Noche de halloween (maggie) (+18)

Mi respiración se detuvo de súbito obligándome a exhalar un jadeo, cuando entre una nube de vaho proveniente del cuarto de baño y la tenue luz de la habitación, apareció mi compañero de cacería avanzando hacia donde me encontraba, provisto tan solo con la toalla que le había entregado antes de marcharme (y que ahora me parecía más pequeña de la cuenta) atada a su cintura de forma bastante eficaz para mi desgracia.

Todavía se podía apreciar sobre su bronceada piel la humedad del agua de la ducha que había tomado en mi ausencia, donde  pequeñas gotas resbalaban por ese cuerpo desnudo que debía ser la envidia de los dioses del mismísimo Olimpo. Sus contorneados músculos rozaban la perfección, y aunque mi experiencia viendo a hombres ligeros de ropa era prácticamente nula, podía estar segura que especímenes como aquel se podían contar con los dedos de una mano.  

Mordiéndome el labio inferior con nerviosismo, y dando gracias de que el lobo no pudiese percibir los latidos de mi ajetreado corazón, intenté sin éxito alguno recuperar el raciocinio y dejar de observarlo como si la vida me fuese en ello.No fui consciente del tiempo que transcurrió desde que se acercó hasta mí para tomar la ropa que había conseguido hasta que logré articular palabra, puesto que una extraña sensación que se arrremolinaba en mi estómago me impedía pensar con claridad y prestar atención más allá del hombre que tenía delante, dejando la comida que había llevado sobre una pequeña mesa, olvidándome por completo de lo famélica que estaba minutos antes.

-Las tomé prestadas de una casa que no parecía estar habitada. Probablemente sus dueños huyeron de la aldea al empezar las desapariciones..- conseguí pronunciar a duras penas, agitando ligeramente la cabeza con el objetivo de desviar mi mirada de su escultural torso y dirigirlo hacia sus ojos. El rubor de mis mejillas era más que palpable, aunque tal vez con la poca iluminación del lugar no se hubiese percatado de ello.

- Además, dudo que mi ropa hubiese podido cubrir esos increíbles músculos.- añadí casi sin pensar, agradeciendo que Vladi estuviese ya de espaldas volviendo al cuarto de baño para vestirse. Me puse la mano en los ojos, consciente de que había perdido la razón en alguna parte esa noche. ¿Podía estar pasando más vergüenza en esos momentos? Ya lo único que me faltaba para completar mi puesta en evidencia es que se girase a mirarme, y me encontrase siguiendo cada paso suyo con la mirada, incapaz de entender por qué de pronto su cercanía me alteraba de esa manera, consiguiendo excitarme de una forma nueva para mí.

Este elevo la ceja luego de que se retirara para luego detenerse antes de regresar a al baño y cambiarse se giro levemente observando a la muchacha percatandose de lo que estaba pasando, el hecho de que este habia notado como las hormonas de ella se habian agitado como su respiracion era bastante agitada y el hecho de que dijera aquello le hizo sonreir levemente observandola para luego dejar de lado aquella ropa.

-Acaso me quieres acompañar a cambiarme cazadora por si llego a hacer cosas de lobos o no??

Dijo de forma juguetona para luego regresar hacia el baño donde dejaria caer aquella toalla que le tenia protegiendo su intimidad, el hecho de que dejara la puerta abierta era una leve invitacion a la muchacha a sentirse tentada si en realidad estaba interesada de estar con el lobo, ella era una cazadora estaba claro que el lican no provocaria nada aunque realmente el aroma parecia llamarlo y excitarlo en cierta forma, por el hecho de que sentia cada una de las cosas que ella hacia tambien sabria si esta estaba en el cuarto, cuando comenzo a ponerse los pantalones, aunque no estaba con ganas de ponersela. Terminaria aquello y saldria nuevamente tenia un hambre foraz ya que su combate y el hecho de sanarse usando su capacidad regenerativa natural, hacia que estuviera bastante cansado.

Si pensaba que no podía pasar más vergüenza tras pronunciar aquellas últimas palabras, es porque no había imaginado que el lican sería capaz de girarse para enfrentar mi mirada y tentarme con una invitación del todo inesperada. Porque, ¿era una invitación, verdad? Tragué saliva nerviosa observando como Vladi recorría la distancia que lo separaba del cuarto de baño, introduciéndose en éste, para vestirse manteniendo su intimidad. Más lo que me sorprendió es que dejase la puerta abierta esta vez.

Un suave jadeo escapó de mis acalorados labios cuando de pronto vi una de las esquinas de la toalla en el suelo, señal inequívoca de que el cazador se había deshecho de la única prenda de ropa que lo cubría y que en esos momentos estaba como su madre lo trajo al mundo a unos escasos metros de mí. Traté en vano de recuperar la respiración mientras con nerviosismo jugueteaba con un mechón de pelo alborotado, imaginando  cuales podían estar siendo sus movimientos por las sombras que podían entreverse por la ranura que había dejado abierta y que a mí me estaba volviendo loca.

-Estás loca si, asúmelo.- me susurré a mí misma cuando inconscientemente comencé a recorrer el camino que había recorrido  él segundos antes. Mis pasos indecisos mostraban el desconcierto que sentía; sentía una atracción por aquel hombre fuera de lo común y su insinuación me había dejado del todo descolocada.

Apoyé la mano con suavidad en el pomo de la puerta, cerrando los ojos y respirando profundamente para tratar de calmarme. Pero aquello era imposible. Hasta podía sentir como los latidos de mi corazón eran capaces de atravesar mi pecho sin problema. ¿Y si me estaba confundiendo? ¿Y si solo había sido una broma? Negué con la cabeza y aparté la mano de la puerta, dispuesta a marcharme y regresar a la posición donde estaba hacia tan solo unos instantes, a esperar junto a la comida para cenar juntos en cuanto estuviese preparado.

Sentí como toda mi piel se erizaba al escucharle moverse tras la puerta entreabierta. ¿Dejaría yo la puerta así si no fuese por que deseaba que alguien entrase? No, no lo haría. Así que haciendo acopio de valor, inspiré profundamente para coger aire y empujé la puerta con decisión lo suficiente como para pasar, pero sin abrirla del todo.

Vladimir se encontraba de espaldas a mí, con los pantalones que le había proporcionado cubriéndole sus extremidades inferiores aunque su amplia espalda todavía permanecía desnuda. Avancé con timidez hacia él, colocándome detrás. Y entonces con mucha suavidad coloqué mi mano sobre su cálida piel, acariciándole la espalda desde la mitad de ésta hasta su cintura, deteniéndome justo donde comenzaba el pantalón.

-Sentía curiosidad por esas cosas que dices que hacéis los lobos.- susurré casi con la voz entrecortada por el nerviosismo, pegando mi cuerpo al suyo para poder decírselo al oído al tiempo que me aupaba. Era cierto que ya no era virgen, pero mi relación con el inmortal distaba mucho de una relación convencional; de modo que ahora me sentía del todo perdida.

Vladimir había terminado de colocarse los pantalones, cuando pudo sentir la presencia de la mujer que hasta hacia un rato era la única persona en la que podía confiar para luchar contra los malditos inmortales, pero en ese instante no era exactamente eso lo que iban a hacer, cuando este sintió la voz de ella y luego como la mujer se le colgaba un fuego recorrió su cuerpo y no dudo en posar sus manos sobre sus piernas para apretarlas y mantener el agarre cuando escucho sus palabras sonrió de lado de forma algo provocativa le pregunto.

-Lo que de todo, somos conocidos por tener muchas habilidades especiales...

En un rápido movimiento de cintura con sus manos este logro dar la vuelta a la chica dejándola ahora como koala pero por delante de el, este le acaricio las piernas y la quedo mirando esperando su respuesta, ella podía sentir su respiración igual que el la de ella, incluso seguramente esta era capaz de sentir el calor emanando por el cuerpo del joven, un cuerpo perfectamente marcado por la capacidad de cambiar del lobo, que le permitía mantenerse en forma, como sus manos grandes y calientes acariciando la cintura de ella ahora posándose una sobre su trasero, para poder sujetarla de forma mas eficaz y la otra acariciando su pierna suavemente sintiendo la suavidad de la piel de la mujer que en ese momento le hacia compaña el era capaz de sentirse invadido por el aroma que ella liberaba al estar tan cerca y como el corazón de ella latía a una velocidad increíble, casi comparado con el de el, ya que los lobos irradiaban una cantidad de sangre diferente.

Apenas me percaté de que al auparme sobre su espalda para poder susurrarle al oído una inocente afirmación cargada de picardía, quedé prácticamente subida sobre su cintura, donde mis rodillas trataban de aguantarse reticentes a separarse de él. Mis manos se apoyaban firmemente sobre sus cálidos hombros que presioné inconscientemente cuando sentí como sus brazos rodeaban mis piernas, sin dejar espacio alguno entre nuestros cuerpos e indicándome  que mi intromisión en su momento de intimidad no le había molestado. Así que, sin darme cuenta de cómo habíamos llegado a esa situación tan comprometida, me vi subida sobre él con mi pecho presionado contra su espalda y mis piernas rodeando su cintura.

Sonreí de lado con cierta timidez al escuchar una pregunta que sin duda estaba cargada de indirectas provocativas. Me sentía totalmente perdida en ese juego de preguntas con doble sentido, esperando que llegado el momento fuese él quien me guiase en como continuar jugando. Mi respiración se entrecortó de pronto cuando al terminar de hablar, cambió mi posición con gran rapidez, colocándome frente a él. Ya no era su espalda lo que sentía pegado a mi pelvis, sino su endurecido vientre al que me acerqué más al presionar más mis piernas para no caerme. Una de mis manos se deslizó hacia su cuello, donde comencé a acariciarle en la zona donde nace el pelo; relajándome en cierto modo al sentir el tacto de su piel bajo mis dedos.
Nuestras miradas se encontraron con avidez, cómplices de ese momento mágico en el nos hallábamos envueltos , imposible de explicar con palabras.

Me mordí el labio inferior con nerviosismo cuando nuestros rostros se quedaron tan cercanos el uno del otro, viéndome incapaz de encontrar mi templanza cuando con suavidad una de sus manos se deslizó hasta mi trasero para afianzar mi sujeción.- Tengo curiosidad por saber a qué se refieren con lo de meterse en la boca del lobo.- susurré acercándome ligeramente a sus labios, rozándolos apenas con los míos; mientras un ligero jadeo escapó  de éstos al sentir su endurecido torso bajo mi mano, que acariciaba con suavidad cada músculo perfectamente delineado del licano.

Podía sentir como temblaba entre sus brazos, y no precisamente de frío, ya que la calidez de nuestros cuerpos era más que notoria. Sino por no saber si estaba haciendo lo correcto. Tras una tímida sonrisa, me decidí finalmente por dar yo un primer paso, rezando a todos los dioses por no errar en mi elección. Con suavidad y tal vez más despacio de lo normal, terminé por juntar nuestros labios en un tímido beso, al tiempo que cerraba los ojos y me dejaba llevar por aquella extraña excitación que me hacía sentir Vladi.

El conde no podia decir que aquello lo tomo de sorpresa el calor de la joven que era menor que el generado por el lincantropo en su estado actual, sintiendo como esta le tocaba el torso y como quedo tan cerca de sus labios, este penso que era solamente una provocacion ya que no hacia mas de algunos minutos este no sabia si ella le iba a intentar matar por lo que el era, ya que era una joven cazadora y algunos no sabian diferenciar entre razas o incluso entre los tipos de personas que existian en dichas razas, quizas para esta todos los lobos eran iguales agresivos y sanguinarios, si bien cuando se transformaba no le discutiria nada pero sus pensamientos fueron interrumpidos por los agradables labios de la mujer que tenia en frente sintiendo como timidamente esta le abrazo, pero el no demoro en tomarla de la cintura y volver aquel beso mas agresivo besandola con ganas y su otra mano la tomo del cabello para poder disfrutar de los labios de la joven, despues de todo realmente habia decidido meterse en la boca del lobo en esa noche.

Este no detuvo aquel beso mordiendo su labio inferior y llevando a la joven cazadora hasta una de las paredes de alli para poder tener un punto de apoyo, lo unico que tenia que cubria su intimidad en ese momento se cayo, este quedo totalmente desnudo, paso de besar sus labios a su cuello mordiendo su oreja, mientras jugaba con su cintura y tambien acariciaba sus piernas comenzo al igual de ella recorrer todo su cuerpo a sentir ese bello y dulce cuerpo que escondia la cazadora en esa actitud fuerte y rebelde. Este regreso a besar sus labios con necesidad esa noche el Conde de rusia no pensaria demasiado solamente pasaria una noche agradable con una cazadora hermana luego de a ver matado a uno de los rivales mas dificiles un nosferatus.

Un débil gemido procedente de mi garganta escapó de entre mis labios para morir en la boca del licano cuando éste tomó mi coleta con decisión, pero sin lastimarme,  para profundizar ese magistral beso que me dejó sin respiración. Su palpable control en esta particular área en la que yo me sentía totalmente una novata, hacía de aquel encuentro una experiencia  inolvidable, donde sus caricias eran capaces de hacerme  tocar el cielo con ambas manos  y sus continuos besos conseguían estremecer todo mi ser deseando dejarme llevar entre esos fornidos y cálidos brazos.

Arqueé la espalda ligeramente cuando sentí como ésta tocaba contra la humedecida pared del baño, donde todavía quedaban muestras de la ducha que el lobo había tomado. Mis piernas presionaron con fuerza la cintura del cazador cuando sentí como su erecta virilidad golpeaba con tino el centro de mi deseo. Al ritmo que su lengua se entrelazaba con la mía danzando al compas de un baile que solo ellas conocían, sentía como mis caderas se contorneaban ligeramente presionando  la parte inferior de su abdomen.

Deslicé mis manos con suavidad por su torso desnudo, tratando de memorizar cada centímetro de su piel al tiempo que ladeaba la cabeza ligeramente para permitirle que sus besos continuasen por mi cuello, y para que mentir, por donde él quisiese dejarlos. Más de nuevo volvieron a tomar mis labios con avidez y en un acto reflejo por aquellos besos tan llenos de pasión, enredé mis manos en la base del pelo de su nuca, y presioné su entrepierna entre mi sexo y su abdomen.

Un jadeo fruto de la excitación por sentir su endurecido miembro rozándose con mi clítoris salió de mis labios cuando me separé ligeramente para buscar la complicidad de nuestras miradas.- Vladi…yo…- susurré con cierta vergüenza. Quería decirle que me encontraba perdida, que no sabía como seguir o si sería apropiado acariciar aquella parte de su anatomía que parecía llamarme a gritos.

Más haciendo acopio de valor, y sin dejar de mirarle a los ojos para comprobar así su aceptación, fui deslizando con suavidad mi mano desde su nuca hasta su torso, descendiendo después las caricias hasta su abdomen y llegando prácticamente a rozarle esa parte de él que me haría suya esa noche, todo ello al ritmo de una entrecortada respiración que provocaba que el latido de mi corazón pudiese escucharse desde el exterior.

El lobo no pensaba en otra cosa que no fuera besar la cálida piel de la joven, de sentir el calor de su cuerpo estaba se podría decir cegado por lo que sentía, debido a su naturaleza salvaje y de grandes sentidos, cada roze de la piel de la joven era sentido con mas profundidad el deseo sexual que ella liberaba lo atraía aun mas como un lobo a punto de cazar a su presa que pide a gritos ser capturada, en ese momento era algo parecido, si virilidad se encontraba a tope ya preparada para entrar a la acción incluso le dolía, el joven empezó a rozar esta con la intimidad disponible de la joven,era como un animal salvaje deseando estar con ella y no preocuparse por nada mas incluso si algo interfiriera probablemente el lican perdería su poca paciencia y terminaría actuando como un animal. ya que su sentido del placer y su capacidad para disfrutar de un acto tan simple que era tener relaciones sexuales. Este busco sentir mas de ella cuando la tuvo contra la pared, aquella mirada que tuvieron en la que ella pronuncio su nombre, no era nada agradable para el sus jadeos eran intensos y como sus labios no podían disfrutar de la piel de la cazadora, estaban sus manos recorriendo su cintura y deteniéndose sobre sus senos apretando estos y buscando sus pezones para jugar con los mismos, este soltó un fuerte jadeo cuando sintió que ella ponía su mano sobre su erecto y duro miembro que reclamaba atención de todas las formas posible. Eso llevo que se lanzara a besarla con intensidad incluso metiendo su lengua dentro de la boca de ella.

Mientras que usaría la mano de ella para apretar todo el tronco y empezar a mover el su mano para que ella comenzara a darle placer de una forma que el disfrutara el tacto de su mano, en su caliente y agresivo miembro que deseaba tener mas atenciones de la joven. Mientras el paso a su cuello el cual mordió suavemente y luego sus senos los cuales dedico su atención su mano larga y robusta bajo hacia su sexo acariciando con un dedo su clítoris el cual rozaba con algo de falta de tacto, era un ser salvaje encerrado en el cuerpo de un hombre, lo que hacia que fuera difícil para el ser delicado o sutil, eso le llevo a penetrar su interior con uno de sus dedos con bastante deseo y ganas, queriendo comprobar su excitación mientras el no dejaba de demostrarlo con aquel miembro hecho un mástil frente a ella rozándose con su cuerpo y sintiendo la mano de la joven, soltando jadeos sobre sus senos cuando ella lo hacia de una forma mas rápida y constante.

Nuestras ajetreadas respiraciones acompasaban cada movimiento del cazador en el que con rapidez y eficacia fue deshaciéndose de la poca ropa que me cubría. Con las piernas todavía  entrelazadas sobre su cintura, y sin dejar de besarlo con necesidad,  permití que entre apasionadas caricias y pequeños mordiscos a lo largo de mi cuello, me liberase de esas prendas de vestir que durante unos minutos impidieron que nuestros cuerpos tomasen contacto uno con el otro. Lo que al principio fueron caricias que iban descubriendo las curvas de mi menudo cuerpo que despojaron desnudaron bajo su atenta mirada la parte superior de mi tronco, se convirtieron en salvajes movimientos que acabaron por arrancarme prácticamente los pantalones de algodón que tapaban mis partes más íntimas, cuando sus labios se hicieron con el pezón de unos de mis pechos y el control de su ferocidad desapareció por completo.

Jadeé extasiada cuando guiada por él mismo, mi mano alcanzó su endurecido miembro, el cual clamaba a los cuatro vientos mis caricias; y que por supuesto yo no estaba dispuesta a decepcionar. Al principio con un poco de timidez, y minutos después, con más confianza en mí misma, sujeté con decisión su pene para acariciarlo de arriba abajo, trazando pequeños círculos en el glande de éste con mi pulgar y extender así la humedad por todo éste, buscando que los movimientos de mi mano fuesen más suaves al lubricarlo bien. Podía notar la humedad de su extremo, y como pequeñas sacudidas bajo mi mano indicaban que mis caricias le estaban agradando satisfactoriamente. Quería demostrarle lo mucho que me excitaba poder acariciar su piel, pero todavía no había llegado el momento y esperaba tener una larga noche por delante con él.

Volví a tomar sus labios, ávidos de deseo cuando éste liberó finalmente mis pechos de entre sus dientes, y comenzó con maestría a acariciar ahora mi piel desnuda. Cada roce de su cálido tacto sobre mi aterciopelada piel era una explosión de excitantes sensaciones que conseguían humedecer el centro de mi deseo preparándolo para él. Mi sexo deseaba ser penetrado, todo mi cuerpo deseaba sentir ese endurecido miembro que tenía entre mis manos en su interior; sentirlo de mil formas posibles. Podía sentir como la humedad de mi sexo humedecía su mano, como estaba más que preparado para él. Pero no me avergonzaba, Vladi me excitaba muchísimo y era algo que no iba a negar; puesto que conseguía sacar ese lado más salvaje de mí.
 
Un leve gemido escapó de entre mis labios cuando sus dedos comenzaron a jugar con mi hinchado clítoris, que aventurándose a lo que vendría después, empezó a prepararse para una velada colmada de caricias y placer; una noche que esperaba que resultase inolvidable. Mi mano continuaba  masturbándole con necesidad, sintiendo como su miembro se endurecía todavía más con cada movimiento de ésta; más fue cuando introdujo sus dedos sin piedad en mi interior, cuando tras un pequeño grito de placer mordí su labio inferior sintiendo el férreo sabor a sangre en mi boca. Sentí como las paredes de mi vagina envolvían sus dedos, como presionaban éstos con cada movimiento en el que pequeños gemidos surgían de mis labios para morir en su boca, que buscaba con urgencia.

Busqué su mirada, cruzándola con la mía cargada de lujuria. Deseaba que me hiciese suya; deseaba que me hiciese suya de todas las formas posibles. Había sido una noche complicada para ambos, y culminar nuestro eficaz trabajo con nuestros cuerpos unidos en uno solo se me antojaba la mejor forma de celebrar nuestro triunfo.- Vladi, vayámonos a la cama.- susurré en su oído, sujetando con más fuerza su erecto pene, el cual pensaba hacer mío de más de una forma posible.

Las caricias del conde eran cada vez mas salvajes y violentas correspondía con ganas aquellos besos mientras sus manos seguían disfrutando de la intimidad de la joven al igual que su boca del os labios de ella, el lobo sentía la necesidad de liberar toda esa energía que tenia dentro acumulada, después de todo los de su raza les costaba mucho trabajo mantenerse sin dejarse llevar por los instintos mas primitivos que eran comer y aparearse, en este caso estaba pasando lo segundo, el joven escucho las palabras de la muchacha y con una mano rodeado su cintura la levanto, como si fuera no mas que una muñeca de trapo la fuerza de un lycan superaba con creces a un humano después de todo.

La llevo hasta la cama donde la dejo caer para contemplarla y ver que solamente estaban iluminados a la luz de unas velas puestas estrictamente por la casa para no chocarse con algo al no poder verse por culpa de la noche y la oscuridad que esta traía, este se lanzo sobre ella para empezar a besar sus labios mientras sus manos recorrían sin ningún disimulo su cuerpo acariciando suavemente pero de forma ruda los senos de ella jugando con sus pezones y luego recorriendo su cintura hasta empezar acariciar su sexo el cual se sentía ya listo para empezar la acción el lobo se puso entre las piernas de ella acariciando luego estas, mientras bajaba sus besos por su cuello hasta nuevamente sus senos a los cuales empezó a dedicar la atención de su lengua sin dudarlo un instante para con una de sus manos de manera hábil comenzar a rozar su sexo en la intimidad de ella haciendo que la punta empezara a amenazar con penetrarla pero sin hacerlo en ningún momento solamente rozarla, aunque aquello seguramente era un tentación imposible para la chica. Resultaba aun mas problemático para el chico ya que su bestia interior rugía por querer sentir el placer de estar penetrándola. Así que llevando sus manos rápidamente hacia su cintura cometió la primera arremetida penetrando su interior sintiendo el calor y la presión que esta generaba con su intimidad y como era delicioso aquello, en instantes uno tras otros comenzaron las embestidas mientras el usaba su cintura como punto de apoyo, sus labios trataban de camuflar los jadeos y gemidos que sentía pero se vio obligado por el placer a arquearse levemente y jadear soltando un fuerte aullido.

Un sexto sentido desarrollado con el tiempo y la experiencia de salir cada noche de caza y concluir mi velada con la salida del astro rey, me alertaba de que en cuestión de minutos un tímido amanecer sorprendería nuestros cuerpos desnudos y entrelazados en la cama de ese hostal rural perdido en medio de la nada. Las contraventanas de madera se encontraban cerradas, impidiendo pasar de modo alguno cualquier tipo de luz del exterior; así que hasta que hubiésemos podido descansar lo suficiente para que nuestros cuerpos retomasen fuerzas, aquel lugar se convertiría en nuestro pequeño refugio tras una noche cargada de aventuras y una culminación inigualable.

Sin hacerme esperar, y cumpliendo mis deseos de dirigirnos hacia el lecho, Vladimir me tomó sin esfuerzo alguno entre sus brazos, para entre cálidas caricias desplazarnos hasta esa cómoda cama donde esperaba que finalmente me hiciese suya. Rodeé con posesión su cuello con mis brazos, mientras mis labios buscaban con avidez los suyos, impacientes porque llegase el momento en que quedásemos unidos de aquella forma tan íntima y al mismo tiempo nerviosos porque esto sucediese. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que mi cuerpo había sido sometido al deseo de un hombre, incluso entonces, cada caricia, cada gesto había sido bien distinto de esta vez.

Necesitaba decirle que llegado el momento tuviese paciencia; que sus caricias me tenían completamente excitada, pero que sin poder evitarlo e inconscientemente tenía miedo del daño que sus arremetidas pudiesen ocasionarme. Sin embargo, cuando sentí como mi cuerpo era depositado sobre las suaves sábanas blancas, y sus caricias volvieron a recorrer mi piel, supe que aquella experiencia distaría mucho de las anteriores con el inmortal. Y no me equivoqué. Sus labios volvieron a hacer suyos mis pechos, mientras sus hábiles manos acariciaban con maestría todo mi cuerpo, y yo no podía hacer otra cosa que dejarme llevar por una experiencia que sin duda no poseía.

Cerré los ojos cuando sentí totalmente excitada como mis piernas se entreabrían para él, para recibirlo en mi interior despejando todas las dudas que tenía de aquella locura hasta la que ambos habíamos llegado. Mis manos fueron deslizándose por su cintura cuando entre besos y caricias el lobo se colocó entre mis piernas, posicionándose para lo que llevaba deseando hacer desde hacía unos minutos. Y tras buscar su mirada lo supe. A pesar de su lado salvaje, a pesar de que cada paso que nos había llevado hasta allí era guiado por sus instintos más primarios, aquel hombre al que iba a entregar mi cuerpo, sería incapaz de hacerme daño voluntariamente.

Jadeé inconscientemente cuando comencé a notar la punta de su erecto miembro acariciando mi húmedo clítoris, preparándose para finalmente ser acogido en mi interior. Y cuando esto sucedió, cuando sentí como finalmente me penetraba con necesidad y mi cuerpo iba abriéndose poco a poco para él, mis labios buscaron los suyos presos del deseo más absoluto. Arqueé ligeramente la espalda cuando las embestidas se hicieron más continuas, sintiendo como el interior mi cuerpo recibía gustoso la presencia de Vladi, presionando en pequeños intervalos el miembro de éste en cada arremetida, insaciable de continuar con el placer que ambos nos habíamos ganado aquella noche. El sonido de nuestras caderas chocando la una con la otra en cada embestida, y sinceros gemidos de placer, recorrieron las cuatro paredes de aquel dormitorio, mientras el lobo, sacando su lado más salvaje, aulló ligeramente entre mis labios, haciéndome sonreir sin poder evitarlo mientras mis manos se colocaban en su espalda y mis uñas se clavaban instintivamente en su piel en cada arremetida. Necesitaba sentir la posesión del lobo aquella noche, sentir como mi cuerpo se sentía lleno con él en su interior y disfrutar de una experiencia que hasta ahora para mí había sido bien distinta.

El conde dejo fluir todo su salvajismo contenido esa noche, sus cuerpos unidos el calor de la joven humana era agradable, pero mas que eso el disfrutaba de todas las sensaciones que el acto podía transmitir el aroma de su excitación, los jadeos y el latido acelerado del corazón de la cazadora, eran audibles para el lobo que no perdía detalle y buscaba con su lengua fusionarse en un beso increíble entre ambos con ganas, mientras que su cuerpo no perdía la oportunidad de invadir su interior penetrándola constantemente, abriéndose camino con su fuerza en el interior de ella disfrutando la calidez que transmitía estar en su interior como su gran miembro era contenido y apretado constantemente por la intimidad de la joven, con cada entrada y salida que según pasaban los minutos se volvía mas fuerte y fiera, buscando alcanzar todos los limites, aunque el lobo se seguía conteniendo ya que temía poder lastimar a la joven de una forma que no fuera capaz de recuperarse, sus manos en cambio buscaban en todo momento recorrer toda la intimidad de la bella dama, acariciando su cintura luego sus senos sintiendo la humedad que la joven desprendia. Esa noche no eran necesarias palabras solo sonidos que despertaban mas aun la lujuria, ya que el por si solo no era capaz de contener los jadeos y placeres que la mujer le estaba dando, liberando también su tensión acumulada por a ver tenido una cazeria tan deliciosa y perfecta como había sido la que habían terminado siendo el premio mayor, una de las criaturas nocturnas mas peligrosas conocidas por el lobo.

Este finalmente tomo la cintura de la joven para tomarla como punto de apoyo y comenzar a penetrar sin cesar su sexo, sintiendo como si no se contenía demasiado se terminaría corriendo sin poder evitarlo, ya que la joven era bastante apretada y usar su fuerza para generar el placer hacia que tuviera que soportar un poco, sumado al hecho de que ya estaba conteniéndose para no lastimaría en el acto sexual, que tanto ambos estaban disfrutando algo que cada vez le estaba costando mas ya que, se estaba perdiendo en el deseo de poder disfrutar lo que podía ser peligroso para ambos, si el perdía los estribos ya que podía acometer contra ella de forma salvaje.

La tranquilidad de la noche era suplantada sutilmente por el murmullo de nuestros jadeos acompasados y respiraciones entrecortadas, fruto de un encuentro casual y apasionado que ninguno de los dos habría imaginado al inicio de la velada, cuando nuestros caminos se cruzaron por pura casualidad a la entrada del cementerio. Tan solo habían transcurrido unas horas desde que dos desconocidos se encontraron por caprichos del destino, más todo lo vivido por ambos desde entonces había sido tan intenso, y nuestra conexión tan electrizante que a pesar de pertenecer a naturalezas opuestas no era capaz de imaginar un final de la noche más perfecta que la que se estaba sucediéndose entre las algodonadas sábanas blancas, que con cada arremetida de Vladimir en mi interior, iban deshaciéndose bajo nuestros cuerpos.

Las cálidas caricias del licano recorriendo todo mi ser provocaban en mí la más lujuriosa excitación que había experimentado jamás. Era consciente de la fuerza sobrenatural del conde, más al mismo tiempo podía sentir como contenía sus impulsos para no hacerme daño, buscando incansablemente el placer de ambos. Presa de una pasión desmedida, percibiendo como mi interior succionaba con necesidad el erecto de miembro de Vladimir, deslicé mis manos desde su espalda hasta la base de su nuca marcando ligeramente mis uñas a su paso. Sujetando con firmeza la base de su pelo, busqué sus labios con premura, profundizando un beso con el que silenciar un ahogado grito de placer cuando mis caderas comenzaron a moverse frenéticamente en búsqueda de mi propio placer. Deseaba más; quería que Vladimir desatase a esa bestia que mantenía encerrada y ambos estallásemos en un increíble clímax al mismo tiempo.

- Vamos cachorro, déjate llevar.- susurré frente a sus labios con una sensual sonrisa, mordiendo con cuidado de no lastimarle su labio inferior.- Quiero sentirte por completo, que me hagas tuya del todo esta noche. -apunté entrelazando mis piernas sobre su cintura para facilitar la introducción de su pene en mi interior con mayor facilidad, pidiéndole a gritos que me penetrase por completo. Mi espalda se arqueaba con cada choque de caderas, con cada penetración con la que el lobo me hacía tocar el cielo. Finalmente, con un gemido gutural seguido de un ligero gruñido sentí como todo mi ser explotaba de placer, humedeciendo todavía más su miembro. Me abracé a él con fuerza, dispuesta a seguir disfrutando de sus atenciones hasta que él culminase su momento. Busqué su mirada y sonreí, tomando de nuevo sus labios, envolviendo su lengua con la mía con ferocidad.

Al igual que la chica el conde disfrutaba de los placeres que ambos eran capaces de sentir juntos, sonrió ampliamente y se rió levemente cuando escucho su comentario, sobre que era un simple cachorro de cierta forma podía aparentarlo ya que le doblaba la edad que tenia, pero le gruño levemente en forma de respuesta iniciando unas embestidas mas salvajes e incluso sus ojos destellaron una tonalidad amarillenta bastante intensa, el gruñido sonó al de un animal como si estuviera cambiando sus cuerdas vocales. Daba la sensacion de que estaba por cambiar de forma en ese mismo momento sobre ese acto salvaje que ambos estaban disfrutando sobre su cuerpo.

Este tomo y jalo del cabello de la chica y entre gruñidos le dijo de forma imperativa.

-Cachorro ja, te mostrare de lo que es capaz un alfa...

Aclaro mientras se libro de ella poniéndola en cuatro patas ahora, y jalando su pelo para que el torso de el quedara pegado a su espalda y con sus manos acariciaba sus senos mientras su miembro se lo clavaba en su sexo por detrás, sus uñas eran las que jugaban con sus pezones dejando que sintiera eso punzante que era capaz de perforarla en ese momento, cuando vio que aumentaría su intensidad detuvo el juego con sus manos y la puso mas inclinada tomando de su cintura empezando a taladrar su sexo, sintiendo como este se abría cada vez que su miembro se abría paso de forma bruta y salvaje sin cuidado entraba una y otra vez con ganas en su interior que podía sentirlo a parte de húmedo bastante apretado lo que sacaba muchos jadeos al lupus.

Nuestros cuerpos perlados de sudor eran testigos de aquel momento mágico en el que ambos habíamos decidido adentrarnos. Feroces y salvajes gruñidos guturales que resonaban entre las cuatro paredes de mi alcoba, escapaban de los labios de Vladimir acompasando el ritmo de sus fuertes embestidas, que amenazaban con partirme en dos. Mi provocación no cayó en saco roto y tras alcanzar el climax por primera vez, sentí como sus penetraciones se tornaban más bruscas y secas. Una sonrisa ladina se dibujó con picardía en mis labios cuando el lican me tomó de la coleta con fuerza para acercar su boca a mi oído. No había nada más efectivo que cuestionar la hombría de un hombre para sacar su lado más oscuro; ese que a mí me encantaba degustar, aunque en más de una ocasión hubiese puesto mi vida en peligro cuando estos encuentros sucedían con cierto inmortal.

-No esperaba menos de vos, pequeño lobezno.- susurré frente a sus labios, continuando con mi particular provocación. Era consciente de que un solo golpe sin control podría matarme, pero confiaba en ese hombre como jamás había confiado en nadie. Me había demostrado durante toda la noche que quería protegerme de cualquier daño, y era eso lo que me había hecho entregarme a él sin apenas conocerlo.- Hazme recordar esta noche el resto de la eternidad.- murmuré entre apasionados besos donde su lengua se entrelazaba incesante con la mía; regalándole antes de separarme un ligero mordisco en su labio inferior.

Con un rápido y sencillo movimiento que no pareció resultarle muy complicado, cambió mi cuerpo de posición, colocándome esta vez a cuatro patas sobre el catre que estaba siendo testigo de nuestra particular noche de pasión y desenfreno. Sentir su fuerza sobre mí era algo que me excitaba sobremanera; que probase que podía someterme si lo deseaba provocaba que mi sexo se lubricase de forma abundante con cada arremetida que ahora se habían tornado más fuertes. Gemidos de placer morían ahogados entre nuestros labios con cada beso con los que el conde aplacaba sus gruñidos mientras sus manos se deslizaban de forma posesiva sobre mis pechos, acariciando éstos como si fuesen el bien más preciado.

Tras sujetarme a su muslo con la mano izquierda, tratando así de mantenerme erguida mientras me penetraba con brusquedad, deslicé mi mano derecha hacia el centro de mi deseo, el cual comencé a acariciar. Me excitaba poder tocar su miembro introducirse en mi sexo sin clemencia, y poco a poco, acariciando tanto su sexo como el mío, terminé por introducir dos dedos en el interior de mi vagina, sintiendo la presión de éstos sobre su pene.- Quiero más, mucho más…- murmuré frente a sus labios con la respiración entrecortada, robándole a continuación un beso necesitado.