AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Dragones y mazmorras (Lakme)
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Dragones y mazmorras (Lakme)
Recuerdo del primer mensaje :
Abrí los ojos, a mi lado mi preciosa esposa, no pude evitar sonreír admirando su placido sueño, deslicé mis dedos por su rostro apartando el pelo de su frente. Me sentía el hombre mas afortunado del mundo, atrás habían quedado los miedos, la incertidumbre, a partir de ahora...solo ella y yo junto a un “para siempre” que pendía de mi pecho en forma de colgante.
La noche aun estaba cerrada, me alcé tomando una copa de whisky que apuré lentamente entre mis labios sin apartar mi vista del demonio de mi infierno, esa mujer que me había robado mucho mas que el sueño, cuando escuché con claridad la voz de una mujer llamarme sin tregua entre llantos.
Cogí la ropa y me vestí con rapidez mirando por la ventana, allí una mujer a las puertas de la mansión, cabello dorado, vestido blanco, parecía un espectro moviéndose entre las brumas.
Silencioso abandoné la cámara dejándome llevar por esa dama blanca que parecía adquirir con mi cercanía un tono de plata.
Su risa se perdió por las calles, mientras yo la seguía. Mi nombre que escapaba de sus labios como un efímero susurro me llamaba.
Alcanzamos un profundo bosque de aspecto grisáceo, sin hojas pues el invierno había caído ya sobre nosotros, los troncos parecían entes desiertos de vida.
Alcé la cabeza, buscando a esa mujer que no dejaba huelas que rastrear sobre la húmeda tierra, ella solo era una visión, no era real. Nada con vida puede no dejar rastro sobre la tierra.
Algo me advertía del riesgo que corría, pero tenia que descubrir que quería ese ser de mi. Podía sentir los ojos esmeralda y su mano en mi pecho empujándome hacia el lado contrario al de la mujer, suplicando que volviera al lecho, que el calor de su cuerpo era todo cuanto necesitaba esa noche gélida de invierno.
Mas como de costumbre la curiosidad me hizo adentrarme en la zona mas profunda donde junto a un arroyo la rubia me esperaba sedienta.
Ladeé la cabeza tratando de admirar su belleza, su blanca tez y la suavidad de cada movimiento.
-Hola guerrero -susurro casi entonando una canción -Höor...
-¡que eres? -pregunté enarcando una ceja.
-Una ninfa del bosque, una bruja...me han dado tantos nombres que no se cual es el mas correcto.
Camino hacia mi, sus pies descalzos parecían flotar y su mano acarició mis hombros deslizando su mano hasta mi pecho.
-No hemos venido aquí para hablar de mi...-susurró hundiendo sus ojos cielo en los míos -adiós Höor
Bajo mis pies se abrió una grieta, como si el mundo se partiera en dos, mis pies se tambalearon, intenté mantenerlos firmes sobre el trémulo suelo, mientras llevaba mi mano a la bastarda para entablar batalla, pero la tierra me engullo, dejándome caer por un vació oscuro.
De nuevo mi nombre, esta vez proveniente de una voz conocida, Lakme, la inmortal que parecía haberme seguido hasta ese lugar y ahora se lanzaba tras de mi al abismo mas oscuro.
Su mano afianzó la mía, en un intento de salvarme, salvarnos de lo que pudiera pasar, pues ambos seguíamos unidos por el vinculo.
Abrí los ojos, a mi lado mi preciosa esposa, no pude evitar sonreír admirando su placido sueño, deslicé mis dedos por su rostro apartando el pelo de su frente. Me sentía el hombre mas afortunado del mundo, atrás habían quedado los miedos, la incertidumbre, a partir de ahora...solo ella y yo junto a un “para siempre” que pendía de mi pecho en forma de colgante.
La noche aun estaba cerrada, me alcé tomando una copa de whisky que apuré lentamente entre mis labios sin apartar mi vista del demonio de mi infierno, esa mujer que me había robado mucho mas que el sueño, cuando escuché con claridad la voz de una mujer llamarme sin tregua entre llantos.
Cogí la ropa y me vestí con rapidez mirando por la ventana, allí una mujer a las puertas de la mansión, cabello dorado, vestido blanco, parecía un espectro moviéndose entre las brumas.
Silencioso abandoné la cámara dejándome llevar por esa dama blanca que parecía adquirir con mi cercanía un tono de plata.
Su risa se perdió por las calles, mientras yo la seguía. Mi nombre que escapaba de sus labios como un efímero susurro me llamaba.
Alcanzamos un profundo bosque de aspecto grisáceo, sin hojas pues el invierno había caído ya sobre nosotros, los troncos parecían entes desiertos de vida.
Alcé la cabeza, buscando a esa mujer que no dejaba huelas que rastrear sobre la húmeda tierra, ella solo era una visión, no era real. Nada con vida puede no dejar rastro sobre la tierra.
Algo me advertía del riesgo que corría, pero tenia que descubrir que quería ese ser de mi. Podía sentir los ojos esmeralda y su mano en mi pecho empujándome hacia el lado contrario al de la mujer, suplicando que volviera al lecho, que el calor de su cuerpo era todo cuanto necesitaba esa noche gélida de invierno.
Mas como de costumbre la curiosidad me hizo adentrarme en la zona mas profunda donde junto a un arroyo la rubia me esperaba sedienta.
Ladeé la cabeza tratando de admirar su belleza, su blanca tez y la suavidad de cada movimiento.
-Hola guerrero -susurro casi entonando una canción -Höor...
-¡que eres? -pregunté enarcando una ceja.
-Una ninfa del bosque, una bruja...me han dado tantos nombres que no se cual es el mas correcto.
Camino hacia mi, sus pies descalzos parecían flotar y su mano acarició mis hombros deslizando su mano hasta mi pecho.
-No hemos venido aquí para hablar de mi...-susurró hundiendo sus ojos cielo en los míos -adiós Höor
Bajo mis pies se abrió una grieta, como si el mundo se partiera en dos, mis pies se tambalearon, intenté mantenerlos firmes sobre el trémulo suelo, mientras llevaba mi mano a la bastarda para entablar batalla, pero la tierra me engullo, dejándome caer por un vació oscuro.
De nuevo mi nombre, esta vez proveniente de una voz conocida, Lakme, la inmortal que parecía haberme seguido hasta ese lugar y ahora se lanzaba tras de mi al abismo mas oscuro.
Su mano afianzó la mía, en un intento de salvarme, salvarnos de lo que pudiera pasar, pues ambos seguíamos unidos por el vinculo.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
- Mensajes : 976
Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Enarque una ceja cuando Lakme rechazo mi mano para acompañarme ¿de verdad creía que le estaba preguntando o pidiéndole permiso? Negué con la cabeza ladeando la sonrisa mientras me acercaba a ella sin ningún tipo de duda en mis ojos.
Me agache ligeramente hundiendo mi hombro en la boca de su estomago, un jadeo escapo de sus labios frente a la rudeza de mis modales.
La alcé como si fuera un saco colocando mi mano en sus nalgas para portarla.
-Muy bien, pues a rastras -aseguré con total indiferencia sintiendo como esta se removía sobre mi tratando de zafarse de mi agarre - ¿una pena que ahora sea yo el inmortal verdad?
Lakme me desesperaba, había hablado de que las cosas no se ven claras, que aveces hay pequeños detalles que se escapan ¿pequeños detalles? Claro la muerte era un detalle nimio, uno que me había evitado contar hasta el final
La tenia clara si creía que iba a ceder frente a esa loca petición suya. Poco me importaba que ahora me amenazara con que la traicionaba o con que de otro modo no volvería a ver a todo aquello que amaba, porque de hacerlo, de ofrecerla como sacrificio para salvar mi alma la condenaría para siempre al abismo de lo que yo no era.
Me enseñaron a vivir con honor, con orgullo y a luchar por lo que creía justo, puede que no siempre fuera un buen hombre, que mi impulsividad, mis instintos de guerrero y la muerte que ahora plagaba mis manos se imponía a mis días de forma habitual. No me temblaba el pulso si tenia que defender l oque amaba matando u haciendo lo que fuera necesario, pero si pensaba que la traición entraba dentro de mi plan, no sabia cuan equivocada estaba conmigo esa mortal.
Hombres salieron a mi paso, desenvainé la espada que como el tuno reclamo sangre de mis enemigos norteños.
Choques de aceros, violencia, y ojos rojos sangre que se cernieron sobre ellos, nada impedía mi avance, como si de un tornado me tratara todo lo arrasaba a mi paso, hasta que las cuadras se convirtieron en mi fiel aliado.
Sobre la montura descargué el menudo cuerpo humano y de un salto me encalomé detrás sujetándola para que no se pudiera alzar.
-Nos vamos -rugí espoleando el caballo, la noche había caído y con ella nuestra libertad, el patio de armas plagado de mas hombres que pronto hallaron el mismo sino que sus hermanos, la destrucción a mi paso.
Podía ver en los ojos pardos de mi acompañante la preocupación, como si con cada vida que usurpaba supiera que una parte de mi se iba con ella ¿era eso a lo que llamaban humanidad? Quizás no la quisiera.
Tensé el gesto azuzando mas a la montura cuando el rastrillo empezaba a cerrarse para evitar nuestra salida, pobres idiotas si pensaban que eso me detendría.
Flechas de las almenas que se clavaron en mi espalda cuando la puerta me dio la libertad y el cuadriculado hierro calló a mis espaldas impidiéndoles que nos siguieran a ellos.
-Ahora solo tenemos que ver el modo de encontrar el maldito portal y espero que sea antes de que me odies mas.
Me agache ligeramente hundiendo mi hombro en la boca de su estomago, un jadeo escapo de sus labios frente a la rudeza de mis modales.
La alcé como si fuera un saco colocando mi mano en sus nalgas para portarla.
-Muy bien, pues a rastras -aseguré con total indiferencia sintiendo como esta se removía sobre mi tratando de zafarse de mi agarre - ¿una pena que ahora sea yo el inmortal verdad?
Lakme me desesperaba, había hablado de que las cosas no se ven claras, que aveces hay pequeños detalles que se escapan ¿pequeños detalles? Claro la muerte era un detalle nimio, uno que me había evitado contar hasta el final
La tenia clara si creía que iba a ceder frente a esa loca petición suya. Poco me importaba que ahora me amenazara con que la traicionaba o con que de otro modo no volvería a ver a todo aquello que amaba, porque de hacerlo, de ofrecerla como sacrificio para salvar mi alma la condenaría para siempre al abismo de lo que yo no era.
Me enseñaron a vivir con honor, con orgullo y a luchar por lo que creía justo, puede que no siempre fuera un buen hombre, que mi impulsividad, mis instintos de guerrero y la muerte que ahora plagaba mis manos se imponía a mis días de forma habitual. No me temblaba el pulso si tenia que defender l oque amaba matando u haciendo lo que fuera necesario, pero si pensaba que la traición entraba dentro de mi plan, no sabia cuan equivocada estaba conmigo esa mortal.
Hombres salieron a mi paso, desenvainé la espada que como el tuno reclamo sangre de mis enemigos norteños.
Choques de aceros, violencia, y ojos rojos sangre que se cernieron sobre ellos, nada impedía mi avance, como si de un tornado me tratara todo lo arrasaba a mi paso, hasta que las cuadras se convirtieron en mi fiel aliado.
Sobre la montura descargué el menudo cuerpo humano y de un salto me encalomé detrás sujetándola para que no se pudiera alzar.
-Nos vamos -rugí espoleando el caballo, la noche había caído y con ella nuestra libertad, el patio de armas plagado de mas hombres que pronto hallaron el mismo sino que sus hermanos, la destrucción a mi paso.
Podía ver en los ojos pardos de mi acompañante la preocupación, como si con cada vida que usurpaba supiera que una parte de mi se iba con ella ¿era eso a lo que llamaban humanidad? Quizás no la quisiera.
Tensé el gesto azuzando mas a la montura cuando el rastrillo empezaba a cerrarse para evitar nuestra salida, pobres idiotas si pensaban que eso me detendría.
Flechas de las almenas que se clavaron en mi espalda cuando la puerta me dio la libertad y el cuadriculado hierro calló a mis espaldas impidiéndoles que nos siguieran a ellos.
-Ahora solo tenemos que ver el modo de encontrar el maldito portal y espero que sea antes de que me odies mas.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Por mucho que ella se empeñará, él iba a hacer lo que le diera la gana, de igual como que ella no iba a ponérselo fácil.
De repente deseo con todas sus fuerzas tener sus poderes de inmortal para darle una buena lección de fuerza. Cabellos desordenados intento resistirse a la mano dura que él le imponía mientras la portaba en su hombro y la sujetaba por donde tal vez no fuese debido, pero se olvidó un tanto de aquel detalle.
Revolviéndose en su cuerpo, lucho con fiereza golpeándole, dándole todas las patadas que pudo y arañándole, a sabiendo que cada golpe recibido era devuelto para sí de un modo igual.
Blasfemó, rugió y le insulto en todas las lenguas que en aquel idioma recordaba, mientras la masacre se abría camino por las espadas del norteño. Parecía una verdadera furia incansable por deshacerse de él y seguir con su cabezón plan.
-Creía que eras un hombre de palabra…-Le espetó mientras ya cabalgaban alejándose del lugar, y ella sentía el dolor de su cuerpo por la lucha incesante. -No hay portal que encontrar, no vamos a volver…
Le grito, mientras observaba como la noche los envolvía y como la sangre aún estaba latente en la piel de su compañero que poco a poco iba cediendo a los instintos más primigenios que los de su especie. Ya llevaba varias muertes a sus espaldas, había probado el sabor de la sangre humana y está siempre incansable en las primeras horas de inmortalidad llamaba de un modo enloquecedor a más y más sangre… La sed siempre pide sacrificios, la sed es la que domina ahora tu vida, sin ella no eres nada, sin ella eres débil y fuerte al mismo tiempo.
Por un momento y con voz susurrante, cerró los ojos con fuerza y empezó con aquella retahíla a llamarle en otro idioma a invocar a aquello que en si interior y desde niña tenía encerrado. El “otro” no le respondía, lo notaba en su interior removerse, pero al parecer no estaba demasiado por la labor. Por una vez no quería ayudarle, y ella cada vez se enfadaba más pensando que no sabía aun a que estaban jugando.
Un problema había con aquella magia, detalle olvidado. Su Hacedor era como ella, un pie al otro lado y uno aquí, pero sin ente ni dominación de ellos. Una magia que compartía con su hermana, y que podía rastrear con facilidad.
-Hoor, para. Por favor… -Abrió los ojos de repente, cuando notó que dio respingo el caballo al cambiar el tranco para su comodidad. Palideció repentinamente -Para, joder te digo! Me estoy mareando. -De nuevo blasfemo odiando de repente aquella ansiada condición humana por su debilidad. Sintió nauseas, se llevó las manos a la boca. -Voy a vomitar…
De repente deseo con todas sus fuerzas tener sus poderes de inmortal para darle una buena lección de fuerza. Cabellos desordenados intento resistirse a la mano dura que él le imponía mientras la portaba en su hombro y la sujetaba por donde tal vez no fuese debido, pero se olvidó un tanto de aquel detalle.
Revolviéndose en su cuerpo, lucho con fiereza golpeándole, dándole todas las patadas que pudo y arañándole, a sabiendo que cada golpe recibido era devuelto para sí de un modo igual.
Blasfemó, rugió y le insulto en todas las lenguas que en aquel idioma recordaba, mientras la masacre se abría camino por las espadas del norteño. Parecía una verdadera furia incansable por deshacerse de él y seguir con su cabezón plan.
-Creía que eras un hombre de palabra…-Le espetó mientras ya cabalgaban alejándose del lugar, y ella sentía el dolor de su cuerpo por la lucha incesante. -No hay portal que encontrar, no vamos a volver…
Le grito, mientras observaba como la noche los envolvía y como la sangre aún estaba latente en la piel de su compañero que poco a poco iba cediendo a los instintos más primigenios que los de su especie. Ya llevaba varias muertes a sus espaldas, había probado el sabor de la sangre humana y está siempre incansable en las primeras horas de inmortalidad llamaba de un modo enloquecedor a más y más sangre… La sed siempre pide sacrificios, la sed es la que domina ahora tu vida, sin ella no eres nada, sin ella eres débil y fuerte al mismo tiempo.
Por un momento y con voz susurrante, cerró los ojos con fuerza y empezó con aquella retahíla a llamarle en otro idioma a invocar a aquello que en si interior y desde niña tenía encerrado. El “otro” no le respondía, lo notaba en su interior removerse, pero al parecer no estaba demasiado por la labor. Por una vez no quería ayudarle, y ella cada vez se enfadaba más pensando que no sabía aun a que estaban jugando.
Un problema había con aquella magia, detalle olvidado. Su Hacedor era como ella, un pie al otro lado y uno aquí, pero sin ente ni dominación de ellos. Una magia que compartía con su hermana, y que podía rastrear con facilidad.
-Hoor, para. Por favor… -Abrió los ojos de repente, cuando notó que dio respingo el caballo al cambiar el tranco para su comodidad. Palideció repentinamente -Para, joder te digo! Me estoy mareando. -De nuevo blasfemo odiando de repente aquella ansiada condición humana por su debilidad. Sintió nauseas, se llevó las manos a la boca. -Voy a vomitar…
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Lakme blasfemaba en su idioma mientras yo me limitaba a ladear la sonrisa sabiendo que me había salido con la mía, Poco o nada mejor dicho me importaba que pataleara a mas no poder contra el lomo del caballo, eso no me haría volver a entregársela su hacedor para que le sajara la vida delante de mis ojos.
¿Me llamaba traidor? Pues si eso era lo que en su mundo llamaban traición, lo era, era el mayor de los traidores y el mejor de los amigos.
-Te vas ha hacer daño -dije con cierta indiferencia.
Su fuerza no superaba la mía, así que era imposible que se escapara de mi agarre por mucho que suplicara, se enfadara o recurriera a la magia.
-Te rindes muy rápido mortal, yo por el contrario siempre creo que hay mas salidas aparte de la aparente, tu misma lo has dicho, las visiones solo son trazos de verdad, pero no tienen porque ser la única.
Vamos, mi familia proviene de oráculos, conozco lo que es predecir el futuro así como la posibilidad de que tus actos cambien esa linea del tiempo abriéndote nuevos caminos. En tu visión sucedía eso, ahora la realidad que impera es otra, busquemos la salida y volvamos a casa.
Lakme me instigo a que parara el galope del corcel, al parecer estaba mareada e iba a vomitar, así que esperando que no fuera un truco y con cierta precaución detuve la montura y la ayudé a bajar.
-Y eso que no estas borracha como otras veces -apunté con cierta diversión en mi voz.
El hambre seguía haciendo mella en mi, peor tenia que admitir que la sangre que había tomado me había calmado al menos momentáneamente.
Acaricie el pelo de Lakme, azabache se hundió entre mis dedos acariciándolos con suavidad, mis ojos se perdieron en sus pardos, trataba de que me entendiera, puede que no lo hiciera, llevaba una eternidad haciendo las cosas a su modo, peor tenia que confiar en mi.
-Se que no entiendes el porque de lo que estoy haciendo, puede que de allí de donde tu vengas entregar a una mujer como sacrificio fuera lo correcto, peor en el norte nuestras mujeres son incluso mas valiosas que nosotros, primero porque engendran norteños y segundo porque ellas les dan el corazón y les inculcan los valores de los que yo hago gala hoy.
Se que hay otra salida, ayúdame a buscarla, te necesito, aunque no sea capaz de decirlo, necesito que me ayudes a buscar otra solución porque quedarnos aquí no lo es pero entregarte al rey tampoco.
La mire desesperado, sabia que no estaba acostumbrada ha hacer las cosas de otro modo al que se presentaban en sus visiones, el ente marcaba su camino y ella simplemente le obedecía como un vasallo fiel, pero yo no debía nada a ese ente y desde luego no iba a regalar la vida de Lakme a nadie aunque a cambio pudiera conseguir esa espada que anhelaba empuñar.
Le di cierta intimidad sin alejarme demasiado, con la rapidez que ahora poseía no me resultaría difícil darle alcance si trataba de escapar, así que me dejé caer en le suelo sin perderla de vista.
-Tengo hambre otra vez ¿esto no para nunca?
¿Me llamaba traidor? Pues si eso era lo que en su mundo llamaban traición, lo era, era el mayor de los traidores y el mejor de los amigos.
-Te vas ha hacer daño -dije con cierta indiferencia.
Su fuerza no superaba la mía, así que era imposible que se escapara de mi agarre por mucho que suplicara, se enfadara o recurriera a la magia.
-Te rindes muy rápido mortal, yo por el contrario siempre creo que hay mas salidas aparte de la aparente, tu misma lo has dicho, las visiones solo son trazos de verdad, pero no tienen porque ser la única.
Vamos, mi familia proviene de oráculos, conozco lo que es predecir el futuro así como la posibilidad de que tus actos cambien esa linea del tiempo abriéndote nuevos caminos. En tu visión sucedía eso, ahora la realidad que impera es otra, busquemos la salida y volvamos a casa.
Lakme me instigo a que parara el galope del corcel, al parecer estaba mareada e iba a vomitar, así que esperando que no fuera un truco y con cierta precaución detuve la montura y la ayudé a bajar.
-Y eso que no estas borracha como otras veces -apunté con cierta diversión en mi voz.
El hambre seguía haciendo mella en mi, peor tenia que admitir que la sangre que había tomado me había calmado al menos momentáneamente.
Acaricie el pelo de Lakme, azabache se hundió entre mis dedos acariciándolos con suavidad, mis ojos se perdieron en sus pardos, trataba de que me entendiera, puede que no lo hiciera, llevaba una eternidad haciendo las cosas a su modo, peor tenia que confiar en mi.
-Se que no entiendes el porque de lo que estoy haciendo, puede que de allí de donde tu vengas entregar a una mujer como sacrificio fuera lo correcto, peor en el norte nuestras mujeres son incluso mas valiosas que nosotros, primero porque engendran norteños y segundo porque ellas les dan el corazón y les inculcan los valores de los que yo hago gala hoy.
Se que hay otra salida, ayúdame a buscarla, te necesito, aunque no sea capaz de decirlo, necesito que me ayudes a buscar otra solución porque quedarnos aquí no lo es pero entregarte al rey tampoco.
La mire desesperado, sabia que no estaba acostumbrada ha hacer las cosas de otro modo al que se presentaban en sus visiones, el ente marcaba su camino y ella simplemente le obedecía como un vasallo fiel, pero yo no debía nada a ese ente y desde luego no iba a regalar la vida de Lakme a nadie aunque a cambio pudiera conseguir esa espada que anhelaba empuñar.
Le di cierta intimidad sin alejarme demasiado, con la rapidez que ahora poseía no me resultaría difícil darle alcance si trataba de escapar, así que me dejé caer en le suelo sin perderla de vista.
-Tengo hambre otra vez ¿esto no para nunca?
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Fecha de inscripción : 21/09/2016
Localización : el placentero infierno de tus piernas.
Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Casi salta del caballo en cuanto se detiene en su galopar por la urgencia de la situación, su piel se vuelve cetrina y pálida dando muestra que realmente no está mintiendo. Esta mareada.
Mano que se lleva a su frente, sudor frío que siente recorrer su piel, pero con la mezcla del aire frío parece calmarse. Cierra los ojos con fuerza, las náuseas parecen ir calmándose, aunque la presión en las sienes no termina de marcharse, es más parecer incrementar.
-Cállate, esto no es divertido. ¿Por qué no te vas un poquito a tomar por culo -Ya ha sacado esa parte tan bruta de ella misma, que hace que ser una señorita entre dentro de su aspecto. Se queja, su respiración está acelerada y se vuelve casi jadeante. Dedos que se enredan en su cabello, su tacto le da consuelo, pero no le alivia de aquel malestar. Abre los ojos y sus pupilas se encuentra con las ajena, está desesperado y tiene la esperanza de encontrar otra salida, salida que ella no ve que fuese otra. Está claro, tienen que hacer “algo” para volver, no encontrar ningún portal en sí, éste se abrirá solo. -Hoor no hay un portal, este se abrirá cuando cumplamos nuestro objetivo, doy por hecho que es la espada…
Ella se deja de caer de rodillas en la hierba, el cuerpo le tiembla. Se siente enferma y bastante mal, no termina de calmarse el dolor y se está agobiando por momentos, su respiración agitada lo muestra.
Entonces como una luz entre los estancos de sus recuerdos le dice algo, a su memoria vuelve un detalle que su inmortalidad le ha hecho casi olvidar, pero que durante con lo que durante años convivió.
-La sed no se calma nunca… Hoor… -Dice con un hilo de voz, la cabeza le va a estallar, ahora está segura de lo que le pasa. -Joder… Es cierto, ahora soy humana. Hoor… -Le llama. -Yo… Ahora no temas por mí, solo tienes que esperar esto es normal…
Su lengua se enredó en su boca, y su cuerpo cayó desplomado mientras sus ojos se ponían en blanco, seguida de las convulsiones imparables. El gesto se torcía de dolor. Lakme volvía ser humana, eso significaba que un estado de extremo cansancio y demasiado estrés provocaba en ella ataques de epilepsia. Detalle olvidado, ya que su condición de inmortalidad había anulado todo aquello.
Fueron solo unos minutos, tal vez eterno para él, aunque para ella que despertaba de nuevo con conciencia renovada había sido un momento de oscuridad y vuelta a la luz. La cabeza seguía doliéndole, pero se aliviaba, ahora lo que sentía eran los músculos entumecidos por culpa de la tensión extrema de su cuerpo. Poco a poco volvía a sentirse mejor.
-Solo necesito un momento, ya ha pasado. Estoy bien. -Su mirada se desviaba al suelo, mientras se apoya en el cuerpo ajeno buscando refugio y seguridad, tal vez incluso calor. -Necesito ver a mi Hacedor, hablar con él… -Solo afirmó mientras se aferraba a su cuerpo y le abrazaba, de repente se sentía pequeña y débil en aquel cuerpo humano.
Mano que se lleva a su frente, sudor frío que siente recorrer su piel, pero con la mezcla del aire frío parece calmarse. Cierra los ojos con fuerza, las náuseas parecen ir calmándose, aunque la presión en las sienes no termina de marcharse, es más parecer incrementar.
-Cállate, esto no es divertido. ¿Por qué no te vas un poquito a tomar por culo -Ya ha sacado esa parte tan bruta de ella misma, que hace que ser una señorita entre dentro de su aspecto. Se queja, su respiración está acelerada y se vuelve casi jadeante. Dedos que se enredan en su cabello, su tacto le da consuelo, pero no le alivia de aquel malestar. Abre los ojos y sus pupilas se encuentra con las ajena, está desesperado y tiene la esperanza de encontrar otra salida, salida que ella no ve que fuese otra. Está claro, tienen que hacer “algo” para volver, no encontrar ningún portal en sí, éste se abrirá solo. -Hoor no hay un portal, este se abrirá cuando cumplamos nuestro objetivo, doy por hecho que es la espada…
Ella se deja de caer de rodillas en la hierba, el cuerpo le tiembla. Se siente enferma y bastante mal, no termina de calmarse el dolor y se está agobiando por momentos, su respiración agitada lo muestra.
Entonces como una luz entre los estancos de sus recuerdos le dice algo, a su memoria vuelve un detalle que su inmortalidad le ha hecho casi olvidar, pero que durante con lo que durante años convivió.
-La sed no se calma nunca… Hoor… -Dice con un hilo de voz, la cabeza le va a estallar, ahora está segura de lo que le pasa. -Joder… Es cierto, ahora soy humana. Hoor… -Le llama. -Yo… Ahora no temas por mí, solo tienes que esperar esto es normal…
Su lengua se enredó en su boca, y su cuerpo cayó desplomado mientras sus ojos se ponían en blanco, seguida de las convulsiones imparables. El gesto se torcía de dolor. Lakme volvía ser humana, eso significaba que un estado de extremo cansancio y demasiado estrés provocaba en ella ataques de epilepsia. Detalle olvidado, ya que su condición de inmortalidad había anulado todo aquello.
Fueron solo unos minutos, tal vez eterno para él, aunque para ella que despertaba de nuevo con conciencia renovada había sido un momento de oscuridad y vuelta a la luz. La cabeza seguía doliéndole, pero se aliviaba, ahora lo que sentía eran los músculos entumecidos por culpa de la tensión extrema de su cuerpo. Poco a poco volvía a sentirse mejor.
-Solo necesito un momento, ya ha pasado. Estoy bien. -Su mirada se desviaba al suelo, mientras se apoya en el cuerpo ajeno buscando refugio y seguridad, tal vez incluso calor. -Necesito ver a mi Hacedor, hablar con él… -Solo afirmó mientras se aferraba a su cuerpo y le abrazaba, de repente se sentía pequeña y débil en aquel cuerpo humano.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 22/11/2010
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
“Vete a la mierda” no hay frase en esos momentos que pueda hacerme reír mas.
No se da cuenta de que esta mandando a ese lugar a un hombre que podría matarla solo con pestañear, no puedo evitar que mi mirada se pierda en sus pardos, la veo agotada, pero no es el momento de rendirse y ella parece que ya lo ha hecho.
Frunzo el ceño cuando dice que el único portal se abrirá cuando tenga la espada en mi poder, es posible que sea así, pero..¿y si buscamos un hechicero que pueda abrir un portal distinto?
Ladeo la cabeza observando su rostro pálido, el sudor perlado que resbala por su frente, parece que el agotamiento la esta devorando por dentro.
-Lakme, encontraré a alguien que nos devuelva a casa, este mundo es distinto, pero haya magia en el y con ello esperanza. No puedes pedirme que deje que te maten, no voy ha hacerlo.
La mortal cae de rodillas sobre la hierba fresca, sus manos parecen agarrar la tierra fruto del dolor, corro hacia ella, no entiendo que le pasa, peor me llama, pidiéndome que no me preocupe por ella que ahora es humana.
No comprendo nada como ella no entiende que por supuesto me preocupo, que todo lo que estoy haciendo le guste o no es justo por eso, porque no soporto la idea de perderla.
La atraigo hacia mi, su cuerpo se tensa, su cuerpo se arremolina contra el mio mientras convulsiona, es un ataque epiléptico, he visto alguno de estos en mujeres del norte, sobre todo en algunas de las oráculos tras tomar las setas que usan para entrar en trance.
Tomo un palo de los que hay en el suelo y lo meto en su boca para que los dientes no perforen su lengua mientras la mezo contra mi pecho esperando a que pase ese momento angustioso.
-Vamos Lakme, maldita sea -susurro en su oído viendo como los ojos se le vuelven blancos y el dolor la hace temblar.
Poco a poco su cuerpo cede contra el mio, se relaja, su pecho sube y baja mientras me abraza asustada, posiblemente sintiéndose minúscula. Debe ser complicado pasar de ser casi un dios, a ser simplemente una humana con las debilidades que la mortalidad nos ofrece.
-No puedo llevarte frente a él, te matará.
Me dejo caer sobre el césped, mi mirada se pierde en el firmamento estrellado y señalo con mi dedo la constelación de la osa mayor.
-Mis antepasados encontraban en ella el modo de llegar a Europa, no nos rendimos fácilmente Lakme ¿que he de hacer para que confíes en mi?
Es mas, estamos vinculados, eso sigo notándolo, si tu murieras también lo haría yo, o entregarte seria la traición que buscas que cometa para así liberarme de esa unión y salvar mi vida con tu acto ¿es eso? -Pregunté con inri.
No se da cuenta de que esta mandando a ese lugar a un hombre que podría matarla solo con pestañear, no puedo evitar que mi mirada se pierda en sus pardos, la veo agotada, pero no es el momento de rendirse y ella parece que ya lo ha hecho.
Frunzo el ceño cuando dice que el único portal se abrirá cuando tenga la espada en mi poder, es posible que sea así, pero..¿y si buscamos un hechicero que pueda abrir un portal distinto?
Ladeo la cabeza observando su rostro pálido, el sudor perlado que resbala por su frente, parece que el agotamiento la esta devorando por dentro.
-Lakme, encontraré a alguien que nos devuelva a casa, este mundo es distinto, pero haya magia en el y con ello esperanza. No puedes pedirme que deje que te maten, no voy ha hacerlo.
La mortal cae de rodillas sobre la hierba fresca, sus manos parecen agarrar la tierra fruto del dolor, corro hacia ella, no entiendo que le pasa, peor me llama, pidiéndome que no me preocupe por ella que ahora es humana.
No comprendo nada como ella no entiende que por supuesto me preocupo, que todo lo que estoy haciendo le guste o no es justo por eso, porque no soporto la idea de perderla.
La atraigo hacia mi, su cuerpo se tensa, su cuerpo se arremolina contra el mio mientras convulsiona, es un ataque epiléptico, he visto alguno de estos en mujeres del norte, sobre todo en algunas de las oráculos tras tomar las setas que usan para entrar en trance.
Tomo un palo de los que hay en el suelo y lo meto en su boca para que los dientes no perforen su lengua mientras la mezo contra mi pecho esperando a que pase ese momento angustioso.
-Vamos Lakme, maldita sea -susurro en su oído viendo como los ojos se le vuelven blancos y el dolor la hace temblar.
Poco a poco su cuerpo cede contra el mio, se relaja, su pecho sube y baja mientras me abraza asustada, posiblemente sintiéndose minúscula. Debe ser complicado pasar de ser casi un dios, a ser simplemente una humana con las debilidades que la mortalidad nos ofrece.
-No puedo llevarte frente a él, te matará.
Me dejo caer sobre el césped, mi mirada se pierde en el firmamento estrellado y señalo con mi dedo la constelación de la osa mayor.
-Mis antepasados encontraban en ella el modo de llegar a Europa, no nos rendimos fácilmente Lakme ¿que he de hacer para que confíes en mi?
Es mas, estamos vinculados, eso sigo notándolo, si tu murieras también lo haría yo, o entregarte seria la traición que buscas que cometa para así liberarme de esa unión y salvar mi vida con tu acto ¿es eso? -Pregunté con inri.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Despierta entre sus brazos jadeante y perlada de sudor. Su cuerpo ha sufrido brevemente, pero esa brevedad ha hecho que sus fuerzas se vean mermadas.
Hace tanto que el tiempo le ha hecho olvidar de su vida pasada, de cómo era su condición física hasta recuerdos, que le parecen ajenos. Pero al parecer ese cambio no solamente la ha vuelto débil y expuesta al mundo, también le hace recordar.
Por un momento y en silencio le mira agradecida, extraño sentimiento en su interior que le reconforta en su calor, sentirse protegida por otro, y de repente segura es algo extraño. Está acostumbrado ser ella quién luche por sí misma, a ser ella la fuerte y la que puede dominarlo todo con “ese” poder. Y ahora es… Nada. Solo una muchacha poseída por un espíritu primigenio con algo de conocimiento en hechicería y visiones que no controla.
Lo mira tenderse en el césped, ella apoya su cabeza en su pecho buscando su calor y seguridad. Es raro, porque de repente parece perdida, e insegura de sí misma. Cabellos derramados sobre él, el azahar de su perfume es latente; contempla el cielo junto a él en silencio. Antes de que baje aquella mano, ella le detiene y entrelaza sus dedos en silencio, deja señalada la constelación, y comienza a contar el espacio del cielo celeste hasta que se detiene en una estrella.
-Y esa la Osa menor, y en su cola… Estrella polar o llamada del norte. Siempre perseguida por el viajero perdido… -Susurra y suelta su mano para abrazarle. -…Para encontrar el camino. Así llegue a tu tierra yo, buscando mi camino…
No comprende porque dice que no confía en él, cuando lo hace con profundidad. Su vínculo ya no tiene que ver con el “espíritu”, hay que admitirlo él es especial, y ella le quiere mucho a su modo y manera. Le dolería bastante perderlo, es más, pensar ello le hace tener miedo.
-Confío en ti, aunque no lo creas… Demasiado, y eso me pierde. -Su voz suena apagada, luego lo suelta sin meditar. -Él no puede matarme, no lo haría, aún no ha llegado ese momento. Me necesita con vida hasta cierto siglo. -Calla, sus dedos juegan con la tela de la ropa de Hoor pensativa, ahí está latente en su pecho. -Yo le amaba… -Le confiesa, es confuso, porque sabe el efecto que su Hacedor tiene sobre ella, lo suyo fue demasiado fuerte, tanto para esperarle durante dos largos años y aguantar aquella guerra civil tan cruenta. A veces piensa que su mano temblará cuando le dé muerte, debe dársela, a pesar de que el recuerdo le hace dudar.
Piensa de nuevo en su visión, realmente lo que ella busca es que indirectamente ella la convierta en inmortal, necesita conseguir que Hoor le dé su sangre, el problema es que no debe saber cual es la intención si no el vinculo no se romperá en ese proceso, y no invertirá sus roles para volver.
Tal vez debiera pedírselo directamente, pero... ¿Y si no se rompe el vinculo con el cambio? No ve más salidas.
Hace tanto que el tiempo le ha hecho olvidar de su vida pasada, de cómo era su condición física hasta recuerdos, que le parecen ajenos. Pero al parecer ese cambio no solamente la ha vuelto débil y expuesta al mundo, también le hace recordar.
Por un momento y en silencio le mira agradecida, extraño sentimiento en su interior que le reconforta en su calor, sentirse protegida por otro, y de repente segura es algo extraño. Está acostumbrado ser ella quién luche por sí misma, a ser ella la fuerte y la que puede dominarlo todo con “ese” poder. Y ahora es… Nada. Solo una muchacha poseída por un espíritu primigenio con algo de conocimiento en hechicería y visiones que no controla.
Lo mira tenderse en el césped, ella apoya su cabeza en su pecho buscando su calor y seguridad. Es raro, porque de repente parece perdida, e insegura de sí misma. Cabellos derramados sobre él, el azahar de su perfume es latente; contempla el cielo junto a él en silencio. Antes de que baje aquella mano, ella le detiene y entrelaza sus dedos en silencio, deja señalada la constelación, y comienza a contar el espacio del cielo celeste hasta que se detiene en una estrella.
-Y esa la Osa menor, y en su cola… Estrella polar o llamada del norte. Siempre perseguida por el viajero perdido… -Susurra y suelta su mano para abrazarle. -…Para encontrar el camino. Así llegue a tu tierra yo, buscando mi camino…
No comprende porque dice que no confía en él, cuando lo hace con profundidad. Su vínculo ya no tiene que ver con el “espíritu”, hay que admitirlo él es especial, y ella le quiere mucho a su modo y manera. Le dolería bastante perderlo, es más, pensar ello le hace tener miedo.
-Confío en ti, aunque no lo creas… Demasiado, y eso me pierde. -Su voz suena apagada, luego lo suelta sin meditar. -Él no puede matarme, no lo haría, aún no ha llegado ese momento. Me necesita con vida hasta cierto siglo. -Calla, sus dedos juegan con la tela de la ropa de Hoor pensativa, ahí está latente en su pecho. -Yo le amaba… -Le confiesa, es confuso, porque sabe el efecto que su Hacedor tiene sobre ella, lo suyo fue demasiado fuerte, tanto para esperarle durante dos largos años y aguantar aquella guerra civil tan cruenta. A veces piensa que su mano temblará cuando le dé muerte, debe dársela, a pesar de que el recuerdo le hace dudar.
Piensa de nuevo en su visión, realmente lo que ella busca es que indirectamente ella la convierta en inmortal, necesita conseguir que Hoor le dé su sangre, el problema es que no debe saber cual es la intención si no el vinculo no se romperá en ese proceso, y no invertirá sus roles para volver.
Tal vez debiera pedírselo directamente, pero... ¿Y si no se rompe el vinculo con el cambio? No ve más salidas.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Lakme se apoya en mi pecho, sus cabellos azabache caen como una cascada sobre él, parece sentirse mejor, al menos no tiembla y eso me hace ladear la sonrisa, mas cuando sus dedos buscan los míos entrelazándose para obligarme a mantenerlos señalando el firmamento, ahora juntos dibujamos la osa menor y la estrella polar en ella.
Mis ojos la buscan cuando alza ligeramente su mirada parda.
-y así encontraremos nosotros el modo de encontrar nuestro camino, volveremos a casa, te lo prometo, pero confía en mi, no voy a traicionarte, no puedo.
Cada una de mis palabras le gritan que la quiero, a mi manera lo hago, no es el amor que siento por Valeria es distinto, pero es intenso, fuerte y eterno, se que Lakme continuará a mi lado con el paso de los tiempos, se que ella es importante para mi y se que vamos a salir de esta juntos.
Ambos uniremos nuestras vidas a otras personas, también soy consciente de eso, pero eso no quita que siempre habrá una parte de los dos que estará unida, no hablo solo del vinculo, si no de algo mas que no se explicar, ella es especial.
Entonces suelta mi mano con brusquedad y empieza ha hablar, asegura que su confianza en mi la pierde, la hace sentir débil y entiendo ese maldito sentimiento pues también yo lo tengo dentro, pero me mantengo firme, no cederé.
Enarco una ceja al escuchar como asegura que no la matara, que la necesita con vida y eso me hace pensar.
Me cuesta trazar un plan con rapidez, la sed acapara gran parte de mi atención y el cuerpo humano de Lakme, sus dedos jugando con el borde de mi camisola y su corazón impactando contra mi pecho es demasiado tentador, pero aun así me doy cuenta de que esas palabras pueden marcar un antes y un después.
La escucho decir que lo amaba, y creo en lo que dice, siempre vi mucho amargor en esa mujer casi felina, pero lo que sintió es pasado y aunque n ose de cuenta, ahora no es el momento de recordar viejos tiempos si no en centrarnos en salvar nuestras vidas y volver a casa. Tiempo tendremos para rememorar con una buena jarra de hidromiel en la mano, emborracharnos y reírnos de todo esto que nos esta pasando.
-Me has dado una idea, seguimos vinculados, lo que dice que si yo muero, también lo harás tu ¿cierto?
Querías que te entregara para romper el vinculo con esa traición, ibas a sacrificarte por mi, pensabas que así yo cogería la espada, el portal se abriría y yo volvería a nuestro mundo.
Dices que no te quiere muerta y si amenazo con matarme si no abre el portal que nos devuelva a casa, tu vida se apagara con la mía. No me conoce, no sabe hasta que punto puedo ir o no de farol, es mas no voy de farol y mi tío si sabe que soy capaz de matarme si oc ello evito que consigan arruinar el norte, a sus gentes, algo que harán si te poseen a ti y la espada.
Te quieren por algo, eres mas importante que ese arma, se que no conozco toda la verdad, que hay algo que te guardas y no me cuentas, se que no confías del todo en mi por eso no me has dicho exactamente nada de porque tu hacedor te quiere. Eres un misterio para mi, pero se que en esta guerra del norte tu y la espada sois una pieza clave y no dejare que te posean, no solo lo hago porque te quiero si no porque amo mi hogar, mis tierras y a los norteños que habitan en ellas.
Mis ojos la buscan cuando alza ligeramente su mirada parda.
-y así encontraremos nosotros el modo de encontrar nuestro camino, volveremos a casa, te lo prometo, pero confía en mi, no voy a traicionarte, no puedo.
Cada una de mis palabras le gritan que la quiero, a mi manera lo hago, no es el amor que siento por Valeria es distinto, pero es intenso, fuerte y eterno, se que Lakme continuará a mi lado con el paso de los tiempos, se que ella es importante para mi y se que vamos a salir de esta juntos.
Ambos uniremos nuestras vidas a otras personas, también soy consciente de eso, pero eso no quita que siempre habrá una parte de los dos que estará unida, no hablo solo del vinculo, si no de algo mas que no se explicar, ella es especial.
Entonces suelta mi mano con brusquedad y empieza ha hablar, asegura que su confianza en mi la pierde, la hace sentir débil y entiendo ese maldito sentimiento pues también yo lo tengo dentro, pero me mantengo firme, no cederé.
Enarco una ceja al escuchar como asegura que no la matara, que la necesita con vida y eso me hace pensar.
Me cuesta trazar un plan con rapidez, la sed acapara gran parte de mi atención y el cuerpo humano de Lakme, sus dedos jugando con el borde de mi camisola y su corazón impactando contra mi pecho es demasiado tentador, pero aun así me doy cuenta de que esas palabras pueden marcar un antes y un después.
La escucho decir que lo amaba, y creo en lo que dice, siempre vi mucho amargor en esa mujer casi felina, pero lo que sintió es pasado y aunque n ose de cuenta, ahora no es el momento de recordar viejos tiempos si no en centrarnos en salvar nuestras vidas y volver a casa. Tiempo tendremos para rememorar con una buena jarra de hidromiel en la mano, emborracharnos y reírnos de todo esto que nos esta pasando.
-Me has dado una idea, seguimos vinculados, lo que dice que si yo muero, también lo harás tu ¿cierto?
Querías que te entregara para romper el vinculo con esa traición, ibas a sacrificarte por mi, pensabas que así yo cogería la espada, el portal se abriría y yo volvería a nuestro mundo.
Dices que no te quiere muerta y si amenazo con matarme si no abre el portal que nos devuelva a casa, tu vida se apagara con la mía. No me conoce, no sabe hasta que punto puedo ir o no de farol, es mas no voy de farol y mi tío si sabe que soy capaz de matarme si oc ello evito que consigan arruinar el norte, a sus gentes, algo que harán si te poseen a ti y la espada.
Te quieren por algo, eres mas importante que ese arma, se que no conozco toda la verdad, que hay algo que te guardas y no me cuentas, se que no confías del todo en mi por eso no me has dicho exactamente nada de porque tu hacedor te quiere. Eres un misterio para mi, pero se que en esta guerra del norte tu y la espada sois una pieza clave y no dejare que te posean, no solo lo hago porque te quiero si no porque amo mi hogar, mis tierras y a los norteños que habitan en ellas.
Höor Cannif- Realeza Neerlandesa
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Él habla de volver a casa, ella no está segura de cómo lo va a hacer.
Ella lo ve en sus ojos, sabe lo que siente por ella. Pero ella tiene miedo aferrarse a la vida caduca, es nómada, es transitoria en la vida de los humanos. No puede hacerlo, ya que eso es regalarle una herida más para aquella enorme colección.
Su tacto es frío bajo sus dedos, se siente calma y protegida. Ese sentimiento de seguridad crea un agradable cosquilleo en el fondo de su vientre. Hace mucho que no se siente de ese modo, como acogida bajo las alas de un ave, o lo que podría decirse una familia.
Lo nota en el brillo de sus ojos, en como paladea dentro de su boca, le abrasa la garganta. Sabe cómo hacer que su sed y fuerza sean controladas y más saciadas. Pero claro, en aquel lugar como encontrar un vampiro para el que pueda beber.
Ese canibalismo en su especie, una aberración. Ese secreto le ha regalado la condición de paria, pero ese acto mengua el número de su especie, ella considera que son demasiados y sobran. También le regala una sed saciada y una apariencia casi humana.
-Mi verdad hará que te persigan hasta el crepúsculo de tu vida… No puedo regalarte esa carga tan pesada. Susurra a su lado, y le dedica un beso en la mejilla con una triste sonrisa. -Algunos de los que siguen mis pasos no me ponen ni sexo o rostro, juego con esa ventaja. Pero quienes ya lo han hecho lo transmite a sus descendientes y no se cansan en su caza y persecución.
Necesita saber, Höor no lo sabe, pero ella ha invertido siglos de su vida para buscar a su Hacedor, quiere respuestas a sus tantas preguntas. ¿Qué le va a suceder a ella cuando llegue el momento? ¿Qué debe suceder en ese futuro que no se detiene en su mente a modo de sueños y visiones, ese tiempo de luces y globalización?
Lo ha dicho, no debería haberlo dicho. Siente tristeza por él, porque muy en el fondo, un día de estos pecará de inocente.
Ahora no es solo el vínculo creado por la travesura de un oscuro ser, se ha generado ese cierto cariño y lealtad inquebrantable entre ambos.
Con tal pensamiento, ella se alza quedando sentada sobre la brizna de la hierba, desvía su mirada pensativa, ¿Qué pensamientos se le estará pasando por su cabeza? Escucha sus palabras, su nuevo plan, no es tan descabellado y a ella le regalará un momento para intercambiar palabras con su Hacedor.
-Hagámoslo. Pero no vayas a hacer ninguna tontería, o volvemos los dos, o no volvemos ninguno. Exijo esa condición.
Ella lo ve en sus ojos, sabe lo que siente por ella. Pero ella tiene miedo aferrarse a la vida caduca, es nómada, es transitoria en la vida de los humanos. No puede hacerlo, ya que eso es regalarle una herida más para aquella enorme colección.
Su tacto es frío bajo sus dedos, se siente calma y protegida. Ese sentimiento de seguridad crea un agradable cosquilleo en el fondo de su vientre. Hace mucho que no se siente de ese modo, como acogida bajo las alas de un ave, o lo que podría decirse una familia.
Lo nota en el brillo de sus ojos, en como paladea dentro de su boca, le abrasa la garganta. Sabe cómo hacer que su sed y fuerza sean controladas y más saciadas. Pero claro, en aquel lugar como encontrar un vampiro para el que pueda beber.
Ese canibalismo en su especie, una aberración. Ese secreto le ha regalado la condición de paria, pero ese acto mengua el número de su especie, ella considera que son demasiados y sobran. También le regala una sed saciada y una apariencia casi humana.
-Mi verdad hará que te persigan hasta el crepúsculo de tu vida… No puedo regalarte esa carga tan pesada. Susurra a su lado, y le dedica un beso en la mejilla con una triste sonrisa. -Algunos de los que siguen mis pasos no me ponen ni sexo o rostro, juego con esa ventaja. Pero quienes ya lo han hecho lo transmite a sus descendientes y no se cansan en su caza y persecución.
Necesita saber, Höor no lo sabe, pero ella ha invertido siglos de su vida para buscar a su Hacedor, quiere respuestas a sus tantas preguntas. ¿Qué le va a suceder a ella cuando llegue el momento? ¿Qué debe suceder en ese futuro que no se detiene en su mente a modo de sueños y visiones, ese tiempo de luces y globalización?
Lo ha dicho, no debería haberlo dicho. Siente tristeza por él, porque muy en el fondo, un día de estos pecará de inocente.
Ahora no es solo el vínculo creado por la travesura de un oscuro ser, se ha generado ese cierto cariño y lealtad inquebrantable entre ambos.
Con tal pensamiento, ella se alza quedando sentada sobre la brizna de la hierba, desvía su mirada pensativa, ¿Qué pensamientos se le estará pasando por su cabeza? Escucha sus palabras, su nuevo plan, no es tan descabellado y a ella le regalará un momento para intercambiar palabras con su Hacedor.
-Hagámoslo. Pero no vayas a hacer ninguna tontería, o volvemos los dos, o no volvemos ninguno. Exijo esa condición.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Lakme parece cansada, yo sediento y juntos hacemos una combinación un tanto cómica, no puedo evitar ladear la sonrisa quizás porque tiendo a engrandecerme con las situaciones complicadas. Esta sin duda no es favorable, pero las he tenido peores y algo me dice que saldremos de esta a fin de cuentas, seguimos vivos.
Lakme parece evaluar mi plan en su cabeza, como si en el fondo la idea no le resultara completamente descabellada.
-Deberás dejar que yo decida que cargas puedo o no soportar, te sorprendería saber el peso que soy capaz de llevar sobre mis hombros.
Nuestras vidas te guste o no han quedado unidas para la eternidad, al menos hasta que haya traición y creo que acabo de demostrarte que por mi parte esa traición no se producirá..si deseas deshacerte de mi tu seras la que me tendrás que abandonar.
Un beso en mi mejilla, no se bien si como consuelo o simplemente para que guardara silencio y no la torturara con mis palabras. No pude evitar echarme a reír por como buscaba salirse con la suya con un gesto tan ínfimo.
-Bien, muestras de afecto aparte, ahora tenemos que pensar como hacerlo.
Con mi dedo sobre la tierra dibuje el groso del campamento, castillo, rastrillo y tropas apostadas, todo lo que recordaba, así como las murallas.
-Tenemos que llegar aquí -dije señalando el torreón principal donde sabia estaba la cámara del rey y donde posiblemente y junto a este estuviera su hacedor.
Mordí mi labio inferior pensativo ,relamiendolo después y dejando escapar el aire contra el mismo dibujo.
-Maldita la sed que no me deja pensar con claridad -gruñí mas para mi que para ella.
-Los soldados no serán un problema, pues abrirán el rastrillo en cuanto mi daga acaricie tu inmaculado cuello, me han visto obnubilado por la sangre, creerán que estoy loco y abrirán las compuertas para no perder su mayor tesoro.
Intuyo que así me llevaran frente al rey del norte.
Alzó la vista hundiéndola en sus pardos, mi mano acaricia su pierna con suavidad en un intento de darle ánimos.
-Escucha, va a salir bien, te lo prometo. Una vez allí, sera una estaca la que ocupe el lugar de la daga y mi corazón el destinatario.
Mi tío sabe que soy capaz de hacerlo ,así que si todo va según lo planeado y no quieren perderte el portal se abrirá.
Sonreí de medio lado ,el plan estaba cogido con pinzas, pero ¿teníamos mas opciones? La respuesta era no, ella decía que su única condición es que no hubiera trucos que abandonáramos ese mundo los dos y por mis dioses juraba que eso intentaría, quería conocer a mis hijas, volver junto a los brazos de mi mujer y paladear el sabor de sus labios otra vez, mas si tenia que elegir una vida, no seria la mía.
Lakme parece evaluar mi plan en su cabeza, como si en el fondo la idea no le resultara completamente descabellada.
-Deberás dejar que yo decida que cargas puedo o no soportar, te sorprendería saber el peso que soy capaz de llevar sobre mis hombros.
Nuestras vidas te guste o no han quedado unidas para la eternidad, al menos hasta que haya traición y creo que acabo de demostrarte que por mi parte esa traición no se producirá..si deseas deshacerte de mi tu seras la que me tendrás que abandonar.
Un beso en mi mejilla, no se bien si como consuelo o simplemente para que guardara silencio y no la torturara con mis palabras. No pude evitar echarme a reír por como buscaba salirse con la suya con un gesto tan ínfimo.
-Bien, muestras de afecto aparte, ahora tenemos que pensar como hacerlo.
Con mi dedo sobre la tierra dibuje el groso del campamento, castillo, rastrillo y tropas apostadas, todo lo que recordaba, así como las murallas.
-Tenemos que llegar aquí -dije señalando el torreón principal donde sabia estaba la cámara del rey y donde posiblemente y junto a este estuviera su hacedor.
Mordí mi labio inferior pensativo ,relamiendolo después y dejando escapar el aire contra el mismo dibujo.
-Maldita la sed que no me deja pensar con claridad -gruñí mas para mi que para ella.
-Los soldados no serán un problema, pues abrirán el rastrillo en cuanto mi daga acaricie tu inmaculado cuello, me han visto obnubilado por la sangre, creerán que estoy loco y abrirán las compuertas para no perder su mayor tesoro.
Intuyo que así me llevaran frente al rey del norte.
Alzó la vista hundiéndola en sus pardos, mi mano acaricia su pierna con suavidad en un intento de darle ánimos.
-Escucha, va a salir bien, te lo prometo. Una vez allí, sera una estaca la que ocupe el lugar de la daga y mi corazón el destinatario.
Mi tío sabe que soy capaz de hacerlo ,así que si todo va según lo planeado y no quieren perderte el portal se abrirá.
Sonreí de medio lado ,el plan estaba cogido con pinzas, pero ¿teníamos mas opciones? La respuesta era no, ella decía que su única condición es que no hubiera trucos que abandonáramos ese mundo los dos y por mis dioses juraba que eso intentaría, quería conocer a mis hijas, volver junto a los brazos de mi mujer y paladear el sabor de sus labios otra vez, mas si tenia que elegir una vida, no seria la mía.
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
-Repito, “esa es mi única condición”, o los dos o ninguno. -Su mirada se oscurece, ella habla muy en serio, hasta suena amenazante con aquellas palabras.
Por muy débil que fuese, por su nueva condición humana, Höor no sabía la de recursos que la bruja tenía, o incluso lo que podría ocurrirse para conseguir un objetivo.
Observa aquel dibujo trazado en la tierra, y memoriza cada una de las indicaciones, el lugar, sus recovecos. Aquel clan que no es redondo, tiene muchas lagunas, y cojea por muchos lados. No hay demasiadas precauciones, muy estilo al vikingo, ir a saco, tomando todos los riesgos posibles, e improvisar.
Hay que admitirlo, la sutileza no es que sea el fuerte del nórdico, pero aquello no es para nada descabellado, al menos para lo que ella desea, que es conseguir acercarse al rey y a su Hacedor. Más bien a éste último, tiene demasiadas preguntas, y una deuda de sangre por saldar.
Si, van a tener que improvisar demasiado, y nada les asegura salir de allí con vida.
-Hace demasiado tiempo, descubrí que beber sangre de otro inmortal hasta acabar con su vida, sacia casi por completo la sed y durante demasiado tiempo… Pero no estamos aquí para perder el tiempo en buscar hacer actos “crueles”, por medidas desesperadas. - ¿Acaso estaba insinuando que había creado algún “chiquillo” solo para alimentarse? Medidas desesperadas, ese tipo de situaciones era lo que le había llevado a hacer inventivas de ese estilo. Momentos difíciles, momentos de necesidad y hambre desoladora.
Regreso a la montura, de nuevo el traqueteo silencioso. El aire helado corta la piel, y vuelta al lugar.
Cada uno ejerce sus papeles, tal y como está planeado.
-Espero que esto funcione. -Le dice a su compañero. Mirada de soslayo, desea que todo salga bien y que al menos uno de los dos pueda regresar.
Tienen un trato y su instinto e intuición, le dice que de esta noche no pasará, que su enlace se quebrará por mucho que intenten dejarlo todo como esta. Y que ella no es el artífice, el “otro”, ya juega con intenciones, acechando en las sombras, está muy callado desde que llegaron a aquel lugar. Algo se trae entre manos.
Lakme- Vampiro Clase Alta
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Con aquel plan trazado que no tenia seguridad ninguna de llegar a buen puerto, sin faro que nos guiara, ni timón para ser dirigido nos plantamos frente al castillo para llevar a cabo un suicidio.
Si algo tenia de bueno el hecho de ser inmortal es que podía de forma mas que certera darme cuenta de que algo ocultaba Lakme en estos momentos, como si supiera que esto iba a torcerse pero le fuera indiferente pues su único afán era tener frente a si aquel que un día le dio esta “ no vida”
No dije nada ¿acaso podía? No cuando, no había opciones ni otra salida, pero algo me decía que el plan de esa bruja era acabar con el pacto que nos unía y para eso solo tenia una opción “ la traición”
Yo no la traicionaría ¿lo haría ella?
Enarqué una ceja haciéndome todas y cada una de esas preguntas cuando los arqueros nos apuntaron desde las almenas.
Pronto una estaca fue llevada de mi mano al corazón, uno que ya no latía, estaba muerto así que tampoco es que fuera realmente un suicidio esta situación.
Ladeé la sonrisa con gesto engreído haciéndoles saber que si no me llevaban ante el rey no dudaría en no solo acabar con mi vida si no que junto a la mía arrastraría la de la bruja y por lo que sabia el rey la quería viva.
El silencio se hizo ahí arriba, ni una saeta voló en nuestra dirección y finalmente el rastrillo se abrió y nos permitieron el paso, eso si, siempre custodiados por muchos guardias como si estos pudieran evitar la carnicería que yo solo podía hacer si me lo proponía.
Miré a Lakme por encima del hombro mientras sobre el caballo aun recorría al paso el patio de armas.
-No cometas ninguna estupidez, la idea es salir de aquí ambos y por nuestro pie, no se que tramas, pero no me la juegues.
Así desmontamos frente a la escalinata de piedra gris y escoltados por un numero considerable de guardias recorrimos los inmensos pasillos de palacio hasta alcanzar el salón donde el rey sentado en su trono de hierro daba audiencia a los plebeyos.
-Buenas noches tío -dije con cierto sarcasmo en mi voz y sin apartar la estaca de mi pecho -perdona que no me incline, tengo la espalda algo dolorida -dije en tono burlón mientras este clavaba con odio su mirada en lo que para él siempre fue el enemigo a batir y que hoy representaba una amenaza clara para la continuación de su reinado.
Desvié mi mirada hacia el tipo que lo acompañaba, por su porte y como miraba a la mujer que tenia a mi lado apostaba el cuello y no lo perdería si aseguraba que ese era su “hacedor”
Mi cuerpo se posiciono frente a esta en un claro gesto protector. No se que quería de ella, mas de aquí íbamos a salir juntos los dos.
Si algo tenia de bueno el hecho de ser inmortal es que podía de forma mas que certera darme cuenta de que algo ocultaba Lakme en estos momentos, como si supiera que esto iba a torcerse pero le fuera indiferente pues su único afán era tener frente a si aquel que un día le dio esta “ no vida”
No dije nada ¿acaso podía? No cuando, no había opciones ni otra salida, pero algo me decía que el plan de esa bruja era acabar con el pacto que nos unía y para eso solo tenia una opción “ la traición”
Yo no la traicionaría ¿lo haría ella?
Enarqué una ceja haciéndome todas y cada una de esas preguntas cuando los arqueros nos apuntaron desde las almenas.
Pronto una estaca fue llevada de mi mano al corazón, uno que ya no latía, estaba muerto así que tampoco es que fuera realmente un suicidio esta situación.
Ladeé la sonrisa con gesto engreído haciéndoles saber que si no me llevaban ante el rey no dudaría en no solo acabar con mi vida si no que junto a la mía arrastraría la de la bruja y por lo que sabia el rey la quería viva.
El silencio se hizo ahí arriba, ni una saeta voló en nuestra dirección y finalmente el rastrillo se abrió y nos permitieron el paso, eso si, siempre custodiados por muchos guardias como si estos pudieran evitar la carnicería que yo solo podía hacer si me lo proponía.
Miré a Lakme por encima del hombro mientras sobre el caballo aun recorría al paso el patio de armas.
-No cometas ninguna estupidez, la idea es salir de aquí ambos y por nuestro pie, no se que tramas, pero no me la juegues.
Así desmontamos frente a la escalinata de piedra gris y escoltados por un numero considerable de guardias recorrimos los inmensos pasillos de palacio hasta alcanzar el salón donde el rey sentado en su trono de hierro daba audiencia a los plebeyos.
-Buenas noches tío -dije con cierto sarcasmo en mi voz y sin apartar la estaca de mi pecho -perdona que no me incline, tengo la espalda algo dolorida -dije en tono burlón mientras este clavaba con odio su mirada en lo que para él siempre fue el enemigo a batir y que hoy representaba una amenaza clara para la continuación de su reinado.
Desvié mi mirada hacia el tipo que lo acompañaba, por su porte y como miraba a la mujer que tenia a mi lado apostaba el cuello y no lo perdería si aseguraba que ese era su “hacedor”
Mi cuerpo se posiciono frente a esta en un claro gesto protector. No se que quería de ella, mas de aquí íbamos a salir juntos los dos.
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
No iban a arriesgarse, sus órdenes eran llevarla viva hasta el tirano, o más bien llevarla viva hasta su Hacedor que se ocultaba como vil titiritero tras el poder de aquel Rey en el norte.
Mirada con preguntas por parte del norteño, sabía perfectamente que él no se fiaba del todo de sus acciones en cuanto estuviesen presentes.
Escolta silenciosa por enormes pasillos, silencio hiriente. Ella evitaba mirarle, es más, llevaba la vista gacha y solo se fijaba en el suelo y pasos lentos.
Lakme sentía como los latidos de su corazón aumentaban estrepitosamente, como si una pequeña ave a punto de ser enjaulado se tratase. Tan fuerte era aquel latir, que sus fuerzas mermaban, su cuerpo flaqueaba en una tentativa de casi desmayarse que nunca llego. Era más fuerte, e iba a enfrentarse a ello.
Y allí le vio con ropas típicas de un clima como aquel, muy distintas a las de su pasado encuentro al igual que sus cabellos, ahora cortos. Ni un largo azabache cubierto de trenzas finas como era de estimar entre soldados de oriente. Su tez seguía siendo aceituna a pesar de su condición de inmortal, más alto que el resto, y aquellos ojos grises y apagados que indicaban que como humano había sido ciego, y que necesitaba de la sangre para ver con claridad: Eleazar.
Sus ojos parecían haberse olvidado del lugar, de la compañía… Más solo tenía mirada para aquella humana que ahora mismo parecía estar menguando.
Lakme comenzó a respirar con fuerza, los nervios le estaban jugando una mala pasado, o más bien el volver a ver después de casi un milenio, a quien fue su primer amor, a quién le traiciono.
Mano que se aferró a la de Hoor, temblaba como una chiquilla- Parecía estar habiendo algun tipo de conversación telepática entre ambos, cosa muy cierta y es lo que ocurría. Más trago saliva y con vidriosa mirada soltó aquella mano de Hoor, del cual no espero impedimento, para situarse al lado de su Hacedor y tomar aquello que regalaba.
Sangre que emanaba de la muñeca de Eleazar, le estaba regalando su propia sangre, y ella dócil bebía. “Lo siento, Hoor” le había dicho traicionando a aquello que habían hablado entregándose sin oponer resistencia.
Adicta de aquella sangre, le supo a gloria, aunque no era necesaria para su naturaleza, más por un momento soltando aquel agarre, lo dijo.
-El trato es la espada. -Le dijo a su Hacedor, el cual, con gusto se acercó al Rey que le dio la espada sin demasiada resistencia. Cosa extraña, pero era notable su poder sobre este pobre desgraciado.
-Es tuya, siempre fue tuya. Y ahora bebe, eres mía.. -le había dicho él con suavidad, sabía lo que suponía beber de él. Y era convertirse en una esclava de sangre, ser dominada por ello.
Lakme, hizo ademán de pedir espera y se giró con la espada entre sus brazos a Hoor. -Es mía, pero tengo un trato y tengo que cumplirlo, que son unos minutos más o menos.
Pasos lentos, y mirada vidriosa aun contenida. Lakme mira a Hoor con la espada extendida a punto de regalársela, su mirada no es convencida, más parece por su gesto que va a ser conducida al matadero, tiene miedo. Mucho miedo.
-Yo siempre cumplo mis tratos, Hoor. Ahora regresaremos a casa, es nuestra. No tengas miedo. -Una sonrisa triste, una idea que nadie espera, ya que justo cuando le va a entregar la espada Lakme alza su filo, el cual danza sobre aquel cuello de cisne del que empieza a emanar la sangre en grandes cantidades.
Lakme se acaba de cortar el cuello, acaba de comentar suicidio. Sus ojos pardos están llenos de lágrimas y su luz se apaga casi al instante. La sangre cubre el suelo, y una maldición desgarradora sale de la boca de su Hacedor que no puede creer que su obra más preciada haya sido destruida.
Aire que nunca llegará, y sonido desagradable del burbujeo de la sangre que la ahoga, porque sí. Lakme no muere desangrada, se ahoga primero con el sabor del férreo de su propia sangre.
¿Qué acaba de ocurrir? ¿Aquello es real?
Mirada con preguntas por parte del norteño, sabía perfectamente que él no se fiaba del todo de sus acciones en cuanto estuviesen presentes.
Escolta silenciosa por enormes pasillos, silencio hiriente. Ella evitaba mirarle, es más, llevaba la vista gacha y solo se fijaba en el suelo y pasos lentos.
Lakme sentía como los latidos de su corazón aumentaban estrepitosamente, como si una pequeña ave a punto de ser enjaulado se tratase. Tan fuerte era aquel latir, que sus fuerzas mermaban, su cuerpo flaqueaba en una tentativa de casi desmayarse que nunca llego. Era más fuerte, e iba a enfrentarse a ello.
Y allí le vio con ropas típicas de un clima como aquel, muy distintas a las de su pasado encuentro al igual que sus cabellos, ahora cortos. Ni un largo azabache cubierto de trenzas finas como era de estimar entre soldados de oriente. Su tez seguía siendo aceituna a pesar de su condición de inmortal, más alto que el resto, y aquellos ojos grises y apagados que indicaban que como humano había sido ciego, y que necesitaba de la sangre para ver con claridad: Eleazar.
Sus ojos parecían haberse olvidado del lugar, de la compañía… Más solo tenía mirada para aquella humana que ahora mismo parecía estar menguando.
Lakme comenzó a respirar con fuerza, los nervios le estaban jugando una mala pasado, o más bien el volver a ver después de casi un milenio, a quien fue su primer amor, a quién le traiciono.
Mano que se aferró a la de Hoor, temblaba como una chiquilla- Parecía estar habiendo algun tipo de conversación telepática entre ambos, cosa muy cierta y es lo que ocurría. Más trago saliva y con vidriosa mirada soltó aquella mano de Hoor, del cual no espero impedimento, para situarse al lado de su Hacedor y tomar aquello que regalaba.
Sangre que emanaba de la muñeca de Eleazar, le estaba regalando su propia sangre, y ella dócil bebía. “Lo siento, Hoor” le había dicho traicionando a aquello que habían hablado entregándose sin oponer resistencia.
Adicta de aquella sangre, le supo a gloria, aunque no era necesaria para su naturaleza, más por un momento soltando aquel agarre, lo dijo.
-El trato es la espada. -Le dijo a su Hacedor, el cual, con gusto se acercó al Rey que le dio la espada sin demasiada resistencia. Cosa extraña, pero era notable su poder sobre este pobre desgraciado.
-Es tuya, siempre fue tuya. Y ahora bebe, eres mía.. -le había dicho él con suavidad, sabía lo que suponía beber de él. Y era convertirse en una esclava de sangre, ser dominada por ello.
Lakme, hizo ademán de pedir espera y se giró con la espada entre sus brazos a Hoor. -Es mía, pero tengo un trato y tengo que cumplirlo, que son unos minutos más o menos.
Pasos lentos, y mirada vidriosa aun contenida. Lakme mira a Hoor con la espada extendida a punto de regalársela, su mirada no es convencida, más parece por su gesto que va a ser conducida al matadero, tiene miedo. Mucho miedo.
-Yo siempre cumplo mis tratos, Hoor. Ahora regresaremos a casa, es nuestra. No tengas miedo. -Una sonrisa triste, una idea que nadie espera, ya que justo cuando le va a entregar la espada Lakme alza su filo, el cual danza sobre aquel cuello de cisne del que empieza a emanar la sangre en grandes cantidades.
Lakme se acaba de cortar el cuello, acaba de comentar suicidio. Sus ojos pardos están llenos de lágrimas y su luz se apaga casi al instante. La sangre cubre el suelo, y una maldición desgarradora sale de la boca de su Hacedor que no puede creer que su obra más preciada haya sido destruida.
Aire que nunca llegará, y sonido desagradable del burbujeo de la sangre que la ahoga, porque sí. Lakme no muere desangrada, se ahoga primero con el sabor del férreo de su propia sangre.
¿Qué acaba de ocurrir? ¿Aquello es real?
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Allí estábamos frente a mi tío y ese que un día hizo a la mujer que ahora aferraba mi mano.
Mi mirada se perdió varias veces en la ajena, temblaba, pero sus ojos seguían fijos en los de ese hombre del que era mas esclava de lo que yo creía.
Tensé el gesto cuando soltó mi mano, traté de impedir su avance, pero perder mi posición era un absurdo, mientras la estaca siguiera rozado mi corazón ella estaría a salvo, nuestras vidas estaban ligadas por un pacto de sangre que solo rompería la traición.
Dejé escapar el aire de forma pesada, me sentía un pelele al que se le escapa el control de la situación.
Mas cuando esta bebió del maldito inmortal, como si obedecerle fuera su único sino, fui incapaz de pensar en nada mas que atacar.
-¡Lakme! -rugí sintiendo que la traición hoy rompería nuestro pacto, ese que fue sellado hace ya algún tiempo por el ente que en su interior habitaba.
Recordé lo que una vez ambos hablamos, en la taberna, borrachos, jugando como de costumbre uno con el otro. Ella susurró contra mis labios que yo la traicionaría algún día, que lo habia visto.
Jure que eso no pasaría y hoy cumplía mi palabra.
La traición vino de su mano, pues cuando la espada fue entregada a esta, decidió caminar hacia mi para entregármela, claro que no lo haría como teníamos pactado, pues la promesa es que juntos abandonaríamos aquel lugar.
Aullé de dolor al verla desquebrajar su cuello, la estaca cayó de mi mano, el pacto estaba roto, mi cuello a salvo, pero la humana moría ahogándose en su propia sangre.
Sin esperanza me lancé a su lado, mis manos trataban de cortar la hemorragia sin éxito, ojos fuego perdidos en un rostro que se apagaba frente a mis ojos.
Llevé mis colmillos a mi muñeca, esperaba que esto funcionara, pero la verdad no sabia ser un vampiro, solo era un neófito perdido en un juego para el que no estaba preparado.
Rasgué mi piel, la sangre fluía de mis venas, apreté los dientes preso de la ira y la llevé hasta su boca para que bebiera. Con la otra tomé la bastarda épica del suelo, apuntando a todo aquel que se acercaba a nuestros cuerpos. Estos se calentaban mutuamente aferrándose de un modo desesperado.
-Si dais un paso os arrancaré la cabeza -gruñí ahogado en el dolor.
Mi mirada se desvió hasta su hacedor, preso de la ira a él, le dediqué unas palabras que algún día cumpliría.
-Mírame, no pierdas oportunidad en darme un final, porque ante Odin juro que un día tu sangre bañara mi acero.
Mi mirada se perdió varias veces en la ajena, temblaba, pero sus ojos seguían fijos en los de ese hombre del que era mas esclava de lo que yo creía.
Tensé el gesto cuando soltó mi mano, traté de impedir su avance, pero perder mi posición era un absurdo, mientras la estaca siguiera rozado mi corazón ella estaría a salvo, nuestras vidas estaban ligadas por un pacto de sangre que solo rompería la traición.
Dejé escapar el aire de forma pesada, me sentía un pelele al que se le escapa el control de la situación.
Mas cuando esta bebió del maldito inmortal, como si obedecerle fuera su único sino, fui incapaz de pensar en nada mas que atacar.
-¡Lakme! -rugí sintiendo que la traición hoy rompería nuestro pacto, ese que fue sellado hace ya algún tiempo por el ente que en su interior habitaba.
Recordé lo que una vez ambos hablamos, en la taberna, borrachos, jugando como de costumbre uno con el otro. Ella susurró contra mis labios que yo la traicionaría algún día, que lo habia visto.
Jure que eso no pasaría y hoy cumplía mi palabra.
La traición vino de su mano, pues cuando la espada fue entregada a esta, decidió caminar hacia mi para entregármela, claro que no lo haría como teníamos pactado, pues la promesa es que juntos abandonaríamos aquel lugar.
Aullé de dolor al verla desquebrajar su cuello, la estaca cayó de mi mano, el pacto estaba roto, mi cuello a salvo, pero la humana moría ahogándose en su propia sangre.
Sin esperanza me lancé a su lado, mis manos trataban de cortar la hemorragia sin éxito, ojos fuego perdidos en un rostro que se apagaba frente a mis ojos.
Llevé mis colmillos a mi muñeca, esperaba que esto funcionara, pero la verdad no sabia ser un vampiro, solo era un neófito perdido en un juego para el que no estaba preparado.
Rasgué mi piel, la sangre fluía de mis venas, apreté los dientes preso de la ira y la llevé hasta su boca para que bebiera. Con la otra tomé la bastarda épica del suelo, apuntando a todo aquel que se acercaba a nuestros cuerpos. Estos se calentaban mutuamente aferrándose de un modo desesperado.
-Si dais un paso os arrancaré la cabeza -gruñí ahogado en el dolor.
Mi mirada se desvió hasta su hacedor, preso de la ira a él, le dediqué unas palabras que algún día cumpliría.
-Mírame, no pierdas oportunidad en darme un final, porque ante Odin juro que un día tu sangre bañara mi acero.
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Solo puede sentir aquel dolor que, en la piel de su memoria, aun reside. Son lágrimas las que vierten sus ojos cristalinas y mudas, no pueden pronunciar sonido o algo más… SI pudiera, pronunciaría su nombre por última vez.
Ya no le hace falta. Yacente entre sus brazos, se desprende de aquello que quiere aferrarle allí, del calor que en su cuerpo emana sin volver atrás, ya ni siente ni padece.
Es extraño porque la vida ha dejado de dolerle, y las luces se apagan. Y con ello solo sabe alcanzar la paz y la nada en la que se ha sumido.
El enlace entre Hoor y Lakme queda roto, y lo dictado cumplido. Ha habido traición, pero no del modo en que ambos esperaban. Ella no ha cumplido su promesa de no hacer tonterías y de mantenerse con vida. Un sacrificio, no en vano.
Su Hacedor aun esta boquiabierto, la espada tiene ese poder irremediable. Ahora solo observa en silencio como el norteño se aferra al cuerpo sin vida de la mujer, como la rabia y la furia puede con él. Aun no se lo cree, ella ha tenido el valor de hacerlo, se ha liberado de todo peso y carga pero que ocurre con… ¿Duat?
El humo negro de nuevo se deja escapar por los orificios del rostro de la bella, el alma negra aferrada a la humana se disipa fuera de aquel cuerpo. Cosa que no va a permitir el inmortal milenario que invoca al ente para sí. Sus ojos grises pierden su brillo, y él vuelve a ser el ciego que era en humanidad.
Un intento de captura, él desea el poder del ente más que nada, y su recipiente acaba de ser destruido.
El humo invade los orificios de Eleazar, que siente como algo quema su interior mientras este penetra en él. Ojos de ciego que ahora son negros y reconocibles, Duat toma total posesión del cuerpo del Hacedor, éste no es capaz de controlarlo, este no es le cuerpo de Lakme.
Una mirada y un poder que paralizan al norteño, poder que se escapa del entendimiento y de las manos casi, de las ropas lo sujeta y tira de él lanzándolo lejos del cuerpo sin vida de la mujer.
Sangre rasgada del brazo del a Hacedor poseído, entre los labios de la muerta que ya había ingerido la sangre. Su magia no tarda demasiado en hacer efecto, gélidos espasmos invaden el cuerpo antes yacente para ahora dar paso a la inmortalidad y la resurrección con un mismo destino. Ya que fue esa misma sangre la que la condeno a los siglos.
Duat abandona el cuerpo enseguida, dejando insconsciente al ciego inmortal, y de nuevo busca reunirse con la que esta enlazada en alma.
-Hoor…- Lakme tose sangre, confusa, sus heridas se curan y su piel es mármol que reclama el sabor de la sangre para completar la transformación.
Si, sangre, pero no cualquiera.
En un abrir y cerrar de ojos se lanza contra el rey mortal del norte, ella no tiene uso ni razón, si alguien se lo impide tendrá mismo destino. Y no es una vida, sino todas la que roza para saciar su apetito. El cadáver del rey, y su guardia que inútilmente cae.
Ya no le hace falta. Yacente entre sus brazos, se desprende de aquello que quiere aferrarle allí, del calor que en su cuerpo emana sin volver atrás, ya ni siente ni padece.
Es extraño porque la vida ha dejado de dolerle, y las luces se apagan. Y con ello solo sabe alcanzar la paz y la nada en la que se ha sumido.
El enlace entre Hoor y Lakme queda roto, y lo dictado cumplido. Ha habido traición, pero no del modo en que ambos esperaban. Ella no ha cumplido su promesa de no hacer tonterías y de mantenerse con vida. Un sacrificio, no en vano.
Su Hacedor aun esta boquiabierto, la espada tiene ese poder irremediable. Ahora solo observa en silencio como el norteño se aferra al cuerpo sin vida de la mujer, como la rabia y la furia puede con él. Aun no se lo cree, ella ha tenido el valor de hacerlo, se ha liberado de todo peso y carga pero que ocurre con… ¿Duat?
El humo negro de nuevo se deja escapar por los orificios del rostro de la bella, el alma negra aferrada a la humana se disipa fuera de aquel cuerpo. Cosa que no va a permitir el inmortal milenario que invoca al ente para sí. Sus ojos grises pierden su brillo, y él vuelve a ser el ciego que era en humanidad.
Un intento de captura, él desea el poder del ente más que nada, y su recipiente acaba de ser destruido.
El humo invade los orificios de Eleazar, que siente como algo quema su interior mientras este penetra en él. Ojos de ciego que ahora son negros y reconocibles, Duat toma total posesión del cuerpo del Hacedor, éste no es capaz de controlarlo, este no es le cuerpo de Lakme.
Una mirada y un poder que paralizan al norteño, poder que se escapa del entendimiento y de las manos casi, de las ropas lo sujeta y tira de él lanzándolo lejos del cuerpo sin vida de la mujer.
Sangre rasgada del brazo del a Hacedor poseído, entre los labios de la muerta que ya había ingerido la sangre. Su magia no tarda demasiado en hacer efecto, gélidos espasmos invaden el cuerpo antes yacente para ahora dar paso a la inmortalidad y la resurrección con un mismo destino. Ya que fue esa misma sangre la que la condeno a los siglos.
Duat abandona el cuerpo enseguida, dejando insconsciente al ciego inmortal, y de nuevo busca reunirse con la que esta enlazada en alma.
-Hoor…- Lakme tose sangre, confusa, sus heridas se curan y su piel es mármol que reclama el sabor de la sangre para completar la transformación.
Si, sangre, pero no cualquiera.
En un abrir y cerrar de ojos se lanza contra el rey mortal del norte, ella no tiene uso ni razón, si alguien se lo impide tendrá mismo destino. Y no es una vida, sino todas la que roza para saciar su apetito. El cadáver del rey, y su guardia que inútilmente cae.
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Re: Dragones y mazmorras (Lakme)
Ante mis ojos el caos se desata, inútiles mis intentos de mantenerla con vida, la inmortal cae, la traición ha sido culminada y todo aquello que un día nos unió hoy se disipaba.
Siento rabia, rabia no porque el vinculo quede roto si no porque la he perdido, a ella y para mi era importante aunque no lo creyera.
El ente abandona su cuerpo reclamado por ese que un día dio la vida a Lakme, la espada en mi mano, me siento impotente, aunque se algo, que lo mataré, en esta vida o en la siguiente.
Como un muñeco de trapo me estampa contra una pared, no soy de los que se deja vencer y aferrando el acero, apretó los dientes y me alzo nuevamente, para luchar. Entre el revuelo Lakme regresa a la vida como el vampiro que siempre fue.
Una parte de mi queda aliviada, aunque algo me dice que este viaje lo habrá cambiado todo para siempre.
El oscuro humo vuelve a su recipiente abandonando al hacedor de Lakme, ahora su cuerpo incapaz de contenerlo cae al suelo inconsciente.
La vampiresa se alza mostrando venganza contra el rey, esta sedienta y todo el norte caerá ante su poder.
Clavo la espada en el suelo, un vórtice se abre, el portal es el momento de regresar, corro hacia ella, a al fuerza me hago con su cintura, se revuelve, es una bestia que me muerde, mas ahora no soy un humano y aguanto bien el dolor que la inmortal produce el rasgar mi piel.
Atravieso con ella el portal, siento como tira de mi una especie de tempestad, oscuridad y el bosque acoge nuestros cuerpos que caen al suelo impactando con fuerza.
Aulló de dolor, mi cuerpo ahora es mortal, no tengo ese enlace con Lakme y me resiento por ello. Apretó los dientes, alzó la mirada buscando a la inmortal que en el suelo empieza a alzarse buscando mi mirada.
-Te dije que no seria yo quien te traicionara.
Cierto era, en la taberna claro quedó que yo era un hombre de honor y por mucho que su visión le gritara que rompería el pacto, ahí tenia la prueba de que no.
Me puse en pie, la espada clavada en el suelo es mi premio, ese y no otro es el motivo que me trajo a París hace ya algún tiempo.
Me percato de que Lakme esta en buen estado, la frialdad que presento quizás ella no la entiende en este momento, mas tampoco voy a explicarlo.
Mi mano en la empuñadura, la saco del suelo y la cuelgo de la vaina de mi espalda, un guiño de ojo es la despedida que le dedico a la inmortal con la que he compartido mucho.
De cierto modo, ha terminado lo pactado, no se exactamente como actuar y a decir verdad, solo tengo ganas de llegar a casa y perderme en las sabanas de mi cama.
Siento rabia, rabia no porque el vinculo quede roto si no porque la he perdido, a ella y para mi era importante aunque no lo creyera.
El ente abandona su cuerpo reclamado por ese que un día dio la vida a Lakme, la espada en mi mano, me siento impotente, aunque se algo, que lo mataré, en esta vida o en la siguiente.
Como un muñeco de trapo me estampa contra una pared, no soy de los que se deja vencer y aferrando el acero, apretó los dientes y me alzo nuevamente, para luchar. Entre el revuelo Lakme regresa a la vida como el vampiro que siempre fue.
Una parte de mi queda aliviada, aunque algo me dice que este viaje lo habrá cambiado todo para siempre.
El oscuro humo vuelve a su recipiente abandonando al hacedor de Lakme, ahora su cuerpo incapaz de contenerlo cae al suelo inconsciente.
La vampiresa se alza mostrando venganza contra el rey, esta sedienta y todo el norte caerá ante su poder.
Clavo la espada en el suelo, un vórtice se abre, el portal es el momento de regresar, corro hacia ella, a al fuerza me hago con su cintura, se revuelve, es una bestia que me muerde, mas ahora no soy un humano y aguanto bien el dolor que la inmortal produce el rasgar mi piel.
Atravieso con ella el portal, siento como tira de mi una especie de tempestad, oscuridad y el bosque acoge nuestros cuerpos que caen al suelo impactando con fuerza.
Aulló de dolor, mi cuerpo ahora es mortal, no tengo ese enlace con Lakme y me resiento por ello. Apretó los dientes, alzó la mirada buscando a la inmortal que en el suelo empieza a alzarse buscando mi mirada.
-Te dije que no seria yo quien te traicionara.
Cierto era, en la taberna claro quedó que yo era un hombre de honor y por mucho que su visión le gritara que rompería el pacto, ahí tenia la prueba de que no.
Me puse en pie, la espada clavada en el suelo es mi premio, ese y no otro es el motivo que me trajo a París hace ya algún tiempo.
Me percato de que Lakme esta en buen estado, la frialdad que presento quizás ella no la entiende en este momento, mas tampoco voy a explicarlo.
Mi mano en la empuñadura, la saco del suelo y la cuelgo de la vaina de mi espalda, un guiño de ojo es la despedida que le dedico a la inmortal con la que he compartido mucho.
De cierto modo, ha terminado lo pactado, no se exactamente como actuar y a decir verdad, solo tengo ganas de llegar a casa y perderme en las sabanas de mi cama.
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