AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Minutas || Libre
Muy temprano en la mañana, tan fresco que hasta las aves apenas y cantan, incluso los rayos del sol no se pueden vislumbrar aún, pero ahí iba un hombre moviéndose por su casa con presteza de un lado para otro, incluso parecía desesperado por hacer más y más cosas, su habitualidad se había convertido en una obsesión del tiempo para evitar a toda costa pensar en lo que ha ocurrido días atrás. Había salido para su trabajo en compañía de su hija, aunque en su rostro se dibujaba la inmensa tristeza que una sonrisa fingida trata de ocultar pero es imposible porque esa pena es la que su alma llevaba a cuestas.
Preparó todo lo concerniente para su hija aunque él había olvidado tomar el desayuno, aun así con su pequeña se enfiló directo a su trabajo, y lugar de estudio de su hija, al menos podría estar algo tranquilo en aquel lugar y no pensar en nada que no fuera los libros. Al estar en el salón de profesores alistando todo correspondiente a su horario, corroboró que solo tenía un salón de clases y sería casi al final de la jornada y luego sería a por la tarde las otras. Con ese pesar tuvo que obligarse a salir un rato por las calles de parís.
El viento soplaba lentamente, agitando los vestidos coloridos así como las hojas de uno que otro árbol de la calzada. Con sus manos en los bolsillos optó por seguir el camino que sus pies quieran tomar, incluso si lo llevaran a perderse, él no lo lamentaría. Caminó por una que otra calle, subiendo y bajando hasta que llegó a una cafetería; al principió dudo pero luego de que su estómago reclamara comida no tuvo dudas. Al salir de ahí había comprado dos desayunos, pero no contento con ello buscaba algo de fruta que era lo que más le gustaba tener a primera hora, fruta picada era lo único que reponía su ánimo, ahora en aquel lugar era algo difícil al parecer, todos estaban tan llenos y solo quedaba el mercado, pero para esa hora para él se le estaba complicando.
Caminó por unos momentos hasta la plaza central, fue ahí donde pudo encontrar un lugar más apacible en donde se dejó descansar bajo la sombra de un árbol, comiendo algo de pan caliente, observando a las personas para matar algo de tiempo, aunque realmente estaba demasiado cansado, triste y aburrido, espera que algo fuera diferente, algo que le ayudar a olvidar su propia su existencia.
Preparó todo lo concerniente para su hija aunque él había olvidado tomar el desayuno, aun así con su pequeña se enfiló directo a su trabajo, y lugar de estudio de su hija, al menos podría estar algo tranquilo en aquel lugar y no pensar en nada que no fuera los libros. Al estar en el salón de profesores alistando todo correspondiente a su horario, corroboró que solo tenía un salón de clases y sería casi al final de la jornada y luego sería a por la tarde las otras. Con ese pesar tuvo que obligarse a salir un rato por las calles de parís.
El viento soplaba lentamente, agitando los vestidos coloridos así como las hojas de uno que otro árbol de la calzada. Con sus manos en los bolsillos optó por seguir el camino que sus pies quieran tomar, incluso si lo llevaran a perderse, él no lo lamentaría. Caminó por una que otra calle, subiendo y bajando hasta que llegó a una cafetería; al principió dudo pero luego de que su estómago reclamara comida no tuvo dudas. Al salir de ahí había comprado dos desayunos, pero no contento con ello buscaba algo de fruta que era lo que más le gustaba tener a primera hora, fruta picada era lo único que reponía su ánimo, ahora en aquel lugar era algo difícil al parecer, todos estaban tan llenos y solo quedaba el mercado, pero para esa hora para él se le estaba complicando.
Caminó por unos momentos hasta la plaza central, fue ahí donde pudo encontrar un lugar más apacible en donde se dejó descansar bajo la sombra de un árbol, comiendo algo de pan caliente, observando a las personas para matar algo de tiempo, aunque realmente estaba demasiado cansado, triste y aburrido, espera que algo fuera diferente, algo que le ayudar a olvidar su propia su existencia.
Luckas Fletcher- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/05/2015
Re: Minutas || Libre
Recién había llegado a París, deambulaba por la plaza apreciando el paisaje y a las personas que caminaban de un lado a otro algo apresuradas.
Me encontraba en un lugar desconocido pero hermoso, el viento soplaba con algo de fuerza, revolvía mi cabello rubio algunas veces tapándome el rostro. Había llegado a Francia con el propósito de saber de mi madre, pero había algo de lo que no me había percatado hasta ese entonces ¿por donde comenzaría?, tanta era mi emoción de obtener respuestas que olvide plantearme como lo lograría. -Pff que tonta soy-.Me dije a mi misma mientras me daba un golpesito en la cabeza.
Ahora lo único que quería por el momento era algo de chocolate, había salido tan temprano de Inglaterra que me había olvidado de desayunar. Cerca se encontraba una cafetería, salí del lugar con un trozo de bizcocho, era algo tarde para comer eso pero ¿que más daba? era mi antojo del momento, decidí comer afuera para seguir apreciando el lugar, dentro se encontraban unas mujeres muy fribolas que me miraron extraña al comprar el bizcocho, me recordaron a mis primas por lo que quedarse a comer ahí sería simplemente incomodo.
Fui a sentarme bajo la sombra de un árbol, la gente me miraba extraña y ¿como no?, ¿una chica de clase alta comiendo bizcocho a esas horas bajo un árbol?, resultaba simplemente algo diferente e inquietante para las demás personas, a largo rato las miradas me resultaron algo incomodas.- Quizás no me mirarían así si me encontrara acompañada, si me encontrara con alguien la gente pensaría que estaríamos en una especia de picnic. -pensé para mis adentros. Al otro lado del árbol se encontraba un hombre del que no me había percatado antes, era un hombre algo maduro pero se apreciaba que era muy guapo. Me acerque a él para entablar una platica, así también gozaría de la compañía de alguien.
-Hola, mucho gusto soy Alexandra-. Le dije al hombre con una sonrisa mientras me sentaba a lado de él.
Me encontraba en un lugar desconocido pero hermoso, el viento soplaba con algo de fuerza, revolvía mi cabello rubio algunas veces tapándome el rostro. Había llegado a Francia con el propósito de saber de mi madre, pero había algo de lo que no me había percatado hasta ese entonces ¿por donde comenzaría?, tanta era mi emoción de obtener respuestas que olvide plantearme como lo lograría. -Pff que tonta soy-.Me dije a mi misma mientras me daba un golpesito en la cabeza.
Ahora lo único que quería por el momento era algo de chocolate, había salido tan temprano de Inglaterra que me había olvidado de desayunar. Cerca se encontraba una cafetería, salí del lugar con un trozo de bizcocho, era algo tarde para comer eso pero ¿que más daba? era mi antojo del momento, decidí comer afuera para seguir apreciando el lugar, dentro se encontraban unas mujeres muy fribolas que me miraron extraña al comprar el bizcocho, me recordaron a mis primas por lo que quedarse a comer ahí sería simplemente incomodo.
Fui a sentarme bajo la sombra de un árbol, la gente me miraba extraña y ¿como no?, ¿una chica de clase alta comiendo bizcocho a esas horas bajo un árbol?, resultaba simplemente algo diferente e inquietante para las demás personas, a largo rato las miradas me resultaron algo incomodas.- Quizás no me mirarían así si me encontrara acompañada, si me encontrara con alguien la gente pensaría que estaríamos en una especia de picnic. -pensé para mis adentros. Al otro lado del árbol se encontraba un hombre del que no me había percatado antes, era un hombre algo maduro pero se apreciaba que era muy guapo. Me acerque a él para entablar una platica, así también gozaría de la compañía de alguien.
-Hola, mucho gusto soy Alexandra-. Le dije al hombre con una sonrisa mientras me sentaba a lado de él.
Alexandra Knight- Humano Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 28/10/2016
Localización : Paris
Re: Minutas || Libre
El tiempo pasaba muy lento, o quizás eran las personas las que iban a ese paso como si les pesara la vida y no desearan avanzar más, así era como se encontraba, cansado, aburrido y sobre todo estaba en un punto donde no tenía retorno pues la oscuridad que siempre seduce a quienes han jurado jamás ingresar ahí, venía con fuerza haciendo hincapié en aquellos momentos dolorosos y llenos de ira que habían logrado sucumbir a aquella alma llena de luz.
Así era como se encontraba con la mirada perdida entre las personas, nuevamente optando por esa sensación de estar perdido, perdido y a punto de abrir aquella puerta sin retorno. Miró y miró hasta que sus ojos alma se desconectó del mundo por unos breves segundos hasta que una voz y le arrancó del sueño, abruptamente se puso de pie mirando a la joven que estaba a su lado; primero no supo que hacer, quedó parado mirándola como si fuera parte del sueño, segundos pasaron hasta que recobró su propia consciencia sonriéndole a la dama
—Disculpe señorita, me ha tomado por sorpresa—
Reverenció a la dama con un saludo cortés hacia ella tomando asiendo junto a ella de nuevo. Miró la bolsa que llevaba de panes ofreciéndole a la dama, un poco apenado pues no era la forma de hacerlo pero, no esperaba encontrarse con nadie a aquellas horas y menos de esa manera
—Sé que es una descortesía pues no tengo algún platillo o servilleta que pueda usar más que solo las manos, pero aun así me gustaría brindarle algo de pan, está recién horneado y apenas he tocado uno, señorita—
Sonrió abiertamente a la dama mientras le ofrecía la funda con algo de su comida. Sabía cómo era la mayoría de jovencitas pues era profesor de un grupo de jovencitas en el College, además de tener a su hija. Así que de sobra sabía cómo era, incluso se estaba preparando para sentir el sermón que solía recibir de la directora y de algunas de sus compañeras docentes así que antes de ser regañado opto por la salida más fácil.
—Espero me sepa disculpar, Madame Alexandra. Si gusta podré ir a comprar algo para beber, quizás un café o té. Por cierto, soy Luckas, es un verdadero placer conocerla, aun sea en estas circunstancias—
Sonrió algo avergonzado y fue ahí cuando observó que las miradas de las personas estaban sobre ellos para luego desaparecer, eso lo intrigó un poco, quizás bastante, pero no podía ser un desplante si estaba ahora acompañado así que se guardó el comentario con una sonrisa.
Así era como se encontraba con la mirada perdida entre las personas, nuevamente optando por esa sensación de estar perdido, perdido y a punto de abrir aquella puerta sin retorno. Miró y miró hasta que sus ojos alma se desconectó del mundo por unos breves segundos hasta que una voz y le arrancó del sueño, abruptamente se puso de pie mirando a la joven que estaba a su lado; primero no supo que hacer, quedó parado mirándola como si fuera parte del sueño, segundos pasaron hasta que recobró su propia consciencia sonriéndole a la dama
—Disculpe señorita, me ha tomado por sorpresa—
Reverenció a la dama con un saludo cortés hacia ella tomando asiendo junto a ella de nuevo. Miró la bolsa que llevaba de panes ofreciéndole a la dama, un poco apenado pues no era la forma de hacerlo pero, no esperaba encontrarse con nadie a aquellas horas y menos de esa manera
—Sé que es una descortesía pues no tengo algún platillo o servilleta que pueda usar más que solo las manos, pero aun así me gustaría brindarle algo de pan, está recién horneado y apenas he tocado uno, señorita—
Sonrió abiertamente a la dama mientras le ofrecía la funda con algo de su comida. Sabía cómo era la mayoría de jovencitas pues era profesor de un grupo de jovencitas en el College, además de tener a su hija. Así que de sobra sabía cómo era, incluso se estaba preparando para sentir el sermón que solía recibir de la directora y de algunas de sus compañeras docentes así que antes de ser regañado opto por la salida más fácil.
—Espero me sepa disculpar, Madame Alexandra. Si gusta podré ir a comprar algo para beber, quizás un café o té. Por cierto, soy Luckas, es un verdadero placer conocerla, aun sea en estas circunstancias—
Sonrió algo avergonzado y fue ahí cuando observó que las miradas de las personas estaban sobre ellos para luego desaparecer, eso lo intrigó un poco, quizás bastante, pero no podía ser un desplante si estaba ahora acompañado así que se guardó el comentario con una sonrisa.
Luckas Fletcher- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/05/2015
Re: Minutas || Libre
-Oh ¿lo asuste? lo lamento no quería hacerlo Pff valla que eres tonta Alexandra era normal reaccionara así el caballero, después de todo lo eh sorprendido.
Me perdí por un instante en mis pensamientos sintiéndome realmente apenada por mi presentación. Después de un rato reaccione ante lo que me ofrecía el caballero, se trataba de una bolsa con pan, a pesar de que ya había comido el pan parecía bastante apetitoso.
-Muchas gracias si me apetece algo de pan, y no se preocupe puedo comerlo con las manos no tengo problema con eso. Acepte el pan que me ofrecía con una sonrisa, es un hombre amable no cualquiera le ofrece comida a una desconocida.
-En cuanto a la bebida, no se preocupe me encuentro bien ahora, de hecho solo ando admirando el lugar, tengo poco de haber llegado a París quería conocer un poco el lugar. Volví a perderme en mis pensamientos, he logrado llegar a París, ¿pero por donde debo comenzar mi búsqueda?, ¿que debo hacer ahora?.
El hombre me recordaba un poco a mi padre, mi padre siempre fue amable conmigo aún después de la partida de mi madre, ahora estando lejos de casa comienzo a extrañarlo un poco.
Me perdí por un instante en mis pensamientos sintiéndome realmente apenada por mi presentación. Después de un rato reaccione ante lo que me ofrecía el caballero, se trataba de una bolsa con pan, a pesar de que ya había comido el pan parecía bastante apetitoso.
-Muchas gracias si me apetece algo de pan, y no se preocupe puedo comerlo con las manos no tengo problema con eso. Acepte el pan que me ofrecía con una sonrisa, es un hombre amable no cualquiera le ofrece comida a una desconocida.
-En cuanto a la bebida, no se preocupe me encuentro bien ahora, de hecho solo ando admirando el lugar, tengo poco de haber llegado a París quería conocer un poco el lugar. Volví a perderme en mis pensamientos, he logrado llegar a París, ¿pero por donde debo comenzar mi búsqueda?, ¿que debo hacer ahora?.
El hombre me recordaba un poco a mi padre, mi padre siempre fue amable conmigo aún después de la partida de mi madre, ahora estando lejos de casa comienzo a extrañarlo un poco.
Alexandra Knight- Humano Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 28/10/2016
Localización : Paris
Re: Minutas || Libre
Acomodó su corbata junto con el cuello de su camisa, la cercanía con la joven le recordaba a su hija y por algún motivo siempre se ponía nervioso; ya de por si hablar con su hija era un problema que no podía resolver por los asuntos de géneros y comprensiones, pero aun así con la joven extraña al menos trataría de ser lo más cortés y educado; aunque realmente de ello él tenía poca experiencia con las damas y las cortesías acertadas y tomadas como gratas Soltó un suspiro de alivio al escuchar a la joven dama, pero aun así mantenía el nerviosismo, tanto que no pudo evitar sonreír de aquella forma en la que su hija siempre le regañaba.
—Por una parte me siento aliviado, pero no, no piense que es por usted, ni por lo que dijo, o por no tener te o no querer gastar—
Comenzó a reír por un momento llevando su cabello hacia atrás con la mano, sus nervios radicaban en una sola cosa, sus habilidades, con todo lo que había ocurrido en su vida en aquellos instantes, temía perderse y acabar en la mayor oscuridad y con ello lastimar a sus seres queridos y a todo aquel que se le acercara
—discúlpeme, parezco un chiquillo. Es solo que me es extraño un poco hablar con una dama fuera de mi trabajo y no sé que hacer más allá de poder brindar lo que tengo y creo que no son buenos modales el que no tenga servilleta o algo para brindarle de beber, pero soy un poco lento en esas cuestiones y me quiero disculpar por ello, Madame Alexandra—
Soltó una sonrisa muy agradable mientras daba un poco de espacio a la dama para que no hablaran mal de ella, al menos en ello tenía consciencia, por su trabajo
—Uno nunca se termina habituando a esta ciudad y lo loca o tan estricta que es esta sociedad, pero aun así con como pequeñas flores de dientes de león que van volando lo más rápido para seguir hacia delante de manera sola pero se mueven en conjunto, a veces creo que es bello pero sofocante, y es ahí cuando extraño mi hogar también, oh, lo que necesite pídame con más, si es té, pan o lo que guste—
Suelta un suspiro extendiendo el pan a la dama con una sonrisa invitándola a tomar la cantidad que desee
.
—Por una parte me siento aliviado, pero no, no piense que es por usted, ni por lo que dijo, o por no tener te o no querer gastar—
Comenzó a reír por un momento llevando su cabello hacia atrás con la mano, sus nervios radicaban en una sola cosa, sus habilidades, con todo lo que había ocurrido en su vida en aquellos instantes, temía perderse y acabar en la mayor oscuridad y con ello lastimar a sus seres queridos y a todo aquel que se le acercara
—discúlpeme, parezco un chiquillo. Es solo que me es extraño un poco hablar con una dama fuera de mi trabajo y no sé que hacer más allá de poder brindar lo que tengo y creo que no son buenos modales el que no tenga servilleta o algo para brindarle de beber, pero soy un poco lento en esas cuestiones y me quiero disculpar por ello, Madame Alexandra—
Soltó una sonrisa muy agradable mientras daba un poco de espacio a la dama para que no hablaran mal de ella, al menos en ello tenía consciencia, por su trabajo
—Uno nunca se termina habituando a esta ciudad y lo loca o tan estricta que es esta sociedad, pero aun así con como pequeñas flores de dientes de león que van volando lo más rápido para seguir hacia delante de manera sola pero se mueven en conjunto, a veces creo que es bello pero sofocante, y es ahí cuando extraño mi hogar también, oh, lo que necesite pídame con más, si es té, pan o lo que guste—
Suelta un suspiro extendiendo el pan a la dama con una sonrisa invitándola a tomar la cantidad que desee
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Luckas Fletcher- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/05/2015
Re: Minutas || Libre
El caballero extendió una bolsa hacía mi, después con un poco más de confianza por lo que había dicho me anime a tomar un poco más de pan, la verdad es que era delicioso.
-Muchas gracias por el pan, la verdad es muy rico, no lo hacen así en el lugar donde vivía.
Observaba que la gente nos miraba muy extraños, el hombre podría pasar desapercibido por mi padre, pero no se lo que pasaba, ¿que le inquietaba tanto a esa gente?, ¿que ellos jamas charlan?.
-Sabe, eso es lo que le falta a mi vida, un poco más de ajetreo, nunca he tenido nada de que preocuparme realmente, he sido siempre una niña rica, muy obediente, pero realmente no soy feliz. Por eso he venido a París para descubrir que paso realmente con mi madre, saber porque es que existo.
Rayos que hice, ¿por qué le dije eso?, quizás no le interese, jamas he sido una mujer interesante pero si una chica con la boca algo floja.
-Disculpe mi atrevimiento, seguro le parece inadecuado le este contando mis penas personales.
Me sonroje un poco por mis pensamientos internos, moría de vergüenza por lo que acababa de hacer, pero al mirarlo a él el se notaba muy apasible, los pocos minutos que llevamos charlando el me inspiraba tranquilidad y confianza. Eso me agradaba no solía sentirme cómoda con cualquier persona.
-Muchas gracias por el pan, la verdad es muy rico, no lo hacen así en el lugar donde vivía.
Observaba que la gente nos miraba muy extraños, el hombre podría pasar desapercibido por mi padre, pero no se lo que pasaba, ¿que le inquietaba tanto a esa gente?, ¿que ellos jamas charlan?.
-Sabe, eso es lo que le falta a mi vida, un poco más de ajetreo, nunca he tenido nada de que preocuparme realmente, he sido siempre una niña rica, muy obediente, pero realmente no soy feliz. Por eso he venido a París para descubrir que paso realmente con mi madre, saber porque es que existo.
Rayos que hice, ¿por qué le dije eso?, quizás no le interese, jamas he sido una mujer interesante pero si una chica con la boca algo floja.
-Disculpe mi atrevimiento, seguro le parece inadecuado le este contando mis penas personales.
Me sonroje un poco por mis pensamientos internos, moría de vergüenza por lo que acababa de hacer, pero al mirarlo a él el se notaba muy apasible, los pocos minutos que llevamos charlando el me inspiraba tranquilidad y confianza. Eso me agradaba no solía sentirme cómoda con cualquier persona.
Alexandra Knight- Humano Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 28/10/2016
Localización : Paris
Re: Minutas || Libre
Mostró una alegre sonrisa, la joven a su lado le recordaba mucho a su pequeña hija y eso le llenaba de una ternura y por eso razón extendió por completo la bolsa con pones en su interior acercándola a la joven para que degustara cuanto quisiera mientras él le daba su espacio mirando hacia el despejado cielo con sus manos cruzadas sobre su vientre y en las mangas de su camisa blanca el resto de tinta que se ha alojado descuidadamente. Miró apenas de lado al oir a la joven hablar sobre ella; cuantas veces no escuchó a sus estudiantes de la misma manera en medio de las conversaciones literarias de clase.
—No se aflija madame, no es molestia el que hable sobre su vida, yo también lo he hecho y la verdad es que la comprendo muy bien—
Su mente se llenó de recuerdos de su esposa, su hija y de la traición que recibió de su antiguo amor con aquella verdad que le dejó un trago amargo y doloroso en su ser como para perder la cabeza y entregarse a las artes oscuras, pero negó rápido calmando sus inquietos pensamientos.
—Vine aquí para tener una vida con mi esposa, pero ella murió y me dejó a nuestra hija, es una señorita como de su edad, gracias a mi trabajo ella entró en el college de Francia por gracia de la dueña de la institución, pero luego de estar aquí unos años donde mi aburrida y monótona vida era tan predecible, llegó un viejo amor del pasado y lo cambió todo, aquella adrenalina que uno espera terminó por derrumbarme y matarme con una noticia—
Suspiró mirando hacia un lado.
—A veces la adrenalina que buscamos no siempre es buena y termina llevándonos por caminos tristes y dolorosos que nos obligan a odiar todo aquello que amábamos de nosotros, con respecto a su búsqueda ¿Está preparada para lo que pueda encontrar sobre su progenitora? Creame cuando le digo que no siempre lo que deseamos es bueno, y no todo lo bueno que esperamos conseguir nos gustará—
Con melancolía miró a la joven pensando en como hablar con su hija de aquellas temas, como poder decirle lo que hasta hace días el también desconocía ya hora le llegó como balde de agua.
—No se aflija madame, no es molestia el que hable sobre su vida, yo también lo he hecho y la verdad es que la comprendo muy bien—
Su mente se llenó de recuerdos de su esposa, su hija y de la traición que recibió de su antiguo amor con aquella verdad que le dejó un trago amargo y doloroso en su ser como para perder la cabeza y entregarse a las artes oscuras, pero negó rápido calmando sus inquietos pensamientos.
—Vine aquí para tener una vida con mi esposa, pero ella murió y me dejó a nuestra hija, es una señorita como de su edad, gracias a mi trabajo ella entró en el college de Francia por gracia de la dueña de la institución, pero luego de estar aquí unos años donde mi aburrida y monótona vida era tan predecible, llegó un viejo amor del pasado y lo cambió todo, aquella adrenalina que uno espera terminó por derrumbarme y matarme con una noticia—
Suspiró mirando hacia un lado.
—A veces la adrenalina que buscamos no siempre es buena y termina llevándonos por caminos tristes y dolorosos que nos obligan a odiar todo aquello que amábamos de nosotros, con respecto a su búsqueda ¿Está preparada para lo que pueda encontrar sobre su progenitora? Creame cuando le digo que no siempre lo que deseamos es bueno, y no todo lo bueno que esperamos conseguir nos gustará—
Con melancolía miró a la joven pensando en como hablar con su hija de aquellas temas, como poder decirle lo que hasta hace días el también desconocía ya hora le llegó como balde de agua.
Luckas Fletcher- Hechicero Clase Media
- Mensajes : 46
Fecha de inscripción : 21/05/2015
Re: Minutas || Libre
Después de haber tomado un poco de pan, desvié la mirada al vestido que traía puesto, después del recorrido se encontraba un poco sucio, valla mi nana me mataría si viera en que condiciones deje el vestido. Al recordar a mi nana me llene de nostalgia pues ha sido la persona que más me ha protegido y cuidado en la vida.
-Me da pena el gran dolor que debieron haber pasado usted y su hija después de la muerte de sus esposa, yo quizás imagino la postura de su hija.
Escuche al hombre lo que decía con mucha atención, el tono de su voz era triste, lo que hacía me diera un poco de pena y con ganas de darle un abrazo para reconfortarlo, pero viendo las circunstancias y el lugar donde me encontraba no era algo correcto por lo que me abstuve de esa acción.
-Al igual mi padre me contó que mi madre tuvo un amorío con un hombre, huyo con él y después ella murió.
Valla decir esto en voz alta hace sonar a mi madre como una horrible persona. Pero en el fondo se que ella no era así, los pocos recuerdos que tengo de ella son recuerdos buenos y felices, por lo que la historia de mi padre me cuesta un poco creerla.
-Se que no todas las noticias van a ser buenas, pero yo creo es mejor saber la verdad ahora, que vivir creyendo una mentira siempre.
Sin duda lo que me dijo el hombre me había dejado reflexionando, pero tengo que saber la verdadera razón por la que me abandono, porque en el terrible caso que la historia de mi padre sea real, entonces soltaría esas ataduras que no me dejan en paz desde que tengo memoria.
-Pero ¿Qué podría odiar de usted mismo?,
usted me parece un hombre bastante amable y pacifico, no logro explicarme que cosa tan terrible sucedió para que usted haya pasado por ese terrible dolor.
-Me da pena el gran dolor que debieron haber pasado usted y su hija después de la muerte de sus esposa, yo quizás imagino la postura de su hija.
Escuche al hombre lo que decía con mucha atención, el tono de su voz era triste, lo que hacía me diera un poco de pena y con ganas de darle un abrazo para reconfortarlo, pero viendo las circunstancias y el lugar donde me encontraba no era algo correcto por lo que me abstuve de esa acción.
-Al igual mi padre me contó que mi madre tuvo un amorío con un hombre, huyo con él y después ella murió.
Valla decir esto en voz alta hace sonar a mi madre como una horrible persona. Pero en el fondo se que ella no era así, los pocos recuerdos que tengo de ella son recuerdos buenos y felices, por lo que la historia de mi padre me cuesta un poco creerla.
-Se que no todas las noticias van a ser buenas, pero yo creo es mejor saber la verdad ahora, que vivir creyendo una mentira siempre.
Sin duda lo que me dijo el hombre me había dejado reflexionando, pero tengo que saber la verdadera razón por la que me abandono, porque en el terrible caso que la historia de mi padre sea real, entonces soltaría esas ataduras que no me dejan en paz desde que tengo memoria.
-Pero ¿Qué podría odiar de usted mismo?,
usted me parece un hombre bastante amable y pacifico, no logro explicarme que cosa tan terrible sucedió para que usted haya pasado por ese terrible dolor.
Alexandra Knight- Humano Clase Alta
- Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 28/10/2016
Localización : Paris
Re: Minutas || Libre
Alzo su mirada clavando aquellos orbes en las hojas que se agitaban conforme el viento las acariciaba, apenas y se dejaba ver algo de royos de sol que atravesaban por el verde follaje, sus pupilas seguían los movimiento de aquellas hojas como si con ello pudiera liberar su mente de los recuerdos del pasado y presente, como si con solo ver el tiempo pasar pudiese encontrar aquellas respuestas que él mismo busca, pero él sabía que eso era imposible incluso con su posición y condición de hechicero. Apretó los puños solo de recordar lo que estuvo a punto de hacer a aquella mujer, la maldición que lanzó sobre ella, las cosas que tuvo que hacer y cómo casi se dejó envolver por esa oscuridad; aun podía escuchar esos momentos de tinieblas en su mente y corazón.
Soltó un suspiro regresando la mirada a la joven señorita, borrando de su rostro todo rastro de tristeza y dolor que pudiese mostrarse ante lo que ocultaba. Miró hacia una pareja que camina con el cochecito de un bebé, como toda una familia, otros caminaban con sus niños, madres o podres, pero tenían una bella relación.
—Porque, tengo una hija, otra hija de la cual no supe nada hasta que su madre apareció y me comentó su existencia y lo terrible que había cometido al entregarla en adopción, ¿cómo podré enfrentar eso con ella? Me odio por no haber podido proteger a mi pequeña de la clase de madre que tuvo, me odio porque no estuve con ella como lo estaba con mi otra hija y yo aun sin saber si vive o no, me odio porque no sé qué hacer para encontrarla—
Cerró los ojos alzando el rostro tratando de alejar de su cabeza pensamientos negativos, pero sabía que no podría del todo.
—Si fuera usted, si algún día un extraño se acerca y le dice que toda su vida no es como creía, que su madre la regaló, que su padre no sabía de ella ¿usted lo creería? Cómo probar algo que no será así, como podría creer cuando puede que su madre le diga que todo lo que he dicho es mentira solo para ella acabarme por ser quien soy, por ser un hombre pobre y sin familia, por ser un bastardo—
Aquella palabra la susurró comiendo un pedazo de pan con apenas una sonrisa que era la señal de su amargura y tristeza.
—Hay cosas que no queremos oir o no queremos ver. Tal vez mi pequeña ya tiene su propia familia y no quiera saber nada de sus padres, tal vez, tal vez ella me odie como a su madre, y creo que es mejor. Hay verdades que es mejor no descubrir—
Volvió a susurrar mirando a donde los niños jugaban.
Soltó un suspiro regresando la mirada a la joven señorita, borrando de su rostro todo rastro de tristeza y dolor que pudiese mostrarse ante lo que ocultaba. Miró hacia una pareja que camina con el cochecito de un bebé, como toda una familia, otros caminaban con sus niños, madres o podres, pero tenían una bella relación.
—Porque, tengo una hija, otra hija de la cual no supe nada hasta que su madre apareció y me comentó su existencia y lo terrible que había cometido al entregarla en adopción, ¿cómo podré enfrentar eso con ella? Me odio por no haber podido proteger a mi pequeña de la clase de madre que tuvo, me odio porque no estuve con ella como lo estaba con mi otra hija y yo aun sin saber si vive o no, me odio porque no sé qué hacer para encontrarla—
Cerró los ojos alzando el rostro tratando de alejar de su cabeza pensamientos negativos, pero sabía que no podría del todo.
—Si fuera usted, si algún día un extraño se acerca y le dice que toda su vida no es como creía, que su madre la regaló, que su padre no sabía de ella ¿usted lo creería? Cómo probar algo que no será así, como podría creer cuando puede que su madre le diga que todo lo que he dicho es mentira solo para ella acabarme por ser quien soy, por ser un hombre pobre y sin familia, por ser un bastardo—
Aquella palabra la susurró comiendo un pedazo de pan con apenas una sonrisa que era la señal de su amargura y tristeza.
—Hay cosas que no queremos oir o no queremos ver. Tal vez mi pequeña ya tiene su propia familia y no quiera saber nada de sus padres, tal vez, tal vez ella me odie como a su madre, y creo que es mejor. Hay verdades que es mejor no descubrir—
Volvió a susurrar mirando a donde los niños jugaban.
Luckas Fletcher- Hechicero Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/05/2015
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