AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Plazos para el cielo {Privado}
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Plazos para el cielo {Privado}
Temprano en la mañana, como era habitual en la mansión Zalejsk una mujer yacía despierta caminando presurosa entre los enormes pasillos de aquella mansión evitando levantar el volumen de su voz o algún ruido de lo más fuerte para con ello no despertar al señor de la mansión, su amado y respetado esposo a quien amaba.
Que enorme mentira
Ølyva, lo sabía pero estaba peleando con uñas y dientes por salvar su matrimonio y llevarlo de la manera como debería ser, tal como las notas altas de las canciones que en teatro suele entonar. El desayuno está listo y espera a que su señor baje para sentarse junto a ella en esa mañana, pero lo que encuentra es un hombre que se marcha lo más rápido sin cruzar palabras con quien se supone es su esposa; triste, sola teniendo como único consuelo el teatro.
Los minutos se volvían eternos entre la costura y lectura, no podía estar calmada con apenas las diez de la mañana; una de las doncellas se acercó a la joven dama con una sonrisa en su rostro de quien oculta algo, y claro, era la amante del señor, informándole de su marcha por las compras; fue ahí que la mujer vio un momento de escape y aire fresco, no vaciló en acompañar a la doncella a realizar dicha tarea aun con la contrariedad de la sirvienta que alegaba cualquiera negativa para no permitir a la mujer acompañarla.
Sin más tuvo que quedarse y viéndose sola en su mansión salió al jardín, con la fresca brisa de la mañana comenzó a cantar la notas de la opera que aquella noche tendría que evocar en el teatro de la ciudad, practicaba mejor sola por lo que se atrevió a soltar su alma en cada melodía llevando su voz de las notas más graves hasta las altas en un suplicio hacia los ángeles por el amor y la desgracia como Otelo; sus lágrimas se hicieron presentes al culminar las notas quedándose sin opciones se desplomó sobre el césped llorando en silencio por lo aburrida de su vida, por su matrimonio, por la indiferencia de su esposo.
Su vida era una mentira.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Los colibrís son animales que anuncian el buen estado de un ser querido.
El pasado del joven Dashwood era dichoso, pero de la nada ahora se despertaba en su habitación, con un inmenso dolor de cabeza del que tuvo que situarse durante un minuto quieto sobre la almohada. A su lado vio a una de sus sirvientas desnuda y cubierta con la sabana y miro hacia el otro lado para ver una botella de alcohol medio vacía, pudo intuir lo que pudo haber pasado. Levemente despertaba a la sirvienta de cabellos flameantes y cuando esta despertó se disculpó a lo que Arthur solamente sonreía diciéndole que no pasaba nada. Debía tener algo por las pelirrojas porque esta era la segunda…Negó haciendo un ademan a la sirvienta para que siguiera su camino y le preparase el desayuno a lo que esta rápidamente asintió.
Tras después de media hora de despertarse y bañarse rápidamente, bajo a la sala de estar en donde le esperaba un delicioso desayuno, su violín delante de su rostro para poder empezar a practicar de nuevo en una nueva mañana de Invierno. Estaba disfrutando de unas buenas tostadas y un café bien calentito, cuando de repente vio al vecino hablar con la sirvienta, ahora caía. Esa residencia, la que se veía cerca de la suya propia era la de una cantante de ópera y su esposo. Según lo que había escuchado de la servidumbre era un matrimonio sin amor. Suspiro al pensar en los matrimonios posiblemente concertados. En su caso no había tenido demasiada suerte. A su único amor la asesinaron en mitad de la calle. Ahora estaba en Paris, solo y con un nuevo objetivo en la vida.
Cuando iba por la segunda tostada, ve a la vecina, una mujer morena y de rostro fino y de mirada castaña. Arthur sabía que estaba mal, pero era una mujer con carácter y con tanta elegancia que algunas veces la había visto a través de la ventana y se había pasado un buen rato observándola desde su sala de estar, pensando en invitarla a un té o algo pero siempre se acobardaba porque su esposo estaba de por medio y le daba temor enfrentarse. Solo estaba él solo y su familia estaba en la otra punta del mapa. Una vez que se cruzó por el camino de su vecina, Arthur la ayudó a levantarse del suelo mientras su esposo había seguido el camino. Eso fue hace unas semanas, pero ahora mismo, su vecina parecía discutir de un modo acalorado con la sirvienta que finalmente se alejó sola por su pie y ella, se metió en el hogar.
Arthur la vio triste. Estaba decidido.
Arthur se acabó su desayuno y enseguida se puso su abrigo para poder cruzar la calle. Estaría siendo atrevido pero no podía aguantar la curiosidad. Cuando vio que el esposo de su vecina se había ido antes y momentos después a la sirvienta, prefirió no pensar demasiado lo evidente, pero ¿con que excusa se introducía a su vecina? ¿Con el filo de su batuta? Vale, no, pero lo mismo de un momento a otro, encontraría una solución al bloqueo en su mente.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Sentada estaba ahora sobre el césped, sus ojos admirando el cielo matutino deseando en su corazón el haber tenido un hijo, el tener aunque sea una mascota pero su esposo no era un amante de los animales y tenía alergia a ellos, lo único que tenía de compañía era el canto de las aves que llegaban a las pequeñas casas que compró cuando estuvo de viaje, su jardín se veía siempre precioso con bellas plantas y flores en armonía con una fuerte y las aves que pequeñas que deleitaban con ello.
Ølyva, se mantuvo en silencio un momento hasta que las aves la rodearon atraídas por su canto y lágrimas, de nuevo volvió a entonar la melodía de la ópera, una sonata aún más triste y melancólica que le arrancó más lágrimas por la soledad de su corazón, su manos temblaban y las notas subían de tono hasta un agudo perfecto y melodioso que terminó con el gorgoteo de las aves y su aletear, se sintió tan feliz por haber recibido aunque sea una calidez como ella de sus pequeñas visitantes matutinas.
Limpio sus lágrimas sentándose en el césped nuevamente, contra el árbol de mango que tenía, su fruta favorita, la sombra de este la refrescaba que en ese momento agradecía por ello para calmar su triste ser. No supo en que momento calló dormida, en medio de las hojas que caían así como los pétalos de las flores que volaban por el jardín por la brisa de la temporada.
Una bella pintura de tranquilidad y soledad.
Ølyva, se mantuvo en silencio un momento hasta que las aves la rodearon atraídas por su canto y lágrimas, de nuevo volvió a entonar la melodía de la ópera, una sonata aún más triste y melancólica que le arrancó más lágrimas por la soledad de su corazón, su manos temblaban y las notas subían de tono hasta un agudo perfecto y melodioso que terminó con el gorgoteo de las aves y su aletear, se sintió tan feliz por haber recibido aunque sea una calidez como ella de sus pequeñas visitantes matutinas.
Limpio sus lágrimas sentándose en el césped nuevamente, contra el árbol de mango que tenía, su fruta favorita, la sombra de este la refrescaba que en ese momento agradecía por ello para calmar su triste ser. No supo en que momento calló dormida, en medio de las hojas que caían así como los pétalos de las flores que volaban por el jardín por la brisa de la temporada.
Una bella pintura de tranquilidad y soledad.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Estaba completamente nervioso y aun sin ningún pretexto para poder atraer la atención de su vecina.
¿Con que actuaba o decía o permanecía quieto como estatua?
Arthur estaba delante de la puerta, se quedó con la mente en blanco, su pelo retiro hacia atrás, se re-ajusto el abrigo que llevaba encima y la primera cosa inconsciente que hizo fue tocarla superficie de la puerta. Vale, primer paso dado, pero nadie respondía. Volvió a llamar esta vez del manojo de hierro sobre la puerta - ¿Hola? –Pregunto poniéndose nervioso, no porque fuera a volver el esposo de la vecina sino porque nadie respondía y que podría estar haciendo el ridículo frente a la puerta de su casa. Volvió a tocar la puerta y esta vez le atendieron una sirvienta de ojos marrones y cabellos cual rayos de sol – Buenos días, ¿está tu señora? –Pregunto con una cara sonriente – Te-tengo uno de sus pajarillos que…cayó en mi jardín el otro día – De repente se había acordado de un pequeño ave propiedad de su vecina.
Que tonto había sido al no recordarlo – Y M-me preguntaba bueno, quiero decir que cayó con un ala rota pero está recuperándose satisfactoriamente –tosió pues se estaba quedando sin palabras – Ah, podrá-a recogerlo en cuanto el enfermo ruiseñor este recuperado, pero que puede venir a mi residencia – señalo la mansión de justo enfrente – a ver al pajarillo enfermo – Dijo con una sonrisa, ya, se acabaron las ideas, ya no se le ocurría que más decir – bueno, eso mismo. Estaré todo el día en mi residencia por lo que no habrá problemas de algún tipo de horarios – Se rasco el pelo nervioso y sin saber que más decir y con un gesto de mano y una reverencia se dirigió hacia el interior de su mansión, rápidamente a sentarse en el sofá para no desmayarse de los nervios que circulaban por todas sus piernas.
¿Vendría su vecina para ver el estado de su pájaro? ¿Podría ser verdad? Enseguida mando a la servidumbre recoger y ordenar toda la casa a toda prisa, el desayuno lo recogió el mismo, su violín lo guardo en el hueco debajo de su escritorio, escondiéndolo de manos maliciosas y que pudieran perturbar las hebras de la música de su violín – volveremos algún día querido amigo….algún día…-y con ello echo con llave el hueco del escritorio, cerrándolo hasta nuevo aviso.
¿Con que actuaba o decía o permanecía quieto como estatua?
Arthur estaba delante de la puerta, se quedó con la mente en blanco, su pelo retiro hacia atrás, se re-ajusto el abrigo que llevaba encima y la primera cosa inconsciente que hizo fue tocarla superficie de la puerta. Vale, primer paso dado, pero nadie respondía. Volvió a llamar esta vez del manojo de hierro sobre la puerta - ¿Hola? –Pregunto poniéndose nervioso, no porque fuera a volver el esposo de la vecina sino porque nadie respondía y que podría estar haciendo el ridículo frente a la puerta de su casa. Volvió a tocar la puerta y esta vez le atendieron una sirvienta de ojos marrones y cabellos cual rayos de sol – Buenos días, ¿está tu señora? –Pregunto con una cara sonriente – Te-tengo uno de sus pajarillos que…cayó en mi jardín el otro día – De repente se había acordado de un pequeño ave propiedad de su vecina.
Que tonto había sido al no recordarlo – Y M-me preguntaba bueno, quiero decir que cayó con un ala rota pero está recuperándose satisfactoriamente –tosió pues se estaba quedando sin palabras – Ah, podrá-a recogerlo en cuanto el enfermo ruiseñor este recuperado, pero que puede venir a mi residencia – señalo la mansión de justo enfrente – a ver al pajarillo enfermo – Dijo con una sonrisa, ya, se acabaron las ideas, ya no se le ocurría que más decir – bueno, eso mismo. Estaré todo el día en mi residencia por lo que no habrá problemas de algún tipo de horarios – Se rasco el pelo nervioso y sin saber que más decir y con un gesto de mano y una reverencia se dirigió hacia el interior de su mansión, rápidamente a sentarse en el sofá para no desmayarse de los nervios que circulaban por todas sus piernas.
¿Vendría su vecina para ver el estado de su pájaro? ¿Podría ser verdad? Enseguida mando a la servidumbre recoger y ordenar toda la casa a toda prisa, el desayuno lo recogió el mismo, su violín lo guardo en el hueco debajo de su escritorio, escondiéndolo de manos maliciosas y que pudieran perturbar las hebras de la música de su violín – volveremos algún día querido amigo….algún día…-y con ello echo con llave el hueco del escritorio, cerrándolo hasta nuevo aviso.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Sumida en un profundo sueño en su jardín acompañada del canto de las aves que eran su única compañía a esas horas, al menos hasta cuando llegó su doncella, aquella dulce jovencita que se acercó a su señora levantándola de su sueño un poco molesta la joven por la actitud de la señora de la casa, incluso con una ligera recriminación sobre el haber terminado ahí abiertamente invitando a cualquier hombre o ladrón a hacerle algo, que una mujer no debería comportarse de esa manera y otras recriminaciones que siempre le solía hacer su esposo. Escuchar eso o le alentaba mucho.
Ingresó de nuevo a su hogar pasando las horas bordando en su pequeño saloncito que le fue otorgado por su esposo para que pueda hacer todas las cosas que quisiera y que le estaban permitidas. El bordar era lo que le calmaba, siempre en patrones de animales que veía por la ventana o la visitaban muy de vez en cuando. Escuchó tras la puerta como su doncella se quejaba con la cocinera sobre la visita de un joven a la señora de la casa por motivos de una mascota cuando ella no tenía ni uno, las recriminaciones de la doncella molestaron mucho a la señora que salió con el ceño fruncido y esta vez por primera vez tomó el puesto de dueña de su hogar.
—Francin, no tienes porqué ser tan grosera, es un vecino el hijo de una de las señoras de aquí y si no voy pueden pensar la señora que yo, la señora de esta casa me creo de alguna realeza, además es bueno socializar con los vecinos algunas veces—
La empleada iba a objetar algo a referencia del esposo de la señora, pero Ølyva rápidamente la calló con un gesto.
—Señora Martha, podría ir e invitar al joven y a su madre o hermana que vengan esta tarde a tomar el té, además de que traigan al ave para atenderla. Mi esposo lo agradecerá porque así se fomentan los lazos que a él le interesan, o al menos siempre lo dice—
Lanzó una mirada de desaprobación a su doncella que cruzaba los brazos negándose a recibir a los vecinos en la tarde. Comenzaron los preparativos en el jardín para el té con los vecinos.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Había esperado demasiado y nada ocurría.
Se preocupó un poco. Se acercó disimuladamente hasta la ventana del estudio en el que estaba y vio que una de las doncellas de la casa había regresado y que podía ver como la mujer que deseaba conocer argumentaba o hacía gestos de los que Arthur al otro lado de la ventana frunció el ceño y finalmente, cruzándose de brazos, se quedó junto a la ventana. Poco después sonó el timbre de su residencia y vio que era una de las doncellas de la residencia vecina.
Hizo una reverencia y esta le dijo que la señora de su casa le había invitado a que pasara una tarde tomando un poco de té, pero lo que noto en la doncella es que parecía algo en desacuerdo. Si Arthur le reprochara a la doncella delante de todos lo que en realidad hacía justo minutos después de que su señor dejaba la casa, seguramente se le caería esa cara de altivez que tenía al decirle aquello.
Rápidamente cogió una pequeña jaula, la relleno con un poco de refuerzo dentro de la jaula y metió en el interior al pobre pajarillo aun herido de un ala, mayoritariamente curando un ala rota de una puñalada. Cuando Arthur recogió al pequeño cerca de las escaleras frontales de la casa vecina, se le cayó el alma a los pies. El pajarillo disfrutaba verle tocar el violín pero cuando vio que se recuperó, entonces pensó que era hora de devolvérselo a su dueña pues esta seguramente le daría mejor cuidado que él mismo.
Arthur no tenía esto previsto, pero de todas formas conocería a por quien quería conocer. A una bella mujer que se pasaba todo el día sola, ahora vería el estado de su condición, si de verdad necesitaba rescatarla de las sombras que cada día su esposo la lleva arrastrando hasta que esta no pueda hablar o si de verdad se estaba haciendo meras ilusiones y debería entonces, dejar de insistir. El destino tiene a veces una manera desagradable de devolverte los recuerdos del pasado, si, su antiguo amor, su antigua ama de llaves por la que dejó Londres, por la que simplemente ahora vive solo y con chicas jóvenes de su edad para poder evitar caer en la tentación de hacer daño a alguien más, pero Arthur, solo quería salvar esta vez a aquella bella mujer, de bellos ojos marrones y porte elegante.
Se preocupó un poco. Se acercó disimuladamente hasta la ventana del estudio en el que estaba y vio que una de las doncellas de la casa había regresado y que podía ver como la mujer que deseaba conocer argumentaba o hacía gestos de los que Arthur al otro lado de la ventana frunció el ceño y finalmente, cruzándose de brazos, se quedó junto a la ventana. Poco después sonó el timbre de su residencia y vio que era una de las doncellas de la residencia vecina.
Hizo una reverencia y esta le dijo que la señora de su casa le había invitado a que pasara una tarde tomando un poco de té, pero lo que noto en la doncella es que parecía algo en desacuerdo. Si Arthur le reprochara a la doncella delante de todos lo que en realidad hacía justo minutos después de que su señor dejaba la casa, seguramente se le caería esa cara de altivez que tenía al decirle aquello.
Rápidamente cogió una pequeña jaula, la relleno con un poco de refuerzo dentro de la jaula y metió en el interior al pobre pajarillo aun herido de un ala, mayoritariamente curando un ala rota de una puñalada. Cuando Arthur recogió al pequeño cerca de las escaleras frontales de la casa vecina, se le cayó el alma a los pies. El pajarillo disfrutaba verle tocar el violín pero cuando vio que se recuperó, entonces pensó que era hora de devolvérselo a su dueña pues esta seguramente le daría mejor cuidado que él mismo.
Arthur no tenía esto previsto, pero de todas formas conocería a por quien quería conocer. A una bella mujer que se pasaba todo el día sola, ahora vería el estado de su condición, si de verdad necesitaba rescatarla de las sombras que cada día su esposo la lleva arrastrando hasta que esta no pueda hablar o si de verdad se estaba haciendo meras ilusiones y debería entonces, dejar de insistir. El destino tiene a veces una manera desagradable de devolverte los recuerdos del pasado, si, su antiguo amor, su antigua ama de llaves por la que dejó Londres, por la que simplemente ahora vive solo y con chicas jóvenes de su edad para poder evitar caer en la tentación de hacer daño a alguien más, pero Arthur, solo quería salvar esta vez a aquella bella mujer, de bellos ojos marrones y porte elegante.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
- Mensajes : 43
Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Cantando al arreglar su vestimenta así como su peinado atendiendo especialmente al vestido que usará para aquella tarde. Su doncella regresó a la mansión bastante molesta por la petición a cumplir de su señora, la cocinera preparaba todo lo que le había pedido sonriendo al tener a quien más cocinar a parte de aquella solitaria mujer aun con los reproches de la joven sirvienta que aún se mantenía recelosa de recibir semejante visita en la mansión del señor tanto como para dar excusas de cualquier tipo para que la señora cancelara dicha locura.
Apareció bajando las escaleras luego de horas de estar arreglándose, con un vestido blanco que delineaba su cuerpo así como se arrastraba por el suelo, su cabello recogido surcando una trenza alrededor, pendientes en tono plata y su anillo de casada en el dedo, un anillo que es más un grillete plateado que se marcaba en su dedo como muestra de ser de un hombre que poco tiempo pasaba con ella. Con elegancia y garbo caminó hasta el jardín donde a regañadientes la doncella había colocado todo para la cita de té de la señora, la encargada de la cocina mantuvo los postres y aperitivos a la altura, desde panques, pastelitos, tartaletas, pies, y otros postres tanto de dulce como de sal en varios sabores que acompañaron a la presentación con la vajilla de porcelana perfecta para la ocasión. Todo adornado con un gran árbol de frutos que se alza en medio del jardín y el canto de las aves que revolotean por el lugar alimentándose del maíz que deja en las pequeñas casas que ha comprado.
Sentada con la pierna cruzada admirando el paisaje de su jardín, la única obra de arte y expresión de un amor de antaño que ha profesado su esposo hacia ella quedando solo en un recuerdo fugaz y pasado. Aguardando en la espera de sus invitados bebiendo algo de té de jazmín con un toque de limón.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
- Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Arthur rápidamente pensaba en ir directo en sus palabras pero recordando de que la doncella podría ser la espía perfecta para el señor de la casa ya que eran tan unidos el con el otro, pero Arthur quería centrarse en la señora de la casa y cuando llamo a la puerta con la jaula en una mano la doncella le abrió la puerta y después de una reverencia, este entró y fue acompañado hasta el jardín que era donde estaba la señora de la casa.
- Madame….-Arthur comenzó diciendo el primero por puros nervios sus palabras se escapaban con facilidad y le hizo muestra de la jaula – A-Aquí está el pajarillo del que hablaba….lo-lo mismo no lo recuerda….lleva un buen tiempo conmigo….-Encogió los hombros un poco – Pe-pero puedo llevármelo si gusta…. – Esperaba o quería que la doncella les dejara a solas, miraba de la doncella a la señora de la casa, era bastante molesto no poder decir nada coqueto hacia la señora con la doncella cerca de su cogote, vigilándola, no sabía porque lo hacía o porque se preocupaba de su señora ya que era la doncella misma quien ayudaba a su esposo a ponerle los cuernos y cuando Arthur se asomaba a la calle por la ventana, el esposo y la doncella ni se cortaban un pelo en mostrar tal afecto…Vamos, deja la hipocresía. Si, los sirvientes lo hacen mucho acompañado de supervivencia y mucha maestría pero algunos saben el juego de ese rango social.
No es que Arthur les tuviera demasiada rabia hacia ese rango social, su enamoramiento pasado era de ese rango que pasó a un estatus mayor pero ese amor a cabo en las calles a bases de golpes de roca maciza.
- ¿Me permite? – Al carajo, no le importaba nada en absoluto, pero iría con cuidado. Arthur se tomó la molestia de tomar la mano de la señora de la casa y le beso el dorso de la mano – Mi nombre es Arthur, mi señora ¿Y…Cual es el nombre de mi bella anfitriona? – Arrastro las silabas de manera insinuante y acarameladas para poder darle un toque exótico al beso de la mano dorsal de su acompañante en aquel patio interior que en unos pies mas alla, se extendía en un acomodado jardín.
- Madame….-Arthur comenzó diciendo el primero por puros nervios sus palabras se escapaban con facilidad y le hizo muestra de la jaula – A-Aquí está el pajarillo del que hablaba….lo-lo mismo no lo recuerda….lleva un buen tiempo conmigo….-Encogió los hombros un poco – Pe-pero puedo llevármelo si gusta…. – Esperaba o quería que la doncella les dejara a solas, miraba de la doncella a la señora de la casa, era bastante molesto no poder decir nada coqueto hacia la señora con la doncella cerca de su cogote, vigilándola, no sabía porque lo hacía o porque se preocupaba de su señora ya que era la doncella misma quien ayudaba a su esposo a ponerle los cuernos y cuando Arthur se asomaba a la calle por la ventana, el esposo y la doncella ni se cortaban un pelo en mostrar tal afecto…Vamos, deja la hipocresía. Si, los sirvientes lo hacen mucho acompañado de supervivencia y mucha maestría pero algunos saben el juego de ese rango social.
No es que Arthur les tuviera demasiada rabia hacia ese rango social, su enamoramiento pasado era de ese rango que pasó a un estatus mayor pero ese amor a cabo en las calles a bases de golpes de roca maciza.
- ¿Me permite? – Al carajo, no le importaba nada en absoluto, pero iría con cuidado. Arthur se tomó la molestia de tomar la mano de la señora de la casa y le beso el dorso de la mano – Mi nombre es Arthur, mi señora ¿Y…Cual es el nombre de mi bella anfitriona? – Arrastro las silabas de manera insinuante y acarameladas para poder darle un toque exótico al beso de la mano dorsal de su acompañante en aquel patio interior que en unos pies mas alla, se extendía en un acomodado jardín.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
El sabor del té que se deshace en la boca de la bella dama que mantiene su postura recta y delineada al permanecer sentada en su asiento, con una de sus manos sobre su rodilla manteniendo la elegancia con el vestido blanco en la apariencia de una eterna novia. La voz de su doncella al pedir el permiso para ingresar con la visita desvía la atención de los recuerdos del pasado unos recuerdos muy dolorosos, que la lastiman, más en su rostro, se dibuja una sonrisa tan cálida como amable.
Responde con un gesto de negación de su cabeza; sus ojos van directo a la jaula con el ave tornándose sus melancólicos y tristes ante tal aspecto de la avecilla
—Francin podrías traer algo para atender al ave, por favor—
El tono empleado es suave, melodioso como si estuviera cantando para la doncella, pero esta responde con un gesto de mala gana
—Señora usted sabe que está en contra de todo esto y—
—Lo sé, pero no puedo dejar así al ave. Además no se lo diremos a él ¿verdad? Es mejor tener uno o dos secretos entre nosotras—
La doncella salió enfurecida, mirando mal al joven, aunque al darse media vuelta para reverenciarlo lo observó detenidamente despertando su interés así como deseo por él, quizás por el hecho de haber visto a la señora sonrojarse por el saludo del joven.
Sus mejillas se tornaron carmesís al recibir el beso y afecto de otro hombre, ya que hace tiempo no lo recibe de su esposo de quien solo obtiene golpes e insultos por su vejez, que ahora era alagada como una belleza. Retiró la mano justo cuando la doncella llegó con las cosas que le había pedido su señora dejándolas en la mesa corriendo a servir el té al joven, mientras tanto la señora se mantenía entretenida cuidando al ave hasta depositarla en una de las casas que colgaban de su árbol con algo de comida.
Regresó a tomar asiento despidiendo a la doncella que estaba a punto de refutar por dicha acción, pero la cocinera se la llevó de las orejas hacia adentro a hacer las tareas de la casa. Aquella mujer mayor era la única que sentía pena por la señora del hogar y que era su verdadera aliada y amiga en aquella enorme mansión.
—Disculpe mi franqueza joven, pero ¿y su madre, o hermanas? ¿Acaso vive solo?—
Alzó la taza de té tomando otro sorbo mirando al joven con una ternura, como si fuera un hijo. Pero no lo era.
—Que tonta, con razón mi esposo me lo dice. Muchos gusto joven, soy Ølyva Zalejska, esposa de Jhon Zalejsk. Mi esposo es un hombre de negocios invirtiendo en algunos negocios con compañías de exportaciones y transporte en las indias y en otros lugares—
Se sentía algo intimidada por la mirada del joven hacia ella, por eso sus mejillas se tornaban más rojas
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Escuchando atentamente a las palabras de su anfitriona con una sonrisa en su rostro que no desaparecía pero mantenía esa mirada interesada a la vez de inquietante sobre Olyva – Es un precioso nombre, Sra Zalesjka –Sonrió ladinamente – No, mi familia se encuentra en tierras londinenses. Yo me mudé para poder comenzar una nueva vida y así…-encogió los hombros- poder ejercer mi sueño de ser violinista – Seguía sonriendo, no podía quedarse serio estando delante de ella, le era imposible pero en verdad era evidente que la tristeza emanaba de Olyva.
– No se preocupe, parece que su esposo estará lejos –suspiro – Lamento si parezco atrevido pero es mucho tiempo…fuera de casa –suspiro algo entristecido por su anfitriona – Lo…lo siento mucho –asintió como compadeciendo a Olyva – Pero no hablemos de cosas tristes. Sé que tiene voz tocada por los ángeles, madame. Deberíamos hacer un dueto, usted y mi violín… poderosa combinación.
Arthur fue interrumpido por escuchar unas tazas romperse. Giro su cabeza y un poco de su cuerpo para ver como la doncella recogía unos trozos de cerámica del suelo mientras una doncella anciana la recriminaba – Disculpe, ¿estoy causando un desorden aquí? –Pregunto con risa en su rostro, se retiró nervioso un poco el pelo hacia atrás, se ajustó su pajarita a modo de tic nervioso para después descubrir que estaba nervioso por ninguna razón.
– Lo…lo lamento no es mi intención de traer caos a esta residencia – probó una de las pastas y por poco vomita delante pero se aguantó, puso una cara de disgusto, quería morirse por el nefasto sabor de las galletas que no era educado escupirlas que al final se comió – Puaj…Lamento mi comportamiento pero no le recomiendo las pastas –acabo riéndose de la situación y de sí mismo.
Las horas pasaron, un par como mucho en la que ahora Arthur estaba viendo las obras de arte colgadas en uno de los escritorios de la casa, acompañado de su anfitriona y ambos a solas en aquella sola.
¿Qué debería de hacer?
¿No sé qué hacer? ….. Creo que dejaré esta figura en su sitio.
Arthur pensaba para sí mismo cosas que le estaban haciendo perder la cabeza, suspiro y lentamente se fue acercando hasta Olyva por detrás, acomodándose a la izquierda de ella y observo el cuadro que tenían delante de ellos – Los enamorados – dijo tras leer el rotulo del cuadro pintado a oleos de un par de enamorados - ¿estás bien...Olyva? –susurro cerca de Olyva, insinuante y rasgando la superficie de sus dientes para que fuese lo más escalofriante posible.
– No se preocupe, parece que su esposo estará lejos –suspiro – Lamento si parezco atrevido pero es mucho tiempo…fuera de casa –suspiro algo entristecido por su anfitriona – Lo…lo siento mucho –asintió como compadeciendo a Olyva – Pero no hablemos de cosas tristes. Sé que tiene voz tocada por los ángeles, madame. Deberíamos hacer un dueto, usted y mi violín… poderosa combinación.
Arthur fue interrumpido por escuchar unas tazas romperse. Giro su cabeza y un poco de su cuerpo para ver como la doncella recogía unos trozos de cerámica del suelo mientras una doncella anciana la recriminaba – Disculpe, ¿estoy causando un desorden aquí? –Pregunto con risa en su rostro, se retiró nervioso un poco el pelo hacia atrás, se ajustó su pajarita a modo de tic nervioso para después descubrir que estaba nervioso por ninguna razón.
– Lo…lo lamento no es mi intención de traer caos a esta residencia – probó una de las pastas y por poco vomita delante pero se aguantó, puso una cara de disgusto, quería morirse por el nefasto sabor de las galletas que no era educado escupirlas que al final se comió – Puaj…Lamento mi comportamiento pero no le recomiendo las pastas –acabo riéndose de la situación y de sí mismo.
Las horas pasaron, un par como mucho en la que ahora Arthur estaba viendo las obras de arte colgadas en uno de los escritorios de la casa, acompañado de su anfitriona y ambos a solas en aquella sola.
¿Qué debería de hacer?
¿No sé qué hacer? ….. Creo que dejaré esta figura en su sitio.
Arthur pensaba para sí mismo cosas que le estaban haciendo perder la cabeza, suspiro y lentamente se fue acercando hasta Olyva por detrás, acomodándose a la izquierda de ella y observo el cuadro que tenían delante de ellos – Los enamorados – dijo tras leer el rotulo del cuadro pintado a oleos de un par de enamorados - ¿estás bien...Olyva? –susurro cerca de Olyva, insinuante y rasgando la superficie de sus dientes para que fuese lo más escalofriante posible.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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Re: Plazos para el cielo {Privado}
La señora de la casa sonreía mostrándose calmada y serena en el asiento que ocupaba en ese instante, escuchaba atentamente las palabras de su invitado y asentía a como hablaba de su familia y la vida que quería llevar el joven Dashwood como violinista. Escucho hablar de su esposo para luego estar escuchando al joven de mucho tiempo fuera de casa, después se disculpaba y luego le pedía no hablar de cosas que a ella misma le pudieran entristecer hasta que sacó el tema de su manera de cantar “como los ángeles” para hacer un dueto con el joven Dashwood.
Olyva solo pudo reír delicadamente con el dorso de la mano sobre sus labios, haciendo una risa que termino en una sonrisa.
- Debe de estar nervioso por no venir de visita a otras residencias. Debería de abrir sus horizontes y descubrir nuevas amistades, así no estaría nervioso.
La señora de la casa escuchó como se rompían las tazas en el pasillo. Una de sus doncellas había sido realmente torpe en romper las tazas, esperando que no fueran de una vajilla importante, pero al menos se le quito un peso de encima cuando una de sus doncellas con más experiencia manejaba la situación pero mientras tanto escuchaba las palabras del joven violinista.
- Para nada. Mi doncella es a veces muy torpe en sus tareas por ello tengo una vajilla para este tipo de accidentes.
De nuevo, la señora de la casa soltó una risa de sus labios, esta vez no le dio tiempo cubrirse los labios con el dorso de su mano por lo que dejó entrever una sonrisa sincera. Las galletas nunca eran el fuerte de las cocineras por eso siempre mandaba a comprarlas a la zona comercial. Al pasar unas horas, la señora de la casa y su joven invitado, paseaban por los pasillos mostrándole el arte que les gustaba a ella y a su esposo, acabando así en una de las salas de la mansión en donde se quedó quieta, observando un cuadro con anhelo a que pasara en la realidad.
Una cruel realidad de la que ella sufría en silencio y de la que viviría así por mucho tiempo. Escuchó el comentario de su invitado a su izquierda, asentía dándole la razón pero la última pregunta le hizo tener un escalofrió que hizo que se abrazase a si misma.
- Sí, sí, estoy bien.
Olyva solo pudo reír delicadamente con el dorso de la mano sobre sus labios, haciendo una risa que termino en una sonrisa.
- Debe de estar nervioso por no venir de visita a otras residencias. Debería de abrir sus horizontes y descubrir nuevas amistades, así no estaría nervioso.
La señora de la casa escuchó como se rompían las tazas en el pasillo. Una de sus doncellas había sido realmente torpe en romper las tazas, esperando que no fueran de una vajilla importante, pero al menos se le quito un peso de encima cuando una de sus doncellas con más experiencia manejaba la situación pero mientras tanto escuchaba las palabras del joven violinista.
- Para nada. Mi doncella es a veces muy torpe en sus tareas por ello tengo una vajilla para este tipo de accidentes.
De nuevo, la señora de la casa soltó una risa de sus labios, esta vez no le dio tiempo cubrirse los labios con el dorso de su mano por lo que dejó entrever una sonrisa sincera. Las galletas nunca eran el fuerte de las cocineras por eso siempre mandaba a comprarlas a la zona comercial. Al pasar unas horas, la señora de la casa y su joven invitado, paseaban por los pasillos mostrándole el arte que les gustaba a ella y a su esposo, acabando así en una de las salas de la mansión en donde se quedó quieta, observando un cuadro con anhelo a que pasara en la realidad.
Una cruel realidad de la que ella sufría en silencio y de la que viviría así por mucho tiempo. Escuchó el comentario de su invitado a su izquierda, asentía dándole la razón pero la última pregunta le hizo tener un escalofrió que hizo que se abrazase a si misma.
- Sí, sí, estoy bien.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
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Re: Plazos para el cielo {Privado}
Arthur pudo ver cómo fue la reacción de Olyva al haberle susurrado aquello desde tan cerca, pero la mujer, él mismo estaba cayendo de nuevo en sus tentaciones más profundas e incluso cuando ocurrió lo que ocurrió y se dijo que tardaría un tiempo en volverse a enamorar, pero lo que le estaba pasando en ese instante con Olyva delante suya y con ese perfume embriagador colándose a través de sus fosas nasales, Arthur podría perder el control de un momento a otro, pero últimamente, lo atrevido le había servido hasta el momento, por lo que decidió probar suerte en hacer los siguientes pasos sobre la estructura ósea de Olyva.
Con un leve toser, Arthur se quita lo que es el abrigo y se queda en sus ropas principales. Observa de reojo que están a solas en aquel despacho y que con anterioridad se había cerrado con pestillo la puerta de la habitación, fue entonces cuando Arthur, lentamente fue moviendo sus manos a través de los huecos de las axilas de Olyva para rodearle la cintura con suavidad y comenzar a besarle lentamente la curvatura de su cuello, siguiendo con una de sus manos la toma del hombro mientras que con sus labios intenta abarcar más cuello para deleitarse con el sabor de aquel perfume.
Poco a poco va besando aquella curvatura tersa y firme que lo siguiente que hace fue darle la vuelta a Olyva en el sitio, para que quedaran frente a frente el uno del otro – Entiendo que esto es repentino, pero no hay nada de malo en que…-lentamente acariciaba su mejilla con el dorso de sus dedos mientras con la otra mano le sujetaba la muñeca para que no sufriera un rechazo directo – estés acompañada Olyva…- seguía sujetándole la mano – No pretendo que tengas ahora un odio hacia mí, pero me vuelves completamente loco, eres…-Acariciaba con la mano libre sus labios, deslizando aquel pulgar de su mano por mentón, curvatura de su cuello y ahora acariciaba su hombro deslizándose hacia abajo del brazo – Te deseo Olyva…y odio verte triste, sabiendo que tu marido te es infiel….- De hecho, al vivir delante de su residencia, era evidente la autenticidad de sus palabras.
- Puedes confiar en mis palabras Olyva – Decía con suavidad y hablándola por su nombre de pila – Sé que puedes sentir…lo noto en tu mirada asustada que quieres escapar de una prisión de marfil….ser correspondida….-Le tomo del rostro con suavidad, acariciándoselo con ternura – No te cierres…sé que apenas me conoces, pero dame una oportunidad. Puedo parecer un joven romántico y empedernido pero sé de lo que hablo, sé que es que no te sean correspondidos aunque lo desees con todas tus fuerzas – La acerco más del rostro – Conóceme y no te arrepentirás.
Con un leve toser, Arthur se quita lo que es el abrigo y se queda en sus ropas principales. Observa de reojo que están a solas en aquel despacho y que con anterioridad se había cerrado con pestillo la puerta de la habitación, fue entonces cuando Arthur, lentamente fue moviendo sus manos a través de los huecos de las axilas de Olyva para rodearle la cintura con suavidad y comenzar a besarle lentamente la curvatura de su cuello, siguiendo con una de sus manos la toma del hombro mientras que con sus labios intenta abarcar más cuello para deleitarse con el sabor de aquel perfume.
Poco a poco va besando aquella curvatura tersa y firme que lo siguiente que hace fue darle la vuelta a Olyva en el sitio, para que quedaran frente a frente el uno del otro – Entiendo que esto es repentino, pero no hay nada de malo en que…-lentamente acariciaba su mejilla con el dorso de sus dedos mientras con la otra mano le sujetaba la muñeca para que no sufriera un rechazo directo – estés acompañada Olyva…- seguía sujetándole la mano – No pretendo que tengas ahora un odio hacia mí, pero me vuelves completamente loco, eres…-Acariciaba con la mano libre sus labios, deslizando aquel pulgar de su mano por mentón, curvatura de su cuello y ahora acariciaba su hombro deslizándose hacia abajo del brazo – Te deseo Olyva…y odio verte triste, sabiendo que tu marido te es infiel….- De hecho, al vivir delante de su residencia, era evidente la autenticidad de sus palabras.
- Puedes confiar en mis palabras Olyva – Decía con suavidad y hablándola por su nombre de pila – Sé que puedes sentir…lo noto en tu mirada asustada que quieres escapar de una prisión de marfil….ser correspondida….-Le tomo del rostro con suavidad, acariciándoselo con ternura – No te cierres…sé que apenas me conoces, pero dame una oportunidad. Puedo parecer un joven romántico y empedernido pero sé de lo que hablo, sé que es que no te sean correspondidos aunque lo desees con todas tus fuerzas – La acerco más del rostro – Conóceme y no te arrepentirás.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Las palabras del joven le sonaron dulces pero a la vez amargas en su corazón que latía desbocado ante los actos de su invitado, no paraba de latir y retumbar como un loco enamorado. Se reprendió a si misma siendo que ya no era una jovencita, años que dejó de serlo y ahora era una mujer, una mujer casada con un esposo y hogar que matener, aunque solo fuera una fachada por los abusos de su esposo para con ella. Aún tenía la marca de uno de sus golpes en el deño meñique de su mano izquierda quedó chueco luego de que aquel hombre se lo fracturara. Hasta ahí le llegó el poder tocar el piano bien.
Su cuerpo se estremeció con el contacto de las manos suaves y dulces del joven, sus ojos se abarcaron a cerrarse disfrutando del contacto preguntándose cuando fue la última vez que alguien le había hablado de aquella manera, con aquellos susurros, cuando fue que alguien la había alagado de manera tierna y atenta. Nunca, ni su esposo lo hacía de él solo recibía insultos y malos tratos. Una flecha dolorosa se clavó en su pecho al oír las infidelidades de su esposo, ella sabía que el las tenía porque él se los decía pero nunca imagino que alguien extraño supiera, se sentía una estúpida en ese momento, muy avergonzada para verle a los ojos al joven, pero cada caricia que él propinaba le hacía olvidarse de todo, aunque aun su corazón latiente le pedía que se dejase llevar, su cabeza le recalcaba que estaba mal que ella era una mujer casada…pero en ese momento lo pensó, hace años que su esposo no la toca, no la besa y menos intimidad había entre ellos.
Cerró los ojos acercando sus labios a los de él esperando el beso en silencio, pero solo alcanzó a dejar murmullos
—Soy casada, y debo rechazar tu propuesta Arthur pero, no puedo negar que me hace feliz tus palabras—
Rompió aquel abrazo, aquel intimo momento caminando hacia la ventana con su respiración agitada y el rostro sonrojado
—Hace años que no recibo tiernas o atentas palabras de un hombre, menos una intención como ésta peor soñar el escuchar que soy hermosa, me has hecho feliz hoy—
Una lágrima rodó por su mejilla y la borró con sus dedos
—Debes creer que soy una mujer estúpida y patética por quedarme alado de un hombre como mi esposo, pero ¿Qué puedo hacer? yo aunque quiera ser amada no puedo, no lo merezco—
Sonrió mirándole por sobre su hombro, su corazón latía desesperado y el aroma del joven a través de su abrigo le hacía sentir cosas que jamás su cuerpo sintió
—Quiero escapar y encontrar mi propio paraiso—
Murmuro girando sobre si pegando su cuerpo a la ventana
—Vives solo verdad, tal vez pueda visitarte en uno de estos días, ahora que ya me has visitado nada me impide visitar a un vecino si estás de acuerdo con recibirme en tu casa y no te molesto—
Murmuró sonrojada y avergonzada al desviar la mirada. Se sintió en ese momento muy apenada por su atrevimiento en sus palabras.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
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Re: Plazos para el cielo {Privado}
No.
Esto era demasiado.
Jugar con el aguante del Dashwood, tenerlo en un estado de espera hasta que esta se decidiera si seguir viviendo o continuar pudriéndose en una casa en donde su marido se la pegaba a escondidas con una de las doncellas. Arthur solamente suspiro con pesadez, como descargando una carga de la que en sus hombros le están haciendo un gran pesar, pero no dice nada.
Solamente unos pasos van hacia donde estaba Olyva. Se queda quieto detrás de Olyva intimidando el poco espacio que había entre ambos. El rostro del Dashwood estaba tenso pero moviendo un poco el cuello para quitar un poco de tensión, su rostro se relajó – No con…-Rápidamente sus palabras se cortaron cuando fue uno de sus dedos rápidamente a limpiar una lagrima que recorría aquellas mejillas sonrojadas – No consientas que te encierre en esta prisión…-Su mano izquierda se colocaba en su cintura con total descaro que la acerco a su cuerpo, rodeándola con el brazo y la mano derecha apoyada sobre el hombro derecho de esta, para después esa mano moverla hasta la cornisa de la línea de su mentón, atrayendo la mirada hacia atrás para que ambas miradas coincidieran.
– Toda diosa merece tener a sus seguidores – Con palabras susurrantes miraba a los ojos de Olyva – Déjame al menos estar contigo en ese paraíso al que deseas ir, escapa de esta prisión en la que estas desgastándote con una esperanza que nunca va a llegar – de manera lenta y suave sus manos delineaban la línea de su cintura, Arthur comenzaba de nuevo a besarle la curvatura de aquel extenuante cuello mientras la mano izquierda junto con la derecha masajeaban y delineaban las deliciosas curvas del cuerpo de Olyva – Deja a un lado la humildad. Sabes muy bien cuánto vale tu belleza…. – Sus manos continuaban acariciando cada rincón, la mano izquierda subía por sus hombros seguida por la mano derecha hasta que finalmente ambas manos comenzaron a sincronizarse.
- Encuentro misterio en cada una de las partes de tu cuerpo. Veo brotar desde el fondo de tus pupilas una fuente inagotable de ternura y sensualidad - Seguía en la labor de aumentar el libido en aquella sala, su mano derecha y su mano izquierda dieron la vuelta a Olyva en el sitio, la mantuvo cerca de él durante todo el rato y no la soltaría en ningún momento - En la comisura de tus labios florece la mala hierba que seduce a los hombres como si se tratara de una flor carnívora. Lo que toques con tus manos o con tus pies se ilumina de júbilo, así como se va purificando el suelo al paso de los dioses….-Su mano izquierda atrajo a Olyva y este, atrayéndola de la cabeza, comenzó a romper los esquemas prestablecidos entre conocidos, Arthur comenzó con un retenido pero acentuado beso en los labios de Olyva, saboreando la boca de esta y robándole el néctar de sus labios, pero de inmediato se separó por milímetros de sus labios y sin ni siquiera pedir permiso a Olyva, este tomo el pasador del pelo de Olyva para quitárselo de una espléndida melena – No te guardes tus sentimientos ahora Oliva….- La tomo del rostro para después tomar sus manos y ponerlas sobre su propio corazón – Fíjate como te digo la verdad….de que puedes empezar de cero conmigo.
Esto era demasiado.
Jugar con el aguante del Dashwood, tenerlo en un estado de espera hasta que esta se decidiera si seguir viviendo o continuar pudriéndose en una casa en donde su marido se la pegaba a escondidas con una de las doncellas. Arthur solamente suspiro con pesadez, como descargando una carga de la que en sus hombros le están haciendo un gran pesar, pero no dice nada.
Solamente unos pasos van hacia donde estaba Olyva. Se queda quieto detrás de Olyva intimidando el poco espacio que había entre ambos. El rostro del Dashwood estaba tenso pero moviendo un poco el cuello para quitar un poco de tensión, su rostro se relajó – No con…-Rápidamente sus palabras se cortaron cuando fue uno de sus dedos rápidamente a limpiar una lagrima que recorría aquellas mejillas sonrojadas – No consientas que te encierre en esta prisión…-Su mano izquierda se colocaba en su cintura con total descaro que la acerco a su cuerpo, rodeándola con el brazo y la mano derecha apoyada sobre el hombro derecho de esta, para después esa mano moverla hasta la cornisa de la línea de su mentón, atrayendo la mirada hacia atrás para que ambas miradas coincidieran.
– Toda diosa merece tener a sus seguidores – Con palabras susurrantes miraba a los ojos de Olyva – Déjame al menos estar contigo en ese paraíso al que deseas ir, escapa de esta prisión en la que estas desgastándote con una esperanza que nunca va a llegar – de manera lenta y suave sus manos delineaban la línea de su cintura, Arthur comenzaba de nuevo a besarle la curvatura de aquel extenuante cuello mientras la mano izquierda junto con la derecha masajeaban y delineaban las deliciosas curvas del cuerpo de Olyva – Deja a un lado la humildad. Sabes muy bien cuánto vale tu belleza…. – Sus manos continuaban acariciando cada rincón, la mano izquierda subía por sus hombros seguida por la mano derecha hasta que finalmente ambas manos comenzaron a sincronizarse.
- Encuentro misterio en cada una de las partes de tu cuerpo. Veo brotar desde el fondo de tus pupilas una fuente inagotable de ternura y sensualidad - Seguía en la labor de aumentar el libido en aquella sala, su mano derecha y su mano izquierda dieron la vuelta a Olyva en el sitio, la mantuvo cerca de él durante todo el rato y no la soltaría en ningún momento - En la comisura de tus labios florece la mala hierba que seduce a los hombres como si se tratara de una flor carnívora. Lo que toques con tus manos o con tus pies se ilumina de júbilo, así como se va purificando el suelo al paso de los dioses….-Su mano izquierda atrajo a Olyva y este, atrayéndola de la cabeza, comenzó a romper los esquemas prestablecidos entre conocidos, Arthur comenzó con un retenido pero acentuado beso en los labios de Olyva, saboreando la boca de esta y robándole el néctar de sus labios, pero de inmediato se separó por milímetros de sus labios y sin ni siquiera pedir permiso a Olyva, este tomo el pasador del pelo de Olyva para quitárselo de una espléndida melena – No te guardes tus sentimientos ahora Oliva….- La tomo del rostro para después tomar sus manos y ponerlas sobre su propio corazón – Fíjate como te digo la verdad….de que puedes empezar de cero conmigo.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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Re: Plazos para el cielo {Privado}
Suspiró lento, las palabras que le eran susurradas erizaban su cuerpo, cerró los ojos dejándose llevar por la extraña sensación que producía oir aquellas palabras extrañas, raras, y bellas que lograron arrancar pequeñas lágrimas de felicidad al sentir que tenía algo de encanto femenino, un encanto que su esposo siempre le negaba y restregaba que no poseía. Se sintió poderosa, amada, deseada…se sintió una mujer, pero también algo cohibida por estar recibiendo las palabras de otro hombre que no fuera su esposo.
Trató de negar el beso pero no pudo, sintió la lengua de él entrar en su boca arrancándole un suspiro, sus manos trataron de alejarlo pero aquel beso le quitaba la fuerza de su cuerpo, de sus piernas y manos que solo tomaron la camisa ajena para sentirse algo de equilibrio. Rozó su frente contra el mentón del joven suspirando, tomando el aliento que había perdido con aquel beso, sus manos aun temblaban.
—Tus palabras son hermosas, lo suficiente como para enamorar a cualquier mujer—
Miro sus cabellos soltarse dando un rebote mostrando sus bucles negros, algo que ningún otro hombre había visto en ella, ni su esposo. Apartó la mirada avergonzada, giró dando la espalda sintiendo la mirada del joven sobre ella
—Por favor no me mires de esa manera, te lo ruego, devuélveme el broche. Si el se entera no quiero pensar lo que puede hacerme—
Murmuro con la voz que le temblaba y se quebraba. Sus deseos de aferrarse a ese deseo vago de encontrar un mundo mejor para ella, pero no pudo darse ese momento al alzar la vista y ver el retrato de su esposo, aquella enorme pintura que colgaba sobre una de las paredes de la habitación
—Lo siento, yo soy una mujer casada, no podría. Mi valor solo es el que mi esposo me pone, no soy una diosa ni nada de eso, pero—
Mordió sus labios pidiéndole que fuera él que sujetara de nuevo sus cabellos con su broche
—Puedo ir a visitarte cada tarde, quizás podamos hacer algo entre mi canto y tu melodioso instrumento de música ¿Quieres? Puedes hablar con mi esposo, seguro te pondrá más atención que a su horrible esposa—
Ríe ante sus palabras como si fueran una broma, pero no lo eran, aquella era la forma en que su esposo la trataba siempre, menospreciándola.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Más ya nada, Arthur se estaba desesperando pero en realidad le estaba dando pena lo que escuchaba de los labios de Olyva. Arthur se acercó de nuevo hasta Olyva, colocándose detrás de ella, la tomo de sus largos cabellos azabache tirando hacia atrás con cuidado con la mano izquierda, mientras que con la mano derecha le iba desabrochando su blusa con lentitud, fue introduciendo la mano derecha una vez la tenía abierta y fue introduciéndole su tarjeta de visita dentro de la ropa interior del sostén aprovechando así rozar con su mano parte de la glándula mamaria. Su mano izquierda fue soltando aquella cabellera.
– Espero no haberte hecho daño tirándote del pelo…no me dejaría ver los regalos que Dios te ha regalado bondadosamente – Terminó abrazándola de nuevo con ambos brazos por la cintura para abrocharle su blusa, de la que después olió durante unos minutos, impregnándose las fosas nasales de aquel maravilloso olor de Olyva. De nuevo con ambas manos, Arthur giró a Olyva en el sitio para poder mirarle a los ojos, sonreírle con la simpatía que caracterizaba al Dashwood, de nuevo acicalo el rostro de Olyva de una pestaña que se había quedado en su sonrosado pómulo.
- Te he metido mi tarjeta de contacto cerca de tu corazón…para que puedas acogerte a la esperanza de una vida mejor con alguien que, aunque te he conocido hoy sabe que vales mucho más que desprecios y falsas acusaciones. Ten esperanza Olyva, mis puertas están abiertas para ti….-encogió los hombros un momento – Si necesitas asilo o si tu bastardo marido te mete en problemas, acude a mi o a mi primo. Él enseguida me dirá y yo acudiré en tu ayuda…- Sonriendo, se alejó de Olyva para poder coger el broche y habilidosamente recogerle el pelo a Olyva, pero para cuando terminó el recogido, este se colocó detrás de Olyva, cerca de su oído – Esto…no se lo cuentes a nadie…lo de…que sé peinar a mujeres– tose disimuladamente para reírse después de lo que resultaría gracioso ver como un hombre tan viril como él sabe hacer cosas de chicas.
Arthur abrazó sin pudor alguno a Olyva por detrás, dejando que ella se diera el lujo de apoyarse sobre él, pero apoyando su mejilla contra la cabeza de Olyva Arthur se puso pensativo – No hay muchas chicas en mi vida siendo sincero – Sus parpados pestañearon varias veces, omitiendo el horrible recuerdo de lo que pasó la última vez que se enamoró y dicha mujer fue lapidada en frente de muchas otras personas. Beso la mejilla de Olyva antes de separarse de ella y cuando estuvo correctamente en su sitio frente a Olyva, Arthur sonrió como aquel que pudiera tener la oportunidad de tener de nuevo una oportunidad en el amor o una oportunidad de hacer algo correcto y salvar a un alma encerrada en su torre de marfil antes de que esta se marchitase por completo.
- ¿Esta tarde pues? Estaré practicando con mi violín, pero si no aguanto las ganas de estar lejos de ti, aunque estemos puerta frente a puerta, iré yo mismo a sacarte de tu….-miró el cuadro del esposo de Olyva con una cara de repulsión a pesar de que no conociera al tipo personalmente, pero si lo conocía por Olyva y lo que veía – pesadilla –Dijo esta vez mirándola con firmeza, mirándola sin mover ni siquiera las pestañas, Arthur fue acercándose a Olyva, estuvo justo delante de ella y sin pedirle apenas permiso si quiera la levantó de sus muslos con vestido y todo y la apoyó en el alfeizar de la ventana, bien apretado entre sus piernas.
– Eres realmente hermosa e inocente, pura y sensual al mismo tiempo. Si estuvieras conmigo….faltarían flores en el mundo para regalarte, faltarían horas para contemplarte….pero voy a ser paciente Olyva – acerco su rostro ligeramente al ajeno – porque lo bueno, se hace esperar – Diciendo esto, lentamente la bajó del alfeizar, pero no se separó del abrazo en el que estaban ahora – Me marcho pues…a no ser que quieras que me quede hasta que caiga la noche y vuelva tu esposo – Esperó una afirmación y hasta el momento en que se la diera, no se movería del sitio.
– Espero no haberte hecho daño tirándote del pelo…no me dejaría ver los regalos que Dios te ha regalado bondadosamente – Terminó abrazándola de nuevo con ambos brazos por la cintura para abrocharle su blusa, de la que después olió durante unos minutos, impregnándose las fosas nasales de aquel maravilloso olor de Olyva. De nuevo con ambas manos, Arthur giró a Olyva en el sitio para poder mirarle a los ojos, sonreírle con la simpatía que caracterizaba al Dashwood, de nuevo acicalo el rostro de Olyva de una pestaña que se había quedado en su sonrosado pómulo.
- Te he metido mi tarjeta de contacto cerca de tu corazón…para que puedas acogerte a la esperanza de una vida mejor con alguien que, aunque te he conocido hoy sabe que vales mucho más que desprecios y falsas acusaciones. Ten esperanza Olyva, mis puertas están abiertas para ti….-encogió los hombros un momento – Si necesitas asilo o si tu bastardo marido te mete en problemas, acude a mi o a mi primo. Él enseguida me dirá y yo acudiré en tu ayuda…- Sonriendo, se alejó de Olyva para poder coger el broche y habilidosamente recogerle el pelo a Olyva, pero para cuando terminó el recogido, este se colocó detrás de Olyva, cerca de su oído – Esto…no se lo cuentes a nadie…lo de…que sé peinar a mujeres– tose disimuladamente para reírse después de lo que resultaría gracioso ver como un hombre tan viril como él sabe hacer cosas de chicas.
Arthur abrazó sin pudor alguno a Olyva por detrás, dejando que ella se diera el lujo de apoyarse sobre él, pero apoyando su mejilla contra la cabeza de Olyva Arthur se puso pensativo – No hay muchas chicas en mi vida siendo sincero – Sus parpados pestañearon varias veces, omitiendo el horrible recuerdo de lo que pasó la última vez que se enamoró y dicha mujer fue lapidada en frente de muchas otras personas. Beso la mejilla de Olyva antes de separarse de ella y cuando estuvo correctamente en su sitio frente a Olyva, Arthur sonrió como aquel que pudiera tener la oportunidad de tener de nuevo una oportunidad en el amor o una oportunidad de hacer algo correcto y salvar a un alma encerrada en su torre de marfil antes de que esta se marchitase por completo.
- ¿Esta tarde pues? Estaré practicando con mi violín, pero si no aguanto las ganas de estar lejos de ti, aunque estemos puerta frente a puerta, iré yo mismo a sacarte de tu….-miró el cuadro del esposo de Olyva con una cara de repulsión a pesar de que no conociera al tipo personalmente, pero si lo conocía por Olyva y lo que veía – pesadilla –Dijo esta vez mirándola con firmeza, mirándola sin mover ni siquiera las pestañas, Arthur fue acercándose a Olyva, estuvo justo delante de ella y sin pedirle apenas permiso si quiera la levantó de sus muslos con vestido y todo y la apoyó en el alfeizar de la ventana, bien apretado entre sus piernas.
– Eres realmente hermosa e inocente, pura y sensual al mismo tiempo. Si estuvieras conmigo….faltarían flores en el mundo para regalarte, faltarían horas para contemplarte….pero voy a ser paciente Olyva – acerco su rostro ligeramente al ajeno – porque lo bueno, se hace esperar – Diciendo esto, lentamente la bajó del alfeizar, pero no se separó del abrazo en el que estaban ahora – Me marcho pues…a no ser que quieras que me quede hasta que caiga la noche y vuelva tu esposo – Esperó una afirmación y hasta el momento en que se la diera, no se movería del sitio.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Su cabeza daba vueltas en aquel momento, no podía pensar con claridad, se sentía algo acalorada y extenuada para el momento que estaba ocurriendo frente a sus ojos. Sus labios aun palpitaban por aquel beso, su piel quemaba por el contacto de la mano del joven, su corazón latía y podía sentir como sus pezones se mostraban por la tela del vestido. Suspiró con fuerza en ese momento, y fue su mano la que se levantó sosteniendo de la camisa del joven evitando que se saliera de su estudio.
Un silencio se quedó entre los dos cuando ambas miradas cruzaron, soltó la manga de la camisa y entonces soltó ella mismo sus cabellos de mujer casada, lo miró y se recargó contra la ventana de nuevo con los ojos cerrados, estaba esperando que él se acercar a besarla de nuevo.
—No me dejes decidir, mi cabeza dice algo y mi corazón otra. No se si hacer caso a mi razón o a mi cuerpo, Arthur—
Susurró el nombre del joven abriendo los ojos llamándolo con aquella mirada. Pero en ese momento entró la doncella, y rápido Olyva recuperó su compostura; la doncella miró con desagradó a los dos invitándolos de nuevo al jardín. Ella sonrió asintiendo fingiendo que estaba ensañando la casa
—Mi esposo la compró a mi gusto, con un toque más clásico y artístico, que tenga música y vida este hogar—
Fingió al cruzar junto al joven Dashwood, al pasar junto a su lado esta susurró
—Espérame en el jardín, por favor—
Se sonrojó y siguió a su doncella que la guió hasta la cocina. Ella dio unas indicaciones para la comida de la tarde y de la noche para recibir a su esposo, pero ante al ver que no había carne envió a la doncella a comprar por ella al mercado, sabiendo que se demoraría en conseguir carne de cordero fresco. Salió al jardín sintiendo como el viento de la tarde agitaba sus largos y negros cabellos sueltos
Vió al joven acercándose a él lento y susurrando
—Me confundes, tus palabras hacen que mi corazón se altere y no solo él si no tambien mi cuerpo que hace tiempo pensé que no sentiría nada y ahora me doy cuenta que puede excitarse con palabras como esas ¿Qué pretendes Arthur?—
Susurró abrazandole por la estada
—¿Acaso quieres seducirme para luego dejarme tirada, sola e ilusionada? Si es así entonces vete, pero si no entonces besame, besame hasta que el aliento se escape entre los dos, quiero ir a tu casa, iré, iré no sé como pero quiero ir, quiero estará a solas contigo ARthur—
Murmuró soltando al joven tomando de nuevo su figura de mujer casa y repetable.
Ølyva Zalejska- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 21/11/2016
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Con los brazos a su espalda, Arthur solamente pensaba en su mente como la iba a desnudar lentamente mientras en raciocinio solo estaba sonriendo de manera ardua y seductora.
-Espero que el eco de su hogar, haga sonar la música como gritos de satisfacción…al igual a como está organizada la casa.
Observó cómo se cruzaba por su lado, olió todo el aroma de Olyva que pudo atrapar sus fosas nasales, su cuerpo reacciono de manera inmediata teniendo que tomar un par de respiraciones profundas por no lanzarse de inmediato sobre ella. La escuchó perfectamente y allí que se fue hacia el jardín donde evidentemente la estaba esperando, se quedó parado ya habiendo entrado en el interior de aquel jardín hasta que la vio acercarse a él, escuchó aquellas palabras “¿Qué pretendes Arthur?” y tras pensar durante unos instantes las palabras correctas para aquella pregunta, sonrió para después responderle.
-Pretendo que algún día seas solamente para mí…
Le sujetó del rostro cuando sintió las manos ajenas alrededor de su espalda, bajo sus manos para cogerla de ambos hombros y sujetarla cerca de su persona. La escuchaba, le hablaba de manera asustada y luego de manera apasionada, ahora se estaba confundiendo él, pero para cuando la iba a responder o a decir alguna palabra Olyva se separó de su cercanía, pero no se iba a quedar así la cosa. Arthur se acercó de nuevo hasta Olyva y tomándola de manera apasionada de la cintura con el brazo derecho y con el rostro fruncido, acabó por besarla de manera apasionada, con la mano izquierda se deleitaba enredando sus dedos entre las hebras azabache de su espesa melena, seguía besándola y con la mano izquierda tomo la mano derecha de Olyva para que esta supiera la dureza de su polla que estaba a punto de explotar si no la tomaba en aquel instante.
-Sabiendo como estoy de excitado por ti, comprobarás que mis intenciones son verdaderas – la mano de Olyva que había puesto en su entrepierna ahora la puso sobre su propio corazón – y que aquí tengo mucho amor que otorgar a quien quiera corresponderme de la misma manera….o está esperándote a ti misma para que aceptes el…sentimiento que quiero entregarte a ti.
Cuando Arthur se acercaba hasta los labios de Olyva, escuchaba unas voces malsonantes y de un tono grave. Arthur no necesitaba ser adivino para saber de a quien pertenecía aquella estruendosa voz. Arthur pudo murmurar un audible “Rayos” cerca de los labios de Olyva pero rápidamente se separó a una distancia adecuada, poniendo sus manos detrás de su espalda en una pose de cortesía y que pudiera disimular su fervor por Olyva.
-Recuerde el ensayo general hoy a las seis de la tarde. Por favor sea puntual.
No sabía si detrás de él tenía a alguien o a quien creía que tenía detrás, pero Arthur no se movió ni un ápice, se quedaba mirando a Olyva a los ojos y le susurraba entre movimientos de labios “Se fuerte” Esperando a que pudiera captar el mensaje de fortaleza y que le pedía mantener hasta que ambos se reencontrasen de nuevo.
-Espero que el eco de su hogar, haga sonar la música como gritos de satisfacción…al igual a como está organizada la casa.
Observó cómo se cruzaba por su lado, olió todo el aroma de Olyva que pudo atrapar sus fosas nasales, su cuerpo reacciono de manera inmediata teniendo que tomar un par de respiraciones profundas por no lanzarse de inmediato sobre ella. La escuchó perfectamente y allí que se fue hacia el jardín donde evidentemente la estaba esperando, se quedó parado ya habiendo entrado en el interior de aquel jardín hasta que la vio acercarse a él, escuchó aquellas palabras “¿Qué pretendes Arthur?” y tras pensar durante unos instantes las palabras correctas para aquella pregunta, sonrió para después responderle.
-Pretendo que algún día seas solamente para mí…
Le sujetó del rostro cuando sintió las manos ajenas alrededor de su espalda, bajo sus manos para cogerla de ambos hombros y sujetarla cerca de su persona. La escuchaba, le hablaba de manera asustada y luego de manera apasionada, ahora se estaba confundiendo él, pero para cuando la iba a responder o a decir alguna palabra Olyva se separó de su cercanía, pero no se iba a quedar así la cosa. Arthur se acercó de nuevo hasta Olyva y tomándola de manera apasionada de la cintura con el brazo derecho y con el rostro fruncido, acabó por besarla de manera apasionada, con la mano izquierda se deleitaba enredando sus dedos entre las hebras azabache de su espesa melena, seguía besándola y con la mano izquierda tomo la mano derecha de Olyva para que esta supiera la dureza de su polla que estaba a punto de explotar si no la tomaba en aquel instante.
-Sabiendo como estoy de excitado por ti, comprobarás que mis intenciones son verdaderas – la mano de Olyva que había puesto en su entrepierna ahora la puso sobre su propio corazón – y que aquí tengo mucho amor que otorgar a quien quiera corresponderme de la misma manera….o está esperándote a ti misma para que aceptes el…sentimiento que quiero entregarte a ti.
Cuando Arthur se acercaba hasta los labios de Olyva, escuchaba unas voces malsonantes y de un tono grave. Arthur no necesitaba ser adivino para saber de a quien pertenecía aquella estruendosa voz. Arthur pudo murmurar un audible “Rayos” cerca de los labios de Olyva pero rápidamente se separó a una distancia adecuada, poniendo sus manos detrás de su espalda en una pose de cortesía y que pudiera disimular su fervor por Olyva.
-Recuerde el ensayo general hoy a las seis de la tarde. Por favor sea puntual.
No sabía si detrás de él tenía a alguien o a quien creía que tenía detrás, pero Arthur no se movió ni un ápice, se quedaba mirando a Olyva a los ojos y le susurraba entre movimientos de labios “Se fuerte” Esperando a que pudiera captar el mensaje de fortaleza y que le pedía mantener hasta que ambos se reencontrasen de nuevo.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Plazos para el cielo {Privado}
Su mujer no lo dejaría en paz ni cesarían las preguntas del porque pasaba tanto tiempo afuera de su residencia. Estaba completamente harto de las quejas de su esposa, de las miradas frías de su hija a la que mantenía alejada lo máximo posible de ese Bowlby, pero todo su esfuerzo le era nulo, pero por otra parte, Máni tenía otra vida, otra vida que compartía con su otro nombre, Jhon Zalejsky que lo usaba para intentar domar a una mujer hermosa pero que tampoco le avivaba el deseo que su verdadera esposa no lograba complacerle. Todas las mujeres eran iguales al parecer, pero en cualquier caso, tenía a su esposa con su hija adoptiva, tenía a Olyva sumisa ante su presencia, ambas no le satisfacían, pero al menos la doncella si hacía todo el trabajo posible por contentarle como él quería.
El caso es que esa mañana ahora le tocaba pasar por la mansión de su falso nombre, esperando a que un milagro ocurriera. Cuando salía de la mansión Gilmerië paso un momento por la residencia de Quimera pero esta al parecer no estaba o no estaría disponible para que pudieran encontrarse el uno con el otro. Máni entonces puso rumbo de nuevo el carruaje que llevaría a su otro hogar, al hogar de Zalejsky en donde estaría esperándole Olyva. Cuando llegó, este la miró y discutieron para variar. Al día siguiente Máni se fue del hogar para quedar a solas con la doncella.
Ambos pasaron un rato entretenido y pasadas unas horas para que nadie sospechase, se preparó para la interpretación que le tocaba pasar, solo esperaba a que se lo pusieran fácil. Dejó a la doncella que esta se adelantara, que fuera hacia la casa primero para que nadie pensara nada malo. Él iría después, y pensando que ya estaría allá, Máni se dispuso en marcha para dirigirse hacia la mansión. Cuando este entró vio en la percha de la entrada un abrigo que no era suyo. Un abrigo caro y elegante además que era para un caballero. De corte ingles y estiloso. Tendría que ser joven su invitado y obviamente dotado con sus dotes de licántropo, vio que tenían compañía.
Allí, a lo lejos a través del ventanal había un joven que estaba alejándose del rostro de su esposa. Sinceramente, Máni, en este caso Jhon, frunció el ceño sintiendo como si algo se le fuera de las manos, como si Olyva se le estuviera siendo robado de alguna manera. No le gusto esa sensación además de que él no compartía sus buenas mercancías con otro par de ojos avariciosos. Lentamente, fue andando hacia la entrada del jardín, quedándose frente a la espalda de quien fuera y frente a su esposa.
- Maldita furcia y frígida…. – Bufo murmurando en bajo - ¡Vaya! ¡Invitados! ¿No deberías de jugar con las niñas de tu edad, jovencito? ¿En lugar de estar acosando a cantantes de Ópera? O…. ¿Estar acosando a mujeres casadas?
El caso es que esa mañana ahora le tocaba pasar por la mansión de su falso nombre, esperando a que un milagro ocurriera. Cuando salía de la mansión Gilmerië paso un momento por la residencia de Quimera pero esta al parecer no estaba o no estaría disponible para que pudieran encontrarse el uno con el otro. Máni entonces puso rumbo de nuevo el carruaje que llevaría a su otro hogar, al hogar de Zalejsky en donde estaría esperándole Olyva. Cuando llegó, este la miró y discutieron para variar. Al día siguiente Máni se fue del hogar para quedar a solas con la doncella.
Ambos pasaron un rato entretenido y pasadas unas horas para que nadie sospechase, se preparó para la interpretación que le tocaba pasar, solo esperaba a que se lo pusieran fácil. Dejó a la doncella que esta se adelantara, que fuera hacia la casa primero para que nadie pensara nada malo. Él iría después, y pensando que ya estaría allá, Máni se dispuso en marcha para dirigirse hacia la mansión. Cuando este entró vio en la percha de la entrada un abrigo que no era suyo. Un abrigo caro y elegante además que era para un caballero. De corte ingles y estiloso. Tendría que ser joven su invitado y obviamente dotado con sus dotes de licántropo, vio que tenían compañía.
Allí, a lo lejos a través del ventanal había un joven que estaba alejándose del rostro de su esposa. Sinceramente, Máni, en este caso Jhon, frunció el ceño sintiendo como si algo se le fuera de las manos, como si Olyva se le estuviera siendo robado de alguna manera. No le gusto esa sensación además de que él no compartía sus buenas mercancías con otro par de ojos avariciosos. Lentamente, fue andando hacia la entrada del jardín, quedándose frente a la espalda de quien fuera y frente a su esposa.
- Maldita furcia y frígida…. – Bufo murmurando en bajo - ¡Vaya! ¡Invitados! ¿No deberías de jugar con las niñas de tu edad, jovencito? ¿En lugar de estar acosando a cantantes de Ópera? O…. ¿Estar acosando a mujeres casadas?
Máni- Vampiro Clase Media
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 11/06/2017
Re: Plazos para el cielo {Privado}
La sorpresa para Arthur no fue demasiado.
De alguna manera, sintiéndose un poco intimidado que de todas formas se esperaba tener esa sensación, observaba como aquel hombre un poco mucho más mayor que él lo miraba y le decía aquellas palabras, Arthur se movió hacia atrás unos pasos pero no pretendía de irse de allí tan pronto. Viendo a Olyva el rostro, temía que el simio que tenía al lado como esposo le hiciera algo de lo que ella no pudiera defenderse. Quería quedarse pero la mirada de aquel que era su esposo le decía que se fuera… ¿Acosando a mujeres casadas? ¿ÉL? Bueno, sí y no. Él era un fan de Olyva pero también le había robado el corazón múltiple de veces y hoy había sido el día en el que se había envalentonado en querer estar con ella y poder hacerla feliz porque él sabía que podría hacerlo.
- Seguro que ese no es el término correcto que busca, Monsieur.
Arthur se quedó mirando a aquel que era esposo de Olyva. Le repugnaba verlo tan protector por lo que en realidad no era suyo o en teoría, Olyva sufría más al lado de su esposo que en el tiempo que ha estado intimando con Arthur hace un rato. Una cosa tenía claro el inglés. Quería hacer feliz a Olyva. Quería tenerla entre sus brazos y hacerla feliz, que volviera a cantar como la primera vez que la escuchó en aquel anfiteatro en donde la vio por primera vez actuar. Quería ser su razón por la que ella despertara cada día, quería ser la razón por la que él tuviera que volver pronto a casa…más probable querer tener una vida a su lado…ya que en los sueños de Olyva no le bastaba para estar a su lado, por lo que, valiente de corazón, sus pies avanzaban hasta Olyva de manera firmes y directos, quedando cara a cara frente a Olyva, aun así sabiendo que su esposo estaba a su lado, observando.
- Tú lo sabes…bien – le levanto el mentón con el canto del dedo índice, haciendo que esta le mirara directamente a los ojos – Me tendrás en tus sueños – Aquello fue susurrado como pudo hacia Olyva, sin preverlo, el esposo de Olyva lo empujo lejos de Olyva, Arthur hizo todo lo que pudo por evitar que lo separaran de Olyva, pero al ser sujetado por dos criados por cada lado, el esposo de Olyva comenzó a darle una paliza de manera que Arthur no pudiera moverse en unos días y lo siguiente que Arthur toco con su rostro fue la arenilla de la calle tras haber sido tirado de manera bruta al igual que su abrigo fue tirado a su lado manchándose así de tierra y suciedad.
- ¡OLYVAA!! – Gritando dicho nombre quiso volver a entrar como pudo, pero de nuevo fue echado y las puertas fueron bloqueadas por dentro para que Arthur no pudiera entrar. Golpeando la puerta con pies y brazos, fue detenido por un oficial y Arthur al tener cara de niño bueno y buena reputación, convenció al oficial de que en el interior de la vivienda estaba en peligro una persona, una mujer de la cual tenía afecto y en cuanto lograron entrar en la residencia, los oficiales descubrieron que en el salón, una mujer de largos cabellos oscuros estaba siendo maltratada con la dureza de un cinturón sobre la espalda y esta estaba a cuatro patas con la cabeza sobre el suelo.
- ¡MALDITO ANIMAL! – Arthur no se lo pensó dos veces y se metió en una nueva pelea con el esposo de Olyva, parecía estar ganando pero la doncella que tenía afán del señor Zalejsky fue directamente y clavo un puñal en la lumbar de Arthur, dando así oportunidad del Sr Zalejsky de escapar en otra dirección pero por mala suerte, fue atrapado por la policía mientras Arthur gemía de dolor, pero al menos, estando cerca de Olyva, sabía que ya no estaba sufriendo de dolor a causa de los golpes del cinturón de Zalejsky.
De alguna manera, sintiéndose un poco intimidado que de todas formas se esperaba tener esa sensación, observaba como aquel hombre un poco mucho más mayor que él lo miraba y le decía aquellas palabras, Arthur se movió hacia atrás unos pasos pero no pretendía de irse de allí tan pronto. Viendo a Olyva el rostro, temía que el simio que tenía al lado como esposo le hiciera algo de lo que ella no pudiera defenderse. Quería quedarse pero la mirada de aquel que era su esposo le decía que se fuera… ¿Acosando a mujeres casadas? ¿ÉL? Bueno, sí y no. Él era un fan de Olyva pero también le había robado el corazón múltiple de veces y hoy había sido el día en el que se había envalentonado en querer estar con ella y poder hacerla feliz porque él sabía que podría hacerlo.
- Seguro que ese no es el término correcto que busca, Monsieur.
Arthur se quedó mirando a aquel que era esposo de Olyva. Le repugnaba verlo tan protector por lo que en realidad no era suyo o en teoría, Olyva sufría más al lado de su esposo que en el tiempo que ha estado intimando con Arthur hace un rato. Una cosa tenía claro el inglés. Quería hacer feliz a Olyva. Quería tenerla entre sus brazos y hacerla feliz, que volviera a cantar como la primera vez que la escuchó en aquel anfiteatro en donde la vio por primera vez actuar. Quería ser su razón por la que ella despertara cada día, quería ser la razón por la que él tuviera que volver pronto a casa…más probable querer tener una vida a su lado…ya que en los sueños de Olyva no le bastaba para estar a su lado, por lo que, valiente de corazón, sus pies avanzaban hasta Olyva de manera firmes y directos, quedando cara a cara frente a Olyva, aun así sabiendo que su esposo estaba a su lado, observando.
- Tú lo sabes…bien – le levanto el mentón con el canto del dedo índice, haciendo que esta le mirara directamente a los ojos – Me tendrás en tus sueños – Aquello fue susurrado como pudo hacia Olyva, sin preverlo, el esposo de Olyva lo empujo lejos de Olyva, Arthur hizo todo lo que pudo por evitar que lo separaran de Olyva, pero al ser sujetado por dos criados por cada lado, el esposo de Olyva comenzó a darle una paliza de manera que Arthur no pudiera moverse en unos días y lo siguiente que Arthur toco con su rostro fue la arenilla de la calle tras haber sido tirado de manera bruta al igual que su abrigo fue tirado a su lado manchándose así de tierra y suciedad.
- ¡OLYVAA!! – Gritando dicho nombre quiso volver a entrar como pudo, pero de nuevo fue echado y las puertas fueron bloqueadas por dentro para que Arthur no pudiera entrar. Golpeando la puerta con pies y brazos, fue detenido por un oficial y Arthur al tener cara de niño bueno y buena reputación, convenció al oficial de que en el interior de la vivienda estaba en peligro una persona, una mujer de la cual tenía afecto y en cuanto lograron entrar en la residencia, los oficiales descubrieron que en el salón, una mujer de largos cabellos oscuros estaba siendo maltratada con la dureza de un cinturón sobre la espalda y esta estaba a cuatro patas con la cabeza sobre el suelo.
- ¡MALDITO ANIMAL! – Arthur no se lo pensó dos veces y se metió en una nueva pelea con el esposo de Olyva, parecía estar ganando pero la doncella que tenía afán del señor Zalejsky fue directamente y clavo un puñal en la lumbar de Arthur, dando así oportunidad del Sr Zalejsky de escapar en otra dirección pero por mala suerte, fue atrapado por la policía mientras Arthur gemía de dolor, pero al menos, estando cerca de Olyva, sabía que ya no estaba sufriendo de dolor a causa de los golpes del cinturón de Zalejsky.
Arthur Dashwood- Humano Clase Alta
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