AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
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¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
En las afueras del área, más allá del circo y de las viviendas de los gitanos que de él vivían, Shayla Kraemer tenía su pequeño centro de entrenamiento entre los árboles del incipiente bosque. Acudía cada mañana a ese lugar porque, a sus treinta y dos años, no podía darse el lujo de dejar de practicar. Sabía que si dejaba pasar un día sin entrenar el ocio le ganaría y se le volvería costumbre.
Su tela colorada colgaba doble de las gruesas ramas y Shayla, con el mínimo de ropa necesaria, comenzó a treparse a ella.
Enredaba sus tobillos para poder seguir subiendo. Probaba las nuevas figuras que había visto en su mente: colgaba de sus pies, cabeza abajo, girando para volver a elevarse; trenzaba los dos extremos con su pierna en medio para sujetarse; enredaba sus brazos para luego sacar el tronco de su cuerpo por entre medio de las dos partes de la tela.
Su vida había cambiado en los últimos años y, a su manera, había acabado por encontrar paz en aquel ruidoso lugar rebosante de energía y pleno de alegría.
Si su madre pudiera verla en esos momentos… ¿Qué le diría? Pues que era una insensata, que no tenía edad de andar colgada a los árboles practicando sabía Dios qué monerías, sino que Shayla ya estaba en la etapa de la vida en la que las mujeres gitanas van por el cuarto o quinto hijo… “¿Dónde están mis nietos?”, preguntaría y Shay no tendría respuesta para darle, al menos no en palabras. Solo en forma de lágrimas.
Claro que lo había deseado, lo había deseado con todo su corazón y por más de diez años había rezado antes de intimar con su esposo –durante también-, pidiendo a Dios un hijo, solo uno, que confirmara que ella no estaba maldita, que era una mujer completa… Pero algo estaba mal en ella, algo no funcionaba en su cuerpo –no sabía si en su vientre, en su sangre o en su cabeza- y no había podido tener esos hijos que a su madre le hubiera gustado abrazar. Por eso, sabiendo que sería repudiada próximamente por su esposo, decidió escapar. Y allí se hallaba ahora… disfrutando de su nueva vida, de sus nuevos sueños y de su nueva familia, pero con un dolor en el pecho imposible de ignorar. Le dolía no haber podido ser madre, le dolía no tener de quien cuidar ni a quien amar de verdad.
Estaba en lo alto de su tela, descansando con sus pies firmes en los nudos, cuando algo le llamó la atención y la sacó de sus más tristes conclusiones. No estaba sola, había alguien observándola en la base del árbol.
-Hola –saludó, para demostrar que se había enterado que tenía compañía.
Su tela colorada colgaba doble de las gruesas ramas y Shayla, con el mínimo de ropa necesaria, comenzó a treparse a ella.
Enredaba sus tobillos para poder seguir subiendo. Probaba las nuevas figuras que había visto en su mente: colgaba de sus pies, cabeza abajo, girando para volver a elevarse; trenzaba los dos extremos con su pierna en medio para sujetarse; enredaba sus brazos para luego sacar el tronco de su cuerpo por entre medio de las dos partes de la tela.
Su vida había cambiado en los últimos años y, a su manera, había acabado por encontrar paz en aquel ruidoso lugar rebosante de energía y pleno de alegría.
Si su madre pudiera verla en esos momentos… ¿Qué le diría? Pues que era una insensata, que no tenía edad de andar colgada a los árboles practicando sabía Dios qué monerías, sino que Shayla ya estaba en la etapa de la vida en la que las mujeres gitanas van por el cuarto o quinto hijo… “¿Dónde están mis nietos?”, preguntaría y Shay no tendría respuesta para darle, al menos no en palabras. Solo en forma de lágrimas.
Claro que lo había deseado, lo había deseado con todo su corazón y por más de diez años había rezado antes de intimar con su esposo –durante también-, pidiendo a Dios un hijo, solo uno, que confirmara que ella no estaba maldita, que era una mujer completa… Pero algo estaba mal en ella, algo no funcionaba en su cuerpo –no sabía si en su vientre, en su sangre o en su cabeza- y no había podido tener esos hijos que a su madre le hubiera gustado abrazar. Por eso, sabiendo que sería repudiada próximamente por su esposo, decidió escapar. Y allí se hallaba ahora… disfrutando de su nueva vida, de sus nuevos sueños y de su nueva familia, pero con un dolor en el pecho imposible de ignorar. Le dolía no haber podido ser madre, le dolía no tener de quien cuidar ni a quien amar de verdad.
Estaba en lo alto de su tela, descansando con sus pies firmes en los nudos, cuando algo le llamó la atención y la sacó de sus más tristes conclusiones. No estaba sola, había alguien observándola en la base del árbol.
-Hola –saludó, para demostrar que se había enterado que tenía compañía.
Shayla Kraemer- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
Llevaba días soñando con el bosque, teniendo pensamientos recurrentes sobre un claro especifico, lo suficientemente espacioso como para no ver el otro extremo. No lo reconocía, no sabia cual era pese a conocerme bastantes claros. Aquella mañana, movida por un impuso estúpido me encaminé hacia los bosques que rodeaban la ciudad.
Caminé por el bosque, guiándome unicamente por mis corazonadas y mi sentido, al final, tras caminar un largo tramo, cuando ya estaba a punto de darme por vencida, llegué a un claro. Lo reconocí de inmediato, el corazón me dio un vuelco. Allí había una persona. Que narices hacia allí una persona? -
Caminé hasta ella y mi sorpresa fue enorme al verla subida allí, en lo alto. Sin duda era una gitana del circo que estaba ensayando. Toda mi vida me había mantenido lejos de ellos. No quería saber nada de ellos como ellos tampoco habían querido saber de mi. Sin embargo, los ejercicios de aquella mujer llamaban mi atención, por lo que me quedé mirándola más de lo que pretendía o hubiera sido normal en mi. Tanto, que finalmente la mujer me vio - Hola... respondí algo avergonzada por verme pillada cotilleando.
Caminé por el bosque, guiándome unicamente por mis corazonadas y mi sentido, al final, tras caminar un largo tramo, cuando ya estaba a punto de darme por vencida, llegué a un claro. Lo reconocí de inmediato, el corazón me dio un vuelco. Allí había una persona. Que narices hacia allí una persona? -
Caminé hasta ella y mi sorpresa fue enorme al verla subida allí, en lo alto. Sin duda era una gitana del circo que estaba ensayando. Toda mi vida me había mantenido lejos de ellos. No quería saber nada de ellos como ellos tampoco habían querido saber de mi. Sin embargo, los ejercicios de aquella mujer llamaban mi atención, por lo que me quedé mirándola más de lo que pretendía o hubiera sido normal en mi. Tanto, que finalmente la mujer me vio - Hola... respondí algo avergonzada por verme pillada cotilleando.
Aylyn Kraemer- Gitano
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Fecha de inscripción : 06/12/2016
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Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
La joven alzó la vista y los ojos de Shayla se encontraron con los de ella. Algo difícil de denominar sucedió dentro de su pecho… Tal vez fuera que estaba bastante sensibilizada por la catarata de pensamientos en los que había estado merodeando mientras subía y bajaba de la tela. Había pensado en su familia, en su madre que ya no vivía, en sus propios problemas para concebir… No era extraño creer que pudiese haber quedado especialmente afectada. Lo cierto era que ver a la joven le recordó a algo, a algo realmente querido, pero Shayla no sabía qué era eso puntualmente.
-¡Ya bajo! –le anunció, creyendo que podría tratarse de una muchacha perdida que necesitaba de su orientación.
Bajar era incluso más complicado que subir porque, mientras lo hacía, debía ir desarmando los nudos que ella misma había realizado para que luego le fuese sencillo desmontar la tela del árbol alto y fuerte en el que cada día se entrenaba.
Bajó y tiró de la tela para desengancharla de todas las ramas que había usado de apoyo. Mientras la enrollaba, observó a la joven que la miraba algo confundida.
-Disculpa mi apariencia, estaba ensayando mi número de acrobacia –le explicó con una sonrisa y dejó la tela ya doblada a un costado de la base del árbol-, soy Shayla –tendió su mano para que la joven la estrechase-. Uff, qué calor me ha entrado…-Tomó su pañuelo y lo anudó sobre su cabello para ocultar lo despeinado que éste estaba, ¡qué vergüenza que la desconocida le viera en ese estado!-: Lo siento, ¿en qué puedo ayudarte?
Sí, definitivamente la joven despertaba algo en Shayla y ella todavía no lograba entender qué era.
-¡Ya bajo! –le anunció, creyendo que podría tratarse de una muchacha perdida que necesitaba de su orientación.
Bajar era incluso más complicado que subir porque, mientras lo hacía, debía ir desarmando los nudos que ella misma había realizado para que luego le fuese sencillo desmontar la tela del árbol alto y fuerte en el que cada día se entrenaba.
Bajó y tiró de la tela para desengancharla de todas las ramas que había usado de apoyo. Mientras la enrollaba, observó a la joven que la miraba algo confundida.
-Disculpa mi apariencia, estaba ensayando mi número de acrobacia –le explicó con una sonrisa y dejó la tela ya doblada a un costado de la base del árbol-, soy Shayla –tendió su mano para que la joven la estrechase-. Uff, qué calor me ha entrado…-Tomó su pañuelo y lo anudó sobre su cabello para ocultar lo despeinado que éste estaba, ¡qué vergüenza que la desconocida le viera en ese estado!-: Lo siento, ¿en qué puedo ayudarte?
Sí, definitivamente la joven despertaba algo en Shayla y ella todavía no lograba entender qué era.
Shayla Kraemer- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
No entendía muy bien el motivo por el que mi mente me había llevado a este claro donde estaba esta mujer. Llevaba días pensando en él, soñando con él. Era casi como si me llamara, como si me pidiera estar aquí. Y aquel día un impulso hizo que fuera, ¿de donde salió ese impulso? Ni idea, pero allí me encontraba, mirando esa zona del bosque que tantas veces había aparecido en mi mente y en el que ahora una mujer practicaba una serie de ejercicios que me dejaban alucinada.
Me lleve las manos a la tripa cuando, al encontrarme con los ojos de la mujer, mi estomago dio un vuelco. ¿Qué estaba pasando? La mujer bajó y yo me quedé alucinada mirando como hacia y deshacía nudos para descolgarse de allí. Miré su cuerpo, estaba fuerte, tenia que tener la musculatura suficiente para poder hacer ese tipo de ejercicio y acrobacias. En cambio, al mirar los míos, no vi más que dos palillos, propios de cualquiera que se pasa días sin comer más que un trozo de pan. Suspiré y la miré, aun confundida por la sensación que se había instalado en mi estomago, que no llegaba a comprender de donde salia, y que en nada se parecía al dolor que estaba acostumbrado a tener cuando tenia hambre.
Llegó a mi altura mientras se disculpaba por su apariencia, me sorprendí por que no se hubiera fijado en mis pintas de niña de la calle; mi apariencia no era muy buena, la verdad. Aquel día que estaba algo más soleado vestía unos pantalones raídos que había robado de un tendal hacia unos meses y una camisa que había encontrado trabajando en un hostal y que llevaba metida por dentro de los pantalones. Se presentó como Shayla, y a pesar de que yo no solía presentarme, estreché su mano al tiempo que decía mi nombre -Aylyn Kraemer- No entendí por qué dije mi nombre completo, lo dije sin pensar, las palabras salieron solas sin darme tiempo a pensar que estaba haciendo. -So-Solo caminaba por el bosque, y no se como he llegado aquí- Dije mirándola. Tanto ella como yo actuábamos de forma extraña y yo, desde luego, no sabia el motivo.
Me lleve las manos a la tripa cuando, al encontrarme con los ojos de la mujer, mi estomago dio un vuelco. ¿Qué estaba pasando? La mujer bajó y yo me quedé alucinada mirando como hacia y deshacía nudos para descolgarse de allí. Miré su cuerpo, estaba fuerte, tenia que tener la musculatura suficiente para poder hacer ese tipo de ejercicio y acrobacias. En cambio, al mirar los míos, no vi más que dos palillos, propios de cualquiera que se pasa días sin comer más que un trozo de pan. Suspiré y la miré, aun confundida por la sensación que se había instalado en mi estomago, que no llegaba a comprender de donde salia, y que en nada se parecía al dolor que estaba acostumbrado a tener cuando tenia hambre.
Llegó a mi altura mientras se disculpaba por su apariencia, me sorprendí por que no se hubiera fijado en mis pintas de niña de la calle; mi apariencia no era muy buena, la verdad. Aquel día que estaba algo más soleado vestía unos pantalones raídos que había robado de un tendal hacia unos meses y una camisa que había encontrado trabajando en un hostal y que llevaba metida por dentro de los pantalones. Se presentó como Shayla, y a pesar de que yo no solía presentarme, estreché su mano al tiempo que decía mi nombre -Aylyn Kraemer- No entendí por qué dije mi nombre completo, lo dije sin pensar, las palabras salieron solas sin darme tiempo a pensar que estaba haciendo. -So-Solo caminaba por el bosque, y no se como he llegado aquí- Dije mirándola. Tanto ella como yo actuábamos de forma extraña y yo, desde luego, no sabia el motivo.
Aylyn Kraemer- Gitano
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Fecha de inscripción : 06/12/2016
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Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
La joven era demasiado delgada, hasta podía parecer débil… ¿De dónde había salido? Tal vez estaba buscando un refugio temporal en el área de gitanos, un lugar donde encontrar compañía y ayuda. Si bien eran excluidos y marginados de la sociedad, allí a dónde fueran, ellos sabían ser bien solidarios con cualquiera que precisase cobijo y ayuda.
Shayla estaba a punto de ofrecerle almorzar con ella, en su tienda –después de todo ya casi era mediodía-, porque de seguro la joven estaría hambrienta -tanto como ella luego de semejante desgaste físico-, cuando escuchó su apellido.
-¿Kraemer? –le preguntó, repitiendo lo que ella había dicho-. Yo me apellido así también…
No sabía si alegrarse ante la coincidencia o temer… ¡Hacía tanto que había cortado todo vínculo con sus hermanos! Oír ahora ese apellido –de parte de alguien más, alguien de apariencia tan endeble y frágil- la había devuelto, casi de forma violenta, hacia su pasado…
-¿Quién…? –No sabía como formular la pregunta sin parecer una entrometida, pero debía inquirir no podía quedarse con tamaña duda. Sonrió para intentar relajarse-: ¿Quiénes son tus padres? Disculpa que te pregunte es que tal vez tengamos algún tipo de parentesco lejano…
Recogió todas sus cosas y las puso en la cesta que usaba para trasladarlas. Se acercó a la joven, que seguía viéndola de manera insegura, y le dijo:
-¿Tienes hambre Aylyn? –era evidente, pero no quería avergonzarla-. Yo sí, me muero de hambre luego de este entrenamiento… Acompáñame a almorzar, por favor. Así podremos hablar mejor acerca de nuestras familias y hallar cualquier punto de unión… Estoy realmente intrigada al respecto.
Shayla estaba a punto de ofrecerle almorzar con ella, en su tienda –después de todo ya casi era mediodía-, porque de seguro la joven estaría hambrienta -tanto como ella luego de semejante desgaste físico-, cuando escuchó su apellido.
-¿Kraemer? –le preguntó, repitiendo lo que ella había dicho-. Yo me apellido así también…
No sabía si alegrarse ante la coincidencia o temer… ¡Hacía tanto que había cortado todo vínculo con sus hermanos! Oír ahora ese apellido –de parte de alguien más, alguien de apariencia tan endeble y frágil- la había devuelto, casi de forma violenta, hacia su pasado…
-¿Quién…? –No sabía como formular la pregunta sin parecer una entrometida, pero debía inquirir no podía quedarse con tamaña duda. Sonrió para intentar relajarse-: ¿Quiénes son tus padres? Disculpa que te pregunte es que tal vez tengamos algún tipo de parentesco lejano…
Recogió todas sus cosas y las puso en la cesta que usaba para trasladarlas. Se acercó a la joven, que seguía viéndola de manera insegura, y le dijo:
-¿Tienes hambre Aylyn? –era evidente, pero no quería avergonzarla-. Yo sí, me muero de hambre luego de este entrenamiento… Acompáñame a almorzar, por favor. Así podremos hablar mejor acerca de nuestras familias y hallar cualquier punto de unión… Estoy realmente intrigada al respecto.
Shayla Kraemer- Gitano
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Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
La sensación extraña que había anidado en mi estomago definitivamente había decidido instalarse. Sentí como clavaba sus garras dentro de mí cuando dijo que ella se apellidaba así, como yo. ¿Qué posibilidades había? Sabía que mi apellido no era común, es más, no lo había oído nunca en las calles de París, era la primera vez que me encontraba a alguien con mi mismo apellido por lo que descarté la coincidencia en escasos segundos. Además, algo dentro de mi me había guiado hasta ella, aunque no encontrara la explicación, sí que estaba segura de ello.
En aquel momento estaba bloqueada, mirando a la mujer que estaba ante mí con extrañeza. No podía ser que de golpe hubiera alguien que tuviera algo que ver conmigo, en el mundo. Rápidamente imágenes pasaron por mi cabeza, pero, sacudiéndola ligeramente, como para desechar aquellos pensamientos, me quite de encima la sensación de esperanza e ilusión que me había provocado encontrar a alguien que pudiera ser fe mi familia. Por mi experiencia, en cualquier momento aquella chica podría echarme de su lado.
No acerté a responder quienes eran mis padres, no podía. ¿Quiénes eran? No tenía ni idea. En esta situación quien debía darme información era ella, no tenía ni idea de mi pasado, de mi familia. Apenas recordaba a la mujer que me había criado hasta los tres años. Pensaba en ella como una simple mujer, pues hacía tiempo que había dejado de referirme a ella como mi madre. Pensé en aquellos primeros años, tan a fuego marcados en mi memoria, el hambre atroz que sentía. Pero todo cambió cuando aprendí, y no de las mejores formas, como se vivía en la calle. Desde entonces había sobrevivido.
Shayla fue prudente y, de forma sutil, me invito a almorzar. Acepté con algo de recelo, era nuevo para mí. Nunca me había planteado la posibilidad de tener una familia, de que alguien fuera próximo a mí de cualquier forma posible. La escuché hablar, y asintiendo caminé junto a ella, dejando que ella guiara el camino y la conversación. Sin embargo, creí oportuno ser sincera, pues si me iba a invitar a almorzar debía de tener cierto gesto con ella:- No tengo ningún recuerdo de mi familia… - Susurré, con la esperanza de que me oyera.
Aylyn Kraemer- Gitano
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 06/12/2016
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Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
Luego de que la muchacha aceptase la invitación de Shayla, caminaron juntas hacia el área donde los carros y los toldos de los gitanos cirqueros estaban dispuestos.
Que no tuviera ningún recuerdo de su familia solo podía significar una cosa: estaba sola, no tenía a nadie. Y eso explicaba su actitud distante y desconfiada, también su apariencia delgada y el desgaste de sus ropas. ¿De dónde había salido? ¿Por qué había llegado hasta aquella zona? Algo de todo aquello llamaba su atención, pero no podía acertar bien con qué era.
-No he podido permitirme la compra de un carro –le confió y se tomó de su brazo para caminar como si fueran buenas amigas-, pero estoy ahorrando de a poco para ello. De igual modo mi toldo no está nada mal, es ese de allí –le señaló.
Era verdad. De cierto modo, Shayla estaba orgullosa de todo lo que había logrado porque todo lo había alcanzado ella sola sin ayuda de nadie. Sabiéndose repudiada por su esposo, ella se había fugado hacia algunos años, teniendo que empezar desde cero, sin ayuda de ningún hombre ni la contención de su familia. Todo lo que tenía ahora –cada pilar de su carpa, cada tela que hacía de pared y de alfombra, cada cofre y almohadón- se lo había ganado con esfuerzo y trabajo. Pese a que en el circo la habían ayudado y aceptado, nadie le había regalado nada en la vida y por eso valoraba mucho cada cosa que poseía.
-Pasa y ponte cómoda –le dijo, corriendo la pesada cortina de la entrada, esa que impedía el paso del frío, e invitándola-. Siéntate en aquellos cojines si lo deseas mientras me cambio de ropa y busco algo que comer –le pidió.
Se dirigió hacia otro sector –separado también por una gruesa cortina-, era allí donde Shayla dormía. Su toldo no era grande, pero ella había sabido como sacar provecho de cada rincón. Se puso ropa más cómoda –su falda larga y amplia, por suspuesto- y volvió hacia donde la joven estaba. Todavía la percibía algo nerviosa e insegura y se moría de ganas de preguntarle qué estaba haciendo allí, por qué había ido a la zona del circo... Pero eligió callarse esas preguntas, al menos de momento.
-Esta mañana he comprado pan, el que amasan aquí mismo es una delicia –le dijo y se dirigió al rincón en el que conservaba los alimentos-, también tengo queso y dos manzanas. Creo que estaremos bien –le sonrió y se sentó mientras desenvolvía el pan para luego cortarlo-. Díme, ¿en verdad no recuerdas nada de tu familia? ¿Ni siquiera sus nombres o de dónde eran? ¿Dónde vives? Perdona, por favor que te asalte con tantas preguntas, pero soy curiosa por naturaleza y este misterio de nuestro apellido me tiene intrigada en verdad.
Que no tuviera ningún recuerdo de su familia solo podía significar una cosa: estaba sola, no tenía a nadie. Y eso explicaba su actitud distante y desconfiada, también su apariencia delgada y el desgaste de sus ropas. ¿De dónde había salido? ¿Por qué había llegado hasta aquella zona? Algo de todo aquello llamaba su atención, pero no podía acertar bien con qué era.
-No he podido permitirme la compra de un carro –le confió y se tomó de su brazo para caminar como si fueran buenas amigas-, pero estoy ahorrando de a poco para ello. De igual modo mi toldo no está nada mal, es ese de allí –le señaló.
Era verdad. De cierto modo, Shayla estaba orgullosa de todo lo que había logrado porque todo lo había alcanzado ella sola sin ayuda de nadie. Sabiéndose repudiada por su esposo, ella se había fugado hacia algunos años, teniendo que empezar desde cero, sin ayuda de ningún hombre ni la contención de su familia. Todo lo que tenía ahora –cada pilar de su carpa, cada tela que hacía de pared y de alfombra, cada cofre y almohadón- se lo había ganado con esfuerzo y trabajo. Pese a que en el circo la habían ayudado y aceptado, nadie le había regalado nada en la vida y por eso valoraba mucho cada cosa que poseía.
-Pasa y ponte cómoda –le dijo, corriendo la pesada cortina de la entrada, esa que impedía el paso del frío, e invitándola-. Siéntate en aquellos cojines si lo deseas mientras me cambio de ropa y busco algo que comer –le pidió.
Se dirigió hacia otro sector –separado también por una gruesa cortina-, era allí donde Shayla dormía. Su toldo no era grande, pero ella había sabido como sacar provecho de cada rincón. Se puso ropa más cómoda –su falda larga y amplia, por suspuesto- y volvió hacia donde la joven estaba. Todavía la percibía algo nerviosa e insegura y se moría de ganas de preguntarle qué estaba haciendo allí, por qué había ido a la zona del circo... Pero eligió callarse esas preguntas, al menos de momento.
-Esta mañana he comprado pan, el que amasan aquí mismo es una delicia –le dijo y se dirigió al rincón en el que conservaba los alimentos-, también tengo queso y dos manzanas. Creo que estaremos bien –le sonrió y se sentó mientras desenvolvía el pan para luego cortarlo-. Díme, ¿en verdad no recuerdas nada de tu familia? ¿Ni siquiera sus nombres o de dónde eran? ¿Dónde vives? Perdona, por favor que te asalte con tantas preguntas, pero soy curiosa por naturaleza y este misterio de nuestro apellido me tiene intrigada en verdad.
Shayla Kraemer- Gitano
- Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 02/02/2017
Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
Caminé a su lado, haciéndole mil preguntas a mi cabeza. ¿Era, acaso, posible que tuviéramos algún tipo de relación familiar? Y si era así, ¿Cómo era posible que nos encontráramos en este lugar? Y lo más importante para mí, ¿dónde había estado todos estos años en los que había estado sola? ¿Sabía de mi existencia? ¿Sabía quien era mi padre? No quería hacerme ilusiones, no quería asumir que podría tener una familia para que luego me dejara de lado. Total, ¿Quién era yo? Comentó algo de un carro, de ahorrar y de dinero. Era un mundo totalmente ajeno a mí. ¿Dinero? Según llegaba a mis manos alguna moneda, iba a parar al bolsillo de cualquier hostelero, tendero,… sobrevivía al día. ¿Ahorrar? ¿Qué era aquello? Sin duda eran completamente diferentes.
Señaló un toldo, no era el más grande del lugar, pero tampoco el más pequeño. Aquella zona estaba llena de gente, risueña y feliz que compartía momentos cerca de la lumbre, charlando, cantando o simplemente comiendo. Era un lugar bonito, colorido. Nunca había acudido a los gitanos, no podía demostrar que era como ellos, no sabía quién era mi padre, lo más probable era que me rechazaran. Cuando la mujer con la que compartía apellido apartó una gruesa cortina y me invitó a entrar, se metió dentro. El lugar que encontré al pasar la tela me sorprendió, era amplio, funcional y, sobre todo, calentito. Señaló unos cojines que parecían cómodos, de diversos colores llamativos pero que conjuntaban a la perfección con aquel hogar.
Me senté y esperé a que Shayla volviera. Era una mujer vital, sonriente y amable. Me trasmitía positividad, o al menos todo lo positiva que podía llegar a estar dada mis circunstancias. La comida que me ofreció era más que suficiente: -Está bien así, no te preocupes- Sonreí – No acostumbro a comer mucho- Sabia lo que pasaba si me pegaba un atracón, mi estomago no estaba acostumbrado a mucha comida, y no solo se me ponía dolor de tripa, sino que realmente llegaba a ponerme enferma. Divagando en aquellos pensamientos comenzaron las preguntas, una tras otra. – Solo recuerdo criarme con una señora, que supongo era mi madre, y que a los tres años me echó a la calle al sospechar…ciertas …cosas sobre mí. – No estaba cómoda compartiendo aquello, y mucho menos diciéndole que había pronosticado la muerte de una gallina. – Vivo en la calle, siempre ha sido así desde los tres años. Solo recuerdo mi nombre y apellido, y realmente no estoy segura de que sean así. – Comenté con un poco de tristeza, pero sin dejarme arrastrar por ella. No estaba segura ni de mi identidad.
Señaló un toldo, no era el más grande del lugar, pero tampoco el más pequeño. Aquella zona estaba llena de gente, risueña y feliz que compartía momentos cerca de la lumbre, charlando, cantando o simplemente comiendo. Era un lugar bonito, colorido. Nunca había acudido a los gitanos, no podía demostrar que era como ellos, no sabía quién era mi padre, lo más probable era que me rechazaran. Cuando la mujer con la que compartía apellido apartó una gruesa cortina y me invitó a entrar, se metió dentro. El lugar que encontré al pasar la tela me sorprendió, era amplio, funcional y, sobre todo, calentito. Señaló unos cojines que parecían cómodos, de diversos colores llamativos pero que conjuntaban a la perfección con aquel hogar.
Me senté y esperé a que Shayla volviera. Era una mujer vital, sonriente y amable. Me trasmitía positividad, o al menos todo lo positiva que podía llegar a estar dada mis circunstancias. La comida que me ofreció era más que suficiente: -Está bien así, no te preocupes- Sonreí – No acostumbro a comer mucho- Sabia lo que pasaba si me pegaba un atracón, mi estomago no estaba acostumbrado a mucha comida, y no solo se me ponía dolor de tripa, sino que realmente llegaba a ponerme enferma. Divagando en aquellos pensamientos comenzaron las preguntas, una tras otra. – Solo recuerdo criarme con una señora, que supongo era mi madre, y que a los tres años me echó a la calle al sospechar…ciertas …cosas sobre mí. – No estaba cómoda compartiendo aquello, y mucho menos diciéndole que había pronosticado la muerte de una gallina. – Vivo en la calle, siempre ha sido así desde los tres años. Solo recuerdo mi nombre y apellido, y realmente no estoy segura de que sean así. – Comenté con un poco de tristeza, pero sin dejarme arrastrar por ella. No estaba segura ni de mi identidad.
Aylyn Kraemer- Gitano
- Mensajes : 54
Fecha de inscripción : 06/12/2016
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Re: ¿Sabes quién soy? (Aylyn Kraemer)
Le tendió un generoso trozo de queso y le ofreció el pan también, mientras ella misma ya comenzaba a disfrutar de un pedazo de dorada corteza. Shayla solía comer bastante pues su cuerpo le pedía reponer toda la energía que gastaba. Hacía mucho esfuerzo físico y necesitaba nutrirse.
Oyó apenada lo que la chica le decía, al parecer había vivido siempre a la luz de las carencias.
-Guarda las manzanas entonces –le dijo y se las tendió-, así puedes comerlas luego, cuando tengas hambre.
Ella recordaba bien su nombre y apellido a pesar de haber estado en las calles y sola la mayor parte del tiempo. Una idea, tal vez descabellada, comenzó a formarse en la mente de Shayla. Su hermano mayor, Danils, su único hermano varón, había tenido una relación con una mujer de fuera de la colectividad. Había pasado un año peleado con sus padres, no lo habían visto en todo ese tiempo, hasta que un día regresó asegurando que aquella relación estaba acabada. Shayla no se había metido, era una muchachita callada y obediente por esas épocas y su hermano le llevaba varios años, ella no tenía permitido inmiscuirse en los temas de los adultos. ¿Podría ser que su hermano hubiera dejado a esa mujer que estaba embarazada o con una pequeña recién nacida? No, de seguro se equivocaba. Danils podía haberse relacionado con cientos de mujeres en ese tiempo, incluso a espaldas de aquella francesa. No tenía por qué tratarse de la madre de aquella chica, sería demasiada casualidad, pero ¿y qué con el apellido? ¿Por qué lo compartían entonces?
-¿Qué cosas descubrió sobre ti? –le preguntó intrigada-. Digo, ¿qué misterios tan oscuros puede encerrar una niña de tres años para que su madre decida arrojarla a la calle?
No podía entenderlo. Ella, que nunca podría ser madre, se moría por tener a alguien a quien cuidar y, en cambio, aquella mujer eligió dejar a su niña en las oscuras, sucias y peligrosas calles de la ciudad.
-Solo tengo un hermano –le dijo, empezando a sugerir en parte todo lo que había estado meditando mientras su invitada hablaba-, mis padres tuvieron un hijo y luego le seguimos todas mujeres. Tal vez… -ni siquiera se animaba a decirlo. Quizás no era lo mejor decirlo todo de golpe, sería más conveniente continuar conociéndose antes de hablar sobre cosas casi imposibles.
Le encantaría que su idea fuera real, que esa chica fuese su familia, su sobrina… Pero no sería justo ilusionarla sin certezas. Suspiró y una idea cruzó su cabeza y llegó a su boca, con tanta velocidad que Shayla no pudo meditar en lo que estaba diciendo:
-No vuelvas a las calles. Puedes quedarte aquí conmigo un tiempo… Al menos hasta que averigüemos algo más.
Oyó apenada lo que la chica le decía, al parecer había vivido siempre a la luz de las carencias.
-Guarda las manzanas entonces –le dijo y se las tendió-, así puedes comerlas luego, cuando tengas hambre.
Ella recordaba bien su nombre y apellido a pesar de haber estado en las calles y sola la mayor parte del tiempo. Una idea, tal vez descabellada, comenzó a formarse en la mente de Shayla. Su hermano mayor, Danils, su único hermano varón, había tenido una relación con una mujer de fuera de la colectividad. Había pasado un año peleado con sus padres, no lo habían visto en todo ese tiempo, hasta que un día regresó asegurando que aquella relación estaba acabada. Shayla no se había metido, era una muchachita callada y obediente por esas épocas y su hermano le llevaba varios años, ella no tenía permitido inmiscuirse en los temas de los adultos. ¿Podría ser que su hermano hubiera dejado a esa mujer que estaba embarazada o con una pequeña recién nacida? No, de seguro se equivocaba. Danils podía haberse relacionado con cientos de mujeres en ese tiempo, incluso a espaldas de aquella francesa. No tenía por qué tratarse de la madre de aquella chica, sería demasiada casualidad, pero ¿y qué con el apellido? ¿Por qué lo compartían entonces?
-¿Qué cosas descubrió sobre ti? –le preguntó intrigada-. Digo, ¿qué misterios tan oscuros puede encerrar una niña de tres años para que su madre decida arrojarla a la calle?
No podía entenderlo. Ella, que nunca podría ser madre, se moría por tener a alguien a quien cuidar y, en cambio, aquella mujer eligió dejar a su niña en las oscuras, sucias y peligrosas calles de la ciudad.
-Solo tengo un hermano –le dijo, empezando a sugerir en parte todo lo que había estado meditando mientras su invitada hablaba-, mis padres tuvieron un hijo y luego le seguimos todas mujeres. Tal vez… -ni siquiera se animaba a decirlo. Quizás no era lo mejor decirlo todo de golpe, sería más conveniente continuar conociéndose antes de hablar sobre cosas casi imposibles.
Le encantaría que su idea fuera real, que esa chica fuese su familia, su sobrina… Pero no sería justo ilusionarla sin certezas. Suspiró y una idea cruzó su cabeza y llegó a su boca, con tanta velocidad que Shayla no pudo meditar en lo que estaba diciendo:
-No vuelvas a las calles. Puedes quedarte aquí conmigo un tiempo… Al menos hasta que averigüemos algo más.
Shayla Kraemer- Gitano
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