Me prometiste el cielo. (Privado)

Rumanía, 22 de diciembre de 1830

Nevaba suavemente sobre las montañas de Oltenia, Brianna se sentía bastante sola en su caserón, su hijo Velkan estaba de camino de vuelta a casa tras su visita a Serbia, y Elaine se encontraba en Noruega preparando algunas cosas para el enlace que se produciría dos meses después de la Navidad. Había querido casarse en invierno, a pesar de que ella le recomendó que esperase a la primavera, cuando todas las flores brotaban y se fundían los picos helados dando paso a colores verdes y amarillos. Pero su hija insistió en que la primavera era cuando más actividad bélica sufrían en Akershus y no quería privar a la fortaleza de sus fieros defensores. Además, no había peligro de que saliese ventisca o llovizna, Sirius podía cambiar el clima, así que fuera como fuese en su boda brillaría el sol.

Trabajaba en unos libros de cuentas sentada en su escritorio cuando observó un jinete sobre un caballo de potentes cuartos traseros. Esbozó una amplia sonrisa cuando adivinó la familiar silueta de Damon, seguramente sus hombres aparecerían tras de él en breve instantes. Habían criado a un hijo propio desde hacía 22 años, pero seguían sin poder estar juntos a nivel legal, la reina rumana, esa bruja oscura que condenaba a su reino con sus malas artes, seguía empeñada en aferrarse a la corona. Brianna ya había sobrepasado los cuarenta pero seguía ostentando una belleza serena, paciente, la que le había otorgado aquellos años de lucha contra viento y marea para mantener en pie su amor con el rey. Damon seguía como siempre, el tiempo apenas hacía mella en él, dada su naturaleza licántropa. Le prometió que algún día la haría su esposa y ella le prometió que entonces se convertiría en licántropo.

Pero el tiempo pasaba y por ella mucho más rápido, así que había estado dándole vueltas a ese asunto. Hablaría con Damon sobre la necesidad de que la mordiera, porque no quería desperdiciar la oportunidad de pasar con él una vida mucho más longeva, sobre todo ahora que sus dos hijos también vivirían más. Ella sería la única que moriría en la mitad del tienmpo y no quería perderse sus bodas, sus nietos y todo lo que podía llegar.

Recogió los libros y salió a recibirlo, su amor no había menguado ni un ápice durante todo aquel tiempo. A pesar de las dificultades, se mantuvieron fieles uno al lado del otro y aunque la reina dificultaba su existencia,habían aprendido a llevarlo.

Olteria, mi refugio, en eso se había convertido aquel lugar para mi durante los últimos 23 años.
Habíamos hecho un buen trabajo, Brianna me haba esperado durante todo este tiempo permaneciendo fiel, imperturbable ante el paso del tiempo.
Habíamos  criado  a nuestra preciosa hija Elaine, traído al mundo a Velkan y hecho un gran trabajo con Lobbo, teníamos tres hijos que habían crecido convirtiendose en personas fuertes, con principios y ahora la primera de ellas volaba del nido.
Admito me costo mucho de asumir que mi niña se había hecho mujer, nunca hubiera existido hombre sobre la faz de la tierra que la mereciera, sin embargo tras conocer mas a Sirius me había dado cuenta de que los habíamos educado bien, su elección había sido muy buena.

Velkan había acudido a pasar una semana fuera, él no lo decía, pero al parecer la baronesa servia le gustaba mas de la cuenta. Tenia ganas de conocerla y sabia que este la había invitado a alojarse en nuestra mansión junto a los Cannif que tampoco tardarían ya demasiado en llegar junto a nuestra hija.

Crucé el portón acompañado de mi séquito, como de costumbre, Brianna con su perfecta sonrisa aguardó a que desmontara.
Sus labios acogieron los míos, encontrándose despacio, ella era mi compañera de viaje, puede que cuando empezamos esta aventura en Rumania no esperara exactamente que las cosas fueran como eran. La reina se aferraba a la corona, maldita su oscuridad, y aunque nada deseaba mas que hacer oficial lo mio y lo de Brianna, seguía siendo un secreto a voces...que de momento no se podía contar.

La edad había cambiado su cuerpo ligeramente, mas mantenía en ella esa belleza serena, esos ojos brillantes y esos rasgos de belleza imperturbable.
Muchas eran ya las veces que le pedí que me permitiera morderla, su vida pasaba mas deprisa y yo la necesitaba , necesitaba mas tiempo con ella. Nuestros hijos eran licantropos, solo ella mantenía su humanidad intacta.

Abrazados nos adentramos en el despacho, besándonos mirándonos de forma cómplice, pronto tendríamos la casa llena de los invitados y nuestra felicidad no conocía parangón en estos momentos.

Una semana bastó para darme cuenta de dos cosas, que la condesa Serbia me gustaba mas de la cuenta y que era peligrosa como una mamba negra.
Dasha era inteligente, no era la típica mujer con ganas de desposarse, parir y lucir vestidos, a ella le interesaba algo muy distinto, los territorios.
Manejaba con sabiduría Serbia y tenerla de nuestro lado, asegurar así la frontera era algo que nos interesaba, desposarme con ella aseguraba prosperidad a Rumanía y yo era el príncipe, pensar en eso era mi deber, garantizar la seguridad de mi pueblo era por lo que mi padre había luchado desde antes de yo nacer.

Damon Landvik junto a su manada mantenía el equilibrio...de no ser él el rey, no se que hubiera sido de estas tierras pues la reina era una mujer oscura, que era frenada por el poder de mi padre que lejos de ceder a sus intenciones de traer el mal sobre todos nosotros, le plantaba cara y enfrentaba manteniendola en un perfil bajo.

Llegué a casa, mi madre me esperaba, junto a ella padre, abracé a ambos. La felicidad desbordaba en Oltenia, el refugio de mi familia. Mi hermana pronto llegaría con los Cannif y todo estaba dispuesto para darles alojamiento.
Los barcos los dejarían en serbia, así fue acordado, así que posiblemente escoltarían junto a ellos a la baronesa.

La boda había sido dispuesta en los viñedos, al parecer mi inteligente hermana había pedido una boda al aire libre, los bárbaros de su nueva familia eran demasiado ruidosos para meterlos en un gran salón.
Conocía a Sirius, era un buen hombre, no era tan salvaje como al parecer el resto de Cannif, sin embargo su poder era ilimitado, algo que me preocupaba, pues la reina de Rumanía podía ver en él un rival a enfrentar.

Sabia que la reina le inquietaba este enlace, así como la alianza que con el se sellaba. Höor Cannif era temido y adorado en demasiados lugares, un conde al que muchos elevaban al rango de un dios. Las leyendas acerca de ese hombre no conocían parangón, tenia curiosidad por saber como era un hombre como él.

Su familia no estaría al completo hasta que llegasen Elaine, Sirius y Lobbo. Pero su pequeño Velkan, que ya era todo un hombre, y muy guapo además, era su ojito derecho, al ser el pequeño y haber sido criado en un ambiente sin penurias, había disfrutado mucho más de su faceta como madre que con Elaine. Cuando la pobrecilla era pequeña y estaba tan enferma, se tenía que matar a trabajar para mantenerla y comprar las medicinas. Aquel horror quedaba ya muy lejos y todo eso se lo debía a Damon, el hombre por el que había perdido el corazón y la razón. El barco que los traía a ellos amarraría al un poco antes que el resto de invitados, la novia debía dar los últimos retoques al vestido, arreglos etc. Para todo lo demás había confiado en Brianna que sabía lo que se hacía.

Sentada sobre Damon, como si aún tuvieran veinte años, charlaban animadamente en el despacho.

— Así que ya tienes acompañante a la boda de tu hermana...La condesa Nikola. Lobbo dice que es muy guapa, yo no la he visto nunca, pero ya tengo ganas.— Tomaban unas copas de un vino de Borgoña que guardaba para ocasiones especiales.— Quiero deciros algo, sé que ahora es el momento de Elaine, y por eso lo haré cuando acabe todo esto pero... creo que ha llegado el momento y...— se puso muy solemne para decir lo que quería decir. Se levantó de las rodillas de Damon y miró también a su hijo.— He decidido que ya es hora de recibir el don de la luna. Somos una familia y sólo yo soy diferente por cómo han ido llegando las cosas y... aunque no sea nadie a nivel legal, eso no importa. Me importáis vosotros, quiero que permanezcamos juntos mucho más tiempo, quiero veros felices y estar ahí cuando me necesitéis, no quiero perderme nada, y siento que veintidos años a vuestro lado han pasado como un suspiro. Necesitaré vuestra ayuda y vuestro apoyo, yo no podré hacerlo sola, me pilla muy mayor y sé que no será fácil, pero es lo que deseo.

Había vivido de primera mano la transformación de Elaine, de Lobbo y de Velkan; había pasado muchas noches en vela, todas las de luna llena, siempre rezando para que todo fuera bien. Había sido testigo de los desacatos cometidos por lobos descontrolados, su hijo el primero, que mordió a Orión en una noche de descontrol...y ahora estaba pidiendoles unirse a ellos. A partir de ese momento compartiría con sus amores las luces y las sombras de ser un licántropo, sólo que ella iría con retraso y tendrían que ser ellos quienes la cuidaran. Ciertamente Brianna había cuidado de todos y cada uno de ellos sin descanso y de una forma totalmente abnegada, era el momento de devolverle tantos años de permanecer al pie del cañón, pero sería cuando pasase la boda de Elaine. Tenían mucho que celebrar y estaba muy agradecida a la vida por haberle dado una familia a pesar de las circunstancias y aunque sentía que la Reina le había robado la parte que le correspondía a ella, había acepatado el destino impuesto y ya sólo le quedaba dar ese paso para el triunfo de esa bruja fuera casi anecdótico, pues ella se había quedado con el hombre, el padre y el compañero, ella sólo con un rey sobre el papel.

Elaine dejó a las manadas para poder convertirse en mi esposa , en el poco tiempo que habíamos pasado en Noruega desde que volvimos de Rumania, había hecho grandes avances con ellas.
Estaban redactando una especie de leyes que mi padre firmaría, de ese modo se renovaria el tratado entre lobos y humanos.
Al menos la inmensa mayoría de las manadas aceptaban el liderazgo de Damon y el de Elaine como representante del reinado del indiscutible alfa, sin embargo en las zonas mas alejadas, habían unas cuantas rebeldes que no cedían y se mantenían ingobernables luchando contra Randulf y contra todo humano que se adentrara en los confines de sus tierras.

Nosotros viajaríamos unos días antes que el resto de los Cannif y Tollak, mi preciosa prometida quería ayudar a su madre a prepararlo todo, al menos lo que faltara y pasar un tiempo con ellos antes de darme el si quiero y regresar al norte convertida en mi legitima esposa.
El viaje fue largo, podría decir que tedioso, mas ciertamente al lado de Elaine nada podía serlo, compartíamos confidencias, nos reíamos y hablamos largo y tendido de sus asuntos con las manadas.
La buscaba cada amanecer, cada ocaso y siempre la tormenta arreciaba deteniendo mis ganas.
En alta mar era peligroso dejarme llevar, pero Elaine siempre lo tomaba bien, me calmaba y me encendía casi del mismo modo.
Al final acabábamos entrenando en cubierta, era el único modo en el que conseguía liberar adrenalina.

Cuando llegamos a Serbia la baronesa nos esperaba con una implacable sonrisa, mis ojos se centraron en aquel aura torturada.
Según Elaine era algo de su hermano Velkan o al menos se estaban conociendo de un modo mas profundo.
No me gustaba, no era trigo limpio o eso creía intuir, era humana así que era complicado leer su aura con la misma facilidad que a los sobrenaturales donde sus auras al ser mas potentes tenían una clara inclinación, en mi caso hacia la oscuridad, lo que había llevado al padre de mi prometida a juzgarme..no haría yo lo mismo con la joven baronesa.

Llegamos al salón donde Brianna sobre el regazo de Damon parecía solemne informar a sus hijos de su decisión.
Damon parecía complacido porque al final cedía a aquello que la había implorado al parecer durante demasiado tiempo.
La besaba ocn los dedos enredados, sin duda era la imagen idílica de un “matrimonio” que había enfrentado muchas tormentas y siempre había salido airoso de ellas.
Mi padre no tuvo suerte en su matrimonio, supongo era un hombre demasiado complicado ..o su situación lo era como para que funcionara, peor no había conocido persona mas integra y no podía negar que estaba rodeado de buenas mujeres, como Giuliana la mujer de Ulf, o Dani, su compañera de viaje, a veces tormentoso otras calmo.
Ambas habían sido para mi unas madres por eso estaba contento de que me vieran casándome.
Velkan parecía feliz por la decisión de su madre, una que implicaba tenerla mas tiempo a su lado y aunque sabíamos todos lo dura que era la trasformación, Brianna era una mujer impetuosa, de carácter temperamental que afrotaria su nueva condicion con mucha mas templanza de la que Velkan tuvo, podía dar fe de ello porque casi muero en el intento.

Velkan presentó a su madre y a su padre a la condesa.
-Esta es Dasha, la mujer que me ha mantenido entretenido lejos de mis obligaciones -bromeó mirando a su padre que de seguro ya le habría llamado al orden con respecto a eso.
Brianna la acogió con ese cariño que solía ostentar, Damon mas frio fue educado pero poco mas, supongo como yo alcanzaba a ver ese matiz de oscuridad, peor Velkan también era licano, advertirle de ello era absurdo, él veía lo mismo y aun así estaba allí, feliz con la baronesa de la mano.

El ultimo en llegar fue Lobbo, con su típica sonrisa ladeada y ese aire engreído que ostentaba.
Abrazo a su hermana y a su madre las primeras y después a Damon al que le dio un par de palmadas en el hombro.
Por ultimo saludó a Dasha y a Velkan, los dos se llevaban un año y estaban muy unidos así que las bromas pronto se sucedieron entre ellos uniéndome a mi al entuerto.
Lobbo quería celebrar una despedida de soltero, me negué en redondo pero ya andaban los dos planeandolo todo.
Luego decían que los peores eran mis hermanos, enarqué una ceja y resoplé. No pensaba celebrar una despedida en esas tierras, Elaine mejor que nadie sabia lo fácil que era descontrolarme.

El viaje por mar fue largo pero los buenos vientos los dejaron en el delta del Danubio en el Mar Negro rumano donde se abría al mar, el cual remontaron hasta el territorio compartido por los Landvik y los Nikola. Allí el barco estaría salvo y así procederían de la misma forma cuando llegasen el resto de la familia.

Elaine andaba dándole vueltas a un asunto pero no se lo dijo a Sirius, en Akershus habían encontrado en la gruta tras el agua de la cascada su refugio donde él podía descontrolarse sin problemas porque lo había recubierto de metal a modo de jaula de Faraday. Tendría que hacer lo mismo en Oltenia de algun modo, porque no pensaba quedarse sin noche de bodas, pero tampoco quería arruinar las cosechas de su madre con inundaciones. Una de las torres vigía se había quedado inutilizada porque antes el territorio de la baronía llegaba hasta allí pero ahora era mucho más extenso y no había frontera que vigilar. Alrededor sólo había bosques y llanuras así que podría ser útil. Mandaría a alguien instalar la estructura cuando llegasen.

En la casona de las bodegas, la baronesa disfrutaba de ver a toda su familia reunida incluido el rey, que se había podido alejar de su reina y de sus obligaciones por una semana. Cuando les comunicó su decisión, antes de que llegase Velkan y Dasha, brindaron por ello, pero era mejor guardar algo de celo porque no conocian a esa mujer, y aunque su hijo les había contado que ya sabía que era un lobo, mejor no revelar ciertas cosas. Llegaron los novios y todo fueron felicitaciones, abrazos y conversaciones atropelladas porque había mucho que hacer en muy poco tiempo. Sus hermanos querían llevarselo de despedida y Sirius trataba de poner excusas.

— ¿Por qué no? no pasa nada por divertirse un poco!!ya tendrás luego toda la vida para aguantarme a mi.— rió de las ocurrencias de Velkan, que no decía más que disparates.— Nosotras podemos hacer algo por nuestro lado.— Le apuntó a Dasha, que tendría que soltar al lobo por una noche.

Conociendo a sus hermanos, le montarian a Sirius una partida de caza y luego una comilona en un buen mesón, que acabaría en una taberna con música y bebida. No eran tan salvajes como los norteños, pero sabían divertirse. Por su parte, ella mandó a alguien a acondicionar la torre del bosque y tras repasar con su madre todo lo que tenían que hacer, le propuso a Dasha una cabalgada para conocer el territorio Landvik, una cata de vinos en la bodega y después una sesión completa de baños, manicura etc. Dejarse cuidar un poco era un placer.

La condesa recibió a los contrayentes en el espacio fluvial que compartían los Nikola y los Landvik, así lo habían pactado y así sería. Había desplegado una seguridad extrema para esos días, nadie osaría atacar las naves de los Cannif ni boicotear ese enlace de ninguna de las maneras, no al menos si tenían que cruzar su territorio. Estaba al tanto de que el rey noruego quería aniquilar a los rebeldes como fuera y tenía muchos contactos, pero en ese aspecto, a ella el rey Randulf se la sudaba completamente y sin embargo el rey Landvik no, porque era su vecino y tenía muchos intereses puestos en su corona.

Junto con Velkan, acompañaron a Sirius y a Elaine hasta las bodegas de su madre. Imaginaba un lugar más regio, menos rural, y quedó bastante sorprendida de que los herederos de la corona rumana se hubieran criado en una baronía tan modesta. Ciertamente tenía muchos territorios pero eran de cultivo, salpicados de aldeas y molinos. Su condado era muy diferente, había más soldados que campesinos, pero también contaban con minas de carbón y plata y eso lo hacía un territorio codiciado.

La baronesa la trató con esa calidez maternal que desprendía por los cuatro costados, igual que su hija y que Velkan, pero el rey landvik fue más bien cortante. No podía culparlo, se veía a la legua que no se fiaba ni de su sombra y hacía bien. Trataría de mezclarse con todos ellos, conocerlos, saber con quiénes andaban y qué entresijos se traían, la información era poder y ella la necesitaba toda.

— Me parece un plan fantástico, me apunto al cien por cien. Vosotros portáos bien... no vaya a ser que tengan que desterraros del país por disturbios y entonces ¿a dónde iríais? porque puedo cerraros la frontera.— bromeó con ellos cuando escuchó las tonterías que Velkan le proponía a Sirius.

Abrí los ojos como platos cuando Elaine me animo a ir con ellos a celebrar la despedida de soltero, quizás en mi cabeza imaginaba una despedida a lo norteño, como me la hubieran liado mis hermanos y a mi lo de descontrolarme siempre me pasaba factura, algo que Elaine sabia perfectamente.
-¿Estas segura? -le pregunté.
No quería quedar mal con los Landvik, Velkan y Lobbo parecían muy animados y entre ellos ya hablaban intentando organizar algo de forma rápida.

Me encogí de hombros asintiendo.
-Bien, esta noche podemos celebrarlo.
Mis palabras fueron el pistoletazo de salida para esos dos que como niños celebraron mi concesión. Velkan susurraba en el oído de Dasha algo que no alcancé a escuchar pero que la hizo reír, se les veía bien a esos dos.
Damon desconfiado como era no quitaba los ojos de encima en la reciente pareja, por suerte ahora la atención del lobo no recaía sobre mi, había conseguido, no sin esfuerzo, pasar el escrutinio de mi futuro suegro.

Por contra Brianna era cálida como acostumbraba, me abrazó y beso asegurando que yo me portaría bien como respuesta a las palabras de Dasha, que de quien no se fiaba era de sus otros dos hijos, lo que nos hizo reír a todos los allí presentes menos a Damon.
Abrazcé a mi esposa por la cintura.
-Vaya planazo -dije con una picara sonrisa -que no te hagan muchos masajes, ya cuando vuelva me encargo yo de eso.
Mordí con suavidad su labio inferior acariciando con mi nariz la ajena antes de alzar la cabeza hacía Damon que carraspeaba con esa cara de “estate quieto Sirius”
Aunque ni de lejos era tan bárbaro como mis hermanos, no podía evitar que para mi ciertas muestras fueran la mas de normales incluso en publico.
- Mis hermanos, primos, amigos y mi padre, llegaran mañana, me disculpo ya de antemano, se que mi cultura no encaja del todo con la vuestra, les he pedido que se esfuercen, peor..es como pedir al lobo que no aullé a la luna llena, todos tenemos nuestras costumbres arraigadas, marcadas fuego en nuestras entrañas, puede que os parezcan unos salvajes, de echo lo son, pero también gente en la que confiar, que va de cara y que nunca os traicionaran -fue mi defensa a ultranza de mis raíces, porque yo no iba a renegar de ellas.

Mi hermana y Dasha parecían hacer buenas migas, no tardaron en hacer planes para entretenerse mientras nosotros celebrábamos la despedida de soltero de Sirius. Que Dasha aceptara con tanto entusiasmo me llevó a sonreír acercando mis labios a su oído.
-Pórtate bien -susurré divertido maquinando ya lo que podíamos hacer nosotros -podríamos ir de caza por los bosques de Oltenia, adentrarnos en el bosque mediterráneo, ahí buena caza ¿veamos de que pasta esta hecho nuestro cuñado? ¿eres bueno con el acero cierto? ¿como se te dan las armas de fuego?
-Nunca he disparado un arma de fuego -reconoció el hechicero, lo que nos hizo a mi y a Lobbo reírnos encontrando una nueva diversión, enseñar a Sirius a disparar -Pero, soy un buen arquero, no me quedaré atrás en piezas que cobrarme.
-¡Vaya, vaya, hermanita, acabamos de sacar al nórdico que hay en él! -dije riéndome.
-Eso me huele a desafió -dijo Lobbo con una ladeada sonrisa -hecho, cacemos y a ver quien se cobra mas piezas, servirá para la boda, carne recién cazada ¿os parece?
Todos aceptamos el plan de la caza.
-Hay una Iglesia de madera en el bosque, podemos ir a la taberna a beber antes y quedar después allí con las chicas ¿que nos decís? -apunté mirando a Dasha -¿o teméis acudir al bosque por la noche?

Mi padre no había dejado de mirar a Dasha, podía notar lo serio que estaba, era un hombre desconfiado, no lo culpaba, si vida había estado lleno de traiciones y vivir con la reina oscura no era algo fácil.
Le hubiera pedido que aflojara un poco con mi invitada, pero sabia que no lo haría y eso solo encrudecería el momento, así que preferí hacer como si no me diera cuenta de esa mirada ámbar.
Ademas madre se afanó en mostrarse cálida con ella contrarrestando así la sequedad de mi padre.

No pregunté por la reina, pero en Rumanía la noticia de la boda de mi hermana era un gran acontecimiento, dudaba que la reina guardara silencio y no se la jugara a mi padre.
Esa mujer mantenía un silencioso desafió con este, de haber cogido un hombre tibio, un pelele, ella hubiera llevado a Rumanía a la destrucción absoluta.

No me gustaba esa chica, era una humana y aun así tenia trazas oscuras en su aura. En los sobrenaturales era algo mas “normal”...pero en el caso de un humano solo podía significar una cosa, que el mal de algún modo anidaba en ella.
No me gustaba que alguien así estuviera enredada con mi hijo, algo muy obvio por como se miraban.
Velkan era mayor, habíamos hecho un buen trabajo, el menor de mis hijos tenia fuerza, buen juicio y valores. Confiaba en su criterio, peor también sabia como las mujeres te pueden hacer perder tu buen juicio, como el amor es ciego, no así los vecinos.

No quería crear conflictos aquel día, no cuando la boda de mi hija mayor con el hombre que había elegido y que tenia mi mas profundo respeto se produciría en tan solo unos días.
Asentí al escuchar hablar a Sirius con tato fervor de aquello que amaba, el norte y su cultura y en parte su familia, eso mostraba de él la cara exacta que conocía, sin dobleces.
-Sirius, parte de mis raíces también son norteñas, mi mujer puede decirte que hay parte de ese bárbaro que describes en mi, tu padre es un gran hombre, se la labor que hace en Noruega. He depositado a mi hija en tus manos ¿crees no tengo fe en los bárbaros de los que hablas?
Se que protegen lo que mana a costa de su vida si es necesario, en eso no somos diferentes, yo protejo a los míos con ferocidad -mi mirada se hundió por un segundo en la de la la baronesa, esperaba entendiera el mensaje.

Señalé a mis dos hijos como si todavía fueran unos adolescentes y no los hombres que eran.
-Y vosotros dos, tener cabeza, cazar, beber, pero todo con moderacion, no quiero conflictos.
Mis hijos asintieron riéndose, mi dedo señaló a Sirius.
-Intenta no inundar las cosechas de mi mujer y los aldeanos.
Velkan se atraganto de la risa que le hicieron mis palabras, Lobbo le dio una palmada riéndose por lo bajo, Elaine frunció el ceño y Sirius se puso de todos los colores posibles lo que me hubiera hecho reírme de no ser porque tenia que guardar las apariencias.

Besé la mejilla de mi esposa que me miraba asegurando era incorregible.

Nos fuimos de cacería al bosque como teníamos planeado, la verdad es que a los hermanos Landvik se les veía muy cómodos en ese elemento, se notaba que eran licantropos, sus sentidos agudizados les ayudaban a localizar las presas, su rapidez a asediarlas y el manejo de sus monturas de un modo bastante distinto al mio les daban una gran ventaja.
Yo montaba como un bárbaro, así lo hacíamos los Cannif y no es que la caza se nos diera mal en absoluto, pero aquellos dos jóvenes parecían haber nacido para ser depredadores.

Nos divertíamos, aunque ese espíritu competitivo seguía presente en cada pieza cobrada. Ellos usaban armas de fuego, yo con el arco a mis espaldas no me quedaba atrás en muertes.
Finalmente Lobbo se coronó el vencedor por una pieza, Velkan no estaba del todo de acuerdo pues decía que el disparo había sido suyo y no de su hermano.

Tras dejar toda la caza en las cocinas de la mansión para que la prepararan para la boda, nos fuimos a beber a la taberna.
Allí ademas de bromear enardecidos por nuestra tarde de caza bebimos lo suficiente como para dejar Oltenia sin barriles.
Animados de mas tras jugar a los dardos y ver a Lobbo tontear con una morenita que acabó dandole su dirección para que la visitara en algún momento, nos fuimos al local donde habíamos quedado con mi futura esposa y hermana de los Landvik y con Dasha, la joven conquista de Velkan.
Lobbo presumía de haber ganado en las dos cacerías mostrándonos la mano donde con tinta llevaba la dirección escrita, pero Velkan insistía en que él ya tenia la presa segura, así que eso tampoco contaba.*

Las mujeres se habían ido a darse unos baños perfumados y a compartir algunas confidencias, hacer algunas compras y finalmente terminaron en un local mucho más fino que la taberna local. Allí servían vinos de las bodegas de Brianna y se servían platos más sofisticados, con postres decorados al estilo parisien. Brianna se retiró pronto dejando solas a Elaine y Dasha, que conversaban animadamente. Sobre todo hablaron de Velkan, Elaine sabía que a su hermano le gustaba esa mujer y ella no fingió desinterés, así que le preguntó algunas cosas a la novia y ella no tuvo problemas en compartir anécdotas de sus hermanos con ella, era tan natural como su madre y daba confianza a todo el mundo.

Estaban compartiendo un bonito postre de vivos colores cuando una mujer de felinos ojos verdes retiró una silla y se sentó con ellas sin pedir permiso. Era una mujer de cabellos castaños y labios finos, Elaine se tensó de inmediato. La Reina.

— Buenas noches señoritas. ¿Está bueno?.— clavó sus ojos esmeraldas en la loba sonriendo de medio lado. Elaine dejó de inmediato la cuchara.
— ¿Lo has envenenado? Eras una maldita bruja… mi padre acabará contigo un día de estos…— Dasha la contuvo frunciendo el ceño.
— ¿Sois la reina? Soy la condesa Nikola …— olió el postre y no le dio olor raro.— Vamos Elaine, dejemos este sitio, mañana es tu gran día, no dejes que te lo arruinen. No creo que lo haya hecho, pero por si acaso…*

Velkan había insistido hasta la saciedad en acudir a tomar la última a ese local "chic" donde servían los vinos de su madre. Lobbo me daba codazos con una picara sonrisa, ambos sabiamos que su idea era encontrarse con Dasha y seguramente siendo Oltenia pequeña estuvieran allí. La idea no me disgustaba, si algo tenia de bueno haber vivido entre Cannif es que mientras ellos iban ya doblados, yo estaba bastante mas sereno, y eso que era el que menso bebía de mis hermanos.

Entramos en el local, pude notar la tensión de los lobos nada mas atravesaron el dintel de la puerta centrando sus miradas en la mujer que frente a Dasha y Elaine quedaba.
¿quien seria esa mujer?
Para mi era un misterio, podía notar ese aura negra como la noche resplandecer y sin mas preámbulos nos acercamos los tres.
-Diria que es un placer encontrarme contigo -dijo Lobbo tan locuaz como de costumbre, pero dicen que los borrachos siempre dicen la verdad, haré pues honor a dicho refrán.
Velkan pasó la mano por la cintura de Dasha besando su mejilla.
-Deberiamos irnos -dijo ignorando a la mujer que tenia frente a si, aunque sus ojos ambarinos delataban las ganas que tenia de saltar a su yugular.

Besé los labios de mi agitada futura esposa y rodeando con mi brazo su cintura de forma protectora enfrente las esmeraldas de esa mujer.
Ella solo tenia ojos para mi y por unos instantes los dos nos desafiamos en una silenciosa gesta solo entendible por nosotros y la magia oscura que residía en lo mas profundo de nuestras almas.*

La Reina observó al norteño calibrando su magia y ese muchacho tenía mucha y muy potente, sus informadores no le habían mentido. Esbozó media sonrisa y hundió una cuchara en el postre relamiendolo después con esa expresión de vívora que se gastaba.

— ¡Oh! Los tortolitos…desde niña siempre has sido repelente e insoportable. Estoy por no dar mi consentimiento para esta boda, sólo para oirte gritar y refunfuñar.— Se estaba dirigiendo a Elaine, pues sabía que sin la firma de ambos, no habría boda “oficial” ella no podría conservar su estatus y sus bienes.— Quizás tu marido sea más sensato que tu. Verás, tenemos un pequeño problema de proporciones…mágicas. Ven conmigo, ayúdanos a resolverlo y quizás me piense estampar mi firma en ese papel.
Aquello olía a encerrona y Dasha estaba al tanto de que la reina rumana era una bruja, una hechicera oscura que sólo hacía el mal. Si se desencadenaba allí una guerra, como decía el refrán “a rio revuelto, ganancia de pescadores”.*

Ladeé la sonrisa entendiendo ahora quien era, la reina, esa de la que Elaine tantas veces me había hablado, la causante del mal que asolaba a su familia y que no permitía que sus padres fueran un matrimonio bien avenido, al menos "oficialmente"
-Teniendo en cuenta que soy un bárbaro, te aseguro que no abandero la cordura, ni porto como estandarte la sensatez. Por contra las "proporciones" se me dan bien, dudo mucho que pueda ayudarte en nada, no porque mi "proporción" sea menor que la tuya, bien sabemos los dos que no -la miré con aire engreído, uno que jamas ostentaba, pero que ante ella lo exhibí con orgullo -si no porque no uso mi magia para fines oscuros y ahora, si no te importa, dejanos disfrutar de nuestra noche, porque con tu firma o sin ella Elaine se convertirá en mi esposa y quizás, solo quizás, si tratas de impedirlo, use mis "proporciones" de un modo que no te gustaría.

Velkan me empujó para sacarme de allí, al parecer el único con dos dedos de frente era el hijo menor de Damon, pues Lobbo gruñía.*

Salieron todos de allí, Elaine a regañadientes, porque odiaba a esa mujer profundamente y era de las pocas personas que la sacaban de quicio. La reina sólo había ido a molestar, a sembrar la inquietud en la pareja, a conseguir que Damon se enfadara y tuvieran una bronca épica antes de acabar firmando o no, a menos de que él le ofreciera algo a cambio. Lo había visto tantas veces que no podía creer que todavía estuvieran así.

La inquisidora entendió a la perfección lo que había ocurrido allí y se excusó con que debía ir al baño, pero en realidad fue a darle un mensaje a uno de sus hombres de incógnito. Éste salió en busca del padre Raileanu, un párroco local que en verdad operaba también para la Santa Sede y que le pasaba información a su facción de tanto en tanto. Él se encargaría de mover la operación y tenía que ser pronto, porque esa mujer debía salir del escenario y pronto. Regresó con los demás unos minutos después y decidieron marcharse a la casona, nada les quedaba allí más que disputas y amargas palabras.*

Velkan trataba de calmar los ánimos, su discurso sin duda era el mas acertado, mas no el mas bélico, de donde yo venia las cosas se solucionaban de otro modo y colgar la cabeza de la bruja en una pica no se me antojaba algo tan absurdo como el joven Landvik me intentaba hacer ver.
-Vamos chicos, no entréis en su juego ,ha venido para esto, para que saltemos, para que le demos un motivo para ir y joder a mi padre, no firmar e indirectamente arruinar la boda.
Dejad que padre se ocupe de su " esposa" si él no ha puesto fin a su vida es por un motivo, padre mantiene el equilibrio, dejemos que la reina caiga ella sola por sus propios actos, la gente no es tonta y tarde o temprano se alzaran contra ella y ese dia yo mismo le arrancaré la yugular de cuajo, pero no será hoy, la noche antes de la boda de nuestra hermana.

Poco a poco fuimos calmándonos, de nuevo las bromas se sucedieron y el camino hacia la mansión estuvo lleno de anécdotas y sandeces varias que nos hacían reír dejando atrás la macabra escena.*

Llegaron a la mansión de la campiña algo más animados que antes, pero Elaine no estaba tranquila y fue a hablar con Damon, pero Sirius la interceptó. Charlaron unos momentos en el pasillo y finalmente la loba abandonó la idea.

—¡pero es que la odio! Y no quiero que nos arruine el día!! Ya sé que lo que quiere es la atención de mi padre y fastidiarle las cosas buenas que le pasan con nosotros, es lo que ha intentado toda su vida…cuando nació Velkan mandó un sinfín de espías y secuaces que trataron de liquidarlo, pero los cazamos a todos…no va a parar.

Dasha escuchaba al otro lado del pasillo y cuando escuchó ese comentario la recorrió un escalofrío por la espina dorsal. Tenía que liquidar a esa bruja, no permitiría que nadie que no fuera ella le arrebatase la vida a su presa. Garabateó unas órdenes en un código secreto, las introdujo en un pequeño cartucho que ató a la pata de un palomo y mandó a éste a donde debía llegar. Los refuerzos asomarían pronto. Crujió el cuello y exhaló el aire. Se miró al espejo y decidió aligerar un poco su atuendo, iba llena de joyas y adornos, que se quitó para dejarse sólo el camisón y salir al pasillo en busca del cuarto de Velkan, que seguro que se habría reunido con el rey para comentar lo ocurrido.*

Sirius trataba de calmar a mi hermana en el pasillo, los observé un momento antes de desaparecer para ir a hablar con mi padre. Me gustaba como ese hechicero cuidaba de mi hermana, yo también veía su aura negra como en su día lo hizo mi padre, peor conocía a ese hombre que un día salvó mi vida y al de su hermano era un gran norteño destinado a grandes cosas y lo que era indiscutible era que amaba a mi hermana y así se lo demostraba aferrando su rostro y besándola.

Entré en el despacho de padre, al parecer ultimaba unos preparativos para la boda, su sonrisa delataba lo feliz que le hacia el enlace, se le veía calmo, disfrutando de una copa de vino y supongo que con ganas de apagar las luces y perderse en el cuerpo de mi madre que de seguro lo esperaba en la habitación matrimonial de ambos.

-Padre, no quiero preocuparte, ni que se te lleven los diablos pues es lo que la reina pretende -su gesto cambio reflejando las lineas de tensión en su cara mientras sus dientes se apretaban y su mandíbula se cuadriculaba.
-La reina estaba en el local de Oltenia, hemos tenido un encontronazo, al parecer quería que Sirius la ayudara en "algo" y se ha mostrado reticente a firmar el consentimiento de la boda si este se negaba.
Elaine se ha puesto muy nerviosa, no te preocupes, Sirius esta con ella, calmándola, pero quería estuvieras la corriente del incidente, sabemos que esa mujer es peligrosa y quizás no estaría de mas andar a alguien de la manada para asegurarnos de que no trama nada.

Dasha se coló en el cuarto de Velkan y al no verlo, decidió esperar. Paseó por aquella habitación observando cada detalle, su ropa en el armario, sus libros, sus armas, todo lo que contenía aquella habitación hablaba de él. Iba a cobrarse un buen trofeo: la reina rumana. Tendría que darles un tiempo a los Landvik, porque no era conveniente cazar muchas presas a la vez, eso levantaría sospechas. De algún modo ese pensamiento la alivió, porque en su subconsciente deseaba tener más tiempo con él, esperaba que sucediera algo que lo alejara del destino que ella debía trazarle. Se tumbó en su cama mirando al techo y notando la adrenalina correr, acababa de desencadenar una caza de brujas en toda regla. Seguramente a esas horas ya hubiera un equipo de soldados de la cruz asegurando el perímetro, algún condenado asegurándose de que esa bruja no se escapaba con sus artes oscuras, y todo ello en el más absoluto sigilo. La Inquisición contaba con todo el aparato necesario para llevarlo a cabo, pero eran ellos, los espías, los que señalaban con el dedo y decían cuándo. Ese era el momento idóneo. Nunca más se sabría de ella. La versión oficial sería que se marchó de allí muy airada y en el camino al palacio real, fue atacada y nunca más se supo de ella.*

Padre ordeno duplicar la guardia a los soldados, no quería revueltas en Oltenia, Menos ahora que estaba a punto de recibir gran cantidad de invitados, incluidos los Cannif.
Yo mas tranquilo ahora que sabia que mi padre se ocupaba de todo caminé hacia la cámara de Dasha, peor la pasar frente a la mía escuché el inconfundible latido rápido de su corazón, su olor la delataba y con una ladeada sonrisa abrí la puerta centrando mis ojos en ella.
Tumbaba sobre el lecho, con ese camisón blanco y el pelo rebelde cayendo salvaje por encima de sus hombros elevó la mirada para chocar con mis verdes.
-¿No podías dormir? -pregunté cerrando la puerta tras de mi.

Caminé hacia el lecho, mis ojos de depredador recorrieron su cuerpo, inmaculado, curvilíneo, perfecto, esa mujer bien podía hacer enloquecer a un hombre, de hecho creo que conmigo lo había conseguido pues por mas que lo intentaba no me la sacaba de la cabeza ni por un momento.
-¿quieres beber algo? -pregunté aun en pie frente a ella*

Negó con la cabeza y le hizo un hueco a su lado, estirándose como un gato y cuando el lobo se tumbó a su lado se enroscó en él ladeando la sonrisa.

— esa mujer es una arpía, las arpías me dan hambre, mañana la pondré en ridículo, algo se me ocurrirá, quizás se me caerá el pastel sobre su vestido “accidentalmente” o quizás la empuje un poquito a la fuente en un descuido…— sonrió maliciosa.— tu hermana me cae bien, es una chica muy amable y la verdad es que no se merece que arruinen así su boda.*

Me dejé caer sobre el lecho gateando por su piel con esa media sonrisa que me caracterizaba.
-Ya has conocido a mis padres, a mi hermano, a mi hermana, a su prometido y hasta a mi madrastra, creo que esto pinta bien -susurré mordiendo su labios inferior -básicamente porque no has salido corriendo, lo que me da a pensar que o estas loca o eres tonta -bromeé -Lobos, hechiceros.. como ves, nada me falta entre las filas de mi familia.

Me hice a un lado, mirándonos de frente.
-Lo que quiere esa mujer es llamar la atención de mi padre y darle el día, esta lucha entre  los dos empezó el día que mi padre pisó por primera vez Rumania. De ser un puto pelele hoy por hoy Rumania estaría en ruinas y la magia negra correría por sus calles.
Dejemos hablar de ella, hablemos de nosotros -añadí relamiéndome los labios mirando los ajenos - he sido un buen anfitrión ¿que haces en mi habitación? -pregunté con picardía.

Se removió jueguetona en el lecho y le contestó con picardía en el tono.

— mmmmm…No podía dormir. A los niños serbios siempre nos cuentan historias de Rumanía, hombres lobos malvados, vampiros, hechiceros nigromantes…y yo aquí soy una extranjera que no conoce los recovecos oscuros. Pensé que contigo estaría a salvo… ya sabes…las joyas me dan igual, pero no quiero que le pase nada a esta propiedad.— señaló su propio cuerpo.

Por la noche bajaba la temperatura, se notaba la gelidez cuando exhalaban el vaho blanquecino de sus labios, pero allí dentro pronto ardería Troya, había echado de menos ese calor ardiente del lobo, esos ojos verdes que brillaban como esmeraldas que cambiaban a ámbar cuando la adrenalina lo recorría.

-No encontraras lugar mas seguro en estas tierras que bajo mi cuerpo -susurré acabando de quitarme la ropa con cierta ansiedad bajo la mirada grisácea de Dasha que sonreía pues mis ganas me delataban.
La habia echado de menos en estas semanas de separacion, metiria si dijera que no pensé en ella, en ese carácter cambiante que se gastaba, en el misterio que esa mujer para mi entrañaba.
Su cuerpo curvilíneo, terso, perfecto era otro gran reclamo, una pieza que ansiaba cobrarme desde el día que la vi en la boda y que admito muchas veces se me resistía, lo que me desubicaba bastante.
Era como si me diera una de cal y una de arena, se movía en una fina linea entre la cordura y la locura y a veces me costaba seguirla.

Como si fuera su escudo subí sobre ella, mis brazos tensos a cada lado de su rostro, sus piernas me encajaron en ella como la pieza del puzzle que necesitaba para sentirse completa y así nuestras bocas colisionaron en un duelo titánico que los dos buscábamos, queríamos y estábamos esperando.

Quizás en otros rincones de Oltenia las cosas estuvieran sucediendo de otro modo: posiblemente la Reina estaría ultimando detalles de su plan macabro, Elaine trataría de dormir algo acurrucada con Sirius, que seguramente estaría tratando de calmarla pero internamente sabía del gran poder que enfrentaría al día siguiente. El rey y su esposa verdadera preocupados, tratando de decidir si no sería mejor suspender el enlace…pero en ese momento, en esa cámara, todo el mundo se reducía a cenizas, sólo estaban ellos, sus cuerpos, sus alientos mezclados en uno solo. Agarró su nuca con ambas manos, hundió los dedos en su pelo y se acomodó bajo su peso, entreabriendo los muslos y elevando las caderas clamando por ese encuentro, deseando sentirlo dentro, elevándola al placer y llevándola a la perdición.

Los gemidos se acompasaron al crepitar de las llamas, aquella habitación ardía por la pasión de dos cuerpos friccionando necesitados de dejar de echarse de menos.
Los dos teníamos responsabilidades, preocupaciones y secretos guardados bajo la piel, pero en ese momento, mientras mis manso aferraban las suyas y mi lengua se embebía de ella, fui sincero como nunca, le demostré que quería conocerla, que en todo este tiempo no había dejado de pensar en ella, aunque lo intente.
Solo con el ultimo gruñido en el que me perdí en el mas infinito placer, mi cuerpo perlado en sudor cayo laxo sobre el ajeno con la sonrisa de un hombre demasiado idiota como para darse cuenta de muchas cosas.

En el despacho de la baronesa, Damon y Brianna se habían quedado hasta tarde hablando sobre la cuestión que les había contado su hijo, la intromisión de la Reina era inevitable, pues por todo lo que había sucedido, Elaine tenía casi rango de princesa, tenía todo cuanto debería tener si hubiera sido engendrada por el vientre de esa bruja, pero al no haber sido así, le faltaba la firma de esa mujer para heredar sus propios territorios y los títulos asociados a ellos. A la joven le daba igual, de hecho pensaba trasladarse a Noruega a vivir y dejarlos en manos de Velkan y Lobbo, pero era el desprecio profundo que le profesaba esa zorra oscura, a ella, a su madre y a sus hermanos, lo que más le molestaba.

Brianna siempre había tratado de ignorarla, de no hablar de ella, de no demostrar el odio que ella misma sentía por esa despreciable hechicera que había tratado de mil y una formas aniquilarla y quedarse con Damon. Pero no le daría el triunfo a esa zorra hablando de ella en un día tan importante para su familia.

— Damon, da lo mismo. Que haga lo que quiera. Elaine es feliz con Sirius, es feliz en Noruega y allí no necesita sus títulos ni sus tierras. Sería mejor que los tuviera, porque así podría ayudar más al reino que la acogerá, pero no es necesario y los Cannif no exigirán la dote, saben de sobra que tenerte de aliado es algo infinitamente mejor que un puñado de viñedos o dos casas. Si alguna vez le sucediese algo a Sirius, ella siempre tendrá a sus hermanos que la acogerán. Hemos vivido en una buhardilla más pequeña que el retrete de esta casa, venimos de la indigencia absoluta, así que las tierras y la posición no valen tanto como celebrar esa boda en paz y armonía.

Damon estaba que tronaba, él era el Rey, él debería poder hacer y deshacer en su reino, y se pasaba la vida lidiando con el desgaste de tener a esa zorra malmetiendo y oponiéndose a cualquier cosa con tal de entorpecerlo si no se salía con la suya.*

Di un manotazo en la mesa ofuscado, no tanto por las palabras de Brianna que solo buscaban dar paz a mi maltrecha alma, si no porque la reina siempre se las arreglaba para estropear todo lo bonito que le ocurría a mi familia.
Elaine para mi era una hija, puede que no la hubiera engendrado, pero eso no cambiaba un ápice del sentimiento que me unía a la pequeña, mi princesa, siempre lo fue, la única fémina que tenia entre los dos varones y no la dejaría despojada de títulos porque a una bruja le apeteciera.
-No, mi hija no acudirá a Noruega como si fuera una muerta de hambre, no porque el Conde Cannif exija dote, se sobradamente que ese tema no le preocupa, nunca me exigió nada de eso en la carta que me llegó felicitándome y congratulándose con la intención de nuestros hijos de desposarse.
Se que ese hombre y su hijo no tocaran ninguna tierra de Elaine, se que ni siquiera las necesita porque Sirius se esforzará porque nada le falte, pero eso no quita que voy a darle su sitio y todo lo que es suyo por derecho.
No permitiré que la reina gane, no en esta ocasión...*

— Ya está ganando!! Lo único que quiere es que no disfrutes de este enlace, de que le dediques tiempo a ella tanto en pensamientos como en verdad, porque esperará que te reúnas con ella para el mismo juego de siempre de tira y afloja…Olvídala, ya arreglarás ese tema cuando pase el día, nadie te lo va a exigir, pero lo que sí que recordará Elaine es que su padre la llevó al altar, eso se le grabará para siempre y es lo importante.

Brianna no quería echar más leña al fuego, Elaine se merecía un día perfecto y por culpa de esa arpía ya no lo era; no permitiría que Damon se lo perdiera o estuviera allí de mala leche.*

Sabia que Brianna tenia razón, ella era esa montaña que permanecía impertérrita, inamovible, fuerte y digna. Brianna siempre terminaba siendo la voz de la cordura, la única capaz de clamar mi tempestad y hacerme entrar en razón, aun cuando estaba tan cabreado que ni siquiera yo sabia como apagar el ámbar de mis ojos.
-Lo se -susurré pegando mi frente cansina contra la ajena. Su aliento golpeaba con suavidad mis labios que se entreabrieron para acogerlo despacio -lo se, se que Elaine me necesita, allí, para llevarla al altar, y nada ni siquiera la reina, logrará evitar que eso suceda.

Aferré su rostro con mis manos elevándosela para que me mirara.
-Pero no quedará esto asi, cuando pase la boda, la obligaré a firma, Elaine tendrá lo que es suyo, lo que le corresponde como mi legitima heredera y no lo impedirá esa bruja o se las verá conmigo de una vez por todas.*

—Tu momento llegará, ya verás, algún día esa mujer tendrá su merecido y por fin podremos vivir tranquilos, pero si no es hoy ni mañana, no te desesperes, llevamos vente años así… como si han de ser cuarenta más. Tú sólo piensa en hacer feliz a Elaine mañana y en la próxima luna llena, en la que podré por fin unirme a vosotros en esa maldición, o bendición, porque para Elaine lo fue y para mi lo será porque tendré un envejecimiento similar al tuyo.*

Abracé a Brianna, hundiendo mi cabeza en su cuello, dejándome embriagar de su olor.
Llevaba con ella mas de veinte años y aun me reconfortaba sentirla entre mis brazos.
-Te quiero -susurré erizando su piel -y algún día podré mandar a la mierda la corona,  la reina a la que jamas he amado y convertirte en mi mujer, aun guardo esa alianza con la que te pedí una vida a mi lado.*

Acordaron dejarlo correr al menos el día de la boda de su hija y hasta que los invitados norteños se marcharan, que sería seguramente un par de días después. A fin de cuentas daba igual heredar ese título y esas tierras en ese momento que más adelante.

Se despertaron temprano y se reunieron todos en el comedor a desayunar, en breve llegarían todos los Cannif, habría una comida “familiar” para conocerse un poco y la boda se oficiaría al atardecer, con la consiguiente cena. Velkan y Dasha ostentaban buena cara, de relax, gastándose bromas entre ellos aunque la condesa se excusó tras el desayuno para ir a la ciudad a por algo que había olvidado traer para recoger su pelo. Sirius y Lobbo irían a recoger a los Cannif y los dos hermanos se quedarían supervisando los últimos detalles de la casona y las bodegas. Otra cosa no, pero habría buena bebida en ese banquete.

Habían colocado en el jardín multitud de mesas decoradas con manteles en colores neutros, flores y velas. En otra zona se realizaría la ceremonia bajo una pérgola de madera especialmente encargada para la ocasión y decorada con flores y hiedras. Un camino de velas iluminaba el pasillo que a ambos dejaba las sillas ordenadas en filas para seguir el evento.

Las cocinas estaban invadidas por un ejército de camareros y cocineros que pondrían sobre las mesas lo más suculentos manjares. Se había acondicionado también un pabellón de invitados por si necesitaban cambiarse o dejar alguna cosa, aunque la mayoría se alojaría en las haciendas cercanas. Aquello era una baronía, no el palacio de Versalles.

Desayunamos todos juntos en el gran salón, no faltaron frutas variadas, zumos, panes recién hechos y bollos de todas las formas y sabores.
Velkan y Dasha estaban de muy buen humor, se notaba habían pasado la noche juntos, algo que no pasó desapercibido para nadie, sobre todo para los lobos sentados a la mesa que de seguro captarían el olor de uno y otro en piel ajena.
Acabado el copioso desayuno, Lobbo y yo nos acercaríamos a recoger a mi familia que había llegado a puerto.
Velkan se quedaría con mi futura mujer para acabar de ultimar detalles.
Comeríamos todos juntos para que los padres de Elaine conocieran a los míos de n modo mas distendido y cuando las luces del sol cayeran llegaría la hora de convertirnos en marido y mujer ante su Dios y los mios.

Llegamos al puerto, el barco atracaba en ese momento, no tardé en ver a Niels asomando por la rampa, Tras el iba Ubbe y el resto no tardaron en empezar a descender.
Bajé de un saltó del corcel y corrí hacia ellos saltando sobre Niels, los había echado de menos a todos y al parecer también a mi ellos pues pronto empezaron con sus bromas sobre las cadenas que me estaba colgando al cuello con el si quiero.
Padre bajaba con Dani, su frente chocó con la mía y fue entonces cuando elevé la mirada para mirar a una mujer que lo acompañaba y que me resultaba extrañamente familia.
Me la presentó como Elora, una amiga.
-Encantado -dije de forma respetuosa antes de que Synnove tirara de mi para colgarse de mi cuello y pronto volví a estar sumergido entre todos mis hermanos, primos y amigos.*

Había viajado con los Cannif hasta Rumanía para la boda de Sirius. En un par de ocasiones había acudido a Akershus a ver cómo estaba ese niño, que no era mío, pero sí de la Elora de la otra realidad. No lo sentía en mis entrañas como mi hija Arya, pero algo internamente me tiraba hacia él. Sabía que con Höor estaría infinitamente mejor que conmigo, su magia oscura y la mía serían el cebo ideal para la Inquisición. La otra Elora había renunciado a él por su propia seguridad y yo hice lo mismo para garantizarle la promesa que les hicimos; el niño debía crecer ajeno a la muerte que acechaba a todo brujo oscuro y mi misión sería mantener alejados a aquellos que quisieran encerrarlo y aniquilarlo por ser como yo. Höor le daría una familia y yo la seguridad necesaria para crecer y vivir.

A menudo intercambiábamos cartas y sabía de sus progresos y logros por Höor, de la misma forma que yo mantenía alejada a la Inquisición de las puertas del condado Cannif, informándole con cartas que sólo podía leer él gracias a un hechizo de protección, de cómo andaban las cosas al respecto.

Pero por fin se había hecho un hombre, uno que además había cazado a una princesa rumana y yo no podía estar más feliz por su decisión. En mi fuero interno deseaba ir a esa boda, verlo casar y ver cumplida mi promesa a la otra Elora, pero no fue mi deseo el que me llevó a ese enlace. había conseguido mantener a la Inquisición lejos de Sirius toda su vida, pero los Landvik tenían a los perros pisándoles los talones y eso era muy peligroso. ¿Con qué motivo fui? pues ni siquiera yo misma lo sabía. Tal vez para ayudar si las cosas se ponían feas, tal vez para abrir un portal y mandarlo de vuelta a su realidad si era necesario...pero todo se complicaba en extremo. Esperaba no tener que intervenir, pero en un caso desesperado... pues quizás asumiera yo toda la responsabilidad. A fin de cuentas, yo ya había vivido mi vida, él aún era joven y debía vivir mucho más. Lo cierto es que no lo pensé demasiado, mis genes Paine no dudaron en llevarme al barco que me transportaría junto a él en un día tan importante.

Quizás nunca supiera la labor en la sombra que había hecho durante todos aquellos años, quizás nunca supiera del dolor que ví en los ojos de la otra Elora cuando nos lo dio... pero a veces los secretos eran secretos por eso mismo, porque no debían saberse.

Sonreí y bajé con los demás observando lo precioso que era, el aura tan potente que desprendía y supe que aunque no era mío, una parte de mi siempre lo reconocería así.

Velkan le gastaba bromas sin cesar a Elaine para que ésta no pensara en el asunto de la bruja que quería arruinarle el día, Dasha también se las reía y finalmente las dos subieron a los aposentos de la novia junto con Brianna a repasar que todo estuviera correcto.

No tardaron demasiado en empezar a aparecer los invitados a esa comida, Brianna y Damon ya los esperaban abajo en la entrada del caserío. El rey Landvik vestía informalmente pero se notaba por la calidad de sus ropas que era todo un rey; por contra su amada y amante, como siempre, portaba un vestido elgante y sobrio que realzaba la delicadeza de su belleza natural y su porte regio a pesar de no tener corona.

— ¡Conde Cannif! por fin nos podemos conocer.— avanzó hacia Höor y lo tomó cariñosamente de ambas manos para astrecharlas entre las suyas. Se hicieron las presentaciones y mientras se estaban produciendo, Elaine llegó corriendo por la escalera.

— Padre!!! Padreeeee!!.— llamo a Damon a gritos, la loba iba acompañada de un joven sirviente que acababa de llegar del mercado de traer unas cosas que faltaban a última hora.— Se han llevado a la reina!! dicen que la Iglesia la ha acusado de brujería y se la han llevado!!

Dasha esbozó una sutil sonrisa y después puso cara de sorpresa como todos. Brianna no sabía qué decir, porque si bien le guardaba el rencor más grande en su fuero interno, no le deseaba mal a nadie.

— Pues...mala suerte. Cuando juegas con fuego debes estar preparado para quemarte.— Comentó la condesa con cierta frialdad.

Podía ver en la mirada de la bruja el afecto que le tenia a un niño hecho hombre al que apenas conocía y así tenia que ser. Ese fue nuestro acuerdo, yo criaría a Sirius como un padre, podía jurar ante Odin que no hubo distinción entre ninguno de mis hijos, a todos los amaba por igual.
Sirius se había convertido en un hombre, noble, bueno con un carácter férreo, que amaba nuestra cultura, a nuestros dioses y que hoy se desposaba con la mujer de la que se había enamorado, no podía sentirme mas orgulloso de cada paso dado por mi hijo.

De mi mano andaba Dani, la mujer que fue para él como una madre, admito que no solo yo me ocupé de la educación de Sirius, Dani y Giuliana, que ahora lo saludaba besando sus mejillas con lagrimas en los ojos, habían arropado a mi hijo ayudándolo a levantarse cada vez que había caído.
-Tiene un aire a ti bruja -susurré en el oido de Elora con una ladeada sonrisa -hemos hecho un buen trabajo.

Así era, el trabajo de Elora no fue menos importante que el mio, prometió que la inquisición jamas asediaría a mi hijo y hasta hoy, había cumplido su promesa protegiéndolo en la distancia.
Elora, Giuliana y Dani iban conversando mientras yo y Ulf nos uníamos a los chicos riéndonos, bromeando de camino a la casona donde celebrarían la boda.

Una vez allí saludé a Damon, que pronto se deshizo en cumplidos con las tres mujeres procurando que estuvieran cómodas en su hogar.
Brianna se centró en mi, era una mujer sencilla, correcta y sumamente bella.
-Ahora entiendo de donde a sacado Elaine la belleza -dije besando el dorso de su mano.
Ulf me dio una palmada en la espalda soltando una carcajada.
-Höor, que su marido está delante, córtate – dijo mirando de soslayo a Damon y las tres féminas para que no me descubriera.
Negué riéndome, mirando a la marquesa.
-Este es Ulf y es un pazguato -bromeé mientras este me lanzaba por encima el brazo estrangulándome.
Briana se reía divertida, peor pronto el momento fue roto por Elaine, que asustada corría hacia su padre, al parecer la inquisición había atrapado a la mujer de Damon, la reina.
-Hostia, que está casado con otra.
-Ulf, calla -le dije echándole una mirada furibunda -Te acompaño Damon -dije al ver que le propio Sirius se ofrecía -Quédate con tu mujer, volveremos para la boda.

Sirius asintió abrazando a Elaine, asegurándola que todo se arreglaría.
La voz distornante la puso la condesa Dasha, que con una frialdad inhumana dijo que ella se lo había buscado y no dudaba que así fuera. E el norte las cosas se solucionaban con sangre, pero, era la reina y entendía que Damon tuviera que acudir para ver que sucedía.