AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¡Al Ladrón! ~ Privado.
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¡Al Ladrón! ~ Privado.
Abrí un ojo. Podía notar la humedad alrededor de mi cuerpo y pese a que estaba lleno de capas de ropa más una roída manta estaba teniendo frío, un frío que se pega a tu cuerpo y no te abandona ni aunque te tomes un chocolate caliente, un frío que te cala hasta los huesos. Coloqué más pegada a mi cara la capucha de la sudadera que llevaba, yo no vestía como aquellos chicos ricos con trajes y sombrero. Suerte que tenía una sudadera con la que cobijarme un poco del frío. Miré a mi alrededor, seguía estando en el cuchitril en el que se había transformado mi casa. Mis padres dormían abrazados bajo una manta en un colchón demasiado viejo, el cual casi no tenía ni paja por dentro. Prometí darles una vida mejor y eso era lo que quería hacer, pero tenía que hacerlo ya, la salud de mi madre no estaba en su mejor momento.
Salí de la cosa a la cual yo llamaba "cama" y miré hacía la calle. El tiempo estaba negro, seguramente fuese temprano en la mañana, pero las espesas nubes no dejaban que el sol alumbrase, así que tampoco podía saber con exactitud que hora era, podían ser las seis de la mañana o las diez. La calle en estos momentos se encontraba vacía salvo por un muchacho que iba con un cubo a recoger agua del río. Me coloqué las botas que tenía, haciéndoles un nudo con fuerza para que no se me saliesen y perseguí al niño, tenía que espabilarme y mojarme un poco la cara, así parecería menos pobre.
Una vez que me mojé la cara y me lavé las manos, comencé a caminar en dirección al centro de la ciudad, donde los comercios comenzaban su actividad. Las tripas me rugían de puro hambre, anoche no había podido cenar, la sopa que había preparado se la había dado a mi madre, era joven, así que podía aguantar un par de días sin probar bocado. Coloqué la braga que siempre llevaba en mi cuello y cubrí mi boca, el olor que había por esta zona me evitaba pensar, pues era todo a comida recién hecha, sobre todo bollería, y en estos momentos necesitaba estar lúcido, centrarme en un objetivo y pensar con la cabeza y no con el estómago. ¿Qué podía desayunar hoy? Quizás algo de la panadería, siempre era más fácil quitar un trozo de tarta de los estantes que tenía fuera que entrar hasta dentro de un café.
Me quedé parado en la pared, al lado de un pintor que vigilaba su obra con un ojo y con el otro vigilaba las oscuras nubes, seguramente con miedo a que lloviese y el agua borrase del lienzo su obra. Siempre me había interesado mucho el arte, aunque la música era lo que me me llamaba la atención. Mi objetivo se encontraba a un cruce de carretera, en frente tenía una amplia gama de pasteles a los cuales poder echar el guante, pero tenía que esperar. Este desayuno no lo iba a tomar solo.
Salí de la cosa a la cual yo llamaba "cama" y miré hacía la calle. El tiempo estaba negro, seguramente fuese temprano en la mañana, pero las espesas nubes no dejaban que el sol alumbrase, así que tampoco podía saber con exactitud que hora era, podían ser las seis de la mañana o las diez. La calle en estos momentos se encontraba vacía salvo por un muchacho que iba con un cubo a recoger agua del río. Me coloqué las botas que tenía, haciéndoles un nudo con fuerza para que no se me saliesen y perseguí al niño, tenía que espabilarme y mojarme un poco la cara, así parecería menos pobre.
Una vez que me mojé la cara y me lavé las manos, comencé a caminar en dirección al centro de la ciudad, donde los comercios comenzaban su actividad. Las tripas me rugían de puro hambre, anoche no había podido cenar, la sopa que había preparado se la había dado a mi madre, era joven, así que podía aguantar un par de días sin probar bocado. Coloqué la braga que siempre llevaba en mi cuello y cubrí mi boca, el olor que había por esta zona me evitaba pensar, pues era todo a comida recién hecha, sobre todo bollería, y en estos momentos necesitaba estar lúcido, centrarme en un objetivo y pensar con la cabeza y no con el estómago. ¿Qué podía desayunar hoy? Quizás algo de la panadería, siempre era más fácil quitar un trozo de tarta de los estantes que tenía fuera que entrar hasta dentro de un café.
Me quedé parado en la pared, al lado de un pintor que vigilaba su obra con un ojo y con el otro vigilaba las oscuras nubes, seguramente con miedo a que lloviese y el agua borrase del lienzo su obra. Siempre me había interesado mucho el arte, aunque la música era lo que me me llamaba la atención. Mi objetivo se encontraba a un cruce de carretera, en frente tenía una amplia gama de pasteles a los cuales poder echar el guante, pero tenía que esperar. Este desayuno no lo iba a tomar solo.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
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Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Era de día pero no lo parecía, el cielo estaba cargado de nubes grises y se mantenía teñido de un color muy oscuro que no daba paso a los rayos solares de otras mañanas más alegres. Abrí los ojos buscando esa luz matutina que no llegó y observé el cielo con interés. No estaba segura de que en realidad fuese a llover, más bien parecía el clima algo neutro, aunque no evitaba que la neblina se formase alrededor.
Me gustaba la neblina, por lo que en cuanto la noté me levanté del solitario porche de una casa adonde había pasado la noche y salté llena de energía sobre mis cuatro patas. Siempre era más fácil dormir en mi forma canina, no sólo porque una border collie vagabunda no llamaba la atención de nadie si no porque me permitía escabullirme en cualquier lugar adonde encontrase un trozo de techo y porque el pelaje blanco y rojizo que me cubría mantenía mejor balanceada mi temperatura, protegiéndome con mayor eficacia del frío nocturno.
Esta mañana era fresca sin embargo y el poder estirar mis extremidades me ponía siempre de buen humor. Salté entusiasta entre la neblina, encaminándome hacia el centro de la ciudad, adonde pensé podría procurarme de alimento de alguna manera y es que en cuanto desperté sentí el acoso de un hambre voraz, demasiado inmensa para alguien tan flacuchenta como yo. Debería de haberme saciado con poco pero ese no era mi caso, supongo que se debía a que gastaba muchas energías pero era algo de lo que no me percataba.
Resultaba inevitable que trotase por las calles como lo hacía en este momento, persiguiendo a las palomas que se agrupaban en ciertas zonas, ladrándoles con energía y correteándolas antes de verlas alzar el vuelo para volver a descender más adelante y seguir picando el suelo con interés. A veces me ponía a ver el suelo para estudiar que era lo que picaban tanto con el afán de descubrir si también podía alimentarme de aquello que saboreaban pero honestamente las ramitas que picoteaban me sabían de lo más insípidas y los granitos microscópicos que tragaban se me quedaban pegados en la húmeda nariz cuando me acercaba a ellos.
Mi recorrido me llevó hacia el centro citadino, adonde los comercios comenzaban a despertar a la actividad, aunque aún era temprano para algunos, por ejemplo para aquella carnicería a la que solía acercarme a mendigar sobras que el dueño a veces me regalaba. Así que como el hambre acosaba me acerqué despacio hacia un área adonde abundaban las panaderías, topándome con un negocio que mantenía diversos pasteles frescos en unas estanterías al puro frente del local.
En cuanto visualicé aquella maravilla se me hizo agua la boca y el olor que llegó a mis sensibles fosas nasales me obnubiló cualquier idea que no fuera apoderarme de uno de aquellos pasteles. Miré hacia todos lados para corroborar que no había alguien cerca y prácticamente me deslicé sobre el suelo, flexionando mis patas para moverme de forma sigilosa, encaminándome así hacia mi objetivo, una tarta que despedía olor a limón y a la cual le echaría el guante aunque fuera lo último que hiciera en esta vida.
Me gustaba la neblina, por lo que en cuanto la noté me levanté del solitario porche de una casa adonde había pasado la noche y salté llena de energía sobre mis cuatro patas. Siempre era más fácil dormir en mi forma canina, no sólo porque una border collie vagabunda no llamaba la atención de nadie si no porque me permitía escabullirme en cualquier lugar adonde encontrase un trozo de techo y porque el pelaje blanco y rojizo que me cubría mantenía mejor balanceada mi temperatura, protegiéndome con mayor eficacia del frío nocturno.
Esta mañana era fresca sin embargo y el poder estirar mis extremidades me ponía siempre de buen humor. Salté entusiasta entre la neblina, encaminándome hacia el centro de la ciudad, adonde pensé podría procurarme de alimento de alguna manera y es que en cuanto desperté sentí el acoso de un hambre voraz, demasiado inmensa para alguien tan flacuchenta como yo. Debería de haberme saciado con poco pero ese no era mi caso, supongo que se debía a que gastaba muchas energías pero era algo de lo que no me percataba.
Resultaba inevitable que trotase por las calles como lo hacía en este momento, persiguiendo a las palomas que se agrupaban en ciertas zonas, ladrándoles con energía y correteándolas antes de verlas alzar el vuelo para volver a descender más adelante y seguir picando el suelo con interés. A veces me ponía a ver el suelo para estudiar que era lo que picaban tanto con el afán de descubrir si también podía alimentarme de aquello que saboreaban pero honestamente las ramitas que picoteaban me sabían de lo más insípidas y los granitos microscópicos que tragaban se me quedaban pegados en la húmeda nariz cuando me acercaba a ellos.
Mi recorrido me llevó hacia el centro citadino, adonde los comercios comenzaban a despertar a la actividad, aunque aún era temprano para algunos, por ejemplo para aquella carnicería a la que solía acercarme a mendigar sobras que el dueño a veces me regalaba. Así que como el hambre acosaba me acerqué despacio hacia un área adonde abundaban las panaderías, topándome con un negocio que mantenía diversos pasteles frescos en unas estanterías al puro frente del local.
En cuanto visualicé aquella maravilla se me hizo agua la boca y el olor que llegó a mis sensibles fosas nasales me obnubiló cualquier idea que no fuera apoderarme de uno de aquellos pasteles. Miré hacia todos lados para corroborar que no había alguien cerca y prácticamente me deslicé sobre el suelo, flexionando mis patas para moverme de forma sigilosa, encaminándome así hacia mi objetivo, una tarta que despedía olor a limón y a la cual le echaría el guante aunque fuera lo último que hiciera en esta vida.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
El paso de la gente me distraía, me gustaba verlos pasar e imaginarme como eran sus vidas. A uno le hacía ser banquero, a otro político, a otra una prostituta que tenía a ambos hombres engañados, un niño que no tenía dinero para comprarse un pastel de chocolate y tampoco su madre se lo permitía porque era diabético... Era entretenido y se me pasaba el tiempo rápido mientras esperaba el momento adecuado para comenzar a avanzar hasta el puesto de tartas.
Desde mi posición podía contar que había tres tartas y de todas ellas salía humo, lo que significaba que estaban recién hechas y listas para ser comidas. Miré al pintor que terminó su obra y este me devolvió la mirada, como si estuviera leyendo mi pensamiento. Me encogí de hombros, metiendo las manos en los bolsillos. ¿Qué podía hacer? Llevaba ropas de ladrón, tenía pintas de ladrón y además era un ladrón, al igual que él era un pintor, tenía ropa de pintor y pintaba como un pintor. No me preocupaba que se chivase, tenía formas de huir de la policía, así que comencé a caminar entre la gente, directo al puesto.
Estaba a punto de terminar de cruzar, que vi como una perra de color blanca y roja se acercaba al mismo puesto que yo. Una sonrisa fugaz cruzó mi cara, sabía que iba a venir. ¿Como pensaba robar el pastel? Si lo cogía con la boca lo podría romper, era mejor que lo hiciese yo y lo robase yo, ya que con las manos lo iba a agarrar muchísimo mejor que ella con la boca. -¡Kenna!- Susurré lo suficientemente alto como para que me escuchase ella y no los demás, que estaban bastante ocupados en llegar a sus trabajos.
Desde mi posición podía contar que había tres tartas y de todas ellas salía humo, lo que significaba que estaban recién hechas y listas para ser comidas. Miré al pintor que terminó su obra y este me devolvió la mirada, como si estuviera leyendo mi pensamiento. Me encogí de hombros, metiendo las manos en los bolsillos. ¿Qué podía hacer? Llevaba ropas de ladrón, tenía pintas de ladrón y además era un ladrón, al igual que él era un pintor, tenía ropa de pintor y pintaba como un pintor. No me preocupaba que se chivase, tenía formas de huir de la policía, así que comencé a caminar entre la gente, directo al puesto.
Estaba a punto de terminar de cruzar, que vi como una perra de color blanca y roja se acercaba al mismo puesto que yo. Una sonrisa fugaz cruzó mi cara, sabía que iba a venir. ¿Como pensaba robar el pastel? Si lo cogía con la boca lo podría romper, era mejor que lo hiciese yo y lo robase yo, ya que con las manos lo iba a agarrar muchísimo mejor que ella con la boca. -¡Kenna!- Susurré lo suficientemente alto como para que me escuchase ella y no los demás, que estaban bastante ocupados en llegar a sus trabajos.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
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Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Uno, dos… uno, dos… así iba avanzando arrastrándome con sigilo una pata a la vez, el olor de la tarta invadiendo cada vez más mis fosas nasales y mi hambre siendo tan voraz que mis delgadas tripas comenzaron a evidenciar el hecho produciendo un par de sonidos que me alarmaron pues me parecieron terriblemente estruendosos.
Volteé a ver con rapidez a ambos lados, cerciorándome de que el inesperado ruido delator no me hubiera evidenciado ante los demás, no era cosa de ser apresada. Le temía al encierro, la sola idea de ser encerrada me ponía a temblar, pero el olor de la tarta era el más poderoso aliciente y pensé que valía la pena arriesgar el pellejo con tal de probarla, al menos si moría en el intento iba a ser una muerte dulce.
Uno, dos… uno, dos… reanudé mis pasos cuando escuché una voz que me llamaba. Mis orejas se alzaron alertas y mi corazón se saltó un latido. ¿Quién sabía que andaba por acá? Miré para todos lados y de repente me topé con la imagen de un ladrón. Un hombre con el rostro cubierto. Se veía muy maquiavélico y peor aún, me hacía señas llamando mi atención.
Me detuve y coloqué mis patas sobre mi rostro gimiendo y pasaron varios segundos antes de que me percatara de que era Nahuel. Estaba más acostumbrada a verlo en su forma de mapache, por lo que no recordaba que así era como se vestía. Meneé la cola al reconocerlo y sonreí ampliamente, estableciendo contacto visual con él.
Él me ayudaría con la tarta, por lo que mi siguiente movimiento fue entrar como un bólido en la pastelería, ladrando fuertemente y saltando para llamar la atención del personal y de esa forma crear una distracción. -¡Consigue la tarta!- pensé, aunque sabía que no podía oírme en forma humana pero seguro actuaría con la intrepidez de un buen criminal. Ladré y ladré y escuché gritos asustados ante mi alocada carrera entre las mesas.
Volteé a ver con rapidez a ambos lados, cerciorándome de que el inesperado ruido delator no me hubiera evidenciado ante los demás, no era cosa de ser apresada. Le temía al encierro, la sola idea de ser encerrada me ponía a temblar, pero el olor de la tarta era el más poderoso aliciente y pensé que valía la pena arriesgar el pellejo con tal de probarla, al menos si moría en el intento iba a ser una muerte dulce.
Uno, dos… uno, dos… reanudé mis pasos cuando escuché una voz que me llamaba. Mis orejas se alzaron alertas y mi corazón se saltó un latido. ¿Quién sabía que andaba por acá? Miré para todos lados y de repente me topé con la imagen de un ladrón. Un hombre con el rostro cubierto. Se veía muy maquiavélico y peor aún, me hacía señas llamando mi atención.
Me detuve y coloqué mis patas sobre mi rostro gimiendo y pasaron varios segundos antes de que me percatara de que era Nahuel. Estaba más acostumbrada a verlo en su forma de mapache, por lo que no recordaba que así era como se vestía. Meneé la cola al reconocerlo y sonreí ampliamente, estableciendo contacto visual con él.
Él me ayudaría con la tarta, por lo que mi siguiente movimiento fue entrar como un bólido en la pastelería, ladrando fuertemente y saltando para llamar la atención del personal y de esa forma crear una distracción. -¡Consigue la tarta!- pensé, aunque sabía que no podía oírme en forma humana pero seguro actuaría con la intrepidez de un buen criminal. Ladré y ladré y escuché gritos asustados ante mi alocada carrera entre las mesas.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Vi como Kenna se quedaba mirándome, parecía no reconocerme, estaba acostumbrada a verme en mi forma animal, pero al final, comenzó a mover la cola de un lado para otro, sabía quién era y sabía como quería hacer las cosas, me conocía mejor que nadie. Hizo exactamente lo que quería que hiciera, entró en la pequeña panadería ladrando y moviéndose como una auténtica loca. Era mi oportunidad.
Eché a correr hacía el estante donde estaban las tartas y atrapé una con la mano derecha y otra con la izquierda, ambos tendríamos hambre así que dos era siempre mejor que una. Silbé para que supiera que ya había cogido todo y comencé a correr, un hombre me había visto y estaba gritando como un energúmeno, la policía no iba a tardar en venir a requisarme las tartas, las cuales me daban calor a través de la ropa. No giré mi cara para comprobar si Kenna venía detrás de mí, esperaba que sí lo hiciera.
Podía oír a los caballos de los policías por detrás mía, así que decidí salir de la calle más transitada y meterme en los tugurios, donde sabía que no eran bien recibidos este tipo de personas. Me quedé escondido, agazapado en un callejón que encontré, rezando para que no me encontrasen, yo solo quería comer estas deliciosas tartas que nunca iba a poder comprar... Una sombra se acercaba y me hice aún más pequeño. No quería ser detenido.
Eché a correr hacía el estante donde estaban las tartas y atrapé una con la mano derecha y otra con la izquierda, ambos tendríamos hambre así que dos era siempre mejor que una. Silbé para que supiera que ya había cogido todo y comencé a correr, un hombre me había visto y estaba gritando como un energúmeno, la policía no iba a tardar en venir a requisarme las tartas, las cuales me daban calor a través de la ropa. No giré mi cara para comprobar si Kenna venía detrás de mí, esperaba que sí lo hiciera.
Podía oír a los caballos de los policías por detrás mía, así que decidí salir de la calle más transitada y meterme en los tugurios, donde sabía que no eran bien recibidos este tipo de personas. Me quedé escondido, agazapado en un callejón que encontré, rezando para que no me encontrasen, yo solo quería comer estas deliciosas tartas que nunca iba a poder comprar... Una sombra se acercaba y me hice aún más pequeño. No quería ser detenido.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
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Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Tengo que admitir que me estaba divirtiendo de lo lindo, saltando de mesa en mesa para regresar al piso, meterme debajo de otra mesa, volcar una silla, tirar del pantalón de algún cliente con mis dientes y seguir oyendo gritos de pavor. Me causaba demasiada gracia que me temieran, sobre todo porque cada una de mis acciones era una pantomima. Era incapaz de desearle mal a esa pobre gente, pero estaba en una misión y mi compañero del delito ahora silbaba así que robe un panecillo de una mesa y lo engullí con deleite antes de salir de la panadería como un bólido.
Alguien había visto a Nahuel y gritaba como alma que lleva el diablo, no me quedé a ver quien era, ni mucho menos a esperar que alguien más acudiera al rescate. La ley era temible cuando se trataba de atrapar ladrones, incluso si la causa del delito era la más antigua: aplacar el hambre; así que corrí tan velozmente como me lo permitieron mis patas, siguiendo el rastro del olor de las tartas y también el de mi amigo, que olía a pelaje de mapache y a nueces, aún en forma humana.
Continué mi correría, la cual me llevó hasta un callejón, y sonreí ladinamente al percatarme de que él se encontraba allí. Comencé a arrastrarme sigilosamente en su dirección. -¡Nahuel!- grité mentalmente al alcanzar su posición abalanzándome hacia él con un ladrido. Lo vi tambalearse con una de las tartas por lo que rápidamente me erguí sobre dos extremidades, colocando mis patas delanteras sobre su espalda para que no fuera a caerse y manteniéndome en esa posición con las traseras, lo cual era algo difícil para un canino.
-¿Te ibas a escapar sin mi?- Retrocedí unos pasos una vez que recuperó el equilibrio y lo rodeé deteniéndome frente a él con una sonrisa en los labios. -¿Te han dicho que asustas con ese aspecto?- Olfateé el aire, entusiasmada con la visión y el aroma de las tartas pero el repentino sonido de cascos me provocó un sobresalto. Los caballos corrían en frente del callejón por lo que me llevé las patas al rostro, agazapándome, con los latidos a mil por hora, sin separar la vista de mi compañero.
Alguien había visto a Nahuel y gritaba como alma que lleva el diablo, no me quedé a ver quien era, ni mucho menos a esperar que alguien más acudiera al rescate. La ley era temible cuando se trataba de atrapar ladrones, incluso si la causa del delito era la más antigua: aplacar el hambre; así que corrí tan velozmente como me lo permitieron mis patas, siguiendo el rastro del olor de las tartas y también el de mi amigo, que olía a pelaje de mapache y a nueces, aún en forma humana.
Continué mi correría, la cual me llevó hasta un callejón, y sonreí ladinamente al percatarme de que él se encontraba allí. Comencé a arrastrarme sigilosamente en su dirección. -¡Nahuel!- grité mentalmente al alcanzar su posición abalanzándome hacia él con un ladrido. Lo vi tambalearse con una de las tartas por lo que rápidamente me erguí sobre dos extremidades, colocando mis patas delanteras sobre su espalda para que no fuera a caerse y manteniéndome en esa posición con las traseras, lo cual era algo difícil para un canino.
-¿Te ibas a escapar sin mi?- Retrocedí unos pasos una vez que recuperó el equilibrio y lo rodeé deteniéndome frente a él con una sonrisa en los labios. -¿Te han dicho que asustas con ese aspecto?- Olfateé el aire, entusiasmada con la visión y el aroma de las tartas pero el repentino sonido de cascos me provocó un sobresalto. Los caballos corrían en frente del callejón por lo que me llevé las patas al rostro, agazapándome, con los latidos a mil por hora, sin separar la vista de mi compañero.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Unos pasos se mezclaron con los de los caballos de la guardia y pude ver como Kenna entraba en el callejón casi derrapando, era más rápida que los caballos y aún quedaba un poco hasta que estos apareciesen. Se puso a dos patas para intentar controlar mi equilibrio y sujeté las tartas de nuevo con la firmeza necesaria para que no se me cayesen.
Kenna no dejaba de ladrar, en estado humano no podía entenderle, pero intuía lo que me estaba diciendo. Se agachó en el suelo tapándose la cara con las patas y miré hacía el exterior, los caballos estaban a punto de llegar. Le estiré del rabo como pude, para decirle que había que continuar corriendo, no podíamos dejar que nos pillasen, a ella le podían llevar a la carcel de perros o sacrificarla, que era aún peor. Volví a correr de nuevo, al final del callejón había un contenedor lo suficientemente grande como para que cupiésemos los dos. Abrí la tapa y metí las tartas dentro, no olía demasiado bien, pero en sitios peores nos habíamos metido. Pasé las piernas primero y cogí a Kenna por el pellejo del cuello, de ahí no le haría ningún daño.
Una vez los dos estuvimos dentro, cerré la tapa de madera y le hice un gesto de que se quedase callada, nada de lloriquear, ni de ladrar o estaríamos perdidos. O si nos habían visto meternos en este encondite, también íbamos a estar perdidos. Escuchamos pasos, podíamos oír como se iban acercando despacio, pero por suerte, pasaron de largo.
Miré a mi acompañante canina y decidí que ya era hora de salir de este apestoso lugar. Abrí la tapa un poco, mirando a ambos lados por si volvían. Estaba todo despejado. La abrí entera y salí de allí, saqué a Kenna de nuevo y después las tartas. -Bien, ya podemos disfrutar de estos manjares. Pero mejor vayamos a otro sitio. Por si acaso.- Le acaricié la cabeza y agarré las tartas bien para que no se me cayesen.
Kenna no dejaba de ladrar, en estado humano no podía entenderle, pero intuía lo que me estaba diciendo. Se agachó en el suelo tapándose la cara con las patas y miré hacía el exterior, los caballos estaban a punto de llegar. Le estiré del rabo como pude, para decirle que había que continuar corriendo, no podíamos dejar que nos pillasen, a ella le podían llevar a la carcel de perros o sacrificarla, que era aún peor. Volví a correr de nuevo, al final del callejón había un contenedor lo suficientemente grande como para que cupiésemos los dos. Abrí la tapa y metí las tartas dentro, no olía demasiado bien, pero en sitios peores nos habíamos metido. Pasé las piernas primero y cogí a Kenna por el pellejo del cuello, de ahí no le haría ningún daño.
Una vez los dos estuvimos dentro, cerré la tapa de madera y le hice un gesto de que se quedase callada, nada de lloriquear, ni de ladrar o estaríamos perdidos. O si nos habían visto meternos en este encondite, también íbamos a estar perdidos. Escuchamos pasos, podíamos oír como se iban acercando despacio, pero por suerte, pasaron de largo.
Miré a mi acompañante canina y decidí que ya era hora de salir de este apestoso lugar. Abrí la tapa un poco, mirando a ambos lados por si volvían. Estaba todo despejado. La abrí entera y salí de allí, saqué a Kenna de nuevo y después las tartas. -Bien, ya podemos disfrutar de estos manjares. Pero mejor vayamos a otro sitio. Por si acaso.- Le acaricié la cabeza y agarré las tartas bien para que no se me cayesen.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
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Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Un escalofrío me recorrió y lancé un gruñido cuando Nahuel tiró de mi rabo. -¡Oye no hagas eso!- Grrrr. Lo sentí hasta lo más profundo de mi columna lumbar y me hizo pegar un ladrido.
-Shhh… no ladraría si no hicieras eso.- Lo mal miré en protesta y luego me encogí. Los gendarmes seguían cerca, helándome el cuerpo y logrando que mi corazón bombease demasiado fuerte. Pegué mi espalda a la pared y cerré los ojos. Repentinamente sentí algo muy extraño, diferente a cualquier cosa antes experimentada, como si comenzara a fundirme con ella, pero mi amigo me sacó de aquella especie de trance al indicarme que debía correr hacia el contenedor.
Me incorporé de un salto, acorté la distancia y gimoteé cuando me agarro del pescuezo. Nunca nadie me había agarrado de allí, era un área sensible, delicada. -¡Ey! ¿Qué haces?- Quise escabullirme de su mano pero me percaté sorprendida de que no dolía. Luego me depositó adentro, cerró la tapa y ambos nos encogimos como si fuésemos un par de esos insectos graciosos que se hacen bolita cuando los tocas.
Tras unos segundos arrugué la nariz. Diablos. ¡Si que olía feo! -Incluso más que tu Nahu cuando regresas de tus correrías por el bosque.- Volví a permanecer quieta, aguantando el olor que invadía mis fosas nasales e intentando no respirar. Los pasos se acercaron cada vez más, estaba a punto de sufrir un síncope allí mismo, pero afortunadamente se fueron.
Exhalé al fin. Nahuel abrió la tapa y volvió a agarrarme del cuello. -¡Ey! ¡No te acostumbres a hacer eso!- Estornudé una y otra vez. ¡Aire fresco!
Sonreí de oreja a oreja al comprender que estábamos a salvo y ver las tartas. Me dejé acariciar la cabeza e incluso la ladeé para que alcanzara mis orejas, me gustaba que me acariciaran…. ¡allí! ¡justo allí!
Me deleité unos segundos y luego volví a concentrarme en nuestra huída. -Podríamos desviarnos hacia el bosque… dejé mi ropa en el hoyo del tronco de un cedro.- Comencé a trotar para que me siguiera. Él reconocería el camino por lo que aceleré. -¡Rápido! ¡Estoy ansiosa por probar de esas tortas!- Gruñi jugando y corrí hacia él, ladrando a su alrededor. No mentía. La boca se me hacía agua por el olor y mis tripas volvían a rugir como un tambor, demasiado ansiosas.
-Shhh… no ladraría si no hicieras eso.- Lo mal miré en protesta y luego me encogí. Los gendarmes seguían cerca, helándome el cuerpo y logrando que mi corazón bombease demasiado fuerte. Pegué mi espalda a la pared y cerré los ojos. Repentinamente sentí algo muy extraño, diferente a cualquier cosa antes experimentada, como si comenzara a fundirme con ella, pero mi amigo me sacó de aquella especie de trance al indicarme que debía correr hacia el contenedor.
Me incorporé de un salto, acorté la distancia y gimoteé cuando me agarro del pescuezo. Nunca nadie me había agarrado de allí, era un área sensible, delicada. -¡Ey! ¿Qué haces?- Quise escabullirme de su mano pero me percaté sorprendida de que no dolía. Luego me depositó adentro, cerró la tapa y ambos nos encogimos como si fuésemos un par de esos insectos graciosos que se hacen bolita cuando los tocas.
Tras unos segundos arrugué la nariz. Diablos. ¡Si que olía feo! -Incluso más que tu Nahu cuando regresas de tus correrías por el bosque.- Volví a permanecer quieta, aguantando el olor que invadía mis fosas nasales e intentando no respirar. Los pasos se acercaron cada vez más, estaba a punto de sufrir un síncope allí mismo, pero afortunadamente se fueron.
Exhalé al fin. Nahuel abrió la tapa y volvió a agarrarme del cuello. -¡Ey! ¡No te acostumbres a hacer eso!- Estornudé una y otra vez. ¡Aire fresco!
Sonreí de oreja a oreja al comprender que estábamos a salvo y ver las tartas. Me dejé acariciar la cabeza e incluso la ladeé para que alcanzara mis orejas, me gustaba que me acariciaran…. ¡allí! ¡justo allí!
Me deleité unos segundos y luego volví a concentrarme en nuestra huída. -Podríamos desviarnos hacia el bosque… dejé mi ropa en el hoyo del tronco de un cedro.- Comencé a trotar para que me siguiera. Él reconocería el camino por lo que aceleré. -¡Rápido! ¡Estoy ansiosa por probar de esas tortas!- Gruñi jugando y corrí hacia él, ladrando a su alrededor. No mentía. La boca se me hacía agua por el olor y mis tripas volvían a rugir como un tambor, demasiado ansiosas.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Kenna parecía que se había vuelto loca. No dejaba de ladrar, de gruñir y de menear la cola como una auténtica loca. ¿Siempre se ponía así cuando estaba nerviosa? Menos mal que los guardias que nos habían estado persiguiendo, se habían marchado porque si no, nos hubieran descubierto con tanto ladrido que salía de su boca. No podía entenderla, pero seguro que quería probar las tartas, al igual que yo.
Ella comenzó a alejarse de los contenedores donde nos habíamos escondido para poder escapar y siguió hacía delante. La seguí para poder estar en un lugar más tranquilo, lejos de miradas indiscretas. Supuse que ella se iba a transformar en humana, desconocía como le podía sentar el azúcar si lo tomaba en estado canino, decían que se podían quedar ciegos. ¿Si se quedaba ciega ahora, también lo sería de humana? Había cosas que aún desconocía de esta pequeña condición de cambiantes que nos había tocado vivir.
Terminé por seguirla cuando llegamos al bosque, ella siguió andando en busca del agujero en el que seguro había metido ropa para cambiarse cuando volviera a ser humana. -Te espero aquí, Kenna.- Dije mientras tomaba asiento bajo los pies de un árbol frondoso. Dejé las tartas en el suelo y las preparé para comer. Tenía una pequeña navaja con la que partir trozos. Partí las dos tartas en tamaños exactos y la esperé para poder empezar a comer este manjar robado.
Ella comenzó a alejarse de los contenedores donde nos habíamos escondido para poder escapar y siguió hacía delante. La seguí para poder estar en un lugar más tranquilo, lejos de miradas indiscretas. Supuse que ella se iba a transformar en humana, desconocía como le podía sentar el azúcar si lo tomaba en estado canino, decían que se podían quedar ciegos. ¿Si se quedaba ciega ahora, también lo sería de humana? Había cosas que aún desconocía de esta pequeña condición de cambiantes que nos había tocado vivir.
Terminé por seguirla cuando llegamos al bosque, ella siguió andando en busca del agujero en el que seguro había metido ropa para cambiarse cuando volviera a ser humana. -Te espero aquí, Kenna.- Dije mientras tomaba asiento bajo los pies de un árbol frondoso. Dejé las tartas en el suelo y las preparé para comer. Tenía una pequeña navaja con la que partir trozos. Partí las dos tartas en tamaños exactos y la esperé para poder empezar a comer este manjar robado.
Nahuel- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 29/09/2016
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Re: ¡Al Ladrón! ~ Privado.
Pronto llegamos al bosque. Nahuel se mantenía a buen paso aunque seguramente se hubiera desenvuelto con mayor agilidad y rapidez si hubiese adquirido forma de mapache. Claro que de haberlo hecho se nos hubiera dificultado cargar con las tartas que al fin y al cabo habían sido nuestro objetivo, y ¡vaya hambre que tenía! El olor que llegaba constantemente a mi nariz únicamente lograba acrecentarla.
Agité la cola alegremente al detenernos y mientras él se sentaba debajo de un árbol que nos daría buena sombra me apresuré a buscar el cedro adonde tenía mi ropa escondida. La había guardado allí la noche anterior cuando pasé la noche durmiendo en el bosque… No era la elección que más me gustaba, no tenía con qué cubrirme y había hecho frío mientras transcurrían las horas nocturnas, aunque al menos me había distraído contemplando el brillo de las estrellas.
Miré a ambos lados para cerciorarme de que no había nada ni nadie extraño, retorné a mi forma humana y me coloqué el sencillo vestido de color verde encima. Estaba viejo y gastado pero lo cuidaba como el mayor tesoro del mundo y procuraba mantenerlo limpio.
-Trabajamos bien en equipo, ¿no crees?- Salí de detrás de un grupo de árboles y me acerqué. Sonreí al verlo descansando debajo de las gruesas ramas, la tarde había traído una brisa tenue consigo que mecía mi rojizo cabello y me refrescaba de forma agradable.
Tomé asiento sobre el césped frente a él y observé los pedazos de tarta. -Qué te parece si cada uno come mitad de un sabor y mitad del otro.- Tomé un trozo entre mis dedos, olía tan bien que apenas me atrevía a llevármela a la boca. No quería que se terminara de un momento a otro.
-¿Vas a quitarte ese pañuelo o comerás por debajo de él?- Pregunté entre divertida e intrigada. Le conocía desde hace poco tiempo y nunca había visto su rostro completamente descubierto en forma humana por lo que repentinamente sentía mucha curiosidad.
Agité la cola alegremente al detenernos y mientras él se sentaba debajo de un árbol que nos daría buena sombra me apresuré a buscar el cedro adonde tenía mi ropa escondida. La había guardado allí la noche anterior cuando pasé la noche durmiendo en el bosque… No era la elección que más me gustaba, no tenía con qué cubrirme y había hecho frío mientras transcurrían las horas nocturnas, aunque al menos me había distraído contemplando el brillo de las estrellas.
Miré a ambos lados para cerciorarme de que no había nada ni nadie extraño, retorné a mi forma humana y me coloqué el sencillo vestido de color verde encima. Estaba viejo y gastado pero lo cuidaba como el mayor tesoro del mundo y procuraba mantenerlo limpio.
-Trabajamos bien en equipo, ¿no crees?- Salí de detrás de un grupo de árboles y me acerqué. Sonreí al verlo descansando debajo de las gruesas ramas, la tarde había traído una brisa tenue consigo que mecía mi rojizo cabello y me refrescaba de forma agradable.
Tomé asiento sobre el césped frente a él y observé los pedazos de tarta. -Qué te parece si cada uno come mitad de un sabor y mitad del otro.- Tomé un trozo entre mis dedos, olía tan bien que apenas me atrevía a llevármela a la boca. No quería que se terminara de un momento a otro.
-¿Vas a quitarte ese pañuelo o comerás por debajo de él?- Pregunté entre divertida e intrigada. Le conocía desde hace poco tiempo y nunca había visto su rostro completamente descubierto en forma humana por lo que repentinamente sentía mucha curiosidad.
Kenna Carmichael- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 102
Fecha de inscripción : 19/10/2015
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