¿Dolor o placer, dígame que prefiere usted? [Privado]

Recuerdo del primer mensaje :

Me habían llegado distintos rumores sobre una mujer de azabaches cabellos que al parecer estaba recabando información sobre mi.
Era lo suficientemente escurridiza como para que esos mercenarios que contraté para darle caza y que me la trajeran frente a mi fracasaran una y otra vez.
Mi crispación aumentaba al tiempo que el ron desaparecía del vaso.
Aquella noche me sentía especialmente turbado, sabia que los iluminati iban tras de mi, la inquisición me pisaba los talones y el interés de alguien en buscarme dudaba significara una buena noticia que darme.

Allí estaban otra vez, esos mercenarios con su cara de inútiles poniendo escusas de toda índole frente a mi.
Que si la dama era muy diestra, rápida, una sombra, tal y como hablaban la vena de mi cuello se me inflaba.
Sonreí de medio lado acercándome a uno de ellos, el valiente que se atrevió a hablar escudando a los demás.
-Vaya, parece que seis hombres contra una mujer, era un reto demasiado complicado que ha- No acabé la frase ¿para que? Su corazón latía en mi mano, antes de que la ultima silaba escapara de mis labios con cierto agravio -cer

Podía oler su miedo desde allí, con el cuerpo inerte cayendo al suelo al ritmo que mis pasos se acercaban al siguiente imbécil que temblando me miraba desorientado.
Limpié mi mano en su camisa tras dejar el corazón caer sobre sus zapatos.
-¿Alguna escusa mas que deba conocer? -negó con la cabeza y me limité a con un gesto con la mano echarlos de mi mansión para que fueran por ella.


Esta vez, sin duda la dicha me acompañaba, pues aunque no pudieron capturarla, me dijeron exactamente uno de los lugares que la dama frecuentaba, mujer de gustos caros, y sin duda refinados, solía acudir por la noche a el “peccato nostro”
No me lo pensé dos veces y tomando mi chasqué, el sombrero de copa y el bastón, mandé llamar al carruaje dirección aquel antro de perdición.

Sin duda, mucho mas sofisticado que el burdel de París, y mas acorde a nuestra inmortal condición ,aquel lugar olía a sangre incluso antes de entrar.
Allí, las doncellas semi desnudas, eran el plato fuerte del día y los vampiros campábamos a nuestras anchas, deleitándonos no solo de sus cuerpos, si no de los manjares que su sangre presentaba.
Dejé mi abrigo en el guarda ropa de la recepción para adentrarme en le gran salón.
Mis ojos la buscaron ,mas fueron los suyos los que dieron conmigo.
Dos depredadores frente a frente, ¿podía ser acaso de otro modo?
Caminé con una sonrisa de medio lado hacia ella, no parecía intimidada, algo que la convertía o en una loca, o en una valiente, y fuere como fuere el cementerio estaba lleno de sendas cosas.
-Madam, creo que me buscaba -susurré al llegar frente a ella para tomar su gélida mano y posar en ella mis labios -aquí me tiene -susurré contra su piel -sorprendame

No sabía qué pasaría al haber soltado aquella pequeña bomba de relojería, estaba claro que Assur no podría saber nada acerca de que su hermano iba a casarse con una humana. No sabía hasta qué punto eso no le gustaría, pero después de escuchar todo aquello… imaginaba que bastante. Una relación entre un humano y un vampiro nunca terminaba bien, y lo sabía por experiencia propia. El paso del tiempo, ese que era imperceptible e inmutable con nosotros para el humano no pasaba de largo. Ellos envejecerían mientras que a nosotros nos quedaría solamente ver cómo envejecen, hasta que sus vidas acaban por terminar con su último suspiro. Pocas opciones habían para vencer a la muerte y a ese destino final, la única forma que Joe tendría de conservar a la humana sería dejando que fuera de serlo, darle su sangre y que se convirtiera en lo mismo que era él.

Dado el rostro que tenía Assur cuando dije aquello al girarse supe que no le había gustado la noticia, podía notarse por la forma rojiza que tenía de color de ojos y el gesto tenso y serio dándole la espalda a su hermano. ¿Había hecho mal quizás en decirlo? Por supuesto que no. Se acabaría enterando de todas formas y dudaba que él pudiera hacer algo para parar aquella boda que parecía ser inminente. Miré a Joe frunciendo el ceño ante la pregunta que había dejado flotando el aire, ya le había dicho que no tenía nada con su hermano pero al parecer quería oírlo y confirmarlo por él mismo. Volví a dar otro trago al vaso con el whisky mientras él terminaba de rematar aquella frase, a lo que mi vista volvió de nuevo a él.

Una carcajada salió de mis labios ante aquello y negué con la cabeza, aquella opción era igual de probable que salir a ver como amanecía y no arder hasta convertirnos en ceniza en el intento. No comenté nada al respecto, la carcajada que había dado decía mucho más que cualquier palabra que saliera de mis labios. Assur volvió a girarse para mirar a su hermano y yo me quedé donde estaba contemplando sus últimas palabras. Él pensaba que de esa forma ambos se condenaban, al parecer Joe no pensaba lo mismo y no se le podía juzgar… después de tanto tiempo estando encerrado seguramente ni pensara en los riesgos. Joe dejó la botella y se encaminó hacia la puerta, no sin antes dedicarle unas palabras a su hermano haciendo mención de lo cobarde que era y salir dando un portazo.

El vaso quedó vacío al dar el último trago y lo dejé sobre la mesa separándome del mueble bar observando la espalda de Assur que seguía mirando por donde se había ido Joe. Su mirada pronto se centro en mí persona y tras un par de segundos en los que se quedó en la misma posición se giró portando una sonrisa en sus labios, como si no hubiera pasado nada. Me lo hubiera creído si no lo conociera lo suficiente como para saber no estaba bien del todo, sus dedos recorrieron la piel que estaba al descubierto y sus labios se posaron sobre los míos haciendo aquella simple pregunta que entrañaba mucho más, como el pacto que habíamos hecho. Sonreí dejando que sus dedos vagaran por mí piel y lo miré aún con sus labios sobre los míos.


-Íbamos por… “yo pregunto, y tú respondes” –no es que no quisiera cumplir con el pago que habíamos establecido, pero tenía muchas cosas en la cabeza tras lo que había escuchado aquella noche de las cuales no podía borrarlas ni pasarlas por alto. Llevé una de mis manos e hice un recorrido desde su pecho bajando por este hasta detenerme justo donde llevaba puesta la toalla- ¿Alguna vez ibas a decirme que por tus venas corre la sangre de Caín? –Aún seguía dándole vueltas a ello, de hecho, parecía algo casi increíble. Me había buscado, me había pedido aquello quizás sabiendo que podría saberlo… si me había dejado escuchar aquella conversación era porque al fin y al cabo confiaba en mí- Con ese pequeño dato entiendo por qué nunca has querido darle tú sangre a nadie –mí mano volvió a subir por su pecho hasta rodear con mí brazo su nuca- Tú hermano me puso al corriente y me contó la historia –mis ojos subieron a los suyos- ¿Todos los Black sois igual de directos y atrevidos? –Sonreí levemente mordiéndome el labio durante un par de segundos- Tú hermano es un descarado, ¿lo sabías no? –Reí levemente negando con la cabeza ante lo que había pasado en el bar y sus constantes provocaciones- ¿Por qué no me dijiste desde un principio de qué iba todo esto? Estoy segura de que intuías que podría llegar a saberlo de una forma u otra, y esta conversación me ha dado muchos detalles –demasiados para escucharlos todos de golpe, quizás. Saber que había varias organizaciones que querían despertar a su padre y lo que este podría causar no era muy alentador. Sin embargo me olvidé de todo aquello y esa vez fui yo quien rozó mis labios con los suyos, dejando un mordisco en el inferior, antes de terminar por acortar la distancia y besarlo. Mí cuerpo se pegó al suyo cubierto únicamente por una toalla que tapaba lo justo entorno a su cintura, recorrí cada rincón de su boca en el beso y al separarme dejé un camino con mis labios, dejando mordiscos por su cuello para luego subir a su lóbulo y dejar otro mordisco en el lugar- Estás muy sexy recién salido de la ducha –murmuré en su oreja dejando una leve risa tras mis palabras, la mano libre bajó por su pecho pasando por su vientre y jugando con el borde de la toalla- Ahora que estamos solos, puedes ser todo mío –solo de pensar que mis colmillos se hundirían en su piel provocaba una excitación por mí cuerpo.

Ladeé la sonrisa contra sus labios, la primera preguntan no tardo en llegar por mucho que sus dedos se paseaban por mi vientre.
Alcé la mirada de sus labios hasta sus pardos, la conocía lo suficiente como para saber que no dejaría pasar sin mas la cantidad de información que esa noche había obtenido, era complicado, yo era muy hermético y contestar sus preguntas podía llevarme a un punto sin salida donde no quería llegar.
-No pensé que fuera un dato trascendental -reconocí con cierta arrogancia mientras mi lengua dibujaba su labio inferior incitándola a que nos enredáramos de una vez para no darnos tregua.

Parece que mi truco no funciono, seguía sedienta y no solo de mi sangre si no de mas información.
Su mano ascendió despacio hasta alcanzar mi nuca enredándose en mi pelo.
-No es importante Sun, déjalo estar, cuanto menos sepas de esto mejor sera.
Nuestra nariz se rozó hablábamos muy cerca, sus ojos me encontraron al escuchar mis palabras.
-Cumpliré lo pactado, sentirás ese subidon de nuevo, utilízalo bien pequeña vampiresa, no se volverá a repetir después.

Era mi forma de decirle que este encuentro solo ocurriría una vez, no tenia intenciones de mantener una relación con ella, algo que de sobra sabia que ella intuía, nos conocíamos, quizás por eso entre nosotros nunca hubo problemas, nuestra relación era así, explosiva e intermitente, ella no se ataba a ningún hombre, tampoco yo a ninguna mujer.
Tenia mis motivos para no dar ningún paso en falso y arrastrarla a mi infierno no era el plan que tenia para empezar.
Yo no era Joe, alejaba lo que me importaba, ese era el único modo de protegerlo.

Mi mano bordeo su cintura atrayendola contra mi cuerpo, mis ojos volvieron a buscar su boca.
-Todos los Black somos así, nos gustan las mujeres y mas si estas son tan apasionadas como tu.
Se mordió el labio inferior, deje escapar el aire contra estos de forma pesada.
-Mi hermano estaría muerto de haberte tocado, odio toquen lo que es mio -aquello ni lo pensé, simplemente escapo de dentro de mis entrañas, no era un hombre celoso, aunque en este momento desde luego lo estaba.
-¿Buscas provocarme? -le pregunté con un halo rojo alrededor de mi iris.

Mi boca colisiono con la suya, una parte de mi estaba cabreado, atravesé el abismo de sus labios perdiéndome en su sabor, mi lengua se hizo fuego enredándose con violencia en ella. Gruñí empujando su cuerpo con el mio, el mueble bar el lecho improvisado con el que su espalda colisiono.
Sonreí de medio lado frente a la evidencia de lo afilada y dura que estaba mi espada, esta presionaba su vientre mientras mis manos alzaban su falda sin ningún tipo de delicadeza, hundiendo mis dedos en su infinita pierna en busca de sus caderas.
-Vamos nena -gruñí contra su boca volviendo a colisionar con ella, saqueándola sin tregua, paladeando su sabor a whisky, ardía como el ron y yo estaba completamente embriagado con su olor.

Deslice mis colmillos por su mandíbula lentamente, apenas un roce para que un hilo de sangre resbalara por su cuello ,mi lengua apuró las gotas carmesí, estaba muy excitado, ella lograba llevarme a un punto sin vuelta atrás.
Lleve mis manos al inicio de su corseé y de un tirón brusco rasgué este dejándolo caer al suelo dejando sus erguidos pechos desafiarme.
Mi boca los tomó, succionandolos, recorriendo sus pezones con mi lengua. Mi mano afianzo uno de ellos apretándolo, acariciándolo, llevándolo a mi boca una y otra vez mientras oía sus jadeos.
Sus caderas buscaban mi dureza, ambos estábamos volviéndonos locos

Si había algún momento en el que debía de conseguir tener alguna respuesta a las preguntas y dudas que surcaban mí mente tras los acontecimientos ocurridos en la habitación, sin duda alguna, era ese. Sabía lo que Assur pretendía al acercarse a mí y, aunque no me estuviera negando, sabía que o le preguntaba ahora o todas mis dudas quedarían relegadas al olvido porque bien sabía que jamás me las respondería. Siempre íbamos en un tira y afloja constante, unas veces deseábamos matarnos, y otras deseábamos perdernos el uno en el otro… pero al terminar, siempre, nos alejábamos igual que nos habíamos acercado. Pasaban años o incluso décadas hasta que nos volvíamos a encontrar de nuevo. Siempre terminábamos por encontrarnos, por muy largo que hubiera pasado el plazo. Quería respuestas, y las quería ahora que podía obtener respuestas.

Su sonrisa estaba en sus labios y por un segundo pensé que no iba a responderme, pero me conocía como para saber que no iba a dejarlo pasar aunque mí mano ahora se estuviera deslizando por su pecho, como si no hubiera preguntado nada. También sabía que no era dado a hablar demasiado sobre él o lo que le rodeaba, en unas pocas horas que había conocido a Joe había sabido más por su parte que por la de Assur. Pero iba a intentarlo, en ese aspecto, no iba a dejar que se saliera con la suya. Su escueta respuesta seguida de su lengua perfilando mis labios no fue suficiente, así que fijé mis ojos en los suyos y mi mano se quedó quieta entorno a su cintura.


-Trascendental no sería la palabra que utilizaría para para ello, porque sí que lo es –él quería no responderme y cumplir con lo que me había prometido al igual que yo también lo quería, iba a ser difícil que me respondiera alguna pregunta sin que fuera de forma escueta… pero siempre podía utilizar mis dotes de mujer, sabiendo sus puntos débiles, para que me respondiera. Mí mano se perdió por su nuca enredando mis dedos en su pelo húmedo, y su siguiente respuesta me hizo sonreír de lado. Error, ahí se estaba equivocando de lleno- La cuestión es, Assur –notaba su respiración contra mis labios, los suyos a escasos centímetros de los míos y los rocé de forma leve, subiendo mí mirada a la suya- que tú me has metido en todo esto, es normal que tenga dudas al respecto –dejé un mordisco juguetón en su labio inferior y sonreí levemente- Lo sé, es una situación única e irrepetible –porque iba a ser imposible que volviera a probar su sangre, lo sabía de sobra. Mí garganta se secó como si necesitara hidratarse ante la mención de su sangre, sí, la quería de nuevo sentir deslizarse por ella. Su brazo rodeó mí cintura y me pegó más a su cuerpo, mis pechos presionaban contra el suyo, su aliento lo podía notar dar contra mí rostro, no podríamos estar más cerca ya que apenas había separación entre ambos. Reí echando la cabeza hacia atrás al darme la razón de cómo eran los Black, algo que ya había intuido aunque solo conocía a dos de todos los hermanos.

Mí vista se fijó de nuevo en él tras aquellas palabras salidas de sus labios, inesperadas por completo ante el tono que había empleado y lo que había dicho. Me lo anoté mentalmente para futuras ocasiones por lo que pudiera pasar, y mí mano libre descendió por su torso ante aquello. Ya Joe me había hablado sobre aquel pacto que tenían y por el cual no me había hecho nada y seguía con vida, porque estaba segura de que en alguna ocasión le dieron ganas de matarme. ¿No se había dado cuenta, del pequeño poder que me acababa de dar Assur con aquello? Nunca le había oído decir tal cosa y es algo que aprovecharía llegado el momento.


-¿Soy tuya, Assur? –Ninguno era de ninguno y eso lo sabíamos, éramos libres y siempre había sido así desde la primera vez que nos habíamos encontrado y me había tomado con su cuerpo. Era cierto que él me atraía y yo le atraía a él, era una atracción fatal que nos había llevado por muchos caminos, habíamos sentado unas bases no pactadas pero que sí eran latentes. Por lo que escuchar aquello era extraño, pero que me hizo sonreír sin la intención de mofarme por ello en absoluto, era la primera vez que lo veía celoso- ¿Eso me deja con que eres mío? –Busqué su labio para dejar un mordisco en el lugar y terminar por succionarlo entre mis dientes disfrutando de aquello- Pese a todo tú hermano cumplió con un pacto que, al parecer, tenéis entre hermanos –o esa era la impresión que me había dado cuando lo dijo- Es la primera vez que te veo celoso –mí mirada se centró en la suya y sonreí, ¿qué si buscaba provocarle? Siempre lo había estado haciendo, sus ojos estaban rojos observándome. Parecía un volcán que estaba a punto de explotar y yo me iba a llevar todo el impacto- ¿Cuándo no he buscado provocarte? Sabes que me encanta hacerlo –y no tardó en estallar. Su boca impactó contra la mía en un beso lleno de furia en el que arrasó con cada rincón de mí boca, poco a poco su cuerpo fue empujando al mío hasta que mí espalda dio contra el mueble bar en donde su cuerpo se cernía sobre el mío.

Mis dedos habían agarrado con fuerza su pelo y la otra arañó su pecho al sentir su miembro contra mí vientre, preparado y listo para la acción. En lo que sus manos se deslizaron subiendo mí vestido mis labios recorrían los suyos y dejaba mordiscos por toda la zona, también por su cuello y el lóbulo de su oreja. Gemí al sentir sus manos ascender por mis piernas de aquella manera, una de mis piernas rodeó su cintura y lo pegué a mí cuerpo sintiendo ahora su miembro contra mí sexo. Mis caderas se movieron contra su sexo al mismo tiempo que él volvió a besarme de aquella manera, aceptando la furia que había en cada uno de sus movimientos.

Estiré el cuello llevando hacia atrás mí cabeza y jadeé notando ahora que pasaba sus colmillos por el lugar hasta notar que me había hecho una pequeña herida de donde manaba mí sangre, aferré su brazo con fuerza y cerré los ojos notando su lengua lamer la sangre que caía de la herida, enfebrecida con todo aquello. Eso es lo que más me gustaba de Assur, sabía lo que me gustaba y tenía la capacidad de llevarme a un límite placentero y exquisito. Quería ser yo quien lo mordiera, quería ser yo quien bebiera de su sangre y embriagarme con ella. Jadeé al notar el brusco tirón que hizo que todo cayera al suelo y me dejara casi desnuda, quería que me arrancara la ropa interior y comenzara con aquella tortura.

Su boca no tardó en buscar mis pechos y gemí ante su tacto, mis dedos tiraron de su pelo y la otra mano la colé por la toalla hasta llegar a su miembro mientras los gemidos escapaban de mí boca, notando su lengua por ellos, cómo los mordía, los succionaba y los lamía a su antojo. Su mano le daba atención al que quedaba libre y yo terminé de quitarle la toalla y dejarle desnudo sin parar de jadear, meciendo mis caderas contra su miembro ante la necesidad de sentir atención en aquella zona que latía de pura necesidad. Mí mano se deslizaba sobre todo su miembro al principio sin mucha prisa, apretando de vez en cuando variando la intensidad. Mis dedos lo recorrieron un par de veces haciendo que notara un poco las uñas, quería que sintiera un poco de lo que yo estaba sintiendo, de haber estado mí corazón latiendo lleno de vida, seguramente sería como caballos desbocados.


-Assur –lo llamé arqueando mí cuerpo contra el suyo lleno de excitación, tiré de su pelo para que subiera su rostro al mío y tomando impulso pegué un pequeño salto rodeando su cintura con mis piernas sabiendo que me cogería sin problema alguno, moviendo mí cadera contra su sexo. Mis ojos lo buscaron y acerqué mis labios a los suyos – Tómame –pedí sobre estos antes de ser yo quien lo besara incitándole en todo momento.

Su cuerpo se arqueaba contra el mio, mano que aferraba el mástil en alza sacudiéndolo con firmeza, apretándolo, acariciando la punta con la yema de sus dedos decidida a enloquecerme por completo.
Jadeé cuando tiro de mi pelo para que de nuevo nuestras bocas colisionaran, deje de torturar sus pechos para navegar por su violento mar, lengua que como las olas se encontraba con las rocas saqueando todo a su paso con rudeza.
La toalla quedo en el suelo, mis dedos en sus nalgas cuando de un salto me monto sobre mi en un diabólico vaivén de caderas que incendiaba mi entrepierna.
Nuestros sexos se buscaban decididos a no tener tregua, no la necesitábamos la noche era nuestra.

Mi nombre salio de sus labios de un modo abrasador, ronca me pidió que la tomara. Mis ojos se tornaron fuego, desafiantes se hundieron en los suyos.
-No eres mía -jadeé contra su boca -tampoco yo tuyo, pero...en este preciso instante, efímero, nunca has pertenecido mas a nadie.

Mis pasos se dirigieron al lecho, la deje caer con suavidad mientras aun en pie contemplaba su perfecto cuerpo. Sabia que ambos teníamos un trato sellado en sangre y que cuando se cumpliera de nuevo volveríamos a alejarnos, así había sido siempre, pasarían años hasta que volviéramos a encontrarnos, quizás décadas, pero si debía de ser.
No estaba dispuesto a poner en peligro su vida y permanecer a mi lado no era seguro para nadie.

Mi cuerpo sobre el suyo, nos miramos como si por un momento nadie mas existiera en ese mundo, ladeé mi sonrisa mientras me hundía en su interior, sus paredes se dilataban para mi acogiendo mi hombría, sus piernas rodearon mi cintura empujándome mas dentro.
Un gruñido contra sus labios mientras me movía lento, contemplando cada uno de sus gestos, siempre me gusto ver el placer que le proporcionaba.
Su espalda se arqueaba, caderas que me buscaban trazando círculos para estimularse.

Eso no duro mucho, estaba demasiado excitado como para no empezar a embestir con fuerza, completamente ido mi boca surco su cuello, sediento podía notar la sangre correr desaforada por su yugular, calor bajo mis labios.
Deslicé mi boca por sus pechos, sajandolos con mis colmillos ligeramente, succionandolos, lamiendo el recorrido del carmesí que ahora se perdía en el centro de sus montañas deslizándose por su vientre para anidar en el ombligo.
Se la saqué para poder moverme, mi mano tomo mi armamento sacudiendolo ligeramente.
Jadeé recorriendo el sendero de la vitae, paladeando su sabor excitante. Alcé la mirada para encontrarme con su mirada, relamiendo mis labios antes de continuar el peligroso camino que descendía hasta su sexo.

Sus piernas se abrieron como si fuera capaz de leer mis mas oscuros pensamientos, mi lengua se paseo por la raja cercada por sus labios, distinto elixir, no menos excitante que la espesa sangre.
Hundí mi cabeza con fuerza, succionando su botón, mordiéndolo ligeramente, lamiéndolo, endureciendo la lengua para presionar la entrada húmeda de su vagina.
-Que bien sabes -susurré dejando escapar el aire pesado contra su feminidad.
Sus dedos aferraban mi pelo pidiéndome mas.

Aquello me estaba volviendo completamente loca, algo que no me resultaba para nada extraño, pues así era cómo me sentía cada vez que ambos nos encontrábamos en la misma tesitura. Nos conocíamos perfectamente cómo saber dónde tocar, dónde morder, cómo enloquecer al otro y ahí estaba la prueba. Como si no hubieran pasado unos días desde que habíamos estado en aquella misma situación, como si hubiera pasado demasiados años sin perdernos el uno el otro. Rudeza por su parte que yo recibía haciendo que me volviera loca con todo aquello, mí cabeza solo pensaba en el hecho de sentirlo moverse en mí interior y en el momento en que mis colmillos fueron los que bebían de su sangre, mientras que él sin embargo jugaba con aquello y con mí sangre. Un impulso por mí parte y ya me encontraba rodeando su cintura con mis piernas, mí espalda contra el mueble bar y las ganas que tenía de que me tomara moviendo mí cadera contra su sexo, incitándole, provocándole.

No me importaba ni me avergonzaba pedir aquello que deseaba, a esas alturas sería una completa tontería mostrar vergüenza por algo que sabía que los dos estábamos deseando. Una mano estimulando su miembro que ya estaba más que listo y la otra enredada en su pelo. Ahora lo dos estábamos desnudos y no había ninguna barrera que nos impidiera rozar piel contra piel. Sonreí al escucharlo jadear al levantar su rostro para que dejara de atormentar mis pechos y me besara, arrasando con todo a su paso, apoderándose de mí boca la cual no quedó sitio sin ser recorrido. Podía sentir sus dedos clavarse en la piel de mis nalgas como si se estuviera conteniendo de algo, o simplemente fuera presa de la excitación que teníamos. Miré sus ojos que ya estaban rojos como el mismísimo color del fuego abrasador, su mirada se centró en la mía al pedirle que me tomara y deseé que no me torturara demasiado ante la espera. Mordí su labio con fuerza ante sus palabras y luego pasé mí lengua como si aquello aliviara el dolor de mí mordisco.


-Lo sé –fue lo que dije con la voz jadeante, llena de necesidad, sabía perfectamente lo que había entre los dos al igual que él lo tenía claro. Mis labios rozaron los suyos y hablé sobre ellos sin despegarlos, sintiendo ambas respiraciones mezclarse por la cercanía- Pero al igual que yo, en este preciso momento, tú tampoco has pertenecido más a nadie que solamente a mí –mí brazo rodeó su cuello y mí espalda dejó de estar contra el mueble bar, sus pasos se dirigieron a la cama. No me soltó sobre ella sino que me dejó caer con suavidad y tumbada boca arriba noté sus ojos recorrer todo mí cuerpo. Mí mirada también se paseó sin pudor por todo su cuerpo desnudo y me mordí el labio, no quería que se quedara ahí quieto parado observándome como si fuera la primera vez que lo hacía, me había visto desnuda demasiadas veces como para contarlas.

Mí mano aferró su muñeca y le di un tirón para que se pusiera sobre mí cuerpo desnudo, me acomodé bajo el peso de su cuerpo dejando mi pelo oscuro a un lado, como un manto que se extendía sobre el lecho, y mí mirada subió a la suya. Mí brazo rodeó su cuello y enredé mis manos en su pelo, la otra se paseó libre por uno de sus brazos en el momento en que elevaba mí cadera incitándole a que lo hiciera de una vez. Por fin comenzó a hundirse en mí interior a lo que yo estaba más que preparada para ello, y al hacerlo completamente jadeé echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos notando el placer. Rodeé su cintura con mis piernas obligándolo de alguna forma a hundirse más en mí interior y mordí sus labios con aquel ritmo lento que había impuesto.

Mí boca buscó la suya y pasé a recorrer su cuello mientras yo no dejaba de buscarle, sabía que poco iba a durar con aquel ritmo y no pasó mucho tiempo hasta que comenzó a ir más rápido. Gemí por el cambio de ritmo y mí mano arañó su pecho sintiendo su boca descender por mí cuello y llegar a mis labios. Se atrevió a hacer un corte con sus colmillos en uno de ellos al tiempo de nuevo los torturaba y pude notar la sangre bajar por mí cuerpo desnudo sin que él hiciera nada por detenerlo. Paró de moverse y lo miré con el ceño fruncido cuando salió de mí interior y lamió el reguero que había dejado la sangre. Pronto entendí lo que pretendía hacer y cuando me miró de aquella manera supe, sin necesidad de palabras, qué era lo que se proponía. Como si me hubiera leído la mente.

Su boca se cernió en mí sexo y gemí notando su lengua en aquel lugar, con mí cuerpo vibrando por cada caricia, mordida y demás que daba a mí cuerpo. Mí mano se enredó en su pelo y tiré ante sus palabras provocadoras en aquella zona que palpitaba de placer, no terminó ahí y siguió torturándome mientras la otra mano aferraba las sábanas y mí cuerpo se sacudía por el placer, parecía que no quería darme nada de tregua y mí cuerpo estaba tan al borde, tan excitado que no aguanté mucho más y con un gemido alcancé de esa forma el orgasmo. Mí pecho subía y bajaba con rapidez como si necesitara del aire para vivir, mí cuerpo ardía y mí sangre circulaba por mí cuerpo como si estuviera de nuevo viva. Lo miré y le hice un gesto con el dedo para que se acercara con una sonrisa pícara, mis labios buscaron los suyos probando mí sabor en ellos al tenerlo cerca de nuevo y tiré de su labio inferior.


-Eso ha sido trampa –murmuré mirándolo porque, a pesar de aquello, aún no había terminado con él- A veces odio que ejerzas ese poder sobre mí –mí mano acarició con mis uñas su espalda- pero no hemos terminado –cambié quedándome yo arriba de su cuerpo, mí pelo caía por mis hombros llegando hasta su pecho y arremetí contra su boca notando su miembro rozar contra mí sexo de nuevo- Ahora me toca jugar a mí –sonreí divertida por aquello y mis manos bajaron por su pecho, casi arañándole, deseaba tanto hacerlo sangrar, marcar su pecho y dejar que la sangre brotara para poder lamerla… lo estaba deseando. Mis labios tomaron uno de sus pechos y lo lamí antes de morderlo, con tanta fuerza, que si hubiera apretado un poco más habría hecho que sangrara. Continué descendiendo y mordí justo sobre su cadera, perfilé con mis labios su vientre y terminé por descender a su miembro.

Mí mirada buscó la suya y sonreí ladina tomando su miembro con mis manos, subiendo y bajando sobre el lugar para lamer la punta despacio, recorrí su tronco un par de veces con mis labios y acabé por meterlo en mí boca. Mí lengua jugaba con cada pasada que daba, al principio de forma lenta para luego ir aumentando la velocidad. Mis manos me ayudaban cuando a veces succionaba la punta, y mis colmillos perfilaron su miembro un par de veces. Yo no fui tan benevolente como había sido él, podría haber echo que alcanzara el orgasmo pero sin embargo, cuando noté que estaba a las puertas de este con sus dedos enredados en mí pelo, me separé de golpe y subí gateando por su cuerpo hasta llegar a la altura de su rostro.


-Ha llegado el momento –hice que quedara de nuevo él arriba, podía notar su sangre fluir por sus venas, recorrer todo su cuerpo y ante la mera expectación volvía a necesitarlo de nuevo- No aguanto más… -murmuré sensual sobre sus labios, enredando mis piernas entorno a su cintura y dejando una mano en su cuello- Assur –lo miré aunque sabía que no hacía falta pedírselo, sabía lo que él iba a hacer. Necesitaba volver a sentirlo dentro de mí, moviéndose, marcando mí cuerpo con su ritmo para luego más tarde marcarlo con mis colmillos, llevándonos a la cima del orgasmo.

Mis ojos buscaban sus pardos que ahora reflejaban el fuego que mi lengua en su sexo le regalaba.
Un gesto con el dedo para atraerme, sonrisa picara en sus labios mientras gateaba por su piel sin miramientos mas que dispuesto a saquear sus labios de nuevo.
Nuestras bocas se enredaron, sabor a ella, a fruta madura y al fuego de los maderos que chisporroteaban frente a nuestros cuerpos.
La lumbre encendida reflejaba los tonos anaranjados en su blanca tez, sonreí de medio lado al escuchar lo mucho que odiaba que fuera capaz de controlarla de ese modo.
-Por el contrario, a mi me gusta ese poder que ejerces sobre mi.

Sus uñas se pasearon por mi espalda, gruñí contra sus labios cerrando por un instante los ojos, placentera condena la que ahora sentía marcado por sus garras.
Un empujón y caí sobre el lecho con una sonrisa lasciva, era su turno. Sus caderas subieron sobre mi, sexos que se buscaron de nuevo, acariciándose, encendiéndose, calcinándose de ganas. Mis manos en sus caderas para empujarla contra mi miembro, mas ella tenia otros planes, algo que me hizo saber su oscurecida mirada.

Su pelo como una cascada serpenteo sobre mi pecho, su boca era el rio de aguas bravas que acompañado de las rocas que marcaban sus uñas me sentenciaron.
Rugí enfrentándola con la mirada cuando sus dientes se hundieron en mi pecho, dolor y placer, esa mujer tenia la extraña facultad de llevarme al oscuro abismo para dejarme caer en el.

Continuo el sendero que la llevaba por mi vientre hasta mi alzada entrepierna. Deje escapar el aire de forma pesada cuando su mano afianzo el tronco de mi hombría y sus labios surcaron el glande dándole unos lametazos.
Eché la cabeza atrás enloquecido, excitado, su mano se sacudía primero despacio, sin prisa, contemplando con sus ojos como tenia a un inmortal milenario completamente a sus pies. No habría nada en ese preciso momento en el que su boca navegaba por mi mástil como una tormenta, que no le concediera.

Mis jadeos se tornaron cada vez mas rápidos, mi mano aferro su pelo incrementando el ritmo, empujándola para que se la metiera mas adentro.
Sentí sus colmillos rozar mi glande mientras abandonaba mi miembro obteniendo de mi garganta un claro rugido de desacuerdo.
Ascendió con picardia omitiendo mis ganas estaba tan cerca de correrme. Nuestros sexos volvieron a encontrarse, esta vez la busque con virulencia, bruscos mis movimientos al girarla de golpe sobre el lecho adentrándome como un salvaje en ella.
Sus piernas se abrieron, para acoger aquel impetuoso movimiento en el que la empalaba con mi estaca de un modo brusco, desesperado.
Las paredes de su vagina, húmedas se dilataban incendiando mi hombría que dentro de ella marcaba el ritmo de las llamas.
Ambos gemíamos, el aliento se entremezclaba, escasa la distancia entre nuestras lenguas de fuego que se buscaban y enredaban anhelando todo y nada.
-No puedo mas -confesé al borde de explotar en su interior.
Ladeé la cabeza dejando mi cuello al descubierto, era el momento de cumplir mi promesa y a su vez sentenciar aquel instante tan nuestro.

Parecíamos dos animales salvajes consumidos y cegados por la pasión y el placer, no había delicadeza en nuestros gestos, en nuestros movimientos ni en nuestras miradas… tan solo aquella desbordante necesidad del uno por el otro como si no fuéramos capaces de racionar por sí solos, cegados por la más primitiva de las necesidades y sensaciones que no solamente podían con el ser humano, sino con los animales también. Nos dejábamos llevar por ese instinto primigenio que lo devoraba todo a su paso, como estaba pasando de nuevo en aquella habitación de motel, y concretamente, en aquella cama. Como si no hubiera pasado hacía un par de días, como si algo nos empujara a aquello cada vez que nos encontrábamos no importaba el tiempo que hubiera pasado desde la última vez que nos hubiéramos visto, era algo que nos devoraba y que podía con ambos.

Ahora era mí turno para hacerlo enloquecer un poco más con todo aquello, disfrutando del momento. Me gustaba ver cómo me miraba cuando era yo quien ahora tenía el poder sobre él, porque negarlo era mentir descaradamente, me gustaba saber que podía tener bajo mí poder a un inmortal de seis mil años de vida… era algo que no podía evitar. Como no pude evitar morder su pecho aunque mis ganas de hacerle sangrar eran mayores que eso, no lo hice, pero me gustó la mirada que me lanzó y reí contra su pecho exhalando mí aliento contra su piel. Decidí jugar aún más con él y llegar al punto que estaba necesitando, sabía exactamente lo que debía de hacer para volver loco a aquel vampiro y me gustaba provocarlo y jugar con él.

Prueba de ello sin duda alguna era cómo estaba ahora, la forma en la que había jadeado al notar mis manos en su miembro, o cuando mí boca se hizo dueña por completo. Me gusta ver cómo se revolvía por lo que le hacía, como su pecho subía y bajaba con rapidez, cómo sus caderas se movían involuntarias frente a lo que le estaba provocando, incluso la forma en la que sus dedos se enredaban en mí pelo y de alguna forma intentaba obligarme a devorarlo. Una risa amortiguada salió de mis labios por aquel gesto, y no pude evitar recorrer su miembro con mis colmillos antes de alejarme de él por completo dejándolo con las ganas.

Reí entre dientes al ver cómo le había dejado justo con todas las ganas, algo que había hecho a posta y que me divertía bastante. Que supiera que él no solamente me controlaba a mí, que yo también podía hacerlo y que podía otorgarlo o negarle el orgasmo cuando yo quisiera. Mis labios fueron contra los suyos una vez estuve a la altura de su rostro y mí mano se paseó por su pecho justo por la zona donde le había mordido, donde la marca ya se iba desvaneciendo poco a poco dada a nuestra rápida y acelerada curación, las marcas como esas no duraban demasiado en la piel de un vampiro.


-A mí también me gusta ese poder que ejerzo sobre ti –comenté divertida antes de notar como sin miramiento alguno el volvía a rodar de nuevo para quedar arriba, para no pasar ni siquiera un par de segundos, cuando ya volvía a hundirse de nuevo en mí interior. Gemí sin poder evitarlo cerrando los ojos, acomodándome mejor bajo él y arqueando mí cuerpo por la forma que tenía de poseerme. Me gustaba esa forma que tenía de volverme loca, de cómo me provocaba, de cómo me iba llevando cada vez más y más al límite. Me gustaba cómo me poseía y me deleitaba en ello. Una y otra vez su miembro entraba y salía de mí interior marcando un ritmo desquiciante pero muy placentero, en los que nuestra respiración, los gemidos y aquel movimiento que chocaba contra mí cuerpo era la sinfonía que se escuchaba en el lugar.

Mis piernas rodearon su cintura y mí mano se enredó en su pelo mientras aquel ritmo impuesto por él hacía que un remolino de placer creciera por mí cuerpo, abrasando todo a su paso. Mis labios buscaron los suyos y los lamí antes de morder su labio inferior para luego soltar otro gemido mientras notaba que el placer iba en aumento y que el orgasmo de nuevo estaba próximo. Cuando me dijo que no podía más sonreí como pude y me incliné para besar sus labios antes de que él ladera su rostro dejándome un acceso directo a su cuello. Lamí el lugar que iba a morder notando la sangre fluir con rapidez por su vena, y sin pensarlo demasiado, mis colmillos crecieron listos y preparados. En el momento en el que mis colmillos atravesaron la piel de su cuello y la sangre comenzó a brotar de su cuerpo, una de mis manos aferró su pelo con fuerza y con la otra que estaba en su hombro mis uñas se incrustaron en su piel.

Gemí cuando empecé a absorber la sangre que manaba de la herida notando cómo bajaba por mí garganta, mí cuerpo se sacudió contra el suyo, moví mis caderas mientras él terminaba de moverse en mí interior y me aferré con fuerza sin dejar de beber de su sangre cuando el orgasmo me arrolló por completo. Olas de placer se extendieron por mí cuerpo al mismo tiempo que notaba su sangre recorrer mí cuerpo de otra manera muy diferente, llenándome de vida, embotando de nuevo mis sentidos. Cerré los ojos y disfruté de la sensación sabiendo que sería la última vez que tendría aquel privilegio. Podía notar los milenios caer sobre mí como si los hubiera pasado yo realmente, el tiempo me pareció una nimiedad ante lo que había vivido comparado con él y dejé que me embriagara en todos los sentidos una vez el orgasmo pasaba, pero mí férreo agarre sobre él no disminuyó hasta que mis colmillos no se quitaron de su piel, lamiendo las gotas de sangre que caían y que no dudé en lamer antes de que se perdieran por su cuerpo.

Caí de forma lánguida contra el colchón dejando mí cabeza contra la almohada sintiendo mí pecho subir y bajar de forma rápida y un calor en el cuerpo como hacía siglos que no sentía, justo como cuando era humana. Era extraño el poder y el efecto que se obtenía cuando bebías de un inmortal, y aunque ya lo había probado antes, seguía extrañándome. Mí mirada se posó en la suya y lamí mis labios quitando el resto de la sangre que quedaba en ellos, mí mano fue donde le había hecho un poco de sangre al clavarle mis uñas y mí dedo se llenó con su sangre, que mí lengua y mis labios fueron los encargados de limpiar el dedo sin apartar mí mirada de la suya.


-Ha sido un placer hacer negocios contigo, Assur –mí dedo se paseó por sus labios durante unos breves segundos, aunque aquello no quitaba que todavía estuviera enfadada por cómo me había dejado hacía años- Pero esto no borra mí enfado contigo –sonreí de lado y aparté el dedo de sus labios- Aunque puede que lo compense… pero solo un poquito. No lo suficiente –al menos podía decir que había sobrevivido ante la presencia de dos Black, quizás era mucho más de lo que podía haber tenido cualquier otro en mí lugar.

Mi virilidad se sacudió en su interior con violencia cuando sus colmillos se abrieron paso rasgando mi piel y la arteria.
Podía sentir como la sangre me abandonaba, como ella se estremecía entre mis brazos y sus paredes agitadas por aquella corriente eléctrica que producía el orgasmo atrapaban mi hombría imponiendo un frenético ritmo que denotaba esos últimos coletazos, las ultimas embestidas y sus uñas afilándose en mi espalda como las de una gata.

La sentía plena, plena de mi en todos y cada uno de los sentido, y aun completamente saciada siguió bebiendo consciente de que esta posiblemente seria la ultima vez que pudiera disfrutar de mi al completo.

Durante siglos habíamos jugado al gato y al ratón, durante siglos el camino nos había unido y separado casi del mismo modo. Un extraño amor, odio del que yo era consciente era el mayor culpable, pues de no empeñarme en poner distancia entre nosotros quizás todo seria diferente.

Cayo lánguida sobre el colchón, sus ojos rojizos se encontraron con mi oscurecida mirada, la atraje contra mi, cómplices los dos en ese efímero instante. Estos eran los últimos minutos que la tendría entre mis brazos en mucho tiempo, no era un sentimental, pero aquella noche era diferente, a ninguna otra le había permitido llegar hasta ese momento de plenitud total.

Tenia que alzar mis defensas, lo supe en el mismo instante en que mis dedos se pasearon por sus caderas con delicadeza, el acto había terminado, no había cabida para los sentimientos en mi frenética vida.
Sentir era ser débil, un motivo para ponerla a ella y a mi mismo en eterno riesgo, algo que no estaba dispuesto a asumir.

Ladeé la sonrisa al escuchar sus palabras cómplices, seguía enfadada por tiempos pasados, por historias que ella aun recordaba, hubiera podido decirle que nunca corrió peligro, que yo siempre velé porque aquello quedara en una anécdota, que no iba a permitir que la cogieran, pero de hacerlo la decisión que un día tomé no hubiera tenido sentido.
La vendí para que me odiara, para alejarla de mi, ese era el único camino seguro, la vendí para protegerla.

Mordí con suavidad su hombro escuchándola, no era suficiente para obtener un perdón que ni pedía ni quería.
-Ha sido un placer hacer negocios con usted señorita Denveraux. Hasta que el camino vuelva a unir nuestros destinos, mas ahora cumplido el trato llega la hora de la despedida.

Desvié mis ojos hacia el gran ventanal que reflejaba las estrellas, esas que habían sido testigos de nuestra gesta, quizás ellas si fueran capaces de entender los sacrificios que alguien como yo tenia que hacer. El firmamento estaba lleno de hazañas de héroes que lucharon por su amor y acabaron muertos convertidos en leyenda, mas muertos a fin de cuentas.
Quizás yo era un cobarde, cobarde porque no me atrevía a enfrentar ahora su mirada, porque sabia que de hacerlo quizás le pidiera que se quedara.
-El alba esta cerca vampiresa, debes iros -sentencié con toda la frialdad que fui capaz de imprimir a mi ronca voz.