El jardín de las delicias - Privado

por **Bertrand Desmarais** Vie Jul 22, 2016 12:00 am

Una pequeña ninfa de mejillas rosas corre ligero por los laberínticos pasajes del jardín. Estuve toda la noche tras su fragante inocencia, macerando su curiosidad con miradas furtivas, sonrisas discretas. El baile se presentaba aburrido desde que crucé la puerta de… ¿de quién? No importaba, algún adinerado con aires de noble, o un noble decadente que llenaba sus salones con falsas amistades. Pero al entrar, la encontré. Entre el aire viciado a tabaco, polvos y perfumes agrios su aroma se alzaba fresco y elegante, como una peonia en flor. Caí al segundo. Una criatura así de exquisita no debía verse rodeada de estos toscos animales que pretenden bailar , le dije, y desde ese momento fue muy fácil llevarla afuera, en medio de las otras flores, ahora celosas de su risa de hada.

La bella Peonía, por mil dioses cortejada, corre conmigo entre pasillos florecidos, esconde el rubor tras sus transparentes manos y baila mi danza de la muerte ¿no es fascinante, acaso, como lo que está a punto de morir desprende una belleza cautivadora? Mi tierna flor se mece entre mis brazos sin siquiera tocarla, y yo no puedo esperar para arrancarle los pétalos uno por uno. No debería uno apenarse por la muerte de una flor, si hoy no celebro su hermosura ¿quién lo hará cuando se marchite? Efímera, la haré danzar hasta caiga sola de su tallo y sea mía.

-¿Tiene miedo? – le pregunté acercándome unos pasos,-¿De qué se pregunten dónde está usted?-
-No lo sé ¿Va usted a delatarme? – murmuró observando las ventanas iluminadas de la mansión y luego a mí. Podía hasta observar el pulso acelerado de su cuello, el movimiento de su garganta al tragarse los nervios. Pobre florecilla tratando de parecer determinada ¿No se daba cuenta que era perfecta así, frágil e ingenua?
-Nunca podría causarle daño alguno- Mentí, porque lo bello tiene su cuota de falso, y extendí la mano para tomar la suya. Tan cálida, tan suave. Dentro de mí sentí una punzada de excitación, presurosa por prescindir de esta máscara que usaba para atraerla. Pero tomar a los humanos sin consideración, eso es simple hambre, alimento. Lograr que un humano se entregara a mis labios, eso era arte.

Pero apenas entrelacé mis dedos con los suyos, sentí una presencia escondida en las sombras, observando. Mi casual obra de teatro tenía público por lo visto, aunque nadie estuviera invitado a la función. Agudicé mis sentidos ¿Quién se atrevía a interrumpirme?

por **Ana De Foix** Lun Jul 25, 2016 8:57 pm

No había nada más placentero que saciar aquella sed eterna que era maldición y bendición al mismo tiempo. Al igual que no había nada más placentero que hacerlo a la tenue luz de la luna, bajo la suave brisa parisina que soplaba en noches como aquella. ¿Acaso alguna vez se había sentido tan viva como el día que probó aquel macabro y a la vez maravilloso cáliz de la eterna juventud? Si dios existía, definitivamente era un ser cruel y bondadoso al mismo tiempo. Bondadoso y cruel al mismo tiempo con unos, y simplemente cruel con el resto. Los meros mortales.

Ataviada con un negro y rojizo vestido de terciopelo, estrecho a más no poder en la cintura y no poco ancho a la altura de la cadera, rematado con un generoso escote abierto, caminaba solitaria entre las verdes y coloridas paredes del jardín. En busca de su presa. La zona residencial de París no era de sus preferidas para cazar, pero sí la más tranquila y apacible. Allí era más difícil toparse con otros vampiros, a diferencia de en las céntricas calles parisinas.

O eso creía. La luz que provenía de las ventanas de la mansión bastaba para iluminar el pomposo jardín que la rodeaba, sin ser demasiado para interrumpir su particular cena. No estaba sola en aquel jardín. Sentía otra presencia, una presencia que se presumía cercana. ¿De verdad ese necio se encontraba ya cenando en aquel ostentoso jardín?

Y la había visto. Era evidente. ¿Acaso debía dejarle continuar con su cena? No podía negar la viva belleza de la flor a la que acompañaba, cuyos pétalos pronto se marchitarían para la eternidad.

- Querido Bertrand, no os encontraba - surgió de la oscuridad en que se resguardaba, aparentando encontrarse perdida en los laberintíscos jardines de la mansión, como si de una frágil y tímida prometida que había sido engañada se tratase. Su rostro denotaba preocupación, perplejidad y confusión. Mientras en su interior se preparaba para el banquete se avecinaba. Si Bertrand pensaba que le dejaría marchitar todos aquellos pétalos él solo, estaba muy equivocado.

por **Bertrand Desmarais** Dom Ago 14, 2016 10:58 pm

¡Claro! ¿Cómo no pude haberlo previsto? La fragancia mi flor atraería a más de una escoria usurpadora ¿Pero por qué sabía mi nombre? No recordaba su rostro, y sería una hazaña olvidar ese escote. Como buen vampiro, mi dama sin nombre fingía a la perfección. Engañó de lleno a mi dulce joven, y ahora me miraba llena de reproche y desconcierto.
-¿Bertrand? ¿No es Florian tu nombre? – Ah, el sonido de la traición. Siempre satisfactorio, aunque inoportuno en esta situación – Florian ¿Quién es ella?-

Quién, por qué, cómo, ya no tenía sentido. Lancé una mirada encolerizada al vampiro que arruinó tan gratuitamente mi velada antes de atrapar con violencia el cuello de mi víctima. La miré a los ojos, sacre bleu, se veían mil veces más hermosos llenos de pánico – Cállate, quédate quieta hasta que yo lo ordene- impuse severo. Pobre humana, tan fácil de manejar, se quedó mirando a la nada, perdida.

-¿Te has cuenta de lo que has hecho?- me dirigí con disgusto a la mujer, si es que podía llamársela así, que me observaba divertida. Me llenó de una rabia destructora. Deseaba arrancarle la garganta allí mismo, pero una carnicería innecesaria atraería a demasiados invitados- Explícame ¿sueles entrometerte en los asuntos de los demás por diversión, estupidez o desesperación? Y dame una buena excusa, porque con ese aspecto no te costaría nada ganarte al menos a un marinero ebrio- escupí el insulto. Pero si debería hacerle honor a mi naturaleza, su belleza era cautivadora. Quizás por eso aún seguía no-viva frente mío – No me engañarás chérie-

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