AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Capítulo 2. ~ Entrantes
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Capítulo 2. ~ Entrantes
Tras salir de la carnicería en la que había conocido a un americano que estaba dispuesto a darme clases de Francés, me dirigí a mi pequeño piso, situado en un barrio humilde de las calles de París. Mientras subía los escalones hasta el tercer piso, podía oír como la madera crujía bajo el peso de mi cuerpo y las bolsas con la carne que le había comprado. Una vez en casa, cociné la carne picada que había comprado a la vez que hice una pasta, para después mezclarlo todo con una salsa. Tras comer la copiosa comida, miré a mi alrededor, la estancia estaba demasiado cargada, por lo que abrí una de las ventanas, para después, darme una ducha. No sabía por qué, pero quería impresionar al americano carnicero, necesitaba tenerlo cerca, podía resultar un apoyo, algo que me recordase a mi hogar cuando las cosas se pusieran feas con el Destripador de Virginia.
Una vez duchado, acicalado y cambiado de ropa, me miré en el pequeño espejo que tenía en la habitación, estaba bastante presentable, mucho mejor que antes en la carnicería. ¿Qué hora era? Miré el reloj, habíamos quedado a las seis y entre hacer la comida, ducharme etcétera, estaba llegando esa hora. Recogí un poco más la casa, pues las clases iban a tener lugar aquí, coloqué un par de libretas encima de la mesa del comedor, para así tenerlas listas cuando volviésemos. Sonreí para mí y salí de casa, vuelta a la carnicería.
El camino transcurrió sin ningún problema, este era uno de los caminos que me sabía de memoria, pues la carnicería quedaba entre medias de mi casa y la comisaría. Llegué a la puerta de la carnicería y esperé, eran las seis en punto, siempre llegaba puntual a los sitios, nada que ver con muchas de las personas que conocía y que me enervaba de sobremanera. Me encendí un cigarro y decidí esperar, seguramente no tardaría en salir tras terminar su turno de trabajo.
Una vez duchado, acicalado y cambiado de ropa, me miré en el pequeño espejo que tenía en la habitación, estaba bastante presentable, mucho mejor que antes en la carnicería. ¿Qué hora era? Miré el reloj, habíamos quedado a las seis y entre hacer la comida, ducharme etcétera, estaba llegando esa hora. Recogí un poco más la casa, pues las clases iban a tener lugar aquí, coloqué un par de libretas encima de la mesa del comedor, para así tenerlas listas cuando volviésemos. Sonreí para mí y salí de casa, vuelta a la carnicería.
El camino transcurrió sin ningún problema, este era uno de los caminos que me sabía de memoria, pues la carnicería quedaba entre medias de mi casa y la comisaría. Llegué a la puerta de la carnicería y esperé, eran las seis en punto, siempre llegaba puntual a los sitios, nada que ver con muchas de las personas que conocía y que me enervaba de sobremanera. Me encendí un cigarro y decidí esperar, seguramente no tardaría en salir tras terminar su turno de trabajo.
Garrett Wolf- Humano Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Capítulo 2. ~ Entrantes
Nunca había escuchado el latir de tambores de las tribu alojadas en selvas más al sur de América, solo lo que los viajeros más intrépidos habían contado en el periódico, sin embargo estaba seguro que debían sonar exactamente igual que su pecho en ese instante. La llegada de un policía desde Virginia tras su búsqueda acababa de desmoronar la falsa sensación de tranquilidad con la que estuvo viviendo aquel último año en Francia. Sentía de nuevo la asfixia de una soga invisible alrededor de su cuello, los gritos de la muchedumbre aclamando su justa muerte... Estaba perdido.
El resto de tarde en la carnicería se lo pasó debatiendo consigo mismo acerca de qué debía hacer. ¿Volver a huir, arriesgándose a que aquel movimiento provocara inmediatamente que toda sospecha cayera sobre él? ¿O seguir la corriente al agente de la ley y tratar de alejar cualquier pista que le guiara hacia él? No se sentía lo suficiente seguro de sí mismo para ninguna de ambas opciones, pero sin duda era mejor seguir donde estaba. No tenía mucho dinero, una nueva huida no era buena opción, lo mejor que podría hacer era disimular como llevaba haciendo desde su primer desmayo.
Llegada la hora de cierre, fue a cambiarse de ropa. A falta de ducha en la pequeña tienda, no le quedó más remedio que ponerse la ropa limpia sobre un cuerpo sudado que olía a sangre de animal. Sus cabellos se veían grasientos, enredados por algún pegote de sangre que salpicó en ellos. Estaba hecho un desastre, pero si quedaba alguna esperanza de que al policía se le hubiera olvidado su cita, se evaporó en cuanto le vio afuera esperando.
-Le pido disculpas por mi aspecto... Si lo prefiere, podemos quedar más tarde así puedo al menos pasarme un agua. - Estaba nervioso, aún cuando su rostro era inexpresivo, podía notarse en la tensión de sus manos y la mirada huidiza.
El resto de tarde en la carnicería se lo pasó debatiendo consigo mismo acerca de qué debía hacer. ¿Volver a huir, arriesgándose a que aquel movimiento provocara inmediatamente que toda sospecha cayera sobre él? ¿O seguir la corriente al agente de la ley y tratar de alejar cualquier pista que le guiara hacia él? No se sentía lo suficiente seguro de sí mismo para ninguna de ambas opciones, pero sin duda era mejor seguir donde estaba. No tenía mucho dinero, una nueva huida no era buena opción, lo mejor que podría hacer era disimular como llevaba haciendo desde su primer desmayo.
Llegada la hora de cierre, fue a cambiarse de ropa. A falta de ducha en la pequeña tienda, no le quedó más remedio que ponerse la ropa limpia sobre un cuerpo sudado que olía a sangre de animal. Sus cabellos se veían grasientos, enredados por algún pegote de sangre que salpicó en ellos. Estaba hecho un desastre, pero si quedaba alguna esperanza de que al policía se le hubiera olvidado su cita, se evaporó en cuanto le vio afuera esperando.
-Le pido disculpas por mi aspecto... Si lo prefiere, podemos quedar más tarde así puedo al menos pasarme un agua. - Estaba nervioso, aún cuando su rostro era inexpresivo, podía notarse en la tensión de sus manos y la mirada huidiza.
Jareth Baker- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 16/04/2016
Re: Capítulo 2. ~ Entrantes
Me quedé mirando como el humo de mi cigarro se perdía con el viento, también aproveché estos momentos de tranquilidad para relajarme y dejar pensamientos sobre el destripador fuera de mi cabeza, no quería que en mi primera clase me notase falto de atención a sus lecciones, era lo mínimo que tenía que hacer por él, esforzarme por ser un buen alumno pese a que eso nunca había sido un problema para mí. El sonido de la puerta al abrirse me hizo voltear la cabeza y mirar al carnicero, que salía por ella.
Tiré el cigarro al suelo y eché el humo que me quedaba por la nariz, para después apagar el cigarro con mi pie izquierdo. Mis ojos recorrieron al muchacho de arriba a bajo. Sus ropas se veían limpias, pero no se veía así su cabello ni su piel, la cual estaba sudorosa y brillante... Mordí mi labio, no era momento para sentir estas cosas y mucho menos tener tales pensamientos. Escuché sus palabras e hice una mueca, no quería tener que aplazar la clase, si se hacía muy tarde me iba a quitar mucho tiempo y mañana tenía que madrugar, a parte de que a la noche me gustaba releerme el informe del detripador antes de dormir, se había convertido en una auténtica rutina. -No me gustaría perder tiempo, señor... ¿Cuál es su nombre? - Me quedé callado, esperando a que me dijera como se llamaba, para poder nombrarle como tal y no como "el carnicero". -Si quiere y no le incomoda, puede darse un agua en mi piso... O si resulta que vive cerca de mi casa... Entonces no hay problema.- Me encogí de hombros, me negaba a que se fuese si vivía muy lejos, había muchos barrios humildes por París. -Vivo a diez minutos de aquí. - Añadí, quizás con suerte él también viviera en el mismo barrio, esperaba que sí.
Tiré el cigarro al suelo y eché el humo que me quedaba por la nariz, para después apagar el cigarro con mi pie izquierdo. Mis ojos recorrieron al muchacho de arriba a bajo. Sus ropas se veían limpias, pero no se veía así su cabello ni su piel, la cual estaba sudorosa y brillante... Mordí mi labio, no era momento para sentir estas cosas y mucho menos tener tales pensamientos. Escuché sus palabras e hice una mueca, no quería tener que aplazar la clase, si se hacía muy tarde me iba a quitar mucho tiempo y mañana tenía que madrugar, a parte de que a la noche me gustaba releerme el informe del detripador antes de dormir, se había convertido en una auténtica rutina. -No me gustaría perder tiempo, señor... ¿Cuál es su nombre? - Me quedé callado, esperando a que me dijera como se llamaba, para poder nombrarle como tal y no como "el carnicero". -Si quiere y no le incomoda, puede darse un agua en mi piso... O si resulta que vive cerca de mi casa... Entonces no hay problema.- Me encogí de hombros, me negaba a que se fuese si vivía muy lejos, había muchos barrios humildes por París. -Vivo a diez minutos de aquí. - Añadí, quizás con suerte él también viviera en el mismo barrio, esperaba que sí.
Garrett Wolf- Humano Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Capítulo 2. ~ Entrantes
Jareth, que nunca fue muy avispado en leer las intenciones de la gente, confundió la fugaz mirada de deseo del policía con una sutil sospecha hacia su persona que lo puso más tenso todavía. - Me llamo Jareth, no tiene por qué tratarme de usted, soy solo un carnicero. - Esbozó una rápida y escueta sonrisa antes de volver al estado neutro de siempre, avanzando a su lado con la mirada al frente, ligeramente inclinada al suelo. - Le agradecería si fuera en su casa, para ir a la mía deberíamos dar un rodeo... no quiero hacerle perder tiempo - mintió, pues su casa estaba realmente cerca de allí. De hecho, desde donde estaban, podía verse la humilde casa adosada donde un pálido y frío cuerpo estaba esperándole para darle la bienvenida. Suspiró, tendría que ser más tarde.
Jareth, bonito nombre. Sonreí al muchacho mientras esperaba a que aceptase la invitación a ducharse en mi casa y así agilizar las cosas, no había tiempo que perder, ni el suyo ni el mío. Asentí mientras comenzábamos a caminar. - Vale Jareth. No te menosprecies por el trabajo que realizas, haces algo importante, mantienes vivas a las personas con tu carne.- Le dediqué una sonrisa, me había percatado de que era un muchacho que no mantenía mucho el contacto visual, quizás fuese tímido.
Fuimos caminando rápido, él seguramente tenía unas ganas horribles por ducharse y yo, por comenzar a aprender, por lo que no había mucho de que hablar. Saqué la llave cuando llegamos al edificio y abrí la puerta, dejando que él pasase primero. -Bienvenido a mi humilde morada.- Reí un poco y cerré la puerta. Una vez dentro me alegré de haber recogido todo, sobre todo el baño, el cual solía estar hecho un desastre. Cogí una toalla limpia y se la di. -Ten, puedes utilizar esta. Te espero aquí.- Señalé a la habitación, la cual era una única si no contábamos con la habitación principal en la que dormía. Me senté en el sofá, esperando a escuchar el agua. Estaba nervioso por tenerlo en mi casa y más sabiendo que estaba desnudo en mi baño.
Tras la mirada de soslayo vagamente horrorizada que le dedicó cuando comentó que "mantenía vivas a las personas", no volvió a abrir boca hasta el escueto "gracias" que murmuró al coger la toalla. No era alguien curioso y mucho menos un fisgón, de modo que no perdió tiempo una vez se metió en el baño. Suspiró, mirándose en el espejo durante al menos un minuto pensando en si no se estaría metiendo en la boca del lobo jugando a aquel arriesgado juego. Enseguida se quitó la ropa, llenando un balde de agua templada antes de meterse desnudo en la humilde bañera del rincón.
Encontró una pequeña pastilla de jabón que frotó con fuerza entre sus manos para obtener la cantidad necesaria y empezar a frotarse el cuerpo, hipnotizado por el reflejo rojo que empezaba a rodearle cada vez que se mojaba el cabello. No se hizo de rogar, en menos de diez minutos salió nuevamente vestido pero ya limpio, con el cabello húmedo goteando sobre sus hombros. Antes había recogido lo que ensució, vaciando el agua sucia. - Muchas gracias. - Se acercó, permaneciendo a una distancia prudencial. - ¿Por dónde quiere empezar?
Jareth, bonito nombre. Sonreí al muchacho mientras esperaba a que aceptase la invitación a ducharse en mi casa y así agilizar las cosas, no había tiempo que perder, ni el suyo ni el mío. Asentí mientras comenzábamos a caminar. - Vale Jareth. No te menosprecies por el trabajo que realizas, haces algo importante, mantienes vivas a las personas con tu carne.- Le dediqué una sonrisa, me había percatado de que era un muchacho que no mantenía mucho el contacto visual, quizás fuese tímido.
Fuimos caminando rápido, él seguramente tenía unas ganas horribles por ducharse y yo, por comenzar a aprender, por lo que no había mucho de que hablar. Saqué la llave cuando llegamos al edificio y abrí la puerta, dejando que él pasase primero. -Bienvenido a mi humilde morada.- Reí un poco y cerré la puerta. Una vez dentro me alegré de haber recogido todo, sobre todo el baño, el cual solía estar hecho un desastre. Cogí una toalla limpia y se la di. -Ten, puedes utilizar esta. Te espero aquí.- Señalé a la habitación, la cual era una única si no contábamos con la habitación principal en la que dormía. Me senté en el sofá, esperando a escuchar el agua. Estaba nervioso por tenerlo en mi casa y más sabiendo que estaba desnudo en mi baño.
Tras la mirada de soslayo vagamente horrorizada que le dedicó cuando comentó que "mantenía vivas a las personas", no volvió a abrir boca hasta el escueto "gracias" que murmuró al coger la toalla. No era alguien curioso y mucho menos un fisgón, de modo que no perdió tiempo una vez se metió en el baño. Suspiró, mirándose en el espejo durante al menos un minuto pensando en si no se estaría metiendo en la boca del lobo jugando a aquel arriesgado juego. Enseguida se quitó la ropa, llenando un balde de agua templada antes de meterse desnudo en la humilde bañera del rincón.
Encontró una pequeña pastilla de jabón que frotó con fuerza entre sus manos para obtener la cantidad necesaria y empezar a frotarse el cuerpo, hipnotizado por el reflejo rojo que empezaba a rodearle cada vez que se mojaba el cabello. No se hizo de rogar, en menos de diez minutos salió nuevamente vestido pero ya limpio, con el cabello húmedo goteando sobre sus hombros. Antes había recogido lo que ensució, vaciando el agua sucia. - Muchas gracias. - Se acercó, permaneciendo a una distancia prudencial. - ¿Por dónde quiere empezar?
Jareth Baker- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 16/04/2016
Re: Capítulo 2. ~ Entrantes
Escuché como el agua comenzaba a caer y cerré un poco los ojos, queriendo alejarme de los pensamientos que estaba comenzando a tener. ¿Porqué me encantaba la idea de que estuviera desnudo en mi baño? ¿Por qué me daban ganas de entrar y poder verle? Eran pensamientos que no tenía desde hacía mucho tiempo, pensamientos prohibidos. ¿Estaba enfermando a causa del viaje hasta aquí? Fueron los diez minutos más largos que creía recordar en mucho tiempo.
Me levanté del sofá cuando lo vi salir ya limpio y con el pelo húmedo goteando sobre sus hombros. Le indiqué que se sentase en una de las sillas que había colocado antes de reunirme con él y me senté en la que estaba al lado, dejando la distancia oportuna para que no nos tocásemos al escribir, parecía que el contacto tampoco le gustaba. Abrí una de las libretas y me quedé mirándolo de reojo, encogiéndome de hombros. -Tú eres el profesor, Jareth. Y puede tutearme, si así lo prefiere.- Sonreí levemente antes de escribir la palabra "Francés" en la cabecera de la hoja.
Tomó asiento sin hacer ruido alguno al acercar la silla a la mesa y se mordió el labio. - Como dije, no tengo mucha idea de enseñar - dijo mirándole los labios para no tener que enfrentar sus ojos -, será la primera vez que lo haga - desvió rápidamente la mirada al recordar el deseo que había despertado el policía en él esa tarde en la carnicería. Podía olerle, a limpio y tabaco, una extraña mezcla que se le antojaba perfecta. ¿Sus labios serían tan suaves como se veían? ¿Qué fascinante color adoptarían una vez muerto? Apretó los puños sobre sus rodillas tratando de alejar aquellos pensamientos y centrarse en lo que había ido a hacer.
-Le... Te enseñaré primero las frases básicas que puedas escuchar o puedas necesitar usar y cómo es la pronunciación - con la mirada le pidió tomar el lápiz y el papel para anotarlas. Se encorvó sobre la mesa, con la nariz a escasos centímetros de la hoja y levemente inclinada. Era zurdo, por lo que el modo en el que colocaba la mano al escribir dejaba al desnudo una huesuda muñeca adornada con el tatuaje de una navaja. - Mira - le mostró lo que había escrito unos minutos después. Lo típico: saludos a distintas horas del día, cómo presentarse, frases útiles cuando fuera a comprar como pedir el precio...
Esperé mirándole fijamente a que eligiera que poder enseñarme hoy. Suponía que lo básico, lo que fuese más necesario para ponerlo en práctica mañana mismo. Le pasé el papel y el lápiz y esperé, intentando ver por encima del hombro que era lo que escribía, pero con su cuerpo ocultaba todo el papel. Zurdo... Zurdo. Un destello fugaz cruzó mi mente, algunos forenses destinados a la misión de encontrar al destripador decían que era zurdo, un enviado del demonio... Pero tenía que repasar eso antes de dormir esta noche, pues no lo decían todos. Me puse algo tenso, pero me relajé cuando me pasó la hoja, era todo cavilaciones sin sentido, estaba tocando fondo con este caso. Leí lo que había escrito, algunas me eran familiares como los saludos, pero otras no había escuchado a nadie decirlas. -Oh. Muchas gracias Jareth. ¿Podrías enseñarme como se dice, ¡Alto, policía!? - Me reí era una frase que siempre había querido saber decir en todos los idiomas. - ¿Quieres algo de beber? No te he ofrecido nada.- Necesitaba beber antes de continuar, que fuese zurdo era toda una revelación para mí.
Ni siquiera esperé a que me dijera un sí o un no, me levanté de la silla, cogí dos vasos con agua y volví, dejándole uno de los vasos delante. - Mejor tener la garganta hidratada, antes de que te rías con mi pronunciación... Es horrible.- Puse los ojos en blanco, ahogando una pequeña risotada, para después dejar el vaso en mi lugar. Cogí la hoja y comencé a pronunciar como se pedía la cuenta en un establecimiento. Y lo hice mal, como un auténtico novato.
Me levanté del sofá cuando lo vi salir ya limpio y con el pelo húmedo goteando sobre sus hombros. Le indiqué que se sentase en una de las sillas que había colocado antes de reunirme con él y me senté en la que estaba al lado, dejando la distancia oportuna para que no nos tocásemos al escribir, parecía que el contacto tampoco le gustaba. Abrí una de las libretas y me quedé mirándolo de reojo, encogiéndome de hombros. -Tú eres el profesor, Jareth. Y puede tutearme, si así lo prefiere.- Sonreí levemente antes de escribir la palabra "Francés" en la cabecera de la hoja.
Tomó asiento sin hacer ruido alguno al acercar la silla a la mesa y se mordió el labio. - Como dije, no tengo mucha idea de enseñar - dijo mirándole los labios para no tener que enfrentar sus ojos -, será la primera vez que lo haga - desvió rápidamente la mirada al recordar el deseo que había despertado el policía en él esa tarde en la carnicería. Podía olerle, a limpio y tabaco, una extraña mezcla que se le antojaba perfecta. ¿Sus labios serían tan suaves como se veían? ¿Qué fascinante color adoptarían una vez muerto? Apretó los puños sobre sus rodillas tratando de alejar aquellos pensamientos y centrarse en lo que había ido a hacer.
-Le... Te enseñaré primero las frases básicas que puedas escuchar o puedas necesitar usar y cómo es la pronunciación - con la mirada le pidió tomar el lápiz y el papel para anotarlas. Se encorvó sobre la mesa, con la nariz a escasos centímetros de la hoja y levemente inclinada. Era zurdo, por lo que el modo en el que colocaba la mano al escribir dejaba al desnudo una huesuda muñeca adornada con el tatuaje de una navaja. - Mira - le mostró lo que había escrito unos minutos después. Lo típico: saludos a distintas horas del día, cómo presentarse, frases útiles cuando fuera a comprar como pedir el precio...
Esperé mirándole fijamente a que eligiera que poder enseñarme hoy. Suponía que lo básico, lo que fuese más necesario para ponerlo en práctica mañana mismo. Le pasé el papel y el lápiz y esperé, intentando ver por encima del hombro que era lo que escribía, pero con su cuerpo ocultaba todo el papel. Zurdo... Zurdo. Un destello fugaz cruzó mi mente, algunos forenses destinados a la misión de encontrar al destripador decían que era zurdo, un enviado del demonio... Pero tenía que repasar eso antes de dormir esta noche, pues no lo decían todos. Me puse algo tenso, pero me relajé cuando me pasó la hoja, era todo cavilaciones sin sentido, estaba tocando fondo con este caso. Leí lo que había escrito, algunas me eran familiares como los saludos, pero otras no había escuchado a nadie decirlas. -Oh. Muchas gracias Jareth. ¿Podrías enseñarme como se dice, ¡Alto, policía!? - Me reí era una frase que siempre había querido saber decir en todos los idiomas. - ¿Quieres algo de beber? No te he ofrecido nada.- Necesitaba beber antes de continuar, que fuese zurdo era toda una revelación para mí.
Ni siquiera esperé a que me dijera un sí o un no, me levanté de la silla, cogí dos vasos con agua y volví, dejándole uno de los vasos delante. - Mejor tener la garganta hidratada, antes de que te rías con mi pronunciación... Es horrible.- Puse los ojos en blanco, ahogando una pequeña risotada, para después dejar el vaso en mi lugar. Cogí la hoja y comencé a pronunciar como se pedía la cuenta en un establecimiento. Y lo hice mal, como un auténtico novato.
Garrett Wolf- Humano Clase Media
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 21/04/2016
Re: Capítulo 2. ~ Entrantes
El policía era sin duda alguien contagioso, su aparente inocencia y el carácter extrovertido que lo caracterizaban confundían a Jareth, que deseaba soltarse un poco y sonreír, pero enseguida le abrumaban sus turbios pensamientos y las expresiones eran fugaces, medidas. Se preguntó si no estaría accediendo a aquella extraña relación con el fin de ser detenido de una vez por todas y librarse de la oscuridad en su interior. Antes de regresar de su laberíntico subconsciente vio cómo se levantaba y le siguió con la mirada, recordando aquella frase que acababa de pedirle. Se pasó el lápiz por la mejilla pensando en cómo decirlo y asintió, pronunciándolo mientras lo anotaba en la hoja justo a su regreso. - ¡Arrêter, police!
Le pasó la hoja de nuevo y bebió un largo trago que calmara un poco la intranquilidad, mirándole de reojo. Se contagió con su sonrisa, dejándola en su rostro más tiempo del acostumbrado mientras lo animaba. - No ha estado tan mal, tienes marcar más la flema de las 'r'. Para las 'u', como en salut imagina que hay una 'i' delante apenas pronunciada. Vuelve a probarlo.
Me quedé mirando como se bebía casi todo el vaso de golpe. ¿Si tanta sed tenía porque no me había dicho nada antes? Tenía que dejar de ser tan tímido conmigo si queríamos tener una buena relación. Yo notaba que podía confiar en él pese a que era una locura, pues le acababa de conocer esta misma mañana, pero había cosas inexplicables y que se le atribuían a un hilo rojo que unía a las personas.
Sonreí al escuchar como se decía el "alto policía" en francés y lo repetí en voz baja, más para mí mismo que para él. Escuché sus indicaciones al corregirme la pronunciación y volví a repetirla, añadiendo lo que me había indicado. - ¿Así? - Pasé a leer las demás frases que había en la lista y escogí la que se usaba para parar a los carros tirados por caballos. Tras decirla, decidí probar otra cosa, necesitaba vocabulario, muchísimo. -¿Puedes anotarme todo lo que hay en tu carnicería? Aunque, sinceramente, prefiero que me atiendas tú a tu jefe...- Sonreí, esta vez con una sonrisa algo más tímida de lo habitual, su jefe me parecía despreciable y un cerdo, como esos que tenía colgados del techo.
Amplió su sonrisa al ver que pronunciaba mejor, asintiendo - mucho mejor, sí - aunque el ánimo en su voz y la sonrisa no llegaban a iluminar su mirada triste y vacía. Sin embargo, de alguna forma totalmente inexplicable, se sentía relajado aún cuando quien tenía a su lado sería probablemente quien le llevara a la horca. - Puedo enseñártelo y también puedo atenderte cuando vengas. Pero deberás fingir que no sabes nada, a mi jefe no le gusta tenerme en la parte de la tienda... - su jefe había visto hombres horribles hacer cosas horribles, desde el momento en que se conocieron supo que Jareth escondía algo, aunque nunca lo comentó ni dio señales de estar en desacuerdo con tenerle trabajando allí.
Durante la siguiente hora se dedicó a enseñarle vocabulario básico y pronunciación, ayudándole con cada fonema con el que tropezara. Cuando no cabía una palabra de más en la hoja, suspiró, algo agotado pues jamás había hablado tanto con nadie, y se pasó una mano por el cabello, que ya estaba seco y algo revuelto por no haberse peinado. - ¿Quieres añadir algo más a la clase de hoy? Te enseñaría verbos, pero eso es más complicado.
Le pasó la hoja de nuevo y bebió un largo trago que calmara un poco la intranquilidad, mirándole de reojo. Se contagió con su sonrisa, dejándola en su rostro más tiempo del acostumbrado mientras lo animaba. - No ha estado tan mal, tienes marcar más la flema de las 'r'. Para las 'u', como en salut imagina que hay una 'i' delante apenas pronunciada. Vuelve a probarlo.
Me quedé mirando como se bebía casi todo el vaso de golpe. ¿Si tanta sed tenía porque no me había dicho nada antes? Tenía que dejar de ser tan tímido conmigo si queríamos tener una buena relación. Yo notaba que podía confiar en él pese a que era una locura, pues le acababa de conocer esta misma mañana, pero había cosas inexplicables y que se le atribuían a un hilo rojo que unía a las personas.
Sonreí al escuchar como se decía el "alto policía" en francés y lo repetí en voz baja, más para mí mismo que para él. Escuché sus indicaciones al corregirme la pronunciación y volví a repetirla, añadiendo lo que me había indicado. - ¿Así? - Pasé a leer las demás frases que había en la lista y escogí la que se usaba para parar a los carros tirados por caballos. Tras decirla, decidí probar otra cosa, necesitaba vocabulario, muchísimo. -¿Puedes anotarme todo lo que hay en tu carnicería? Aunque, sinceramente, prefiero que me atiendas tú a tu jefe...- Sonreí, esta vez con una sonrisa algo más tímida de lo habitual, su jefe me parecía despreciable y un cerdo, como esos que tenía colgados del techo.
Amplió su sonrisa al ver que pronunciaba mejor, asintiendo - mucho mejor, sí - aunque el ánimo en su voz y la sonrisa no llegaban a iluminar su mirada triste y vacía. Sin embargo, de alguna forma totalmente inexplicable, se sentía relajado aún cuando quien tenía a su lado sería probablemente quien le llevara a la horca. - Puedo enseñártelo y también puedo atenderte cuando vengas. Pero deberás fingir que no sabes nada, a mi jefe no le gusta tenerme en la parte de la tienda... - su jefe había visto hombres horribles hacer cosas horribles, desde el momento en que se conocieron supo que Jareth escondía algo, aunque nunca lo comentó ni dio señales de estar en desacuerdo con tenerle trabajando allí.
Durante la siguiente hora se dedicó a enseñarle vocabulario básico y pronunciación, ayudándole con cada fonema con el que tropezara. Cuando no cabía una palabra de más en la hoja, suspiró, algo agotado pues jamás había hablado tanto con nadie, y se pasó una mano por el cabello, que ya estaba seco y algo revuelto por no haberse peinado. - ¿Quieres añadir algo más a la clase de hoy? Te enseñaría verbos, pero eso es más complicado.
Jareth Baker- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 16/04/2016
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