta y escurrirla para luego juntarlo con aquella salsa que olía de maravilla, mientras algo se hacía en el horno que desprendía un aroma muy apetitoso. Miré el horno cuando me dijo lo que era y luego lo miré a él- Pan Gianetti… no suena mal, podrías patentarlo –me mordí el labio y esperé a que me diera para probar de aquella salsa. Cogió una cuchara, puso un poco de la salsa y en vez de darme la cuchara… fue él el que me dio de probar. Lo miré mientras saboreaba y… Oh, Kami. Aquello estaba delicioso. Jadeé mientras degustaba y lo miré cuando terminé- Dios Éferon, esto está de muerte. Quiero más –pero esperaría a probarlo junto con la pasta, seguro que estaba deliciosa.
Lo miré mientras me observaba de aquella manera y yo también me mordí el labio, no era bueno para mí cordura y mí salud que él me mirara de aquella forma… estaba ablandándome, lo sabía, no iba a durar mucho más el enfado con él como siguiera así. Me iba a ganar con la cena, estaba más que convencida de ello, pero debía ser fuerte y darle un motivo para que se lo ganara realmente. Me había dolido mucho lo que me había hecho, y no se lo iba a poner fácil. Reí entre dientes por lo del chocolate y cogí lo que había pedido para dárselo mientras lo veía moverse por la cocina.
-Se nota que te gusta la comida y cocinar, estás pendiente de todo y no se te escapa una –rodé los ojos ante la copa de vino y fui a por una botella y a por dos copas, sirviéndolas y dejándola en la barra que había justo detrás de donde estaba él cocinando, y donde yo estaba apoyada observándolo ir y venir todo el rato- Bueno, veremos si eso qué dices es cierto y no quiero probar otra… cosa –me mordí el labio y di un sorbo de nuevo a la copa, me estaba dejando llevar y él tenía toda la maldita culpa de ello. Me provocaba de una forma maravillosa y, por mucho que me resistiese, no podía evitarlo… así era él, y sabía de sobra que al final aplacaría mí ira. Se acercó hacia donde estaba, cogió su copa, y acarició uno de los mechones que caían libres por mí rostro con el semi recogido que llevaba, mientras me miraba y yo clavaba mis ojos en los suyos de color esmeralda. Era un completo maldito… me abordaba cuando notaba que estaba algo más baja de defensas y sabía cómo aprovecharse de la situación, y aunque me dieron ganas de decirle que sí, me mordí el labio dejando la copa sobre la barra y mirarle- No lo sé, todo depende de la cena que me hayas preparado y de cómo te portes… mientras tanto, me pensaré si te dejo quedarme o no –di un paso en su dirección acortando distancias y sonreí de forma coqueta, dos podían jugar a ese juego perfectamente, y sentía que le debía devolvérsela de alguna forma- Tú pórtate bien y puede que te deje quedarte… si te portas mal –chasqué la lengua, divertida en el fondo con aquello pero sin dejarlo ver realmente, y me acerqué a sus labios- tendré que castigarte –aquello último lo dije susurrando para que sólo él pudiera oírlo, y en cuanto rocé sus labios con los míos… me aparté, cogí la copa y di un sorbo- El horno –lo señalé para que revisara lo que había dentro y, en parte, para que se alejara un poco. Era todo un peligro quedarme tan cerca de él, mucho más, de aquella forma.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Déjate llevar por tu paladar, por los sabores…por mí.
Una de sus muchas pasiones era la cocina y lo demostraba con creces desde que era un niño. Se crió en una casa en donde no faltaba de nada, su abuela lo malcrió a base de la buena cocina italiana y pese a su condición de clase alta, ella era la que cocinaba para la familia, siendo una más en la cocina con los criados y él, su ayudante, su mano derecha. Muchas veces, se replanteó abrir un restaurante, qué mejor en Paris. Iba a hacerlo, ya había localizado un local perfecto, en el centro de Paris hasta que… la tragedia sacudió su familia y con ella, esas malditas deudas en donde lo perdió prácticamente todo y…debía más.
Sonrió de medio lado al comprobar que no solo le gustaba lo cocinado, si no que le pedía más. Rió por lo bajo, las palabras mágicas acababan de salir de sus labios. Le pedía más y él estaba dispuesto a dárselo, todo lo que quisiese con tal de que lo perdonase. Todo tenía buena pinta pero lo que más brillaba en esa cocina era la mirada esmeralda que centellaba de ilusión al poder al menos cocinar esa cena. ¿Desde cuándo no lo hacía? Comía, lo que le invitaban, no perdía ocasión en asistir a toda fiesta que se presentase.
-Seguro, no querrás probar otra cosa -sonrió travieso, terminando lo que le quedaba y poder degustar aquella copa de vino -Hacía mucho no cocinaba, demasiado…desde que dejé Italia -murmuró lo último , clavando de nuevo sus orbes verdes en ella ¿cómo que se lo pensaría? A este paso dormiría en la calle, en un banco o bajo un puente…como un mendigo, aunque no sería la última vez -No me esperaba eso, te fueses a pensar mi bienestar…dormir como un cachorro abandonado ¿no…quieres adoptarme? -la sonrisa se transformó en una mueca de preocupación. Hizo un puchero, mirándole con desesperanza…tan preocupado porque lo dejase en la calle.
-El horno, claro -antes de que se apartase, se inclinó dejando un mordisco en su labio inferior y tirar de él un tanto. Retiró del horno el plan plano con sus especias -Bueno esto ya está, degustarlo con este buen vino va a ser simplemente…delicioso -partió el pan en pequeñas porciones para que no se le hiciese pesado -Tienes que ser sincera … aunque eso no será problema, después de lo que me has dicho… ¿en serio vas a dejar que me congele en la calle? Y si…y si… ¿y si quieren abusar de mí? Vamos, Asura… prometo hacerte uno de esos cafés italianos que tanto me gustan, con espuma de leche y trozos de chocolate -
Siempre tan encantador, arrebatador pero esta vez estaba más serio que de costumbre. Suspiró apoyándose en el borde de la encimera, con la copa en la mano, no sabía perfectamente cómo decírselo …nadie sabía cómo se encontraba en esos momentos.
-Entendería tu molestia, después de la cena… me marcharía pero con la condición de que volvamos a vernos, no se me olvida el café…eso te prometo que no pero… -acortó las distancias, caminando hacia ella y dejar la copa sobre la mesa. La rodeó, apoyando ambas manos a cada lado de su cuerpo…lejos de lo que se suponía haría, lo que le pidió fue un ruego -Ayúdame, no sé dónde ir -dejó un beso en su frente, deslizando los labios hasta su sien y dejar otro, buscando su oído -Lo lamento , lo siento… tuve que hacer negocios -sonó de lo más apenado ¿quién no iba a perdonarlo?
Una de sus muchas pasiones era la cocina y lo demostraba con creces desde que era un niño. Se crió en una casa en donde no faltaba de nada, su abuela lo malcrió a base de la buena cocina italiana y pese a su condición de clase alta, ella era la que cocinaba para la familia, siendo una más en la cocina con los criados y él, su ayudante, su mano derecha. Muchas veces, se replanteó abrir un restaurante, qué mejor en Paris. Iba a hacerlo, ya había localizado un local perfecto, en el centro de Paris hasta que… la tragedia sacudió su familia y con ella, esas malditas deudas en donde lo perdió prácticamente todo y…debía más.
Sonrió de medio lado al comprobar que no solo le gustaba lo cocinado, si no que le pedía más. Rió por lo bajo, las palabras mágicas acababan de salir de sus labios. Le pedía más y él estaba dispuesto a dárselo, todo lo que quisiese con tal de que lo perdonase. Todo tenía buena pinta pero lo que más brillaba en esa cocina era la mirada esmeralda que centellaba de ilusión al poder al menos cocinar esa cena. ¿Desde cuándo no lo hacía? Comía, lo que le invitaban, no perdía ocasión en asistir a toda fiesta que se presentase.
-Seguro, no querrás probar otra cosa -sonrió travieso, terminando lo que le quedaba y poder degustar aquella copa de vino -Hacía mucho no cocinaba, demasiado…desde que dejé Italia -murmuró lo último , clavando de nuevo sus orbes verdes en ella ¿cómo que se lo pensaría? A este paso dormiría en la calle, en un banco o bajo un puente…como un mendigo, aunque no sería la última vez -No me esperaba eso, te fueses a pensar mi bienestar…dormir como un cachorro abandonado ¿no…quieres adoptarme? -la sonrisa se transformó en una mueca de preocupación. Hizo un puchero, mirándole con desesperanza…tan preocupado porque lo dejase en la calle.
-El horno, claro -antes de que se apartase, se inclinó dejando un mordisco en su labio inferior y tirar de él un tanto. Retiró del horno el plan plano con sus especias -Bueno esto ya está, degustarlo con este buen vino va a ser simplemente…delicioso -partió el pan en pequeñas porciones para que no se le hiciese pesado -Tienes que ser sincera … aunque eso no será problema, después de lo que me has dicho… ¿en serio vas a dejar que me congele en la calle? Y si…y si… ¿y si quieren abusar de mí? Vamos, Asura… prometo hacerte uno de esos cafés italianos que tanto me gustan, con espuma de leche y trozos de chocolate -
Siempre tan encantador, arrebatador pero esta vez estaba más serio que de costumbre. Suspiró apoyándose en el borde de la encimera, con la copa en la mano, no sabía perfectamente cómo decírselo …nadie sabía cómo se encontraba en esos momentos.
-Entendería tu molestia, después de la cena… me marcharía pero con la condición de que volvamos a vernos, no se me olvida el café…eso te prometo que no pero… -acortó las distancias, caminando hacia ella y dejar la copa sobre la mesa. La rodeó, apoyando ambas manos a cada lado de su cuerpo…lejos de lo que se suponía haría, lo que le pidió fue un ruego -Ayúdame, no sé dónde ir -dejó un beso en su frente, deslizando los labios hasta su sien y dejar otro, buscando su oído -Lo lamento , lo siento… tuve que hacer negocios -sonó de lo más apenado ¿quién no iba a perdonarlo?
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Tus miradas me provocan mucho más que tus palabras
Éferon se movía por la cocina como si realmente hubiera nacido para ello, no había nada que se saliera de su sitio, nada que quedase abandonado y todo lo llevaba con un control exquisito. El olor que provenía te invitaba aún más a querer probar lo que estaba cocinando y esperaba que me diera luego alguna receta de aquello, porque solo con el olor ya me invitaba a querer comer de todo aquello. Había preparado bastante y estaba segura que algo sobraría, no era de las de comer mucho pero probaría todo lo que había en la cocina… de eso no había duda alguna.
Cuando me dio a probar aquello… jadeé mientras degustaba. No había podido evitarlo, estaba buenísimo y el sabor era exquisito. Se notaba que era un gran chef y le sonreí agradecida por ello, tras haberle pedido más. La sonrisa que me lanzó después de eso me hizo morderme el labio observándolo, mientras veía sus ojos brillando. Di otro sorbo de la copa de vino para tragar y disimular un poco y esperé para ver qué sorpresas tenía más para mí. Estaba expectante por saber lo que tocaba ahora.
-Pues deberías de cocinar más a menudo, si todo está la mitad de bueno que eso que me has dado a probar… créeme, podrías montar un restaurante. ¿Alguna vez lo has pensado? Dedicarte a eso… se te da muy bien. Y no lo digo por cumplir –lo miré durante unos segundos e intenté esconder la sonrisa. Se lo había dicho porque quería castigarle un poco por haberme hecho esperarlo durante dos completos días… pero estaba convencida de que, al final, terminaría cediendo. Como siempre. –Adoptarte son palabras mayores, Efe, primero veamos lo que me has preparado para cenar y luego ya te respondo, ¿vale? –no iba admitir ninguna réplica, sino, estaría vendida.
Aquel acercamiento había sido peligroso, y lo peor de todo, es que esta vez no podía echarle la culpa porque había sido yo quien se había acercado a él. Por lo que tenía que aceptar las consecuencias que eso traía, y no se hizo de esperar, mordió mí labio antes de separarse tirando de él, algo que me pareció tremendamente sexy, y que me hizo suspirar aún con sus dientes mordiéndome el labio, mirándolo mientras mi interior bullía. Aquel italiano, maldito y sexy, iba a ser mi perdición. Lo sabía, no había duda alguna de ello. Lo miré sacar el pan del horno y partirlo en trozos pequeños, cogí uno y lo probé… delicioso, sencillamente.
-El pan este está muy bueno, Efe –casi tanto como él, pero no, no podía compararse. Lo miré enarcando una ceja me reí divertida por aquello- ¿No serías tú quién abusara? Cambiarías las tornas de una manera muy rápida –no quería ceder, no podía ceder de forma tan rápida cuando no habíamos ni cenado. Quería hacerle sufrir un poco, pero ¿en qué cabeza quedaba el que lo dejara amparado en la calle? En la suya, seguramente- No tengo tan poco corazón como para eso… pero te lo tienes que ganar. Sumo el café al añadido de la cena. –Volví a coger otro trozo de aquel pan y lo probé de nuevo… delicioso. Cada trozo que cogía estaba mejor que el anterior.
Lo miré dejar la copa en la encimera, acercarse a mí de aquella manera y… cuando me quise dar cuenta, sus brazos habían estrechado y cercado mí espacio sin darme opciones a alejarme. Detrás en mí espalda la encima, sus brazos a los lados cortando toda vía de escape, y su cuerpo… delante de mí, franqueando mí camino. Lo miré y fruncí un poco el ceño por sus palabras, ¿qué le pasaba?
-Éferon, no podría dejarte en la calle ni por toda la maldad del mundo –sentí sus labios dejando un beso en mí frente y, su ruego fue de verdad… algo desgarrador. Suspiré cerrando los ojos, ya está, estaba vendida y vencida. Ni siquiera había pasado la cena y ya había caído en sus redes, ¿cómo tenía esa facilidad para hacerlo? Sus palabras en mí oído mandaron un escalofrío por el cuerpo que no evité y que él, seguramente, habría notado. Llevé una mano a su pecho y me mordí el labio, su cercanía me abrumaba tanto que hasta dolía incluso- Odio que tengas esa facilidad para derretirme –Kami, ¿había dicho eso? Yo y mí boca cuando me hacía perder el control- Te dejaré quedarte, pero de la cena depende en qué estancias de la casa duermas –tenía que amenazarlo con algo, ahora que se iba a quedar y que se lo había confirmado. Kami, o se apartaba… o me iba a seguir abrumando de una forma en la que no iba a poder controlarme, giré mí rostro dejando el suyo justo enfrente del mío y dejé mis labios justo sobre los suyos- Efe –susurré sobre estos, una advertencia, no en una amenaza… sino de que como siguiera por ese camino. Tenía tantas ganas de besar sus labios que dolía el debatirme entre hacerlo o no.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Mezclarse entre sabores, averiguar cuál es tu verdadera esencia.
Sabía de lo que era capaz en la cocina, fue siempre su punto fuerte. La familia Gianetti, una acomodada familia italiana, nunca tuvo la necesidad de valerse por sí mismos cuando tenían el dinero suficiente para que los sirviesen. Los que no pensaban de la misma forman, fue su abuela y él mismo. Ese don del que disfrutaba y conservaba guardado, uno que no mostraba a cualquiera. El hecho de que quisiese exponerlo al mundo y disfrutase de sus creaciones no era tarea fácil. Se necesitaba dinero, mucho y más en Paris. No podía permitírselo, las deudas caían sobre él como cubos de agua fría.
-Lo he pensado pero requiere mucho dinero y… no dispongo de tanto, debo…más del que necesito, sería incrementar mi deuda y no me lo puedo permitir -le sonrió cómplice, lo del adoptarle fue una mera excusa para oírle decir que se quedase y lo había conseguido. El italiano solía siempre salirse con la suya y en este caso no sería menos.
Imposible probar solo los ingredientes y el resultado de éstos, la probó a ella también y no podía estar más deliciosa. No pudo evitarlo, en cuanto tuvo ocasión, se lanzó a morderla de esa manera deliciosa de la cual él solo era capaz. Sabía que se estaba resistiendo, seguía enfadada y con razón ¡se lo merecía! Se lo merecía y no poco que le dejase entrar en la cocina, cenase con él y de momento, disfrutar de su compañía. Asura no era como las demás jovencitas, dulce pero decidida, única en todo su esplendor y ante ese pensamiento, le sonrió.
-Lo sé, pero no sé donde ir, esa es la verdad y no es para que me acojas. Mi estado monetario no es que sea muy bueno, es más, ya lo sabes.. mi padre se endeudó, creyendo que si compraba…sacaría beneficio y ahora estoy atrapado con esos negocios. Perdí mi casa en Paris, la recuerdas porque tu familia cenó allí varias veces, aquella tan esplendorosa, tan italiana… también perdí los corceles aquellos, esos que eran de primera calidad… y sí, perdí a mi padre y con él fue perderlo todo pero ahora, estoy reponiéndolo paso a paso, ayer me cité con ese hombre y al menos parece que todo va con lo previsto -
Apartó sus ojos verdes un segundo, fue vulnerable y por cómo chasqueó la lengua y negó con la cabeza, estaba claro que no… no se sentía muy orgulloso ahora mismo de sí mismo ¿cómo iba a dedicarse a montar un restaurante cuando tan ni siquiera tenía donde caerse muerto? Y lejos de aprovecharse, una de sus manos tomó una de sus mejillas, acunándola y sisear, apoyando frente con frente para que no dijesen nada, solo disfrutar de la compañía del otro.
-Lo siento, a veces se me olvida que …bueno, no se me olvida ¿por qué es tan malo pensar en que quiera hacerte cualquier cosa? Piensas lo mismo por mi parte ¿no? el deseo no es malo, ¿qué es la pasión sin deseo? Y bueno, está bien… -acarició su nariz con la suya y se separó un tanto, ofreciéndole su mano para que la tomase… y fuese ella quien precediese la mesa -Será siempre cómo y cuando lo desees, ya te lo dije -sí, aquello seguía en pie, en el aire.
Sabía de lo que era capaz en la cocina, fue siempre su punto fuerte. La familia Gianetti, una acomodada familia italiana, nunca tuvo la necesidad de valerse por sí mismos cuando tenían el dinero suficiente para que los sirviesen. Los que no pensaban de la misma forman, fue su abuela y él mismo. Ese don del que disfrutaba y conservaba guardado, uno que no mostraba a cualquiera. El hecho de que quisiese exponerlo al mundo y disfrutase de sus creaciones no era tarea fácil. Se necesitaba dinero, mucho y más en Paris. No podía permitírselo, las deudas caían sobre él como cubos de agua fría.
-Lo he pensado pero requiere mucho dinero y… no dispongo de tanto, debo…más del que necesito, sería incrementar mi deuda y no me lo puedo permitir -le sonrió cómplice, lo del adoptarle fue una mera excusa para oírle decir que se quedase y lo había conseguido. El italiano solía siempre salirse con la suya y en este caso no sería menos.
Imposible probar solo los ingredientes y el resultado de éstos, la probó a ella también y no podía estar más deliciosa. No pudo evitarlo, en cuanto tuvo ocasión, se lanzó a morderla de esa manera deliciosa de la cual él solo era capaz. Sabía que se estaba resistiendo, seguía enfadada y con razón ¡se lo merecía! Se lo merecía y no poco que le dejase entrar en la cocina, cenase con él y de momento, disfrutar de su compañía. Asura no era como las demás jovencitas, dulce pero decidida, única en todo su esplendor y ante ese pensamiento, le sonrió.
-Lo sé, pero no sé donde ir, esa es la verdad y no es para que me acojas. Mi estado monetario no es que sea muy bueno, es más, ya lo sabes.. mi padre se endeudó, creyendo que si compraba…sacaría beneficio y ahora estoy atrapado con esos negocios. Perdí mi casa en Paris, la recuerdas porque tu familia cenó allí varias veces, aquella tan esplendorosa, tan italiana… también perdí los corceles aquellos, esos que eran de primera calidad… y sí, perdí a mi padre y con él fue perderlo todo pero ahora, estoy reponiéndolo paso a paso, ayer me cité con ese hombre y al menos parece que todo va con lo previsto -
Apartó sus ojos verdes un segundo, fue vulnerable y por cómo chasqueó la lengua y negó con la cabeza, estaba claro que no… no se sentía muy orgulloso ahora mismo de sí mismo ¿cómo iba a dedicarse a montar un restaurante cuando tan ni siquiera tenía donde caerse muerto? Y lejos de aprovecharse, una de sus manos tomó una de sus mejillas, acunándola y sisear, apoyando frente con frente para que no dijesen nada, solo disfrutar de la compañía del otro.
-Lo siento, a veces se me olvida que …bueno, no se me olvida ¿por qué es tan malo pensar en que quiera hacerte cualquier cosa? Piensas lo mismo por mi parte ¿no? el deseo no es malo, ¿qué es la pasión sin deseo? Y bueno, está bien… -acarició su nariz con la suya y se separó un tanto, ofreciéndole su mano para que la tomase… y fuese ella quien precediese la mesa -Será siempre cómo y cuando lo desees, ya te lo dije -sí, aquello seguía en pie, en el aire.
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Al final, quien juego con fuego, acaba quemándose
Aquel maldito italiano sabía perfectamente cómo manejar a una mujer, sabía cuando debía de acercarse y cuando mantener una distancia prudente, al igual que sabía lo que tenía que hacer para dejarlas obnubiladas… porque era lo que estaba haciendo conmigo. Mi enfado cada vez estaba decayendo más y más y se estaba evaporando por momentos, haciendo que chasqueara la lengua por ello porque no quería rendirme tan fácil ante él, pero parecía que aquello era imposible.
Jugaba con todo aquello como un experto en materia, y no lo dudaba ni por un segundo, estaba convencida de que él sabía cómo tenía que moverse para no pisar arenas movedizas… y lo estaba consiguiendo. Estaba haciendo que mi enfada se pasara y cediera ante él. Ya sabía que iba a ceder, pero al menos, quería mantenerlo hasta después de la cena. No habíamos ni empezado a cenar y ya estaba casi vendida por completo. Suspiré ante aquello y por sus primeras palabras. Sabía que tenía una deuda que pagar, era algo que ya me había dicho, y no había sido eso lo que me había molestado.
-Me acuerdo de aquella casa –hice una leve pausa y lo miré, no sabiendo muy bien qué decir ante aquello- Pero Efe, no estoy enfadada contigo por eso, entiendo que si te surgió la reunión con él y es algo que realmente necesitas… es lógico que acudieras primero, pues es algo de vital importancia para tú futuro. Lo que me molestó, realmente, es que tardaras dos malditos días en venir a disculparte. Si yo estuviera en tú situación habría hecho lo mismo, quitando la parte de tener en vilo dos días a la otra persona –me mordí el labio. Porque no había sido otra cosa que eso, y no iba a entrar en detalles lo mal que había estado aquellos días.
Su proximidad era algo que me desconcertaba al mismo tiempo que me abrumaba, porque no entendía cómo podía lograrlo sin tan siquiera tocarme, solamente estando tan cerca de mí y ya le bastaba para que me tuviera en aquel estado. Era algo realmente extraño y que no me acostumbraba, por eso había susurrado su nombre de aquella forma, porque me hacía sentir cosas que no eran normales y porque me provocaba demasiado.
Le miré a los ojos cuando pegó su frente a la mía y observé esas orbes esmeraldas que me miraban de forma fija, sintiéndome algo pequeña ante su mirada, mientras acariciaba mí mejilla con una de sus manos y la distancia se acortaba entre nosotros. Me mordí los labios ante el deseo de querer besar los suyos, bajando mí mirada unos segundos a los suyos, para de nuevo mirarlo a los ojos.
-No pienso que sea algo malo, al contrario. Es sólo que… -hice una leve pausa y suspiré- todavía no me acostumbro a que puedas abrumarme de esa manera. Es todo. Pero en ningún momento he pensado que fuera algo malo el que me… hicieras cosas –reí quedamente por ello- Y sí, pienso lo mismo por tú parte. Quiero… quiero sentir realmente lo que es el deseo –volví a morder otra vez mí labio, esta vez, algo avergonzada por aquello. No le iba a pedir, tal cual, algo como aquello… estaba segura de que él sabría cuando era el momento adecuado. Sonreí cuando rozó su nariz con la mía y cogí su mano- Y bien, ¿por dónde deberíamos de empezar? Tengo mucha hambre, creo que me lo voy a comer todo. Sobre todo, el postre. Tiene que estar delicioso.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Cuando los recuerdos te llevan a solo un camino…el infierno.
Sonrió de forma leve al afirmar que se acordaba de la casa. Imposible olvidarse de aquel hogar. No tenía disculpa, la celebración de aquel negocio le llevó a beber y… a dormir al día siguiente como si no hubiese mañana. Comprendía que estuviese enfadada e iba a hacer todo lo que estuviese en su mano para que se le fuese aquel enfado. Cuando la fastidiaba era muy consciente de sus propios errores, rectificaba y siempre se disculpaba, con ella debía no solo hacer eso… si no terminar por convencerla que es palabrería no era cierta. Un mentiroso, un parlanchín que decía y prometía sin cumplirlo pero aunque había tardado allí seguía ¿y si ella pensaba que estaba ahí para tan solo que le diese asilo político?
-La celebración se nos fue de las manos, bebí demasiado y… estuve durmiendo por día y medio. Sé que no tengo perdón y… tampoco es que dé buena impresión y… ¿te hablé de Rufus? Mi perro, lo dejé en la entrada, no sabía si se podía tener perros y no quería causar ningún disgusto, otro más añadir -se mordió el labio inferior seguido de una sonrisita, Asura conocía a Rufus y el italiano lo sabía, solo quería que con su propia voz le pidiese que… entrase se quedase con ellos. El perro con solo tener restos de comida y agua, podía perfectamente estar por el jardín sin tener que entrar en la casa…claro que, por las noches ambos se echarían de menos…su único amigo, hasta ahora…el más leal.
-No es malo…Asura -sonrió, susurrando aquellas palabras muy bajito… mirándole intensamente a los ojos, no quería perder detalle de su mirada y que viese ella misma, comprobase que no mentía -Eso que dices…suena demasiado abrumador, tentador y me provoca…¿seguro que quieres conocer eso? -sus orbes se desviaron hasta sus labios, imitándola cuando se mordió el inferior y no perder oportunidad a la hora de lamerle el superior, ronroneando por lo bajo -Empezar… pues…
Parpadeó porque no esperaba que lo llevase hasta la mesa donde había creado aquella cena. Pensó en algo mucho más íntimo, en aquello llamado placer y él gustoso se lo mostraría ¿quién mejor que él? tuvo que contenerse, concienciarse que…era mejor no perder los estribos ni descontrolarse pero esa inocencia le llevaba por el camino de la perdición y que, mezclada con el deseo de sus ojos le perdía.
-Creo que será divertida una cosa… tú me das a probar a mí ahora, yo ya lo hice contigo -carraspeó frente a los platos que la señora había dispuesto para los dos, él tomó las copas de vino para que brindasen, aún no lo habían hecho y estaba deseando -Antes quiero brindar…. Por ti -sin soltarle de una de sus manos, tomó la copa y la alzó, chocando con la de la nipona y sonreírle de esa manera única y especial…
Lo del postre no podía pasarlo por alto, así que antes de que le diese de bocado el primer plato… siseó para que esperase un poco, quería decirle algo íntimo, solo ella lo escuchase.
-Te lo comerías… ¿Todo? ¿Estás segura? Piénsalo -miró a un lado y a otro, dando un sorbo a su vino, inclinándose a ella -¿Sabes? me encantan los postres… no suelen darme a probar ¿harás los honores? -una nueva propuesta que no podía sonar más provocadora.
Sonrió de forma leve al afirmar que se acordaba de la casa. Imposible olvidarse de aquel hogar. No tenía disculpa, la celebración de aquel negocio le llevó a beber y… a dormir al día siguiente como si no hubiese mañana. Comprendía que estuviese enfadada e iba a hacer todo lo que estuviese en su mano para que se le fuese aquel enfado. Cuando la fastidiaba era muy consciente de sus propios errores, rectificaba y siempre se disculpaba, con ella debía no solo hacer eso… si no terminar por convencerla que es palabrería no era cierta. Un mentiroso, un parlanchín que decía y prometía sin cumplirlo pero aunque había tardado allí seguía ¿y si ella pensaba que estaba ahí para tan solo que le diese asilo político?
-La celebración se nos fue de las manos, bebí demasiado y… estuve durmiendo por día y medio. Sé que no tengo perdón y… tampoco es que dé buena impresión y… ¿te hablé de Rufus? Mi perro, lo dejé en la entrada, no sabía si se podía tener perros y no quería causar ningún disgusto, otro más añadir -se mordió el labio inferior seguido de una sonrisita, Asura conocía a Rufus y el italiano lo sabía, solo quería que con su propia voz le pidiese que… entrase se quedase con ellos. El perro con solo tener restos de comida y agua, podía perfectamente estar por el jardín sin tener que entrar en la casa…claro que, por las noches ambos se echarían de menos…su único amigo, hasta ahora…el más leal.
-No es malo…Asura -sonrió, susurrando aquellas palabras muy bajito… mirándole intensamente a los ojos, no quería perder detalle de su mirada y que viese ella misma, comprobase que no mentía -Eso que dices…suena demasiado abrumador, tentador y me provoca…¿seguro que quieres conocer eso? -sus orbes se desviaron hasta sus labios, imitándola cuando se mordió el inferior y no perder oportunidad a la hora de lamerle el superior, ronroneando por lo bajo -Empezar… pues…
Parpadeó porque no esperaba que lo llevase hasta la mesa donde había creado aquella cena. Pensó en algo mucho más íntimo, en aquello llamado placer y él gustoso se lo mostraría ¿quién mejor que él? tuvo que contenerse, concienciarse que…era mejor no perder los estribos ni descontrolarse pero esa inocencia le llevaba por el camino de la perdición y que, mezclada con el deseo de sus ojos le perdía.
-Creo que será divertida una cosa… tú me das a probar a mí ahora, yo ya lo hice contigo -carraspeó frente a los platos que la señora había dispuesto para los dos, él tomó las copas de vino para que brindasen, aún no lo habían hecho y estaba deseando -Antes quiero brindar…. Por ti -sin soltarle de una de sus manos, tomó la copa y la alzó, chocando con la de la nipona y sonreírle de esa manera única y especial…
Lo del postre no podía pasarlo por alto, así que antes de que le diese de bocado el primer plato… siseó para que esperase un poco, quería decirle algo íntimo, solo ella lo escuchase.
-Te lo comerías… ¿Todo? ¿Estás segura? Piénsalo -miró a un lado y a otro, dando un sorbo a su vino, inclinándose a ella -¿Sabes? me encantan los postres… no suelen darme a probar ¿harás los honores? -una nueva propuesta que no podía sonar más provocadora.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Si supieras que realmente, que lo que me muerpo probar, son tus labios....
Éferon era un auténtico adulador de primera categoría, era un italiano parlanchín que sabía que con su labia podía derretir a cualquier mujer, y no sólo eso, salir indemne de cualquier situación peliaguda que se le cruzara por el camino. Aunque esta no lo era de tal manera, pero estaba saliéndose con la suya. Al final iba a terminar por perdonarlo antes incluso de empezar con la cena, y no era justo, quería hacerle pagar de alguna forma lo mal que lo había pasado aquellos dos días. Pero si se ponía de esa manera y actuaba así… me iba a resultar muy difícil.
Acabé suspirando mientras lo observaba tras aquellas palabras, entendía perfectamente que hubiera acudido a esa reunión pues era algo importante para su futuro. Como le había dicho lo que no me había gustado, ni parecido bien, era que hubiera tardado dos días en dar señales de vida. Había estado muy mal por su culpa y aunque intentaba por todos los medios continuar con él de manera algo fría, como al principio, derrumbaba mis murallas y las hacía de gelatina.
-Lo entiendo, no tienes por qué darme explicaciones. Quería que supieras qué era lo que me había sentado mal de todo esto, entiendo que la reunión es algo importante para tú futuro y que tenía que ir, por que sé que para ti es importante. Solamente quería que lo supieras –no quise decirle nada más y enarqué una ceja cuando dijo que había dejado a Rufus fuera- ¿Tú perro está fuera, y no has sido capaz de decirme nada? ¡Qué mal dueño que eres! –le di un leve golpe en su hombro y me giré, dejándolo en la cocina, para girarme e ir en busca del perro. Abrí la puerta y… ahí estaba, tumbado, giró su cabeza para mirarme y se levantó moviendo el rabo acercándose a mí- ¡Hola bonito! –me agaché para acariciarlo mientras él meneaba el rabo contento por la atención y las caricias- Que dueño más malo que tienes, ¿eh? Mira que dejarte aquí solito –dejé un beso en su cabeza y la cogí con mis manos- ¿Te vienes conmigo? –el perro dio un salto y reí dejando que entrara. Cerré la puerta y vi como miraba todo alrededor y lo olía, haciendo que riera divertida- Ven Rufus –lo llevé al patio que tenía detrás y que era donde había estado entrenando y le dije a la señora Haruka que le pusiera agua y comida, así no nos molestaría. Me lavé las manos entrando a la cocina y miré a Efe- Lo he dejado en el patio, estará bien. Tendrías que habérmelo dicho antes, pobrecito. –Sí, era una blanda con los animales… no podía evitarlo. Me parecían muy monos y eran la mejor compañía que uno pudiera tener.
En cuanto me acerqué a él pareció que siguió la conversación por donde la había dejado, porque me miró de aquella manera y susurró aquello haciendo que sintiera un escalofrío por sus palabras. ¿Tenía que decirle, realmente, que era lo que quería? Si no fuera así jamás le habría dicho nada la noche del baile, ¿quién mejor que él para dar un paso tan… importante? Era el único que me provocaba el querer dar el paso, por lo que no había nadie más indicado.
-Sí, quiero conocerlo. Estoy muy segura de ello y no tengo duda alguna. Quiero… quiero saber qué es lo que se siente, experimentarlo por mí misma –lo miré cómo se mordía en labio y suspiré cuando lamió el mío, haciendo que suspirara. Si seguíamos por ahí… era peligroso. Decidí llevarlo donde íbamos a comer ya que la mesa estaba lista y preparada y sonreí cuando lo vi coger las copa de vino, tendiéndome la mía, y brindando por mí. Reí entre dientes por aquello y levanté mí copa en señal de agradecimiento, bebiendo del vino y calmando la sed que sentía. O eso era lo que pensaba, Efe me provocaba de una manera maravillosa y hacía que mi cuerpo ardiera sin poder evitarlo.
Iba a darle el primer bocado tal y como me había dicho, quería hacerlo, pero aquellas palabras… ¿por qué tenía la intención de que iban con doble sentido? Ah, porque así era. Me mordí el labio tragando saliva y lo miré estando a solas de nuevo, pensando en aquello durante unos momentos. ¿Qué querría decir exactamente? No lo sabía pero… no era momento de saberlo. Sonreí tras pasar mi estupor inicial y lo miré algo decidida.
-Sí, me lo pienso comer todo, que no te quepa duda –y sabía que no estaba hablando de comida, era más que obvio- ¿Quieres empezar por el postre? Yo también, pero lo mejor siempre se deja para el final, ¿no sabías eso? –cogí el tenedor y pinché aquel plato de pasta que había preparado y se lo acerqué para que lo probara él primero, pareciéndome algo tremendamente sexy y erótico, y que luego yo misma probé de aquel plato, degustándolo- Dios, esto está delicioso –volví a pinchar de nuevo y volví a llevar el tenedor a mi boca para comer otro poco más, para luego mirarlo de reojo y sonreír- Vamos a sentarnos. Ahora me tienes que dar de comer a mí –me había gustado, era algo excitante que no quería dejar pasar por alto.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Un menú no consta de tres platos… si no todos los que desees degustar.
El hecho de haber dejado a Rufus en el porche no fue por otra razón que… vergüenza. Se sentía avergonzado por su ausencia cuando quedaron ¿cómo iba a presentarse en la casa a quedarse y con el perro también? Sí, Éferon era más que famoso por su cara dura, un hombre que podía conseguir lo que quisiera y a quién quisiera pero la realidad…era otra cuando la vida te azotaba de dicha manera. Asura seguramente se enfadaría aún más al saber que el perro estaba fuera y…así fue.
Entornó los ojos, yendo tras ella con las manos en los bolsillos, un paso más pausado y observando la escena. Sonrió de medio lado, agachando un instante la mirada. Le encantaban los animales, siempre fue así y Rufus la adoraba cuando se encontraban . No dijo nada al respecto, solo la esperó en la cocina, dejando cierto espacio… al final, le echaría de una patada y el can se quedaría, si se la terminaba dando con razón sin duda. El maldito, se llevó las atenciones y las buenas palabras al contrario que él, maldita sea, ahora era cuando empezaba a odiar a ese perro…con todo el amor del mundo, por supuesto.
-Sé que te lo tendría que haber dicho pero… ¿me presento aquí después de dos días, con una maleta y un perro? Oh vamos, Asura…sé que tengo cara pero no tanta -alzó la mano libre de la copa para que evitasen el tema, ya estaba hecho y no podía volver hacia atrás. El tema aquel le nublaba, si tenía curiosidad él podía desvanecerla…hacerle descubrir cosas que ningún hombre sería capaz ¿por qué? ejercía en ella como un hechizo imposible de desvanecer, él se acercaba y tanteaba y ella… le alejaba y acercaba al mismo tiempo…por eso no podía parar de buscarla, le gustaba la forma que reaccionaba y cómo parecía querer buscar más….
-Creía saber muchas cosas pero me estoy dando cuenta que no sé nada…me tendrás que enseñar-rió por lo bajo, acercándose a ella, a cierta distancia pero sin dejar de mirarla con sus orbes esmeraldas. La curiosidad nublaba su juicio por eso, era incapaz de mantener las distancias… ahora menos que descubrió sus verdaderos deseos y el querer experimentar -Yo a ti… -murmuró, como si se lo dijese a sí mismo en voz alta -Está bien… soy algo torpe para esto eh…tendrás que perdonarme
Cogió un poco con el tenedor, enrollando un tanto de pasta. Al acercarlo a los labios de la nipona, se adelantó a tomarle con suavidad de la barbilla, inclinándose hacia ella y llevar el tenedor a sus labios. Se mordió el labio inferior, sonriendo, sin perder ni un segundo la mirada esmeralda de aquellos labios que antes le castigaron con un beso , cargado de deseo y furia al mismo tiempo, con ese toque de dulzura como la guinda del postre más delicioso.
No perdió tiempo, antes de que la pasta resbalase del tenedor y manchase la barbilla de la joven . Sus labios fueron más rápidos, su lengua recogió los restos de salsa que mancharon sus rosados labios, dejando un mordisco en el inferior, seguido de una risa que acarició éstos y se apartó en el último segundo. Esa sonrisa traviesa, ojos verdes juguetones y las yemas de sus dedos que no sujetaban el cubierto acariciando su antebrazo en una caricia efímera.
-¿Y ahora sí el postre?porque podría seguir dándote de comer… en otra parte de tu cuerpo y viceversa ¿dónde quieres? Dónde desees -mejor invitación que esa…imposible.
El hecho de haber dejado a Rufus en el porche no fue por otra razón que… vergüenza. Se sentía avergonzado por su ausencia cuando quedaron ¿cómo iba a presentarse en la casa a quedarse y con el perro también? Sí, Éferon era más que famoso por su cara dura, un hombre que podía conseguir lo que quisiera y a quién quisiera pero la realidad…era otra cuando la vida te azotaba de dicha manera. Asura seguramente se enfadaría aún más al saber que el perro estaba fuera y…así fue.
Entornó los ojos, yendo tras ella con las manos en los bolsillos, un paso más pausado y observando la escena. Sonrió de medio lado, agachando un instante la mirada. Le encantaban los animales, siempre fue así y Rufus la adoraba cuando se encontraban . No dijo nada al respecto, solo la esperó en la cocina, dejando cierto espacio… al final, le echaría de una patada y el can se quedaría, si se la terminaba dando con razón sin duda. El maldito, se llevó las atenciones y las buenas palabras al contrario que él, maldita sea, ahora era cuando empezaba a odiar a ese perro…con todo el amor del mundo, por supuesto.
-Sé que te lo tendría que haber dicho pero… ¿me presento aquí después de dos días, con una maleta y un perro? Oh vamos, Asura…sé que tengo cara pero no tanta -alzó la mano libre de la copa para que evitasen el tema, ya estaba hecho y no podía volver hacia atrás. El tema aquel le nublaba, si tenía curiosidad él podía desvanecerla…hacerle descubrir cosas que ningún hombre sería capaz ¿por qué? ejercía en ella como un hechizo imposible de desvanecer, él se acercaba y tanteaba y ella… le alejaba y acercaba al mismo tiempo…por eso no podía parar de buscarla, le gustaba la forma que reaccionaba y cómo parecía querer buscar más….
-Creía saber muchas cosas pero me estoy dando cuenta que no sé nada…me tendrás que enseñar-rió por lo bajo, acercándose a ella, a cierta distancia pero sin dejar de mirarla con sus orbes esmeraldas. La curiosidad nublaba su juicio por eso, era incapaz de mantener las distancias… ahora menos que descubrió sus verdaderos deseos y el querer experimentar -Yo a ti… -murmuró, como si se lo dijese a sí mismo en voz alta -Está bien… soy algo torpe para esto eh…tendrás que perdonarme
Cogió un poco con el tenedor, enrollando un tanto de pasta. Al acercarlo a los labios de la nipona, se adelantó a tomarle con suavidad de la barbilla, inclinándose hacia ella y llevar el tenedor a sus labios. Se mordió el labio inferior, sonriendo, sin perder ni un segundo la mirada esmeralda de aquellos labios que antes le castigaron con un beso , cargado de deseo y furia al mismo tiempo, con ese toque de dulzura como la guinda del postre más delicioso.
No perdió tiempo, antes de que la pasta resbalase del tenedor y manchase la barbilla de la joven . Sus labios fueron más rápidos, su lengua recogió los restos de salsa que mancharon sus rosados labios, dejando un mordisco en el inferior, seguido de una risa que acarició éstos y se apartó en el último segundo. Esa sonrisa traviesa, ojos verdes juguetones y las yemas de sus dedos que no sujetaban el cubierto acariciando su antebrazo en una caricia efímera.
-¿Y ahora sí el postre?porque podría seguir dándote de comer… en otra parte de tu cuerpo y viceversa ¿dónde quieres? Dónde desees -mejor invitación que esa…imposible.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Acallar la voz de mí interior, que me dice de probarte, es algo muy difícil
El hecho de saber que había dejado al perro fuera sin siquiera decirme nada me había enfurecido de sobre manera, ¿por qué no lo había comentado? Sabía que adoraba a Rufus y que no habría permitido que se quedara fuera, por lo que no entendía por qué se había callado. Por suerte me lo dijo a tiempo y fui en busca del can que se alegró al verme y lo dejé en el patio donde estaría mejor y mucho más cómodo, sabiendo que Haruka le pondría agua y comida para que no le faltara de nada, luego ya pensaría qué podía utilizar para que no pasara mucho frío. En temas con animales me volvía una completa blanda, y si Efe hubiera utilizado al perro de primeras… me habría ablandado sin ninguna duda.
No me dio tiempo a replicarle por aquello y suspiré dejando pasara el tema, bastante cabreada estaba con él como para ahora tener que sumarle le hecho de que me había ocultado lo del perro… prefería pasar a la cena y degustar los maravillosos y magníficos platos que había preparado esa noche para mí, olía todo de forma divina y mis tripas ya querían saborear todo aquello… si solo el aroma te hacía la boca agua, no quería ni pensar el probarlo.
Pasamos a cenar y me mordí el labio cuando le dijo que le diera de probar a él, lo hice, y disfruté al hacerlo viendo cómo degustaba lo que él mismo había creado y pareciéndome algo sumamente sensual y erótico. Me había gustado darle de comer, así que aproveché para decirle que ahora era su turno. En todo momento podía sentir su mirada sobre mí, sobre mis ojos o sobre mis labios haciendo que mí corazón latiera de forma algo descabellada, quería averiguar lo que le estaría pasando por la cabeza… pero eso era algo imposible, a no ser que él mismo me lo dijera.
-Sí, tú a mí. Seguro que lo haces bien –le dije a broma cuando dijo que no era muy bueno, ¿qué dificultad habría en darle a alguien de comer? A no ser, que no estuviera hablando de comida… pero, incluso si no lo fuera, él tenía mucha más experiencia que yo y eso tendría que haber salido de mis labios, no de los suyos. Reí levemente mientras veía cómo cogía la pasta con el tenedor y, de pronto, sentí una de sus manos justo elevándome por la barbilla haciendo que lo mirara y que jadeara de forma leve, sintiendo los latidos de mí corazón como se aceleraban. No podía dejar de mirarlo a los ojos y me quedé a expensas de que me diera de comer, pareciéndome todo como si lo hiciera a cámara lenta, demorando más el momento. Bajé mis ojos a sus labios viendo que los mordía y suspiré ante aquello, sintiendo como me sonrojaba levemente. Por fin me dio de comer la pasta y la saboreé.
Lo que sucedió a continuación fue algo que no pude prever de ninguna manera, y que hizo que mí cuerpo colapsara de alguna manera mientras mis mejillas se encendían y mí cuerpo se agitaba por dentro, con un calor abrasador. Lamió los restos de la salsa que quedaron en mis labios haciendo que jadeara en bajo por aquello, cerrando los ojos ante las sensaciones que me provocaba, para luego gemir cuando mordió el inferior, notando su risa vibrando sobre mis labios, para mirarlo mostrando aquella sonrisa y esa mirada en esas esmeraldas que me abrumaban y desconcertaban.
Ni siquiera me había dado cuenta de que, una de mis manos, había aferrado con fuerza en un puño su camiseta que apresuré en soltar para no arrugarla, mientras en mis labios sentía el cosquilleo de su lengua el mordisco que me había propinado, sintiendo una corriente atravesar mí cuerpo mientras, este, me pedía mucho más que un simple lametón y un mordisco en el labio. Sus palabras calentaron más mí cuerpo haciendo que sintiera algo que jamás había sentido y que me estaba embotando por completo, mientras una parte de mí mente me decía que pasara de la cena y le hiciera caso a sus palabras. Tragué saliva sin saber muy bien qué contestarle, lo único que quería era sentir sus labios de nuevo, no importaba dónde.
-Efe…. Yo…. –Maldición, ¿por qué la timidez salía a flote y me costaba tanto lo que quería decirle? Además, ¿qué iba a decirle? No lo tenía muy claro realmente- Yo… me da igual dónde, sólo… sólo quiero sentir… tus labios por… por mí cuerpo –me mordí el labio durante unos segundos, sintiendo mis mejillas ardiendo a más no poder, mi cuerpo con un calor abrasador y con las ganas de que me diera de comer más veces, donde sea y como fuera. Sin poder aguantarlo más y después del beso que le había dado cuando llegó, me incliné hacia él y le besé como había estado deseando hacer desde hacía tiempo, no sabiendo de dónde salía esa valentía que estaba mostrando, pegándome a su pecho sintiendo que mi corazón iba a reventar de lo rápido que latía, y dejando un mordisco en su labio inferior durante unos segundos, al tiempo que intentaba normalizar mi respiración sin apartar mí vista de sus labios en todo momento, tentándome de nuevo.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Dulce, salado, picante, intenso…
Degustar la comida de aquella forma, era una delicia para el italiano y que por supuesto estaba más que dispuesto a mostrar a la nipona. No perdió detalle de cómo sus ojos verdes la observaban, como si él mismo fuese probándola con la mirada, con los sentidos que aún quedaban más por descubrir. Sonrió por su reacción, deseaba más y él también, estaba más que dispuesto a dárselo. Rió por lo bajo de lo más divertido al ver cómo lo retaba, le sorprendía aunque no hubiese estado en una situación como esa, podía ser una total novata pero no tenía nada que ver con esas mujeres expertas… su inocencia le cautivaba.
Sus labios estaban tan cerca, tanto que tuvo que controlarse para no lanzarse a besarlo, terminase por saborear de los propios labios del italiano aquella comida que gustoso él le había preparado. ¿Le perdonaría? Por torturarla se merecía el peor de los castigos, cruel y malvado italiano, la estaba llevando por el camino de la tentación y la provocación pero ¿acaso él no era preso del mismo camino?
Al oír su diminutivo, ronroneó como un gatito, muy cerca de su cuello en donde dejó un roce, un beso y un leve mordisco que dejaba con ganas de más. no podía controlarlo, era deliciosa y solo podía imaginar en todos los puntos de su cuerpo en donde podría tomar la comida. Sonrió de medio lado, clavando sus ojos verdes en los ajenos. Rasgados plagados de deseo, estaba abrumada y él no sería menos.
Se tomaría todo el tiempo del mundo, acercándose con sutileza, rodeando su cadera con ambas manos, dejando sentir el tacto de la yema de sus dedos en su piel…despacio y sin prisa. Los dedos cálidos acariciaban el contorno del lugar, hasta llegar a su espalda en donde toda su palma se deslizó envolviéndola en su abrazo, atrayéndole hacia sí por la nuca.
-Lo que me pides no es cualquier cosa y lo sabes -apoyó su frente con la ajena, rozando sus labios… dejando que sintiese cada palabra, se envolviese en el calor que emanaba su cuerpo -Asura… no tienes que tener miedo, es lo único que no te infundiré -sonrió, entreabriendo sus labios, esperando que ella los tomase con deleite, lo saborease…aún no habían llegado al postre y ya deseaba comérselo sobre su cuerpo -Sé de una forma en la que podíamos comernos eso tan delicioso que hice para ti… pero no aquí, te necesito desnuda
Clavó sus esmeraldas en ella, decidido, dejando que ella tomase la decisión. La mano libre que no la sujetaba por la nuca, tanteó su costado, acariciando su costado, dejando la mano antes de llegar a uno de sus senos. Sonrió por cómo su cuerpo vibraba por sus caricias, ese suspiro que se le escapó al notar como su propio cuerpo comenzaba a tomar una temperatura más que notable.
-Lo decides tú -acunó su mejilla en su mano, mirándola solo a ella… él no iba a hacerle daño, estaba más que complacido a … complacerla -Pídeme lo que quieras
Degustar la comida de aquella forma, era una delicia para el italiano y que por supuesto estaba más que dispuesto a mostrar a la nipona. No perdió detalle de cómo sus ojos verdes la observaban, como si él mismo fuese probándola con la mirada, con los sentidos que aún quedaban más por descubrir. Sonrió por su reacción, deseaba más y él también, estaba más que dispuesto a dárselo. Rió por lo bajo de lo más divertido al ver cómo lo retaba, le sorprendía aunque no hubiese estado en una situación como esa, podía ser una total novata pero no tenía nada que ver con esas mujeres expertas… su inocencia le cautivaba.
Sus labios estaban tan cerca, tanto que tuvo que controlarse para no lanzarse a besarlo, terminase por saborear de los propios labios del italiano aquella comida que gustoso él le había preparado. ¿Le perdonaría? Por torturarla se merecía el peor de los castigos, cruel y malvado italiano, la estaba llevando por el camino de la tentación y la provocación pero ¿acaso él no era preso del mismo camino?
Al oír su diminutivo, ronroneó como un gatito, muy cerca de su cuello en donde dejó un roce, un beso y un leve mordisco que dejaba con ganas de más. no podía controlarlo, era deliciosa y solo podía imaginar en todos los puntos de su cuerpo en donde podría tomar la comida. Sonrió de medio lado, clavando sus ojos verdes en los ajenos. Rasgados plagados de deseo, estaba abrumada y él no sería menos.
Se tomaría todo el tiempo del mundo, acercándose con sutileza, rodeando su cadera con ambas manos, dejando sentir el tacto de la yema de sus dedos en su piel…despacio y sin prisa. Los dedos cálidos acariciaban el contorno del lugar, hasta llegar a su espalda en donde toda su palma se deslizó envolviéndola en su abrazo, atrayéndole hacia sí por la nuca.
-Lo que me pides no es cualquier cosa y lo sabes -apoyó su frente con la ajena, rozando sus labios… dejando que sintiese cada palabra, se envolviese en el calor que emanaba su cuerpo -Asura… no tienes que tener miedo, es lo único que no te infundiré -sonrió, entreabriendo sus labios, esperando que ella los tomase con deleite, lo saborease…aún no habían llegado al postre y ya deseaba comérselo sobre su cuerpo -Sé de una forma en la que podíamos comernos eso tan delicioso que hice para ti… pero no aquí, te necesito desnuda
Clavó sus esmeraldas en ella, decidido, dejando que ella tomase la decisión. La mano libre que no la sujetaba por la nuca, tanteó su costado, acariciando su costado, dejando la mano antes de llegar a uno de sus senos. Sonrió por cómo su cuerpo vibraba por sus caricias, ese suspiro que se le escapó al notar como su propio cuerpo comenzaba a tomar una temperatura más que notable.
-Lo decides tú -acunó su mejilla en su mano, mirándola solo a ella… él no iba a hacerle daño, estaba más que complacido a … complacerla -Pídeme lo que quieras
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Lo único que deseo, es perderme en ti y en tú cuerpo
Decir que aquello era algo que me podía haber esperado sería como estar mintiendo deliberadamente, pues para nada me habría imaginado que aquella cena pudiera derivar en lo que estaba derivando en aquellos precisos momentos. Sabía que Efe era todo un experto en cuanto a este tipo de situaciones se trataba, pero no pensaba que pudiera estar haciéndomelo a mí, anulando mis defensas poco a poco haciendo que el enfado inicial comenzara a desaparecer sin poder evitarlo. Quería mostrarme algo fría con él pero era imposible, hacía que la muralla cayera sin opción a nada.
Odiaba que pudiera tener ese control sobre mí cuando lo único que yo quería era que sintiera mí enfado, y no sólo eso, que podía tener el control de alguna forma. Pero ilusa de mí me había dado cuenta de que aquello era imposible, que él tenía todo el poder en su mano y que yo estaba cayendo sin poder hacer nada para evitarlo ni remediarlo… me manejaba como quería y estaba pagando las consecuencias.
Cuando pronuncié su nombre en un leve jadeo, al darme de comer de esa forma, sentí cómo sus labios se dirigían a mí cuello y dejaban un leve roce, un leve beso y un mordisco que me hizo volver a jadear su nombre de nuevo, cerrando los ojos, dejándome llevar por las sensaciones que me embargaban sin poder hacer nada por remediarlo. Tras unos segundos pasé a mirarlo y vi en sus ojos color esmeralda aquel brillo que, seguramente, en mis ojos también podrían estar. Sabía que él también podría estar igual que yo aunque en menor medida, porque no creía que sintiera lo mismo que estaba sintiendo mí cuerpo, como si una ola de calor lo estuviera recorriendo de forma intensa.
Rodeó mí cadera con una de sus manos sintiendo la calidez de su palma en mí piel, ya que lo que llevaba puesto dejaba un pequeño espacio entre mí cintura lo suficientemente justo para que notara su tacto, subió hasta abarcar toda mí espalda y su otra mano la llevó a mí nuca, acercándome a él aún más, haciendo que soltara otro jadeo mientras lo miraba a los ojos y me mordía el labio. Quería besarlo, de deseaba tanto que dolía el solo pensarlo. Sabía que no le estaba pidiendo cualquier cosa, era muy consciente de ello, pero también sabía que estaba hablando con propiedad, sabiendo lo que decía en todo momento. Apoyó su frente en la mía y lo miré de nuevo, dejándome llevar por aquellas esmeraldas que tenía por ojos y que me encantaban.
-No tengo miedo –logré murmurar como pude mientras sus labios estaban sobre los míos y no me contuve, aferré con una de mis manos su camiseta con fuerza y me lancé sobre ellos besándolos como llevaba tiempo deseando hacer. Se parecía mucho al que le había dado cuando llegó pero sin esa furia que había mostrado, pero la intensidad era la misma. Parecía que quería devorarle con aquel beso y no iba muy desencaminado. Me provocaba de una forma que ni siquiera yo podía resistirme y controlarme… era superior a mí. Me atreví, incluso, a recorrer toda su boca en el beso intentando mostrar algo del domino que él me había arrebatado aunque sabía que tomaría el control en cuanto pudiera. Me separé con las mejillas encendidas y solté el agarre de su camiseta, dejando un mordisco en su labio inferior, para pasar a mirarlo. Que dijera que me necesitaba desnuda para lo siguiente me provocó un escalofrío de puro placer por todo mí cuerpo, incendiándome aún más de lo que ya estaba.
Soltó mí nuca y pasó a recorrerme el costado mientras me dejaba llevar y embargar por las sensaciones que me producía, estaba llegando a mí límite y no podría aguantar mucho más. Bastante había aguantado ya como para poder seguir haciéndolo. Acunó mi mejilla y lo miré para escuchar sus palabras… y ya no tuve ninguna duda, no podía aguantar más y no podía obviar lo que mí cuerpo me pedía desde hacía mucho tiempo.
-Ya lo he decidido, hace mucho que lo he decidido –mí voz sonó algo ronca por lo que estaba sintiendo por todo mí cuerpo, algo inevitable y que él tenía toda la culpa de todo lo que estaba pasando. Las siguientes palabras iba a decirlas una sola vez, y esperaba que me escuchara bien porque ya me estaba dando vergüenza decirle algo como aquello- Éferon –lo miré a los ojos, decidida con lo que iba a decirle y siendo consciente de qué conllevaba aquello- Hazme tuya –mí cuerpo me lo pedía a gritos, así que, ¿por qué debería de no hacerle caso? Enredé una de mis manos en su pelo, aferrándolo con fuerza, y volví a besarlo de nuevo.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Haré todo lo que me pidas… si está en mi mano.
El momento exacto en el que ella había dejado de estar enfadada con él, no podía saberlo con certeza. Ahora mismo, lo único en lo que pensaba era en aquel beso abrasador, uno con el que le había dejado con ganas de más, mucho más. oírle decir que no tenía miedo, le envalentonó a dejar un sensual roce en su labio superior y acto seguido, un mordisco en su barbilla. Tomó aire, respiró sobre sus labios, mordiéndose los propios y contenerse con la provocadora tentación que se le presentaba ante él.
Sonrió entre besos, de esa forma pícara que ella conocía. Sorprendido por el control que tomó del beso y cómo ambos cuerpos se buscaban, intentando encajar en el otro. Ronroneó como un gatito, uno que reclamaba más atenciones por su parte. Devolvió el mordisco a su labio inferior, otro al inferior, tirando un tanto…con una sutileza tal que llamaba a gritos a hacerle cualquier cosa. Maldita tentación, provocación… le estaba perdiendo.
Las manos del italiano, se paseaban por la cintura de la nipona con infinita suavidad, delineando cada centímetro de su piel, aún con la ropa puesta…dejándose desear aún sin haberla tocado directamente. Las esmeraldas de aquellos ojos infinitamente penetrantes, se clavaron en los oscuros ajenos al oír su nombre. Sonó como la más hermosa y melodiosa melodía, estuvo a punto de pedirle, rogarle… que lo volviese a repetir. Mejor fue aquellas mágicas palabras que le dieron vía libre a por fin dejar de retenerse, de controlarse.
Tomó aire, soltándolo despacio…mostrando esa sonrisa traviesa que podía perder a cualquiera. Sus manos, tomaron el rostro ajeno, devolviéndole el beso con la misma intensidad que ella le marcaba. No pudo evitarlo, mordió su lengua , riendo contra sus labios, apenas le dejó quejarse cuando arremetió contra aquel manantial delicioso, más aún que el postre que él mismo había preparado. Podía hacerse adicto a aquellos labios, aquel cuerpo que aún le quedaba por descubrir.
-Shhh… no digas nada más. No me hace falta -susurró acariciando con sus labios los ajenos, deslizar el dedo pulgar por su mejilla y acariciar la boca de la nipona con infinita sutileza, dibujándolos a su antojo. Los labios del italiano, no perdían el tiempo en rozar su mejilla, llegar a su oreja y susurrar su nombre a medida que su cuerpo aprisionaba el de la joven. Sonrió cuando la pudo contemplar apoyada en una de las paredes, completamente entregada a él. Ambas manos, apoyadas a la altura de Asura, sus orbes verdes, recorriéndola sin prisa. Su rostro, delineando cada centímetro y su cuerpo, la miraba con tal intensidad que parecía estar desnudándola con la mirada.
-Dilo. Di mi nombre -murmuró ronroneante, buscando besar y lamer la piel de su cuello. Sus manos, dibujaron la silueta en la pared, sin tocarla…incitándola, provocándola como el peor de los demonios. Rió, dejando un mordisco en su hombro aún tapado por la ropa -Me tomaré todo el tiempo del mundo para que lo disfrutes… porque recuerda una cosa… -susurró en su oído, junto con una sonrisa tan traviesa como esa boca de pecado que no paraba de recorrerla -Haré lo que quieras, te complaceré hasta que me lo pidas y créelo, no tengo nunca suficiente -sonrió, buscando apoyar su frente en la suya, aprisionada contra su cuerpo… sin tocarla pero tampoco hacía falta… le estaba dando vía libre para que hiciese, pidiese lo que quisiera, descubriese ese terreno completamente desconocido pero de su mano.
El momento exacto en el que ella había dejado de estar enfadada con él, no podía saberlo con certeza. Ahora mismo, lo único en lo que pensaba era en aquel beso abrasador, uno con el que le había dejado con ganas de más, mucho más. oírle decir que no tenía miedo, le envalentonó a dejar un sensual roce en su labio superior y acto seguido, un mordisco en su barbilla. Tomó aire, respiró sobre sus labios, mordiéndose los propios y contenerse con la provocadora tentación que se le presentaba ante él.
Sonrió entre besos, de esa forma pícara que ella conocía. Sorprendido por el control que tomó del beso y cómo ambos cuerpos se buscaban, intentando encajar en el otro. Ronroneó como un gatito, uno que reclamaba más atenciones por su parte. Devolvió el mordisco a su labio inferior, otro al inferior, tirando un tanto…con una sutileza tal que llamaba a gritos a hacerle cualquier cosa. Maldita tentación, provocación… le estaba perdiendo.
Las manos del italiano, se paseaban por la cintura de la nipona con infinita suavidad, delineando cada centímetro de su piel, aún con la ropa puesta…dejándose desear aún sin haberla tocado directamente. Las esmeraldas de aquellos ojos infinitamente penetrantes, se clavaron en los oscuros ajenos al oír su nombre. Sonó como la más hermosa y melodiosa melodía, estuvo a punto de pedirle, rogarle… que lo volviese a repetir. Mejor fue aquellas mágicas palabras que le dieron vía libre a por fin dejar de retenerse, de controlarse.
Tomó aire, soltándolo despacio…mostrando esa sonrisa traviesa que podía perder a cualquiera. Sus manos, tomaron el rostro ajeno, devolviéndole el beso con la misma intensidad que ella le marcaba. No pudo evitarlo, mordió su lengua , riendo contra sus labios, apenas le dejó quejarse cuando arremetió contra aquel manantial delicioso, más aún que el postre que él mismo había preparado. Podía hacerse adicto a aquellos labios, aquel cuerpo que aún le quedaba por descubrir.
-Shhh… no digas nada más. No me hace falta -susurró acariciando con sus labios los ajenos, deslizar el dedo pulgar por su mejilla y acariciar la boca de la nipona con infinita sutileza, dibujándolos a su antojo. Los labios del italiano, no perdían el tiempo en rozar su mejilla, llegar a su oreja y susurrar su nombre a medida que su cuerpo aprisionaba el de la joven. Sonrió cuando la pudo contemplar apoyada en una de las paredes, completamente entregada a él. Ambas manos, apoyadas a la altura de Asura, sus orbes verdes, recorriéndola sin prisa. Su rostro, delineando cada centímetro y su cuerpo, la miraba con tal intensidad que parecía estar desnudándola con la mirada.
-Dilo. Di mi nombre -murmuró ronroneante, buscando besar y lamer la piel de su cuello. Sus manos, dibujaron la silueta en la pared, sin tocarla…incitándola, provocándola como el peor de los demonios. Rió, dejando un mordisco en su hombro aún tapado por la ropa -Me tomaré todo el tiempo del mundo para que lo disfrutes… porque recuerda una cosa… -susurró en su oído, junto con una sonrisa tan traviesa como esa boca de pecado que no paraba de recorrerla -Haré lo que quieras, te complaceré hasta que me lo pidas y créelo, no tengo nunca suficiente -sonrió, buscando apoyar su frente en la suya, aprisionada contra su cuerpo… sin tocarla pero tampoco hacía falta… le estaba dando vía libre para que hiciese, pidiese lo que quisiera, descubriese ese terreno completamente desconocido pero de su mano.
Éferon Gianetti- Prostituto Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Si sólo te tengo esta noche... haré que sea interminable
Si alguien me hubiera dicho que aquella noche iba a pasar esto… me habría reído sin duda alguna. Si alguien me hubiera dicho también, que iba a ofrecerme de esa forma a Éferon, que iban a salir de mis labios aquellas palabras diciéndole que me entregaba a él y que me hiciera suya… tampoco le hubiera creído. Pero aquí estaba, las palabras acababan de salir de mis labios y sentía las mejillas ardiendo de la vergüenza que me había dado el pedírselo. Pero era algo que mí cuerpo llevaba pidiéndome a gritos desde hacía mucho tiempo, y viendo el comportamiento que él tenía conmigo… ¿qué mejor que aquella noche? ¿Y qué mejor que él, en el cual confiaba, para dejar que fuera el primero?
Jamás había llegado a tanto en mí vida, había tenido algún que otro lío estando en Japón pero jamás había pasado a más y jamás nadie me había visto desnuda, por lo que él sería el primero en todos los sentidos. Había hecho un poco más que simplemente dar unos besos, había curioseado un poco el cuerpo de un hombre… pero jamás sin ropa, nunca desnudo. Y aquella noche lo descubriría todo junto a Éferon, porque sabía que me iba a tratar como me merecía, que jamás iba a hacerme daño, y que iba a hacer que disfrutara con aquello.
Y mí cuerpo se incendiaba con cada cosa que me hacía, besaba mis labios y luego mordía mis labios y mí temperatura aumentaba, mordía mí barbilla y escapaba un jadeo de mí boca. Toda cosa que él me hacía traía una consecuencia por mí parte; un jadeo, un suspiro, un leve gemido… todo, cualquier cosa que hiciera. Sus manos rodeaban mí cintura y lo único que quería era que me quitase aquella bata que llevaba y tocara realmente mí piel, lo estaba deseando y esta lo estaba pidiendo a gritos. En cuanto le dije aquellas dos palabras pude ver su sonrisa, esa que tantos suspiros me habían provocado a lo largo de todo aquel tiempo, enmarcó mí rostro con sus manos y me besó.
Jadeé en aquel beso dejándome llevar por él, mientras una de mis manos la dejaba en su pecho y la otra subía a su pelo, aferrándome a él. Me mordió la lengua haciendo que lo mirara y noté su risa todavía en mis labios… maldito provocador que estaba hecho. Volvió a besarme de nuevo e intenté controlar y llevar un poco el dominio… pero Efe me lo ponía muy difícil. Le miré ante sus palabras con los ojos abrumados y cuando pasó sus dedos por mis labios dejé un pequeño, y sensual, mordisco en ellos sin apartar mis ojos de los suyos. No pude evitar gemir bajito cuando pronunció mí nombre de aquella manera en mí oído, produciéndome un escalofrío de puro de placer. ¿Cómo sería escucharlo gemir mí nombre? ¿Y yo el de él? Aquello solo hizo que me calentara aún más y me mordí el labio… me sentía tan cómoda y en confianza con él que, poco a poco, me iba envalentonando un poco… aunque mis mejillas siguieran con el rubor inicial que me caracterizaba.
Ni siquiera me di cuenta de que me estaba llevando hacia la pared cuando ya fue tarde, de nuevo, me encontraba entre la pared y su cuerpo… pero esta vez en una situación muy diferente; no estábamos en el jardín, no estábamos a la vista de nadie, y él sabía perfectamente lo que se estaba haciendo y lo que en mí provocaba. Rodé su cuello con mis brazos y dejé que sus manos vagaran por mí figura pero sin llegar a tocarme, algo que me hizo hacer un leve puchero por ello… quería que me tocara a mí, solo a mí. Miré sus ojos y por un momento me sentí hasta desnuda con su mirada, pero en vez de apartarme como hubiera hecho, clavé mis ojos en los suyos y sonreí cuando pidió que dijera su nombre. Me incliné hacia sus labios y mordí el inferior.
-Éferon –susurré sensual justo sobre ellos para luego pasar a besarle y luego él comenzó a pasar sus labios por mí cuello, arrancándome jadeos, hasta que me besó el hombro, se rió y dejó un mordisco en el. Sus palabras eran tan eróticas como sensuales y cerré los ojos durante unos momentos hasta que juntó su frente con la mía, dejando algo de espacio entre su cuerpo y el mío. Suspiré cogiendo aire y me mordí el labio- Será mejor que nos vayamos arriba… aquí pueden vernos –no quería que nadie pudiera molestarnos, y era una cosa muy importante y personal para mí… aunque estaba convencida que la señora Haruka era demasiado inteligente y lista como para saber lo que estaba pasando, y nos dejarían más privacidad. Paseé mis manos por su pecho y desabroché un par de botones lo justo para que comenzara a verse aquel pecho moreno y recorrí desde su garganta hasta donde había abierto la camisa con mí dedo índice, para luego mirarlo de nuevo- Quiero recorrer todo tú cuerpo, Éferon, quiero que recorras el mío… comer esa tarta como tenías pensada –sonreí acercándome a su rostro, susurrando para que solamente pudiera oírme él- enséñame a complacerte, muéstrame lo que es el placer y… hazme tuya, hasta que te pida que no pueda más, hasta que quede tan saciada de ti que no pueda ni levantarme de la cama, exhausta de placer y colmada de mis más oscuros anhelos –si lo iba a tener esa noche, solo esa noche… iba a aprovechar y a disfrutarla al máximo, iba a cumplir aquello que llevaba mucho tiempo callando.
Asura Nanami- Vampiro Clase Alta
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Re: Una Cena A La Italiana ~ Privado +18
Déjame quemarte, despacio y sin prisa, arde conmigo en las llamas del infierno.
Gimió contra sus labios al sentir cada letra de su propio nombre de la voz de la nipona. Ronroneó cuando lo mordió, lamiendo sus dientes de paso, sin dejarla escapar. Rió de lo más juguetón, complacido por haberle concedido aquello que le había pedido. Sonrió de medio lado, al ver como el cuerpo de la joven lo reclamaba a cada caricia que él le dedicaba. Negó con la cabeza, siseando de lo más pícaro ¿irse a otro lugar? Aún no, quería más, ahora y en ese mismo instante, si se movían de escenario no sería lo mismo…quería que gimiese, oírle pedirle aún más.
-¿Ah sí? -sonrió , observándola perdida completamente apoyada en la pared, en todo su esplendor..una imagen de lo más tentadora y provocadora, lo llamaba a gritos y él iría a su llamada. Acortó las distancias, pegando su cuerpo al suyo. Le bastó una de sus manos para elevarla del trasero y por consiguiente del suelo. Sonrió, mordiéndose los labios, inclinándose y rozar con sus dientes la barbilla de la joven, volviendo a buscarla…jugando a un juego de lo más tentador -Está bien, iremos a un sitio más íntimo pero antes… déjame hacer algo -siseó para que no se moviese, se inclinó deslizando los labios por su mejilla y dejar un mordisco en el lóbulo de su oreja, iba a devolverle decir su nombre de ese modo tan provocativo -Asura -mordió su mejilla, con suavidad…, mimándola incluso teniéndola encarcelada entre él y la pared.
Le bastó las indicaciones de la joven para sin soltarla, subir los escalones sin detener sus labios, besándola con mimo en los labios. No sabía dónde se encontraba la habitación de ella, un par de pasos más y llegarían pero dios, le estaba costando tanto mantenerse en pie. Suspiró largamente sobre sus labios, mirándola atentamente a los ojos. Confirmada que la habitación contigua era la de ella, la dejó contra la puerta como lo hizo abajo, con la diferencia de que ahora eran las piernas de la nipona quien lo abrazaban, invitándola a fundirse con ella hasta saciar aquel deseo y atracción irrefrenable.
-Lo harás. Me recorrerás, yo haré lo mismo y te mostraré solo dos cosas… -acarició sus labios con los ajenos y sonrió de medio lado -El cielo y el infierno juntos -arremetió hacia sus labios como si no hubiese mañana, deleitándose y probando su boca. La ropa comenzaba a estorbar, necesitaba deleitarse en la piel ajena, no perder ni un centímetro de piel por recorrer. Incapaz de abrir la puerta, esperó que ella a tientas lo hiciera, algo que le resultó de lo más divertido, más a cómo sus manos cálidas y suaves comenzaron a deslizar la prenda que la cubría.
Fue muy delicado, tomándose su tiempo en que poco a poco la prenda cediera. Sus dedos no dejaban ni un centímetro de piel por recorrer, besar y deleitarse. Antes de que tan siquiera abriera la puerta, su boca se deslizó por su cuello, buscando la piel de sus senos con los labios y poder dejar al descubierto la piel que la ropa interior le dejaba a su vista. Mordió con verdadero deseo, suspirando sobre la zona que comenzaba a endurecerse, le encantó ver como aún sin quitarle la ropa lo buscaba y lo deseaba con fervor.
-Podría dejarte desnuda con tan solo separarme de ti un segundo pero…prefiero que así no sea -no pudo controlarlo, abrió la puerta con ella enredada en su cintura. No se fijó en la habitación, localizó la cama y la dejó en ésta, ofreciéndole una vista exquisita… el yukata había cedido y la mostraba insinuante, aún no desnuda ante él cosa que le hizo rugir por lo bajo. Sus manos, se aventuraron a acariciar desde los tobillos dedicando una caricia sentida por sus muslos, las yemas de sus dedos jugaron por la cara interna de las piernas de la joven, buscándola… y que le pidiese más. llegó a rozar, sobre la ropa interior con mucho tacto su sexo, moviendo los dedos con suavidad mientras su boca ocupada en besar y lamer la piel de su cuello, volver a toparse con la ropa interior que tapaba sus pechos y no controlar que tomase la prenda con la ropa y tirar sin iportarle nada más -No quiero…romperlo… -murmuró deseando poder contemplarla desnuda, su cuerpo ardía, estaba tan excitado que ella pudo comprobarlo por cómo buscaba fundirse con el suyo…rozarse, abrazarse a ella y perderla en esos dos mundos, el infierno y el cielo…
Gimió contra sus labios al sentir cada letra de su propio nombre de la voz de la nipona. Ronroneó cuando lo mordió, lamiendo sus dientes de paso, sin dejarla escapar. Rió de lo más juguetón, complacido por haberle concedido aquello que le había pedido. Sonrió de medio lado, al ver como el cuerpo de la joven lo reclamaba a cada caricia que él le dedicaba. Negó con la cabeza, siseando de lo más pícaro ¿irse a otro lugar? Aún no, quería más, ahora y en ese mismo instante, si se movían de escenario no sería lo mismo…quería que gimiese, oírle pedirle aún más.
-¿Ah sí? -sonrió , observándola perdida completamente apoyada en la pared, en todo su esplendor..una imagen de lo más tentadora y provocadora, lo llamaba a gritos y él iría a su llamada. Acortó las distancias, pegando su cuerpo al suyo. Le bastó una de sus manos para elevarla del trasero y por consiguiente del suelo. Sonrió, mordiéndose los labios, inclinándose y rozar con sus dientes la barbilla de la joven, volviendo a buscarla…jugando a un juego de lo más tentador -Está bien, iremos a un sitio más íntimo pero antes… déjame hacer algo -siseó para que no se moviese, se inclinó deslizando los labios por su mejilla y dejar un mordisco en el lóbulo de su oreja, iba a devolverle decir su nombre de ese modo tan provocativo -Asura -mordió su mejilla, con suavidad…, mimándola incluso teniéndola encarcelada entre él y la pared.
Le bastó las indicaciones de la joven para sin soltarla, subir los escalones sin detener sus labios, besándola con mimo en los labios. No sabía dónde se encontraba la habitación de ella, un par de pasos más y llegarían pero dios, le estaba costando tanto mantenerse en pie. Suspiró largamente sobre sus labios, mirándola atentamente a los ojos. Confirmada que la habitación contigua era la de ella, la dejó contra la puerta como lo hizo abajo, con la diferencia de que ahora eran las piernas de la nipona quien lo abrazaban, invitándola a fundirse con ella hasta saciar aquel deseo y atracción irrefrenable.
-Lo harás. Me recorrerás, yo haré lo mismo y te mostraré solo dos cosas… -acarició sus labios con los ajenos y sonrió de medio lado -El cielo y el infierno juntos -arremetió hacia sus labios como si no hubiese mañana, deleitándose y probando su boca. La ropa comenzaba a estorbar, necesitaba deleitarse en la piel ajena, no perder ni un centímetro de piel por recorrer. Incapaz de abrir la puerta, esperó que ella a tientas lo hiciera, algo que le resultó de lo más divertido, más a cómo sus manos cálidas y suaves comenzaron a deslizar la prenda que la cubría.
Fue muy delicado, tomándose su tiempo en que poco a poco la prenda cediera. Sus dedos no dejaban ni un centímetro de piel por recorrer, besar y deleitarse. Antes de que tan siquiera abriera la puerta, su boca se deslizó por su cuello, buscando la piel de sus senos con los labios y poder dejar al descubierto la piel que la ropa interior le dejaba a su vista. Mordió con verdadero deseo, suspirando sobre la zona que comenzaba a endurecerse, le encantó ver como aún sin quitarle la ropa lo buscaba y lo deseaba con fervor.
-Podría dejarte desnuda con tan solo separarme de ti un segundo pero…prefiero que así no sea -no pudo controlarlo, abrió la puerta con ella enredada en su cintura. No se fijó en la habitación, localizó la cama y la dejó en ésta, ofreciéndole una vista exquisita… el yukata había cedido y la mostraba insinuante, aún no desnuda ante él cosa que le hizo rugir por lo bajo. Sus manos, se aventuraron a acariciar desde los tobillos dedicando una caricia sentida por sus muslos, las yemas de sus dedos jugaron por la cara interna de las piernas de la joven, buscándola… y que le pidiese más. llegó a rozar, sobre la ropa interior con mucho tacto su sexo, moviendo los dedos con suavidad mientras su boca ocupada en besar y lamer la piel de su cuello, volver a toparse con la ropa interior que tapaba sus pechos y no controlar que tomase la prenda con la ropa y tirar sin iportarle nada más -No quiero…romperlo… -murmuró deseando poder contemplarla desnuda, su cuerpo ardía, estaba tan excitado que ella pudo comprobarlo por cómo buscaba fundirse con el suyo…rozarse, abrazarse a ella y perderla en esos dos mundos, el infierno y el cielo…
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