¿Dolor o placer, dígame que prefiere usted? [Privado]

Me habían llegado distintos rumores sobre una mujer de azabaches cabellos que al parecer estaba recabando información sobre mi.
Era lo suficientemente escurridiza como para que esos mercenarios que contraté para darle caza y que me la trajeran frente a mi fracasaran una y otra vez.
Mi crispación aumentaba al tiempo que el ron desaparecía del vaso.
Aquella noche me sentía especialmente turbado, sabia que los iluminati iban tras de mi, la inquisición me pisaba los talones y el interés de alguien en buscarme dudaba significara una buena noticia que darme.

Allí estaban otra vez, esos mercenarios con su cara de inútiles poniendo escusas de toda índole frente a mi.
Que si la dama era muy diestra, rápida, una sombra, tal y como hablaban la vena de mi cuello se me inflaba.
Sonreí de medio lado acercándome a uno de ellos, el valiente que se atrevió a hablar escudando a los demás.
-Vaya, parece que seis hombres contra una mujer, era un reto demasiado complicado que ha- No acabé la frase ¿para que? Su corazón latía en mi mano, antes de que la ultima silaba escapara de mis labios con cierto agravio -cer

Podía oler su miedo desde allí, con el cuerpo inerte cayendo al suelo al ritmo que mis pasos se acercaban al siguiente imbécil que temblando me miraba desorientado.
Limpié mi mano en su camisa tras dejar el corazón caer sobre sus zapatos.
-¿Alguna escusa mas que deba conocer? -negó con la cabeza y me limité a con un gesto con la mano echarlos de mi mansión para que fueran por ella.


Esta vez, sin duda la dicha me acompañaba, pues aunque no pudieron capturarla, me dijeron exactamente uno de los lugares que la dama frecuentaba, mujer de gustos caros, y sin duda refinados, solía acudir por la noche a el “peccato nostro”
No me lo pensé dos veces y tomando mi chasqué, el sombrero de copa y el bastón, mandé llamar al carruaje dirección aquel antro de perdición.

Sin duda, mucho mas sofisticado que el burdel de París, y mas acorde a nuestra inmortal condición ,aquel lugar olía a sangre incluso antes de entrar.
Allí, las doncellas semi desnudas, eran el plato fuerte del día y los vampiros campábamos a nuestras anchas, deleitándonos no solo de sus cuerpos, si no de los manjares que su sangre presentaba.
Dejé mi abrigo en el guarda ropa de la recepción para adentrarme en le gran salón.
Mis ojos la buscaron ,mas fueron los suyos los que dieron conmigo.
Dos depredadores frente a frente, ¿podía ser acaso de otro modo?
Caminé con una sonrisa de medio lado hacia ella, no parecía intimidada, algo que la convertía o en una loca, o en una valiente, y fuere como fuere el cementerio estaba lleno de sendas cosas.
-Madam, creo que me buscaba -susurré al llegar frente a ella para tomar su gélida mano y posar en ella mis labios -aquí me tiene -susurré contra su piel -sorprendame

Habían pasado ya varios días desde que había estado con Assur en aquel hotel, donde me había pedido que recabara información de su hermano Joe y que se la llevara. A cambio él, antes de nada, había decidido por sí solo darme de beber de su sangre que yo gustosa había aceptado, hincando los colmillos en su cuello y bebiendo de aquel néctar carmesí que me había hecho sentir poderosa durante unas horas. Tal como vino el efecto se fue diluyendo con el paso del tiempo, lo justo para que durante un par de horas me sintiera como que nada ni nadie pudiera vencerme, aunque bien sabía que aquello no era para nada verdad. Ahora, con su sangre recorriendo mis venas, podría ser mucho más rápido dar con el paradero de su hermano, sacar la información que él quería y volver para cumplir con mí misión, y él volviera a cumplir con su parte del trato.

La búsqueda había empezado sin mayor tipo de problema, frecuentar ciertas zonas de la ciudad te podían ayudar a conseguir información sobre aquello que desearas, sobre todo si se sabía dónde buscar… y a quien preguntar. Ser vampiro y haber conocido la ciudad desde hacía tanto tiempo tenía también sus ventajas, conocía a varios hombres que manejaban cierta información y a los que no pensé en acudir para aquella ocasión. Sólo tenías que decir las palabras precisas, presentar un aliciente para que ellos aceptaran abrir sus bocas y hablar y… ¡listo! La información era poder en aquella ciudad, y si sabías emplearla bien, podías hacerte con lo que se te pasara por la cabeza.

Como había dicho la búsqueda de Joe había empezado bien, tener su sangre recorriendo mí cuerpo era importante porque el olor, ese que desprendíamos cada vampiro, la esencia que incluso tras haber vuelto de la muerte poseíamos en menor medida… me indicaría si estaba cerca de donde me encontraba. Pero, al parecer, no iba a jugar a aquel juego a solas porque de alguna forma supo que lo estaba buscando, alguien le habría dado aquel chivatazo y el muy idiota había decido contratar a mercenarios para que fueran a por mí. ¿Estaba loco? Unos humanos no podrían hacer nada contra mí y estaban sentenciados a muerte.

Pero, debía de admitir, que era divertido ver cómo conseguía burlarlos, cómo me escapaba de ellos cuando pensaban que había caído en sus redes y en sus trampas, hacerles creer que podían dar conmigo y llegar hasta mí. De hecho, hasta me di el lujo de matar a uno de ellos uno de esos días y dejar su cadáver, sin rastro de sangre alguna, como advertencia al resto de lo que les esperaban si seguían con la idea de seguir cazándome. La pregunta era, ¿por qué no daba él la cara? Sus mercenarios poco podían hacer contra mí y sería una batalla mucho más igual contra él que contra seis de los suyos por muchas armas que tuvieran, la velocidad y la fuerza eran algo que tenía superior a ellos, algo que nunca lograrían alcanzar.

Aquella noche en la que me encontraba en aquel local no había sido menos que el día anterior, se habían vuelto a acercar pese al aviso que “dejé” con el cuerpo de uno de sus compañeros, lo que me hacía pensar en un par de cosas: O bien les pagaban una cuantiosa cantidad por capturarme, o aquellos hombres le tenían miedo para seguir volviendo a por más. Por suerte para mí me zafé de ellos sin problema alguno y los dejé atrás en aquel callejón próximo al lugar al que me dirigía, con lo único que escucharon de mí fue una risa envolviendo el callejón junto a las sombras del mismo. Pero, al parecer, era mí noche de suerte.

Nada más entrar al local como si de algo me hiciera reaccionar de repente, mis ojos se fijaron en aquel hombre que había entrado. Pude reconocer exactamente quién era sin necesidad de preguntar a nadie, el olor que desprendía su esencia así como la sangre que recorría sus venas eran exactamente iguales a las que llevaba días acostumbrada, desde que había bebido de Assur. Y él, sin embargo, no se quedó atrás porque sus ojos se posaron también en los míos y no dudó en acercarse hacía donde yo estaba, por lo que también me había reconocido. Sonreí cuando estuvo delante de mí y lo contemplé, era diferente a su hermano, aunque se parecían bastante dado que eran hermanos, pero lograba ver aquellas pequeñas diferencias que los caracterizaban.


-Vaya, vaya, vaya… parece que es mí noche de suerte –sonreí de lado mientras cogía una de las copas que había pedido al camarero, mientras el resto del lugar seguía con sus quehaceres. ¿Qué pasaría aquella noche? Esperaba conseguir las respuestas que buscaba, aunque no sabía por qué, pero me daba la sensación de que no me lo iba a poner nada fácil- Justo donde yo más quería –comenté cuando pasó a dejar un beso cortés en mí mano para luego soltarla. ¿Qué lo sorprendiera? Es lo que iba a hacer en cuanto le dijera por qué le buscaba, y por qué estábamos ambos ahí- Oh, seguro que le sorprenderé en cuanto sepa la verdad de todo, pero antes… ¿Desea una copa? –levanté la mía, mordí el borde de mí copa, y sonreí dando un sorbo. No tenía prisa alguna, y debía de jugar bien mis cartas.

Sus palabras me hicieron sonreír, ahora parecía que frente a sus ojos el cazador se había tornado presa y mi beso en el dorso de su mano, solo era una estrategia.
Giré su muñeca sin perder el contacto visual y lleve la vena de esta contra mis labios. Podía sentir su sangre ardiendo correr fluida por ellas, mas contrarrestaba de forma excitante con la gelidez de su piel.
-Cuidado señorita...- desconocía el nombre así que lo omití -yo beso donde deseo y no donde lo quiere usted. Me gusta jugar, mas admito que no perder.
Sonrisa ladina en mi rostro cuando tomo una copa apoyando sus dientes en ella como si no solo quisiera bebérsela, si no comersela.
Me gustaban las mujeres que destilaban seguridad y algo de ella me resultaba realmente tentador, esa arrogancia que portaba, esa que pese a saber que era un inmortal de los mas ancianos no la amilanaba.
-Whisky doble, por favor -solicité tras su invitación.

Recorrí su cuerpo con descaro con mis ojos, a fin de cuentas, estaba prometido no ciego. Me gustaba analizar a mi presa, y sin duda y aunque ella creyera que no, esa noche o me contaba algo que mereciera la pena o no saldría con vida de aquel local.
Claro que jugar con la comida antes era algo que mi madre siempre nos enseñó a hacer, y mas si el bocado era tan delicioso como este, así que no veía nada de malo en disfrutar de aquel ser antes de llevarlo a que descansara en paz.

Solté en ese momento su mano para seguirla hacia unos sofás rojos, que colocados en semicírculo alrededor de una pequeña mesa baja redonda y de cristal oscurecido, ofrecían una delicada comodidad a nuestros cuerpos.
Una humana semidesnuda paso a tomarnos nota de nuestro pedido, tenían todo tipo de drogas, bebidas espirituosas, pipas para fumar y mujeres de las que degustar un delicioso manjar.
Única norma no matarlas, y de hacerlo pagar lo suficiente como para ser reemplazada esa esclava por otra.
Con un gesto de mano le pedí a la fulana casi sin mirarla que se alejara, no era aun el momento de divertirnos, al menos no con ella, otra acaparaba mi atención.
-Dígame, ¿ha estado preguntando por mi porque es una fan de mis encantos o porque realmente tiene algo importante que decir? -sonreí de medio lado llevando la copa a mis labios y dándole un buen trago.
-Espero que sepa que mi tiempo es preciado, mas admito que la idea de llevarla a mis mazmorras empieza a tomar forma en mi cabeza, hace tiempo que no disfruto de ciertas practicas en ellas.

Mis ojos se tornaron carmesí solo de maginar aquel cuerpo semi desnudo y encadenado, apuré la copa tratando de no intimidarla, quería que hablara, no que saliera corriendo.
Aunque algo me decía que esa mujer distaba mucho de las demás, era excitante, valiente y demasiado decidida como para atreverse a desafiarme con esa sonrisa picara.
-Os sienta bien el carmín rojo madam.

Ahora ya no tendría por qué buscar más a aquel hombre que, no sabía si de manera astuta o estúpida se había acercado a mí aún sabiendo que lo estaba buscando. Habían corrido rumores que le habían llegado hasta él y por eso motivo había mandado a aquellos mercenarios en mí búsqueda… sin obtener un resultado beneficioso por su parte, de hecho, había perdido a un par de ellos en el camino y seguramente tendría que reponer de aquellos hombres para un futuro próximo no pudiendo contar con sus servicios, porque estaban más que muertos adornando las calles de la ciudad. No tenía mucha información de cómo era aquel hombre, pero teniendo en cuenta quién era su hermano debía de andarme con cuidado y jugar bien mis cartas, si quería obtener lo que había venido buscando.

Lo miré durante unos segundos atenta a cada movimiento que hacía y preparada para lo que pudiera pasar cuando giró mí muñeca y llevó sus labios a las venas de dicho lugar, y me pregunté por un momento, si podría oler en mí o reconocer el aroma de su hermano en ellas… aunque ya había pasado tiempo, pero quizás pudiera reconocer su olor en mí. Al parecer no había sido así porque seguramente lo habría podido leer en sus pensamientos, o tal vez ver la cara de incertidumbre al darse cuenta de ello. Bien, aún tenía aquella “as” bajo la manga que pensaba guardarme para más tarde.


-Tened cuidado, señor Black, en dónde decide besarme porque no me quedaría de brazos cruzados y puede que conozcáis, con más celeridad de lo esperado, la sensación de sentir la palma de mí mano estrellándose contra vuestro rostro –no me alteré en ningún momento al decir aquellas palabras, mí tono dejaba en claro la amenaza ante aquello, no dejando que él se impusiera sobre mí- No os gusta perder ni a mí tampoco, sin embargo, uno de los dos perderá esta noche y puedo apostaros que esa no seré yo –sonreí de lado para dar un trago a la copa que llevaba entre manos, esperando a que él decidiera pedir lo que deseaba, para luego pasar a un lugar más tranquilo donde poder hablar. Noté su mirada recorrerme tras aquello y yo lo observé encontrando las similitudes que ambos hermanos compartían en cuanto al aspecto físico se trataba, otra cosa muy diferente sería en caracteres pero algo me decía que también serían muy parecidos en ello.

El lugar elegido fue uno de los sofás rojos que había por todo el local, discreto de miradas ajenas y donde podríamos hablar sin preocuparnos porque alguien pudiera oírnos. Una joven se acercó enseguida frente a nosotros, con una ligereza de ropa propia del lugar, donde tanto hombres como mujeres exponían la mayor cantidad de piel que podían dejando así opciones para que los vampiros que rondaban el lugar pudieran morderles a su antojo. Él la despachó con un gesto de su mano dejándonos a ambos a solas de nuevo, mostrando la impaciencia que tenía lanzó la primera pregunta de la noche y que yo estaba esperando que hiciera. Me reí por aquello aún con la copa entre mis manos y di un sorbo para luego dejarla sobre la mesa, viendo claras similitudes con su hermano. Claro, ¿cómo no iba a ser así si también era un Black?


-Veo que vuestra arrogancia y soberbia os preceden, señor Black, más sin embargo creo que estáis herrando toda la noche conmigo –lo miré sonriendo de forma ladina, no iba a caer en sus juegos si es lo que se proponía- Mis intereses en vos van por un sendero muy diferente al que pensáis y por el que, sin duda alguna, no os esperáis en ningún momento… y eso me hace divertirme en demasía, he de añadir –reí entre dientes por ello, notando que tenía la situación en mis manos y que él no se iba a esperar por dónde iban a salir las cosas- No ha sido muy difícil dar con vos, ¿lo sabíais? Una puede encontrar dicha información si sabe el lugar adecuado dónde preguntar, pero además vuestra… “fama” –lo recorrí divertida- os ha hecho que no podáis pasar desapercibido, y no, no precisamente por vuestros encantos –volví a coger la copa entre mis manos y volví a dar un trago de ella- Por cierto, creo que tendréis que incorporar un par de hombres a vuestros mercenarios… no supieron estar a la altura y ahora me temo que yacen muertos –me encogí de hombros como si yo no hubiera tenido nada que ver con aquello y volví a dejar la copa sobre la mesa. Enarqué una ceja ante aquellas últimas palabras y, sin poder evitarlo, la risa estalló que no pude controlarlo. ¿Llevarme a una mazmorra? Aquel hombre deliraba por completo si pensaba que podría lograrlo- Sólo entraría a una mazmorra con vos si, en tal caso, vos fuerais quien estuviera atado, amordazo y sea yo quien os diera latigazos por simplemente atreveros a decir semejante locura. Medid vuestras palabras señor Black, y quizás conservéis la cabeza al finalizar esta noche –sonreí pensando que, era hora, de comenzar a sacar los ases que tenía guardados- He venido en vuestra búsqueda porque hay alguien que está interesado en vos, y por favor, no tiene nada que ver con la Inquisición –hice una leve pausa- Digamos que… lo estoy ayudando a cambio de algo beneficioso para mí, así que aquí estamos. Se puede decir que… bueno, vengo a hablar contigo en su nombre por decirlo de alguna manera. Y no creo que le gustara que seas vos, y no él, quien me lleve a una mazmorra… -hice una pausa- ¿Lo habéis adivinado ya? ¿No os ha resultado familiar nada… en mí? ¿Ningún aroma? ¿Ninguna esencia? –Cogí la copa de nuevo dando otro sorbo y lo miré sonriendo- No creo que de todas las personas que hay en el mundo hayáis podido pensar que, de entre todas ellas, fuera vuestro hermano ¿no es así? Sorpresa –dije divertida por ello, viendo cómo reaccionaba.

La dama, lejos de amedrentarse tuvo la feliz ocurrencia de decirme donde podía besadla, como si ella pudiera elegir tales cosas. Solo había un motivo por el que su corazón aun estaba incrustado en ese excitante pecho. Lejos de porque quisiera acabar entre sus piernas, era la curiosidad la que me impulsaba a mantener aquel peligroso juego en el que ambos nos sentíamos cazadores y ninguno presa.

Allí estaba ella, copa en mano, con una preciosa sonrisa ladina dibujada en sus labios asegurándome que erraba en mis conclusiones, algo complicado, pues de momento, no había ningún tipo de idea que me pudiera llevar a error
-Vuestras intenciones no me importan, solo el motivo que os lleva a espiar mis movimientos, a indagar sobre mi nombre y apellido.
Estiré la mano dejando que un mechón de su oscuro pelo recorriera la yema de mis dedos, mas pareé en le ultimo momento para tirar de ella hacia mi forzándola a acercar su rostro al mio.
Mis labios se acercaron peligrosos a su carmín, para en el último momento, esquivarlos y acercarme al lóbulo de su oreja.
-Créeme princesa, cuando te digo que perder no es algo escrito en mi adn, no juegues conmigo o el sol sera el menos de tus problemas.

Solté su cabello y con ese gesto ella recobro su posición ,era cierto sus amenazas habían tocado mi orgullo y para que mentir, las mías creo que tocaron algo mucho mas profundo.
La dama seguía dispuesta a jugar, el miedo no parecía recorre ni un solo musculo de su cuerpo ,algo a lo que no estaba acostumbrado. De normal mi vieja existencia era mas que suficiente para hacer que muchos otros inmortales acabaran de rodillas frente a mi.
-¿Te gusta jugar? ¿que me escondes? ¿Por que no muestras ni un vestigio de miedo?
Pronto hallé la respuesta de sus propios Labios ¿como podía haber sido tan estúpido de no haber caído.
Otro black, ese era el motivo de su desafiante mirada, de ese as que ella sabia tener en su manga y por ende yo desconocía hasta ahora.

Mi sonrisa se torno ladina cuando estiré la mano y tome su muñeca de nuevo, era ese el olor que antes me había sonado familiar, quedaba un pequeño resquicio de olor a vitae conocida.
Mas ninguno de los Black permitía que ningún inmortal se alimentara de nosotros ¿que era esa mujer para uno de mis hermanos?
Admito que ahora mi curiosidad había crecido muchísimo mas.
-¿Me permite? -pregunté sin esperar respuesta, hundiendo mis colmillos en su muñeca.

Una corriente de imágenes se sucedieron en mi cabeza. Assur y ella, en un bar, en un hotel, desde luego lo habían pasado bien.
Aflojé el mordisco y relamí las últimas gotas de su piel.
-¿Eres la amante de mi hermano? Sabia que no podía ser su mujer, mi hermano era incapaz de mostrar ni un solo vestigio de sentimiento por nada ,ni por nadie.
Así habíamos sido educados hace ya tantos siglos, que la verdad, dudaba el tiempo hubiera cambiado un ápice en el.
¿Entonces por que su sangre corría por sus venas?
Ahora entendida ¿por que sabia que no la mataría?¿ por que también sabia que no la tomaría?. Si ella era de Assur para mi era intocable.
-Vaya, vaya ..así que vos sois la que me ayudará en este reencuentro familiar. ¿Y a que esperáis? Llevadme frente a el.

No sabía cómo podría reaccionar aquel hombre al decirle cuál era el motivo por el que estaba allí, la razón por la cual aquellos días me había pasado siguiéndolo e intentando hallarlo, siguiendo su rastro, siguiendo pistas que solamente me conducían ante él. Sorteando, además, a los mercenarios que había mandado a por mí en el momento en que supo que alguien, una mujer, iba tras su pista. Mercenarios había que decir, que no me supusieron ningún tipo de problema y que lo único que hicieron fue que aquello fuese mucho más divertido. Assur realmente no me había dicho mucho sobre su hermano, he hecho, era la primera vez en todo aquel tiempo que lo conocía que lo nombraba… y algo gordo debería de estar pasando para que me pidiera ayuda a pesar de todo. Bueno, al final el resultado había sido beneficioso para mí y había acabado obteniendo su sangre, que era algo que siempre me había llamado la atención.

No solía beber de vampiros puesto que no era algo que me gustara, pero había que admitir que beber de un inmortal tan antiguo como lo era él podía dar muchos beneficios. Di un sorbo a la copa que todavía llevaba en mí mano y sonreí, ah, cuando le dijera cuál era aquel “As” que a él se le escapaba de su comprensión, y que era la pieza clave de todas sus dudas… ¿cuál sería su rostro al darse cuenta de que, pese a su cercanía, obviaba el olor que aún quedaba de su hermano en mí? ¿Y su reacción? Estábamos en un local y no podría hacer demasiado en aquel lugar, pero lo que más tranquila me dejaba, era el hecho de saber que él jamás me haría nada… sino quería que la furia de su hermano cayera sobre él.

Reí entre dientes cuando dijo que no había errado cuando, de hecho, era lo que estaba haciendo en aquella noche desde que se había acercado a mí. Todavía no sabía si aquello había sido en un acto de estupidez, o de locura, sabiendo que iba tras él. ¿Quién podía asegurarle, que no quería matarlo? Sin embargo se había atrevido a acercarse y ahora compartíamos aquel sofá, lejos de miradas indiscretas, mientras tomaba una copa y me tranquilizaba al saber que ya no tenía que buscarlo más, que él se había presentado por propia voluntad pese a no saber qué intenciones tenía para con él.


-Todo a su debido tiempo, señor Black, apenas me he terminado la copa y hace poco que he llegado al lugar… quisiera disfrutar un poco más del ambiente –lo miré- Así de cómo su desconcierto frente a mí postura y la razón por la que os he seguido –porque sí, decírselo tan rápido no era algo divertido en lo absoluto. Pese a la amenaza velada de mis palabras hacía escasos minutos, seguí la trayectoria de su dedo hasta que paró en un mechón de mí pelo, acariciándolo con suavidad, incluso así no bajé la guardia en ningún momento. Tanto así que le miré frunciendo el ceño cuando me acercó hacia su rostro al tirar de mí pelo, estaba dispuesta a alejarme y a mostrar los colmillos en una clara amenaza si su intención era besarme… pero no fue así y sus labios se dirigieron a mí oreja, haciendo que soltara una risa por aquello sin soltar la copa de mí mano.

Volví a mí posición inicial y lo estudié durante unos segundos, no, por supuesto que no le gustaba perder… igual que a su hermano, sin duda alguna como solían decir “de tal palo, tal astilla” y aquel caso entre hermanos no era diferente. Reí levemente volviendo a dar un trago a la copa, casi agotando su contenido, cuando me contempló y se sorprendió de no ver ningún rastro de temor en mí… y no lo vería. No me había hecho nada para que así lo mostrara y sus palabras estaban muy lejos de amedrentarme o de hacer que me intimidaran, más bien, me parecía de lo más divertido porque aquel “as” que él desconocía, era el que me hacía ganar aquella partida.


-¿Por qué debería de temerte? No has hecho nada para que tiemble ante ti ni para que muestre ningún tipo de vestigio… ahora, si me apetece jugar –me lamí el labio, divertida con aquella- ya estamos jugando, señor Black, siento que se tenga que enterar tan tarde de ello. Lo que escondo… -hice una leve pausa- pronto lo sabrá, ya veo que la paciencia no es una de sus virtudes, ¿no es así? –aún así decidí que, dado que aquella carta era la que me brindaba total protección se lo dije, el motivo por el cual lo había estado siguiendo, el motivo por el que él estaba allí. Su cara de asombro, de incertidumbre, y ese ceño fruncido como a alguien que se le había pasado algo por alto y se reprendía por ello… fue lo que esperaba ver sin lugar a dudas- Vaya, ¿se te había pasado por alto? –reí de nuevo viendo su expresión, me contempló durante unos segundos y su mano cogió mí muñeca, levantándola. Enarqué una ceja, ¿permitirle el qué?- Por supuesto que no te… -pero fue tarde, él fue mucho más rápido que yo y sus colmillos pronto atravesaron la piel de mí muñeca, haciendo que soltara un leve jadeo por ello y luego siseara sintiendo cómo bebía de mí sangre. Intenté soltarme pero el agarre que tenía sobre mí era más fuerte y solo cuando su lengua lamió las últimas gotas de sangre, cerrando así la herida también, fue que retiré la muñeca.

Me enervó aquel simple acto, nadie había osado a beber de mí sangre de forma tan descarada y aquello no me había gustado en lo más mínimo. Yo decidía a quién le entregaba mí sangre y a quién le dejaba beber de mí… por el momento, no había dejado que ninguna de las dos cosas sucedieran… hasta que aquel engreído se había tomado la licencia de morderme y beber de mí sangre, acto que no iba a dejar pasar por alto y que pronto tuvo su respuesta. Mí mano voló más rápida de lo que él siquiera llegara a ver y se impactó con fuerza en su rostro, no con la palma abierta como cualquier otra señorita, sino con el puño bien cerrado y apretando con fuerza. Impactó contra su mejilla y le hizo girar un poco el rostro.


-Vuelve a ponerme un solo dedo encima y me importa bien poco que tengas mil, dos mil o como si quieres tener cien mil años… te aseguro que será lo último que hagas –siseé con furia y bastante enfadada por lo que había hecho, por aquel atrevimiento tan gratuito que se había tomado la licencia de hacer- No soy la amante de nadie puesto que no soy de nadie –lo que yo tuviera, o dejara de tener, con su hermano era algo que no le concernía en lo más absoluto. Hice una leve pausa, tomé un respiro como si realmente lo necesitara algo que era de lo más irónico, y clavé mí mirada en él- No tan deprisa. No has pensado que, si él no está aquí, ¿es por alguna razón? Como he dicho soy su… representante, así que antes de llevarte con él –que no sabía si era eso lo que Assur quería- tendrás que darme algo a cambio. No hago nada gratis, y puesto que habéis mandado a mercenarios con un precio puesto sobre mí cabeza y habéis bebido de mí sangre –gruñí por aquello, mostrando que no me había gustado- debéis darme algo de información a cambio. Luego os llevaré ante él, si es que la información es lo suficientemente buena como para ello –cogí la copa- Y por favor, no intentes ningún truco para sacarme dónde puede estar o algo similar, ya sabes, si él quiere que lo veas… se mostrará ante ti.

Un puñetazo, eso es lo que la dama me regalo, no solo eso, oso tentarme, recriminarme mi actitud y advertirme que a la próxima, mi no vida, acabaría.
Estaba tan enfadada, que una sonrisa de medio lado se dibujo en mi rostro.
Admiré sus orbes que despuntaban rojos de ira frente a los míos.
Admito que nunca hubiera tocado lo que es de mi hermano,  mas, hoy haría una excepción.

La tomé por las nalgas en un rápido movimientos en el que nuestros cuerpos se alzaron de ese sofá para colisionar contra la pared lateral.
Su cuerpo contra el mio, labios a escasa distancia que ardían como el fuego.
-No vuelvas a decirme lo que puedo o no hacer, o esto no acabará bien -su aliento ajetreado fundiéndose con el mio y de nuevo sonrisa efímera al ver su odio pintado e aquel lienzo en blanco.

Deslicé su cuerpo hasta que sus pies tocaron el suelo sin dejar de enfrentar con altivez su mirada.
-No se a que te ha acostumbrado mi hermano, ni siquiera se si eres o no su amante, o solo otra de las fulanas con las que se acuesta, lo que si se, es que vas a llevarme frente a el, porque mi paciencia es muy limitada, preciosa.

Sonreí de medio lado contemplándola, preparado para el siguiente movimiento salvaje de la dama. Algo me decía que esa fiera me devolvería aquel arranque pasional, mas quizás no fuera ahora.
Le guiñe un ojo escuchando sus palabras, bien sabia que algo importante era para mi hermano, ninguno de nosotros cedía en regalar nuestra sangre milenaria.

Por sus venas corría desaforada la vitae de mi hermano, quizás eso y que sabia su ubicación era lo único que le permitía mantener la cabeza por encima de sus hombros.
Me gustaba esa mujer, fuerte, salvaje, furiosa, engreída y valiente.
-el gusto de mi hermano ha mejorado considerablemente -susurré antes de aflojar el agarre y apartarme para volver así al sofá bajo la atenta mirada de otros inmortales.

Tomé la copa y di un sorbo, escuchando su oferta, esa que la convertía no solo en la amante de mi hermano si no en su representante.
-¿tanto te gusta como para representar a un Black? -bromeé con cierta ironía en mi voz -ten cuido inmortal, todo lo que toca a los Balck acaba en destrucción.

Había llegado la hora de negociar, ella quería información, pero ¿información sobre que?
-Soy todo oídos Madam, que deseáis saber que no podáis averiguar pro vos misma ¿quizás el color preferido de mi hermano para regalarle un traje? -bromeé divertido con una mueca de satisfacción.

Al final aquel hombre había hecho que acabara golpeándole en el rostro, dándole un puñetazo que se había merecido y ganado él solito al tomarse la enorme licencia de beber de mí sangre, de atreverse a hundir sus colmillos en la piel de mí muñeca y beber de mí como si yo realmente le hubiera dado permiso. No había sido el caso, igual que su hermano, había tomado lo que había querido sin pedir siquiera permiso primero, como si fuera dueño de todo… y yo debía de dejarle bien claro que las cosas no iban así conmigo, que no era como ninguna otra mujer que le rondara. Yo tenía las ideas bien claras y sabía lo que quería, y el que él se tomara esas licencias… no entraba en la lista. Aunque había que decir que había sido gratificante darle aquel puñetazo y ver cómo su rostro se había girado por la fuerza de este, al igual que su mirada tras aquello.

Pero sabía que no se iba a quedar indiferente con aquel acto, sabía que como buen Black iba a actuar en consecuencia y… no tardó en llegar su reacción. Con la rapidez que le concedía ser vampiro me levantó, se atrevió a levantarme pasando sus manos por mí trasero y levantarme para estamparme contra la pared, en la que mí espalda chocó con fuerza contra esta y un leve suspiro salió de mis labios. Podía notar su respiración chocar contra mí rostro y no aparté mí mirada en ningún momento de él. Quería matarlo por atreverse a hacer aquello, y aunque me revolví para que me soltara no conseguí hacerlo. Pero el desafío en mí mirada seguía impreso y nada me amedrentaría contra él. Sus palabras me hicieron mirarlo y supe que lo decía en serio, pero poco me importaba. Al menos, que vinieran de él.


-Te diré lo que puedes o no hacer si me da la gana, o si haces algo como lo que te has atrevido hacer –hice una pausa- No me das miedo, señor Black, por que sé que no puedes hacerme nada salvo esto, ¿no es así? –Sonreí de lado- No puedes más que intentar hacer que te tema y amenazarme… y déjame decirte, que no lo estás consiguiendo. No te temo, ni a ti, ni a lo que podrías llegar a hacerme llegado el caso. –Ver su sonrisa en su rostro era algo que me enervaba por completo, como si le confirieran unos aires de superioridad que no tenía… y me daba igual que fuera mucho más viejo que yo, eso me importaba bien poco. Mí orgullo podía contra cualquier cosa, fuera o no sensata.

Tuvo la gran desfachatez de dejar que mí cuerpo se deslizara hacia abajo de forma lenta, sintiendo el roce contra su cuerpo que me tenía prisionera, mientras su mirada chocaba contra la mía en todo momento. Me desafiaba, me estaba desafiando con todo lo que hacía y yo no podía hacer otra cosa que devolverle la mirada. Había tratado ya con un Black y tenía experiencia en esa materia, si quería sentirse superior sobre mí estaba tomando el mal camino. En cuanto mis pies tocaron el suelo le di un empujón que de poco sirvió mientras sus palabras salían afiladas de sus labios… y fue la gota que colmó el vaso.

Gruñí por aquello porque, ante todo, no me gustaba que me insultaran de forma tan gratuita como lo había hecho él, sabiendo lo que estaba diciendo en todo momento, y supe que buscaba aquello con sus palabras. Me daba igual lo que pensara de otras mujeres, no me importaba, pero otra cosa era permitir que se excediera de aquella forma conmigo y yo dejárselo pasar… se estaba metiendo con la vampira equivocada, y era hora de que supiera dónde estaba pisando.


-Y a mí me da exactamente igual a lo que te tenga acostumbrado tú hermano, es algo que no va conmigo y no me importa en absoluto. Como he dicho lo que tenga, o no, con él es algo que a ti no te importa… ¿o sí lo hace, dado que insistes tanto? –Lo miré durante unos segundos, y antes de que se diera cuenta de lo que pretendía hacer, mí mano fue rápida hacia su miembro y apreté este con fuerza, sin apartar mí mirada de la suya- Pero lo que sí sé, es que como vuelvas a insultarme otra vez no dudaré en quitar esta parte de tú cuerpo que, estoy segura, echarás de menos ¿no es así? –Lo tenía agarrado, literalmente, por aquella parte y no dudé en hacer presión para hacerle daño y hacerle saber que iba en serio con mis palabras- No eres nadie para dictarme lo que debo o no hacer, si quiero llevarte ante tu hermano será porque quiero llevarte ante él, no porque tú me lo ordenes. ¿Ha quedado claro? –Para que me contestara di un tirón divertida por aquello- Y ahora, si no quieres perder tus… preciados tesoros, compórtate. –Esperé para ver si había entendido y rodé los ojos al decirme que su gusto había mejorado- ¿Crees que me importa? –Estaba claro que él nada sabía de lo que Assur y yo llevábamos entre manos, y prefería que siguiera siendo así… porque distaba mucho de lo que tenía en mente.

Por fin su agarré me soltó y se sentó en el sofá, alisé un poco el vestido que llevaba y me volví a sentar sabiendo que podía hacerle daño y que cumpliría su amenaza como volviera a excederse de nuevo. Fruncí el ceño cuando comenzó de nuevo, aquel hombre seguramente fuera así todo el rato, y empezaba a cansarme de nuevo.


-Me gusta lo que me puede dar a cambio de este favor, aunque tampoco es algo que te incumba –cogí de nuevo la copa y pedí otra a uno de los camareros que pasaron por allí. Mí mirada se desvió hacia él cuando me advirtió y no contuve la risa que salió de mis labios. ¿Destrucción? Era lo que llevábamos haciendo durante siglos Assur y yo, su advertencia llegaba bastante tarde- No temo lo que pueda pasar, pero gracias –sonreí de lado por ello y fue entonces que le dije lo que realmente quería. Como era de esperar no tardó en burlarse por ello y dejé que lo hiciera mientras el camarero traía una nueva copa que dejó delante de mí, y al que despaché con un simple gesto de mí mano al darme cuenta de que quizás quería que bebiera de él, ya que iba ligero de ropa- Puedes bromear todo lo que quieras al respecto, pero estás muy equivocado –cogí la copa y me acomodé en el sofá- En realidad quiero información... sobre ti –mí mirada se fijó en él, seguramente aquello no se lo había esperado- Soy consciente de que algo importante está pasando para que Assur haya tenido que pedirme este favor y haya tenido que recurrir a mí –que, después de cómo habíamos quedado, era algo bastante llamativo- No es tú hermano el que me interesa ahora, sino tú –di el primer trago de la copa- Dime, ¿por qué crees que tú hermano quiere verte después de tanto tiempo? ¿Por qué no ha venido él directamente? –Sonreí de lado, sabiendo que ahora en parte yo era quien tenía el control- ¿En qué lío anda metido, señor Black? No me creo que sólo sea una reunión de hermanos, y francamente, que os llevéis tan mal como para tener que venir yo… no después de saber que, pese a todo, tenéis un código ético por el que os regís –reí levemente, código que me confería ventaja sobre él- Hay algo más, algo más oscuro que todo eso que os mantiene en vilo, ¿no es así? –Me acerqué un poco- Decídmelo, porque no soy ingenua señor Black, vuestro hermano ha dado más de lo que os pensáis para poder llegar a este momento, para llegar hasta ti. Y no será porque no tengo ganas de ver ese… emotivo reencuentro –sonreí de lado, esperando que me dijera aquello que tanto preocupaba a su hermano, hasta tal punto, de haber tenido que contar conmigo.

Sonrisa ladina en mi rostro cundo la dama me mostró sus cartas, aunque todavía desconocía el porque entre sus manos mareaba la baraja, barajandola hasta la saciedad.
Decía querer saber de mi, pero...¿para que? Obviamente no era simple interés periodístico, su intención no era remontarse hasta el principio de mi linaje Cain.
Mas bien buscaba información que llegado el momento pudiera utilizar con Assur.

El le había dado su sangre, algo que ninguno de nosotros hacia porque si, era obvio que esa mujer significaba algo para él ¿confiaba en ella?
Nosotros no tendíamos a confiar en nada ni en nadie, si algo nos había enseñado el paso del tiempo,  es que la gente siempre te traiciona, la fidelidad estaba sobre-valorada y esa mujer no tenia pinta de estar enamorada de mi hermano como para serle fiel.

Ella tenia sus propios intereses y esa era un arma de doble filo, dicen que sabe mas el diablo por viejo que por diablo, en nuestro caso ese dicho cobraba fuerza.
Tomé la copa sin dejar de escucharla mientras daba un profundo trago de ella.
-Voy a explicarte algo que posiblemente tu no entiendas. Los Black somos una familia de siete hermanos, tendemos a “cuidarnos” no siempre estamos de acuerdo en todo y a lo largo de los siglos nos hemos dispersado siguiendo caminos distintos, mas una cosa si te digo, tomatelo a amenaza, advertencia o simplemente a palabras vacías de un antiguo, pero..si alguna vez osas joder a lo míos, en otro ámbito que no sea el de colar a Assur entre tus piernas, no habrá lugar en el mundo donde puedas esconder tu bonita cabeza.

Mis ojos centellearon frente a los suyos, cuerpo tenso que se relajo dejándose caer sobre el sofá para  seguir conversando esta vez en un tono mas amistoso.
-Como no llegaremos a nada amenazándonos el uno al otro, voy a darte una tregua, te considero lo suficiente inteligente como para saber que jugársela a un Black no es un acto digno de tener mas de dos dedos de frente.
Voy a pensar que esa pregunta sobre mi, es porque mi hermano te importa, que solo buscas protegerlo de un modo u otro y por eso ves oscuridad y extraños motivos.

Sonreí de medio lado observando sus gestos, altivos, orgullosos, parece que sentir la sangre de mi hermano correr por sus venas la hacia sentirse invencible.
-haremos una cosa, tu me llevaras frente a mi hermano y a cambio yo le diré lo buena chica que eres y que te considere como futura “novia” a tener en cuenta.
no pude evitar echarme a reír al ver su cara de pocos amigos, para ser tan joven tenia muy poco sentido del humor.
-Digamos que llevaba mucho tiempo apartado del mundo, supongo que durante esos siglos he perdido el contacto familiar. Assur debe haberse enterado de que de nuevo estoy en circulación y a venido a buscarme, no hay mas misterios pequeña cainita.

Quizás no estaba siendo del todo sincero, mas ninguna de mis palabras eran mentira.
Los” iluminati” me habían mantenido siglos amordazado y recluido alejado de una sociedad que para mi era nueva, no así para Assur, que al parecer había vivido siempre en libertad adaptándose a los tiempos.
Que era perseguido por la inquisición y los mismos templarios era un hecho, que tenia que pasar desapercibido, otro. Supongo que ese era el motivo de que Assur hubiera usado a esta mujer para dar conmigo, preguntar el mismo hubiera levantado sospechas, pues al igual que yo era un Black.
-Dicho esto, llévame con él, y estoy seguro pagara tus servicios del modo que te ha prometido, tu seguirás tu camino y nosotros el nuestro ¿o es que quieres unir tu destino al suyo? -pregunté elevando una ceja divertido.

Las amenazas seguían de un lado y de otro y parecía que ninguno de los dos íbamos a dar nuestro brazo a torcer, porque no, no pensaba cederlo ante nadie a menos que tuviera realmente la razón y en aquel momento… él no la tenía. Podría pensar lo que quisiera del motivo por el cual realmente estaba allí, hasta tal punto de pensar que lo hacía con algún interés oculto que él parecía desconocer y quería descubrir. Sin embargo, siendo franca, hasta a mí me parecía extraño el hecho de que Assur me hubiera pedido ayuda precisamente a mí. Las idas y venidas que teníamos eran algo extrañas, eran como un juego del cual solamente nosotros poníamos las reglas… pero conforme habíamos terminado la última vez fue un movimiento arriesgado por su parte el pedirme aquel extraño favor.

Por eso mismo yo tenía mis dudas y preguntas hacia su hermano, él no me había dicho mucho y no me había contado demasiado sobre lo que esperaba encontrar de su hermano, tampoco sabía si quería que lo condujera hasta donde estaba él o no… era todo demasiado extraño. Pero sí sabía algo, que algo bastante gordo debería de estar pasando para que me pidiera aquel favor, podría contratar a cualquier persona para encontrar a su hermano, pagar sus servicios y así no tener que recurrir a ningún conocido. Sin embargo había acudido a mí, y sí, sabía moverme por París y en dónde podría encontrar según qué tipo de información… pero quizás es que no se fiaba de nadie lo suficiente como para pedir tales cosas, y dado que había… cierta confianza adquirida a través de los años me lo hubiera pedido a mí.

Reí con la copa entre mis manos ante su explicación y, sobre todo, a esa amenaza, advertencia o como él quisiera llamarla que me había dicho sobre su hermano. Bien, la cosa era que sí… había jodido a su hermano, más de una ocasión. Me reí divertida porque, si él supiera las veces que habíamos jugado al gato y al ratón, en las que nos poníamos a los dos en peligro… seguramente, quisiera arrancarme la cabeza como él decía. Sin embargo eso eran temas que no le incumbían ya que su hermano era lo bastante mayor como para decidir qué era lo que prefería o no.


-Relajaos, señor Black, no tengo ninguna intención de joder a nadie de vuestra familia… por dios, con un Black tengo más que suficiente –di un trago a la copa y enarqué una ceja. Assur no me había contado mucho sobre su familia al igual que yo no había contado nada sobre la mía, entre otras, porque no tenía nada que contar sobre alguien que llevaba muerto tanto siglos- Tan sólo quería saber qué motivos lo han llevado para pedirme que me acercara yo en vez de él, y no me vas a poder negar que es…  extraño –lo miré durante unos segundos mientras el ambiente en el local seguía impasible, siguiendo su propio ritmo sin inmutarse- Dado que sois hermanos y que os protegéis, como bien has dicho, podría haberse acercado a él y todo habría sido más fácil. No te tomes mis preguntas como a una ofensa o una posible amenaza, soy una mujer curiosa y este asunto ha aumentado mí curiosidad –me encogí de hombros no queriendo darle tanta importancia. Sabía que algo estaba pasando, no era muy extraño que pudiera preguntarle el qué.

Mordí el borde de la copa ante sus siguientes palabras, ¿Qué si sabía lo que era jugar con un Black? Sí, claro que lo sabía. Lo había sabido durante todo aquel tiempo en que habíamos realizado aquellos juegos en los que cada vez nos poníamos en una situación más peligrosa. Me gustaba la vida de inmortal que llevaba y sabía que los cazadores y la inquisición estaban más que nunca al acecho para ir tras nuestros pasos, por lo que no tomaba riesgos innecesarios últimamente. Eso implicaba, de hecho, no meterme con una familia en la que todos eran vampiros y que además todos ellos eran unos antiguos. Eso era cruzar la línea hacia una muerte segura, y ya bastante era enfrentarme a uno de ellos como para tener al resto de los hermanos.


-No pensarás que soy tan ingenua, ¿verdad? Porque sé muy bien hasta dónde puedo llegar a cruzar la línea, y sé hasta dónde puedo arriesgar con mí vida. Pero te lo repito de nuevo, no busco nada con esas preguntas, preguntas que creo que estás tomando por un camino muy equivocado señor Black. No busco nada con ello, tan solo saciar una curiosidad innata y nada más. Creo que vuestro hermano sabe lo que se hace y no necesita de ninguna protección, simplemente es un mero favor –favor del cual yo me aprovecharía y sacaría aquello que andaba buscando, pero ese era el trato que habíamos firmado. Le miré frunciendo el ceño ante el comentario de la novia y terminé por rodar los ojos, no iba a decirle nada por aquello porque estaba claro que lo había dicho claramente para picarme… así que preferí obviarlo y centrarme más en sus palabras. Así que, solo era porque había “vuelto a la circulación” Ya, y por eso me mandaba a mí a buscarlo- ¿Pequeña cainita? –Enarqué una ceja ante aquello- Por favor, no contestes a eso –negué con la cabeza para que continuara hablando no queriendo saber por qué lo había dicho. Seguía insistiendo en que lo llevara ante él y realmente es que no sabía si debía de hacerlo o no. No me había dicho nada al respecto de llevarlo ante él y, por un segundo, dudé de lo que tenía que hacer- Aunque me muero por ver ese reencuentro entre hermanos que, sin duda alguna, será tan emotivo… no estoy segura de que sea eso a lo que he venido aquí –hice una leve pausa, di un trago a la copa y lo miré- Sé que podrías seguirme para dar con el paradero de tú hermano si no te llevara ante él, no es demasiado difícil de adivinar, por lo que ante esas dos opciones preferiría llevarte yo y así veo el encuentro entre ambos –sonreí de medio lado. ¿Unir mí destino al suyo? Estaba claro que la situación le hacía bastante gracia- Creo que soy lo suficientemente inteligente como para no querer unir mí destino al de vuestro hermano, sin ofender, pero no creo que vuestro hermano sepa manejarme de esa manera… soy un tanto… indomable –reí divertida por ello, ya que él se estaba divirtiendo me di el lujo de hacer aquel tipo de comentario. Hacía siglos que nuestros caminos se habían cruzado, para bien o para mal, y ahora volvían a hacerlo de nuevo sin saber qué nos depararía a ninguno de los dos- ¿Tenéis prisa por reuniros con él o… me dejaréis terminar mí copa? –La situación entre ambos se había relajado considerablemente, no sabía por qué, pero todos mis encuentros que había tenido con algún Black llevaban esa tensión y adrenalina cargada en el ambiente… cosas de hermanos, seguramente. Aunque podían parecer diferentes, en el fondo, eran realmente iguales.

Aquella mujer empezaba a gustarme, tenia que reconocer que mi hermano tenia buen gusto al elegir a sus furcias, pues esta era de armas tomar.
Me retaba con cada palabra, aun sabiendo que si su cabeza seguía sobre sus hombros era unicamente porque así yo lo había dispuesto.
Quizás pensaba que el cobijo de aAssur le era mas que suficiente para detener mis pasos. Cuan equivocada estaba la pequeña cainita, pues, ¿que no me perdonaría mi hermano? Podría regalarle un Harén en sustitución de esta, aunque algo me escamaba, la sangre de mi hermano en sus venas, eso era algo que ningún Black regalaba a la ligera.

La observé morder el filo de la copa, tentadora, arrebatadoramente bella, mis ojos se tornaron rojos por el deseo, quizás estaba bebiendo demasiado. Sonreí de medio lado frente a sus palabras, mientras me reclinaba en el sofá copa en mano entrechocando los hielos.
-La curiosidad mato al gato -respondí mirándola de arriba a bajo.
Mas como bien sabes, los siglos te crean mas enemigos que amigos y nosotros somos expertos en ver pasar las décadas sin inmutarnos.
Nos hemos mantenido sobre la faz de la tierra desde antes de que esta se plagara de vástagos. Te contaré una historia pequeña, una que responderá tu pregunta.
Nuestra madre era una pobre mujer que malvivía con sus siete hijos en Mesopotamia. Digo mal vivía, porque eso hacíamos cuando mi padre aun vivía con nosotros, un borracho que pronto emigro hacia nuevas piernas dejando las de mi madre vacías de hombre y plagadas de hijos.
Fue puta, de algún modo tenia que poner pan en nuestra mesa, no la culpo. Vio morir entre sus brazos a uno de sus hijos, hasta ese entonces se había negado a ser el capricho del hombre que nos convirtió en lo que somos, dioses.
No tardo en darse cuenta, que el bien no siempre es el camino correcto, o al menos no el único.
Ese hombre la traslado a un palacio y a sus seis hijos restantes con ella.
Nos dio la sed de sangre, pero también una vida llena de comodidades. Admito que al principio no fue fácil, pero, los caminos de Cain son inescrutables.
Mi padre, es el descendiente directo de Cain, yo su nieto y la sangre que se apaga por tus venas y que como una profunda droga te invita a necesitar mas, es tan fuerte porque proviene del creador de nuestra raza ¿lo entiendes?

La observé divertido, parecía que mi hermano no había intimado hasta ese punto con ella, pues vi un atisbo de duda en sus ojos frente a la intensidad de mis palabras.
-Assur era el mas rebelde de todos los hermanos, le costo sucumbir a la sed de sangre, le costo matar y se revelo contra padre hasta que lo doblego de un modo insaciable. Mi hermano no es un angel, no encontraras resquicio de humanidad en el. No lo encontraras en ningún Black.
Y ahora que te he contado nuestra tierna historia, estoy seguro de que el encuentro te resultara infinitamente mas emotivo.

Dejé la copa en la mesa poniéndome en pie para tenderle la mano con delicadeza.
-Me permite -susurré tirando de ella hasta pegar su cuerpo al mio con cierta brusquedad -quizás el reencuentro acabe siendo mas que emotivo, excitante, tu decides a que juego quieres jugar.
Caminamos hacia la puerta, allí le acomodé el abrigo sobre los hombros de forma galante, mientras mi brazo se paseaba por su cintura con cierto descaro.
-Vamos a por mi hermano, y bebamos para celebrarlo -susurré en su oído sin separar mi cuerpo un ápice del suyo.

Al menos aquella noche iba a obtener alguna que otra respuesta, quizás aquel hombre que tenía delante de mí despejara algunas dudas que había tenido con todo aquel asunto. Aún me parecía extraño que tuviera que ir yo para buscarle cuando estaba segura de que Assur también lo habría encontrado, pero ahora que podía conocer un poco más al que era su hermano y era la persona que me había mandado a buscar, podía entender un poco que quizá su encuentro no hubiera sido tan… calmado como el que estaba teniendo yo en su presencia. Quizás en vez de palabras hubieran volado quizás sus puños, o tal vez no, era algo que comprobaría cuando los llevara para que se juntaran. ¿Se lanzarían a los brazos del otro? ¿Se echarían algo en cara? Me mordí el labio de pensarlo, pero al menos podía decir con cierta seguridad que aquel hombre me estaba contando más de ellos que todo lo que Assur pudiera haberme dicho.


-Cierto, pero murió sabiendo –le comenté divertida cuando dijo lo del gato- Y aún me quedarían seis vidas más para poder hacer lo que quiera –di un sorbo del contenido de mí copa y me acomodé contra el respaldo mientras lo escuchaba hablar. Por fin me daba alguna que respuesta, y no sólo eso, sino que además me estaba contando su historia… sus principios. Sabían que eran “viejos” o antiguos, sabía que procedían de un linaje antiguo que se remontaba atrás en los siglos… pero lo que no podría haber sabido nunca, si no me lo decían, es que habían sido convertidos por el que fue el primero. ¿Qué se sabía de él? Muy poco, o nada. Su información, así como su paradero, era algo que estaba altamente clasificado y a los que muy pocos, por no decir nadie, tenía acceso. Algo que se guardaba con recelo y que así había sido a través de los siglos.

Dejé que me contara su historia, algo que hasta entonces no había sabido porque era cierto que ninguno de los dos, en todo ese tiempo que nos conocíamos, habíamos hablado sobre nuestra vida pasada y cómo nos convertimos. Quizás era porque él tendría demasiado de lo que contar, y quizás, tampoco se sintiera cómodo hacerlo. El caso es que a mí no me había importado y yo tampoco había compartido aquella información, y ahora que sabía todo aquello entendí quizás por qué era en ese aspecto tan receloso. También por qué jamás daba su sangre a nadie. Siempre había querido saber qué era lo que se sentía de beber de alguien que poseía miles de años, no era dada a beber de vampiros y nunca lo había hecho, pero siempre había sospechado que debía de ser mucho más potente que lo que los humanos sentían cuando bebían de nuestra sangre. Lo observé de forma algo fija cuando me dijo que su hermano no era un ángel, bueno, en realidad ningún vampiro lo era.


-¿Y crees que yo sí que soy un ángel? –Reí por aquello- No pretendo encontrar nada en él, ningún vampiro que lleve tantos siglos en sus espaldas podrá quedarle algo de humanidad, ya sea un Black o no, los siglos, o los milenios, no os pasan factura solo a vosotros –terminé la copa y la dejé sobre la mesa- Pero en algo tienes razón; ahora me muero un poco más por saber qué tipo de reencuentro tendréis cuando os veáis –al parecer aquella pequeña reunión había llegado a su fin, porque dejó la copa encima de la mesa y se levantó para tirar de mí mano, con algo de brusquedad, haciendo que mí cuerpo quedara pegado al suyo. Sus ojos denotaban un brillo de diversión en ellos, y sus palabras me llevaron a pensar de forma inequívoca que quizás esperaba algo más de aquella simple reunión, algo que tenía que ver con algo más… excitante, lleno de perversión. Y eso fue lo que me dio a entender con sus palabras.

Dejé pasar sus palabras hasta que salimos de aquel local en donde él, de forma galán, acomodó el abrigo sobre mis hombros aunque no lo necesitara, pero había que aparentar mientras andábamos por las calles de París. Su brazo se paseó con cierto descaro por mí cintura y su cuerpo quedó pegado al mío mientras me susurraba aquellas palabras que, sin duda alguna, presagiaban lo que ya estaba sospechando que él tenía pensado que podría pasar. Pero erraba completamente si pensaba que iba a suceder algo como aquello, me solté del agarre de su brazo y me giré poniendo cierta distancia entre ambos, mirándolo con el ceño fruncido, enfadada por lo que me estaba tomando y por lo que sin duda alguna no era.


-No soy una vulgar ramera, señor Black, como para caer tentada ante tal proposición. Es mí cuerpo y lo entrego a quien quiero, siento arruinaros el pensamiento que tendríais sobre el encuentro –en realidad, no lo sentía en absoluto. Que dejara que su hermano tomara mí cuerpo no significaba que dejara que él también lo hiciera, o mucho menos, ambos- Además –di un paso hacia él, divertida con lo que iba a decirle y una sonrisa en mí rostro- ¿Creéis que no sé, que estáis comprometido con… cierta señorita? –Sonreí ladina por ello pasando un dedo por su rostro- No solamente os he estado siguiendo, señor Black, también he oído varias cosas de interés sobre su vida. Me pregunto… qué pensará vuestro hermano cuando sepa que vuestra futura esposa es humana –puse un dedo sobre sus labios y me acerqué hacia él como si fuera a besarle, pero me aparté cuando casi podía sentir sus labios rozando los míos y me giré para comenzar a andar- Vayamos en busca de su hermano, a ver cómo se presenta el reencuentro –comencé a andar saliendo del local y del lugar donde estaba para dirigirme hacia donde sabía que estaba Assur. Me mordí el labio pensando si estaba haciendo bien o mal en llevarlo ante él, pero aunque no lo hiciera, podría seguirme fácilmente y encontrarlo de aquella forma. Ya me había encontrado a mí en el local, así que, prefería ser yo quien se lo llevara a que se presentara allí por arte de magia.

Me adentré por las calles de la ciudad hasta que llegamos al hotel donde él se hospedaba y de donde había partido la última vez hacía unos días, de aquella habitación donde la tensión había estallado y habíamos sucumbido a ella, y en donde salí con su sangre corriendo por mis venas, con la sensación de que de alguna forma esta estaba caliente y me hacía sentir que había vuelto a la vida. Tan sólo pensarlo de nuevo me lamí el labio ante aquel recuerdo, apenas quedaba un leve vestigio de su sangre corriendo por mis venas, el suficiente como para sentir que su presencia estaba cerca y que estaba en aquel hotel. No sabía qué iba a pasar cuando tocara a su puerta y nos viera a ambos allí, sabía que con un Black nunca sabías a lo que atenerte. Miré hacia atrás viendo que me seguía y me adentré sin duda hacia la parte que daba a las habitaciones, subí hasta la planta donde estaba él y me planté delante de la puerta. Miré de reojo a su hermano, que estaba a un lado de la puerta, y mí mano se dirigió hacia esta dando unos golpes en ella. En cuanto la puerta se abrió me fijé en su rostro y sonreí, parecía que su pelo lo llevaba algo mojado, ¿acababa de salir de la ducha? No le di tiempo a que pudiera ver quién traía a mí lado, aunque quizás hubiera podido notar su presencia.


-Hola querido demonio –puse una mano en su pecho y tiré hacia atrás para que entrara en la habitación, mi vista se posó por un segundo en la cama y luego lo miré a él- ¿Me has echado de menos? –pregunté en tono bajo y divertido, para luego dejar un mordisco en su labio y mirarle- Te he traído… un regalo –me separé para que pudiera ver a su hermano y me quedé a unos pasos de distancia, a partir de aquí, no sabía qué iba a pasar.

La dama frunció el ceño, parece que mi cercanía la molestaba, claro que sus palabras me hicieron mostrarle la mas ladina de mis sonrisas.
-¿te molestan mis oscuros pensamientos sobre el encuentro o que este prometido señorita Denveraux. -relamí mis labios sin apartarme un ápice de ella.
-creía que eso era algo de lo que debía preocuparme yo, desconocía la camaradería que vos, una vampiresa, tenia para con sus congéneres femeninos pese a ser vulgares humanos.

Mis ojos se pasearon por su escote sin ningún tipo de disimulo, no era necesario, que lo que veía, me gustaba era algo obvio.
-No te asustes, no toco sin permiso lo que es de otro, bueno, si, pero no lo que pertenece a Assur -le guiñe un ojo antes de dejarme embriagar por una profunda risa.
-No se si tomarme como un cumplido las molestias que os habéis tomado conmigo. Es cierto estoy prometido, me atrevería a decir que incluso enamorado, pese a sus ausencias últimamente notorias. Mas para mi, el sexo, solo es sexo, el amor es otra cosa que en mi caso, no disfrutareis pequeña vampiresa.

Su boca se acercó a la mía, apenas nuestros labios se rozaron, aunque su aliento fue mas que suficiente para provocar ciertas reacciones mas que evidentes en mi.
-La necesidad -bromeé consciente de que el tono rojizo de mis ojos me delataba -mi hermano no se opondrá a que mi prometida sea humana, tendemos a no cuestionar las decisiones del otro, básicamente para no acabar clavándonos estacas entre nosotros.
Sonreí de medio lado asintiendo ante sus palabras, veríamos que sucedía...

Recorrimos las calles de París adentrarnos en la zona mas céntrica, aquella de mas alto cache, el hotel excéntrico, conocido y famoso que se abría paso frente a mis ojos bien pegaba con los gustos barrocos de mi hermano.
Tras la vampiresa mis pasos se perdieron por le Hall, siguiéndola escaleras arriba, hasta alcanzar una de las puertas. Podía sentir el aura de mi hermano al otro lado, mentiría si decía que no estaba nervioso, hacia siglos que no nos veíamos. Muchas eran las preguntas que se paseaban desquiciadas por mi mente, aunque una tomaba especial importancia ¿por que? ¿por que durante todos los siglos en los que quedé cautivo por los Iluminati jamas supe de ningún Black? Yo me libre de mis propias cadenas, yo hubiera movido cielo y tierra para salvar a cualquiera de ellos.

Aporrearon la puerta mientras el agua fría caía por mi cuerpo, mis manos en la pared del baño sustentando mi cuerpo que parecía mas sumido que nunca en sus propios pensamientos, esos que le jugaban serias malas pasadas frente a los últimos acontecimientos.
Salí de la bañera, podía sentir el aura fuerte de Joe, y la de mi pequeña vampiresa, que no solo me había traído la información necesaria si no a mi hermano con ella.
Enrollé una toalla a mi cintura caminado con pasos lentos hacia la puerta, no podía evitar que el buen humor de la situación me invadiera, aunque también era consciente de que Joe esperaba respuestas y no necesariamente las que tenia le iban a agradar.

Abrí la puerta, mis ojos buscaron los de Sun que no dudo en posar su mano en mi pecho lanzándome hacia el interior como si se tratara de una fiesta de cumpleaños y esperara darme la sorpresa mas grata.
-Buenas noches -susurré buscando su boca cuando esta surco la mía, cerré los ojos dejándome embriagar por su sabor, por el aliento que efímero golpeó mi boca para dejar un mordisco ínfimo en mi labio inferior.
-estoy acostumbrado a tus ausencias -confesé eludiendo responder con sinceridad a la pregunta dispuesta.

Mis dedos se apoderaron de su nuca, no paso para mi desapercibido el rápido vistazo que dedico a mi lecho y que sin palabras me prometió una noche mas o dos.
-Cumpliré con tus expectativas -prometí perdiéndome en un beso profundo, que recorrió cada sendero ya conocido de esa boca de fuego que calcinaba lo mas profundo de mis entrañas.
Mis palabras como siempre tenían ese doble juego, podía interpretarlas como que cumpliría lo prometido, mas claro que lo haría ¿acaso no era por eso por lo que había vuelto? Aunque también le aseguraba que nuestros cuerpos se fundirían en uno.. ¿acaso no era eso lo que yo deseaba?

Me separé ligeramente encontrándome de frente con mi hermano, ambos nos miramos durante unos instantes, dos depredadores que median el calibre del otro, conscientes de lo peligrosos que ambos eramos.
Abrí los brazos, uno de los dos tenia que hacerlo y dadas las circunstancias... me correspondía dar el primer paso.
Joe avanzó, su gesto era templado, tampoco esperaba otra cosa después de los siglos de encierro y soledad.
En silencio nos fundimos en un abrazo que dijo mas que mil palabras enfrentadas o que una discursion delante de la vampiresa que resultaría mas que inapropiada.
No quería que en ese encuentro ella hubiera estado presente, no porque no confiara en ella, que no lo hacia, si no porque de descontrolarse la situación con Joe, esto podía convertirse en algo muy peligroso y no iba a arriesgarme a perderla en el infierno que ambos eramos capaces de despertar sin miramientos.
-¿queréis beber algo? -pegunté separándome de Joe para acercarme al mueble bar.
Nada mejor que el alcohol para tornar cómoda una extraña situación.

Sonreí de medio lado cuando Joe tomo una botella directamente para beber de ella, no cambiaría nunca...
Serví sendas copas de whisky y ofrecí una a la dama.

-Madam -susurré tendiéndosela con suavidad, rozando sus dedos con los míos. Un vil intento de calmarla, pues aunque ella era experta en fingir, sabia que aquella reunión la tensaba, era difícil lidiar con un Black, un peligro hacerlo con dos.

Fruncí el ceño ante las palabras de aquel hombre, claro que me molestaba el hecho de que me tratara como a una vulgar fulana que vendía su cuerpo a cambio de unas monedas, no necesitaba ni lo uno ni lo otro… si quería a alguien bastaba para acercarme y ya lo tendría rendido a mis pies, sino siempre podría utilizar la seducción hasta que cayera rendido. Me dieron ganas de darle una bofetada, pero sin embargo, lo que se llevó fue otro puñetazo que no vio venir en ningún momento. Me daba igual que para él el sexo sólo fuera sexo, y que estuviera prometido a una vulgar humana como él decía, pero sí, pese a que quitaba la vida a los mortales para seguir viviendo un día más había algo que no haría jamás; y eso era tocar lo que no era mío.


-Se sorprendería, señor Black, de lo que se puede llegar a conocer de alguien si buscas a la persona indicada que te pase información –sonreí pasando por alto el hecho de que su mirada se centrara en mí escote, ahora que ya le había dejado claros los términos en que se iban a desarrollar aquel encuentro entre hermanos- Humana o no, señor Black, sigue siendo una mujer al igual que lo soy yo, y con eso es más que suficiente –le miré ante su respuesta, para mí me era completamente igual si se casaba con una humana o no o lo que pudiera pensar su hermano, dado que eran vampiros antiguos era hasta incluso gracioso que se desposara con una humana, pero era algo que a mí no me importaba en absoluto. Una vez dejadas las cosas claras comencé a andar por las calles de París con él siguiéndome de cerca, mentalizándome de lo que estaba haciendo y de lo que podría pasar en cuanto aquellos dos hombres se juntaran. No sabía si estaba haciendo bien pero, antes de que él pudiera seguirme, prefería llevarlo yo misma ante Assur.

Las calles de aquella zona donde el bar regentado por vampiros era la principal atracción de la ciudad para los seres de la noche se fue quedando atrás, comenzamos a adentrarnos en otra zona que era meramente para las clases altas de la ciudad. El lugar donde Assur se había instalado no es que fuera precisamente el más modosito de la ciudad, sino que era uno más bien ostentoso y prestigioso. El hotel comenzó a verse conforme nos íbamos acercando y antes de entrar en su interior miré de reojo que estuviera siguiéndome, aunque estaba claro que lo estaba haciendo. Me adentré por sus pasillos como si fuera una inquilina que había adquirido una habitación y subí por sus escaleras hasta dar con la planta en la que estaba la habitación.

Parada frente a la puerta que daría paso al encuentro entre hermanos miré hacia un lado viendo a Joe apoyado contra la pared sin mirar a un punto determinado, finalmente acabé por tocar a la puerta esperando respuesta. Podía notar el aura de Assur y estaba convencida que desde el momento en que toqué a la puerta él ya sabría que era yo… y que no venía sola. Bastaron un par de segundos hasta que finalmente la puerta cedió abriéndose frente a mis ojos y dejándome ver a Assur tras ella, con el pelo húmedo del cual le caía alguna gota, mí mano se puso en su pecho y lo empujé hacia dentro sin decir mucho más que aquel simple saludo. Tenía el pecho descubierto y mojado igual que su pelo, y solamente llevaba una toalla puesta que me indicaba que acababa de salir de la ducha.

Sus labios buscaron los míos ante mí acercamiento en el que me dejé llevar y que fue, también, a modo de saludo al verlo. Un brazo rodeó su cuello y una sonrisa surcó mí rostro divertida por la situación. Al separarme dejé un mordisco en su labio inferior de manera juguetona, como si su hermano no estuviera al otro lado de la puerta esperando por un reencuentro. Siempre que estaba cerca de Assur no sabía cómo íbamos a acabar, ninguno podría predecir aquello, pero al menos parecía que nos habíamos dado una tregua hasta que esta terminara y el juego del gato y el ratón comenzara otra vez de nuevo. Ladeé mí cabeza ante su vaga respuesta a mí pregunta en la que me mordí el labio que ya tenía su sabor en el.


-Supongo que me tendré que conformar con eso –susurré divertida porque la pregunta la había lanzado sin ninguna intención, y fue cuando sentí sus dedos entorno a mí nuca. La mirada que lancé a la cama que días atrás había sido testigo de aquel arrebato de pasión, fue una en la que mí intención era que Assur se diera cuenta. Y lo hizo, sus palabras así me lo confirmaron posteriormente en las que supe a qué se estaba refiriendo. No solamente me había tomado en aquella cama, sino que yo además había bebido de su cuello probando así su sangre por primera vez y que, una vez aquello terminara, esperaba que dejara beber de él mientras se hundía en mí interior- Sé que las cumplirás –murmuré para que solo él pudiera oírme antes de que su boca, de nuevo, se apoderara de la mía de la forma en que solía hacerlo, llevando el control del beso, recorriendo cada lugar que él ya conocía. Mí mano vagó por su pecho hasta que finalmente se apartó, y yo me retiré dando unos pasos hacia atrás para ver el reencuentro de aquellos hermanos.

Assur fue el que se dio el primer paso hacia Joe tras unos segundos en los que se quedaron mirándose, extendió sus brazos y este avanzó hasta que se abrazaron. Los contemplé durante los segundos que duró aquello en los que ninguno dijo nada y me mordí el labio cruzando mis brazos sobre el pecho. Lo que pasara a partir de ahí ninguno de los presentes lo íbamos a saber. Una vez separados sonreí ante la pregunta de quién quería algo de beber, yo quería algo de beber mientras veía qué era lo que pasaba entre ellos dos. En lo que Assur fue a por las bebidas yo me senté en la pequeña mesa que había junto a la ventana cruzando una pierna sobre la otra, quedándome al margen de lo que pudiera pasar y dejando que aquello se realizara como si realmente yo no estuviera.

En ese nimio espacio de tiempo Joe ya tenía una botella en sus manos bebiendo de ella y mis ojos recorrieron la figura de Assur durante unos segundos mientras ponía ambos vasos con aquel licor. Mí mirada luego pasó a Joe y teniéndolos así pude ver realmente las diferencias y parecidos que tenían cada uno, se parecían un poco, aunque como ya había comprobado se parecían mucho más por el comportamiento y carácter que seguramente era propio de su familia. Assur se acercó con una de las copas que me entregó rozando sus dedos con los míos, como si quisiera hacerme saber que estuviera tranquila ante tal situación. Le sonreí dándole a entender que estaba bien y di el primer trago de aquel vaso. ¿Estaba realmente bien? Joder, no, no lo estaba. Estaba algo nerviosa, lidiar con un Black ya era demasiado peligroso, ¿lidiar con dos? Un auténtico suicidio. Pero ahí estaba, sentada sobre aquella mesita con un vaso en la mano y mirando a sendos vampiros.


-Por favor actuad como si yo no estuviera, aunque os resulte un tanto difícil -sonreí dejando el vaso sobre la mesa, cogí uno de los folletos que habían en donde te venía el menú de cada día y lo cogí entre mis manos a modo de abanico, como si tuviera calor- Seguro que tenéis mucho de lo que poneros al día –miré a Joe fugazmente y luego centré mí vista en el menú para que comenzaran a hablar, como si yo quedara en un segundo plano aunque tuviera toda la atención puesta en ellos.

Las muestras entre ambos era evidentes, mi hermano no trato de disimular aquella caricia ligera al pasarle la copa, algo que me hizo mostrar una sonrisa de medio lado.
Alcé la botella dando un trago profundo, la morena decía que habláramos como si ella no estuviera, desde cuando los asuntos de los Back se tratan delante de una mujer ajena a la familia.
Mis ojos buscaron con cierta interrogación a Assur, una cosa era montar una fiesta con alcohol y mujeres y otra hablar de los asuntos de la familia.
Claro que si eso era lo que mi hermano quería, no seria yo el que cortaría la fiesta.
-¿por que Assur? -pregunté hundiendo mis ojos en los ajenos. Dejé caer mi espalda contra la pared, mis ojos seguían fijos en los de Assur que lejos de parecer sorprendido, simplemente meditaba la respuesta.

La botella volvió a acaparar mis labios, tenso el silencio en esa habitación donde solo el liquido vaciándose en nuestras gargantas marcaba el compás de las miradas.
-Vamos hermano te creía mas valiente, tuve mucho tiempo para pensar el por que ni tu ni ningún Black se dignaba en aparecer por aquella fría celda donde me desangraron hasta llevarme al borde de la muerte.
No creas que no me preguntaron infinidad de veces por vuestro paradero, las torturas pronto se tornaron lo normal en mi día a día. Hubiera sido tan fácil hacerlos para, solo tenia que hablar.
Durante siglos esperé que apreciarais, después...simplemente...asumí que tenia que escapar.
Las torturas cesaron y quede simplemente condenado al olvido por captores, hermanos, incluso por mi mismo.

Assur escuchaba mi historia, no había piedad en su mirada, quizás porque de haberla habido ahora mismo ambos estaríamos enzarzados en esa habitación dispuestos a acabar con nosotros mismos.
-¿Te preguntaras como escapé verdad? Un traslado hermano, aproveché el traslado de la mazmorra donde me tenían. Al parecer el rey de Francia necesitaba un retiro espiritual y justo había elegido para hacerlo el monasterio donde yo, la bestia ,estaba recluida. Así que decidieron trasladarme a otro cercano hasta que el soberano volviera a su palacio.

Dejé escapar una carcajada contra el vidrio de la botella, desvié la mirada hacia la vapiresa.
-tranquila, ya llega el tercer acto -bromeé guiñándole el ojo -unos asaltantes de caminos, ellos y no los Black fueron el detonante para que escapara. ¿Que tienes que decir a eso hermano?

Conocía a Joe, esto solo era la calma que predecía a la tormenta, analizar las palabras que utilizar de poco o nada serviría.
Mis ojos recorrieron la habitación ,sopesé los pros y los contras de un confrontamiento directo, con Sun allí era complicado, lo conocía y ella seria la victima de este entuerto.

Sonreí de forma altiva, dirigiendo mis pasos hacia Joe, como si no quisiera la cosa, aparté de sus ojos a la vampiresa, interponiendome entre ambos y dejándola a ella a mis espaldas.
-¿Por que? Porque durante siglos te dedicaste a sembrar el caos con madre, no solo pusiste en peligro a todos los Black, si no que trajiste sobre todos tus hermanos a millones de cazadores, Iluminatti y la inquisicion, templarios, hemos tenido tantos enemigos que ya no recuerdo sus nombres.
Yo decidí apartarme, retirarme a un castillo, no diré que hago el bien, no es así, hago lo que necesito hacer para lograr mis objetivos, pero llamar la atención sobre mi persona no me convierte en un ser inteligente, mi ego no es tan grande Joe.

Acorté la distancia que nos separaba para enfrentar su mirada.
-No, ese no es el único motivo, no es castigo el que ninguno de nosotros te buscara, de echo nos reunimos para sacarte de ese lugar. Fue entonces cuando descubrimos el porque nos buscaban con tanto recelo.

Mi mano se poso en su hombro.
-Joe, necesitan nuestra sangre para despertar a padre, para abrir un portal que les lleve a el y a Lilith. No se dan cuenta de que de abrirlo, el mundo esta acabado. Si Cain y Lilith poblan este mundo la raza humana estará extinta en apenas unos años y si el rebaño se acaba ¿que pasara con los depredadores?
Decidimos separarnos, ponerles difícil nuestra caza. Ir por ti era un riesgo que no estábamos dispuestos a asumir. ¿Lo entiendes hermano?
Al saber que habías escapado, me salté nuestras propias normas y vine por ti, imaginé lo perdido que te sentirías en un mundo nuevo para ti...tenia que informarte, ayudarte y de nuevo separar nuestros caminos, la inquisición nos pisa los talones Joe.
De ahí que recurrí a ella, no podía ser yo quien moviera el avispero...

Después de aquel tiempo que me llevó reunir la información sobre el paradero de Joe, de saber todo lo que sabía sobre él y ver cuál era el mejor momento para acercarme, al final resultaba que había sido él quien se había acercado a mí. Tras ese tiempo y al haber escuchado la historia que él me había contado en el local, más lo que Assur me había dicho –o lo poco que me había dicho- sobre él, sinceramente, esperaba un reencuentro algo más… emotivo. Sí, quizás esa era la palabra que estaba buscando. Pensaba que habría algo más de emoción entre ellos, no un abrazo por parte de Assur que pareció como un puente que le tendía a Joe para hablar las cosas. Había esperado algo más de todo aquello y estaba un poco decepcionada con aquello, tantos años en los que no se habían visto y solo se daban un abrazo. Pero claro, luego recordaba que eran Black y todo encajaba mucho más.

A Joe no parecía que mí idea de que hicieran como si no estuviera le gustara y podía entenderlo. No me conocían de nada e iban a tratar temas de los que seguramente yo no debería de saber o de enterarme, quizás viejas rencillas salieran a la luz, o algo más secreto que no debía de conocer. Realmente quise hacer como que no les estaba prestando atención, pero eso era algo extremadamente difícil y complicado cuando no me interesaba en lo más mínimo el menú que había en aquella hoja, y cuando tenía el sentido más desarrollado por ser vampira. Aunque no les estuviera mirando, incluso si ellos comenzaban a murmurar… les oiría igualmente. Y aunque lo más lógico es que los dejara a solas me quedé sentada sobre la mesa, con aquel folleto en la mano, y el vaso con whisky sobre la mesa esperando a que bebiera el contenido.

Fue Joe quien empezó primero, una pregunta, un por qué y el silencio de la habitación como única respuesta. Alcé mí vista a Assur y me pude dar cuenta que ambos hermanos se miraban de forma fija sin apartar la mirada del otro, como si estuvieran midiéndose con la mirada, o como si intentaran decirse algo a lo que escapaba de mí conocimiento. Al no hallar una respuesta fue él quien siguió hablando llevando ahora el peso de la conversación. Era inevitable no escucharlo por lo que me enteré de cada una de las palabras que dijo. No expresé nada en mí rostro, aunque si levanté la mirada hacia él en cierto momento. Que alguien se hubiera tomado la molestia de tenerlo preso tanto tiempo, de torturarlo hasta esos límites me hacía pensar que algo gordo pasaba, algo había de trasfondo en todo aquello y que escapaba de mí comprensión. Yo misma me pregunté cómo es que no habían ido a rescatar a su hermano y habían dejado, si sabían que estaban preso, pudrirse de aquella manera. Al fin y al cabo les corría la misma sangre por las venas y eso era el mayor incentivo para intentar ayudarlo.

Solamente juzgué o dejé de hacerlo en mis pensamientos, bien sabía que siempre había dos versiones de la misma historia y que quizás Assur tuviera una respuesta para todo aquello. Al fin y al cabo me había mandado ir a buscarle por lo que debía de significar algo. Había tenido suerte de escapar aunque como él bien decía, una palabra y le hubieran dejado libre. Cogí de nuevo el vaso y di un sorbo dejando que el licor bajara por mí garganta, cuando comenzó a reírse todavía botella en mano y sentí su mirada puesta en mí. ¿Lo decía por el comentario que había hecho antes de que tenían que ponerse al día? Quizás había recordado lo que le había dicho acerca de su prometida, aunque no estaba muy segura de nada. Le sonreí, más como en forma irónica y rodé los ojos ante su guiño negando con la cabeza… cuando fue el turno de Assur.

Se movió haciendo que me tapara la visión que tenía desde donde estaba de Joe teniendo su espalda como única vista de ambos, mis ojos recorrieron el sendero que una de las gotas estaba haciendo por su espalda y mordí el borde del vaso. Sus palabras ante su explicación me hicieron elevar mí mirada, no podía ver a ninguno, pero mí mirada se quedó puesta en un punto entre su espalda y su nuca. Estaba a la espera de que dijera cuál era el motivo porque los estaban buscando, y fue entonces cuando sus palabras llegaron nítidas como si lo tuviera delante. Abrí mí boca durante unos leves segundos mientras comprendía lo que le estaba diciendo a Joe, ¿querían despertar a su padre?

Recordé la historia que me había contado Joe sobre él, concretamente, que era el creador de todos los vampiros conocidos en el mundo. ¿Por qué querrían despertarlo, y porqué estaba “dormido”? Sus palabras solo me causaban más duda que respuestas aunque no me las tuviera que dar, pero era algo innato en mí y ahora hasta yo estaba intrigada. La verdad había quedado revelada, no habían ido a buscarle por riesgo de que algo mucho mayor pudiera ocasionar esa decisión… caí en la cuenta de que estaba en presencia de dos antiguos, pero dos antiguos descendientes –por decirlo de alguna forma- del creador… algo que era demasiada información para asimilarla en unos segundos. Ahora entendía, mucho más, que me hubiera mandado a mí a buscar a su hermano y no hubiera ido directamente a por él.


-Y ahí es donde yo entro en acción –terminé el contenido del vaso rompiendo un silencio y un momento tenso, tanto, que se podía cortar con pasar un dedo sobre este. Dejé el folleto sobre la mesa y me bajé dirigiendo mis pasos hacia donde estaba la botella de whisky, llenando así el vaso de nuevo- Aunque estoy convencida –me giré para mirarlos ahora que los tenía en mí campo de visión- De que Joe ha disfrutado más con que haya ido yo en su busca, que si hubieras ido tú ¿no es cierto? –Di un trago de nuevo al vaso y miré al hermano enarcando una ceja- Ahora entenderás por qué fui yo en tú búsqueda, no hubieras disfrutado tanto de haber sido él -¿Me ponía a bromear en un momento como ese? Al parecer sí, el hecho de estar en una situación suicida había anulado mis sistemas de peligro teniendo a los dos hermanos en una misma habitación. Apoyé mí cadera contra el mueble bar y los observé a los dos- Ahora es cuando te toca decirme cuál es su color favorito –recordé con una sonrisa ladina, señalándole con el dedo, ante la broma que él me había gastado al saber lo que me proponía en aquel bar. No me apetecía seguir escuchando mucho más sobre Liliht, Cain y sobre lo que podían hacer o no los Iluminati con su sangre… no quería pensar siquiera en ello, así que intenté desviar un poco la conversación que seguramente ellos mantendrían en otro momento, y que el ambiente dejara de ser menos tenso. Moví el vaso ligeramente y desvié mí vista un tanto hacia la ventana como si la cosa no fuera conmigo- Por cierto Joe –volví mí vista a él- ¿Para cuándo la boda? –Hice una leve pausa- Ya que mí destino está ligado como dices, deberé de asistir a tú boda ¿no? – Pregunté en un tono jocoso y me mordí el labio a la espera de sus respuestas, así como la reacción de Assur. Ya le había avisado y podían hablar en otro momento, suficiente información había tenido en un día sobre los Black y había cosas que debía de asimilar. Miré fugazmente a Assur buscando su mirada, al cual, quería preguntarle varias cosas que no haría delante de su hermano.

La morena interrumpió nuestro fraternal encuentro, claro que para que mentir de emotivo tenia poco.
Aun mascullaba la información que me acababa de dar Assur. Eso era un motivo mas que suficiente como para entender que ningún Black acudiera en mi busca, mas ¿eso restaba importancia al echo de que habían dejado que me pudriera preso?
Aparté la mano de Assur con cierto desprecio, si despertaban a Cain y a Lilith el mundo estaría perdido, el caos invadiría las calles y la raza humana quedaría relegada a convertirse en una raza extinta o quizás se convertir en presos y criados para nuestro deleite.

Admito que la idea de tener a padre paseando por estas calles de París no me desagradaba, pero...Celine, ella era humana ¿quería eso para ella? No y trasformarla era una opción pero, quizás ella se negara, no queria su odio ni su desprecio.

Con mi mente puesta en ella la vampiresa sentencio mis pensamientos frente a mi hermano hablandome justo de mi inminente boda, la cara de Assur se desencajó.
Supongo que eso estropeaba sus planes sobre mi persona, posiblemente porque su siguiente propuesta seria la de que siguiera sus pasos, una vida en calma en alguna zona apartada y desde ahí mover los hilos para conseguir mis propios intereses.
Una vida discreta, una en calma, saciandome a su manera, peor no a la mía.
Yo no era él, mi placer no residia en simplemente jugar una partida de ajedrez.
-Si hermano, me caso, con una humana. Deberías probarlo, llevo siglos sin sentirme tan vivo -sonreí de medio lado -claro que no es difícil teniendo en cuenta que he estado encarcelado, desangrado y torturado durante todos esos siglos.

Alce el dedo señalando a la inmortal que nos acompañaba.
-¿Tu y ella? -pregunté dejando la pregunta mas en el aire que nunca. Mi hermano no era de los que dejaban cabos sueltos, si había permitido que escuchara esto o pensaba matarla o confiaba en ella.


-Claro ambos estáis invitados a la boda -dije a la morena guiñándole un ojo -nunca se sabe, le pediré a Celine que te tire el ramo, quizás de una salga otra y mi hermano se decida contigo.

Tensé el gesto al escuchar que mi hermano se casaba con una humana ¿como podía ser tan inconsciente, egoísta y estúpido?
Le dí la espalda, era demasiado evidente el tono fuego de mis ojos, ese que ahora de frente se hundió en el de Sun que me miraba fijamente sin entender que me pasaba.

Puede que para Joe el riesgo diera emoción a su vida, sembrar el caos, dejar un reguero de muertos a su paso lo convertía en le depredador que padre nos enseñó a ser. Yo no era un santo, había matado, torturado y lo seguiría haciendo, mas lo que no era, es un estúpido.
Para demostrar mi poder no necesitaba tirar migas de pan hasta mi refugio, no podía pedir que su hermano lo sacara de los problemas que se había buscado el mismo “madura”

No le bastaba con condenarse a si mismo, ahora pensaba llevar consigo a un pobre humana, no es que la mujer me importara lo mas mínimo, pero sabia el peligro que entrañaba dejar que alguien entrara en tu vida, no solo para ellas, si no para nosotros.
Ese era el motivo por el que me había dedicado durante siglos a alejar de mi vida a toda mujer que hubiera podido ser algo para mi. Sentenciaba nuestra relación antes de empezarla. Eso me paso con Sun, la hice odiarme al sentirse traicionada, era un buen modo de protegerla, protegerme.
-Enhorabuena hermano ¿también me invitaras a su funeral? -Pregunté volviendo a girarme para enfrentarlo.
-Estas loco, cuando nos convertimos en monstruos ganamos muchas cosas, la inmortalidad entre ellas, pero..el amor, es lo que perdidos a cambio. Casarte con ella implicará no solo ponerla en peligro si no buscar tu debilidad mas profunda. ¿es lo que quieres? Adelante, pero no cuentes conmigo en tu nueva locura.

Joe se limitó a dejar la botella sobre la barra, para caminar hacia la puerta, supongo que podíamos dar por finalizado este primer encuentro lleno de información y desencuentros.
-Assur eres un cobarde -esa fue su despedida antes que un portazo sentenciara nuestra relación despues de siglos sin vernos.

Busqué con la mirada a Sun, no estaba para fiestas, peor aceptarlo tampoco entraba en mis planes, yo no era de los que demostraba nada, y menos debilidad.
Coloqué la mejor de mis sonrisas y acorté la distancia que nos separaba, mis dedos se pasearon por su piel.
-¿por donde íbamos? -susurré contra sus labios incitándola a cumplir el pacto y dejarla ir.