AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
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Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Recuerdo del primer mensaje :
Hacia ya varias semanas desde la celebración de mi cumpleaños, desde que ayudé a esa aldea con los licantropos que devoraban a sus hijos y aunque trataba de no pensar en ello, desde que vi por última vez Annabel.
Estaba preocupado por ella, durante ese tiempo había peinado los bosques desde el alba hasta el ocaso.
Desesperado seguí cada huella humana, cada resquicio que pudiera haber dejado esa mujer que me había robado algo mas que el juicio.
Era una loba, sabia que sus instintos la protegerían, mas el desazón se había instaurado en mi pecho, pues ella me había prometido que volvería, promesa que si no cumplía debía ser por un motivo de peso.
Motivo que no se me ocurría otro que no fuera el de que las heridas infligidas en su piel fueran grabes, incluso que la parca se hubiera cruzado en su camino.
Me torturaba por haberla dejado ir, culpándome cada segundo de que si ella no regresaba a mi había sido por mi orgullo. Debí pararla, pedirle que no se fuera, que la amaba, que no podía volver a perderla, mas guardé silencio y la deje ir. Ahora pagaba las consecuencias de mis actos rememorando aquel beso que incendiaba mis labios.
Cada día que pasaba la angustia se apoderaba de mi alma y pasé de ser el cazador fuerte, líder de todos, príncipe de Grecia a un fantasma que con su colgante en la mano moraba por la casa.
Aquella tarde me habían invitado a una celebración, una fiesta en el palacio royal. Mis ganas de ir eran ningunas, mas al parecer todos los nobles de París asistirían y daría demasiado de que hablar que yo no lo hiciera. Ya me había saltado demasiadas fiestas y los rumores sobre mi persona y a lo que me dedicaba corrían de boca en boca.
Así que coloqué mi chaque sobre la camisa blanca, anude la corbata y sobre mi cabeza coloque el sombrero de copa sin ningún esmero.
Estaba impoluto, mas mi rostro reflejaba no solo el pesar de esa herida que vendada para no molestar no curabas, si no el cansancio de las noches en vela por perder a Annabel.
Sobre mi montura no tardé en alcanzar el lugar indicado en aquella invitación que me llego hacia apenas unos días y que rogaban mi asistencia encarecidamente.
Me adentré en el gran salón saludando a unos y a otros, gente conocida apenas de vista, con la que copa de whisky en mano trataba de entablar conversación.
Palabras vanas de temas que no me importaban, damas con abanicos que a mi paso murmuraban y yo perdido en aquel lugar que se me antojaba el infierno sin mas.
Fue entonces cuando vi un fantasma, ese que vestido de gala centró sus ojos en mi como si me percibiera mas no me esperara.
-Annabel -escapó de mis labios mientras la miraba con los ojos desencajados.
Su brazo posado sobre el de otro hombre, puñalada que juro dolió tanto o mas que la herida del hombro o que las infligidas en mil batallas.
No dije mas,¿ para que ?estaba claro que si no había vuelto por mi, un motivo tenia que tener.
Tiré de un golpe seco del medallon y lo deje caer al suelo del gran salón.
Rehíce mis pasos hacia el mueble bar, con la mirada perdida por la ira.
Una botella se me antojaba una broma de niños para acallar el infierno que ahora torturaba mi alma y que parecía necesitar mas combustible para encender todavía mas sus llamas.
Hacia ya varias semanas desde la celebración de mi cumpleaños, desde que ayudé a esa aldea con los licantropos que devoraban a sus hijos y aunque trataba de no pensar en ello, desde que vi por última vez Annabel.
Estaba preocupado por ella, durante ese tiempo había peinado los bosques desde el alba hasta el ocaso.
Desesperado seguí cada huella humana, cada resquicio que pudiera haber dejado esa mujer que me había robado algo mas que el juicio.
Era una loba, sabia que sus instintos la protegerían, mas el desazón se había instaurado en mi pecho, pues ella me había prometido que volvería, promesa que si no cumplía debía ser por un motivo de peso.
Motivo que no se me ocurría otro que no fuera el de que las heridas infligidas en su piel fueran grabes, incluso que la parca se hubiera cruzado en su camino.
Me torturaba por haberla dejado ir, culpándome cada segundo de que si ella no regresaba a mi había sido por mi orgullo. Debí pararla, pedirle que no se fuera, que la amaba, que no podía volver a perderla, mas guardé silencio y la deje ir. Ahora pagaba las consecuencias de mis actos rememorando aquel beso que incendiaba mis labios.
Cada día que pasaba la angustia se apoderaba de mi alma y pasé de ser el cazador fuerte, líder de todos, príncipe de Grecia a un fantasma que con su colgante en la mano moraba por la casa.
Aquella tarde me habían invitado a una celebración, una fiesta en el palacio royal. Mis ganas de ir eran ningunas, mas al parecer todos los nobles de París asistirían y daría demasiado de que hablar que yo no lo hiciera. Ya me había saltado demasiadas fiestas y los rumores sobre mi persona y a lo que me dedicaba corrían de boca en boca.
Así que coloqué mi chaque sobre la camisa blanca, anude la corbata y sobre mi cabeza coloque el sombrero de copa sin ningún esmero.
Estaba impoluto, mas mi rostro reflejaba no solo el pesar de esa herida que vendada para no molestar no curabas, si no el cansancio de las noches en vela por perder a Annabel.
Sobre mi montura no tardé en alcanzar el lugar indicado en aquella invitación que me llego hacia apenas unos días y que rogaban mi asistencia encarecidamente.
Me adentré en el gran salón saludando a unos y a otros, gente conocida apenas de vista, con la que copa de whisky en mano trataba de entablar conversación.
Palabras vanas de temas que no me importaban, damas con abanicos que a mi paso murmuraban y yo perdido en aquel lugar que se me antojaba el infierno sin mas.
Fue entonces cuando vi un fantasma, ese que vestido de gala centró sus ojos en mi como si me percibiera mas no me esperara.
-Annabel -escapó de mis labios mientras la miraba con los ojos desencajados.
Su brazo posado sobre el de otro hombre, puñalada que juro dolió tanto o mas que la herida del hombro o que las infligidas en mil batallas.
No dije mas,¿ para que ?estaba claro que si no había vuelto por mi, un motivo tenia que tener.
Tiré de un golpe seco del medallon y lo deje caer al suelo del gran salón.
Rehíce mis pasos hacia el mueble bar, con la mirada perdida por la ira.
Una botella se me antojaba una broma de niños para acallar el infierno que ahora torturaba mi alma y que parecía necesitar mas combustible para encender todavía mas sus llamas.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Sonreí de medio lado al escuchar sus palabras, la encadenaría a mi cama, de echo la convertiría en presa de mi vida pues quería justo eso, una eternidad a su lado.
Mis dedos se pasearon por su piel desnuda sintiendo como se erizaba bajo la yema de mis dedos.
Entreabrí los labios preso de su olor, uno que me evocaba al arroyo, frutas maduras, hierva verde, bosque, agua y sexo.
-Y quien te ha dicho que tras esta noche no vuelva a encadenarte pequeña loba -bromeé buscando sus ojos pardos.
Fueron sus siguientes palabras las que endurecieron mi gesto, liderar a esa banda de bestias sangrientas, ella no conocía a los sobrenaturales de Mikonos, odiaban a los humanos, habían sido forjados a base de látigo y eran fieles al hechicero y a la maldita Nessanie.
-No hay esperanza para esos seres Annabel, dudo que siguieran a un cazador, pues nada tenemos que ver. Ellos tienen sed de sangre, no quieren paz si no guerra. Y nosotros les damos caza cada día y cada noche, somos enemigos naturales, no podría abrir la boca sin que se me lanzaran encima para destrozarme.
Se han llevado muchos de los míos y para que mentir, mis espadas también lo han hecho con los suyos.
Créeme, su odio por mi, iguala el mio hacia ellos.
Sabia que esas palabras le dolían, porque a fin de cuentas ella era una de esas bestias a las que me refería. Tomé su mentón para que me mirara.
-Annabel no eres como ellos, bueno, una parte si, pero as salvado mi vida dos veces, respetas mi condición de cazador y tratas de que podamos entendernos cuando en el fondo yo soy el que tiene mas perjuicios de los dos.
A veces creo que yo soy infinitamente peor que tu y entiendo que no volvieras...
Palabras que dejé en el aire mostrando de nuevo mi rencor.
Sonreí buscando sus labios de nuevo, ella nunca se rendía, tampoco yo. Acaricie con mi nariz su cuello, perdido en cada centímetro de su piel, de su olor.
-No moriré sin luchar, no me doy por vencido, la venceré, y cuando lo haga buscaré el modo de que esa maldición desaparezca. Pero tampoco quiero engañarte, jurarte que esta gesta va a ser fácil.
No puedo prometerte nada, porque nunca prometo algo que no se si voy a poder cumplir..pero te prometo que voy a intentar salir de esta, por ti y por mi.
No se hizo esperar el mas cruento de los temas, ese que tenia que ver con el hombre que amo y que la inquisición le arrebato, ese por el que hoy era una licantropo y su sed de venganza igualaba a mi repulsión por ella.
-No lo entiendes, siento que tus ganas de vengar a tu anterior amor, no nos dejan avanzar. Lo que pasó, pasó, pero estoy aquí, yo. Soy un cazador que ha matado a hombres como ese al que dices que amaste.
No soy diferente, no te maté a ti porque -hice un silencio, como decirle que la ame desde casi el principio -porque no pude. No maté a la niña solo porque tu me detuviste ¿no te das cuenta? Tu eres el cambio de este cazador, pues mi odio por tu raza sin ti sigue impune.
Vengarte de él, implica en cierto modo que también deberías mirarme a mi con esos mismos ojos.
La verdad escapó de sus labios, se fue porque me odiaba del mismo modo que me quería y eso era lo que temía, eso era lo que me convertía en el inquisidor al que había jurado venganza.
Se puso en pie como un resorte, dando vuelas por esa habitación seguramente tratando de asimilar mis palabras o sus propios pensamientos.
Volvió al sofá sus piernas a cada lado de las mías, hundiendo su mirada cargada de fuego en mis ojos.
Escuché su pregunta, quería la verdad, una verdad que me quemaba por dentro.
Hice una pausa, yo también necesitaba reflexionar sobre lo que estaba a punto de decir.
-Te quiero, lo hago desde hace demasiado tiempo, he intentado olvidarte de muchos modos desde nuestro primer encuentro en el arroyo pero..aquí sigo ,derrotado frente al enemigo.
Ya no me quedan fuerzas para alzar el acero, solo se que te quiero y que esta guerra entre ambos ha de terminar. Vete o quédate pero sea cual sea la decisión que tomes, no habrá vuelta atrás.
Si te quedas olvida la venganza y creemos un mundo nuevo..si te vas...y nos volvemos a encontrar seras mi enemiga, no abra tregua ni paz.
Mis dedos se pasearon por su piel desnuda sintiendo como se erizaba bajo la yema de mis dedos.
Entreabrí los labios preso de su olor, uno que me evocaba al arroyo, frutas maduras, hierva verde, bosque, agua y sexo.
-Y quien te ha dicho que tras esta noche no vuelva a encadenarte pequeña loba -bromeé buscando sus ojos pardos.
Fueron sus siguientes palabras las que endurecieron mi gesto, liderar a esa banda de bestias sangrientas, ella no conocía a los sobrenaturales de Mikonos, odiaban a los humanos, habían sido forjados a base de látigo y eran fieles al hechicero y a la maldita Nessanie.
-No hay esperanza para esos seres Annabel, dudo que siguieran a un cazador, pues nada tenemos que ver. Ellos tienen sed de sangre, no quieren paz si no guerra. Y nosotros les damos caza cada día y cada noche, somos enemigos naturales, no podría abrir la boca sin que se me lanzaran encima para destrozarme.
Se han llevado muchos de los míos y para que mentir, mis espadas también lo han hecho con los suyos.
Créeme, su odio por mi, iguala el mio hacia ellos.
Sabia que esas palabras le dolían, porque a fin de cuentas ella era una de esas bestias a las que me refería. Tomé su mentón para que me mirara.
-Annabel no eres como ellos, bueno, una parte si, pero as salvado mi vida dos veces, respetas mi condición de cazador y tratas de que podamos entendernos cuando en el fondo yo soy el que tiene mas perjuicios de los dos.
A veces creo que yo soy infinitamente peor que tu y entiendo que no volvieras...
Palabras que dejé en el aire mostrando de nuevo mi rencor.
Sonreí buscando sus labios de nuevo, ella nunca se rendía, tampoco yo. Acaricie con mi nariz su cuello, perdido en cada centímetro de su piel, de su olor.
-No moriré sin luchar, no me doy por vencido, la venceré, y cuando lo haga buscaré el modo de que esa maldición desaparezca. Pero tampoco quiero engañarte, jurarte que esta gesta va a ser fácil.
No puedo prometerte nada, porque nunca prometo algo que no se si voy a poder cumplir..pero te prometo que voy a intentar salir de esta, por ti y por mi.
No se hizo esperar el mas cruento de los temas, ese que tenia que ver con el hombre que amo y que la inquisición le arrebato, ese por el que hoy era una licantropo y su sed de venganza igualaba a mi repulsión por ella.
-No lo entiendes, siento que tus ganas de vengar a tu anterior amor, no nos dejan avanzar. Lo que pasó, pasó, pero estoy aquí, yo. Soy un cazador que ha matado a hombres como ese al que dices que amaste.
No soy diferente, no te maté a ti porque -hice un silencio, como decirle que la ame desde casi el principio -porque no pude. No maté a la niña solo porque tu me detuviste ¿no te das cuenta? Tu eres el cambio de este cazador, pues mi odio por tu raza sin ti sigue impune.
Vengarte de él, implica en cierto modo que también deberías mirarme a mi con esos mismos ojos.
La verdad escapó de sus labios, se fue porque me odiaba del mismo modo que me quería y eso era lo que temía, eso era lo que me convertía en el inquisidor al que había jurado venganza.
Se puso en pie como un resorte, dando vuelas por esa habitación seguramente tratando de asimilar mis palabras o sus propios pensamientos.
Volvió al sofá sus piernas a cada lado de las mías, hundiendo su mirada cargada de fuego en mis ojos.
Escuché su pregunta, quería la verdad, una verdad que me quemaba por dentro.
Hice una pausa, yo también necesitaba reflexionar sobre lo que estaba a punto de decir.
-Te quiero, lo hago desde hace demasiado tiempo, he intentado olvidarte de muchos modos desde nuestro primer encuentro en el arroyo pero..aquí sigo ,derrotado frente al enemigo.
Ya no me quedan fuerzas para alzar el acero, solo se que te quiero y que esta guerra entre ambos ha de terminar. Vete o quédate pero sea cual sea la decisión que tomes, no habrá vuelta atrás.
Si te quedas olvida la venganza y creemos un mundo nuevo..si te vas...y nos volvemos a encontrar seras mi enemiga, no abra tregua ni paz.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Absolutos, eso era lo que me presentaba cada una de sus palabras cuando me hablaba de su reino. Ni siquiera lo pensó dos veces, su respuesta fue inmediata. No había oportunidad para los sobrenaturales. Sus palabras me dolieron, me negaba a creer que existiera un vasto territorio poblado de bestias sin conciencia y que todos y cada uno estuvieran cortados por la misma tijera. Supongo que lo que más me dolió fue la rapidez con la que tajantemente negó cualquier posibilidad de redención para ninguno de ellos. Si lo que decía era cierto, si en su tierra jamás se encontró más que con monstruos sanguinarios ¿qué era yo ante sus ojos?
Él levantó mi mentón, como si me leyera el pensamiento. Me dijo que no era como ellos, que le había salvado dos veces… Recordé la segunda vez, la escena cuando le encontré a merced de los licántropos, lo que sentí cuando le vi en peligro. No lo pensé, simplemente tuve que hacer algo. Ese día en el bosque sabía lo que significaba él para mi...
No pasé por alto las palabras que dejó en el aire, tenía que explicárselo todo, sacarlo de adentro. ¿Pero podía?
Sus labios ya regresaban a los míos, mis manos acariciaron las suyas sobre mis mejillas. Su nariz en mi cuello me hizo sonreír. ¿Esto era amor no es cierto? Ese sentimiento de cuatro letras que me petrificaba, arrebatándome cualquier propósito preconcebido y cualquier decisión arraigada hasta lo más profundo con su simple presencia. Bastaba que estuviera cerca para que cambiara por completo mi panorama, con él se disipaban las penumbras y volvía a aquel oasis que descubrí a su lado en el arroyo. Era eso lo que me causaba temor precisamente… el que todo cambiara de repente, después de tanto tiempo, que me permitiera ver una posibilidad que nunca contemplé.
Sus manos sobre mi piel me decían que todo era posible, mis ojos se hundieron en los suyos cuando dijo que lucharía. Me sentí feliz al oírlo. Era todo lo que quería escuchar. -Por supuesto que vencerás, nunca he conocido a alguien más tenaz, más luchador, más testarudo, o más desquiciante.- Rei un poco al decir lo último, recordando nuestros pasados encuentros, lo encontraba tan desesperante, con su sonrisa socarrona. Me encantaba esa sonrisa suya, ahora me dejaría encadenar a su cama todas las veces que quisiera.
Sus palabras acerca de mi venganza calaron hasta lo más profundo. Había vivido con ella durante cuatro años. Me habían arrebatado a François y con él me arrebataron mi felicidad, mi soporte, mi mi risa, mis sueños y parte de mi alma. Me hundí en un pozo sin fin y alejé a todos de mi. A mis amigos, a mi familia. ¿Cuándo había sido la última vez que me comuniqué con ellos? El dolor me desgarró y me negué a sentir. Alguien importante pasó por mi vida, y tampoco hubo una oportunidad, me cegué a todas. Solo matar a los culpables me hacía sentir algo, lo demás estaba adormilado, muerto. Así estuvo hasta que conocí a Agarwaen.
Había vuelto al sofá, me mantenía frente a él, pendiente de cada palabra que salía de sus labios. Me quería. Dos palabras que hicieron latir con fuerza mi corazón. Lo miré, escuchando el resto de sus palabras, sopesándolas, pero todo mi ser estaba embargado con las dos anteriores, con su te quiero.
No era fácil para mi expresar emociones, siempre fui demasiado fuerte, demasiado independiente, pero ahora, ahora quería expresárselo todo. La manera en que él me tocaba aún sin hacerlo, algo difícil de explicar.
Tomé asiento en el sillón con la mirada perdida en las llamas de la chimenea. En mi interior se libraba una batalla, una en la que comprendía perfectamente lo que me estaba diciendo. Era él y una oportunidad a su lado, la posibilidad de un futuro o la ruptura de este amor y el adiós definitivo.
Mi cuerpo tembló y llevé las manos a mis brazos, había amado con todas mis fuerzas pero ese amor estaba en el pasado. François era el pasado y ya no volvería, él era el ocaso y Agarwaen era el amanecer. Él era el presente, estaba aquí ahora, conmigo y yo lo amaba ya desde hace mucho como para negármelo a mi misma. Cerré los ojos, quería una oportunidad con él, deseaba alargar la mano y aferrarme a la suya, construir algo que fuera solo nuestro, en ese instante lo comprendí. Ya ni siquiera quería ocultar que lo que sentía por él era amor, el más fuerte amor, ese que mueve montañas y realiza imposibles, ese que cambia todo en un abrir y cerrar de ojos y te transforma por completo. La venda en ese momento caía de mis ojos. Yo quería amarlo, quería esa oportunidad.
-Quiero intentarlo contigo.- Me incorporé y regresé a él. -Nunca consideré dejar ir mi pasado hasta ahora, me aferré obstinadamente a él. Pero ahora me doy cuenta de que para que exista un nosotros debo hacerlo, de que no puedo dejarte ir porque tú eres mi presente. No podía regresar contigo porque me aterraba lo que sentía por ti, porque no lo comprendía. Perdí durante tanto tiempo la capacidad de sentir… se que fue horrible de mi parte el no volver a tu lado, dejarte preocupado. Tenía miedo de volver y no saber como amarte y tampoco sabía como dejarte ir. Ahora sé que te quiero, no tengo idea de como partiremos de aquí pero intentar algo nuestro es mi mayor deseo.-
Tenía unos deseos intensos de tocarlo, de besarlo, de amarlo, pero a la vez tenía miedo, miedo de mi misma, de como sería yo de aquí en adelante, miedo de como reaccionaría él ante mi otra verdad. Mis ojos se fundieron en los suyos cuando las palabras salieron de mis labios, mis manos atraparon las suyas llevándolas con suavidad hasta mi vientre. -Quiero encontrar en tus brazos un oasis para ti, para mi y para nuestro hijo...-
Él levantó mi mentón, como si me leyera el pensamiento. Me dijo que no era como ellos, que le había salvado dos veces… Recordé la segunda vez, la escena cuando le encontré a merced de los licántropos, lo que sentí cuando le vi en peligro. No lo pensé, simplemente tuve que hacer algo. Ese día en el bosque sabía lo que significaba él para mi...
No pasé por alto las palabras que dejó en el aire, tenía que explicárselo todo, sacarlo de adentro. ¿Pero podía?
Sus labios ya regresaban a los míos, mis manos acariciaron las suyas sobre mis mejillas. Su nariz en mi cuello me hizo sonreír. ¿Esto era amor no es cierto? Ese sentimiento de cuatro letras que me petrificaba, arrebatándome cualquier propósito preconcebido y cualquier decisión arraigada hasta lo más profundo con su simple presencia. Bastaba que estuviera cerca para que cambiara por completo mi panorama, con él se disipaban las penumbras y volvía a aquel oasis que descubrí a su lado en el arroyo. Era eso lo que me causaba temor precisamente… el que todo cambiara de repente, después de tanto tiempo, que me permitiera ver una posibilidad que nunca contemplé.
Sus manos sobre mi piel me decían que todo era posible, mis ojos se hundieron en los suyos cuando dijo que lucharía. Me sentí feliz al oírlo. Era todo lo que quería escuchar. -Por supuesto que vencerás, nunca he conocido a alguien más tenaz, más luchador, más testarudo, o más desquiciante.- Rei un poco al decir lo último, recordando nuestros pasados encuentros, lo encontraba tan desesperante, con su sonrisa socarrona. Me encantaba esa sonrisa suya, ahora me dejaría encadenar a su cama todas las veces que quisiera.
Sus palabras acerca de mi venganza calaron hasta lo más profundo. Había vivido con ella durante cuatro años. Me habían arrebatado a François y con él me arrebataron mi felicidad, mi soporte, mi mi risa, mis sueños y parte de mi alma. Me hundí en un pozo sin fin y alejé a todos de mi. A mis amigos, a mi familia. ¿Cuándo había sido la última vez que me comuniqué con ellos? El dolor me desgarró y me negué a sentir. Alguien importante pasó por mi vida, y tampoco hubo una oportunidad, me cegué a todas. Solo matar a los culpables me hacía sentir algo, lo demás estaba adormilado, muerto. Así estuvo hasta que conocí a Agarwaen.
Había vuelto al sofá, me mantenía frente a él, pendiente de cada palabra que salía de sus labios. Me quería. Dos palabras que hicieron latir con fuerza mi corazón. Lo miré, escuchando el resto de sus palabras, sopesándolas, pero todo mi ser estaba embargado con las dos anteriores, con su te quiero.
No era fácil para mi expresar emociones, siempre fui demasiado fuerte, demasiado independiente, pero ahora, ahora quería expresárselo todo. La manera en que él me tocaba aún sin hacerlo, algo difícil de explicar.
Tomé asiento en el sillón con la mirada perdida en las llamas de la chimenea. En mi interior se libraba una batalla, una en la que comprendía perfectamente lo que me estaba diciendo. Era él y una oportunidad a su lado, la posibilidad de un futuro o la ruptura de este amor y el adiós definitivo.
Mi cuerpo tembló y llevé las manos a mis brazos, había amado con todas mis fuerzas pero ese amor estaba en el pasado. François era el pasado y ya no volvería, él era el ocaso y Agarwaen era el amanecer. Él era el presente, estaba aquí ahora, conmigo y yo lo amaba ya desde hace mucho como para negármelo a mi misma. Cerré los ojos, quería una oportunidad con él, deseaba alargar la mano y aferrarme a la suya, construir algo que fuera solo nuestro, en ese instante lo comprendí. Ya ni siquiera quería ocultar que lo que sentía por él era amor, el más fuerte amor, ese que mueve montañas y realiza imposibles, ese que cambia todo en un abrir y cerrar de ojos y te transforma por completo. La venda en ese momento caía de mis ojos. Yo quería amarlo, quería esa oportunidad.
-Quiero intentarlo contigo.- Me incorporé y regresé a él. -Nunca consideré dejar ir mi pasado hasta ahora, me aferré obstinadamente a él. Pero ahora me doy cuenta de que para que exista un nosotros debo hacerlo, de que no puedo dejarte ir porque tú eres mi presente. No podía regresar contigo porque me aterraba lo que sentía por ti, porque no lo comprendía. Perdí durante tanto tiempo la capacidad de sentir… se que fue horrible de mi parte el no volver a tu lado, dejarte preocupado. Tenía miedo de volver y no saber como amarte y tampoco sabía como dejarte ir. Ahora sé que te quiero, no tengo idea de como partiremos de aquí pero intentar algo nuestro es mi mayor deseo.-
Tenía unos deseos intensos de tocarlo, de besarlo, de amarlo, pero a la vez tenía miedo, miedo de mi misma, de como sería yo de aquí en adelante, miedo de como reaccionaría él ante mi otra verdad. Mis ojos se fundieron en los suyos cuando las palabras salieron de mis labios, mis manos atraparon las suyas llevándolas con suavidad hasta mi vientre. -Quiero encontrar en tus brazos un oasis para ti, para mi y para nuestro hijo...-
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 16/01/2015
Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Nerviosa parecía analizar mis palabras dando tumbos por la habitación frente a mis ojos, era consciente del dilema moral en el que la había puesto. Llevaba tanto tiempo odiando que era incapaz de dejar de hacerlo ,su venganza destruiría lo nuestro, pues yo siempre me sentiría ese hombre de la inquisición al que perseguía. Si era cierto que me quería, si había preguntado si yo lo hacia con intención de mirar hacia el futuro, antes tenia que soltar el lastre del pasado.
Por un momento dudé de que su respuesta fuera afirmativa, aquellas palabras que yo deseaba, mas cuando su cuerpo se orillo al mio venciéndose sobre el, mi sonrisa se ensanchó satisfecha buscando sus labios en un duelo a muerte . Presente, teníamos un presente en aquella cámara que hoy parecía acoger por primera y única vez la verdad.
Futuro, eso era lo que hoy ambos habíamos decidido tener, un futuro que nos llevaría hasta donde los dioses y nuestro sino nos permitieran ,estaba dispuesto a luchar, estaba dispuesto a vencer y admito que con ella las fuerzas las sentía renovarse por momentos, como si ahora no estuviera luchando solo.
Sonreí contra su boca sellando con mis labios aquellas palabras que me prometieron el cielo, atrás había quedado el infierno en el que me sumergí cuando no regresó, los reproches ya no tenían sentido, ni de mi parte, ni de la suya, lo que pasó, pasó..ahora ambos debíamos mirar hacia el horizonte y crear nuestra utopía.
Su mano tomo la mía, ojos que se hundían pardos, voraces, lobunos en los míos. Sendas manso se posaron en su vientre mientras sus palabras hablaban de un hijo que parecía estar gestándose en ese momento.
Enarqué una ceja sin entender del todo, sin comprender bien a que se refería pues solo habíamos tenido un encuentro hace ya algún mes que otro en el arroyo.
-¿mi hijo? -pregunté tratando de asimilar la noticia.
Puede que no comprendiera mi montaneo desconcierto, mas ella había tenido tiempo de asumir, yo por el contrario estaba perdido en los acontecimientos que frente a mis ojos pasaban a toda velocidad produciéndome cierto vértigo.
Mis dedos se deslizaron por su vientre, lentos, asumiendo la vida que parecía crecer dentro de ella, algo nuestro.
-¿desde cuando lo sabes? -pregunte alzando los ojos de su vientre para enfrentar sus orbes.
Mi rostro seguía serio, tratando de entender que iba a ser padre, no pude evitarlo, sonreír al pensar en esa palabra y mis labios buscaron desesperados los suyos.
-Voy a ser padre -musité contra su boca reaccionando por fin a aquello que me había confesado.
Labios que se buscaron desesperados, impactando una y otra vez sedientos mientras mis dedos recorrían cada centímetro de piel desnuda, acaparando la esencia de esa mujer que ahora sentía mas mía que nunca.
Desconocía como seguirían ahora las cosas, necesitaba hablarlo con ella, pero era tan feliz en ese momento que separar mi boca del manantial prohibido se me antojaba una locura.-te quiero -confesé sin tapujos a la futura madre de mi hijo .Te quiero .
Por un momento dudé de que su respuesta fuera afirmativa, aquellas palabras que yo deseaba, mas cuando su cuerpo se orillo al mio venciéndose sobre el, mi sonrisa se ensanchó satisfecha buscando sus labios en un duelo a muerte . Presente, teníamos un presente en aquella cámara que hoy parecía acoger por primera y única vez la verdad.
Futuro, eso era lo que hoy ambos habíamos decidido tener, un futuro que nos llevaría hasta donde los dioses y nuestro sino nos permitieran ,estaba dispuesto a luchar, estaba dispuesto a vencer y admito que con ella las fuerzas las sentía renovarse por momentos, como si ahora no estuviera luchando solo.
Sonreí contra su boca sellando con mis labios aquellas palabras que me prometieron el cielo, atrás había quedado el infierno en el que me sumergí cuando no regresó, los reproches ya no tenían sentido, ni de mi parte, ni de la suya, lo que pasó, pasó..ahora ambos debíamos mirar hacia el horizonte y crear nuestra utopía.
Su mano tomo la mía, ojos que se hundían pardos, voraces, lobunos en los míos. Sendas manso se posaron en su vientre mientras sus palabras hablaban de un hijo que parecía estar gestándose en ese momento.
Enarqué una ceja sin entender del todo, sin comprender bien a que se refería pues solo habíamos tenido un encuentro hace ya algún mes que otro en el arroyo.
-¿mi hijo? -pregunté tratando de asimilar la noticia.
Puede que no comprendiera mi montaneo desconcierto, mas ella había tenido tiempo de asumir, yo por el contrario estaba perdido en los acontecimientos que frente a mis ojos pasaban a toda velocidad produciéndome cierto vértigo.
Mis dedos se deslizaron por su vientre, lentos, asumiendo la vida que parecía crecer dentro de ella, algo nuestro.
-¿desde cuando lo sabes? -pregunte alzando los ojos de su vientre para enfrentar sus orbes.
Mi rostro seguía serio, tratando de entender que iba a ser padre, no pude evitarlo, sonreír al pensar en esa palabra y mis labios buscaron desesperados los suyos.
-Voy a ser padre -musité contra su boca reaccionando por fin a aquello que me había confesado.
Labios que se buscaron desesperados, impactando una y otra vez sedientos mientras mis dedos recorrían cada centímetro de piel desnuda, acaparando la esencia de esa mujer que ahora sentía mas mía que nunca.
Desconocía como seguirían ahora las cosas, necesitaba hablarlo con ella, pero era tan feliz en ese momento que separar mi boca del manantial prohibido se me antojaba una locura.-te quiero -confesé sin tapujos a la futura madre de mi hijo .Te quiero .
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Mi mirada se mantuvo fija en él. Estaba consciente de que acababa de lanzarle una noticia enorme, una que quizás no alcanzaría a digerir. Dios, y cuanto me había costado a mi hacerme a la idea cuando descubrí que cargaba en mi vientre una vida, un bebé, nuestro hijo. La consecuencia más maravillosa de nuestro único encuentro en el arroyo. Era la primera vez que lo decía en voz alta, que le compartía mi secreto a alguien más.
No diré que me hice a la idea de la noche a la mañana porque incluso en ocasiones me parecía demasiado irreal. Aunque luego volvía a sentirlo, mis sentidos magnificados por la licantropía percibían esa pequeña vida que crecía en mi interior. En un principio me costó tanto reaccionar a ello, especialmente cuando creí que nunca más volvería a ver al hombre que me hizo sentir viva en el arroyo… Me negué a aceptar los pequeños indicios que me indicaban que estaba embarazada, creí que era cansancio… pero luego cuando algunas señales inequívocas empezaron a manifestarse no pude más que aceptarlo. Un bebé, en mi interior crecía mi bebé y el de Agarwaen.
Mis ojos estaban fijos en cada uno de los gestos y expresiones del hombre a mi lado. Ahora yo quería a este hijo, lo deseaba con una fuerza que no sabía que poseía, con un instinto maternal desconocido. El dejar atrás el pasado era una elección que no solo me acercaría al hombre que amaba si no también a esta pequeña vida por la cual deseaba luchar y aferrarme a lo mejor de mi, procurar enterrar mi odio, darle una oportunidad a todo aquello que parecía más que imposible.
La preocupación se apoderó de mi persona cuando el tiempo transcurrió y él permaneció en silencio. Su rostro sorprendido y abrumado, el silencio tornándose tan pesado que incluso me costaba respirar. No le estaba gustando la noticia… sentí que el suelo se hundía bajo mis pies. Era demasiado pronto, demasiado inesperado. ¿Cómo le iba a gustar?
Repentinamente sus dedos se deslizaron por mi vientre en una dulce caricia, me preguntó desde cuando lo sabía. - Hace ya algún tiempo… antes de que tu amigo cazador me atrapara. Luché contra el licántropo tanto como me fue posible segura de que deseaba acabar conmigo y de que acabaría también con mi hijo… Luego me llevé la sorpresa de despertar en tu habitación…- Lo miré a los ojos con los mios vibrantes de emoción contenida. -No sabía que volvería a verte… y cuando lo hice no sabía que pasaría entre los dos.- Intenté que me comprendiera, era difícil exponerlo todo en palabras. -Aún me cuesta creer que tendremos un hijo.- Volví a tocar mi vientre despacio con mis dedos.
Su expresión cambió y acercó su rostro al mio. Voy a ser padre, le escuché decir y sus palabras me sonaron dulces, amorosas, cargadas de emoción. Sus labios encontraron los míos. Me lancé a sus brazos y mis labios respondieron con ansiedad, con necesidad. Si iba a renunciar a todo, si habría algún futuro en el cual el odio quedaba atrás para entregarme a un sentimiento igualmente fuerte, necesitaría de él como nunca necesité a nadie. Yo, siempre independiente, siempre orgullosa, segura de mi misma, ahora necesitaba del hombre al que amaba.
Sus labios me orientaban, me hacían creer en los posibles. Su te quiero me resultó la mejor de las promesas. Tan solo esas dos palabras me orillaban a creer en él, en una posibilidad. -Te quiero.- reí entre sus labios, feliz al percatarme de que le agradaba la idea de ser padre, de que no salía por la puerta, de que aún seguía a mi lado. Cubrí su rostro de fervientes besos antes de mirarlo otra vez. Mis manos correspondían a sus caricias, finalmente toda la verdad salía a la luz y el hacerlo me sabía bien, me liberaba, pasase lo que pasase de allí en adelante, ya no existirían más secretos.
-Nuestros destinos… están enlazados de aquí en adelante…- repetí. Acaricié su piel despacio, queriendo sentirla mía. Aún temía que se marchara, por primera vez en mucho tiempo me sentía vulnerable, incapaz de saber que deparaba el futuro.
-Nunca he querido atarte o comprometerte por obligación… tenía que tener la certeza de que me querías.- Me acerqué a él y lo abracé, con mi mejilla sobre su pecho escuché los latidos de su corazón y pasé mis dedos despacio por su herida. -¿Comprendes por qué quiero ahora más que nunca que luches por vencer este hechizo? ¿A esa bruja?- Besé el área despacio, quería creer que vencería, que juntos encontraríamos las fuerzas necesarias, que continuaría siendo siempre Agarwaen. -Quédate conmigo esta noche, todo el tiempo que quieras. Quiero sentirte, creer por una vez que contigo todo es posible.-
No diré que me hice a la idea de la noche a la mañana porque incluso en ocasiones me parecía demasiado irreal. Aunque luego volvía a sentirlo, mis sentidos magnificados por la licantropía percibían esa pequeña vida que crecía en mi interior. En un principio me costó tanto reaccionar a ello, especialmente cuando creí que nunca más volvería a ver al hombre que me hizo sentir viva en el arroyo… Me negué a aceptar los pequeños indicios que me indicaban que estaba embarazada, creí que era cansancio… pero luego cuando algunas señales inequívocas empezaron a manifestarse no pude más que aceptarlo. Un bebé, en mi interior crecía mi bebé y el de Agarwaen.
Mis ojos estaban fijos en cada uno de los gestos y expresiones del hombre a mi lado. Ahora yo quería a este hijo, lo deseaba con una fuerza que no sabía que poseía, con un instinto maternal desconocido. El dejar atrás el pasado era una elección que no solo me acercaría al hombre que amaba si no también a esta pequeña vida por la cual deseaba luchar y aferrarme a lo mejor de mi, procurar enterrar mi odio, darle una oportunidad a todo aquello que parecía más que imposible.
La preocupación se apoderó de mi persona cuando el tiempo transcurrió y él permaneció en silencio. Su rostro sorprendido y abrumado, el silencio tornándose tan pesado que incluso me costaba respirar. No le estaba gustando la noticia… sentí que el suelo se hundía bajo mis pies. Era demasiado pronto, demasiado inesperado. ¿Cómo le iba a gustar?
Repentinamente sus dedos se deslizaron por mi vientre en una dulce caricia, me preguntó desde cuando lo sabía. - Hace ya algún tiempo… antes de que tu amigo cazador me atrapara. Luché contra el licántropo tanto como me fue posible segura de que deseaba acabar conmigo y de que acabaría también con mi hijo… Luego me llevé la sorpresa de despertar en tu habitación…- Lo miré a los ojos con los mios vibrantes de emoción contenida. -No sabía que volvería a verte… y cuando lo hice no sabía que pasaría entre los dos.- Intenté que me comprendiera, era difícil exponerlo todo en palabras. -Aún me cuesta creer que tendremos un hijo.- Volví a tocar mi vientre despacio con mis dedos.
Su expresión cambió y acercó su rostro al mio. Voy a ser padre, le escuché decir y sus palabras me sonaron dulces, amorosas, cargadas de emoción. Sus labios encontraron los míos. Me lancé a sus brazos y mis labios respondieron con ansiedad, con necesidad. Si iba a renunciar a todo, si habría algún futuro en el cual el odio quedaba atrás para entregarme a un sentimiento igualmente fuerte, necesitaría de él como nunca necesité a nadie. Yo, siempre independiente, siempre orgullosa, segura de mi misma, ahora necesitaba del hombre al que amaba.
Sus labios me orientaban, me hacían creer en los posibles. Su te quiero me resultó la mejor de las promesas. Tan solo esas dos palabras me orillaban a creer en él, en una posibilidad. -Te quiero.- reí entre sus labios, feliz al percatarme de que le agradaba la idea de ser padre, de que no salía por la puerta, de que aún seguía a mi lado. Cubrí su rostro de fervientes besos antes de mirarlo otra vez. Mis manos correspondían a sus caricias, finalmente toda la verdad salía a la luz y el hacerlo me sabía bien, me liberaba, pasase lo que pasase de allí en adelante, ya no existirían más secretos.
-Nuestros destinos… están enlazados de aquí en adelante…- repetí. Acaricié su piel despacio, queriendo sentirla mía. Aún temía que se marchara, por primera vez en mucho tiempo me sentía vulnerable, incapaz de saber que deparaba el futuro.
-Nunca he querido atarte o comprometerte por obligación… tenía que tener la certeza de que me querías.- Me acerqué a él y lo abracé, con mi mejilla sobre su pecho escuché los latidos de su corazón y pasé mis dedos despacio por su herida. -¿Comprendes por qué quiero ahora más que nunca que luches por vencer este hechizo? ¿A esa bruja?- Besé el área despacio, quería creer que vencería, que juntos encontraríamos las fuerzas necesarias, que continuaría siendo siempre Agarwaen. -Quédate conmigo esta noche, todo el tiempo que quieras. Quiero sentirte, creer por una vez que contigo todo es posible.-
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
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Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Mis ojos centelleaban, si al inicio de la noche alguien me hubiera contado que a estas horas estaría desnudo con Annabel contra mi pecho y convertido en futuro padre, me hubiera reído a carcajadas haciendo gala de mi completa ironía.
Mas ahora, esa mujer que engendraba a mi hijo se acababa de convertir en la razón para luchar, para ganar y no me bastaba con arrastrar a esa bruja al inframundo junto a mi alma, no cuando ahora necesitaba de esa alma para criar a nuestro hijo, futuro heredero de la isla.
Ahora si creía en que quizás pudiera obrarse el milagro, ese bebe procedía de las dos razas, de los cazadores humanos que lo seguirían con fiereza, mas ¿porque no lo harían también parte de los sobrenaturales si derrotábamos a los hechiceros que hoy los gobernaban?
La lucha no seria fácil pero..ese bebe podía traer la paz en tiempos de guerra.
No iba a ser fácil, tendríamos que luchar contra muchos perjuicios, contra muchas verdades y unas cuantas mentiras, pero, esto abría la esperanza para nosotros y para Mykonos.
-Annabel, lucharé, te juro que esto no va a terminar conmigo -susurré contra su boca.
Sus dedos se deslizaban sobre mi hombro que abrasaba con el contacto de su piel.
Aun tenia algo mas que contarle, no quería preocuparla, pero tampoco ocultaría a la madre de mi hijo, a la mujer que amaba la verdad.
Mi boca apresó sus labios, sonrisa furtiva contra estos, incapaz de disimular mi felicidad.
-Annabel, la herida se extienda, eso ya lo sabes, mas de un tiempo hasta ahora, hay momentos que pierdo la consciencia, es decir, me trasformo en una bestia sedienta de sangre. He tenido dos episodios en los que casi mato a dos personas a golpes, incapaz de contener mi fuerza.
La bruja esta cerca, la siento. He tenido pesadillas con ella, me busca, trata de encontrarme y admito que en alguna ocasión esos sueños han subido de tono mas de lo estimado. No soy yo, no lo soy, porque la odio con todas mis fuerzas, pero ese otro Agarwaen, parece desearla de igual modo.
No quiero mentir, esto no va a ser fácil, pero si me ayudas...se que...
Su boca sentencio mis palabras con un beso sentido, uno húmedo que pronto se convirtió en necesitado. Mis dedos en su nuca, la atrajeron con fiereza hacia mi, cargado de deseo mi lengua surco su boca, caminos explorados que hice míos, que recorrí memorizando cada trazo de lo que hoy se convertía en la única mujer de mi vida.
Desde ese instante me comprometía en silencio con aquella mujer de ojos pardos.
-Annabel ¿vive conmigo? Te quiero cerca, te necesito cerca, se que te estoy pidiendo demasiado, se que estas asustada, pero..ambos somos guerreros, ya hemos echo lo mas complicado, sincerarnos, ahora solo...
Tenia miedo, no lo iba a reconocer, peor temía que se esfumara como ya antes había hecho. Que mis palabras y la gravedad de mi herida hiciera que se replanteara la decisión de formar parte de mi vida. Tenia miedo de no volver a verla, de que al abrir los ojos...simplemente todo fuera una sueño y el vació volviera a apoderarse de mi.
Mas ahora, esa mujer que engendraba a mi hijo se acababa de convertir en la razón para luchar, para ganar y no me bastaba con arrastrar a esa bruja al inframundo junto a mi alma, no cuando ahora necesitaba de esa alma para criar a nuestro hijo, futuro heredero de la isla.
Ahora si creía en que quizás pudiera obrarse el milagro, ese bebe procedía de las dos razas, de los cazadores humanos que lo seguirían con fiereza, mas ¿porque no lo harían también parte de los sobrenaturales si derrotábamos a los hechiceros que hoy los gobernaban?
La lucha no seria fácil pero..ese bebe podía traer la paz en tiempos de guerra.
No iba a ser fácil, tendríamos que luchar contra muchos perjuicios, contra muchas verdades y unas cuantas mentiras, pero, esto abría la esperanza para nosotros y para Mykonos.
-Annabel, lucharé, te juro que esto no va a terminar conmigo -susurré contra su boca.
Sus dedos se deslizaban sobre mi hombro que abrasaba con el contacto de su piel.
Aun tenia algo mas que contarle, no quería preocuparla, pero tampoco ocultaría a la madre de mi hijo, a la mujer que amaba la verdad.
Mi boca apresó sus labios, sonrisa furtiva contra estos, incapaz de disimular mi felicidad.
-Annabel, la herida se extienda, eso ya lo sabes, mas de un tiempo hasta ahora, hay momentos que pierdo la consciencia, es decir, me trasformo en una bestia sedienta de sangre. He tenido dos episodios en los que casi mato a dos personas a golpes, incapaz de contener mi fuerza.
La bruja esta cerca, la siento. He tenido pesadillas con ella, me busca, trata de encontrarme y admito que en alguna ocasión esos sueños han subido de tono mas de lo estimado. No soy yo, no lo soy, porque la odio con todas mis fuerzas, pero ese otro Agarwaen, parece desearla de igual modo.
No quiero mentir, esto no va a ser fácil, pero si me ayudas...se que...
Su boca sentencio mis palabras con un beso sentido, uno húmedo que pronto se convirtió en necesitado. Mis dedos en su nuca, la atrajeron con fiereza hacia mi, cargado de deseo mi lengua surco su boca, caminos explorados que hice míos, que recorrí memorizando cada trazo de lo que hoy se convertía en la única mujer de mi vida.
Desde ese instante me comprometía en silencio con aquella mujer de ojos pardos.
-Annabel ¿vive conmigo? Te quiero cerca, te necesito cerca, se que te estoy pidiendo demasiado, se que estas asustada, pero..ambos somos guerreros, ya hemos echo lo mas complicado, sincerarnos, ahora solo...
Tenia miedo, no lo iba a reconocer, peor temía que se esfumara como ya antes había hecho. Que mis palabras y la gravedad de mi herida hiciera que se replanteara la decisión de formar parte de mi vida. Tenia miedo de no volver a verla, de que al abrir los ojos...simplemente todo fuera una sueño y el vació volviera a apoderarse de mi.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
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Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Aún abrazada a él me costaba creerme del todo que se tomara tan bien la noticia de mi embarazo, incluso podía notar un cambio en su rostro, en sus hermosos ojos cielo, como si la perspectiva de tener un hijo le hubiese cambiado el panorama, le diese fuerzas para el futuro. Sonreí cuando le escuché jurarme que lucharía. -No puedo pedirte más que eso. Quiero estar contigo a cada paso del camino, luchar a tu lado contra la bruja.- La idea de que esa mujer tuviese un agarre tan fuerte sobre él me abrumaba, especialmente cuando continuó contándome al respecto. No solo le había causado esa espantosa herida que le amenazaba, al parecer también ejercía algún influjo físico sobre él. Apreté los labios al escuchar aquello, por supuesto iba a luchar con él para no permitirle de ningún modo a esa bruja que se adueñara de su voluntad.
Mis manos tocaron suavemente su rostro, su mano en mi nuca me atrajo, el chocar de nuestros labios se convirtió en un beso largo y profundo. Agarwaen nunca había sido mio, había sido de los suyos, de Mykonos, de sus fieles cazadores, de todos menos de esta loba. Yo quería sentirlo mío, sentir que sus deseos de sobrevivir tenían que ver con sus deseos de estar conmigo y con nuestro hijo. Quería ser egoísta, pensar solo en nosotros, sabía que de él dependía un reino pero yo dependía de él, lo quería, ahora podía aceptar ese sentimiento y por eso le quería conmigo, quería sentirlo, perderme en su abrazo, comprender lo que era amar de nuevo.
Mis brazos rodearon su cuello, mis labios succionaron los suyos, sintiendo la firmeza y la suavidad de su lengua, entregándome más que un beso, una promesa de mantenerse vivo, de que seguiría respirando y regalándome su presencia. Lo miré con el aliento perdido, me pedía que cometiera la mayor de las locuras, vivir con él.
-¿Te das cuenta de lo que me pides?- Mi oscura mirada buscó la respuesta en la suya. -Vivir contigo… suena a gloria pero ¿qué pensarán los tuyos?- A estas alturas en realidad no me importaba que pensaran los suyos, pero si me importaba lo que le afectara a él. -Probablemente a mi familia tampoco le hará demasiada gracia que su hija se marche por allí con alguien a quien no conocen. – Arqueé mis cejas, mi honorable madre pegaría el grito en el cielo y mi padre se pasearía desconcertado por la biblioteca, preguntándose que hacer para salvaguardar el honor de su hija.
Volví a colocarme a horcajadas sobre él juntando así nuestros cuerpos y moví mi pelvis lentamente contra la suya para incitarlo, para que me deseara otra vez. -Claro que eso podría arreglarse de alguna manera, tendrás que conocerlos.- Me sentí feliz ante la idea de estar siempre con él, quería creer que era posible, a pesar de cualquier dificultad, de cualquier hechizo, a pesar de toda norma. -Además tengo un carácter endiablado, eso lo has vislumbrado ya.-
Me incliné hacia él, mordí suavemente sus labios, con mi otra mano alcancé su falo caliente y lo acaricié friccionándolo, moviendo mis dedos de arriba abajo sobre el. -Pero te quiero y te quiero para mi Agarwaen, solo para mi.- Lo miré con sobriedad al decirlo. -No me propongas vivir contigo a menos que de verdad quieras un compromiso conmigo, porque no soy de medias tintas, soy demasiado apasionada en todo, sobretodo con mis emociones, quizás es una debilidad mía o una fortaleza, no lo sé pero cuando me comprometo lo hago de verdad.-
Mis manos tocaron suavemente su rostro, su mano en mi nuca me atrajo, el chocar de nuestros labios se convirtió en un beso largo y profundo. Agarwaen nunca había sido mio, había sido de los suyos, de Mykonos, de sus fieles cazadores, de todos menos de esta loba. Yo quería sentirlo mío, sentir que sus deseos de sobrevivir tenían que ver con sus deseos de estar conmigo y con nuestro hijo. Quería ser egoísta, pensar solo en nosotros, sabía que de él dependía un reino pero yo dependía de él, lo quería, ahora podía aceptar ese sentimiento y por eso le quería conmigo, quería sentirlo, perderme en su abrazo, comprender lo que era amar de nuevo.
Mis brazos rodearon su cuello, mis labios succionaron los suyos, sintiendo la firmeza y la suavidad de su lengua, entregándome más que un beso, una promesa de mantenerse vivo, de que seguiría respirando y regalándome su presencia. Lo miré con el aliento perdido, me pedía que cometiera la mayor de las locuras, vivir con él.
-¿Te das cuenta de lo que me pides?- Mi oscura mirada buscó la respuesta en la suya. -Vivir contigo… suena a gloria pero ¿qué pensarán los tuyos?- A estas alturas en realidad no me importaba que pensaran los suyos, pero si me importaba lo que le afectara a él. -Probablemente a mi familia tampoco le hará demasiada gracia que su hija se marche por allí con alguien a quien no conocen. – Arqueé mis cejas, mi honorable madre pegaría el grito en el cielo y mi padre se pasearía desconcertado por la biblioteca, preguntándose que hacer para salvaguardar el honor de su hija.
Volví a colocarme a horcajadas sobre él juntando así nuestros cuerpos y moví mi pelvis lentamente contra la suya para incitarlo, para que me deseara otra vez. -Claro que eso podría arreglarse de alguna manera, tendrás que conocerlos.- Me sentí feliz ante la idea de estar siempre con él, quería creer que era posible, a pesar de cualquier dificultad, de cualquier hechizo, a pesar de toda norma. -Además tengo un carácter endiablado, eso lo has vislumbrado ya.-
Me incliné hacia él, mordí suavemente sus labios, con mi otra mano alcancé su falo caliente y lo acaricié friccionándolo, moviendo mis dedos de arriba abajo sobre el. -Pero te quiero y te quiero para mi Agarwaen, solo para mi.- Lo miré con sobriedad al decirlo. -No me propongas vivir contigo a menos que de verdad quieras un compromiso conmigo, porque no soy de medias tintas, soy demasiado apasionada en todo, sobretodo con mis emociones, quizás es una debilidad mía o una fortaleza, no lo sé pero cuando me comprometo lo hago de verdad.-
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
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Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Su boca acaparó la mía, risas contra ella, lenguas en un mar de fuego que sentenciaba nuestros mas puros sentimientos.
Sus brazos rodearon mi cuello, atrayéndome, buscándome, sus ojos inseguros pero brillando por la propuesta, buscaban en los míos respuestas.
Sonreí de medio lado succionando su lengua, lamiéndola, enredándome en ella.
-¿Los míos? Los míos creen en mi, a estas alturas, no voy a prometer que será fácil, tampoco estoy acostumbrado a las cosas fáciles.
Mis manos surcaron su cintura, mi boca se entreabrió contra la suya.
-Es evidente que me gustan las cosas difíciles, por eso me gustas tu. Olvídate de los míos. ¿Me quieres? ¿quieres vivir conmigo? Basa en eso la respuesta, dentro de ti crece mi hijo, no puedes ahora que lo se mantenerme al margen de todo esto.
Sumergí mi cabeza en su cuello al escuchar lo de sus padres, desde luego que no les gustaría un cazador como novio de su hija, a que padres les gustaría alguien como yo. Un hombre que se juega la vida cada día, que pasa largas temporadas fuera de casa empuñando el acero, es mas, un hombre sentenciado a tornarse oscuro como la noche y perseguido por una bruja con intenciones de convertirlo en suyo.
-Te quiero -susurré contra su piel como única defensa a todo ello.
Su cuerpo inmerso en el mio bailo para sentenciarme a muerte, sin tregua su sexo acarició el mio, sonrisa picara al hundir su oscura mirada en la mía.
Sus palabras acompañaron cada movimiento, mi boca se entreabrió contra la suya, me arrastraba al infernó solo para que aceptara su propuesta, en este preciso momento, le hubiera dicho que si a cualquier cosa con tal de que me permitiera hundirme de nuevo en ella.
-Tus padres -jadeé empujando sus caderas hacia abajo para que mi falo se introdujera en sus paredes que se dilataban para mi.
-Muévete diabla, ¿acaso crees que ahora mismo me importa ese carácter? -su risa contra mi boca, vaivén de caderas mientras me miraba completamente embriagada. Nuestros jadeos impactaron contra nuestras bocas, sedientos del otros, escuché de nuevo cada una de sus palabras.
“Solo para mi” no confiaba en mi fidelidad, no la culpaba, desde el arroyo varias mujeres habían pasado por mi lecho, no iba a mentirle, pero si ahora le pedía esto es porque de verdad mi compromiso para con ella era y seria eterno.
Mis manos tomaron su rostro entre ellas, la atraje para besadla con la desesperación que me producía el que confiara, quizás merecía que no lo hiciera, pero suplicaba no su perdón, no necesitaba que me perdonara, pero si que me creyera.
-Annabel, ¿sabes cuando supe que eras para mi? El día que te encadené a mi cama ¿recuerdas? Estaba borracho, había venido de una caza y en mi costado llevaba un zarpazo de oso, recuerdo que entre la borrachera, que tu estabas herida, te cosí, me olvidé y me dormí.
Al despertar, mi herida tenia mal aspecto, la desinfecte, me la cosiste y te pedí que me apretaras un vendaje porque tenia que ir a un poblado en busca de unos sobrenaturales.
Mis ojos buscaron los suyos con intensidad.
-Otra hubiera replicado, tratado de convencerme para que me quedara a descansar, hubiera alegado que mi estado no era para salir de partida, peor tu apretaste las vendas sin rechistar, ese día supe que si había una mujer perfecta para mi, esa eras tu.
Ademas salvaste mi vida..lo has hecho tantas veces, que ya se ha convertido en rutina -sonreí contra su boca, empujando de nuevo sus caderas contra mi -uffff
Gimió sin dejar de moverse, estábamos completamente perdidos en el otro.
-Me vuelves loco
Sus brazos rodearon mi cuello, atrayéndome, buscándome, sus ojos inseguros pero brillando por la propuesta, buscaban en los míos respuestas.
Sonreí de medio lado succionando su lengua, lamiéndola, enredándome en ella.
-¿Los míos? Los míos creen en mi, a estas alturas, no voy a prometer que será fácil, tampoco estoy acostumbrado a las cosas fáciles.
Mis manos surcaron su cintura, mi boca se entreabrió contra la suya.
-Es evidente que me gustan las cosas difíciles, por eso me gustas tu. Olvídate de los míos. ¿Me quieres? ¿quieres vivir conmigo? Basa en eso la respuesta, dentro de ti crece mi hijo, no puedes ahora que lo se mantenerme al margen de todo esto.
Sumergí mi cabeza en su cuello al escuchar lo de sus padres, desde luego que no les gustaría un cazador como novio de su hija, a que padres les gustaría alguien como yo. Un hombre que se juega la vida cada día, que pasa largas temporadas fuera de casa empuñando el acero, es mas, un hombre sentenciado a tornarse oscuro como la noche y perseguido por una bruja con intenciones de convertirlo en suyo.
-Te quiero -susurré contra su piel como única defensa a todo ello.
Su cuerpo inmerso en el mio bailo para sentenciarme a muerte, sin tregua su sexo acarició el mio, sonrisa picara al hundir su oscura mirada en la mía.
Sus palabras acompañaron cada movimiento, mi boca se entreabrió contra la suya, me arrastraba al infernó solo para que aceptara su propuesta, en este preciso momento, le hubiera dicho que si a cualquier cosa con tal de que me permitiera hundirme de nuevo en ella.
-Tus padres -jadeé empujando sus caderas hacia abajo para que mi falo se introdujera en sus paredes que se dilataban para mi.
-Muévete diabla, ¿acaso crees que ahora mismo me importa ese carácter? -su risa contra mi boca, vaivén de caderas mientras me miraba completamente embriagada. Nuestros jadeos impactaron contra nuestras bocas, sedientos del otros, escuché de nuevo cada una de sus palabras.
“Solo para mi” no confiaba en mi fidelidad, no la culpaba, desde el arroyo varias mujeres habían pasado por mi lecho, no iba a mentirle, pero si ahora le pedía esto es porque de verdad mi compromiso para con ella era y seria eterno.
Mis manos tomaron su rostro entre ellas, la atraje para besadla con la desesperación que me producía el que confiara, quizás merecía que no lo hiciera, pero suplicaba no su perdón, no necesitaba que me perdonara, pero si que me creyera.
-Annabel, ¿sabes cuando supe que eras para mi? El día que te encadené a mi cama ¿recuerdas? Estaba borracho, había venido de una caza y en mi costado llevaba un zarpazo de oso, recuerdo que entre la borrachera, que tu estabas herida, te cosí, me olvidé y me dormí.
Al despertar, mi herida tenia mal aspecto, la desinfecte, me la cosiste y te pedí que me apretaras un vendaje porque tenia que ir a un poblado en busca de unos sobrenaturales.
Mis ojos buscaron los suyos con intensidad.
-Otra hubiera replicado, tratado de convencerme para que me quedara a descansar, hubiera alegado que mi estado no era para salir de partida, peor tu apretaste las vendas sin rechistar, ese día supe que si había una mujer perfecta para mi, esa eras tu.
Ademas salvaste mi vida..lo has hecho tantas veces, que ya se ha convertido en rutina -sonreí contra su boca, empujando de nuevo sus caderas contra mi -uffff
Gimió sin dejar de moverse, estábamos completamente perdidos en el otro.
-Me vuelves loco
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
Localización : dificil de encontrar
Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Agarwaen parecía estar de acuerdo conmigo con respecto a mis padres, no dijo mucho sobre ellos pero ya vería yo al respecto. Sus palabras comenzaban a convencerme, ¿qué importaba lo que pensara el mundo? ¿qué importaba que fuera difícil? Ambos sabíamos lidiar con situaciones difíciles. Nuestro amor también era difícil pero nos había traído hasta aquí, hasta esta noche, al encuentro de nuestras verdades. Él era difícil y yo también lo era, estaba segura de que íbamos a discutir una y otra vez porque éramos distintos, pero también creía que encontraríamos nuestro cauce, uno que fuera sólo de él y mío. Lo demás, ya lo veríamos sobre la marcha.
Sonreí de medio lado, perdida en la sensación de su boca contra la mía, sentir su sabor, morder sus labios, exigirlo todo. ¿Cuántas veces quise estar así con él? Perdidos en la piel del otro, extasiados al hundirnos en nuestros cuerpos… amándonos con fuerza, porque eso era realmente lo que sentíamos, era el más puro amor… -Prométeme que vendrán muchas noches como esta, prométeme que nada te importará más que yo y nuestro hijo, júramelo cazador, porque te voy a exigir todo cada noche y no voy a permitir que te olvides nunca de cada palabra que he escuchado de tus labios.-
-Uuuummm.- Él agarro mis caderas y de un fuerte tirón me atravesó con su duro falo, gruñí al sentirlo, como me invadía por completo, adueñándose de mis paredes y mojándome con cada movimiento. Mis manos se aferraron a sus caderas, me moví en círculos tomando las riendas al acoplarse nuestros cuerpos. Mis piernas le abrazaron con fuerza para atenazar su falo entre mis paredes, mis uñas arañaron su piel al adueñarme de ella, era mía, todo él lo era esta noche, de aquí en adelante, para mi nada más, para siempre.
Su aliento contra el mio era el elixir más embriagador, sus besos eran condenadamente deliciosos, ardientes, me hacían exigir sus labios otra vez. -Te quiero cazador, te quiero como a nadie.- Sus manos acunaban mi rostro, sus ojos azul cielo a veces difíciles de leer, impenetrables como dos glaciares ahora se tornaban transparentes y me dejaban entrar, me lo decían todo, al igual que lo hacían los mios al mirarle a él, sincerándonos al fin.
Ya no tenía sentido callar nada porque cada te quiero suyo era lo único que ahora adquiría significado y nuestras razas o nuestras diferencias de repente habían dejado de importarme. Sonreí al mirarlo, escuchando lo que me narraba, en qué momento supo que era para él… -Coseré tus heridas, las trataré, apretaré tus vendajes y te animaré cada vez que tengas que salir a jugarte la vida porque ese eres tú, y no quiero que cambies en nada, y también te cuidaré y te recibiré en mis brazos cuando regreses a casa… o cuando regresemos juntos porque pienso luchar junto a ti.-
Mis manos tomaron sus mejillas manteniendo su rostro cerca del mio. Los movimientos de mis caderas se volvieron más exigentes, quería sentirlo hasta lo más profundo de mi cuerpo, mis ojos encendidos de color ámbar así lo exigían, su falo era como acero ardiente que con cada embestida frotaba el incendio de mis paredes calcinándonos. -Lo haré… porque viviré contigo...-
Reí al aceptar su propuesta y arrastré mis dientes por su cuello, dejando una marca roja en el. Gemí contra su piel, mordiendo su clavícula con fuerza, perdida en cada movimiento de nuestras caderas, en entregarme a él, en volverle loco. -Demúestrame entonces esa locura, empálame con fuerza, hazme gritar tu nombre mientras te escucho jadear el mío, convénceme de que estamos hechos para ser del otro…-
Sonreí de medio lado, perdida en la sensación de su boca contra la mía, sentir su sabor, morder sus labios, exigirlo todo. ¿Cuántas veces quise estar así con él? Perdidos en la piel del otro, extasiados al hundirnos en nuestros cuerpos… amándonos con fuerza, porque eso era realmente lo que sentíamos, era el más puro amor… -Prométeme que vendrán muchas noches como esta, prométeme que nada te importará más que yo y nuestro hijo, júramelo cazador, porque te voy a exigir todo cada noche y no voy a permitir que te olvides nunca de cada palabra que he escuchado de tus labios.-
-Uuuummm.- Él agarro mis caderas y de un fuerte tirón me atravesó con su duro falo, gruñí al sentirlo, como me invadía por completo, adueñándose de mis paredes y mojándome con cada movimiento. Mis manos se aferraron a sus caderas, me moví en círculos tomando las riendas al acoplarse nuestros cuerpos. Mis piernas le abrazaron con fuerza para atenazar su falo entre mis paredes, mis uñas arañaron su piel al adueñarme de ella, era mía, todo él lo era esta noche, de aquí en adelante, para mi nada más, para siempre.
Su aliento contra el mio era el elixir más embriagador, sus besos eran condenadamente deliciosos, ardientes, me hacían exigir sus labios otra vez. -Te quiero cazador, te quiero como a nadie.- Sus manos acunaban mi rostro, sus ojos azul cielo a veces difíciles de leer, impenetrables como dos glaciares ahora se tornaban transparentes y me dejaban entrar, me lo decían todo, al igual que lo hacían los mios al mirarle a él, sincerándonos al fin.
Ya no tenía sentido callar nada porque cada te quiero suyo era lo único que ahora adquiría significado y nuestras razas o nuestras diferencias de repente habían dejado de importarme. Sonreí al mirarlo, escuchando lo que me narraba, en qué momento supo que era para él… -Coseré tus heridas, las trataré, apretaré tus vendajes y te animaré cada vez que tengas que salir a jugarte la vida porque ese eres tú, y no quiero que cambies en nada, y también te cuidaré y te recibiré en mis brazos cuando regreses a casa… o cuando regresemos juntos porque pienso luchar junto a ti.-
Mis manos tomaron sus mejillas manteniendo su rostro cerca del mio. Los movimientos de mis caderas se volvieron más exigentes, quería sentirlo hasta lo más profundo de mi cuerpo, mis ojos encendidos de color ámbar así lo exigían, su falo era como acero ardiente que con cada embestida frotaba el incendio de mis paredes calcinándonos. -Lo haré… porque viviré contigo...-
Reí al aceptar su propuesta y arrastré mis dientes por su cuello, dejando una marca roja en el. Gemí contra su piel, mordiendo su clavícula con fuerza, perdida en cada movimiento de nuestras caderas, en entregarme a él, en volverle loco. -Demúestrame entonces esa locura, empálame con fuerza, hazme gritar tu nombre mientras te escucho jadear el mío, convénceme de que estamos hechos para ser del otro…-
Annabel Hemingway- Licántropo Clase Alta
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 16/01/2015
Re: Mentiras que se convierten en verdades (Annabel)
Su cuerpo buscaba el mio de forma intensa, como si cada movimiento de cadera calcinara mi arma que la buscaba profundizando con fuerza.
Perdido en su piel, en el sabor de sus labios, en cada palabra que gemía contra ellos, prometiéndome un futuro, mi utopía.
Cerré los ojos apoyando contra su frente la mía, nuestros alientos se encontraban salvajes, agitados. Mis dedos se hundían en su carne, empujándola como un yunque. Lo necesitaba todo de ella, abrí mis ojos para encarar sus ámbar, nunca vi tan bello ese tono lobuno, casi hipnótico que me miraba.
-Te cuidaré, tu y mi hijo siempre seréis importantes en mi vida, mas que mi propia vida, mas no puedo olvidar lo que soy, un cazador. Mykonos me necesita y me debo a mi linaje, algún día, también nuestro hijo se deberá a él.
La atraje del rostro, para besadla profundamente, sabia que me entendida, ella no era diferente a mi, era fuerte, una guerrera capaz, no podía verla como una dama indefensa mas.
-Me acompañaras, es mas, juntos trataremos de cambiar la ley que rige Mykonos, quizás no todos los licantropos merezcan la muerte, quizás algunos sean capaces de vivir en paz. No va ser fácil, peor vamos a luchar por que nuestro hijo tenga otro futuro distinto, uno en el que la paz reine en Grecia.
Mi cuerpo empujo el suyo hasta que esta quedo recostada sobre el sofá, nuestros ojos quedaban encadenados mientras los cuerpos bailaban una danza demencial, cada vez mas dentro, gruñidos que se tornaron fuego.
La amaba desde el inicio de los tiempos, siempre me lo negué, siempre pensé que esto no era para mi, mas ahora que había escuchado ese si, esa promesa eterna en la que no solo nos jurábamos una vida, si no que habíamos decidido luchar contra viento y marea, supe que era ella.
Un ultimo gruñido cuando la atravesé con el rayo de Zeus, mi virilidad se sacudió salvaje en su interior, mis dedos enlazados a los suyos mientras mi cuerpo cedía sobre el suyo, ladeandome ligeramente para no aplastar su vientre,
Nos miramos aun jadeando mientras sonreíamos contemplando el inicio de nuestra vida.
-¿dices que vas a presentarme a tus padres? -pregunte con una divertida sonrisa -¿vamos?
Estaba pletórico, impaciente por que viviera conmigo, por empezar una vida diferente. Estaba tan feliz que me olvide de la herida que surcaba mi hombro, de la guerra que me acechaba. Hoy solo quería pensar en el futuro con Annabel y nuestro hijo o hija.
Agarwaen- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 173
Fecha de inscripción : 24/06/2016
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