Rameras, magia y guerra. (privado)

por **Höor Cannif** Dom Oct 09, 2016 11:40 am

Nada mas abrir aquella puerta de madera envejecida el olor llego con fuerza a nosotros, no solo el de alcohol y tabaco, si no el de sudor, sexo y perfume barato.
La dama seguía entre mis brazos, afanada en convencerme de disfrutar no solo de una noche de alcohol abajo, si no de algo mucho mejor al subir las escaleras de arriba. Mas aunque tentadora la oferta mis planes iban mas allá de una noche de putas.

Aquel hombre de la taberna era diferente, no solo por lo poco o nada que le había impresionado las armas que portaba y la destreza con la que era capaz de blandirlas, si no por aquello que le había echo a esa mujer, que ahora mas que una prostituta parecía su perrito faldero.
Magia, eso en lo que yo no creía hasta que alcance París, eso que de ser cierto que existía, allanaría mucho el camino para la misión que tenia.

Tomamos asiento en una de las mesas cercanas a un viejo escenario donde una mujer ataviada de poca ropa, eso si, con una boa en el cuello, se pasaba seductoramente por el escenario emitiendo lo que a todos los borrachos de allí nos hubiera parecido una sensual melodía.
La mesa era redonda, y los sofás, haciendo un semicírculo alrededor , ataviados de una tela rojiza, muy a colación del lugar, resultaban bastante cómodos.

No tardo en llegar una doncella con una botella de whisky y cuatro vasos para que fuéramos entonandonos al ritmo de la música y como no, de las manos de las rameras que se dedicaban en cuerpo y alma a nosotros.

El caballero parecía bastante interesado en aquella mujer, le daba ordenes que ella asumía contrariada, mas que cumplía sin rechistar.
-¿me ha dicho su nombre? -pregunté mientras la morena que me acompañaba repletaba nuestros vasos hasta arriba.
La verdad, era posible que así fuera, pero en la taberna ya había corrido el alcohol y si ambos nos habíamos presentado no lo recordaba.
-Mi nombre es Höor, Höor Cannif -tendí mi mano hacia el caballero hasta que quedó estrechada.

Pronto el vaso acaparó nuestros labios y tras este vino otro, las botellas vacías iban quedando a un lado mientras las risas inundaban aquel antro de perdición.
-¿Va ha contarme señor Gerrit el por que no le ha sorprendido el manejo de mi bastarda? Parece que encierra mas misterios de los que se ven a simple vista, pues desde luego sus manos no son las de un guerrero. ¿Que truco guarda en la manga caballero? -bromeé divertido volviendo a llevar el vaso a mis labios para vaciarlo de un trago.