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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Moira Landvik Sáb Ago 13, 2016 10:25 am

Tardamos en llegar a la cabaña un poco más de lo que estaba habituada, pero creí que tomarnos con calma el trayecto por los bosques era lo adecuado teniendo en cuenta que llevábamos a un bebé con nosotros.

Giré la vista hacia el jinete que cabalgaba a mi lado, y observé embobada a Reidar portando a su hijo sujeto a su pecho por unos pañuelos enormes que había encontrado, y que simulaban el modo de portar a los bebés que había visto en uno de mis viajes al continente africano. Las madres podían llevar siempre a sus hijos con ellas, y al mismo tiempo tener las manos libres para poder faenar. Reidar volvió la cabeza, y nuestros ojos se encontraron de nuevo mientras le regalaba una cálida sonrisa.

De por sí estar compartiendo nuestro tiempo era algo maravilloso, pero además verlo convertido en un padrazo en apenas unas horas me derretía por dentro. Quizás no me necesitase tanto como pensaba para cuidar al pequeño quillan; era capaz más que de sobra de ocuparse él solo, y de nuevo las dudas y el miedo se apoderaron de mí. No podía evitarlo; no estaba acostumbrada a que me ocurriesen cosas buenas, y la aparición de Reidar y posteriormente la de Lobbo, era demasiado perfecto para mí. Y tenía miedo de perderlo.

Desmontamos junto a la cabaña que parecía vacía. Quizás Erlend había salido a cazar o estaría con Ariyne, su prometida. Observé como Reidar desmontaba del caballo, y su gesto seguía siendo el mismo que al salir del hostal. ¿Qué era lo que tanto le preocupaba? Me había dicho que confiaba en mí, pero había algo...

- Cariño, jamás pondría en peligro la vida del pequeño quillan si eso es lo que te preocupa. Confío en Erlend más que en ninguna otra persona, y te aseguro que si existe una persona que jamás le haría daño a un niño ese es él. Sé que desconfías de los vampiros, pero si confías en mí sabrás que no te miento. Además, tú y Lobbo sois lo más importante para mí en esta vida, y eso es lo que a Erlend le valdrá. Porque al igual que yo velo por su felicidad, él lo hace por la mía.- le susurré a Reidar mientras acariciaba su mejillas y le daba un dulce beso en los labios. Miré a Lobbo que se había quedado profundamente dormido en brazos de su padre. Era una imagen tan tierna que quería grabarla a fuego en mi memoria.- Vamos dentro, encenderemos la chimenea para mantener caliente al pequeño. De todas formas, creo que ese encuentro tendrá que esperar.

Anduvimos unos metros hasta llegar a la puerta de entrada, que abrí con la llave sacada de mi bolso momentos antes, comprobando que Erlend había dejado un tronco en la chimenea para mantener la cabaña caliente cuando llegase el amanecer. Al entrar pude sentir su olor, y el sentimiento de hogar que había formado junto a él volvió a mí. Deseaba verlo para compartir mi felicidad con él, aunque por otra parte me daba miedo que me juzgase por lo que estaba a punto de contarle. Sabía que me diría que estaba loca, que solo lo conocía de una noche; más ¿que podía hacer al respecto? ¿Cómo hacerle entender que en una sola noche Reidar me había dado más que cualquier otro ser en toda mi vida? ¿Qué había conseguido hacerme sentir viva con sus caricias y sus palabras? No sabía como reaccionaría Erlend, pero ahora que estaba allí, sentí miedo no solo por su reacción, sino también por defraudarlo.

- Bienvenido a mi modesta cabaña.- sonreí mientras le abría la puerta a Reidar para que entrase con Lobbo y resguardarlo del frío de la noche parisina.- Quizás no sea lo que esperabas, es un poco pequeña y todo está un poco...desorganizado...

Abrí los ojos como platos al ver que había dejado toda mi ropa sobre mi cama la noche que acudí al baile, y que lógicamente Erlend no había guardado. Pero lo peor de todo no fue eso, sino la visión de mis braguitas sobre aquel montón de vestidos y enaguas que me había probado y que había dejado alli con la intención de recogerlo a mi regreso. Me apresuré a cogerlas antes de que Reidar las viese y esconderlas tras de mí, mientras me giraba y sonreía sonrojada. Que desastre; no me acordaba de como había dejado las cosas antes de marcharme.

- ¿Te apetece un té o alguna otra cosa?.- pregunté nerviosa tratando de disimular un gesto tan infantil que incitaba a la risa; aquel lobo me había visto desnuda, varias veces..y no solo esa era toda la intimidad que habíamos compartido, sonreí con picardía al recordarlo poniéndome más nerviosa si cabía, pero el hecho de que viese el desorden que tenía montado me daba vergüenza.- ¿Cuánta ropa más o menos tengo que coger?

Sabía que estábamos allí con el motivo de coger ropa para mí, quizás algo para dormir y mi neceser para mi aseo diario. Pero hasta ahora no había sido capaz  de preguntarle para cuanto tiempo debería coger ropa. Quizás porque aquella respuesta sería como la antesala del principio del fin; el saber que nuestra relación tendría fecha de caducidad ya marcada. Casi que prefería ir desnuda y así tener que evitar pensar cuando terminaría nuestro tiempo dependiendo de la ropa que cogiese.
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Mensaje por Reidar Landvik Dom Ago 14, 2016 9:06 am

Cabalgamos de forma sosegada por los bosques, el ligero trote del caballo pronto logro su propósito y la respiración de lobo se torno lenta y pesada.
Acaricie su pequeño rostro que contra mi pecho descansaba con los ojos cerrado y no pude evitar dedicarle una sonrisa.

Mis ojos pronto se encontraron con los de Moira que allí pegada a mi, cabalgaba despacio acompañándome en cada paso, era inconcebible la necesidad que tenia de ella, esa que casi sin darme cuanta se había creado en mi en tan poco tiempo que juraría podría ser efímero.

Ahora ambos nos dirigimos a su cabaña para que tomara algo de ropa para pasar unos días, días ilimitados en fecha e intensidad.
No sabia bien si era Lobbo quien lo había cambiado todo, posiblemente sin el, todo hubiera sido diferente, posiblemente las noches hubieran estado plagadas de alcohol, risas y diversión ,mas ahora ambos parecíamos dos padres preocupados por el futuro de su hijo.

Sonreí cuando desmontamos y nuestros labios se encontraron con pasión, escuche todas y cada una de las palabras que me dijo sobre ese inmortal al que parecía conocer muy bien, demasiado bien para mi gusto.
Podía sentir a la legua por como le brillaban los ojos lo especial que ese hombre era para ella y eso volvió a llenarme de dudas. Mas de nuevo guarde silencio siguiéndola hacia esa cabaña pequeña, que entre los arboles quedaba medio oculta de las miradas indiscretas.
-Un buen refugio -apunté mirándola de soslayo.

No sentía el aura de ningún otro inmortal que no fuera la de la propia dama que me acompañaba, mas pronto alcanzamos el umbral de la puerta que se abrió de forma sorda cuando Moira introdujo la llave en la cerradura.

Entramos en el interior que sin duda olía a hogar , no pude evitar que el olor a otro hombre inundara mis fosas nasales incomodandome ligeramente.
Mis ojos recorrieron de forma instintiva toda las cabaña, alcanzando a ver la ropa interior de esa mujer con la que estaba compartiendo mis días, desperdigada sobre la cama.
Vi como trataba de ocultármela, mas mis ojos se tronaron ámbar, quizás ella pensara que de pura pasión ,mas no fue eso si no el nítido pensamiento de saber que ese otro inmortal debía gozas de muy buenas vistas cada vez que se acostaba y levantaba.
Solo un tonto se creería que entre esos dos no había habido nada, y yo podía ser muchas cosa, mas inbecil no estaba en la lista de todas ellas.

Las camisolas de el estaba en el cesto de la ropa sucia, junto a sus calzones ¿también le hacia la colada?
Mi respiración ne agito, si , estaba celoso, posiblemente de celos infundados, de una posesividad que nos inculcaban desde pequeños, mas la idea de que otro la tocara, me molestaba.
Traté de calmarme buscando uno de los lechos donde tras desanudar los nudos del pañuelo deje a Lobbo para que descansara.

No tardo nerviosa en preguntarme que quería beber ¿te? En serio? Llevaba yo la noche como para tomar te.
-Un vaso de Whisky por favor -dije con cierta rotundidad mientras tomaba asiento en una de las sillas de la mesa de roble que presidia el comedor.

Para ese entonces creo que Moira ya se había percatado de lo sumamente incomodo que me encontraba allí, de la poca gracia que me hacia ver ese intimo hogar que compartía con otro hasta hace un día.
Su corazón no se me antojaba libre, y eso me molestaba de sobremanera.
Tome el vaso que apure de un trago frente a ella dirigiendo de nuevo mi mano para que me sirviera mas.
-Coge ropa para unos días, no lo se.
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Mensaje por Erlend Cannif** Lun Ago 15, 2016 9:22 am

El día dio paso a una flamante noche llena de estrellas, allí sobre mi reposaba todavía la calidez de aquel cuerpo escultural que junto a su olor a mar había mantenido a mis demonios en silencio.
Bese su pelo casi incapaz de moverme por no despertarla dispuesto a admirar de nuevo ese rostro que sin duda tenia que haber sido creado por el mismo Odin para encelar a su esposa.
Ni siquiera la mítica Freya se me antojaba valkiria suficiente comparada con esa amazona que me había montado hacia escasas horas.

Ensimismado en mis propios pensamientos vi como sus ojos se abrían para encontrarse con una sonrisa cómplice que busco sus labios con ternura.
-Buenas noches preciosa -susurré ahora si incorporándome ligeramente para enzarzar de nuevo nuestros labios en una pelea sin tregua que entre jadeos volvía a demostrarnos lo incapaces que eramos de no desearnos hasta hacernos arder.

-¿estas segura de que quieres que te la presente? -susurré contra su boca antes de separarla de la ajena para buscar sus ojos que nerviosos se hundían en los míos.
Asintió rozando mis labios provocativa, algo que me hizo sonreír de nuevo sin poder dejar de mirarla.

Pronto estuvimos sobre ese corcel negro que a Adaline tanto le gustaba, me encantaba escuchar su risa al cabalgar, su cuerpo tenso entre mis brazos y como no su oscuro cabellos jugueteando salvaje contra mi rostro evocando aquel olor a mar que tanto me recordaba a ella.
Su piel era puro deseo, mas al apoyar sus manos sobre las mías, aquel calor me hizo arder, aspire de nuevo su fragancia dejando escapar el aire en su nuca.
-Te deseo, no se si seré capaz de tener las manos quietas por mucho tiempo -bromeé volviendo a reír tras ella. -Sera una presentación rápida y te llevo a cenar a algún restaurante, entre las fuerzas que desgastaste ayer -dije con picardía consciente de la cantidad de veces que ella y yo nos habíamos entregado a la pasión. -y que me alimente de ti, debes estar hambrienta.

Yo también tenia hambre, no era necesario decirle que de ellas apenas había tomado nada, solo fue el acompañamiento al clímax que alcance, algo que fui incapaz de controlar pues estaba tan excitado en ese momento que mis instintos mas bajos me pidieron todo de ella.
El recuerdo de ese instante enrojeció mis ojos, ojos que no vio, mas si noto mi elevada virilidad golpeando su trasero a cada trote.
-Si, pensaba en ti, -afirmé cuando sus ojos me miraron y en sus labios se dibujo una picara sonrisa.

No tardamos en alcanzar aquella pequeña cabaña que sin duda ahora podía llamar hogar.
Desmonte del caballo de un salto y tome a Adaline por la cintura para hacer lo propio ocn ella.
-Tranquila vale, es una vampiresa, pero es inofensiva, no caza mortales...-aseguré al sentir su nerviosismo, aunque quizás no era por miedo a su inmortalidad si no por nervios a otra cosa.

Desvié la cabeza frunciendo el ceño al percatarme de que otro aura invadía mi hogar, una presencia muy distinta a la de Moira que también se encontraba allí dentro.
No olía a sangre, ni oía gritos, mas no pensaba quedarme inmóvil frente a ese lobo que sin duda no podía tener buenas intenciones si se había colado en mi casa.

Le indique a Adaline que guardara silencio con un gesto de mi dedo contra los labios y como alma que lleva el diablo entre en la cabaña arrasando con todo a mi paso.
El lobo a penas tuvo tiempo de reaccionar y pronto pendía del aire con su espada contra la pared de madera y su cuello entre mis dedos.
Gruño contra mi rostro con los ojos ámbar adentrándose en la inmensidad de mi roja mirada.
Alce la mano dispuesto a arrancar el corazón de aquel infeliz que se había atrevido a irrumpir en mi morada, capturar a mi mejor amiga y tener la desfachatez de esperarme.
Mas pronto sentí el filo de un cuchillo en el cuello que el propio lobo había colocado en un estúpido ademan de proteger su vida.
Imbécil, antes de que lograra sajar mi piel su corazón estaría preso por mi mano.
Lo que no espere es que Moira se lanzara contra mi brazo sujetándolo para que no lo dañara.
¿entonces? ¿no estaba presa? Eran amigos?
El desconcierto se apodero de mi, y mis ojos pronto buscaron los ojos rojos de Moira que con odio parecían clavarse en los míos.
Eso si que no lo esperaba, lo protegía a el, no había sujetado su mano para que el filo de ese cuchillo no me dañara a mi, si no que sujetaba mi brazo para que mi mano no alcanzara su corazón que ahora latía a mil por hora.
Afloje el agarre dejando caer al lobo al suelo, que aun gruñéndome con los ojos ámbar parecía no encontrar la calma.
-Tranquilo lobo, no sabia que ahora mi amiga jugaba con los de tu especie.

Le di la espalda caminando hacia la puerta donde por desgracia una Adaline aterrada presenciaba la escena.
-¿No he empezado con buen pie verdad? -le pregunté tomando su mano con suavidad para tirar de ella y pegarla a mi pecho -lo siento, si quieres podemos irnos ya, parece que Moira hoy esta ocupada.

Los ojos de la vampiresa se clavaban en mi espalda, era consciente de que tenia mucho que explicarle, mas creo que ella también me debía algún tipo de explicación a mi.
No tarde en escuchar la respiración del quinto invitado, un bebe que dormía en mi habitación.
Vaya, al parecer las sorpresas no terminaban, esto cada vez se tornaba mas interesante.

Unos pasos alcanzaron mis espaldas, mire de soslayo para encontrarme con el Lobo que ahora mas calmado extendía su mano en un intento de calmar el ambiente, creo que lo hizo por las dos damas que nerviosas nos miraban.
Sonreí de medio lado y estreche su mano.
-Reidar Landvik -dijo con orgullo en su voz.
-Erlend -dije hundiendo mis ojos ahora pardos en los suyos -Cannif -añadí tan orgulloso como el de mi apellido -¿quieres beber algo? Creo que ambos necesitaremos de mucho alcohol para pasar del mejor modo posible esta noche.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Adaline Cannif Lun Ago 15, 2016 5:05 pm

Si había una forma gloriosa de despertar esta tenía que ser reposando entre sus brazos, sintiendo su piel bajo mis manos que de inmediato se mezclaba con la temperatura de mi cuerpo, instándome a mover mis dedos suavemente sobre su pecho y constatar que no había soñado todo lo acontecido la noche anterior y parte del día. En mis labios se dibujaba una sonrisa, entre perezosa y fascinada en el momento en que elevaba mis ojos para encontrar ese rostro cincelado por los dioses nórdicos, rostro que volvía a arrebatarme el aliento y que nunca me iba a cansar de mirar. Mucho menos cuando él ya se había despertado y me observaba con sus tormentas fijas en mi que nuevamente me estremecían hasta lo más profundo de mi alma.

-Buenas noches mi señor.- respondí, cuando finalmente mi mente podía distraerse lo suficiente de su contemplación para ordenarle a mis labios que emitieran palabras. Me deslicé entre sus brazos, besando sus labios con ternura, sintiendo ese amor latente que hacía mi corazón latir por él y que me llenaba de una forma tan completa al buscar su boca en la penumbra de la gruta y besar sus labios en una batalla que nos incendiaba a los dos. Juntos éramos fuego puro que crecía ardiente y que no cejaría en la intensidad de sus flamas hasta que ambos combustionásemos bajo la fusión de nuestros cuerpos y nuestras almas. Pero estaba consciente de que en ese momento debía de ejercer el autodominio o de lo contrario terminaría cediendo a mis ansias de enredarme en su cuerpo y de no despegarme de él hasta que me regalase la intensidad de sus jadeos en medio de una pasión compartida que por mi parte, estaba haciendo un enorme esfuerzo para controlar.

-Por supuesto, es tu mejor amiga y deseo conocer todo de ti. Ella forma parte de ese todo y seguramente tendrá muchas anécdotas para narrarme acerca de tus andanzas.- respondí, entre risas, mientras recogía los jirones de lo que solía ser mi vestido, ahora desgarrado por la intensidad de nuestro encuentro. De alguna manera logré ponermelo algo mortificada por el hecho de que su amiga pensara que yo era una salvaje o una pordiosera. -En cuanto lleguemos podrías prestarme ropa tuya ¿no crees?- sugerí, con un mohín pícaro en los labios.

El viento soplaba fuerte en medio de la noche, lo cual animó mi espíritu mientras mis dedos se deslizaban suavemente sobre las crines de su montura. El corcel se puso de inmediato en marcha, ávido seguramente de ponerse en movimiento después de su quieta estadía en la gruta. Pronto dejamos esa gruta atrás, a la que volteé a ver un par de veces por encima de mi hombro, algo melancólica porque así lo hiciéramos, siendo sus paredes las únicas testigo de todo lo acontecido entre nosotros, pero abandonando ese sentimiento al reclinar mi espalda contra su pecho y cabalgar hacia aquella cabaña de la que me había hablado.

Me gustaba la sensación de ese recorrido bajo las estrellas, estas seguían brillando tan intensamente como la noche anterior, especialmente la constelación del cazador, a la que repentinamente le agradecí en silencio por haberme cumplido mi deseo, materializado en ese hombre que respiraba detrás de mi y que con la cercanía de su cuerpo me incitaba a pensamientos que apenas pude amortiguar al tomar una de las manos que dirigían al caballo, debajo de las mías y llevarla hasta mis labios para besar sus nudillos con fervor.

-Querido mío, no tienes la menor idea de que tan hambrienta estoy.- respondí, echándome a reír, consciente de que mi necesidad física buscaba el saciar su voraz apetito en él y no precisamente en el alimento que debería de haber ansiado más pero que quedaba relegado a segundo plano al sentir como su aliento chocaba placenteramente contra mi cuello, erizando sutilmente mi piel.

Ensimismada estaba en mis pensamientos cuando de ellos me sacó abrúptamente la dureza de su hombría, que pude sentir a cada galope del caballo y que hizo que sorprendida voltease a mirarlo con la ceja arqueada para escuchar que estaba pensando en mi. Le dirigí una sonrisa cómplice, rogando que llegásemos pronto o mi voluntad quedaría echa trizas y mis deseos me obligarían a fundirme con el inmortal en medio del camino.

Afortunadamente no faltaba mucho para llegar y poco fue el tiempo que transcurrió antes de que pudiese ver la cabaña guarecida bajo algunos frondosos árboles. La contemplé con curiosidad, antes de que él me tomase por la cintura y bajásemos de su corcel. Me agradó su fachada y mi curiosidad se agigantó a cada paso, así como mi nerviosismo. No estaba segura de por qué me importaba tanto causarle una buena impresión a su amiga, pero lo cierto es que lo deseaba con todo mi ser, que pudiésemos llevarnos bien, y que a ella no le pareciese mal lo que había nacido entre nosotros. Tuve que respirar profundamente el aire nocturno un par de veces antes de tener la suficiente decisión como para entrar en el lugar con la cabeza en alto, sólo que un movimiento repentino de mi acompañante me sacó de mis pensamientos para indicarme que guardase silencio.

Lo siguiente sucedió tan rápido que ni siquiera tuve tiempo de reaccionar apropiadamente a la escena. En un dos por tres, Erlend se había avalanzado sobre un hombre al que mantenía en el aire, agarrado del cuello como si fuera un muñeco de trapo y a quien pensé que estaba a punto de aniquilar, aunque el otro se defendió con rapidez, sacando un cuchillo que afortunadamente no llegó a accionar ya que una mujer, que rápidamente deduje que era Moira, se interponía entre ambos, logrando que se separasen, con lo cual me devolvió el alma al cuerpo.

Al parecer el otro hombre debía ser importante para ella, por la manera en que le defendió. Asumí que posiblemente alguien a quien prodigaba sentimientos fuertes, debido a la intensidad y la rapidez de su reacción, por lo cual únicamente pude sentirme identificada con la vampiresa.

Negué con énfasis cuando Erlend regresó a mi lado, sugiriendo que nos marchásemos. -De ninguna manera.- respondí, decidida a quedarme. Por supuesto el asunto había comenzado con pésimo pie, pero eso no indicaba que no pudiera enderezarse. Pasé una mano por mi cabello, haciendo caso omiso a mi aspecto y me adelanté para presentarme, primero ante la mujer que estaba cerca del otro hombre. Era una vampiresa de aspecto joven, muy atractiva, de mirada profunda y blanquecina piel que contrastaba a la perfección con su cabello castaño.

Clavé mi mirada en ella y sonreí amistosamente, extendiendo mi mano para presentarme. -Soy Adaline, es un gusto conocerte. Erlend me ha dicho que eres su mejor amiga. Sabrás disculpar el exabrupto acontecido entre él y tu invitado.- Miré en dirección a aquellos dos que al parecer, mostrábanse ya conciliadores, alejando así cualquier nerviosismo nuestro ya que con la misma velocidad con la que estaban a punto de arrancarse la cabeza ahora se estrechaban las manos. ¿Alguna vez dejaría de asombrarme la rapidez con la que los hombres podían cambiar de actitud frente al otro? Afortunadamente algo sabía de eso, debido a mi convivencia con Gael.

-También es un gusto conocerle.- añadí, desviando mi mirada hacia el otro hombre, a quien igualmente tendí mi mano, encubriendo el hecho de que el que Erlend le hubiese llamado "lobo" me produjese bastante inquietud, especialmente porque fuese uno de su especie el causante de una de mis mayores pérdidas, pero no era yo alguien que cortase a todos con la misma tijera, y realmente deseaba que la velada conservase un tono amistoso.

-Creo que todos podríamos apreciar un buen trago.- indiqué, inspeccionando el recinto con la mirada antes de dirigirme a una pequeña despensa sobre la cual acababa de ver un par de copas, lo cual me hizo creer que guardaba en ellas algunas botellas. Abrí sus puertecillas y mi vista se vio agraciada con el contenido que era precisamente el que buscaba. No tardé en alzar un par de botellas en mis manos. -¿Alquien puede indicarme donde conseguir cuatro vasos?-
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Moira Landvik Lun Ago 15, 2016 6:19 pm

Observé como Reidar soltaba a Lobbo de su pecho dejándolo sobre la cama de Erlend, para que continuase con su sueño; al tiempo que no perdía detalle de la cabaña. Estaba todo hecho un desastre. La ropa mía y la de Erlend estaban esparcidas por doquier. No sabía que concepto debía estar formándose en su mente, pero desde luego no sería bueno.
La incomodidad de Reidar era palpable, y yo no sabía que más hacer. Quizás la copa de whisky que le acababa de servir lo relajaba mientras yo preparaba mi maleta. No negaré que sus palabras me resultaron dolorosas.

No le había mentido; sabía que vivía con un amigo, y lo lógico era que lo conociese, ¿no? De pronto ese tono de voz tan hechizante se había convertido en cortante e impersonal que se me clavaba en lo más profundo de mi ser. Lo mejor sería terminar allí cuanto antes y volver al hostal. Quizás así se le pasase ese enfado tan repentino que tenía conmigo y que no sabía muy claro el por qué.
Pero como no, lo que planeo y lo que luego sucede no iba a coincidir tampoco esta vez. Escuché como la puerta de la cabaña se abría de golpe y Erlend aparecía como un rayo dirigiéndose con ferocidad hacía Reidar, emperchándolo del cuello y amenazando lo que sabía que venía a continuación; arrancarle de cuajo lo que yo más amaba, su corazón. Joder,   tenía que haber pensado que aquello podría pasar.

- Erlend no.- grité corriendo hacia su encuentro colocando mi mano sobre su brazo y colocándome junto a Reidar, que blandía un cuchillo frente al cuello de Erlend. Sabía lo que acababa de hacer; acababa de posicionarme del lado de Reidar, contra Erlend, mi mejor amigo. ¿Pero cómo no hacerlo si amaba al lobo por encima de todo? ¿Si daría mi vida eterna por él si fuese necesario?

Sabía que mis ojos eran rojos en aquel momento, al igual que los de Erlend, que tras cruzar nuestras miradas supo perfectamente lo que pasaba. Me conocía lo suficiente para saber que había algo allí especial. Jamás había llevado a nadie a la cabaña, ni le había presentado a ningún hombre. Su comentario me dolió, pero quizás me lo merecía por haberme puesto en su contra.

Miré el umbral de la puerta hacia donde Erlend se dirigía, y hablaba con una mujer. Lo miré confusa. Sabía que no debía traerse la cena a casa; más algo se me antojó distinto en ellos. El gesto de ella sobre su pelo me hizo ver que había algo íntimo entre ellos.

- ¿Estás bien?- pregunté a Reidar antes de que éste saliese tras Erlend para presentarse en un tono un poco más amigable.
Enarqué una ceja confundida al ver como aquellos dos pasaban de un extremo a otro. "Primero nos matamos y luego nos tomamos unas copas juntos". Negué con la cabeza; luego decían que las mujeres éramos volubles.

La mujer que acompañaba a Erlend se acercó y me tendió la mano con cortesía. Era una muchacha hermosa de cabellos castaños y ojos penetrantes.
- Yo soy Moira. Encantada de conocerte. Tranquila, estoy acostumbrada a este tipo de arrebatos..- una serie de imágenes que hubiese preferido no ver llegaron a mi mente al estrecharle la mano. Sonreí con disimulo mientras mi mirada se clavaba en Erlend. Teníamos mucho de lo que hablar.
Estaba tan acostumbrada al bloqueo mental de los demás sobrenaturales, que no me esperaba tener que bloquear la mía para no ver todo lo que rondaba en la cabeza de aquella mujer.

- Los vasos están allí.- dije señalando el armario que los contenía,todavía confundida por lo descubierto de aquella forma tan inusual en mí. Quizás debería pedirle perdón.- Seguro que a todos nos viene bien un trago.

Y después de lo visto, mi copa que fuese doble. Y encima era la hermana de Gael. Que los dioses nos pillasen confesados; a ellos por lo hecho, y a mí por cómplice.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Reidar Landvik Mar Ago 16, 2016 3:45 am

Casi al tiempo que percibí el aura de ese inmortal, la puerta se abrió de golpe como si de un vendaval se tratara no dándome casi tiempo a reaccionar pues pronto sentí unas manos fuertes que me alzaban empotrándome sin miramientos contra la pared.
Tiempo justo es el que tuve para sacar el cuchillo con el que hacia escasas horas Lobbo había estado jugando y colocarlo en su yugular desafiante acompañando asi a mis gruñidos y mi gesto que lejos de acobardarse por el suceso estaba dispuesto a plantarle cara.
Que tenia las de perder era obvio, aquel hombre tenia un aura fuerte como pocas había conocido antes, y su mano en alza caería sobre mi pecho desgarrándome sin miramientos.
Mas mi orgullo de lobo me obligaba a morir luchando, y así lo haría si ese era el destino que los dioses habían establecido para mi en ese día.

Moira se interpuso en ese sino, pues aferro el brazo del inmortal con fuerza, podía verla suplicar en su mirada, creo que consciente de que de quererlo podría acabar con ambos, mas la mirada de el rasgo mi pecho mas de lo que sus manos lo hubieran echo.
Estaba confundido, como si no esperara que Moira me defendiera a mi y no a el, para ese entonces mis dudas se disiparon ellos no eran solo compañeros de cabaña o al menos no lo habían sido, algo mas personal inundaba aquellas miradas desafiantes que se prodigaban.

Y como vino se fue, dejándome caer al suelo con unas palabras que restaban importancia a mi existencia para darme la espalda con desprecio, como si ni siquiera me creyera justo rival para tener la menos precaución sobre mi.
Confieso que gruñí de pura indignación, mas pronto caí en la cuenta de que mi hijo dormía en la habitación de al lado y que tener a esa bestia en mi contra no facilitaría que abandonáramos esa casa todos con vida.

Ademas la mujer que lo acompañaba, una mujer preciosa a decir verdad, miraba la escena asustada, sin duda esto no era lo que ellos tampoco habían planeado para esta noche.
Moira corrió a mis brazos preguntándome por mi estado, confieso que estaba molesto, cabreado no solo porque ese vampiro hubiera sacudido mi orgullo si no porque Moira no me hubiera puesto de sobre aviso sobre lo que con el había o seguía teniendo.
Así que me limite a afirmar con la cabeza para caminar tras el vampiro que ahora acariciaba con dulzura a la humana que entre sus brazos parecía alcanzar la calma.

Las dos caras de la misma moneda en un hombre peculiar sin duda.
Extendí mi mano para presentarme, mano que el inmortal acepto de buen grado suavizando el gesto.
Presentaciones echas tuvo la mejor idea de todas, beber, sin duda eso lo solucionaba todo uy yo ya había empezado hacia un rato.

Caminamos entre risas hacia la mesa para servirme otro vaso de aquel whisky irlandés que reposaba sobre la mesa de madera de roble llena de betas.
Desvié mis ojos hacia las dos damas que hacían lo propio entre ellas presentándose con cordialidad.
-Deberíamos aprender de ellas, se presentan con dulzura aunque con el tiempo se despellejen sin vehemencia. -bromee mirando al vampiro que parecía algo nervioso con sus ojos fijos en los cuerpos de esas dos mujeres.

Pronto la humana camino hacia la cocina para coger dos botellas de alcohol, algo que sin duda nos iba ha hacer mucha falta y Erlend la siguió cuando pregunto por los vasos, supongo que no solo para ayudarle con ese quehacer pues estaba claro su forma de mirarla.

Tomé el vaso de Whisky y lo acerque a mis labios para dar un sorbo mientras buscaba con la mirada a Moira que del mismo modo parecía buscar la mía completamente perdida.
Extendí mi mano conciliador para que la tomara y se sentara junto a mi, a mi también me abrasaba la distancia que nos separaba y aunque posiblemente todos teníamos mucho de lo que hablar, no era ni el momento ni el lugar.
-Tratemos de pasarlo bien -susurré con cierta complicidad.
Podía notarla nerviosa ¿quizás le molestaba que Erlend estuviera con otra?
Intente alejar esos pensamientos de mi cabeza, nunca fui un hombre inseguro, mas algo no me cuadraba de todo aquello.
-¿Pedir algo de comer seria ya demasiado no? -bromeé tratando de relajar el ambiente mientras rodeaba con mis brazos su cintura para sentarla sobre mis piernas -es lo malo de ir a la casa de dos vampiros.

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Mensaje por Erlend Cannif** Mar Ago 16, 2016 4:21 am

Adaline se negó a irse, algo que no me extraño de ella, pese a que yo sabia que su estancia con un lobo después de lo que me había contado seria mas que complicada.
Si ella hacia esfuerzos por mi ¿no era justo que de igual modo yo los hiciera por ella?
Me gire para estrechar con sinceridad la mano de aquel lobo, que por sorpresa , y mostrándome así la seguridad que albergaba su alma dejo aparte ese orgullo tan arraigado en su especie para emprender las presentaciones que marcarían el principio de la noche.

Caminamos hacia la austera mesa del comedor donde al parecer el lobo ya había empezado con su periplo de beber, algo que sin duda a mi no me vendría nada mal.
No pude evitar que mis ojos siguieran nerviosos la figura de aquella mujer que me volvía loco, no solo porque ahora mismo ansiaba tenerla entre mis brazos, si no porque me ponía nervioso no haberle explicado que entre Moira y yo hubo en otro tiempo un encuentro sexual, que si ahora carecía de importancia, si había significado para ambos mas de lo que aparentábamos y que nos había llevado a ser los grandes amigos que hoy éramos.

Mi perdición camino decidida hacia la cocina en busca de alcohol, la mejor idea de la noche, mientras el lobo sonreía diciéndome que deberíamos aprender de nuestras mujeres.
Razón no le faltaba.
-Pero entonces no seriamos hombres, mejor te despellejo ahora y tras unas copas nos convertimos en amigos ¿te parece? -bromee antes de caminar tras mi preciosa humana para ayudarle a buscar esos vasos.

Entre en la cocina tras ella hundiendo mi mirada en sus ojos castaños, sus manos sostenían dos botellas, así que una picara sonrisa inundo mis labios cuando la acorrale contra la encimera con mis manos en busca de esos labios que me volvían loco.
-¿vasos? -Susurré desconcentrado contra su boca antes de perderme en ella enredando nuestras lenguas de forma desesperada.
Mis manos acariciaron su cuerpo, que con cada roce reaccionaba buscándome, haciéndome arder de deseo, mis ojos se tronaron fuego contra su piel.
Arrastré mis labios por su mandíbula dejando que un jadeo escapara contra su cuello al alcanzar su yugular.
-Min doom -susurré alzando la mano para abrir un mueble aun pegado a ella y hacerme con tres vasos pues el lobo ya iba servido.

Relamí mis labios conservando su sabor en mi boca para poco después volver a separar nuestros cuerpos que ardientes se necesitaban como la tempestad que no encuentra calma.
Juntos volvimos al salón donde Moira reposaba sobre las piernas del lobo.
Creo que si hubiéramos vuelto a la cocina tampoco nos hubieran echado de menos.

Tomamos asiento junto a ellos empezando a servir los vasos bastante cumplidos de aquel licor que pronto animaría el ambiente si es que no estaba ya de por si suficientemente animado.
-Reidar tiene razón, si no queremos tener que llevar a nuestros acompañantes a rastras deberíamos traerles algo de comida, o quizás tras unas copas podríamos ir a un restaurante a que coman algo.

Mire a los otros tres interlocutores esperando que la idea no les pareciera descabellada.
Lleve mi mano al vaso que agote de un trago sirviéndome de nuevo, mientras mi otra mano acariciaba sin piedad el muslo de Adaline abrasándome con cada gesto las yemas de mi piel mas confieso me resultaba imposible mantenerme lejos de ella, y aunque pareciera absurdo no tocarla ya era suficiente lejanía para mi.

Era extraño, algo mágico, una sensación completamente nueva lo que me orillaba a ella, a su piel, a su cuerpo y a sus labios.
-¿Y bien? O los dos hemos tenido la misma idea de hacer las presentaciones en una misma noche ¿o has venido por otra cosa?
Sabia la respuesta, pues la maleta estaba preparada, la había visto nada mas entrar, así que imaginé que ese día seria nuestra despedida, Moira se iba ¿pero donde?

Mi hogar desaparecía frente a mis ojos, había compartido esa casa con ella durante unos meses y ahora la idea de vivir solo como siempre había echo me desagradaba en lo mas profundo de mi ser.
Aun así guarde silencio porque cada uno elegía su camino, ella parecía tener ya trazado el suyo con ese lobo y el bebe que sobre mi lecho parecía descansar en un sueño profundo.
Yo todavía daba pinceladas a ciegas sobre un sino que se me hacia cuenta arriba, mas algo si sabia, era incapaz de no amarla, la quería con la fuerza de los mares, con la de los volcanes en erupción, con la de los ciclones que todo lo devastan y si eso era nuestro amor, algo que me arrancaría el alma y me llevaría al abismo, que así fuera porque la quería, la quería de un modo imposible, inadecuado pero veraz.
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Mensaje por Adaline Cannif Miér Ago 17, 2016 10:35 am

Moira se presentó a su vez, aseverándome que ya estaba acostumbrada a ese tipo de escenas lo cual provocó que en mis labios se dibujase una sonrisa ladeada, imaginando que mi vikingo estuviese acostumbrado a actuar primero y preguntar después, cosa que me encantaba, por muy arrebatado que pudiese ser. El era una tormenta desatada y yo no me quedaba atrás, por lo que sabía que habríamos de colisionar muchas veces, aunque para alejar cual pensamiento lujurioso que dichas ponderaciones traían a mi mente, dirigí mis pasos a la alacena que la vampiresa me señalaba.

Entré en la cocina, aún con ambas botellas en mis manos, completamente tomada por sorpresa por la aparición de Erlend que abruptamente me acorralaba, logrando que mi sangre corriese vertiginosamente por mis venas y que mis labios le buscasen enseguida, tan necesitada estaba de ellos como del mismo aire que necesitaba para sobrevivir. Respondí intensamente a su beso, gimiendo suavemente cuando sentí sus manos sobre mi cuerpo, incendiándome otra vez, logrando que mi mente se obnubilara de puro deseo, presa no solo de sus labios sino de ese afán que nos recorría de la cabeza a los pies cuando estabamos cerca y que nos compelía a ceder a la necesidad de tocarnos.

Suspiré cuando lo vi sacar los vasos de la alacena y me recompuse con toda la rapidez de la que fui capaz, con el corazón aún estremecido al escucharle llamarme Min Doom.

Una vez de vuelta en el salón tomé asiento en la mesa, a su lado y frente al lobo y Moira. Él la rodeaba con sus brazos por lo que fácilmente se comprobaba la teoría de que había algo fuerte entre ellos. Descorché una botella para comenzar a vertir el contenido en los vasos reflexionando en que quizás no debería de sentirme tan inquieta por la presencia de un licántropo, aunque la sensación no dejaba de estar allí. Sin embargo, algo había en el ambiente que me serenaba y me llenaba de buen humor.

-Voy a secundar el pedido de Reidar y aceptar la propuesta de Erlend de salir a buscar comida, o de lo contrario, me temo no llegar al final de la velada.- La verdad es que el estar mencionando alimento comenzaba a recordarme que no había probado bocado desde el día anterior y la idea de hincar el diente en algo jugoso me parecía irresistiblemente atractiva.

-¿Qué tal si brindamos por las primeras presentaciones y los nuevos amigos?- Alcé el vaso e hice un ademán para que los demás alzaran el suyo y chocásemos los cristales. Erlend dirigió una pregunta a la vampiresa por lo que me distraje un momento mientras ella respondía. Eso me distrajo y también la forma en que la mano del inmortal comenzaba a frotarse vehementemente sobre mi muslo, acalorándome por momentos y orillándome a querer arrancarle la ropa a pesar de que no estábamos solos.

Disimulé mis ansias tomando algo del ardiente whisky y lanzando miradas de reojo hacia él, maravillándome con lo infinitamente atractivo que era y con la manera tan sencilla en la cual el tacto de sus dedos lograba abrasarme. Sabía que ambos teníamos que contenernos para mantener la distancia que ni nuestros cuerpos ni nuestros corazones deseaban prolongar y mientras reíamos en la mesa sentí que mis latidos volvían a latir con fuerza.

Las palabras intercambiadas en la gruta regresaban a mi memoria al igual que la forma apasionada en la cual habíamos hecho el amor, por lo cual bastaba mirarle para que volviese a sentir todo aquello, bastaba cada segundo para reforzar en mi la seguridad de que le amaba con toda la intensidad de cada fibra de mi ser y el tenerle a mi lado me resultaba irreal.

-Tenía muchos deseos de conocer a alguien cercano a Erlend, que le conociese bien, y que me contase un poco más sobre él.- dirigí mis palabras a la vampiresa que estaba algo distraída con su hombre, lo cual hizo que devolviera mi atención al mío, llevando mi mano hasta la de él. La froté suavemente antes de redirigir mis caricias hacia su pierna, lentamente hacia su interior, y detenerme a rozar su virilidad con mis dedos, que ágiles y nada cautos serpentearon para distraerse acariciándole por debajo de la mesa mientras un brillo travieso se reflejaba en mis ojos.
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Mensaje por Moira Landvik Miér Ago 17, 2016 11:52 am

Erlend siguió a su humana hacia la cocina para buscar los vasos que necesitábamos, mientras yo buscaba perdida la mirada de Reidar. Necesitaba sentirlo cerca; necesitaba sentir de nuevo esa forma de mirarnos que para mí era única. Y mi lobo no me decepcionó. Sus ojos buscaban también los míos mientras bebía de aquel licor que ahora yo tanto necesitaba. Extendió su mano hacía mí, y yo la acepté con gusto. Buscando la calidez se su piel y de su brazo que tanto me reconfortaba. Me pegué a su cuerpo dándole un sentido abrazo.
Ahora más que nunca necesitaba sentir su cuerpo junto al mío. El haberlo notado tan raro desde nuestra llegada a la cabaña me había preocupado sobremanera, pero ahora parecía relajarse un poco.

- Mientras tú estés a mi lado todo ira bien.- susurré buscando sus labios en un dulce beso, mientras me sentaba sobre sus rodillas tras sentarse él en una silla del comedor.- Eso es lo malo de los vampiros, si...aunque si quieres, puedes comerme a mí.

Sonreí traviesa mientras posaba mi brazo sobre su hombro. Adoraba a aquel lobo por encima de todas las cosas, y en momentos así, en los que me sentía tan perdida, era su mirada la que me alumbraba mi camino.

Erlend y Adaline volvieron de la cocina con los vasos para tomar asiento junto a nosotros con una sonrisa cómplice en los labios. Después de lo que había visto en los recuerdos de la muchacha pude entender en parte lo que los llevaba a estar así. Y me alegraba por Erlend, jamás lo había visto tan relajado y feliz. Ni siquiera cuando estaba con su Ariyne, su prometida. Parecía como si la presencia de ella apaciguase sus demonios; Erlend se merecía ser feliz, fuese con quién fuese. Me alegraba de que lo dos hubiésemos encontrado a esa media naranja que no llenaba por completo, aunque en mi caso fuese temporal.

- Me parece buena idea llevarlos a cenar después, aunque tampoco podemos demorarnos mucho.- dije mientras pensaba en que el pequeño quillan tenía que despertarse y luego lo mejor sería acostarlo en su cuna para que descansase. Además, Reidar tampoco había parado en todo el día, y teniendo en cuenta de que la noche anterior tampoco había dormido nada, tenía que descansar. Eso me dejaba poco tiempo para disfrutar de ese cuerpo hecho para el pecado después

Sonreí ante la energía que despertaba Adaline; la alegría de demostraban sus ojos y lo contagiosa que era. Alcé mi copa para brindar todos por nuestro encuentro. Sentía a Erlend tranquilo, sonriendo, sin estar tenso por lo que decía y por hacía, y aquello me gustó. Por una vez en mucho tiempo veía a mi amigo plenamente feliz.

- ¿Quieres saber cosas sobre Erlend? .- reí a carcajadas mientras los miraba a ambos.- ¿En plan de que ronca como un demonio y que habla en sueños? O..¿prefieres saber otro tipo de cosas más...comprometidas?

Sonreí divertida mientras clavaba mis ojos en Erlend. Era un gran amigo, y sabía que no diría nada malo de él, aún así, interrumpió mis pensamientos sobre que más contarle a Adaline para picarlo un poco más, y me preguntó sobre la razón de nuestro encuentro. Estaba claro que a Erlend no se le pasaba nada por alto.

- Un poco de ambas.- sonreí con dulzura mientras miraba a Reidar de nuevo, haciéndole saber lo que sentía por él, después me dirigí hacia la pareja que esperaba mi respuesta.-Quería que conocieras a Reidar, porque es alguien importante para mí. Además, veníamos para recoger algo de ropa; porque voy a pasar unos días con él mientras esté en París. Supongo que cuando él vuelva a Noruega, volveré.

Y ese pensamiento que sabía que debía controlar abordó mi mente. Amor con fecha de caducidad, me dije. Solo unos días y después...después mi alma se iría con él. Miré de nuevo a Reidar, tratando de emitir de nuevo una sonrisa, aunque esta vez la tristeza me impedía que fuese en su total plenitud. ¿Cómo podía echarlo tanto de menos si aún no había partido?

- Si me disculpáis..- me puse en pie para ir a buscar al pequeño quillan que renegaba en la cama.
Cogí al pequeño en brazos, que se alegraba de verme, pues se puso a palmotear mientras me cogía del pelo divertido. Pude ver lo que le había despertado, y me sobrecogió el corazón. No era justo que un niño tan pequeño.
Regresé junto a los demás con el niño en brazos, y me senté de nuevo en las rodillas de Reidar.

- Se ha despertado porque estaba soñando con el asedio a su pueblo. Fue horrible. Pobrecillo.- expliqué mientras le sonreía al pequeño y le besaba en la mejilla. No me percaté de que miraban confundidos mientras decía estas palabras.
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Mensaje por Reidar Landvik Miér Ago 17, 2016 12:42 pm

Pronto el inmortal y la humana volvieron de la cocina, podían tratar de disimular lo evidente pero por el modo que se miraban sobraban las palabras, sonreían buscándose la mirada de una forma cómplice, su estado de animo parecía pleno, como si con su simple presencia tuvieran mas que de sobra para el resto de la eternidad.

Acaricie la cintura de Moira mientras mis labios se posaban en su cuello marcándolo ligeramente con un suave mordisco.
La actitud de la pareja que acababa de sentarse en frente me confirmo que aunque estaba seguro de que entre ambos inmortales había existido una historia hoy solo quedaban resquicios de ese cariño, si no hubiera sido imposible que la mano de Erlend jugueteara con la pierna de su amada sulfurandola con cada roce.
Así como seria imposible que la mano de Moira y la mía sobre la mesa se acariciaran sin tregua uniéndonos en uno.

Todos parecían secundar la idea de ir de cena, agradecí a los dioses que así fuera, estaba francamente hambriento, llevaba sin probar bocado desde la noche anterior, desde ese bocadillo que me supo a Gloria, de echo juro que hasta la papilla de mi hijo me había olido de maravilla mientras Moira se la daba.
-Señorita Adaline, yo tampoco creo que pudiera acabar la noche sin llevar un bocado a mi estomago.

Podía sentir cierta incomodidad en su ser por mi presencia, aunque creo que la presencia del inmortal pegado a ella lograba que la felicidad la embriagara haciendo que eso pasara por alto.
Rei cuando Moira dijo que nos tendríamos que ir pronto, que apenas había descansado en estas noches.
-es cierto, tengo a mi Hermana en el Hospital, el día lo paso allí, y la noche con Moira, así que el descanso en París se ha convertido en una utopía.

Alzamos las copas para brindar, Adaline brillaba con efusividad, destilaba energía, algo contagioso sin duda.
Apure el vaso tras el brindis mientras escuchaba a la preciosa vampiresa que sobre mi regazo descansaba hablar de su amigo.

-Espero que no digas lo mismo de mi -bromee posando mi frente por unos segundos en su espalda -aunque creo que no has tenido tiempo de oírme roncar.

Era cierto, en el tiempo que llevábamos juntos yo no había dormido ni una hora, sus piernas me habían tenido demasiado ocupado en otros menesteres, algo que me hizo sonreír con picardia mientras mis ojos se tornaban ámbar por el recuerdo de su olor y de su sabor.
Pronto sentí las irrefrenables ganas de volver ha hacerla mía.

Parpadee varias veces para que mis ojos tornaran a la calma, mientras de nuevo acompasaba mi risa a la de los invitados.
Erlend y Moira se miraban en ese momento en el que Moira le explicaba que se vendría conmigo unos días hasta que yo partiera hacia Noruega, pude ver que Erlend ya se imaginaba que se iba, eso no le sorprendió mas si la segunda parte, la de que me fuera a ir de allí, su gesto se torció por un instante.

Pero esto fue interrumpido por el pequeño Lobbo que en su lecho se movía inquieto, estaba a punto de levantarme cuando Moira que estaba sobre mi se adelanto, trayendolo entre sus brazos mientras el muy sinvergüenza reía a carcajadas.
Moira aseguro que lo que lo habia despertado de tan placido sueño era el asedio a su pueblo, un enorme pesar me invadió, el mismo asedio que sufría el mio mientras yo disfrutaba de esta agradable velada.
Mis ojos volvieron a tornarse ámbar como la miel mientras tensaba el gesto y apretaba el puño furioso, sintiéndome no solo impotente si no incapaz de hacer mas de lo que hacia, que a efectos de todos tenia que ser nada.

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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Erlend Cannif** Miér Ago 17, 2016 1:31 pm

Alcé la copa para brindar perdiéndome por un instante en aquella mirada parda que me había hecho preso desde que la conocí, aun podía ver en el brillo de sus ojos la constelación del cazador resplandecer vigorosa como lo hacia en la playa cuando nuestros cuerpos orillados sin tregua se convertían en uno animados por los elementos que voraces non invitaban a devorarnos.
-Por nosotros -susurré antes de llevar el vaso a mis labios para dar un profundo trago de aquel whisky Irlandes.

Pronto sentí la mano de mi amada paseando por mi entrepierna, entreabrí los labios buscando sus ojos picaros mientras mi falo se endurecía cuando con un simple roce lo toco.
Mordí mi labio tratando de ocular lo que mis ojos delataban.

No tardo mucho Moira en empezar a contar anécdotas sobre mi, sonreí divertido hundiendo mi cabeza en el pelo de Adaline, aspire su aroma con los ojos cerrados mientras negaba completamente excitado por como me acariciaba.
-Es una mentirosa -bromee contra su cuello antes de separarme de aquella piel que era mi perdición, donde deposite un suave beso -díselo Adaline, dile que no ronco.
Fruncí el ceño haciendo una infantil mueca desviando mis ojos hacia Moira.
-Y mucho menos hablo en sueños. Aunque creo que esas anécdotas son lo mejor que a encontrado de mi. -Añadí entre risas volviendo a desviar mis ojos hacia los de Adaline.

Como se podía ser tan bella, como lo hacia, ni un solo demonio había gritado en toda la noche, nada, silencio, paz y felicidad, eso representaba para mi esa mujer de cabellos oscuros como la noche y sonrisa infinita como el día.

Sus dedos seguían enredados en mi pierna, rozando despiadada la dureza de mi sexo, lo que llevo a mis dedos a adentrarse un poco mas en su ser, quizás demasiado, la mire de reojo y casi se me escapa una carcajada cuando alcance su sexo que roce con mis dedos divertido haciendo a un lado sus braguitas.

Los ojos de ella me buscaron incrédulos a lo que me encogí de hombros sonriente, lo hubiera acompañado de un “se siente” pero la verdad hubiera resultado demasiado evidente para los otros dos tórtolos.

Moira confirmo en ese instante lo que yo ya sabia, que se iba de la cabaña dejándome solo, prometía volver cuando el lobo se fuera ¿entonces?
Conocía a mora, ella no era una mujer de relaciones breves pero intensas. Esa mujer se entregaba en cuerpo y alma, y ahora allí sobre ese lobo la veía feliz, mas de lo que conmigo jamas hubiera sido.

Juro que me alegraba por ella, a fin de cuentas yo la quería, quería su felicidad, y algo me decía que ese lobo la dejaría echa trizas si se marchaba.
Conocía algo de las leyes de la manada, un lobo alfa y una vampiresa, todo su sino abocaba al fracaso.
Mas mi situación no era mucho mas fácil y allí estaba enamorado de esa humana a la que acariciaba sin tregua por debajo de la mesa.

-Yo también soy del norte, de Noruega como tu, allí los bosques son bellos, los lagos, los mares, no hay nada en Noruega que no te invite a volver, entiendo que tu patria te llame pomo me grita a mi, pero..¿y Moira?

Si había sido muy directo, posiblemente eso ellos ya lo tuvieran hablado, pero acaso no tenia yo derecho a protegerla.
-¿Sabes lobo que si la haces llorar no tendrás bosque en Noruega donde esconderte verdad?

Mis caricias cesaron solo el instante en que la amenaza salio de mi boca.
Mas pronto esta quedo en nada pues tras beber otro vaso mas de aquel Whisky el pequeño hijo del lobo se despertó y Moira corrió hacia allí para volver con un sonriente bebe en sus brazos.

No pude evitar admirarla con ese pequeño ser lleno de vida, la maternidad le sentaba bien la dotaba de la misma vida que Adaline y su calor me daba a mi.
En parte un sentimiento de celos me invadió, yo fui padre y no pude ni sujetarlo entre mis brazos, ahora, nada volvería a convertirme en ello.

Moira aseguro que el pequeño se había despertado pro el asedio de su pueblo, en ese preciso instante comprendí que Moira tenia ese poder de leer mentes.
¿que habría visto en Adaline? En mi nada, pues la mía estaba bloqueada a esas magias.

Mis ojos se desviaron hacia el lobo, su aura aumentaba, sus ojos eran ámbar, su gesto tenso y su puño cerrado sobre la mesa denotaba que la inquietud de su hijo era compartida.
-Reidar relájate -le pedí sacando mi mano del muslo de Adaline para abrazarla, sabia que ahora estaría asustada, el juego en ese caso acababa, así que tire de ella para subirla sobre mi ofreciéndole el abrigo de mis brazos mientras el lobo se calmaba poco a poco.
-¿que pasa? -pregunté mirando a Moira y Reidar?

Deposité tiernos besos en el hombro de mi chica mientras mis dedos acariciaban su cintura con suavidad.
-Te quiero -susurré en su oído elevando mis labios hasta este -si en algún momento estas incomoda dímelo y nos vamos, se lo que esto supone para ti y necesito que estés bien.
Era cierto, nada en este mundo me preocupaba mas que su bienestar. La amaba de un modo desmesurado, ilógico, apenas la conocía, pero era como si estuviera echa para completarme, como si ella fuera una estrella, la estrella justa que le faltaba a mi constelación.

Sabia que alguna preocupación recorría la mente de ese lobo, y ahora si de verdad estaba con Moira, si ella lo amaba como parecía, su problema se convertía en el mio.
-Dime Reidar ¿que asedia tus bosques?

Desvié mis ojos hacia el pequeño que luchaba por venir a donde Adaline y yo estábamos creo que motivado por el mandgo de la espada que a mis espaldas reposaba sobre la silla.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Adaline Cannif Jue Ago 18, 2016 6:36 pm

Había que admitir que me encantaba atormentar a mi apuesto vikingo, por lo que ni mis dedos le dieron tregua ni mi voluntad evitó que estos continuaran acariciando su virilidad, que de inmediato respondía ante mis caricias. Mis labios se detuvieron en el borde del vaso notando como tornábase esta dura bajo mi acoso lo cual hacía que entrecerrara mis ojos, soñando despierta con la posibilidad de arrancarlo de esa silla para que diéramos rienda suelta a nuestros bajos instintos y que su hombría se deslizase muy dentro mío, algo que rogaba por que sucediera antes de que terminara la noche.

Mi mirada continuó fija en la vampiresa, ávida como me encontraba de conocer aquellas anécdotas acerca del objeto de mi amor, aunque no pude evitar soltar una carcajada cuando me hablo acerca de sus ronquidos y de su tendencia a hablar en sueños. Mi mano libre acarició el cabello oscuro del inmortal, que ahora hundía su apuesto rostro en mi cuello, dejando que aspirara su varonil aroma mientras él lo negaba de una forma que me pareció tierna y encantadora. -Veamos...- ¿Cómo iba a negar que roncaba si tras la última vez que alcanzamos el clímax estaba tan exquisitamente agotada que lo único que había hecho era caer sobre su cuerpo para entregarme a un plácido sueño entre sus brazos? No tenía la menor idea de si roncaba.

-Eso aún me falta averiguarlo pero creo que aún si roncases encontraríamos la forma de que mi sueño fuera extenuantemente plácido.- Le guiñe el ojo con picardía justo antes de que el aliento de mi boca formase un cálido vaho que empañó el cristal del vaso. Los dedos masculinos, igual de incansables que los míos, se habían colado entre mis piernas, alcanzando directamente mi intimidad, lo cual hizo que apretase mis labios para no soltar un pequeño quejido, indicativo tanto de placer como de protesta, y que mis ojos sorprendidos se encontrasen con los suyos, que pícaros me miraban de vuelta y aumentaban, si es que era posible, lo atractivo que resultaba todo él.

-Ah, esperaba que me narrases algún secreto muy recóndito suyo, más allá del desorden que pueda provocar en tu cabaña o que deje sus calcetines regados por todos lados. - bromeé ante la pregunta de la vampiresa, aunque cabía admitir que eran esos pequeños detalles con respecto a él los que me moría de ganas de descubrir. Saber si roncaba o no, escuchar el timbre de su grave voz en sueños, descubrir si iba a dejar piezas de su ropa en cualquier lugar de la casa, cual era su lado favorito para dormir en la cama... Si alguna vez el sabor de su boca dejaría de recordarme la sal del océano y o el roce de su piel el de la dorada arena...

Todos estuvieron de acuerdo en que una rápida escapada a un sitio para comer sería lo más apropiado. Moira se retiró un momento para regresar con un hermoso bebé en brazos. Visión que me sorprendió, el pequeño se había portado tan bien hasta ese momento que no me había percatado de su presencia en la cabaña hasta que finalmente despertó. Sonreí al mirarlo, el pequeño pataleaba fuertemente y reía alegremente, coincidiendo así con el color sonrosado de sus mejillas y atrayéndome con sus enormes ojos infantiles que no perdían detalle de todo lo que estaba a su alrededor.

La inesperada conducta del licántropo logró que mi cuerpo diera un salto en el momento en el que vi como su rostro tornábase furioso y sus ojos adquirían una tonalidad sobrenatural, tensándose todo su cuerpo. Por un momento, ni siquiera lo vi a él. A mi mente acudió la imagen de una bestia feroz y desatada que se movía frente a mi casa cuando era una niña, una bestia que en plena luna llena se alzaba en sus dos extremidades inferiores, quedando descubierta bajo aquel astro que se alzaba en el horizonte, exponiendo con sus rayos de plata sus fauces y relamiéndose para dejar expuestos sus dientes afilados mientras sus ojos abismales veían en mi dirección, logrando que yo temblara, a punto de gritar aunque ese grito en ningún momento escapara de mi garganta. Ni siquiera estaba segura de dónde provino esa imagen, solo sé que me heló la sangre y que únicamente fueron los brazos de Erlend los que apaciguaron mis latidos y devolvieron la tranquilidad a mi cuerpo. El inmortal era todo lo que necesitaba para sentirme en calma, tal y como me percaté cuando sus tiernos besos y su abrazo me llenaron de serenidad.

-Te quiero Min Doom- susurré en respuesta, alcanzando sus manos que se encontraban alrededor de mi cintura y acariciándolas con mis pulgares me recosté contra su pecho. -Estoy bien. Si tú estás a mi lado todo está bien.- Cerré los ojos un momento concentrándome en su cercanía, en la facilidad con la que lograba que todo fuese tranquilizadoramente perfecto, que sintiese que no había nada que no pudiese lograr con él a mi lado, y que alejase cualquier sombra para reemplazarla con la luz de nuestro amor.

Devolví entonces la atención hacia la otra pareja y hacia el pequeño que ahora parecía interesado en Erlend y en mi. Me incliné un poco para alcanzarlo y para jugar con sus manitas, sin dejar de prestar atención a lo que parecía aquejar a las tierras de las cuales provenía el licántropo. Juzgando por las palabras de Moira y la reacción del lobo, al igual que aquella mención de un asedio pude imaginar que debía de ser algo por demás sombrío.

-Moira disculpa que abuse de tu hospitalidad, pero ¿crees que podrías prestarme un vestido tuyo?- Indiqué con la mirada a Erlend que todo estaba bien y que no debía preocuparse por mi. Eché mis brazos alrededor de su cuello y besé sus labios, perdiéndome en ellos con dulzura y con intensidad, olvidándome un instante de que estábamos acompañados para perderme en su sabor y en la plenitud que sentía junto a él. Me separé despacio antes de ponerme de pie.

Esperaba no estar fastidiando mucho a Moira pero si íbamos a salir me mortificaba el tener que hacerlo con mi vestido hecho jirones. Aguardé de pie alguna indicación de la vampiresa y escuché la respuesta del lobo aquel suyo, con el que al parecer se retiraría una temporada. Paseando mi mirada por ella, el licántropo y el bebé me percaté de que hacían un cuadro bastante bello y armonioso, era difícil imaginar que algo hubiese amenazado la existencia del pequeño y que ese recuerdo le hubiese hecho llorar en el cuarto contiguo cuando ahora lanzaba pequeñas e inocentes carcajadas, recordándome de esa manera que debía apreciar como él la simple felicidad de estar reunidos en la cabaña.
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Mensaje por Moira Landvik Vie Ago 19, 2016 7:15 pm

Las caricias de Reidar me llenaban de felicidad por momentos. El roce continuo de nuestras manos sobre la mesa me hacían sentir que era alguien especial para él; al igual que lo era para mí.
Sabía que no era un hombre de demostrar mucho en público, le gustaba más entregarse en la intimidad,y por eso, el hecho de que en esos momentos fuese capaz de besarme en el cuello sin importarle estar en compañía lo valoré con creces.

- Cariño - contesté mirándole con picardía mientras sonreía traviesa ante su broma y susurraba a sabiendas de que los demás podían oírme - dudo que algún día seas capaz de dormirte a mi lado como para poder comprobarlo.

Sus ojos amarillearon y supe que ambos estábamos pensando en lo mismo. Las ganas el uno del otro seguían patentes en nuestros cuerpos, que reclamaban a gritos volver a unirnos en uno. Sonreí divertida mientras volvía a centrar mi atención en la feliz pareja que tenía ante mis ojos.

Erlend escuchó la explicación de mis intenciones en la cabaña. Algo que al parecer ya  intuía, hasta que llegué al final de la misma. Negué con la cabeza mientras sus palabras me sonaron a amenaza. Una amenaza que Reidar no se merecía. Él no podía desafiar a las leyes de su manada; no por mí. Agradecía de corazón que se preocupase por mi bienestar. Pero, ¿por qué imaginar un futuro con Reidar, aunque era lo que más deseaba, cuando sabía que por mi condición no podía tenerlo? Pues claro que me haría daño con su marcha. Pero ¿acaso no era mejor sufrir por alguien a quien amaba que dejarme vencer por mis miedos y no disfrutar junto a él el tiempo efímero que nos fuese concebido? Tenía tanto miedo a perderlo que ni siquiera había sido capaz de confesarle que en una sola noche se había hecho dueño de mi corazón.

Sentí como el cuerpo de Reidar se tensaba al explicarle lo que había desvelado al pequeño quillan. Quizás debería haberme callado, aunque sabía que la plaga de nosferatu que arrasaban el norte de Europa era algo que no se le había olvidado. Pero en aquello momentos en los que parecía ir bien la velada, yo acababa de fastidiarla, sacando un tema de conversación que no haría más que entristecer a mi lobo.
Erlend se percató del estado de Reidar, como para no hacerlo cuando sus ojos se habían tornado ámbar. Esperaba una respuesta mientras nos miraba a ambos.

Las caricias que aquellos dos se prodigaban  incluso en ese momento más complicado me decían que para el inmortal aquella humana era mucho más que un simple entretenimiento. Para Erlend parecía haberse convertido en su sino, con toda la inmortalidad por delante para poder disfrutarlo. Podía verlo en los ojos de ambos que se prodigaban amor. Y suspiré mientras me ponía en pie con el pequeño al tiempo que pensaba que Reidar y yo no podríamos alargar nuestra historia hasta el fin de nuestros días; nuestro amor estaba condenado a una fecha de caducidad.

- Si alguna vez nos hace falta alguien que cuide de Lobbo mientras salimos a cenar, no se me ocurre nadie mejor que Erlend para hacerlo.- dije tratando de animar la conversación acercando el pequeño al inmortal. Miré a Reidar para tranquilizarlo; esperaba que confiase en mí.- Erlend, por favor, no le dejes que coja la cimitarra, que es lo que quiere hacer. Como mucho que muerda la empuñadura.

Me volví hacía Reidar buscando su mirada. Sabía que para él aquella situación era complicada, pero en los ojos del vampiro había visto su dolor al recordar al hijo que no conoció. Sabía que adoraba a los niños, y pondría mi mano en el fuego por él en cuanto a esas inocentes criaturas se refería.

- Cielo, no hay lugar más seguro para nuestro pequeño que los brazos de Erlend.- le susurré al oído mientras acariciaba su brazo, y con un dulce beso en sus labios traté de calmarlo.

Asentí cuando la Adaline me preguntó que si podía dejarle alguno de mis vestidos. ¿Y por qué no iba a hacerlo? Era tan importante para Erlend que mi felicidad era la suya. Ésta se puso en pie, mientras yo le señalaba el camino hacia el armario donde descansaban el resto de vestidos que no había metido en la maleta.

- Vamos tesoro. Te dejaré el que más te guste.- dije con una sonrisa antes de echar un último vistazo a aquellos dos y acompañar a la humana hacia mi espacio personal.

Miedo me daba dejarlos solos. Serían capaces de quemarme la casa y decir que había sido el niño. Sonreí divertida mientras negaba con la cabeza y llegábamos a lo que se supone que era mi dormitorio.
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Mensaje por Reidar Landvik Sáb Ago 20, 2016 5:23 am

Esa mujer que sobre mi regazo descansaba riendo tomada por mi mano mientras la acariciaba se estaba convirtiendo casi sin darme cuenta en uno de los pilares mas importantes de mi vida, allí junto a ella, con ese dulce olor a vainilla que representaba su piel y que me embarcaba en una noche de ensueño en la que fui incapaz de pegar ojo me sentía feliz.
Esa mujer lograba que por un instante olvidara todos los problemas que inundaban mi vida, y que no pensara en esa despedida que de sobra ambos sabíamos que se produciría pues yo tenia que ir a la guerra, tenia que salvar a los míos cediera Damon o no en ayudarnos, mi tiempo en París se acababa, mi tiempo junto a ella se tornaba voluble y efímero, y creo aunque no deseaba admitirlo que de esta guerra no saldría vencedor, aun así, el orgullo de morir en el campo de batalla, liderando a los míos era suficiente como para hacerme no temer a mi sino y afrontarlo con valor, honor y sacrificio.

-Erlend es complicado contestarte, entiendo que te preocupes por ella, no creas que yo por ende no lo hago, mas no puedo hoy darte una respuesta, porque ni siquiera se si volveré a París, no me mal entiendas pero en mis tierras la guerra asola mis bosques. Ahora mismo solo puedo pensar en eso, en mi pueblo que muere mientras nosotros bebemos y hablamos ¿lo entiendes?

Por su mirada supe que si, supe que mi dolor lo había vivido, supongo que es lo malo de ser inmortal, que la perdida de seres queridos te sacude tantas veces que es difícil reponerte de ellas.

-Mi hogar, los bosques de Noruega sirven como frontera natural entre los pantanos donde siempre han vivido los nosferatu, que hasta hace un año no se habían atrevido a enfrentarse ni tratar de cruzar nuestros bosques, y las civilizaciones humanas que al otro lado, en amplios valles se asientan.
Como te he dicho, llevamos sufriendo ataques de esas criaturas desde hace un año, ataques cada vez mas agresivos que diezman a los míos, y que ya han logrado derrotar a mas de una manada.

Mis ojos se desviaron hacia los del pequeño Lobbo que jugaba feliz con el mango de la espada de Erlend que con firmeza lo sujetaba entre sus brazos.
-Hace un mes que mi padre cayo en batalla reveladome en su lecho de muerte que tenia un hermano mayor, Damon.
Por la ley de mis tierras el es ahora el dueño de la manada y no yo, su primogenitura marca ese derecho escrito a fuego ,así que he venido para ofrecerle su lugar entre lso nuestros y como no, suplicar ayuda para mi pueblo.
Damon poseé una fuerte manada en Italia, ayuda que nos seria mas que bien recibida si mi hermano mayor alberga aunque sea la mitad del espíritu de mi padre.
Mas mi hermano no parece muy decidido a ayudarme, parece que su odio por nuestro padre lo ciega, así que...tendré que volver por donde he venido y enfrentarme a esto solo.
Ganador o perdedor lo único que se es que luchare hasta mi ultimo aliento para proteger aquello que amo, para que mis tierras sean liberadas, para que mi hijo pueda crecer como lo hice yo en ellas, mi legado, ese bosque es todo cuanto poseo, mi hogar.

La mano de Moira apretaba la mía dándome sustento y ánimos, hundió su cabeza en mi cuello reconfortandome con su cálido aliento, con sus labios surcando mi piel que se erizaba frente a tan hermoso contacto.

Bebimos mentiras obserababa un Erlend pensativo, mas cuando las damas decidieron abandonarnos para prestarse algo de ropa. Vi como Erlend se ponía en pie aprovechando nuestra soledad para posiblemente hablar sobre algo que no deseaba que las mujeres escucharan.
Volvió con un plano que entendió sobre la mesa con mi ayuda para  empezar a hablar.
Sin duda su milenio y experiencia en la guerra era apabullante, cada palabra que escapaba de sus labios te hacia sentir que la guerra no estaba perdida, que aunque muy complicada teníamos esperanza.
Pensaba aferrarme a esa idea, esa que uniría nuestros bosques en uno para liberarlos de un mal mayor, ahora solo teníamos que empezar por le principio.
Damon.

Las mujeres volvieron junto a nosotros y como si fuéramos unos niños traviesos dejamos el mapa que se plegara solo disimulando frente a sus ojos.
No queríamos preocuparlas, eso era un hecho.
Tome a Moira por la cintura para depositar sobre sus labios un casto beso
-¿Preparadas para la cena?
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Mensaje por Erlend Cannif** Sáb Ago 20, 2016 5:24 am

Sus manos tomaron las mías que rodeaban su cintura de forma protectora para acariciándolas poder ponerse en pie.
Mas antes me dedico un beso que acaparo mis labios y lleno mi alma, beso mas que correspondido importándome bien poco o nada la pareja que frente a nosotros se hallaba.

Entreabrí los labios dejando que su sabor a sal, y aquel olor a salitre, a hoguera y a brasas me invadiera llevándome a aquella mágica noche donde la constelación del cazador y el propio cazador habían unido nuestro sino en uno.
Ahora besándonos de ese modo sentía que caminábamos juntos de un modo jamas andado.

Abrí los brazos con pesar para dejarla ir mientras a cambio de mi amado recibía al pequeño Lobbo que de los brazos de Moira palmeaba feliz por acercarse a su objetivo, esa espada bastarda que de mis espaldas colgaba.
Sonreí mirándolo mientras lo tomaba por la cintura para que se incorporara en mis muslos dejando que alcanzara con sus manos su férreo objetivo por encima de mi hombro.

Observe de reojo como Adaline y Moira ,juntas, se perdían por la habitación en busca de un vestido que no estuviera destrozado, algo de lo que para que mentir yo era el causante.
Sonreí de forma picara volviendo a llevar el vaso a mis labios para dar un trago.
-Espero Moira que el vestido que le prestes no te lo estimes en demasía, pues no prometo nada.

Reidar y yo reímos al unisono mientras de nuevo repletábamos nuestras copas para seguir escuchando las desventuras del norte, la verdad es que desconocía que las cosas andarán tan sumamente mal por allí, supongo que hacia demasiado tiempo que no pisaba mi hogar, esos frondosos bosques que entendía que ese lobo estuviera dispuesto a proteger con la vida.

Posiblemente las mujeres pensaran distinto, o cualquier otro por el que la sangre de guerrero no corriera por sus venas, mas nosotros, como el bebe que sustentaba entre mis brazos nos habíamos criado jugando con armas, crecido entre armas, vivido entre guerras. Nuestros códigos de lealtad, honor y sacrificio nos intermedian abandonar, supe sin dudar que ese lobo saldría de ese bosque con su escudo o sobre el, vencedor o vencido y que Moira sufriría esas consecuencias de un modo u otro.

Dejé al pequeño en el suelo dejandole al alcance la espada, por supuesto después de asegurarme que había afianzado perfectamente la funda.
El bebe reía a carcajadas poniéndose en pie para robármela pegando ligeros tirones del mango para caer de culo sin remediarlo una inmensidad de veces.
De nuevo nuestras risas se fundieron frente al incansable pequeño y sus hazañas.

Tomé un pergamino de uno los viejos muebles bajo del comedor, para llevarlo a la mesa y extenderlo frente a la atenta mirada del lobo, que me ayudo a extenderlo haciendo a un lado los vasos de las damas y tomando el propio en la mano para dar otro trago.

-por lo que dices tu manada esta por aquí ¿no? -el lobo asintió observando a mi dedo señalar una pequeña porción de tierra que para ambos tenia mas significado que toda París entera.
-Bien, por lo que veo, los nosferatu vienen de la zona pantanosa que al otro lado de los bosques se encuentra, posiblemente, allí la falta de alimento los ha ido empujando hacia vuestro hogar, ademas representáis una frontera natural con las civilizaciones humanas que tras los espesos bosques en amplias llanuras se hayan.
Para que ellos accedan a ese alimento antes han de devastaros, y sin duda ese es su propósito.

Lleve mi mano a la incipiente barba que surcaba mi rostro mientras meditaba despacio la situación.
-El problemas es que le bosque es demasiado grande para poder controlar toda la frontera, las manadas lejos de uniros lucháis de forma individual guiadas por vuestros alfas, entiendo por vuestra naturaleza la imposibilidad de nombrar un único alfa como guía de todas. -Añadí al ver como el mismo lobo negaba con la cabeza -pero...¿y si fuera un lobo de fuera?, ¿uno que no es del norte?, uno cuya implicación en esto no es tan personal?¿uno que acabada la guerra se fuera dejando las cosas restablecidas en su orden natural? ¿no seriáis capaces de poneros de acuerdo?

Su mirada se centro en la mía por un segundo mientras creo que el mismo nombre resonaba en la cabeza de ambos.
-Damon, tiene su manada en Italia, es un buen estratega, yo mismo lo he comprobado cuando su corazón pendió de mi manos y mis huevos del filo de su cuchillo. Tiene una manada fuerte por lo que he oído en Italia, no veo mejor opción que esta. Si no os unís en uno, moriréis.
Ademas, supongo que necesitareis ayuda exterior, estaría bien contratar mercenarios, conozco muchos que por una suma sustanciosa de dinero lucharían sin pensarlo. Si os ponéis de acuerdo yo puedo reunir un ejercito de inmortales, mercenarios a mi cargo, ya he trabajado en otras ocasiones con ellos.
Yo los dirigiré, no creas que voy a involucrarme en esto por placer, los nosferatu no son enemigos fáciles, de echo, como bien sabes podrían acabar con ambos con suma facilidad -susurré para que las damas de la habitación contigua no me oyeran y no tensarlas con tal afirmación -pero voy a intentar que vuelvas de una sola pieza, porque si no vuelves se que Moira no podrá soportar la perdida.
Después aclarar vuestras cosas, yo ahí no me voy a meter, sinceramente tengo bastante con lo mio.

Tendí mi mano en dirección al lobo que la estrecho con firmeza, creo que mi plan resultaba lógico y convincente con un único cabo suelto que Reidar me planteo de inmediato.

-El dinero para pagar a los mercenarios lo sacaremos de los humanos a los que protegéis, es decir sois la frontera entre ellos y los reinos humanos de atrás ¿que pasaría si os reunís con ellos  y les decís que esta guerra es de todos y que el único modo de ganarla es que se involucren en ella? Solo hay que hacerles entender que en cuanto vuestras fronteras dejen de ser útiles, cuando caigáis los nosferatu asolaran sus tierras, es cuestión de tiempo que si no nos ayudan sean devorados...colaboraran -sentencié.

Ambos asentimos conscientes de que en ese instante el sino de nuestras vidas acababa de quedar grabado a fuego sobre un mapa, siguiente movimiento convencer a ese que llamaba hermano de ir a la guerra, una guerra que no era suya.

Las mujeres pronto salieron de la habitación y ambos sonreímos dejando que le mapa volviera a enrollarse solo sobre la mesa soltando las puntas que hasta hace nada aguantábamos.
-Estas preciosa -susurré cuando Adaline llego a mi posición mientras mis labios se perdían en su cuello que bajo mi contacto vibraba enérgico dejándome sentir la sangre fluyendo por su yugular.
-No sabes hasta que punto te deseo -susurré acercando mis labios a su oreja para rodeara de nuevo con mis brazos dejandome embriagar por ese olor a mar.
Allí estaba ella, la mujer mas hermosa del mundo, mi destino , mi perdición.
-Parece que habéis hecho buenas migas -dije con una picara sonrisa mirando a ambas -¿ya te ha contado esas escabrosas escenas que querías conocer de mi? -bromeé buscando sus labios de carnosos que quemaban si no estaban sobre los míos.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Adaline Cannif Lun Ago 22, 2016 4:08 am

La conversación había tomado un giro inesperado, podía notar a la perfección la preocupación de Erlend por Moira y su avidez de mostrarse protector ante la posibilidad de que el lobo le hiciera daño, aunque bastaba ver el lenguaje corporal de esos dos para leer más allá de cualquier refutación que proviniese de ellos en forma de palabras.

Reidar comentó los problemas que aquejaban a su tierra, lo cual me hizo comprender no solo la urgencia del asunto si no lo que implicaba para ellos, sin que mis ojos perdieran detalle de la reacción en el rostro de la vampiresa y su respuesta cariñosa hacia él justo antes de que yo le distrajese con mi petición de un vestido.

Sonreí de medio lado cuando escuché la advertencia de Erlend antes de que ambas entrásemos en la habitación. Ni siquiera tenía que tocarme para que ya me abrasase con palabras. -Ya que conoces bien a Erlend quizás puedas  indicarme que color le gusta más.- Mi mirada recorrió los vestidos con interés mientras escuchaba la opinión de la vampiresa al respecto y luego tomé aquel que me pareció más favorable.

-Gracias Moira.- En mis ojos se reflejó algo de emoción contenida y antes de probármelo lancé algunas miradas hacia el salón adonde los hombres seguían enzarzados en su plática. Por un momento perdí la noción de todo, ensimismada como estaba en la mera visión del vikingo, tan fuerte y apuesto, tan aguerrido y temible, un inmortal que en un momento podía arrancar el corazón de un hombre y en el siguiente hacerme temblar por el mero hecho de respirar cerca mío. Mordí mi labio suavemente al verlo, con aquel sentimiento tan intenso que embargaba cada fibra mía y me sacudía por entero al mirarlo.

-Me he percatado de que leíste la mente del pequeño por lo que has de haber leído la mía. ¿Cierto?- Me alejé de la puerta para volver a ver a la vampiresa mientras alzaba un ceja con expresión divertida imaginando lo que pudo haber leído en mi mente. -Entonces te habrás percatado de lo que siento por ese inmortal y de lo fuerte y verdadero que es ese sentimiento, tal y como me he percatado de lo mucho que le importas tú a él. Supongo que lo que quiero decir es que en mi siempre tendrás una amiga y si alguna vez se da la situación en la cual pueda serte útil en algo no quisiera que dudes en indicármelo. Por otro lado si en algún momento yo no estuviese con él...- Tan solo con decir algo así sentía una congoja infinita, una tristeza tan grande que me encogía el corazón.

-¿Podrías velar por él Moira? Si yo no estuviese con él... asegurarte de que esté bien, de que salga adelante... Aunque juro que lo que más deseo en la vida es seguir a su lado, alejar sus demonios tanto como él aleja a los míos y no separarnos jamás.- Hice una breve pausa observándola. -Algo similar a lo que observo en la forma en que miras al licántropo me atrevo a decir.-

Dicho eso me acerqué a un biombo detrás del cual procedí a cambiarme y probarme su vestido. -Trataré de devolvertelo en una sola pieza o de lo contrario de alguna manera te haré llegar uno nuevo.- Le indiqué guiñándole el ojo, después de lo cual volví a reflexionar.

-Creo que ambas debemos aferrarnos a esto tan fuerte que sentimos ¿no crees? Mantenernos fuertes y respaldarles en todo aquello a lo que decidan enfrentarse, sea adonde sea que les lleve su valentía y sus ansias de proteger lo suyo...- Eso lo dije mirando mis manos, comprendiendo en ese momento que yo era capaz de seguir al inmortal hasta el final del mundo si él me lo pedía.

Después de escuchar las palabras que me dirigió la vampiresa en respuesta salimos de la habitación, justo a tiempo para ver como los hombres se comportaban de forma un tanto curiosa, como si hubieran estado conspirando...

No pude evitar acelerar mis pasos para alcanzar con rapidez a Erlend, tan necesitada estaba de su compañía, de sentir su cuerpo cerca atrayendo al mío, de hacer un esfuerzo infinito para contenerme cuando me perdía en la intensidad de su mirada, sabiendo que ese dios andante era mío y que la maravilla de esa noción lograba que mi corazón palpitase como nunca. Cerré los ojos al escucharle susurrar en mi oído, estremeciéndome con la forma en que sus labios rozaban mi oreja, alzando mi mano para acariciar la divina piel de su mejilla y mover ligeramente mi rostro en dirección al suyo reclamando esos labios que no me parecían nada fríos si no más bien ardientes y voraces. Deseosa de adentrar mi lengua anhelante en ellos y encontrar la suya para saborearla sin darle la menor tregua, enzarzados en una batalla que sabía a eternidad.

-Por supuesto y las he disfrutado muchísimo.- bromeé contra sus labios en respuesta a su pregunta, aún manteniendo el corazón acelerado, antes de que ambos saliésemos de la cabaña junto a la otra pareja y al hermoso pequeño que otra vez nos regalaba pequeñas risas al mirarnos con esos ojazos que acaparaban todo como si siguieran viendo el mundo por primera vez.

En el cielo las estrellas brillaban audaces como nunca, resplandeciendo en la constelación del cazador, caldeándome el alma con su brillo mientras subía a la montura de Erlend, y le sentía hacer lo mismo detrás de mi, embargándome de deseo por él, un deseo tan intenso que juraba que lo devoraría a él con mayor ansia de lo que devoraría el alimento que nos apresurábamos a ir a conseguir.

-Tú y Moira tuvieron algo ¿no es cierto?- le pregunté cuando el caballo comenzó a andar, golpeando el suelo con sus enérgicos cascos a poca distancia del otro equino pero procurando que solo me escuchase él.

Antes de que fuera a pensar mal me apresuré a añadir. -No me lo ha dicho ella, es algo que simplemente deduzco, y creo que lo comprendo. Es muy guapa.- Enredé mis dedos en el cuello de su camisa y tiré de este para acercarlo a mi.

-Me alegra que ahora seáis buenos amigos. También se que lo que haya ocurrido entre ustedes está en el pasado.- Clavé mi mirada en sus tormentas, mordiendo mi labio, antes de expresarle mis deseos. -Yo quiero ser tu presente... quiero reclamarte... Reclamar tus labios, reclamar tu piel, y reclamar tu cuerpo... reclamar cada recoveco tuyo, reclamarte todo a ti... y es que te deseo como no he deseado nunca nada ni a nadie y el sentir que nos separan centímetros aviva ese deseo más que cualquier otra cosa...-
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Moira Landvik Lun Ago 22, 2016 11:23 am

Escuchaba atenta la conversación que mantenían los dos hombres en el salón  mientras nosotras nos encontrábamos fuera de su visión en mi dormitorio.¿Es que acaso olvidaban que yo era tan sobrenatural como ellos y que tenía el sentido del oído agudizado? En fin, al menos estaba feliz de ver que las dos personas más importantes de mi vida trataban de entablar una amistad y que no estaban intentando matarse el uno al otro.

- Rojo.- contesté sin pensar a la pregunta que Adaline me había formulado mientras miraba los vestidos que habían quedado en el armario.- El color favorito de Erlend es el rojo.

Me senté en la cama mientras escuchaba las palabras de la humana, que además de hermosa era inteligente. Se había percatado de mi habilidad para leer las mentes humanas, y prometo que hasta me dio vergüenza encontrarme en esa encrucijada.

- No era mi intención leerte la mente, lo siento. Pero es que estoy tan acostumbrada a que el resto de sobrenaturales la tengan bloqueada que me pilló de improviso.- confesé tratando de ser sincera y demostrarle que yo no era de las personas que ocultan lo que piensan.- Adaline, no me hacía falta ver tus recuerdos para darme cuenta de lo que sientes por Erlend; al igual que tampoco me hace ver los suyos para saber cuanto te quiere. Con observaros cuando os miráis o como os besáis, es suficiente  para saber que hay especial entre vosotros.

Hasta el momento en que conocí a Reidar hubiese dudado de que en una sola noche se pudiese a amar con tanta intensidad y de forma tan pura a otra persona, pero lo mismo que sentía Adaline lo sentía yo. Me enamoré de Reidar desde el momento en que subimos a aquella habitación, quizás incluso antes. Y a pesar de que sabía con certeza que nuestro futuro juntos era imposible, no pensaba negar lo evidente.

- Adaline, te voy a ser sincera, porque creo que os lo merecéis. Como bien sabes, Erlend está prometido con una loba. Un recuerdo de su pasado que ha vuelto a su vida. No sé lo que pasará entre vosotros, no sé que decisión tomará Erlend, y te juro que no me gustaría estar en su situación porque es muy complicada. Pero si hay algo cierto, es que jamás lo he visto con ella como lo he visto contigo. Ese brillo es sus ojos, esa calma que demuestra, solo tú has sido capaz de conseguirla, solo tú has sabido aplacar del todo a sus demonios.- hice una pausa tratando de tranquilizarla.- Cuidaré de Erlend porque es mi amigo, porque su amistad es lo mejor que he conseguido en esta vida y porque creo que se merece ser feliz. Y conociéndole como lo conozco, creo que no será jamás tan feliz como lo es contigo.

Se colocó tras el biombo mientras yo volvía a centrar mi atención en la voz del amor de mi vida, la voz de aquel lobo que había puesto mi vida patas arriba y que se había hecho dueño de mi corazón. Sabía lo que se traían entre manos, al igual que sabía que si no volvían de aquella lucha a la que pensaban enfrentarse, mi alma se iría con ellos en el siguiente amanecer.

- Tranquila, no te preocupes por el vestido.- dije restándole importancia mientras recordaba como había terminado el mío la noche anterior. Sonreí con picardía y suspiré.- Últimamente no sé que pasa, pero los vestidos me duran poco.

- Lo mío con Reidar es distinto. Sé que tenemos fecha de caducidad, y aunque por supuesto lo seguiría hasta los mismos confines del infierno para ayudarle y darle mi apoyo, cuando todo se solucione...- de nuevo ese dolor en el pecho que no me dejaba respirar; suspiré mientras trataba de aguantar las lágrimas que amenazaban en salir.-..cuando Reidar esté seguro con su manada, yo tendré que alejarme de él. Los lobos tienen leyes, y él es un alfa, por lo que una vampiresa no tiene un lugar a su lado. Pero no te preocupes..estaré bien.

Nos acercamos a la puerta del dormitorio, pero antes de salir me giré mirándola a los ojos.

- Ahora soy yo la que tiene que pedirte un favor. Cuida de Erlend, y de esta cabaña. Yo me marcho y aunque Reidar se vaya, no creo que vuelva a vivir...aquí.- susurré mientras pensaba el porque no volvería allí, al tiempo que tampoco quería darle pistas; si se lo contaba a Erlend se daría cuenta de mis intenciones, y que me salvase dos veces se me antojaba demasiado.- Hacer de la cabaña vuestro hogar y disfrutarlo.

Ambas habíamos empezado una amistad que quizás no habíamos esperado, pero era reconfortante poder confiar en alguien de esa forma. Erlend había tenido suerte en encontrarla.

Enarqué una ceja al darme cuenta de lo mal que disimulaban aquellos dos; parecían dos niños pequeños que acababan de cometer alguna travesura e intentaban disimularla.
Me acerqué al pequeño quillan que sentado en el suelo mordía el mango de la cimitarra de Erlend, cogiéndolo en brazos y devolviéndole la espada a su dueño.

- Ni te imaginas la cantidad de historias comprometidas que le he contado de ti.- reí mientras le guiñaba un ojo a Adaline y me acercaba a Reidar pegando mi cabeza a su pecho, buscando ese abrazo que tanto había añorado durante nuestra breve separación.

- ¿Me has echado de menos?- pregunté al tiempo que me ponía de puntillas para besarlo dulcemente en los labios.

Al parecer nuestra estancia en la cabaña daba paso a una agradable velada que continuaríamos en cuanto llegásemos al centro de la ciudad.
Erlend y Adaline había salido antes que nosotros, y mientras yo sujetaba a Lobbo, Reidar sacaba mi maleta de la cabaña.
Me quedé mirándola unos instantes antes de cerrar, despidiéndome de ella. Sabía que no volvería. Sabía que no soportaría una vida sin Reidar, y que por ende con su partida pondría fin a mi inmortalidad.
No quería volver a pasar por eso; no podía soportar otra pérdida.

Le sonreí con dulzura mientras llegábamos a los caballos, intentando ocultar del desazón que se agolpaba en mi pecho. ¿Por qué tenía que quererlo tanto? ¿Por qué el destino tenía que hacerme conocer un amor como el suyo para luego arrebatármelo? Suspiré para tratar de calmarme, mientras las emociones luchaban en mi corazón.
¿Sería capaz de decirle todo lo que sentía por él alguna vez aún a sabiendas de que no sería justo para ninguno de los dos?

- Al final no ha sido tan mala idea venir, ¿verdad?- susurré mientras me acercaba a él de nuevo buscando esas caricias que necesitaba para recomponerme. Esas caricias que daban vida a un corazón muerto. "Te quiero", pensé. Te quiero como jamás he querido a nadie.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Reidar Landvik Lun Ago 22, 2016 12:10 pm

Miré de soslayo a Erlend consciente por la mirada de Moira que nos habían pillado de lleno, ademas de guapa era inteligente y como no con un oído sobrenatural.
Me limite a besar sus labios con deseo mientras orillaba su cuerpo al mio tomándola de la cintura. Si bien era cierto que yo no era de demostrar demasiado en publico, supongo que me daba cierta vergüenza o apuro esas muestras que me hacían sentir débil con ella era diferente, adoraba tocarla, necesitaba hacerlo, eso unido a las copas de whisky que llevaba ya encima supongo que hicieron que mi sangre hirviera dejando que mis manos sobrevolaran su cintura para acariciar su piel por debajo del corsee.
-No veo el momento de quitártelo -susurré en voz baja deslizando mis labios por su oído mientras la otra pareja ocupada en ello se prodigaba besos y caricias varias.

No tardamos en abandonar la estancia, ella con mi hijo entre sus brazos y yo cargado de esa maleta que se me antojaba demasiado poco pesada para el tiempo que yo deseaba pasar con ella.
Observe como sus ojos miraban la casa con añoranza, como si dejase parte de su vida en ella, entendí que tendría infinidad de recuerdos con ese inmortal.
Ese con el que la velada había empezado de forma desastrosa y ahora había devuelto la esperanza a mi manada.
-Moira, se que te da pena, pero estaremos cerca, podrás verlo siempre que quieras -susurré contra su pelo depositando sobre el un casto beso -no quiero verte triste.
Mis labios buscaron los suyos dejando que mi lengua se perdiera lentamente en su boca, paladeando su sabor, ese que había añorado gran parte de la noche.
-Te necesito -susurre contra su boca -no por Lobbo, que también -sonreí de medio lado consciente de lo perdido que me encontraba en el cuidado de un bebe -te necesito a mi lado no se porque, pero lo hago.

Sonreí al escuchar su comentario una vez llegamos a los caballos, acaricie su rostro atrayendola hacia mi por la nuca para de nuevo besadla con ganas, esas con las que se besa al amor de tu vida, esos besos que solo eres capaz de sentir una vez en tu vida, esos que erizan tu piel, que arrastran tu alma con ellos dejándote desnudo frente al abrigo del viento, perdido entre sus caricias y con el anhelo de la promesa de uno nuevo.
-Ha sido una muy buena idea, y no sabes como te lo agradezco, cuando vine temía que tus sentimientos por el fueran distintos, sabia que ambos habíais tenido algo mas allá de una amistad casi desde antes incluso de que vuestros ojos se cruzaran, mas ahora también se que eso quedo en el pasado y que aunque soy consciente de que os queréis, se que es de un modo sano.

Pose mis labios en su cuello dándole un ligero bocado mientras sonreía con picardia.
-Se que has escuchado de lo que hablábamos, puede que no Adaline porque es una simple mortal, pero tu por el contrario se que lo sabes todo. ¿Que piensas? Sabes que voy a pedirte que te quedes en París cuidando de Lobbo, y yo se que te opondrás. Puestas las cartas sobre la mesa me gustaría oír tu opinión, mas también quiero que sepas que he de luchar, de proteger a los míos, Erlend me ha dado esperanza.
Espero que Damon también ceda a mi propuesta y que juntos salvemos el norte de la devastación a la que esta sometida, esa tierra es mi hogar, esas gentes mi familia ¿entiendes? He de luchar y tu has de prometerme que te mantendrás a salvo porque no puedo pensar en cuidar de ti y de Lobbo y a la vez luchar con los míos para volver con vida ¿lo entiendes?

Montamos sobre los caballos sin apartar nuestros ojos el uno del otro mientras tratábamos sin mucho éxito de dar alcance a Erlend.
Una vez llegamos desmontamos frente a un lujoso restaurante de la ciudad parisiense, sin duda el olro que desprendía era exquisito, estaba hambriento y creo que no me había dado cuenta hasta entonces de cuanto.
Tome por la cintura a Moira mientras hundía por un instante mi cabeza en su cabello aspirando su dulce olor para depositar sobre este un suave mordisco.
-Estoy hambriento -apunté -y no solo de comida, para que mentir.
Entre risas entramos en el restaurante tomando asiento en una mesa para cuatro, Lobbo ya dormía de nuevo sobre el regazo de Moira, así que pedí a la posadera un lugar donde dejar que le pequeño pudiera tener descanso junto a nosotros.
Fue el propio Erlend al escuchar como la mujer ponía cara de extrañeza el que de un salto se levanto de la silla para perderse por la puerta y volver al rato con una manta de pieles de oso oscuras.
Las remolino en el suelo a modo de lecho y allí depositamos al pequeño que acurrucado entre ellas continuo su placido sueño.
-¿que pedimos? -pregunté mirando a Adaline a sabiendas que los inmortales solo nos acompañarían en presencia y como no darían buen tiento del alcohol que aquella noche corriera por la mesa.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Erlend Cannif** Lun Ago 22, 2016 12:12 pm

Entre sonrisas y miradas cómplices ambas parejas abandonamos la casa de Moira, miré hacia atrás con cierto pesar, consciente de que a mi regreso lo que había sido durante mi estancia en París un hogar volvería a sumirme en la soledad, que ya no encontraría a Moira observarme cada mañana, ni preparando esas asquerosas pociones para la resaca, no tendría con quien discutir, ni reír...parecía increíble que a estas alturas y después de mil años de soledad hubiera logrado acostumbrarme tanto a ella que su ausencia lograra despertar en mi cierto dolor.
Aun así, sabia que eso era lo que ella quería, que ella estaría de ahora en adelante bien acompañada.
Se lo merecía, ahora con ese bebe entre sus brazos y ese lobo rodeando su cintura parecía feliz, sus ojos brillaban de forma idéntica a los míos cuando Adaline se cruzaba frente a ellos, igual que la constelación del cazador que sobre nosotros parecía trazar nuestros destinos a fuego, viento, tierra y agua.
-Te quiero -susurré en su oído cuando de un salto subí tras ella en mi negro corcel que embravecido empezó su fuerte galope hundiendo los cascos en la tierra que levantaba a cada zancada.
Dos palabras que pocas veces había dicho, y que ahora, se habían convertido en tan nuestras como las manos que enlazadas en las crines estaban.

Escuché su pregunta, algo que me hizo sonreír de medio lado mientras rápidamente trataba de esculpa a Moira como la traidora de tal descubrimiento.
Tomó mi camisola para tirar de mi cuerpo hacia ella, me deje orillar pues nada deseaba mas que eso, que su aliento sobre mi boca y sus manos sobre mi piel, porque la amaba con la intensidad de esos elementos que conspiraban para unir nuestras vidas como yo necesitaba pegar nuestros cuerpos.
Enlacé mi lengua a la ajena para hacerla callar un pequeño instante que fue suficiente para acaparar su sabor, ese a salitre, mar, hoguera, madera y whisky.
Relamí mis labios acabando de escuchar sus palabras, sin poder dejar de sonreír embobado solo por contemplar sus ojos pardos.
-¿te he dicho que te quiero? -esa fue mi respuesta antes de soltar una sencilla carcajada para ahora si poder contestar a todo aquello que le preocupaba.

-Si, entre Moira y yo hubo algo, voy a contarte las cosas desde el principio, porque no quiero que entre nosotros haya secretos, porque te lo debo, y porque quiero.
Fue al poco de llegar a París cuando en la playa una noche de luna llena una manada de licantropos me ataco, por aquel entonces mis ansias en busca de la muerte eran absolutas, y no encontrarla me frustraba.
Mis demonios gritaban pidiendo sangre y esa noche le di mas de la esperada pues junto a la manada muerta quede maltrecho en la playa.
Fue ahí donde Moira me encontró -hice una pausa para hundir mi cabeza en su cabello -que bien hueles -apunte dejándome embriagar de ella -sigo...cuando desperté estaba en su casa, bueno ahora la nuestra, o mía, o ya no se bien, la cabaña en definitiva.
Supongo que poco a poco empezamos ha hacernos amigos, no se bien ni porque me quede, creo que porque esa loca con serios problemas para alimentarse y protegerse me cautivo -sonreí de medio lado contra su cuello -una noche, habiamos bebido muchísimo, una de esas que mis demonios pedían alcohol, sexo... nos acostamos.
Solo fue esa noche, después atravesamos una época difícil, supongo que porque ambos estábamos perdidos entre lo que esa noche había supuesto o no para el otro...
Hoy, presente, somos amigos, solo amigos, la protejo porque la quiero, la quiero como lo que es, mi mejor amiga, esa persona que se que de un modo u otro y aunque se vaya lejos siempre estará para mi. Y créeme, soy difícil, a veces insoportable, desesperante, no se ni porque esa vampiresa aun me habla porque soy un desastre que se lo ha echo pasar fatal.
Me cuesta abrirme, expresar lo que siento, no se...supongo que tarde o temprano averiguaras que soy un tormento lleno de demonios que durante siglos a estado en el abismo, te necesito porque eres la única luz que veo ahora mismo.
Eres mi presente, y por desgracia no se si mi futuro pues estoy prometido a una mujer a la que he amado por mil años.
Se que mis palabras no te ayudan, pero no quiero mentir, no a ti, te necesito, así que aunque sea difícil, aunque ...no se...no me sueltes la mano porque caeré.

No sabia como decirle, como expresarle lo que sentía, pero lo que si sabia es que si desaparecía de mi vida los demonios volverían arrastrándome con ellos al infierno, que caería de nuevo por ese abismo oscuro, necesitaba su luz, su olor, su amor, necesitaba cada resquicio de su piel y posiblemente era injusto pero...la necesitaba mas que a la vitae que me sustentaba.

No tardamos en llegar a la zona de restaurantes, así que de un salto desmonte para ayudar a mi preciosa dama a bajar del caballo.
Mis ojos se perdieron en esa mirada parda quedando nuevamente preso del movimiento de sus pestañas, acerque despacio mis labios a los suyos, saboreando con tan solo un roce su calor, ese que adoraba, ese que en contraste con el mio me abrasaba, voraz introduje mi lengua en la suya que con los labios entreabiertos me esperaba para de nuevo enredarnos en un beso lento, delicioso, sentido.
-Te deseo -susurre dejando escapar un jadeo contra su boca -¿que te parece si después de la cena ambos volvemos a la cabaña con una botella de champagne, algo de fruta y celebramos...ummm -pensé por un instante sonriendo picaramente – que existes. Adaline quiero conocerte, quiero saberlo todo de ti, tus demonios, tus ángeles, tu cielo, tu infierno, déjame entrar en tu vida.
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

Mensaje por Adaline Cannif Jue Ago 25, 2016 8:12 am

Cabalgábamos sobre el brioso corcel a buen paso, dejando atrás esa cabaña que según comprendí significaba mucho para la vampiresa que se alejaba con su lobo y el pequeño milagro que no dejaba de reir. Escuché las palabras de Erlend, concentrada en el placer de su cercanía, en el roce de sus labios contra mi cuello que lograba que mi piel se erizase ante ese ligero contacto, por lo que ladeaba el mismo un poco perdiéndome por segundos en esa sensación y también en la fascinación del masculino aroma que despedía.

Mis manos presionaban suavemente las suyas, animándolo a medida que hablaba, consciente de que tanto a Moira como a él les dolería profundamente el que ella se alejase. Me lo había dicho ella en la habitación y me lo decía ahora él con su relato y con ello supe lo real y fuerte que era la amistad que compartían. Supongo que podría haber sentido celos al pensar en lo que hubo entre ellos pero de alguna extraña manera no era así. Aquello había quedado en el pasado y ahora aunque no era amor lo que les unía seguía existiendo un lazo muy fuerte que intuí persistiría con el tiempo, por lo que incluso envidié el que fueran poseedores de una amistad así. Me alegré entonces de las palabras que la vampiresa y yo habíamos intercambiado, porque sabía que de faltar yo ella velaría por el hermoso vikingo, aunque tal idea continuaba cercenándome el alma.

Habló él entonces de su realidad, recordándome que estaba prometido, con lo cual yo sabía perfectamente que tal vez el tiempo que compartiéramos no sería prolongado y aunque la noción me apretase con saña el corazón, no era suficiente para anular el sentimiento que nos unía, que ya no se medía en tiempo y que los elementos mismos habían propiciado.

-Te quiero.- dije, echando mis brazos alrededor de su cuello una vez que alcanzamos el restaurante y justo después de que me ayudase a descender del corcel, mientras sus fuertes manos me sostenían por la cintura. Lo cierto es que aún me abrumaba sentir algo tan fuerte. Nunca antes supe lo que era el amor, nunca soñé con llegar a conocerlo y jamás creí que sería correspondida; más ahora no podía pensar en otra cosa que no fuera él, apartarlo de mi mente un solo instante, o dejar de sonreír embobada cada vez que lo veía y que me percataba de alguna nueva razón por la cual me parecía increíblemente apuesto y perfecto para mi.

Cerré los ojos cuando su rostro se acercó al mio, erizándome por completo ante la perspectiva de que sus labios volvieran a atrapar los míos, por lo que mi boca se entreabrió anhelante para recibirlo en un beso que acaparó mis sentidos con deliciosa lentitud arrancándome un sentido gemido que afortunadamente desahogué en su boca pues sabía perfectamente que estábamos en un lugar público y que más me valía contenerme.

Me eché a reír cuando escuché que celebraríamos que existía y nuevamente mis manos se afianzaron en su camisola para retenerlo muy cerca de mi. -Me parece un plan perfecto pero celebraremos también que tú existes, y que a pesar de la locura que representa el que aún no nos hayamos separado, aún pueda disfrutar de tu presencia porque...- tomé sus manos y deposité tiernos besos en ellas sin dejar de mirarlo. -estas no las soltaré. Las adoro y no soy capaz de hacerlo, tan fuertemente has hechizado a mi voluntad y tan intensamente despiertas mi deseo a cada momento.-

Lo tomé de la mano, enredando mis dedos con los suyos para que así entráramos al restaurante, adonde pronto se reunió con nosotros la otra pareja. Sonreí de medio lado al ver como Erlend solucionaba el asunto del acomodo del pequeño y este ahora plácidamente descansaba sobre las pieles.

-Por favor, que sea un platillo con mucha carne porque juro que desde hace rato quiero hincar el diente en algo firme y jugoso.- respondí alegremente a la pregunta de Reidar, por lo que precisamente eso fue lo que ordené cuando se acercó un uniformado, a la vez que solicitaba una botella de vino y otra de whisky.

Pronto nos trajeron lo pedido por lo que tanto el lobo como yo finalmente atacamos nuestros platos con voracidad, mientras los cuatro vasos de llenaban de alcohol y un calor agradable inundaba mi cuerpo, causado por la cercanía de Erlend y lo grata que encontraba la compañía de la otra pareja, a tal punto que repentinamente comencé a olvidarme de que uno de ellos era un licántropo y me pareció tan solo un nuevo amigo descubierto en esa noche de extrañas pero sentidas presentaciones.

Me acerqué al vikingo, dejando que mi cabeza reposase sobre su hombro y pensé que el compartir esa cena constituía uno de esos escasos pero perfectos momentos con los que te topas a veces, y que me llevaría conmigo para recordarlo en posteriores momentos en los cuales mi ánimo así lo necesitase. -También quiero que me conozcas y que entres en mi vida, que te adueñes de la llave y que nunca te deshagas de ella.- susurré en su oído, observándole con un sentimiento fuerte y agridulce que tiraba de mi corazón.

Me enderecé para levantar el vaso y brindar de nuevo. -Por los nuevos enlaces y los nuevos caminos, por el éxito en las batallas y las nuevas victorias, y porque seamos capaces de torcer el destino si este se empeña en querernos llevar contrariamente adonde queremos ir.-


Última edición por Adaline Lutz el Jue Ago 25, 2016 7:41 pm, editado 1 vez
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Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline) Empty Re: Presentaciones Inesperadas.(Reidar, Erlend, Adaline)

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