AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Yes, I will // Privado - Guerra
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Yes, I will // Privado - Guerra
Al despertar, el mundo parecía tener un tono distinto, como si los colores fueran más vivos, como si hubiera muchos más matices de los habituales. Obviamente todo era subjetivo, la felicidad que irradiaba la española era hasta palpable. Imposible borrarle la sonrisa del rostro, pareciendo que hubiera dormido con una percha en la boca incluso. Observó al lobo que aún dormía, roncando de vez en cuando, lo que a ella le arrancaba una breve risa. Rozó la barba ajena con la nariz, subiendo desde el mentón hasta la oreja y depositó un dulce beso en el pómulo foráneo. -Buenos días... prometido mío.- Se sonrojó de inmediato al pronunciar aquellas palabras, pero había sido inevitable, subiendo con un hormigueo desde la boca del estómago hasta la lengua. Estaba llena de dicha y no pensaba ocultarlo de ningún modo. Se separó un poco del cuerpo del italiano, acariciándole el pecho con la yema de los dedos, despacio. -¿No querías ir a contárselo a tu hermano?- Estrella sabía que los jinetes estaban muy unidos, aunque jamás había preguntado en la relación que había mantenido el castaño con Deborah. Sabía que él le ocultaba cosas al respecto, pero ella nunca le presionaría para que se las contara.
Tras un nuevo torbellino de besos al despertarse el licántropo que hizo que ambos rodaran por la cama hasta, por poco, no irse al suelo, la muchacha se levantó y fue a por el vestido que Guerra le había comprado el día anterior. Seguía sin tener otra ropa, pero tampoco se había ensuciado, así que con eso bastaría. Se lo colocó con cuidado bajo la atenta mirada de su pareja cuyos pardos no se despegaban de su figura. -Ya deja de mirarme y vístete.- Le regañó entre risas, negando y le lanzó una camisa que cayó suavemente en el colchón, cerca de la esquina. Ella no tenía fuerza y la prenda tampoco ponía de su parte al ser ligera y oponer resistencia en su viaje. -Deberíamos llevarle algo, no quiero presentarme con las manos vacías de nuevo... Siento que le inoportuno con mi presencia y me sabe mal.- La segunda parte de la frase la pronunció en un murmuro de labios abultados, como una niña que se avergonzaba y no deseaba admitirlo.
Una vez estuvo vestida, fue al aseo a peinarse con los dedos. Tenían muchas cosas que conseguir para adecentar la casa, pero eso a ella le daba igual, con tener al italiano a su lado, el resto de temas podían esperar incluso una eternidad si hiciera falta. Le veía a través del espejo, calzándose al fin los pantalones y las botas. El cosquilleo subió a sus mejillas, como si fuera una chica traviesa por verle a escondidas. -¿Ya estás listo?- Preguntó al girar sobre los talones y regresar al dormitorio.
Tras un nuevo torbellino de besos al despertarse el licántropo que hizo que ambos rodaran por la cama hasta, por poco, no irse al suelo, la muchacha se levantó y fue a por el vestido que Guerra le había comprado el día anterior. Seguía sin tener otra ropa, pero tampoco se había ensuciado, así que con eso bastaría. Se lo colocó con cuidado bajo la atenta mirada de su pareja cuyos pardos no se despegaban de su figura. -Ya deja de mirarme y vístete.- Le regañó entre risas, negando y le lanzó una camisa que cayó suavemente en el colchón, cerca de la esquina. Ella no tenía fuerza y la prenda tampoco ponía de su parte al ser ligera y oponer resistencia en su viaje. -Deberíamos llevarle algo, no quiero presentarme con las manos vacías de nuevo... Siento que le inoportuno con mi presencia y me sabe mal.- La segunda parte de la frase la pronunció en un murmuro de labios abultados, como una niña que se avergonzaba y no deseaba admitirlo.
Una vez estuvo vestida, fue al aseo a peinarse con los dedos. Tenían muchas cosas que conseguir para adecentar la casa, pero eso a ella le daba igual, con tener al italiano a su lado, el resto de temas podían esperar incluso una eternidad si hiciera falta. Le veía a través del espejo, calzándose al fin los pantalones y las botas. El cosquilleo subió a sus mejillas, como si fuera una chica traviesa por verle a escondidas. -¿Ya estás listo?- Preguntó al girar sobre los talones y regresar al dormitorio.
Última edición por Estrella Díaz el Lun Sep 17, 2018 3:05 pm, editado 1 vez
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 12/11/2014
Edad : 31
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Aquella mañana todo resplandecia o quizás era la forma en la que Estrella lo hacía. Su risa inundó la estancia cuando abriendo primero un ojo y luego otro tire de mi prometida para convertirla en rea del lecho y mi cuerpo.
Ambos eramos felices, ambos estábamos enamorados y los dos eramos conscientes de que pronto estaríamos casados.
Bese sus labios buscando algo más que besos pero hoy Estrella además de preciosa estaba impaciente.
- oh vamos Estrella.. Un poco solo.
Mi prometida salto de la cama enjugatada mientras yo trataba de cazarlo, más pronto, y sin borrar la sonrisa de mis labios me centre en su cuerpo desnudo y como para mi tristeza lo iba cubriendo de ropa. Siempre se sonrojaba al verme mirarla de esa manera.. Con el halo ambarino tiñendo mis pupilas mientras mis ojos iban recorriendo su figura.
Tras varios intentos en los que me lanzó la ropa para que me diera prisa accedí a moverme de la cama. Ella estaba en el baño peleándose con su larga melena parda, quería recogerla en un moño alto.
Sonreí de lado al notar su mirada a través del espejo, me gustaba que mi futura esposa me deseara. Una vez estuvo lista vino a mi encuentro, entreabrí los labios al verla.
-solo puedo pensar en desnudarte ahora mismo.
De puntillas Estrella beso mis belfos despacio, radiante...
-llevar algo a mi hermano? - musite contra sus labios sin comprender que necesidad teníamos de eso.
Sus dedos se deslizar o por mi pelo rebelde tratando de peinarlo mientras me explicaba lo correcto según las normas de cortesía.
-podemos llevarle una botella de vino.
Armagedon no tenía grandes placeres, de echo ahora que lo pensaba ninguno. Habíamos dedicado nuestra vida a cumplir la misión de Dios.
Tras bajar a la bodega y seleccionar un buen caldo nos dirigimos en el carruaje a casa, esperaba que Deborah no estuviera y pudiéramos hablar tranquilamente.
Estrella iba sentada en mis rodillas, nos besamos tórrida ente durante todo el camino y de no ser porque el carro se detuvo la hubiera tomado allí mismo.
Recolocandonos las ropas y tratando de hacer lo propio con la cordura abi la puerta del caserón. Armagedon estaba en casa, aquella noche no había empezado a impartir muerte. Caminamos de la mano hasta la cocina, mi hermano preparaba algo dulce para cuando volviéramos ebrios de sangre de cumplir con nuestro deber.
Ambos eramos felices, ambos estábamos enamorados y los dos eramos conscientes de que pronto estaríamos casados.
Bese sus labios buscando algo más que besos pero hoy Estrella además de preciosa estaba impaciente.
- oh vamos Estrella.. Un poco solo.
Mi prometida salto de la cama enjugatada mientras yo trataba de cazarlo, más pronto, y sin borrar la sonrisa de mis labios me centre en su cuerpo desnudo y como para mi tristeza lo iba cubriendo de ropa. Siempre se sonrojaba al verme mirarla de esa manera.. Con el halo ambarino tiñendo mis pupilas mientras mis ojos iban recorriendo su figura.
Tras varios intentos en los que me lanzó la ropa para que me diera prisa accedí a moverme de la cama. Ella estaba en el baño peleándose con su larga melena parda, quería recogerla en un moño alto.
Sonreí de lado al notar su mirada a través del espejo, me gustaba que mi futura esposa me deseara. Una vez estuvo lista vino a mi encuentro, entreabrí los labios al verla.
-solo puedo pensar en desnudarte ahora mismo.
De puntillas Estrella beso mis belfos despacio, radiante...
-llevar algo a mi hermano? - musite contra sus labios sin comprender que necesidad teníamos de eso.
Sus dedos se deslizar o por mi pelo rebelde tratando de peinarlo mientras me explicaba lo correcto según las normas de cortesía.
-podemos llevarle una botella de vino.
Armagedon no tenía grandes placeres, de echo ahora que lo pensaba ninguno. Habíamos dedicado nuestra vida a cumplir la misión de Dios.
Tras bajar a la bodega y seleccionar un buen caldo nos dirigimos en el carruaje a casa, esperaba que Deborah no estuviera y pudiéramos hablar tranquilamente.
Estrella iba sentada en mis rodillas, nos besamos tórrida ente durante todo el camino y de no ser porque el carro se detuvo la hubiera tomado allí mismo.
Recolocandonos las ropas y tratando de hacer lo propio con la cordura abi la puerta del caserón. Armagedon estaba en casa, aquella noche no había empezado a impartir muerte. Caminamos de la mano hasta la cocina, mi hermano preparaba algo dulce para cuando volviéramos ebrios de sangre de cumplir con nuestro deber.
Guerra- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
"Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente;
Pasan como corrientes impetuosas" (Job, 6)
Pasan como corrientes impetuosas" (Job, 6)
Le gustaba la cocina, en verdad le gustaba toda aquella actividad que fuera meticulosa, que requiriese precisión y atención, orden y disciplina. Armagedon era muy poco creativo, tenía una moral muy rígida, unos principio muy férreos que no podía dejar atrás ni por un minuto, era cuanto tenía para sobrellevar el peso de su destino.
Esa noche estaba preparando un pastel de nueces con merengue tostado, aunque lo probase, sabía a ceniza, pero trataba de seguir al dedillo las recetas para que quedase como debía quedar. Recogía los utensilios y los lavaba al tiempo que esperaba el reposo de la masa, odiaba la inmundicia y el desorden. Tenía casi todo puesto cuando escuchó la llave en la cerradurea, de inmediato captó el olor de la humana al acercarse. No había dudas, su hermano acudía con Estrella.
No es que tuviera nada personal cintra ella, pero es que era una humana, una susceptible de morir, una que podría pecar y se vería en la tesitura de romper el juguete de Guerra. Pero algo le daba en la nariz que no era solo un juguete. Su hermano pasaba noche fuera, semanas enteras que regresaba con su olor pegado al cuerpo. De alguna forma se sentía excluído de la vida de aquel que siempre fue su apoyo, su pilar en los momentos más ocuros, su fuerza.
Ninguno era humano del todo, pero él era el único inmortal, que ironías de la vida, estaba muerto. Guerra no podía entender lo que era tener el peso de la eternidad sobre los hombros y el de la muerte. Nadie podía hacerlo. Y esos pequeños momentos compartidos eran lo único que lo aferraban firme a su papel.
- Buenas noches hermano. Hola Estrella. Sentáos.
Sacó del horno el pastel que desprendía un aroma hogareño agradable, aunque Armagedon sólo olía la lujuria en ese momento, pero guardó silencio al respecto.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/11/2017
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Cuando el jinete regresó con una botella en la mano, la española sonrió. Sabía que un vino no compensaría lo que su presencia parecía generar en Armagedon, menos aún el que fueran de camino a su casa a decirle que iba a “quitarle” a su hermano. De hecho, eso no era lo que ella pretendía en absoluto. La relación entre la chica y el castaño no cambiaría, excepto por la aceptación de Dios que tendrían tras la boda. Se limitarían a limpiar el pecado de su vida, no por ello privaría a Guerra de cumplir su misión ni quebrantaría el vínculo que tenía con los otros tres jinetes. Estrella era muy comprensiva, pero el vampiro eso aún no lo sabía. Entendía que estuviera receloso y se preocupara por el licántropo que luchaba siempre a su lado.
El viaje se les hizo corto porque se pasaron todo el rato besándose, acariciándose y riendo como dos tontos enamorados. Parecían niños aprendiendo a jugar al amor, y en parte eso eran, porque ambos eran novatos en ello, pero juntos se sentían plenos. Cuando el carruaje se detuvo, se acomodaron las ropas y bajaron. El italiano tomó la mano de su pareja y ella con aquel simple gesto, se sintió reconfortada. No podía negar que el cainita le imponía, más aún después de lo falsamente valiente que se sintió en su último encuentro. Tomó aire en profundidad y avanzó junto a Guerra, aunque ligeramente por detrás de su figura.
Al entrar en la gran casa, un aroma dulce y agradable inundó sus fosas nasales. Como acto reflejo, sus tripas rugieron y con la mano libre intentó apaciguar al león que parecía tener dentro. -Perdón...- Musitó con las mejillas sonrosadas y saludó al anfitrión, que los recibía y pedía que se sentaran, educadamente. -Muchas gracias.- Pronunció en un tono más elevado de voz, pero sin llegar a ser el normal en ella y se aposentó con cuidado de acomodar la falda del vestido para que no se arrugara. Los ojos heladores de la Muerte parecían atravesarla como alfileres, erizándole el vello de los antebrazos de manera irremediable.
Estaba sumamente nerviosa y aunque intentaba disimularlo, estaba convencida de que ambos lo notaban. Tal vez Guerra menos porque él siempre era más lanzado y en aquellos momentos se veía muy animado. ¿No le daba miedo tener que decirle a su hermano que iban a casarse? Si bien era una noticia que haría feliz a cualquiera, ellos eran los jinetes del apocalipsis y se suponía que su misión debería estar por encima de todo. -Qué bien huele.- Sonrió con un deje de timidez, aunque buscando el valor dentro de ella misma. No quería quedarse callada y dejar recaer todo el peso de la conversación en el lobo.
El viaje se les hizo corto porque se pasaron todo el rato besándose, acariciándose y riendo como dos tontos enamorados. Parecían niños aprendiendo a jugar al amor, y en parte eso eran, porque ambos eran novatos en ello, pero juntos se sentían plenos. Cuando el carruaje se detuvo, se acomodaron las ropas y bajaron. El italiano tomó la mano de su pareja y ella con aquel simple gesto, se sintió reconfortada. No podía negar que el cainita le imponía, más aún después de lo falsamente valiente que se sintió en su último encuentro. Tomó aire en profundidad y avanzó junto a Guerra, aunque ligeramente por detrás de su figura.
Al entrar en la gran casa, un aroma dulce y agradable inundó sus fosas nasales. Como acto reflejo, sus tripas rugieron y con la mano libre intentó apaciguar al león que parecía tener dentro. -Perdón...- Musitó con las mejillas sonrosadas y saludó al anfitrión, que los recibía y pedía que se sentaran, educadamente. -Muchas gracias.- Pronunció en un tono más elevado de voz, pero sin llegar a ser el normal en ella y se aposentó con cuidado de acomodar la falda del vestido para que no se arrugara. Los ojos heladores de la Muerte parecían atravesarla como alfileres, erizándole el vello de los antebrazos de manera irremediable.
Estaba sumamente nerviosa y aunque intentaba disimularlo, estaba convencida de que ambos lo notaban. Tal vez Guerra menos porque él siempre era más lanzado y en aquellos momentos se veía muy animado. ¿No le daba miedo tener que decirle a su hermano que iban a casarse? Si bien era una noticia que haría feliz a cualquiera, ellos eran los jinetes del apocalipsis y se suponía que su misión debería estar por encima de todo. -Qué bien huele.- Sonrió con un deje de timidez, aunque buscando el valor dentro de ella misma. No quería quedarse callada y dejar recaer todo el peso de la conversación en el lobo.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 12/11/2014
Edad : 31
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Estrella estaba especialmente nerviosa, olía su miedo y de seguro Armagedon escucharía su ajetreado corazón palpitar impulsando su torrente sanguíneo a cada parte de su cuerpo.
Mi dedos se deslizaron tibios sobre sus nudillos y cuando esta alzó sus dos esferas me limité a dedicarle una sonrisa que espera encontrara como respuesta algo de calma.
-Tranquila -susurré en su oído al acercar mis labios para besar su mejilla.
Tomamos asiento frente a mi hermano que ahora nos servia el pastel que había cocinado y que el no había probado.
Dejé la botella e al mesa ladeando la sonrisa.
-Te hemos traído un regalo -apunté ensanchandola hasta que mis dientes quedaron visibles para mi hermano.
Me conocía a estas alturas de seguro sabría que había venido a contarle algo ,algo importante pues venía de la mano de mi ahora prometida.
-Me caso Armagedon -dije sin anestesia logrando que a este se le cayera el plato al suelo y con el la porción de tarta recién hecha.
Estrella se apretó contra mi al ver las gigantes rojas de mi hermano, mas yo me mantuve impasible llevando la cuchara a mi trozo de tarta par llevarla a mi boca.
-No dejaré la misión, soy lo que soy hermano Guerra, mas ademas de jinete, soy un hombre y me he enamorado de una mujer. Tu tienes tu inmortalidad, yo la necesidad de manada y quiero formar la mía con ella, con Estrella.
Se hizo un largo silencio, Armagedon parecía petrificado escuchando cada palabra, me conocía lo suficiente como para saber que no había venido a recibir su permiso, ni siquiera su bendición aunque obviamente la quería.
-Armagedon, eres mi hermano, eso no va a cambiar, pero no soy eterno y no quiero que mi vida sea solo muerte, guerra y destrucción, ella me ha hecho soñar con algo mas y si merezco por eso el castigo de dios, sea, pero yo creo que no.
Mis ámbar centellearon ante sus rojos, esperaba su respuesta como jinete y su entendimiento como hermano.
Mi diestra se paseó por la pierna de mi nerviosa prometida, no permitiría que nada le sucediera, podía estar tranquila.
Mi dedos se deslizaron tibios sobre sus nudillos y cuando esta alzó sus dos esferas me limité a dedicarle una sonrisa que espera encontrara como respuesta algo de calma.
-Tranquila -susurré en su oído al acercar mis labios para besar su mejilla.
Tomamos asiento frente a mi hermano que ahora nos servia el pastel que había cocinado y que el no había probado.
Dejé la botella e al mesa ladeando la sonrisa.
-Te hemos traído un regalo -apunté ensanchandola hasta que mis dientes quedaron visibles para mi hermano.
Me conocía a estas alturas de seguro sabría que había venido a contarle algo ,algo importante pues venía de la mano de mi ahora prometida.
-Me caso Armagedon -dije sin anestesia logrando que a este se le cayera el plato al suelo y con el la porción de tarta recién hecha.
Estrella se apretó contra mi al ver las gigantes rojas de mi hermano, mas yo me mantuve impasible llevando la cuchara a mi trozo de tarta par llevarla a mi boca.
-No dejaré la misión, soy lo que soy hermano Guerra, mas ademas de jinete, soy un hombre y me he enamorado de una mujer. Tu tienes tu inmortalidad, yo la necesidad de manada y quiero formar la mía con ella, con Estrella.
Se hizo un largo silencio, Armagedon parecía petrificado escuchando cada palabra, me conocía lo suficiente como para saber que no había venido a recibir su permiso, ni siquiera su bendición aunque obviamente la quería.
-Armagedon, eres mi hermano, eso no va a cambiar, pero no soy eterno y no quiero que mi vida sea solo muerte, guerra y destrucción, ella me ha hecho soñar con algo mas y si merezco por eso el castigo de dios, sea, pero yo creo que no.
Mis ámbar centellearon ante sus rojos, esperaba su respuesta como jinete y su entendimiento como hermano.
Mi diestra se paseó por la pierna de mi nerviosa prometida, no permitiría que nada le sucediera, podía estar tranquila.
Guerra- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
"¿Estás ligado a mujer? No procures soltarte.
¿Estás libre de mujer? No procures casarte.
Mas también si te casas, no pecas;
y si la doncella se casa, no peca;
pero los tales tendrán aflicción de la carne,
y yo os la quisiera evitar." (Primer libro de los Corintios 7)
¿Estás libre de mujer? No procures casarte.
Mas también si te casas, no pecas;
y si la doncella se casa, no peca;
pero los tales tendrán aflicción de la carne,
y yo os la quisiera evitar." (Primer libro de los Corintios 7)
Me caso. Dos palabras demoledoras. No es que Armagedon condenase el matrimonio, al contrario, siempre había pensado que era una institución santa y uno de los mejores sacramentos que existía, si no fuera porque la mayoría cababan cayendo en el fornicio y la infidelidad. Porque muchos se casaban sólo por los bienes materiales y el interés, desvirtuando así lo que significaba. La unión de dos almas en el amor de Dios.
Pero Guerra no podía casarse, era absurdo , él era el jinete que sembraba la discordia, sí o sí acabaría volviéndose un blando, anteponiendo los deseos y prioridades de estrella a la misión divina que les habían encomendado.
Su primera reacción fue de absoluto estupor, sus ojos se tornaron carmesí y el pastel rodó por el suelo estrepitosamente. Pero conforme los vio, cogidos de la mano y allí esperando ¿el qué? sabía que Guerra no necesitaba su bendición, pero había ido a buscarla, a compartir con él lo que creía que era una decisión feliz; volvieron a su color hielo original, sinedo presa de un cúmulo de sentimientos. Primero decepción, con su hermano por abandonarlos y hacer una vida al margen de ellos y de la misión. Segundo dolor, porque siempre habían estado muy unidos y ahora eso provocaría una fractura. Allí todos parecían obedecer a sus deseos, sobre todo Deborah y Guerra, el único imbécil que había sacrificado su mortalidad y todo lo demás en pos de la misióin ¿era él?. Lo cual lo llevaba al tercer sentimiento: se sentía estúpido. Y cuarto: rabia. Rabia por sentirse excluído, por ser el único que no tenía deseos propios, decepcionado y en cierto modo excluído.
Se agachó y recogió el plato del suelo dejándolo sobre la mesa y limpiándose las manos con un paño, como si Guerra y Estrella no estuvieran allí, en mitad de un tenso silencio. Estiró la espalda cuadrando los hombros y finalmente se movió despacio hasta la puerta, la cual abrió justo un segundo antes de girarse hacia ellos.
- Enhorabuena. Os deseo una larga y feliz vida juntos.
El jinete salió por la puerta dejando a los tortolitos con el vino y el pastel. Esa noche cabían varias opciones, pero la que más pinta tenía de suceder comenzaba con "ma" y acababa con "sacre". Se perdió por las calles oscuras, sin sentir el frío, sólo una especie de vacío abrasador en el pecho. Deambuló perdido en sus reflexiones hasta que sus pasos lo llevaron hasta el puerto.
Armagedon- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 74
Fecha de inscripción : 12/11/2017
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Estrella aferraba cada vez con más nerviosismo la mano del jinete, ya no sólo con una de las propias, sino con ambas. Usaba la zurda para acariciar el dorso de la ajena con cierta insistencia, incapaz de estarse quieta. La situación estaba tensa y el silencio por parte de Armagedon no hacía sino atenazar las tripas de la española, incapaz de escarbar un agujero suficientemente profundo como para ocultarse dentro. Con los dientes mismos tiraba de las pielecillas del labio inferior con tanto ímpetu que poco faltó para que se hiciera sangre, y eso no ocurrió porque se detuvo en un momento de lucidez al pensar que eso no haría sino empeorar el estado de las cosas, dada la condición de La Muerte.
Se sobresaltó cuando el plato cayó al suelo, sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho y se apegó más aún al cuerpo del lobo, a su calor, al sentimiento de protección que su cercanía le otorgaba a la ahora, más insegura que nunca, enfermera. Siguió con la mirada al rubio que se agachaba a por la tarta y como se erguía de nuevo, pero dándoles la espalda. Se sentía culpable, mal. Notaba que las cosas no ibas bien y aunque las palabras de Armagedon sonaron neutrales, dudaba mucho que no se sintiera lleno de contradicciones.
Cuando la puerta se cerró tras su marcha, la muchacha se movió hasta poder ver la expresión de Guerra. -¿No deberías ir con él?- No quería ser la causante de una discusión entre hermanos. Sabía que aunque el italiano era fuerte y decía no necesitar la bendición de nadie, quería que el otro jinete le apoyara en su decisión, demostrara que le comprendía. Y, sobre todo, que confiaba en él, en que hacía lo que era correcto y que no les abandonaría aún y cuando contrajera matrimonio con Estrella.
Se sobresaltó cuando el plato cayó al suelo, sintiendo que el corazón se le iba a salir del pecho y se apegó más aún al cuerpo del lobo, a su calor, al sentimiento de protección que su cercanía le otorgaba a la ahora, más insegura que nunca, enfermera. Siguió con la mirada al rubio que se agachaba a por la tarta y como se erguía de nuevo, pero dándoles la espalda. Se sentía culpable, mal. Notaba que las cosas no ibas bien y aunque las palabras de Armagedon sonaron neutrales, dudaba mucho que no se sintiera lleno de contradicciones.
Cuando la puerta se cerró tras su marcha, la muchacha se movió hasta poder ver la expresión de Guerra. -¿No deberías ir con él?- No quería ser la causante de una discusión entre hermanos. Sabía que aunque el italiano era fuerte y decía no necesitar la bendición de nadie, quería que el otro jinete le apoyara en su decisión, demostrara que le comprendía. Y, sobre todo, que confiaba en él, en que hacía lo que era correcto y que no les abandonaría aún y cuando contrajera matrimonio con Estrella.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2014
Edad : 31
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
“ Enhorabuena. Os deseo una larga y feliz vida juntos.”
¿En serio? De todas las palabras que pudo elegir, esa frase y su retirada plagada de indiferencia era lo único que no esperaba. Armagedon era frio como el hielo, no podía esperar de él un ápice de sentimiento.
Mis ojos se tiñeron de amarillo, estaba ofuscado porque si bien no necesitaba su bendición, si esperaba su “algo” rabia, odio, celos, felicidad, fraternidad..algo, algo mas que un “que vaya bien”
Estrella, con esa bondad que la caracterizaba me instigo a seguirlo, pero yo permanecía petrificado en la silla, con el cuerpo tenso como las cuerdas de una arpa por la rabia y la mirada perdida en esa puerta por la que mi hermano había salido dejándome solo con mi prometida.
Había confiado en él, había ido a contarle lo feliz que me sentía, yo solo quería compartir esto con mi hermano, con ese con el que crecí. No siempre fuimos vampiro y licano, hubo un tiempo en el que eramos niños humanos, siempre estábamos juntos, solo nos teníamos los unos a los otros y Armagedon era mi hermano y mi mejor amigo. Él lo había olvidado todo ¿cuando se convirtió en algo incapaz de sentir, de sacrificar la vida de una de las suyas sin remordimientos? No era capaz de entenderlo y en ese momento me sentí tan lejos de los jinetes que lo único que me hizo permanecer anclado a la silla fue pensar que abandonar aquello que dios nos encomendó, implicaba abandonar también a Debora y ella me necesitaba, quizás no lo sabía o lo hacía de un modo retorcido, pero si me iba...todo se desmoronaría.
Dejé escapar el aire resignado, Estrella no merecía eso, no estaba dispuesto a que lo que ramos arruinara su felicidad.
-No importa -atajé besando su cuello ocn suavidad.
Una presión oprimía mi pecho, miso jso brillaban peor no permití que lagrima alguna rodara por mis mejillas -iremos a ver ese vestido, quiero algo pequeño, intimo...
Y tan intimo, como que seguramente ni siquiera podríamos contar con Armagedon...
-quizás las monjas nos sirvan de testigos.
¿En serio? De todas las palabras que pudo elegir, esa frase y su retirada plagada de indiferencia era lo único que no esperaba. Armagedon era frio como el hielo, no podía esperar de él un ápice de sentimiento.
Mis ojos se tiñeron de amarillo, estaba ofuscado porque si bien no necesitaba su bendición, si esperaba su “algo” rabia, odio, celos, felicidad, fraternidad..algo, algo mas que un “que vaya bien”
Estrella, con esa bondad que la caracterizaba me instigo a seguirlo, pero yo permanecía petrificado en la silla, con el cuerpo tenso como las cuerdas de una arpa por la rabia y la mirada perdida en esa puerta por la que mi hermano había salido dejándome solo con mi prometida.
Había confiado en él, había ido a contarle lo feliz que me sentía, yo solo quería compartir esto con mi hermano, con ese con el que crecí. No siempre fuimos vampiro y licano, hubo un tiempo en el que eramos niños humanos, siempre estábamos juntos, solo nos teníamos los unos a los otros y Armagedon era mi hermano y mi mejor amigo. Él lo había olvidado todo ¿cuando se convirtió en algo incapaz de sentir, de sacrificar la vida de una de las suyas sin remordimientos? No era capaz de entenderlo y en ese momento me sentí tan lejos de los jinetes que lo único que me hizo permanecer anclado a la silla fue pensar que abandonar aquello que dios nos encomendó, implicaba abandonar también a Debora y ella me necesitaba, quizás no lo sabía o lo hacía de un modo retorcido, pero si me iba...todo se desmoronaría.
Dejé escapar el aire resignado, Estrella no merecía eso, no estaba dispuesto a que lo que ramos arruinara su felicidad.
-No importa -atajé besando su cuello ocn suavidad.
Una presión oprimía mi pecho, miso jso brillaban peor no permití que lagrima alguna rodara por mis mejillas -iremos a ver ese vestido, quiero algo pequeño, intimo...
Y tan intimo, como que seguramente ni siquiera podríamos contar con Armagedon...
-quizás las monjas nos sirvan de testigos.
Guerra- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 09/11/2017
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Pudo ver el dolor reflejado en aquel rostro que tanto admiraba últimamente. Guerra era impetuoso y fácil de entender, se dejaba llevar por el instinto y solía saltar enseguida. La española había tenido que calmarlo en varias ocasiones desde que se conocían, pero no estaba segura de saber hacerlo en aquel momento.
En cuanto los labios del jinete rozaron la piel de su cuello, la enfermera se levantó de su silla y se sentó en el regazo del italiano, colocándose con ambas piernas colgando del mismo lado. Llevó las dos manos a acunar el rostro ajeno y aproximó su rostro hasta que las narices de ambos se rozaron. -Vayamos a ver ese vestido.- Normalmente le diría que no se preocupara, que seguro que su hermano entraba en razón, que aunque se hubiese mostrado indiferente, les había deseado lo mejor. Pero no conocía a Armagedon en lo más mínimo y odiaba mentir, aunque se interpretara como ser optimista, porque algo le decía que la cosa costaría.
Besó suavemente los labios del castaño, dejando caer los párpados. Rodeó el cuello foráneo con los brazos y le estrechó poco a poco con ellos. La frente de Estrella se apoyó lentamente sobre la del jinete antes de abrir nuevamente los ojos, encontrándose con los brillantes pardos del hombre del que estaba perdidamente enamorada. -Seguro que las monjas estarían encantadas de ser nuestros testigos, pero no cerremos aún las posibilidades, ¿de acuerdo?- Debía intentar que La Muerte accediera. No tenía ni idea de cómo conseguirlo, pero el primer paso era una conversación y por probar no perdía nada. Ya encontraría el momento de acercarse de nuevo a la casa sin el castaño.
Se levantó, tomando las manos ajenas entre las suyas y tiró despacio para que se alzara con ella. Le dedicó una sonrisa sincera, porque aunque la situación hubiese estado tensa, nadie le quitaría la felicidad de saber que pronto se casaría con Guerra. -Venga, vayamos a la tienda.-
En cuanto los labios del jinete rozaron la piel de su cuello, la enfermera se levantó de su silla y se sentó en el regazo del italiano, colocándose con ambas piernas colgando del mismo lado. Llevó las dos manos a acunar el rostro ajeno y aproximó su rostro hasta que las narices de ambos se rozaron. -Vayamos a ver ese vestido.- Normalmente le diría que no se preocupara, que seguro que su hermano entraba en razón, que aunque se hubiese mostrado indiferente, les había deseado lo mejor. Pero no conocía a Armagedon en lo más mínimo y odiaba mentir, aunque se interpretara como ser optimista, porque algo le decía que la cosa costaría.
Besó suavemente los labios del castaño, dejando caer los párpados. Rodeó el cuello foráneo con los brazos y le estrechó poco a poco con ellos. La frente de Estrella se apoyó lentamente sobre la del jinete antes de abrir nuevamente los ojos, encontrándose con los brillantes pardos del hombre del que estaba perdidamente enamorada. -Seguro que las monjas estarían encantadas de ser nuestros testigos, pero no cerremos aún las posibilidades, ¿de acuerdo?- Debía intentar que La Muerte accediera. No tenía ni idea de cómo conseguirlo, pero el primer paso era una conversación y por probar no perdía nada. Ya encontraría el momento de acercarse de nuevo a la casa sin el castaño.
Se levantó, tomando las manos ajenas entre las suyas y tiró despacio para que se alzara con ella. Le dedicó una sonrisa sincera, porque aunque la situación hubiese estado tensa, nadie le quitaría la felicidad de saber que pronto se casaría con Guerra. -Venga, vayamos a la tienda.-
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Me limité a ladear la sonrisa para usarla como escudo, no quería joder el día a Estrella, no lo merecía, ella era feliz con nuestra boda y de cierta manera también yo, pero quería a mi hermano a mi lado, no para tener su aporacion, si no algo mas que su bendición.
Tiré de su cintura para alzarla pues se había sentado en mi regazo, la besé manteniendola en vilo.
Nos acariciamos friccionando la nariz.
-No puedo ver el vestido, es la tradición -dije con una picara sonrisa -pero te llevaré. Despues podemso ir a cenar al asador, beber, celebrarlo. Montan un mercado medieval en la plaza ¿que te parece si nos acercamos y buscamos allí algo viejo que puedas llevar el día de nuestra boda.
Estrella que rodeaba mi cuello con sus brazos me besó, mientras yo caminaba con ella entre mis brazos para largarnos de esa casa que nada bueno me haía aportado en estos últimos momentos, quizás parte de la culpa era mia por ser egoísta, pensar en mi felicidad, pero...¿acaso no la merecía.
Después de la fiesta tendría que ejecutar mi trabajo, guerra y caos, no era venganza lo que quería, pero muchos eran los impíos y dios me necesitaba. Era su brazo ejecutor, aquel que sacudiría los pilares de este mundo.
Si dios no me quisiera con familia no hubiera puesto a Estrella aquella noche en mi camino, dios dispone, mi vida la ponía en sus manos si era pecado aquello que quería cometer que no consintiera esta boda, pero la amaba y me casaría con ella.
Ambos sonreímos mirándonos, Estrella era tan generosa que ni siquiera hice sangre con la actitud de mi hermano.
-Me da igual casarme sin mis hermanos, porque a mi lado tendré a la mujer con la que quiero compartir mi vida. Formaremos nuestra familia Estrella y aunque nunca abandonaré a los jinetes, soy uno de ellos, quiero ser feliz, no solo traer muerte y caos.
Tiré de su cintura para alzarla pues se había sentado en mi regazo, la besé manteniendola en vilo.
Nos acariciamos friccionando la nariz.
-No puedo ver el vestido, es la tradición -dije con una picara sonrisa -pero te llevaré. Despues podemso ir a cenar al asador, beber, celebrarlo. Montan un mercado medieval en la plaza ¿que te parece si nos acercamos y buscamos allí algo viejo que puedas llevar el día de nuestra boda.
Estrella que rodeaba mi cuello con sus brazos me besó, mientras yo caminaba con ella entre mis brazos para largarnos de esa casa que nada bueno me haía aportado en estos últimos momentos, quizás parte de la culpa era mia por ser egoísta, pensar en mi felicidad, pero...¿acaso no la merecía.
Después de la fiesta tendría que ejecutar mi trabajo, guerra y caos, no era venganza lo que quería, pero muchos eran los impíos y dios me necesitaba. Era su brazo ejecutor, aquel que sacudiría los pilares de este mundo.
Si dios no me quisiera con familia no hubiera puesto a Estrella aquella noche en mi camino, dios dispone, mi vida la ponía en sus manos si era pecado aquello que quería cometer que no consintiera esta boda, pero la amaba y me casaría con ella.
Ambos sonreímos mirándonos, Estrella era tan generosa que ni siquiera hice sangre con la actitud de mi hermano.
-Me da igual casarme sin mis hermanos, porque a mi lado tendré a la mujer con la que quiero compartir mi vida. Formaremos nuestra familia Estrella y aunque nunca abandonaré a los jinetes, soy uno de ellos, quiero ser feliz, no solo traer muerte y caos.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
La española sabía que el jinete estaba dolido, que el rechazo de su hermano, no verbal pero sí físico, le había hecho mucho daño, pero que por ella estaba aguantando e intentaba mantener los pensamientos negativos alejados de su cabeza. Ella, por su parte, tenía intención de ayudarle con ambas cosas, pero cada una a su debido momento. Primero le ayudaría a sonreír y después buscaría el modo de arreglar lo ocurrido con Armagedon. Sabía que ella era la causa del problema, pero estaba convencida de que La Muerte, en el fondo, deseaba que Guerra fuera feliz y que, sencillamente, se sentía solo ante la idea de su marcha.
-¿Ahora somos de los que siguen tradiciones sobre vestidos?- Preguntó entre risas, aferrándose al cuello del italiano mientras se lo comía a besos y éste la levantaba al vuelo y salían juntos de la casa. El lobo era muy testarudo y se negó a dejarla en el suelo hasta que llegaron al carruaje, donde la acomodó en el asiento para colocarse luego a su lado, tras indicarle al cochero a dónde debía llevarlos. -No son cosas incompatibles, Guerra. La familia y el trabajo, la misión en tu caso, se pueden compaginar… Y tus hermanos son, además de tus compañeros, tu familia, como lo seré yo cuando nos casemos.- Estrella ya consideraba al licántropo su familia, pero en esos instantes se refería al sentido estricto de la palabra.
Se pasaron el trayecto cubriéndose de caricias y besos. El jinete tenía las manos muy largas y habilidosas, la enfermera se moría de risa porque era sensible y enseguida sentía cosquillas. Disfrutaban cuando estaban juntos y aunque ella no era más que una simple mortal, aunque con un pequeño y extraño don especial, haría lo que fuera por proteger al hombre que amaba, aquel que debía hacer justicia en nombre de Dios.
Se detuvieron a una calle de la zona de tiendas, porque acercarse más era imposible sin llevarse a alguien por delante. Descendieron y cogidos de la mano fueron a un reconocido comercio que se especializaba en vestidos para festejos y bodas. -¿Entonces no vas a entrar conmigo?- Preguntó la española, mirando al castaño con el labio inferior ligeramente abultado. Le acarició el torso con las dos manos, intentando tentarle. Pero éste le dijo que no, que él aguardaría fuera, pues no quería romper la magia de descubrirla vestida de novia el día en que se casaran. Se dieron un beso más y Estrella, un poco a regañadientes, entró sola en el local para probarse vestidos.
-¿Ahora somos de los que siguen tradiciones sobre vestidos?- Preguntó entre risas, aferrándose al cuello del italiano mientras se lo comía a besos y éste la levantaba al vuelo y salían juntos de la casa. El lobo era muy testarudo y se negó a dejarla en el suelo hasta que llegaron al carruaje, donde la acomodó en el asiento para colocarse luego a su lado, tras indicarle al cochero a dónde debía llevarlos. -No son cosas incompatibles, Guerra. La familia y el trabajo, la misión en tu caso, se pueden compaginar… Y tus hermanos son, además de tus compañeros, tu familia, como lo seré yo cuando nos casemos.- Estrella ya consideraba al licántropo su familia, pero en esos instantes se refería al sentido estricto de la palabra.
Se pasaron el trayecto cubriéndose de caricias y besos. El jinete tenía las manos muy largas y habilidosas, la enfermera se moría de risa porque era sensible y enseguida sentía cosquillas. Disfrutaban cuando estaban juntos y aunque ella no era más que una simple mortal, aunque con un pequeño y extraño don especial, haría lo que fuera por proteger al hombre que amaba, aquel que debía hacer justicia en nombre de Dios.
Se detuvieron a una calle de la zona de tiendas, porque acercarse más era imposible sin llevarse a alguien por delante. Descendieron y cogidos de la mano fueron a un reconocido comercio que se especializaba en vestidos para festejos y bodas. -¿Entonces no vas a entrar conmigo?- Preguntó la española, mirando al castaño con el labio inferior ligeramente abultado. Le acarició el torso con las dos manos, intentando tentarle. Pero éste le dijo que no, que él aguardaría fuera, pues no quería romper la magia de descubrirla vestida de novia el día en que se casaran. Se dieron un beso más y Estrella, un poco a regañadientes, entró sola en el local para probarse vestidos.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Estrella acabó entrando sola a la tienda, era lo correcto porque yo creía en las ancestrales tradiciones y en la importancia del matrimonio.
Uniría mi vida a la de la mujer que amaba, nunca entendí bien los conceptos humanos, supongo que no eran importantes para mi misión, pero con ella estaba aprendiendo a querer y me gustaba sentirme así, humano.
Mi hermano no lo comprendía, no porque era la muerte e inmortal pero yo por contra aun viviendo el doble que los demás algún día seria solo polvo y cenizas, el tenía una eternidad para cumplir su misión y ser feliz en algún momento, por contra yo pensaba vivir sin olvidar quien era, pero vivir a fin de cuentas.
No tenia su bendición, no la quería, ni la necesitaba si quiera, esta boda se celebraría sin ella.
Me eche a reír cuando mi prometida salio con una bolsa, rodeé con mi diestra su cintura y repartí un reguero de besos por su cuello.
-Podemos ir a comer al asador, bebamos y acabemos la noche en casa, puede que mis hermanos no decidan celebrar conmigo mi soltería, pero eso no quitá que nosotros nos divirtamos antes de la boda ¿de acuerdo?
Armagedon no comprendía nada como de costumbre, parecía haber olvidado lo que un día fuimos, unos niños que jugaban a ser algo mas que meras armas de un dios al que no conocíamos.
Bese sus labios con suavidad, tiré de su mano hacía la taberna y tomamos asiento al llegar, no era la primera vez que íbamos así que nos dieron la mesa de siempre, una cerca de la lumbre, allí nos besamos y acariciamos como una pareja corriente, pedimos carne asada, aunque mis manos no dejaron de recorrer la piel de mi prometida, ardía de deseo por ella y de ganas de compartir con ella algo mas que sexo. Quería una familia, una vida, últimamente sentía que en la propia no encajaba.
Uniría mi vida a la de la mujer que amaba, nunca entendí bien los conceptos humanos, supongo que no eran importantes para mi misión, pero con ella estaba aprendiendo a querer y me gustaba sentirme así, humano.
Mi hermano no lo comprendía, no porque era la muerte e inmortal pero yo por contra aun viviendo el doble que los demás algún día seria solo polvo y cenizas, el tenía una eternidad para cumplir su misión y ser feliz en algún momento, por contra yo pensaba vivir sin olvidar quien era, pero vivir a fin de cuentas.
No tenia su bendición, no la quería, ni la necesitaba si quiera, esta boda se celebraría sin ella.
Me eche a reír cuando mi prometida salio con una bolsa, rodeé con mi diestra su cintura y repartí un reguero de besos por su cuello.
-Podemos ir a comer al asador, bebamos y acabemos la noche en casa, puede que mis hermanos no decidan celebrar conmigo mi soltería, pero eso no quitá que nosotros nos divirtamos antes de la boda ¿de acuerdo?
Armagedon no comprendía nada como de costumbre, parecía haber olvidado lo que un día fuimos, unos niños que jugaban a ser algo mas que meras armas de un dios al que no conocíamos.
Bese sus labios con suavidad, tiré de su mano hacía la taberna y tomamos asiento al llegar, no era la primera vez que íbamos así que nos dieron la mesa de siempre, una cerca de la lumbre, allí nos besamos y acariciamos como una pareja corriente, pedimos carne asada, aunque mis manos no dejaron de recorrer la piel de mi prometida, ardía de deseo por ella y de ganas de compartir con ella algo mas que sexo. Quería una familia, una vida, últimamente sentía que en la propia no encajaba.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Eligió un vestido simple, algo bonito y no demasiado recargado. Estrella era una muchacha sencilla y no le gustaban las cosas exageradas ni valoraba el despilfarro, al contrario, creía que ser comedido con los gastos era prudente pues nunca se sabía lo que uno podía necesitar más adelante. Salió con la compra en una bolsa y el jinete entró a hacer efectivo el pago, antes reunirse nuevamente con ella fuera de la tienda. El castaño dijo de ir a cenar al asador que se había convertido en su restaurante favorito en el que tener sus citas, así que al llegar enseguida les ubicaron en su mesa de siempre y pronto pidieron carne poco hecha al gusto del lobo y un poco de pasta boloñesa para la española.
Las manos de Guerra permanecieron toda la cena surcando el cuerpo de su prometida, acariciando por encima de la tela y, siempre que podía, por debajo. Se comieron a besos y Estrella fue la que acercaba el tenedor a la boca del italiano, porque él se negaba a dejar de meterle mano. A veces era de lo más infantil, pero la enfermera se dejaba contagiar por aquella energía arrolladora y consentía sobremanera al hombre del que estaba perdidamente enamorada. -Un día de estos nos echan por escándalo público...- Murmuró entre risas con los labios rozando la oreja ajena, mientras los dientes del licántropo acariciaban el cuello de la castaña y sus manos aprisionaban los muslos de ésta bajo la mesa.
Notaba como la elevada temperatura del jinete subía aún más hasta hacerla arder, así que cuando habían terminado los platos principales y vinieron a preguntarles qué iban a querer para postre, la muchacha, incapaz de dejar de reír miró al camarero antes de pedir. -Dos mousse de chocolate para llevar, por favor...- El trabajador asintió y se retiró, dejando a los tortolitos a solas de nuevo. Estrella buscó los labios de Guerra y se los mordió suavemente. -El postre nos lo comemos en casa... ¿en la cama?- Preguntó, al final, con cierto rubor en las mejillas, en parte por el vino que había bebido y que, al mismo tiempo, le daba el empujón necesario para mostrarse más osada de lo normal.
Pasados un par de minutos les trajeron una cajita de cartón con un par de raciones de mousse tal y como habían encargado y también la cuenta, pues ya habían dado por finalizada su estancia en el asador por aquella noche. -Disculpe, ¿podría añadir una botella de champagne? Es que estamos de celebración…- La sonrisa que se dibujaba en el rostro de la española era tan radiante que podría haber cegado a alguien. Estaba increíblemente feliz. Jamás pensó que encontraría a un hombre como aquel con el que compartir su vida y, más adelante, formar una familia. Estaba claro que su existencia no sería fácil, que el jinete tenía una misión complicada, pero algo le decía a la española que, al final, todo saldría bien. Que estar juntos era algo bueno, que se equilibraban el uno al otro. Estaban hechos para estar unidos, de eso no tenía ninguna duda. Besó con necesidad al italiano, antes de recoger las cosas y marcharse a su nueva casa, aquella que ya se había convertido en el hogar de ambos.
Las manos de Guerra permanecieron toda la cena surcando el cuerpo de su prometida, acariciando por encima de la tela y, siempre que podía, por debajo. Se comieron a besos y Estrella fue la que acercaba el tenedor a la boca del italiano, porque él se negaba a dejar de meterle mano. A veces era de lo más infantil, pero la enfermera se dejaba contagiar por aquella energía arrolladora y consentía sobremanera al hombre del que estaba perdidamente enamorada. -Un día de estos nos echan por escándalo público...- Murmuró entre risas con los labios rozando la oreja ajena, mientras los dientes del licántropo acariciaban el cuello de la castaña y sus manos aprisionaban los muslos de ésta bajo la mesa.
Notaba como la elevada temperatura del jinete subía aún más hasta hacerla arder, así que cuando habían terminado los platos principales y vinieron a preguntarles qué iban a querer para postre, la muchacha, incapaz de dejar de reír miró al camarero antes de pedir. -Dos mousse de chocolate para llevar, por favor...- El trabajador asintió y se retiró, dejando a los tortolitos a solas de nuevo. Estrella buscó los labios de Guerra y se los mordió suavemente. -El postre nos lo comemos en casa... ¿en la cama?- Preguntó, al final, con cierto rubor en las mejillas, en parte por el vino que había bebido y que, al mismo tiempo, le daba el empujón necesario para mostrarse más osada de lo normal.
Pasados un par de minutos les trajeron una cajita de cartón con un par de raciones de mousse tal y como habían encargado y también la cuenta, pues ya habían dado por finalizada su estancia en el asador por aquella noche. -Disculpe, ¿podría añadir una botella de champagne? Es que estamos de celebración…- La sonrisa que se dibujaba en el rostro de la española era tan radiante que podría haber cegado a alguien. Estaba increíblemente feliz. Jamás pensó que encontraría a un hombre como aquel con el que compartir su vida y, más adelante, formar una familia. Estaba claro que su existencia no sería fácil, que el jinete tenía una misión complicada, pero algo le decía a la española que, al final, todo saldría bien. Que estar juntos era algo bueno, que se equilibraban el uno al otro. Estaban hechos para estar unidos, de eso no tenía ninguna duda. Besó con necesidad al italiano, antes de recoger las cosas y marcharse a su nueva casa, aquella que ya se había convertido en el hogar de ambos.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
No pude evitar ladear la sonrisa cuando pidió el postre para llevar, dos mousse de chocolate que pretendía devorar sobre su cuerpo.
-Estas muy sexy cuando te emborrachas, lo sabes -susurré contra sus labios sin dejar de deslizar mis dedos por sus muslos -te poner muy divertida, muy sensual -cada palabra moría en su boca, las risas se sucedían por parte de ambos sin dejar de mirarnos a los ojos, de que nuestra nariz se rozara y etéreos llegaran los besos al fundirse nuestros alientos con matices de vino.
Acabamos en casa, con una botella de champan para celebrar que íbamos a casarnos, a compartir nuestras vidas juntos, en cada esquina nos habíamos entretenido para besarnos, calientes como estábamos el camino fue tortuoso, mi camisa se arrugaba entre sus dedos, contra la puerta de nuestra mansión quedó su cuerpo, gimió apresada por el propio mientras mis manos alzaban su vestido entre gemidos roncos.
-Aun tenemos que bebernos esa botella -aseguré tratando de acertar con la llave en el bombillo de la puerta de la mansión mientras ella tiraba de mi rostro para seguir mordiendo mis belfos y enredando su lengua dentro y fuera de mi boca.
Mi verga presionaba su vientre bajo, ella se reía sin parar contra mis labios consciente de como estaba, la puerta cedió y ambos entramos por ella sin dejar de besarnos, mis dedos se perdieron en las cintas de su corseé aflojandolas entre gruñidos mientras de una patada cerraba la puerta de nuevo.
-Dame la botella -pedí para descorcharla. Estrella terminaba de desabrochar mis botones con esa mirada turbia y una sonrisa tonta impuesta ¿estas segura que puedes beber mas? -pregunté divertido cuando el rudo del corcho explosionó haciéndola reír de nuevo como una niña.
Llevé la boquilla a mis labios para dar un buen trago apurando la espuma que salia.
-Esta muy fría -aseguré relamiendome.
Se la pasé a Estrella para que la probara, mis manos acabaron de desnudar su pecho mientras el liquido carmesí empapaba sus labios y resbalaban algunas gotas de oro por ellos rumbo a sus pechos.
-Estas muy sexy Estrella. Aseuré bebiendo de su piel, mordiendo sus pezones, lamiéndolos entre gruñidos.
-Estas muy sexy cuando te emborrachas, lo sabes -susurré contra sus labios sin dejar de deslizar mis dedos por sus muslos -te poner muy divertida, muy sensual -cada palabra moría en su boca, las risas se sucedían por parte de ambos sin dejar de mirarnos a los ojos, de que nuestra nariz se rozara y etéreos llegaran los besos al fundirse nuestros alientos con matices de vino.
Acabamos en casa, con una botella de champan para celebrar que íbamos a casarnos, a compartir nuestras vidas juntos, en cada esquina nos habíamos entretenido para besarnos, calientes como estábamos el camino fue tortuoso, mi camisa se arrugaba entre sus dedos, contra la puerta de nuestra mansión quedó su cuerpo, gimió apresada por el propio mientras mis manos alzaban su vestido entre gemidos roncos.
-Aun tenemos que bebernos esa botella -aseguré tratando de acertar con la llave en el bombillo de la puerta de la mansión mientras ella tiraba de mi rostro para seguir mordiendo mis belfos y enredando su lengua dentro y fuera de mi boca.
Mi verga presionaba su vientre bajo, ella se reía sin parar contra mis labios consciente de como estaba, la puerta cedió y ambos entramos por ella sin dejar de besarnos, mis dedos se perdieron en las cintas de su corseé aflojandolas entre gruñidos mientras de una patada cerraba la puerta de nuevo.
-Dame la botella -pedí para descorcharla. Estrella terminaba de desabrochar mis botones con esa mirada turbia y una sonrisa tonta impuesta ¿estas segura que puedes beber mas? -pregunté divertido cuando el rudo del corcho explosionó haciéndola reír de nuevo como una niña.
Llevé la boquilla a mis labios para dar un buen trago apurando la espuma que salia.
-Esta muy fría -aseguré relamiendome.
Se la pasé a Estrella para que la probara, mis manos acabaron de desnudar su pecho mientras el liquido carmesí empapaba sus labios y resbalaban algunas gotas de oro por ellos rumbo a sus pechos.
-Estas muy sexy Estrella. Aseuré bebiendo de su piel, mordiendo sus pezones, lamiéndolos entre gruñidos.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
El regreso a casa se hizo largo a la vez que breve. Se perdieron en caricias, besos y mordiscos, pero ambos deseaban más y para ello necesitaban privacidad. El jinete estaba ansioso, lo cual no parecía ninguna novedad, pero las prisas de la española ya eran otro cantar. Entre risas y con cierta torpeza, buscaba como despojar al lobo de sus ropas en cuanto, al fin, cruzaron el umbral de su hogar.
El calor de Guerra era contagioso y se esparcía por todo el cuerpo de su prometida con cada contacto que compartían. El alcohol también tenía cierta influencia, pero nada en comparación a la pasión que el italiano era capaz de despertar en Estrella. El licántropo agarró la botella y la descorchó con los dientes, lo que hizo que la muchacha riera aún más mientras le desabotonaba la camisa. Sonrió al escucharle decir que el contenido estaba frío y aunque ella le dio un trago, le supo un tanto amargo. Era la primera vez que probaba el champán en su vida. Confirmó, entonces, que prefería el vino. Pero le daba igual, estaban de celebración y pensaba disfrutarlo todo. Así que le dejó a él beber de nuevo, pero antes de que pudiera tragar, le mordió los labios y coló su lengua entre ellos, en busca de la ajena. De un salto se le subió encima, abrazándole la cintura con las piernas, notando aquella abultada erección presionándole el trasero. En algo tenía razón el jinete, la española estaba ebria. Y como solía ocurrir con las bebidas espirituosas, la desinhibían. La enfermera solía ser muy comedida en su actuar, aunque también era cierto que en lo referente al sexo, había tenido un buen maestro que la ayudaba a soltarse con regularidad. Pero nunca había sido demasiado agresiva, era más de dejarse hacer que de atacar y, sin embargo, aquella noche, estaba tomando las riendas de la situación aunque no tuviera ni idea de lo que hacía. Sencillamente se dejaba llevar por las ganas que tenía de su pareja, por el subidón de temperatura y la pasión creciente que la consumía.
Devoró la boca foránea como si le fuera la vida en ello, dejando que las manos se pasearan por el desnudo torso del italiano, recorriendo cada marcado músculo, notando cómo se tensaban a su paso. Él correspondía con deseo, cargado de lujuria. Estrella se detuvo un instante para recuperar el aliento, dejando reposar su frente sobre la contraria y se perdió en los pardos que la observaban. -¿Por qué eres tan guapo?- Preguntó con toda la seriedad de la que fue capaz. No dejaba de admirarlo, de regodearse mentalmente en la suerte que tenía de estar con él, de quererse mutuamente, de que la deseara. -Te necesito...- Murmuró contra los belfos ajenos antes de besarlos, mas esta vez lo hizo con suavidad y muy despacio. En cuanto sus labios se apartaron de los del jinete, también lo hizo todo su cuerpo al dar un salto hacia atrás. Se tambaleó al aterrizar de puntillas y por poco no se fue de culo al suelo. Estalló en carcajadas porque todo le parecía divertido en su estado de embriaguez algo elevada. Dio dos pasos atrás, alcanzando la bolsa de papel y sacó uno de los tarros de mousse de chocolate. Lo destapó y hundió un dedo en él, llevándoselo directamente a la boca para chuparlo. Lamió bien la falange hasta dejarla limpia, eso último fuera de la cavidad para que Guerra lo viera bien. -Está delicioso… ¿Quieres probar?- Y antes de que éste pudiera responder, Estrella metió tres dígitos en el bote, impregnándolos bien del pastoso postres y se los llevó a uno de sus pechos, pintándolo con la pasta, dibujando la forma de la areola. Los deslizó hacia el centro y subió por el esternón, dejando tres líneas desgastadas en dirección al mentón y lo cruzó hasta que la mousse murió, una vez más, en sus labios. Sonrió de medio lado, relamiéndose. Sabía que estaba provocando de más a la bestia, pero en esos instantes se sentía poderosa y muy excitada. Quería que el lobo la devorara y no dejara nada. Así que, para terminar de tentar a su pareja, metió de nuevo aquellos dedos en el frasco, haciendo cuchara para coger más cantidad que antes y dejó el bote a un lado, para usar la mano libre al aflojarse la falda y en cuanto quedó sólo con las finas bragas, se manchó de chocolate desde el centro de sus pechos en dirección descendiente, pasando por encima del ombligo, pintando el monte de venus al escurrirse bajo la tela semi transparente y ya no pudo seguir, porque la fiera se lanzó sobre ella, cayendo los dos en la cama.
El calor de Guerra era contagioso y se esparcía por todo el cuerpo de su prometida con cada contacto que compartían. El alcohol también tenía cierta influencia, pero nada en comparación a la pasión que el italiano era capaz de despertar en Estrella. El licántropo agarró la botella y la descorchó con los dientes, lo que hizo que la muchacha riera aún más mientras le desabotonaba la camisa. Sonrió al escucharle decir que el contenido estaba frío y aunque ella le dio un trago, le supo un tanto amargo. Era la primera vez que probaba el champán en su vida. Confirmó, entonces, que prefería el vino. Pero le daba igual, estaban de celebración y pensaba disfrutarlo todo. Así que le dejó a él beber de nuevo, pero antes de que pudiera tragar, le mordió los labios y coló su lengua entre ellos, en busca de la ajena. De un salto se le subió encima, abrazándole la cintura con las piernas, notando aquella abultada erección presionándole el trasero. En algo tenía razón el jinete, la española estaba ebria. Y como solía ocurrir con las bebidas espirituosas, la desinhibían. La enfermera solía ser muy comedida en su actuar, aunque también era cierto que en lo referente al sexo, había tenido un buen maestro que la ayudaba a soltarse con regularidad. Pero nunca había sido demasiado agresiva, era más de dejarse hacer que de atacar y, sin embargo, aquella noche, estaba tomando las riendas de la situación aunque no tuviera ni idea de lo que hacía. Sencillamente se dejaba llevar por las ganas que tenía de su pareja, por el subidón de temperatura y la pasión creciente que la consumía.
Devoró la boca foránea como si le fuera la vida en ello, dejando que las manos se pasearan por el desnudo torso del italiano, recorriendo cada marcado músculo, notando cómo se tensaban a su paso. Él correspondía con deseo, cargado de lujuria. Estrella se detuvo un instante para recuperar el aliento, dejando reposar su frente sobre la contraria y se perdió en los pardos que la observaban. -¿Por qué eres tan guapo?- Preguntó con toda la seriedad de la que fue capaz. No dejaba de admirarlo, de regodearse mentalmente en la suerte que tenía de estar con él, de quererse mutuamente, de que la deseara. -Te necesito...- Murmuró contra los belfos ajenos antes de besarlos, mas esta vez lo hizo con suavidad y muy despacio. En cuanto sus labios se apartaron de los del jinete, también lo hizo todo su cuerpo al dar un salto hacia atrás. Se tambaleó al aterrizar de puntillas y por poco no se fue de culo al suelo. Estalló en carcajadas porque todo le parecía divertido en su estado de embriaguez algo elevada. Dio dos pasos atrás, alcanzando la bolsa de papel y sacó uno de los tarros de mousse de chocolate. Lo destapó y hundió un dedo en él, llevándoselo directamente a la boca para chuparlo. Lamió bien la falange hasta dejarla limpia, eso último fuera de la cavidad para que Guerra lo viera bien. -Está delicioso… ¿Quieres probar?- Y antes de que éste pudiera responder, Estrella metió tres dígitos en el bote, impregnándolos bien del pastoso postres y se los llevó a uno de sus pechos, pintándolo con la pasta, dibujando la forma de la areola. Los deslizó hacia el centro y subió por el esternón, dejando tres líneas desgastadas en dirección al mentón y lo cruzó hasta que la mousse murió, una vez más, en sus labios. Sonrió de medio lado, relamiéndose. Sabía que estaba provocando de más a la bestia, pero en esos instantes se sentía poderosa y muy excitada. Quería que el lobo la devorara y no dejara nada. Así que, para terminar de tentar a su pareja, metió de nuevo aquellos dedos en el frasco, haciendo cuchara para coger más cantidad que antes y dejó el bote a un lado, para usar la mano libre al aflojarse la falda y en cuanto quedó sólo con las finas bragas, se manchó de chocolate desde el centro de sus pechos en dirección descendiente, pasando por encima del ombligo, pintando el monte de venus al escurrirse bajo la tela semi transparente y ya no pudo seguir, porque la fiera se lanzó sobre ella, cayendo los dos en la cama.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Edad : 31
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Toda mi sangre se acumulaba en mi palpitante verga que la apuntaba con el glande rojo y rezumante, Estrella era con la mujer con la que había descubierto muchas cosas, entre ellas que podía ademas de ser jinete y lobo, ser hombre. Tenerla entre mis brazos caldeaba mi cuerpo, eso, el alcohol y la idea de formar nuestra familia me hacia gruñir complacido contra sus belfos al morderlos, lamerlos entre roncos jadeos.
De normal Estrella se dejaba llevar, pero hoy, ebria, parecía necesitar mucho mas y de un salto se encaramó a mi cuerpo. Mis manso afianzaron sus nalgas y mi polla erguida y dura como una piedra casi la estaca porque estaba tan mojada que resbalaba hasta sus abismos.
Estrella se echo a reir la notar mi desesperación, el ambarino tono de mis ojos que delataba lo cachondo que estaba y como para no estarlo, esa mujer era una la manzana y por Dios que mordería de ella hasta embriagarme mas de lo que estaba.
Estrella juguetona dio un salto hacia atrás tambaleándose, mis estrellas rojas siguieron su cuerpo entre gruñidos, como un animal al acecho ladeé ligeramente la cabeza incluso juraría me agazapé lo suficiente como parecer exactamente lo que era, una bestia.
Mi prometida deslizó su diestra hasta el bote de chocolate y provocandome untó dos dedos para manchar entre caricias sus pezones no sin antes meter el elixir de los dioses en su boca.
-Eres muy mala -dije con la voz ronca aun inmóvil mientras ella se reía -y estas muy buena.
Mas chocolate esta vez para tomar un camino descendente surcando su vientre, la media luna de su ombligo y quitándose la falda el monte de venus y su coño encendido.
Me abalancé sobre ella incapaz de aguantar mas, caímos entre risas sobre el lecho manchando las sabanas blancas de marrón.
Nuestros cuerpos friccionaban y la mousse resbalaba entre ellos mientras mi boca hambrienta empezaba por engullir sus pechos, morder sus pezones rojizos tirando de sus astas con mis dientes para luego mamar de ellas chocolate caliente.
Me estaba poniendo muchísimo y al chocolate se le unió mi liquido preseminal que escurría por sus muslos junto a su esencia.
Baje entre risas por su vientre, lamiendo los trozos de chocolate mientras ella divertida se reía porque le hacia cosquillas, peor al llegar a su centro un jadeo escapó de sus labios y caliente como estaba su pelvis ascendió a mi encuentro con ganas de que me lo comiera todo.
Su coño estaba abierto como un abrevadero de patos, mi lengua recogió avida cada dulce esencia engullendo su clítoris, tirando de él con saña.
Sus manos aferraron mi pelo oscuro para acercarme mas para que siguiera follándomela con la boca sin parar.
Mi lengua como una serpiente marina se hundió en cada recoveco, repasando cada pliegue.
De normal Estrella se dejaba llevar, pero hoy, ebria, parecía necesitar mucho mas y de un salto se encaramó a mi cuerpo. Mis manso afianzaron sus nalgas y mi polla erguida y dura como una piedra casi la estaca porque estaba tan mojada que resbalaba hasta sus abismos.
Estrella se echo a reir la notar mi desesperación, el ambarino tono de mis ojos que delataba lo cachondo que estaba y como para no estarlo, esa mujer era una la manzana y por Dios que mordería de ella hasta embriagarme mas de lo que estaba.
Estrella juguetona dio un salto hacia atrás tambaleándose, mis estrellas rojas siguieron su cuerpo entre gruñidos, como un animal al acecho ladeé ligeramente la cabeza incluso juraría me agazapé lo suficiente como parecer exactamente lo que era, una bestia.
Mi prometida deslizó su diestra hasta el bote de chocolate y provocandome untó dos dedos para manchar entre caricias sus pezones no sin antes meter el elixir de los dioses en su boca.
-Eres muy mala -dije con la voz ronca aun inmóvil mientras ella se reía -y estas muy buena.
Mas chocolate esta vez para tomar un camino descendente surcando su vientre, la media luna de su ombligo y quitándose la falda el monte de venus y su coño encendido.
Me abalancé sobre ella incapaz de aguantar mas, caímos entre risas sobre el lecho manchando las sabanas blancas de marrón.
Nuestros cuerpos friccionaban y la mousse resbalaba entre ellos mientras mi boca hambrienta empezaba por engullir sus pechos, morder sus pezones rojizos tirando de sus astas con mis dientes para luego mamar de ellas chocolate caliente.
Me estaba poniendo muchísimo y al chocolate se le unió mi liquido preseminal que escurría por sus muslos junto a su esencia.
Baje entre risas por su vientre, lamiendo los trozos de chocolate mientras ella divertida se reía porque le hacia cosquillas, peor al llegar a su centro un jadeo escapó de sus labios y caliente como estaba su pelvis ascendió a mi encuentro con ganas de que me lo comiera todo.
Su coño estaba abierto como un abrevadero de patos, mi lengua recogió avida cada dulce esencia engullendo su clítoris, tirando de él con saña.
Sus manos aferraron mi pelo oscuro para acercarme mas para que siguiera follándomela con la boca sin parar.
Mi lengua como una serpiente marina se hundió en cada recoveco, repasando cada pliegue.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
La cama crujió al caer los dos a la vez sobre el colchón, resintiéndose por la brusquedad con la que el lobo se abalanzaba sobre su presa. Estrella, entre risas y cargada de excitación, jadeaba y gemía con cada lamida, mordisco y succión de su prometido a sus endurecidos pezones y turgentes tetas. Los dedos de la española se enredaron en los mechones castaños ajenos, acompañando cada movimiento, instándole a seguir casi entre súplicas, retorciéndose bajo el cuerpo foráneo que la apresaba y hacía arder al mismo tiempo, llenándola de placer.
La boca del licántropo descendía, devorando todo resto de mousse de chocolate a su paso y dejando el calor de su saliva impregnando la piel de la mujer que pronto sería su esposa. Aquella era su despedida de soltero, lo estaban celebrando a lo grande y en la mejor de las compañías. Los dos estaban ebrios, de alcohol y del otro, de caricias, de deseo, de besos y mordidas, necesitados de poseerse, de sexo salvaje, de amarse.
En cuanto los labios del italiano atacaron los vaginales de Estrella, tras haber rasgado la fina tela de sus braguitas, ella arqueó la espalda, gimiendo alto. Echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. -Guerra, oh, Guerra... cómo me gusta eso…- Se mordió el labio inferior, se lo relamió y jadeó, apretando con sus manos para que el lobo no apartara la cara de entre sus piernas. La estaba volviendo loca con los movimientos de lengua, las succiones y los tirones. Toda ella se revolvía y sin poder contenerse más, se corrió, mojando el rostro del jinete entre espasmos y jadeos fuertes.
Le costó unos segundos largos recuperar la cordura, el aliento. Soltó el pelo ajeno con la diestra, antebrazo que usó para apoyarse en el colchón y medio incorporarse, quedando ligeramente sentada y con las piernas abiertas y flexionadas. -Bésame primero y deja que luego sea yo… la que disfrute del postre...- Murmuró con la respiración agitada, mirando de soslayo el tarro medio vacío de mousse y luego la endurecida y palpitante verga del licántropo. La punta enrojecida brillaba, clamando atención y, aunque la española sabía que los dos deseaban que la penetrara, quería disfrutar la noche, prolongarla y que no fuera sólo una vez que el lobo se corriera. -Vamos, bésame.- Guerra parecía un poco ido, no sabía si por lo proactiva que estaba siendo ella o por qué, pero se sentía algo impaciente, así que estiró la zurda, le atrajo de la nuca y le devoró los labios como no lo había hecho nunca, inclinándose cada vez más sobre él, empujándole con el peso de su cuerpo, apegándose con sus senos al pecho foráneo. Así hasta que cambiaron las posiciones y fue el italiano el que quedó medio sentado y ella ligeramente tumbada sobre él.
Se separó de la boca ajena, relamiéndose y bajó con un reguero de besos por el cuello del jinete, lamiéndole la nuez, las clavículas y hasta le mordió uno de los pezones.
La boca del licántropo descendía, devorando todo resto de mousse de chocolate a su paso y dejando el calor de su saliva impregnando la piel de la mujer que pronto sería su esposa. Aquella era su despedida de soltero, lo estaban celebrando a lo grande y en la mejor de las compañías. Los dos estaban ebrios, de alcohol y del otro, de caricias, de deseo, de besos y mordidas, necesitados de poseerse, de sexo salvaje, de amarse.
En cuanto los labios del italiano atacaron los vaginales de Estrella, tras haber rasgado la fina tela de sus braguitas, ella arqueó la espalda, gimiendo alto. Echó la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos. -Guerra, oh, Guerra... cómo me gusta eso…- Se mordió el labio inferior, se lo relamió y jadeó, apretando con sus manos para que el lobo no apartara la cara de entre sus piernas. La estaba volviendo loca con los movimientos de lengua, las succiones y los tirones. Toda ella se revolvía y sin poder contenerse más, se corrió, mojando el rostro del jinete entre espasmos y jadeos fuertes.
Le costó unos segundos largos recuperar la cordura, el aliento. Soltó el pelo ajeno con la diestra, antebrazo que usó para apoyarse en el colchón y medio incorporarse, quedando ligeramente sentada y con las piernas abiertas y flexionadas. -Bésame primero y deja que luego sea yo… la que disfrute del postre...- Murmuró con la respiración agitada, mirando de soslayo el tarro medio vacío de mousse y luego la endurecida y palpitante verga del licántropo. La punta enrojecida brillaba, clamando atención y, aunque la española sabía que los dos deseaban que la penetrara, quería disfrutar la noche, prolongarla y que no fuera sólo una vez que el lobo se corriera. -Vamos, bésame.- Guerra parecía un poco ido, no sabía si por lo proactiva que estaba siendo ella o por qué, pero se sentía algo impaciente, así que estiró la zurda, le atrajo de la nuca y le devoró los labios como no lo había hecho nunca, inclinándose cada vez más sobre él, empujándole con el peso de su cuerpo, apegándose con sus senos al pecho foráneo. Así hasta que cambiaron las posiciones y fue el italiano el que quedó medio sentado y ella ligeramente tumbada sobre él.
Se separó de la boca ajena, relamiéndose y bajó con un reguero de besos por el cuello del jinete, lamiéndole la nuez, las clavículas y hasta le mordió uno de los pezones.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Edad : 31
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Mi lengua serpenteaba su coño ávida de engullirlo y arrastrarlo conmigo al pecado, a la lujuria y al desenfreno de una despedida completamente ebrios, era mi boca la que besaba sus bajos otorgándole el perdón de una promesa, la de un matrimonio para los dos. Sus dedos mantenían mi cabeza en entre sus piernas mientras su pelvis me buscaba ansiosa de sentirme jugar con cada pliegue y botón hinchado de su coño empapado.
Al borde del abismo cayó en picado sus piernas temblaron y su sexo escupió en mi cara la corrida que sus paredes sacudían por el orgasmo.
Me relamí mirándola con los ojos incendiados en ámbar, y con la mano acerque los restos que quedaban en mis mejillas para lamerlos mientras ella con la mirada turbia y recobrando el aliento seguía sacudiéndose de placer ante la erótica imagen.
-mi poolla quieere que la entierres en tu boca -pedí arrastrando las palabras.
Estrella estaba desfasada, colo sus dedos en su centro queriendo mas y sin pensarlo me empujo para que viera como se abría los labios vaginales y como sus dedos jugaban donde mi punta llena de sangre quería colarse.
-Ufffff, así me correré muy pronto -aseguré besándola como me había pedido, enredando nuestras lenguas, mordiéndonos con ganas hasta hinchar nuestros labios por la violencia.
-Estrella -jadeé contra su boca sintiendo su calor -dios -gemí sintiendo el cadencioso baile de su cuerpo serpenteando perlado en sudor sobre el mio.
Pero Estrella tenía otros planes y entre risas recuperó el bote de chocolate para sentarse sobre mis piernas medio tambaleándose, íbamos los dos con un buen globo y se notaba por como hacíamos todo completamente perdidos en nosotros mismos.
Untó los dedos y pringó la punta para después descender como si pintara por todo mi tronco hasta manchar mis testículos.
-vas a tomar choocolaate.
Ella asintió metiéndose los dedos bañados de su propio sexo y de mousse en la boca para limpiarlos y sin mas preámbulos se agachó para lamer despacio la base recogiendo con su lengua el chocolate y sintiendo como la sangre se agolpaba moviendo mi verga frente al calor de sus labios.
-me estas poniendo muy cachondo.
Al borde del abismo cayó en picado sus piernas temblaron y su sexo escupió en mi cara la corrida que sus paredes sacudían por el orgasmo.
Me relamí mirándola con los ojos incendiados en ámbar, y con la mano acerque los restos que quedaban en mis mejillas para lamerlos mientras ella con la mirada turbia y recobrando el aliento seguía sacudiéndose de placer ante la erótica imagen.
-mi poolla quieere que la entierres en tu boca -pedí arrastrando las palabras.
Estrella estaba desfasada, colo sus dedos en su centro queriendo mas y sin pensarlo me empujo para que viera como se abría los labios vaginales y como sus dedos jugaban donde mi punta llena de sangre quería colarse.
-Ufffff, así me correré muy pronto -aseguré besándola como me había pedido, enredando nuestras lenguas, mordiéndonos con ganas hasta hinchar nuestros labios por la violencia.
-Estrella -jadeé contra su boca sintiendo su calor -dios -gemí sintiendo el cadencioso baile de su cuerpo serpenteando perlado en sudor sobre el mio.
Pero Estrella tenía otros planes y entre risas recuperó el bote de chocolate para sentarse sobre mis piernas medio tambaleándose, íbamos los dos con un buen globo y se notaba por como hacíamos todo completamente perdidos en nosotros mismos.
Untó los dedos y pringó la punta para después descender como si pintara por todo mi tronco hasta manchar mis testículos.
-vas a tomar choocolaate.
Ella asintió metiéndose los dedos bañados de su propio sexo y de mousse en la boca para limpiarlos y sin mas preámbulos se agachó para lamer despacio la base recogiendo con su lengua el chocolate y sintiendo como la sangre se agolpaba moviendo mi verga frente al calor de sus labios.
-me estas poniendo muy cachondo.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Era la primera vez que tenía el control, por decirlo de algún modo, ya que iba bastante ebria, pero no hasta el punto de olvidar lo que estaba haciendo o no ser consciente de ello. Sabía lo que hacía, sabía bien por qué y el cómo, sencillamente, salía solo.
En cuanto tuvo el falo ajeno bañado en chocolate, se colocó entre las piernas del jinete, arrodillada y dejó el bote de mousse a un lado. Se inclinó, apoyando ambas manos en los muslos foráneos y fue descendiendo hasta que su aliento bañado en alcohol rozó la verga de Guerra. Aspiró lentamente, el aroma a sexo y cacao impregnaba todos sus sentidos y la llamaba. Estaba salivando y se relamió despacio antes de sacar la lengua y recorrer con ésta desde los testículos hasta el glande. Sin embargo, éste último no llegó a tocarlo, pues se detuvo justo en el frenillo para estimularlo con la punta de la sinhueso.
Los ojos de pupilas dilatadas y bailarinas de Estrella, oscilaban entre observar aquello que se estaba comiendo y el rostro lleno de placer de su pareja. Verle así, escucharle gemir, notar como se retorcía con sus actos y oírle decir lo cachondo que le ponía, a ella la calentaba sobremanera. Su coño estaba empapado, tanto por la saliva del lobo que minutos atrás se lo había estado comiendo como por sus propios fluidos producidos por la gran excitación que suscitaba la situación en la española.
Se apoyó con el antebrazo derecho en el regazo ajeno, liberando así la mano, y llevo ésta a sujetar la polla del italiano. Tiró de la piel, masturbándolo un par de veces y, tras despegar los labios y jadear contra el capullo, lo engulló, succionando de manera ruidosa. Quería complacer al licántropo y, además, su falo sabía delicioso todo envuelto en rica mousse de chocolate. Usó la lengua para acariciar el tronco o hurgar en la uretra, mientras seguía chupando con ansia con el interior de las mejillas y sus carnosos labios llenos de saliva que se escurría por las comisuras a cada succión que daba.
El cuerpo de ella se movía hacia delante y hacía atrás. De hecho, en cierto momento, había pasado de estar entre las piernas del jinete para colocarse sobre una de ellas y se frotaba de manera insistente contra su espinilla mientras se la mamaba. Los pezones de Estrella estaban endurecidos y rozaban las sábanas a cada vaivén de sus caderas que empujaban el torso contra el cuerpo ajeno y la cama.
Llegó un momento en que empujó con tal énfasis hacia delante que se atragantó con la verga y tuvo una arcada que hizo que con la laringe estrangulara la polla del lobo. Se echó hacia atrás, tosiendo y con el antebrazo se limpió la boca de babas y restos de chocolate. -¿Vas a hacerme tuya ya?- Preguntó tras tragar con cierta dificultad, colocada de rodillas, pero medio sentada y aún moviendo la pelvis para masturbarse con la extremidad de su prometido. Estaba desesperada.
En cuanto tuvo el falo ajeno bañado en chocolate, se colocó entre las piernas del jinete, arrodillada y dejó el bote de mousse a un lado. Se inclinó, apoyando ambas manos en los muslos foráneos y fue descendiendo hasta que su aliento bañado en alcohol rozó la verga de Guerra. Aspiró lentamente, el aroma a sexo y cacao impregnaba todos sus sentidos y la llamaba. Estaba salivando y se relamió despacio antes de sacar la lengua y recorrer con ésta desde los testículos hasta el glande. Sin embargo, éste último no llegó a tocarlo, pues se detuvo justo en el frenillo para estimularlo con la punta de la sinhueso.
Los ojos de pupilas dilatadas y bailarinas de Estrella, oscilaban entre observar aquello que se estaba comiendo y el rostro lleno de placer de su pareja. Verle así, escucharle gemir, notar como se retorcía con sus actos y oírle decir lo cachondo que le ponía, a ella la calentaba sobremanera. Su coño estaba empapado, tanto por la saliva del lobo que minutos atrás se lo había estado comiendo como por sus propios fluidos producidos por la gran excitación que suscitaba la situación en la española.
Se apoyó con el antebrazo derecho en el regazo ajeno, liberando así la mano, y llevo ésta a sujetar la polla del italiano. Tiró de la piel, masturbándolo un par de veces y, tras despegar los labios y jadear contra el capullo, lo engulló, succionando de manera ruidosa. Quería complacer al licántropo y, además, su falo sabía delicioso todo envuelto en rica mousse de chocolate. Usó la lengua para acariciar el tronco o hurgar en la uretra, mientras seguía chupando con ansia con el interior de las mejillas y sus carnosos labios llenos de saliva que se escurría por las comisuras a cada succión que daba.
El cuerpo de ella se movía hacia delante y hacía atrás. De hecho, en cierto momento, había pasado de estar entre las piernas del jinete para colocarse sobre una de ellas y se frotaba de manera insistente contra su espinilla mientras se la mamaba. Los pezones de Estrella estaban endurecidos y rozaban las sábanas a cada vaivén de sus caderas que empujaban el torso contra el cuerpo ajeno y la cama.
Llegó un momento en que empujó con tal énfasis hacia delante que se atragantó con la verga y tuvo una arcada que hizo que con la laringe estrangulara la polla del lobo. Se echó hacia atrás, tosiendo y con el antebrazo se limpió la boca de babas y restos de chocolate. -¿Vas a hacerme tuya ya?- Preguntó tras tragar con cierta dificultad, colocada de rodillas, pero medio sentada y aún moviendo la pelvis para masturbarse con la extremidad de su prometido. Estaba desesperada.
Estrella Díaz- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 12/11/2014
Edad : 31
Re: Yes, I will // Privado - Guerra
Embravecido por como mi futura esposa se encontraba tiré hacia atrás la cabeza dejando escapar por mis labios mi alcohólico aliento. Estrella iba muy borracha y eso la había liberado tanto que con sus dedos sacudiendo la piel del tronco lamía mi glande rezumante, endureció la lengua para torturar mi uretra.
-Joder... -gemí con la voz tomada empujando mi pelvis hacia su boca para que la engullera.
El sabor de mi sexo y del chocolate se fundió en su boca, chupó de forma sonora enterrándola entera dentro de ella, casi tocando su campanilla, gruñí empujando mas adentro, estaba fuera de mi.
Agarré su pelo enredando entre mis dedos los mechones de su pelo, tire para que se la tragara mas.
-Así nena -dije colando mis manos en ese escote y apretando las tetorras, pellizcando esos pezones tirándolos hacia bajo mientras ella gemía de placer.
Estrella fuera de si arrastró su coño por mi espenilla masturbándose completamente excitada con ella, dejando allí un reguero de fluidos mientras me la comía con fervor, tal fue así que llegó a atragantarse con mi verga dando una arcada que estrangulo mi punta y me hizo gruñir centrando en sus estrellas mis ámbar.
Con su mano apartó las babas manchadas de chocolate y sin dejar de restregarse me pido con impaciencia que me la follara.
No esperé ni que acabara la frase, antes de que arrastrara la única palabra la volqué sobre la cama. Su pelo caía en cascada por el borde, sus piernas ase abrieron para acogerme y la estoque con tanta fuerza que su espalda se arqueó y un grito murió en mis labios.
Su coño abierto como la boca de una cueva sonaba como una charca, chapoteando con cada movimiento pendular de mis caderas.
Mordí su barbilla, repasé su cuello con mis dientes marcando su piel con saña.
-Miá -rugí dejando un chupeton sin dejar de follármela -miá -gruñí dejando lamidas.
Alzó la cabeza, ella misma repitió esa palabra contra mi boca, nuestras lenguas danzaron violentas dentro y fuera de nuestras bocas mientras perlados en sudor seguíamos follando como dos bestias.
-Joder... -gemí con la voz tomada empujando mi pelvis hacia su boca para que la engullera.
El sabor de mi sexo y del chocolate se fundió en su boca, chupó de forma sonora enterrándola entera dentro de ella, casi tocando su campanilla, gruñí empujando mas adentro, estaba fuera de mi.
Agarré su pelo enredando entre mis dedos los mechones de su pelo, tire para que se la tragara mas.
-Así nena -dije colando mis manos en ese escote y apretando las tetorras, pellizcando esos pezones tirándolos hacia bajo mientras ella gemía de placer.
Estrella fuera de si arrastró su coño por mi espenilla masturbándose completamente excitada con ella, dejando allí un reguero de fluidos mientras me la comía con fervor, tal fue así que llegó a atragantarse con mi verga dando una arcada que estrangulo mi punta y me hizo gruñir centrando en sus estrellas mis ámbar.
Con su mano apartó las babas manchadas de chocolate y sin dejar de restregarse me pido con impaciencia que me la follara.
No esperé ni que acabara la frase, antes de que arrastrara la única palabra la volqué sobre la cama. Su pelo caía en cascada por el borde, sus piernas ase abrieron para acogerme y la estoque con tanta fuerza que su espalda se arqueó y un grito murió en mis labios.
Su coño abierto como la boca de una cueva sonaba como una charca, chapoteando con cada movimiento pendular de mis caderas.
Mordí su barbilla, repasé su cuello con mis dientes marcando su piel con saña.
-Miá -rugí dejando un chupeton sin dejar de follármela -miá -gruñí dejando lamidas.
Alzó la cabeza, ella misma repitió esa palabra contra mi boca, nuestras lenguas danzaron violentas dentro y fuera de nuestras bocas mientras perlados en sudor seguíamos follando como dos bestias.
Guerra- Licántropo Clase Alta
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