Un caballero no olvida [Eris]

por **Phineas Eldridge** Lun Oct 24, 2016 6:05 pm

Las calles de Paris eran un lugar demasiado raro para mí. Caminé aquella noche con mi bastón debajo del brazo, era una costumbre de familia eso de andar siempre con algo a mano. Por un lado mi padre solía decir que un verdadero caballero siempre debe tener a su alcance algo con lo que sostenerse en caso de no estar en condiciones para continuar caminando, después de todo la imagen presentada ante los demás suele ser mucho más importante que cualquier otra cosa. Ahora, podría pensarse que yo mismo debería haber cambiado ciertas costumbres una vez que cambié... que cambié mi estilo de vida, pero, como muchos de los míos que he conocido, es mejor siempre mantener un aura de buena clase porque al fin y al cabo aquello puede hacer la diferencia el día de hoy.

Pero en fin, a lo que iba. Estas calles eran raras porque jamás las conocí ni las conoceré de día. No es un lamento, es un hecho. Jamás viajé a París cuando mi corazón estaba latiendo y ahora era imposible hacerlo durante el día. Por lo tanto era raro andar por una ciudad que jamás he visto iluminada de forma natural, de todas formas lo hice.

A mi gusto era una ciudad sobrepoblada, casi no había lugar para meter otra alma en este sitio. Agradecí profundamente a mi propio instinto por no haberme permitido venir antes, si ahora era complicado para mí poder luchar contra mi hambre, entonces francamente hubiese sido imposible hacerlo cuando esta superaba a todos mis demás sentidos. Miré a una mujer que a esas horas de la noche paseaba con su pequeño, parecía apresurada porque algo le estaba sucediendo. Por un momento pensé quizás ofrecerle mi ayuda pero desistí, no hubiese sido propio de mi parte entrometerme en sus asuntos.

Viré en una esquina para alejarme un poco de las calles centrales, atento a mi alrededor puesto que este lugar no lo conocía al revés ni al derecho, así que más me valía grabar en mi cabeza las señales de mi posición actual para así no perderme en el camino de regreso. Si me pasaba toda la noche fuera y tenía que regresar con prisa a mi escondite, entonces una curva mal tomada podría significar la vida o la muerte.

por **Eris Van der Woodsen** Lun Oct 31, 2016 5:42 pm

Alguien limpia la celda de la tortura,
que no quede la sangre ni la amargura...

Ante mis ojos existían varios tipo de personas, una de ellas eran los humanos especiales que para mí eran intocables ¿Podía ser yo capaz? La verdad de las cosas sí, me abstenía de algunas almas que me servían más con vida y claramente que no me temieran, entre esas almas se encontraba la perfumista y la herrera, dos mujeres extraordinarias que me ayudaban al igual que yo les prestaba un poco de ayuda, extraño pero con los años uno aprendía de estos seres insignificantes, luego estaban los humanos imbéciles, de los cuales veían a una mujer bonita y faltaba poco que le lamieran los pies, esos humanos me servían para beber casualmente, eran seres sin importancia, luego estaban los esclavos de sangre, pocos escogidos con lupa a quienes les proporcionaba un poco de lo mío y ellos me daban de lo suyo, estos los dominaba, los amaba a todos y a ninguno a la vez… y luego estaban los humanos puros, seres que no conocían nada sobre las sombras… aquellos eran los más exquisitos, con los que podías jugar, engañar… desear y hasta toca… claramente tenia mis límites y podía decir que uno que otro puro con el tiempo pasaba a ser nada más ni nada menos que mi esclavo de sangre. Tome la copa de que poseía sangre de uno de mis favoritos y sobre el balcón me apoyé a observa aquella ciudad apestada de seres tan o más peligrosos que yo.

De las alturas de mi balcón observe por las calles que a esas horas parecía desoladas uno que otro transeúnte divagaba apresurados, los peligros de Paris estaban a la vuelta de la esquina. Sonreí ampliamente bebiendo aquel elixir que aún estaba tibio, saboree mientras pasaba por mi paladar y luego ingreso lentamente por mi garganta. Siempre lo que me gustaba demasiado intentaba disfrutarlo de la mejor manera.

Inspire aire profundamente y el aroma de una pequeña alma pura andaba por la superficie, guie mi mirada y una mujer con su hijo caminaban – Pequeño… pequeño es muy tarde para andar de la mano de tu madre… más por las calles donde el demonio habita – dije al viento mientras acomodaba mi cabellera a un costado de mis hombros y la briza traía consigo algo más que un aroma dulce… un aroma conocido… un aroma que dejo mis sentidos abiertos y con un movimiento brusco la copa callo por el balcón topando con el suelo y partiéndose en mil pedazos, el cristal perturbo la pequeña paz que había por las calles y como cual cazador busca a su presa apoyada con ambas manos en el balcón comencé a buscar al hombre que tenía ese aroma….

El recuerdo era más profundo mientras sentía que la fragancia se acercaba más y más a mi… una media sonrisa se posó en mis labios cuando la silueta apareció en una esquina… una dama siempre recordaba y guardaba en secreto cada una de sus conquistas… yo si de algo me caracterizaba era de recordar cada uno de los rostros de los que bebía, cada uno de los aromas de mis esclavos, cada rostro de quienes había transformado… a final de cuentas no serían lo que son… si no fuera por mi… -Phineas Eldridge – susurre al viento casi para que mis palabras llegaran a sus oídos…

por **Phineas Eldridge** Miér Nov 30, 2016 12:11 pm

Tenía que abrirme caminos en esta ciudad, después de todo había llegado hacía sólo un par de semanas y por lo tanto debía irme con extra cuidado al no tener a nadie conocido por aquí. De todas formas no era algo que me tuviera con la soga al cuello, ya llegaría el momento de presentarme a otros... seres. Por el momento lo único que tenía en mi cabeza durante esta noche era reconocer el lugar lo más posible antes del amanecer, crearme una imagen mental del sitio en que el que me vine a meter y, sobre todo, saber dónde caí en términos de las personas y el ambiente que se daba.

La mujer que paseaba con su niño miró hacia todos los costados y de forma súbita entró a un callejón, durante un momento largo pensé que estaba escondiéndose de algo pero la vi salir al otro lado hecha un rayo antes de entrar a un edificio de la calle contigua a la que yo transitaba. Estuve a punto de tomar el mismo camino por tema de curiosidad cuando escuché aquel sonido de vidrios rotos. Por algún motivo mi sentido de alerta se encendió como si se tratara de las noches en el centro de esta ciudad. Miré a mi alrededor de forma cuidadosa y casual buscando todas las posibles rutas desde donde podría venir un ataque. No iba a ser mi primer encuentro con algún cazador o un grupo de estos, jamás tuve que matar a nadie pero sí debí defenderme usando mis fuerzas. Escuché mi nombre en un susurro bajo que llegó a mí sólo gracias a mis sentidos de... de criatura nocturna.

Miré hacia arriba y entonces la vi. Ahí estaba ella. Tan hermosa como la luz de la luna sobre los campos de cultivo. Tan serena como brisa nocturna. Tan... tan letal como sólo una criatura nocturna podía serlo. No la había olvidado, obvio, pero tampoco la recordaba por los motivos correctos. Sí, caí en sus garras y me convertí en su esclavo, pero no existía ya esa emoción en mí. Alcé mi ceja y le dediqué una lenta reverencia desde mi posición, puse mi bastón debajo de mi brazo antes de comenzar a caminar de nuevo. Por este día mi tarea estaba más que cumplida, ya sabía dónde podría encontrarla en el futuro.

-Mi dama Van der Woodsen, ha sido un placer esta noche poder contemplarle. Aunque lamento que esta conversación no pueda extenderse mucho más. Es mi deber volver a mi hogar temporal antes del amanecer -la elección de palabras no era una casualidad ni nada parecido, era para darle un pequeño recordatorio de aquello en que ella me convirtió y dejarle notar que seguía siendo aquel mismo hombre al que ella utilizó.

por **Eris Van der Woodsen** Dom Ene 15, 2017 6:28 pm

Paris simplemente era una ciudad corrompida por la sombras, era claro que no todos los vampiros eran malos pero tampoco todos eran buenos, yo estaba en el punto medio, ni de lo uno de lo otro, me alimentaba de almas perdidas, de pobres hombres que buscaban experimentar más allá de las sombras, esclavos solo para entretención, convertidos muy pocos y Phineas era uno de aquellos que estaba en mi lista de convertidos, yo prácticamente fui su Dios en algún momento de su vida… como le pague con la inmortalidad, sonreí ampliamente mientras frente a frente quedábamos, inspire profundamente llenándome de ese aroma que ni el tiempo había borrado. Moví mi cabeza de lado a lado – Aun molesto por darte el regalo de la vida eterna en la oscuridad - hice un puchero mirando sus ojos perfectos, el atractivo con la nueva condición vampírica le favorecía, seguía siendo un caballero, uno que antes hubiera dado la vida por protegerme.

Sabes que no te dejare ir así como así – levante mis cejas y me acerque a él acortando la distancia que nos separaba – Monsieur Eldridge – utilice las palabras que alguna vez le dedique a él y a su padre – No dejaras que esta dama camine por las calles tétricas de un Paris olvidado – hacía mucho tiempo la debilidad de los Eldridge era la caballerosidad tenia fe que eso no se perdía –O tal vez me sirvas de compañía para esta noche tan desolada que parece que ni la luna quisiera acompañarme – hacerme la víctima en alguna época sirvió, ahora con el no teína los mismos efectos, pero al final lo conocía, no me dejaría sola, mejor dicho aun podía caer bajo mis garras. ¿Qué tenía preparado? En realidad solo una caminata por los viejos tiempo, no era algo cotidiano encontrarse con mi favorito en parís. Tomándolo del brazo comencé a caminar, prácticamente arrastrándolo a mi paso, mi fuerza me ayudaba mis encantos… aun no los ocupaba – Que te ha traído a esta ciudad – le susurre al oído mientras seguía arrastrándolo por la calle.

No aceptaba un NO como respuesta y el mejor que nadie lo sabía, no era muy sano llevarme la contra, ni mucho menos dejarme sola cuando no quería estarlo, si bien su sangre no era la misma, siempre podría probarlo y dejar que probara… al final el siempre terminaría deseándome ya que un esclavo de sangre nunca… olvida la sangre que le dio de beber.

Aun con las cartas a mi favor, Phineas era y seguiría siendo uno de los únicos por los cuales había llegado a sentir algo… algo que aún no tenía nombre y esperaba que siguiera de la misma forma aún faltaban poco más de tres horas para que el amanecer nos llevara a escondernos a nuestros aposentos, tres horas que tenían que ser eternas si quería aprovechar este inesperado encuentro. Con el tiempo tenia mis reglas, una que otra vez las rompía pero por el momento necesitaba saber… conocer que lo traía por aquí, que había en Paris para que mi viejo amante estuviera aquí… ¿Destino? No creía en esas barbaridades… algo había detrás… siempre había algo.

por **Phineas Eldridge** Dom Ene 15, 2017 11:35 pm

Eris se acercó hacia mí de manera peligrosa. Y no me refiero a un peligro de muerte en este caso. Siempre estuve consciente de que ella era una mujer que sabía utilizar muy bien sus encantos y en esta ocasión estaba claro que debía estar tan alerta como en una pelea contra cazadores.

Sus palabras llegaban a mí como una seda, pero en el fondo después de mis años de experiencia con ella estaba claro que eso era de forma precisa lo que buscaba. Quería ver que me rendía ante sus pies. Cada una de sus frases estaba preparada para convencerme de acompañarle y, muy a mi pesar, no tuve alternativa después de sus convincentes argumentos.

Mi padre, mi abuelo antes que él y muchas generaciones atrás eran de los pocos caballeros realmente dignos. Modales perfectos y siempre prestos a ofrecer nuestra ayuda a alguna dama en apuros. No iba a engañarme tampoco, la característica que menos poseía esta mujer era la de ser una dama en apuros pero su actuación podía colar perfectamente.

Me llevó arrastrándome en un principio pero luego moderé mi paso al suyo para que esto no pareciera lo que realmente era. -No me molesta lo que ha hecho con mi... naturaleza, Madame Van der Woodsen. Tampoco estoy molesto porque en este mismo momento me ha forzado usted a acompañarle en su caminata -dije con tono casual evadiendo en primera instancia su pregunta, a la cual daría respuesta en unos segundos más.

-Lo que me ha traído acá, y es un asunto que me urge bastante, es el hecho de que la reputación de mi familia ha sido manchada gracias a mi desaparición. Muchos dicen que he huido con una casquivana que se presentó de un día para otro y nadie sabe de mi paradero. Como podrá adivinar, dicha casquivana es usted. Además... mis trabajadores han debido sufrir recortes en sus ganancias luego de que usted se ha llevado una parte de mi fortuna. He venido a rectificar eso -cerré contándole como si no acabara de decir de forma muy cortés que estaba buscando al menos obtener una revancha contra ella por todo lo que ha hecho pasar a mi familia.

por **Eris Van der Woodsen** Mar Ene 17, 2017 3:08 pm

Las palabras adornaban su malestar era evidente que cualquier hombre se sintiera así en su situación pero algo había detrás de todo aquello, como buena dama que soy le escuche hasta que él se quedó en completo silencio, sonreí con amplitud el, mejor que nadie conocía mis manías, sabía perfectamente que podía ser el demonio en persona y no me intimidaba con nadie al menos hasta el momento, le acaricie con cuidado el borde de su mano fría sintiendo la perfección de su piel tome aire como si me faltara en mis secos pulmones y continué mi camino.

Mi querido Phineas… sabes que siempre me ha gustado tu compañía no lo negare nunca – las palabras salieron tranquilas de mis labios, continué mi caminar, pensando que la familia de Eldridge los conocía desde hacía más de un siglo generación tras generación el negocio familiar al cual yo solo lo había ocupado como pantalla para realizar propósitos personales, me detuve en una esquina parándome frente a Phineas mirándolo directo a los ojos – Una cosa es muy cierta y estas pasando por alto – saboree mis labios en los cuales aún quedaban vestigios de sangre – puedo ser un maldito demonio, dominante, posesivo, cruel, fastidioso y una infinidad mas pero no soy una ladrona, no tengo por qué robar ni quitar nada a nadie… Phineas si el motivo es buscar algo que yo me lleve estas equivocado, porque de tus negocios no toque un céntimo… - levante una ceja un poco disgustada – mi fortuna créeme la tengo desde hace muchos años antes de conocerte y créeme que la tengo hasta el fin de mis tiempos – aquello era uno de mis grandes secretos, los cuales siempre eran revelados en la magnitud que se necesitara. Le solté completamente del brazo que aun cuando estaba frente a él seguíamos en contacto – Lo menos que me intereso en algún momento querido fue apoderarme de tu fortuna… no soy tan superficial como creías… siempre vele por lo mejor para tus negocios… alguien que no soy yo se ha aprovechado de ti – me acerque a él y le susurre al oído – Me gustaría saber quién – chasque con mi lengua y di un paso hacia atrás volviendo a ponerme a su lado.

Phineas… Phineas… dime la verdad… dime a que has venido… soy prácticamente tu creadora tengo el derecho de saber – podría seducirlo, leer su mente, manipular su memoria o infligirle dolor por medio de la mente, pero a final de cuentas no era tan maldita como muchos creían que era Eris Van der Woodsen - Me desilusionas un poco querido… pero sigues teniendo el mismo atractivo el cual me engatusó en algún momento… aun hueles a tabaco un aroma que simplemente es único en tu piel… ser vampiro te asienta bien Phineas Eldridge muy bien – dije levantando las cejas…

El encuentro tenía dos opciones, ponerse violento o simplemente intentar aclarar algo que mantenía cegado a mi acompañante, notaba su malestar pero no me caía en la cabeza que pensara que le había robado y menos a el quien al menos yo le tenía algo más que una gran estima…

por **Phineas Eldridge** Jue Feb 02, 2017 1:10 pm

Estaba seguro que esta caminata al menos iba a revelarme un par de cosas. No estaba claro si estas iban a ser de mi agrado o no, eso no podría juzgarlo de primeras intenciones, pero sí tenía claro que si Eris me daba información que era necesaria para mí entonces me daría por pagado.

Debía reconocer que sus acercamientos directos me incomodaban un poco. Sería un mentiroso de mi parte si dijera que no me gustaban, pero de todas maneras aquí tenía a una mujer que me engatusó hace unos años (¿o era mucho más tiempo?) para hacer conmigo lo que le daba la gana.

No tenía la más mínima idea del motivo por el que cada vez que hablaba mi atención se centraba en ella y lo que decía. Cada palabra suya ponía en duda lo que yo pensaba de ella en todos estos años. No quiero decir que yo dudaba de lo que pensaba, pero ella sí que al menos sabía como defenderse de mis acusaciones.

Negué con la cabeza cuando terminó de hablar y me separé de ella unos instantes para mirarla de frente antes de seguir hablando del tema. Después de todo no debía hacerlo de otra forma, si vas a acusar a alguien de algo debes ser tú mismo quien enfrente a dicha persona.

-Es interesante lo que usted manifiesta, Madame van der Woodsen. Pero debo aclararle que mis acusaciones no están basadas en su cantidad de dinero. Están basados en la principal prueba de que todo ocurrió en el tiempo que usted estuvo como invitada en mi hogar -me removí un poco incómodo antes de encontrarme con sus ojos de nuevo. -Sé que podrá decir que tiene sospechas de alguno de mis trabajadores o de mis socios. Pero déjeme decirle que sólo usted tenía acceso a ese tipo de negocios, algo que me inculcó mi padre cuando me enseñó sobre nuestros negocios es sólo dejar que personas de gran confianza puedan acceder a estos -miré hacia un costado donde había una pareja joven paseando a altas horas de la madrugada, probablemente a escondidas de sus padres.

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