AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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The Road To Hell [Privado]
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The Road To Hell [Privado]
Recuerdo del primer mensaje :
Por fin el día que he esperado tantos años ha llegado, la noche ha comenzado a hacer su aparición y siento que la emoción recorre mí cuerpo. Mis esbirros han hecho un buen trabajo a la hora de rastrear a aquella presa que se ha escurrido durante tantos años, oculta a mis ojos, pero todos los años de búsqueda han dado sus frutos. No puedo evitar recorrer el lugar con mis ojos y dar un pequeño paseo, todo está preparado, todo está listo para la llegada de esa joven y para el principio del fin. Un final que ella ni osa conocer y que pronto iba a descubrir de una forma diferente y peculiar.
Oigo los pasos que se acercan hasta donde estoy y me giro en aquella gran sala para ver que se arrodillan ante mí y sonrío, la hora esta cada vez más cerca y nada puede parar lo que va a acontecer en las próximas horas. Delante de mí tengo a mis dos mejores hombres con unas órdenes específicas que deben de cumplir, todo está calculado al detalle y no pueden fallar… esa humana tiene que estar aquí esta noche.
-Mis mejores hombres –alzo los brazos al verlos y doy unos pasos en su dirección para luego dejar mis manos sobre sus cabezas- El momento ha llegado y no tenéis que fallarme. Quiero a la humana viva y sin ningún tipo de rasguño –hago presión en sus cabezas y les doy a entender que voy en serio con lo que digo, ella es mía y nadie puede hacerle nada salvo yo- Ya sabéis lo que tenéis que hacer, ahora; traédmela –asienten ya que es lo único que pueden hacer, su lengua fue mutilada hace tiempo como medida de precaución y fidelidad, los veo levantarse y girarse para ir en busca de esa presa especial. En mí interno regodeo de pensarlo me giro y me siento en el trono que siempre ocupo desde donde veo a mis presas encarceladas, y río de forma malvada al imaginar todo lo que tengo preparado- Por fin llegó la hora.
Los neófitos salen de esa enorme casa y se adentran en la noche como perros sabuesos que buscan a su presa, es su cometido, y saben que si fallan algo peor que la muerte será su castigo. Hades nunca tiene piedad cuando sus esbirros le fallan y no será clemente con ellos si no le traen a la humana. Con una mirada se adentran en la ciudad y dejan atrás su guarida y su refugio, están acostumbrados a cazar para su amo pero saben que esa noche no pueden tener fallos, la humana no debe de sufrir ningún daño y eso significa que no le pueden hacer nada.
Otras presas no han tenido esa suerte y antes de llevarla ante Hades han jugado con ella, no pueden hablar pero no les hace falta, sus habilidades de vampiro es suficiente para atemorizar a la presa hasta el punto en que ya no sabe bien distinguir entre ficción y realidad. Esa noche no van a poder hacerlo y tienen que traerle la presa de una pieza. Saben donde está y donde se encuentra, llevan meses observándola entre las tinieblas y nunca se ha percatado de sus presencias. La humana no sabe lo que Hades le tiene reservado y eso, a los neófitos, le produce placer y risa.
La encuentran saliendo de su lugar de trabajo y la observan subidos en los tejados aprovechando que ella no sabe nada, la siguen sin perderla de vista sabiendo el recorrido que hace por las noches y esperan el momento oportuno para atacar. El momento llega cuando ella gira por un callejón, los neófitos sonríen y se dejan caer desde el tejado. Uno aparece delante de ella cortándole el paso, su risa y sus colmillos son visibles y eso la hace retroceder, pero no hay escapatoria. El segundo neófito hace acto de presencia y cae también desde el tejado cortándole el paso a pocos centímetros de ella.
Su única opción es torcer por otro callejón y la risa de los neófitos es más audible y retumba en el lugar. Juegan con ella como una presa aparecen para cortarle el paso haciendo que ella cambie de rumbo, conduciéndola sin saberlo hasta un callejón sin salida.
La humana grita cuando el segundo neófito cae desde arriba y le corta el paso, no tiene nada que hacer y pronto ha caído en la trampa. Se encuentra contra un muro que corta todo camino con un neófito a su espalda y otro que hace aparición a pocos metros de ella. Su final está próximo y siguiendo las órdenes de su amo la aprisionan contra la pared a pesar de la lucha de ella, sus manos quedan inmovilizadas aunque se resiste, su rostro queda tapado por una capucha y un golpe en la cabeza es lo único que recibe para dejarla inconsciente y llevarla ante Hades.
Por fin el día que he esperado tantos años ha llegado, la noche ha comenzado a hacer su aparición y siento que la emoción recorre mí cuerpo. Mis esbirros han hecho un buen trabajo a la hora de rastrear a aquella presa que se ha escurrido durante tantos años, oculta a mis ojos, pero todos los años de búsqueda han dado sus frutos. No puedo evitar recorrer el lugar con mis ojos y dar un pequeño paseo, todo está preparado, todo está listo para la llegada de esa joven y para el principio del fin. Un final que ella ni osa conocer y que pronto iba a descubrir de una forma diferente y peculiar.
Oigo los pasos que se acercan hasta donde estoy y me giro en aquella gran sala para ver que se arrodillan ante mí y sonrío, la hora esta cada vez más cerca y nada puede parar lo que va a acontecer en las próximas horas. Delante de mí tengo a mis dos mejores hombres con unas órdenes específicas que deben de cumplir, todo está calculado al detalle y no pueden fallar… esa humana tiene que estar aquí esta noche.
-Mis mejores hombres –alzo los brazos al verlos y doy unos pasos en su dirección para luego dejar mis manos sobre sus cabezas- El momento ha llegado y no tenéis que fallarme. Quiero a la humana viva y sin ningún tipo de rasguño –hago presión en sus cabezas y les doy a entender que voy en serio con lo que digo, ella es mía y nadie puede hacerle nada salvo yo- Ya sabéis lo que tenéis que hacer, ahora; traédmela –asienten ya que es lo único que pueden hacer, su lengua fue mutilada hace tiempo como medida de precaución y fidelidad, los veo levantarse y girarse para ir en busca de esa presa especial. En mí interno regodeo de pensarlo me giro y me siento en el trono que siempre ocupo desde donde veo a mis presas encarceladas, y río de forma malvada al imaginar todo lo que tengo preparado- Por fin llegó la hora.
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Los neófitos salen de esa enorme casa y se adentran en la noche como perros sabuesos que buscan a su presa, es su cometido, y saben que si fallan algo peor que la muerte será su castigo. Hades nunca tiene piedad cuando sus esbirros le fallan y no será clemente con ellos si no le traen a la humana. Con una mirada se adentran en la ciudad y dejan atrás su guarida y su refugio, están acostumbrados a cazar para su amo pero saben que esa noche no pueden tener fallos, la humana no debe de sufrir ningún daño y eso significa que no le pueden hacer nada.
Otras presas no han tenido esa suerte y antes de llevarla ante Hades han jugado con ella, no pueden hablar pero no les hace falta, sus habilidades de vampiro es suficiente para atemorizar a la presa hasta el punto en que ya no sabe bien distinguir entre ficción y realidad. Esa noche no van a poder hacerlo y tienen que traerle la presa de una pieza. Saben donde está y donde se encuentra, llevan meses observándola entre las tinieblas y nunca se ha percatado de sus presencias. La humana no sabe lo que Hades le tiene reservado y eso, a los neófitos, le produce placer y risa.
La encuentran saliendo de su lugar de trabajo y la observan subidos en los tejados aprovechando que ella no sabe nada, la siguen sin perderla de vista sabiendo el recorrido que hace por las noches y esperan el momento oportuno para atacar. El momento llega cuando ella gira por un callejón, los neófitos sonríen y se dejan caer desde el tejado. Uno aparece delante de ella cortándole el paso, su risa y sus colmillos son visibles y eso la hace retroceder, pero no hay escapatoria. El segundo neófito hace acto de presencia y cae también desde el tejado cortándole el paso a pocos centímetros de ella.
Su única opción es torcer por otro callejón y la risa de los neófitos es más audible y retumba en el lugar. Juegan con ella como una presa aparecen para cortarle el paso haciendo que ella cambie de rumbo, conduciéndola sin saberlo hasta un callejón sin salida.
La humana grita cuando el segundo neófito cae desde arriba y le corta el paso, no tiene nada que hacer y pronto ha caído en la trampa. Se encuentra contra un muro que corta todo camino con un neófito a su espalda y otro que hace aparición a pocos metros de ella. Su final está próximo y siguiendo las órdenes de su amo la aprisionan contra la pared a pesar de la lucha de ella, sus manos quedan inmovilizadas aunque se resiste, su rostro queda tapado por una capucha y un golpe en la cabeza es lo único que recibe para dejarla inconsciente y llevarla ante Hades.
Hades- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: The Road To Hell [Privado]
Desde la muerte que ha presenciado ella ha pasado un día, un día en la que la he dejado a sola en la celda sin acercarme a verla, dejando que sus pensamientos la traicionen y la hagan creer que ella tiene la culpa de todo. Dejarla sola va a hacer que sus pensamientos vayan en una sola dirección, a la muerte de esa joven. Ella cree que ha muerto pero en realidad está viva, la ilusión creada por mi poder la hace débil y la hace ver cosas que no son en realidad. Cuando aún estábamos en esa sala he sentido su quiebre, o el principio de este, y sé que tengo que tirar y empujar un poco más para hacer que caiga, para llevarla a donde yo quiero llevarla y que se deje vencer por mí, que sucumba a lo que yo quiero y que se convierta en aquello que he anhelado por mucho tiempo; que sea mía. Tengo la llave para lograrlo, sé cómo es, sus debilidades, sus flaquezas… puntos exactos que tocar, gente que la puede hacer caer y pienso utilizar todo a mí favor, al final, va a ser ella misma quien me pida que sea mía.
El truco que he utilizado con ella solo es el principio del camino, tengo más cosas por enseñarle y más cosas que mostrarle, sé quiénes son las personas que pueden hacer que caiga, está todo vigilado, está todo controlado y nadie sabe que está en mí poder, y aunque lo sepan, no la van a encontrar tan fácilmente porque ninguno de mis lacayos puede hablar, no cuando les he cortado la lengua y no pueden dar el paradero de donde la tengo encerrada, una medida que he tomado con precaución para que nadie pueda venir a por mí. Y aunque la encuentren tengo una horda de neófitos apostados en las puertas, aparte de dos guardias personales que velan por mí seguridad… estamos bajo tierra, y aquí las condiciones son favorables a nosotros.
Mis pensamientos se centran de nuevo en ella, en el deseo prohibido que ha hecho que urda todo este plan, en la obsesión que me recorre cuando pienso en ella, en su piel morena, sus labios carnosos y esos ojos dorados como la miel que puede ser la perdición de cualquier hombre, al menos de la mía sí. Cuerpo lleno de curvas, perfecto… es la tentación hecha carne, el pecado más peligroso mortal… e iba a ser toda mía. Ella no lo quiere reconocer, pero en su interior sabe que las palabras que le he dicho en cierto momento son ciertas, siempre ha sido ella quien se ha sacrificado por los demás y ahora yo le enseño un nuevo camino; el de la salvación. Y es que, cuando toda tu vida es una oscuridad, un rayo de luz por muy malo que sea es a lo que te agarras, y a lo que te aferras. Y yo voy a hacer que se aferre a mí.
Entro en la estancia y ya desde la puerta puedo oír su respiración entrecortada, su corazón latir con fuerza y buen ritmo, su sangre es una tentación y tengo que beber de una presa hasta consumirla para aguantar las ganas que me recorren cuando estoy con ella. Un día entero sola, la otra joven sigue con vida pero está muy mal, no creo que pase de esa noche y si lo hace… bueno, mis chicos van a tener diversión para rato. Me acerco a la celda y abro la puerta, está tumbada contra la pared y al verme se incorpora, piensa qué le toca ahora y veo cómo está: parece cansada, mis hombres han dicho que no ha comido mucho y su aspecto es… algo lamentable. Chasqueo la lengua por ello, no la quiero débil, la quiero fuerte para lo que le espera. Me acerco a ella y me agacho, su cabeza trabaja rápido y piensa en qué le voy a hacer esa vez.
-Hola, Nai –mí sonrisa es amplia, mi dedo recorre su rostro y aparto un mechón de pelo para verla mejor- me han dicho que no quieres comer mucho, ¿recuerdas lo que te dije que haría? Cumpliré mi amenaza como no comas –digo en tono frío y seco, es una amenaza, y pienso cumplirla. Mi mano eleva su rostro y lo examino de cerca, me fijo bien- no quiero verte ni que estés débil, ya te dije que así no me sirves –no llevo comida conmigo, así que la cojo del brazo y la levanto- camina –le digo para que salga de la celda, sé que no va a escapar porque sabe que no tiene escapatoria, no hay salida y tengo neófitos controlando las dos que hay en todo el lugar. Es como una cárcel en donde está, nadie entra ni sale sin que yo lo sepa y sin mi permiso. Llegamos de nuevo a la puerta y le hago que se siente en ese trono que hay en la sala circular, llenas de cadenas donde en algunas hay esqueletos colgando, de hombres que tiempo atrás estuvieron en su lugar- supongo que te preguntas qué tengo para ti hoy –sonrío de lado sin dejar de mirar esos preciosos ojos, se ven cansados, y no la quiero así para nada- bueno, luego lo vas a saber pero antes… -llevo mi muñeca a mi boca, rasgo la piel con los colmillos y dejo que las gotas caigan hasta el suelo, la miro y ella sabe lo que voy a hacer pero no tiene escapatoria. –No te resistas, o tú amiga la cazadora será la siguiente- Cuando se intenta levantar mi mano se pone en su hombro, hago fuerza hacia abajo y la mantengo en el lugar, mi brazo va a su rostro y ahora que no puede escapar tapo su nariz, la obligo a que abra la boca y pongo la muñeca contra esta y noto que la sangre baja por su garganta. Al final, como todo humano tras el chute que este provoca, su mano aferra mi brazo y ella misma bebe por si sola- Así, Nai –mi mano acaricia su pelo, quiero que beba lo justo y aparto el brazo, veo su cara de asco pero sé que eso le va a ayudar para aguantar todo el día, me inclino y lamo sus labios quitando la sangre, ella me aparta de un guantazo y yo río, mi risa retumba en la estancia y la miro con los ojos rojos- Está bien, ¿quieres ver a tú amiga la cazadora? –Chasqueo los dedos y dos de mis hombres aparecen por la puerta- Id a por la amiga cazadora, traédmela viva –les miro, saben cuáles son mis órdenes y lo que quiero, se marchan con los gritos de ella negando y la miro- Tarde Naitiri, veamos si hoy puedes salvarla a ella también… o te salvas tú.
El truco que he utilizado con ella solo es el principio del camino, tengo más cosas por enseñarle y más cosas que mostrarle, sé quiénes son las personas que pueden hacer que caiga, está todo vigilado, está todo controlado y nadie sabe que está en mí poder, y aunque lo sepan, no la van a encontrar tan fácilmente porque ninguno de mis lacayos puede hablar, no cuando les he cortado la lengua y no pueden dar el paradero de donde la tengo encerrada, una medida que he tomado con precaución para que nadie pueda venir a por mí. Y aunque la encuentren tengo una horda de neófitos apostados en las puertas, aparte de dos guardias personales que velan por mí seguridad… estamos bajo tierra, y aquí las condiciones son favorables a nosotros.
Mis pensamientos se centran de nuevo en ella, en el deseo prohibido que ha hecho que urda todo este plan, en la obsesión que me recorre cuando pienso en ella, en su piel morena, sus labios carnosos y esos ojos dorados como la miel que puede ser la perdición de cualquier hombre, al menos de la mía sí. Cuerpo lleno de curvas, perfecto… es la tentación hecha carne, el pecado más peligroso mortal… e iba a ser toda mía. Ella no lo quiere reconocer, pero en su interior sabe que las palabras que le he dicho en cierto momento son ciertas, siempre ha sido ella quien se ha sacrificado por los demás y ahora yo le enseño un nuevo camino; el de la salvación. Y es que, cuando toda tu vida es una oscuridad, un rayo de luz por muy malo que sea es a lo que te agarras, y a lo que te aferras. Y yo voy a hacer que se aferre a mí.
Entro en la estancia y ya desde la puerta puedo oír su respiración entrecortada, su corazón latir con fuerza y buen ritmo, su sangre es una tentación y tengo que beber de una presa hasta consumirla para aguantar las ganas que me recorren cuando estoy con ella. Un día entero sola, la otra joven sigue con vida pero está muy mal, no creo que pase de esa noche y si lo hace… bueno, mis chicos van a tener diversión para rato. Me acerco a la celda y abro la puerta, está tumbada contra la pared y al verme se incorpora, piensa qué le toca ahora y veo cómo está: parece cansada, mis hombres han dicho que no ha comido mucho y su aspecto es… algo lamentable. Chasqueo la lengua por ello, no la quiero débil, la quiero fuerte para lo que le espera. Me acerco a ella y me agacho, su cabeza trabaja rápido y piensa en qué le voy a hacer esa vez.
-Hola, Nai –mí sonrisa es amplia, mi dedo recorre su rostro y aparto un mechón de pelo para verla mejor- me han dicho que no quieres comer mucho, ¿recuerdas lo que te dije que haría? Cumpliré mi amenaza como no comas –digo en tono frío y seco, es una amenaza, y pienso cumplirla. Mi mano eleva su rostro y lo examino de cerca, me fijo bien- no quiero verte ni que estés débil, ya te dije que así no me sirves –no llevo comida conmigo, así que la cojo del brazo y la levanto- camina –le digo para que salga de la celda, sé que no va a escapar porque sabe que no tiene escapatoria, no hay salida y tengo neófitos controlando las dos que hay en todo el lugar. Es como una cárcel en donde está, nadie entra ni sale sin que yo lo sepa y sin mi permiso. Llegamos de nuevo a la puerta y le hago que se siente en ese trono que hay en la sala circular, llenas de cadenas donde en algunas hay esqueletos colgando, de hombres que tiempo atrás estuvieron en su lugar- supongo que te preguntas qué tengo para ti hoy –sonrío de lado sin dejar de mirar esos preciosos ojos, se ven cansados, y no la quiero así para nada- bueno, luego lo vas a saber pero antes… -llevo mi muñeca a mi boca, rasgo la piel con los colmillos y dejo que las gotas caigan hasta el suelo, la miro y ella sabe lo que voy a hacer pero no tiene escapatoria. –No te resistas, o tú amiga la cazadora será la siguiente- Cuando se intenta levantar mi mano se pone en su hombro, hago fuerza hacia abajo y la mantengo en el lugar, mi brazo va a su rostro y ahora que no puede escapar tapo su nariz, la obligo a que abra la boca y pongo la muñeca contra esta y noto que la sangre baja por su garganta. Al final, como todo humano tras el chute que este provoca, su mano aferra mi brazo y ella misma bebe por si sola- Así, Nai –mi mano acaricia su pelo, quiero que beba lo justo y aparto el brazo, veo su cara de asco pero sé que eso le va a ayudar para aguantar todo el día, me inclino y lamo sus labios quitando la sangre, ella me aparta de un guantazo y yo río, mi risa retumba en la estancia y la miro con los ojos rojos- Está bien, ¿quieres ver a tú amiga la cazadora? –Chasqueo los dedos y dos de mis hombres aparecen por la puerta- Id a por la amiga cazadora, traédmela viva –les miro, saben cuáles son mis órdenes y lo que quiero, se marchan con los gritos de ella negando y la miro- Tarde Naitiri, veamos si hoy puedes salvarla a ella también… o te salvas tú.
Hades- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: The Road To Hell [Privado]
Las horas pasaban y yo no era capaz de averiguar en qué momento del día me encontraba, allí solo había oscuridad perpetua durante todo el tiempo, la única luz que había en el lugar era de las antorchas de las paredes que apenas iluminaban por completo la estancia, aunque mis pensamientos estaban muy lejos de allí, aunque pudiera parecer que estaba de cuerpo presente en realidad seguía en aquella habitación donde había estado con Alessia, mi mente no hacía más que torturarme sin cesar con lo que había pasado, con la imagen de ella cayendo sin vida al suelo, sin haber podido hacer nada por salvarla. Una palabra, una sola palabra habría cambiado todo por completo, habría hecho que su vida siguiera adelante aunque fuera en forma de vampiro, ¿por qué no me entregué yo para eso? Jamás habría dejado que le hicieran daño a ella, esa joven que se había convertido en mi familia, en la única que tenía en aquel momento y sin embargo… ya no tenía nada. Lo había perdido, su vida había acabado porque yo no había sido capaz de cambiarme por ella, no había podido decirle que me daba igual ser vampira, pero que la salvara.
Algo en lo profundo de mi ser despertó en ese momento y sus palabras retumbaron en mi cabeza como un eco que resonaba en el lugar y que me perseguiría eternamente sin hallar ni encontrar paz: quería salvarme, no había hecho nada porque quise salvarme por una vez, por una maldita vez quise ser yo la salvada, la elegida, a la que nada le sucedía ni le pasaba… y eso era lo que había pasado, me había antepuesto a Alessia, por una única vez en mi vida fui egoísta y me escogí a mí antes de salvarla a ella… porque siempre la que nunca se salvaba era yo. Sus palabras se sucedían en mi mente una y otra vez, cuanto más las repetía más incluso llegaba a creérmelas sin poder evitarlo. Quería saber qué se sentía cuando se era salvada, cuando te escogían… lo había probado y me había gustado, pero no a costa de la vida de Alessia. Mi mente era una maraña de pensamientos, salvación, condenación… ¿cuál era la diferencia? ¿Cuál habría sido la correcta para ambas?
Tumbada en el suelo pegada contra la pared mi espalda miraba hacia el frente a través de las rejas, la otra celda estaba oscura y apenas podía distinguir la silueta de la otra joven. Por tres veces me habían traído comida en una bandeja, comida que no había querido tocar mientras notaba que me derrumbaba por dentro, que la fortaleza que a veces me había caracterizado notaba que comenzaba a fragmentarse por momentos, podía oír levemente unos pasos que se acercaban a la puerta y fue entonces cuando lo vi de nuevo, parado frente a la puerta abriendo esta con la llave y en lo que él entraba me incorporé preguntándome qué era lo que tocaba esa vez, qué me haría ver ese día. Me repasó por completo y tras hacerlo chasqueó la lengua como si estuviera disgustado con lo que veía, para nada contento.
Sus ojos fijos en los míos y un saludo pronunciando mi nombre es lo que obtengo de él, no le respondo y solo puedo pensar en qué va a mostrarme hoy, su dedo se desliza por mi rostro apartando un mechón de mi pelo, sentía su piel fría contra mi rostro y me amenazó de nuevo recordándome lo que me haría si no comía, no tenía ganas de comer nada, sentía el estómago cerrado y en aquellos momentos tampoco quería nada, aunque no había venido con ninguna bandeja de comida. Las que vinieron se habían quedado intactas, me hizo saber que no le gustaba y alzando mi barbilla me dijo que me quería fuerte y no débil, no hizo mucho más al respecto y con fuerza me levantó del brazo y me dio un leve empujón para que caminara fuera de la celda. No opuse resistencia porque sabía que en esas condiciones y tras lo que había visto de nada me serviría escapar. Llegamos hasta la habitación circular que había al final del pasillo y me hizo una seña para que me sentara en el trono, lo hice y mis ojos fueron hacia él esperando la siguiente tortura, porque todo para mí es tortura.
Se regocijaba en el dolor que expresaban mis ojos, en mis dudas y en todo lo que él me había provocado. Pero dijo que luego lo sabría, que antes debía de hacer otra cosa… vi con horror que se llevó la muñeca hacia su boca y la sangre comenzó a gotear por ella, quise levantarme para irme pero me empujó hacia abajo, llevó una mano a mi pelo tirando mi rostro hacia atrás y aunque peleé y pataleé eso parecía que hacerle gracia, porque se rió y solo cuando habló sobre una amiga cazadora fue que paré todo movimiento. ¿Astrid? ¿También tenían a Astrid? No… ella no, no podían tener también a ella. En ese descuido mío en el que dejé de luchar tapó mi nariz para que abriera la boca para buscar aire, momento que aprovechó para llevar la muñeca a mi boca y notar como la sangre goteaba por mi garganta. La sentía algo fría, espesa y el sabor me dio asco pero no apartó la muñeca mientras su sangre seguía bajando y bajando. Pronto mi cuerpo dio una sacudida como si algo se activara en mi interior y de alguna forma me despertara, y antes de que quisiera darme cuenta ya estaba aferrando su brazo contra mi boca.
Al poco rato me separó de su muñeca haciendo una muesca de asco al darme cuenta de que me estaba alimentando de sangre, su mano acariciaba mi pelo como si fuera una mascota y se inclinó para lamer la sangre de mis labios recibiendo un guantazo de mi parte que le hizo reír divertido. Sentía que estaba algo más fuerte como si hubiera estado comiendo, como si me hubiera regenerado… y fue entonces que hizo traer a Astrid cuando empecé a gritar y a negar que no lo hiciera mientras él me sujetaba con fuerza contra el trono y yo intentaba por todos los medios que no lo hiciera… pero se fueron dejándonos solos.
-No le hagas nada a Astrid… ella no tiene nada que ver –su sonrisa me lo decía todo, le importaba una mierda lo que le dijera, quería ver si sería capaz de salvarla como no había salvado a Alessia, me ponía a prueba y sus dedos recorrían mi rostro mientras su sangre me reactivaba y me calentaba el cuerpo. Él lo sabía y me miraba de forma fija, como si se burlara de los efectos que la sangre provocaba en mi organismo, es más, se atrevió a enumerarlos y a mofarse de ello en mi cara mientras el calor crecía en mí interior. Como si fuera mi dueño, como si pudiera hacer lo que quisiera conmigo me dijo que si me portaba bien quizás aplacaría el calor que me recorría el cuerpo, solo después de que decidiera o no salvar a mi amiga… pero algo me decía que no iba a ser tan fácil como él decía- Astrid es una excelente cazadora, no podrás cogerla tan fácilmente –o eso es lo que yo quería pensar y creer, pero su risa mordaz me hizo pensar que podría estar equivocada.
Algo en lo profundo de mi ser despertó en ese momento y sus palabras retumbaron en mi cabeza como un eco que resonaba en el lugar y que me perseguiría eternamente sin hallar ni encontrar paz: quería salvarme, no había hecho nada porque quise salvarme por una vez, por una maldita vez quise ser yo la salvada, la elegida, a la que nada le sucedía ni le pasaba… y eso era lo que había pasado, me había antepuesto a Alessia, por una única vez en mi vida fui egoísta y me escogí a mí antes de salvarla a ella… porque siempre la que nunca se salvaba era yo. Sus palabras se sucedían en mi mente una y otra vez, cuanto más las repetía más incluso llegaba a creérmelas sin poder evitarlo. Quería saber qué se sentía cuando se era salvada, cuando te escogían… lo había probado y me había gustado, pero no a costa de la vida de Alessia. Mi mente era una maraña de pensamientos, salvación, condenación… ¿cuál era la diferencia? ¿Cuál habría sido la correcta para ambas?
Tumbada en el suelo pegada contra la pared mi espalda miraba hacia el frente a través de las rejas, la otra celda estaba oscura y apenas podía distinguir la silueta de la otra joven. Por tres veces me habían traído comida en una bandeja, comida que no había querido tocar mientras notaba que me derrumbaba por dentro, que la fortaleza que a veces me había caracterizado notaba que comenzaba a fragmentarse por momentos, podía oír levemente unos pasos que se acercaban a la puerta y fue entonces cuando lo vi de nuevo, parado frente a la puerta abriendo esta con la llave y en lo que él entraba me incorporé preguntándome qué era lo que tocaba esa vez, qué me haría ver ese día. Me repasó por completo y tras hacerlo chasqueó la lengua como si estuviera disgustado con lo que veía, para nada contento.
Sus ojos fijos en los míos y un saludo pronunciando mi nombre es lo que obtengo de él, no le respondo y solo puedo pensar en qué va a mostrarme hoy, su dedo se desliza por mi rostro apartando un mechón de mi pelo, sentía su piel fría contra mi rostro y me amenazó de nuevo recordándome lo que me haría si no comía, no tenía ganas de comer nada, sentía el estómago cerrado y en aquellos momentos tampoco quería nada, aunque no había venido con ninguna bandeja de comida. Las que vinieron se habían quedado intactas, me hizo saber que no le gustaba y alzando mi barbilla me dijo que me quería fuerte y no débil, no hizo mucho más al respecto y con fuerza me levantó del brazo y me dio un leve empujón para que caminara fuera de la celda. No opuse resistencia porque sabía que en esas condiciones y tras lo que había visto de nada me serviría escapar. Llegamos hasta la habitación circular que había al final del pasillo y me hizo una seña para que me sentara en el trono, lo hice y mis ojos fueron hacia él esperando la siguiente tortura, porque todo para mí es tortura.
Se regocijaba en el dolor que expresaban mis ojos, en mis dudas y en todo lo que él me había provocado. Pero dijo que luego lo sabría, que antes debía de hacer otra cosa… vi con horror que se llevó la muñeca hacia su boca y la sangre comenzó a gotear por ella, quise levantarme para irme pero me empujó hacia abajo, llevó una mano a mi pelo tirando mi rostro hacia atrás y aunque peleé y pataleé eso parecía que hacerle gracia, porque se rió y solo cuando habló sobre una amiga cazadora fue que paré todo movimiento. ¿Astrid? ¿También tenían a Astrid? No… ella no, no podían tener también a ella. En ese descuido mío en el que dejé de luchar tapó mi nariz para que abriera la boca para buscar aire, momento que aprovechó para llevar la muñeca a mi boca y notar como la sangre goteaba por mi garganta. La sentía algo fría, espesa y el sabor me dio asco pero no apartó la muñeca mientras su sangre seguía bajando y bajando. Pronto mi cuerpo dio una sacudida como si algo se activara en mi interior y de alguna forma me despertara, y antes de que quisiera darme cuenta ya estaba aferrando su brazo contra mi boca.
Al poco rato me separó de su muñeca haciendo una muesca de asco al darme cuenta de que me estaba alimentando de sangre, su mano acariciaba mi pelo como si fuera una mascota y se inclinó para lamer la sangre de mis labios recibiendo un guantazo de mi parte que le hizo reír divertido. Sentía que estaba algo más fuerte como si hubiera estado comiendo, como si me hubiera regenerado… y fue entonces que hizo traer a Astrid cuando empecé a gritar y a negar que no lo hiciera mientras él me sujetaba con fuerza contra el trono y yo intentaba por todos los medios que no lo hiciera… pero se fueron dejándonos solos.
-No le hagas nada a Astrid… ella no tiene nada que ver –su sonrisa me lo decía todo, le importaba una mierda lo que le dijera, quería ver si sería capaz de salvarla como no había salvado a Alessia, me ponía a prueba y sus dedos recorrían mi rostro mientras su sangre me reactivaba y me calentaba el cuerpo. Él lo sabía y me miraba de forma fija, como si se burlara de los efectos que la sangre provocaba en mi organismo, es más, se atrevió a enumerarlos y a mofarse de ello en mi cara mientras el calor crecía en mí interior. Como si fuera mi dueño, como si pudiera hacer lo que quisiera conmigo me dijo que si me portaba bien quizás aplacaría el calor que me recorría el cuerpo, solo después de que decidiera o no salvar a mi amiga… pero algo me decía que no iba a ser tan fácil como él decía- Astrid es una excelente cazadora, no podrás cogerla tan fácilmente –o eso es lo que yo quería pensar y creer, pero su risa mordaz me hizo pensar que podría estar equivocada.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Road To Hell [Privado]
Encuentro fascinante el modo en el que está en estos momentos, su cabeza es una maraña extraña de pensamientos en los que no logra discernir qué es luz y qué es oscuridad. La noto que está indecisa y yo pretendo hurgar más en la herida, hacer más daño, expandir esa duda que se ha generado en su cabeza, la opción de ser salvada por una vez cuando siempre ha sido ella la que se ha quedado es nuevo, pero le ha gustado, lo puedo ver por la forma en que sus ojos evitan mi mirada, por la forma en que se muerde el labio cuando mis palabras son certeras: le ha gustado. De hecho se debate si va a ser capaz de salvar a los demás para condenarse ella, o por el contrario, se salvará ella y condenará al resto. Ella no lo sabe pero pretendo quebrarla por completo, hacerle creer que todo su mundo se cae a pedazos es un trabajo minucioso, un trabajo que ha costado horas de seguirla, de conocer las personas que la rodean, aprender de ellas… no por nada es un trabajo que ha llevado meses.
Su búsqueda se alargó más de lo que me hubiera gustado, pero al fin la he encontrado y ahora la tengo frente a mí, en ese trono donde me suelo sentar para infundir terror y temor a los míos, un trono donde si todo sale como lo tengo previsto ella reinará junto a mí, será la reina de mis tinieblas y de mi propio Infierno. Pero para eso tengo que seguir con las jugadas, tengo que hacer que se vaya rompiendo en pequeños fragmentos poco a poco, el primero de ellos ha dado un golpe que ha dejado todo su mundo un poco en grietas, ahora falta seguir empujando y empujando hasta que estos terminen por romperse y se hagan en trozos tan diminutos que ni ella pueda recomponerlos. Le he dado de beber de mi sangre y no le ha gustado, aunque no ha sido suficiente como para provocarle ese colocón y chute que a los humanos les produce beber nuestra sangre, no quiero que se haga adicta a ella pero no será la última vez que beba de mi sangre.
Mi sonrisa es sibilina en todo momento, ella no sabe lo que le tengo preparado realmente y ahora sabe que vamos a por su amada amiga, esa a la que tanta estima tiene, esa que ha matado a varios de mis neófitos en busca de información solamente para darse cuenta de que no les pueden decir nada porque ya me he encargado de cortarles la lengua. Me río cuando dice que no le haga nada y mi risa suena y retumba en el lugar a modo de eco, como si quisiera burlarse de ella. ¿Aún no entiende que da igual lo que pida o lo que haga? Nada va a parar los planes que tengo, nada va a hacer que caiga en una oscuridad y que la única luz que vea al final de esta sea yo. Vuelvo a reírme cuando dice que es una excelente cazadora y que no voy a cogerla de forma fácil, me cruzo de brazos mientras la miro y sonrío ladino.
-¿Crees que se va a escapar de mis hombres? Me subestimas, Naitiri. Pensaba que, a estas alturas, sabrías que nada va a pararme y que nada puede pasar para que todo siga su curso… tú amiga va a ser capturada, sé que es una cazadora, la he estado siguiendo, la he estudiado y sé cómo se las apaña para cazar –veo en su rostro la sorpresa- ¿oh, pensabas que lo dejo todo al azar? No puedes ser tan ingenua –sonrío con malicia- quizás pueda con dos de mis hombres pero, ¿crees que puede ella sola con cinco o seis? Pronto lo vamos a saber –me encojo de hombros y doy vueltas entorno a ella, como un tiburón que acecha a su presa mientras dejo que pase el tiempo. Me acerco a ella por la espalda y mis dedos se enredan en su pelo, en esa cascada oscura de rizos y mis dedos juegan con estos, llevo su pelo y lo huelo para impregnarme de su olor. Toda ella es un pecado en sí mismo, un pecado que me invita a tomar pero que debo de aguantar la tentación. Tomar de su sangre es lo que más anhelo, siempre me he preguntado qué sabor tendría y tenerla tan cerca sin poder tomarla es casi como una tortura- qué bien que hueles –mi nariz baja por su cuello y aunque ella intenta apartarme mis manos aferran las suyas y las pongo contra cada brazo, mis colmillos acarician la piel de su cuello y siento que un escalofrío la recorre, sé que no quiere que le muerda y yo evoco todas mis fuerzas para no hacerlo. Es entonces cuando la puerta se abre, mis hombres han llegado con una joven vestida con ropa de hombre, casi idéntica a la que utiliza ella, lleva una bolsa en la cabeza para tapar su rostro, les hago un gesto con la mano para que se vayan y me separo para mirarla de cerca al coger su rostro y girarlo- ¿quieres ver a tú amiga? –Pregunto con una sonrisa maliciosa, la suelto y cojo su muñeca para tirar de ella mientras hago tiempo de que mis hombres lo preparen todo.
La vuelvo a conducir por el pasillo y esta vez entramos por otra de las puertas que da a una sala amplia, donde al fondo hay una cruz donde su amiga está de espaldas, sus brazos y piernas estirados en forma de “X” atada sin poder moverse, tiene sus muñecas y sus tobillos encadenados a la madera y todavía lleva la bolsa en la cabeza. En la pared varios utensilios de tortura tales como látigos y fustas, y ella empieza a entender de nuevo que otro juego comienza, hay una silla donde la siento y la ato y la miro de cerca antes de acercarme a su amiga y quitarle la capucha, aunque está de espaldas es una joven con unas características muy parecidas a las de su amiga, estatura, piel, pelo… lo que hace que crea que es ella es la ilusión que vuelvo a ejercer sobre Naitiri para que crea que es Astrid, y no una joven cualquiera. Tiene una mordaza en la boca y se revuelve para que la suelte, acaricio su pelo y le chisto para que se calle, no puede hablar y no quiero que lo haga.
-Bien Naitiri, como verás otro nuevo juego comienza. Hemos cogido a tu cazadora y ahora está aquí, atada para lo que vamos a hacer –hago una pausa- solo hay una forma de salvar a tú amiga, admito que mis hombres están deseando hincarle el diente porque ha matado a varios de mis hombres… -me acerco a la espalda de la cazadora y le rompo la camisa que lleva dejando su piel al descubierto, una piel que acaricio con mi dedo- es una piel preciosa… lástima que vaya a ser manchada –Naitiri grita porque sabe lo que voy a hacer o lo que quiero hacer, pero lo que no sabe es que quien va a infligir el castigo… va a ser ella- así que o lo haces tú… o dejo que lo hagan ellos, y si lo hacen ellos puedes despedirte de tú amiga.
Su búsqueda se alargó más de lo que me hubiera gustado, pero al fin la he encontrado y ahora la tengo frente a mí, en ese trono donde me suelo sentar para infundir terror y temor a los míos, un trono donde si todo sale como lo tengo previsto ella reinará junto a mí, será la reina de mis tinieblas y de mi propio Infierno. Pero para eso tengo que seguir con las jugadas, tengo que hacer que se vaya rompiendo en pequeños fragmentos poco a poco, el primero de ellos ha dado un golpe que ha dejado todo su mundo un poco en grietas, ahora falta seguir empujando y empujando hasta que estos terminen por romperse y se hagan en trozos tan diminutos que ni ella pueda recomponerlos. Le he dado de beber de mi sangre y no le ha gustado, aunque no ha sido suficiente como para provocarle ese colocón y chute que a los humanos les produce beber nuestra sangre, no quiero que se haga adicta a ella pero no será la última vez que beba de mi sangre.
Mi sonrisa es sibilina en todo momento, ella no sabe lo que le tengo preparado realmente y ahora sabe que vamos a por su amada amiga, esa a la que tanta estima tiene, esa que ha matado a varios de mis neófitos en busca de información solamente para darse cuenta de que no les pueden decir nada porque ya me he encargado de cortarles la lengua. Me río cuando dice que no le haga nada y mi risa suena y retumba en el lugar a modo de eco, como si quisiera burlarse de ella. ¿Aún no entiende que da igual lo que pida o lo que haga? Nada va a parar los planes que tengo, nada va a hacer que caiga en una oscuridad y que la única luz que vea al final de esta sea yo. Vuelvo a reírme cuando dice que es una excelente cazadora y que no voy a cogerla de forma fácil, me cruzo de brazos mientras la miro y sonrío ladino.
-¿Crees que se va a escapar de mis hombres? Me subestimas, Naitiri. Pensaba que, a estas alturas, sabrías que nada va a pararme y que nada puede pasar para que todo siga su curso… tú amiga va a ser capturada, sé que es una cazadora, la he estado siguiendo, la he estudiado y sé cómo se las apaña para cazar –veo en su rostro la sorpresa- ¿oh, pensabas que lo dejo todo al azar? No puedes ser tan ingenua –sonrío con malicia- quizás pueda con dos de mis hombres pero, ¿crees que puede ella sola con cinco o seis? Pronto lo vamos a saber –me encojo de hombros y doy vueltas entorno a ella, como un tiburón que acecha a su presa mientras dejo que pase el tiempo. Me acerco a ella por la espalda y mis dedos se enredan en su pelo, en esa cascada oscura de rizos y mis dedos juegan con estos, llevo su pelo y lo huelo para impregnarme de su olor. Toda ella es un pecado en sí mismo, un pecado que me invita a tomar pero que debo de aguantar la tentación. Tomar de su sangre es lo que más anhelo, siempre me he preguntado qué sabor tendría y tenerla tan cerca sin poder tomarla es casi como una tortura- qué bien que hueles –mi nariz baja por su cuello y aunque ella intenta apartarme mis manos aferran las suyas y las pongo contra cada brazo, mis colmillos acarician la piel de su cuello y siento que un escalofrío la recorre, sé que no quiere que le muerda y yo evoco todas mis fuerzas para no hacerlo. Es entonces cuando la puerta se abre, mis hombres han llegado con una joven vestida con ropa de hombre, casi idéntica a la que utiliza ella, lleva una bolsa en la cabeza para tapar su rostro, les hago un gesto con la mano para que se vayan y me separo para mirarla de cerca al coger su rostro y girarlo- ¿quieres ver a tú amiga? –Pregunto con una sonrisa maliciosa, la suelto y cojo su muñeca para tirar de ella mientras hago tiempo de que mis hombres lo preparen todo.
La vuelvo a conducir por el pasillo y esta vez entramos por otra de las puertas que da a una sala amplia, donde al fondo hay una cruz donde su amiga está de espaldas, sus brazos y piernas estirados en forma de “X” atada sin poder moverse, tiene sus muñecas y sus tobillos encadenados a la madera y todavía lleva la bolsa en la cabeza. En la pared varios utensilios de tortura tales como látigos y fustas, y ella empieza a entender de nuevo que otro juego comienza, hay una silla donde la siento y la ato y la miro de cerca antes de acercarme a su amiga y quitarle la capucha, aunque está de espaldas es una joven con unas características muy parecidas a las de su amiga, estatura, piel, pelo… lo que hace que crea que es ella es la ilusión que vuelvo a ejercer sobre Naitiri para que crea que es Astrid, y no una joven cualquiera. Tiene una mordaza en la boca y se revuelve para que la suelte, acaricio su pelo y le chisto para que se calle, no puede hablar y no quiero que lo haga.
-Bien Naitiri, como verás otro nuevo juego comienza. Hemos cogido a tu cazadora y ahora está aquí, atada para lo que vamos a hacer –hago una pausa- solo hay una forma de salvar a tú amiga, admito que mis hombres están deseando hincarle el diente porque ha matado a varios de mis hombres… -me acerco a la espalda de la cazadora y le rompo la camisa que lleva dejando su piel al descubierto, una piel que acaricio con mi dedo- es una piel preciosa… lástima que vaya a ser manchada –Naitiri grita porque sabe lo que voy a hacer o lo que quiero hacer, pero lo que no sabe es que quien va a infligir el castigo… va a ser ella- así que o lo haces tú… o dejo que lo hagan ellos, y si lo hacen ellos puedes despedirte de tú amiga.
Hades- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: The Road To Hell [Privado]
Hades es un vampiro sádico, y eso es algo que podía decir perfectamente sin equivocarme con sólo lo que había visto y me había mostrado. Comenzaba a entender que disfrutaba del sufrimiento ajeno, de ver como los demás padecían mientras él observaba tranquilamente desde su trono, mandando que hicieran torturas para su propia y egocéntrica diversión. Una diversión que no tenía parangón alguna y que por lo que estaba viendo no le importaba qué hacer para conseguir sus objetivos, era algo que notaba en los días que llevaba allí encerrada. Ahora entendía por qué se hacía llamar Hades, dudaba que fuera su verdadero nombre pero la verdad es que le pegaba bastante, me estaba llevando por un camino que conducía al infierno y lo estaba llegando a conseguir, porque la muerte de Alessia me había trastocado por completo. Ella, una persona y una joven que nada tenía que ver con aquello, ella que no había tenido que sufrir esa muerte solo por estar conmigo.... todos los que estaban a mí alrededor y me eran queridos y apreciados iban a pagar las consecuencias, una que no deberían de pagar para nada pero que Hades por su diversión, por hacerme daño con algún mal sano motivo iba a hacer que cayeran en ese abismo, para yo caer después junto a ellos y perderme en esa oscuridad, porque nada tendría ya sentido.
Quería ir a por Astrid, algo que hizo que se me encogiera el pecho sin poder evitarlo y que me hizo pensar en ella, en su rostro, en sus ojos castaños, en su piel más pálida que la mía, su sonrisa, la forma en la que tenía de mirarme y cómo nos comprendíamos tan sólo con una mirada. Hacía un tiempo que no la veía pero eso no quitaba para que la amistad que teníamos se acabara o sufriera por ello, sabía que era una cazadora y la había visto en acción aquella fatídica noche, sabía que era buena pero parecía que el muy cabrón lo tenía todo controlado porque había mandado a más hombres por ella, mis ojos se abrieron al darme cuenta de que de verdad me había estado espiando a saber cuánto tiempo, que tenía todo calculado perfectamente y que sabía lo que hacer y dónde dar para hacerme daño. Pero no solo eso, sino que también ha estado siguiendo y estudiando a Astrid para poder capturarla sin problema alguno, no sabía hasta donde llegaban sus planes pero parecía tenerlo todo solucionado y sin que nada pudiera fallarle... solo esperaba que no pudiera cogerla y que matara a todos sus hombres.
No dejaba de dar vueltas donde estaba sentada mientras yo rogaba porque no la capturaran y pudiera escaparse, que buscara ayuda, que de alguna forma supiera que no estaba en casa... no quería seguir allí, algo me decía que no iba a acabar nada bien y el presentimiento conforme pasaba el tiempo más grande se hacía. Él me miraba con una sonrisa maliciosa en sus labios cada vez que pasaba por delante de mí, mirándome con sus ojos como si hubiera algo que no supiera, como si hubiera algo que desconocía y que ese hecho lo hacía todo más divertido para él. Una de las veces que estaba dándome vueltas se quedó a mi espalda y sentí como sus manos cogían varios mechones de mi pelo y los olía, me aparté cuando dijo que olía bien pero sus manos aferraron mis muñecas y las presionó contra la silla para que no me moviera, sus nariz se paseaba por mi cuello mientras yo intentaba en vano apartarme, sentía sus labios gélidos por mi piel, su aliento y luego sentí sus colmillos deslizándose por mi cuello y me aparté para evitar que me mordiera, no quería que lo hiciera al igual que no quería que me volviera a dar de su sangre.
La puerta se abrió de pronto y ante ella apareció uno de sus hombres que pareció librarme de la situación, le hizo una seña y él soltó una risa leve antes de enderezarse y ponerse delante de mí para mirarme, me preguntó si quería ver a mi amiga y temí lo peor en ese momento, me cogió de la muñeca y tiró de mí de nuevo para ir por aquel pasillo hasta dar con otra puerta donde al entrar había una enorme “X” de madera que era donde estaba atada Astrid, llevaba sus ropas de cazar y tenía una bolsa en la cabeza que no le permitía ver nada. Sus muñecas y sus tobillos estaban con grilletes atados a la madera, enfrente una silla donde de nuevo sin poder hacer nada me sentaron y me ataron mientras él se acercaba a ella y con una mirada quitó la capucha de su rostro. Su pelo cayó semi recogido y pude ver su rostro sin ningún tipo de problema, llevaba una mordaza para que no pudiera hablar y me intenté levantar de la silla, pero me era imposible al estar atada.
-¡NO! ¡Suéltala! –Le grité estirando de mi brazo haciéndome daño con la cuerda que me tenía sujeta y atada, Hades me miró y sonrió de lado divertido con la situación que se presentaba frente a él. Comenzó a hablar diciendo que empezaba otro “juego”, se acercó a su espalda y rompió la camisa que llevaba dejando su espalda al descubierto, decía que iba a ser manchada y que era una piel preciosa y con lo que había visto que tenía allí... supe lo que quería hacer- ¡No lo hagas! ¡Ella no tiene nada que ver con esto! –Comenzaba a desesperarme por momentos, era claro qué intenciones tenía para con ella y no iba a soportar ver como le hacían daño por mi culpa, la llamé para que me mirara pero le era imposible girar del todo la cabeza mientras yo luchaba por soltarme, pero era demasiado débil y no podía hacer nada. Pero entonces volvió a hablar de nuevo, no iba a dejar que solamente viera sin poder hacer nada como la herían, sino que tendría que hacerlo yo. Mis labios se entreabrieron de la sorpresa y me quedé sin respiración unos segundos... ¿qué? Iba a ser incapaz de hacerle daño, yo no era una persona que hiciera daño a la gente y no iba a hacerlo ahora, menos a ella. Se acercó y me quitó las cuerdas para acercarme hasta ella, abrió mi mano y puso el mango de uno de los látigos que había y se apartó unos pasos. Alegó que si no lo hacía yo lo harían sus hombres y sabía que entonces sería mucho peor. Apreté el mango con fuerza y bajé la cabeza incapaz de hacerlo, no podía hacerle daño, yo no era así... me instó a que lo hiciera y al ver que no lo conseguía cogió mi mano y fue él quien me obligó a dar el primer latigazo. El chasquido sonó por la habitación cortando el aire y la espalda se marcó de rojo en el lugar, Astrid arqueó su espalda y un grito salió de sus labios... solté el látigo incapaz de seguir pero Hades que no pensaba en esa opción volvió a coger el látigo, llevarme entre mis manos y comenzar a darle latigazos de forma fuerte y contundente, su espalda se arqueaba, la sangre comenzó a teñir su pálida piel y ella intentaba soltarse sin éxito mientras yo lloraba sin contener las lágrimas. Me dijo que, o le daba yo las próximas veces, o entonces que sus hombres se encargaran.
De nuevo me ponía contra las cuerdas, hiciera lo que hiciera no iba a poder salvar a Astrid ni a evitar lo que le deparaba. Yo no quería hacerle daño, pero si con ello yo dándole más flojo podía salvarla... ¿no debería de intentarlo? Con todo el dolor del mundo en mi corazón cogí el látigo y le di el primer golpe, bastante flojo, mucho más que los de él pero que le hizo sonreír complacido. Me dijo la cantidad que debía de darle y comencé a hacerlo entre lágrimas, al tercer latigazo lo solté dándole a él e intenté ir hacia Astrid para soltarla que, en ese momento, parecía haber perdido un poco la consciencia, intenté soltar sus muñecas para que se pudiera mover pero me cogieron y me separaron de ella, Hades me miró y lanzando una mirada a sus hombres les pasó el látigo y les hizo una seña con la que sonrieron con malicia comenzando a asestar latigazos en su cuerpo, la carne se abría, la sangre salpicaba la habitación y su cuerpo aun estando sujeto todavía cedió al perder la consciencia. Su espalda llena de heridas bastante feas, manchada de sangre... y Hades haciendo que viera todo, diciéndome que estaba así por mi culpa y que moriría por no haberle hecho caso.
Quería ir a por Astrid, algo que hizo que se me encogiera el pecho sin poder evitarlo y que me hizo pensar en ella, en su rostro, en sus ojos castaños, en su piel más pálida que la mía, su sonrisa, la forma en la que tenía de mirarme y cómo nos comprendíamos tan sólo con una mirada. Hacía un tiempo que no la veía pero eso no quitaba para que la amistad que teníamos se acabara o sufriera por ello, sabía que era una cazadora y la había visto en acción aquella fatídica noche, sabía que era buena pero parecía que el muy cabrón lo tenía todo controlado porque había mandado a más hombres por ella, mis ojos se abrieron al darme cuenta de que de verdad me había estado espiando a saber cuánto tiempo, que tenía todo calculado perfectamente y que sabía lo que hacer y dónde dar para hacerme daño. Pero no solo eso, sino que también ha estado siguiendo y estudiando a Astrid para poder capturarla sin problema alguno, no sabía hasta donde llegaban sus planes pero parecía tenerlo todo solucionado y sin que nada pudiera fallarle... solo esperaba que no pudiera cogerla y que matara a todos sus hombres.
No dejaba de dar vueltas donde estaba sentada mientras yo rogaba porque no la capturaran y pudiera escaparse, que buscara ayuda, que de alguna forma supiera que no estaba en casa... no quería seguir allí, algo me decía que no iba a acabar nada bien y el presentimiento conforme pasaba el tiempo más grande se hacía. Él me miraba con una sonrisa maliciosa en sus labios cada vez que pasaba por delante de mí, mirándome con sus ojos como si hubiera algo que no supiera, como si hubiera algo que desconocía y que ese hecho lo hacía todo más divertido para él. Una de las veces que estaba dándome vueltas se quedó a mi espalda y sentí como sus manos cogían varios mechones de mi pelo y los olía, me aparté cuando dijo que olía bien pero sus manos aferraron mis muñecas y las presionó contra la silla para que no me moviera, sus nariz se paseaba por mi cuello mientras yo intentaba en vano apartarme, sentía sus labios gélidos por mi piel, su aliento y luego sentí sus colmillos deslizándose por mi cuello y me aparté para evitar que me mordiera, no quería que lo hiciera al igual que no quería que me volviera a dar de su sangre.
La puerta se abrió de pronto y ante ella apareció uno de sus hombres que pareció librarme de la situación, le hizo una seña y él soltó una risa leve antes de enderezarse y ponerse delante de mí para mirarme, me preguntó si quería ver a mi amiga y temí lo peor en ese momento, me cogió de la muñeca y tiró de mí de nuevo para ir por aquel pasillo hasta dar con otra puerta donde al entrar había una enorme “X” de madera que era donde estaba atada Astrid, llevaba sus ropas de cazar y tenía una bolsa en la cabeza que no le permitía ver nada. Sus muñecas y sus tobillos estaban con grilletes atados a la madera, enfrente una silla donde de nuevo sin poder hacer nada me sentaron y me ataron mientras él se acercaba a ella y con una mirada quitó la capucha de su rostro. Su pelo cayó semi recogido y pude ver su rostro sin ningún tipo de problema, llevaba una mordaza para que no pudiera hablar y me intenté levantar de la silla, pero me era imposible al estar atada.
-¡NO! ¡Suéltala! –Le grité estirando de mi brazo haciéndome daño con la cuerda que me tenía sujeta y atada, Hades me miró y sonrió de lado divertido con la situación que se presentaba frente a él. Comenzó a hablar diciendo que empezaba otro “juego”, se acercó a su espalda y rompió la camisa que llevaba dejando su espalda al descubierto, decía que iba a ser manchada y que era una piel preciosa y con lo que había visto que tenía allí... supe lo que quería hacer- ¡No lo hagas! ¡Ella no tiene nada que ver con esto! –Comenzaba a desesperarme por momentos, era claro qué intenciones tenía para con ella y no iba a soportar ver como le hacían daño por mi culpa, la llamé para que me mirara pero le era imposible girar del todo la cabeza mientras yo luchaba por soltarme, pero era demasiado débil y no podía hacer nada. Pero entonces volvió a hablar de nuevo, no iba a dejar que solamente viera sin poder hacer nada como la herían, sino que tendría que hacerlo yo. Mis labios se entreabrieron de la sorpresa y me quedé sin respiración unos segundos... ¿qué? Iba a ser incapaz de hacerle daño, yo no era una persona que hiciera daño a la gente y no iba a hacerlo ahora, menos a ella. Se acercó y me quitó las cuerdas para acercarme hasta ella, abrió mi mano y puso el mango de uno de los látigos que había y se apartó unos pasos. Alegó que si no lo hacía yo lo harían sus hombres y sabía que entonces sería mucho peor. Apreté el mango con fuerza y bajé la cabeza incapaz de hacerlo, no podía hacerle daño, yo no era así... me instó a que lo hiciera y al ver que no lo conseguía cogió mi mano y fue él quien me obligó a dar el primer latigazo. El chasquido sonó por la habitación cortando el aire y la espalda se marcó de rojo en el lugar, Astrid arqueó su espalda y un grito salió de sus labios... solté el látigo incapaz de seguir pero Hades que no pensaba en esa opción volvió a coger el látigo, llevarme entre mis manos y comenzar a darle latigazos de forma fuerte y contundente, su espalda se arqueaba, la sangre comenzó a teñir su pálida piel y ella intentaba soltarse sin éxito mientras yo lloraba sin contener las lágrimas. Me dijo que, o le daba yo las próximas veces, o entonces que sus hombres se encargaran.
De nuevo me ponía contra las cuerdas, hiciera lo que hiciera no iba a poder salvar a Astrid ni a evitar lo que le deparaba. Yo no quería hacerle daño, pero si con ello yo dándole más flojo podía salvarla... ¿no debería de intentarlo? Con todo el dolor del mundo en mi corazón cogí el látigo y le di el primer golpe, bastante flojo, mucho más que los de él pero que le hizo sonreír complacido. Me dijo la cantidad que debía de darle y comencé a hacerlo entre lágrimas, al tercer latigazo lo solté dándole a él e intenté ir hacia Astrid para soltarla que, en ese momento, parecía haber perdido un poco la consciencia, intenté soltar sus muñecas para que se pudiera mover pero me cogieron y me separaron de ella, Hades me miró y lanzando una mirada a sus hombres les pasó el látigo y les hizo una seña con la que sonrieron con malicia comenzando a asestar latigazos en su cuerpo, la carne se abría, la sangre salpicaba la habitación y su cuerpo aun estando sujeto todavía cedió al perder la consciencia. Su espalda llena de heridas bastante feas, manchada de sangre... y Hades haciendo que viera todo, diciéndome que estaba así por mi culpa y que moriría por no haberle hecho caso.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
- Mensajes : 928
Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Road To Hell [Privado]
Sé que la voy quebrando poco a poco, puedo notarlo conforme las pruebas se presentan frente a ella, no se espera nada de lo que tengo preparado y sé que tocar las dos piezas más claves de su vida va a ser lo que la rompa por completo, sé lo que esas mujeres representan y significan para ella y tocarlas no era algo que Naitiri pensaba que fuera a tocar, pero si la quiero romper para que vea que no le queda más salida que la mía es lo que tengo que hacer para ello. Necesito que todas sus piezas caigan, que la desesperación inunde su ser y que sienta que lo ha perdido todo de forma que no le quede nada en la vida por lo que seguir luchando, por lo que seguir viva. Necesito que vea que después de todo le queda una última esperanza que voy a ser yo, quiero que piense que yo solo puedo salvarla y que se entregue a mí por siempre. Me gustaría que lo hiciera de forma voluntaria pero algo me dice que el férreo carácter de esa mujer no va a ceder sin oponer resistencia, así que voy a tener que atar todos los cabos y no dejar ninguno suelto porque si no se aferrará y no es lo que quiero, quiero que piense que es lo último que le queda y tengo que quitar las piezas de su vida.
Su amiga la cazadora es importante para ella y es un pilar en su vida, si cae, si hago que caiga no le va a quedar mucho y poco a poco va a ver que lo único que queda soy yo. Puedo ver su rostro en este momento, el desconcierto en su rostro, la duda que le recorre, la incertidumbre de saber qué va a pasar. Luego el miedo cuando sabe que tiene que ser ella que la que de latigazos a su amiga, si solo mira no es tan divertido y es cuando le paso el mango del látigo para que lo coja. Le dejo claro que, de ser mis hombres los que se los den, van a ser mucho peores. Le doy la oportunidad de que ella sea más clemente con su amiga como si le diera una salida, una salida que no tiene en realidad y la miro coger el mango con duda. Me mira como si de alguna forma busque qué debe de hacer con él y sonrío de lado mientras la observo, está claro lo que quiero que haga y se lo hago saber. Ella mira la espalda ahora desnuda de su amiga, la que cree que es su amiga porque el hechizo de la ilusión es fuerte y aunque no puede hablar la joven a Naitiri todo le hace creer que es su cazadora la que está atada. Le apremio a que lo haga, mejor ella que mis hombres y es ese pensamiento el que quiero que se instale en su mente.
Con duda, con mucha duda y con dolor en su rostro veo que levanta el brazo y el chasquido del látigo suena, pero sé que no le ha dado con fuerza y no puedo culparla por ello, es su amiga y ante todo va a hacer lo posible por salvarla, como siempre antepone los demás a ella y ella se queda para el final, ¿no ve que eso solo es peor para ella? Nunca ha decidido salvarse, la primera vez que lo ha hecho y lo ha experimentado de una forma sádica y cruel por mi parte le ha gustado. Sentir que por una vez no es ella la que cede, a la que le pasa todo, por una vez es ella quien se ha salvado y eso es lo que busco que vuelva a sentir. Ella siempre antepondrá los demás a ella, tengo que hacer que cambie esa forma de ver la vida y las cosas y así poco a poco irá cediendo a mis caprichos y a mis deseos. El siguiente latigazo suena igual por la habitación, la joven se retuerce por el dolor y aun con la mordaza puesta se puede escuchar su quejido y su dolor, Naitiri parece firme en hacerle el menor daño posible que pueda dentro de lo que en su mano está, pero es en el tercero cuando el látigo se dirige en mi dirección, raudo y rápido lo esquivo por mis reflejos y me lo tira para ir a por ella y a intentar desatarla mientras la llama para que reaccione. Gruño cuando la veo y me acerco a ella, la aparto de su amiga y le doy un guantazo que le cruza la cara y que la hace retroceder, mis ojos están rojos y fijos en ella.
-Así que es esto lo que quieres, ¿verdad? Te he dado la oportunidad de elegir y sin embargo a pesar de que ibas bien has decidido fastidiarlo todo –ella me mira con temor en los ojos, sabe de lo que soy capaz y no anda desencaminada si piensa que no va a pagar por su ofensa. Mis manos cogen su mandíbula con fuerza y la obligo a que me mire, me pego a su cuerpo que intenta revolverse pero mis hombres la tienen cogida, la miro de cerca y sonrío de forma ladina- eres una mujer rebelde, tengo que admitirlo. Me gusta la rebeldía... pero hasta cierto punto, Nai –le dijo y mis labios se posan en los suyos reclamando y demandando un beso, uno que ella no quiere darme pero que yo la obligo. Me separo para darles el látigo a mis hombres y yo cojo a Nai para que vea todo en primer plano, la pego a mi pecho y la obligo a mirar mientras mis hombres le dan latigazos a la joven, la sangre comienza a salpicar, su piel se enrojece, se mancha y se hace jirones por la violencia con que la torturan. Ella llora y suplica que pare y es solo cuando la joven cede, y dejo que le den un par de latigazos más que ordeno que paren. Naitiri la llama pero ella está inconsciente por el dolor mientras la sangre mana de las heridas. Empujo a Naitiri de forma que vaya a ver a su amiga, o lo que cree que es ella, y la llama y mueve para que despierte pero yo llego donde está, la giro y de un tirón le arranco la parte de arriba de la ropa dejándola desnuda, ella se cubre para que no la vea pero aparto sus manos, la contemplo y observo y pego su espalda contra la de su “amiga”, para que sienta la sangre en su piel, el calor que desprende- se podría haber salvado de no ser por lo que has hecho, ahora solo puede quedar una: o ella, o tú –le digo y la miro de forma fija, comienza a llorar y sé que la estoy rompiendo de nuevo, espero a que diga algo pero se queda callada- ¿otra vez vas a elegirlos a ellos, Nai, a ellos que no han hecho nada por ti? ¿Cuándo han estado cuando más lo necesitabas? Cuando los necesitabas de verdad no estaban, pero sin embargo tú eres la primera que está para ellos. Siempre te entregas a los demás ¿y qué recibes a cambio? Nada. No recibes nada –mis palabras son duras pero quiero que así sea- conmigo puedes tener aquello que no te dio nadie: la salvación y la redención. Acéptalo Nai, has pasado la vida anteponiendo los demás a la tuya que ninguno, ni uno solo de todos ellos... te ha antepuesto a ellos. Deberías de recibir lo mismo que das a cambio –juego con su mente, con su debilidad y su flaqueza, una que al final se convertirá en mi voluntad.
Su amiga la cazadora es importante para ella y es un pilar en su vida, si cae, si hago que caiga no le va a quedar mucho y poco a poco va a ver que lo único que queda soy yo. Puedo ver su rostro en este momento, el desconcierto en su rostro, la duda que le recorre, la incertidumbre de saber qué va a pasar. Luego el miedo cuando sabe que tiene que ser ella que la que de latigazos a su amiga, si solo mira no es tan divertido y es cuando le paso el mango del látigo para que lo coja. Le dejo claro que, de ser mis hombres los que se los den, van a ser mucho peores. Le doy la oportunidad de que ella sea más clemente con su amiga como si le diera una salida, una salida que no tiene en realidad y la miro coger el mango con duda. Me mira como si de alguna forma busque qué debe de hacer con él y sonrío de lado mientras la observo, está claro lo que quiero que haga y se lo hago saber. Ella mira la espalda ahora desnuda de su amiga, la que cree que es su amiga porque el hechizo de la ilusión es fuerte y aunque no puede hablar la joven a Naitiri todo le hace creer que es su cazadora la que está atada. Le apremio a que lo haga, mejor ella que mis hombres y es ese pensamiento el que quiero que se instale en su mente.
Con duda, con mucha duda y con dolor en su rostro veo que levanta el brazo y el chasquido del látigo suena, pero sé que no le ha dado con fuerza y no puedo culparla por ello, es su amiga y ante todo va a hacer lo posible por salvarla, como siempre antepone los demás a ella y ella se queda para el final, ¿no ve que eso solo es peor para ella? Nunca ha decidido salvarse, la primera vez que lo ha hecho y lo ha experimentado de una forma sádica y cruel por mi parte le ha gustado. Sentir que por una vez no es ella la que cede, a la que le pasa todo, por una vez es ella quien se ha salvado y eso es lo que busco que vuelva a sentir. Ella siempre antepondrá los demás a ella, tengo que hacer que cambie esa forma de ver la vida y las cosas y así poco a poco irá cediendo a mis caprichos y a mis deseos. El siguiente latigazo suena igual por la habitación, la joven se retuerce por el dolor y aun con la mordaza puesta se puede escuchar su quejido y su dolor, Naitiri parece firme en hacerle el menor daño posible que pueda dentro de lo que en su mano está, pero es en el tercero cuando el látigo se dirige en mi dirección, raudo y rápido lo esquivo por mis reflejos y me lo tira para ir a por ella y a intentar desatarla mientras la llama para que reaccione. Gruño cuando la veo y me acerco a ella, la aparto de su amiga y le doy un guantazo que le cruza la cara y que la hace retroceder, mis ojos están rojos y fijos en ella.
-Así que es esto lo que quieres, ¿verdad? Te he dado la oportunidad de elegir y sin embargo a pesar de que ibas bien has decidido fastidiarlo todo –ella me mira con temor en los ojos, sabe de lo que soy capaz y no anda desencaminada si piensa que no va a pagar por su ofensa. Mis manos cogen su mandíbula con fuerza y la obligo a que me mire, me pego a su cuerpo que intenta revolverse pero mis hombres la tienen cogida, la miro de cerca y sonrío de forma ladina- eres una mujer rebelde, tengo que admitirlo. Me gusta la rebeldía... pero hasta cierto punto, Nai –le dijo y mis labios se posan en los suyos reclamando y demandando un beso, uno que ella no quiere darme pero que yo la obligo. Me separo para darles el látigo a mis hombres y yo cojo a Nai para que vea todo en primer plano, la pego a mi pecho y la obligo a mirar mientras mis hombres le dan latigazos a la joven, la sangre comienza a salpicar, su piel se enrojece, se mancha y se hace jirones por la violencia con que la torturan. Ella llora y suplica que pare y es solo cuando la joven cede, y dejo que le den un par de latigazos más que ordeno que paren. Naitiri la llama pero ella está inconsciente por el dolor mientras la sangre mana de las heridas. Empujo a Naitiri de forma que vaya a ver a su amiga, o lo que cree que es ella, y la llama y mueve para que despierte pero yo llego donde está, la giro y de un tirón le arranco la parte de arriba de la ropa dejándola desnuda, ella se cubre para que no la vea pero aparto sus manos, la contemplo y observo y pego su espalda contra la de su “amiga”, para que sienta la sangre en su piel, el calor que desprende- se podría haber salvado de no ser por lo que has hecho, ahora solo puede quedar una: o ella, o tú –le digo y la miro de forma fija, comienza a llorar y sé que la estoy rompiendo de nuevo, espero a que diga algo pero se queda callada- ¿otra vez vas a elegirlos a ellos, Nai, a ellos que no han hecho nada por ti? ¿Cuándo han estado cuando más lo necesitabas? Cuando los necesitabas de verdad no estaban, pero sin embargo tú eres la primera que está para ellos. Siempre te entregas a los demás ¿y qué recibes a cambio? Nada. No recibes nada –mis palabras son duras pero quiero que así sea- conmigo puedes tener aquello que no te dio nadie: la salvación y la redención. Acéptalo Nai, has pasado la vida anteponiendo los demás a la tuya que ninguno, ni uno solo de todos ellos... te ha antepuesto a ellos. Deberías de recibir lo mismo que das a cambio –juego con su mente, con su debilidad y su flaqueza, una que al final se convertirá en mi voluntad.
Hades- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: The Road To Hell [Privado]
Quería salvar a Astrid y estaba convencida de hacerlo bajo todo pronóstico, ella era una cazadora experimentada que se había desenvuelto seguro en peores situaciones que las que vivíamos en ese momento, solo tenía que soltarla para que pudiera actuar y quizás con algo de suerte pudiéramos salir las dos de allí con vida. No podía no hacer nada en esos momentos y tenía que hacer algo para soltarla, no quería darle latigazos en la espalda pero estaba atada contra las cuerdas, no podía no hacerlo cuando estaba rodeada por Hades y por dos vampiros más que estaban allí observando como le daba latigazos en la espalda a Astrid. Admitía que cada latigazo me dolía mucho más a mí que a ella, por mucho dolor que le causara aunque intentaba que el dolor fuera el mínimo cada vez que le daba a mí me dolía el doble, porque me obligaban a hacerlo cuando no quería, porque veía que se regodeaba en el sufrimiento que tenía al darle de latigazos en la espalda... yo no podía aguantar mucho más, era insoportable saber que le estaba haciendo daño a un pilar importante en mi vida, al único que me quedaba en realidad, porque Alessia habría sufrido las consecuencias y no pensaba perder a nadie más en mi vida, estaba cansada de hacerlo, de ver como las piezas iban cayendo... no quería más, me negaba.
Al tercer latigazo en vez de darle en su espalda le lancé el látigo a Hades y fui corriendo hacia donde estaba Astrid para comenzar a desatarla, a comenzar a deshacer los nudos que ataban sus manos pero pronto vi que me apartaron de ella los dos hombres que estaban con él y que Hades se acercó a mí con los ojos completamente rojos, cabreado por lo que había hecho cuando lo que él quería es que siguiera dándole latigazos, cuando está delante de mí su mano surca el aire y me dio un guantazo que me giró el rostro, con fuerza, dolía y picaba horrores pero no iba a hacerle ver el daño que me había hecho. Sé que está enfadado y sus palabras me lo hacen saber cuando me dice que iba bien pero que lo acababa de estropear todo, no iba a seguir su maldito juego y no tenía intención de hacerlo bajo ningún concepto. Se aceró a mí y su mano cogió mi mandíbula con fuerza obligando a que mi rostro se alzara y nuestros ojos se encontraran, intenté revolverme pero sus hombres me tenían cogida y me era imposible soltarme, decía que le gustaba la rebeldía pero hasta cierto punto, acercó su rostro al mío y sus labios besaron los míos aun cuando yo intenté apartarme por todos los medios.
Lo peor fue cuando me cogió él no sin antes darles el látigo a sus hombres que no dudaron en comenzar a asestarle golpes a su nívea piel sin compasión alguna, Hades me obligaba a que viera todo lo que pasaba mientras yo intentaba soltarme y me era imposible. Cada chasquido que resonaba en la habitación calaba en lo más hondo de mí y me dolía como podría dolerle a ella, su piel se abría, la sangre salía y manchaba las paredes del lugar, manchaba mi vestido llenándolo de salpicaduras. No podía parar de llorar mientras le pedía que pararan y que la dejaran tranquila pero él solo se reía en mi oído pidiéndoles que continuaran. Pese a que su cuerpo estaba sujeto llegó un punto en el que cedió perdiendo la consciencia y yo grité para que parasen, me sentía impotente y frustrada sin poder hacer nada salvo contemplar lo que le hacían, sin poder poner un remedio. Hades me empujó y liberándome fui hacia Astrid para llamarla y que despierte, que reaccione porque necesitaba saber que está viva, no puedo perderla a ella también. Sentí la mano de Hades en mi brazo girándome y de un tirón brusco rompió la parte superior de mi ropa dejándome desnuda de cintura para arriba, crucé mis brazos sobre el pecho para que no me viera pero él cogió mis muñecas y las apartó pegando así mi espalda contra la As, podía sentir la sangre contra mi piel, el calor que desprendía su cuerpo.
Me dijo aquellas palabras que no quise escuchar dándome a elegir de nuevo, solo podía quedar una viva y quería que fuera yo quien escogiera, sus palabras calaron en mi cabeza como si de alguna forma quisiera hacerme ver que tenía razón en lo que me decía, que a mí nadie me había escogido para salvarme y que siempre era yo la sacrificada. Algo en el fondo, en lo más hondo, sentí que cuando decidí salvarme yo en vez de elegir a Alessia una parte de mí le gustó aquella decisión, le gustó que por una vez la salvada fuera yo y no otra persona, que no recayera sobre mí el peso de todo y sentí un alivio que no había sentido hasta el momento. No quería hacer caso de sus palabras porque solo podía pensar en la forma de salvarnos a ambas y no solamente a una, no quería ceder a sus palabras pero era como si entrara en mi mente y me “obligara” a que fuera eso lo que pensaba que estaba bien, que era lo correcto. Salvación y redención, eso era lo que Hades me ofrecía y por primera vez en toda mi vida me vi tentada de aceptarlo, de aceptar lo que él me ofrecía. ¿Cuándo se habían los demás antepuesto por mí? Nunca. ¿Y yo, cuántas veces los había antepuesto? Siempre. No era para nada justo y me daba cuenta en esos momentos, él tenía razón, ¿por qué no salvarme yo por una vez? Sus manos me zarandeaban en su agarre para que decidiera de una vez y al ver mis ojos y mi expresión sonrió de lado, pareció entender que me había elegido a mí misma y sus dedos recorrieron mi rostro. Decía que era precisamente lo que quería y mientras me sacaba de aquella habitación les indicaba a sus hombres que terminaran con lo empezado mientras yo solo podía llorar y sentía que algo en mi interior se rompía.
Al tercer latigazo en vez de darle en su espalda le lancé el látigo a Hades y fui corriendo hacia donde estaba Astrid para comenzar a desatarla, a comenzar a deshacer los nudos que ataban sus manos pero pronto vi que me apartaron de ella los dos hombres que estaban con él y que Hades se acercó a mí con los ojos completamente rojos, cabreado por lo que había hecho cuando lo que él quería es que siguiera dándole latigazos, cuando está delante de mí su mano surca el aire y me dio un guantazo que me giró el rostro, con fuerza, dolía y picaba horrores pero no iba a hacerle ver el daño que me había hecho. Sé que está enfadado y sus palabras me lo hacen saber cuando me dice que iba bien pero que lo acababa de estropear todo, no iba a seguir su maldito juego y no tenía intención de hacerlo bajo ningún concepto. Se aceró a mí y su mano cogió mi mandíbula con fuerza obligando a que mi rostro se alzara y nuestros ojos se encontraran, intenté revolverme pero sus hombres me tenían cogida y me era imposible soltarme, decía que le gustaba la rebeldía pero hasta cierto punto, acercó su rostro al mío y sus labios besaron los míos aun cuando yo intenté apartarme por todos los medios.
Lo peor fue cuando me cogió él no sin antes darles el látigo a sus hombres que no dudaron en comenzar a asestarle golpes a su nívea piel sin compasión alguna, Hades me obligaba a que viera todo lo que pasaba mientras yo intentaba soltarme y me era imposible. Cada chasquido que resonaba en la habitación calaba en lo más hondo de mí y me dolía como podría dolerle a ella, su piel se abría, la sangre salía y manchaba las paredes del lugar, manchaba mi vestido llenándolo de salpicaduras. No podía parar de llorar mientras le pedía que pararan y que la dejaran tranquila pero él solo se reía en mi oído pidiéndoles que continuaran. Pese a que su cuerpo estaba sujeto llegó un punto en el que cedió perdiendo la consciencia y yo grité para que parasen, me sentía impotente y frustrada sin poder hacer nada salvo contemplar lo que le hacían, sin poder poner un remedio. Hades me empujó y liberándome fui hacia Astrid para llamarla y que despierte, que reaccione porque necesitaba saber que está viva, no puedo perderla a ella también. Sentí la mano de Hades en mi brazo girándome y de un tirón brusco rompió la parte superior de mi ropa dejándome desnuda de cintura para arriba, crucé mis brazos sobre el pecho para que no me viera pero él cogió mis muñecas y las apartó pegando así mi espalda contra la As, podía sentir la sangre contra mi piel, el calor que desprendía su cuerpo.
Me dijo aquellas palabras que no quise escuchar dándome a elegir de nuevo, solo podía quedar una viva y quería que fuera yo quien escogiera, sus palabras calaron en mi cabeza como si de alguna forma quisiera hacerme ver que tenía razón en lo que me decía, que a mí nadie me había escogido para salvarme y que siempre era yo la sacrificada. Algo en el fondo, en lo más hondo, sentí que cuando decidí salvarme yo en vez de elegir a Alessia una parte de mí le gustó aquella decisión, le gustó que por una vez la salvada fuera yo y no otra persona, que no recayera sobre mí el peso de todo y sentí un alivio que no había sentido hasta el momento. No quería hacer caso de sus palabras porque solo podía pensar en la forma de salvarnos a ambas y no solamente a una, no quería ceder a sus palabras pero era como si entrara en mi mente y me “obligara” a que fuera eso lo que pensaba que estaba bien, que era lo correcto. Salvación y redención, eso era lo que Hades me ofrecía y por primera vez en toda mi vida me vi tentada de aceptarlo, de aceptar lo que él me ofrecía. ¿Cuándo se habían los demás antepuesto por mí? Nunca. ¿Y yo, cuántas veces los había antepuesto? Siempre. No era para nada justo y me daba cuenta en esos momentos, él tenía razón, ¿por qué no salvarme yo por una vez? Sus manos me zarandeaban en su agarre para que decidiera de una vez y al ver mis ojos y mi expresión sonrió de lado, pareció entender que me había elegido a mí misma y sus dedos recorrieron mi rostro. Decía que era precisamente lo que quería y mientras me sacaba de aquella habitación les indicaba a sus hombres que terminaran con lo empezado mientras yo solo podía llorar y sentía que algo en mi interior se rompía.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
Re: The Road To Hell [Privado]
La tengo justo donde quiero tenerla, siento que poco a poco se va desmoronando y puedo sentir que algo en su interior se rompe, eso mismo quiero que sienta, como si de una liberación se tratase quiero que sienta y piense que solo conmigo puede sentir que es la elegida, es la que se va a salvar porque yo así lo deseo, porque es mí deseo que lo sienta y quiero que se salve. No lo ha sentido nunca hasta hace bien poco pero lo cierto es que esa sensación es difícil de ignorar una vez la sientes, es sentir que por primera vez te anteponen a algo y yo sé que a ella jamás le han antepuesto nadie, sino más bien al contrario, ese carácter noble y bueno que tiene le hace que se sacrifique por los demás como lleva haciendo toda su vida, no es difícil saber en lo que piensa aun incluso sin entrar en su mente, sin leer sus pensamientos... se ha entregado siempre a los demás pero luego cuando ella espera que los demás se entreguen se encuentra con la nada, con una sensación de vacío que yo ahora pretendo llenar, algo que la haga ver que todo puede cambiar y ser diferente, que poco a poco la voy empujando hacia donde más quiero porque de alguna forma no va a evitar en acabar siendo mía, eso es algo que desde que la encontré de nuevo va a pasar... y nada va a evitarlo.
Si le hago creer que todas las personas que quiere están muertas no es por otra cosa que dejarla sin nada en el mundo, dejarle con un vacío de que nada le queda, de que ya no tiene a nadie... ha sufrido la pérdida una vez pero ahora es peor porque antes no tuvo elección, ahora yo se lo he dado y aunque ella no lo vea así no la he forzado a que tome ninguna decisión, ella misma ha visto que se puede salvar y se ha visto tentada por ello, como si un niño viera un suculento caramelo... no se ha resistido, y yo me pregunto, ¿alguien la puede culpar? No, porque ella no ha tenido eso que le ha dado a los demás, es como una droga que cuanto más lo sientes más quieres... y se ha visto reflejado ahora. Dice que no quiere perder a su amiga pero cuando le he dado a elegir no ha tenido duda alguna, se ha salvado a sí misma y quizás algunos digan que lo ha hecho en un acto desinteresado y altruista, puramente egoísta pero yo no la culpo, no porque quiero que recorra ese camino y al final del mismo va a ver que lo único que tiene, que lo único que le queda... soy yo.
Me lo he propuesto y lo pienso conseguir como sea, la saco de la habitación cuando noto que se rompe y hago lo mismo que hice la otra vez, la saco y la llevo a su celda para que reflexione, para que su cerebro le de vueltas a lo que ha pasado y en lo más profundo de ella esa sensación se extienda por todo su cuerpo, por lo que ella va a ceder y a caer en ese profundo y abismal agujero, y cuando esté dentro y presa... la haré mía. Sé que tiene voluntad de hierro, sé que su carácter es fuerte pero no ha pensado ni contemplado que iba a matar a sus amigas y eso la ha dejado en casi un jaque mate, ahora mismo le he hecho un “jaque” y aunque ella crea que me puede devolver la jugada está más que equivocada: va a ser mía y no puedo esperar al momento para que lo haga. La dejo a solas en la celda y me alejo, el olor de la sangre es una tentación y necesito alimentarme porque no quiero hacerlo de Naitiri, quiero que piense que todo lo que hago es por su bien y no por otra cosa que por ella, y esto que hago sí es de forma egoísta y altruista, solo pensando en por y para mí.
Dejo que pase todo lo que resta de día a solas en su celda, necesito que su cabeza siga pensando y asimilando lo que ha pasado pero sobre todo necesito que esa sensación, lo que empieza a crecer dentro de ella surja y crezca más, que las dudas la carcoman y que cuando me vea piense que puedo ser lo único que le queda. No va a ser fácil pero me gustan los retos, y ella sin duda alguna lo es. Ese día no tengo ninguna sorpresa para ella así que voy cuando la cae la noche a su celda, es la cuarta noche que pasa aquí y tras lo que ha visto parece que poco a poco va a entender que no le queda escapatoria, que aquellos que pueden haberla ayudado están muertos y no le queda a nadie para salvarle, nadie va a notar su ausencia... claro que yo estoy pendiente de las acciones de sus amigas, de ambas, porque sé que se conocen y no quiero que la pelirroja avise a la cazadora. Cuando llego a la celda la encuentro en una esquina, sus piernas pegadas a su pecho y sus brazos rodeando estos. Cuando abro la puerta alza sus ojos y me mira, está vacía, carente de emociones o sentimientos y tiene surcos de haber llorado... pero está débil.
-Mi querida Naitiri –porque pese a todo no me gusta verla mal, la quiero bien y fuerte y me asomo para pedirle a uno de mis hombres que me traigan la comida, dejo la bandeja delante de ella pero no la mira y tampoco me mira, sumida en el caos que ahora es su mente no presta atención a nada y finalmente acabo por forzarla a comer pero no lo consigo... no tengo paciencia y abro una raja en la vena de mi muñeca, cojo su cuello y hago que beba de la vena directamente para mantenerla con fuerza- pronto mi querida Nai, pronto acabará todo –pero ella no sabe que es mentira, la dejo y me vuelvo a ir porque ahora empieza otra parte de la tortura. Pasa otro día más sin que salga de ahí y cuando vuelvo la encuentro igual que antes, mis dedos recorren su piel pero ella parece que no reacciona y me fijo en su piel morena, dorada como la misma arena del desierto, me entran ganas de morderla y mis colmillos crecen, me he alimentado pero siento ganas de probarla y... no puedo evitarlo- necesito probarte –sé que mis palabras puede que haga que piense en que voy a probar su cuerpo, pero no me atrae este sino su sangre, mis colmillos crecen y los hundo en su piel, gimo cuando el sabor inunda mi paladar y la acerco más a mí, soy un adicto a su sangre y me doy cuenta ahora, soy un adicto a ella y jamás voy a dejar que se vaya, no voy a permitir que sea de nadie más. Es mía.
Si le hago creer que todas las personas que quiere están muertas no es por otra cosa que dejarla sin nada en el mundo, dejarle con un vacío de que nada le queda, de que ya no tiene a nadie... ha sufrido la pérdida una vez pero ahora es peor porque antes no tuvo elección, ahora yo se lo he dado y aunque ella no lo vea así no la he forzado a que tome ninguna decisión, ella misma ha visto que se puede salvar y se ha visto tentada por ello, como si un niño viera un suculento caramelo... no se ha resistido, y yo me pregunto, ¿alguien la puede culpar? No, porque ella no ha tenido eso que le ha dado a los demás, es como una droga que cuanto más lo sientes más quieres... y se ha visto reflejado ahora. Dice que no quiere perder a su amiga pero cuando le he dado a elegir no ha tenido duda alguna, se ha salvado a sí misma y quizás algunos digan que lo ha hecho en un acto desinteresado y altruista, puramente egoísta pero yo no la culpo, no porque quiero que recorra ese camino y al final del mismo va a ver que lo único que tiene, que lo único que le queda... soy yo.
Me lo he propuesto y lo pienso conseguir como sea, la saco de la habitación cuando noto que se rompe y hago lo mismo que hice la otra vez, la saco y la llevo a su celda para que reflexione, para que su cerebro le de vueltas a lo que ha pasado y en lo más profundo de ella esa sensación se extienda por todo su cuerpo, por lo que ella va a ceder y a caer en ese profundo y abismal agujero, y cuando esté dentro y presa... la haré mía. Sé que tiene voluntad de hierro, sé que su carácter es fuerte pero no ha pensado ni contemplado que iba a matar a sus amigas y eso la ha dejado en casi un jaque mate, ahora mismo le he hecho un “jaque” y aunque ella crea que me puede devolver la jugada está más que equivocada: va a ser mía y no puedo esperar al momento para que lo haga. La dejo a solas en la celda y me alejo, el olor de la sangre es una tentación y necesito alimentarme porque no quiero hacerlo de Naitiri, quiero que piense que todo lo que hago es por su bien y no por otra cosa que por ella, y esto que hago sí es de forma egoísta y altruista, solo pensando en por y para mí.
Dejo que pase todo lo que resta de día a solas en su celda, necesito que su cabeza siga pensando y asimilando lo que ha pasado pero sobre todo necesito que esa sensación, lo que empieza a crecer dentro de ella surja y crezca más, que las dudas la carcoman y que cuando me vea piense que puedo ser lo único que le queda. No va a ser fácil pero me gustan los retos, y ella sin duda alguna lo es. Ese día no tengo ninguna sorpresa para ella así que voy cuando la cae la noche a su celda, es la cuarta noche que pasa aquí y tras lo que ha visto parece que poco a poco va a entender que no le queda escapatoria, que aquellos que pueden haberla ayudado están muertos y no le queda a nadie para salvarle, nadie va a notar su ausencia... claro que yo estoy pendiente de las acciones de sus amigas, de ambas, porque sé que se conocen y no quiero que la pelirroja avise a la cazadora. Cuando llego a la celda la encuentro en una esquina, sus piernas pegadas a su pecho y sus brazos rodeando estos. Cuando abro la puerta alza sus ojos y me mira, está vacía, carente de emociones o sentimientos y tiene surcos de haber llorado... pero está débil.
-Mi querida Naitiri –porque pese a todo no me gusta verla mal, la quiero bien y fuerte y me asomo para pedirle a uno de mis hombres que me traigan la comida, dejo la bandeja delante de ella pero no la mira y tampoco me mira, sumida en el caos que ahora es su mente no presta atención a nada y finalmente acabo por forzarla a comer pero no lo consigo... no tengo paciencia y abro una raja en la vena de mi muñeca, cojo su cuello y hago que beba de la vena directamente para mantenerla con fuerza- pronto mi querida Nai, pronto acabará todo –pero ella no sabe que es mentira, la dejo y me vuelvo a ir porque ahora empieza otra parte de la tortura. Pasa otro día más sin que salga de ahí y cuando vuelvo la encuentro igual que antes, mis dedos recorren su piel pero ella parece que no reacciona y me fijo en su piel morena, dorada como la misma arena del desierto, me entran ganas de morderla y mis colmillos crecen, me he alimentado pero siento ganas de probarla y... no puedo evitarlo- necesito probarte –sé que mis palabras puede que haga que piense en que voy a probar su cuerpo, pero no me atrae este sino su sangre, mis colmillos crecen y los hundo en su piel, gimo cuando el sabor inunda mi paladar y la acerco más a mí, soy un adicto a su sangre y me doy cuenta ahora, soy un adicto a ella y jamás voy a dejar que se vaya, no voy a permitir que sea de nadie más. Es mía.
Hades- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 02/08/2016
Re: The Road To Hell [Privado]
Había visto cosas horribles en mi vida, había presenciado barbaridades desde el momento en que aquellos piratas me habían atrapado, degradaciones, habían hecho conmigo lo que habían querido y después de haber pasado aquellos horrores pensé que ya nada podría haber en el mundo que me impactara, que fuera peor de lo que ya había pasado, vivido y presenciado… pero me equivocaba, me equivocaba por mucho. La imagen de Astrid siendo azotada frente a mis ojos, viendo como la sangre salía de su cuerpo y se derramaba hasta el suelo, saber que yo no podía hacer nada para salvarme… había sido sin duda alguna la cosa más horrible que había contemplado en toda mi vida. Esa y haber perdido a Alessia de la misma forma en la que había perdido a Astrid: por salvarme yo. Nunca lo había hecho y siempre había antepuesto los demás a mí y ahora que decidía escogerme a mí había perdido a dos pilares importantes en mi vida, dos personas que para mí eran parte de mi familia aunque no lleváramos la misma sangre corriendo por nuestras venas pero sí era lo que sentía en esos momentos. Porque en el fondo, muy en el fondo, me daba cuenta de que tenía razón con sus palabras. Siempre había sido yo la sacrificada que, por un momento, quería saber cómo se sentía al ser la que se salvaba y se libraba… no podía negárselo y eso me hacía odiarlo más a él y odiarme más a mí misma por ese pensamiento. Él decía que podía mostrarme lo que nunca había visto y sentido, el lado de la salvación en vez el de la condenación. Su mano subió de mi brazo a mí hombro y yo no dije nada, no podía decir nada enredada en aquellos pensamientos, sabiendo que una parte de las palabras que había dicho eran totalmente verdaderas, que en lo profundo de mí ser me había escogido a mí por primera vez en todo aquel tiempo, en vez de a la persona que tenía delante.
Me desató y yo no dije absolutamente nada, escapar no podía dado las cosas que había visto y en esos momentos no estaba para nada más, quería olvidar todo lo que había visto mientras sentía que comenzaba a hundirme en algo de lo que seguramente no podría escapar. Me hizo un gesto para que me levantara y lo hizo sin pensarlo detenidamente, le seguí hasta que me dejó en la celda de nuevo sumida en pensamientos que eran un completo caos. Culpa, remordimientos, salvación, condenación… todo en una mezcla de la que no sacaba nada en claro. Me dejó de nuevo en la celda y noté su dedo frío, gélido, que recogía una lágrima que caía por mi rostro, y me encerró de nuevo dejándome en mis pensamientos y en mi soledad. Perdida en un mar de dudas donde ya no sabía qué era luz, ni qué era oscuridad. Allí dentro era imposible sabía si era de día o era de noche, era imposible saber el tiempo que llevaba allí encerrada y parecía que habían pasado semanas desde que me había capturado, el pasar del tiempo era una lenta tortura para mí encerrada en aquella celda sin poder hacer nada. El remordimiento me carcomía por dentro, era imposible dejar de pensar en lo que había pasado y solo podía visualizar a esas dos personas que había perdido por mi culpa, que no había salvado porque había sido egoísta una vez y me había salvado a mí, y eso había traído consecuencias.
Mi espalda estaba pegada a la pared, mis rodillas pegadas al pecho y con mis brazos rodeaba mis piernas con la cabeza apoyada en estas, oí unos pasos y al levantar la mirada ahí estaba él, parado frente a mí observándome detenidamente. Chasqueó la lengua al parecer no contento con lo que veía y llamó a uno de sus hombres para que le trajeran una bandeja, pero yo no tenía ganas de tomar nada y lo único que hacía era llorar por lo que había pasado, rota en todos los sentidos. No tardaron en traer una bandeja y él se acercó para darme de comer pero yo apenas me movía sumida en mis propios pensamientos, sumida en un caos del que era difícil salir, intentaba darme de comer pero no lo conseguía porque no estaba como medio ausente, al final acabó apartando la bandeja a un lado y cuando pensaba que se marchaba se hizo un corte en su muñeca y cogiendo mi pelo en un puño me acercó la muñeca para que bebiera de su sangre, por más que luché para que eso no pasara no pude evitar acabar bebiendo de su sangre. Era la segunda vez que me hacía aquello y al igual que la primera me dio asco, no dejó que bebiera mucho y yo me aparté cuando se separó asqueada con aquello, con haber bebido de su sangre. Se levantó sin decir mucho más aunque no le presté atención y se alejó dejándome sola. Volvió a pasar mucho tiempo de nuevo sola hasta que de nuevo se acercó a la celda de nuevo, estaba contra la pared y no me moví cuando se acercó sumida en mis propios pensamientos, no me aparté siquiera cuando su dedo recorrió mi brazo porque mi mente no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Decía que necesitaba probarme y mis ojos entonces fueron a los suyos, en otro momento hubiera luchado para que me dejara pero en ese momento estaba tan rota que fui incapaz de hacer nada por separarme.
Sus manos rodearon mi cuerpo y me pegaron al suyo mientras yo me dejaba hacer como si de alguna forma me hubiera evadido de ese momento, apartó mi pelo a un lado y dejando sus dedos en mi melena ladeó mi rostro, sentí su respiración gélida en mi cuello, lamió mi piel antes de sentir un pinchazo agudo que me hizo sisear por el dolor y después... una quemazón terrible. Podía notar como daba tirones de mi sangre y comenzaba a beber directamente de mi cuello, gemía con cada sorbo que daba mientras que yo intentaba quitármelo porque quemaba pero era imposible, carente de fuerzas como estaba no podía hacer nada, me había dado donde más me dolía y esa voluntad de hierro que me caracterizaba se había evaporado por completo, me recordó a esos años en los que fui una esclava vendida a un proxeneta que hizo conmigo lo que quiso igual que Hades ahora hacía conmigo. Bebió cuanto quiso sin que yo pudiera hacer nada, al terminar lamió mi cuello y me prometió que todo pasaría pero yo sabía que era mentira y que no era verdad. Se alejó de la celda y me dejó de nuevo a solas, el tiempo fue pasando de forma lenta y venía de vez en cuando para que comiera aunque al final terminaba por darme de su sangre para que no desfalleciera, aunque también luego me mordía dejando marcas por todo mi cuerpo.
Me desató y yo no dije absolutamente nada, escapar no podía dado las cosas que había visto y en esos momentos no estaba para nada más, quería olvidar todo lo que había visto mientras sentía que comenzaba a hundirme en algo de lo que seguramente no podría escapar. Me hizo un gesto para que me levantara y lo hizo sin pensarlo detenidamente, le seguí hasta que me dejó en la celda de nuevo sumida en pensamientos que eran un completo caos. Culpa, remordimientos, salvación, condenación… todo en una mezcla de la que no sacaba nada en claro. Me dejó de nuevo en la celda y noté su dedo frío, gélido, que recogía una lágrima que caía por mi rostro, y me encerró de nuevo dejándome en mis pensamientos y en mi soledad. Perdida en un mar de dudas donde ya no sabía qué era luz, ni qué era oscuridad. Allí dentro era imposible sabía si era de día o era de noche, era imposible saber el tiempo que llevaba allí encerrada y parecía que habían pasado semanas desde que me había capturado, el pasar del tiempo era una lenta tortura para mí encerrada en aquella celda sin poder hacer nada. El remordimiento me carcomía por dentro, era imposible dejar de pensar en lo que había pasado y solo podía visualizar a esas dos personas que había perdido por mi culpa, que no había salvado porque había sido egoísta una vez y me había salvado a mí, y eso había traído consecuencias.
Mi espalda estaba pegada a la pared, mis rodillas pegadas al pecho y con mis brazos rodeaba mis piernas con la cabeza apoyada en estas, oí unos pasos y al levantar la mirada ahí estaba él, parado frente a mí observándome detenidamente. Chasqueó la lengua al parecer no contento con lo que veía y llamó a uno de sus hombres para que le trajeran una bandeja, pero yo no tenía ganas de tomar nada y lo único que hacía era llorar por lo que había pasado, rota en todos los sentidos. No tardaron en traer una bandeja y él se acercó para darme de comer pero yo apenas me movía sumida en mis propios pensamientos, sumida en un caos del que era difícil salir, intentaba darme de comer pero no lo conseguía porque no estaba como medio ausente, al final acabó apartando la bandeja a un lado y cuando pensaba que se marchaba se hizo un corte en su muñeca y cogiendo mi pelo en un puño me acercó la muñeca para que bebiera de su sangre, por más que luché para que eso no pasara no pude evitar acabar bebiendo de su sangre. Era la segunda vez que me hacía aquello y al igual que la primera me dio asco, no dejó que bebiera mucho y yo me aparté cuando se separó asqueada con aquello, con haber bebido de su sangre. Se levantó sin decir mucho más aunque no le presté atención y se alejó dejándome sola. Volvió a pasar mucho tiempo de nuevo sola hasta que de nuevo se acercó a la celda de nuevo, estaba contra la pared y no me moví cuando se acercó sumida en mis propios pensamientos, no me aparté siquiera cuando su dedo recorrió mi brazo porque mi mente no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Decía que necesitaba probarme y mis ojos entonces fueron a los suyos, en otro momento hubiera luchado para que me dejara pero en ese momento estaba tan rota que fui incapaz de hacer nada por separarme.
Sus manos rodearon mi cuerpo y me pegaron al suyo mientras yo me dejaba hacer como si de alguna forma me hubiera evadido de ese momento, apartó mi pelo a un lado y dejando sus dedos en mi melena ladeó mi rostro, sentí su respiración gélida en mi cuello, lamió mi piel antes de sentir un pinchazo agudo que me hizo sisear por el dolor y después... una quemazón terrible. Podía notar como daba tirones de mi sangre y comenzaba a beber directamente de mi cuello, gemía con cada sorbo que daba mientras que yo intentaba quitármelo porque quemaba pero era imposible, carente de fuerzas como estaba no podía hacer nada, me había dado donde más me dolía y esa voluntad de hierro que me caracterizaba se había evaporado por completo, me recordó a esos años en los que fui una esclava vendida a un proxeneta que hizo conmigo lo que quiso igual que Hades ahora hacía conmigo. Bebió cuanto quiso sin que yo pudiera hacer nada, al terminar lamió mi cuello y me prometió que todo pasaría pero yo sabía que era mentira y que no era verdad. Se alejó de la celda y me dejó de nuevo a solas, el tiempo fue pasando de forma lenta y venía de vez en cuando para que comiera aunque al final terminaba por darme de su sangre para que no desfalleciera, aunque también luego me mordía dejando marcas por todo mi cuerpo.
Naitiri Zahir- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 27/11/2015
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