AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
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Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Recuerdo del primer mensaje :
Hacía un precioso día, y pensé que el paseo a caballo por el bosque animaría mi estado, o eso quería creer. Andaba desanimada por todo lo acaecido unas noches de atrás. Errol, mi hermano, me había rastreado hasta París, y no solo eso, en su mente se fijaba la idea de llevarme de vuelta a casa aunque fuese inconsciente y arrastrándome de las orejas. Sabía que si lo conseguía, allí solo me esperaría una especie de consejo de guerra. Me juzgarían, y después de lo sucedido desde mi llegada a París, sabía que el veredicto no sería demasiado condescendiente para mí.
Tuve que dejar el trabajo en aquella taberna. Sabía que mi hermano volvería a por mí, y después de todo lo que había pasado, no pensaba ponerle las cosas fáciles. Aunque me habían acogido en su negocio, supe que los mesoneros dueños del local sintieron alivio al explicarles mi marcha a la mañana siguiente, lo cual era lógico. Apenas llevaba unos días trabajando para ellos y ya había sido la causa de varias peleas.
De modo que aquella mañana en la que volvía a no tener un rumbo fijo, me animé a buscar una cueva donde poder esconderme durante la noche de luna llena que se avecinaba. Iba a ser mi primera transformación sola, y aunque pareciese una bobada, aquello me daba miedo. Por primera vez desde que me había marchado, la soledad se apoderó de mi alma. Tenía que hacerme a la idea de que si seguía con mi fuga, siempre estaría huyendo. Errol no se conformaría y me perseguiría hasta los confines de la tierra por haber deshonrado a mi familia.
La ansiedad me atacaba por momentos, y bajé del caballo para acercarme a un precioso río que había vislumbrado desde el camino para refrescarme un poco la cara y la nuca. Necesitaba recuperar los ánimos que había perdido. Volver a coger fuerzas para todo lo que se me venía encima, y hacerme a la idea de que ahora más que nunca solo dependía de mí misma.
Me senté junto a la orilla, embobada mientras veía el agua correr, comencé a lanzar piedras río ensimismada en mis pensamientos.
Hacía un precioso día, y pensé que el paseo a caballo por el bosque animaría mi estado, o eso quería creer. Andaba desanimada por todo lo acaecido unas noches de atrás. Errol, mi hermano, me había rastreado hasta París, y no solo eso, en su mente se fijaba la idea de llevarme de vuelta a casa aunque fuese inconsciente y arrastrándome de las orejas. Sabía que si lo conseguía, allí solo me esperaría una especie de consejo de guerra. Me juzgarían, y después de lo sucedido desde mi llegada a París, sabía que el veredicto no sería demasiado condescendiente para mí.
Tuve que dejar el trabajo en aquella taberna. Sabía que mi hermano volvería a por mí, y después de todo lo que había pasado, no pensaba ponerle las cosas fáciles. Aunque me habían acogido en su negocio, supe que los mesoneros dueños del local sintieron alivio al explicarles mi marcha a la mañana siguiente, lo cual era lógico. Apenas llevaba unos días trabajando para ellos y ya había sido la causa de varias peleas.
De modo que aquella mañana en la que volvía a no tener un rumbo fijo, me animé a buscar una cueva donde poder esconderme durante la noche de luna llena que se avecinaba. Iba a ser mi primera transformación sola, y aunque pareciese una bobada, aquello me daba miedo. Por primera vez desde que me había marchado, la soledad se apoderó de mi alma. Tenía que hacerme a la idea de que si seguía con mi fuga, siempre estaría huyendo. Errol no se conformaría y me perseguiría hasta los confines de la tierra por haber deshonrado a mi familia.
La ansiedad me atacaba por momentos, y bajé del caballo para acercarme a un precioso río que había vislumbrado desde el camino para refrescarme un poco la cara y la nuca. Necesitaba recuperar los ánimos que había perdido. Volver a coger fuerzas para todo lo que se me venía encima, y hacerme a la idea de que ahora más que nunca solo dependía de mí misma.
Me senté junto a la orilla, embobada mientras veía el agua correr, comencé a lanzar piedras río ensimismada en mis pensamientos.
Última edición por Nimue Dow el Sáb Ago 20, 2016 7:42 pm, editado 1 vez
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Fruncí el ceño cuando me prometió un baile que nunca llegaría ya que debajo de mi vestido solo se encontraba mi piel desnuda. Ojalá fuese hechicera y pudiese sacar del sombrero dos cervezas y unos cacahuetes, pensé; mientras le miré el trasero al verlo encaramarse a un manzano.
¿En serio? ¿Después de horas andando, me daba una manzana? ¿Qué se pensaba, que era un conejo? A mí lo que me apetecía era un buen chuletón, con patatas fritas si era posible..se me hacía la boca agua solo de pensarlo; claro que también se me hacía la boca agua si pensaba en pegarle un mordisco a ese culo tan bien formado. "Estás enferma, Nim". "Shsss...calla y observa bien que ese trasero no se ve todos los días".
Se acuclilló a mi lado para darme la miserable manzana mientras de nuevo trataba de justificar sus actos. Sus palabras de nuevo se clavaron en mi corazón, ¿cómo podía ser que se arrepintiese de lo que había sucedido junto al arroyo? ¿cómo podía decir que era culpa de mi celo por lo que su razón se confundía? Cogí la manzana y le di un buen mordisco mientras imaginaba que era su yugular, después de que el lobo soltase mis ataduras, añadiendo que no podría escapar. ¿Es que ya no recordaba que podría haber huido y que había sido tan estúpida de volver junto a él?
¿Cómo podía ser tan borde? Aunque también era cierto que esa forma de ser tan discordante era la que me atraía como una abejorro a la miel.
- Gracias por...- moví la manzana sin mucho entusiasmo mientras seguía pensando en el chuletón.- Por mí, si quieres, vamos a la habitación de mi hostal, y allí me atas donde quieras. No me gustaría que se hiciese de noche y los lobos me acechasen.
Se sentó a mi lado mientras hacía acopio de su manzana. ¿Sería vegetariano? No me extrañaría; todo él era un contradicción. Hasta el hecho de lo que me hacía sentir a sabiendas de que me odiaba.
¿Por qué me atraía tanto? ¿De dónde venía esa necesidad de estar a su lado y besarlo? Miré como mordía la manzana; como sus ardientes labios se deslizaban por su piel, mientras yo embobada deseaba que fuesen los míos los que los rozasen.
- Pues no sé lo que hacen las parejas, porque no tengo una.- contesté cortante por haberme hecho salir de ese pensamiento tan lascivo que estaba teniendo en ese momento con sus labios.- En Escocia me bañaba con mis hermanos, pero ahora sé que no volveré a hacerlo.
Me quedé pensativa mientras recordaba el encuentro con Errol. Había deshonrado a mi familia y con mi actuación los había perdido a todos. Ya no había un hogar para mí. A partir de entonces estaría sola.
- Me escapé hace unos meses de mi hogar. Me negaba a casarme con un alfa al que mi padre había decidido prometerme solo por cumplir esas estúpidas leyes de la manada. Yo quiero enamorarme y que si me caso sea con el hombre al que ame.- lo miré inconscientemente al decir estas últimas palabras.- De modo que de aquí en adelante, estaré sola..para siempre.
Recordé el momento en que me había interrumpido en el río, cuando estaba disfrutando de aquel placentero baño.
- Lo que me recuerda que...- apunté mientras me ponía en pie y comenzaba a desnudarme ante la mirada confundida del lobo-.. que me quedé a medias en mi momento zen.
Sin decirle más caminé hacia el río, desnuda completamente mientras sentía como sus ojos se tornaban ámbar a mi espalda. Me zambullí tirándome de cabeza, buscando su mirada al sacar la cabeza del agua.
- Venga vente... un baño igual alivia esa mala leche que te domina.- dije divertida mientras una picara sonrisa iluminaba mi rostro y comenzaba a nadar de una lado a otro, esperando que dejase a un lado ese humor de perros que portaba y se dejase llevar por una vez.
¿En serio? ¿Después de horas andando, me daba una manzana? ¿Qué se pensaba, que era un conejo? A mí lo que me apetecía era un buen chuletón, con patatas fritas si era posible..se me hacía la boca agua solo de pensarlo; claro que también se me hacía la boca agua si pensaba en pegarle un mordisco a ese culo tan bien formado. "Estás enferma, Nim". "Shsss...calla y observa bien que ese trasero no se ve todos los días".
Se acuclilló a mi lado para darme la miserable manzana mientras de nuevo trataba de justificar sus actos. Sus palabras de nuevo se clavaron en mi corazón, ¿cómo podía ser que se arrepintiese de lo que había sucedido junto al arroyo? ¿cómo podía decir que era culpa de mi celo por lo que su razón se confundía? Cogí la manzana y le di un buen mordisco mientras imaginaba que era su yugular, después de que el lobo soltase mis ataduras, añadiendo que no podría escapar. ¿Es que ya no recordaba que podría haber huido y que había sido tan estúpida de volver junto a él?
¿Cómo podía ser tan borde? Aunque también era cierto que esa forma de ser tan discordante era la que me atraía como una abejorro a la miel.
- Gracias por...- moví la manzana sin mucho entusiasmo mientras seguía pensando en el chuletón.- Por mí, si quieres, vamos a la habitación de mi hostal, y allí me atas donde quieras. No me gustaría que se hiciese de noche y los lobos me acechasen.
Se sentó a mi lado mientras hacía acopio de su manzana. ¿Sería vegetariano? No me extrañaría; todo él era un contradicción. Hasta el hecho de lo que me hacía sentir a sabiendas de que me odiaba.
¿Por qué me atraía tanto? ¿De dónde venía esa necesidad de estar a su lado y besarlo? Miré como mordía la manzana; como sus ardientes labios se deslizaban por su piel, mientras yo embobada deseaba que fuesen los míos los que los rozasen.
- Pues no sé lo que hacen las parejas, porque no tengo una.- contesté cortante por haberme hecho salir de ese pensamiento tan lascivo que estaba teniendo en ese momento con sus labios.- En Escocia me bañaba con mis hermanos, pero ahora sé que no volveré a hacerlo.
Me quedé pensativa mientras recordaba el encuentro con Errol. Había deshonrado a mi familia y con mi actuación los había perdido a todos. Ya no había un hogar para mí. A partir de entonces estaría sola.
- Me escapé hace unos meses de mi hogar. Me negaba a casarme con un alfa al que mi padre había decidido prometerme solo por cumplir esas estúpidas leyes de la manada. Yo quiero enamorarme y que si me caso sea con el hombre al que ame.- lo miré inconscientemente al decir estas últimas palabras.- De modo que de aquí en adelante, estaré sola..para siempre.
Recordé el momento en que me había interrumpido en el río, cuando estaba disfrutando de aquel placentero baño.
- Lo que me recuerda que...- apunté mientras me ponía en pie y comenzaba a desnudarme ante la mirada confundida del lobo-.. que me quedé a medias en mi momento zen.
Sin decirle más caminé hacia el río, desnuda completamente mientras sentía como sus ojos se tornaban ámbar a mi espalda. Me zambullí tirándome de cabeza, buscando su mirada al sacar la cabeza del agua.
- Venga vente... un baño igual alivia esa mala leche que te domina.- dije divertida mientras una picara sonrisa iluminaba mi rostro y comenzaba a nadar de una lado a otro, esperando que dejase a un lado ese humor de perros que portaba y se dejase llevar por una vez.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Observé mientras daba bocados a la manzana como ella la movía entre sus manos con cierto desagrado mirándome mas a mi engullir que a su jugosa fruta ¿pensaría que la había envenenado?
Enarque una ceja mirándola con descaro, ¿no le gustarían las manzanas? Vale que en esos instantes a mi también me apetecía mas algo consistente, habíamos perdido todo el día buscando el rastro de Agarwaen y la noche pronto se cernería sobre nosotros, lo que me recordó dos cosas, una que no tenia donde pasar la noche con esa loba, y dos, que Leo y Menyara ya deberían haber acabado su partida del día, esperaba que ellos hubieran obtenido mejores resultados que yo, mas sabia que si no volvía al hostal Leo se preocuparía saliendo a buscarme por muy caída la noche que estuviera.
Me debatía de nuevo entre dejarla ir para no complicarme la vida o aceptar la proposición de ir al hostal con ella, supuse que una noche podría pasarla de cualquier modo, allí en la ciudad podría antes pasarme por la habitación de Menyara para avisar a Leo de mis planes.
Ensimismado en mis pensamientos me di cuenta de que la loba se ponía en pie, me había contado algo sobre su manada, unas leyes que la orillaban a casarse con un Alfa y no se cuantas sandeces mas que poco o nada me importaban.
-¿Donde vas? -pregunté alzando una de las cejas mientras atónito veía como se desnudaba frente a mis ojos que de nuevo se tronaban ámbar -Para -rugí con la voz ronca que me traicionaba.
Maldita sea, como podía ser tan...agggg -gruñí de nuevo poniéndome en pie.
-¡¿que parte de eres mi prisionera no te ha quedado clara?!
Esa mujer era insufrible, la soltaba y se quedaba, la dejaba comer y se desnudaba ¿de menuda se había librado ese alfa?
Sonreí de medio lado al verla reír en el agua, una parte de mi deseaba seguirla, tomarla, hacerla mia. La otra...no se, la otra ya que demonios quería, supongo que mi cara de mala leche lo decía todo y ella eso me lo recriminaba divertida, como si yo solo fuera un lobo mas con el que juguetear en esas aguas.
Negué con la cabeza volviendo a fruncir el ceño para hundir mi ámbar mirada en la suya
-¡ven que te ate!
La verdad es que casi me echo a reír yo mismo. ¿En serio? ¿ven que te ate? ¿Eso era todo lo que un cazador podía decir a su prisionera? No me extrañaba que se estuviera riendo de mi, la verdad como cazador frente a ella daba autentica pena.
Deje escapar el aire de forma pesada quitándome la camisola y los pantalones para entrar al arroyo a por ella.
-Voy a darte unos azotes -rugí antes de zambullirme en el agua para buceando alcanzar su posición.
Abrí los ojos frente a ella mientras las gotas de agua resbalaban por mi rostro lentamente, de nuevo ese embriagador olor, ese que despertaba mis instintos mas básicos orillándome contra su cuerpo.
Mis ojos de nuevo se tornaron miel, un color tan intenso como mis propias ganas.
-esto no es un juego -la increpe con la voz ronca como la misma noche que se cernía sobre nosotros.
Bajo mis calzones podía notar mi hombría dura como una piedra, mi respiración frente a ella se agitaba de forma violenta y mis labios entreabiertos dejaban escapar el aire que entre nosotros se cargaba de deseo, uno irrefrenable.
-¡sal! Susurré queriendo decir “quédate”
Sacudí la cabeza, joder, ¿que me pasaba? El juicio, la razón, nada de eso me quedaba frente a esos ojos que me admiraban, deslice mis ojos por su cuello hasta alcanzar sus pechos desnudos, tersos, endurecidos por el agua.
-Por favor -susurré cerrando los ojos consciente de que no podía mas, la necesitaba, trague saliva -vístete, y te llevo a cenar algo consistente.
Sabia que de acercar nuestros cuerpos la suerte estaba echada.
Enarque una ceja mirándola con descaro, ¿no le gustarían las manzanas? Vale que en esos instantes a mi también me apetecía mas algo consistente, habíamos perdido todo el día buscando el rastro de Agarwaen y la noche pronto se cernería sobre nosotros, lo que me recordó dos cosas, una que no tenia donde pasar la noche con esa loba, y dos, que Leo y Menyara ya deberían haber acabado su partida del día, esperaba que ellos hubieran obtenido mejores resultados que yo, mas sabia que si no volvía al hostal Leo se preocuparía saliendo a buscarme por muy caída la noche que estuviera.
Me debatía de nuevo entre dejarla ir para no complicarme la vida o aceptar la proposición de ir al hostal con ella, supuse que una noche podría pasarla de cualquier modo, allí en la ciudad podría antes pasarme por la habitación de Menyara para avisar a Leo de mis planes.
Ensimismado en mis pensamientos me di cuenta de que la loba se ponía en pie, me había contado algo sobre su manada, unas leyes que la orillaban a casarse con un Alfa y no se cuantas sandeces mas que poco o nada me importaban.
-¿Donde vas? -pregunté alzando una de las cejas mientras atónito veía como se desnudaba frente a mis ojos que de nuevo se tronaban ámbar -Para -rugí con la voz ronca que me traicionaba.
Maldita sea, como podía ser tan...agggg -gruñí de nuevo poniéndome en pie.
-¡¿que parte de eres mi prisionera no te ha quedado clara?!
Esa mujer era insufrible, la soltaba y se quedaba, la dejaba comer y se desnudaba ¿de menuda se había librado ese alfa?
Sonreí de medio lado al verla reír en el agua, una parte de mi deseaba seguirla, tomarla, hacerla mia. La otra...no se, la otra ya que demonios quería, supongo que mi cara de mala leche lo decía todo y ella eso me lo recriminaba divertida, como si yo solo fuera un lobo mas con el que juguetear en esas aguas.
Negué con la cabeza volviendo a fruncir el ceño para hundir mi ámbar mirada en la suya
-¡ven que te ate!
La verdad es que casi me echo a reír yo mismo. ¿En serio? ¿ven que te ate? ¿Eso era todo lo que un cazador podía decir a su prisionera? No me extrañaba que se estuviera riendo de mi, la verdad como cazador frente a ella daba autentica pena.
Deje escapar el aire de forma pesada quitándome la camisola y los pantalones para entrar al arroyo a por ella.
-Voy a darte unos azotes -rugí antes de zambullirme en el agua para buceando alcanzar su posición.
Abrí los ojos frente a ella mientras las gotas de agua resbalaban por mi rostro lentamente, de nuevo ese embriagador olor, ese que despertaba mis instintos mas básicos orillándome contra su cuerpo.
Mis ojos de nuevo se tornaron miel, un color tan intenso como mis propias ganas.
-esto no es un juego -la increpe con la voz ronca como la misma noche que se cernía sobre nosotros.
Bajo mis calzones podía notar mi hombría dura como una piedra, mi respiración frente a ella se agitaba de forma violenta y mis labios entreabiertos dejaban escapar el aire que entre nosotros se cargaba de deseo, uno irrefrenable.
-¡sal! Susurré queriendo decir “quédate”
Sacudí la cabeza, joder, ¿que me pasaba? El juicio, la razón, nada de eso me quedaba frente a esos ojos que me admiraban, deslice mis ojos por su cuello hasta alcanzar sus pechos desnudos, tersos, endurecidos por el agua.
-Por favor -susurré cerrando los ojos consciente de que no podía mas, la necesitaba, trague saliva -vístete, y te llevo a cenar algo consistente.
Sabia que de acercar nuestros cuerpos la suerte estaba echada.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 13/08/2016
Localización : París
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
La expresión de la cara del lobo era indescriptible. Una mezcla de rabia e impotencia hacían gala en esos ojos que se tornaban ámbar por momentos mientras yo disfrutaba de aquel baño que antes me había sido interrumpido, mirando fijamente la actitud del cazador que no dejaba de gruñirme y gritar.
Parecía incómodo por la situación. Igual es que no estaba acostumbrado a ver mujeres desnudas, aunque con el carácter que se gastaba tampoco era algo extraño. Cuando gritó "ven que te ate", tuve irremediablemente que ahogar la carcajada que se escapaba de mis labios debajo del agua, dejando solo mis ojos y mi nariz en la superficie. No quería cabrear más de lo que ya estaba a aquel pobre lobo que se había cruzado en mi camino. ¿En serio? Este hombre no sabía cortejar a una mujer ni por asomo.
Refunfuñando, aquel lobo que me hacía sentir algo tan extraño en mi interior que no sabía ni lo que era, se fue desvistiendo mientras se acercaba a la orilla bajo mi atenta mirada, con cara de pocos amigos. Había que reconocer que tenía un cuerpo de infarto...quizás le sobraban en esos momentos los calzones, pero en fin, menos daba una piedra.
- Azotes, atarme con una cuerda...esto se está poniendo interesante por momentos.- me mofé desde el agua justo antes de que se zambullese en ella para venir en mi búsqueda.
Seguro que el baño calmaba ese humor agrio que portaba todo el día.
Cuando salió del agua, suspiré con la boca abierta ante la vista que se presentaba ante mí, anonadada por el nudo en el estómago que se me formó cuando sus ojos se clavaron en los míos. Si de normal era atractivo, su aspecto con el pelo mojado y las gotas de agua resbalando por su rostro lo hacia irresistible.
Irremediablemente me acerqué hasta su posición, apenas a medio metro de la mía. No podía evitarlo; cada resquicio de mi piel buscaba ser acariciada de nuevo por ese lobo cascarrabias del que posiblemente lo único que obtuviese fuese un gruñido. Pero no me importaba; mi necesidad de él era incontrolable, y ni la razón ni mi fuerza de voluntad parecían querer colaborar en esos momentos.
- Voy.- susurré cuando me gritó que me saliese del agua, mientras seguía acercando mi cuerpo al suyo, sujetándome en sus hombros para que la corriente del río no me separase de él.
Clavé mis ojos en los suyos; unos ojos que me pedían a gritos hacerme suya de nuevo. Unos ojos que me decían lo contrario a lo que indicaban sus palabras, y por los que me dejé llevar.
Acerqué mis labios despacio a los suyos, mientras la corriente del río nos azuzaba y nos juntaba más por segundos. Nuestras respiraciones se mezclaron al tiempo que posaba mis labios sobre los suyos haciéndolos míos de nuevo.
¿Sería aquello el paraíso y no me había dado cuenta?
Parecía incómodo por la situación. Igual es que no estaba acostumbrado a ver mujeres desnudas, aunque con el carácter que se gastaba tampoco era algo extraño. Cuando gritó "ven que te ate", tuve irremediablemente que ahogar la carcajada que se escapaba de mis labios debajo del agua, dejando solo mis ojos y mi nariz en la superficie. No quería cabrear más de lo que ya estaba a aquel pobre lobo que se había cruzado en mi camino. ¿En serio? Este hombre no sabía cortejar a una mujer ni por asomo.
Refunfuñando, aquel lobo que me hacía sentir algo tan extraño en mi interior que no sabía ni lo que era, se fue desvistiendo mientras se acercaba a la orilla bajo mi atenta mirada, con cara de pocos amigos. Había que reconocer que tenía un cuerpo de infarto...quizás le sobraban en esos momentos los calzones, pero en fin, menos daba una piedra.
- Azotes, atarme con una cuerda...esto se está poniendo interesante por momentos.- me mofé desde el agua justo antes de que se zambullese en ella para venir en mi búsqueda.
Seguro que el baño calmaba ese humor agrio que portaba todo el día.
Cuando salió del agua, suspiré con la boca abierta ante la vista que se presentaba ante mí, anonadada por el nudo en el estómago que se me formó cuando sus ojos se clavaron en los míos. Si de normal era atractivo, su aspecto con el pelo mojado y las gotas de agua resbalando por su rostro lo hacia irresistible.
Irremediablemente me acerqué hasta su posición, apenas a medio metro de la mía. No podía evitarlo; cada resquicio de mi piel buscaba ser acariciada de nuevo por ese lobo cascarrabias del que posiblemente lo único que obtuviese fuese un gruñido. Pero no me importaba; mi necesidad de él era incontrolable, y ni la razón ni mi fuerza de voluntad parecían querer colaborar en esos momentos.
- Voy.- susurré cuando me gritó que me saliese del agua, mientras seguía acercando mi cuerpo al suyo, sujetándome en sus hombros para que la corriente del río no me separase de él.
Clavé mis ojos en los suyos; unos ojos que me pedían a gritos hacerme suya de nuevo. Unos ojos que me decían lo contrario a lo que indicaban sus palabras, y por los que me dejé llevar.
Acerqué mis labios despacio a los suyos, mientras la corriente del río nos azuzaba y nos juntaba más por segundos. Nuestras respiraciones se mezclaron al tiempo que posaba mis labios sobre los suyos haciéndolos míos de nuevo.
¿Sería aquello el paraíso y no me había dado cuenta?
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Desobediente, terca, cabezota, insufrible, insoportable, pesada, cansina, irritante, molesta, mandona uffff
-besame -eso fue todo lo que escapo de mis labios cuando su cuerpo se orillo al mio posando sus manso sobre mis hombros mientras la corriente nos sacudía con su voraz paso hacia el mar.
Jadeé contra sus labios que despacio se acercaban a los míos calentándolos con su aliento.
Un roce hizo explotar cada terminación nerviosa de mi cuerpo que ahora hecho lobo, la acercaba tomándola de la nuca para pegarla mas contra mi.
Introduje mi lengua cruzando el filo de sus labios que entreabiertos me prometían la luna, esa de la que ambos eramos esclavos.
Jadeé contra su boca dejándome llevar por su sabor mientras sus manos dibujaban mi abdomen y las mías tiraban de su cintura para acortar la abrasadora distancia de nuestros cuerpos.
-te odio -susurre contra su boca antes de deslizar mis labios por su mandíbula dibujando cada resquicio de esa piel tostada que me hacia enloquecer.
Su largo cabello enredado entre mis dedos, salvaje, oscuro, jamas había visto un ser así, enérgico, perfecto, bello, mio.
-Mía -gruñí cuando alcance su cuello dejando que mis dientes se apropiaran de este, mordiéndolo con fuerza, marcándola, porque eso era ,mía, solo mía.
Gruñí contra su piel tirando de su pelo para forzarla a dejarme morder con mas facilidad mientras mis dedos buscaban con urgencia su húmedo sexo.
Jadeé al sentir como entraban despacio, recorriendo sus paredes que cálidas los acogían con intensidad.
Sus piernas se abrieron para dejar que mi mano se sacudiera al ritmo de esas caderas que me buscaban necesitadas mientras ella gruñía con cada movimiento pegándose mas a mi, usándome de fiel sustento.
No tarde en girarla, no podía aguantar mas, con mis manos alce sus nalgas lo suficiente como para empotrarla desde atrás, hundiéndome en su interior de forma salvaje, gruñí, aullé, porque era mía, porque así lo sentía bajo ese cielo ya casi estrellado.
Con mis manos arrope sus caderas, hundiendo en ellas mis dedos para moverla contra mi, golpeando con su culo mi pelvis.
La empale una y torra vez mientras la oía gemir de puro placer, estaba excitadisima y su forma de moverse buscándome me volvía loco.
Nada había de humano en aquello, eramos dos bestias en celo, apareándose bajo las estrellas, mis dedos buscaron su clítoris, lo acaricie trazando círculos sin dejar de empotrar mi falo en su coño una y otra vez.
Estaba al borde del abismo, ese al que hasta el momento solo me había llevado lela, ese que me convertía en otro, en menos cazador, mas que por ende adoraba y odiaba a partes iguales, confieso que disfrutaba de forma abismal cada una de esas embestidas, confieso que la deseaba como jamas había deseado nada ni a nadie.
Ella me abrasaba mas que la propia luna cuando llena rompía mis huesos a voluntad haciéndome gritar de dolor, ella por el contrario me hacia gritar de placer, contra su espalda que acogía no solo mis gruñidos roncos por la pasión si no también mis dientes que mordían su piel a su paso necesitados de ella, de que me dijera que era tan mía como la luna de la noche y el día del sol.
-besame -eso fue todo lo que escapo de mis labios cuando su cuerpo se orillo al mio posando sus manso sobre mis hombros mientras la corriente nos sacudía con su voraz paso hacia el mar.
Jadeé contra sus labios que despacio se acercaban a los míos calentándolos con su aliento.
Un roce hizo explotar cada terminación nerviosa de mi cuerpo que ahora hecho lobo, la acercaba tomándola de la nuca para pegarla mas contra mi.
Introduje mi lengua cruzando el filo de sus labios que entreabiertos me prometían la luna, esa de la que ambos eramos esclavos.
Jadeé contra su boca dejándome llevar por su sabor mientras sus manos dibujaban mi abdomen y las mías tiraban de su cintura para acortar la abrasadora distancia de nuestros cuerpos.
-te odio -susurre contra su boca antes de deslizar mis labios por su mandíbula dibujando cada resquicio de esa piel tostada que me hacia enloquecer.
Su largo cabello enredado entre mis dedos, salvaje, oscuro, jamas había visto un ser así, enérgico, perfecto, bello, mio.
-Mía -gruñí cuando alcance su cuello dejando que mis dientes se apropiaran de este, mordiéndolo con fuerza, marcándola, porque eso era ,mía, solo mía.
Gruñí contra su piel tirando de su pelo para forzarla a dejarme morder con mas facilidad mientras mis dedos buscaban con urgencia su húmedo sexo.
Jadeé al sentir como entraban despacio, recorriendo sus paredes que cálidas los acogían con intensidad.
Sus piernas se abrieron para dejar que mi mano se sacudiera al ritmo de esas caderas que me buscaban necesitadas mientras ella gruñía con cada movimiento pegándose mas a mi, usándome de fiel sustento.
No tarde en girarla, no podía aguantar mas, con mis manos alce sus nalgas lo suficiente como para empotrarla desde atrás, hundiéndome en su interior de forma salvaje, gruñí, aullé, porque era mía, porque así lo sentía bajo ese cielo ya casi estrellado.
Con mis manos arrope sus caderas, hundiendo en ellas mis dedos para moverla contra mi, golpeando con su culo mi pelvis.
La empale una y torra vez mientras la oía gemir de puro placer, estaba excitadisima y su forma de moverse buscándome me volvía loco.
Nada había de humano en aquello, eramos dos bestias en celo, apareándose bajo las estrellas, mis dedos buscaron su clítoris, lo acaricie trazando círculos sin dejar de empotrar mi falo en su coño una y otra vez.
Estaba al borde del abismo, ese al que hasta el momento solo me había llevado lela, ese que me convertía en otro, en menos cazador, mas que por ende adoraba y odiaba a partes iguales, confieso que disfrutaba de forma abismal cada una de esas embestidas, confieso que la deseaba como jamas había deseado nada ni a nadie.
Ella me abrasaba mas que la propia luna cuando llena rompía mis huesos a voluntad haciéndome gritar de dolor, ella por el contrario me hacia gritar de placer, contra su espalda que acogía no solo mis gruñidos roncos por la pasión si no también mis dientes que mordían su piel a su paso necesitados de ella, de que me dijera que era tan mía como la luna de la noche y el día del sol.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Por una vez en todo el día, y sin que sirviese como precedente obedecí las órdenes de aquel lobo discordante que pasaba del enfado al gruñido en cuestión de segundos, y lentamente fui juntando sus labios a los míos en un cálido y dulce beso, que en cuanto me cogió de la nuca para pegarme a él, se tornó apasionado y visceral.
Su lengua se enredaba con la mía, buscándola con necesidad mientras nuestros cuerpos quedaban unidos por su abrazo. Había anhelado sentir de nuevo sabor desde que nuestros se habían separado en aquel árbol que había sido testigo de nuestro primer encuentro. Era como curioso como pasaba de pensar que todo había sido un error, a caer de nuevo. Y ahí estaba su parte de humano, que siempre tropezaban dos veces con la misma piedra.
Su abrazo nos envolvía de tal forma que ni siquiera la corriente del río era separarnos un ápice el uno del otro. Podía sentir su olor embriagador que me hacía excitarme a cada caricia que yo le regalaba mientras recorría su cuerpo, tratando de memorizar cada centímetro de aquel lobo que me había perder el juicio que me quedaba.
Jadeé junto a sus labios mientras una sonrisa pícara se dibujaba en mi rostro al oírle decir que me odiaba. Pues entonces adoraba su forma de odiarme; no podía imaginar entonces como sería si llegaba a quererme.
Nuestras respiraciones ajetreadas se mezclaban entre nuestros labios cuando tomé de nuevo su boca, haciéndola mía esta vez. Demostrándole con aquel baile de sentidos lo mucho que lo deseaba; lo mucho que necesitaba sentir su piel y sus caricias, aunque no llegaba a comprender el porqué. Nunca me había gustado mucho que me tocasen, ni siquiera mis hermanos cuando jugábamos juntos, y sin embargo lo único que deseaba frente a aquel atractivo lobo era que recorriese cada parte de mi ser con sus caricias y que me hiciese suya.
Un sendero de besos recorrieron mi mandíbula hasta llegar hasta mi cuello, que volvió a morder marcándome de nuevo como de su propiedad, mientras susurraba esa palabra que yo deseaba que fuese realidad. No tenía la menor duda; quería ser suya, y no solo ahora; no solo en esos momentos en los que nuestra sentidos desatados nublaban nuestra razón. Quería ser suya a partir de ahora. ¿Es que no era consciente de lo que hacía al dejar esa marca en mi cuello? Que volviese a reincidir en ese importante gesto para mí supuso un antes y un después en mi vida. No había pensado atarme a ningún lobo antes; hecho por el cual escapé de mi hogar, pero ahora...ahora delante de aquel lobo que me reclamaba como suya no me importaría vincularme a él.
- Tuya..solo tuya.- jadeé junto a su oído mientras me ladeaba la cabeza tirando de mi pelo y sus manos buscaban impacientes el centro de mi deseo que se encontraba más que preparado para él.
Arqueé la espalda gimiendo en su hombro, abrazándolo con fuerza cuando sus dedos entraron con fuerza en mi vagina, abriéndose paso entre las húmedas paredes que cedían por su masturbación.
Me liberó de su mordisco dándome la vuelta y buscando esa posición en la que poder follarme desde atrás. Sus bruscas embestidas me llenaban por completo mientras mis gritos de placer resonaban en las movidas aguas de aquel río que nos acunaba en silencio entre sus aguas. Sin pausa, una y otra vez mis nalgas chocaban contra sus caderas al tiempo que sus manos sujetaban las mías para hacer más profunda la penetración. No tardé en alcanzar la cima de aquel maravilloso orgasmo que me había hecho abrir las puertas del cielo. Eso que solo podía conseguir él.
Me separé ligeramente de su pene para darme la vuelta de nuevo, buscando en su mirada la complicidad del momento que estábamos compartiendo. De un pequeño salto subí mis piernas a su cintura enredándolas en ella, mientras el lobo volvía a dirigir su hombría hacía mi vagina para penetrarme con fuerza.
Busqué sus labios, esos labios que había echado de menos minutos antes, para después ir continuando mis pequeños mordiscos a lo largo de esa barba incipiente que tanto me enloquecía. Sus jadeos por mis caricias eran como susurros frente a mi oído; jadeos que me empujaban a seguir, queriendo conseguir el placer pleno de los dos.
Sus embestidas se tornaban vigorosas y salvajes, tan salvajes como el siguiente orgasmo que comenzó a ascender en mí como los tonos de sus gruñidos en mi cuello.
Grité de placer, de satisfacción, de lujuria...grité mientras mordía su cuello reclamando al lobo como mío. No quería que fuese de nadie más, solo mío. Sentí como gruñó con mi mordisco y su polla se sacudió en mi interior.
Sus últimas sacudidas me sumieron en un agotamiento total, mientras ahora mis besos rodeaban aquel chupetón que quedaría marcado en su cuello, al tiempo que seguía abrazada a él.
- Si me sacas un chuletón, te juro que me caso contigo ahora mismo.- susurré divertida mientras cerraba los ojos tratando de mantener ese segundo de cariño eternamente.
Su lengua se enredaba con la mía, buscándola con necesidad mientras nuestros cuerpos quedaban unidos por su abrazo. Había anhelado sentir de nuevo sabor desde que nuestros se habían separado en aquel árbol que había sido testigo de nuestro primer encuentro. Era como curioso como pasaba de pensar que todo había sido un error, a caer de nuevo. Y ahí estaba su parte de humano, que siempre tropezaban dos veces con la misma piedra.
Su abrazo nos envolvía de tal forma que ni siquiera la corriente del río era separarnos un ápice el uno del otro. Podía sentir su olor embriagador que me hacía excitarme a cada caricia que yo le regalaba mientras recorría su cuerpo, tratando de memorizar cada centímetro de aquel lobo que me había perder el juicio que me quedaba.
Jadeé junto a sus labios mientras una sonrisa pícara se dibujaba en mi rostro al oírle decir que me odiaba. Pues entonces adoraba su forma de odiarme; no podía imaginar entonces como sería si llegaba a quererme.
Nuestras respiraciones ajetreadas se mezclaban entre nuestros labios cuando tomé de nuevo su boca, haciéndola mía esta vez. Demostrándole con aquel baile de sentidos lo mucho que lo deseaba; lo mucho que necesitaba sentir su piel y sus caricias, aunque no llegaba a comprender el porqué. Nunca me había gustado mucho que me tocasen, ni siquiera mis hermanos cuando jugábamos juntos, y sin embargo lo único que deseaba frente a aquel atractivo lobo era que recorriese cada parte de mi ser con sus caricias y que me hiciese suya.
Un sendero de besos recorrieron mi mandíbula hasta llegar hasta mi cuello, que volvió a morder marcándome de nuevo como de su propiedad, mientras susurraba esa palabra que yo deseaba que fuese realidad. No tenía la menor duda; quería ser suya, y no solo ahora; no solo en esos momentos en los que nuestra sentidos desatados nublaban nuestra razón. Quería ser suya a partir de ahora. ¿Es que no era consciente de lo que hacía al dejar esa marca en mi cuello? Que volviese a reincidir en ese importante gesto para mí supuso un antes y un después en mi vida. No había pensado atarme a ningún lobo antes; hecho por el cual escapé de mi hogar, pero ahora...ahora delante de aquel lobo que me reclamaba como suya no me importaría vincularme a él.
- Tuya..solo tuya.- jadeé junto a su oído mientras me ladeaba la cabeza tirando de mi pelo y sus manos buscaban impacientes el centro de mi deseo que se encontraba más que preparado para él.
Arqueé la espalda gimiendo en su hombro, abrazándolo con fuerza cuando sus dedos entraron con fuerza en mi vagina, abriéndose paso entre las húmedas paredes que cedían por su masturbación.
Me liberó de su mordisco dándome la vuelta y buscando esa posición en la que poder follarme desde atrás. Sus bruscas embestidas me llenaban por completo mientras mis gritos de placer resonaban en las movidas aguas de aquel río que nos acunaba en silencio entre sus aguas. Sin pausa, una y otra vez mis nalgas chocaban contra sus caderas al tiempo que sus manos sujetaban las mías para hacer más profunda la penetración. No tardé en alcanzar la cima de aquel maravilloso orgasmo que me había hecho abrir las puertas del cielo. Eso que solo podía conseguir él.
Me separé ligeramente de su pene para darme la vuelta de nuevo, buscando en su mirada la complicidad del momento que estábamos compartiendo. De un pequeño salto subí mis piernas a su cintura enredándolas en ella, mientras el lobo volvía a dirigir su hombría hacía mi vagina para penetrarme con fuerza.
Busqué sus labios, esos labios que había echado de menos minutos antes, para después ir continuando mis pequeños mordiscos a lo largo de esa barba incipiente que tanto me enloquecía. Sus jadeos por mis caricias eran como susurros frente a mi oído; jadeos que me empujaban a seguir, queriendo conseguir el placer pleno de los dos.
Sus embestidas se tornaban vigorosas y salvajes, tan salvajes como el siguiente orgasmo que comenzó a ascender en mí como los tonos de sus gruñidos en mi cuello.
Grité de placer, de satisfacción, de lujuria...grité mientras mordía su cuello reclamando al lobo como mío. No quería que fuese de nadie más, solo mío. Sentí como gruñó con mi mordisco y su polla se sacudió en mi interior.
Sus últimas sacudidas me sumieron en un agotamiento total, mientras ahora mis besos rodeaban aquel chupetón que quedaría marcado en su cuello, al tiempo que seguía abrazada a él.
- Si me sacas un chuletón, te juro que me caso contigo ahora mismo.- susurré divertida mientras cerraba los ojos tratando de mantener ese segundo de cariño eternamente.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Sonreí de medio lado cuando escuche como me hablaba de un chuleton ni siquiera ahora, cuando acababa de hacerla mas mía de lo que nunca había hecho a nadie, era capaz de guardar silencio.
Ese que yo ahora necesitaba para concentrarme en su piel, en su olor, en cada resquicio que pudiera aferrarme a ese ser al que en tan solo unas horas me había hecho perder el juicio, la razón y posiblemente algo mas que no estaba ni dispuesto ni preparado para reconocer.
No puede ser, es cuanto me repetía en la cabeza mientras mis pies descalzos caminaban hacia la orilla con aquella increíble mujer entre mis brazos.
Me deje caer con suavidad sobre la verde hierba sintiendo como aun en su interior me sentía mas bien que nunca, con esa extraña sensación de haber hallado mi alma gemela, esa que según cuentan las leyendas de mi pueblo solo existe una y que difícilmente se encuentra.
Busque sus labios sintiendo aun el quemazón de aquella marca en mi cuello que me había hecho alcanzar el orgasmo mas bestial que hasta la fecha habia sentido, como si esa marca supusiera un compromiso que no con palabras si no con actos quedaba marcado a fuego y sentenciado con sangre frente a nosotros.
Miré sus labios cuando logre apartar los míos para comprender que esos y no otros eran los que quería poseer para el resto de mi vida, comprendí en ese instante que ahora había un antes y un después, y comprendí que no podía permitirme el lujo de pensar en quererla porque de hacerlo quedaría preso de su cuerpo, de su lama y de su piel.
Abandonaría París en poco tiempo, ella estaba maldita, tanto como yo, los paseos por la isla de Mykonos no nos estarían permitidos, nada de nuestro amor era posible y yo debía tener claro que tarde o temprano se produciría esa despedida.
Hundí mi cabeza en su pelo, tratando de guardar en el recuerdo la fragancia que sabia que por la eternidad me acompañaría, esa que ahora impregnada en mi piel me hacia sentir diferente, suyo.
Quizás podría dejarlo todo, quedarme, ceder a la maldición por poder orillarme a su piel cada noche, mayor triunfo no conocido, ni siquiera la victoria en la batalla.
Sacudí la cabeza consciente de lo desafortunados que eran mis pensamientos llegando frente a mi el recuerdo del fatídico día en el que mi padre resulto muerto y yo maldito, ¿eso era lo que quería abrazar? ¿en ese monstruo deseaba convertirme?
-vístete, y vamos a tu hostal, estoy hambriento y cansado -susurré contra sus labios antes de introducir mi lengua entre ellos para buscar de nuevo el sabor de su boca que se me antojaba el mejor manjar probado, la deseaba.
No afloje mi abrazo, como si en parte la idea de poner distancia entre nuestros cuerpos me desagradara, me arrastrara de nuevo a esa soledad que solo ella acompañaba.
Ese que yo ahora necesitaba para concentrarme en su piel, en su olor, en cada resquicio que pudiera aferrarme a ese ser al que en tan solo unas horas me había hecho perder el juicio, la razón y posiblemente algo mas que no estaba ni dispuesto ni preparado para reconocer.
No puede ser, es cuanto me repetía en la cabeza mientras mis pies descalzos caminaban hacia la orilla con aquella increíble mujer entre mis brazos.
Me deje caer con suavidad sobre la verde hierba sintiendo como aun en su interior me sentía mas bien que nunca, con esa extraña sensación de haber hallado mi alma gemela, esa que según cuentan las leyendas de mi pueblo solo existe una y que difícilmente se encuentra.
Busque sus labios sintiendo aun el quemazón de aquella marca en mi cuello que me había hecho alcanzar el orgasmo mas bestial que hasta la fecha habia sentido, como si esa marca supusiera un compromiso que no con palabras si no con actos quedaba marcado a fuego y sentenciado con sangre frente a nosotros.
Miré sus labios cuando logre apartar los míos para comprender que esos y no otros eran los que quería poseer para el resto de mi vida, comprendí en ese instante que ahora había un antes y un después, y comprendí que no podía permitirme el lujo de pensar en quererla porque de hacerlo quedaría preso de su cuerpo, de su lama y de su piel.
Abandonaría París en poco tiempo, ella estaba maldita, tanto como yo, los paseos por la isla de Mykonos no nos estarían permitidos, nada de nuestro amor era posible y yo debía tener claro que tarde o temprano se produciría esa despedida.
Hundí mi cabeza en su pelo, tratando de guardar en el recuerdo la fragancia que sabia que por la eternidad me acompañaría, esa que ahora impregnada en mi piel me hacia sentir diferente, suyo.
Quizás podría dejarlo todo, quedarme, ceder a la maldición por poder orillarme a su piel cada noche, mayor triunfo no conocido, ni siquiera la victoria en la batalla.
Sacudí la cabeza consciente de lo desafortunados que eran mis pensamientos llegando frente a mi el recuerdo del fatídico día en el que mi padre resulto muerto y yo maldito, ¿eso era lo que quería abrazar? ¿en ese monstruo deseaba convertirme?
-vístete, y vamos a tu hostal, estoy hambriento y cansado -susurré contra sus labios antes de introducir mi lengua entre ellos para buscar de nuevo el sabor de su boca que se me antojaba el mejor manjar probado, la deseaba.
No afloje mi abrazo, como si en parte la idea de poner distancia entre nuestros cuerpos me desagradara, me arrastrara de nuevo a esa soledad que solo ella acompañaba.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Nada de comentarios punzantes, ni gruñidos, ni amenazas... Lo único que siguió a ese momento de placer en el que ambos nos habíamos convertido en uno fue un plácido silencio, que por esta vez no pensaba volver a interrumpir.
Mi nariz continuaba acariciando su cuello en el mismo lugar donde mi marca lo reclamaba como mío. Solo mío, repetí en mi mente al tiempo que sonreía satisfecha. Algo que jamás se me hubiese ocurrido hacer con nadie, solo con él. ¿Qué había en aquel lobo tan especial que me hacía sentir confusa? ¿Cómo había podido echar por tierra todas mis convicciones y por lo que había huido de mi tierra solo con sus besos? ¿Demostraba aquello que el amor todo lo podía?
Desde siempre había pensado que no quería ser de nadie, no quería pertenecer a un hombre que me reclamase como suya y tener que obedecer su voluntad; y de pronto había aparecido aquel lobo testarudo que había roto todos mis esquemas. Ni en sueños habría imaginado encontrar lo que ahora se convertía en mi realidad. Lo que me daba miedo a admitir que sentía por aquel regalo del cielo que conmigo en brazos nos sacaba a ambos del río, para tumbarse sobre mí en la mullida hierba; unidos aún, sintiéndolo en mi interior como minutos antes.
No solo había disfrutado de un momento de placer único, bueno dos, sino que además cada parte de mi ser deseaba que me reclamase como suya. Deseaba que a partir de entonces nuestros caminos no solo se cruzasen, sino que fuesen cogidos de la mano. Sabía que era una locura, que yo siempre tendría que estar huyendo de mi hermano que no se cansaría de perseguirme para que mi manada me juzgase por lo sucedido; pero por unos segundos, mientras sus labios buscaban los míos como si nuestra vida dependiese de ello (quizás así era), pude imaginar un futuro con él; un futuro en el que ya no me vería como a su enemiga, sino como la mujer que lo amaba por encima de todo y donde podríamos caminar abrazados bajo la luz de la luna con nuestros pequeños alrededor.
Un sueño que fue efímero como seguramente el tiempo que pasaríamos juntos. Sabía que no debía hacerme ilusiones, que nuestro futuro era incierto, pero sin embargo una parte de mí quería luchar con todas sus fuerzas por ver cumplido ese sueño junto a él.
De nuevo sus palabras decían una cosa y su actos otra. Ninguno de los dos quería separarse del otro, como si al movernos aquel precioso vínculo que habíamos creado pudiese desaparecer; como si aquel momento de felicidad que ahora mismo nos envolvía pudiese explotar como una pompa de jabón.
Rodé sobre él, colocándome encima; acariciando su pecho mientras nuestras miradas se cruzaban, ganando ambas la batalla en la que nos habíamos aventurado. Sonreí con dulzura acercándome de nuevo a sus labios; mordiendo con cuidado primero el de abajo y luego uniendo nuestras bocas mientras nuestros alientos se juntaban de nuevo.Me moví despacio mientras dejaba de sentirlo en mi interior y una sensación de desazón se apoderó de mí.
Un pequeño pinchazo en el corazón me hizo saber que lo necesitaba; lo necesitaba más que el aire que respiraba. Necesitaba más tiempo para conocernos; para demostrarle que no era el monstruo que pensaba que era, hacerle ver que a pesar de la maldición era una mujer que lo quería, con luna o sin ella. Necesitaba que no se alejase de mí jamás.
- Recuerda; si me traes un filete...- sonreí con picardía mientras le guiñaba un ojo y me ponía en pie para comenzar a vestirme, observando como él hacía lo propio al tiempo que nuestras miradas se cruzaban una y otra vez, presas de los pensamientos encontrados que entre ambos sucedían.
Maldita presión en el pecho que no desaparecía. ¿Estaría sufriendo un infarto?, me pregunté. Aunque de sobra sabía que no era un problema cardíaco lo que me amenazaba, sino la incertidumbre de no saber si podría volver a tener un momento tan especial como aquel con él.
Mi nariz continuaba acariciando su cuello en el mismo lugar donde mi marca lo reclamaba como mío. Solo mío, repetí en mi mente al tiempo que sonreía satisfecha. Algo que jamás se me hubiese ocurrido hacer con nadie, solo con él. ¿Qué había en aquel lobo tan especial que me hacía sentir confusa? ¿Cómo había podido echar por tierra todas mis convicciones y por lo que había huido de mi tierra solo con sus besos? ¿Demostraba aquello que el amor todo lo podía?
Desde siempre había pensado que no quería ser de nadie, no quería pertenecer a un hombre que me reclamase como suya y tener que obedecer su voluntad; y de pronto había aparecido aquel lobo testarudo que había roto todos mis esquemas. Ni en sueños habría imaginado encontrar lo que ahora se convertía en mi realidad. Lo que me daba miedo a admitir que sentía por aquel regalo del cielo que conmigo en brazos nos sacaba a ambos del río, para tumbarse sobre mí en la mullida hierba; unidos aún, sintiéndolo en mi interior como minutos antes.
No solo había disfrutado de un momento de placer único, bueno dos, sino que además cada parte de mi ser deseaba que me reclamase como suya. Deseaba que a partir de entonces nuestros caminos no solo se cruzasen, sino que fuesen cogidos de la mano. Sabía que era una locura, que yo siempre tendría que estar huyendo de mi hermano que no se cansaría de perseguirme para que mi manada me juzgase por lo sucedido; pero por unos segundos, mientras sus labios buscaban los míos como si nuestra vida dependiese de ello (quizás así era), pude imaginar un futuro con él; un futuro en el que ya no me vería como a su enemiga, sino como la mujer que lo amaba por encima de todo y donde podríamos caminar abrazados bajo la luz de la luna con nuestros pequeños alrededor.
Un sueño que fue efímero como seguramente el tiempo que pasaríamos juntos. Sabía que no debía hacerme ilusiones, que nuestro futuro era incierto, pero sin embargo una parte de mí quería luchar con todas sus fuerzas por ver cumplido ese sueño junto a él.
De nuevo sus palabras decían una cosa y su actos otra. Ninguno de los dos quería separarse del otro, como si al movernos aquel precioso vínculo que habíamos creado pudiese desaparecer; como si aquel momento de felicidad que ahora mismo nos envolvía pudiese explotar como una pompa de jabón.
Rodé sobre él, colocándome encima; acariciando su pecho mientras nuestras miradas se cruzaban, ganando ambas la batalla en la que nos habíamos aventurado. Sonreí con dulzura acercándome de nuevo a sus labios; mordiendo con cuidado primero el de abajo y luego uniendo nuestras bocas mientras nuestros alientos se juntaban de nuevo.Me moví despacio mientras dejaba de sentirlo en mi interior y una sensación de desazón se apoderó de mí.
Un pequeño pinchazo en el corazón me hizo saber que lo necesitaba; lo necesitaba más que el aire que respiraba. Necesitaba más tiempo para conocernos; para demostrarle que no era el monstruo que pensaba que era, hacerle ver que a pesar de la maldición era una mujer que lo quería, con luna o sin ella. Necesitaba que no se alejase de mí jamás.
- Recuerda; si me traes un filete...- sonreí con picardía mientras le guiñaba un ojo y me ponía en pie para comenzar a vestirme, observando como él hacía lo propio al tiempo que nuestras miradas se cruzaban una y otra vez, presas de los pensamientos encontrados que entre ambos sucedían.
Maldita presión en el pecho que no desaparecía. ¿Estaría sufriendo un infarto?, me pregunté. Aunque de sobra sabía que no era un problema cardíaco lo que me amenazaba, sino la incertidumbre de no saber si podría volver a tener un momento tan especial como aquel con él.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Separarme de su piel me dejo frio como el mismo hielo, era increíble como en pocas horas se había convertido en ese alguien necesario para mi.
Quizás fuera esa parte de lobo, esa que dicen que se empareja de por vida, esos instintos los que me forzaban a necesitar cada centímetro de ser de esa insufrible mujer, que cada vez se me antojaba mas irresistible.
Aun así mientras colocaba de nuevo en su sitio cada prenda de ropa en su lugar, mientras las armas volvían a pertrechar mi cuerpo todo ello en silencio sepulcral, me di cuenta de la locura que estaba cometiendo, supongo que un extraño desazón me invadió, ese que te dice que lo que crees como posible, eso que te hace soñar con una vida a su lado tan solo es una mentira, una utopía.
Mi vida estaba al lado de los míos, de Leo, Agarwaen, de todos los cazadores que daban su vida a diario por salvar a los hombres de las bestias.
Bestia en la que yo había sido convertido de niño, bestia que destrozo a mi padre, y ahora yo necesitaba mas que el aire a otra de esas bestias.
Quizás los cazadores tenían razón, quizás mis instintos se apoderarían del hombre convirtiéndome ineludiblemente en esa fiera salvaje que era.
La luna causaba estragos en mi, quebrando no solo mis huesos si no mi voluntad con ellos, y ahora esta mujer que sobre mi ejercía la misma fuerza que la misma dama blanca sobre el cielo oscuro,se apoderaba de mi razón orillándome una y otra vez a enzarzarme en su cuerpo.
La necesidad se había convertido en mi bandera frente a ella, ya no sabia si atar sus manos o encadenar mi cuello y ofrecerle la correa.
Dude de nuevo en dejarla ir, mas mi voluntad me lo impedía, no porque no la quisiera libre, si no porque no la quería lejos.
Sus brazos rodearon mi espalda, mientras mis ojos se cerraban sintiéndola tan cerca que mi corazón bombeaba con la fuerza de un ciclón mi sangre por las venas.
Deje escapar el aire lentamente, dejando que de nuevo su fragancia me embriagara.
-no se que me pasa -reconocí -¿es ese olor? ¿es el celo lo que ofusca y confunde mi mente?
Necesitaba saber por ella que se me pasaría esa tontería, que cuando su celo pasara se convertiría en una mas.
Me di la vuelta deslizando la yema de mi dedo por su cuello, entreabrí los labios al sentirla mía, mía y solo mía.
-No quiero que otro te toque, siento celos hasta de la hierba que pisas ¿que me pasa?
Empezaba a sentirme desquiciado, como si todo lo que era se desmoronara frente a mis ojos, como si la lucha de mi ego y mi afterego hoy se desencadenara con mas virulencia que nunca, destrozandome en esa lucha a muerte que a ella me encadenaba.
Quizás fuera esa parte de lobo, esa que dicen que se empareja de por vida, esos instintos los que me forzaban a necesitar cada centímetro de ser de esa insufrible mujer, que cada vez se me antojaba mas irresistible.
Aun así mientras colocaba de nuevo en su sitio cada prenda de ropa en su lugar, mientras las armas volvían a pertrechar mi cuerpo todo ello en silencio sepulcral, me di cuenta de la locura que estaba cometiendo, supongo que un extraño desazón me invadió, ese que te dice que lo que crees como posible, eso que te hace soñar con una vida a su lado tan solo es una mentira, una utopía.
Mi vida estaba al lado de los míos, de Leo, Agarwaen, de todos los cazadores que daban su vida a diario por salvar a los hombres de las bestias.
Bestia en la que yo había sido convertido de niño, bestia que destrozo a mi padre, y ahora yo necesitaba mas que el aire a otra de esas bestias.
Quizás los cazadores tenían razón, quizás mis instintos se apoderarían del hombre convirtiéndome ineludiblemente en esa fiera salvaje que era.
La luna causaba estragos en mi, quebrando no solo mis huesos si no mi voluntad con ellos, y ahora esta mujer que sobre mi ejercía la misma fuerza que la misma dama blanca sobre el cielo oscuro,se apoderaba de mi razón orillándome una y otra vez a enzarzarme en su cuerpo.
La necesidad se había convertido en mi bandera frente a ella, ya no sabia si atar sus manos o encadenar mi cuello y ofrecerle la correa.
Dude de nuevo en dejarla ir, mas mi voluntad me lo impedía, no porque no la quisiera libre, si no porque no la quería lejos.
Sus brazos rodearon mi espalda, mientras mis ojos se cerraban sintiéndola tan cerca que mi corazón bombeaba con la fuerza de un ciclón mi sangre por las venas.
Deje escapar el aire lentamente, dejando que de nuevo su fragancia me embriagara.
-no se que me pasa -reconocí -¿es ese olor? ¿es el celo lo que ofusca y confunde mi mente?
Necesitaba saber por ella que se me pasaría esa tontería, que cuando su celo pasara se convertiría en una mas.
Me di la vuelta deslizando la yema de mi dedo por su cuello, entreabrí los labios al sentirla mía, mía y solo mía.
-No quiero que otro te toque, siento celos hasta de la hierba que pisas ¿que me pasa?
Empezaba a sentirme desquiciado, como si todo lo que era se desmoronara frente a mis ojos, como si la lucha de mi ego y mi afterego hoy se desencadenara con mas virulencia que nunca, destrozandome en esa lucha a muerte que a ella me encadenaba.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Nos vestimos en silencio; un silencio que se me antojaba eterno, pero que no quería romper. Un silencio que me servía para observar de reojo cada uno de sus movimientos al vestirse distraído sumido en sus propios pensamientos. ¿Se arrepentiría de nuevo de lo sucedido? ¿Me odiaría por haberlo marcado en el cuello como mío?
Por una vez en mi vida me sentía confusa con lo que hacer. Necesitaba estar entre sus brazos de nuevo; la distancia que en esos momentos nos separaba se me hacía infinita, como si cada segundo que pasaba alejada de él me marcase a fuego el alma. ¿Y si intentábamos tener un futuro juntos?Negué con la cabeza, me estaba precipitando y dando por hecho que quizás él sintiese lo mismo que sentía yo. Había dejado claro lo que pensaba respecto a la maldición, y yo, por desgracia la llevaba en mi sangre desde mi nacimiento.
Me acerqué a él por la espalda mientras terminaba de pertrecharse las armas alrededor de ese cuerpo que deseaba tocar de nuevo, que anhelaba que fuese mío para el resto de nuestras vidas; y sin poder resistirme más a lo que todo mi ser me pedía, lo abracé con suavidad, hundiendo mi nariz en su cuello. Embriagándome de su olor y cerrando los ojos para dejarme llevar de nuevo entre sueños e ilusiones sobre un futuro juntos que sabía que no podría alcanzar; pero soñar era gratis...aunque luego la vuelta a la realidad era dolorosa.
- Imagino que tus sentidos están alterados al estar yo en celo, y eso provoca que tu instinto predomine sobre tu razón.- confesé mientras meditaba bien que era lo que tanto le perturbaba. ¿Qué importaba si su deseo se descontrolaba conmigo? ¿Acaso él realmente se arrepentía por haberse dejado llevar?- Si te sirve de consuelo, lo más seguro es que cuando pase ese ciclo, recuperes tus ganas de matarme.
Fingí una sonrisa, tratando de devolverle la esperanza de que no estaría así siempre. Lo que para él era una duda, para mí se convertía en el miedo más profundo que jamás había sentido. Si lo que le había contado, y que creo que era cierto, sucedía, en unos días dejaría de ver en mí aquello que le hacía estremecerse a mi lado ahora; eso que le hacía sentirse unido a mi piel, y que parecía molestarle.
Dejé escapar el aire despacio, mientras me tragaba unas lágrimas que amenazaban con salir, cuando sus dedos recorrieron la marca de mi cuello que me vinculaban como suya. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida de pensar que a pesar de la adversidades podría quererme? ¿que podríamos luchar por un futuro juntos en los que la maldición no fuese un problema? Traté de mantener la respiración, calmarme o acabaría derrumbándome delante de él; algo que no debía pasar jamás. Una beta no puede mostrarse débil, pensé. ¿Y qué narices me importaba a mí ahora ser alfa o beta, débil o fuerte, si lo único que quería era que aquel lobo me quisiese?
- Respecto a eso tengo mis dudas; sé que muchas parejas se marcan y que eso significa exclusividad. A partir de eso supongo que empieza algo más íntimo entre ellos, y no me refiero solo a la parte sexual. - hice una pausa; no tenía mucha idea de como interpretar aquello que ambos habíamos hecho dejándonos llevar. Acaricié esta vez yo la marca de su cuello con mis dedos, mientras buscaba su perdida mirada.- Creo que es como si vinculasen sus vidas, o sus almas. Jamás lo había hecho con nadie, así que poco más te puedo decir; bueno si....que solo seré tuya.
Mi ojos se desviaron con timidez hacia el suelo, mientras suspiraba de nuevo en ese momento en el que me daba miedo confesarle lo que sentía; los celos que también se apoderaban de mí al pensar que otra podría tocarle; la necesidad de proclamarlo mío al igual que el deseo de que el hiciese lo propio y me reclamase como suya.
Me mordí el labio nerviosa; deseando ser capaz de decirle todas las locuras que se me pasaban por la cabeza cuando estaba a su lado; como había imaginado tener un futuro juntos, o al menos intentarlo...pero no fui capaz.
Por una vez en mi vida me sentía confusa con lo que hacer. Necesitaba estar entre sus brazos de nuevo; la distancia que en esos momentos nos separaba se me hacía infinita, como si cada segundo que pasaba alejada de él me marcase a fuego el alma. ¿Y si intentábamos tener un futuro juntos?Negué con la cabeza, me estaba precipitando y dando por hecho que quizás él sintiese lo mismo que sentía yo. Había dejado claro lo que pensaba respecto a la maldición, y yo, por desgracia la llevaba en mi sangre desde mi nacimiento.
Me acerqué a él por la espalda mientras terminaba de pertrecharse las armas alrededor de ese cuerpo que deseaba tocar de nuevo, que anhelaba que fuese mío para el resto de nuestras vidas; y sin poder resistirme más a lo que todo mi ser me pedía, lo abracé con suavidad, hundiendo mi nariz en su cuello. Embriagándome de su olor y cerrando los ojos para dejarme llevar de nuevo entre sueños e ilusiones sobre un futuro juntos que sabía que no podría alcanzar; pero soñar era gratis...aunque luego la vuelta a la realidad era dolorosa.
- Imagino que tus sentidos están alterados al estar yo en celo, y eso provoca que tu instinto predomine sobre tu razón.- confesé mientras meditaba bien que era lo que tanto le perturbaba. ¿Qué importaba si su deseo se descontrolaba conmigo? ¿Acaso él realmente se arrepentía por haberse dejado llevar?- Si te sirve de consuelo, lo más seguro es que cuando pase ese ciclo, recuperes tus ganas de matarme.
Fingí una sonrisa, tratando de devolverle la esperanza de que no estaría así siempre. Lo que para él era una duda, para mí se convertía en el miedo más profundo que jamás había sentido. Si lo que le había contado, y que creo que era cierto, sucedía, en unos días dejaría de ver en mí aquello que le hacía estremecerse a mi lado ahora; eso que le hacía sentirse unido a mi piel, y que parecía molestarle.
Dejé escapar el aire despacio, mientras me tragaba unas lágrimas que amenazaban con salir, cuando sus dedos recorrieron la marca de mi cuello que me vinculaban como suya. ¿Cómo podía haber sido tan estúpida de pensar que a pesar de la adversidades podría quererme? ¿que podríamos luchar por un futuro juntos en los que la maldición no fuese un problema? Traté de mantener la respiración, calmarme o acabaría derrumbándome delante de él; algo que no debía pasar jamás. Una beta no puede mostrarse débil, pensé. ¿Y qué narices me importaba a mí ahora ser alfa o beta, débil o fuerte, si lo único que quería era que aquel lobo me quisiese?
- Respecto a eso tengo mis dudas; sé que muchas parejas se marcan y que eso significa exclusividad. A partir de eso supongo que empieza algo más íntimo entre ellos, y no me refiero solo a la parte sexual. - hice una pausa; no tenía mucha idea de como interpretar aquello que ambos habíamos hecho dejándonos llevar. Acaricié esta vez yo la marca de su cuello con mis dedos, mientras buscaba su perdida mirada.- Creo que es como si vinculasen sus vidas, o sus almas. Jamás lo había hecho con nadie, así que poco más te puedo decir; bueno si....que solo seré tuya.
Mi ojos se desviaron con timidez hacia el suelo, mientras suspiraba de nuevo en ese momento en el que me daba miedo confesarle lo que sentía; los celos que también se apoderaban de mí al pensar que otra podría tocarle; la necesidad de proclamarlo mío al igual que el deseo de que el hiciese lo propio y me reclamase como suya.
Me mordí el labio nerviosa; deseando ser capaz de decirle todas las locuras que se me pasaban por la cabeza cuando estaba a su lado; como había imaginado tener un futuro juntos, o al menos intentarlo...pero no fui capaz.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Escuché sus intentos de explicación aun pegado a u piel ,esa que me abrasaba como el mismo fuego, esa que ansiaba como a la misma agua.
No acababa de entender lo que insinuaba creo que porque ella en esto estaba tan perdida como yo.
Rocé con mi nariz la suya antes de depositar un casto beso en su boca que de nuevo se me antojaba el lugar paradisíaco donde deseaba reposar cada noche y donde despertar cada vez que llegara el alba.
-Confieso que no se que pasara cuando el celo se vaya, que una parte de mi desea que esto se acabe porque de no hacerlo ambos saldremos heridos. Yo porque osy un cazador, tu porque eres mi presa.
Pero te necesito, no se porque, no si ni siquiera si admitirlo esta bien si es justo o injusto si esta bien o mal, sol ose que apartarme de tu piel me hace infeliz.
Negué con la cabeza para de nuevo buscar distancia entre ambos, esa distancia que me tensaba pues me hacia añorarla aun estando presente.
-¿que hago Nim? ¿te dejo ir? Solucionara eso algo? ¿como me presento frente a mi hermano contigo, una loba presa?
Volví a acortar las distancias que nos separaban porque esa mujer no merecía estar sin ser arropada por mis brazos y por que sentía que había nacido para hacerlo ,para calentarla en los fríos inviernos, para amarla en la primavera, para mecerla como las hojas caen con la llegada del otoño y para darle aire fresco cada verano.
-Dime, dime que lo que siento tu también lo sientes, dime que me crees tan tuyo como yo te siento mía.
No sabia si esta sensación era esa que orilla a dos almas gemelas o por el contrario, solo es la ilusión que los instintos primarios de dos bestias que se obligan a tener para procrear.
Lo que si sabia es que hoy, ahora, no podía ni imaginar perderla, no podía ni siquiera plantearme aflojar esa cuerda y verla desaparecer por el horizonte.
La sola idea de no poder volver a tocarla, a besarla, a abrazarla me sumía en un abismo oscuro, peligroso del que no me sentía con fuerzas de salir si su mano no aferraba la mía.
-Vamos a tu hostal, cenemos algo, bebamos, quizás con algo en el estomago veamos todo mas claro -confesé contra su boca aun con los ojos cerrados -estoy cansado y se que tu también lo estas pues llevamos todo el día caminando.
Sonreí con picardia frente a ella
-Bueno y también follando.
No acababa de entender lo que insinuaba creo que porque ella en esto estaba tan perdida como yo.
Rocé con mi nariz la suya antes de depositar un casto beso en su boca que de nuevo se me antojaba el lugar paradisíaco donde deseaba reposar cada noche y donde despertar cada vez que llegara el alba.
-Confieso que no se que pasara cuando el celo se vaya, que una parte de mi desea que esto se acabe porque de no hacerlo ambos saldremos heridos. Yo porque osy un cazador, tu porque eres mi presa.
Pero te necesito, no se porque, no si ni siquiera si admitirlo esta bien si es justo o injusto si esta bien o mal, sol ose que apartarme de tu piel me hace infeliz.
Negué con la cabeza para de nuevo buscar distancia entre ambos, esa distancia que me tensaba pues me hacia añorarla aun estando presente.
-¿que hago Nim? ¿te dejo ir? Solucionara eso algo? ¿como me presento frente a mi hermano contigo, una loba presa?
Volví a acortar las distancias que nos separaban porque esa mujer no merecía estar sin ser arropada por mis brazos y por que sentía que había nacido para hacerlo ,para calentarla en los fríos inviernos, para amarla en la primavera, para mecerla como las hojas caen con la llegada del otoño y para darle aire fresco cada verano.
-Dime, dime que lo que siento tu también lo sientes, dime que me crees tan tuyo como yo te siento mía.
No sabia si esta sensación era esa que orilla a dos almas gemelas o por el contrario, solo es la ilusión que los instintos primarios de dos bestias que se obligan a tener para procrear.
Lo que si sabia es que hoy, ahora, no podía ni imaginar perderla, no podía ni siquiera plantearme aflojar esa cuerda y verla desaparecer por el horizonte.
La sola idea de no poder volver a tocarla, a besarla, a abrazarla me sumía en un abismo oscuro, peligroso del que no me sentía con fuerzas de salir si su mano no aferraba la mía.
-Vamos a tu hostal, cenemos algo, bebamos, quizás con algo en el estomago veamos todo mas claro -confesé contra su boca aun con los ojos cerrados -estoy cansado y se que tu también lo estas pues llevamos todo el día caminando.
Sonreí con picardia frente a ella
-Bueno y también follando.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 89
Fecha de inscripción : 13/08/2016
Localización : París
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Ese gesto tan íntimo como sentir su nariz acariciando la mía me llenó de nuevas esperanzas, de poder imaginar que algo más pudiese surgir entre nosotros, aunque no tenía muy claro el qué. Sus labios buscaban de nuevo los míos, necesitados por ese calor que desprendían nuestros cuerpos incapaces de separarse un ápice.
Sabía que ambos nos encontrábamos confusos, desorientados por lo que nos estaba sucediendo. Aquello era una señal del destino y cada vez lo tenía más claro. Nunca había sentido la necesidad de vincularme a nadie, de reclamarlo como mío; nunca hasta que había aparecido él y me había conquistado con cada contradicción. Esa era la señal de que nuestras almas estaban predestinadas a caminar juntas de la mano. Sus dudas sobre lo que le pasaba se equiparaban a las mías porque nunca habíamos sentido eso con nadie.
- A mí me pasa lo mismo. Siento que tendría que salir huyendo en cuanto tuviese ocasión, pero hay una parte de mí que me lo impide. Una parte que desea permanecer a tu lado todo el tiempo que sea posible. Una parte que gana a mi razón, y que me dice que si me alejo, no volveré a ser feliz.- susurré junto a sus labios sorpréndiendome yo misma de la necesidad que me llevaba que me llevaba a confesarle mis más profundos miedos.
Sabía que muy cuerda no estaba, pero hablarle con total sinceridad a sabiendas que lo que sentía por mí podía ser un espejismo enmascarado por el celo, era confirmar mi locura en letras mayúsculas. Pero necesitaba decírselo, que supiese que lo que nos pasaba podía estar por encima de nuestros instintos más básicos; que lo que sentíamos podría derribar muros si continuábamos unidos.
- No me dejes marchar, por favor.- supliqué mientras se acercaba de nuevo tras haber retrocedido un paso, envolviéndome entre sus brazos. Posé mi nariz en su cuello, recuperando aquel segundo perdido y que se me había antojado eterno. No quería, no podía estar sin él.- No sé si lo que sentimos es lo mismo, ni si quiera sé seguro lo que siento. Lo único que sé es que no quiero que me acaricien otras manos que no sean las tuyas, que otros labios que no sean los tuyos se hagan dueños de los míos...y el simple hecho de pensar que otra mujer pueda tocarte, me provoca un dolor tan fuerte en el pecho que me cuesta respirar. Te deseo; deseo que me reclames como tuya, al igual que mi marca en tu cuello muestra mi deseo de reclamarte como mío.
Suspiré aliviada en cierto modo sabiendo que parte de lo que sentía había sido revelado. Que nuestros corazones se sinceraban el uno con el otro en busca de la confirmación que nuestros actos ya habían realizado. Era como si ambos necesitásemos la aprobación del otro para saber que lo que habíamos marcado como nuestro sería concedido como tal.
- Acepto tu propuesta, e incluso puede que después la mejore.- sonreí divertida mientras lo besaba con dulzura antes de emprender nuestro camino de regreso. Sus ojos me miraban cómplices de nuestros lujuriosos pensamientos. No podía ser solo el celo; esa complicidad que nuestros cuerpos demostraban no podía ser solo es.
Estaba agotada, y poder pasar un noche con él se me antojaba el mejor regalo que los dioses podían hacerme. Junté las manos, y las coloqué entre nosotros esperando que volviese a atarlas de nuevo, aunque después de lo que le había confesado, era innecesario.
Sabía que ambos nos encontrábamos confusos, desorientados por lo que nos estaba sucediendo. Aquello era una señal del destino y cada vez lo tenía más claro. Nunca había sentido la necesidad de vincularme a nadie, de reclamarlo como mío; nunca hasta que había aparecido él y me había conquistado con cada contradicción. Esa era la señal de que nuestras almas estaban predestinadas a caminar juntas de la mano. Sus dudas sobre lo que le pasaba se equiparaban a las mías porque nunca habíamos sentido eso con nadie.
- A mí me pasa lo mismo. Siento que tendría que salir huyendo en cuanto tuviese ocasión, pero hay una parte de mí que me lo impide. Una parte que desea permanecer a tu lado todo el tiempo que sea posible. Una parte que gana a mi razón, y que me dice que si me alejo, no volveré a ser feliz.- susurré junto a sus labios sorpréndiendome yo misma de la necesidad que me llevaba que me llevaba a confesarle mis más profundos miedos.
Sabía que muy cuerda no estaba, pero hablarle con total sinceridad a sabiendas que lo que sentía por mí podía ser un espejismo enmascarado por el celo, era confirmar mi locura en letras mayúsculas. Pero necesitaba decírselo, que supiese que lo que nos pasaba podía estar por encima de nuestros instintos más básicos; que lo que sentíamos podría derribar muros si continuábamos unidos.
- No me dejes marchar, por favor.- supliqué mientras se acercaba de nuevo tras haber retrocedido un paso, envolviéndome entre sus brazos. Posé mi nariz en su cuello, recuperando aquel segundo perdido y que se me había antojado eterno. No quería, no podía estar sin él.- No sé si lo que sentimos es lo mismo, ni si quiera sé seguro lo que siento. Lo único que sé es que no quiero que me acaricien otras manos que no sean las tuyas, que otros labios que no sean los tuyos se hagan dueños de los míos...y el simple hecho de pensar que otra mujer pueda tocarte, me provoca un dolor tan fuerte en el pecho que me cuesta respirar. Te deseo; deseo que me reclames como tuya, al igual que mi marca en tu cuello muestra mi deseo de reclamarte como mío.
Suspiré aliviada en cierto modo sabiendo que parte de lo que sentía había sido revelado. Que nuestros corazones se sinceraban el uno con el otro en busca de la confirmación que nuestros actos ya habían realizado. Era como si ambos necesitásemos la aprobación del otro para saber que lo que habíamos marcado como nuestro sería concedido como tal.
- Acepto tu propuesta, e incluso puede que después la mejore.- sonreí divertida mientras lo besaba con dulzura antes de emprender nuestro camino de regreso. Sus ojos me miraban cómplices de nuestros lujuriosos pensamientos. No podía ser solo el celo; esa complicidad que nuestros cuerpos demostraban no podía ser solo es.
Estaba agotada, y poder pasar un noche con él se me antojaba el mejor regalo que los dioses podían hacerme. Junté las manos, y las coloqué entre nosotros esperando que volviese a atarlas de nuevo, aunque después de lo que le había confesado, era innecesario.
Nimue Dow- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 75
Fecha de inscripción : 29/07/2016
Localización : Paris
Re: Buscando el camino perdido (Seth Kana)(+18)
Sus palabras, esas que suplicaban que no la dejara ir, me hicieron temblar, allí abrazado a ella temblé no se si de miedo, de incredibilidad o de emoción, mas lo que vino después fue lo que arranco mi corazón del pecho para depositarlo en sus manos para siempre.
Solo yo, solo me deseaba a mi, esas palabras confirmaban la marca de nuestros cuellos, esas palabras mas intensas que cualquier compromiso implícito nos orillaba a una vida juntos, una que sin duda y con ella pegada a mi piel ansiaba disfrutar.
Por mi mente se pasaron las mil y una formas de hacerlo, de llevarlo a cabo, como poder dejar de ser lo que eramos para simplemente convertirnos en Seth y Nim, sin que yo odiara a los lobos, eso que en parte era y ella no viera en mi al cazador que sin duda odiaba a los seres sobrenaturales por su pasado trágico y por las vivencias vividas.
Sabia que si la elegía lo perdería todo, mi identidad, mi pasado, sabia que yo nunca podría unirme a su manada por que yo no me sentía lobo, por que yo no aprobaba las cosas a las que la luna llena los orillaba.
Todo en mi era una contradicción y mi mente estaba tan saturada que pensar con claridad se había convertido en una utopía.
Del mismo modo ella no podía venir conmigo a Grecia, no podía convertirla en mi esposa en un mundo donde los nuestros eran perseguidos y dados caza.
¿Los nuestros? ¿Me estaba oyendo hablar? ¿cuando dejaron de ser los míos los cazadores? ¿cuando ser lobo se había convertido en esa parte de mi que yo aceptaba? Esa mujer estaba haciéndome brujería, no se que demonios pasaba, pero Leonidas era mi hermano ,ese que había cuidado siempre de mi y yo de el ¿estaba dispuesto a renunciar a mi pasado por un presente incierto a su lado?
Sin duda eso no lo descubriría ahora, tenia que tomarme mi tiempo para pensar, necesitaba comer, descansar.
-Creo que te quiero -susurré contra sus labios -pero no se si eso es suficiente.
Sonreí cuando me ofreció superar la noche que yo tenia en mente, sin duda nuestra imaginación voló al mismo lugar al lecho de ese hostal donde sin duda volveríamos a enzarzar nuestros cuerpos.
Deposite un beso en sus labios cuando me ofreció sus manos para atar mas la verdad guarde la cuerda frente a sus ojos antes de entrelazar sus dedos con los míos para animarla a andar.
-¿para que? No se bien quien debería de atar a quien en este preciso momento.
Pronto pusimos rumbo hacia el hostal donde Leonidas y Menyara estaban, donde al parecer Nim también se alojaba.
Solo yo, solo me deseaba a mi, esas palabras confirmaban la marca de nuestros cuellos, esas palabras mas intensas que cualquier compromiso implícito nos orillaba a una vida juntos, una que sin duda y con ella pegada a mi piel ansiaba disfrutar.
Por mi mente se pasaron las mil y una formas de hacerlo, de llevarlo a cabo, como poder dejar de ser lo que eramos para simplemente convertirnos en Seth y Nim, sin que yo odiara a los lobos, eso que en parte era y ella no viera en mi al cazador que sin duda odiaba a los seres sobrenaturales por su pasado trágico y por las vivencias vividas.
Sabia que si la elegía lo perdería todo, mi identidad, mi pasado, sabia que yo nunca podría unirme a su manada por que yo no me sentía lobo, por que yo no aprobaba las cosas a las que la luna llena los orillaba.
Todo en mi era una contradicción y mi mente estaba tan saturada que pensar con claridad se había convertido en una utopía.
Del mismo modo ella no podía venir conmigo a Grecia, no podía convertirla en mi esposa en un mundo donde los nuestros eran perseguidos y dados caza.
¿Los nuestros? ¿Me estaba oyendo hablar? ¿cuando dejaron de ser los míos los cazadores? ¿cuando ser lobo se había convertido en esa parte de mi que yo aceptaba? Esa mujer estaba haciéndome brujería, no se que demonios pasaba, pero Leonidas era mi hermano ,ese que había cuidado siempre de mi y yo de el ¿estaba dispuesto a renunciar a mi pasado por un presente incierto a su lado?
Sin duda eso no lo descubriría ahora, tenia que tomarme mi tiempo para pensar, necesitaba comer, descansar.
-Creo que te quiero -susurré contra sus labios -pero no se si eso es suficiente.
Sonreí cuando me ofreció superar la noche que yo tenia en mente, sin duda nuestra imaginación voló al mismo lugar al lecho de ese hostal donde sin duda volveríamos a enzarzar nuestros cuerpos.
Deposite un beso en sus labios cuando me ofreció sus manos para atar mas la verdad guarde la cuerda frente a sus ojos antes de entrelazar sus dedos con los míos para animarla a andar.
-¿para que? No se bien quien debería de atar a quien en este preciso momento.
Pronto pusimos rumbo hacia el hostal donde Leonidas y Menyara estaban, donde al parecer Nim también se alojaba.
Seth Kana- Licántropo Clase Alta
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