Acendrado -Privado

Había sido la noche más tensa de todas presto a la cacería de una manada pequeña de lobos, estaba conformada por tres adultos y dos jóvenes “no son gran reto” había pensado la mujer que trenzaba su cabello tras su escondite en aquel callejón, mascullaba palabras de su plan hasta que estuvo frente a ellos para darles pelea. Su odio hacia esa especie le llevo a enfrentarse sin apoyo de nadie. El arma apunta la cabeza de los jóvenes y solo se oye el tiro muerto junto a los cadáveres, los tres adultos se giran y atacan a la mujer pero esta se tenía sus trucos.

Arrastrándolos por el callejón sabía que sus armas no mataban a humanos solo a criaturas sobrenaturales y comenzó a reír blasfemando e incitándoles en la rabia, su adrenalina había subido, paso una de las trampas para aquello sujetos y fue cuando el eco de un grito se escuchó por última vez hasta que la cazadora estaba frente a ellos disparándoles en el corazón, cinco balas de plata tenía, ya solo le quedaba una “no será de utilidad” pensó la mujer cuando cerraba aquella manzana de su arma y fue ahí cuando un hombre el doble de ella apareció gruñéndole, retándole a una batalla.

Sin saber el peligro en que se metía, aun cuando en su nuca le picaba su “lógica” ella se adentró al combate, lanzó algunas cuchillas de plata pero el sujeto las esquivó con gracia riéndose de la cazadora insultándole por sus artimañas e indicándole que había matado a sus hermanos e hijos, ella se reía regresándole los insultos. Corrió por otro callejón donde sacó su arma y disparo, sabía que no podía fallar pero para su sorpresa eso fue lo que ocurrió, su tiro fallo y el tipo se la abalanzo cuando sus ojos se quedaron abiertos por su fallo. Aquel sujeto la tomó por el cuello empujándola con fuerza contra la pared, el aire de sus pulmones salió en una bocanada fuerte de dolor, y en ese momento la risa del tipo y sus puños sobre sus costillas pero ella no quieta por su final empezó a tirar patadas y clavar sus uñas contra él hasta que estas se fueron al rostro del tipo sobre sus ojos y de la nada dos pequeñas cuchillas plateadas salen con fuerza clavándose a velocidad en aquellos pozos oculares dándole la oportunidad de tomar su arma con las últimas municiones y dispararle en toda la cabeza.

Su plan había salido “casi perfecto” pero en sus ojos se notaba la molestia de haber perdido la mitad de su arsenal; masculla molesta por haber estado sola en aquella cacería, el equipo que tenía se había retirado a otra zona dejando aquel blanco para ella y ahora estaba con apenas una bala. A trompicones adolorida por el enfrentamiento llega hasta donde la armería local de aquella ciudad se había instalado, era una armería un tanto “privado” por no decir secreta. Solo aquellos que tenían el oficio conocerían el aroma a la pólvora.

De un pie atraviesa la puerta, sus ropas oscuras, con aquellas pintas masculinas que se fijan mejor en ella se adentra en el local sonriendo a la mujer que encuentra —Buenas noches madame, espero que me pueda ayudar, necesito algunos artilugios, ya que los míos los he perdido recientemente, mejor dicho fueron destruidos por accidente— camina directo al mostrador donde deja caer una de sus armas, muestra la única que le ha quedado quitándole el proyectil, con eso muestra que necesita varias municiones —Necesito de este tipo de bala, es para algunos animales rabiosos y con piel extremadamente dura— sonríe mirando el lugar con algo de curiosidad mal sana, sobre todo a la dependienta; su sonrisa se borra cuando se guarda el arma en el cinto ajustándoselo mirando que variedad de armas puede ofrecerle —¿Tendrá por si acaso, alguna arma modificada o cuchillas camufladas de plata?— enarca una ceja mirándola sobre su hombro.

Un cazador nunca deja de serlo, sobretodo cuando de armas se trata. Siempre listo a mediar que tipo de personas se puede encontrar