En el Barón Rojo (privado)

por **Yoltic** Jue Ago 04, 2016 10:59 pm

Si los rumores eran ciertos el hombre, o más bien dicho el vampiro, al que buscaba debía de encontrarse en algún taberna. El problema no era que los rumores fueran ciertos, todo se reducía a encontrarlo en algún lugar y él ya llevaba al menos cinco horas paseando de lugar en lugar sin dar con ese ser.

Esas horas de camino le habían dado tiempo suficiente para meditar sobre las acciones que iba a realizar. Deseaba ser un vampiro y seguir a su amo por toda la eternidad, sabía que como humano nunca podría cumplir con ese propósito y por eso necesitaba de alguien que quisiera darle el poder ser un ser de la noche. Su pequeño dilema era que su amo no sabía nada sobre su plan y en esos años que llevaban juntos no habían tocado el tema sobre seguir juntos por más tiempo; él aún era joven y lo sabía, pero tampoco quería crecer mucho más en edad y con eso perder la fuerza que mantenía. Debía mantenerse fuerte y joven por siempre para poder ayudar en todo a su amo, protegerlo y seguirlo. Pero ¿qué tal si Svein no quería que se convirtiera en vampiro y después de hacerlo lo llegaba a abandonar? Estaba casi seguro de que eso no sucedería pero tampoco podía evitar el sentir ese agobio por el abandono imaginario.

Su otro conflicto era con quién iba. Nada sabía de él y no estaba seguro de lo que tendría que hacer para poder conseguir un trato. Su amo compartía todo con él pero no le gustaba usar las riquezas ni el poder que le proporcionaba, además de que estaba seguro de que no le pediría nada de eso. ¿El diablo por qué querría dinero y poder cuando ya poseía? El simple pensamiento le daba algo de miedo, pero ahí estaba ya, viendo al vampiro en esa taberna.

-Deseo hacer un trato con usted- pidió sin más, guardando la incertidumbre y el nerviosismo.

por **Lucifer Morningstar** Lun Ago 08, 2016 2:14 pm

¿Qué es lo que más deseas en el mundo? ¿Dinero, tal vez? Es lo que la mayoría desea, grandes riquezas que no quepan en sus arcas, cantidades ingentes que acaban atorando sus gargantas provocando una muerte lenta y terrible. ¿El poder de la sangre, a lo mejor? La belleza es para los que son devorados por la soledad, y la juventud eterna para aquellos que se niegan a envejecer y aceptar el ciclo de la vida, o para los que recién prueban el sabor de la victoria y no quieren soltarlo fácilmente. Así son los humanos, todos sus deseos se reducen a una única meta: el poder. Quien tenga el mayor poder dominará el mundo. O eso dicen. Sea lo que sea lo que Tú, mi amigo, más desees... yo puedo dártelo. Pero deberás saber que todo tiene un precio, un sacrificio personal es el importe a pagar. ¿Estás dispuesto a vender tu alma? Entonces pasa, adelante, siéntate a mi lado y firma con tu sangre...
LM

Una noche más recorriendo las deprimentes calles parisinas en busca de un aliciente que calentara su aburrimiento. Una ciudad llena de promesas incumplidas. Sueños rotos bajo ponzoñosos polvos de color creando bellezas ilusorias. Sangre en las aceras, plagas en las esquinas más oscuras. La ciudad perfecta para que los poetas encontraran sus musas... y probablemente una triste muerte. Lucifer bebía de toda aquella desgracia a su alrededor, con tanta desesperación era sencillo hacerse con aquellas almas que sentían el afilado borde del precipicio punzando en los dedos de sus pies.

Nunca estaba en un mismo lugar, mas encontrarle no era difícil si sabías bien buscar. Las tabernas eran a los desesperados como las iglesias a los creyentes. Los feligreses del alcohol se reunían cada noche en aquellos antros infestados de humedad y pulgas a la espera de encontrar una salida en lo hondo de una botella. Eligió aquella noche un lugar llamado El Barón Rojo por la gracia de su nombre. Caminando como si repeliera la suciedad del lugar, tomó asiento en una mesa al fondo, justo al lado de una pareja cuyo amor era comprado. Se pidió el mejor vino de la casa, que resultó ser de lo más mediocre, y se distrajo leyendo las penas de aquellos que le rodeaban. Una ruleta rusa donde él era la bala.

Alzó el rostro ante la voz de aquel joven y dibujó una escueta sonrisa mientras arqueaba una ceja. - I beg your pardon... ¿podría presentarse primero, señor? Tome asiento, por favor - le indicó la silla frente a él con un ademán de mano, sin perder la postura relajada con la que presidía la mesa. - Viene tan agitado... Exponga su historia y sabremos si soy yo a quien busca.

por **Yoltic** Dom Ago 28, 2016 10:37 pm

Observó con detenimiento al rumor que tenía delante suyo y quiso analizar de nuevo el por qué se encontraba ahí, hablando con él. Al menos estaban en lo cierto cuando decían que era atractivo el hombre, pero no estaba ahí para admirarlo. Tomó asiento delante suyo y respiro profundamente, recuperando el aire de toda la caminata.

-Lo siento- dijo ya un poco más calmado. -Mi nombre es Yoltic y me han dicho que usted puede ayudarme a realizar mi sueño- era la primera vez que hacía esa petición en voz alta y le costaba hacerlo pues en realidad quería que su petición se la cumpliera su amo y no alguien más; conocía a Svein y estaba seguro de que se negaría a darle eso, así que no había mejor forma que pedírselo a alguien más. -Deseo que me dé el don de la eternidad- pidió siendo de nuevo muy directo, viendo a los ojos al mismísimo diablo. Pero de pronto recordó que debía de dar más explicaciones y tuvo que volver a respirar profundamente. -Quiero tener el don de la eternidad para poder pasar mi vida entera al lado de mi amo, quiero protegerlo y ayudarlo para siempre. Soy un simple humano y él ha sido el único capaz de mostrarme que en este mundo existe amabilidad. Me ha proporcionado un hogar y un refugio, por lo que quiero seguir a su lado durante toda la eternidad para poder ofrecerle lo mismo. Siendo humano no podré seguir a su lado durante mucho tiempo, aunque reciba la sangre de mi amo-

por **Lucifer Morningstar** Vie Nov 04, 2016 5:10 am

Ah, el amor... curioso sentimiento al que incluso algunos animales se veían sometidos. La grandeza de los hombres fácilmente destruida por ese efímero sentimiento que al desvanecerse no dejaba más que el agrio sabor de la soledad. Lucifer sabía poco del amor, aunque fuera la emoción que durante más tiempo había estado observando. La mezcla de lujuria por un fugaz deseo carnal y el egoísmo por no querer morir solo, un temor que todos los humanos parecían compartir. Los hombres no dejaban de ser animales de costumbres y Yoltic no era distinto a ellos. Pudo leer la ignorancia en sus ojos, la falta de experiencia ante lo que ellos llamaban sentimiento puro.

-¿Qué sabe un ciego como tú de la eternidad? - respondió con una cándida sonrisa oscurecida por sus ojos, que clavados en Yoltic lo leían cual libro abierto. - Vives ahora un sueño dorado con ese hombre al que llaman Svein, tu mente no alberga nada más que el deseo ardiente de complacerle... ¿será siempre así? - Obtener almas era tan sencillo que a veces resultaba absurdo, no tenía ni por qué inquirir en los motivos o dar lecciones de vida, pero Lucifer siempre fue el hijo rebelde, el más curioso de todo elenco celestial. Tenía la imperiosa necesidad de poner todo siempre en duda.

Alzó la mano pidiendo una copa sin necesidad de romper el contacto visual con su nuevo cliente. - ¿Qué ocurrirá cuando, muerta la pasión, caiga la venda que te ciega y empieces a ser testigo de todos los defectos que forman a tu amado? ¿Cuándo crees que pueda ocurrir? Diez... veinte... cincuenta años... Llegará el día que eso ocurra y entonces, eso que estás pidiéndome, se convertirá en tu penitencia. No habrá promesa alguna de "el tiempo todo lo cura", porque en la eternidad no existe tiempo, únicamente soledad... - Tomó la copa recién servida y dio un sorbo para ocultar su ambigua sonrisa. - Dime, joven Yoltic, aún sabiendo eso... ¿estás dispuesto a firmar con tu sangre este trato por el que has venido?

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